”Todos tienen un pasado, bueno o malo se rige por las acciones hechas.”
Una organización que nació de un sueño de mantener la paz donde los humanos y ejércitos convencionales no tenían como intervenir. Una con un poder que pudiera rivalizar al vaticano, donde unos eran los “hombres de dios” los otros eran los “herejes de la sociedad” aquellos que no temen mancharse las manos al momento de ejecutar las ordenes enviadas por esa otra organización superior, hasta ser llamados los perros de caza de su majestad.

Dicen que todo líder siempre deja a alguien a cargo cuando esta por renunciar, en este caso nunca falta la rivalidad familiar donde uno quiere el poder que cree merecer, a lo largo de los años, Hellsing, se basó en investigaciones que iban más allá, tanto en armas como en criaturas, principalmente los vampiros, aquellos que se cree solo son ficción, pero bastante reales, la historia claro no comienza ahí, sino más atrás con un conocido rey de ellos, pero eso, claro se revelara a su tiempo.

Había sido llamada por su padre, como siempre era un honor que le considerara parte de algunas cosas con respecto a la organización si bien sabía que algo no estaba bien, su salud se veía cada vez más frágil, lo veía cansado y bastante preocupado por algo, mientras que a su tío lo veía mucho más alegre y jovial.

Si era sincera con ella misma, Integra no tenía una buena relación con su tío, a veces sentía que la miraba como una clase de estorbo cuando su padre le enseñaba las riendas de la organización, o como si sus ideas no fueran suficientemente buenas, pero aparentaba que eso no levantaba los cabellos de su nuca al sentirse en peligro.

Su padre adoraba a su tío, y dudaba que pudiera escuchar algo en contra de este, incluso de parte de los labios de su hija.

A los pocos días lo que presentía ocurrió, su padre fallecía, Integra solo tenía 12 años, no se sentía lista para nada, el abogado de su padre expreso que la organización pasaría directamente a sus manos pasando por encima de su tío que contaba con mayor edad y experiencia.

Fue el día del funeral que pensó en que el ambiente no solo era sombrío, sino de peligro. Gustando de ir de un lado al otro en la mansión explorando rincones secretos dentro de las ventilaciones, llegó al techo del estudio de su tío, mismo que expresaba ante sus más allegados el descontento de no ser elegido para tal posición.

Escucho detenidamente sus planes, ¡Lo sabía! No era de fiar, pareciendo una pesadilla, optó por la idea de buscar un sitio seguro antes de que este la encontrase para matarla. Más su cautela no fue suficiente, y pronto estaba huyendo.

Año tras año corría sin mas… ¿Cómo podía saber exactamente el tiempo que llevaba dormido? Si es que podía llamarse a eso “dormir". Un letargo eterno, una especie de meditación que lo mantenía vivo, pero lejos de la realidad. Percibía cosas, pero no tenía forma de salir del ensueño en el que había caído. El anhelo de sangre era solo un lujo.

Van Hellsing. Tenían un acuerdo ambos, había caído con el mejor de los humanos y lejos de sentirse mal por ello, se sentía bendecido. Tras su encuentro había mucho que debía meditar… Los vivos generaban eso en él, cierto grado de consciencia que parecía imposible de alcanzar por sus propios medios, similar a un aprendizaje. Y al pasar los años esto parecía ser aún más palpable. Como un crecimiento que se daba de generación en generación, una especie de legado que la humanidad tenía dentro de sí misma, intrínseco.

En aquel enemigo había hallado su propia esencia. Era increíble viniendo de un humano de otra era posterior a la suya y parecía una locura, pero había visto las almas de mucha gente hasta ese momento como para dudar, y aun asi la de Arthur parecía ser la mas auténtica entre todas. Probar su sangre había sido su panacea. Mediante el acuerdo en común que tenían, lo había dejado recluido en sus instalaciones a buen cuidado, aunque era evidente que no contaba con la muerte de su hospedero. Independientemente de saber que llevaba una vida lo suficientemente aventurera uno nunca espera tal desenlace, o se olvida de los tiempos que corren para los humanos una vez que descubre la inmortalidad… tal era el caso de Alucard.

Su padre tenía muchos secretos, era lógico que Integra no supiera sobre lo que se encontraba en el sótano de la mansión salvo que fuera a ser directamente aleccionada por su padre, lo que sería en unos años, más la muerte de este, inevitablemente evito que pudiera recibir la información al respecto.

Ahora su tío con el ansia del poder, uno que él quería para corromper y no proteger fingiendo que sería el siguiente salvador de la humanidad, venía tras ella con sus hombres, no estaban dispuestos a dejarla ir de modo sencillo, porque era la única forma de evitarle subir al poder, más muerta no habría heredero directo que tomase la silla.

Ella era ingenua en muchas cosas, pero era mejor tratar de escapar que esperar como una presa asustada, aun con el corazón latiéndole a mi por hora. Sus gritos de que no fueran incompetentes y la encontrasen pronto resonaban por toda la casa, no cabía duda, el hombre no se detendría por nada, fue así como desorientada tomo un pasaje erróneo.

El sitio era lúgubre, ¿había estado esto siempre en la mansión? No recordaba que esto fuera normal, casi tropezó con una enorme escalera y pronto llego al final de esta, donde una puerta e metal pesado estaba colocada, trato de abrirla con desesperación, no parecía tener una llave, lo cual en si ya era extraño, y solo con un buen empujón esta cedió al tiempo, de entrar y ver lo que parecía ser un maniquí extraño, mientras que su tío le daba alcance y disparaba, una bala rozando su brazo…haciéndola gritar del dolor. -Es una pena que debas morir Integra, pero es necesario para tener el poder absoluto.

¡Maldito cobarde, se que mataste a mi padre, no te dejaré tener ese poder tío!-La risa de este se congelo y su mirada se torno a una de terror, tras ella, las cadenas del maniquí sonaban...

Las sombras se movían, demasiado ajetreo y ruido fuera de lo normal lo terminaban alterando en su morada de paz ¿Por qué Van Hellsing permitía algo así dentro de su organización? El descuido, el alboroto y la puerta… su puerta. Soltó un suspiro apenas perceptible en aquel sótano abandonado. Sus dedos tocaron la superficie sobre la que estaba sentado, llena de polvo con el paso del tiempo. Su cuerpo totalmente deteriorado del que apenas quedaban los huesos y pedazos de piel reseca y pegada. Era un vampiro convertido a momia y atado a la pared.
La luz se colaba por aquella puerta que no se abría hace años… no conseguía medir ese tiempo.Y aunque pudiera hacerlo ¿de qué servía si ya había pasado lo peor? Ya ni siquiera deseaba beber de aquel néctar rojizo y apenas recordaba aquella profunda agonía interna que no había dejado de rumiar en su mente por mucho tiempo. O al menos eso creía…

Algo chocó contra una de sus extremidades inmóviles y los gritos colmaron la sala, un disparo de arma resonó en aquel sótano transformado a bóveda, una detonación que podía ser música para sus oídos. Un aroma ferroso y cautivador inundó sus fosas aun antes de impactar contra el suelo la primera gota de sangre. Era una joven damita la que recibió aquel disparo aunque no había sido fatal, pero eso no importaba, una vez mas tenía ansias de sangre y era demasiado tarde como para replantearselo. Sus instintos naturales fueron al encuentro de aquel néctar cálido. Al primer contacto sus ojos pudieron despertar al fin. Había notado las pulsaciones de unas cuatro personas dentro de su cámara mortuoria, ahora podía constatar que eran tres hombres contra una niña. Aquellos latidos frenéticos podían ser un fastidio. La sangre lo había liberado una vez mas. Veinte años habían pasado desde su encierro, rompió las ataduras y contenciones con un simple abrir de brazos. Su eterna maldición, la sed, lo hacía estremecerse. Fue al encuentro del primero de los hombres que custodiaban al del arma y con un zarpazo arrancó parte de su rostro que engulló entero sintiendo como las fuerzas regresaban a él. No conforme siguió hacia su siguiente víctima, el otro custodio no dejaba de gritar, era hora de callarlo de una buena vez. Como si fuera una espada afilada su mano cercenó al hombre al medio mientras tomaba toda aquella sangre que se regaba a borbotones. Aun le molestaba que siguieran amenázandolo con el arma, por lo que con otro zarpazo cortó su brazo para que ya no molestara y así regresar al principio del problema.

- Fuiste tu quien interrumpió mi sueño - se giró y caminó hacia la damita arrodillada en el piso, al final sólo quedaban dos testigos de la masacre, aun asi tenían una historia que contar y quería oírla.

Correr, evadir, lograr un lugar a salvo, era todo en la mente de Integra, su padre un hombre firme y fuerte que se preocupaba de sus hombres en cada misión continuamente al tanto de quienes estaban heridos, y ahora su tío que no dudaría en mandar la reputación de Hellsing por los suelos, una red de corrupción bajo la sombra de ser una mano del poder mayor, de la corona a la que por años servían, no, definitivamente no podía dejarle el mandato.

Lo que estaba ahí, nunca lo habría encontrado a menos que lo buscara, y supiera como llegar, la verdad todo era confuso, incluso juraría que esta puerta no se encontraba de todas aquellas veces que vago por los rincones de la mansión, bueno no importaba, esperaba que pudiera esquivar las balas o para mala suerte de su tío se quedara sin ellas.

Sostenía su mano contra la herida formando presión, ahora que se encontraba así, lo más prudente sería evitar que mucha sangre se perdida o ella misma terminaría debilitada por la falta de ella, siendo nuevamente la presa fácil de cazar.

Integra no supo si sentir miedo, asco o solo pensar en correr cuando aquella criatura se liberó cobrando vida, ¡había tomado su sangre! ¿Acaso su padre tenía a un vampiro en el sótano con el fin de experimentar con él? ¿Qué clase de locura era esta? El que se creía que era recto, si esto saliera de la mansión, podía ser todo un problema para cuando trataran de contenerlo, si era casi lo que Hellsing se dedicaba a eliminar.

¿Cómo? ¿Qué eres? –Pregunto mientras miraba aquella masacre, la sangre corriendo por el suelo y su tío mirando toda la escena, su anterior actitud de poder carente. –¡Mon…Monstruo es lo que es! –Dijo, su mano temblando con el arma, mientras que una estaba a los pies de Integra, la cual la tomo apuntando a su tío, presentía que esta criatura no la mataría, por ahora. - ¿Cuál es tu nombre y a quien sirves?

El brazo cercenado del hombre que aún quedaba en pie y lo había estado apuntando, cayó al suelo con el arma sostenida al agarre. Tenía algo de tiempo para ver qué era lo que pasaba y los motivos de despertarlo con tal dramatismo mientras este se quejaba por su pérdida, aunque las respuestas le correspondían a ella. Una joven niña de cabellos rubios lacios y lentes. Su sangre le había dado la información justa y necesaria - Tu dulce sangre fue la primera que probé en más de 20 años de silencio - declaró al hacerse un impase y se acercó lentamente a ella caminando como le era posible.
Pudo notar sus cabellos blanquecinos manchados con sangre, por suerte vestía de oscuro, caso contrario luciría aún más tétrica toda esa escena. Había sido un desenfreno temporal, pero había valido la pena. Aún ansiaba sangre… la de ellos le venía perfecto.

Pero primero lo primero ¿a qué venía todo esto?
La palabra “Monstruo” era un halago para alguien de su índole, solo sonrió dejando ver así aquellos colmillos prominentes. Al ver que no le respondía sobre su nombre prefirió encerrarla contra la pared con uno de sus largos brazos para intimidarla mientras sus ojos rojos eran lo único visible en la oscuridad. El aroma a muerte y encierro del lugar no daba espacio a mucho mas que respuestas en ese momento.

- ¿Nombre, amo? Replantearé la pregunta ¿Quién eres tú y por qué me has despertado de esta manera? Aquellas almas que padezcan su justicia conocerán su eterna herencia - clamó en medio de palabrería, como era habitual de su mente que había trascendido años de vida y tiempo largo sin pronunciar palabra alguna.

Si algo aprendió en esos breves momentos es que, si algo era peligroso, lo mejor era darse cuenta de cuando una batalla estaba perdida, no debía provocar a la criatura por nada del mundo a menos que deseara ser ella la comida, lo cual era inconveniente, si tenía que vivir un Hellsing, esperaría ser ella al contrario de su tío, pero como dicen, es mejor no provocar al león, así que sus preguntas fueron naturales, tenía curiosidad pese a la situación.

Yo no sabía que estabas encerrado aquí, pensó puesto que 20 años podría ser una eternidad para cualquiera si dependías de un sustento, y también se preguntó cómo es que entonces continuaba “con vida” pese a ser una clase de muerto o mejor dicho vampiro, no creía que para otros eso fuera posible, así que la interrogante era su identidad.

En cuanto a cómo estaba vestido, también era completamente inusual, como si la ropa estuviera formada de este mismo. Viendo cuál de las opciones era menos terrible, aunque para su sorpresa, este parecía estarla escudando en una forma inusual. –Soy la heredera legal de esta organización, Integra Fairbrook Wingates Hellsing. No se me dijo que estabas aquí, mi padre acaba de fallecer y al parecer llevo varios secretos a la tumba. ¿Cuál es tu rol en esto? ¿Por qué te encerraron?

El miedo… podía recordarlo palpable en los ojos de sus víctimas, el sudor perlándole la frente y el golpeteo frenético de sus corazones sabiendo cual sería su destino. Le encantaba, lo disfrutaba y ahora lo recordaba como si se reencontrara con un amor del pasado. Aunque también recordaba que aquello también podía significar la mentira. No era su primer interrogatorio y si alguien tenía que hacer preguntas era justamente él en este momento. La niña se estaba atreviendo a mas de lo que debía y a pesar de todo se mostraba respetuosa, un gesto inteligente de su parte.
Pero ¿Van Hellsing? Hmmm… eso lo dudaba, sumada la información de su deceso, algo que no creía posible de este. Ya le había negado una vez la inmortalidad, no creía que se muriera en su orgullo como para abandonar una hija y que encima la dejara a merced de este hermano ventajero. No creía esa historia, Abraham era terco pero no idiota. Como tampoco se creía el cuento que siendo un arma de su organización no fuera previamente informado a sus sucesores.

- ¿Esa es tu historia, Integra?¿Algo más que quieras sumar antes de seguir a Abraham al “mas allá”? - algo así como sus últimas palabras. Su sonrisa dejaba ver aquellos colmillos alargados y su aliento dejaba vaho ferroso en el aire tras haberse hecho con la sangre de dos desdichados agentes de seguridad.

- Solo hay un rol posible aquí y es la venganza, ustedes me han despertado sin ninguna necesidad, han interrumpido mi sueño y mentido al respecto. JA! Humanos y sus problemas ¿acaso no pueden resolverlo por ustedes mismos sin autodestruirse como las patéticas cucarachas que son? Ya te he dicho niña, no me han encerrado y no tengo amo. Sirvo a la organización Hellsing y a Abraham y, de momento, ustedes no son mas que un estorbo para mi - reclamó elevando el tono grave y molesto de sus palabras. Clavó su otra mano contra la pared encerrándola en medio, al ser joven le daba un poco de pena - ¡RÍNDETE NIÑA! - gritó en su rostro esperando algo de ella antes de conducirla a su muerte.

Miedo, una palabra que Integra asociaba con las cosas que no podía comprender, con aquello de perder a una figura como su padre y quedar a merced de una familia que de una o la otra forma estaban peleando por un puesto que seguía una línea de sucesión. Pero si mostraba la duda, si pensaba en salir corriendo, la criatura sin pensarlo la encontraría pronto, entonces no habría nadie que tomase el control, sus latidos eran los de un conejo completamente desbocado.

Podía decirse que tampoco creía en muchas cosas, como la repentina decaída de salud de su padre, era realmente conveniente que pasara ahora. Sospechaba sin pruebas de por medio que la mano de su tío estaba en ello. Si algo había es que ella no era una mentirosa, así que esta criatura estaba siendo realmente insolente con ella. - ¿Acaso tengo algún motivo para tener que mentir? ¿Qué ganaría con ello? Si no quieres creerlo es que no me importa tanto, es simple, no lo sabía, dudo que pensara decirlo hasta que estuviera seguro de que estaba lista para la carga.

No ha sido por gusto, de lo contrario lo habría mencionado, has despertado por mi sangre, mínimamente deberías estar agradecido por ello. Si tengo que morir no va a ser solo tiritando de miedo, tendré que enfrentarte así sepa que puedo perder, soy una Hellsing y ahora heredera, así que cuida tus palabras. –Trato de cubrir el temblor de su voz en ello. Su tío continuaba inmóvil sin saber que pensar o decir.

Abrió sus fauces lentamente, deleitándose con el miedo ajeno y los gemidos del hombre herido a sus espaldas. No había chance de que pudieran matarlo con una bala ahora. Al fin sentía las fuerzas regresar a su cuerpo. Se acercó suave, aun contemplando la idea de su juventud, aunque su sangre le sabía empalagosa, hasta que empezó a elevar el tono y responderle de una buena vez. Dejó de acercarse y la contempló mientras sus oídos se deleitaron al oír sus palabras de adulta aun siendo una niña. Era evidente que por sus venas corría la sangre de Abraham, no había forma de contradecirla y además despertaba al monstruo interno que clamaba por algo de acción.

Su boca esbozó una sonrisa y sus ojos se abrieron maniáticos, mezcla de sorpresa y adrenalina. Era una digna Hellsing, no como el papanatas que tenían atrás. La decisión estaba tomada.
- ¡Increíble, magnífico! - clamó llenando el aire con su voz grave y jadeos por la emoción. Aquello lo excitaba y las cosas no eran como en su época aunque le hubiera gustado. Se empezó a reír como un poseso de un momento a otro - ¡Haces que me hierva la sangre, Integra Fairbrook Wingates Hellsing! ¡Eres digna hija de tu padre! - volvió a gritar mientras el eco repercutió en aquellas gruesas paredes y de inmediato su actitud irreverente cambió. Aquel hombre contra la pared estaba pensando en formas de hacerse con la organización para obtener meros beneficios personales ¡Abraham no hubiera querido eso! Se encargaría de controlar de cerca que no pasara. Comenzando ahora.

Apoyó la rodilla contra el piso y con una reverencia se entregó a ella - Perdona mi comportamiento, señorita Hellsing. A sus órdenes mi ama - elevó la mirada esperando indicaciones frente a ella.

Para su tío, las cosas no estaban pintando exactamente bien, no del modo en que uno esperaría que fueran contrario a cuando este la perseguía amenazándola con toda clase de cosas que incluían matarla para tener completo control de Hellsing, y ahora mismo, el problema era el ser que estaba entre ellos, mismo que consumía sangre sin ningún tipo de problema. Un vampiro que por lo poco mencionado tenía tiempo encerrado en este sótano lejos de contacto humano.

Secretos que su padre guardaba, e Integra se cuestionaba si no a su vez sus ancestros y fundadores tenían conocimiento, la respuesta podría estar en algunos archivos, más tendría que sobrevivir primero para buscarlos. Ya no era tan solo el temor de estar a merced de este, sino el tratar de imponer una dominancia de quien se encontrase a cargo, por su mente corría una idea sobre que este tendría alguna limitación de actuar, debía buscarla.

La elocuencia en la que te manejar hace pensar que nunca te topaste con un Hellsing o tratas en vano de adularme para un favor. –Exclamo esta, entrecerrando los ojos para no dejarse llevar por tan solo esas palabras, Integra se manejaba con acciones más que solo frases, y era momento de mostrarse firme ante lo desconocido, podría continuar entrando en pánico más tarde.

Acepto la reverencia de este, cual gesto de sumisión que le brindaba, y con su protección tomo la descartada pistola que su tío dejase, apuntando a este. - ¿Cuál es tu nombre? Si estarás a mi servicio debo conocerlo. –Dijo antes de que el disparo resonase, una matanza necesaria, dejarlo vivir haría que este solo volviera a intentar asesinarla. –Desaparece ese cuerpo, no importa el método, estoy a cargo ahora de todos los restantes.