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Recuerdo del primer mensaje :
Entre la Espada y la Pared
Cuando el amor no conoce de estratas sociales...
Esta es la historia de Elyse Forest una joven de orígenes humildes y que aplico para ser la asistente personal de Jasper un joven CEO de la cadena de Hoteles Rousseau. Su padre recién se retiraba para darle paso a la nueva generación esperando que sus negocios estaba en buenas manos. Aquí es donde se vería cuanto realmente había madurado su hijo. Por otra parte, Elyse obtuvo la oportunidad de su vida, no solo generaría ingresos para su familia. También podría tener la oportunidad de viajar y conocer lugares nuevos. Vivir la experiencia de la glamurosa vida en los hoteles.
Con el tiempo y la constante e inevitable cercanía entre ambos comienza a surgir una atracción entre ambos. Aun cuando los dos provienen de esferas sociales distintas. Pero es esto último una de las principales cosas que provocaran discordia entre ambos. Además de que Jasper no es el ser más maduro y ejemplar que su padre quisiera. El estar viviendo por tanto tiempo en este ambiente lo ha hecho que sea bastante fiestero, irresponsable. Los negocios en realidad seguirían a flote gracias a las gestiones incansables de Elyse quien se toma muy en serio su trabajo. De no ser por ella seguro estaría perdido.
Como en toda historia siempre está la manzana de la discordia. Aneshka Sarka la directora general de ventas y promociones de la compañía. Una mujer que tiene bástate poder en la empresa por controlar como entra y sale el dinero de la misma. La checa siempre le echo el ojo a Jasper y como tuvieron una que otra aventura en el pasado se cree con derechos sobre él. Con la llegada de Elyse se sintió amenazada. Por lo que se encargara de meter veneno en dicha relación.
Con el tiempo y la constante e inevitable cercanía entre ambos comienza a surgir una atracción entre ambos. Aun cuando los dos provienen de esferas sociales distintas. Pero es esto último una de las principales cosas que provocaran discordia entre ambos. Además de que Jasper no es el ser más maduro y ejemplar que su padre quisiera. El estar viviendo por tanto tiempo en este ambiente lo ha hecho que sea bastante fiestero, irresponsable. Los negocios en realidad seguirían a flote gracias a las gestiones incansables de Elyse quien se toma muy en serio su trabajo. De no ser por ella seguro estaría perdido.
Como en toda historia siempre está la manzana de la discordia. Aneshka Sarka la directora general de ventas y promociones de la compañía. Una mujer que tiene bástate poder en la empresa por controlar como entra y sale el dinero de la misma. La checa siempre le echo el ojo a Jasper y como tuvieron una que otra aventura en el pasado se cree con derechos sobre él. Con la llegada de Elyse se sintió amenazada. Por lo que se encargara de meter veneno en dicha relación.
Personajes
Elyse Forest 25 años | Amelia Zadro| Shooting Star | Jasper Rousseau 27 años | Daniel Sharman | Rising Sun |
Cronología
ORIGINAL | ROMANCE/DRAMA | ONE ON ONE | REALISTA
- Code de Posts:
- Código:
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
Eran esos los momentos gratos que me gustaban con mi jefe. Su expresión había delatado verdadera sinceridad y felicidad, las cuales compartí con él, dejándome llevar por ese breve instante, hasta que yo misma dije basta porque era imposible que le diera alguna esperanza. Éramos de mundos demasiado distintos para hacer renacer algo que desde un principio no tenía que darse. Sabía que a veces flaqueaba al menos por una amistad, solo que no estaba muy segura, apenas llevábamos conociéndonos un mes y ante todo tenía que ser correcta como asistente.
Preferí volver a la realidad, ya que iba a subir a un avión por primera vez y sentía demasiada ansiedad. En un principio, me confíe porque parecía un bus de lo más común, hasta olvide que este transporte se elevaba y podía producir un movimiento que hiciera marearme. Deje que se sentara a mi lado porque si que necesitaba apoyo moral y era la única persona que me acompañaba, así que deje de lado ese rechazo que producía el rubio en mi. — Imagino que usted desde que es un bebé ya ha andado en avión ¿Se asustó la primera vez? — Quise saber. Al menos así conversando me relajaría un poco, y luego miré hacia la ventana, escuchando lo que decía. Sonreí. — Entonces creo que optaré por ese lado para contemplar el mar y las nubes. — Imaginaba que al principio no iba a querer ni observar, pero luego, todo cambiaría y terminaría haciéndolo. No era una mala idea.
Algo sentí cuando se acercó demasiado a mi al intentar abrochar el cinturón, mi corazón me traicionó y como una tonta me lo quede mirando, es que por algo se creía, era muy guapo, tenía unas facciones perfectas y la forma de sus labios, hasta daban ganas de besarlo con suavidad, tuve que reprimir ese suspiro que quiso escapar de mi garganta y apaciguar el sonrojo de mis mejillas. — C-creo que comprendí...— Y desvié la mirada hacia mis propias piernas justo al momento que el avión empezaba a despegar. Me aferré tanto a él por el movimiento que terminé hasta por hacerle daño, ahí sí sentí verdadera vergüenza. — Es que eso no quita que le puede quedar una moradura después, lo sujete muy fuerte, debí controlar más mis nervios. Así que insisto con la disculpa. — Dije, mientras lo miraba a los ojos y luego volvía a mirar su brazo, hasta teniendo esas ganas que se arremangara la camisa y así ver si estaba bien o no.
Estuve unos minutos que parecían eternos sujetando su brazo, mientras que de la nada, todo se volvió más calmo y pude relajarme. Ganas daban de apoyar mi cabeza en su hombro, solo que mi mente en todo momento decía que no, no podía hacerlo y era así de simple. — ¿Eh? — La voz de Jasper interrumpió mis pensamientos y terminé por asentir, desabrochando el cinturón con facilidad. — Creo que ya aprendí. — Susurré más para mi misma y otra sonrisa en mis labios, es que de verdad, estaba ilusionada de tener un nuevo aprendizaje y que el viaje estuviera así de cómodo ahora.
Terminé por seguirlo porque sinceramente moría de curiosidad con lo que iba a mostrarme. Igual de todos modos, me sujetaba de los asientos cada vez que caminaba solo por si acaso, no iba hacer que en un movimiento iba a terminar cayendo y con los tacones todo se daría de manera más fácil. Mejor prevenir que lamentar.
Una gran sorpresa termine por llevarme cuando llegamos a las cabinas de los pilotos y solo me tocó saludarlo de manera amable. — Buenas tardes, es un placer viajar con ustedes. — Señalé por cortesía y luego sin poder evitarlo, mis ojos brillaron. — Oh, es hermoso. Parecen algodones de azúcar. — Saqué todo lo tierno que podía dar con ese comentario, volví a sonreír. — Dan ganas de salir y tocar una. — Terminé por señalar. era todo un mundo que descubría y ya imaginaba cuando llegáramos a Marruecos. ¿Sería igual de espectacular? Estuve unos minutos en silencio hasta que tuve que decirle a Jasper. — Todo muy hermoso, pero no podemos interrumpirlos por mucho tiempo ¿No cree? — Luego me dirigí a ellos. — De verdad, fue todo un gusto conocerlos. — Me despedí de un tono animado y esperando que Jasper me guiara otra vez a los asientos, ahora sentía algo de cansancio, dado que la noche anterior por la misma ansiedad y los ánimos no había podido dormir del todo bien.
Preferí volver a la realidad, ya que iba a subir a un avión por primera vez y sentía demasiada ansiedad. En un principio, me confíe porque parecía un bus de lo más común, hasta olvide que este transporte se elevaba y podía producir un movimiento que hiciera marearme. Deje que se sentara a mi lado porque si que necesitaba apoyo moral y era la única persona que me acompañaba, así que deje de lado ese rechazo que producía el rubio en mi. — Imagino que usted desde que es un bebé ya ha andado en avión ¿Se asustó la primera vez? — Quise saber. Al menos así conversando me relajaría un poco, y luego miré hacia la ventana, escuchando lo que decía. Sonreí. — Entonces creo que optaré por ese lado para contemplar el mar y las nubes. — Imaginaba que al principio no iba a querer ni observar, pero luego, todo cambiaría y terminaría haciéndolo. No era una mala idea.
Algo sentí cuando se acercó demasiado a mi al intentar abrochar el cinturón, mi corazón me traicionó y como una tonta me lo quede mirando, es que por algo se creía, era muy guapo, tenía unas facciones perfectas y la forma de sus labios, hasta daban ganas de besarlo con suavidad, tuve que reprimir ese suspiro que quiso escapar de mi garganta y apaciguar el sonrojo de mis mejillas. — C-creo que comprendí...— Y desvié la mirada hacia mis propias piernas justo al momento que el avión empezaba a despegar. Me aferré tanto a él por el movimiento que terminé hasta por hacerle daño, ahí sí sentí verdadera vergüenza. — Es que eso no quita que le puede quedar una moradura después, lo sujete muy fuerte, debí controlar más mis nervios. Así que insisto con la disculpa. — Dije, mientras lo miraba a los ojos y luego volvía a mirar su brazo, hasta teniendo esas ganas que se arremangara la camisa y así ver si estaba bien o no.
Estuve unos minutos que parecían eternos sujetando su brazo, mientras que de la nada, todo se volvió más calmo y pude relajarme. Ganas daban de apoyar mi cabeza en su hombro, solo que mi mente en todo momento decía que no, no podía hacerlo y era así de simple. — ¿Eh? — La voz de Jasper interrumpió mis pensamientos y terminé por asentir, desabrochando el cinturón con facilidad. — Creo que ya aprendí. — Susurré más para mi misma y otra sonrisa en mis labios, es que de verdad, estaba ilusionada de tener un nuevo aprendizaje y que el viaje estuviera así de cómodo ahora.
Terminé por seguirlo porque sinceramente moría de curiosidad con lo que iba a mostrarme. Igual de todos modos, me sujetaba de los asientos cada vez que caminaba solo por si acaso, no iba hacer que en un movimiento iba a terminar cayendo y con los tacones todo se daría de manera más fácil. Mejor prevenir que lamentar.
Una gran sorpresa termine por llevarme cuando llegamos a las cabinas de los pilotos y solo me tocó saludarlo de manera amable. — Buenas tardes, es un placer viajar con ustedes. — Señalé por cortesía y luego sin poder evitarlo, mis ojos brillaron. — Oh, es hermoso. Parecen algodones de azúcar. — Saqué todo lo tierno que podía dar con ese comentario, volví a sonreír. — Dan ganas de salir y tocar una. — Terminé por señalar. era todo un mundo que descubría y ya imaginaba cuando llegáramos a Marruecos. ¿Sería igual de espectacular? Estuve unos minutos en silencio hasta que tuve que decirle a Jasper. — Todo muy hermoso, pero no podemos interrumpirlos por mucho tiempo ¿No cree? — Luego me dirigí a ellos. — De verdad, fue todo un gusto conocerlos. — Me despedí de un tono animado y esperando que Jasper me guiara otra vez a los asientos, ahora sentía algo de cansancio, dado que la noche anterior por la misma ansiedad y los ánimos no había podido dormir del todo bien.
Elyse Forest | Durante la mañana | Avión | Julio
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
Elyse tenía mucha razón al decir que estaba acostumbrado a viajar en avión desde muy pequeño. Sinceramente, no recordaba cuando había sido su primer vuelo. Mucho menos para donde había sido. Era uso y costumbre. Tampoco era culpa suya, sus padres solían trabajar viajando de un lugar a otro, por tanto, en muchas ocasiones él formaba parte de ese viaje. Pero bueno, tenía que haber alguien que le hiciera ver que no tenía por qué tener. A final de cuentas, los accidentes en aviones son más improbables que un accidente de automóvil. Claro igual podía causar miedo, además de malestares, por eso de la presión que se podía generar en la cabina o inestabilidad al caminar si había turbulencia entre las nubes. - La verdad no lo recuerdo del todo, pero mi madre dijo que cuando despego el avión comencé a llorar y gritar diciendo se va a caer... se va a caer. Así que igual no creo que fuera mi primer viaje, pero si posiblemente en el que más consiente estaba, tengo un recuerdo muy vago. - le contaba, aún seguía sin entender como la morena lograba sacarle detalles íntimos de su vida de una forma tan fácil.
- Muy buena decisión. - comento risueño de haberla convencido de mudarse al lado de la ventana. Se lo agradecería luego, pues desde allí podría ver todo lo que ocurría debajo de ellos y notaria que era todo un espectáculo. La había ayudado con el cinturón. Estar tan cerca le había agradado, podía sentir su aroma y hasta escuchar ligeramente su respiración que parecía algo ligera por todas las emociones acumuladas. Aunque tal vez también era por tenerlo tan cercano a ella.
El arranque había sido fuerte, y Elyse se lo hizo saber por como se había aferrado a él. - No tengo nada, mira, no hay nada. - le dijo arremangándose la manga de la camisa para mostrarle su tonificado brazo, sí estaba algo roja el área, pero no había marcas. Aunque por supuesto no quería decir que tal vez no apareciera luego. Solo que él insistía en que eso no había sido problema. - Además, si pasa tampoco moriré por un par de moraduras. Insisto, no te debes preocupar por ello. - porque al final de cuentas ni siquiera habían sido provocadas con mala intención.
- Ya estás aprendiendo. Aunque no me molesto hacerlo yo mismo. - le dijo risueño cuando ella misma se desabrochó el cinturón. Aunque realmente le había gustado tenerla tan cerca cuando él lo había hecho por ella. Ahora le mostraba la cabina con ánimos de sorprenderla. La verdad intentaba acumular puntos con ella, porque de verdad le interesaba la chica. - Sí que lo parecen, desafortunadamente es lo más cercano que podemos estar. A menos que hagamos paracaidismo. - le comento, porque técnicamente de esa forma sí podrían tocarla. Si es que fuera posible tocar una nube. - El gusto es nuestro joven, y tranquila, no interrumpió. La nave una vez se estabiliza está en piloto automático. - le aseguro el piloto.
Los jóvenes volvieron a sus asientos, el viaje era uno largo. Así que fácil podían descansar un rato. - Bueno, nos queda un buen tramo. Maruecos no está tan a la vuelta de la esquina. Yo me echaré una siesta, te sugiero si gustas hacer lo mismo. No va a pasar nada, créeme, cualquier cosa nos van a avisar. - le aseguro el rubio. Quien recostaba su asiento para ponerlo más cómodo. Jasper se había acomodado con la cabeza ligeramente recostada del costado del lado donde estaba Elyse sentada, cerro sus ojos y poso el brazo nuevamente en el posa brazos. Sin darse cuenta, ya quedando dormido, había terminado por rozar los dedos de la chica, que conste que podría hacer muy predeterminada sus acciones siempre, pero estando dormido era totalmente inconsciente.
Pasaron algunas horas y la azafata hizo un anuncio. - Favor de volver a poner en forma vertical sus asientos, y abrochar sus cinturones, estamos por aterrizar. Podrán notar desde las ventanas que ya podemos ver las costas de Maruecos. - termino de decir la mujer. Jasper se estrujó los ojos y se estiró un poco. - Supongo que ya llegamos. - le anuncio con una guiñada a Elyse.
Jasper Rousseau | Durante la mañana | Camino al Aeropuerto | Julio
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
Me mantenía tranquila escuchando. No quería pecar de resentida social solo me parecían injustas las diferencias sociales y uno que apenas había subido a un avión. Solo que estaba contando todo con tanto esmero que mi interés incrementó y solo me limitaba a oírlo, dando a entender que había sido una situación difícil al ser tan pequeño y sintió miedo por aquellos movimientos donde yo también sentí temor, por algo había aferrado mis uñas en su brazo, todavía seguía muriendo de vergüenza.
—Está bien, está bien. No exagerare más…— Tuve que comentar ante la insistencia del jefe que decía que no sintiera preocupación al respecto sí lo había dejado herido o no, igual sabía que en algún momento cuando usara una polera estaría viendo si tenía moraduras o no, solo que por el momento ya ni valía la pena agobiarse por lo sucedido. Terminé asintiendo y solté un suspiro. Quería que me tragara la tierra.
Realmente me había fascinado su idea de llevarme a donde estaban los pilotos y por aquella ventanilla se podían ver las nubes como algodones de azúcar que solo deseaba tocar e imaginando que se podrían deshacer en mis propias manos. Sabía que solo jugaba con mi imaginación y que no se podía llevar a cabo en el avión, el comentario fue natural solo producto de lo hermoso que se veía todo. Negué con la cabeza, porque por ahí soltaba ideas que solían ser de mi agrado, nunca lo había hecho, pero gustaba de la adrenalina como por ejemplo cuando me subía en esos juegos de ferias y que solían tener movimientos bruscos junto a mucha altura. —Algún día. — No obstante, solo lo dije para mí misma y sin esa intención que se precipitara hacer algo respecto para lograr hacerlo, total, dudaba que su atracción fuera para tanto, tenía que ser más maduro y enfocarse mejor en los negocios que consentir a una mujer.
Los pilotos habían sido encantadores y demasiado respetuosos. —Oh, comprendo. Aún tengo mucho que aprender de los aviones. — Contestó al piloto de que iba a través de un piloto automático imaginando que sí en algún momento tenían que volver a manejarlo, mucho más en un clima más complicado y con viento. No pregunté nada, aunque me moría de ganas, era demasiado curiosa y no podía evitarlo, solía hacerlo por esa hambre de nuevos conocimientos, uno cada día aprendía diferentes cosas y lo cierto es que uno nunca dejaría de aprender algo nuevo.
Como ya se había pasado la ansiedad de andar por primera vez en un avión, todo el sueño acumulado de la noche pasada ahora recién hacía de las suyas. Estaba consciente que apenas me sentara iba a cerrar los ojos y quedarme dormida. Estaba segura que notó mi expresión adormilada y en cierta manera, lo contagie. —Yo también haré lo mismo, no aguanto el sueño y creo que pronto voy a quedarme dormida. Que tenga buena siesta. — Siseé, dedicándole una suave sonrisa y aunque demoré unos minutos entrar en ese trance del sueño, muy pronto ya estaba profundamente dormida, había llevado mi cabeza hacía la ventana.
Desperté, escuchando la voz de la azafata y di un sobresalto. Fue en ese momento que estaba muy cerca de Jasper y probablemente en algún momento había logrado moverme sintiéndome cómoda incluso en mis sueños a su lado. Traté de evitar sonrojarme y solo seguí las indicaciones de abrocharme mejor el cinturón.
Miré hacía la ventana y pude notar un paisaje muy precioso desde esa altura, mi rostro se iluminó de inmediato. — ¡Llegamos! — Enfaticé como una niña que acaba de descubrir un dulce. —Pero nos espera un arduo trabajo — Sí, no dejaría de ser profesional por nada, sin embargo, era un hecho que en esas horas libres me atrevería a pasear, imaginaba que habría guías turísticas en el hotel. —¿Me asustare de nuevo? — Como eran nuevos movimientos del avión al descender por ahora preferí mantener su mano muy alejada de la suya y así no dañarlo.
—Está bien, está bien. No exagerare más…— Tuve que comentar ante la insistencia del jefe que decía que no sintiera preocupación al respecto sí lo había dejado herido o no, igual sabía que en algún momento cuando usara una polera estaría viendo si tenía moraduras o no, solo que por el momento ya ni valía la pena agobiarse por lo sucedido. Terminé asintiendo y solté un suspiro. Quería que me tragara la tierra.
Realmente me había fascinado su idea de llevarme a donde estaban los pilotos y por aquella ventanilla se podían ver las nubes como algodones de azúcar que solo deseaba tocar e imaginando que se podrían deshacer en mis propias manos. Sabía que solo jugaba con mi imaginación y que no se podía llevar a cabo en el avión, el comentario fue natural solo producto de lo hermoso que se veía todo. Negué con la cabeza, porque por ahí soltaba ideas que solían ser de mi agrado, nunca lo había hecho, pero gustaba de la adrenalina como por ejemplo cuando me subía en esos juegos de ferias y que solían tener movimientos bruscos junto a mucha altura. —Algún día. — No obstante, solo lo dije para mí misma y sin esa intención que se precipitara hacer algo respecto para lograr hacerlo, total, dudaba que su atracción fuera para tanto, tenía que ser más maduro y enfocarse mejor en los negocios que consentir a una mujer.
Los pilotos habían sido encantadores y demasiado respetuosos. —Oh, comprendo. Aún tengo mucho que aprender de los aviones. — Contestó al piloto de que iba a través de un piloto automático imaginando que sí en algún momento tenían que volver a manejarlo, mucho más en un clima más complicado y con viento. No pregunté nada, aunque me moría de ganas, era demasiado curiosa y no podía evitarlo, solía hacerlo por esa hambre de nuevos conocimientos, uno cada día aprendía diferentes cosas y lo cierto es que uno nunca dejaría de aprender algo nuevo.
Como ya se había pasado la ansiedad de andar por primera vez en un avión, todo el sueño acumulado de la noche pasada ahora recién hacía de las suyas. Estaba consciente que apenas me sentara iba a cerrar los ojos y quedarme dormida. Estaba segura que notó mi expresión adormilada y en cierta manera, lo contagie. —Yo también haré lo mismo, no aguanto el sueño y creo que pronto voy a quedarme dormida. Que tenga buena siesta. — Siseé, dedicándole una suave sonrisa y aunque demoré unos minutos entrar en ese trance del sueño, muy pronto ya estaba profundamente dormida, había llevado mi cabeza hacía la ventana.
Desperté, escuchando la voz de la azafata y di un sobresalto. Fue en ese momento que estaba muy cerca de Jasper y probablemente en algún momento había logrado moverme sintiéndome cómoda incluso en mis sueños a su lado. Traté de evitar sonrojarme y solo seguí las indicaciones de abrocharme mejor el cinturón.
Miré hacía la ventana y pude notar un paisaje muy precioso desde esa altura, mi rostro se iluminó de inmediato. — ¡Llegamos! — Enfaticé como una niña que acaba de descubrir un dulce. —Pero nos espera un arduo trabajo — Sí, no dejaría de ser profesional por nada, sin embargo, era un hecho que en esas horas libres me atrevería a pasear, imaginaba que habría guías turísticas en el hotel. —¿Me asustare de nuevo? — Como eran nuevos movimientos del avión al descender por ahora preferí mantener su mano muy alejada de la suya y así no dañarlo.
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
El rubio le hablaba con emoción y nostalgia acerca de los vuelos. Le gustaba recordar momentos importantes para él. Quizás pareciera tonto, pero Jasper atesoraba bien ese tiempo en que podía sentirse el hijo y no el heredero de todo el imperio hotelero. En ese sentido se podía decir que tenía mucho, pero al mismo tiempo poco. Pues lo que realmente importaba le faltaba y era presida esa relación cercana con sus padres. A veces deseaba que en vez de darle tantas reprimendas y responder, sacaran un montón para dejarle ver que, aun cuando tuviera sus defectos, podía lograrlo. Sentir ese apoyo y no sentirse presionado.
El detalle estaba en que esos lapsos de momentos de vulnerabilidad no solía demuéstralos con facilidad frente a la gente. Y ahí estaba siendo más él de lo que nunca fue frente a nadie. Un maldito loco coqueto, que podía llegar a ser muy insistente y descarado, pero que en el fondo podía tener un corazón justo.
La pobre chica se había quedado toda preocupada por el apretón que le había propiciado divido al temor. Por lo que Jasper insistía en que no había sido nada. Más aún, el chico igual había aprovechado de tenerla cerca y de paso de mostrarle su tonificado brazo.
El muchacho no podía evitar la sonrisa al notar lo emocionada y sorprendida que su asistente se encontraba al ver la cabina del piloto y sobre todo de la sorprendente vista que tenía. Por supuesto que no ignoro su comentario aun cuando no se lo estuviera diciendo directamente a él. - Suena como una de esas cosas que pones en tu lista de cosas por hacer en la vida. - comento el chico. Hacia la nota mental del dato. ¿Quién sabía? Tal ve podía hacer eso por primera vez también con él.
Al salir de la cabina, Jasper se acomodó en sí asiento dispuesto en tomar una siesta. El tiempo de vuelo era relativamente largo, así que era lo mejor que se podía hacer en estos casos para no desesperarse y no aburrirte. - Es lo mejor para hacer cuando estás en un vuelo largo. Así que en confianza, acomódate bien. - le aseguro. El CEO había tenido un sueño placentero. Pero más placentero le fue el descubrir al abrir sus ojos lo cercana que a él que se encontraba Elyse. Por lo que simplemente la dejo, no dijo nada, solo había dibujado una sonrisa en su rostro.
- Sí, mira allí está el aeropuerto. - le dijo inclinándose sobre ella para asomarse para ver por la ventana mientras le señalaba la pista de aterrizaje que aún parecía la pista de juguete de un niño. Cabe destacar que aquel movimiento había sido una excusa para estar cerca.- Oh, sí, sí. Por supuesto. Debemos asegurarnos de ser buenos anfitriones. - le dijo en cuanto al trabajo, volviendo a erguirse en su asiento y ajustar su cinturón de seguridad.
- Bueno, el descenso a veces puede ser un poco violento. Pero termina rápido. - pronto dieron las señales para asegurarse que todo mundo estuviera en su lugar. Se comenzaba a sentir como el avión descendía. Ya había bajado el tren de aterrizaje. El rubio miró a Elyse. - Tranquila. Piensa en esto como una montaña rusa. - Le dijo poniendo por un momento su mano sobre la de ella para intentar bajarle la tensión. Para luego quitarla solo que sin alejarla mucho, pues sabía que podía darle miedo y ya notaba como evitaba volver hacer lo de antes cuando en realidad a él no le molestaba.
Una vez el avión aterrizó, Jasper se estiró un poco. Para luego pasarse en el pasillo del avión viendo a Elyse con una amplia sonrisa. - ¡Bienvenida a Maruecos! - le anuncio con entusiasmo. - Ya verás que te encantará nuestro hotel de aquí. Está mucho más espectacular que en el que trabajamos. - le aseguro con mucho orgullo.
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
Deposite una mirada suave al magnate ante su comentario de la lista. Me encogí de hombros y terminé por recalcar. — Verá que no todos tenemos esas oportunidades en la vida. Sólo fue un comentario dudo que lo haga. — Porque imaginaba que sería costoso; prefería premiarme a mí misma con algunas cosas que siempre quise tener, la ropa que debía usar en el trabajo junto a buen maquillaje y ayudar a mi familia. Lo demás era extra.
A ambos nos había bajado el sueño y así fue como nos quedaron dormidos y despertamos cuando avisaron que ya habíamos llegado a Marruecos. ¿Tanto había dormido? Al menos había recuperado el sueño e iba a trabajar muy bien en todos los eventos que tenía cubrir por la empresa. Junto a largas reuniones donde debía estar cerca de la sala para entregar las correspondientes carpetas como su secretaria, muy pendiente al celular de la empresa ante llamados de confirmación y miles de cosas que ya me estaban estresando pero que tenían que salir perfectas.
Asentí a las palabras de Jasper y solo atiné a ignorar a su tediosa cercanía – es que también sabía que llamaba la atención e intimidaba – colocando mis manos en el respaldo de la silla y cerrando los ojos. Sólo que a diferencia de subir hasta las alturas bajar no fue del todo terrible, de hecho, cuando abrí un poco los ojos fue bonito como se veían los paisajes a una distancia muy corta desde la ventana.
Cuando sí bajamos del avión y estábamos en el aeropuerto toda mi ansiedad me entró al estar en un lugar diferente y no podía evitar mirar hacia a todas partes completamente maravillada y eso que era solo el aeropuerto.
—Es precioso. — Señalé con una linda sonrisa y con los ojos brillantes mirándolo solo un momento porque ya estaba bastante curiosa con todo. Realmente esperaba que en definitiva tuviera ese tiempo libre para recorrer aquellos paisajes.
—Estoy segura que sí. — Respondí. El hotel seguramente era increíble y con una gran infraestructura si era por algo que su familia era adinerada parecía ser que todos eran creativos y deseaban expandir en los diferentes continentes haciendo sus hoteles de una manera que no solo iba por la estética de su propio país, sino que moldeando las raíces del país que se encontraban ya quería verlo.
—¿Desayunaremos en el hotel, no? — Exclamé recordando de repente que eso me había dicho en algún momento pues ahora me placía repetir como se desayunaba en Marruecos ya que estaba con sed y aunque era de golosa más bien – no tenía mucha hambre – quería probar sus productos distintos, había averiguado que tenían ese toque rustico y algunos incluso comían con las manos. — Hay tiempo de sobra. — Ahora era la más motivada en aquello cuando antes me negaba pero ahora quería conocer nunca había estado en otro país. ¡También debía llevarles regalos a toda mi familia!
A ambos nos había bajado el sueño y así fue como nos quedaron dormidos y despertamos cuando avisaron que ya habíamos llegado a Marruecos. ¿Tanto había dormido? Al menos había recuperado el sueño e iba a trabajar muy bien en todos los eventos que tenía cubrir por la empresa. Junto a largas reuniones donde debía estar cerca de la sala para entregar las correspondientes carpetas como su secretaria, muy pendiente al celular de la empresa ante llamados de confirmación y miles de cosas que ya me estaban estresando pero que tenían que salir perfectas.
Asentí a las palabras de Jasper y solo atiné a ignorar a su tediosa cercanía – es que también sabía que llamaba la atención e intimidaba – colocando mis manos en el respaldo de la silla y cerrando los ojos. Sólo que a diferencia de subir hasta las alturas bajar no fue del todo terrible, de hecho, cuando abrí un poco los ojos fue bonito como se veían los paisajes a una distancia muy corta desde la ventana.
Cuando sí bajamos del avión y estábamos en el aeropuerto toda mi ansiedad me entró al estar en un lugar diferente y no podía evitar mirar hacia a todas partes completamente maravillada y eso que era solo el aeropuerto.
—Es precioso. — Señalé con una linda sonrisa y con los ojos brillantes mirándolo solo un momento porque ya estaba bastante curiosa con todo. Realmente esperaba que en definitiva tuviera ese tiempo libre para recorrer aquellos paisajes.
—Estoy segura que sí. — Respondí. El hotel seguramente era increíble y con una gran infraestructura si era por algo que su familia era adinerada parecía ser que todos eran creativos y deseaban expandir en los diferentes continentes haciendo sus hoteles de una manera que no solo iba por la estética de su propio país, sino que moldeando las raíces del país que se encontraban ya quería verlo.
—¿Desayunaremos en el hotel, no? — Exclamé recordando de repente que eso me había dicho en algún momento pues ahora me placía repetir como se desayunaba en Marruecos ya que estaba con sed y aunque era de golosa más bien – no tenía mucha hambre – quería probar sus productos distintos, había averiguado que tenían ese toque rustico y algunos incluso comían con las manos. — Hay tiempo de sobra. — Ahora era la más motivada en aquello cuando antes me negaba pero ahora quería conocer nunca había estado en otro país. ¡También debía llevarles regalos a toda mi familia!
Elyse Forest | Durante la mañana | Avión | Julio
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
A veces Jasper no podía comprender por qué Elyse se intentaba alejar lo más posible de lo que era el mundo de él. Sabía que no debía ser fácil viniendo de uno totalmente opuesto. Sin embargo, no era como si todos los que estuvieran en ese círculo fueran unos completos, insensibles. Los había por supuesto y bastantes. Más él, por su parte, aun cuando le encantaban los lujos, alardear de ellos y bueno, no era secreto que siempre había sido un mujeriego, pero eso era una cosa y otra que fuera de estas ratas de cuello blanco que buscan arroyar todo a su paso. Que no les importaban llevarse la vida de inocentes entre las patas para arruinárselas y beneficiarse él. No, el rubio no era de esas personas.
[color=#5851b2]- Tal vez pienses que no, pero no todos los ricos siempre lo fueron. Con esto solo quiero decir, es que nunca se sabe que trae con certeza el futuro. - no le insistió, quizás así algún día igual lograr hacer algo como eso sería una grata sorpresa para la chica. Solo no quería dejar de soñar. Porque era buena visualizando ideas, no tenía por qué negarse a visualizar una en la que fuera un sueño para ella.
El resto del viaje fue tranquilo, el chico había repuesto energías luego de aquella siesta. Elyse parecía evitar tener hasta el mínimo contacto con él cuando estaban a punto de aterrizar, aun cuando tuviera miedo. Aunque parecía que estaba algo menos asustada que con el despegue. Al menos había podido disfrutar de la visita de Marruecos con más tranquilidad. - Sí, la turbulencia puede causar miedo, pero el paisaje al volar vale la pena. - le aseguro. No todo era los lujos, cosas como estas valen la pena.
Cuando llegaron al fin al hotel que estaba ubicado de forma estratégica cerca del aeropuerto, se toparon con un enorme y lujoso Resort imponente frente a ellos. - Este es de todos, el mayor orgullo de papá. - le comentaba tranquilamente. - Así que por eso esta convención, debe salir bien o si no. - hizo un gesto con el dedo en el cuello. - Ah, bueno. Mejor no pensar en esa presión. Hasta el momento todo está marchando en orden. Además, cuando logremos echar andar el proyecto del hotel en Japón seguro o al menos eso, espero afloje un poco con sus exigencias. Y tu me ayudaras con eso. - admito con un suspiro de frustración mientras caminaba saludado al personal, en dirección hacia uno de los restaurantes. - Por supuesto que hay tiempo. Y creo que este restaurante te gustará es de comida Marrueca. - le aseguro mientras le hacía una seña para qué entrará mientras aguantaba la puerta. Claro, igual, no perdió la oportunidad de admirar el panorama de la chica al pasar.
Miro su reloj. - Creo que aún después de aquí hay oportunidad de visitar un lugar. - él conocía a Marruecos como la palma de su mano. Mejor los propios guías turísticos que los que había en el hotel. - Chaouen por él se le conoce como el azul de Marruecos. Además, que si dejas algún hueco podrás probar comida marrueca más tradicional directo de los puestos de la ciudad. Incluso puedes hacerte un harqus o encaje de henna en la mano o el pie. - le sugería buscando entusiasmarla con la idea.
Jasper Rousseau | Durante la mañana | Camino al Aeropuerto | Julio
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
Parecía que se había tomado personal mi comentario, pero no podía evitar ser sincera, no quería que me catalogara una resentida social pero las diferencias sociales eran claras en todo aspecto, y a muchos nos costaba seguir adelante. — Bueno he escuchado que los nuevos ricos son peores. Supongo que hay familias y familias, sin ofender, jefe. — Aclaré mientras me encogía de hombros y luego pasaba todo lo acontecido en el descenso del avión, llegando así al aeropuerto y a Marruecos al fin. Ya el aeropuerto era precioso y hasta olvide que había dicho que quería andar sola por estos lugares, lo peor es que el Magnate se conocía seguramente el lugar de memoria, por lo tanto, solo tenía que fiarme de él. No conocía nada así que podría ser lo mejor.
Nos dirigimos con rapidez al hotel y quede mucho más asombrada por como era y su infraestructura que empatizaba con la cultura de Marruecos y seguro que tenían a muchos clientes allí todo el año. Boquiabierta, contemplaba todo mi alrededor, miraba maravillada mientras escuchaba las palabras de Jasper. — Realmente es muy bonito y elegante. Con razón es un orgullo para su padre. — Con un semblante más serio, asentí. — Le aseguro que estaré atenta a todos los detalles para que todo salga perfecto. — Tenía una gran responsabilidad ahí después de él, por supuesto, que como nuevo empresario debía tener una actitud impecable y ante todo demostrar que valía, sabía que era joven y los demás de mayor edad podían dudar de su experiencia.
— Gracias por confiar en mi. Haré todo lo posible. — Sonreí emocionada. Porque sí iba a enfocarme de lleno en ese proyecto donde había tomado en cuenta mi idea. La verdad es que su actitud estaba siendo correcta y eso me relajó para seguir siendo más espontanea, solo esperaba que no saliera con alguno de sus comentarios idiotas y creídos.
— Usted dirá que puedo elegir — Dije por la comida marrueca mientras seguía sus pasos, entraba primero y seguía admirando también el fabuloso restaurante que tenía dentro, no quería ni pensar cuanto dinero había sido utilizado en toda la construcción y cuando valía quedarse un día en ese gran hotel, lo único que percaté que era muy probable que nadaban en dinero y una pequeña falla podría ser su destrucción, muy posible, que hasta tenían enemigos porque los Rosseau podrían causar envidias de los demás.
Me fui a sentar y lo miré a los ojos, ya estaba insistiendo en salir después de comer. Miré mi reloj también y solté un suspiro. — Creo que sí hay tiempo. Los lugares que menciona suenan interesantes. No sé si alcancemos con lo del encaje de henna pero... ¿Puede ser otro día? — Yo misma estaba sorprendida en acceder. — También deseo llevar regalos a mi familia. — Comenté. Era querendona con ellos y por primera vez le contaba algo tan personal como aquello. Estaba relajada y miré el menú porque no tenía idea que pedir, así que esperé que hiciera sus sugerencias.
Nos dirigimos con rapidez al hotel y quede mucho más asombrada por como era y su infraestructura que empatizaba con la cultura de Marruecos y seguro que tenían a muchos clientes allí todo el año. Boquiabierta, contemplaba todo mi alrededor, miraba maravillada mientras escuchaba las palabras de Jasper. — Realmente es muy bonito y elegante. Con razón es un orgullo para su padre. — Con un semblante más serio, asentí. — Le aseguro que estaré atenta a todos los detalles para que todo salga perfecto. — Tenía una gran responsabilidad ahí después de él, por supuesto, que como nuevo empresario debía tener una actitud impecable y ante todo demostrar que valía, sabía que era joven y los demás de mayor edad podían dudar de su experiencia.
— Gracias por confiar en mi. Haré todo lo posible. — Sonreí emocionada. Porque sí iba a enfocarme de lleno en ese proyecto donde había tomado en cuenta mi idea. La verdad es que su actitud estaba siendo correcta y eso me relajó para seguir siendo más espontanea, solo esperaba que no saliera con alguno de sus comentarios idiotas y creídos.
— Usted dirá que puedo elegir — Dije por la comida marrueca mientras seguía sus pasos, entraba primero y seguía admirando también el fabuloso restaurante que tenía dentro, no quería ni pensar cuanto dinero había sido utilizado en toda la construcción y cuando valía quedarse un día en ese gran hotel, lo único que percaté que era muy probable que nadaban en dinero y una pequeña falla podría ser su destrucción, muy posible, que hasta tenían enemigos porque los Rosseau podrían causar envidias de los demás.
Me fui a sentar y lo miré a los ojos, ya estaba insistiendo en salir después de comer. Miré mi reloj también y solté un suspiro. — Creo que sí hay tiempo. Los lugares que menciona suenan interesantes. No sé si alcancemos con lo del encaje de henna pero... ¿Puede ser otro día? — Yo misma estaba sorprendida en acceder. — También deseo llevar regalos a mi familia. — Comenté. Era querendona con ellos y por primera vez le contaba algo tan personal como aquello. Estaba relajada y miré el menú porque no tenía idea que pedir, así que esperé que hiciera sus sugerencias.
Elyse Forest | Durante la mañana | Avión, aeropuerto y luego Hotel | Julio
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
Hay familias, y familias… sí, eso era muy cierto y no se podía negar. Y muchas veces tampoco se podía englobar a todos los miembros de una en un mismo saco. Posiblemente, el no ser tan como su padre era lo que hacía que él mismo fuera tan duro con Jasper. Exigente a más no poder porque aun cuando le había dado semejante responsabilidad era más bien como si le hubiera dado una prueba. Una que si la reprobaba terminaba por sacarlo por completo del círculo de los Rousseau. Pues eso de que sé la pasará de fiesta en fiesta, de falda en falda, no iba con su señor padre. Aunque en el fondo el rubio tenía el presentimiento que tal vez en su juventud debió de tener sus momentos de locuras. Que no se hiciera el que no. No es como si nunca hubiera sido joven en algún momento.
- Te lo agradezco, es un evento importante y no puedo dejar que algo salga mal. - o de lo contrario las cosas se le complicarían. Sabía que su padre le pondría mil trabas y no lo ayudaría en nada para la construcción del hotel de Japón. Estaría completamente solo en eso y sí bien era la mejor manera de demostrarle que podía, tampoco quería arruinar la imagen del negocio familiar porque sabía que el señor Rousseau estaría largo tiempo sin dirigirle la palabra. - Necesito a los mejores de mi lado, y que mejor a quien me ilumino el bombillo para concebía la idea. - le aseguro mientras entraba al restaurante. Todo en este país era tan diferente. Era igual de bello que los demás hoteles, pero era al mismo tiempo tan diferente, la arquitectura marrueca sin duda era toda una obra de arte.
Le ayudo con la silla antes de sentarse el también. - Pues el desayuno marroquí es muy sencillo. Huevos fritos, pan marroquí, aceitunas negras con aceite de oliva. - su vista se deslizaba por el menú que casi en un abrir y cerrar de ojos un mesero les dejo. Ni siquiera por ser un restaurante casual para desayunar dejaba de tener ese toque elegante.
- Sí, sí. Son solo algunas sugerencias por aquello de aprovechar el tiempo. En el mismo Chaouen hay un mercado donde hay artesanías hechas por los locales. Podrías comprarles algo de allí si deseas comprar algo más autóctono y de paso aportar a la economía de las personas locales. - pues igual había tiendas de regalo en el hotel. Sin embargo, no era lo mismo.
Pronto el mesero apareció con la comida dejando todo sobre su mesa. - Buen provecho. - le dijo a Elyse antes de comenzar a probar su desayuno. Tal vez era sencillo, pero sin dudas estaba delicioso y al fin podía tener una comida completa pues, aunque los panecillos dulces del aeropuerto fueron una delicia ya se les habían ido a los pies y él necesitaba recuperar energías. Le esperaban unos días ajetreados.
Se escuchó el sonido de una campanita, era el celular de Jasper. Cuando miro el mensaje que llegaba su cara se tornó a una de mal humor. Al parecer ya Aneshka se había enterado de que había llevado a Elyse con él. - Ya me tiene harto. No voy a lidiar con ella ahora. - protesto, término por bloquear su número de teléfono. Sabía que se pondría más furiosa, pero no le importaba. Él era el jefe y ella tampoco era su novia ni esposa como para reclamarle nada. - Adivina quién amaneció de mal humor. - le dijo a su asistente, que bien ya conocía como la mujer lo ponía de los nervios.
Jasper Rousseau | Durante la mañana | Camino al Aeropuerto | Julio
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
Jasper no era tan molesto cuando se ponía serio y empezaba hablar de trabajo. Sin duda, lo encontraba un empresario muy eficiente y que realmente deseaba que prosperara su empresa, así que me daban ganas de ayudarlo en ese sentido porque contaría con mi apoyo siempre porque había confiado en mi desde un principio. Tenía todos los estudios aunque no encajaba del todo en el prototipo de los empleados que habían ahí a diferencia de quienes tenían trabajos más básicos, no como el mío. Generalmente venían de familias con más elegancia y en eso yo discrepaba bastante, supuse siempre que era por mi inteligencia y que solo se sintió atraído por mi para dejarme ahí, y deseaba que se lo quitara de la cabeza pues era importante que me considerara como una pieza clave, no dejaba de ser su asistente.
Cuando comenzamos hablar de la salida que tendríamos dentro de un rato lo escuchaba con atención. — Me parece perfecto, mis padres quedarán encantados con una artesanía. ¿Y alguna juguetería? Mi hermano aún es pequeño, quería llevarle algún juguete o peluche. — Señalé, al momento que brillaban aún con más intensidad mis ojos azules ya que imaginaba la reacción de este cuando me viera llegar con un regalo más para él. Siempre lo consentía y ahora que podía era mucho más.
Sonreí y asentí con la cabeza. En ese instante, trajeron el desayuno marroquí que se me apeteció enseguida. — Realmente luce muy rico, así que buen provecho. — Observé como lo hacía y recién comencé hacer lo mismo, disfrutando de los sabores y diferentes esencias. Toda comida tenía sus secretos y era rico degustar platos de diferentes culturas. Comí con timidez aunque sí consumí bastante y fue cuando mi estómago quedó lleno que escuché la campanita del celular de Jasper. Mi rostro se ensombreció al enterarme de quién se trataba.
— Que mujer más pesada de verdad parece tu novia y esposa, Dios se apiado de ti e hizo que no la aceptarás como una. ¿Acaso no tiene un poco de amor propio? — Se me escapó pero era lo que realmente pensaba. Y el sonido no dejaba de retumbar. — Mejor contesta y dices que estás ocupado, no tienes porque darle tantas explicaciones y no quiero que estes estresado solo por un mal rato, es lo que ella quiere: fastidiarlo. — Ya esa mujer me caía muy mal y ciertamente esperaba que en algún momento comenzará a molestarme mucho más a fondo a mi, no podía apartarme del jefe porque era la asistente.
— Contesté y luego damos ese paseo a aquel mercado que me dijo, se relajara y llegaremos con mucha buena vibra al evento. — Indiqué percatándome que antes no había sido tan formal al expresarme, mientras tomaba un trago de agua y mirando de mala gana el celular. Sin duda, aquella mujer ya me estaba cansando a mi porque pecaba de insistente. No eran celos, simplemente no podía creer que una mujer de su edad tuviera esas actitudes y la encontré mucho más inmadura. En el fondo, notaba que el jefe se estresaba con solo ver su nombre en el celular.
Cuando comenzamos hablar de la salida que tendríamos dentro de un rato lo escuchaba con atención. — Me parece perfecto, mis padres quedarán encantados con una artesanía. ¿Y alguna juguetería? Mi hermano aún es pequeño, quería llevarle algún juguete o peluche. — Señalé, al momento que brillaban aún con más intensidad mis ojos azules ya que imaginaba la reacción de este cuando me viera llegar con un regalo más para él. Siempre lo consentía y ahora que podía era mucho más.
Sonreí y asentí con la cabeza. En ese instante, trajeron el desayuno marroquí que se me apeteció enseguida. — Realmente luce muy rico, así que buen provecho. — Observé como lo hacía y recién comencé hacer lo mismo, disfrutando de los sabores y diferentes esencias. Toda comida tenía sus secretos y era rico degustar platos de diferentes culturas. Comí con timidez aunque sí consumí bastante y fue cuando mi estómago quedó lleno que escuché la campanita del celular de Jasper. Mi rostro se ensombreció al enterarme de quién se trataba.
— Que mujer más pesada de verdad parece tu novia y esposa, Dios se apiado de ti e hizo que no la aceptarás como una. ¿Acaso no tiene un poco de amor propio? — Se me escapó pero era lo que realmente pensaba. Y el sonido no dejaba de retumbar. — Mejor contesta y dices que estás ocupado, no tienes porque darle tantas explicaciones y no quiero que estes estresado solo por un mal rato, es lo que ella quiere: fastidiarlo. — Ya esa mujer me caía muy mal y ciertamente esperaba que en algún momento comenzará a molestarme mucho más a fondo a mi, no podía apartarme del jefe porque era la asistente.
— Contesté y luego damos ese paseo a aquel mercado que me dijo, se relajara y llegaremos con mucha buena vibra al evento. — Indiqué percatándome que antes no había sido tan formal al expresarme, mientras tomaba un trago de agua y mirando de mala gana el celular. Sin duda, aquella mujer ya me estaba cansando a mi porque pecaba de insistente. No eran celos, simplemente no podía creer que una mujer de su edad tuviera esas actitudes y la encontré mucho más inmadura. En el fondo, notaba que el jefe se estresaba con solo ver su nombre en el celular.
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02. Bienvenida a Marruecos Entre los sueños y la realidad |
El Rousseau estaba consiente de que a veces podía resultar en ser un poco intenso cuando se trataba de chicas. Pues estaba acostumbrado a que le hicieran caso a la de una. Sin embargo, con Elyse era diferente y quizás eso era lo que estaba haciendo, esto todo un desafío. Cosa que lo hacía pensar que quizás su insistencia con ella era algo diferente. Pues ahí estaba incluido intentando echarle la mano, con sus cosas. Elyse era una chica preparada, hermosa y humilde. Características que juntas no siempre se podían encontrar. Porque de verdad en el tiempo que llevaba delante de la empresa ninguna de las asistentes que había tenido antes había dado pie con bolas. Literalmente eran un florero de decoración en su oficina y eso, igual, lo estaba hartando. Se estaba dando cuenta que lo mejor era tener a alguien que lo complementara a su lado.
Jasper sonrió al notar que estaba aceptando sus sugerencias. - Pues no sé si una juguetería como tal, pero si creo que en los puestos deben vender cosas para niños. Ya sabes, deben de tener algo para los turistas que llegan con sus hijos. - los niños eran el primer motivo para detenerse a comprar algo. Estaba comprobado. Pues a la que veían algo bonito y colorido hacían a sus padres detenerse. No siempre se salían con las suyas, pero en estos casos al estar de vacaciones a veces podían ser más flexibles, y seguramente también terminaban comprando algo más para ellos. Sí, había prestado atención a la clase de negocios en la universidad, aunque algunos creyeran que no.
El desayuno estaba muy bueno y le hubiera sentado muchísimo mejor si no hubiera sonado su celular. ¿Porque no podía tener ni un solo bendito día de tranquilidad sin la presencia de Aneshka? Ni siquiera por tener el inmenso mar de por medio dejaba de molestarlo. Esta mujer se estaba ganado su rabia a pulso. No era su novio, no era su marido, ya ni siquiera era su amante. Tampoco sería su trofeo. Lo peor es que ya incluso su propia asistente estaba notando como lo podía de malas el asunto. - Ni lo digas. Sería el mismo infierno. - de solo pensar en la idea le daba escalofríos. ¿Cómo la hubiera aguantado si se le hubiera pasado por la mente semejante locura? Seguro se la pasaría pegada a él 24/7.
- La verdad… mi intención era más bien bloquearla. Dejarla ahí reventarse de la rabia hasta que regresemos del viaje y luego decir que no tenía servicio… Pero creo que lo que me dices es más sensato. - resoplo mientras miraba con desagrado la pantalla de su teléfono. Ni siquiera se cansaba de esperar a que respondiera. Era una maldita insistente. Soltó un suspiro. - Gracias sí. Lo voy a necesitar, prepara los oídos porque de seguro aun sin altavoz se le escuchara la bocotá. - dijo negando antes de presionar el botón verde en su pantalla.
- ¿Se puede saber por qué demonios te la llevaste? - Jasper puso los ojos en blanco. - Buenos días para ti también. Una, me bajas la voz. Dos estoy ocupado. Tres no tengo que darte explicaciones. Más bien, asegúrate de que todo lo que te pedí esté en orden. Adiós. - le dijo en un tono calmado pero demandante. Para luego aun escuchándolo, protestar colgarle. Posiblemente, era el peor error de su vida, nada peor que una mujer celosa y con el ego herido. Pero no se iba a dejar manipular por ella. Así que simplemente continuo su desayuno y tan pronto termino acompaño a Elyse al paseo por la ciudad Azul. Definitivamente, eso lo había relajado, sentir aire fresco y olvidar la voz irritante de su directora de ventas era un verdadero alivio.
Jasper Rousseau | Durante la mañana | Camino al Aeropuerto | Julio
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas Si dejas de intentarlo estarás más cerca del fracaso que del éxito. |
Que mal día.
Tenía que reconocerlo. Y era muy irónico pues después que llegamos de aquel mercado donde lo pasamos muy bien y disfrutamos como nunca del paseo donde incluso compre los regalos para mis padres. Ya íbamos con todas las pilas puestas y la energía para comenzar el evento, fue recién que supe cual era mi habitación pero no bastó mucho el tiempo ya que el evento estaba por empezar.
Y resultó muy mal.
No se presentaron todos, todo empezó a ordenarse tarde no fue a tiempo, empezaron a quejarse, no dejaron hablar del todo bien al jefe al cual se le notó el nerviosismo, también estaba muy nerviosa porque no entendía porque todo había terminado así, fueron horas eternas donde mi corazón casi se detuvo ni hablar del proyecto. Para el peor de los casos, ahí tuve que contestar al Señor Rousseau quién me habló muy mala forma y para que Jasper no sé diera cuenta solo atiné a pasarle el celular para que empezará hablar con él, y fue cuando nos separamos pues cada uno se fue por su lado.
Cuando entré a mi habitación solo me dí un baño y preferí dormir, pues ni siquiera tenía apetito. Aunque costó que conciliara mi sueño pude hacerlo, la almohada era muy cómoda y las esencias gobernaban el área provocando ese relajo en mi.
Fue cuando escuché un ruido de golpe en la puerta y se estaba formando un escándalo, miré el reloj de la mesa y quedé perpleja que eran las tres de la mañana. Los golpes seguían, sentí algo de temor, prendí la luz para colocarme la bata sobre mi pijama que era muy infantil y solo al acercarme a la puerta, pregunté. — ¿Quién es? — No alcanzó a responderme porque sentí que algunos alegaban por el ruido y el jefe contestaba en un tono que no era muy propio de él, por lo cual abrí la puerta con rapidez para hacerlo pasar.
El problema fue cuando lo ví. Su rostro estaba empañado en lágrimas tenía los ojos hinchados, su ropa lucía desordenada al igual que su cabello y emanaba un horrible olor de alcohol. — Por Dios, jefe...— Señalé preocupada, sin decir mucho más porque imaginaba la razón y el hecho porque estaba así. Solté un suspiro y trate de sostenerlo pues apenas se podía mantener en pie — ¿Qué ocurre? Tranquilo... ¿Por qué vino aquí? — Aquello era lo único que no lograba entender, pero fui paciente y trataría de escuchar lo que tenía que decirme, quizás no quería volver a su cuarto ni nada. Aparte de la borrachera lo que hizo que no lo echara de ahí fue que nunca lo había visto tan angustiado y triste en los meses que llevaba trabajando ahí.
Tenía que hacer algo.
Tenía que reconocerlo. Y era muy irónico pues después que llegamos de aquel mercado donde lo pasamos muy bien y disfrutamos como nunca del paseo donde incluso compre los regalos para mis padres. Ya íbamos con todas las pilas puestas y la energía para comenzar el evento, fue recién que supe cual era mi habitación pero no bastó mucho el tiempo ya que el evento estaba por empezar.
Y resultó muy mal.
No se presentaron todos, todo empezó a ordenarse tarde no fue a tiempo, empezaron a quejarse, no dejaron hablar del todo bien al jefe al cual se le notó el nerviosismo, también estaba muy nerviosa porque no entendía porque todo había terminado así, fueron horas eternas donde mi corazón casi se detuvo ni hablar del proyecto. Para el peor de los casos, ahí tuve que contestar al Señor Rousseau quién me habló muy mala forma y para que Jasper no sé diera cuenta solo atiné a pasarle el celular para que empezará hablar con él, y fue cuando nos separamos pues cada uno se fue por su lado.
Cuando entré a mi habitación solo me dí un baño y preferí dormir, pues ni siquiera tenía apetito. Aunque costó que conciliara mi sueño pude hacerlo, la almohada era muy cómoda y las esencias gobernaban el área provocando ese relajo en mi.
Fue cuando escuché un ruido de golpe en la puerta y se estaba formando un escándalo, miré el reloj de la mesa y quedé perpleja que eran las tres de la mañana. Los golpes seguían, sentí algo de temor, prendí la luz para colocarme la bata sobre mi pijama que era muy infantil y solo al acercarme a la puerta, pregunté. — ¿Quién es? — No alcanzó a responderme porque sentí que algunos alegaban por el ruido y el jefe contestaba en un tono que no era muy propio de él, por lo cual abrí la puerta con rapidez para hacerlo pasar.
El problema fue cuando lo ví. Su rostro estaba empañado en lágrimas tenía los ojos hinchados, su ropa lucía desordenada al igual que su cabello y emanaba un horrible olor de alcohol. — Por Dios, jefe...— Señalé preocupada, sin decir mucho más porque imaginaba la razón y el hecho porque estaba así. Solté un suspiro y trate de sostenerlo pues apenas se podía mantener en pie — ¿Qué ocurre? Tranquilo... ¿Por qué vino aquí? — Aquello era lo único que no lograba entender, pero fui paciente y trataría de escuchar lo que tenía que decirme, quizás no quería volver a su cuarto ni nada. Aparte de la borrachera lo que hizo que no lo echara de ahí fue que nunca lo había visto tan angustiado y triste en los meses que llevaba trabajando ahí.
Tenía que hacer algo.
Elyse Forest | Madrugada | Hotel: Habitación | Julio
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas SI DEJAS DE INTENTARLO ESTARÁS MÁS CERCA DEL FRACASO QUE DEL ÉXITO. |
Cuando Jasper partió hacia el viaje a Marruecos lo hizo visualizando su más grande acierto con esta actividad. Era como esa llave que le haría ver a su padre de que estaba haciendo las cosas bien. Que confiara en él, no había nada que temer. Que a pesar de su vida loca cuando se trataba del trabajo buscaba hacer lo mejor posible. Que de una vez por todas lo notara y dejara de comparar con el éxito que tenía su hermana, quien había logrado su propio negocio fuera de las Empresas Rousseau. Adoraba a su hermana, y ella a él, pero su padre no dejaba de hacer hincapié en como desearía que fuera coló ella. Así que este habría sido el momento, pues con ello su padre le daría el visto bueno para el proyecto que tenía planeado con la ayuda de Elyse del hotel en Japón.
Lo había hecho todo con tiempo, no recordaba que nada se le hubiera quedado. Podría jurar que todo estaba marchando como se debía y que si había algún error o algo fuera de lugar de seguro se trataría de algún aspecto técnico, más culpa de los arrebatos de la tecnología que a veces podía ser traicionera. Pero no fue así. Mientras estaba por comenzar el evento, todo fue una cadena de eventos desafortunados. Que terminó en un desastre. Todo se atraso, la gente se quejaba. Les cambiaron los títulos a los invitados a la hora de presentarlos. Las presentaciones de los audiovisuales no eran las que él había aprobado. Por el contrario, se veían hechas de manera mediocre que parecía hecho por un niño en Paint. Fue ahí cuando los altos ejecutivos que estaban presentes dijeron no más. Esto es una falta de respeto y comenzaron a largarse dejando solo el salón de conferencias.
El rubio estaba que se moría de vergüenza, de rabia y preocupación. Los nervios los tenía de punta y había estado de aquí para allá intentando evitar que todos se fueran. Había olvidado por completo su celular de no ser porque Elyse se lo había entregado. Para su desgracia ya todo el desmadre había volado a oídos de su padre. El chico por más que le insistió que no había sido su culpa, que lo había planeado bien y que no entendía lo que pasó, aun así su padre no le creyó y para rematar le había asegurado que era la peor decepción de su vida dándole un ultimátum de que un tropiezo más y estaba frito.
Jasper estaba tan abrumado que por primera vez en su vida que no supo qué hacer. Sentía la rabia e impotencia correr por su cuerpo al mismo tiempo. Le dio el visto bueno a Elyse que se retirara a descansar y él se fue a la barra a intoxicarse de alcohol pensando que así reprimiría las ganas, incluso de llorar que tenía por el coraje tan grande que estaba pasando. Estaba hasta las narices de alcohol cuando sonó la notificación de sus mensajes.
"Espero la estés pasando de maravilla amorcito. ¿Te gustó el regalito que te dejé? Es para que lo pienses bien antes de jugar conmigo precioso. " el rostro del rubio se ensombreció más, agarró él baso y lo lanzó a la pared asustando al bartender. - ¡Maldita Zorra! - Exclamó con rabia y entrecortado. - Dame otro… - Le pidió, el otro chico parecía no querer seguir dándole más alcohol, no estaba bien, pero era el jefe, así que no quiso desafiaron.
Sin darse cuenta por puro instinto, llego a la puerta de Elyse. Posiblemente, porque para él era la única en que podía confiar. Los demás no valían la pena. Tocó la puerta, ni siquiera sé podía mantener en pie mucho rato. Ya incluso sus ojos no habían podido aguantar más las lágrimas de frustración, por lo que se veían las marcas de por donde habían rodado mejillas abajo en su rostro. - ¿Qué hice mal para que me pase esto? - Cuestionó como si ella pudiera tener la respuesta. - No, no…no quiero estar solo… pero allí abajo ahora mismo todos me odian por pensar que puede perder su empleo por mi culpa… y no fue mi culpa. Fue… fue culpa de la zorra de Aneshka. - aseguro recostado del marco de la puerta para no caer. - Solo confío en ti... pero igual tal vez me odias por ponerte en esta situación. - decía un poco enredado entre los efectos del alcohol, para luego por un momento mirarla a los ojos.
Jasper Rousseau | HOTEL: HABITACIÓN | MADRUGADA | Julio
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas Si dejas de intentarlo estarás más cerca del fracaso que del éxito. |
Observé por primera vez a Jasper como persona. Una que tenía sentimientos, que podía llegar a ser muy vulnerable y que si era un pedante era más bien porque era tan solo una coraza ya que tenía que mostrarse fuerte frente a todos los desafíos y retos que llevaban a ser un buen líder de empresa. Supe al verlo, cuantas cargas llevaba encima y lo frustrante que era que todo lo que se esmeró en realizar semanas antes se iba abajo quizás porque razón. No era idiota, sabía que alguien quería perjudicarle, que no deseaba verlo surgir ¿Sería su propio padre? ¿Enemigos envidiosos de la empresa? ¿Algún amigo que no lo era realmente? ¿O Aneshka?
Sentí ese dolor como mío. Siempre me quejaba de la vida que tenía al no tener tantas comodidades y estaba acostumbrada a tener amor familiar. Nadie me pedía nada, todo lo hacía por mi propio esfuerzo para poder ayudarlos y mi misma. No tenía cargas encima, nadie me presionada y realmente era afortunada, no sabía si era solo aquí o la sociedad cuando había dinero de por medio solía ser muy cruel. Jasper estaba destrozado, traté de aguantar las lágrimas que quisieron escapar de mi ojos, tenía que estar fuerte para él, para poder contenerlo. Éramos asistente y jefe, solo que ahora Jasper era alguien que me necesitaba y eso si podía dárselo con toda la empatía del mundo, estaría ahí para él y así ayudarlo.
Trataba de sostenerlo, teniendo paciencia y escuchando lo que decía. Abrí la boca de la sorpresa al enterarme que no había sido más que esa vieja bruja la causante de todo. La deteste con mi vida. porque todo era por un capricho al no venir al hotel con ella. Una verdadera inmadura y obsesiva, claro, mi jefe se la había buscado antes pero ya no quería estar atado a ella y tenía derecho de hacerlo mucho más como veía que se esmeraba en la empresa, un trabajo donde yo también participaba y era perjudicada.
Negué con la cabeza y me puse frente a él, sujetando fuertemente y con cariño sus manos. — No, no lo odio. ¿Cómo podría odiarlo cuando sé perfectamente que todo sucedió por terceros? Tanto usted y yo, estuvimos trabajando demasiado viendo cada detalle para que el evento saliera perfecto. No podría odiarlo y puede confiar en mí siempre. — Le dediqué una cálida sonrisa. — Aparte de una asistente tiene una amiga ¿Está bien? — Trate de tranquilizarlo y contenerlo, me atreví acariciar su mejilla para aprovechar de secar algunas lágrimas. — Venga conmigo, siéntese. Le prepararé un café. — Le ayude a caminar con todo el cuidado posible y por suerte los sillones estaban cerca, asegurándome que quedara bien sentado aún seguía sujetando su mano. Solté un suspiro. También tenía rabia es que no podía creer que hubiera una mujer tan cruel como aquella. Lo único que hacía era alejarlo.— Entiendo lo que pasa, las personas suelen ser así de crueles cuando no tienen lo que quieren, pero me alegra que usted es diferente, no deje que se salga con la suya. — Porque claro, Jasper al sentirse débil podría terminar flaqueando y darle todo el poder. No, eso no podía suceder por nada.
— Voy por el café... — Fui rápidamente a la cocina a prepararlo, solo que antes al pasar cerca del baño, fui por una caja de pañuelos y se lo pase. También al notar que estaba muy ebrio y no se quitaría fácil, iba a decirle que se fuera a tomar una ducha fría, pero creía que lo que más necesitaba Jasper en ese momento era desahogarse y hablar. Sería oyente y su consejera.
Sentí ese dolor como mío. Siempre me quejaba de la vida que tenía al no tener tantas comodidades y estaba acostumbrada a tener amor familiar. Nadie me pedía nada, todo lo hacía por mi propio esfuerzo para poder ayudarlos y mi misma. No tenía cargas encima, nadie me presionada y realmente era afortunada, no sabía si era solo aquí o la sociedad cuando había dinero de por medio solía ser muy cruel. Jasper estaba destrozado, traté de aguantar las lágrimas que quisieron escapar de mi ojos, tenía que estar fuerte para él, para poder contenerlo. Éramos asistente y jefe, solo que ahora Jasper era alguien que me necesitaba y eso si podía dárselo con toda la empatía del mundo, estaría ahí para él y así ayudarlo.
Trataba de sostenerlo, teniendo paciencia y escuchando lo que decía. Abrí la boca de la sorpresa al enterarme que no había sido más que esa vieja bruja la causante de todo. La deteste con mi vida. porque todo era por un capricho al no venir al hotel con ella. Una verdadera inmadura y obsesiva, claro, mi jefe se la había buscado antes pero ya no quería estar atado a ella y tenía derecho de hacerlo mucho más como veía que se esmeraba en la empresa, un trabajo donde yo también participaba y era perjudicada.
Negué con la cabeza y me puse frente a él, sujetando fuertemente y con cariño sus manos. — No, no lo odio. ¿Cómo podría odiarlo cuando sé perfectamente que todo sucedió por terceros? Tanto usted y yo, estuvimos trabajando demasiado viendo cada detalle para que el evento saliera perfecto. No podría odiarlo y puede confiar en mí siempre. — Le dediqué una cálida sonrisa. — Aparte de una asistente tiene una amiga ¿Está bien? — Trate de tranquilizarlo y contenerlo, me atreví acariciar su mejilla para aprovechar de secar algunas lágrimas. — Venga conmigo, siéntese. Le prepararé un café. — Le ayude a caminar con todo el cuidado posible y por suerte los sillones estaban cerca, asegurándome que quedara bien sentado aún seguía sujetando su mano. Solté un suspiro. También tenía rabia es que no podía creer que hubiera una mujer tan cruel como aquella. Lo único que hacía era alejarlo.— Entiendo lo que pasa, las personas suelen ser así de crueles cuando no tienen lo que quieren, pero me alegra que usted es diferente, no deje que se salga con la suya. — Porque claro, Jasper al sentirse débil podría terminar flaqueando y darle todo el poder. No, eso no podía suceder por nada.
— Voy por el café... — Fui rápidamente a la cocina a prepararlo, solo que antes al pasar cerca del baño, fui por una caja de pañuelos y se lo pase. También al notar que estaba muy ebrio y no se quitaría fácil, iba a decirle que se fuera a tomar una ducha fría, pero creía que lo que más necesitaba Jasper en ese momento era desahogarse y hablar. Sería oyente y su consejera.
Elyse Forest | Madrugada | Hotel: Habitación | Julio
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas SI DEJAS DE INTENTARLO ESTARÁS MÁS CERCA DEL FRACASO QUE DEL ÉXITO. |
El muchacho se encontraba tocando fondo y lo peor del caso es que ni siquiera lo había hecho por su propia cuenta. Le dolía el haber hecho tanto esfuerzo por complacer a su padre, porque al fin lo reconociera y llegaba esta bruja para arruinarlo todo. Lo peor no era la traición de Aneshka. No, lo peor era el dolor de darse cuenta de que su padre realmente nunca creyó que podía lograr hacer algo bien. Ahora tal vez estaba muy aturdido, confundido y dolido, pero luego se daría cuenta de que debía de hacer las cosas por superarse a sí mismo y no por complacer a otros. Ni siquiera a su familia, esos era los primeros en destrozar cuando no cumplían sus expectativas. Es que aunque no se podía generalizar, así solían ser la mayoría de las familias poderosas. Ese calor y amor de familia rara vez existía.
En cierto modo, él deseaba tener una familia amorosa. La verdad en estos momentos quería cambiarlo todo por algo, aunque sea parecido al amor familiar.
Se le había pasado la mano con el alcohol, pero al mismo tiempo eso y el mal rato que había pasado lo había hecho sacarse toda esa coraza de chico liberal, despreocupado, que obtenía todo lo que deseaba. No quería estar solo, pero al mismo tiempo se había encontrado con que todo mundo estaba dándole la espalda. Y es que aunque fuera el que estuviera al frente del negocio familiar, la lealtad de los empleados de Marruecos no era la misma que la que tenían los de su Hotel, cede que al menos podían interactuar con él más de cerca. Pues esos sí, al menos tenían la constancia que a pesar de su forma de ser, el muchacho procuraba no perjudicar a sus empleados. Pero esto de aquí lo habían visto como alguien que no le importaba nada y poco responsable. Era todo muy injusto.
Miro a Elyse con una mirada de frustración y hasta vergüenza por haberse dejado caer en las garras de aquella mujer. Sin embargo, ya luego vería como ajustaría cuentas con ella porque eso no se podía quedar así. Solo que ahora no podía pensar en nada. Por otro lado, muchacha lo veía con una mirada tan comprensiva y amorosa que era la primera vez que sentía que alguien genuinamente se preocupaba por él. Pues ya hacía bastante tiempo en el que no recordaba esos gestos maternales que solía tener con él de niño. Igual también era que él se la pasaba fuera y se veían muy poco. No podía ser del todo injusto con ella, pues no era igual a su padre.
- No sabes cuanto me alivia eso. Pero parece que eres la única porque si vieras los rostros de los demás… pareciera como si no me quisieran creer. - no era justo que actuaran así, la castaña era la mayor testigo de lo que habían trabajado en ello, pues había sido parte de lograr que ese evento saliera bien.
El chico sintió las cálidas manos de Elyse en las suyas. - No, no tienes idea de cómo te agradezco que no me dejes solo. Me deja saber que no estoy tan solo como pensaba. - le decía en un tono triste y ahogado. Cerró los ojos al sentir como la chica secaba con sus dedos las lágrimas en su rostro. Nunca se había dejado ver llorar, pero hoy no lo podía ni siquiera evitar. - Todos necesitamos una amiga… como tú. - añadió apretando suave su otra mano.
La siguió como pudo, de no ser por su ayuda de seguro se hubiera caído al suelo porque casi no podía sostener en pie. - Está bien, no creo que me dejes tomar otro trago más. ¿Verdad? - así era, la chica difícil lo dejaba por su propio bien. - Sí, pienso que mejor el café… debo tener un aspecto de dar pena ajena. - Admitió mientras se recostaba en el mueble. - Es que tal vez podría ser algo prepotente y pretencioso, pero no me gusta ser injusto. Pero algunos abusan de la confianza. - decía ahora con rabia. - Se cree que soy su juguete la muy maldita. Pero esto no se puede quedar así. No conseguirá lo qué quiere. No le daré el gusto, tengo dignidad a diferencia de ella. - decía mientras apretaba uno de los cojines del mueble mientras aún seguían saliendo lágrimas de rabia y coraje.
- Pero mi padre… eso es lo que más me duele Elyse. No me creyó, me dijo… me dijo que he sido la mayor decepción de su vida. - culminó ya con la voz completamente quebrada, pues era lo que más le dolía de todo.
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas Si dejas de intentarlo estarás más cerca del fracaso que del éxito. |
Dejé que sé expresara, trataba de entenderlo porque su voz resonaba entrecortada por su estado. Siempre mantuve un semblante tranquilo y sonreí cuando el jefe poco a poco comenzaba a tranquilizarse, aceptando incluso que podía llegar a ser una buena amiga.
Cuando estuve en el sillón lo detuve, pues era mucho más importante ir a preparar el café y menos mal que no demoré mucho, espere que se levantará ya que estaba recostado y comencé a pensar en nueva opinión. Al café no le había echado azúcar para que quedara cargado y así también quitara esa sensación de ebriedad de su sistema, la pena y frustración solo iba a poder sacarla con una conversación, y ante todo apoyo. Se notaba que se sentía solo, mucho más porque su padre ni siquiera estaba presente, ni siquiera lo había escuchado y no creyó en sus palabras. Un padre de verdad escucha las palabras de su hijo, no reconocía sus habilidades y para peor le dijo que era su mayor decepción. ¿Cómo no iba a estar triste?
Acerqué la taza para que se la bebiera con lentitud mientras me sentaba a su lado para comenzar hablar. — Ahora sí puedo charlar con más calma, necesitaba que estuvieras sentado y tomando este amargo café, te ayudará. — Murmuré con una nueva sonrisa, mientras me mantenía ahí y no pensaba alejarme hasta que se tranquilizara y dejara de llorar. Había mentalizado todo lo que él dijo aunque me detuve más en el tema de Aneshka y su padre que era lo que más pesaba en el rubio.
Solté un nuevo suspiro.
—Es que debe haber una forma para que te deje tranquilo y sé de cuenta que no eres de su propiedad. Se cree con mayores influencias, cuando la realidad eres que tú tienes más poder en la empresa. ¿Qué crees tú que la haría retroceder? — Cabía la posibilidad que nada y que la mujer no se cansaría hasta tenerlo nuevamente con ella y simplemente Jasper no por miedo tenía que darle ese placer. — Es que me temo que terminarás cansándote y volviendo hacia a ella para que todo salga bien y no es justo, es lo que ella quiere no tú. Que mujer más obsesiva, no tiene dignidad. — La realidad es que me valía bien poco lo que opinará y pensará de mi, sin duda alguna, no tenía miedo ya que lo peor que podía pasar era ser despedida producto de sus mentiras y manipulaciones. Ganas sentía de enfrentarla.
— En cuanto a tu padre... sí es una lástima. — Viendo como acababa su café fue recién que tomé su mano. Es que el tema era fuerte, no dejaba de ser su padre, por lo general, los hijos desean hacer sentir orgullosos a sus padres, pero sí lo trataba siempre de esa manera lo único que iba a conseguir es que Jasper se alejara. — Pero ¿Realmente crees que eres una decepción? Yo creo que no... vi como te esforzaste durante estos días, y bueno durante todo un mes he trabajado con usted, sabe separar las cosas... aunque a veces sí se pone un poco cargante conmigo — Puse los ojos en blanco y negué con la cabeza, igual lo decía como chiste de anécdota porque sí era todo un coqueto. — ... Solo a veces, pero hace su trabajo bien. Siempre va a tener comentarios mal intencionados, lo que está haciendo su padre no es lo adecuado debió creer en sus palabras, quiero imaginar que es porque estaba enojado y cambie de opinión, pero si no es así es sólo usted quién debe demostrar lo contrario. Puede llegar hacer grandes cosas. No te desanimes. — Seguía acariciando su mano. Trataría de contenerlo a toda costa, sabía que podría caer en un vacío y ante todo tenía que saber levantarse.
—Es que no todo es fácil, ya sé esta dando cuenta que toda realidad habrán presiones por muy distintas que sean. Tu dificultad no es el dinero, va más allá y tienes que aprender a solucionarlo. Puedes caerte cientos de veces y ahí va el aprendizaje; tienes que levantarte— Lo aconsejaba, usando un tono suave todo el tiempo. Me estaba involucrando más de la cuenta y lo sabía, no podía evitarlo, porque si trabajaba directamente con él, había visto todo lo de la organización y por unos estupidos temas de celos todo había acabado mal. Tampoco podía quedarme con los brazos cruzados, era una completa injusticia. — Y lo siento, todo este rato he hablado de un modo informal, también siento rabia no puedo negarlo. — Finalice, negando con la cabeza. Sí, lo cierto es que preferí hablar de esa manera como si fuera un amigo que tenía que apoyar, en estas instancias no era mi jefe.
Cuando estuve en el sillón lo detuve, pues era mucho más importante ir a preparar el café y menos mal que no demoré mucho, espere que se levantará ya que estaba recostado y comencé a pensar en nueva opinión. Al café no le había echado azúcar para que quedara cargado y así también quitara esa sensación de ebriedad de su sistema, la pena y frustración solo iba a poder sacarla con una conversación, y ante todo apoyo. Se notaba que se sentía solo, mucho más porque su padre ni siquiera estaba presente, ni siquiera lo había escuchado y no creyó en sus palabras. Un padre de verdad escucha las palabras de su hijo, no reconocía sus habilidades y para peor le dijo que era su mayor decepción. ¿Cómo no iba a estar triste?
Acerqué la taza para que se la bebiera con lentitud mientras me sentaba a su lado para comenzar hablar. — Ahora sí puedo charlar con más calma, necesitaba que estuvieras sentado y tomando este amargo café, te ayudará. — Murmuré con una nueva sonrisa, mientras me mantenía ahí y no pensaba alejarme hasta que se tranquilizara y dejara de llorar. Había mentalizado todo lo que él dijo aunque me detuve más en el tema de Aneshka y su padre que era lo que más pesaba en el rubio.
Solté un nuevo suspiro.
—Es que debe haber una forma para que te deje tranquilo y sé de cuenta que no eres de su propiedad. Se cree con mayores influencias, cuando la realidad eres que tú tienes más poder en la empresa. ¿Qué crees tú que la haría retroceder? — Cabía la posibilidad que nada y que la mujer no se cansaría hasta tenerlo nuevamente con ella y simplemente Jasper no por miedo tenía que darle ese placer. — Es que me temo que terminarás cansándote y volviendo hacia a ella para que todo salga bien y no es justo, es lo que ella quiere no tú. Que mujer más obsesiva, no tiene dignidad. — La realidad es que me valía bien poco lo que opinará y pensará de mi, sin duda alguna, no tenía miedo ya que lo peor que podía pasar era ser despedida producto de sus mentiras y manipulaciones. Ganas sentía de enfrentarla.
— En cuanto a tu padre... sí es una lástima. — Viendo como acababa su café fue recién que tomé su mano. Es que el tema era fuerte, no dejaba de ser su padre, por lo general, los hijos desean hacer sentir orgullosos a sus padres, pero sí lo trataba siempre de esa manera lo único que iba a conseguir es que Jasper se alejara. — Pero ¿Realmente crees que eres una decepción? Yo creo que no... vi como te esforzaste durante estos días, y bueno durante todo un mes he trabajado con usted, sabe separar las cosas... aunque a veces sí se pone un poco cargante conmigo — Puse los ojos en blanco y negué con la cabeza, igual lo decía como chiste de anécdota porque sí era todo un coqueto. — ... Solo a veces, pero hace su trabajo bien. Siempre va a tener comentarios mal intencionados, lo que está haciendo su padre no es lo adecuado debió creer en sus palabras, quiero imaginar que es porque estaba enojado y cambie de opinión, pero si no es así es sólo usted quién debe demostrar lo contrario. Puede llegar hacer grandes cosas. No te desanimes. — Seguía acariciando su mano. Trataría de contenerlo a toda costa, sabía que podría caer en un vacío y ante todo tenía que saber levantarse.
—Es que no todo es fácil, ya sé esta dando cuenta que toda realidad habrán presiones por muy distintas que sean. Tu dificultad no es el dinero, va más allá y tienes que aprender a solucionarlo. Puedes caerte cientos de veces y ahí va el aprendizaje; tienes que levantarte— Lo aconsejaba, usando un tono suave todo el tiempo. Me estaba involucrando más de la cuenta y lo sabía, no podía evitarlo, porque si trabajaba directamente con él, había visto todo lo de la organización y por unos estupidos temas de celos todo había acabado mal. Tampoco podía quedarme con los brazos cruzados, era una completa injusticia. — Y lo siento, todo este rato he hablado de un modo informal, también siento rabia no puedo negarlo. — Finalice, negando con la cabeza. Sí, lo cierto es que preferí hablar de esa manera como si fuera un amigo que tenía que apoyar, en estas instancias no era mi jefe.
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas SI DEJAS DE INTENTARLO ESTARÁS MÁS CERCA DEL FRACASO QUE DEL ÉXITO. |
Jasper tomo aquella tasa de café a duras penas, pues sus manos se encontraban temblorosas por su estado. Probablemente debido a una combinación de tener los nervios de punta y el exceso de alcohol en su cuerpo. Le dio un sorbo, pero no mucho, le supo amargo, hizo una mueca. Era probable que igual le supiera aún más de la cuenta debido a los rastros de alcohol en su boca. - Ya lo noté. - Respondió haciendo una mueca luego de haber probado el café. - Pero gracias. - al final de cuenta era el menor de sus problemas, sin contar que tal como se lo estaba dando era como realmente lo necesitaba para cortar toda esa borrachera que traía sobre él.
Sin que se le quedara nada por dentro tal como lo sentía, había soltado todo. No podía tapar el sol con un dedo, estaba solo luego de las declaraciones de su padre. Además, tampoco podría ocultarle a Elyse que Aneshka estaba involucrada en ello. La muy descarada se lo dijo, aunque de forma indirecta para no comprometerse. Era una maldita bruja. - Lo sé, aunque ahora tengo la mente muy bloqueada. Pero sea como sea lo que no quiero es darle gusto. - le aseguro. Es que aun con todo el desmadre que armo no quería literalmente venderse con tal de que se quedara tranquila.
- Sí, no la tiene, ya… ya me tiene harto. Lo peor de todo es que realmente no tengo pruebas contundentes para acusarla. Y algo me dice que fue ella misma quien debió haber ido con el chisme a mi padre. - teorizo. La mujer llevaba más tiempo que él trabajando en la empresa y siempre había sido de confianza de su padre. Una mujer seria, según él. Pero desde que se encaprichó con Jasper, quien era bastante más joven que ella, parecía que se había cegado y quería tenerlo a como diera lugar. Lo triste era darse cuenta de que su padre confiaba más en ella que en él.
Volvió a tomar un poco de más café, al menos ya no le sabía tan mal en el segundo intento. Quizás igual era porque no le estaba prestando tanta atención, pues estaba más centrado en lo que le contaba a Elyse, sentía tanto dolor y rabia que el sabor amargo era dulce al lado de cómo se sentía.
Hizo pucheros al escuchar como ella le decía que no crea que fuera una decepción. - Sé que he luchado… pero a veces te repiten las cosas tanto que te las crees. Nunca he recibido algo tan simple como bien hecho, sigue así. Mucho menos un estoy orgulloso de ti. Trato y trato, nada de lo que hago le es suficiente. - le respondió. - Duele porque es mi padre, si fuera otra persona… pero es él y no es justo. - Soltó un suspiro frustrado. - Lo sé, a veces soy medio pesado y… lo siento, pero es que eres muy guapa y me distraigo fácil. - comento soltando al fin una risita algo débil por su comentario.
Sentir sus manos lo estaban ayudando a calmarse, habían sido demasiadas emociones al mismo tiempo y había estallado, así que ahora debía intentar calmarse para poder pensar con claridad. Aunque eso último posiblemente no lo lograra hasta el otro día cuando se le fuera el alcohol del sistema y se le pasara la cruda.
Una sonrisa en medio de aquel rostro con ojos tristes que estaban rojos y las mejillas decoradas con las marcas que habían dejado sus lágrimas. - Ni te disculpes por eso. Tus palabras… tus palabras me han dado ánimo. Al menos sé que no soy el problema, simplemente el camino es complicado. No me voy a rendir… eso no. Solo siento que explote, pero no me va a vencer. - aseguro decidido a pasar la página. - ¿Te puedo pedir algo? - le pregunto mientras la veía a los ojos. - ¿Me darías un abrazo? - añadió aún con ese tono de voz triste, pero al menos no tan ahogado como antes, se notaba más calmado y esa era buena señal.
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas Si dejas de intentarlo estarás más cerca del fracaso que del éxito. |
Al menos estaba tranquila que no iba entrar en el juego de aquella mujer tan obsesiva que lo único que hacía era destrozar su vida. Lamentaba que fuera cercana a su padre y que este tomará más en cuenta su opinión que la de su propio hijo. Quise detenerme ahí, mientras sujetaba sus manos.— Es que creo que debes demostrarle lo contrario. Que eres capaz de llevar la empresa a la cima... pero ¿Realmente te interesa? Porque quizás es cliché pero los hijos no siempre quieren seguir el camino de sus padres así que si nota que es una obligación más que una vocación o que vas a ser responsable, muy probable que tenga inseguridades. No lo justificó, para nada.. pero si esa la debilidad que hay siempre lo va a recalcar, y es ahí donde tienes que demostrarle que no es así, ignorando incluso su dicho que eres una decepción. — Preferí omitir lo de aquella mujer, porque tenía la impresión que recalcaba las debilidades de Jasper y nunca lo dejaría surgir pues lo iba a preferir vulnerable, con poco apoyo para así llegar a ella, ya que no tendría otra opción. Y no... no lo iba a permitir, era una situación muy injusta y quería que Jasper siguiera rechazandola.
Lo escuchaba en silencio, jugando con sus manos y viendo que se tranquilizaba cada vez más, dando consejos cuando tocaba hacerlo. Unos consejos que iban desde la mayor empatía y que no dejaban de ser realistas en todo momento. Era una situación dificil que tendría que asimilar y tal como había dicho tratar de demostrar que era capaz de demostrar que iba a ser muy talentoso, un master en los negocios y así ganar reputación. Seguía siendo joven había mucho camino por delante, sin duda, no podía compararse con la experiencia de su padre todavía ni siquiera con la de esa tipa, pero definitivamente a ella tenía que alejarla de su vida. — Triste realidad y a todos nos toca vivir diferentes situaciones, para mi no fue fácil enfrentarme que debía esforzarme mucho más para conseguir un trabajo estable. Mi familia si es amorosa, me siento afortunada de ello pero en cuanto a la realidad si ha sido complicado, en cuanto a deudas. No creas que trabajo solo para mi. ¿Vas comprendiendo? Son situaciones que son similares pero a la vez muy distintas siempre va haber algo que falte. — Siseé para que al menos empatizara también con una diferente realidad y que la vida en sí llevándola uno mismo no iba a ser tan sencillo. Claro, podría ser que a él le costaba más porque siempre tenía todo a su alcance, solo que sí le faltaba lo más importante: amor.
Mis mejillas se pusieron coloradas y lo miré a los ojos. — ¿De verdad crees que soy guapa? — No era una pregunta de insegura, sabía que lo era y terminé agregando en voz alta. — Pero es que estoy segura que has estado con cientos de chicas mucho más guapas que yo y que posiblemente entran a tu círculo social. Siento que estás exagerando un poco, yo a su lado soy muy simple. — Recalqué con una sonrisa, porque sí entre esa bromita había logrado que sonriera con timidez al haberme hecho sentir más bonita.
— Así se habla, jefe. No pediré que esté sonriendo de oreja a oreja ahora pero espero que mañana esté mejor para saber levantarnos y dar todas las explicaciones posibles. Imagino que no será tan sencillo, hasta cabe la posibilidad que suspendan el otro evento y mañana mismo que tengamos que volver, sin embargo, hay muchos más y esos sí lo haremos bien. Cuente conmigo para todo. — Siseé con calma, dandole animos. Sólo que su siguiente pregunta me sorprendió. Era desconfiada no podía evitarlo en una situación así no era conveniente que nos vieran cercanos. No obstante, en ese instante estábamos a solas y notaba que realmente lo necesitaba.
Solté un suspiro y me acerqué más para abrazarlo demostrando que tenía alguien en quien podía confiar y que le entregaría apoyo. — Listo, estoy abrazándote... pero no te aproveches ¿eh?— Dije en un tono chistoso mientras acariciaba su espalda, lo sentí como un niño que necesitaba ante todo un abrazo así que no me arrepentía de haberlo hecho. Luego acaricié su cabello, quizás iba a llorar más solía pasar cuando había una contención tan fuerte con tal gesto.
Sin duda, un abrazo era la solución de todas las penas.
Lo escuchaba en silencio, jugando con sus manos y viendo que se tranquilizaba cada vez más, dando consejos cuando tocaba hacerlo. Unos consejos que iban desde la mayor empatía y que no dejaban de ser realistas en todo momento. Era una situación dificil que tendría que asimilar y tal como había dicho tratar de demostrar que era capaz de demostrar que iba a ser muy talentoso, un master en los negocios y así ganar reputación. Seguía siendo joven había mucho camino por delante, sin duda, no podía compararse con la experiencia de su padre todavía ni siquiera con la de esa tipa, pero definitivamente a ella tenía que alejarla de su vida. — Triste realidad y a todos nos toca vivir diferentes situaciones, para mi no fue fácil enfrentarme que debía esforzarme mucho más para conseguir un trabajo estable. Mi familia si es amorosa, me siento afortunada de ello pero en cuanto a la realidad si ha sido complicado, en cuanto a deudas. No creas que trabajo solo para mi. ¿Vas comprendiendo? Son situaciones que son similares pero a la vez muy distintas siempre va haber algo que falte. — Siseé para que al menos empatizara también con una diferente realidad y que la vida en sí llevándola uno mismo no iba a ser tan sencillo. Claro, podría ser que a él le costaba más porque siempre tenía todo a su alcance, solo que sí le faltaba lo más importante: amor.
Mis mejillas se pusieron coloradas y lo miré a los ojos. — ¿De verdad crees que soy guapa? — No era una pregunta de insegura, sabía que lo era y terminé agregando en voz alta. — Pero es que estoy segura que has estado con cientos de chicas mucho más guapas que yo y que posiblemente entran a tu círculo social. Siento que estás exagerando un poco, yo a su lado soy muy simple. — Recalqué con una sonrisa, porque sí entre esa bromita había logrado que sonriera con timidez al haberme hecho sentir más bonita.
— Así se habla, jefe. No pediré que esté sonriendo de oreja a oreja ahora pero espero que mañana esté mejor para saber levantarnos y dar todas las explicaciones posibles. Imagino que no será tan sencillo, hasta cabe la posibilidad que suspendan el otro evento y mañana mismo que tengamos que volver, sin embargo, hay muchos más y esos sí lo haremos bien. Cuente conmigo para todo. — Siseé con calma, dandole animos. Sólo que su siguiente pregunta me sorprendió. Era desconfiada no podía evitarlo en una situación así no era conveniente que nos vieran cercanos. No obstante, en ese instante estábamos a solas y notaba que realmente lo necesitaba.
Solté un suspiro y me acerqué más para abrazarlo demostrando que tenía alguien en quien podía confiar y que le entregaría apoyo. — Listo, estoy abrazándote... pero no te aproveches ¿eh?— Dije en un tono chistoso mientras acariciaba su espalda, lo sentí como un niño que necesitaba ante todo un abrazo así que no me arrepentía de haberlo hecho. Luego acaricié su cabello, quizás iba a llorar más solía pasar cuando había una contención tan fuerte con tal gesto.
Sin duda, un abrazo era la solución de todas las penas.
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas SI DEJAS DE INTENTARLO ESTARÁS MÁS CERCA DEL FRACASO QUE DEL ÉXITO. |
Deseaba no pensar más en esa maldita mujer. Estaba consiente que tendría que erradicarla de su vida de una forma u otra, aunque aún no estuviera seguro de como proceder. Si se tratara de su hermana y fuera un tipo quien le estuviera haciendo este tipo de extorsión y acoso, porque en verdad eso es lo que era, todo mundo hubiera puesto el grito en el cielo. Pero claro, al parecer los hombres tenían que aguantarse. Pues no, lo tenía harto y no estaba dispuesto ni a lanzarle un beso. En cierto modo, se alegró de que dejaran el tema de Aneshka hasta allí. Aunque sí, ahora Elyse intentaba darle un poco de luz en cuanto a su padre. De los dos, era con él, con quien sentía que perdía más si se enemistaba con él. No tanto por cuestiones monetarias, la verdad a estas alturas le daba igual perderlo todo, aunque luego no supiera bien como sobrevivir, pero la relación de padre a hijo. Eso era lo que le dolía al sentir que se le escapaba y su padre parecía no hacer nada para evitarlo.
- Quizás tengas razón. ¿Aunque sabes que también ocurre? Que como mi hermana es perfecta en todos los sentidos, e igual hizo algo que yo debí de hacer, que fue hacer su negocio aparte del de papá. Por eso puede ser exitosa sin la presión de nadie, si le sale mal es a ella misma a quien le rinde cuentas. Pero bueno… quiero pensar que solo hablo así por coraje. - comento, pues igual a veces los corajes hacían que las personas no midieran sus palabras. No creía que su papá de buenas a primeras lo sacara del frente del negocio, pero si lo tendría bien vigilado. -Le haré ver que no es así, que me tomo esto realmente en serio, solo que ahora no encuentro ni por donde comenzar. - era un sentimiento de frustración porque tenía que comenzar desde cero y estar muy pendiente que no volvieran a estropear sus proyectos.
Sentir las manos de Ely y escuchar sus consejos lo estaba calmando, aunque fuera un poco, y aquel café había ayudado al menos a disminuir el malestar que le ocasionó el alcohol. La chica se ponía en su lugar, tenía empatía, pues aunque ella había pasado por circunstancias diferentes, el sentido de frustración y pena podría ser la misma. Cada cual tenía obstáculos distintos en la vida, lo importante era saber como levantarse y sobrepasarlos. - Supongo que no siempre se puede tener todo. Ahora te entiendo mejor. Pero… daría cualquier cosa por tener una familia así. - Le aseguro el joven.
Noto como se había puesto roja, la cual encontró tierno. - A veces las cosas más elegantes y hermosas son las más simples. Eres mucho más hermosa que las viejas estiradas con las que me rodeo en ese círculo. - ver que le había sacado esta vez una sonrisa por el cumplido hacía que se diera cuenta de que a veces las cosas las tenía que decir de corazón para que realmente contaran.
- Sí, seguro ya mañana podré pensar con más claridad. - le respondió. - Oh… es cierto. - soltó algo frustrado. - Es lo más probable. - trago saliva. Mejor era no pensar tanto en eso ahora y dejarlo para mañana. - De verdad, gracias, gracias por ser tan buena conmigo. Aunque… aunque no lo merezca. - aseguro, tanta comprensión, tanto cariño lo tenían sorprendido porque no estaba acostumbrado a ello.
Cuando Elyse accedió abrazarlo quiso responder a su bromita, pero se sentía como un niño pequeño en sus brazos buscando refugio que solo cerró los ojos y dejó que la chica lo abrazara. Sintiendo sus suaves caricias en su espalda y cabello. Por las mejillas de Jasper comenzaron a bajar una cascada de lágrimas que no pudo contener mojando sin querer a la chica. Se podían escuchar pequeños sollozos salir de él. No recordaba haber llorado tanto. La última vez que recordaba haberlo hecho era cuando solo era un niño y su padre por trabajo se perdió la final de su partido de béisbol.
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas Si dejas de intentarlo estarás más cerca del fracaso que del éxito. |
Realmente estaba viendo al verdadero Jasper. No ese creído molestoso y mujeriego que tanto me fastidiaba en un principio hasta hace algunas horas. Sentía que de ahora en adelante iba haber un cambio entre nosotros y no estoy hablando de un aspecto amoroso ni nada, sino que fraterno. Tenía la sensación de querer abrazarlo y entregarle todo el cariño que merecía pues en el fondo, era un hombre solitario y que tenía muchas frustraciones encima, de hecho, lo admiré que no mostraba esas grandes debilidades que cargaba y escondía muy bien. Asentí, quizás tuvo que pensar más en él y ahora era responsable de la empresa donde tenía que llevar todo como quería su padre. — Será un camino difícil porque no estoy muy convencida sí la empresa era lo que realmente querías para tu futuro. Me dio la impresión con tus palabras qué habrías hecho lo mismo que tu hermana. Y ahí un detalle, tienes que dejar de compararte al resto o nunca te sentirás conforme. ¡Ánimos, tú puedes! — Lo animé porque no sacaba nada en minimizarlo pues en ese instante se estaba sintiendo como la mierda. — Mañana será otro día. — Indiqué con una sonrisa en mis labios.
Y fue cuando se me ocurrió la locura más descabellada de la vida y que ni siquiera sabía si iba aceptar, la idea es que sintiera cómodo no restregarselo en la cara. — ¿Quieres ir un día a la casa de mis padres? Sé que te recibirían con los brazos abiertos y sé que te tratarían como una clase de sobrino. Es que hay veces que la calidez familiar no se encuentra en la propia.— Es que quería lograr que se sintiera bien y pasara un día acogedor si le gustaba lo comenzaría a invitar seguido, total según nosotros ya éramos amigos. — Tómalo como una devuelta de mano, si no es por tí nunca habría andado en avión y menos conocido Marruecos. —Trataba de alentarlo y para mi sorpresa ya no me sentía tan incomoda con él, sino más bien que lo podía ver como la verdadera persona que era, estaba consciente que era un camino peligroso pero no quería ni debía alejarme de él, me necesitaba y ahí iba a estar.
Había recibido muchos elogios durante ese mes de su parte y eran cargantes, de aquellos que va con una intención carnal casi haciéndome sentir como un trozo de carne y esta vez, fue absolutamente lo contrario. Su elogio iba cargado con sinceridad se notaba sabía identificarlo bien y por ello mis mejillas se pusieron mucho más rojos. — Gracias, me siento muy halagada. — Lo miré a los ojos y sonreí tiernamente sin dejar de acariciar sus manos.
— Tú tranquilo, ya dije que estaré para ti y tratare de hacerlo lo mejor posible como buena amiga. Además que también me has contado gran parte de ti y agradecida que confíes en mí. — Me alegraba que estuviera más tranquilo, solo que en instante, me equivoque y lo comprendí al momento que pidió un abrazo. Un poco nerviosa y lanzando una bromita, lo atraje hacia a mi para abrazarlo notando que aún tenía mucha pena encima, fue imposible no empatizar con él, tratando de reprimir esas lágrimas que querían escapar de mis ojos solo al escucharlo sollozar en mis brazos. Mis caricias en su espalda y cabello eran tranquilizadoras y bien, no importaba que mojara mi pijama era lo de menos lo más importante era que se sintiera mejor así que lo deje llorar todo lo que tenía que llorar.
No calculé cuánto tiempo estuvimos así, no obstante, al notar que estaba menos agitado levanté su mentón para comprobar si estaba relajado, tenía sus ojitos tan rojitos y por lo tanto acerqué de nuevo la caja de pañuelos para que se limpiara las lágrimas. — Tienes que descansar, Jasper. Y creo que te vendría bien un baño para relajarte y quitar más tu borrachera de encima. — Le di un toque en su frente, si era necesario lo dejaría dormir en la habitación principal, había otra para mi pero tenía que dormir bien. Esperando su respuesta solo me limitaría a ayudarlo a llegar hasta la habitación que ahí mismo estaba el cuarto de baño personal.
Y fue cuando se me ocurrió la locura más descabellada de la vida y que ni siquiera sabía si iba aceptar, la idea es que sintiera cómodo no restregarselo en la cara. — ¿Quieres ir un día a la casa de mis padres? Sé que te recibirían con los brazos abiertos y sé que te tratarían como una clase de sobrino. Es que hay veces que la calidez familiar no se encuentra en la propia.— Es que quería lograr que se sintiera bien y pasara un día acogedor si le gustaba lo comenzaría a invitar seguido, total según nosotros ya éramos amigos. — Tómalo como una devuelta de mano, si no es por tí nunca habría andado en avión y menos conocido Marruecos. —Trataba de alentarlo y para mi sorpresa ya no me sentía tan incomoda con él, sino más bien que lo podía ver como la verdadera persona que era, estaba consciente que era un camino peligroso pero no quería ni debía alejarme de él, me necesitaba y ahí iba a estar.
Había recibido muchos elogios durante ese mes de su parte y eran cargantes, de aquellos que va con una intención carnal casi haciéndome sentir como un trozo de carne y esta vez, fue absolutamente lo contrario. Su elogio iba cargado con sinceridad se notaba sabía identificarlo bien y por ello mis mejillas se pusieron mucho más rojos. — Gracias, me siento muy halagada. — Lo miré a los ojos y sonreí tiernamente sin dejar de acariciar sus manos.
— Tú tranquilo, ya dije que estaré para ti y tratare de hacerlo lo mejor posible como buena amiga. Además que también me has contado gran parte de ti y agradecida que confíes en mí. — Me alegraba que estuviera más tranquilo, solo que en instante, me equivoque y lo comprendí al momento que pidió un abrazo. Un poco nerviosa y lanzando una bromita, lo atraje hacia a mi para abrazarlo notando que aún tenía mucha pena encima, fue imposible no empatizar con él, tratando de reprimir esas lágrimas que querían escapar de mis ojos solo al escucharlo sollozar en mis brazos. Mis caricias en su espalda y cabello eran tranquilizadoras y bien, no importaba que mojara mi pijama era lo de menos lo más importante era que se sintiera mejor así que lo deje llorar todo lo que tenía que llorar.
No calculé cuánto tiempo estuvimos así, no obstante, al notar que estaba menos agitado levanté su mentón para comprobar si estaba relajado, tenía sus ojitos tan rojitos y por lo tanto acerqué de nuevo la caja de pañuelos para que se limpiara las lágrimas. — Tienes que descansar, Jasper. Y creo que te vendría bien un baño para relajarte y quitar más tu borrachera de encima. — Le di un toque en su frente, si era necesario lo dejaría dormir en la habitación principal, había otra para mi pero tenía que dormir bien. Esperando su respuesta solo me limitaría a ayudarlo a llegar hasta la habitación que ahí mismo estaba el cuarto de baño personal.
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas SI DEJAS DE INTENTARLO ESTARÁS MÁS CERCA DEL FRACASO QUE DEL ÉXITO. |
Las vueltas que daba la vida. Tenía que ocurrir cosas como estas de dramáticas para que pudiera el chico abrirse a como realmente era. Dejar a un lado esa coraza del que todo lo puede y nadie se resiste a él. De aquel chico a quien todo se le daba a la mano. La realidad era muy diferente, la realidad era que era un chico solitario aun teniendo familia. Era triste de reconocer que aun teniendo todo, realmente no tenía nada. Al menos nada que realmente valiera la pena.
- No es que no me guste. Pero hubiera preferido tener la opción de elegir. - le admitido, porque ahí no había tenido mucha opción. Lo habían forzado a eso, y era probable que una de las razones para su comportamiento desordenado en algún momento era para ver si se zafaba de aquella responsabilidad. Al final resulto todo peor para él. Debió de haber tomado su propio camino. - Me gusta la industria hotelera, siento que es lo mío. Pero no quería llevar sobre mis hombros el peso de los hoteles Rousseau. Hubiera preferido hacer algo por mi cuenta. - Añadió. - Aunque tampoco dejo las cosas a mitad, ya me metí en esto y lo quiero terminar. - al menos mientras pudiera haría lo mejor que estuviera en sus manos. Demostraría que si podía tener sentido de responsabilidad. Solo que igual si su padre se ponía difícil con él y seguían las complicaciones, lo forzaría a alejarse. Eso ya lo estaba teniendo claro.
Puso inevitablemente cara de sorpresa con el anuncio de la muchacha. Ni siquiera estaba seguro de si había escuchado bien. Pero el rostro en Elyse le aseguraba que sí, no era broma, que sí había escuchado perfectamente bien. - Estas… ¿Estás segura? - le miro con sus ojitos rojos y brillosos por las lágrimas. Probablemente, era la única chica que había llegado a verlo así. - Eso sería lindo. Una familia… Nunca alguien había tenido un gesto así conmigo. Tan… tan desinteresado… tan especial. Porque de verdad lo necesito. - le respondió mientras sujetaba su mano. Sin darse cuenta, su asistente se estaba volviendo más especial de lo que una vez llego a imaginar. Sonrió. - Y aún te queda el viaje de vuelta… espero ya estés más tranquila. - Añadió.
Al menos le ponía contento darse cuenta de que al fin hacía las cosas bien con ella. Es que de verdad, aun cuando sentía que era diferente su interés con ella desde un comienzo. Tal vez el mantener ese carácter, esa fachada le había jugado en contra. Más miren ahora. Era la primera vez que la muchacha le recibía de buena manera un elogio. Pues era el más sincero que le daba. - Es porque confió en ti, Elyse. - le aseguro, antes de haberse entregado a desahogarse en aquel abrazo.
Estuvo así por un buen rato hasta que al fin los sollozos y las lágrimas comenzaron a disiparse. Fue cuando pareció haberse calmado que sitio la mano de la muchacha en su barbilla levantándola para que la mirara. - Umm creo que sí. Mañana me despertaré fatal… lo sé. Pero fatal por la borrachera. No debí tomar tanto… - Admitió mientras secaba un poco sus lágrimas con el pañuelo que le entregaba. - Podemos… ¿podemos ir a donde tus papás tan pronto regresemos? - le pregunto cuál niño que se entusiasma cuando le dicen que lo llevaran a Disney. - Gracias, otra vez. - aseguro depositando un pequeño beso en su mejilla y volviendo su mirada a su café para al fin terminarlo y así poder darse el baño para descansar.
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03. Debes saber levantarte cada vez que caigas Si dejas de intentarlo estarás más cerca del fracaso que del éxito. |
Sentía que había un cambio entre nosotros y esperaba que fuera bueno en un sentido que tendríamos esa confianza que antes se daba bajo ninguna circunstancia. Es que él solo trataba de tenerme y yo rehuía, solía ser molesto. Sin embargo, ahora había visto como realmente solía ser y era un adulto aún con muchísimos problemas que tenían solución pero que aún tenía que cargarlos, ahora entendía el dicho que los ricos pueden tener el dinero pero nadie dicta que sean del todo felices y vaya que era una vida solitaria. —Creo que eres capaz de eso y muchas otras cosas más. Y está bien que quieras seguir y no dejar todo a la mitad. — Creía que él estaba muy consciente que si todo si volvía muy denso iba a tomar una decisión solo que claro no quería ser muy influyente ahí ya que era él mismo quién tenía que tomarlas.
Iba a tener que hablar de mis padres al respecto pero los conocía sabía que les parecía una buena idea. Siempre estaban al tanto de alegrar los días de los otros, y estaba completamente segura que caería bien. Estaba consciente que era descabellado pero si sentía cómodo podía funcionar y me alegre que dijera que sí. —Estoy segura que te sentirás bien con nosotros, tengo que avisarles pero sé que dirán que sí. Hace un par de años que no vivo con ellos pero cuando estoy triste es la mejor solución, además que adorarás a mi hermanito. — Dije con una gran sonrisa en mis labios ya imaginando la escena y solo deseaba que estuviera sonriendo porque andaría triste seguro por una semana completa con lo sucedido ya que con esto si habrían comentarios y todo recaería en él como responsable y yo como su ayudante quizás que iba a pasarme. Era triste porque me gustaba mi trabajo pero si podía estar la posibilidad de ser despedida al querer cambiar el equipo, ya que se veía que era su padre quién todavía estaba pendiente de las decisiones. No obstante, no iba a preocuparlo por lo que podría pasarme a mi ya que era él quién lo estaba pasando peor.
Esos abrazos podían hacer desahogar al alma más fría de la vida. Trataba también de contenerme pues no dejaba de ser doloroso, lloraba con tanta pena como si fuera un niño que solo tenía angustia en su corazón. Deje que llorara hasta la última lágrima y luego solo tenía que descansar mientras se tomara un baño. Sonreí porque si era cierto que iba a despertar con un dolor de cabeza feroz. —No te preocupes por eso, mañana a primera hora me encargo de buscar una solución para eso. — Dije mientras lo ayudaba ir hasta la habitación y luego me encargaba de preparar su baño. — Cualquier cosa me llamas, estaré en el otro cuarto. — Indiqué, ya que veía que al menos se podía mover. De todos modos, cuando pasó el tiempo entré para asegurarme que dormía tranquilo, lo arropé y fui a descansar. No podía creer todavía toda la situación era tan injusta pero al menos había dicho que sí a la junta que tendríamos con mis padres por supuesto que iba a ser apenas llegáramos al país.
Iba a tener que hablar de mis padres al respecto pero los conocía sabía que les parecía una buena idea. Siempre estaban al tanto de alegrar los días de los otros, y estaba completamente segura que caería bien. Estaba consciente que era descabellado pero si sentía cómodo podía funcionar y me alegre que dijera que sí. —Estoy segura que te sentirás bien con nosotros, tengo que avisarles pero sé que dirán que sí. Hace un par de años que no vivo con ellos pero cuando estoy triste es la mejor solución, además que adorarás a mi hermanito. — Dije con una gran sonrisa en mis labios ya imaginando la escena y solo deseaba que estuviera sonriendo porque andaría triste seguro por una semana completa con lo sucedido ya que con esto si habrían comentarios y todo recaería en él como responsable y yo como su ayudante quizás que iba a pasarme. Era triste porque me gustaba mi trabajo pero si podía estar la posibilidad de ser despedida al querer cambiar el equipo, ya que se veía que era su padre quién todavía estaba pendiente de las decisiones. No obstante, no iba a preocuparlo por lo que podría pasarme a mi ya que era él quién lo estaba pasando peor.
Esos abrazos podían hacer desahogar al alma más fría de la vida. Trataba también de contenerme pues no dejaba de ser doloroso, lloraba con tanta pena como si fuera un niño que solo tenía angustia en su corazón. Deje que llorara hasta la última lágrima y luego solo tenía que descansar mientras se tomara un baño. Sonreí porque si era cierto que iba a despertar con un dolor de cabeza feroz. —No te preocupes por eso, mañana a primera hora me encargo de buscar una solución para eso. — Dije mientras lo ayudaba ir hasta la habitación y luego me encargaba de preparar su baño. — Cualquier cosa me llamas, estaré en el otro cuarto. — Indiqué, ya que veía que al menos se podía mover. De todos modos, cuando pasó el tiempo entré para asegurarme que dormía tranquilo, lo arropé y fui a descansar. No podía creer todavía toda la situación era tan injusta pero al menos había dicho que sí a la junta que tendríamos con mis padres por supuesto que iba a ser apenas llegáramos al país.
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04. Un Amor de Familia Familia... donde comienza la vida y el amor nunca termina |
Se estaba dejando ver tal cual era. Una persona vulnerable que sentía y padecía. Que no era un chico perfecto, que no tenía todo por sentado y que principalmente le faltaba lo más importante. El amor. Eso no era justificación a su forma de ser, pero si había influido en ello. Definitivamente. Es que esa falta de amor familiar, seguido de la presión que su padre ejercía sobre él, era para vivir abrumado. Más, sin embargo, hasta el momento había logrado evadir esa sensación con sus excesos y estilo de vida. Pero ahora que ocurría esto, era que se daba cuenta de su triste realidad. Estaba muy solo en este mundo, aun teniendo toda su familia completa.
Esa noche en la que Elyse fue su única compañera, su único sustento. Se dio cuenta de que si realmente le interesaba la chica debía cambiar su forma de tratarla. Seguir siendo así de genuino con ella. Claro, sin las lágrimas y la borrachera incluida. Pero sí mostrar su lado más humano. Mostrar esa parte de sí en la que le importaba a todos los que estaban a su alrededor. Más cuando ella había tenido el gesto de en cierto modo querer compartir un poco del amor de sus padres con el rubio.
Por supuesto que el resto de los eventos se cancelaron, tampoco hicieron el otro viaje. Ya pensaba con más claridad y no dejaría que Aneshka lo viera derrotado cuando volviera. Pero ese era otro tema. Ahora solo pensaba en esa visita al hogar de los Forest.
Al volver de Marruecos se detuvo nuevamente en la bonita panadería del aeropuerto en la cual habían comido aquellos ricos panes dulces y compró algunos para llevarle a los padres de Elyse. No quería llegar con las manos vacías, pero tampoco quería lucir muy ostentoso. Es que Jasper aún no sabía cómo ser más humilde en ese sentido. Aunque no es que no lo intentará. Así que algo dulce para comer parecía la mejor opción. Igual la chica de por sí ya cargaba con regalos para ellos.
El chico estaba ya listo para partir. - ¿Prefieres que pida un taxi? - tuvo la delicadeza de esta vez preguntarle en vez de simplemente decirle que se irían en su auto con él manejando. Porque igual ciertamente no pretendía ir con chófer. Definitivamente, no se vería bien. Pero ya no quería seguir incomodando con sus cosas. - Elyse, sé que ya te lo había dicho… Pero gracias. Te lo repito con toda la sobriedad y lucidez del mundo. - le aseguro con una sonrisa de agradecimiento.
- Cuando gustes, tú guías el camino. - Añadió con entusiasmo. Parecia niño pequeño que se encontraba a punto de cumplir su más grande sueño, en cierto modo así era. Es que la verdad tenía mucha emoción con esta vista. Era una experiencia nueva para él, completamente nueva. Aun cuando quisiera decir que no era así. Triste por demás, pero no quería entristecer por el amor que sus padres no le habían demostrado. En el fondo posiblemente lo querían muy a su modo, eso esperaba. Pero tenía muchas ganas de conocer a estas personas y eso lo tenía contento. Una familia. Una familia de verdad.
Jasper Rousseau | Camino a casa de los Forest | En la Tarde | Julio
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04. Un Amor de Familia Familia... donde comienza la vida y el amor nunca termina |
Al menos Jasper había despertado bien y se sentía mucho mejor. Los eventos por supuesto habían sido cancelados y pensando positivo nos daba tiempo para ir a mi casa. Antes de subir el avión los llamé y comuniqué para decirles lo que había pasado y que necesitábamos relajarnos ahí, que por favor no salieran con un comentario de esos que mi jefe lo que más necesitaba ahora era afecto y apoyo, mi madre entendió enseguida asegurándome que le contaría a mi padre y que tendrían un rico almuerzo que era lo mejor para superar las penas. De todas maneras, se preocupó de que podía comprar que era un hombre elegante y yo le dije que solo se dejara llevar por sus ricos almuerzos que seguramente adoraría, confirmando que ahora entendía la coraza de Jasper y que en realidad era un buen chico. Dudaba que estuviera engañándome después como se había mostrado no le convenía así que era totalmente cierto.
El viaje de vuelta fue mucho mejor, deje que tomara mi mano, dormimos un poco y se sentía completamente diferente como si fuera un antes y un después, ahora éramos amigos. Quería apoyarlo, y veía su cambio ni siquiera se mostró tan coqueto, quizás que cosas pasaban por su cabeza.
Llegamos y encontré excesivamente tierno que comprara los mismos panes dulces para mi familia, saque un pedacito de la bolsa y sonreí, mientras esperaba el taxi, ya Jasper había dicho llegar en el auto y mucho más con chofer. — Quiero verte andar en taxi y descuida, nos vamos a mitad en el pago ¿Te parece? ¿O quieres ir en tu auto? — Molesté riendo y luego asentí a lo que decía. — Descuida, tenía que ayudarte y lo pasaremos muy bien. Gracias a ti por confiar en mí. — Dije de manera cálida y dulce mientras me dejaba guiar con su decisión. — No es que seamos tan humildes, pero a comparación de lo que estás acostumbrado a ver, será diferente. Y me encanta que quieras conocer la casa de mis padres, vas a pasarlo bien te lo aseguro. — Murmuré toda contenta, volviendo a repetir que se lo pasaría bien, guardamos mi maleta atrás y al subir al asiento trasero del taxi, mantenía el bolso de mano con los regalos en mis piernas.
—Vamos a demorar más o menos media hora. ¿Quieres que ponga algo de música mientras charlamos? Cierto el Waze...— Pregunté con simpatía, mientras tomaba prestado el celular y buscaba la aplicación colocando ahí la dirección, manteniéndome cerca, el conductor igual la tenía pero de esa forma conocería para otra ocasión mi dirección. Nunca lo había hecho, pero la realidad es que ahora ni sentía temor de acortar las distancias, sabía que no me haría nada, además que Jasper lo único que necesitaba era montones de abrazos. Le faltaba afecto.
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04. Un Amor de Familia Familia... donde comienza la vida y el amor nunca termina |
La verdad se sentía mal por su comportamiento con Elyse todo este tiempo. Había sido un perro y eso lo notaba ahora luego de que la muchacha había estado ahí para él, aun con todos sus comportamientos inapropiados. En cierto modo, la realidad era que el chico había estado acostumbrado a llamar la atención de las mujeres. Que se derritieran por él. Más la morena de ojos claros siempre le había trazado la guardarraya. Eso mismo había sido lo que había provocado irónicamente que tuviera mayor interés en ella. Pues claro que era una chica, buscaba nada en su persona, salvo mantenerse en su puesto y claro, con el tiempo, poder escalar alguna posición bien ganada por sus propios méritos.
Por ahora quería olvidar todo lo que paso. Incluso olvidar que se apellidaba Rousseau. Quería ser simplemente Jasper, el chico que buscaba calor familiar, el chico que buscaba cariño. Él quería por primera vez en su vida experimentar lo que era una familia de verdad. - De acuerdo, así lo aremos. Vayamos en taxi. Será una experiencia divertida. - le dijo con una cálida sonrisa. La verdad no tenía idea de cómo se manejaba el asunto, pero igual quería sentirse como todos los demás. Dejar a un lado sus comodidades. Comportarse como cualquier ciudadano.
No se cansaba de agradecerle. El rubio había estado hecho mierda y aun así ella lo acogió. Lo consoló y no conforme con eso, ahora buscaba como subirle el ánimo de la manera más linda posible. Prestándole en cierto modo su familia para que conociera lo que era el calor de una familia verdadera. - Me he dado cuenta de que eres de las pocas personas en que aún puedo confiar. Estoy seguro de que así será. Además, eso es justo lo que quiero y necesito, algo diferente. Sentirme que soy parte de otro mundo, de otra familia… aunque sea por un rato. - le aseguro manteniendo la sonrisa cálida.
Al llegar el taxi Jasper dejo sus cosas, el mismo en el maletero. Era raro, por lo general solía tener quien hiciera eso. Sin embargo, se sentía más útil así, igual tampoco creía que tuviera algo de malo, pues al final de cuentas le daba de comer a una familia solo por el hecho de sacar y meter sus pertenencias de un auto y manejar. Pero como había dicho, quería que esto fuera diferente. Hacer cosas que nunca antes había hecho. - Me gusta la idea. - comento dándole él también el visto bueno al chofer del taxi de poner música. Sentir a Ely cerca siempre era una tortura para Jasper. Más, aunque le seguía gustando, la comenzaba a ver de otra forma. Como esa chica que lo entendía, esa confidente. En estos momentos el hotelero lo más que necesitaba era cariño, pero del cariño dulce, de ese confortador. Por lo que no dijo nada cuando ella se acercó y tomo el teléfono para poner la dirección.
- Oye, Elyse. Perdona si ya me lo habías dicho y no te había prestado atención. Pero… ¿Cómo se llaman tus padres? Quisiera saberlo para así sentirme un poco más parte de… no lucir como perdido. ¿Me entiendes? - le pregunto, la disculpa de antemano iba porque a veces solía andar en su propio mundo y prestar atención solo a lo que le interesaba. Más ahora veía todo distinto. - ¿Lo de los panes está bien no? - le pregunto aún poco inseguro de sí, eso era mucho o tal vez poco. Lo menos que quería era incomodarlos siendo pretencioso.
Jasper Rousseau | Camino a casa de los Forest | En la Tarde | Julio
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04. Un Amor de Familia Familia... donde comienza la vida y el amor nunca termina |
No podía quitarle las ganas de que se fuera en taxi, era algo nuevo para él y significaba otra experiencia, estaba bien que necesitará su auto.— Supongo que después vas a pedir que tu chófer te vaya a buscar ¿no? Que no es muy cerca y te puedes perder. — Terminé accediendo porque se veía motivado. ¿Quién me viera? Antes no lograba soportarlo, si hasta a mis padres se lo había dicho hasta que se lo había explicado todo en el hotel por el celular que en realidad su comportamiento era porque siempre había tenido todo y creía que podía obtener todo lo que quería, solo que había conocido el otro lado de su identidad y personalidad, y era ese Jasper el que me gustaba, quizás no de un modo romántico todavía pero si deseaba que fuera un amigo y una persona que estuviera conmigo, ansiaba protegerlo.
Estaba agradecido pero yo también lo estaba por dejar de comportarse así conmigo. Asentí. — Las experiencias nuevas hacen bien y también me has hecho conocer mucho de tu mundo, jamás pensé que iría a otro país y andar en avión. Y eso porque sí confiaste en mi. — Murmuré con calma mientras ya llegaba el taxi y guardaba mis cosas, Jasper había pedido a su chofer llevar sus cosas en el suyo. Allí ya dentro el asiento trasero, solo puse la música y me mantuve cerca sin más. Me agradaba su cercanía. Sonreí al escuchar que quería saber de mis padres no dudé en hacerlo. — Solo sí también me hablas de los tuyos o de alguien importante que tengas en tu familia, a quien admires, porque sí mis padres son mis héroes. —Y sin más comencé a contarle, alejándome un poco está vez para poder recitar todo. — Mi padre se llama Stephen, toda su vida ha trabajado construyendo casas y mi madre, se llama Caroline. Hace muy poco era dueña de casa pero tuvo que ponerse a trabajar. Ah, y no olvidemos a mi pequeño Zac. — Le conté sobre mi hermano que iba a saltar por los regalos apenas llegáramos.
—No te preocupes, lo amaran tanto como yo. Es que son deliciosos y seguro hasta te piden el dato. — Acaricié su mano y no pude evitar subir el volumen de una canción que me gustaba mucho, que tan solo empecé a tararearla.
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