El amor adolescente es tan intenso que piensas que va a durar toda la vida, eso habían pensado las dos. Comenzaron a salir cuando Penny tenía 16 y Clark 19 años, tenían toda la vida por delante y miles de sueños juntas. Sueños que fueron materializándose poco a poco, comenzando por casarse apenas tuvieron ambas la edad legal para hacerlo. Luego de eso la carrera de Clark, esa en la que Penny había confiado ciegamente se disparó y todo comenzó a ser una locura.

Mientras Penny tenía giras, Clark siempre intento acompañarla, mantenerse cerca de ella inclusive cuando sentía que había dejado bastante de lado su vida por eso pero se lo había prometido siendo joven y pensaba cumplirlo. Por lo menos pudo hacerlo hasta que quedó embarazada de mellizos, bebes que buscaron durante muchos años hasta que finalmente pudo quedar embarazada. Por el bien de los bebes y creyendo que era lo mejor, termino por asentarse en Pennsylvania pero poco a poco eso las separo porque Penny ya no podía acompañarla y bien sabía que Clark tenía obligaciones que cumplir y que era lo mejor para sus bebes.

Creyendo que podrían asentarse de una vez juntas fue que se aventuraron en un segundo embarazo y el último, según palabras de Penny, un embarazo complicado y con mucho riesgo. Un embarazo en el que su esposa no pudo acompañarla por compromisos, que según ella, no le habían comunicado oportunamente y que eran indelegables.

Una bebé y dos gemelos después la relación está prácticamente sepultada, Penny ha comenzado un pequeño emprendimiento de decoración de interiores como ha querido durante años pero lamenta no tener el tiempo suficiente para dedicarle. No quiere que sus hijos estén entre clases y niñeras, Clark por su parte hace lo que puede entre giras, entrevistas, trabajo y una familia que desea poder finalmente disfrutar aunque considera que sin el presente que aún posee sus hijos no podrían tener la comodidad y el futuro que puede asegurarles.

Quizás el futuro de sus hijos será la condena de aquel matrimonio, aunque todo es un problema para ambas y las peleas nacen cada vez que se ven las caras. Ninguna sabe cuánto podrá aguantar, aunque no quieran hacerles eso a sus niños.