Era tarde, podía sentirlo en su cuerpo, el cansancio que se apoderaba en cada una de las moléculas de su ser sin piedad alguna dejando esa pesadez, un día tan solo no podría ni levantar la cabeza. Debió haber descansado como siempre un poco más, pero era imposible cuando se tenía tanto que hacer si quería al menos lograr un significativo cambio.

La humanidad estaba cada día al borde de extinguirse más pronto de lo que pensaba, y ahí estaba ella esperando por un milagro de algo que posiblemente no llegaría a cumplirse si no se apresuraban a desarrollarlo, todo por ser tan necios y no querer hacer caso de los signos tan grande que el planeta presentaba día a día, ya fuera por experimentos, armas o tan solo por pensar, bueno que tanto es una sola vez. De todo eso se vino una avalancha imposible de detener.

No solo eso, pero una enorme cantidad de accidentes que estaban ocurriendo le hacía sospechar que se podía tratar de alguna clase de conspiración para poder eliminarlos más pronto de lo que pensaban, no eran tan solo ellos compartiendo espacio, sino un sinfín de criaturas marinas, alguno que otro fanático del fin del mundo debía estar queriendo llevar a cabo justo eso.

La tierra hace tiempo que no era lo de antes, ahora solo eran tóxicos y desolados parajes donde la vida no era existente, un solo paso en falso te mataba muy pronto, y abajo en los mares que por alguna razón habían logrado sobrevivir a todo esto, la vida no era tan buena como se pensaba, pero al menos vivían.

Se le dio la tarea no solo de patrullar la zona del accidente, sino buscar que lo había causado por la parte externa, igualmente dudaba encontrar algo como huellas, estaban en el mar y eso sería como una aguja en el pajar, sin embargo, lo más coherente fue no mencionar nada, solo por el hecho de que decir algo pudiera no solo afectarla, sino ganarle que alguno que otro privilegio se le retirarse del todo. Y es que la sociedad dentro de ese sitio era tan rígida que hasta respirar incorrecto era vetado.

El traje quedo a resguardo de los científicos para ser limpiado y evitar una contaminación, por mucho no había encontrado pistas, y volvió cuando el oxígeno se encontraba ya sobre los peligrosos límites de terminarse.

Llego a los comedores, estaba tan lleno que se replanteo dar media vuelta y dejar tan solo todo atrás e irse sin comer, lo hizo antes, más creía que eso no funcionaría siempre, a regañadientes se obligo a si misma a formarse entre algunos empujones de los que pensaban llegar primero. Animales todos ellos, miro al grupo de trabajadores que también llegaban, eran de los que estaban en el caso y que trabajaban con los ingenieros, un empujón casi la tira a ella y a la chica a un lado suyo. -Lo siento. -Dijo como disculpa para encarar al responsable, un hombre tan alto que le sacaba fijo varios centímetros, y corpulento como roble.

Lavinia por lo general buscaba ser paciente, más instancias como estas le hacían pensar en la cantidad de gente a la que le gustaba tocarle la paciencia a los demás. Por eso mismo que el sujeto abusara no solo de su tamaño sino de que hiciera lo que le viniera en gana la dejo con ganas de romperle algo, aunque fuera muchos centímetros más baja.

Las comidas eran reguladas, algunos de los platillos limitados a especies e ingredientes que eran muy difíciles de conseguir que no se daban en todos lados, lo comprendía, por eso a veces no quería comer con la excusa de que otros podrían aprovecharlo, más el cuerpo humano no esta diseñado para quedarse con hambre.

Cuando menos con quien se había chocado no le insultaba e igualmente se sintió mal por todo lo ocurrido, pensaba dejar las cosas tan solo así sin decir alguna otra cosa, puesto que el otro la miraba como si no fuera más que una hormiga que aplastar. No se esperó tampoco del todo el conflicto que se armo entre este y la chica con la que chocara, misma que igual se notaba muy molesta por culpa de este, lo entendía perfectamente porque ella también quisiera poder reaccionar de este modo. -De verdad lo siento, algunos no piensan en que todos estamos en esta situación no por gusto, sino por necesidad. -Comentó.

Durando poco algunos se lo llevaban, ella pensó que todo quedaría ahí, pero no pudo evitarlo. - ¡cuidado! -Le grito a la chica porque este estaba a punto de darle un golpe de lleno en la cara, Lavinia hizo lo primero que se le vino a la mente para salvar la situación, le lanzo a este su charola vacía para distraerlo. Los comensales estaban pendientes de lo que ocurría, más no se veían interesados en detener la pelea sino de dejarla continuar. Algunos más se veían molestos con el desperdicio y atraso en la fila, queriendo que se quitaran del paso, se sentía tan apenada, que en verdad pensó que lo mejor era que se fuera del comedor, más no se veía como, la tenían en la mira los demás que acompañaban al armatoste.

Cuando esperaba que esto cesara aquel hombre se fue acompañado de sus compinches, tuvo que admitir que, si le dio algo de miedo que escalase, especialmente porque los castigos de quienes rompen las reglas son severos, no por ende era que las faltas llevaban incluso a tener que dar parte de la limitada paga como un castigo entre otras cosas. Ella no estaba para esas labores si lo que buscaban era encontrar solución tanto al accidente como a sobrevivir o tratar de adaptarse mejor al entorno en donde estaban.

Ella se mantuvo en cierto silencio, pero no fue culpa de ella ni de su salvadora que se comportasen como totales patanes. Así que también tendría que hacer de su parte. -Juntando parte de los accesorios derramados. -De nada, estoy bien, gracias por haberme ayudado, no quise causar un problema. -La fila claro ante eso estaba detenida, pronto algunos protestarían por ello.

Deja que te ayude, después de todo me salvaste de ese tipo. -Esperaba que no la rechazara, se sentía bastante responsable de esto, más varios seguro habían mirado como el sujeto pretendía colarse en la fila sin importarle el resto de los que ya estaban ahí, es a este a quien deberían mirar con desaprobación, no a ellas dos. Fue más rápido de esa forma. -De verdad gracias por la ayuda, no se como pagarlo.

Cuando parecía todo en orden, dejo que se marchase, ella venía con un grupo de personas, que seguramente la esperaban para comer, ella por su parte solitariamente tomo una mesa para comer lo que encontrara, luego de todo eso es lógico que no comería tan bien como esperaba, casi que cada bocado era sentir miradas ajenas. La vio volver, al menos se encontraba mejor que hace unos momentos donde la sangre incluso se le notaba, menos mal que no tuvo más problemas para volver del baño, y que el matón ese no la esperaba afuera.

Sintió que ella la miraba y le dedico una tímida sonrisa, no sabía si era porque eran mujeres entre una gran cantidad de hombres, pues era raro que las dejaran trabajar en algo como esto, las llevaban más a centros de natalidad y a hacer cosas que no iban con un entorno “rudo y demandante.”

Cuando alguien hacia un favor en modo desinteresado, Lavinia no se quedaba solo mirando, sino que de inmediato se iba a ayudar a quien lo necesitaba, era justo porque en parte era culpa de ella que el sujeto este se viera en la necesidad de causar un problema, nada le hubiera quitado ser amable con ella si tanta prisa tenía en pasarse primero.

No es un problema, pero si lo dejamos así otros tendrán problemas cuando quieran comer, no es justo que por un sujeto así, los demás tengan que atrasar su hora de comida, ni siquiera tu o yo, el problema es que creen que mandan en este sitio, y que deberían tener una prioridad. –Dijo aún si el otro llegara a escucharla, era la total verdad, no le podría refutar las cosas, así que tocaba al sujeto aguantarse a lo que pudiera llegar a pasar.

Ahora no se veía importante, más lo sería en un futuro, cada vez eran menos a no ser que lograran encontrar una forma de sobrevivir bajo agua o que la tierra fuera más habitable, las relaciones que había debían mantenerse en una sana convivencia, y la gente tendía a hacer cualquier cosa por desesperación. Sentía pena por la comida tirada.

Con todo limpio encontró una mesa donde no sería molestada por nadie, aun si de pronto la miraban como alguna clase de problemática, cuando era todo menos eso. En un parpadeo aquella chica que ayudase estaba en su mesa. –Si me gusta, sabe rico, aunque no tenga muchas especias, son escasas de conseguir. –Por no decir imposible cada vez más. –Daba pequeños bocados a su comida para no ahogarse. –Estoy en el área de investigación, tratando de encontrar algún modo en que podamos estar arriba y purificar un poco. Pero no ha habido muchos avances, aún está muy contaminado, y no podemos estar mucho tiempo afuera, al menos no los que han ido a investigar, yo solo compilo los datos. ¿Tú en que trabajas? –Pregunto de regreso.