Dicen que todo tiene un inicio, pudo ser hace miles de años o millones, ellos eran de la primera clase de humanos que creían en la inmortalidad y que había mucho más allá de la muerte. Eran crueles y despiadados, sometían a los más débiles bajo el yugo de una pretensión de poder, con el mando de millones de personas y soldados a su mando, buscaban expandir su mano más allá de las fronteras de los reinos más cercanos.

En aquellas tierras que continuaban inconquistables y de las que solo atrevidos viajeros habían mirado con sus ojos, trayendo consigo exóticos productos que podían demorar mucho, su peso valiendo en mucho oro, solo los privilegiados tendrían acceso a poder tenerlos.

Ella era cruel, fácil de aburrir lo que ella pedía el se lo entregaba, no importaba el capricho, por su reina el rey haría de todo, y fue así como llego entre una batalla el secreto de la tan ansiada inmortalidad: beber sangre humana. No pisarían nuevamente el sol, vivirían bajo el manto de la noche, pero no envejecerían, sus heridas sanarían pronto, y solo una muy larga exposición al astro podría matarlos para siempre.

Los secretos no se pueden mantener, siempre uno sale a la luz, podían haber matado a quien les dio la forma de ser inmortales, pero un descuido en la arrogancia puede salir caro. Fue así como un grupo de rebeldes los tomo por sorpresa, en el fervor de la batalla, cayeron, ella condenada a ser sacrificada primero mientras el rey atónito la veía desvanecerse en la más dura agonía.

El fue sellado, separados no habría forma de que es poder volviera a surgir, miles de años pasaron. Orion como se hace llamar fue liberado accidentalmente de su prisión y encontró un vasto mundo totalmente diferente al suyo, e hizo lo que debía: adaptarse a la era moderna.

Bajo una casa de placer, llega a sus manos una nueva esclava, una que se asemeja al amor que perdió hace milenios, un amor tan tóxico que ahora solo quiere romperla en pedazos para reconstruirla a su modo. ¿Le será tan sencillo como espera?

"Hotel Palais Royale" era un hecho…

Después de unos largos meses de trabajo en conjunto ya estaba completamente funcional con su recepción que no era otra cosa que un bar, en la misma planta baja el acceso a una “zona VIP” donde se podía bailar entre otras cosas. El primer piso eran habitaciones, cada una diseñada a gusto de cada uno de sus neófitos. Había suficientes para cada uno de ellos, la mayoría de ellos habían sido elegidos por Orión por su belleza y nada mas. En cuanto le representaban una molestia los sacrificaba frente a los demás para que supieran que no había salida alguna si desobedecían o lo molestaban demasiado. Él los había salvado de una vida miserable, los alimentaba, los complacía y lo mínimo que pedía era que trabajaran unas horas a la semana para disponer de una constante de sangre para todos.

Aquella sociedad estaba pensada por todas partes incluso tenía un representante que se encargaba de los papeles, un esclavo de sangre. No le servía como vampiro porque necesitaba alguien que no tuviera problemas en moverse de día cuando ellos solo podían permanecer en la oscuridad. Era de su absoluta confianza porque además, al ser su súbdito de sangre, podía saber todo de éste y él por su parte recibía un shock de adrenalina en su sistema cuando se le antojaba; los vampiros podían ser una droga para los mortales.

Esa noche de jueves había organizado una velada especial aprovechando la luna llena de sangre, le gustaba celebrar las lunaciones, sobre todo las especiales como ésta donde recordaba su agradecimiento por seguir vivo a pesar de las tantas cosas por las que había pasado. Le pidió temprano que fueran por varios mortales para disfrutar de la noche pidiendo mantener un orden y no que los buscarán inmediatamente o estarían en problemas. Prefería gente solitaria o con algún motivo que los llevara a desaparecer de un momento a otro. Muchos de ellos no regresarían a sus casas nunca mas y ni siquiera encontrarían sus cuerpos. Por otro lado los que lograran sobrevivir la noche, no recordarían nada. Todos empezaban primero como esclavos de sangre de Orion para manejarlos a gusto, luego el destino que tuvieran sería a gusto del consumidor que no eran mas que sus amigos, empresarios, gente con dinero que solventaba el negocio, cargos importantes con quienes mantener relaciones por conveniencia y algunos vampiros con los que había hecho amistad en este tiempo. Incluso sus neófitos podrían ser parte de la fiesta por tandas ya que necesitaba mantener el servicio. Las drogas, el buen alcohol y la buena compañía eran los placeres con los que conquistaba a los mortales, a sus pares solo les bastaba compañía y sangre. Lo demás era relleno, aunque cada tanto algún humano conseguía sorprenderlo con su nivel de morbosidad. Eran un misterio que le encantaba descifrar, cada quien era un mundo.

Apenas dos horas después de caer el sol empezaron a llegar los primeros vampiros que le servían con unos cuantos mortales desmayados con drogas. Los vestían con ropas sugestivas y les administraban sangre de Orión en su sistema  para despertarles la sed de sangre que luego mantendrían con tragos. Los primeros invitados arribaron mientras la música sonaba en toda la planta baja y unos cuantos vampiros de la sociedad del Hotel Palaye bailaban y repartían tragos.

Era una noche como cualquier otra en su día a día, sobrevivir en un mundo como este venía a un alto costo, las personas no se tentaban el corazón con la idea de aplastar a los demás, y sin embargo ahí estaba ella, temiendo el momento en que el reloj diera marcha al final del turno. Y no es por el trabajo, sino por salir de noche.

A veces tenía esa sensación de ser vigilada y perseguida, otras solo lo atribuía a las largas jornadas sin descanso alguno, comiendo mal, pero tratando de ser veloz en acomodar todo lo que los clientes dejaban tirado, pues tan lujosa selección de mercancía nunca debería verse mal acomodada o arrugada.

Lo que ella daría por poder tener uno de esos conjuntos de ropas de temporada, en cambio solo tenía ropas sencillas de bazar y uniformes desgastados por lavarlos en la lavandería que más veces que nada maltrataba las telas por lo vieja que estaba la lavadora.

Los rumores decían que era mejor no salir de noche, mientras más tarde, más expuestos a formar parte de los desaparecidos. No era una sorpresa, y por eso medito la idea de quedarse a dormir en la incomoda zona de lockers aún en el piso, ni siquiera los tipos más rudos pensaban en andar por las calles, y eso era mucho decir.

Las temporadas de fenómenos astronómicos estaban en puerta, la luna de sangre ya se asomaba, y tenía ese miedo que desde infante sentía cuando se acercaba, le daba mareo y dolores de cabeza, como si algo se reprimiera en el fondo de sus recuerdos. Su terapeuta decía que no debía ser más que un mecanismo defensivo, en realidad todo estaba bien.

Cuando termino su jornada, tomo las llaves para cerrar, las calles estaban desiertas y mal iluminadas, no era la mejor zona de la ciudad, un fracaso tras otro la llevo a ese estado de infortunio.

El viento soplaba obligándola a tratar de cubrirse más con el raído abrigo que mejores días había visto, la ansiedad comenzaba a despertar en ella, imaginando pasos, más al girarse nada ni nade venían detrás, las luces de un auto brillaron a lo lejos, no sabía que esperar, vivía sola, hace tiempo que sus padres habían fallecido dejando solo deudas, el poco dinero que tenía se fue en pagarlas para ser libre de los cobradores. Y de ahí una espiral sin fondo, tal vez debería marcharse de tan macabra ciudad, comenzar de nuevo, pero sin fondos no lo lograría, entonces perdió la conciencia, todo se volvió negro y despertó en otro sitio, la música tan estridente le taladro la cabeza…y ¿qué demonios portaba? Era tan revelador que sintió la peor de las vergüenzas. ¿Dónde estaba?

- Es sencillo, necesito que se paseen por la sala, pueden quedarse en la barra y beber algo, hay muchos sillones para descansar y también pueden bailar. Es una fiesta donde van a encontrar rostros conocidos, en lo posible eviten mostrarse muy exaltados porque no les gusta, eso es todo ¡Disfruten, es una fiesta! - explicó una sensual mujer vestida con lo que parecía ser un camisolín y una bata translúcida, impactaba con su movimiento de caderas al caminar, parecía hipnótico.
Tras esto dejó espacio para que pasaran y les señaló dónde se encontraban los baños y los ingresos al primer piso donde se encontraban las habitaciones, aunque las llaves sólo las tenían algunos vampiros. Las ventanas estaban solo de fachada exterior al edificio porque no eran reales y estaban cubiertas por un recubrimiento plástico para que el sol no pasara y decoradas con cortinados pesados que parecían sacados de otra época, toda la decoración había estado en manos de Orión y se notaba.

El vampiro se hallaba conversando con algunos empresarios con los que tenía pequeños acuerdos y esperaba poder cerrar mas tratos después que estos se vieran seducidos por las bondades del lugar. Para él resultaba sencillo conquistarlos aunque no todos tenían los mismos gustos, en su época todos compartían el mismo amor por el vino y las mujeres pero hoy estaba mas repartido todo. Uno de sus neófitos se acercó informando que ya estaban listos los tributos a lo que éste simplemente asintió, se sirvió un vaso de whisky y se recostó contra el sillón entregándose al disfrute de esta celebración antes que todo pudiera descontrolarse.

Soltó un jadeo - Oh, adoro las noches de luna roja, siempre es buena señal arrancar algo en estas fechas. Por suerte se consiguió llegar a tiempo para la inauguración - comentó al empresario a su lado mientras este se sinceraba reconociendo que no era tan observador de esas fechas, que por lo general se la pasaba todo el día encerrado en su oficina  - Veras… trabajar, mantener la familia, equilibrar la vida, todo es complicado. Por eso te invité, quería regalarte una noche de relax - aseguró mirándolo a los ojos, usando aquellas orbes claras y tono suave como un hechizo mientras de las escaleras frente a ellos bajaba un grupo de personas: los famosos tributos, vestidos de manera sugerente. Había sido una magnífica selección de parte de su familia, era un hecho.

- Hoy quiero regalarte una noche de distensión, que bebas, que bailes y te enfiestes con quien quieras. Mi casa es tu casa y todos aquí son una tumba ¡Por una noche de fiesta! - dijo y elevó su whisky en dirección a éste hasta que los vasos tintinearon junto con el hielo en su interior y bebió un poco mientras se recostó nuevamente observando aquellas suaves pieles, la vibración de sus latidos, el aroma a sangre encubierto hasta que una mirada confundida le llamó la atención en medio de ellos. Las luces tenues del lugar hacían difícil concentrarse en la búsqueda. Una mirada familiar, ese perfil… ¡imposible! No podía ser ella…

Lo que debió hacer era sin duda haberse quedado en el trabajo, por mucho, aunque durmiera sentada o como fuera, pero de hacerlo no estaría en la situación actual. Creyendo en un muy ingenuo e inocente modo que incluso por su edad (pues no era una joven veinteañera) estas cosas podrían no sucederle, pues quien querría realmente tomarla como cautiva, era la persona más aburrida del mundo, incluso incapaz de mantener una conversación por un largo tiempo contrario a otros que por mucho empeño que pusieran para que ella fuera integrada no tenían gran éxito.

Para ella este mundo no era lo que realmente deseaba, sin embargo, era donde se desarrollaba, aquellos tiempos donde la obscuridad no reinaba, le sonaban a cuentos de hadas solo para dormir, porque su realidad era completamente distinta, incluso con esos extraños sueños que ni las miles de sesiones con un terapeuta habían logrado quitar de encima. Sus padres también pensaban que era una forma tan solo de poderse defender o encerrar en un mundo donde todo era perfecto. A su muerte solo dejaron algunas deudas y algo de dinero que pronto se fue.

Ahora mismo volvía a mirar con cierto horror como estaba vestida, se veía como una maldita mujerzuela, un trozo completo de carne para algún pervertido, y eso le desagrado, pues no se había puesto algo tan revelador nunca, quería salir corriendo a cambiarse por algo que ocultase más su cuerpo.

Esperaba que no tuviera que ir a algún sitio así, tampoco veía una salida o algún otro signo de vida de que alguien supiera en donde estaba, la otra duda era ¿quién la había cambiado? ¿qué es lo que miraron de su cuerpo? Escucho pronto algunas voces, más no se atrevió a gritar por ayuda, pues desconocía si eran aliados o enemigos, incluso le fue complicado escuchar pisadas, ¿estaba en un nido de vampiros? Lo poco que sabía es que eran tan ligeros que escucharlos era complicado.

Su puerta pronto se abrió e ingresaron personas, no, no eran humanos, debían ser justo otro tipo de seres, y a regañadientes, incluso con la resistencia que puso la llevaron a formarse junto a otras mujeres e incluso unos cuantos hombres, vistiendo del mismo modo revelador. No podía llorar, puesto que sería incluso inútil, debía tratar de encontrarse con la forma de poder escapar con vida.

El resto de los que estaban con ella se veían completamente resignados a ser parte de esto, mientras otros parecían tener cierto orgullo de formar parte de esto, la tenue luz imposibilitaba ver con claridad, así que pronto esto paso a tener una consecuencia casi tropezando, y su mirada paro en alguien que la observaba fijamente, por lo que retrocedió para quedar semi oculta tras otra chica que iba por delante. ¿Por qué le miro de ese modo?

- Disculpe, debo atender algo - su compañero, el empresario con el que había brindado, se quedó observando extrañado porque Orión de pronto perdió el habla y su mirada ya no estaba puesta en la conversación.
El vampiro se levantó del sillón donde se había distendido por un momento a sus anchas y se metió en medio del grupo de tributos de esta noche. Por lo general tenía el agrado de ver a cada uno de ellos pero en esta ocasión especial no hubo tiempo de hacerlo como tampoco de ser él mismo quien le diera un poco de su sangre, era por eso que los habían drogado mientras estaban preparándolos.

Una de sus neófitas encargadas de los secuestrados se le acercó al verlo - Orión ¿todo en orden? - consultó con una marcada preocupación en su rostro, motivo por el cual notó que debía de cuidar su postura y ser un poco menos evidente. De todas formas era imposible que fuera ella ¡Justamente ella! No, seguro era alguna alucinación de las suyas.
Encuadró los hombros y bajó la vista para quitar la tensión de su rostro - Todo en orden, Sweet. No pasa nada - aunque era claro que no la iba a convencer con ello, de todas formas ella lo dejó tranquilo sabiendo que no iba a confesarle nada y avanzó por el salón buscando esa mirada retadora en los ojos de las humanas presentes. Para colmo todas vestían sugestivas y la mayoría eran de cabello oscuro. Notó un destello en una sala contigua donde algunos empresarios se juntaron en uno de los sillones y ya estaban probando la mercadería en lo oscuro del lugar, una especie de sector VIP lejos de miradas indiscretas. Una de los tributos bailaba frente a la mesa ratona con total soltura. Era increíble lo que la sangre podía hacer; algunas se deshinibían completamente. Su cabello moreno caía en suaves ondas y podía reconocer esa cintura. La tomó suavemente por un hombro con cierto temor ¿qué le diría después de tanto tiempo? Se giró sorprendida y Orión se quedó mirándola por un momento hasta que la decepción se manifestó en su rostro al ver que no se trataba de ella.

- ¡Vamos Miller, sumate a la fiesta! - le dijo uno de ellos, refiriéndose a Orión que había adoptado aquel apellido.

- ¿Acaso te ibas a llevar a la morena contigo habiendo tantas chicas? - criticó medio en broma y medio en serio otro de ellos.

- Disculpen caballeros, he confundido a la señorita, los dejo en buena compañía - sonrió apenado y tras asentir ella se quedó mirando un poco mas antes de continuar con su baile.

Salió de la sala en cuestión y miró a ambos lados. Estaba nervioso y molesto ¿Por qué justamente tenía que aparecer su fantasma una noche como esta?

Era mejor haberse movido de la línea de visión de ese sujeto, no le gustaba como le miraba, e incluso pensó que si estuviera visible era porque no sería la última en ser seleccionada como la carnada, sino la primera, y era mejor por ahora no darse a notar más de lo debido. Sus ropajes no ayudaban, y la cabeza la sentía extraña, como si quisiera que la mirasen, pero a la vez conflictuada porque iba en contra de lo que quería.

¿era por lo que usaron en ella para drogarla? Con mucha posibilidad que sí, no cabía duda de que era así como nadie podía recordar o escapar de ese infernal lugar. Mientras el resto se movía como idiotizados, ella se fue alejando entre las sombras con tal de que ni los que entraron a llevárselos de las habitaciones pudieran verla y llevarla al frente.

Podía ver a gente prominente, claro que eran unos malditos cerdos, con eso era como se beneficiaban y se salvaban de ser presas de estos chupasangres malditos, pues estaban comprados para todas sus depravaciones. Ella ahora comprendía que claramente estaban en el fondo de la cadena alimenticia, si los vampiros lo quisieran, los eliminarían pronto, aun siendo contraproducente borrar a su fuente de alimento.

Muchos de los llegados se fueron dispersando en las tarimas, sintió el estomago revuelto, era para que mirasen y tocasen, no señor, ella no se iba a someter a eso, por mucho que su cuerpo pareciera tener esa vida propia, no quería rendirse a ese deseo, la droga era fuerte, y ella estaba esforzándose lo más posible para combatir su efecto.

Con la poca buena suerte, tomo una charola abandonada, fingiría ser una de las meseras para salir de la sala principal, era mejor que no encontrasen que estaba fingiendo, aunque distaba mucho de conocer como estaba compuesto el sitio entero, no se quitaba esa sensación de que ese sujeto era extraño.

Casi se perdió un momento, quedando confusa sobre la dirección a tomar, de ambos lados se escuchaban voces, pero no sabía por donde llegaban los tragos, habría que probar suerte, tanto así que se dio de frente con una chica que no se veía nueva, sino que parecía tener tiempo ahí. Se miraron unos segundos antes de que esta la tomase por el brazo. - ¿Quién eres y que haces por este sitio? -La presión le hizo soltar un ruido de dolor. -Suéltame me lastimas. -Dijo en respuesta, tratando de pegarle con la charola, la conmoción comenzaría a llamar la atención de algunos…entre ellos a quien evitaba.

Notaba su rostro generalmente inexpresivo, ahora contraído por la visión que tuvo. Estaba seguro que Ianthe había muerto en ese patio donde el sol la consumió lentamente. Él mismo la había visto mientras la sangre nublaba sus ojos y aun recordaba el olor a quemado y muerte de ese antro. Pero sobre todo recordaba que la soñó despierto por quinientas noches, esperando que regresara, que apareciera en medio de su encierro para liberarlo y decirle que todo estaba bien, como una especie de historia de cuentos al revés, donde la princesa era la que rescataba al príncipe…
Pero eso no había pasado.

El príncipe se había vuelto loco, se secó en soledad tras quitarse el cabello con las manos y comerse las uñas cada noche, su piel había palidecido y entró en descomposición por el contacto con el agua que se filtraba tras cada lluvia de temporada.
Su renacer lo devolvió aún mas cruel y sanguinario de lo que era en su momento de guerrero y ahí estaba, con su coraza y viendo fantasmas en medio de una ceremonia donde tenía que mantenerse atento a las posibilidades.
¡Carajo!

Se desabrochó uno, dos botones de la camisa en un intento de disimular su ira. Un empresario del entretenimiento lo encontró en el pasillo, estaba con su mujer, una rubia pulposa que tenía colgada del brazo como si fuera su nueva sombrilla. Orión estaba seguro que era una de sus nuevas adquisiciones.

- Belmont, que gusto verlo aquí - simuló estar tranquilo con una suave sonrisa mientras estos dos se acercaban.

- ¡Llámame Sinclair! Gracias por invitarnos, ella es Catherine - presentó a la rubia a la cual atinó a saludar rápidamente con una leve reverencia y un beso a la antigua en el dorso de la mano sin dejar de mirarla. Ella pareció encantada con el detalle, aunque seguramente era porque le estaba coqueteando descaradamente.
Por suerte Sinclair lo pasó por alto asi que hablaron un poco de trivialidades entre ellos hasta que oyó un altercado en la otra habitación y se disculpó un momento. Al salir la vio, estaba discutiendo con una mesera y una charola salió volando por los aires.

- Irene… señorita ¿Qué es lo que está pasando? - se acercó esperando poder verla de cerca al fin, asi confirmar que todo era una mala jugada de su cabeza.

- No la queremos lastimada ¿cierto Irene? - intentó aclararle a su muñeca de sangre porque parecía enceguecerse cuando alguien la hacía enojar, se enfocó en ella por las dudas hasta que acató el mensaje.

Salir era lo vital, los demás estaban completamente idiotizados, no entendía si las dosis de ellos eran más fuertes o solo ella tuvo suerte de que no le afectase al mismo nivel. Si la gente supiera todo lo que pasa aquí…no mejor no pensarlo porque dudaba que le creyeran, además no tenía idea de si matar a un vampiro era como mencionaban en libros y películas de las que existían o solo era una mera ficción.

¿Cuántas personas se necesitarían para hacer tal cosa? Desconocía el número total de vampiros existentes, podían ser muchos, y cada uno de ellos con tales habilidades que incluso un ejército entero no los detendría, era muy complicado el pensar en ello, ni siquiera porque estaba en el nido de estos.

La salida no sería sencilla, a donde fuera se sentía confundida, por otra parte, tenía esa tremenda sensación de que se sentía demasiado extraña, veía algo similar a sombras de gente que no conocía o que en su vida vio ni siquiera pasar por donde ella trabajaba. Asimilo que estaba sufriendo de tremendas alucinaciones, desconociendo que parte de ello eran memorias de una vida pasada con un trágico final de por medio.

Que el vampiro que estaba buscándola no solo fue su amante, sino su compañero de vida y esposo. Así que ignorando todo esto había llegado a donde fuera interceptada, aquella vampira o lo que fuera porque no se veía nada humana, se negaba a soltarla. Algunos asistentes solo miraban con curiosidad tal espectáculo.

Más el agarre no cedió, no hasta que llego quien parecía ser el principal instigador de todo esto para poner alguna clase de intento de orden, mirando con la sencillez que una vez dicho todo aquella mesera le soltaba la mano, girándose para no encontrarse con aquella mirada, deduciendo que debía usarla para hipnotizar a alguna ingenua presa. -Gracias debo irme. -Dijo antes de tratar de caminar apresuradamente, hasta toparse con una puerta que no podía abrir, tras ella pasos veloces se escucharon, estaba muy jodida y sin salida alguna. Tiene que ser una broma o sigue siendo la peor de las pesadillas. Dijo por lo bajo.

Irene había soltado a Ianthe supuestamente sin ninguna herida. Era muy difícil verla de otro modo porque era su viva imagen aunque aún no había apreciado aquella mirada tan añorada, aquella que su vampiresa solía tener cuando lo miraba con dulzura, aquella mirada cuando lo besaba o sus gestos apasionados cuando se entrelazaban por horas desnudos, acribillándose con sus colmillos en un trance interminable.
Tras su pérdida no había podido descansar adecuadamente y su espacio vacío solo le recordaba a diario su muerte, su soledad y en la bestia en la que se había convertido por ello. Eran eternas horas de desolación, de desamparo, de vigilia por alguien que ya no regresaría pero aun era temprano para olvidarla y eso que lo había intentado de mil maneras. Ninguna era efectiva hasta ahora… El destino le había entregado en bandeja una mujer muy parecida, sino igual a ella. Aprendió con el tiempo que estas cosas no pasaban porque si, el destino le estaba diciendo que era ese el camino que debía tomar.

“Gracias, debo irme”
El comentario le sacó una sonrisa ¿acaso no se había dado cuenta de lo que pasaba o era que la sangre actuaba como una droga fuerte en su cuerpo? Le daba igual, él obtendría lo que quería y ella sería suya y de nadie mas porque no pensaba compartirla.

Le dedicó una rápida mirada a Irene que se había arrodillado a sus pies, derrotada al saber que esto podría costarle su sangre para esta noche, ser muñeca de un vampiro era una maldición en caso que este te negara sangre que tras un tiempo se convertía en una droga, aun asi ella no era un vampiro como tal, por lo que terminaba siendo una adicta mas en el mundo real - Luego hablamos - dijo tras soltarse de su agarre, se había prendido a su pierna como una garrapata mientras imploraba perdón, si la había aceptado no era para esas exhibiciones, cualquier invitado podía haberla visto.
Salió de la habitación dejando a los demás sorprendidos. Tenía mejores cosas que hacer ahora cómo volver a encontrar a la chiquilla escapista. Siguió su aroma hasta un pasillo sin salida y se tomó el tiempo de contemplar a su presa, encerrada en ese espacio. La puerta del fondo no era otra que la entrada a la suite. Su silueta era de por sí un espectáculo, mas aún vestida de prostituta barata. Era algo que lo ponía realmente.

- Parece que te perdiste, ma cherie - comentó con tono oscuro y grave que rebotaba en las paredes mientras avanzaba por el pasillo a su encuentro a paso lento - O es que buscas conocer el lugar - continuó - Creo que no nos han presentado formalmente - terminó al llegar frente a ella, su presencia la dejaba en sombras contra la puerta cerrada aunque ahora confirmaba que esquivaba su mirada a propósito.  

Se sentía tan mal que solo pensó en hacerse un ovillo y llorar, Cassia no era de las que hacen eso, pero se encontraba altamente desesperada por alguna forma de que pudiera librarse de todo este problema cuando antes, no deseaba estar en este lugar, ni voluntaria o involuntariamente, los presentes solo jugaban con las vidas de otros como presas, fuera por dinero o placer, les caía en las manos a veces sin esfuerzo alguno, algo que ella resentía completamente.

Todos perdían la cabeza, no era para menos, si los drogaban, parecían tan solo perros esperando el llamado del amo, para su suerte la droga no le hacía efecto alguno, quizá tenía eso que algunos llaman inmunidad para no terminar igual. Ahora que la conmoción aumentaba, y que más personas se acercaban, sus vías de salida eran cada vez menos. El sujeto raro que la miraba antes parecía estar buscando algo en ella, dudando que sería, porque ciertamente nunca habían cruzado palabras antes, ni se moverían en los mismos círculos sociales.

A su lado la otra mujer se arrodillaba, lo que le causo hacer una mueca de desdén viéndola someterse tan solo por un tipo cualquiera, no señor, ella no sería del mismo tipo, no importaba el medio que debiera de usar.  Que se quedase ella rogando perdón lo que fuera, ahora si podía irse era mejor, una salida o dos debería de haber, si esta puerta no se estaba moviendo, por lo que a patadas lo tendría que hacer, a ver si no se rompía la pierna.

Al contrario, parece que voy por una leve desviación simplemente. –Dijo sin rebajarse a mirarlo con miedo, como el que sentía, el corazón le palpitaba como desbocado. –Debes estar algo tocado de la cabeza, no deseo conocerte a ti o a alguno de los cerdos con los que te codeas, aunque debo decir que algunos no son tan anónimos como fingen ser, supongo que entre escorias se entienden. -Ahora estaba en su espacio personal, tampoco le agradaba esto.

Sonrió con ironía ¿Cómo era posible? - Créeme, esta desviación no te conducirá a ningún lado que quieras conocer - respondió con voz suave a modo advertencia.
En realidad ella se trataba de una mujer completamente ajena a su Ianthe, y a la vez era como una copia en negativo de esta. Como si su amada hubiera tenido una gemela perdida de la cual nunca supo nada ¡era sencillamente increíble! No solo era humana, sino que parecía ser inmune a la sangre vampírica. Donde los demás caían en la tentación como si de una droga se tratase, ella podía tolerarlo. Normalmente administraban las mismas dosis a todos, sabiendo que no era necesario darles por demás ya que no solían sobrevivir mas de esa noche.

Sus ánimos se reavivaron ante sus palabras ¿qué relación tenía esta simple humana con su amada difunta?
Estaba segurisimo que no era ella, sobre todo por los modos, la forma de relacionarse y de hablar de los vampiros en su totalidad. Los comentarios sobre los empresarios le hizo gracia y rió de buena gana - Esos a quienes llamas cerdos son los empresarios de élite que manejan todo en esta zona, cariño. Estoy seguro que todo el dinero que inviertes, desde que te despiertas y te lavas la cara hasta que te vas a dormir y apagas la luz, va a parar a sus abultados bolsillos - contempló mostrando sus dientes, los colmillos no eran visibles a menos que los quisiera mostrar o debiera hincárselos a alguien.

- Y respecto a lo que dices de mí no te puedo decir nada porque puede que tengas algo de razón - contempló perdiendo su vista en algún punto lejano, su vida había cambiado de la noche a la mañana y en su momento se desconocíó al Orión que solía ser apenas abrazó la noche. Si daba un leve repaso a sus últimos años, podía confiar que ella estaba en lo cierto - … aunque es una pena que no quieras conocerme siendo que vamos a convivir aquí. Te doy la formal bienvenida a este hogar, eres mi invitada desde ahora - ¡listo, estaba decidido! Tan sencillo como encargar comida, Orión había reclamado a aquella muchacha como suya, cualquier otro que se atreviera a tocarla tendría que vérselas con él. Ya había captado su completa atención desde que la había visto, ahora llegaría al fondo del asunto y no pararía hasta saber qué tenía que ver ella con su amor perdido.

Lo sea o no, eso no tiene que ser de su incumbencia. –Ya era suficientemente incomodo estar en casi desnudo, esa ropa no dejaba nada a la imaginación, ella no era una mujer que gustase de irse exponiendo como algunas otras en donde laboraba, con la cantidad de veces que aguantase la lengua para no decirlo, o ganarse problemas fuera de lo necesario.

Ahora que lo veía más cerca, era su idea que este personaje no aceptaría la negativa, y eso lo detestaba también con toda el alma, era como un jodido crio esperando que le cumpliesen la rabieta. Le seguía causando el desconcierto que la droga no le funcionase como a otros, solo asumía que era por alguna defensa natural generada por su cuerpo, no más allá de algo sobrenatural, como dicen los que investigan eso, nadie es completamente igual.

¿Crees que vivo debajo de la tierra? No dejan de ser cerdos por robar lo que no les pertenece, pero al final, cuando no tienen nada, al menos que el dinero no pueda comprarles, se dan cuenta de que siempre fueron esa terrible escoria, si mueren al día siguiente, no siento compasión alguna por ellos. –Sentía que este hablaba como si la conociera o algo, mientras que ella carecía de recuerdo alguno de esta persona.

Justamente sería terrible no tenerla, si no tienes algo mejor que decirme directo, por favor déjame en paz, afuera debe haber muchas otras que mueren por bajarte los pantalones y arrastrarse pidiendo un gramo de tu atención, en mi caso, no me interesas, y el acto de hacerte el misterioso sobra. -Cassia no tenía recuerdos de este, solo era como un lienzo en blanco de aquella poderosa vampira que una vez fue, reencarnada en una extraña jugada del destino.

Invitada un cuerno, pensó Cassia, si el otro creía que ella solo diría claro mi señor, nuevamente lo desinflaría y tumbaría del pedestal. –Pobre de ti, tan deseoso de que solo asienta y haga lo que deseas, no soy ni aceptare que me retengas aquí, inténtalo, cuando menos lo veas, te mandare de vuelta al infierno por donde saliste. No eres tan inmune como pareces. –Había ido retrocediendo para tener espacio hasta que la puerta evito que continuase más allá.