Esperaba que todo saliera bien, que fuera un trayecto de Londres a Roma lo menos turbulento posible. Al menos ese pequeño tramo hacia su casa había servido para la familia McDonald descubriera como trabajaba la aparición y no los tomara por sorpresa luego. Azriel envío a los elfos ayudarlos. Podía notar la curiosidad en sus rostros. En especial en el de la hermanita. Por lo que el chico le miró a Mary con una sonrisa traviesa de: la que te espera respondiendo preguntas. Igual sería divertido de presenciar, aunque era posible que ni él se salvará de las preguntas.

Era posible que el hecho de que Gulliver ahora estuviera siendo más atención con su madre era producto de la incesante insistencia de la morena. Y no es que el chico no quisiera a su madre, sino todo lo contrario. Le dolía lo que le pasaba y, por tanto, no quería verla decaer. Pero se dio cuenta de que el alejarse, el hacer como si nada pasara, no desaparecería la realidad. Así que mejor no desperdiciar el tiempo que le quedaba con ella.

No podía evitar sentir emoción en su corazón al ver lo contenta que se encontraba. A pesar de sus malestares. Sabía que lo que la reconfortaba de lo que estaba ocurriendo era saber que igual estaba ayudando a otros. Un vivo recordatorio de que no todo Slytherin era villano. Se podía tener ambiciones en la vida y no ser perverso. — Gracias, de verdad sí que me siento con ánimos. ¿Tienes nuevos títulos? Excelente, esos sí que me interesan mucho. — aseguro refiriéndose a los de psicología.  — Yo igual tengo algunos nuevos. Incluso conseguí uno de cuentos para niñas. Quizás a tu hermanita le guste. — comentó, había pensado en todo. La mujer de verdad quería sentirse útil.

Azriel alzo una ceja ante su comentario y las miró con curiosidad. — ¿Cómo por qué lo tendría que leer yo si las tengo a ustedes? — Bromeó, pues igual sabía que no le iba a quedar de otra si quería mantenerse al día con su carrera. — Eso sí es cierto. Ella se sonríe, pero la realidad es que es enserió eso de tomarla de conejillo de indias. — comento terminando por reír.

— Claro que sí, quiero verlos linda. Deseo al fin conocerlos. Espero le ofrecieras algo para aliviar sus mareos. — Le señaló al chico aunque para nada molesta. — Claro que lo hice mamá. — aseguro el muchacho.

Ambos chicos se encargaron de ayudarla a moverse. Por fortuna aunque fuera a paso lento seguía pudiéndolo hacer. Incluso en sus mejores días había llegado a salir a tomar aire fresco al patio. — Me alegra poder al fin conocerlos. Es todo un placer, créame. También habla mucho de ustedes. — aseguro Phoebe antes de acercarse con cuidado a saludar más de cerca. Habían compartido un rato en lo que era hora de marcharse.

Azriel noto que su padre los observaba en silencio. ¿Se preguntaba que estaría pasando por aquella cabeza? — Padre, puedes unirte, sé si gusta. — Le comento al notar su presencia en el lugar. — Eso no será necesario. Espero que tuvieran una buena estadía en nuestro  hogar. Por muy corta que fuera. — comento el hombre a modo de saludo. — Pero ya ha llegado el momento de marcharnos. Así que asegúrense de tener todo, pues una vez partamos no hay vuelta atrás hasta que todo se calma. — aclaró Rigel quién comenzó a caminar hacia la Phoebe. — Cuando estén listos, búsquenme en el patio. Tienen diez minutos para alistarse. — Finalizó el hombre antes de comenzar a ayudar a su mujer.

— ¿Estás lista? No estoy muy seguro de que nos espera. Pero te aseguro que estaremos a salvo. — Le comento a Mary mientras rodeaba su hombro con su brazo. Solo el tiempo era testigo de lo que les esperaba. Cuando todos estuvieron listos tomaron aquel traslador en forma de regadera para plantas y se dirigieron rumbo a Roma llenos de miedo, pero al mismo tiempo esperanzados de poder volver mas pronto que tarde.

Roma había sido resultado muy reconfortante pero para ellos. Porque enterarse de las noticias de lo que estaba ocurriendo en Inglaterra eran cada vez más preocupantes. Lo que más aliviada tenía a Mary era que su mejor amiga estaba bien, no con la vida que merecía porque seguían escondidos sino que igual podía notar su felicidad con la llegada del pequeño Harry que había nacido hace ya casi un año. Pero no fue lindo enterarse que el hermano de Sirius había sido tomado como muerto y que jamás encontraron su cuerpo y otras tantas perdidas que provocaban una gran tristeza en su corazón.

Hasta el momento ni siquiera podían pensar cuando iban a volver ya que todo continuaba y estaba en un punto que ni habían esperanzas, parecía que hasta la profecía era mentira.

No se encontraba del todo estable por eso, aunque su vida estaba relativamente tranquila e incluso de la señora Mulciber que se había energizado mucho con ese ambiente más familiar que pudieron lograr.  Insistió en que ese día salieran por ser el cuarto aniversario desde que se había conocido con Azriel y a la vez, desde que retornaron a Roma. El año pasado con tanta incertidumbre y plan ni siquiera lo habían celebrar y atinaron en decidir que era lo mejor que podía pasar.

Con Azriel decidieron irse por algunos días a Sicilia, donde las playas de Italia eran más que preciosas y donde ella al menos nunca había visitado.  Eso la tenía nerviosa porque era la primera vez que se quedaba por varios días con Azriel a solas, con tanta gente a su alrededor era difícil tener momentos a solas a menos cuando su amigo se daba la oportunidad de ensayar algunos diálogos, o recitaba algún libreto como todo un galán.

Para la sorpresa de Azriel - aunque si ahí ayudaron sus padres para no levantar sospechas - todo el viaje había sido del modo muggle. Apenas llegaron a aquel apartamento con aspecto muy rustico y de la onda italiana, dejaron sus cosas allí y se largaron a la playa. Fue inevitable no tomar su brazo cuando presenciaron la playa Capo Feto, y tenía que reconocer que su italiano estaba lo bastante bueno para decir que era una extranjera que estaba aprendiendo muy bien el idioma, no era que se perdiera mucho y también sus padres y hermanita si que aprendieron bastante rápido, es que no hubo mucho por hacer.

Le sonrió a Azriel con ternura y apoyo la mejilla en su hombro levantando la mirada hacia a él, le gustaba que se hubiera dejado el cabello más largo y nada que decir que ella ya lo mantenía muy debajo de sus hombros - cuando en realidad le gustaba el pelo corto -  siguió manteniendo la sonrisa hasta que hablo — La playa me impresiona mucho más de como la mencionaste. ¡Me encanta! — Claramente le gustaba lo que veía y mucho más porque no había mucha gente a esa hora. Ya quería asolearse y luego meter sus pies en el mar al fin. Hace tanto que no iba a una playa y esta era maravillosa.

Por lo visto no parecía que regresarían pronto a Londres. Las cosas en aquel lugar no iban para nada bien. ¿Acaso terminaría en algún momento aquella guerra? La verdad esperaba que sí, pues él deseaba retomar su carrera. No era lo mismo en Italia. Aunque sí había estado practicando con Mary como su mano derecha, pues era la que se tenía que aguantar sus diálogos. Sin embargo, aun cuando deseaba volver, al menos aquí si estaban protegidos, no como lo que lamentablemente le había ocurrido al más joven de los Black. Aunque claro, el chico se había metido en la boca del lobo y si eran ciertos los rumores, lamentablemente había sido su decisión la que lo puso en esas circunstancias. Tal como había ocurrido con Evan. Era triste ver como poco a poco sus compañeros de casa se iban extinguiendo por una causa que al final de cuentas solo les estaba trayendo muerte y destrucción.

No todas eran noticias tristes proviniendo de la Gran Bretaña. Saber que el pequeño de los Potter ya estaba enorme, un añito ya tenía. Como volaba el tiempo. Lo mejor que había hecho había sido darle su espejo a Lily para que se comunicaran. Así Mary había tenido la oportunidad de aunque fuera a través del mismo verlo y claro que Azriel cuando tuvo la oportunidad le gano la curiosidad y también se asomó a saludar.

Al menos Mary y su hermanita habían sido buenas alumnas, el trabajo más difícil le había tocado a su madre con los padres de Mary para enseñarles el italiano porque siempre era más difícil enseñarle a los adultos. Pero para la mujer había sido terapéutico, le había devuelto la sonrisa. Aunque eso último era más por sentirse rodeada de tanta gente, en familia. El chico no quería ilusionarse. ¿Sería aquello una señal de que podía mejorar? Mejor era no pensar mucho en ello y vivir el día a día.

Hablando de días, ya había vuelto a llegar ese día especial para ellos. El aniversario de su amistad. ¡Cuatro años! Al menos esta vez podría celebrar como mandaba. Podrían disfrutarlo. De verdad esperaba que así fuera. El año anterior a penas y se comieron un postre en nombre de ese nuevo año como amigos. No daban para más en aquel momento, no era tiempo de fiestas o algarabías. Pero este año no tenía por qué ser igual. Además, serviría para levantar los ánimos.

Había sido toda una sorpresa el toparse con que el viaje fue completamente al modo muggle. Por lo que en todo momento fue la chica la que estuvo al mando por decirlo de alguna forma. Sería una experiencia divertida, aunque peligrosa. ¿Ambos solos en Sicilia? ¿Qué podía salir mal? Por supuesto que el chico le había hablado mucho de las playas y Mary al llegar a la habitación luego de dejar sus cosas lo primero que quizá fue ir a la playa. Había un pequeño detalle que el chico no le había especificado antes de que bajaran. Pues la vio tan entusiasmada que solo la dejo ser. La playa no era precisamente una playa común…

— ¿Es muy hermosa verdad? Me alegro de que te guste. Feliz aniversario. — aseguro devolviendo aquella sonrisa ante su comentario. Era bueno que estuviera contenta. — Y la verdad creo que te impresionara más de lo que ya estas. Pues la playa tiene una peculiaridad... — no puedo evitar comentar con una sonrisa traviesa. Solo esperaba que no le pegara por no decirle a tiempo que era una playa nudista.

A pesar de todas las preocupaciones,  la morena estaba contenta de que pasaran esos días juntos. Eran momentos de paz luego de tanta incertidumbre y abrumo. El paisaje era precioso, había amado aquel apartamento rustico que la ventana quedaba justo para contemplar el mar y visitar la playa era una panorama muy bueno.

Iba muy entusiasmada a la playa junto a su amigo, ya con su traje de baño puesto bajo su vestido floreado y le encantaba sentir la brisa en su cara y cabello, fue muy bueno llevar un sombrero porque había visto, y con eso sabía que su cabello se iba a desordenar mucho más de lo que ya era.

El viaje había sido largo así que se decidió por solo tomar algo de sol y leer un libro mientras descansaban, escuchó las palabras de su amigo y su sonrisa se amplió — ¡Esta es la cuarta vez que me lo dices!  ¡Feliz día!— Dijo soltando la broma aunque era muy cierto desde temprano que se lo dijo aunque no habían tenido oportunidad de darse sus regalos, a lo mejor eso quería, solo que en ese momento tampoco serviría nada porque lo había dejado en la maleta. — Hace tantos años que no venía al mar y esta playa es perfecta —Mary lo miró con curiosidad y le dio un toque en las costillas para que comenzará a poner las toallas en la arena solo que no se sentó hasta que se quito el vestido dejando ver un bonito traje de baño rojo suave.

Normal que sintiera vergüenza con el mero hecho de quitarse la ropa con él cerca. Ese año donde convivieron juntos sentía que se había enamorado mucho más y se preguntaba si realmente iba a poder tolerar  su cercanía sin que pasara algo. No podía con ese sentimiento, pues pensaba que si se daba la oportunidad iba a terminar por decirle todo. ¡Ojalá que no! Con eso se convencería que no tenían posibilidades. Parecía que estar mucho con Phoebe e incluso con el Señor Rigel la había hecho pensar cosas que no estaba segura si Azriel estaba preparado, pero sí que le decían que Azriel mostraba su mejor versión junto a ella.

Sintió las mejillas ardiendo al terminar y se terminó sentando a su lado. Alzó la ceja, pues algo ocultaba. — ¿Qué tanto ocultas? — Sacó el libro y le terminó pegando en la cabeza con este — Sabes que no me gusta quedar como ignorante. ¿Qué pasa? — Al voltearse comprendió lo que pasaba al contemplar que un señor se quitaba toda la ropa de encima. ¡Por eso no había tanta gente!  ¡Era una playa nudista!

De por sí, obvio que era vergonzosa pero como la había traído a posta y si porque la playa era linda a pesar de eso se aguanto. Podía aguantarlo la verdad mucho más cuando ya tenía 22 años y era psicóloga, había aprendido y tenía mente más abierta. ¿Qué tanto se podía intimidar de ver cuerpos desnudos? No era ni morboso, cada uno estaba en lo suyo y no estaba tomando atención al resto. —¿Lo hiciste por qué creíste porque iba a escapar apenas viera esto? Siempre hay una primera vez para todo — Terminó por decir mientras se acomodaba mejor en la toalla, ella no se iba a quitar su traje de baño y no creía que hubiera problema.

Aunque fuera por este pequeño periodo de tiempo disfrutarían. Ese era el objetivo. Ya tenían suficientes preocupaciones y si se dejaban llevar por ellas entonces jamás harían nada, se quedarían temerosos y amargados. Por lo que estaba feliz de que pudieran salir a celebrar. Había sido interesante y divertido el viaje. Aunque sí que en un momento dado Azriel se llegó a poner un tanto ansioso y desesperado por llegar de una vez. Estaba acostumbrado a tener todo al momento y llegar en un dos por tres a los lugares. Mago sangre pura al fin de cuentas. A pesar de eso había valido la pena la espera. El lugar estaba cómodo y con ese toque rústico que invitaba a relajarse.

Bajaron a la playa para relajarse después de aquel largo viaje. — Lo sé, quería que fuera una por cada año. Ya son 4. ¡4 años! — aseguro con cariño divertido ante su dato. — Entonces me alegro más aún de que escogiéramos ir de playa para celebrar. Las aguas son cristalinas y la arena blanca, parece sacada de una pintura italiana. — comento.

Aquel lugar era hermoso, tenía una vista digna de un cuadro. Además de no ser tan concurrida por lo que no tenían que estar intentando encontrar un sitio decente donde acomodarse, pues había espacios de sobra. Lo cual era genial porque a veces las playas atestadas podían ser molestas más allá de lo hermoso del lugar y lo divertido que pudiera ser el nadar en ellas. Pero claro, aquella exclusividad del lugar por decirlo de alguna manera, tenía su explicación. La playa era nudista y Mulciber creyó que tal vez decirlo en voz alta antes podía espantar a la chica. Porque claro a sus ojos seguía siendo la chica inocente que había conocido en el baile y que al final solo le pidió que durmieron juntos. Así que según él la traería a tener una nueva experiencia.

Azriel acomodo las toallas en la arena para que pudieran descansar allí. Fue inevitable no notar aquel bañador rojo. Sí eran amigos, pero él lo menos que era ser ciego y así que cautivarse por cómo lucía la chica en aquel conjunto era inevitable. El mismo aprovechó de ir quitándose la camiseta que llevaba puesta. Sin problema alguno porque vaya que si le gustaba exhibirse, él sabía que era guapo y se aprovechaba de eso. — Es que quería sorprenderte. Ya sabes con una nueva experiencia… — Murmuró con una sonrisa ante su pregunta. Solo que ni bien estaba por decirle de lo que trataba, la morena acaba de ver un ejemplo de lo que el chico se refería.

Su reacción fue inesperada. Claro que no deseaba que saliera corriendo. La idea era justamente que conociera el lugar, que viviera la experiencia. Pero definitivamente no imagino que se fuera a quedar tan tranquila. Pensó que quizás iba a tener que convencerla. ¿Es que a caso no era la primera vez que veía a un hombre desnudo? — Oh… espera... la verdad no deseaba que salieras corriendo. ¿Para qué traerte a un lugar para que luego te fueras? Solo quería sorprenderte. Pero… no me imagine que te quedarás tan… tranquila. Como si nada. ¿No preguntarás nada? — la cara de asombro con la boca abierta y la expresión de confusión del chico era completamente épica. Una en un millón. Él quería asombrarla a ella, y fue el que terminó asombrado.

No pudo evitar reír porque siempre encontraba alguna justificación para los que ella eran equivocaciones, mero entusiasmo o ansiedad. Se lo sabía por libro pero no era de las que caía al conocerlo tanto. — Deja de mentir, no te creo nada de eso de los cuatro años porque ni siquiera nos hemos  entregado los regalos y ya para esa oportunidad serían cinco veces, solo estás contento — Le dio un toque en la nariz y se mantuvo en el abrazo que era tan reconfortante,  los brazos de Azriel siempre le habían causado protección y estabilidad de que podía estar segura.— Sí, parece un paraíso. Las playas de Inglaterra de por sí son boscosas y nubladas, al menos las pocas que conocí — Terminó por decir al ver que tenía razón en como era la arena tan blanca y tan suave a sus pies. Ya quería caminar hacia el agua y quizás hasta reflejarse. ¿Y cómo no? Tenía muchas ganas de bañarse.

No entendía la risita socarrona de su amigo mientras se disponían ya descansar sobre aquellas toallas que habían traído y contemplar el paisaje. No le gustaba sentirse del todo ignorante por nada hasta que logró saber por sí misma que era lo que ocurría. No fue muy grato contemplar de manera breve a aquel hombre que se sentía libre allí desnudo. — Siempre jodes los buenos panoramas, esto era innecesario aunque debo confesar que la playa es tan linda que el resto es lo de menos — Sí que concordaba con él de que era una nueva experiencia pero tampoco era para tanto, lo veía incluso desde un tema psicológico donde estos espacios eran necesarios para aquellas personas que necesitaban una sensación más cercana a la naturaleza,  una seguridad de sentirse pleno con el mundo y libertad.

Terminó por lanzar uno que otro comentario sin más y quedo confusa con la reacción de su amigo. — ¿Qué? No te entiendo— Preguntó dejando un libro a su lado e incluso encontrando que era un mal educado — ¿Esperabas que fuera otra mi reacción?— Abrió más los ojos teniendo sus sospechas pero quería que también se lo aclarara él mismo. — No entiendo a lo que te refieres. ¿Qué debería preguntarte? — Lo miró fijamente y curiosa a sus ojos tan verdes que eran mucho más bonitos con los rayos de sol — Uhm... casi se nos olvida el bloqueador — Perdió la concentración y comenzó a buscarlo dentro de su bolso.

— Oye. ¿Con que esas tenemos? — Le hizo un puchero por no creerle aunque luego rió. Claro que con cualquiera otra aquella labia habría funcionado. Aunque algo era cierto, si estaba contento. Le alegraba saber que a pesar de los tropiezos allí estaban manteniendo aún esa amistad. Algo bueno dentro de todo lo malo que ocurría a su alrededor. Pues no era como que las cosas hubieran mejorado en Londres. Lamentablemente, la guerra seguía y ellos eran afortunados de haber podido poner tierra de por medio. — No voy a negar que si estoy contento, es cierto hay que hacer ese intercambio de regalos. — Terminó por reír mientras la seguía abrazando.

El lugar era un sueño, demasiado bonito como para perdérselo. Posiblemente, era lo único que no extrañaba de Londres, las playas no eran su fuerte. Estas las sobrepasaban por mucho. — Era imposible estar en Italia y no apreciarlas. Posiblemente, las playas londinenses sea de las pocas cosas que no extrañe. — comento con sinceridad. Aunque igual cuando volviera no las dejaría de visitar. Es simplemente que no había comparación.

Mientras se acomodaban el chico quedó a la expectativa de su reacción. No fue necesario decirlo con lujo de detalles porque no faltó mucho para que tuviera ejemplos más que claros de lo que se refería. — ¿Innecesario? Solo observa el lugar. Vale toda la pena del mundo. Eso solo lo hace más… exótico. — aseguro, pues era en serio cuando mencionó que no lo hacía para que saliera corriendo.

Pero claro que su tranquilidad lo dejo confundido. ¿Acaso no lo notaba? — Lo voy a decir… Es que estás viendo hombres desnudos no pareces inmutarte. Como si estuvieras acostumbrada… — Respondió con curiosidad mientras notaba esa mirada fija en sus ojos. ¿Qué tal? No la intimidaban aquellos cuerpos pero sí su mirada.

— Menos mal que aún estamos a tiempo, lo menos que necesitamos es quemarnos. — aseguro mientras la veía buscar en el bolso. — ¿A ver necesitas ayuda con eso? Yo me encargo. — Le dijo estirando su mano para que le diera el bloqueador. — No creo que alcances hasta la espalda. Porque yo no tengo problema alguno en ayudarme.  — aseguro con su tono pícaro, porque para él no era ningún sacrificio hacerlo. Además, él tampoco alcanzaba y allí no podían usar para nada magia. — Yo igual voy a necesitarla, si no te molesta. No quiero terminar como un camarón. — Finalizó dejando escapar una risa de solo imaginar lo rojo que se pondría.

Lo conocía tan bien que sabía que a veces se pasaba con algunos cuentos que ella solo por ser su mejor amiga ya sabía que estaba exagerando, aunque sí había descubierto que estaba muy contento de formar cuatro años de amistad, y este año había sido uno de los más difíciles que tuvieron que afrontar al estar lejos de casa.  Por suerte, no se habían separado, pero dejaron todo lo que le gustaba y los meses pesaron, era el día que estaban disfrutando más.

Asintió, concordando que las playas de Italia eran preciosa. Ya lo había notado en el camino a este lugar y ahora que estaba disfrutando uno era mucho más genial pasar unas horas ahí. — Sí, porque debiste decirme porque no es que me moleste, de hecho me parece grandioso que haya lugares así justo para las personas que desean la libertad, tampoco lo veo como exhibicionismo ni nada parecido, si te das cuenta todos están en su propio mundo  — Exclamó la chica sobre la playa que era nudista o naturalista como podrían decirle algunos, muchos lo hacían por experiencia y era liberador. La desnudez no tenía nada de malo, pero la daba la sensación que Azriel la había invitado ahí para incomodarla al ser más introvertida que él.

— Ah... ¿Es eso? — Preguntó la chica con los ojos bien abiertos y negando con la cabeza, y este tema no era que lo hubieran hablado demasiado pues a su juicio era personal, solo que parecía que ya había llegado el momento — He visto hombres desnudos si esa esa la pregunta y tampoco me intimidaría en ver mujeres  si sé como es el físico mismo — ¿Cómo no lo suponía? Había tenido un novio y por lógica quizás pensó que ella respetaba eso de llegar virgen al matrimonio pero los momentos se daban y solo tenía que aceptarlo, claro no tenía tanta experiencia como él y no podía alegar del todo.

— No confió en tus manos rebeldes pero no estaría mal si me echaras un poco en la espalda — No tenía idea pero lo sintió como desesperado e imaginaba que era justo que ese año no había tenido esa libertad de conocer mujeres con las cuales estar, imaginaba que era una costumbre de su parte. Sea como sea, Mary por mucho que le gustara era como inmune a los encantos del Mulciber y cuando no se podía resistir era cuando se la quedaba mirando o se acercaba mucho. Se acomodó para que le echara protector solar y soltó un suspiro porque la crema estaba helada.

Apenas este terminó — Es tu turno, y tienes razón estás muy pálido. Vas a terminar muy rojo si no te cuidas. — Y sin más, fue ella quién  comenzó aplicarle el bloqueador con tranquilidad hasta que estuvo bien. — No olvides echarte en la cara — Sugirió mientras ella rozaba su propia piel más en las mejillas y en su nariz, confiaba en él que le dijera si no había quedado mucha crema en su cara. — ¿Nos acercamos a la playa? — Propuso con una sonrisa.

La muchacha lo conocía bien, y eso era lo que lo hacía especial su relación. Esa confianza y complicada que había entre ambos. En especial en los momentos difíciles, que para este tiempo habían sido muchos. Aquella amistad sinceramente no pudo haber llegado en mejor momento. Eso sí, siempre había ciertos temas de los cuales no hablaban y preferían reservarlo. Como lo era el entrar en detalles de sus relaciones, por ejemplo. De todos modos todo ese cúmulo de cosas que eran su amistad lo mantenía contento de poder celebrar un año más. Era bonito y lo hacía olvidar por un rato la porquería que había allí afuera y que los estaba poco a poco destruyendo. No veía la hora porque toda aquella pesadilla terminara y pudieran volver.

De los dos al final el que terminó más sorprendido y confundido fue el chico. Por supuesto no dijo más sobre si debió o no decirlo con anticipación, pues sabía que esa no la iba a ganar. ¿Cómo ganarla si hubiera sido más fácil tan siquiera darle una pista y no lo hizo? El chico miró a su alrededor y asintió. Por lo general este tipo de lugares solía ser de esa manera. Cada cual estaba sumergido en su propio mundo. — Es cierto que cada cual merece expresarse a su gusto. Aunque claro, en el lugar adecuado y este es uno de ellos. — comentó, imaginaba que ese pensar provenía desde su punto de vista de psicóloga mágica. Era la única explicación que en el momento se le había venido a la mente.

— Oh… — y ahí le cayó el veinte. ¡Mary! ¡Su Mary inocente ya había estado con un hombre íntimamente! Claro que sabía que había tenido novios. Pero no pensó que hubiera llegado más allá de los besos y caricias. Claro, que ese tipo de conversación no la habían vuelto a tener desde aquel momento en el que al final no pasó nada entre ellos aquella noche hace años atrás. — Supongo que estoy atrás en esas noticias… no hablamos mucho de ese tema. — comento pensativo.

Claro que era su momento de brillar cuando mencionó lo del bloqueador. — Haces bien, son bastante rebeldes y curiosas. Pero las necesitas. — aseguro de forma juguetona mientras se echaba en las manos bloqueador y comenzaba a untarlo por su espalda. No dijo nada en ese momento, pero lo hacía con suavidad dando un ligero masaje y cosquilleo al tacto de sus dedos hasta que terminó por cubrirla bien. Ahora era su turno.

— Lo sé, por eso necesito ayuda para no rostizarme. — es que al ser tan blanco era poco el color que llegaría adquirir por el sol y sería más lo rojo que terminaría. Así que asolearse con la idea de tener un bronceado no era una opción real para él. Azriel se puso cómodo tumbado boca abajo en la toalla para que le echara el bloqueador. Desde allí podía ver las olas de él agua cristalina fundirse con la arena.

Cuando termino se volvió a sentar mientras no podía evitar reír al ver como quedaba su cara blanca por el bloqueador, pero luego iba disolviendose hasta quedar bastante pareja. La de él mismo iba por el mismo camino. — Sí, ya creo que me la cubrí bastante. — decía mientras trataba de regársela bien. — Espera… tienes un poquito… — y sin más estiro la mano para regarle un poco la crema que se había quedado acumulada en una de las mejillas cerca de la comisura de la boca haciendo que esas miradas se cruzaran por unos segundos a lo que simplemente sonrió al escuchar su propuesta.

— Ahora es cuando, el día está para estar en el mar. — Le aseguró poniéndose de pie mientras la tomaba de las manos para alzarla del suelo alzándola como costal por un corto recorrido antes de dejarla cerca de la orilla donde las olas les mojaban los pies.

Valoraba mucho la amistad que tenía con Azriel en todos los sentidos posibles, iba a estar agradecida con él toda la vida porque no quería pensar que habría pasado si se hubiera quedado en Londres, y su mejor amigo junto a su hermosa familia la había salvado tanto a ella y a su familia. Hacía mucho por ella por lo cual estaba consciente del fuerte aprecio que sentía y por ello, trataba de hacer exactamente lo mismo. Sabía que iba a llegar el día que iba a poder ayudarlo si se dejaba tal como lo había hecho.

El 15 de Junio siempre sería un día especial y agradecía que pudieran celebrarlo, en Italia - imaginaba que también ellos pertenecían allí - no había peligro alguno así que se dieron esa oportunidad.

Eso sí, nunca imagino que quería traerla a una parte que era más para él que para ella, pues le daba la impresión que era para burlarse solo que Mary se alegraba por el lugar porque era hermoso y liberador.— No me voy a quejar, pero espero que mañana me lleves a una playa que sabes que me gustará mucho más  — Sentenció la chica relajándose y no dandole importancia, porque en sí igual desde un punto psicológico estos sitios eran reponedores, la Mary de ahora tenía la mente mucho más abierta que la del pasado y de 17 años. — Y supongo que tienes claro que no me voy a desnudar, no tengo para qué pero insisto, no me molesta el lugar — Inculcó con una sonrisa en los labios antes de revelar una respuesta de un tema que jamás habían hablado y que la vida le entrego y mantenía solo para ella. Eran temas que hablaba más bien con Lily — No, no tenemos para que… esos temas más bien lo hablo con mi pecosa —Aunque claro ese año sobre todo  no tuvo nada que contar pues no había pasado nada y estuvo solo en ese hogar que formaron entre todos. No tenía que exponerse.

Solo rió burlona en cuanto a su respuesta de las manos rebeldes y se mantuvo tranquila en toda la aplicación del protector solar, tanto para ella hasta cuando tocó su turno. ¿Cómo era posible que una mirada la hiciera sentir tanto? Justo cuando quedaba frente a ella quedaba con esas miles de sensaciones que la hacían sonrojar donde ni siquiera podía ocultarlo. — Gracias — Señaló antes de decir que fueran a la playa.

Ni siquiera pudo reclamar cuando la cargo y ya tenía los pies en esa agua cristalina, que lo cierto era tan tibia que no dudo en ir hacia lo profundo - que ni era tanto - para sumergirse en las pequeñas olas. Esto si era liberador y sonrió encantada a Azriel porque reconocía que la playa era fenomenal.

Se mantuvieron unas buenas horas ahí donde disfrutaron del agua y el sol, e incluso luego de la hora de almuerzo, Azriel había comprado comida para llevar para no cocinar llegaron al apartamento rustico que había rentado. — Supongo que te darás un baño primero…¿No? Yo leeré un poco. Avísame cuando estés listo —Señaló llevando consigo su bolso hacia la terraza y se sentaba, no había podido leer mucho en la playa así que tenía ese tiempo.

Ya estaban allí y por fortuna la muchacha había quedado prendada con el lugar por lo bonito que era. Sin duda una playa hermosa en la que todo era natural, aunque quizás demasiado natural tomando en cuenta la naturaleza nudista de la misma. Por lo que sí Mary se quedaba y la disfrutaba era porque era un lugar bonito. Azriel sonrió mientras asentía. — Descuida, no será la única playa a la que iremos en el viaje. Disfrutaremos al máximo de las bellezas de Sicilia. — afirmó, así que de seguro encontrarían una más adecuada para sus gustos.

La miró al escuchar su declaración de que no se desnudaría. Siendo sinceros no esperaba que lo hiciera. Aunque muchas veces se encontraba el valor para hacer cosas de las que no estamos acostumbrados. Así que nunca se sabía. — Oye, no tendrías nada que avergonzarte de nada. — aseguro, había gente allí que no se veía ni un poquito de lo bien que ella lucía y aun así no les importaba para desvestirse. — Pero sí, si tranquila. Igual ese traje de baño te luce bien. — aseguro con una guiñada.

Por supuesto que aquel tema tan íntimo lo había dejado descolocado porque lo tomo por sorpresa. Pero para ser honestos había cosas que era preferible no saberlas. — La verdad, sí… sí. Mejor no las quiero saber. Aunque igual me da curiosidad. ¿A ti no te da curiosidad? — molestó arriesgándose a que le lanzara con el pote del bloqueador solar.

Había sido el momento de cruzar miradas mientras se aseguraban de tener la cata bien cubierta y protegida por la crema. El rostro de Azriel tenía una pequeña sonrisa, podía notar el leve sonrojo de la chica. Le gustaba como se veía así, para él era un deleite. Aprovecho ese momento de distracción para cargarla hasta la orilla. No podía parar de reír. Cuando se adentraron al agua donde el chico hacía alarde de su fuerza. Chapotearon, se relajaron. Azriel incluso floto un rato en el agua bajo los rayos del cadente sol de Italia. Al final él pasa día en la playa había resultado lo que esperaban.

Luego de un día de actividades en la playa mandaba una buena comida, de la cual el chico se había encargado de comprar antes de regresar a la habitación. Permanecer en la habitación que habían rentado un rato tampoco le parecía mala idea. Era cómoda y con una bonita vista.  — ¿Segura que no deseas ir primero? — Le preguntó por las dudas.  — Bueno tampoco me haré de rogar. Quiero sacarme toda la arena. Tengo arena hasta en lugares inimaginables. — Dijo divertido de forma un tanto exagerada. — Luego disfrutanos de la comida. Que igual muero de hambre.  —

Azriel la dejo leyendo en la terraza y se metió al baño. El estaba acostumbrado a no cerrar la puerta del baño pues era muy despreocupado para esas cosas. Claro que en la casa tenia la puerta de la habitación que daba privacidad. Pero esto era un apartamento y habia un solo baño asi que privacidad no había. Pero no le puso atención aquello, y como la chica estaba en la terraza se fue muy a lo suyo a bañarse. Así que se desvistió y se metió a la ducha mientras le daba la espalda a la puerta… abierta, y tarareaba una canción al paso que se enjabonaba con toda la calma del mundo.

Le agradeció con la mirada porque sabía que esto era solo de las bromas típicas que hacía. De por sí eran totalmente diferentes en cuanto a carácter y él era excesivamente extrovertido a comparación a ella, pero aún así podía afrontarlo y se complementaban muy bien en cuanto a la relación que llevaban así que eran solo momentos que Mary dictaba: Ya basta, cálmate un poco. Pues luego le hacía caso, era como si tuviera que interactuar con un niño de 18 años y aún así la adoraba.

— No es eso, Azriel. Es simplemente que no veo necesario hacerlo si no tengo ganas... siento que estos lugares sirven también para las personas que necesitan liberar presiones y estar en contacto a la naturaleza, ni siquiera es vergüenza, si yo notara que quiero hacerlo, llego y lo hago — Exclamó para que entendiera un poco más de la razón porque no se desnudaría y en serio el tema la estaba cansando. ¿Es que acaso quería seguir burlándose de ella solo porque era más introvertida que él? A veces sentía que trataba de llevarla a locuras que no quería realizar y ella era mucho más tranquila. Era un loco.

— No lo sé, quizás tengo pensamiento más cerrado en ese aspecto y que esos momentos son mucho más privados y de uno para ir comentándolo más si es con algún chico —Era muy reservada en ese aspecto y luego claro, fue inevitable que no lo golpeara con el bloqueador cuando insistió que quería saber detalles. Ella no quería enterarse de las morbosas, pervertidas y alocadas experiencias sexuales de Azriel. ¡Por Merlín, nunca!

¿Acaso notaba que estaba perdidamente enamorada de él? Muchas veces creía que sí y podía notar que eso lo amaba. Adoraba sentirse querido y eso la incomodaba. Pero ni siquiera tuvo tiempo de decir algún comentario pues al poco tiempo la había tomado en brazos y la llevo al agua. Pasaron una tarde increíble donde el agua incluso fue como una sanación, amaba la sensación de esta sobre su cuerpo porque incluso era como volver a su infancia. Necesitaba esto y más aún en buena compañía.

Ya seguro disfrutarían al día siguiente de otra playa pero fue momento de volver y ahí llegaron al sitio donde se estaba quedando. — Insisito, quiero leer un poco. Estoy terminando un capitulo muy interesante y lo quiero analizar bien — Solo dejo que fuera al baño y ella sin más se fue a la terraza.

Cuando estaba leyendo fue difícil concentrarse con pasos de aquí y por allá. Azriel era bastante desinhibido y no dudaba que caminara medio desnudo o completamente por su casa, y la verdad es que no dudaba que hasta se olvidará de ella. Además que lo notaba burlón frente a eso así que no quiso ni mirar cuando se paseo por allí.

De pronto, olvidando un poco aquello le dio sed y fue por una bebida al congelador. Lo cierto es que fue muy casualidad que se volteara a mirar a donde se encontraba este suponiendo que la puerta estaba cerrada. ¡Solo que nada que ver! Ahí se estaba bañando tranquilamente con la puerta abierta y ni tan la cortina corrida.  Fue inevitable no mirarlo desde ese rincón, bajando por su espalda hasta su trasero. Cuando se volteó fue ella hizo lo mismo, sintió sus mejillas demasiado rojas y a la vez, de los nervios se le cayó la botella de las manos.  

El estruendo se escuchó por toda la casa y más encima como esta era a gas ahí este se esparció. — ¡Maldición!  — Esperaba que no se hubiera dado cuenta porque se largo a buscar de inmediato la escoba (como si no pudiera hacer magia), una pala y un estropajo para limpiar.  Y mientras limpiaba, pensaba lo ocurrido aún bastante avergonzada y nerviosa por lo que había visto. Cuando estuvo todo en orden, ya sin ganas de beber volvió a la terraza como si nada justo a tiempo cuando este salió, ni se había dado cuenta incluso que tenía el libro al revés. — Se me cayó la botella.... ya luego limpio de la forma mágica. Lo malo es que es Coca Cola — Terminó confesando percatándose que la posición del libro estaba mal. ¡Casi se quiso morir!.

Aquel par tenían una dinámica peculiar, muy de ellos. Pues aun cuando fueran polos o puestos nadie podía negar esa conexión que tenían. Aunque Mulciber molestara y vacilara con el asunto sabía bien cuando Mary no daría su brazo a torcer. No siempre se podía salir con la suya, y eso era bueno, porque seamos sinceros. Alguien debía de ponerle el freno al chico de vez en cuando. Porque si le hacía mucho caso y se dejaba arrastrar por sus ocurrencias, quien sabía a donde iban a parar.

— Bueno, vale, vale. — Respondió porque sabía que no llegaría a ningún lado con ese tema y la verdad le daba igual. Porque él lo que quería era divertirse ese día. Pasarla bien. Pero claro, siembre le había ganado un tanto la curiosidad el hecho de que no hablaran de cosas tan privadas siendo tan cercanos. — Ya veo, supongo que el que sea chico influye más para no querer contarme. Por mi parte, bueno… Me daría igual hablarlo, aunque quizás sí se sienta un tanto raro… Era Evan quien se mandaba todas mis historias. — y sí, quizás en parte lo decía porque no tenía ya a quien más contarle ese tipo de cosas. Lo cual era triste en cierto modo claro, por el hecho de que Azriel se estaba dando cuenta de que en realidad nunca había tenido tantos amigos como pensó, al menos amigos reales. Esa era una de las tantas razones por las que celebraba un año más de amistad con Mary, porque ella sí seguía ahí.

— Oye, con el pote no. — exclamo escudándose con los brazos cuando se lo lanzo, pero sin dejar de reír. Porque sí, en estos momentos todos esos pensamientos feos estaban bloqueados. Hoy era un día bonito, nada lo arruinaría.

Mulciber estaba muy consciente de cuanto la chica le gustaba. Solo que estaba muy cómodo con la relación que tenían. Además, siempre se repitió a sí mismo que él no era chico para ella, no le haría bien. Aun cuando su madre opinara distinto. Tal vez ella podía hacerle mucho bien, más del que ya le hacía como amigos. Azriel notaba que igual había algo en sus ojos, esa sensación de que se perdía en su mirada. Cosa que le gustaba, sentirse querido, importante, especial… le gustaba, aunque se hiciera el loco y no lo admitiera.

Habían disfrutado del mar al máximo. El chico había salido completamente relajado, pero con hambre y con ganas de limpiarse. Porque ese era el problema de la playa, aunque uno se bañara en ella siempre terminaba con arena por todos lados. Por eso algunas personas preferían las piscinas, pero él no, lo natural siempre era mejor.

— De acuerdo, si no tienes inconvenientes, voy yo. — finalizo antes de dejarla sola en la terraza leyendo. El Slytherin se sentía como en su casa así que así mismo actuó. Era tan cómodo para él no preocuparse si lo veían o no, él solo quería sacarse toda aquella arena de encima y el olor a sal.

Se había concentrado en lavar su cabello. Ya llevaba un tiempo en la ducha, porque para él no era preocupación tardar demasiado. El chico se dio la vuelta para acomodarse mejor bajo el chorro de la ducha cuando sintió de pronto un escándalo. Azriel se hizo el loco cerrando los ojos mientras terminaba de enjuagar el cabello para que “no le fuera caer espuma en los mismos.” Pero la verdad es que sí había notado el caos que Mary había formado por los nervios. ¿Lo estaba observando? Sí definitivamente lo hacía.

La chica trató de limpiar como pudo, mientras que Azriel termino de bañarse. Para cuando salió ya la muchacha había volado nuevamente a la terraza. El muchacho escuchó su explicación mientras asentía. — Sí eso es lo de menos. Se puede limpiar bien, luego. ¿Estás bien? ¿No te hiciste daño? — pregunto, por supuesto que había notado como había intentado disimular que leía tranquilamente cuando evidentemente no era el caso. El libro estaba de cabeza. Mulciber no lo menciono, pero sí lo tomo entre sus manos y se lo enderezó con una sonrisa en el rostro. — Es todo tuyo… ya está libre el baño. — dijo señalando hacia adentro con tranquilidad, como si nada hubiera pasado. Como si no se hubiera dado cuenta de que lo había visto desnudo.

Siempre estaba dispuesta en hablar de cualquier tema con su mejor amigo, pero ese, precisamente ese no entraba para alguna temática de información. Por lógica no quería enterarse de que hacía cuando se acostaba con las chicas y tampoco, quería que supiera como era al respecto. Lo miró encogiéndose de hombros — Sí no es un tema que se hable con frecuencia a menos que veas que alguien es parecido a ti en ese aspecto y le tienes confianza — Fue inevitable que no le tomara la mano y acariciarla cuando menciono a Evan, porque si lo veía desde un punto de vista, Azriel podía estar rodeado de gente - no le costaba socializar - pero no tenía amigos así que suponía que lo extrañaba demasiado.

Ya después se le olvido todo cuando salió con ese comentario y ella le termino pegando con el pote del bloqueador.

Pasaron una gran tarde de playa donde la verdad apenas se salieron del agua. Disfrutaron mucho solo que lamentablemente todo lo bueno se tenía que acabar y ya tenían el día planeado para mañana. La idea era conocer distintas playas y relajarse de ese mal año fuera de su hogar.

Dejo que se bañara primero porque en cierto modo quería terminar el libro solo que resultó ser todo lo contrario al encontrarse con semejante escena de Azriel, su querido amigo y único amor - que lamentablemente no tenía comparación con nadie - que prefería tenerlo así porque era una relación tan linda y bonita que no quería romper aún cuando sufriera por dentro por no ser lo que ella esperaba.

Claro que en esos instantes, Mary ni imaginaba que Azriel se había dado cuenta que se lo quedo mirando más de la cuenta, de verdad esperaba que no porque no habría sabido que decir y lo malo, es que ni siquiera podía sacar esa imagen de la cabeza. Ahí habían quedado sus ganas de terminar la lectura pues no funcionó al limpiar y luego correr a la terraza para estar así de nerviosa. Siempre trataba de mantener el control pero esta vez, los nervios si la habían traicionado y bastante. — No, menos mal que no me hice daño. Trate de limpiar enseguida por los vidrios,  solo que igual ten cuidado y fíjate bien que se me pudo quedar alguno. Estás acostumbrado andar descalzo — Sentía la cara enrojecida y lo bueno es que podía culpar el calor para no dar más explicaciones, la morena ni sospechaba que Azriel estaba muy enterado de todo.

No ayudo mucho que tomara el libro y sintió que quedaba sin respiración. No pudo enunciar ninguna palabra. ¿Por qué no podía ser más atrevida para levantarse y acercarse a él para decirle cuanto la había provocado?

Se sobresaltó y afirmo con la cabeza repetidas veces — Gracias. ¿No sale tan helada el agua, verdad? — Aunque era un hecho que tendría que usar un poco más de lo previsto el agua helada. — ¿Vamos a salir por la noche, verdad? Para cambiarme para la ocasión. — Lo miró a los ojos donde sin querer se mordió el labio. — Informal ¿no? ¿Crees que el vestido blanco viene bien? — Le pidió la opinión antes de ir a su habitación, dejar la ropa y los zapatos en orden para ir al cuarto de baño, donde ella si que cerro la puerta. Fue un hecho que se baño con agua tibia pues sentía que su corazón estaba acelerado. Mary estaba muy consciente que vivía una clase de amor platónico porque por muy cerca que estuvieran nunca iba a poder ser. Y no era que no se quisiera ni nada es solo que lo conocía a la perfección y el no estaba interesado a sus 20 tener una relación seria como ella las solía buscar.

En el fondo Azriel sabía bien que aquel era un tema que probablemente no entraría nunca en detalles profundos con ella. Quizá uno que otro comentario por ahí, y por allá, en caso de que le diera por preguntar como andaba en temas de “compañías” pero nada más. Le hacía mucha falta su amigo, y no era solo para eso. Si no para muchas cosas más que solo entre chicos se entendían. Pero de todos modos agradecía que Mary estuviera allí, y aquel pequeño momento en que le puso sus manos sobre las suyas bastó para él reconfortarse. Tanto así que no pudo evitar salir con uno de sus comentarios que corto con la tensión del momento, aunque sí con el golpe con el pote de por medio.

Aquel momento por fortuna había sido el único un tanto tenso porque el resto de la velada había sido fenomenal. Se había disfrutado cada momento y había terminado totalmente relajado.  La habían pasado bien, los dos. Esa era la parte más importante de todas. Pues al final para eso es que habían ido Aquel lugar. Para celebrar juntos.

Por supuesto que Azriel había notado que Mary lo espiaba mientras se había estado bañando. No por nada había hecho aquel desastre con la soda. De haber estado con todos sus sentidos alerta no le hubiera ocurrido tal cosa. Pero había preferido guardárselo para él, aunque quizás la expresión en su rostro podía delatar que se había dado cuenta. Parecía que después de todo aunque ninguno se desnudó en la playa, la chica había tenido la oportunidad de verlo a él sin ropa.

— Menos mal, que bueno que no paso a mayores. Oh sí, sí. Es cierto. — Dijo mirándose por un momento los pies descalzos. — Será mejor que me ponga algo en los pies por las dudas. Pero ya descuida, solo es cuestión de usar un poquito de magia y se fueron los vidrios. Puedo hacerlo. — Le aseguró confiado el Slytherin antes de acomodarle el libro de la posición correcta.

Podía notar el nerviosismo en su timbre de voz. Estaba deseosa de perder ya el contacto visual con él en aquel momento. — El agua no está ni muy fría, pero tampoco caliente. Está fresca. La disfrutarás. — aseguro mientras le la seguía con la mirada hasta que estuvo dentro de la habitación.

— Claro que sí, no por nada ya había hecho los arreglos para la comida. Ya verás será delicioso. Como que es una cena de aniversario. — respondió el chico que no pudo evitar notar como se mordió el labio. ¿Lo habría hecho apropósito? Si lo hizo o no, a él eso lo tentaba mucho. ¿Por qué le tenía que gustar tanto? — Ese vestido es perfecto para la ocasión. Te queda 20/10. — afirmó en un tono divertido y sonrisa picara, pues recordaba cuanto le encantaba como se veía en él.

Al tiempo que la chica estuvo lista, Azriel ya la esperaba, sorprendentemente ya listo para ir al restaurante. Incluso con él cargaba con el regalo de Mary, no sabía cuándo dárselo así que creyó que la cena podía ser buen momento. Como todo Mulciber criado de manera fina y elegante el chico le abrió la puerta y retiro la silla. Tal vez no era el más imaginativo con las cosas románticas, pero si tenía sus momentos en los que recordaba que debía ser caballero. Aunque después al rato la cagara, por supuesto. — ¿Te gusta el lugar? Tiene buena vista. Espero que la comida esté igual de buena. — comento el chico una vez ya estuvieron acomodados en su mesa.

Quería que se la tragara la tierra. Tenía muchas ganas de despotricar contra él y decirle porque no había cerrado la puerta pero eso era quedar en evidencia y no estaba segura de querer hacerlo sabiendo como era. Ni quiso pensar y mucho suponer nada al percatarse en un pequeño instante que hasta había notado sus nervios al poner en una mejor posición el libro, se hizo completamente la loca y demostrar que solo había quedado ansiosa por ensuciar y todo el escandalo que provoco con la botella. Mary ni se imaginaba que este lo sabía y mejor.

— No sé si usar tanta magia es recomendable por la situación que nos encontramos. Sé que me has explicado muchas veces que aquí no estamos en peligro pero de todos modos me cuesta hacer magia y no quiero arriesgarme hasta que acabe todo — Mary estaba algo traumatizada al estar escondida mientras que en su país natal en la parte mágica seguía la guerra — Mejor que lo hagas — Dijo para que se pusiera zapatos, imaginaba que cuando estuviera en el baño se iba a encargar de todo.

— Que bien, aquí es bastante caluroso así que viene agua tibia, es que tampoco me atrevo irme por el agua helada — Comentó sin más, solo con ganas de largarse de ahí porque no era capaz de mirarlo a la cara. — Perfecto, entonces será ese vestido — Murmuró antes de esconderse en la habitación como si esta no fuera la de él también. Así que por eso dejo todo acomodado y se fue al baño donde ella si cerro la puerta aún con los latidos de su corazón que resonaban tan fuertes que pensó que se le iban a salir del pecho.

Se dio un baño largo y como no notó quejas se dio todo el tiempo del mundo para estar recompuesta luego de tal escena, tenía mucha arena. Muy pronto, se dio todo el tiempo para arreglarse más para arreglarse su cabello en una coleta que sea como sea, la playa era divina pero el aire o la brisa lo perjudicaba un poco.

Cuando estuvo lista se percató que estaba a tiempo para ir al restaurante y se marchó con Azriel  a este que amo por su ambiente y porque igual estaba cercano a una playa muy bonito, todo muy rustico que te sentías en libertad y armonía. Le brillaban los ojos, al menos en esto no se había equivocado, esperaba porque con Mulciber todo podía pasar. — Realmente me encanta, es muy bonito — La chica a pesar de haber quedado nerviosa no había olvidado guardar su regalo que era muy artesanal y hecho por ella pues no es que tuviera muchas oportunidades de salir y estar buscando un presente, la verdad es que tuvo que pensarlo antes. — ¿Hay un menú especial o podemos elegir? Ahora tengo sed y el olor a pan horneado me está tentando — Murmuró con una risita mientras se acomodaba en su asiento y dirigía la vista también hacía el paisaje.

Aquel asunto quedaría hasta ahí porque no pensaba decirle nada a menos que ella sacara el tema y eso definitivamente ni iba a pasar. Por lo que prefirió guardarselo para si mismo. Solo se mantuvo tranquilo escuchando sus preocupaciones sobre limpiar con magia. Bueno no usaría tanta, y lo sentía pero el no iba a ensuciarse las manos después dar haberse bañado limpiando por el mismo. —  Te entiendo, pero tranquila será algo rápido. No creo que un fregoteo cause sospechas. Y la hare yo, te lo prometo. No pasara nada por esto. — Le aseguró para dejarla tranquila. Pues tampoco deseaba se que preocupara.

— Lo haré, lo haré. No quiero tener que encontrar algun vidrio con los pies. — Bromeó, pero era algo que de seguro haria tan pronto la chica se metiera a bañarse. No quería tener que lastimarse los pies. Así que su consejo no iba a pasar desapercibido.

— Pues aprovecha, porque esta en una temperatura ideal. — Le aseguró el muchacho antes de ver como la chica desaparecía de su vista. No pudo evitar dejar escapar una suave risita para si mismo. Todo aquello le resultaba interesante, y no se refería precisamente al agua tibia o los vidrios... ya tenía ganas de verla en aquel vestido. Vaya que a cada rato debía de recordarse a sí mismo la razón por la que estaban mejor como amigos. Y esa razón era él y su falta de seriedad con los compromisos.

El chico se coloco los zapatos y limpio rápido lo que faltaba. Para luego sentarse a esperar a que la chica se terminara de arreglar. Había guardado bien el regalo que era una una pluma color oro rosado y que estaba adornada pequeñas flores a relieve del mismo color en la parte superior de la misma. El chico había pensado mucho en que podía ser el regalo y aunque no era el más imaginativo sabía que quería que fuera algo que relacionado a la escritura pues Azriel nunca llegó a olvidar que Mary deseaba escribir un libro. Por lo que con la ayuda de su madre habían llegado a la conclusión de que una pluma era el regalo perfecto.

Los chicos llegaron pronto en el restaurante y pudo notar como sus ojitos brillaban. Había acertado con esto, eso era un hecho. — Que bueno, que te gustó. Por cierto traje el regalo. Espero te guste. — aseguró con una sonrisa, mostrándole la cajita alargada color blanco con un listones de colores primaverales. Porque sabía que amaba lo florido.

— Pues sí, tiene un menú peculiar de diversos panes y sopas. Por eso es que esta intenso el olor a pan recién horneado. — Le aseguró el muchacho. — ¿Quieres comenzar probando los panes? Quizás podemos pedir un surtido de pequeñas porciones de los distritos panes y ya si hay alguno que te gustó más lo puedes pedir para acompañar la sopa. — Sugirió Mulciber.

Había sido un momento que no iba a olvidar fácilmente y no era que siempre lo estuviera pensando en sus mayores fantasías porque no era de ese estilo, pero si recordaba con frecuencia la vez que se conocieron y estuvieron casi, entre muchas caricias y besos, incluso con ropa interior y ella al final dignamente dijo que no se sentía preparada, se preguntaba como habría sido si hubiera pasado porque ella sacaba su conclusiones pero no tenía que ser específicamente así. En el baño, incluso lo pensó y se hizo muchas preguntas, eso sí era una instancia que de verdad tenía que relajarse porque no le gustaba esa sensación de nerviosismo con él.

Se había dado todo el tiempo del mundo y estuvo lista cuando ya era la hora indicada para ir al restaurante, más tarde noche donde se empezaban a contemplar las primeras estrellas, amaba que todavía hubiera una temperatura acorde que congeniaba con el holgado vestido blanco y solo usaba un tapadito de hilo sobre sus hombros.

Le había encantado el lugar por su aroma y por donde estaba ubicado.— Tampoco olvide el mío. ¿Los abrimos en la mesa?  — Sugirió mientras ella le mostraba el paquete envuelto en un papel verde esmeralda y una cinta plateada. Se trataba de algo pequeño como siempre con una carta muy armada de frases tiernas, era un llavero con un animalito tejido, su animal favorito que era el hipogrifo, por eso era tan representativo para él, no tenía dudas que le iba a gustar.

— ¿Los panes son pequeñitos, verdad? Solo que no incluyan los que tengan ají para mi — Terminó por dejar claro porque no quería estar muerta de sed y con molestia en la garganta después — Me gusta el plan y la sopa... ¿que sabor tiene? — Preguntaba todo porque si ya tenía deseos de probar, pero antes que trajeran sus pedidos la chica terminó por sacar el paquete de regalo y lo dejo en la mesa con una sonrisa, era un poco más grande que el anterior porque era la carta que aumentaba el tamaño.  No era mágico pero si pensaba hacer el encantamiento cuando estuvieran ya en casa y más libres por decirlo de alguna forma. — Espero que te guste, lo hice yo... cuando estabas estudiando y en otras cosas... vaya que fue difícil. ¿Eh? — Exclamó riendo mientras dejaba que lo tomara entre sus manos y empezará a descubrirlo.

Al fin habían llegado al restaurante, se podía sentir la brisa del mar. Era un ambiente tranquilo y agradable. Que a su vez se adornaba con los aromas de los panes frescos. Además, el chico lucía una camisa de botones a medio abrochar con estampados de palmeras y pantalones cortos color crema. Un look muy playero, solo le faltaban las gafas de sol, pero claro ponérselas a esa hora era ridículo.  — Me parece perfecto, esta vez no podía permitir que fuera sin regalos. — aseguro el muchacho, pues desafortunadamente el año anterior había sido imposible.

Azriel sonrió, ya le comenzaba a intrigar el que sería. Nunca había sido el más paciente, pero de todos modos solo tenía que esperar un corto momento para averiguarlo, pues no habían tardado mucho en estar ya en su mesa. Aquel aroma del pan había cautivado no solo al chico sino también a la morena quien ya ansiaba probarlos. — Sí, pequeñitos para que uno pueda probar de todo un poco. — aseguro el chico cuando le sugirió comenzar por el surtido de panes. — Descuida, se lo dejaré en claro. Quizás en otro momento le sometemos a los picantes. — Bromeó. A él no le molestaba dejarlos para luego, pues todos se veían realmente apetitosos.

— Pues hay de todo un poco, hay unos salados y otros dulces. También hay uno que es el más típico de Sicilia, que está cubierto de semillas de sésamo. Además, hay otros que son relleno de queso y embutidos. Algunos tienen aceitunas, alcaparras, tomates, queso pecorino. Hay de todo un poco para cada gusto. — comento, y es que al menos en temas de comida ahí si no ponía peros para interesarse.

Mientras esperaban por los panecillos fue el momento oportuno para el intercambio de regalo. — Me intriga… ya quiero ver. — El chico tomó el regalo, ya luego leería la carta con calma y privacidad. Así que abrió el obsequio con mucha curiosidad y entusiasmo al escuchar que ella misma lo había hecho. Cuando lo abrió noto el pequeño hipogrifo tejido, el cual sacó con sumo cuidado. — ¿De verdad lo hiciste tú? Qué bonito. ¡Me encanta! — podía sonar meloso, pero la verdad era lo más tierno que le habían dado desde que era niño. — Gracias, es mi favorito. — decía mientras levantaba a la altura de su vista para verlo a detalle. — Lo pondré en mis llaves.  — Le aseguró, dándole a entender que siempre cargaría con él. Tomó el animalito y picoteo su mejilla con él a modo de broma como si le estuviera dando un beso con él.

El chico sacó aquella cajita con la pluma color rosa dorado y flores. Y la puso sobre la mesa. Lo más que resaltaba eran los listones de colores sobre la misma. Él no era tan escritor como ella, pero sí había puesto una tarjetita en el mismo. Pues no habían dejado aquella costumbre que crearon el tiempo que estuvieron separados. — Pues esté es el tuyo. Es algo que creo que podrás utilizar mucho y creo es muy tu estilo. — aseguró, pues él siempre la había visto como a una flor. — Eso sí, no lo hice yo, el arte no es uno de mis talentos. Aunque yo parezca una obra de arte. — Bromeó con sonrisa pícara mientras le acercaba la caja.

Sonrió con algo de burla porque ya habían hablado que habían regalos pero que esperaban en el momento para poder entregarlos. Ese era el momento así que así lo harían nada más. Siempre había sido su momento favorito cuando llegaba su aniversario, aunque lamentaba no tener un regalo más armado por todo lo que estaban pasando. Pero se las había arreglado y sinceramente se sentía muy orgullosa de lo que logró realizar con sus propias manos.

— Perfecto. ¿Habrá mantequilla o alguna salsa? — Imaginaba que sí, así que se limito hacer más preguntas porque ya iba a ver como iba ser todo cuando estos llegaran. Ya se sentía muy cómoda allí y se encontraba con una sonrisa en el rostro. — Pero tú no te limites en comer los picantes solo me tienes que decir cuales son — Murmuró la chica porque si le gustaba no iba  a limitarlo en comer. Después, tan solo se le hizo la boca los sabores de la sopa — Prefiero las saladas y esa de semillas de sésamo suena rica — Ya se estaba entusiasmando con la comida que ya quería saborear. — ¿Qué te parece si pedimos dos y compartimos? —Sugirió, ya que era muy golosa y no se iba a quedar con las ganas y todas las que mencionaba se escuchaban muy bien. — ¿Y el plato de fondo? Creo que quedaré satisfecha para el postre.— Indicó y dejo que Azriel pidiera porque se manejaba mucho mejor con el italiano que ella. -

Y llegó el momento de los esperados regalos que siempre era especial. Disfrutaba su carita de ilusión con solo ver el paquete— Obvio que sí, ni siquiera sabía ir y sé que te hubiera dado por acompañarte, así que un día en un tienda cercana compre lana de diferentes colores y algodón, fue un desafío porque tiendes a buscarme todo el tiempo — Dijo con una risita — Es porque tu animal favorito y ya sabes, cuando estemos en Londres ahí lo encontraré para que mueva sus alas — Agregó, porque era la esperanza que quedaba, amaba estar en Roma pero era un hecho que extrañaba mucho su hogar. —¡Me alegra tanto que te guste! — Anunció conmovida, miro el peluchito y lo cierto es que estaba mucho mejor de lo esperado, tenía algo de talento en esto. — Lee la carta cuando quieras — Que imaginaba que sería en un momento más personal para así poder disfrutarla.

Era su turno del regalo que Azriel le tenía, ella al ver que era alargado tuvo muchas suposiciones que podía ser aunque lo que era no fue lo que imagino, era mucho mejor. No pudo evitar soltar una carcajada cuando el mismo se declaraba ser una obra de arte. — ¿Me dejas dudarlo? — Exclamó con una ceja alzada y luego volvió a reír, sí que era toda una obra de arte pero no era ella que subía su ego en cuanto a su atractivo y eso muy bien que Mulciber lo sabía. — ¡Oh! ¡Me encanta! — Dio un pequeño saltito en la silla y sin dejar de sonreír solo se levantó para ir a abrazarlo — Es preciosa, demasiado linda. Dime que podré usarla por tiempo ilimitado — Amaba totalmente la pluma para escribir que ahí tenía su diario y algún día, lo juraba porque ahora no tenía inspiración la usaría para comenzar con su libro. Ahora había tenido tanta tiempo y el maldito bloqueo literario no la dejo.

— Eres el mejor, gracias — Inculcó la chica mientras depositaba con dulzura un beso en su mejilla y volvía a su puesto. Los panes llegaron con algunos potes pequeños de diferentes salsas que podrían untar a lo que estaba la sopa y luego el plato de fondo. Se sentía contenta y emocionada, cuando tomó su vaso de soda solo lo contempló porque se alegraba que hubiera pasado el tiempo y que aún seguían junto, aunque fuera como amigos ya que si no dudaba que tenían un fuerte vínculo muy difícil de romper.

Al menos este año estaban pudiendo disfrutar del aniversario y tuvieron la oportunidad de hacerse regalos. El año anterior había sido caótico con todo eso de tener que huir y sin contar todos aquellos sucesos trágicos que simplemente habían dejado espacio para celebrar. Claro, seguían ocurriendo cosas malas en Londres, pero al menos ellos se encontraban a salvo y, por tanto, el que así fuera también era motivo para celebrar.

— Claro que sí, incluye varias salsas para mojar los panes. — comento, nada más de pensar en esos sabores se le hacían agua la boca. Por eso estaba seguro de que a Mary le encantaría este restaurante. — Cierto, igual puedo servir de catador y te puedo recomendar alguno que no esté tan picoso. — aseguro el castaño, quien preferiría vivirse la experiencia completa sin importar que luego tuviera que beber tonelada de agua. — Las más que gustes. — aseguro, y es que tenía razón tenían muy buena pinta. — Sí, sí. Hagámoslo. — Dijo sin pensarlo dos veces. — Ya luego hago mis ejercicios. — aseguro, porque por supuesto que no pensaba perder su figura.

— Hay diversas pastas, y carnes. — aseguro el chico en cuanto al plato de fondo. — Quizás podamos pedir uno para ambos. Aunque sea un pequeño hueco debemos dejar para el postre. — Sugirió Mulciber.

Cuando el chico descubrió su regalo quedo encantado. Era un detalle con significado. Azriel escucho como la muchacha le contaba su odisea para poder hacerlo. Porque era cierto, por lo general se la pasaban junto cosa que hacía que se preguntara como rayos había logrado terminarlo. — Es lo más que me sorprende. ¿Te tomo mucho tiempo imagino? — preguntó curioso. — Lo es, es mi animal favorito. Sí por favor, eso lo haría aún más increíble. — comento respecto a encantarlo.

— Eso ni siquiera se duda. — respondió haciéndose el ofendido. Pero no podía evitar reír, pues sabia que lo hacía por molestarlo, Mary no era como las otras que le avivaban el ego. Además, Mulciber sabía bien que en el fondo seguramente lo pensaba.

Quedo muy atento a su reacción al abrir su regalo y le miró con una sonrisa. — Me alegro de que te guste. Por supuesto que sí, está encantada. — aseguro, aquella era una pluma para toda la vida. — Lo sé, lo sé. — respondió al sentir aquel beso en su mejilla. — Tu igual. ¿Sabes? Nadie me había dado un regalo con tanto esmero. — Le aseguró el muchacho antes de que la chica se regresara a su silla.

Pronto estuvo la comida y el chico comenzó a disfrutar de las mismas. Estaba valiendo la pena. — Que lo disfrutes. — Sugirió Azriel. Los chicos disfrutaron de su comida. Había cumplido todas sus expectativas. Sin duda sería un lugar que recomendaría sin pensarlo. No supo por qué, quizás era porque se veía especialmente linda, que cruzo miradas con ella. Quizás no había durado mucho aquella mirada, pero en su mente había sido largo el tiempo.  

Era Azriel de estos restaurantes que ella se guiaba por este y disfrutaba de los ricos platos que le recomendaba. A excepción, de lo picante que no era mucho de ese sabor que la incomodaba es que no importaba si picaba un poco pero mucho ya hasta le quitaba el apetito. — Prefiero los pancitos sin picante, gracias — Terminó por aclarar y lo más rico es que traían salsa. Se aseguraría de no comer mucho porque igual tenía que comer postre ya que en ese instante ni siquiera se sentía capaz de llegar a comerlo. — Oh, yo también. Vamos a rodar — Aunque disfrutaría cada instante y ya lo haría cuando volvieran a casa.

— Sí, me gusta. Vamos compartiendo— Señaló divertida pues estaba segura que harían lo mismo con el postre.  

El gran momento y el favorito de los dos "el intercambio de regalos de aniversario" fue sublime porque cada regalo destaco como siempre. Ella siempre quedaba muy emocionada por estos momentos, estaba feliz que Azriel estuviera encantado — Un mes y medio, porque tenía que sacar el tiempo y muchas veces me quede una hora durante la noche, de todas formas, estoy tan feliz con el resultado — Volvió a asentir. A su querido amigo le gustaba la magia y apenas se sintiera segura de hacerlo iba ir por ese encantamiento para que el hipogrifo moviera sus alitas.

— Siempre me sorprendes tus regalos... ¿Tuviste algo de ayuda, verdad?  La usaré siempre— Lo molestó. Sentía que algo de la señora Mulciber había allí y eso igual la hacía muy feliz porque la mujer siempre se preocupaba de ella y sus gustos. Era tan encantadora, Mary feliz había ido a abrazarlo y luego volvió a su asiento.

Los panes llegaron y estaban tan exquisitos que ni se dio cuenta como fueran desapareciendo, ahí estuvieron compartiendo los platos de fondo y fue cuando se lo quedo mirando con una sonrisa. Le gustaba esa sensación, hasta parecía una cita de verdad y hasta era rico pensarlo por el mero hecho de imaginar un momento bonito. Sus miradas se cruzaron y contuvo el suspiro, aunque si le sonrió mientras cortaba la carne. — Hagamos un juego ¿sí? — Espero la respuesta de su amigo — Cada día, durante estas cortas vacaciones  contémonos  algo que no sepamos del otro. Pero... pero... tienes que partir tu porque eres  más lanzado, eres el que tiene más anécdotas y claro que no valen esos momentos que tengan que ver con sexo. Que no las sé y no me interesan, tampoco te contaría las mías — Dijo con una sonrisa mientras tomaba un trago del vaso que contenía jugo natural de manzana.

Los panes estaban deliciosos, así que al menos por parte de Azriel no se perdería de ninguno. Pero entendía bien lo que Mary quería evitar. De todos modos estaba valiendo toda la pena del mundo y sí compartían los platillos podían darse el lujo de probar más cosas. Sería inevitable que quizás se les pasara un poco la mano con la comida, por eso necesitaría seguramente reforzar su rutina de ejercicios. — Sí creo que sí. Tendré que ponernos luego una rutina especial para bajarlas luego. — comento entre risas.

— Perfecto, luego vemos cuál se ve más apetitoso. — comento referente a los postres. Todo estaba muy bien, hacía que, aunque fuera por esos instantes olvidara todas las cosas malas que habían pasado en el último año. Hoy eran solo ellos dos, lejos de todo el caos mágico.

Aún no encontraba en su pensamiento en que momento la morena había logrado tejer aquel peluche de hipogrifo. Lo había sorprendido, era un hecho, y de buena manera. — Aww, pero qué bonito, te desvelaste por mí. — Decía molestando un poquito acercando la mano para apretarle la mejilla. — Está muy lindo, de verdad. — dijo ahora ya seriamente. — Tengo que ponerle un nombre… — murmuro pensativo mientras lo miraba.

Azriel se llevó las manos a la cara y comenzó a verla por entre medio de sus dedos como si estuviera escondido. Es que sí, definitivamente había recibido ayuda con su regalo. — Me atrapaste, sí. Es que quería que fuera algo que te gustara y que fuera relacionado con la escritura. Así que entre mamá y yo llegamos a la conclusión de que fuera una pluma. Ella escogió el color, pero a quien se le ocurrió que tuviera el diseño de flores fue a mí. — comento con orgullo, pues en cierto modo las flores siempre le acordaban a Mary, en especial por sus bonitos vestidos floridos.

Había al fin tenido la oportunidad de probar todo, lo cual había estado muy sabroso. Ahora solo estaban sentados con el plato de fondo frente a ellos. Habían estado un tanto callados porque comían, todo hasta que cruzaron miradas, pues Mary corto el silencio al hablar. — Bien, suena interesante. ¿Cómo un secreto? — comento Mulciber mientras se limpiaba un poco la boca con la servilleta luego de haberse hachado una cucharada de la comida. — ¿Por qué yo primero? — se cuestionó, pero sabía que de todos modos sería él quien terminaría hablando primero.

— Vaya, déjame pensar bien entonces. — molesto mientras negaba con una sonrisa. Igual ya habían quedado en que no entrarían en temas tan profundos.  — ¿Y sí es solo un beso? — se cuestionó. Porque claro, él y sus aventuras siempre envolvían algún tipo de desmadre como esos. — Pues mira, una vez ese tiempo que estuve en Francia me besé con un chico. Estaba un tanto ebrio sí, pero fue le chico el que se acercó y lo dio, y se lo correspondí. — Admitió como si no fuera la gran cosa. Y la verdad es que para él no era nada, estaba claro que sus gustos siempre giraron alrededor de las chicas. Pero Mulciber era de los que con probar un poco no pasaba nada.

— Igual te toca contar el tuyo, sino no vale. — comento con una sonrisa el muchacho mientras igual esperaba que Mary le contara algún secreto suyo.

La verdad es que Azriel Mulciber merecía su tiempo luego de todo lo que había hecho por ella y su familia. Sonrió, amaba que le encantara el regalo que si podría ser inmaduro pero sabía que le gustaban tanto esos detalles como ella, aunque claro ya el próximo año empezaría a decir que también quería un peluche para poner en su habitación.  — No,  no me desvele... me dormía más tarde no más, además que estoy acostumbrada ya a dormirme como a las 12. ¿No lo sabías? — Molestó con una risa — Me encanta que te guste. ¿Un nombre? — Nunca se imagino que quisiera ponerle uno — Ni se me ocurre cual puede ser. ¿Cómo se llamaba el que montaste? — Preguntó con curiosidad.

No pudo evitar soltar una carcajada porque era tan fácil de leer y sabía que en estas cosas le pedía ayuda a su madre para que sea perfecto — Yo más que feliz que te haya ayudado tu mamá que tan encantadora que es, algo de ella hay aquí y me encanta que este llena de motivación hasta para ayudarte. Me encanta el color y las flores, es perfecto y si que lo voy a usar — Mary había quedado demasiado contenta con la nueva pluma que si volvía al trabajo cuando volviera a Londres o tomaba uno por esos lugares - iba a tener que hacerlo si pasaba más tiempo allí - lo iba a usar para anotar lo que ocurría con sus pacientes y también para comenzar escribir su libro.

— Pues tienes mucha más experiencia  en lo social y en cuanto a las locuras que cometes — Le sacó la lengua, ya que estaba consciente que ella era mucho más tranquila, se llevo un trozo de carne a la boca y lo incito con la mirada para que hablara al respecto. Había dejado claro que no contaría ningún detalle de relaciones intimas — Podría ser... a lo mejor otro día — Porque el juego era de algo que no supiera así que tenía que pensar que podía contar con respecto a eso pero lo haría cuando quisiera.  Habían sucedido muchas cosas ese día para contar algo así.

— ¿De verdad? — Mary abrió bastante los ojos por la sorpresa que se había besado con un chico. — Nunca imagine que fueras bi. ¿O no lo eres y solo fue por experiencia? ¿Qué tal estuvo? — Las preguntas fluyeron solas de sus labios porque quedo con demasiada curiosidad, era simple, siempre se lo imagino lo bastante heterosexual para que se dejara hacer aquello por otro chico.

Después de esa gran revelación llegó su turno y como no tenía mucho que contar le costó un poco. Al mirarlo se sonrió, imaginaba que todo lo que había pasado y en el modo que la miraba - que podía notar en ese tinte chispeante en sus ojos verdes - que hizo que contara aquello que era tan profundo y personal, que tenía que ver con él. Como el castaño insistió ya no quedo de otra que decir. — En el colegio... antes de hablarte — de pronto igual sintió timidez pero continuó — Me gustabas, es tonto lo sé... — Sonrió con suavidad— admito que me atraías mucho pues no eras como los otros Slytherin y no te veía metiéndote en tantos problemas.  — No terminó con eso— Esa noche, no podía creer que te acercaras y que casi lo hiciéramos. Incluso escribí poemas y todo. Ay... creo que fue mucho. ¿Por qué te quedas mirando así? ¿Sorprendido? — Trataba de estar tranquila aunque su cara amenazaba en ponerse ya roja, claramente estaba hablando en pasado, se le era más dificil decirle que esta atracción era amor y que era uno tan plátonico que dolía.

Azriel estaba encantado con el regalo. Había sido un detalle muy bonito de su parte y que hubiera hecho malabares para que no se enterara antes de tiempo lo hacía aún más. Claro que tenía que salir con alguno de sus comentarios porque le gustaba ser el centro de todo aunque lo dijera solo por pura joda. — Déjame soñar de que así fue. — comento mientras reía. Miro nuevamente el hipogrifo y comenzó a buscar en su mente como se llamaba el que había montado. — El que monté se llamaba Relámpago por lo veloz que era. Creo que sí, le caería bien llevar el nombre del que lo inspiró. — Murmuró contento y satisfecho con ello.

La madre de Azriel igual había hecho una bonita relación con Mary. Le tenía mucho cariño y solía decir que era la niña que no pudo tener. Por eso, igual se sentía el amor con el que la mujer le ayudo a su hijo, dejando un poco de su propio toque en el regalo. — Sí, le puso algo suyo. Sabes el gran cariño que te tiene. Es cierto, al menos ha estado animada. Le ayuda el tener con qué distraerse. — la verdad era que si le ayudaba en cuento a ánimo se refería porque era una mujer positiva. Pero su deterioro igual era real. Lo que Phoebe Mulciber tenía era una maldición, por tanto, no había medicina ni muggle, ni mágica para erradicarla salvo que dieran con como romperla. Claro que a los ojos de sí el verla así hacía que se creará ilusiones.

Mientras combina habían comenzado con aquella especie de juego. Por lo que todo se podía poner más interesante de lo que ya estaba. — Buen punto, tienes razón en ello. — aseguro resignado a que sería el quién hablara primero. — Créeme, este no lo sabes. — Le respondió cuando menciono que contarle algo sobre algún beso podía ser en otra ocasión. Fue ahí donde le contó lo ocurrido con aquel chico para sorpresa de Mary. — Oh, no. La verdad no lo soy. Fue más por curiosidad, por la experiencia. — admitió, pues la realidad no le llamaba la atención o atraía tener algo con un chico. — Estuvo bien, supongo. Al final es una boca como cualquier otra. — añadió como si fuera lo más normal. Claro, como él solía vivir la vida sin límites, pues no se le hacía raro o comprometedor.

Por supuesto que no iba a dejar que Mary se quedara sin contar su “secreto”. Así que se puso a escucharla con atención. Levantó una ceja y sonrió. — Oh, pero eso no cuenta Mary. Tenía que ser algo que no supiéramos. ¿No? — terminó por admitir. Porque claro, él se había dado cuenta. Mulciber conocía esas miradas, el sonrojo. — ¿Me escribiste poemas? Eso si no lo sabía. — admito mientras reposaba su barbilla en su mano al tiempo que la miraba, pues eso sí era novedad para él.