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You have every right to a beautiful life
En esos años los Vulturi se hacía grande como clan y trataban que los vampiros de mantuvieran en paz y no unos sanguinarios en el mundo. Incluso en épocas pasadas donde los humanos apenas sabían de la existencia de estos hasta que se encontraban con uno. ¿Cuál era el final? La muerte o convertirse en parte de ellos.
Era una época colonial en Francia. La familia Dupont siempre se había mantenida alejada a pesar de pertenecer a un reino por lo cual cuidaban de esos territorios y cumplían con su labor, pero mantenían un gran secreto, aunque no tan secreto para el mundo de los vampiros, la existencia de Irina Dupont .
Que llegaba a visitarlos y como ya era una vampireza de edad en cuanto a años su apariencia seguía siendo de una mujer de 19 o 20 años. Incluso hasta parecía de mucho menos por lo bien que se mantenía. Desde el momento que la convirtieron se había alejado para lograr más experiencia pero siempre volvía allí porque estaba tranquila, sin duda alguna era incapaz de beber la sangre de su familia. Sin que ellos lo supieran siempre llegaba como una empleada o se hacía pasar por alguien cercano a ellos porque se debía mantener el secreto. Los Vulturi se podían enterar y ese podría ser su fin. El asunto es que ya podía convivir con ellos por su edad y ser otra más, alejándose por las noches en búsqueda de alimento. Era una vampira nómade que volvía por tiempos a su lugar donde se encontraba su familia.
Ella podía contar para ella misma muchas historias pero nunca conoció el amor porque no se podía quedar allí. Y claro estaba al tanto que algún día iba a tener que convertir a alguien porque ya comenzaba a sentirse sola. La llegada de un caballero, siendo hijo de duque de otro sector se perdió en sus territorios y encontró aquel hermoso castillo. Aksel Klausen tenía 23 años, también era un aventurero nato que le gustaba ir a luchar cuando habían conflictos y recorrer el mundo incluso en barco. Generalmente la gente era amable pero cuando llegó a ese lugar notó que eran esquivos a excepción de esa joven rubia muy hermosa que lo miraba con curiosidad.
Era una época colonial en Francia. La familia Dupont siempre se había mantenida alejada a pesar de pertenecer a un reino por lo cual cuidaban de esos territorios y cumplían con su labor, pero mantenían un gran secreto, aunque no tan secreto para el mundo de los vampiros, la existencia de Irina Dupont .
Que llegaba a visitarlos y como ya era una vampireza de edad en cuanto a años su apariencia seguía siendo de una mujer de 19 o 20 años. Incluso hasta parecía de mucho menos por lo bien que se mantenía. Desde el momento que la convirtieron se había alejado para lograr más experiencia pero siempre volvía allí porque estaba tranquila, sin duda alguna era incapaz de beber la sangre de su familia. Sin que ellos lo supieran siempre llegaba como una empleada o se hacía pasar por alguien cercano a ellos porque se debía mantener el secreto. Los Vulturi se podían enterar y ese podría ser su fin. El asunto es que ya podía convivir con ellos por su edad y ser otra más, alejándose por las noches en búsqueda de alimento. Era una vampira nómade que volvía por tiempos a su lugar donde se encontraba su familia.
Ella podía contar para ella misma muchas historias pero nunca conoció el amor porque no se podía quedar allí. Y claro estaba al tanto que algún día iba a tener que convertir a alguien porque ya comenzaba a sentirse sola. La llegada de un caballero, siendo hijo de duque de otro sector se perdió en sus territorios y encontró aquel hermoso castillo. Aksel Klausen tenía 23 años, también era un aventurero nato que le gustaba ir a luchar cuando habían conflictos y recorrer el mundo incluso en barco. Generalmente la gente era amable pero cuando llegó a ese lugar notó que eran esquivos a excepción de esa joven rubia muy hermosa que lo miraba con curiosidad.
Irina Dupont Vampireza (200 años) || Freya Allan|| Rising Sun | |
Aksel Klausen Humano (22 años) || Patrick Gibson || Shooting Star | |
1x1 | Inspired | Libros: Saga Crepúsculo. Pjs Originales
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Su vida había cambiado por completo desde el momento en que la habían convertido en una vampira. Ahora estaba condenada a vivir una vida eterna teniendo el paso de su familia con el tiempo. Lo más triste de todo mira el hecho que ni siquiera había conseguido el amor, alguien que me acompañara que alarga la vida. Irina iba y venía siempre manteniéndose cerca de su familia, aunque tuviera que ocultar su verdadera identidad por el bien de ellos. Algo era algo.
Estaba de empleada en aquel castillo que solía llamar hogar. No permanecía mucho tiempo allí, pero ahora mismo estaba en esa época en la que regresaba. Por fortuna, el que fuera una empleada levantaba menos interés sobres su persona. Salvo que no fuera para darle alguna instrucción. Lo cual era bueno, le ayudaba a mantener un perfil bajo ante el resto de la gente que se encontraba en el lugar.
Por supuesto que aquella tarde se topara con un chico que llamo su atención y, por tanto, ella no pasó tan desapercibida. Nunca lo había visto, le estaba raro porque no creía que fuera del área. Tenía una expresión de querer verlo todo, como si estuviera perdido. Lo peor del caso es que nadie parecía atenderlo. Nadie le ayudaba, nadie le dirigía la palabra. ¿Qué les costaba un poquito de amabilidad? Entre las ganas de hacer una obra de bien y también la curiosidad de saber quién era aquel extraño sujeto decidió intervenir.
— Hola señor. ¿Le puedo ayudar en algo? No parece ser de por aquí si le soy sincera. — le comento al acercarse al chico con una sonrisa amable en el rostro. Siempre le había parecido divertido conocer gente nueva, aun cuando eso no fuera algo que hiciera seguido.
Estaba de empleada en aquel castillo que solía llamar hogar. No permanecía mucho tiempo allí, pero ahora mismo estaba en esa época en la que regresaba. Por fortuna, el que fuera una empleada levantaba menos interés sobres su persona. Salvo que no fuera para darle alguna instrucción. Lo cual era bueno, le ayudaba a mantener un perfil bajo ante el resto de la gente que se encontraba en el lugar.
Por supuesto que aquella tarde se topara con un chico que llamo su atención y, por tanto, ella no pasó tan desapercibida. Nunca lo había visto, le estaba raro porque no creía que fuera del área. Tenía una expresión de querer verlo todo, como si estuviera perdido. Lo peor del caso es que nadie parecía atenderlo. Nadie le ayudaba, nadie le dirigía la palabra. ¿Qué les costaba un poquito de amabilidad? Entre las ganas de hacer una obra de bien y también la curiosidad de saber quién era aquel extraño sujeto decidió intervenir.
— Hola señor. ¿Le puedo ayudar en algo? No parece ser de por aquí si le soy sincera. — le comento al acercarse al chico con una sonrisa amable en el rostro. Siempre le había parecido divertido conocer gente nueva, aun cuando eso no fuera algo que hiciera seguido.
1. La llegada del Caballero Irina|| Castillo de los Dupot || en la tarde | |
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Aksel luego de un viaje hacia a España ahora tenía que visitar a sus tíos por parte de madre que eran franceses, los Lavoisier, pero cuando vio el paisaje decidió luego de obtener un mapa que se iría a caballo hasta el lugar. Sus padres se quejaron que no valía la pena y negando con la cabeza que nunca cambiaría.
El asunto es que nunca pensó que durante el camino comenzaría a llover y así perder el rubro del camino hacia la mansión que tendría que ir. Se estaba desesperando, pero lo que animaba al rubio era que solía ser una nueva anécdota para contar. Una punzada de alegría sintió cuando vio aquel castillo y al preguntar en la puerta dijeron que estaba en la mansión Dupont, ahora sí que esperaba que no fueran tantas millas hasta llegar hacia donde sus tíos, se había hecho tarde y estaba todo mojado por la lluvia. Tendría 23 años pero sabía que iba a recibir un buen escarmiento por parte de sus padres, siempre le decían que se comportaba como el menor cuando era el mediano. Ni lo sentía, el orgullo parental se lo dejaba a su hermano que hacía todo bien y quién obtendría el título apenas se casara, solo estaba comprometido.
Nunca pensó que sería tratado de esa manera pero le creyeron. Eran muy fríos y esquivos, suponía que era por su acento y no había del todo modales, solo que ahí llamaron a sus empleados para atenderlo y así ayudarlo. Un poco cohibido y algo humillado - prefería no involucrarse entre nobles de un país que no era el suyo solo se quedó callado y agradeció la información para volver a casa. Sin embargo, una nueva empleada se acercó y al verla, se preguntaba como era posible que lo fuera. Tenía una gran belleza, una magnética muy digna de una dama.
Sin duda, quedó hipnotizado y más que la chica había sido demasiado amable con él que se encontraba confundido al equivocarse de camino. — Agradezco su amabilidad, señorita — Siseó con suavidad esperando que dijera su nombre. — Me presento, soy Aksel Klausen y no se equivoca, soy de Dinamarca. — Se presentó con una leve reverencia que para él una persona amable tenía que ser tratada de la misma forma sin importar su estatus. —Es que me perdí durante el camino y en vez de llegar a donde los Lavoisier, mis tíos. llegué aquí. Bueno más o menos, señorita. Sabía que no no era el lugar correcto pero me detuve a preguntar si no estoy tan perdido a donde viven mis tíos — Explicó y seguro parecía un completo tonto pero bueno estaba en un lugar distinto y bien sabía que era muy bueno ese dicho que preguntando se llegaba a Roma.
El asunto es que nunca pensó que durante el camino comenzaría a llover y así perder el rubro del camino hacia la mansión que tendría que ir. Se estaba desesperando, pero lo que animaba al rubio era que solía ser una nueva anécdota para contar. Una punzada de alegría sintió cuando vio aquel castillo y al preguntar en la puerta dijeron que estaba en la mansión Dupont, ahora sí que esperaba que no fueran tantas millas hasta llegar hacia donde sus tíos, se había hecho tarde y estaba todo mojado por la lluvia. Tendría 23 años pero sabía que iba a recibir un buen escarmiento por parte de sus padres, siempre le decían que se comportaba como el menor cuando era el mediano. Ni lo sentía, el orgullo parental se lo dejaba a su hermano que hacía todo bien y quién obtendría el título apenas se casara, solo estaba comprometido.
Nunca pensó que sería tratado de esa manera pero le creyeron. Eran muy fríos y esquivos, suponía que era por su acento y no había del todo modales, solo que ahí llamaron a sus empleados para atenderlo y así ayudarlo. Un poco cohibido y algo humillado - prefería no involucrarse entre nobles de un país que no era el suyo solo se quedó callado y agradeció la información para volver a casa. Sin embargo, una nueva empleada se acercó y al verla, se preguntaba como era posible que lo fuera. Tenía una gran belleza, una magnética muy digna de una dama.
Sin duda, quedó hipnotizado y más que la chica había sido demasiado amable con él que se encontraba confundido al equivocarse de camino. — Agradezco su amabilidad, señorita — Siseó con suavidad esperando que dijera su nombre. — Me presento, soy Aksel Klausen y no se equivoca, soy de Dinamarca. — Se presentó con una leve reverencia que para él una persona amable tenía que ser tratada de la misma forma sin importar su estatus. —Es que me perdí durante el camino y en vez de llegar a donde los Lavoisier, mis tíos. llegué aquí. Bueno más o menos, señorita. Sabía que no no era el lugar correcto pero me detuve a preguntar si no estoy tan perdido a donde viven mis tíos — Explicó y seguro parecía un completo tonto pero bueno estaba en un lugar distinto y bien sabía que era muy bueno ese dicho que preguntando se llegaba a Roma.
1. La llegada del Caballero Aksel || Castillo de los Dupont || en la tarde | |
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La muchacha sabia que no le costaba nada ayudarlo. Solo era cuestión de darle dirección, indicarle el camino. No comprendía por qué debía de ser todo una molestia para los demás. Por suerte era de tarde, el sol ya había bajado. No había riesgo de que los rayos solares la delataran haciendo que su cuerpo brillara bajo la luz en caso de que tuvieran que salir a las afueras del castillo. Había aprendido a estar atenta a todos esos detalles. Además de que el clima en el bosque igual podía ser su aliado.
Llevaba tantos años de vida y aun así no se aburría de la gente. Encontraba fascinante conocer gente nueva, solo que si debía de tener cuidado de no encariñarse demasiado porque sabía bien como todo podía terminar. No quería ser un peligro para nadie. Por eso lamentablemente para su familia ahora era una desconocida, una empleada. A eso había tenido que llegar. Para cuando comenzaran a notar que no envejecía volvería a comenzar el ciclo otra vez más de desaparecer por una temporada hasta que la olvidaran.
— Está bastante lejos de casa entonces. — comento la muchacha. Ella, a pesar de sus más de dos siglos de vida, no se había atrevido a irse del país, pero sí había llegado a tener la oportunidad de ver mapas y la verdad estaba bastante lejos de su hogar, el joven. — Mi nombre es Irina. Encantada, y a su servicio. — la muchacha se lo pensó por un momento, era mejor no dar su apellido no quería tener que dar explicaciones. Siendo vista como empleada no creía que le estuviera extraño que tal vez ni siquiera portara uno.
— Oh, es familiar de los Lavosier. Pues mire, tan perdido no estaba porque conozco un camino cercano al castillo que lleva a las colindancias de los terrenos de los Lavosier. La propiedad de los Dupont es muy amplia, así que será necesario caminar bastante hasta llegar al lugar, pero de que llega, llega. — aseguro la rubia.
Miro a su alrededor, de verdad todo parecían simplemente ignorarlo. — Hagamos una cosa. Si usted me permite dejar esta cesta en su lugar, yo estoy por terminar mi jornada. Puedo guiarlo. Igual debo volver a casa pronto. Así tampoco se pierde dentro del castillo. ¿Qué dice? ¿Acepta la ayuda de esta humilde servidora? — le sugirió la chica mientras señalaba lo que cargaba en sus manos. No le costaba nada ayudarlo, estaba de salida de todos modos. Además, así podría descubrir que había traído al misterioso y guapo Aksel a estas tierras.
Llevaba tantos años de vida y aun así no se aburría de la gente. Encontraba fascinante conocer gente nueva, solo que si debía de tener cuidado de no encariñarse demasiado porque sabía bien como todo podía terminar. No quería ser un peligro para nadie. Por eso lamentablemente para su familia ahora era una desconocida, una empleada. A eso había tenido que llegar. Para cuando comenzaran a notar que no envejecía volvería a comenzar el ciclo otra vez más de desaparecer por una temporada hasta que la olvidaran.
— Está bastante lejos de casa entonces. — comento la muchacha. Ella, a pesar de sus más de dos siglos de vida, no se había atrevido a irse del país, pero sí había llegado a tener la oportunidad de ver mapas y la verdad estaba bastante lejos de su hogar, el joven. — Mi nombre es Irina. Encantada, y a su servicio. — la muchacha se lo pensó por un momento, era mejor no dar su apellido no quería tener que dar explicaciones. Siendo vista como empleada no creía que le estuviera extraño que tal vez ni siquiera portara uno.
— Oh, es familiar de los Lavosier. Pues mire, tan perdido no estaba porque conozco un camino cercano al castillo que lleva a las colindancias de los terrenos de los Lavosier. La propiedad de los Dupont es muy amplia, así que será necesario caminar bastante hasta llegar al lugar, pero de que llega, llega. — aseguro la rubia.
Miro a su alrededor, de verdad todo parecían simplemente ignorarlo. — Hagamos una cosa. Si usted me permite dejar esta cesta en su lugar, yo estoy por terminar mi jornada. Puedo guiarlo. Igual debo volver a casa pronto. Así tampoco se pierde dentro del castillo. ¿Qué dice? ¿Acepta la ayuda de esta humilde servidora? — le sugirió la chica mientras señalaba lo que cargaba en sus manos. No le costaba nada ayudarlo, estaba de salida de todos modos. Además, así podría descubrir que había traído al misterioso y guapo Aksel a estas tierras.
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Agradeció que al menos la empleada hubiera sido educada con él porque de los Dupont con tan solo ver su actitud no esperaba nada. Decidió confiar en ella porque no tenía alternativa y porque era la única persona que había sido amable con él, aunque claro la había encontrado muy hermosa, esperaba que ninguno se estuviera aprovechando de eso que de verdad tenía una belleza que no se veía todos los días y perfectamente si se ponía un vestido y se maquillaba podría lucir como una gran dama.
Hasta su voz era melodiosa y le gusto su nombre. Parecía ser una chica atenta e inteligente, el rubio quedó muy encantado y la escuchó con atención hasta que pudo tomar la palabra. — Sí, bastante lejos y lamento decir que apenas paso en casa porque me gusta mucho viajar, aproveché este viaje para conocer sus alrededores. — Exclamó antes de continuar con el tema de sus tíos y se alegro que conociera el camino. — Me ha salvado la vida, señorita Irina. Sé que recibiré un regaño en casa porque ha sido mi culpa separarme de mis padres, pero me gusta recorrer los territorios donde me encuentro y que no conozco del todo, fue lamentable que la lluvia me alcanzara — Señaló con una sonrisa mucho más jovial porque hasta se estaba ofreciendo guiar el camino lo que pareció demasiado bueno de su parte, esa noche estaba suerte y estaba agradecido que se compadeciera de él.
— Que bien, entonces solo terminé por desviarme es que ni siquiera pude ver el mapa — Exclamó mucho más calmado y aceptó su propuesta sin duda alguna y no por confiado, sino que era incapaz de rechazarla. — Yo la acompaño donde sea cuando se esta ofreciendo a ayudarme, pero dejemos que cese un poco la lluvia y nos vamos. ¿Le parece? Además que he traído mi caballo. Solo que... ¿Pretende volver sola luego? Sí me permite igual la puedo venir a dejar por la mañana, no puede andar de noche y se nos hará tarde si es muy lejos.— Podía notar que por el ruido ya se estaba calmando pero aún seguía lloviendo y no podía permitir que se enfermase solo por el hecho de acompañarlo, porque claro sí el se enfermaba iba estar en cama hasta su recuperación pero ella no tendría esa opción por las labores que tenía que cumplir. — ¿Puedo molestarla con un té antes de partir, señorita Irina. Si no es molestia, claro — Pidió, que ya comenzaba a sentir frío por la humedad de su ropa.
Esperaba que no pasara mucho para que la lluvia cesará, Aksel ya había aceptado su propuesta. Además que era una excelente oportunidad para conocer a esa bella y gentil empleada que no dudo en acompañarlo a donde se encontraba el Castillo Lavoisier. En el fondo, si quería compartir unos minutos con ella porque estaba seguro que no se verían después, se notaba que allí no era muy bienvenido por el modo que la trataron, pero ya preguntaría la razón porque eran así cuando comenzará el paseo nocturno.
Hasta su voz era melodiosa y le gusto su nombre. Parecía ser una chica atenta e inteligente, el rubio quedó muy encantado y la escuchó con atención hasta que pudo tomar la palabra. — Sí, bastante lejos y lamento decir que apenas paso en casa porque me gusta mucho viajar, aproveché este viaje para conocer sus alrededores. — Exclamó antes de continuar con el tema de sus tíos y se alegro que conociera el camino. — Me ha salvado la vida, señorita Irina. Sé que recibiré un regaño en casa porque ha sido mi culpa separarme de mis padres, pero me gusta recorrer los territorios donde me encuentro y que no conozco del todo, fue lamentable que la lluvia me alcanzara — Señaló con una sonrisa mucho más jovial porque hasta se estaba ofreciendo guiar el camino lo que pareció demasiado bueno de su parte, esa noche estaba suerte y estaba agradecido que se compadeciera de él.
— Que bien, entonces solo terminé por desviarme es que ni siquiera pude ver el mapa — Exclamó mucho más calmado y aceptó su propuesta sin duda alguna y no por confiado, sino que era incapaz de rechazarla. — Yo la acompaño donde sea cuando se esta ofreciendo a ayudarme, pero dejemos que cese un poco la lluvia y nos vamos. ¿Le parece? Además que he traído mi caballo. Solo que... ¿Pretende volver sola luego? Sí me permite igual la puedo venir a dejar por la mañana, no puede andar de noche y se nos hará tarde si es muy lejos.— Podía notar que por el ruido ya se estaba calmando pero aún seguía lloviendo y no podía permitir que se enfermase solo por el hecho de acompañarlo, porque claro sí el se enfermaba iba estar en cama hasta su recuperación pero ella no tendría esa opción por las labores que tenía que cumplir. — ¿Puedo molestarla con un té antes de partir, señorita Irina. Si no es molestia, claro — Pidió, que ya comenzaba a sentir frío por la humedad de su ropa.
Esperaba que no pasara mucho para que la lluvia cesará, Aksel ya había aceptado su propuesta. Además que era una excelente oportunidad para conocer a esa bella y gentil empleada que no dudo en acompañarlo a donde se encontraba el Castillo Lavoisier. En el fondo, si quería compartir unos minutos con ella porque estaba seguro que no se verían después, se notaba que allí no era muy bienvenido por el modo que la trataron, pero ya preguntaría la razón porque eran así cuando comenzará el paseo nocturno.
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Era en estos pequeños momentos en los que la rubia se sentía nuevamente humana, sentir esa emoción de conocer alguien nuevo, tener esas ganas de ayudar. Los vampiros solían ser bastante celosos con los suyos y siempre los iban a priorizar, así que para ella preocuparse por el bienestar de un completo desconocido le hacía recordar lo que un día fue. Una muchacha alegre y altruista, una que hubiera tenido un futuro muy brillante si hubiera vivido lo suficiente. ¿Hubiera llegado a tener una vida feliz? ¿Se hubiera enamorado? Probablemente sí.
— Bueno, es afortunado. No todos tenemos la oportunidad de viajar. — Reconoció la muchacha y en eso tenía razón, aunque no tanto porque no hubiera tenido la oportunidad, pues tiempo de más tenía, pero nunca lo había hecho. Aunque claro, igual para el rubio que dijera que no tenía la oportunidad de viajar era algo bastante normal, tomando en cuenta el hecho de que se suponía que era una simple empleada doméstica.
— No hay de que, me gusta ayudar. — Reconoció la vampira. — Esperemos que no se meta en tantos problemas. En su defensa, estos bosques son muy grandes, si no eres del área es difícil darse cuenta cuando entras y sales de una propiedad. — le comento. No tenía que ver por las ventanas para saber cuánta lluvia estaba cayendo, bastaba con oírla y era una lástima porque había estado haciendo un día bonito. Pero así era el clima en esta área cuando menos lo esperabas llovía. No se quejaba, tampoco, que los cielos se mantuvieran nublados, la mayor parte del tiempo era de ayuda para ella mantener oculta su identidad. — Así es la lluvia aquí. Impredecible. Tendrá que acostumbrarse el tiempo que nos esté visitando. — le aseguro.
— Oh, no tiene por qué molestarse si no vivo tan lejos. — no estaba muy segura de si aquella era una buena idea. Pero bueno, ya luego buscaría como hacerse la loca y zafarse de aquello. — No sé si lo estoy comprendiendo bien. Discúlpeme si malinterpreto. — aclaro. — ¿Está queriendo decir que me quede en el lugar a donde usted va y luego me acompaña al trabajo en la mañana? — pregunto con una ceja levantada. — Ya vuelvo. — le dijo después de escuchar su respuesta para así dejar la cesta en su lugar. No tardó mucho en volver.
— Yo ya terminé. — le anunció. Lo miro curiosa ante su pregunta a la que asintió. — Claro, si gustas puedes acompañarme a la cocina. Puedo preparar uno así damos la oportunidad de que aplaque la lluvia. — le dijo haciéndole una seña para que la siguiera. — ¿Viene a visitar a la familia? ¿O es más de ese tipo de visitas de negocios… o de todo un poco? Sí, se puede saber claro. Es que lo siento, soy curiosa. No todos los días tenemos un extranjero perdido en nuestras tierras. — comento soltando una risita.
— Bueno, es afortunado. No todos tenemos la oportunidad de viajar. — Reconoció la muchacha y en eso tenía razón, aunque no tanto porque no hubiera tenido la oportunidad, pues tiempo de más tenía, pero nunca lo había hecho. Aunque claro, igual para el rubio que dijera que no tenía la oportunidad de viajar era algo bastante normal, tomando en cuenta el hecho de que se suponía que era una simple empleada doméstica.
— No hay de que, me gusta ayudar. — Reconoció la vampira. — Esperemos que no se meta en tantos problemas. En su defensa, estos bosques son muy grandes, si no eres del área es difícil darse cuenta cuando entras y sales de una propiedad. — le comento. No tenía que ver por las ventanas para saber cuánta lluvia estaba cayendo, bastaba con oírla y era una lástima porque había estado haciendo un día bonito. Pero así era el clima en esta área cuando menos lo esperabas llovía. No se quejaba, tampoco, que los cielos se mantuvieran nublados, la mayor parte del tiempo era de ayuda para ella mantener oculta su identidad. — Así es la lluvia aquí. Impredecible. Tendrá que acostumbrarse el tiempo que nos esté visitando. — le aseguro.
— Oh, no tiene por qué molestarse si no vivo tan lejos. — no estaba muy segura de si aquella era una buena idea. Pero bueno, ya luego buscaría como hacerse la loca y zafarse de aquello. — No sé si lo estoy comprendiendo bien. Discúlpeme si malinterpreto. — aclaro. — ¿Está queriendo decir que me quede en el lugar a donde usted va y luego me acompaña al trabajo en la mañana? — pregunto con una ceja levantada. — Ya vuelvo. — le dijo después de escuchar su respuesta para así dejar la cesta en su lugar. No tardó mucho en volver.
— Yo ya terminé. — le anunció. Lo miro curiosa ante su pregunta a la que asintió. — Claro, si gustas puedes acompañarme a la cocina. Puedo preparar uno así damos la oportunidad de que aplaque la lluvia. — le dijo haciéndole una seña para que la siguiera. — ¿Viene a visitar a la familia? ¿O es más de ese tipo de visitas de negocios… o de todo un poco? Sí, se puede saber claro. Es que lo siento, soy curiosa. No todos los días tenemos un extranjero perdido en nuestras tierras. — comento soltando una risita.
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Realmente agradecido se encontraba con aquella empleada tan gentil y compasiva con un hombre que en ese momento necesitaba ayuda. La verdad es que no estaba atemorizado ni intimidado porque sabía que llegaba igual solo que con la lluvia no podía ver el mapa que le habían pasado y fue que se dio cuenta que dentro de la casa podría leer las indicaciones mucho mejor, pero ya había cruzado palabras con Irina y no iba a poder negar su ofrecimiento por los modales que solía tener con las chicas, además que quería conocerla un poco más y esta era la oportunidad.
No le sorprendía para nada que no tuviera la oportunidad de viajar como él. Era joven y una empleada, suponía que solo obedecía las ordenes de los Dupont y ahí se quedaba para su servicio. La escuchó con atención, asintiendo de vez en cuando hasta que le ofreció que el paseo fuera cuando cesara la lluvia y que podría quedarse en la casa de sus familiares para volver temprano al otro día, porque temía que se hiciera de noche, no dejaba de ser una mujer y por los territorios podrían haber peligros.
— Definitivamente, señorita. Es lo que dije — comentó el rubio con suavidad —, y en el caso que no pueda acompañarla enviaré a un empleado para que proteja su camino —. Masculló porque sentía que aquel era el pago por tanta bondad, sin duda, no la merecían por la actitud que solían tener los Dupont, su familia se enteraría de aquello y bueno ahí se enteraría como solían llevarse, sin duda, había notado que fueron poco educados y cordiales quizás por la misma desconfianza. ¿Tendrían problemas con sus tíos? Tal vez.
Asintió a su permiso y ahí se quedo esperando mientras se secaba la ropa y revisaba el mapa que en definitiva se había mojado. Así que lo dejo cerca de una mesita donde estaba la chimenea. Solo fueron unos minutos solo que se secaba su chaqueta cuando ella volvió. Sonrió cordial, era agradable que fuera tan alegre. — No sé como podré pagarle tanta hospitalidad, necesitaba de un liquido caliente. —Murmuró y solo la siguió a la cocina con lentitud y se quedaba mirando lo hermoso que era su cabello. Sí, no podía dejar de notar que era demasiado bonita para ser una empleada, perfectamente podría ponerse un mejor vestido y peinarse de manera adecuada y pasaría como una dama de alta sociedad.
—Vengo a visitar a mis tíos, hace muchos años que no lo hacía. Volví de mi último viaje y mis padres estaban por partir, así que me ofrecí a acompañarlos. Supongo que ellos son los que tienen negocios pero también vine para conocer este hermoso lugar. Me ha gustado bastante y no importa que sea nublado, es muy hermoso. — Explicó el chico con tranquilidad. — Así que tiene su propio hogar. ¿Vive con su madre? ¿Hace mucho que trabaja aquí? — Preguntó, ya que reconocía que solía ser muy curioso cuando alguien le interesaba, además que era sociable por esencia y tenía la labia para conversar mucho y hacer que el otro se sintiera cómodo con él. — Y descuide, pregúnteme lo que quiera... así uno se llega a conocer, nunca me negaré a una buena conversación —. Dijo educado esperando el té que pronto iba a servir.
No le sorprendía para nada que no tuviera la oportunidad de viajar como él. Era joven y una empleada, suponía que solo obedecía las ordenes de los Dupont y ahí se quedaba para su servicio. La escuchó con atención, asintiendo de vez en cuando hasta que le ofreció que el paseo fuera cuando cesara la lluvia y que podría quedarse en la casa de sus familiares para volver temprano al otro día, porque temía que se hiciera de noche, no dejaba de ser una mujer y por los territorios podrían haber peligros.
— Definitivamente, señorita. Es lo que dije — comentó el rubio con suavidad —, y en el caso que no pueda acompañarla enviaré a un empleado para que proteja su camino —. Masculló porque sentía que aquel era el pago por tanta bondad, sin duda, no la merecían por la actitud que solían tener los Dupont, su familia se enteraría de aquello y bueno ahí se enteraría como solían llevarse, sin duda, había notado que fueron poco educados y cordiales quizás por la misma desconfianza. ¿Tendrían problemas con sus tíos? Tal vez.
Asintió a su permiso y ahí se quedo esperando mientras se secaba la ropa y revisaba el mapa que en definitiva se había mojado. Así que lo dejo cerca de una mesita donde estaba la chimenea. Solo fueron unos minutos solo que se secaba su chaqueta cuando ella volvió. Sonrió cordial, era agradable que fuera tan alegre. — No sé como podré pagarle tanta hospitalidad, necesitaba de un liquido caliente. —Murmuró y solo la siguió a la cocina con lentitud y se quedaba mirando lo hermoso que era su cabello. Sí, no podía dejar de notar que era demasiado bonita para ser una empleada, perfectamente podría ponerse un mejor vestido y peinarse de manera adecuada y pasaría como una dama de alta sociedad.
—Vengo a visitar a mis tíos, hace muchos años que no lo hacía. Volví de mi último viaje y mis padres estaban por partir, así que me ofrecí a acompañarlos. Supongo que ellos son los que tienen negocios pero también vine para conocer este hermoso lugar. Me ha gustado bastante y no importa que sea nublado, es muy hermoso. — Explicó el chico con tranquilidad. — Así que tiene su propio hogar. ¿Vive con su madre? ¿Hace mucho que trabaja aquí? — Preguntó, ya que reconocía que solía ser muy curioso cuando alguien le interesaba, además que era sociable por esencia y tenía la labia para conversar mucho y hacer que el otro se sintiera cómodo con él. — Y descuide, pregúnteme lo que quiera... así uno se llega a conocer, nunca me negaré a una buena conversación —. Dijo educado esperando el té que pronto iba a servir.
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Aquel extranjero la había dejado con mucha curiosidad. Se veía amable y conversador. Aún no lograba comprender por qué el resto tenía que ser tan mal educado y ni siquiera dignarse a preguntar si necesitaba ayuda. ¿Qué costaba? Si no podían ayudarlo, al menos podían pedirle alguien más que lo hiciera. Por suerte, para el rubio, Irina estaba allí. Y por lo visto, las muestras de amabilidad de su parte eran recompensadas, aun cuando la joven no sé encontrar buscando que le retribuyeran nada.
La rubia se quedó por un momento pensativa. Es que no dejaba de ser un tanto riesgosa la idea. Pues no era lo mismo estar en un lugar que conocía y podía buscar como escabullirse a estar en otra morada de la cual solo conocía su localización, pues no recordaba haber entrado en aquel lugar. Pero, sería más raro que una joven sola se arriesgara volver con el clima como estaba y posiblemente a unas horas donde la visibilidad era aún menor. Así que no le quedo de otra de aceptar, al final solo sería por esa noche. No pasaría nada, en especial porque ella había aprendido a convivir con los humanos. — Si eso lo deja más tranquilo, de acuerdo. No me haré de rogar. Debo confesar que regresar en la noche y si llegara a seguir lloviendo, sería riesgoso. — culmino para darle la razón.
Una vez estuvo listo el té, Irina se lo ofreció al forastero. Sin duda le haría bien algo caliente luego de haber quedado todo mojado. Lástima que ella ya no pudiera disfrutar de esas cosas. Ni siquiera de tener frío, aunque algunos dijeran que no extrañarían tal cosa. Pero ella sí, pues era lo que le acordaba su humanidad. — Con lo que dijo que haría para que no vuelva sola es más que suficiente. De hecho, ni siquiera es una simpleza. — le aseguro para que se diera cuenta de que en realidad no le debía nada.
Irina aprovechó de sentarse un momento mientras lo veía tomarse el té y escuchaba su respuesta a la pregunta que le había hecho. — Interesante, es sí, yo también tuviera la oportunidad de viajar a ver algún familiar, también aprovecharía el viaje para hacer de todo un poco. — le comento con una sonrisa la muchacha. Lo que sí le preocupo fue que comenzara hacerle preguntas. Así que debía de tener cuidado con lo que le respondía. Por suerte ya llevaba de vuelta algunos años así que tenía su historia en la mente.
— Tengo una humilde morada que me heredaron mis padres, lo cual agradezco, pues de lo contrario no tuviera mi propio espacio y tendría que conformarme con compartir habitación con el resto de las muchachas. No me lo tome a mal, pero todos necesitamos nuestra privacidad. ¿Me entiende? — le comento. — Sin embargo, mis padres ya pasaron a morar, hace algunos años. Pero el trabajar aquí me hace sentir acompañada y útil. Así que no me quejo. — le explicaba.
Llevo su mano a la barbilla para pensar en que preguntarle. Ya que había dicho que podía seguir haciéndolo. — Ummm… ¿Eres hijo único o tienes hermanos? Yo solo tengo primos muy muy lejanos que creo que ya ni recuerdan que existo. — aunque la realidad es que para ellos estaba muerta hacía siglos, esa era la realidad.
La rubia se quedó por un momento pensativa. Es que no dejaba de ser un tanto riesgosa la idea. Pues no era lo mismo estar en un lugar que conocía y podía buscar como escabullirse a estar en otra morada de la cual solo conocía su localización, pues no recordaba haber entrado en aquel lugar. Pero, sería más raro que una joven sola se arriesgara volver con el clima como estaba y posiblemente a unas horas donde la visibilidad era aún menor. Así que no le quedo de otra de aceptar, al final solo sería por esa noche. No pasaría nada, en especial porque ella había aprendido a convivir con los humanos. — Si eso lo deja más tranquilo, de acuerdo. No me haré de rogar. Debo confesar que regresar en la noche y si llegara a seguir lloviendo, sería riesgoso. — culmino para darle la razón.
Una vez estuvo listo el té, Irina se lo ofreció al forastero. Sin duda le haría bien algo caliente luego de haber quedado todo mojado. Lástima que ella ya no pudiera disfrutar de esas cosas. Ni siquiera de tener frío, aunque algunos dijeran que no extrañarían tal cosa. Pero ella sí, pues era lo que le acordaba su humanidad. — Con lo que dijo que haría para que no vuelva sola es más que suficiente. De hecho, ni siquiera es una simpleza. — le aseguro para que se diera cuenta de que en realidad no le debía nada.
Irina aprovechó de sentarse un momento mientras lo veía tomarse el té y escuchaba su respuesta a la pregunta que le había hecho. — Interesante, es sí, yo también tuviera la oportunidad de viajar a ver algún familiar, también aprovecharía el viaje para hacer de todo un poco. — le comento con una sonrisa la muchacha. Lo que sí le preocupo fue que comenzara hacerle preguntas. Así que debía de tener cuidado con lo que le respondía. Por suerte ya llevaba de vuelta algunos años así que tenía su historia en la mente.
— Tengo una humilde morada que me heredaron mis padres, lo cual agradezco, pues de lo contrario no tuviera mi propio espacio y tendría que conformarme con compartir habitación con el resto de las muchachas. No me lo tome a mal, pero todos necesitamos nuestra privacidad. ¿Me entiende? — le comento. — Sin embargo, mis padres ya pasaron a morar, hace algunos años. Pero el trabajar aquí me hace sentir acompañada y útil. Así que no me quejo. — le explicaba.
Llevo su mano a la barbilla para pensar en que preguntarle. Ya que había dicho que podía seguir haciéndolo. — Ummm… ¿Eres hijo único o tienes hermanos? Yo solo tengo primos muy muy lejanos que creo que ya ni recuerdan que existo. — aunque la realidad es que para ellos estaba muerta hacía siglos, esa era la realidad.
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El rubio sonrió que aceptara su propuesta porque sinceramente se estaba haciendo de noche y todavía la lluvia no cesaba del todo. Era menos densa así que había que esperar que escampara para salir del sitio y al fin llegar a la casa de sus tíos.
Las preguntas comenzaron a fluir, ciertamente era un joven muy curioso que necesitaba conocer a la persona que había entablado una conversación, la sirvienta le había caído a comparación de la familia. Algo pasaba con los Dupont, quizás no eran los amigos más gratos con su familia al haberlo tratado con frialdad, igual se agradecía que dejaran que pasara para secarse y esconderse de la lluvia, se notaba que la responsabilidad se la dejaron toda a Irina. Así que para no molestar lo mejor era que todo acabara rápido y largarse de allí para estar tranquilo en casa.
— Espero que algún día pueda realizarlo. Usted aún es joven podría viajar en un barco y trabajar en diferentes pueblos costeros, claro si es que si quiere conocer de a poco el mundo — Inculcó. Es que si era lo que gustaría no creía que fuera un problema, a menos que tuviera condenada a servir por siempre a su familia y no tenía esperanza alguna para hacerlo. Soñar no costaba nada, solo que la realidad a veces era distinta a lo que realmente se quería.
Quería saber de ella. Se había interesado en ella y se preguntaba como una chica así había terminado en la servidumbre cuando tenía todo para ser una linda damisela. — Oh, entiendo. Si entiendo que las mujeres quieran su privacidad debe tenerle mucho cariño a ese lugar y así no sentirse sola. Imagino que ni se nota cuando tiene que venir a trabajar todos los días aquí — Así que con aquello ya pensaba que era una empleada que no era puertas a adentro y que venía a cualquier a hora a servir a sus señores y luego al terminar su horario volvía a la paz de su hogar. — Imagino que no está muy lejos su morada, ¿verdad? — Preguntó con curiosidad queriendo entregarle una mejor vida, no sabía porque tenía la sensación que se sentía muy sola.
Le agradó que hiciera preguntas hacia a su persona, era lo justo y él adoraba contestar. Siempre había sido muy comunicativo — Soy el segundo y sí tengo hermanos y hermanas. Por fortuna con esa libertad de no tener tanta presión familiar y esperando que a mi hermano mayor que es excelente no le pase nada porque todo esta bien así — Reveló con una sonrisa mientras tomaba con rapidez su té y miraba hacia la ventana, ya no había tanto ruido entre la breve conversación ya había cesado la lluvia. — ¿Nos marchamos, ya? — Cuestionó el chico elevando la mirada hacia a ella. Suponía que quedaba mucho camino ya que se había desviado demasiado. Pero bueno, fue bueno perderse porque la había conocido a ella.
Las preguntas comenzaron a fluir, ciertamente era un joven muy curioso que necesitaba conocer a la persona que había entablado una conversación, la sirvienta le había caído a comparación de la familia. Algo pasaba con los Dupont, quizás no eran los amigos más gratos con su familia al haberlo tratado con frialdad, igual se agradecía que dejaran que pasara para secarse y esconderse de la lluvia, se notaba que la responsabilidad se la dejaron toda a Irina. Así que para no molestar lo mejor era que todo acabara rápido y largarse de allí para estar tranquilo en casa.
— Espero que algún día pueda realizarlo. Usted aún es joven podría viajar en un barco y trabajar en diferentes pueblos costeros, claro si es que si quiere conocer de a poco el mundo — Inculcó. Es que si era lo que gustaría no creía que fuera un problema, a menos que tuviera condenada a servir por siempre a su familia y no tenía esperanza alguna para hacerlo. Soñar no costaba nada, solo que la realidad a veces era distinta a lo que realmente se quería.
Quería saber de ella. Se había interesado en ella y se preguntaba como una chica así había terminado en la servidumbre cuando tenía todo para ser una linda damisela. — Oh, entiendo. Si entiendo que las mujeres quieran su privacidad debe tenerle mucho cariño a ese lugar y así no sentirse sola. Imagino que ni se nota cuando tiene que venir a trabajar todos los días aquí — Así que con aquello ya pensaba que era una empleada que no era puertas a adentro y que venía a cualquier a hora a servir a sus señores y luego al terminar su horario volvía a la paz de su hogar. — Imagino que no está muy lejos su morada, ¿verdad? — Preguntó con curiosidad queriendo entregarle una mejor vida, no sabía porque tenía la sensación que se sentía muy sola.
Le agradó que hiciera preguntas hacia a su persona, era lo justo y él adoraba contestar. Siempre había sido muy comunicativo — Soy el segundo y sí tengo hermanos y hermanas. Por fortuna con esa libertad de no tener tanta presión familiar y esperando que a mi hermano mayor que es excelente no le pase nada porque todo esta bien así — Reveló con una sonrisa mientras tomaba con rapidez su té y miraba hacia la ventana, ya no había tanto ruido entre la breve conversación ya había cesado la lluvia. — ¿Nos marchamos, ya? — Cuestionó el chico elevando la mirada hacia a ella. Suponía que quedaba mucho camino ya que se había desviado demasiado. Pero bueno, fue bueno perderse porque la había conocido a ella.
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Irina estaba feliz de haber conocido alguien nuevo. Era algo refrescante para ella, pues tener que vivir una vida tan larga podía llegar a ser monótona y aburrida si no le buscaba la vuelta. Lo bueno era que al menos ella no había perdido ese espíritu carismático que siempre tuvo. Cosa que la hacía una persona agradable de conocer. De juventud no solo tenía la apariencia, sino también su forma de ser. Nadie podría predecir que tuviera varios siglos ya en las costillas. — Eso sería fantástico, fenomenal, un sueño. — le admitió con una sonrisa. Ella no podía ir a cualquier lugar sin llamar la atención, ese era el verdadero problema, pero evidentemente no podía decirle al chico que recién conocía que era una vampira y aquello implicaría exponerse. — Solo que igual para eso tendría que ahorrar mucho dinero. — le dio como excusa, la cual podía ser muy creíble, tomando en cuenta que él la estaba viendo ahora mismo como una simple empleada de aquel lugar.
La conversación resultaba amena, aunque debía tener precaución de lo que decía y lo que no, no le importaba. — Exacto, siempre se agradece tener un techo. Pero tener un sitio propio es mucho mejor. Porque hay momentos en los que preferimos tener nuestro espacio. — le explicaba la rubia. — Así es, lo hago con gusto. No es algo que me pese. Aunque también aprecio mis días libres. — le aseguro la vampira, no es como si no supiera divertirse y viviera solo para trabajar.
— No, no está muy lejos de aquí. Así que ni se preocupe, no sería un trayecto largo para llegar a ella. — afirmo, aunque igual para los que desconocían el área, podrían tardar hasta dar donde tenía su cabaña. Irina quiso conocer un poco más sobre aquel apuesto y misterioso nuevo caballero que había llegado a la ciudad. De paso así alejar un poco la conversación respecto a ella. — Entonces al menos no cuenta con esa presión de ser el primogénito. Esperemos todo siga así. Puedo notar que le agrada estar en lugares nuevos. Digo, a pesar de como fue el recibimiento sigue con una sonrisa en el rostro. De verdad lamento que fuera así. — afirmo la muchacha.
La rubia esperó a que tomara el té y le confirmara que estaba listo para partir. — Claro, ahora es cuando. — menciono antes de ponerse la capa para cubrirse de la lluvia en caso de que volviera a caer. Le indico la salida y pronto estuvieron al aire libre. — Ve aquel granero al fondo, junto a los árboles justo detrás hay un camino empedrado. Ese camino nos llevará a hasta los terrenos de sus tíos. — le aclaro, igual tendrían que cruzar aquella área primero, no era tan cerquita como sonaba. — Está seguro de que no les molestara mi presencia allí? Tampoco quiero ser molestia. — le comentaba al muchacho mientras caminaba a su lado.
La conversación resultaba amena, aunque debía tener precaución de lo que decía y lo que no, no le importaba. — Exacto, siempre se agradece tener un techo. Pero tener un sitio propio es mucho mejor. Porque hay momentos en los que preferimos tener nuestro espacio. — le explicaba la rubia. — Así es, lo hago con gusto. No es algo que me pese. Aunque también aprecio mis días libres. — le aseguro la vampira, no es como si no supiera divertirse y viviera solo para trabajar.
— No, no está muy lejos de aquí. Así que ni se preocupe, no sería un trayecto largo para llegar a ella. — afirmo, aunque igual para los que desconocían el área, podrían tardar hasta dar donde tenía su cabaña. Irina quiso conocer un poco más sobre aquel apuesto y misterioso nuevo caballero que había llegado a la ciudad. De paso así alejar un poco la conversación respecto a ella. — Entonces al menos no cuenta con esa presión de ser el primogénito. Esperemos todo siga así. Puedo notar que le agrada estar en lugares nuevos. Digo, a pesar de como fue el recibimiento sigue con una sonrisa en el rostro. De verdad lamento que fuera así. — afirmo la muchacha.
La rubia esperó a que tomara el té y le confirmara que estaba listo para partir. — Claro, ahora es cuando. — menciono antes de ponerse la capa para cubrirse de la lluvia en caso de que volviera a caer. Le indico la salida y pronto estuvieron al aire libre. — Ve aquel granero al fondo, junto a los árboles justo detrás hay un camino empedrado. Ese camino nos llevará a hasta los terrenos de sus tíos. — le aclaro, igual tendrían que cruzar aquella área primero, no era tan cerquita como sonaba. — Está seguro de que no les molestara mi presencia allí? Tampoco quiero ser molestia. — le comentaba al muchacho mientras caminaba a su lado.
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No creía que fuera malo que las chicas fueran más atrevidas y tomar el valor de ir en un barco para viajar. Se notaba que a ella aquello le gustaba, pero lamentablemente no tenía el dinero suficiente para hacerlo. — Bien, si fuera en uno de mis barcos no necesitaría el dinero porque sería mi invitada — Le guiñó un ojo, la estaba incitando para que lo hiciera algún día aunque suponía que la familia Dupont, tan desagradable no la dejarían irse de manera tan fácil. De todos modos, la estaba conociendo desde hace unos minutos así que declino a seguir presionandola, tenían que conocerse más y ver como giraba todo, quizás hasta podrían formar una bonita amistad.
"Amistad" Pensó algo incrédulo. Porque ciertamente la encontraba muy hermosa para creerla solo como una amiga, sin embargo, no era de ese tipo que se iban directamente a tener aventuras con las mujeres, era mucho más serio en ese aspecto. No se involucraba del todo porque sabía bien el papel que debía tomar como un Klausen, pero decir que era un santo sería mentir.
— Está muy bien que quiera tener su espacio así mismo es más independiente así que es afortunada de tener su propio techo. Además que da esa sensación de libertad — Murmuró el rubio con una sonrisa en los labios que cada momento se sentía más cautivado con Irina, que llegaba a ser demasiado atrayente también en su modo de ser.
— Oh sí... bueno siempre los padres creen que el primero es el único y no aprecian los logros de los otros, pero realmente a mi no me afecta pues tengo esa libertad que mi hermano nunca va a poder tener. Y bueno, ya se rindieron que suelo ser un aventurero es lo único que me importa — Exclamó con suavidad mientras le seguía contando de él. — ¿Y usted? ¿Qué me puede contar? ¿Han sido gratos sus años aquí? Aunque mejor dejemos esa conversación de camino — Inculcó el chico terminando su té y viendo por la ventana que la lluvia había cesado. — Y descuide, si no hubiera sido así quizás no habríamos hablado así que prefiero haberla conocido — Musitó simpático. Aunque de igual manera apenas llegara a donde sus tíos les diría el comportamiento de ellos, quizás eran solo nobles que cumplían con su labor pero no tenían que socializar como muchas a otras familias le gustaba.
Cuando comenzaron ir a caballo por los territorios, el chico elevo la mirada hacia el granero. — Pareciera ser que no quiere ir, mi lady. Así que dígame que si se siente incomoda la puedo llevar de camino a su casa y luego yo sigo sus indicaciones, pero me habría gustado que mi familia la conociera y que sepan lo agradable y educada que fue conmigo al indicarme el camino, mi salvadora —Señaló mientras iban a un suave galope hasta el granero para ver si allí seguía el camino solo o en compañía.
"Amistad" Pensó algo incrédulo. Porque ciertamente la encontraba muy hermosa para creerla solo como una amiga, sin embargo, no era de ese tipo que se iban directamente a tener aventuras con las mujeres, era mucho más serio en ese aspecto. No se involucraba del todo porque sabía bien el papel que debía tomar como un Klausen, pero decir que era un santo sería mentir.
— Está muy bien que quiera tener su espacio así mismo es más independiente así que es afortunada de tener su propio techo. Además que da esa sensación de libertad — Murmuró el rubio con una sonrisa en los labios que cada momento se sentía más cautivado con Irina, que llegaba a ser demasiado atrayente también en su modo de ser.
— Oh sí... bueno siempre los padres creen que el primero es el único y no aprecian los logros de los otros, pero realmente a mi no me afecta pues tengo esa libertad que mi hermano nunca va a poder tener. Y bueno, ya se rindieron que suelo ser un aventurero es lo único que me importa — Exclamó con suavidad mientras le seguía contando de él. — ¿Y usted? ¿Qué me puede contar? ¿Han sido gratos sus años aquí? Aunque mejor dejemos esa conversación de camino — Inculcó el chico terminando su té y viendo por la ventana que la lluvia había cesado. — Y descuide, si no hubiera sido así quizás no habríamos hablado así que prefiero haberla conocido — Musitó simpático. Aunque de igual manera apenas llegara a donde sus tíos les diría el comportamiento de ellos, quizás eran solo nobles que cumplían con su labor pero no tenían que socializar como muchas a otras familias le gustaba.
Cuando comenzaron ir a caballo por los territorios, el chico elevo la mirada hacia el granero. — Pareciera ser que no quiere ir, mi lady. Así que dígame que si se siente incomoda la puedo llevar de camino a su casa y luego yo sigo sus indicaciones, pero me habría gustado que mi familia la conociera y que sepan lo agradable y educada que fue conmigo al indicarme el camino, mi salvadora —Señaló mientras iban a un suave galope hasta el granero para ver si allí seguía el camino solo o en compañía.
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— Vaya, eso es muy generoso de su parte. — Le respondió sorprendida ante la declaración de invitarla a su barco. — ¿Pero por qué lo haría si se puede saber? Apenas y me está conociendo ahora. — Le comento, no dejaba de ser precavida. No por nada tenía ya tantos años viva. Pero igual también podía ser simplemente porque el muchacho era muy confiado y bueno. De todos modos la intensión era lo que contaba y si de verdad lo decía con sinceridad, entonces seguro se encontraba frente a todo un tesoro. Porque sin duda chicos tan desprendidos y con ganas de hacer sonreír sin nada, a cambio no había muchos. De todos modos tenía que constantemente recordarse a sí misma que solo podía contemplar, admirar… pero nada de involucrarse. Ella no podía olvidar lo que era, una vampira.
La rubia sonrió, tenía mucha razón en sus palabras, pues aunque extrañaba la época en la que vivía en el castillo con sus padres y hermanos, la verdad le había tomado el gusto a tener su propio lugar, tener privacidad. — Exacto, justo eso. Da esa pequeña sensación de que tienes todo bajo control por ti misma. — afirmó contenta.
— Desafortunadamente, tiene tanta razón, suele ser así, aunque no debería. A veces suelen hacer sentir mal al resto de los hijos. Que bueno que al menos en su caso le han dado la oportunidad de hacer lo que le gusta. Esa también es una forma de apreciarlo como hijo. — comentó, pues había algunos padres que no les ponían atención al resto de sus hijos, pero también les cortaban las alas y no los dejaban ser ellos mismos. Eso no era justo.
— La verdad no me quejo de mis años aquí. — Le comento mientras asentía sobre dejar el tema para el camino. Se veía que el chico pensaba en todo porque si se le escapaba un mal comentario dentro del castillo seguro se terminaba por meter en problemas. Aun cuando en el fondo a su vida no le afectará tanto. Pues todo aquello era solo una fachada. — Tiene razón en ello, aunque no podemos negar que hubiera sido genial simplemente encontrarnos de forma casual, sin gente mal humorada a nuestro alrededor. — aseguro diciendo lo último en voz muy baja.
Cuando ya iban de camino, la chica volvió hablar. — Respondiendo a su pregunta de hace un rato, la verdad es que tengo buen sueldo, no me falta nada. Sí, hablamos de lo material. Pero si debo admitir que todo por aquí es muy aburrido. ¿Sabe la tortura que ha de ser estar sirviendo aperitivos en una fiesta donde todos se divierten, pero tú no puedes? Creo que es la parte que me desagrada. — Le comentaba aprovechando de desahogarse.
La vampira negó, no era porque no quisiera. En el fondo quería y mucho. Era solo esa parte de ella que le decía que tuviera precaución. Pero al mismo tiempo, ahora que lo escuchaba hablar le decía que no fuera tonta y aprovechará de ver gente nueva. No siempre las cosas tenían porque salir mal. Además, Aksel parecía ser tan agradable que era difícil desconfiar de él. — No, no. Prometí llevarlo y eso haré. — aclaró la chica. — Solo lo decía porque algunas personas no les agradan las visitas sorpresas. — comento, y aunque en parte era cierto. La realidad era otra, no quería ser descubierta.
— Y exagera con eso de ser su salvadora. — comento dejando escapar una risita. — Pero sí, lo acompañaré. No se preocupe. Así quizás sé usted quien me salve del aburrimiento. Además, no quiero que se pierda. — comento animada mientras le señalaba el camino.
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El rubio solo sonrió por lo que acababa de decir y más, porque su pregunta lo dejo sorprendido — Por lo que me ha dicho, que usted estaría dichosa de hacer más. Por supuesto, entiendo su pregunta porque apenas nos conocemos así que puede tomarlo solo como un comentario — Dijo gentil, porque estaba consciente que eso era poco posible de realizarse ya que servía en un castillo y era muy complicado que obtuviera su libertad, muchas veces dependían del dinero que ahí se le entregaban, la diferencia social era grande desde tiempos impensados.
Le agradaba hablar con Irina que a pesar de ser tan joven - aunque no tenía idea que edad tendría, tenía la sensación que solo aparentaba menos de lo que en realidad tenía - tuviera todo tan claro y era bueno, a pesar de servir ahí tuviera su independencia y el control de todo lo que hacía, imaginaba que tuvo una vida dura desde niña y estuvo obligada a trabajar. —Oh, entonces me hace pensar que no todos los Dupont son fríos y usted se ha encargado de dar ese cariño a sus hijos. ¿Son pequeños? — Solo había visto a los señores y algo de servidumbre, pero era un hecho que solo se acerco ella.
Notaba que no estaba en total gusto en ese lugar pero era lo que le tocaba hacer y estaba conforme con eso. En su forma de pensar, era triste, solo que tenía que ponerse en el lugar de ella solo por el hecho que el contexto que estaban era muy diferente. — Me alegra que al menos este conforme de estar en este sitio, me cuesta ponerme en su lugar pero lo intento. — Asintió mientras tomaba el té y así sentía más calor — Sí tiene razón, hubiera sido mejor conocernos en otras circunstancias aunque declaro que no me quejo de la forma que hemos conocido, hemos congeniado y no siempre ocurre. —Claramente, prefería ese momento porque si la hubiera deseado tal vez solo habría sido físico y después solo se largaría a donde sus tíos como si nunca hubiese existido. Ahora sentía que la conocía desde hace tiempo.
— Es bueno que tenga un buen sueldo y sí... por mucho que uno este conforme siempre hay algo que desagrada. Y eso pasa en todas las clases sociales, a mi no me gusta que me obliguen a asistir a todos los eventos, no soy como mi hermano que por lógica tiene el deber y responsabilidad, por mi parte aunque me puedo escapar en algunas ocasiones igual no puedo manchar mi apellido con un mal comportamiento así que igual tengo que asistir en contra mi voluntad en reiteradas veces — No era lo mismo, por nada pero se le parecía así quería que entendiera que eran más similares que uno creía. Ni siquiera sabía hacerse un plato de comida decente así que cada uno estaba en un contexto distinto. Era agradable que se abriera, porque sobre la misma rescataba lo propio y profundizaban el tema. Habían congeniado demasiado.
Aksel entendía que se sintiera un poco reprimida en acompañarlo hacia el castillo de sus tíos al perderse y lo cierto es que tampoco quería obligarlo, por eso dijo lo que dijo — Está bien, creeré en sus palabras y desde ahora no veré esto como una obligación, sin duda, es mi salvadora, mis tíos y padres tienen que conocerla aunque entiendo ahí que se sienta incomoda. Si quiere volver, sé que algún guardia la acompañará a su casa — Terminó por decir al momento que tomaba su caballo y emprendían camino hacía allí — Soy bueno para perderme, pero preguntando si llega a cualquier lugar si hay suerte de encontrar a alguien. Yo la tuve esta vez, así que estoy agradecido — Dijo con una sonrisa ya que ahora sentía la seguridad que iban por el camino correcto y más con una bella mujer a su lado que lo guiaba.
Le agradaba hablar con Irina que a pesar de ser tan joven - aunque no tenía idea que edad tendría, tenía la sensación que solo aparentaba menos de lo que en realidad tenía - tuviera todo tan claro y era bueno, a pesar de servir ahí tuviera su independencia y el control de todo lo que hacía, imaginaba que tuvo una vida dura desde niña y estuvo obligada a trabajar. —Oh, entonces me hace pensar que no todos los Dupont son fríos y usted se ha encargado de dar ese cariño a sus hijos. ¿Son pequeños? — Solo había visto a los señores y algo de servidumbre, pero era un hecho que solo se acerco ella.
Notaba que no estaba en total gusto en ese lugar pero era lo que le tocaba hacer y estaba conforme con eso. En su forma de pensar, era triste, solo que tenía que ponerse en el lugar de ella solo por el hecho que el contexto que estaban era muy diferente. — Me alegra que al menos este conforme de estar en este sitio, me cuesta ponerme en su lugar pero lo intento. — Asintió mientras tomaba el té y así sentía más calor — Sí tiene razón, hubiera sido mejor conocernos en otras circunstancias aunque declaro que no me quejo de la forma que hemos conocido, hemos congeniado y no siempre ocurre. —Claramente, prefería ese momento porque si la hubiera deseado tal vez solo habría sido físico y después solo se largaría a donde sus tíos como si nunca hubiese existido. Ahora sentía que la conocía desde hace tiempo.
— Es bueno que tenga un buen sueldo y sí... por mucho que uno este conforme siempre hay algo que desagrada. Y eso pasa en todas las clases sociales, a mi no me gusta que me obliguen a asistir a todos los eventos, no soy como mi hermano que por lógica tiene el deber y responsabilidad, por mi parte aunque me puedo escapar en algunas ocasiones igual no puedo manchar mi apellido con un mal comportamiento así que igual tengo que asistir en contra mi voluntad en reiteradas veces — No era lo mismo, por nada pero se le parecía así quería que entendiera que eran más similares que uno creía. Ni siquiera sabía hacerse un plato de comida decente así que cada uno estaba en un contexto distinto. Era agradable que se abriera, porque sobre la misma rescataba lo propio y profundizaban el tema. Habían congeniado demasiado.
Aksel entendía que se sintiera un poco reprimida en acompañarlo hacia el castillo de sus tíos al perderse y lo cierto es que tampoco quería obligarlo, por eso dijo lo que dijo — Está bien, creeré en sus palabras y desde ahora no veré esto como una obligación, sin duda, es mi salvadora, mis tíos y padres tienen que conocerla aunque entiendo ahí que se sienta incomoda. Si quiere volver, sé que algún guardia la acompañará a su casa — Terminó por decir al momento que tomaba su caballo y emprendían camino hacía allí — Soy bueno para perderme, pero preguntando si llega a cualquier lugar si hay suerte de encontrar a alguien. Yo la tuve esta vez, así que estoy agradecido — Dijo con una sonrisa ya que ahora sentía la seguridad que iban por el camino correcto y más con una bella mujer a su lado que lo guiaba.
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La vampira era precavida, y se lo dejo saber con aquella pregunta. Ella no era una amenaza en cuanto a querer lastimarlo intencionalmente. No tenía motivo alguno para hacerlo. Por otro lado, tampoco podía arriesgarse a ser descubierta. ¿Podía ella confiar en él? Lo acababa de conocer. Pero una parte suya le decía que sí, que se fuera a descubrir el mundo, que se arriesgara. — ¿Entonces quiere decir que le parezco alguien de confianza? Disculpe si sonó a que quizás yo desconfíe de usted. Pero ya sabe, una señorita como yo nunca puede ser menos cuidadosa. Aunque sea con un caballero tan simpático y agradable como usted. — aclaro la rubia sonriéndole para que no se fuera a sentir aludido por ello, pues tampoco era su intención. A decir verdad, si lo ponía en duda era más por la seguridad de él que la suya. — Yo le diría que lo tome más como que aún no me decido. — Añadió, es que era tan tentadora la oferta que se estaba dando la libertad, aunque fuera de considerarlo.
Habían sido muchos los Dupots que habían pasado por sus manos como servidumbre del castillo. A veces sentía que todo era tan injusto. Ella era familia, y a veces anhelaba ser tratada como tal. Pero no era un riesgo que podía tomar. Por lo que prefería esto a nada, a veces justamente los niños solían ser los que le daban un poco de ese amor familiar aun sin saberlo. — Sí, no todos. Hay de todo en esta vida. Son dos y uno tiene 9 y la otra 12 años. Seguro han de estar ya en sus habitaciones por el clima, por eso no se los topo. Porque de seguro ellos sí lo recibían bien. — aseguro la rubia.
La vida de Irina no era sencilla, siempre tenía que estar muy alerta. Intentar cubrir cualquier rastro que pudiera comprometerla sin contar que la sociedad solía ser bastante déspota con los que creía inferiores. Así que también tenía que lidiar con ello. — Gracias por la comprensión. Igual eso no quiere decir que en algún momento eso cambie. — comento, pues ella tenía el poder de cambiarlo. No es que realmente fuera pobre. Solo que debía de tener mucho cuidado en como lo hacía, y esto le había estado funcionando tan bien, dándole una vida bastante decente cerca de su familia que por ello no había desistido. — Tiene razón, no siempre se termina por llevar bien con alguien de la primera. Lo nuestro fue al instante. — Reconoció la vampira, y en cierto modo eso le asustaba. ¿Significaría algo?
Irina rio ante su comentario, era tan cierto. Nada estaba exentó de cosas que pudieran desagradar. — Es porque nada es perfecto, así que supongo que siempre está esa cosita que viene y te lo recuerda haciendo volver a la realidad. — comento la muchacha. — ¿Entonces es de los que se da escapadas? — pregunto curiosa. — Sí, sí… es que a veces igual hay que tener cuidado con nuestras acciones, un paso en falso e importa poco no ser el mayor, la gente comienza a hablar. Lo sabré yo, que escucho a tanto chisme desde las cocinas del palacio. — termino por admitir, aunque la mayoría del tiempo solo eran exageraciones.
Había tendió dudas de si debía acompañarlo hasta la casa o no. Pero luego termino por aceptar. No quería hacerle el feo, y además en cierto modo tenía razón en su preocupación. — De verdad ha sido un placer, créame. — aseguro la chica. — Oh, bueno igual me agradaría conocerlos. Pero prométame que será usted quien me rescate si me agobian con preguntas y conversaciones. — le pidió encarecidamente. — Eres alguien que resuelve y no se frustra por perderse, eso es lo que importa. Otro en tu lugar tal vez intentaría seguir buscando el camino por su cuenta y solo terminaría buscando problemas. — Reconoció la muchacha. El camino avanzaba y poco apoco se acercaba a su destino. — Umm… creo que ya casi llegamos. Se puede ver el castillo desde aquí. — señalo la francesa.
Habían sido muchos los Dupots que habían pasado por sus manos como servidumbre del castillo. A veces sentía que todo era tan injusto. Ella era familia, y a veces anhelaba ser tratada como tal. Pero no era un riesgo que podía tomar. Por lo que prefería esto a nada, a veces justamente los niños solían ser los que le daban un poco de ese amor familiar aun sin saberlo. — Sí, no todos. Hay de todo en esta vida. Son dos y uno tiene 9 y la otra 12 años. Seguro han de estar ya en sus habitaciones por el clima, por eso no se los topo. Porque de seguro ellos sí lo recibían bien. — aseguro la rubia.
La vida de Irina no era sencilla, siempre tenía que estar muy alerta. Intentar cubrir cualquier rastro que pudiera comprometerla sin contar que la sociedad solía ser bastante déspota con los que creía inferiores. Así que también tenía que lidiar con ello. — Gracias por la comprensión. Igual eso no quiere decir que en algún momento eso cambie. — comento, pues ella tenía el poder de cambiarlo. No es que realmente fuera pobre. Solo que debía de tener mucho cuidado en como lo hacía, y esto le había estado funcionando tan bien, dándole una vida bastante decente cerca de su familia que por ello no había desistido. — Tiene razón, no siempre se termina por llevar bien con alguien de la primera. Lo nuestro fue al instante. — Reconoció la vampira, y en cierto modo eso le asustaba. ¿Significaría algo?
Irina rio ante su comentario, era tan cierto. Nada estaba exentó de cosas que pudieran desagradar. — Es porque nada es perfecto, así que supongo que siempre está esa cosita que viene y te lo recuerda haciendo volver a la realidad. — comento la muchacha. — ¿Entonces es de los que se da escapadas? — pregunto curiosa. — Sí, sí… es que a veces igual hay que tener cuidado con nuestras acciones, un paso en falso e importa poco no ser el mayor, la gente comienza a hablar. Lo sabré yo, que escucho a tanto chisme desde las cocinas del palacio. — termino por admitir, aunque la mayoría del tiempo solo eran exageraciones.
Había tendió dudas de si debía acompañarlo hasta la casa o no. Pero luego termino por aceptar. No quería hacerle el feo, y además en cierto modo tenía razón en su preocupación. — De verdad ha sido un placer, créame. — aseguro la chica. — Oh, bueno igual me agradaría conocerlos. Pero prométame que será usted quien me rescate si me agobian con preguntas y conversaciones. — le pidió encarecidamente. — Eres alguien que resuelve y no se frustra por perderse, eso es lo que importa. Otro en tu lugar tal vez intentaría seguir buscando el camino por su cuenta y solo terminaría buscando problemas. — Reconoció la muchacha. El camino avanzaba y poco apoco se acercaba a su destino. — Umm… creo que ya casi llegamos. Se puede ver el castillo desde aquí. — señalo la francesa.
1. La llegada del Caballero Irina|| Castillo de los Dupot || en la tarde | |
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Era muy normal que las señoritas fueran mucho más desconfiadas y precavidas con hombres que acababan de conocer, y en cierta manera, esa la razón porque no podía confiar del todo porque lo estaba recién conociendo, en este caso no corría peligro ni nada parecido, pero sí le podía tocar otro caballero que se la sabía por libro y aprovecharse de la gentileza de la chica. —No pido que tenga inmediata confianza conmigo cuando me está recién conociendo, agradezco el halago suelo ser así con la mayoría de las personas que me agradan y usted me cae muy bien. No tiene que temer y en unos días más, estoy seguro que ganara más confianza. — Le dijo con una sonrisa atractiva y contemplando el brillo de sus ojos, los tenía de un color tan bonito y lucía tan joven con esa piel perfecta que tenía. — Comprendo — Entendía muy bien que no aceptara en primera instancia.
Sonrió que habían niños que eran mucho más amables que los padres que fueron elegantes pero demasiado fríos por un caballero que estaba perdido y que necesitaba ayuda para volver, era evidente que habían dejado esa responsabilidad a Irina. — Cuando lo tenga decidido, porque no tiene que ser conmigo... solo hágalo, tiene derecho de disfrutar la vida. Hay muchas limitaciones aún todavía para las mujeres pero he visto unas cuantas que disfrutan de su libertad —Era un aventurero y viajero, por lo tanto, había conocido a varias féminas que incluso eran exitosas, y eso no quería decir que eran solo aquellas que estaban en cabaret y lugares de placer. — Eso es cierto, y siempre estaré agradecido de su gentileza y buena disposición, no todo el mundo es como usted, por eso me agrada conocer a personas de esa manera — Murmuró con tranquilidad porque era efectivo que sobre todo con ella había tenido una conexión y no precisamente romántica, aún cuando si la encontraba una mujer preciosa que parecía toda una muñeca.
— Supongo que soy un hombre muy particular que disfruta de la vida, ya que no tiene tantas obligaciones a diferencia de su hermano mayor. Y que trata de no manchar el apellido pero que claro que es considerado la oveja negra de igual modo, estoy seguro, que deben estar escandalizados en la mansión de mis tíos — Dijo entre risas mientras iban de camino, que se le hizo más corto en compañía de la joven rubia. — Es como lo intento hacer pero llego la lluvia y lo impidió. — Comentó mientras comenzaba a visualizar el castillo. —Maravilloso, y ha sido todo gracias a usted. Venga conmigo, de verdad si no quiere quedar le pediremos a un empleado que la lleve a casa. ¿Qué le parece? Quiero que conozcan a mi salvadora — Exageró mientras aceleraba la carrera para llegar pronto y esperaba que ella lo siguiera.
Sonrió que habían niños que eran mucho más amables que los padres que fueron elegantes pero demasiado fríos por un caballero que estaba perdido y que necesitaba ayuda para volver, era evidente que habían dejado esa responsabilidad a Irina. — Cuando lo tenga decidido, porque no tiene que ser conmigo... solo hágalo, tiene derecho de disfrutar la vida. Hay muchas limitaciones aún todavía para las mujeres pero he visto unas cuantas que disfrutan de su libertad —Era un aventurero y viajero, por lo tanto, había conocido a varias féminas que incluso eran exitosas, y eso no quería decir que eran solo aquellas que estaban en cabaret y lugares de placer. — Eso es cierto, y siempre estaré agradecido de su gentileza y buena disposición, no todo el mundo es como usted, por eso me agrada conocer a personas de esa manera — Murmuró con tranquilidad porque era efectivo que sobre todo con ella había tenido una conexión y no precisamente romántica, aún cuando si la encontraba una mujer preciosa que parecía toda una muñeca.
— Supongo que soy un hombre muy particular que disfruta de la vida, ya que no tiene tantas obligaciones a diferencia de su hermano mayor. Y que trata de no manchar el apellido pero que claro que es considerado la oveja negra de igual modo, estoy seguro, que deben estar escandalizados en la mansión de mis tíos — Dijo entre risas mientras iban de camino, que se le hizo más corto en compañía de la joven rubia. — Es como lo intento hacer pero llego la lluvia y lo impidió. — Comentó mientras comenzaba a visualizar el castillo. —Maravilloso, y ha sido todo gracias a usted. Venga conmigo, de verdad si no quiere quedar le pediremos a un empleado que la lleve a casa. ¿Qué le parece? Quiero que conozcan a mi salvadora — Exageró mientras aceleraba la carrera para llegar pronto y esperaba que ella lo siguiera.
1. La llegada del Caballero Aksel || De camino || en la tarde | |
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