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Juno
Phoenix
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Recuerdo del primer mensaje :
The city's on fire
Won't you burn it all?
Todos en Hillerska recuerdan vívidamente el día en que, sin previo aviso, el príncipe Wilhelm abandonó las instalaciones, sin posibilidad de despedirse de nadie ni tampoco de dar ningún tipo de explicación. Los estudiantes comentaron el suceso por varias semanas, sin que nadie supiera con exactitud el paradero del príncipe, aunque las comunicaciones oficiales de la Casa Real Sueca dijeron que ahora estaba estudiando en un internado en el extranjero.
El vacío que dejó Wilhelm en Hillerska permaneció palpable hasta que se graduó su promoción. Simon continuó siendo el foco de rumores y miradas en los pasillos hasta que, por fin, recibió su diploma y se despidió de la escuela que tantas alegrías y heridas le causó al mismo tiempo. Ayudado por sus calificaciones y contactos que la directora amablemente le ayudó a conseguir, se ganó una beca completa para asistir a la Universidad de Cornell.
Simon todavía tiene el corazón astillado, pero los recuerdos se hacen más ligeros en otro país donde nadie lo reconoce ni tiene la más mínima idea de quién es. La rutina universitaria y sus clases de canto son como un bálsamo que le permiten construir la fantasía de que todavía la vida puede sonreírle.
Wilhelm, en cambio, hace tanto tiempo que no pisa Suecia ni habla con su familia que se siente a la vez un huérfano y un nómada al que no le queda absolutamente nada por vivir. Acepta su novedosa vida universitaria como un último acto de rebeldía antes de regresar a casa y soportar, una vez más, el peso de la corona sobre su cabeza.
Ninguno de los dos ha tenido el más mínimo contacto en los últimos tres años, su incipiente romance no es más que un fantasma que los persigue y atormenta en las sombras y en los días grises. Pero ambos están a punto de recordar que, sin importar la distancia ni las adversidades, hay personas destinadas a encontrarse, una y otra vez.
El vacío que dejó Wilhelm en Hillerska permaneció palpable hasta que se graduó su promoción. Simon continuó siendo el foco de rumores y miradas en los pasillos hasta que, por fin, recibió su diploma y se despidió de la escuela que tantas alegrías y heridas le causó al mismo tiempo. Ayudado por sus calificaciones y contactos que la directora amablemente le ayudó a conseguir, se ganó una beca completa para asistir a la Universidad de Cornell.
Simon todavía tiene el corazón astillado, pero los recuerdos se hacen más ligeros en otro país donde nadie lo reconoce ni tiene la más mínima idea de quién es. La rutina universitaria y sus clases de canto son como un bálsamo que le permiten construir la fantasía de que todavía la vida puede sonreírle.
Wilhelm, en cambio, hace tanto tiempo que no pisa Suecia ni habla con su familia que se siente a la vez un huérfano y un nómada al que no le queda absolutamente nada por vivir. Acepta su novedosa vida universitaria como un último acto de rebeldía antes de regresar a casa y soportar, una vez más, el peso de la corona sobre su cabeza.
Ninguno de los dos ha tenido el más mínimo contacto en los últimos tres años, su incipiente romance no es más que un fantasma que los persigue y atormenta en las sombras y en los días grises. Pero ambos están a punto de recordar que, sin importar la distancia ni las adversidades, hay personas destinadas a encontrarse, una y otra vez.
× × × × × × × × × × ×
c r o n o l o g í a
I. The Siren's Song
II. Playing Pretend
III. (No) Date Night
IV. The Sound of Love
V. Calling Me Up
VI. Let's Start a Revolution
VII. Happy Holidays
I. The Siren's Song
II. Playing Pretend
III. (No) Date Night
IV. The Sound of Love
V. Calling Me Up
VI. Let's Start a Revolution
VII. Happy Holidays
Wilhelm de Suecia
19 años — Príncipe Heredero — Edvin Ryding — Juno
Simon Eriksson
19 años — Estudiante — Omar Rudberg— Minerva
ONE ON ONE — Inspired — TV Shows — Young Royals — Juno & Minerva
- Post de rol:
- Código:
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3. (No) Date Night
"I think maybe we should forget about that."
Si bien él sentía la nostalgia por su madre y por la que había sido la relación con su hermana, no podía compararlo con la pérdida que Wilhelm había sufrido. Sabía lo mucho que amaba a su hermano y cómo ni siquiera había podido dedicarse a vivir su duelo porque de golpe había cambiado su vida.
No quería que Wilhelm se pusiera triste, tal vez no había sido buena idea mencionar la poesía.
Estiró una mano hacia él, rozando sus dedos al tomarle el libro de las manos. Debía distraerlo, traerlo de regreso al presente.
—Pues vamos a pagar esto antes de que salgas con más libros de los que podrás leer en el semestre—dijo con suavidad.
No quería que pensara que no le importaba, y esperaba que eso se hubiera transmitido en su voz. Solo no quería que se perdiera en tristes pensamientos.
Le hizo señas con la cabeza de que lo siguiera a la caja. Tuvo el impulso de regalarle los libros, pero el presupuesto no le daba para tanto. Así que pasó por su mente la posibilidad de regresar otro día y comprarle algo más.
¿En qué estaba pensando?
Intentó recordar las palabras de Wil, pero no podía decir nada al respecto. Había dedicado unas palabras de cariño a su madre, pero no podía decirle que su madre también guardaba un buen recuerdo de él. No lo malquería, pero lo relacionaba con todo lo que Simon había sufrido en su último año. No podía culparla.
Él también lo relacionaba pero no tenía instinto de conservación.
—Fue un gran acierto venir a esta librería—comentó en su lugar.
En ese mismo momento pensó que marcharse de ahí podía implicar dar por terminada su salida de ese día y no le apetecía lo más mínimo separarse de Wil en ese momento.
Con Wilhelm — Octubre — Restaurante — 7.20 PM
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Wilhelm había llegado quince minutos tarde al karaoke. Jake le escribió varias veces, así que llegó al karaoke sintiéndose claramente culpable. Su amigo tan sólo se metió con él por la supuesta puntualidad europea, pero, para su suerte, Lisa fue mucho más compasiva. Fue ella quien lo invitó a sentarse en su mesa y le avisó que Simon ya estaba esperando para cantar.
El karaoke era lo bastante pequeño para que no fuera difícil encontrar a Simon y que ambos intercambiaran miradas. Wilhelm se sintió un poco estúpido cuando alzó la mano para saludarlo y pronunció la sonrisa. Por suerte, tanto Lisa como Jake fueron lo bastante piadosos con él y no hicieron más preguntas de la cuenta.
Mientras ellos dos platicaban animadamente, Wilhelm se concentró en escuchar a Simon cantar. Seguía teniendo una voz preciosa, fue lo primero que le llamó a la atención de él. En Hillerska, cuando lo escuchó cantar en el coro de la escuela, nunca más pudo quitarle la vista de encima. A partir de ese momento, no pudo dejar de pensar en él.
Le pareció que la canción de Simon duró una eternidad y a medida que se acercó a la mesa, se dio cuenta de que el único espacio libre que había en esa mesa de cuatro puestos, era justo al lado suyo. Quizás para su suerte, o su desgracia, Simon ni siquiera tocó el borde de la mesa cuando Lisa se puso de pie, riéndose encantada y tirando a Jake por el brazo.
—¡Nosotros también vamos a cantar! —exclamó ella, ante la expresión aterrada de Jake. De no ser por su nerviosismo, Wilhelm habría podido reírse—. ¡Me lo prometiste, Jake!
Cuando quedaron solos, Wilhelm dudó si ofrecerle el asiento a su lado o decirle que se sentara frente a él, justo donde había estado sentada Lisa minutos antes. Wilhelm volvió a sonreír, sin importar que el sonrojo y la emoción se le notara en el rostro.
—Siempre cantaste muy bien, Simon… —comentó, incapaz de disimular lo emocionado que estaba—. Lo siento, llegué un poco tarde porque me quedé dormido más de la cuenta. Dormí muy mal anoche y supongo que me pasó factura.
No estaba mintiendo, de verdad despertó varias veces en la noche. Suponía que la ansiedad de saber que iba a ver a Simon de nuevo no lo dejó dormir y ahora estaba pagando las consecuencias.
El karaoke era lo bastante pequeño para que no fuera difícil encontrar a Simon y que ambos intercambiaran miradas. Wilhelm se sintió un poco estúpido cuando alzó la mano para saludarlo y pronunció la sonrisa. Por suerte, tanto Lisa como Jake fueron lo bastante piadosos con él y no hicieron más preguntas de la cuenta.
Mientras ellos dos platicaban animadamente, Wilhelm se concentró en escuchar a Simon cantar. Seguía teniendo una voz preciosa, fue lo primero que le llamó a la atención de él. En Hillerska, cuando lo escuchó cantar en el coro de la escuela, nunca más pudo quitarle la vista de encima. A partir de ese momento, no pudo dejar de pensar en él.
Le pareció que la canción de Simon duró una eternidad y a medida que se acercó a la mesa, se dio cuenta de que el único espacio libre que había en esa mesa de cuatro puestos, era justo al lado suyo. Quizás para su suerte, o su desgracia, Simon ni siquiera tocó el borde de la mesa cuando Lisa se puso de pie, riéndose encantada y tirando a Jake por el brazo.
—¡Nosotros también vamos a cantar! —exclamó ella, ante la expresión aterrada de Jake. De no ser por su nerviosismo, Wilhelm habría podido reírse—. ¡Me lo prometiste, Jake!
Cuando quedaron solos, Wilhelm dudó si ofrecerle el asiento a su lado o decirle que se sentara frente a él, justo donde había estado sentada Lisa minutos antes. Wilhelm volvió a sonreír, sin importar que el sonrojo y la emoción se le notara en el rostro.
—Siempre cantaste muy bien, Simon… —comentó, incapaz de disimular lo emocionado que estaba—. Lo siento, llegué un poco tarde porque me quedé dormido más de la cuenta. Dormí muy mal anoche y supongo que me pasó factura.
No estaba mintiendo, de verdad despertó varias veces en la noche. Suponía que la ansiedad de saber que iba a ver a Simon de nuevo no lo dejó dormir y ahora estaba pagando las consecuencias.
Con Simon — Octubre — Karaoke — 8.15 PM
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Simon no había podido parar de preguntarse si había sido una buena idea invitar a Wilhelm al karaoke ese día. Había estado muy ansioso ante la idea de que esta vez no sería un encuentro casual, él lo había invitado expresamente. El día anterior en la librería lo habían pasado muy bien, y Simon tenía miedo de volver a ilusionarse pero empezaba a pensar que no podría evitarlo.
Sin embargo, cuando se había hecho a la idea de que realmente deseaba verlo esa noche, el tiempo empezó a pasar sin que Wilhelm apareciera. Simon sintió renacer entonces todos sus demonios. ¿Sería posible que Wil volviera a desaparecer de la noche a la mañana? ¿Se habrían enterado en palacio sobre que volvían a estar en clases juntos y se lo habían llevado de ahí?
Quería pensar que era improbable, pero ya había pasado una vez.
Estaba tan ansioso que, para evitar caer en tomar más de la cuenta mientras intentaba disimular mirando a la puerta, decidió subir al escenario a cantar. La música siempre había sido su lugar seguro. Wilhelm no lo sabía, pero había compuesto tantas canciones pensando en él... Elijió una de sus favoritas para abrir la noche. Ya era conocido en el lugar y sabía que lo hacía bien.
Lo que no había esperado al regresar era encontarse ya a Wilhelm ahí, disipando sus miedos y además. alabando su canto. Debía dejar de hacer caso a los temores en su cabeza. Se sentó a su lado mientras sus amigos se iban de la mesa para cantar junos, dejándoles solos.
—Creía que te habías arrepentido de venir —comentó con sinceridad, aunque haciéndolo sonar como algo casual. Como si no le hubiera dolido que no apareciera. Sonrió tímidamente—. ¿Te está costando dormir todavía por el cambio horario o es algo más?
No sabía bien por qué preguntaba. No era como que pudiera hacer algo para aliviar sus preocupaciones. Además, ya él sabía en carne propia que no era fácil acostumbrarse a una nueva ciudad. Mucho menos debía serlo para él con los bemoles de ser un heredero a la corona. Era más de lo que Simon podía manejar.
El camarero se acercó entonces y tomó la orden de ambos. Simon le sonrió nervioso.
—Esta salida te ayudará, relajarte te ayudará a descansar —le aseguró—. Si subes a cantar, todavía más. Podemos subir juntos, si quieres, como Jake y Lisa.
Se mordió la lengua apenas captó lo que había dicho. Sintió el impulso de aclarar que no exactamente como ellos, porque no eran una pareja en progreso, pero no se atrevió a decirlo. Quizá porque sí quería que fueran más como Jack y Lisa.
Desvió la mirada hacia el escenario, intentando disimular lo que había dicho.
Con Simon — Octubre — Karaoke — 8.15 PM
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Se alarmó cuando escuchó a Simon decir que quizás se había arrepentido. Eso era lo que Wilhelm más temía si seguía demorándose al llegar al karaoke. Que Simon pensara que no le importaba o, aún peor, que no pensaba ir porque eso de volver a ser amigos era una mala idea.
—Jamás me hubiera arrepentido de venir, de hecho, estaba angustiado porque sabía que iban a pensar que los dejé plantado. Lo siento mucho… —se disculpó, sabiendo que había hablado en plural a propósito. Era una suerte tener a Jake y Lisa, eran la excusa perfecta para parecer impersonal sin tantos problemas.
Se decía a sí mismo que si ponía una barrera entre él y Simon, quizás esta falsa ilusión de su amistad iba a funcionar. Quizás Wilhelm conseguiría convencerse de que esta relación podía funcionar. Que no acabaría volviéndose loco.
—La verdad es que hay etapas en las que no tengo el mejor ciclo de sueño. Va por momentos del año, supongo que estoy pasando por uno de esos momentos —Wilhelm recordaba a la perfección sus primeros días fuera de Hillerska, porque apenas podía conciliar el sueño. Se la pasaba despierto toda la noche, luego le costaba despertarse por las mañanas y se levantaba pasado el mediodía. Fue una época espantosa—. Pero estaré bien, no te preocupes.
Wilhelm le regaló a Simon una suave sonrisa, justo en el preciso momento en que Jake y Lisa subieron al escenario. No reconoció la música que empezó a sonar, pero fue bastante divertido ver cómo el pobre Jake estaba intentando sostener el micrófono al mismo tiempo que no quería hacer el ridículo frente a Lisa.
—O sea que me estás pidiendo que haga el ridículo igual que Jake —comentó con un tono mucho más jovial que el anterior—. Cualquiera que cante contigo va a quedar en evidencia, ¿me tendrías tanta paciencia así?
—Jamás me hubiera arrepentido de venir, de hecho, estaba angustiado porque sabía que iban a pensar que los dejé plantado. Lo siento mucho… —se disculpó, sabiendo que había hablado en plural a propósito. Era una suerte tener a Jake y Lisa, eran la excusa perfecta para parecer impersonal sin tantos problemas.
Se decía a sí mismo que si ponía una barrera entre él y Simon, quizás esta falsa ilusión de su amistad iba a funcionar. Quizás Wilhelm conseguiría convencerse de que esta relación podía funcionar. Que no acabaría volviéndose loco.
—La verdad es que hay etapas en las que no tengo el mejor ciclo de sueño. Va por momentos del año, supongo que estoy pasando por uno de esos momentos —Wilhelm recordaba a la perfección sus primeros días fuera de Hillerska, porque apenas podía conciliar el sueño. Se la pasaba despierto toda la noche, luego le costaba despertarse por las mañanas y se levantaba pasado el mediodía. Fue una época espantosa—. Pero estaré bien, no te preocupes.
Wilhelm le regaló a Simon una suave sonrisa, justo en el preciso momento en que Jake y Lisa subieron al escenario. No reconoció la música que empezó a sonar, pero fue bastante divertido ver cómo el pobre Jake estaba intentando sostener el micrófono al mismo tiempo que no quería hacer el ridículo frente a Lisa.
—O sea que me estás pidiendo que haga el ridículo igual que Jake —comentó con un tono mucho más jovial que el anterior—. Cualquiera que cante contigo va a quedar en evidencia, ¿me tendrías tanta paciencia así?
Con Simon — Octubre — Karaoke — 8.15 PM
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Le alegraba mucho que Wil finalmente hubiera llegado. Se obligó a respirar profundo mientras lo escuchaba explicar sus problemas para dormir y que no había planeado faltar ese día. Tenía que controlarse. Desde la tarde anterior vivía en una montaña rusa de emociones que él solito se causaba.
Por un lado intentaba convencerse de que podían ser amigos. Que esto de verdad podía funcionar y por eso tenían que pasar más tiempo juntos. Como esto. Pero por otro, recordaba lo que había dicho Wil de que ahora la Corona no lo vigilaba y estaba realmente sin supervisión, y no podía evitar sentir que eso abría una pequeña posibilidad para ellos. Pero no quería hacerse ilusiones, porque ya sabía cómo terminaba eso.
Luego, ese rato que había estado temiendo que Wil no llegaría, había sentido despertar todos los fantasmas del abandono. La idea de que Wil solamente volvería a desaparecer de su vida era algo insoportable. No sabía si podía volver a pasar por eso, ya fuera como amigo o como pareja. No sabía si podía exponerse de esa forma. Si podría resistirlo otra vez.
Pero cuando vio llegar a Wil todas las dudas se disiparon, devolviéndolo a la felicidad de volver a estar en el mismo espacio que él. No pudo evitar sonreír al escucharlo.
—La gente suele pensar que es una ventaja subirse a cantar con alguien que canta bien —argumentó—. Pero el karaoke no es sobre cantar bien, es sobre divertirse.
Realmente le gustaría cantar con Wilhelm. Nunca lo habían hecho, y era algo que los amigos hacían juntos. Era algo que hacía con sus amistades todo el tiempo.
—Además, no harás el ridículo, estoy seguro. Además, la mayor parte de la gente no te conoce siquiera.
Se arrepintió de inmediato por el último comentario. Lo había hecho en general, Wil era nuevo en la universidad, pero se lo podía tomar como que se refería a que no sabían que era el príncipe, y no había querido hacer alusión a eso. Se mordió el labio inferior y miró a Wil con expresión suplicante.
No sabía bien por qué pero se sentiría como un triunfo que le dijera que sí.
Con Wilhelm — Octubre — Karaoke — 8.15 PM
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Wilhelm tenía la sensación de que podía escuchar la voz de Simon hasta el cansancio. Por eso lo dejó hablar sin interrumpirlo ni una sola vez.
En realidad, no era solo que no supiera cantar bien. Wilhelm desentonaba, eso era cierto, pero no podía evitar pensar que, si se paraba a cantar, todas las miradas estarían sobre él. No quería arriesgarse a que hubiera la mínima posibilidad de que alguien pudiera grabarlo con un teléfono. En Estados Unidos nadie lo reconocía a simple vista, tan sólo tuvo un profesor en el primer semestre que le preguntó con reservas si de verdad era el príncipe heredero. Pero aquí en América no parecían darle tanta importancia a la monarquía.
Wilhelm echó otro vistazo a Jake y Lisa, que seguían cantando, completamente desinhibidos. Los envidiaba un poco, porque estaban desafinando sin reservas y también porque podían llevar una cita normal, a diferencia de él que estaba atado de manos.
A esta hora no había tanta gente, había unos que estaban en la barra y otros que estaban bastante ocupados comiendo, mientras que había un grupito que estaba colocando en la lista de canciones cuáles eran las que iban a cantar. Nadie se estaba fijando realmente en Jake y Lisa, seguramente tampoco se iban a fijar en él y Simon si aceptaba cantar.
Cuando volvió a mirar a Simon, supo que no podía negarle nada. Podía ver en los ojos de Simon que éste estaba esperando una respuesta positiva. ¿Cómo Wilhelm iba a negárselo?
—Está bien. Vamos a divertirnos… —aceptó, incapaz de contener la sonrisa. Estaba seguro de que, además, debía notársele el sonrojo en las mejillas—. Pero escoges tú la canción, seguro que tienes mejor gusto que yo.
En realidad, no era solo que no supiera cantar bien. Wilhelm desentonaba, eso era cierto, pero no podía evitar pensar que, si se paraba a cantar, todas las miradas estarían sobre él. No quería arriesgarse a que hubiera la mínima posibilidad de que alguien pudiera grabarlo con un teléfono. En Estados Unidos nadie lo reconocía a simple vista, tan sólo tuvo un profesor en el primer semestre que le preguntó con reservas si de verdad era el príncipe heredero. Pero aquí en América no parecían darle tanta importancia a la monarquía.
Wilhelm echó otro vistazo a Jake y Lisa, que seguían cantando, completamente desinhibidos. Los envidiaba un poco, porque estaban desafinando sin reservas y también porque podían llevar una cita normal, a diferencia de él que estaba atado de manos.
A esta hora no había tanta gente, había unos que estaban en la barra y otros que estaban bastante ocupados comiendo, mientras que había un grupito que estaba colocando en la lista de canciones cuáles eran las que iban a cantar. Nadie se estaba fijando realmente en Jake y Lisa, seguramente tampoco se iban a fijar en él y Simon si aceptaba cantar.
Cuando volvió a mirar a Simon, supo que no podía negarle nada. Podía ver en los ojos de Simon que éste estaba esperando una respuesta positiva. ¿Cómo Wilhelm iba a negárselo?
—Está bien. Vamos a divertirnos… —aceptó, incapaz de contener la sonrisa. Estaba seguro de que, además, debía notársele el sonrojo en las mejillas—. Pero escoges tú la canción, seguro que tienes mejor gusto que yo.
Con Simon — Octubre — Karaoke — 8.15 PM
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Cuando Wilhelm aceptó, Simon sonrió ampliamente mientras lo miraba.
—La escogemos entre los dos —le advirtió—. Tiene que ser algo que te sepas bien.
Sacó el teléfono, donde tenía el catálogo del canciones del karaoke, revelando lo frecuente que iba a aquel local. La verdad sabía qué canciones pedir por lo general, solía revisarlo para escoger con sus amigos una para varios, así que técnicamente no estaba rompiendo su acuerdo de amistad.
Sin embargo, para leer ambos del teléfono acercó la silla más a Wil para mostrarle su pantalla. El olor del shampoo de Wilhelm le hizo cosquillas en la nariz. Era diferente al que utilizaba en el colegio, pero igual de embriagador. Tuvo que contenerse para no acercarse más de la cuenta.
Si se mantenía a sí mismo a raya, tal vez esto podía funcionar.
—Dudo que tengamos alguna en sueco entre las opciones, aunque habría sido un éxito—comentó.
No habían tenido oportunidad en el colegio de hacer este tipo de cosas. A veces se daba cuenta de que había cosas que extrañaba de su relación precisamente porque ni siquiera habían tenido oportunidad de hacerlas. Todo había terminado tan pronto...
Al menos ahora tenía otra oportunidad de tener a Wilhelm en su vida. Tan solo tenía que aprender a navegar en estas nuevas condiciones, y la ventaja de hacerlo en un local como ese era que podía pedirse algo de tomar que le ayudara a manejar los nervios y mantenerse más relajado. Una salida de amigos. Podía lograrlo.
—Creo que es mejor que lo vayas viendo tú y me dices cuáles te llaman la atención—añadió, mientras le tendía el teléfono.
Con Wilhelm — Octubre — Karaoke — 8.15 PM
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Tenía a Simon demasiado cerca y Wilhelm tenía la sensación de que acabaría estallando de un momento a otro. Esa noche estaba resultando demasiado nostálgica para él, estaban aflorando recuerdos que creía no volvería a repetir y lo peor era que, cuando llegara a casa, seguiría estando tan solo como siempre. Intentaba repetirse que debía tomarse las cosas con mucha calma, porque reencontrarse a Simon ya era suficiente premio para lo mal que habían quedado las cosas entre los dos.
Sin embargo, su corazón parecía latir desbocado a cada palabra de Simon y con cada gesto de cercanía que este le hacía.
Wilhelm iba a volverse loco, pero hizo un esfuerzo por seguir el hilo de la conversación. Soltó una risita cuando Simon lamentó que no hubiera canciones en sueco, pero siguió con la vista en la lista de canciones que había. Justo cuando el mundo empezaba a darle vueltas, Wilhelm vio una tabla de salvación.
Extendió la mano para colocar el índice sobre la pantalla del teléfono, para que la lista se detuviera. Cuando alzó la mirada y se encontró con la de Simon, le dedicó una sonrisa cargada de nerviosismo.
—Tienen ABBA —comentó, intentando sonar casual, como si de verdad no importara que estuvieran tan cerca uno del otro. Agradecía el escándalo de la gente cantando, porque sino estaba convencido de que se podían escuchar los latidos de su corazón—. No están en sueco, pero es lo más cerca de casa que vamos a encontrar en la lista, ¿no te parece? Son clásicas, podemos escoger cualquiera, si voy a hacer el ridículo, que al menos sea con alguna vieja gloria nacional.
Sin embargo, su corazón parecía latir desbocado a cada palabra de Simon y con cada gesto de cercanía que este le hacía.
Wilhelm iba a volverse loco, pero hizo un esfuerzo por seguir el hilo de la conversación. Soltó una risita cuando Simon lamentó que no hubiera canciones en sueco, pero siguió con la vista en la lista de canciones que había. Justo cuando el mundo empezaba a darle vueltas, Wilhelm vio una tabla de salvación.
Extendió la mano para colocar el índice sobre la pantalla del teléfono, para que la lista se detuviera. Cuando alzó la mirada y se encontró con la de Simon, le dedicó una sonrisa cargada de nerviosismo.
—Tienen ABBA —comentó, intentando sonar casual, como si de verdad no importara que estuvieran tan cerca uno del otro. Agradecía el escándalo de la gente cantando, porque sino estaba convencido de que se podían escuchar los latidos de su corazón—. No están en sueco, pero es lo más cerca de casa que vamos a encontrar en la lista, ¿no te parece? Son clásicas, podemos escoger cualquiera, si voy a hacer el ridículo, que al menos sea con alguna vieja gloria nacional.
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4. The sound of love
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Esto estaba sucediendo de verdad.
Wilhelm estaba ahí con él, decidiendo qué canción cantar los dos en un bar karaoke en Estados Unidos. Simon no podía dejar de experimentar una fuerte sensación de irrealidad, porque no podía creer que esto estuviera sucediendo de verdad. Pero ahí estaba Wilhelm, diciéndole que cantaran a ABBA frente a todo el bar. Algo de casa.
—Es una buena idea, ABBA gusta mucho por acá, y si a la gente le gusta cantan también, y uno se escucha menos —comentó, dedicándole una sonrisa—. Mamma mía es un éxito seguro.
Las palabras no habían terminado de dejar sus labios cuando pensó en que era un error. La letra podía pegarles más de la cuenta. Pero en efecto era una canción con posibilidades de ser coreada y de que se pasaran un buen rato. Solo no debían pensar en la letra.
—Todavía puedes buscar otra si prefieres. Tenemos que esperar a que ellos regresen a la mesa o la perdemos—añadió.
Todavía podía darle oportunidad de zafarse de la opción que le había propuesto. Miró hacia la fila, donde vio a Jake totalmente embobado con Lisa. Esos dos no tenían salvación.
—Me alegra mucho que hayas venido—declaró de golpe, sin saber muy bien por qué.
Tal vez él tampoco tenía salvación.
Tenía la sensación de que esa noche sería una prueba para ellos. Para su amistad. Si realmente serían capaces de ser solo amigos, o si tal vez había algo allí todavía. Algo que sabía que era un riesgo, donde su corazón volvería a estar en la línea, pero mientras la sensación de irrealidad se mantuviera no podía evitar desear averiguarlo.
Con Wilhelm — Octubre — Karaoke — 8.15 PM
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Al principio, no estaba ni siquiera convencido de su sugerencia y mucho menos tenía idea de cómo se lo iba a tomar Simon. Pero éste no solo le pareció una buena idea su selección, sino que también acababa de decirle que se alegraba de que hubiera venido al karaoke.
Wilhelm no estaba seguro si le estaba cambiando su suerte. Prefería bloquear ese tipo de pensamientos, porque no sabía hasta dónde iban a llegar.
—Creo que Mamma Mia está más que bien, creo que es la letra que mejor conozco y la verdad es que no quiero dejarte en vergüenza. En más vergüenza, quiero decir —añadió con una sonrisa, porque su nerviosismo no se debía únicamente a la cercanía de Simon. No estaba mintiendo al decir que sus dotes musicales eran peores que los de un niño que estaba aprendiendo a escribir.
Cuando escuchó las risas de Jake y Lisa, quienes iban agarrados de la mano, Wilhelm sintió un arrebato de envidia hacia ambos. Pero también eso significaba que era su turno para ira a cantar. Jake parecía genuinamente emocionado de que Wilhelm fuera a cantar, a tal punto que se olvidó por un instante que iba a hacerlo con Simon para centrarse en lo inevitable: iba a hacer el ridículo.
—Vamos a ir antes de que me arrepienta… —dijo a media voz, mientras escuchaba cómo Jake aplaudía de manera efusiva. Demasiado efusiva como para dejar de atormentarlo.
Siguió a Simon hasta donde estaba el micrófono, Wilhelm casi se tropieza con los escalones, pero por suerte consiguió recuperar el equilibrio en el último momento, antes de que Simon se viera en la necesidad de ayudarlo. Contuvo la respiración cuando se colocó al lado de Simon y miró el micrófono como si, en lugar de eso, fuera un arma de largo alcance. Intentó acomodar el micrófono a su altura, pero fue Simon quien terminó de ayudarlo porque él era demasiado torpe para eso.
Cuando Wilhelm se giró hacia Simon, éste lo recibió con una sonrisa. Fue un gesto discreto, pero para él fue como un golpe a quemarropa. Aunque empezó a sonar la canción, ni siquiera estaba seguro de que pudiera recordar la letra.
Wilhelm no estaba seguro si le estaba cambiando su suerte. Prefería bloquear ese tipo de pensamientos, porque no sabía hasta dónde iban a llegar.
—Creo que Mamma Mia está más que bien, creo que es la letra que mejor conozco y la verdad es que no quiero dejarte en vergüenza. En más vergüenza, quiero decir —añadió con una sonrisa, porque su nerviosismo no se debía únicamente a la cercanía de Simon. No estaba mintiendo al decir que sus dotes musicales eran peores que los de un niño que estaba aprendiendo a escribir.
Cuando escuchó las risas de Jake y Lisa, quienes iban agarrados de la mano, Wilhelm sintió un arrebato de envidia hacia ambos. Pero también eso significaba que era su turno para ira a cantar. Jake parecía genuinamente emocionado de que Wilhelm fuera a cantar, a tal punto que se olvidó por un instante que iba a hacerlo con Simon para centrarse en lo inevitable: iba a hacer el ridículo.
—Vamos a ir antes de que me arrepienta… —dijo a media voz, mientras escuchaba cómo Jake aplaudía de manera efusiva. Demasiado efusiva como para dejar de atormentarlo.
Siguió a Simon hasta donde estaba el micrófono, Wilhelm casi se tropieza con los escalones, pero por suerte consiguió recuperar el equilibrio en el último momento, antes de que Simon se viera en la necesidad de ayudarlo. Contuvo la respiración cuando se colocó al lado de Simon y miró el micrófono como si, en lugar de eso, fuera un arma de largo alcance. Intentó acomodar el micrófono a su altura, pero fue Simon quien terminó de ayudarlo porque él era demasiado torpe para eso.
Cuando Wilhelm se giró hacia Simon, éste lo recibió con una sonrisa. Fue un gesto discreto, pero para él fue como un golpe a quemarropa. Aunque empezó a sonar la canción, ni siquiera estaba seguro de que pudiera recordar la letra.
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Esta había sido una muy buena y una muy mala idea.
Cuando sonaron las primeras notas de la canción la gente reaccionó positivamente. Como había previsto, era una canción conocida y gustada. Si la gente cantaba con ellos, seguro que Wil estaría más cómodo. Le sonrió para darle ánimo y se propuso que no dejaría que esta actuación saliera mal, o Wil nunca se lo perdonaría. Su voz podía responder por ambos.
—Mamma mia, here I go again
My, my, how can I resist you?
Mamma mia, does it show again
My, my, just how much I've missed you?
Sin embargo, la letra era demasiado. Al escogerla había pensado que sí, era sobre una expareja, pero creía recordar una infedilidad y eso no era lo que había pasado entre ellos. Pero ahora que la estaba cantando la estaba sintiendo mucho más cercana de lo que había esperado.
Por suerte, tenía mucha experiencia cantando, sabía mantener la sonrisa y parecer profesional. Siguió sonriéndole a Wilhelm para darle ánimos, sin dejar de cantar, animándolo a que hiciera otro tanto. No tendría una voz privilegiada pero no era desafinado ni terrible. Además, la gente estaba muy animada y cantaba también.
—Yes, I've been brokenhearted
Blue since the day we parted
Why, why did I ever let you go?
Mamma mia, now I really know
My, my, I could never let you go
Justo así se sentía. Como si tuviera una nueva oportunidad y esta vez no pudiera dejarlo ir. Aunque en el fondo sabía que no era tan fácil tampoco podía evitarlo. Seguía teniendo la ilusión del adolescente que se enamoró de un príncipe y se quedó con sus ilusiones rotas.
Pero aquí iba de nuevo.
Se dejó llevar por la emoción de la canción y estiró un brazo hacia Wil para tomarlo de la mano en un ímpulso que no se quiso cuestionar. Era música, era solo una actuación, podía sentir por unos tres minutos, y después regresar a su trato de ser amigos.
Podía hacer esto.
Cuando la canción terminó, soltó la mano de Wil de inmediato y aplaudió, señalándole al público a Wil para que lo aplaudieran también. Sin darse cuenta estaba riendo también, con la adrenalina y la energía de la canción en sus venas. Esperaba que Wil la hubiera disfrutado tanto como él... aunque no sabía si lo había hecho pensar en las mismas cosas.
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Wilhelm no tenía idea cómo lo logró, pero consiguió terminar la canción, contra todo pronóstico no se olvidó de las estrofas de las canciones. Cuando terminó, el público incluso estaba aplaudiéndoles, aunque estaba seguro que más de la mitad de los aplausos eran gracias a los dotes de Simon. Él tan sólo se había dedicado a no hacer el ridículo.
Se sintió un poco incómodo cuando vio teléfonos frente a él y Wilhelm rogó para que nadie se le ocurriera reconocerlo. Esperaba que no, apenas estaba procesando todo lo que acababa de pasar. La energía que sintió al estar en el estrado con Simon fue indescriptible. Lo único que podía pensar en ese momento, fue que Simon era el amor de su vida. No habría otra persona, sin importar todo el tiempo que pasar, que lo hiciera sentir de la misma manera que Simon.
Simon lo era todo.
Después de los aplausos, descendieron del escenario con cuidado. Wilhelm podía ver a Jack y Lisa, quienes estaban coqueando en la mesa donde estaban todos. Jack parecía encantado con Lisa y ni siquiera les estaba prestando atención.
—Gracias por no dejarme hacer el ridículo… —dijo, todavía con las mejillas muy sonrojadas. Tenía la respiración entrecortada, sin quitarle la vista de encima a Simon—. Sigues teniendo la voz más bonita que conozco, de verdad. ¿Sigues tomando clases de música? Me sorprende que el público no haya pedido que cantaras otra, sé que yo lo hubiera hecho.
Quiso decirle que sería un desperdicio de talento si no estaba en clases de música, o algo relacionado con ella, pero no se atrevería a hacerlo. Todavía no tenía muy claro cuáles eran las rutinas de Simon.
Se sintió un poco incómodo cuando vio teléfonos frente a él y Wilhelm rogó para que nadie se le ocurriera reconocerlo. Esperaba que no, apenas estaba procesando todo lo que acababa de pasar. La energía que sintió al estar en el estrado con Simon fue indescriptible. Lo único que podía pensar en ese momento, fue que Simon era el amor de su vida. No habría otra persona, sin importar todo el tiempo que pasar, que lo hiciera sentir de la misma manera que Simon.
Simon lo era todo.
Después de los aplausos, descendieron del escenario con cuidado. Wilhelm podía ver a Jack y Lisa, quienes estaban coqueando en la mesa donde estaban todos. Jack parecía encantado con Lisa y ni siquiera les estaba prestando atención.
—Gracias por no dejarme hacer el ridículo… —dijo, todavía con las mejillas muy sonrojadas. Tenía la respiración entrecortada, sin quitarle la vista de encima a Simon—. Sigues teniendo la voz más bonita que conozco, de verdad. ¿Sigues tomando clases de música? Me sorprende que el público no haya pedido que cantaras otra, sé que yo lo hubiera hecho.
Quiso decirle que sería un desperdicio de talento si no estaba en clases de música, o algo relacionado con ella, pero no se atrevería a hacerlo. Todavía no tenía muy claro cuáles eran las rutinas de Simon.
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Se sentía algo mareado mientras regresaba a la mesa con Wil, en medio de los aplausos y vítores del público. Pronto fueron ignorados en favor de la siguiente persona que subió a cantar, quien de hecho notó de lejos que parecía bastante desafinado.
Las palabras de Wil lo tomaron por sorpresa. Sintió la cara caliente, sonrojado por el comentario con espontáneo y sincero sobre su voz. Tuvo que desviar la voz, avergonzado. ¿Los amigos se suponía que hicieran comentarios omo esos?
—Sí, tomo clases de música aquí también, son parte de mi beca—respondió.
Su desempeño en el coro en Hillerska había influido en la beca que había conseguido finalmente, de manera que tenía que hacer cierta cantidad de horas de canto semanales, y participar en uno de los coros universitarios. La beca no se la daban sin dar algo a cambio. Pero Wilhelm no tenía por qué saber esas cosas, por supuesto.
Miró de reojo a sus amigos, pero se dio cuenta que estaban en su propio mundo. Así que volvió a mirar a Wil y se dio cuenta que solo tenía ojos para él.
Recordó la sensación de haberlo tomado de la mano en el escenario. Había sido tan solo un impulso, en el momento de la canción, pero ahora le cosquilleaba la mano, extrañanado la sensación de su piel en contacto. Esto de ser amigo de la única persona de la que había estado enamorado no estaba funcionando.
Pero eso no quería decir que pudiera hacer algo para cambiar eso. Eran los términos que habían acordado. ¿Cierto?
—Tú no cantas tan mal como crees. Dimos un buen espectáculo—le aseguró.
Extendió una mano hacia él, sin poder evitarlo, pero a medio camino se dio cuenta que no sabía qué iba a hacer. Su primer impulso era tocarl el rostro pero no podía hacer eso. Para qué. Sería extraño, incómodo. Así que la dejó un momento en su hombro y después la deslizó por su brazo, porque por supuesto seguía sin saber qué estaba haciendo.
—Gracias por venir hoy—declaró en un impulso sincero.
Luego apartó la mano. Tenía que dejar de hacer el ridículo. Carraspeó y miró a su alrededor. Esto era un bar karaoke. Ya habían cantado, así que la siguiente opción estaba clara.
—¿Quieres algo de tomar? Voy por bebidas—declaró.
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Le agradó mucho escuchar que Simon continuaba con sus clases de música, aunque sintió cómo se le encogía el estómago cuando mencionó la beca. Wilhelm se había prometido a sí mismo que nunca hablaría con nadie, excepto por Felice, del acuerdo que hizo con su madre. Aceptó abandonar Hillerska, salir del país, con tal de que Simon conservara su matrícula en la escuela y que, bajo ninguna circunstancia, se le retirara la beca para sus estudios. Pero, por supuesto, se hizo esa promesa a sí mismo sin imaginarse que iba a reencontrarse con él.
Ahora que lo tenía frente a él de nuevo, no estaba seguro de que quisiera rondar sobre el tema de nuevo. Por suerte, tan sólo se lo había dicho a su querida amiga, que estaba estudiando en Europa, a miles de kilómetros de allí.
No podía tocar ese tema con Simon, ya no era buena idea remover más el pasado. Con saber que su sacrificio valió la pena ya era más que suficiente.
—Bueno, gracias por lo que me toca. A mí me alegra haber dado la talla a tu lado —comentó Wilhelm, con la sonrisa tatuada en los labios—. Gracias… gracias a ti por invitarme, Simon. Significó mucho para mí.
Wilhelm desvió la mirada un instante, fijándose en Lisa y Jack, quienes estaban muy acaramelados. Era un poco incómodo mirarlos, pero era mucho más sencillo aquello que encarar la mirada hacia Simon. Cuando éste habló de beber, su primer instinto fue decirle que no, pues era incapaz de fiarse de sí mismo estando bebido y cerca de Simon. Pero una sola cerveza no afectaría en nada, ni siquiera tendría que terminársela completa.
—Una cerveza está bien, Simon. —Dijo, despreocupado, después se preguntó si acaso Simon iba a pagar por los dos. Un cosquilleo le nació en la boca del estómago, esparciéndose por todo su cuerpo.
Ahora que lo tenía frente a él de nuevo, no estaba seguro de que quisiera rondar sobre el tema de nuevo. Por suerte, tan sólo se lo había dicho a su querida amiga, que estaba estudiando en Europa, a miles de kilómetros de allí.
No podía tocar ese tema con Simon, ya no era buena idea remover más el pasado. Con saber que su sacrificio valió la pena ya era más que suficiente.
—Bueno, gracias por lo que me toca. A mí me alegra haber dado la talla a tu lado —comentó Wilhelm, con la sonrisa tatuada en los labios—. Gracias… gracias a ti por invitarme, Simon. Significó mucho para mí.
Wilhelm desvió la mirada un instante, fijándose en Lisa y Jack, quienes estaban muy acaramelados. Era un poco incómodo mirarlos, pero era mucho más sencillo aquello que encarar la mirada hacia Simon. Cuando éste habló de beber, su primer instinto fue decirle que no, pues era incapaz de fiarse de sí mismo estando bebido y cerca de Simon. Pero una sola cerveza no afectaría en nada, ni siquiera tendría que terminársela completa.
—Una cerveza está bien, Simon. —Dijo, despreocupado, después se preguntó si acaso Simon iba a pagar por los dos. Un cosquilleo le nació en la boca del estómago, esparciéndose por todo su cuerpo.
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4. The sound of love
"And then you sang like you were almost the loudest."
Simon no sabía qué había esperado realmente de invitar a Wilhelm al karaoke. Había dudado que fuera, y una vez allí, lo lógico era que cantaran, pero se sentía muy orgulloso de que hubiera aceptado subirse al escenario con él. De alguna manera esa noche estaba saliendo mejor de lo que hubiera podido preveer. Se sentía bien que las cosas fueran bien.
Se sentía empoderado y valiente de repente, lo suficiente para ceder el control a tomarse al menos una cerveza con él. Nada podía salir mal esa noche, así que se sintió envalentonado a hablar, aún sin alcohol de por medio.
—También significa mucho para mí que vinieras—declaró, al tiempo que le regalaba una sonrisa sincera.
Tal vez no todo estaba perdido. Tal vez todavía tenían oportunidad de recuperar lo que habían perdido años atrás. ¿Era demasiado desear? Wil seguía siendo el príncipe heredero y no había nada que Simon pudiera hacer que cambiara eso. Pero por otro lado, estaban al otro lado del mundo, eran un par de chicos en un bar karaoke en una ciudad universitaria.
¿No se podían relajar al menos una vez?
—Iré por esas cervezas, nos las merecemos—añadió, mientras se levantaba de la mesa.
Sin embargo, antes de alejarse le sostuvo la mirada a Wlhelm y se preguntó si él también estaba pensando lo mismo.
Con Wilhelm — Octubre — Karaoke — 8.15 PM
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5. Calling me up
"All you had to do was stay".
Era el tercer día que faltaba a clases y Wilhelm se sentía muy culpable, porque se estaba atrasando, pero cuando trató de levantarse de la cama esa mañana se dio cuenta de que todavía no estaba bien. Al menos ya no tenía fiebre, pero sentía sintiéndose algo débil y prefirió quedarse arropado hasta la nariz un día más.
Unas horas después, cuando se calentó algo de caldo, intentó ponerse al día con todos los mensajes que tenía en su teléfono. Tenía en rojo un montón de correos sobre los pendientes de la universidad y varios mensajes de Jack, quien estaba haciendo un esfuerzo por mantenerlo al día en las materias que llevaban juntos. También había un par de mensajes de Simon, pues Wilhelm tuvo que decirle que no podría ir ese día a clase porque llevaba días enfermo. Todavía era miércoles, era posible que, si se recuperaba, podría ver a Simon en la clase que compartían el viernes.
Wilhelm tan sólo fue capaz de terminar la mitad de su caldo, no sabía si eran las medicinas que estaba tomando o que la receta que hizo fue un desastre, pero no sabía nada bien. Sentía un sabor metálico en la punta de la lengua. Mientras miraba el plato de caldo a la mitad, se imaginó qué pasaría si todavía estuviera en el palacio, enfermo. De seguro que estaría rodeado de tantos cuidados, que habría terminado enfermo, pero de desesperación al verse acosado día y noche.
Incluso si su caldo sabía mal, no lo cambiaba por la vida en el palacio. De sólo pensar que esta libertad acabaría en cuanto terminara las materias de la universidad, le causó un cosquilleo incómodo en el estómago. Wilhelm tuvo que respirar varias veces hasta calmarse.
Estaba todavía tratando de calmarse cuando escuchó el timbre. Wilhelm frunció el ceño y su primer instinto fue buscar su teléfono, pensando que era Jack. Su amigo sí que le había insinuado que podía ir a dejarle los apuntes, pero no había ningún mensaje suyo para avisar que ya iba al apartamento. Cuando volvió a escuchar el timbre, Wilhelm se echó agua en la cara y después se encaminó a la puerta.
Lo que no esperaba, bajo ninguna circunstancia, era encontrarse con Simon en cuanto abriera la puerta.
Wilhelm se quedó allí frente a él, con la puerta entreabierta, dándose cuenta de que no lo imaginaba. Simon estaba allí, frente a su puerta, mientras que él estaba con medias, en pijama y con el pelo desordenado.
—¿Simon…? —balbuceó, apoyándose en el marco de madera—. ¿Cómo es que estás…? ¿Jack te dio mi dirección? —preguntó con interés, pues imaginó que esa sería la única explicación lógica, pues Wilhelm no le había dicho con exactitud dónde vivía.
Unas horas después, cuando se calentó algo de caldo, intentó ponerse al día con todos los mensajes que tenía en su teléfono. Tenía en rojo un montón de correos sobre los pendientes de la universidad y varios mensajes de Jack, quien estaba haciendo un esfuerzo por mantenerlo al día en las materias que llevaban juntos. También había un par de mensajes de Simon, pues Wilhelm tuvo que decirle que no podría ir ese día a clase porque llevaba días enfermo. Todavía era miércoles, era posible que, si se recuperaba, podría ver a Simon en la clase que compartían el viernes.
Wilhelm tan sólo fue capaz de terminar la mitad de su caldo, no sabía si eran las medicinas que estaba tomando o que la receta que hizo fue un desastre, pero no sabía nada bien. Sentía un sabor metálico en la punta de la lengua. Mientras miraba el plato de caldo a la mitad, se imaginó qué pasaría si todavía estuviera en el palacio, enfermo. De seguro que estaría rodeado de tantos cuidados, que habría terminado enfermo, pero de desesperación al verse acosado día y noche.
Incluso si su caldo sabía mal, no lo cambiaba por la vida en el palacio. De sólo pensar que esta libertad acabaría en cuanto terminara las materias de la universidad, le causó un cosquilleo incómodo en el estómago. Wilhelm tuvo que respirar varias veces hasta calmarse.
Estaba todavía tratando de calmarse cuando escuchó el timbre. Wilhelm frunció el ceño y su primer instinto fue buscar su teléfono, pensando que era Jack. Su amigo sí que le había insinuado que podía ir a dejarle los apuntes, pero no había ningún mensaje suyo para avisar que ya iba al apartamento. Cuando volvió a escuchar el timbre, Wilhelm se echó agua en la cara y después se encaminó a la puerta.
Lo que no esperaba, bajo ninguna circunstancia, era encontrarse con Simon en cuanto abriera la puerta.
Wilhelm se quedó allí frente a él, con la puerta entreabierta, dándose cuenta de que no lo imaginaba. Simon estaba allí, frente a su puerta, mientras que él estaba con medias, en pijama y con el pelo desordenado.
—¿Simon…? —balbuceó, apoyándose en el marco de madera—. ¿Cómo es que estás…? ¿Jack te dio mi dirección? —preguntó con interés, pues imaginó que esa sería la única explicación lógica, pues Wilhelm no le había dicho con exactitud dónde vivía.
Con Simon — Noviembre — Apartamento de Wille — 2:25 PM
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5. Calling me up
"All you had to do was stay".
Simon sabía que estaba exagerando persentándose ahí. Tal vez Wilhelm lo vería como una intrusión, pero estaba preocupado. Le había avisado que estaba enfermo pero impropio de él faltar tanto. Además, Simon sabía lo triste y feo que era estar enfermo viviendo solo, tan lejos de casa y de cualquier cuidado de los suyos.
Así que se hizo con una sopa caliente y se diriigió a la dirección que le había sonsacado a Jack.
Esa era una primera pista de ue aquello era mala idea. Por algo Wil no le había dado la dirección de su apartamento. Le sonrió cuando le abrió la puerte, intentando disimular que sabía bien que no debería estar ahí.
—Estaba preocupado por ti —respondió con sinceridad—. Así que Jack me dio tu dirección y creí que te podría traer una caldo para que te sintitieras mejor. Lo siento.
Le dedicó una sonrisa de disculpa, y luego miró hacia dentro del apartamento, preguntándose si lo iba a invitar a pasar o no.
Desde su vida al karaoke tenía la sensación de que estaban en un territorio indefinido, y tal vez su presencia allí los iba a obligar a definir mejor dónde estaban. Si lo hacía dar media vuelta e irse, sería muy claro.
Así que se hizo con una sopa caliente y se diriigió a la dirección que le había sonsacado a Jack.
Esa era una primera pista de ue aquello era mala idea. Por algo Wil no le había dado la dirección de su apartamento. Le sonrió cuando le abrió la puerte, intentando disimular que sabía bien que no debería estar ahí.
—Estaba preocupado por ti —respondió con sinceridad—. Así que Jack me dio tu dirección y creí que te podría traer una caldo para que te sintitieras mejor. Lo siento.
Le dedicó una sonrisa de disculpa, y luego miró hacia dentro del apartamento, preguntándose si lo iba a invitar a pasar o no.
Desde su vida al karaoke tenía la sensación de que estaban en un territorio indefinido, y tal vez su presencia allí los iba a obligar a definir mejor dónde estaban. Si lo hacía dar media vuelta e irse, sería muy claro.
Con Simon — Noviembre — Apartamento de Wille — 2:25 PM
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"All you had to do was stay".
Wilhelm tardó un instante en procesar que no lo estaba imaginando. De verdad Simon estaba frente a él, diciendo que estaba preocupado porque estaba enfermo. Tuvo que sostenerse del marco de la ventana, porque las palabras de Simon lo estaban anclando a una realidad que, hasta ahora, no estaba permitiendo aceptar. Simon estaba allí, con un caldo para él.
Simon no sólo no lo odiaba, sino que todavía se preocupaba por él. Wilhelm no estaba seguro si lo merecía, pero lo aceptaría con los brazos abiertos.
Contuvo la respiración y luego de un instante que pareció eterno, se movió lo suficiente para hacerle un espacio a Simon, invitándolo a entrar a su apartamento. La primera vez que encontró a Simon en el karaoke, jamás se imaginó que estaría aquí, en su espacio.
—Simon, no tenías… —Wilhelm suspiró, apoyándose con cuidado en la puerta. Se quedó mirando a Simon, mientras sentía que los latidos de su corazón iban a desbordarle el pecho—. No tenías que venir, pero no sabes cuánto lo aprecio. La verdad es que pensé que sería una gripe sin importancia, pero tuve fiebre y lo único que quería hacer era estar en la cama.
Wilhelm se llenó de valentía y caminó despacio, haciéndole un gesto a Simon para que lo acompañara a la cocina. Por lo general, Wilhelm le gustaba pasar tiempo a solas en su apartamento, pues no tenía una ajetreada vida social a pesar de que todos sus compañeros de universidad lo invitaban de tanto en tanto a actividades fuera del horario de clases. Pero ahora era la primera vez que se sentía incómodo en su propio apartamento. No sabía cómo tomarse la visita de Simon allí.
—Déjame calentarlo… —dijo con torpeza, mientras extendía las manos hacia el paquete que Simon tenía. Wilhelm sabía que estaba respetando el espacio personal de Simon, pero, estando en su apartamento, le parecía que estaban más cerca que nunca. Además, tenía la sensación de que sus manos estaban sudando tanto, que el paquete se le resbalaría de las manos.
Simon no sólo no lo odiaba, sino que todavía se preocupaba por él. Wilhelm no estaba seguro si lo merecía, pero lo aceptaría con los brazos abiertos.
Contuvo la respiración y luego de un instante que pareció eterno, se movió lo suficiente para hacerle un espacio a Simon, invitándolo a entrar a su apartamento. La primera vez que encontró a Simon en el karaoke, jamás se imaginó que estaría aquí, en su espacio.
—Simon, no tenías… —Wilhelm suspiró, apoyándose con cuidado en la puerta. Se quedó mirando a Simon, mientras sentía que los latidos de su corazón iban a desbordarle el pecho—. No tenías que venir, pero no sabes cuánto lo aprecio. La verdad es que pensé que sería una gripe sin importancia, pero tuve fiebre y lo único que quería hacer era estar en la cama.
Wilhelm se llenó de valentía y caminó despacio, haciéndole un gesto a Simon para que lo acompañara a la cocina. Por lo general, Wilhelm le gustaba pasar tiempo a solas en su apartamento, pues no tenía una ajetreada vida social a pesar de que todos sus compañeros de universidad lo invitaban de tanto en tanto a actividades fuera del horario de clases. Pero ahora era la primera vez que se sentía incómodo en su propio apartamento. No sabía cómo tomarse la visita de Simon allí.
—Déjame calentarlo… —dijo con torpeza, mientras extendía las manos hacia el paquete que Simon tenía. Wilhelm sabía que estaba respetando el espacio personal de Simon, pero, estando en su apartamento, le parecía que estaban más cerca que nunca. Además, tenía la sensación de que sus manos estaban sudando tanto, que el paquete se le resbalaría de las manos.
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Will no se veía nada bien, la verdad, así que se alegraba de haber ido a hacerle esa visita. Lo siguió a la cocina y le quitpo el caldo de las manos, preocupado de que no estaba en condiciones para manejar un caldo caliente.
—Dame, lo calentaré para ti —se ofreció, mientras le hacía señas para que fuera a tomar asiento al sofá, en el que había una manta. Evidentemente había estado pasando tiempo acostado en él.
Le calentó el caldo, buscó un cuenco y una cuchara en la cocina y se lo llevó al sofá.
—Lamento venir a entrometerme en tu vida y acabar rebuscando en tu cocina... solo quería ver cómo estabas y si necesitabas algo.
Además, le había llevado las notas de su clase en conjunto. De verdad quería serle útil, y que no sufriera estar enformo solo en un país extraño. Ya a él le había pasado y era terrible.
—¿Necesitas algo más? ¿Quieres que te vaya a buscar alguna cosa? ¿Que me encargue de algo aquí?
Wilhelm no se veía bien, seguro que estaba esperando que el resfriado pasara solo, y no sería tan simple.
Simon tan solo quería ser de ayuda. La verdad era que no se podía negar que seguía queriendo a Wilhelm con todas sus fuerzas, el día del karaoke lo había comprobado. Pero no sabía si Wilhelm sentía lo mismo. Igual este era un momento vulnerable y no debía aprovecharse e indagar al respecto.
Tan solo quería estar ahí para éll
—Dame, lo calentaré para ti —se ofreció, mientras le hacía señas para que fuera a tomar asiento al sofá, en el que había una manta. Evidentemente había estado pasando tiempo acostado en él.
Le calentó el caldo, buscó un cuenco y una cuchara en la cocina y se lo llevó al sofá.
—Lamento venir a entrometerme en tu vida y acabar rebuscando en tu cocina... solo quería ver cómo estabas y si necesitabas algo.
Además, le había llevado las notas de su clase en conjunto. De verdad quería serle útil, y que no sufriera estar enformo solo en un país extraño. Ya a él le había pasado y era terrible.
—¿Necesitas algo más? ¿Quieres que te vaya a buscar alguna cosa? ¿Que me encargue de algo aquí?
Wilhelm no se veía bien, seguro que estaba esperando que el resfriado pasara solo, y no sería tan simple.
Simon tan solo quería ser de ayuda. La verdad era que no se podía negar que seguía queriendo a Wilhelm con todas sus fuerzas, el día del karaoke lo había comprobado. Pero no sabía si Wilhelm sentía lo mismo. Igual este era un momento vulnerable y no debía aprovecharse e indagar al respecto.
Tan solo quería estar ahí para éll
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"All you had to do was stay".
En otras circunstancias, Wilhelm habría insistido a Simon en que, por favor, no se molestara por él. Pero en este momento su cuerpo respondió por él y se alejó, dejando que Simon volviera a tomar la comida entre las manos. Retrocedió lo suficiente para sentarse en una de las sillas que había en la cocina, en lugar de ir hasta el sofá. Tenía la sensación de que, si se alejaba demasiado de Simon, éste se desvanecería.
Así que Wilhelm se acomodó en la silla, aunque ésta era mucho menos cómoda que el sofá. Se cruzó de brazos y recostó allí su cabeza, mirando la silueta de Simon moverse con algo de soltura en su cocina. Para Wilhelm esto parecía un sueño del que no quería despertarse.
—Puedes entrometerte en mi cocina todo lo que quieras —respondió enseguida, sin preocuparse mucho de cómo estaban sonando sus palabras—. Me alegra que vinieras. Siempre me gusta verte.
Para Wilhelm, quien pensó que no volvería a ver a Simon nunca más, no podía dejar de verlo en todo momento que estaban juntos. Estaba seguro que, para estas alturas, ya se le debía notar en la cara.
Negó con la cabeza cuando le preguntó si necesitaba algo más, aunque Wilhelm no estaba seguro si tendría que volver a comprar medicinas. Por lo general lo hacía todo desde su teléfono y esperaba que se lo dejaran en el buzón que estaba en la planta baja. No recordaba si tenía dosis para mañana, porque confiaba en que con el tratamiento se sentiría mejor hoy mismo. Pero, si tenía que ser sincero consigo mismo, todavía se sentía más débil de la cuenta.
—Estoy bien —susurró, mientras encogía las piernas, acercándolas a la silla. Le parecía que hacía más frío de la cuenta en la cocina, pero no sabía si era que había olvidado ajustar la calefacción—. ¿Te puedes quedar un rato conmigo?
Wilhelm sabía que estaba abusando de la buena voluntad de Simon, pero era como si su lengua fuera más rápido que su cerebro. Se le dificultaba pensar con claridad, mucho menos si Simon estaba allí en la cocina, vigilando el microondas. Cuando escuchó el pitido avisando que estaba listo, Wilhelm se dio cuenta de que estaba cabeceando más de la cuenta.
Así que Wilhelm se acomodó en la silla, aunque ésta era mucho menos cómoda que el sofá. Se cruzó de brazos y recostó allí su cabeza, mirando la silueta de Simon moverse con algo de soltura en su cocina. Para Wilhelm esto parecía un sueño del que no quería despertarse.
—Puedes entrometerte en mi cocina todo lo que quieras —respondió enseguida, sin preocuparse mucho de cómo estaban sonando sus palabras—. Me alegra que vinieras. Siempre me gusta verte.
Para Wilhelm, quien pensó que no volvería a ver a Simon nunca más, no podía dejar de verlo en todo momento que estaban juntos. Estaba seguro que, para estas alturas, ya se le debía notar en la cara.
Negó con la cabeza cuando le preguntó si necesitaba algo más, aunque Wilhelm no estaba seguro si tendría que volver a comprar medicinas. Por lo general lo hacía todo desde su teléfono y esperaba que se lo dejaran en el buzón que estaba en la planta baja. No recordaba si tenía dosis para mañana, porque confiaba en que con el tratamiento se sentiría mejor hoy mismo. Pero, si tenía que ser sincero consigo mismo, todavía se sentía más débil de la cuenta.
—Estoy bien —susurró, mientras encogía las piernas, acercándolas a la silla. Le parecía que hacía más frío de la cuenta en la cocina, pero no sabía si era que había olvidado ajustar la calefacción—. ¿Te puedes quedar un rato conmigo?
Wilhelm sabía que estaba abusando de la buena voluntad de Simon, pero era como si su lengua fuera más rápido que su cerebro. Se le dificultaba pensar con claridad, mucho menos si Simon estaba allí en la cocina, vigilando el microondas. Cuando escuchó el pitido avisando que estaba listo, Wilhelm se dio cuenta de que estaba cabeceando más de la cuenta.
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Una vez que el caldo estuvo caliente, Simon lo sirvió en un tazón y se lo puso al frente a Wil con una cuchara. Tenía aspecto de haber estado muy enfermo esos días y se alegraba de haber pensado en llevarle algo para comer. Seguro que el caldo le haría bien. Su madre siempre les había hecho sopa a su hermana y a él cuando enfermaban.
Wilhelm no se veía bien.
—Como para que puedas ir a descansar después, lo necesitas —dijo con suavidad, mientras le tendía una cuchara.
Le sonrió y apoyó los codos en el desayunador frente a él.
—Claro que me quedo si eso quieres, vine a hacerte compañía y ofrecerte mi ayuda.
Una parte de él sabía que estaba sobrepasando sus límites, pero no podía ser racional sobre esto. Había estado muy preocupado por él y lo había extrañado mucho esos días... Además de ue no había parado de pensar en la noche en el karaoke.
Podía ser que estuviera imaginando cosas, pero tenía la sensación de que estaba pasando algo entre ellos y no estaba seguro de cómo averiguarlo. No quería reabrir las heridas de ambos por nada... pero se moría por pasar un rato con Wil, y eso no le haría daño a nadie.
—Come, realmente parece que necesita estar arrecostado y no aquí sentado.
Su preocupación era sincera, pero también creía que sería más cómodo esatr en los sillones que sentados en la cocina.
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"All you had to do was stay".
Wilhelm le regaló a Simon una sonrisa febril, un gesto a medias que pretendía ser de obediencia, pues no pensaba llevarle la contraria. Claro que se tomaría el caldo y claro que reposaría en el sofá, con mayor comodidad. Esperaba seguir las instrucciones de Simon al pie de la letra, sobre todo si eso implicaba que Simon se quedara un poco más a su lado.
Cuando tomó la cuchara con la mano derecha, se concentró todo lo posible para no parecer un niño torpe. Por suerte, con cada sorbo del caldo, se fue sintiendo un poco más desenvuelto. Su mayor temor era derramar todo el contenido o que la cuchara se le escapara de los dedos, pero nada de eso sucedió. El caldo estaba rico, podía sentirlo a pesar de que gracias a la gripa toda la comida que se había hecho no tenía tanto sabor. Pero quizás el caldo de Simon estaba más condimentado, o su cabeza le estaba jugando una mala pasada.
—Simon… ¿tú hiciste esto o lo compraste? —preguntó apenado, luego se arrepintió—. Perdón, eso sonó terrible. Tan sólo tenía curiosidad. Es la primera cosa que como en varios días que me sabe a algo, estaba muy rico. Gracias. De verdad no tenías que molestarte, pero me alegro mucho que hayas venido.
Wilhelm, con cuidado, se levantó de la silla. Le hizo un gesto a Simon para que lo acompañara y dejara el plato con caldo sobre la mesa. En algún momento limpiaría eso después, ahora quería recostarse de verdad, con Simon cerca de él.
Aunque sopesó la idea de ir hasta su habitación, la verdad era que, incluso estando enfermo, Wilhelm sabía que no podía tentar demasiado los límites de la relación que estaban reconstruyendo. Así que se quedó en la sala, recostándose en el extremo izquierdo del sofá y flexionando un poco las piernas, para dejarle espacio suficiente a que Simon se acomodara a su lado.
—Simon, ¿sabes? Sé que no me merezco que hayas venido a verme, no después de todo lo sucedido. Soy muy afortunado —susurró, sin darse cuenta de lo que acababa de decir. Pero era verdad.
Cuando tomó la cuchara con la mano derecha, se concentró todo lo posible para no parecer un niño torpe. Por suerte, con cada sorbo del caldo, se fue sintiendo un poco más desenvuelto. Su mayor temor era derramar todo el contenido o que la cuchara se le escapara de los dedos, pero nada de eso sucedió. El caldo estaba rico, podía sentirlo a pesar de que gracias a la gripa toda la comida que se había hecho no tenía tanto sabor. Pero quizás el caldo de Simon estaba más condimentado, o su cabeza le estaba jugando una mala pasada.
—Simon… ¿tú hiciste esto o lo compraste? —preguntó apenado, luego se arrepintió—. Perdón, eso sonó terrible. Tan sólo tenía curiosidad. Es la primera cosa que como en varios días que me sabe a algo, estaba muy rico. Gracias. De verdad no tenías que molestarte, pero me alegro mucho que hayas venido.
Wilhelm, con cuidado, se levantó de la silla. Le hizo un gesto a Simon para que lo acompañara y dejara el plato con caldo sobre la mesa. En algún momento limpiaría eso después, ahora quería recostarse de verdad, con Simon cerca de él.
Aunque sopesó la idea de ir hasta su habitación, la verdad era que, incluso estando enfermo, Wilhelm sabía que no podía tentar demasiado los límites de la relación que estaban reconstruyendo. Así que se quedó en la sala, recostándose en el extremo izquierdo del sofá y flexionando un poco las piernas, para dejarle espacio suficiente a que Simon se acomodara a su lado.
—Simon, ¿sabes? Sé que no me merezco que hayas venido a verme, no después de todo lo sucedido. Soy muy afortunado —susurró, sin darse cuenta de lo que acababa de decir. Pero era verdad.
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5. Calling me up
"All you had to do was stay".
Simon contempló con atención a Wilhelm tomarse su sopa, pero no se había esperado que le hiciera aquella pregunta. Arqueó ambas cejas y sonrió.
—Tienes en alta estima mis habilidades, pero no sé hacer una sopa tan buena como la de mi madre. Compré una instantánea de base y le agregué algunas cosas —respondió.
Sabía que no era igual de efectiva, pero esperaba que en algo le ayudara.
El siguiente comentario de Wil lo tomó más desprevenido todavía. No había esperado que sacara el tema del pasado. Se removió incómodo u desvió la mirada hacia la ventana del apartamento. No estaba seguro de qué incluía Wilhelm dentro de "todo", pero realmente había demasiada historia entre ellos.
—Ya ha pasado mucho tiempo de todo... Éramos adolescentes.
Le resultaba incómodo hablar del tema. La verdad era que Wilhelm le había hecho mucho daño, y la forma en que solo había desaparecido de su vida había sido lo peor de todo. Era cierto que él no le había contestado su "te amo", pero no podía solo desaparecer después de decirle eso... pero lo había hecho.
Simon no sabía cómo hablarle al respecto. En especial cuando ahora cuando estaba a solas con él volvía a sentirlo todo de nuevo.
—Las cosas terminaron muy mal, pero lo que tuvimos fue... especial. Fuiste una persona muy especial en mi vida, Wil. Eso no desaparece nunca del todo.
Lo miró con atención, esperando captar alguna reacción de su parte.
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5. Calling me up
"All you had to do was stay".
Pronunció la sonrisa cuando Simon confesó que en realidad sólo compró una sopa instantánea a la que le agregó unas cuantas cosas. Wilhelm se imaginó a Simon frente a la estufa, cocinando con diligencia para él. Una imagen de la que estaban hecha la mayoría de sus fantasías, porque eso significaba que todavía le importaba a Simon. Que le importaba de verdad.
—Pues te quedó deliciosa, de verdad gracias… —Wilhelm se acomodó lo mejor que pudo en el sofá, sin quitarle la vista de encima a Simon. Sus últimas palabras fueron como un remolino de sentimientos que lo removió desde dentro hacia afuera. Wilhelm sentía el corazón latir desbocado, una y otra vez, mientras pensaba en qué le iba a decir.
Quizás en otras circunstancias, Wilhelm se habría callado. Tal vez habría cambiado el tema de conversación, para proteger su propia dignidad. Pero estaba allí, con aspecto febril, sintiéndose cansado y saturado.
Fue así como pensó que no era tan mala idea decir la verdad. Wilhelm estaba cansado de pretender y de decir tantas mentiras que no lo iban a llevar a nada bueno. Llevaba reprimiéndose durante mucho tiempo.
—¿Lo dices en pasado? ¿Ya no soy alguien importante para ti? —preguntó de pronto, incapaz de contenerse. Wilhelm encajó la mirada en Simon, conteniendo la respiración y quitándose el exceso de sudor de la frente—. Porque tú sigues siendo importante para mí, Simon. De hecho, eres la única persona que… eres la única persona que realmente me importa, ¿sabes? Nunca voy a querer a nadie como te quiero a ti, no importa cuánto tiempo pase. Pero tú no deberías… no deberías, porque yo te negué y luego tuve… tuve que irme sin decir adiós, no quería hacerlo, pero nadie me dio otra opción.
Wilhelm recordaba con exactitud el momento en que cedió, en que le dijo a su madre, ahogado en lágrimas, que prometía no volver a ver a Simon nunca más, siempre y cuando no lo expulsaran de la escuela, ni tampoco le tocaran su beca de estudios.
—Pues te quedó deliciosa, de verdad gracias… —Wilhelm se acomodó lo mejor que pudo en el sofá, sin quitarle la vista de encima a Simon. Sus últimas palabras fueron como un remolino de sentimientos que lo removió desde dentro hacia afuera. Wilhelm sentía el corazón latir desbocado, una y otra vez, mientras pensaba en qué le iba a decir.
Quizás en otras circunstancias, Wilhelm se habría callado. Tal vez habría cambiado el tema de conversación, para proteger su propia dignidad. Pero estaba allí, con aspecto febril, sintiéndose cansado y saturado.
Fue así como pensó que no era tan mala idea decir la verdad. Wilhelm estaba cansado de pretender y de decir tantas mentiras que no lo iban a llevar a nada bueno. Llevaba reprimiéndose durante mucho tiempo.
—¿Lo dices en pasado? ¿Ya no soy alguien importante para ti? —preguntó de pronto, incapaz de contenerse. Wilhelm encajó la mirada en Simon, conteniendo la respiración y quitándose el exceso de sudor de la frente—. Porque tú sigues siendo importante para mí, Simon. De hecho, eres la única persona que… eres la única persona que realmente me importa, ¿sabes? Nunca voy a querer a nadie como te quiero a ti, no importa cuánto tiempo pase. Pero tú no deberías… no deberías, porque yo te negué y luego tuve… tuve que irme sin decir adiós, no quería hacerlo, pero nadie me dio otra opción.
Wilhelm recordaba con exactitud el momento en que cedió, en que le dijo a su madre, ahogado en lágrimas, que prometía no volver a ver a Simon nunca más, siempre y cuando no lo expulsaran de la escuela, ni tampoco le tocaran su beca de estudios.
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5. Calling me up
"All you had to do was stay".
Simon no podía creer lo que estaba escuchando. Desde el momento en que Wilhelm cuestionó si era algo del pasado supo de inmediaot que la respuesta era no. Pero no había esperado escucharlo decir que seguía siendo importante para él.
Mucho menos que no iba a querer a nadie como a él.
¿Qué se suponía que hiciera con su corazón después de escuchar eso? Pero no terminaba de comprenderlo. ¿A qué se refería con que nadie le dio opción?
—¿Por qué no me escribiste o me llamaste después de irte? Sabías dónde encontrarme, no me moví del colegio enlo que restó del año... —replicó.
Podía entender que no tuviera la opción de volver, pero no que no lo contactara de ninguna forma... Menos si se seguía sintiendo así.
Se levantó y le dio la espalda a Wil, viendo por la ventana del apartamento a la ciudad que se extendía a sus pies. No era un apartamento que un presupuesto de estudiante pudiera pagar...
—Yo también te seguí queriendo todo este tiempo, Wil... Pero aprendí a aceptar que tú no ibas a buscarme, que no tendríamos oportunidad. ¿Cómo podía pensar otra cosa?
Volteó la cabeza para ver a Wil, a pesar de que era conscientede que no era una buena idea que sus miradas se encontraran.
—No esperaba encontarte de nuevo y darme cuenta de que el paso del tiempo no ha ayudado en nada a desaparecer estos sentimientos.
¿Qué estaba haciendo?
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