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Maybe there is hope
for all the broken happy ever afters
Hace ya poco más de un año que el Conde de Arundel protagonizó un escándalo del que todavía se habla, y se hablará, después de todo se casó con su muy joven protegida, la señorita Marion Goodman, de quien se podría decir que podría ser padre o incluso abuelo.
Claro que hay mentes inclinadas al romance que aún creen que se trata de un amor propio de una novela, pero lo cierto es que Lord Fitzalan solo pretendía darle un futuro a aquella muchacha a la que había criado desde que perdiera a sus padres. Lamentablemente, la estabilidad que deseaba proporcionarle, no durará mucho, si los médicos aciertan con sus diagnósticos.
Así pues, salvo que desee quedar en manos de un sobrino lejano que vive en América, se requiere pues de medidas desesperadas para asegurar un heredero al legado de los Fitzalan. Los acuerdos entre los condes se hacen en secreto, como tampoco se permite que nadie sepa hasta qué punto es grave la enfermedad del caballero.
Por desgracia, la inoportuna llegada de un pariente lejano del Conde, Sir Henry Ayshecombe, el Conde de Coventry, podría poner en peligro los planes. O quizá sea una oportunidad para que la joven Marion pase más tiempo con personas de su edad y poder así llevar a cabo el pacto que ha hecho con su marido.
Si bien, hay cosas que ninguno de ellos es capaz de anticipar.
Claro que hay mentes inclinadas al romance que aún creen que se trata de un amor propio de una novela, pero lo cierto es que Lord Fitzalan solo pretendía darle un futuro a aquella muchacha a la que había criado desde que perdiera a sus padres. Lamentablemente, la estabilidad que deseaba proporcionarle, no durará mucho, si los médicos aciertan con sus diagnósticos.
Así pues, salvo que desee quedar en manos de un sobrino lejano que vive en América, se requiere pues de medidas desesperadas para asegurar un heredero al legado de los Fitzalan. Los acuerdos entre los condes se hacen en secreto, como tampoco se permite que nadie sepa hasta qué punto es grave la enfermedad del caballero.
Por desgracia, la inoportuna llegada de un pariente lejano del Conde, Sir Henry Ayshecombe, el Conde de Coventry, podría poner en peligro los planes. O quizá sea una oportunidad para que la joven Marion pase más tiempo con personas de su edad y poder así llevar a cabo el pacto que ha hecho con su marido.
Si bien, hay cosas que ninguno de ellos es capaz de anticipar.
Henry Ayshecombe Conde — Jonathan Bailey — Bewölkt | Marion Fitzalan née Goodman Condesa — Eleanor Tomlinson — Timelady |
ORIGINAL — Épocas Pasadas — ONE ON ONE
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<center><div id="posense"><div id="posenf"><div class="posenti1" style="background-color: #000000;background-image: linear-gradient(0deg, #222 0%, #b8aed2 75%);">TÍTULO<div class="posensub1">SUBTÍTULO</div></div><div class="posenibo"><div class="posenimg" style="background:url(IMAGEN AQUÍ); background-size:cover;"></div></div><div class="posentext">TEXTO AQUÍ. <b>ASÍ ME VEO EN NEGRITA</b> Y <i> ASÍ ME VEO EN CURSIVA</i>
</div><div class="posensub2">Dato 1 — Dato 2 — Dato 3</div></div></div><div style=" Width: 360px; margin-top:0px; font-size:8px;font-family: arial; text-align: center;"><a href="http://treeoflife.foroactivo.com/u3">~</a></div></center>
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The first night
Capítulo 1
Apenas habían transcurrido unos días desde la llegada de Henry hacia el hogar del Conde de Arundel. Su casa tenía mucho que envidiarle a la de su tío lejano, o tal vez simplemente se debía al tiempo que había pasado lejos de su hogar.
Henry siempre disfrutó de viajar, vivir aventuras y conocer rincones alejados del mundo. Se había dedicado a eso durante los últimos cinco años, pero las noticias del delicado estado de salud de su padre lo dejaron con más bien pocas opciones: era su momento de regresar.
Su parada allí era estratégica y nada más. Su madre mantenía la correspondencia con incluso los miembros más lejanos de su familia, y Henry necesitaba unos días para reposar de un largo viaje antes de hacer el camino hacia Coventry.
Dispusieron con apremio de una habitación para él, junto con una comida caliente que Henry agradeció. Ignoraba el motivo por el cuál el Conde se encontraba indispuesto para bajar a cenar con él, pero pronto se unió a él su mujer, a quien Henry recibió con una sonrisa.
Les habían presentado esa misma mañana con su llegada, pero el agotamiento hizo mella en él y estuvo varias horas descansando antes de sentirse preparado para enfrentarse al día. Aquel era su segundo encuentro, y ahora menos cansado podía apreciar los rasgos finos de la chica con mucha más facilidad. Había algo dulce en su mirada que le daba la bienvenida.
—Le agradezco que venga a acompañarme— aseguró, esperando a que tomara asiento mientras el servicio traía la comida. Parecía demasiado solo para ellos dos, pero la variedad de platos indicaba el buen gesto de parte de su anfitrión —. ¿Se encuentra bien su marido?— preguntó, aunque sonaba extraño referirse a sí cuando estaba ahí por él.
Henry siempre disfrutó de viajar, vivir aventuras y conocer rincones alejados del mundo. Se había dedicado a eso durante los últimos cinco años, pero las noticias del delicado estado de salud de su padre lo dejaron con más bien pocas opciones: era su momento de regresar.
Su parada allí era estratégica y nada más. Su madre mantenía la correspondencia con incluso los miembros más lejanos de su familia, y Henry necesitaba unos días para reposar de un largo viaje antes de hacer el camino hacia Coventry.
Dispusieron con apremio de una habitación para él, junto con una comida caliente que Henry agradeció. Ignoraba el motivo por el cuál el Conde se encontraba indispuesto para bajar a cenar con él, pero pronto se unió a él su mujer, a quien Henry recibió con una sonrisa.
Les habían presentado esa misma mañana con su llegada, pero el agotamiento hizo mella en él y estuvo varias horas descansando antes de sentirse preparado para enfrentarse al día. Aquel era su segundo encuentro, y ahora menos cansado podía apreciar los rasgos finos de la chica con mucha más facilidad. Había algo dulce en su mirada que le daba la bienvenida.
—Le agradezco que venga a acompañarme— aseguró, esperando a que tomara asiento mientras el servicio traía la comida. Parecía demasiado solo para ellos dos, pero la variedad de platos indicaba el buen gesto de parte de su anfitrión —. ¿Se encuentra bien su marido?— preguntó, aunque sonaba extraño referirse a sí cuando estaba ahí por él.
Henry A. — En el comedor — Marion F.
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The first night
Capítulo 1
Recibir aquella visita era un imprevisto, desde luego.
El Conde había hecho lo posible porque nadie supiera de su estado de salud, a fin de que no empezaran a hacer planes para reclamar la herencia que quería dejar en manos de Marion. Pero el tiempo se agotaba y ella no se veía con fuerza de abandonar su posición de enfermera a su lado para hacer lo que él aseguraba que era necesario.
Después de dar la bienvenida a Lord Ayshecombe, se recluyó en las estancias de su esposo, recibiendo sus indicaciones sobre cómo proceder. Iba a tener que averiguar cuáles eran sus planes, si pensaba quedarse allí especialmente.
Marion no se sentía cómoda actuando de ese modo, que le parecía un poco deshonesto. Pero era su deber obedecer para intentar salir del apuro en el que estaban.
A la hora de la cena, se preparó para asistir. Los criados habían estado arreglando el salón para que luciera presentable, a pesar de la falta de uso desde la última recaída de su esposo.
Marion respondió al recibimiento con una sonrisa.- No me agradezca. Es nuestro invitado, no podíamos dejar que cenase solo. -Era la mayor muestra de cortesía el acompañarle. Y ya tenía bastante con los rumores sobre su reputación o intenciones como para ser maleducada con alguien de la familia.- Sufrió un leve brote de fiebre, pero se está reponiendo. Le comunicaré su interés.
La mesa no tardó en estar servida de forma ostentosa, Marion se sirvió pequeñas cantidades, como de costumbre y esperó que su invitado hiciera lo propio antes de iniciar otra conversación.- No hemos tenido ocasión de hablar mucho a su llegada. -Comenzó- Nos sorprendió un poco su visita, espero que no se deba a un asunto de gravedad. -Porque no se imaginaba qué otro motivo podría llevar a lo inesperado de la visita.
El Conde había hecho lo posible porque nadie supiera de su estado de salud, a fin de que no empezaran a hacer planes para reclamar la herencia que quería dejar en manos de Marion. Pero el tiempo se agotaba y ella no se veía con fuerza de abandonar su posición de enfermera a su lado para hacer lo que él aseguraba que era necesario.
Después de dar la bienvenida a Lord Ayshecombe, se recluyó en las estancias de su esposo, recibiendo sus indicaciones sobre cómo proceder. Iba a tener que averiguar cuáles eran sus planes, si pensaba quedarse allí especialmente.
Marion no se sentía cómoda actuando de ese modo, que le parecía un poco deshonesto. Pero era su deber obedecer para intentar salir del apuro en el que estaban.
A la hora de la cena, se preparó para asistir. Los criados habían estado arreglando el salón para que luciera presentable, a pesar de la falta de uso desde la última recaída de su esposo.
Marion respondió al recibimiento con una sonrisa.- No me agradezca. Es nuestro invitado, no podíamos dejar que cenase solo. -Era la mayor muestra de cortesía el acompañarle. Y ya tenía bastante con los rumores sobre su reputación o intenciones como para ser maleducada con alguien de la familia.- Sufrió un leve brote de fiebre, pero se está reponiendo. Le comunicaré su interés.
La mesa no tardó en estar servida de forma ostentosa, Marion se sirvió pequeñas cantidades, como de costumbre y esperó que su invitado hiciera lo propio antes de iniciar otra conversación.- No hemos tenido ocasión de hablar mucho a su llegada. -Comenzó- Nos sorprendió un poco su visita, espero que no se deba a un asunto de gravedad. -Porque no se imaginaba qué otro motivo podría llevar a lo inesperado de la visita.
Marion F. — En el comedor — Henry A.
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Capítulo 1
Debía admitir que agradecía la muestra de cortesía, no negaba que habría sido incómodo encontrarse solo en un comedor tan grande. Por su parte, habría preferido tomar la cena en su habitación de no haber recibido compañía. Tampoco esperaba que la vida de los condes de Arundel girara alrededor de su visita, puesto que no tenía planes de permanecer allí por más que un par de días, pero la ausencia del conde no pasó desapercibida.
—Lamento escuchar eso, espero su pronta recuperación— afirmó, comprendiendo que su visita no solo era inesperada, sino que también había dado a lugar en un momento complicado debido al estado de salud del conde. Si había pasado por una fiebre que le impedía bajar a cenar, se imaginaba que no conseguiría encontrarse con él antes de tener que marchar, pero se aseguraría de dejarle una nota para cuando recuperara las fuerzas para mostrar su agradecimiento hacia él de alguna manera.
Esperó en silencio mientras la comida era servida para ellos. Tal vez era demasiado solo para dos comensales, pero Henry agradeció al servicio de cualquier manera y esperó a que la contraria terminara de servirse antes de imitarla, poniendo en su plato un poco de todo con el fin de probar lo que el servicio preparó para ellos.
—Me disculpo si ha coincidido con un mal momento. Mi madre me escribió hace unas semanas para informarme acerca del delicado estado de salud de mi padre— comentó, siendo honesto con la situación —. He estado fuera del país durante varios años, y me he pasado días en un barco... Mi familia consideró prudente escribir al conde para que pudiera descansar aquí un par de días antes de retomar el trayecto— explicó, dándole un sorbo al vino que llenaba su copa —. Agradezco que pudierais recibirme, a pesar de todo— afirmó, considerando importante resaltar aquello.
—Lamento escuchar eso, espero su pronta recuperación— afirmó, comprendiendo que su visita no solo era inesperada, sino que también había dado a lugar en un momento complicado debido al estado de salud del conde. Si había pasado por una fiebre que le impedía bajar a cenar, se imaginaba que no conseguiría encontrarse con él antes de tener que marchar, pero se aseguraría de dejarle una nota para cuando recuperara las fuerzas para mostrar su agradecimiento hacia él de alguna manera.
Esperó en silencio mientras la comida era servida para ellos. Tal vez era demasiado solo para dos comensales, pero Henry agradeció al servicio de cualquier manera y esperó a que la contraria terminara de servirse antes de imitarla, poniendo en su plato un poco de todo con el fin de probar lo que el servicio preparó para ellos.
—Me disculpo si ha coincidido con un mal momento. Mi madre me escribió hace unas semanas para informarme acerca del delicado estado de salud de mi padre— comentó, siendo honesto con la situación —. He estado fuera del país durante varios años, y me he pasado días en un barco... Mi familia consideró prudente escribir al conde para que pudiera descansar aquí un par de días antes de retomar el trayecto— explicó, dándole un sorbo al vino que llenaba su copa —. Agradezco que pudierais recibirme, a pesar de todo— afirmó, considerando importante resaltar aquello.
Henry A. — En el comedor — Marion F.
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Capítulo 1
Marion dedicó una sonrisa amable y agradecida, aunque quizá humilde o sencilla, al Conde cuando expresó sus buenos deseos para su esposo. Era muy considerado decirlo y ella esperaba que dios le oyera, porque lo cierto es que la enfermedad cada vez iba a peor y su futuro era demasiado inestable. Temía por él y temía por sí misma.
Comenzaron a comer y ella intentó hacer conversación tratando de averiguar el asunto que le llevaba allí, tal como quería su esposo, para asegurarse de que no fuera un nuevo obstáculo para su futuro.
Pero no esperaba que el motivo fuera ese y se lamentó por haber entrado en esa conversación, ya que no quería que fuera una situación desagradable para Sir Henry.
- Os ruego que no os disculpéis, no podíais haberlo sabido. No consideramos necesario informar a la familia de algo tan leve. -Pese a que no era tan leve, los últimos brotes de enfermedad los habían mantenido en secreto para intentar alargar la situación en la medida de lo posible sin que la familia empezara a echarse encima de él para intentar asegurar su parte del botín.- Soy yo quien se disculpa por haber traído esta conversación a la mesa. Lamento que vuestro padre esté enfermo y rezaré para que se recupere lo antes posible. -Ofreció con sinceridad y afectación poco propias de una dama de su posición.- Por supuesto, no podíamos negaros un lugar en el que descansar, siendo parte de la familia. Confío en que todo sea de vuestro agrado mientras estéis. Quizá mañana podáis saludar a mi esposo, seguro que desea enviar algún mensaje a vuestros padres. -Esperaba que pudiera hacerlo. Salir de la cama y sentarse en el sillón de su dormitorio al menos para no verse tan grave ante su invitado.- Estoy segura de que siempre seréis bien recibido en Arundel. -Ofreció, intentando sonar más alegre.- ¿Os sentís muy cansado? Quizá después de la cena pueda entreteneros con algo de música, o jugando a los naipes, aunque os aseguro que no se me da nada bien. -Como tampoco se le daba del todo bien ser una anfitriona perfecta. Lo intentaba con todas sus fuerzas, pero le resultaba bastante fuera de lo común ofrecer su compañía de ese modo.
Comenzaron a comer y ella intentó hacer conversación tratando de averiguar el asunto que le llevaba allí, tal como quería su esposo, para asegurarse de que no fuera un nuevo obstáculo para su futuro.
Pero no esperaba que el motivo fuera ese y se lamentó por haber entrado en esa conversación, ya que no quería que fuera una situación desagradable para Sir Henry.
- Os ruego que no os disculpéis, no podíais haberlo sabido. No consideramos necesario informar a la familia de algo tan leve. -Pese a que no era tan leve, los últimos brotes de enfermedad los habían mantenido en secreto para intentar alargar la situación en la medida de lo posible sin que la familia empezara a echarse encima de él para intentar asegurar su parte del botín.- Soy yo quien se disculpa por haber traído esta conversación a la mesa. Lamento que vuestro padre esté enfermo y rezaré para que se recupere lo antes posible. -Ofreció con sinceridad y afectación poco propias de una dama de su posición.- Por supuesto, no podíamos negaros un lugar en el que descansar, siendo parte de la familia. Confío en que todo sea de vuestro agrado mientras estéis. Quizá mañana podáis saludar a mi esposo, seguro que desea enviar algún mensaje a vuestros padres. -Esperaba que pudiera hacerlo. Salir de la cama y sentarse en el sillón de su dormitorio al menos para no verse tan grave ante su invitado.- Estoy segura de que siempre seréis bien recibido en Arundel. -Ofreció, intentando sonar más alegre.- ¿Os sentís muy cansado? Quizá después de la cena pueda entreteneros con algo de música, o jugando a los naipes, aunque os aseguro que no se me da nada bien. -Como tampoco se le daba del todo bien ser una anfitriona perfecta. Lo intentaba con todas sus fuerzas, pero le resultaba bastante fuera de lo común ofrecer su compañía de ese modo.
Marion F. — En el comedor — Henry A.
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Capítulo 1
Las palabras de Marion sonaban dulces y casi apenadas al escuchar el motivo de su visita, pero la realidad era que Henry tampoco poseía ningún interés en sus disculpas. Entendía que hubiera asuntos con los que quisieran lidiar en privado, en especial si las circunstancias no daban mucho de qué preocuparse como la joven afirmó.
—No os preocupéis, no hemos tenido tiempo de informar aún a toda la familia, así que comprendo que desconocieráis el estado de salud de mi padre— aseguró, manteniendo una expresión cordial. Estaba claro que ninguno de los dos necesitaba las disculpas del otro y podían dejar la conversación sin pasar mayor vergüenza.
—Por supuesto, sería para mi un placer poder hablar con él y estaré más que dispuesto a transmitir cualquier mensaje que quiera hacer llegar al resto de la familia— afirmó, mientras se servía un poco más en el plato, dándose cuenta del hambre que tenía. No había comido bien en el trayecto, más por su propia preocupación que por falta de intentos o recursos.
Saltaba a la vista que la joven estaba haciendo un esfuerzo por entretenerlo, por llenar el silencio de conversación para que Henry no se sintiera incómodo y lo agradeció.
—Algo de música estaría bien, me temo que no me fío de mis capacidades para los naipes teniendo en cuenta el largo viaje, no me gustaría decepcionaros siendo un contrincante mediocre— confesó, aunque era una manera de decir que en realidad estaba cansado, y una actividad que le requiriera apenas concentración sería lo más indicado antes de marchar a su dormitorio y descansar.
—No os preocupéis, no hemos tenido tiempo de informar aún a toda la familia, así que comprendo que desconocieráis el estado de salud de mi padre— aseguró, manteniendo una expresión cordial. Estaba claro que ninguno de los dos necesitaba las disculpas del otro y podían dejar la conversación sin pasar mayor vergüenza.
—Por supuesto, sería para mi un placer poder hablar con él y estaré más que dispuesto a transmitir cualquier mensaje que quiera hacer llegar al resto de la familia— afirmó, mientras se servía un poco más en el plato, dándose cuenta del hambre que tenía. No había comido bien en el trayecto, más por su propia preocupación que por falta de intentos o recursos.
Saltaba a la vista que la joven estaba haciendo un esfuerzo por entretenerlo, por llenar el silencio de conversación para que Henry no se sintiera incómodo y lo agradeció.
—Algo de música estaría bien, me temo que no me fío de mis capacidades para los naipes teniendo en cuenta el largo viaje, no me gustaría decepcionaros siendo un contrincante mediocre— confesó, aunque era una manera de decir que en realidad estaba cansado, y una actividad que le requiriera apenas concentración sería lo más indicado antes de marchar a su dormitorio y descansar.
Henry A. — En el comedor — Marion F.
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Capítulo 1
No insistió con las disculpas y buenos deseos, sabiendo que al día siguiente habría otro intercambio parecido cuando pudiera hablar con su esposo. No sería adecuado estancar la conversación en un tema como aquel, especialmente durante la cena.
Asintió con una sonrisa al escuchar que aceptaba su ofrecimiento para tocar algo de música para él después, antes de retirarse. Y no fue capaz de contener una sonrisa divertida al escucharle hablar de su capacidad con los naipes tras el viaje.- Podría ser una partida curiosa entre mi poca habilidad y vuestra capacidad mermada. -Se permitió bromear, saliendo un poco de su papel de anfitriona.- Pero será música. No sé si contamos con las partituras de algún compositor de vuestra preferencia, pero podría mandar a buscarlas. -Le ofreció, si es que tenía algún favorito entre los autores para así hacerlo más a su gusto.
La cena transcurrió con normalidad, Marion pudo ver que su invitado daba buena cuenta de lo que le habían servido y le agradó saber que habían acertado con los platos escogidos. Cuando terminaron, le invitó a acompañarla a la sala de estar. Junto a la chimenea había dos cómodos sofás para las visitas. Una otomana descansaba junto a los ventanales que se abrían a los jardines. El piano estaba en un rincón, amparado por una librería que poco tenía que envidiar a las que se hallaban en la biblioteca del castillo salvo por la cantidad de libros más ligera que aquellas.
- ¿Deseáis tomar algo? -Ofreció y ante sus palabras el criado se acercó a la mesa donde se hayaban las botellas de licor y las copas, así como los puros y cigarros en caso de que fuera de su gusto fumar.
Mientras tanto, ella tomó asiento al piano, donde ya le habían dispuesto las partituras. La música era uno de sus consuelos, algo que sí se le había dado bien antes, que no pertenecía a esa pose que había tenido que adoptar desde su matrimonio.
Asintió con una sonrisa al escuchar que aceptaba su ofrecimiento para tocar algo de música para él después, antes de retirarse. Y no fue capaz de contener una sonrisa divertida al escucharle hablar de su capacidad con los naipes tras el viaje.- Podría ser una partida curiosa entre mi poca habilidad y vuestra capacidad mermada. -Se permitió bromear, saliendo un poco de su papel de anfitriona.- Pero será música. No sé si contamos con las partituras de algún compositor de vuestra preferencia, pero podría mandar a buscarlas. -Le ofreció, si es que tenía algún favorito entre los autores para así hacerlo más a su gusto.
La cena transcurrió con normalidad, Marion pudo ver que su invitado daba buena cuenta de lo que le habían servido y le agradó saber que habían acertado con los platos escogidos. Cuando terminaron, le invitó a acompañarla a la sala de estar. Junto a la chimenea había dos cómodos sofás para las visitas. Una otomana descansaba junto a los ventanales que se abrían a los jardines. El piano estaba en un rincón, amparado por una librería que poco tenía que envidiar a las que se hallaban en la biblioteca del castillo salvo por la cantidad de libros más ligera que aquellas.
- ¿Deseáis tomar algo? -Ofreció y ante sus palabras el criado se acercó a la mesa donde se hayaban las botellas de licor y las copas, así como los puros y cigarros en caso de que fuera de su gusto fumar.
Mientras tanto, ella tomó asiento al piano, donde ya le habían dispuesto las partituras. La música era uno de sus consuelos, algo que sí se le había dado bien antes, que no pertenecía a esa pose que había tenido que adoptar desde su matrimonio.
Marion F. — En el comedor — Henry A.
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Capítulo 1
No podía pensar en algo en concreto que quisiera escuchar, muy para su pesar. Podía dejarlo a elección de la mujer a su lado, pero no quería que pensara que estaba aceptando a su oferta tan solo por compromiso y con cualquier tipo de desinterés, así que una vez terminada la cena, se levantó para acompañarla a la sala de estar y ojeó las partituras.
Algunas le sonaban, otras no tanto, pero entre la colección un título resaltó por encima de otros. Tal vez era el momento adecuado para la nostalgia, recordaba a su madre en el piano tocando esa melodía en específico porque su padre la disfrutaba.
—Un whisky estaría bien— pidió, mientras sacaba la partitura en concreto y se acercaba al piano para entregársela —. Es una de las favoritas de mi padre— explicó, esperando que le viniera bien, porque aunque pudiera leer la música podía ser complicado sacarlo a la primera si se desconocía la canción.
Henry se sentó en uno de los sillones, mirando atento a la mujer delante del piano. Estaba cansado, pero se aseguraría de disfrutar esa canción hasta el final.
Algunas le sonaban, otras no tanto, pero entre la colección un título resaltó por encima de otros. Tal vez era el momento adecuado para la nostalgia, recordaba a su madre en el piano tocando esa melodía en específico porque su padre la disfrutaba.
—Un whisky estaría bien— pidió, mientras sacaba la partitura en concreto y se acercaba al piano para entregársela —. Es una de las favoritas de mi padre— explicó, esperando que le viniera bien, porque aunque pudiera leer la música podía ser complicado sacarlo a la primera si se desconocía la canción.
Henry se sentó en uno de los sillones, mirando atento a la mujer delante del piano. Estaba cansado, pero se aseguraría de disfrutar esa canción hasta el final.
Henry A. — En el comedor — Marion F.
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Capítulo 1
El criado no tardó en servir la bebida que le habían solicitado y ella se ocupó en comprobar que el piano estaba afinado por pura costumbre, pues jamás había tenido un fallo en su mantenimiento.
Sonrió con dulzura al ver la partitura escogida.- Es curioso, también es una de mis favoritas. -Mencionó mientras comenzaba a tocar.- Pero recuerdo que me fue muy difícil hacerme a ella cuando llegó a mis manos, hay un punto aquí... -Calló para permitirle escuchar esa parte que por melodía y ritmo podía ser compleja para una primeriza.- Imagino que apreciamos más aquello que nos cuesta lograr. -Meditó, antes de dejar que la música inundase el espacio de aquella sala, demasiado grande para contar solo con dos interlocutores, como demasiado grande se hacía la casa para los pocos habitantes que tenía fuera del servicio.
Sus ojos se levantaron de las teclas para observar a Sir Henry un instante, comprobando que estaba disfrutando de la música a pesar de su cansancio. Debería quizá haber permitido que se retirase tras la cena sin más, pero aparte de lo que los modales obligaban estaba en ella esa necesidad de compañía. Tras su matrimonio todos se habían apartado de aquel lugar, les habían dado la espalda por no ver con buenos ojos que ella, una don nadie, escalara en la sociedad de un modo tan "vulgar" por lo que los rumores contaban de su persona.
Terminó la melodía de un modo algo más "apasionado" quizá de lo que pedía la partitura, pero su hilo de pensamiento no había conseguido suavizarse.- Creo que es el momento de que os libere, Sir Henry. -Anunció, levantándose con una sonrisa.- Ya habéis cumplido de sobra con la cortesía a pesar del cansancio. Maurice le acompañará a sus estancias.
Sonrió con dulzura al ver la partitura escogida.- Es curioso, también es una de mis favoritas. -Mencionó mientras comenzaba a tocar.- Pero recuerdo que me fue muy difícil hacerme a ella cuando llegó a mis manos, hay un punto aquí... -Calló para permitirle escuchar esa parte que por melodía y ritmo podía ser compleja para una primeriza.- Imagino que apreciamos más aquello que nos cuesta lograr. -Meditó, antes de dejar que la música inundase el espacio de aquella sala, demasiado grande para contar solo con dos interlocutores, como demasiado grande se hacía la casa para los pocos habitantes que tenía fuera del servicio.
Sus ojos se levantaron de las teclas para observar a Sir Henry un instante, comprobando que estaba disfrutando de la música a pesar de su cansancio. Debería quizá haber permitido que se retirase tras la cena sin más, pero aparte de lo que los modales obligaban estaba en ella esa necesidad de compañía. Tras su matrimonio todos se habían apartado de aquel lugar, les habían dado la espalda por no ver con buenos ojos que ella, una don nadie, escalara en la sociedad de un modo tan "vulgar" por lo que los rumores contaban de su persona.
Terminó la melodía de un modo algo más "apasionado" quizá de lo que pedía la partitura, pero su hilo de pensamiento no había conseguido suavizarse.- Creo que es el momento de que os libere, Sir Henry. -Anunció, levantándose con una sonrisa.- Ya habéis cumplido de sobra con la cortesía a pesar del cansancio. Maurice le acompañará a sus estancias.
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Capítulo 1
Sonrió sorprendido ante la confesión contraria, sentía algo de nostalgia al escuchar esas primeras notas, pero a la vez se sentía transportado a una época donde todo era más sencillo. Las responsabilidades de la posible ausencia de su padre empezaban a pesar sobre sus hombros, sin darle siquiera tiempo de procesar la posible pérdida.
—Es cierto, apreciamos más aquello que nos cuesta, lo recordamos más...— Porque el final se sentía como conquistar una alta montaña.
Se concentró en el sonido, disfrutando de cada nota mientras, sorbo a sorbo, la bebida que pidió iba desapareciendo dejando tras de sí un rastro de ardor en su garganta. Estaba cansado, algo triste y contrariado, tal vez por eso no ofreció grandes intentos de conversación mientras disfrutaba de la melodía y de los ligeros cambios que Marion había hecho al final.
—Por el contrario, le agradezco inmensamente su compañía a pesar de la situación. Nos veremos mañana— aseguró, quería molestar lo menos posible, pero estimaba pasar al menos una noche más allí antes de tener que emprender nuevamente el viaje. Con una leve inclinación de la cabeza se despidió de la mujer delante de él y siguió a Maurice a la habitación de invitados que le había sido preparada.
—Es cierto, apreciamos más aquello que nos cuesta, lo recordamos más...— Porque el final se sentía como conquistar una alta montaña.
Se concentró en el sonido, disfrutando de cada nota mientras, sorbo a sorbo, la bebida que pidió iba desapareciendo dejando tras de sí un rastro de ardor en su garganta. Estaba cansado, algo triste y contrariado, tal vez por eso no ofreció grandes intentos de conversación mientras disfrutaba de la melodía y de los ligeros cambios que Marion había hecho al final.
—Por el contrario, le agradezco inmensamente su compañía a pesar de la situación. Nos veremos mañana— aseguró, quería molestar lo menos posible, pero estimaba pasar al menos una noche más allí antes de tener que emprender nuevamente el viaje. Con una leve inclinación de la cabeza se despidió de la mujer delante de él y siguió a Maurice a la habitación de invitados que le había sido preparada.
Henry A. — En el comedor — Marion F.
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Capítulo 2
Su esposo había podido recibir a Sir Henry en la mañana. Marion, junto con los criados, le había ayudado a prepararse y tener un aspecto presentable. No quería dejar ver lo grave de su estado ante nadie más y al menos aquella mañana parecía estar en uno de los días buenos. Parecía animado mientras charlaba con el caballero.
Marion y él habían hablado de su invitado, al Conde le parecía un buen candidato para que aquel pacto se hiciera efectivo, pero ella no podía estar más en contra. El recuerdo de la necesidad que tenía de ceder en ese asunto era lo único que la llevaba a colaborar, pero no era capaz de tomar parte activa en ese juego.
Por eso, durante la conversación, se había quedado al margen, rematando puntadas en un bordado. Por eso no se había percatado de que su nombre había aparecido en la conversación.
- Mi querida Marion, te concentras tanto en tus labores que nos desatiendes. -Mencionó su esposo con cierta diversión. Ella se disculpó y prestó atención, dejando el bordado en su regazo.- Le estaba diciendo a Sir Henry, que no puedo permitir que se marche de nuestro hogar sin que visite nuestros jardines y propiedades. -Ella le dedicó una sonrisa al joven y asintió, le parecía correcto- Por supuesto, yo estoy impedido de dar tal paseo en su compañía, por lo que he pensado adecuado que seas tú quien lo acompañe, querida. Hace mucho que no tienes oportunidad de dar un paseo a caballo, ¿cierto?
Marion sintió que sus mejillas se encendían suavemente, porque veía las intenciones tras ese paseo, y no le parecían nada inocentes.- Es cierto. ¿Pero no sería nuestro capataz, el señor Miller, más apropiado para hablar de las propiedades y acompañarle? Me temo que yo no conozco todos los detalles sobre esos asuntos. -Lo intentó, al menos.
- Tonterías, querida. Por mucho que aprecie al buen Miller, estoy convencido de que mi sobrino apreciará que sea una dama hermosa quien le acompañe. Y los dos sabemos que pecas de modestia al decir que no conoces lo esencial.
- Si a Sir Henry le parece bien, mandaré que preparen los caballos. -Se ofreció, no pudiendo negarse. El Conde, a quien quería tanto, era experto en salirse con la suya.
Marion F. — En los jardines — Henry A.
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Capítulo 2
Tenía pensado tomarse aquel día para descansar del largo viaje y continuar a la mañana siguiente. Dos noches de reposo deberían ser suficientes para que pudiera ponerse cómodamente en marcha hacia su hogar, que aun estaba a unos días de distancia. Sin embargo, durante su primera noche allí pensó en que podría arreglar todo para salir a la mañana siguiente, darse un poco de prisa para poder dejar a la pareja en paz y que el Conde pudiera descansar como era debido si se encontraba mal de salud.
Nada dentro de la casa le daba a entender que fuera algo crítico o debilitante, y a la mañana siguiente se encontraba presente durante el desayuno. Las ojeras dejaban en claro que no estaba descansando bien, pero como Henry no había llegado a compartir demasiado tiempo en su compañía, no percibió nada que le indicara que tenía algo más que un malestar temporal... Eso lo llevó a sentirse menos culpable por su repentina interrupción.
Estaba por abrir la boca ante la sugerencia, su instinto le decía que no debía molestar más de la cuenta, pero el hombre de la casa insistió y Henry no pudo hacer sino presentar una sonrisa a Marion y asentir con la cabeza.
—Me encantaría conocer vuestros jardines, si no es para usted una molestia— dijo, intentando asegurarse de que no era un incordio para la mujer que ya había estado a cargo de entretenerlo la noche anterior —. Es una pena que no pueda acompañarnos— agregó, si bien apreciaba la compañía, también comprendería que necesitaran tiempo a solas. Bien podría entretenerse con un libro, o dando un paseo por su cuenta.
Nada dentro de la casa le daba a entender que fuera algo crítico o debilitante, y a la mañana siguiente se encontraba presente durante el desayuno. Las ojeras dejaban en claro que no estaba descansando bien, pero como Henry no había llegado a compartir demasiado tiempo en su compañía, no percibió nada que le indicara que tenía algo más que un malestar temporal... Eso lo llevó a sentirse menos culpable por su repentina interrupción.
Estaba por abrir la boca ante la sugerencia, su instinto le decía que no debía molestar más de la cuenta, pero el hombre de la casa insistió y Henry no pudo hacer sino presentar una sonrisa a Marion y asentir con la cabeza.
—Me encantaría conocer vuestros jardines, si no es para usted una molestia— dijo, intentando asegurarse de que no era un incordio para la mujer que ya había estado a cargo de entretenerlo la noche anterior —. Es una pena que no pueda acompañarnos— agregó, si bien apreciaba la compañía, también comprendería que necesitaran tiempo a solas. Bien podría entretenerse con un libro, o dando un paseo por su cuenta.
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Capítulo 2
Sir Henry aceptó la propuesta y su esposo estaba tan complacido que insistió en que pidieran que les prepararan un pequeño picnic junto al lago, ya que si recorrían los terrenos tardarían algún tiempo y posiblemente el hambre les asaltaría por el ejercicio. Marion podía ver sus intenciones con gran falicidad. Les alejaba todo lo posible de la casa, les obligaba a pasar más tiempo juntos del preciso al detenerse a comer algo.
Pero no podía hacer otra cosa que asentir y obedecer con una dulce sonrisa.
Se disculpó para hacer los preparativos y cambiar sus ropas por otras más adecuadas para la equitación. Unas que realmente prefería, pues siempre se le habían hecho más cómodas.
Estaba dando unas últimas indicaciones al servicio para que atendieran en todo lo posible a su esposo, aunque no hacía ninguna falta porque todos sabían cómo actuar en todo momento, pero la hacía sentir más tranquila. En ese momento la avisaron de que todo estaba ya listo.
- Espero no haberme retrasado, Sir Henry. -Le dijo cuando vio que ya se encontraba allí al llegar.- Confío en ser una buena compañía durante el paseo. Si le parece, rodearemos el castillo y visitaremos los terrenos más al norte, antes de dirigirnos al lago. Los sirvientes nos esperarán allí con todo preparado para el aperitivo. -Le contó, esperando que sus planes le parecieran acertados.
Marion F. — En los jardines — Henry A.
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Capítulo 2
Ignoraba completamente que la insistencia del Conde se debiera a un intento de empujarlos el uno al otro. Aquello no le habría cabido en la cabeza, teniendo en cuenta que lo que veía delante de él era un matrimonio feliz. Él podía no entenderlo, pero tampoco era su lugar hacerlo, ya que Marion no sería la primera señorita que veía casada con un hombre de esa edad. Todo tipo rumores salían de esas alianzas, pero ni un solo mal pensamiento cruzaba su cabeza cuando los veía. Estaba claro que, aunque tal vez no fuera amor, si existía gran cariño y preocupación entre ellos.
La oferta de pasar el día fuera y tomar un aperitivo cerca del lago hizo que tuviera suficiente tiempo para charlar con el señor de la casa antes de que su mujer volviera a hacer una aparición. No mentía cuando decía que Marion era encantadora, Henry también lo veía de la misma manera.
—Me parece estupendo, gracias por tomarse la molestia de organizarlo todo— dijo, levantándose de su silla y haciendo una leve inclinación de cabeza. En cuanto salió de la habitación, el servicio entró en el interior. Henry supuso que lo hacían para recoger lo que habían dejado atrás, ignorante de que en realidad debían llevarlo a descansar tras gastar todas sus energías esa mañana.
—¿Los caballos están ya preparados?— preguntó, por llenar el silencio mientras atravesaban la propiedad hacia el exterior.
La oferta de pasar el día fuera y tomar un aperitivo cerca del lago hizo que tuviera suficiente tiempo para charlar con el señor de la casa antes de que su mujer volviera a hacer una aparición. No mentía cuando decía que Marion era encantadora, Henry también lo veía de la misma manera.
—Me parece estupendo, gracias por tomarse la molestia de organizarlo todo— dijo, levantándose de su silla y haciendo una leve inclinación de cabeza. En cuanto salió de la habitación, el servicio entró en el interior. Henry supuso que lo hacían para recoger lo que habían dejado atrás, ignorante de que en realidad debían llevarlo a descansar tras gastar todas sus energías esa mañana.
—¿Los caballos están ya preparados?— preguntó, por llenar el silencio mientras atravesaban la propiedad hacia el exterior.
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Capítulo 2
Su esposo tomó su mano y dejó un beso en sus nudillos a modo de despedida. Podía ver su gratitud en los ojos, tenían la bastante confianza como para poder comunicarse de ese modo. No creía que nadie pudiera nunca conocerla tan bien como él.
- Así es. -Respondió a Sir Henry mientras caminaban hacia la salida.
El caballo del joven había sido cuidado desde su llegada y se encontraba esperando junto a la yegua de Marion, de color canela y crines oscuras. Su pobre montura llevaba demasiado sin salir con ella, aunque no dudaba que los mozos de cuadra se habían encargado de ejercitarla, se mostraba contenta de verla de nuevo. Se acercó para acariciar su cabeza antes de montar.- Buenos días, Hero. ¿Me has echado de menos? -Preguntó con dulzura.
Le habían colocado unas escalerillas junto a la montura para que pudiera subir sin problemas a la misma. Ser Henry ya se encontraba preparado. Así que se dispusieron al paseo. Marion alzó la vista al cielo, que se mostraba nublado, aunque sin signos de querer descargar.- Es una pena que no pueda disfrutar de un paseo soleado, Sir Henry.
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Capítulo 2
Buscó a su caballo con la mirada en cuanto se acercaron lo suficiente y allí estaba. El pelo le brillaba, estaba claro que lo habían estado cuidando bien, parecía tranquilo a pesar de haber sido manipulado por desconocidos y saltaba a la vista que también le habían peinado. Teniendo en cuenta que no llevaban allí ni un día, le parecía un detalle muy agradable por parte del personal o de los mismos anfitriones. Acarició al animal, dándole un par de palmaditas que recibió con agrado. Su silla también estaba limpia, teniendo en cuenta el viaje que había hecho, lo agradecía.
Se subió a su montura y esperó pacientemente a que Marion hiciera lo mismo. En cuanto se pusieron en marcha, Henry se acomodó a su lado y ambos animales empezaron el camino. Su propio caballo desconocía el terreno, pero por instinto se estaba dejando guiar.
—Ah, no pasa nada... Si le soy sincero, echaba un poco de menos los cielos nublados y esa lluvia ocasional que viene cuando menos te la espera— comentó. Las islas eran conocidas por su mal clima, por eso todo el mundo empezaba a activarse de nuevo con la llegada de la primavera, esperanzados por la perspectiva de recibir unos cuantos rayos de sol —. Nuevamente le agradezco por acompañarme en este paseo, no hacía falta, aunque no niego que es agradable.— No conocía la propiedad, y se veía que el terreno estaba muy bien cuidado.
Se subió a su montura y esperó pacientemente a que Marion hiciera lo mismo. En cuanto se pusieron en marcha, Henry se acomodó a su lado y ambos animales empezaron el camino. Su propio caballo desconocía el terreno, pero por instinto se estaba dejando guiar.
—Ah, no pasa nada... Si le soy sincero, echaba un poco de menos los cielos nublados y esa lluvia ocasional que viene cuando menos te la espera— comentó. Las islas eran conocidas por su mal clima, por eso todo el mundo empezaba a activarse de nuevo con la llegada de la primavera, esperanzados por la perspectiva de recibir unos cuantos rayos de sol —. Nuevamente le agradezco por acompañarme en este paseo, no hacía falta, aunque no niego que es agradable.— No conocía la propiedad, y se veía que el terreno estaba muy bien cuidado.
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Los caballos iban al paso, siguiendo el camino que sus jinetes marcaban para rodear el castillo y permitir que Henry pudiera ver el paisaje que se encontraba en aquella zona. Los jardines más cuidados y limpios. Las flores que aún se resistían a florecer, más adelante el huerto que abastecía las despensas.
Marion sonrió al escuchar que el cielo nublado no suponía un impedimento para que su acompañante disfrutara de la visita.- Me alegra que lo ve así. Yo también prefiero los cielos como este, hacen que los paseos no sean tan calurosos. -Mencionó ella, que opinaba de la misma manera.- Aunque espero que no nos acompañe una de esas lluvias repentinas, por aquí pueden ser bastante fuertes y me temo que en la mayor parte de nuestro camino no hay muchos lugares en los que refugiarnos. -Le explicó. Si tal cosa sucedía terminarían completamente empapados y a merced de alguna enfermedad. Y no podía permitirse enfermar ella también.
Negó con la cabeza cuando él volvió a agradecerle el acompañarle.- Por favor, no me de las gracias. Su tío tenía razón, llevaba mucho sin poder montar a caballo. Así que quizá Hero y yo somos quienes debemos darle las gracias. -Le mencionó sonriendo con dulzura.
Ahora que habían encaminado hacia los terrenos del norte, el campo aparecía prácticamente despejado ante ellos, una invitación a ganar velocidad y cabalgar un poco como solía hacerlo.- ¿Sir Henry, os molestaría si me adelanto un poco? Creo que a Hero le vendría bien algo de ejercicio. -Y a ella, pero no solía aprovarse que una dama joven y en edad de tener hijos cabalgara.
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