Realmente pensó que con Azriel todo quedaría ahí. Se iba a escapar de la chica y seguro que sería ya el día de mañana que la llamaría por el espejo, y aprovecharía ir por sus cosas, sobre todo esos exquisitos chocolates. Pero la vida, no quiso que fuera así con esa devastadora noticia y tan cruel que se empezó a escuchar por la radio.

Evan Rosier había terminado muerto en batalla con aurores y eso quería decir que era un seguidor de Voldemort, un mortífago tan joven que costaba creerlo. Todos quedaron absortos y comenzaron a comentar, pero ante todo miraron a Azriel que joder, fuera como fuera habían sido mejores amigos y aunque todo daba vuelta una amistad se apreciaba.

Lamentó lo sucedido y que el tonto hubiera sido lo suficiente valiente para pertenecer al bando equivocado. Quizás ya cuantos crímenes había cometido es que para irse así contra el líder de los aurores y  dejarlo sin una extremidad ni un ojo, era porque no venía de recién y había sido entrenado. Pobre.

Le fastidió mucho que la chica se alejará disimuladamente aunque ella la siguió con la mirada y dejo que se diera cuenta que había negado con la cabeza.  Parecía ser que su buen amigo tenía un mal ojo en escoger a chicas, o quizás uno muy bueno para percatarse cuales nunca le iban a exigir un compromiso.

En fin, todo quedo olvidado cuando este se acercó como un loco y aunque ella sabía que se hacía el duro, también estaba al tanto que tenía su lado sensible y esto le afectaba.

Vio su mano ensagrentada porque había roto el vaso y se acercó, tomando su mano sana para llevarlo a otro lugar. Estaba llamando mucho la atención y en estos tiempos se podía creer cualquier cosa. Con tanta confianza y por lo que sabía, jamás le había visto el tatuaje de la marca pero los demás no lo veían y si que podían creer que también pertenecía al bando, más con un amigo entre las filas. Esperaba que sus amigos no empezarán con cuestiones, sobre todo los aurores. Lo llevo a un rincón — Estás herido, menos mal que siempre traigo pociones — Exclamó la chica con suavidad — Lamento lo que sucedió pero en el fondo sabías que andaba en malos pasos  — Dijo soltando un suspiro mientras lo empezaba a sanar.—Sé que no deja de ser fastidioso y pues si que fue un gran idiota siendo tan joven, agradezco que tu nunca lo harás. — Es que aquello podía asegurar y afirmarlo al cien por ciento,  pues no era de ese estilo y tampoco su familia que tenía mayores preocupaciones que involucrarse a la causa, lo malo es que siendo tan cercanos al tipo de familias si no se unían muy bien podían ser considerados traicioneros. — ¡Ya quiero que todo esto termine! — Alegó.

Ya era tarde para cualquier lamento o reclamo. No había manera de deshacer lo ocurrido. Mulciber sentía rabia porque no podía hacer nada al respecto y lo peor del caso era que el solo hecho de haber tenido una relación de amistad con aquel chico era suficiente para algunos volver a comenzar a juzgarlo. ¿Es que acaso no podía sentir pena y dolor por la muerte de un chico que lo había acompañado durante casi toda su vida? Que por más loco y desajustado que fue había sido lo más parecido a un hermano. Cada quien tomaba sus propias decisiones, seguía su propio camino. Sabía que no eran todos, algunos eran lo suficientemente inteligentes y con la mente abierta para saber que aunque le doliera no significaba que lo estuviera viendo como una víctima. Lo ocurrido se lo había buscado con sus propios actos, pero eso no lo hacía menos doloroso para él.

Por supuesto que aquella chica desapareció de su lado sin tan siquiera tomarse el tiempo de entender la situación. Era por cosas como estas que su madre le insistía tanto en que lo que necesitaba era de una muchacha que fuera capaz de comprenderlo, pero también de hacerlo entrar en razón cuando fuera necesario. Sin embargo, él seguía de necio con aquella vida de placeres pasajeros que al final no aportaban nada a su vida.

Poca atención le había prestado a su mano lastimada por culpa de su reacción brusca ante la noticia. No lo pudo evitar, tenía muchas emociones dentro de él y en aquel momento, aun cuando él nada tuviera que ver con lo sucedido, se sentía acorralado por el mero echo de haberle afectado la muerte de Evan. Azriel cuando Mary tomó su mano para sacarlo lejos de los ojos de los demás, no dijo nada, pero aún tenía aquella mirada de pena. Era mejor que estuviera lejos porque aun cuando muchos parecieran haber comenzado a aceptarlo, este suceso podía volver a levantar banderas sobre él aun cuando fuera injusto. Pues la realidad era que allí la única que se había tomado la molestia de realmente conocerlo.

— Gracias, aunque en estos momentos es lo que menos me duele. — confesó mientras extendía su mano para que la chica pudiera ayudar a curarlo. — Por eso me da más rabia, no solo pena. Yo sé que no iba por buen camino y se lo advertí. Mira que no soy de los mejores para dar consejos, pero no soy ciego para no haberme dado cuenta que se metía en aguas peligrosas. No me hizo caso y se fue alejando poco a poco. — añadió negando frustrado. — Pero aunque se lo busco ahora estoy muy enojado con él por eso. No deja de doler. Nos conocemos desde muy niños. — su voz estaba comenzando a cortarse. No quería derrumbarse allí. Tenía que seguir mostrando su lado fuerte y rebelde. Pero había cosas que no se podían evitar. Una lágrima se le escapó la cual intento secar pronto. — Sí, pudiera golpearlo ahora mismo para qué reaccionará y no tomara ese camino, lo haría. — Le comento con amargura.

— Claro que no lo haría. Seré engreído, orgulloso y a veces hasta egoísta. Pero no me gusta lo que están haciendo. Además, esa gente podría ponerte en peligro.— incluso le había agarrado algo de estima a Lily, que también era hija de muggles por lo que no le deseaba mal. — Esto a mí también me está comenzando a hartar. — aseguro, no sabía ni como actuar, quería llorar y gritar, pero se contenía. Así que cuando Mary terminó de curarlo solo la abrazo y hundió su cara en el hombro de la chica. — Gracias por no dudar de mí… sé que muchos creen que he seguido esos caminos solo porque me importó. — Pero a Azriel lo que le gustaba era la fama, la fiesta y las chicas. No andar metido en guerras, de lado de un mago que a la que le sirviera su propósito de seguro lo terminaba sacrificando si era necesario.

No había visto a Azriel de ese modo, desde que se enteró lo de su madre y se lo comunicó muy triste en el espejo, había sido cuando volvió que al sacar el tema que se derrumbó, donde agradecía de estar ahí para contenerlo.

La maldición de su madre no tenía cura y a la vez la debilitaba como una enfermedad cada día que pasaba así que por mucho que buscaran métodos para mantenerla con vida, si poco a poco estaban asumiendo que un día se iría, porque se cansaría de vivir. Y ahora la muerte también había visitado al chico con uno de sus mejores amigos, su hermano de vida desde que eran niños, por mucho que estuviera en el lado oscuro no dejaría de doler, hasta a ella le daba pena por lo que sabía que las emociones fluían con mucho más magnitud con Azriel.

Lo comenzó a sanar lentamente mientras dejaba que se desahogara y dijera lo que pensaba. Como buena psicóloga sabía que sacando todo iba ir superando de poco todo esto. Un dolor que no se quitaba con facilidad y perjudicaría bastante al castaño, vivir un duelo de por sí era bastante difícil y bien que conocía esos casos al tenerlos en su consulta aún siendo aprendiz de segundo año. — Comprendo demasiado lo que sientes y por mucho que lo intentaste, es frustrante que no siguiera tus consejos. Lamentablemente, hay una manipulación grande ahí y creen hacer lo correcto cuando la realidad no lo es.  No piensan en riesgos, se comienzan alejar de quienes no son convenientes y aún así puedes respetar que no te intento llevar allí así que al menos te consideraba más que otros, de verdad, lo lamento mucho — Siseó mientras acaba de curarlo y terminaba por hacer una venda con su varita para que dejara de sangrar. Ya le había quitado el trozo de vidrio que tenía en la piel.  — Tienes todo el derecho de enojarte con él, pero supongo que con el tiempo vas aceptar que siguió ese camino y tristemente nada podías hacer. ¡ Pero lo intentaste!  Y eso es muy valorable —Acarició su cabello mientras lo contenía le dolía verlo así.

— Sé que no tienes la marca y tu familia es demasiado neutral para que siguieras esos pasos. Pueden sospechar pero creerán en mi, tu no eres de esos y tampoco se dejarías engatuzar — Confiaba plenamente que no era del bando, tal como ella que no pertenecía a la Orden del Fénix, ambos eran demasiado neutrales y no cambiarían por nada del mundo a menos que tuvieran un motivo muy fuerte. — Esto esta destruyendo a todos, pero sabemos perfectamente quién esta equivocado y esperemos que el director logre vencerlo, si es al único que le tiene miedo — Lo esperaba aunque no era un camino fácil pues no podría solo eran muchísimos que estaban con la causa, y hasta gente del Ministerio estaba involucrada.

Lo contuvo fuertemente en ese abrazo y acarició su espalda — Sabes que no puedo irme hasta el final de la fiesta,  no podría hacerle eso a Lily... pero me puedo quedar aquí contigo todo el tiempo que quieras... si quieres llora... tienes que quitar en parte ese dolor que estás sintiendo. No me gusta verte así  — La chica entre suaves caricias y palabras cercanas a su oído fue el consejo que le dio. Azriel se hacía el duro pero ella comprendía que esto era muy doloroso para él, solo esperaba que esto no tuviera consecuencias negativas en su mejor amigo, era una noticia dura que hasta podría perjudicar mucho y más cuando era una muerte, lo cual no tenía solución y solo quedaba aceptarlo.

Este estaba siendo uno de los momentos más tristes de su vida. Solo podía superarse por el sentimiento que pasó cuando su madre le dijo sobre la maldición que había caído sobre ella y el cómo era imposible romperla. Azriel sabía que aquella tarde o temprano se la terminaría por arrebatar. Eso lo había destrozado tanto que había quedado en ese estado de negación. ¿Sería acaso este golpe lo que necesitaba para reaccionar y pasar más tiempo con su madre? Pues la muerte de Evan lo hacía ver como la vida podía terminar en un abrir y cerrar de ojos. Todo podía pasar tan rápido que luego no había nada que hacer para cambiarlo por más que llorara y pataleara.

Mary lo escuchaba, lo hacía sentir comprendido cuando nadie más parecía entender lo que sentía. Quizás había algunos que podrían empatizar un poco, pero ninguno definitivamente se acercaría a consolarlo. Más cuando el muchacho más que triste parecía molesto. Pero en realidad solo sacaba esa parte porque se resistía a llorar. — Sabía que no terminaría bien, pero siempre fue tan temerario que nunca midió los peligros. — y aunque sonará cínico era capaz sé hasta haber disfrutado cada momento antes de partir al más allá. Evan Rosier no parecía temerle a la muerte. — Sí, por eso me duele más. Porque sé que aun cuando se alejó, nuestra amistad tenía algo de valor para él por eso me dejó tranquilo y no insistió. — tuvo que reconocer, su corazón se estrujaba de solo pensarlo. Era demasiado triste, Rosier lo quiso a su manera.

Azriel miro por un momento la venda en su mano. La chica había hecho buen trabajo, no por nada trabajaba en San Mungo aun cuando fuera en el departamento de Psicología se le daba bien la sanación. Pero tal como le había comentado aquel corte con el vidrio había sido en realidad lo menos que le estaba doliendo en aquel momento. — Sé que ya no hay nada que hacer. Él optó por ese camino. No quiso hacer caso, y me da mucha rabia no haber podido hacer nada para cambiarlo. Supongo que al final era más lo malo que había en él que lo bueno, no estaba muy bien de la cabeza, eso lo puedo asegurar. Pero aunque suene difícil de creer, sabía querer, aunque de una forma poco convencional. — el chico cerró los ojos por un momento mientras sentía como la morena acariciaba su cabello. Intentaba calmarse, soltar toda esa tensión.

— Sí, a mi padre lo que siempre le intereso fue el dinero las comodidades y los lujos. Nada más, y con lo de mamá, ahora incluso eso para él quedó en segundo plano. — comentaba el muchacho, aunque sabía bien que Mary conocía perfectamente todo eso. — Lo sé, no tendrían por qué desconfiar de tu palabra. — aseguro. ¿Por qué Mary les mentiría sabiendo que ella sería la primera en correr peligro de ser cierto?

— Espero tengas razón y sea pronto. No me gustarían más desgracias. — hoy había sido del lado de los mortifagos, pero mañana podía girarse la tortilla y ser las víctimas los de la Orden, o peor, civiles indefensos.

Sentir aquel abrazo, lo reconfortante, era lo único que lograba bajar el agite que tenía dentro de él. — Está bien, yo solo necesito estar lejos de los ojos de los demás. Pero no quiero estar solo. — murmuro sobre su hombro. — Promete que no se lo dirás a nadie. — Sabía que no era capaz de hacerlo, pero era tan orgulloso que necesitaba que se lo dijera. Que le asegurará que sabría que estaba llorando. Aunque al final ni siquiera esperó a que le respondiera cuando luego de tanto rato aguantar el llanto se escucharon sus sollozos mientras se mantenía abrazado. — Tú no te vayas… — se escuchó en un murmuro y no se refería a irse literalmente en este momento, estaba sensible en estos instantes por lo que temía perder más gente que le importaba.

Mary se preguntaba como podía soportar tanta tristeza, y ahí se daba cuenta que lo que decían era cierto, era mucho más difícil tratar a alguien cuando se le conocía o había mucho cariño de por medio.  Por eso había recomendado a la señora Mulciber con el especialista estrella de San Mungo indicando que la conocía y que no quería que colapsara de la tristeza con tanta incertidumbre y temor cuando llegará el día. Sabía que con esto Azriel podría recapacitar por su negación era la más grande del mundo.

Lo escuchó mientras curaba su herida, notando como despotricaba y reprimía esas intensas ganas de llorar. Ella tan solo quería consolarlo y no podía dejarlo solo por mucho que continuará la fiesta, aún así sabía que tenía que volver porque no quería preocupar a su mejor amiga a la vez. Era el mejor día de su vida y sea como sea, en esas instancias, por mucho que amara a Azriel, la morena prefería a Lily.

Era ella quién había estado desde que tenía 11 años. Y aunque claro, sabiendo que seguro que la prioridad de Lily era James, lo aceptaba muy bien porque su linda amiga tenía un amor perfecto y totalmente correspondido.

No obstante, Azriel también era su mejor amigo y estaba solo, no lo podía dejar así.  Dejo que hablara porque era lo que necesitaba, en ese momento solo estaba para escucharlo porque cargaba con esa culpa de no haberlo convencido en llevarlo en un buen camino, de todos modos, igual recordó que el rubio tampoco intento llevarlo a ese camino oscuro lleno de riesgos, solo de avaricia y poder.

Confiaba plenamente en los Mulciber porque los conocía bien y sabía que se los había ganado desde el primer día. Estaba al tanto que era su excepción a la regla, y todo el tiempo la trataron como una más. Azriel no le correspondía y aún así era un amigo ejemplar que jamás la juzgo y se aceptaban tal como eran. ¿Cómo no iba a estar ahí cuando estaba sintiendo demasiada pena y rabia a la vez? Soltó un suspiro.

—Yo no quiero que pasen más desgracias, te juro que cada día me asusto más. — Es que lo estaba viviendo, todos los días le llegaban pacientes que estaban sufriendo por la guerra mágica y esas perdidas. A veces solían ser familias completas. Y con lo sucedido quizás irían con más fuerza. Lo que había pasado no era menor.

— Tranquilo, me quedaré contigo hasta que te calmes un poco y luego volveré, gracias por comprender — Le dijo mientras lo abrazaba con fuerza, intentando que no se le quebrara el corazón cuando este empezó a sollozar en su hombro. Le hizo cariño en el cabello y también acariciaba su espalda. — Jamás — Aunque seguro los chicos y su amiga notarían sus ojos llorosos al volver. — No me iré, te dije que siempre podías contar conmigo — Besó su cabeza y ahí se quedó para contenerlo por una buena media hora hasta que se sintió un poco mejor. Y claro, aunque luego volvieron a la fiesta ahí se mantuvieron juntos como los buenos amigos que eran. Un vaso de alcohol no vino mal para olvidar las penas.

Fin del Capítulo

Las cosas iban de mal en peor en el mundo mágico. Cada vez se comenzaba a volver más peligroso el permanecer viviendo en Londres. Incluso para la propia familia Mulciber, a quienes evidentemente los veían como traidores por no unirse a la causa que muchos sangre pura se habían unido. Para el padre de Azriel la prioridad era la seguridad de los suyos, en especial la de su mujer, que permanecía sumamente enferma. A veces se preguntaba si aquella maldición había sido provocada en venganza o castigo. O quizás se debería algún otro asunto pendiente. Pues igual como hombre de negocios también podía terminar con varios enemigos solo por mera competencia. Por otro lado, Azriel igual estaba preocupado por Mary, con todo lo que estaba ocurriendo y sabiendo que era hija de muggles podía ser un blanco fácil para los mortifagos. Quizás antes se iban por los poderosos, pero a estas alturas eso no importaba. Para esta gente ellos no eran considerados magos y brujas legítimas. Estaban ocupando el lugar de los “verdaderos” magos y brujas. Por tanto, debían de ser eliminados.

La amistad entre ellos era muy fuerte y luego de haber perdido a Evan, Mary había sido la que había estado allí para él en el momento en que ni siquiera estaba muy seguro de cómo reaccionar. Tenía muchos sentimientos dentro de él y sentía que iba a estallar, pero ella lo ayudó a dejar salir todo aquello. La quería y no estaba dispuesto a arriesgarse a perderla también. Por lo que había tomado cartas en el asunto. Ella y su familia los acompañarían a un lugar seguro, ya lo había decidido. Y la verdad no aceptaría un no por respuesta. Por lo que el muchacho ya le había advertido que tratara de dejar todo listo porque en cualquier momento tendrían que partir.

Fue así que con el último ataque el señor Mulciber decidió adelantar los planes, irían Roma donde tenía una propiedad, ya que este tenía negocios en el área. No era tan grande como la de Londres, pero cumplía su propósito. Aun así, para nada estarían apiñados. Seguía siendo una casa grande a ojos de cualquiera. Azriel salió apresurado a buscar a su amiga, por mucha prisa que tuvieran no se marcharía sin ella, así que lo tendrían que esperar sí o sí. Ellos ya sabían que los llevarían, así que tampoco se les debía de hacer extraño.

Mulciber toco de sorpresa a la puerta de Mary. Se podía notar la urgencia en sus ojos. — Mary, Mary… llegó el momento. ¡Nos tenemos que ir! — Exclamó esperando su respuesta. Mientras más lejos estuviera mejor. Necesitaban estar alejados de la casería que traían los mortifagos. Con todo el agite no había caído en cuenta de que era justamente 15 de junio. El aniversario de su amistad, ya eran 3 años y eso no era menor.

Aquella idea había comenzado el día de su cumpleaños, el 29 de Mayo. Todos reconocían que ese año se había vuelto tétrico y la gente temía pues se sabía que el Ministerio estaba interviniendo mucho al ser tomado por Voldemort. Las muertes de tanto de civiles - familias completas tal como los Mckinnon y otras - aurores y mortífagos era algo que se repetía a cada semana.  San Mungo no había sido invadido pero era un hecho que los que más tenían miedo eran los mestizos e hijos de muggles. Era lógico que más de alguno estaba inserto y registraba los nombres de quienes "no valían la pena" dentro del grupo de medimagos. Aún así había logrado sacar su carrera y a pesar que sospechaba que no asistía a la ceremonia, si se movió y organizó todo lo que pudo para comprobar que era psicóloga mágica. Pues claro, la idea de Azriel era partir hacia a Roma aunque nunca le dijo el lugar porque tan solo dos quedarían como guardianes del lugar.

Por supuesto había hablado con su familia porque si ella desaparecía los iban a buscar y sabía perfectamente cual podría ser el final. No fue grato ver como su padre dejaba su trabajo de toda la vida para protegerse, al igual que su madre y hermana que tendría que dejar su colegio. Ni siquiera hablaban italiano, aunque Azriel y su madre aseguraron que harían lo posible para que se insertaran en un colegio o trabajos bilingües  para que siguieran adaptados a la vida, es que como si fuera poco era como si fueran judíos que estaban huyendo de los nazis, era tan terrible y todo por ser muggles. Era muy denigrante.

De todos modos, entre todos se estarían preparando porque los Mulciber aseguraron que en cualquier momento llegarían y solo tendrían que pedir, porque no había posibilidad de pedir trasladores. Todo era caótico, pues su mejor amiga estaba embarazada la dejaría de ver - la había visto demasiado esos últimos meses - y sabía que sería un pequeño que llamarían Harry James Potter, esperaba alcanzar estar en Julio para verlo nacer.

Lo malo es que también estaban escondidos solo por una profecía que un niño nacido en Julio iba a ser el salvador o algo así de la guerra que venía de una familia joven, y todo recaía en los Potter y los Longbottom. Desde que había egresado solo hace una semana, no asistía a San Mungo y se quedaba ordenando lo necesario rogando que no se fueran antes de finales de Julio, ojalá que en Agosto decía siempre.

Lamentablemente no fue posible y se llevo una gran impresión cuando ese 15 de Junio Azriel llegó a su puerta con esa expresión, olvidando incluso que ese se suponía que era un gran día.— ¡Porque tiene que ser justo hoy! ¡No podré ver nacer a Harry! ¿Por qué no pudo haber sido Agosto? — Exclamó fastidiada cuando lo dejaba pasar, ultimamente estaba muy nerviosa y aunque no quisiera sabía que tenía que obedecer. Claro que se tuvo que enfrentar a su padre dictando que tanta confianza había para creer en Azriel y en su familia, cosa que no supo que responder viniendo de que eran sangre pura, y aquello se lo hizo comprender su mismo amigo cuando le dijo que nunca se uniría a ellos cuando ellos sospechaban que la maldición que tenía su madre era justamente porque no se quisieron unir.

Ahora podía creer más. Tanto el señor Mulciber como su hijo nunca se unirían a esa causa y también eran tildados como traicioneros.

Ese año no hubieron regalos ni abrazos. La chica temblaba cuando tomó su teléfono evidentemente muy muggle — Llamaré a casa, también están listos, todavía les cuesta asumirlo pero ante todo es su protección y su seguridad. Si nos salvamos te agradeceré y pagaré de alguna forma por esto — Señaló con una pequeña sonrisa y su expresión cambio al escuchar a su madre desde el otro lado. — Es el día. Estoy con Azriel. ¿A qué hora partiremos? — Le hizo la última pregunta al chico.

Los Mulciber habían tratado de permanecer lo más posible en Londres, pero según iba transcurriendo el tiempo todo se hacía más complicado. La teoría de que su señora madre había enfermado por una maldición que le habían echado como castigo por traicioneros cada día cogía más peso. Por cosas como estas es que ellos tampoco estaban seguros allí. Pues seguiría presionándolos hasta lograr que se les unieran o terminaran por tomar más represalias sobre ellos si no lo hacían. Cosa que era justamente lo que pasaría, pues ninguno de los dos sería capaz de ello, en especial luego de lo que le hicieron a Pheobe Mulciber, quien de los tres era la más inocente y quien había pagado las consecuencias. Lo peor del caso es que eran las consecuencias de ellos haber tomado el camino correcto. Pues no había manera de creer que acribillar gente solo porque no te agradaban, estuviera bien. Solo los locos podían creerlo y de esos había muchos entre los mortifagos.

Azriel sabía bien que Mary deseaba mucho estar con Lily, la pelirroja tendría un bebé y si bien eso podía ser motivo de alegría, también podía ser motivo de preocupación. Lamentablemente, no podían esperar más, no podía darle más tiempo a ver si el niño nacía porque quizás luego sería tarde para partir. Su padre comenzaba a ver movimientos raros a su alrededor. Como si tramaran algo y quizás era ya solo paranoia. Pero no podía arriesgarse a que alguien más saliera herido. Sin contar que de un día para otro las muertes habían incrementado sustancialmente a un nivel que aterraba. No podían esperar a que ocurriera otra desgracia para irse porque quizás luego ya sería tarde.

— ¡Pero no se puede Mary! — reprocho el chico igual de frustrado. Solo que luego soltó un suspiro. Todo esto los ponía tensos a todos. — Mira… Estos días ha estado peor que nunca. Esperar sería tentar la suerte, papá dice que están ocurriendo ataques cada vez más seguido. No tomará más riesgos. Además… mamá… mientras más pasa el tiempo su condición empeora y sería más difícil sacarla del país. Y yo no pienso irme sin ti. — intento explicarle para que comprendiera que todo esto superaba cualquier cosa que ambos desearan. Igual la chica solo hablaba desde su frustración e impotencia de no poder hacer nada al respecto. Y menos mal que ella, a pesar de eso sabía que era lo correcto porque él no querría perder a su mejor amiga, ya había perdido a Evan, no toleraría perder también a Mary.

El chico paso adentro y observo a su alrededor. Al menos ella estaba lista para la ocasión. A diferencia de él, que había tenido que empacar todo a toda prisa y de seguro algo se le debió de haber quedado, pero ya no había marcha atrás, tendría que resolver con lo que había. — Mary, me pagas solo con el hecho de vivir. De verdad. — Le aseguró rodeándola con su brazo por un momento en un gesto de cariño mientras le sonreía.  — Bueno, te dejaré hacer la llamada. ¿Necesitas la ayuda con algo? — Cuestionó el chico mientras le echaba un ojo al equipaje. — Nos iremos a las 9 en punto. — recalco lo de que era en punto porque él no era de los puntuales, pero su padre sí, así que era mejor ni hacerlo esperar.

Sabía que no estaba del todo preparada para dejar su vida atrás y huir por una guerra que estaba con potencia y que por ahora llevaban la ventaja quienes solo querían destruir la paz de la comunidad mágica. Es que de por sí era una tontería que creyeran que los hijos de muggles tenían que estar alejados y que los muggles fueran una porquería. La magia fluía cuando tenía que fluir y es más, aún cuando corría sangre muggle en sus venas ella se sentía orgullosa porque a la vez, sabía que era una bruja excelente, al igual que su mejor amiga Lily.

Siempre se sentía feliz cuando Azriel llegaba a visitarla, pero esta vez no era de esa manera por nada del mundo. Sabía que tenía todo el derecho de vivir porque claramente estaban corriendo muchos riesgos en Londres. Azriel la estaba salvando a ella y a su familia, les debía mucho pero igual quería estar cerca de sus amigos y toda la situación no se lo permitía a nadie.

— ¡Lo sé! ¡Solo que no deja de ser difícil! —Hasta Lily estaba de acuerdo que lo hiciera porque de algún modo tenía que protegerse, sin embargo, no quería perderse esos buenos momentos que lamentablemente quedarían lejos porque tenía que hacerlo. — Comprendo, hay que hacerlo y sí, sabes que no podría estar del todo bien si ambos nos separamos, eres parte esencial en mi vida pero... a la vez... Lily y mis amigos también lo son — Trataba de explicarle para que se pusiera en su lugar y aunque lo iba hacer, entendiera el porque no estaba del todo conforme.

Soltó un suspiro. —Todos estamos en peligro — Porque esto no era tan solo un conflicto que tuviera que ver con el linaje de sangre. Todos quienes estuvieran en contra del Innombrable la pagaban caro y la familia Mulciber también sabía muy bien de eso — Algún día te pagaré todo lo que has hecho por mi, te lo juro — Insistió la chica con suavidad antes de tomar el telefono y se comunicaba con su madre.

Ella había escuchado a Azriel — Pero.... ¿No tenemos que llegar antes a buscarlos? A las 9 se supone que es cuando partamos. ¿No es así?— Mary a la vez estaba hablando con los dos  — Los pasaremos a buscar pero creo que tenemos el tiempo suficiente para que le avises a papá y a mi hermana. Te llamo luego para confirmar bien todo, recuerda que todo esto es por nuestra protección — Escuchó la respuesta de su madre y la chica fue hasta su habitación donde ya tenía preparada su maleta. Lo necesario, por supuesto que su casa había quedado encantada gracias a la ayuda de muchos y cuando todo terminará volvería.

Soltó un suspiro. — Es tan injusto todo esto, solo espero que allá tengamos tranquilidad. No pueden hacer nada pero aún así pienso y me asusta todo lo que puede pasar y uno se queda sin poder ayudar. — Exclamó la chica. Esto la ponía totalmente nervioso, sin embargo, solo tocaba actuar y desaparecer de la vista de esos criminales.

La primera interacción al verse no fue la que estaban acostumbrados. Había mucha tensión y ansiedad en aquel momento. Pero no podía ser de otra forma, estaban en un momento en el que sus vidas dependían de aquellos momentos de su partida de Londres.

— Claro que no lo es. Y si hubiera sido posible… nos hubiéramos ido todos. Pero ellos tienen sus planes, esperemos sepan lo que hacen. — hubiera sido lo más fácil, pero los Potter a diferencia de ellos que solo estaban siendo daños colaterales de la guerra, ellos estaban metidos de lleno en la Orden del Fénix, no podían irse así porque sí. Además, estaba la profecía… había que confiar en que estarían lo mejor posible. Ellos no podían hacer por los demás más de lo que ya habían hecho.

— ¿Y si le dejamos a Lily mi espejo? — se le ocurrió de pronto. — No es lo mismo, pero es algo… yo al menos te tendre cerca. — porque así al menos la podría ver a ella y el bebé cuando naciera, por el suyo. Después de todo ellos no lo necesitarían si estarían en el mismo lugar. Ya luego él podía conseguir otro.

Desafortunadamente, estaba en lo correcto al decir que todos se encontraban en peligro. Sin excepción alguna. — Exacto, y la verdad eso apesta. — comentaba negando, pues el tener que estar huyendo tampoco le agradaba.

Mary podía ser insistente y terca cuando quería, así que tampoco podía hacerse el difícil de no dejarle pagarle el favor. Los regalos nunca eran mal recibidos. Esas cosas a él jamás le molestarían. ¿A quién no le gusta que lo llenen de atenciones? Pero al menos en esta ocasión aquello sí había sido sin esperar algo a cambio. Realmente la quería viva y a salvo. — Nunca diría no a un regalo. Con eso me conformo. — él aseguró con una sonrisa descarada típica de él antes de dejar que hiciera su llamada.

Su cerebro se detuvo un momento a sacar cuentas del tiempo que tenían. — Eh… sí, pero aun así estamos a tiempo si no damos muchas vueltas. — Le respondió. Mientras solo la seguía por toda la casa como perrito por los mismos nervios. — Oh dame, eso. Sera mejor ir saliendo. — Le insistió prácticamente quitándole la maleta.

— Ya sé, esto es una mierda. Hubiera preferido que fuera un viaje de vacaciones… Eso hubiera sido genial… ¿Te imaginas? — aquello hubiera sido lo mejor, hubiera sido divertido. Por un momento se quedó viendo un calendario que tenía la chica colgado en la pared. — ¿Qué día de la semana es hoy? Ya no sé ni el día en que vivo… — Dijo lo último murmurando mientras caminaba hacia la salida, pues aún faltaba buscar a la familia de Mary y hacerle llegar el espejo Lily si es lo que Mary quisiera. Pero igual sentía que algo se le estaba olvidando. Algo importante.

Volvió a asentir. Azriel tenía razón, los chicos estaban en la Orden del Fénix y se podían defender por sus propios medios. Iban por todas y si que se protegían entre sí, Mary era muy distinta en ese sentido, no se consideraba fuerte, más bien neutral en ir de esa manera y así que era mejor salvarse como pudiese. No habría hecho nada,  si no tuviera a Azriel seguramente no habría tenido alternativa de unirse. Sin embargo, tenía a Mulciber en su vida. — Tienes razón— Musito soltando un suspiro.

Lo que vino luego hizo que se sobresaltara porque eran esos detalles que hacían que se enamorara más de él. ¿Cómo era posible que fuera tan ingenioso? Más encima, lo estaba haciendo por ella. No pudo evitar sonrojarse y lanzarse encima de él en un fuerte abrazo.  Hacía tanto por ella porque con tan poco tiempo ya que ese día se irían era la única alternativa. — Sí sí... eres el mejor. Es una idea genial, así no dejaré de hablar con ella. — Como había quedado cerquita estuvo tentada a besarlo y si que se removió un poco para hacerlo, se arrepintió justo a tiempo ya que se había dejado llevar por sus emociones, sí que había sido notorio así que no le quedó de otra que decir — Lo siento me deje llevar, es que tu idea es tan genial — Lo soltó con una pequeña sonrisa y fue cuando tomó el teléfono, estaba tan agradecida con él.

Alcanzó hablar con el chico antes de que su madre contestara — Todo apesta, y sí tiene que ser un regalo muy bueno así que tienes que esperar que tenga mucho dinero para que quedes conforme con el regalo — La charla con su madre fue breve, le dijo que los esperaran en casa porque irían a cualquier hora, pero claro que tenían que estar listos a las 9 imaginando incluso con la familia Mulciber. Aún quedaban muchas horas para dejar todo en orden.

Al menos ya estaba lista con sus maletas, había hecho el encantamiento con Az y sus amigos hace días, si que estaba lista con eso.  Dejo que tomara su maleta, si que su amigo estaba apurado así que lo mejor que podía hacer era seguir sus indicaciones — Ya... tenemos que tranquilizarnos claro que hubiera sido mejor un viaje de vacaciones pero hay que asumir que no es así — Se encogió de hombros. — He estado tan nerviosa que lo único que sé que es miércoles.. ¿Cierto? — Ni había mirado el calendario. — Oye...¿Cómo lo hacemos con Lily? No sé si tengamos tiempo de ir al Valle igual le podemos pedir ese favor a Remus que vive más cerca.... ¿Qué hacemos? — Le preguntó porque ella disponía de él en ese sentido, con el tiempo y todo lo que tenían que hacer, ya había sido suficiente y muy lindo de su parte que quisiera dejarle su espejo a su querida pelirroja.

Por lo menos Mary había comprendido que los Potter tenían sus planes, y ellos los suyos. Cada cual se protegían como podían. Hubiera sido fenomenal armar un grupo e irse todos juntos a Roma mientras esperaban que las cosas mejorarán. Pero no era posible. Solo había que esperar que estuvieran bien y a salvo.

— Oh, lo sé, lo sé. Exacto, y se podrán ver también. — comento con una sonrisa porque claro que la humildad no era una de sus características. Mary parecía haber quedado encantada con la idea del espejo. Azriel tenía buenas ideas si tan solo le dedicara más tiempo a las cosas. Si no viviera esa vida acelerada y desmedida pudiera lograr muchas cosas más y por mérito propio. Incluyendo el tener una relación estable y bonita. Pero claro, seguía de terco en querer vivir su vida sin ataduras, sin esforzarse y, por tanto, dejaba perder las oportunidades. Mulciber era de los que la vida tenía que darle el cantazo primero antes de que se diera cuenta de lo que realmente quería.

Y ahí estaban los dos abrazados por la emoción de la chica ante la posibilidad de mantener el contacto con su amiga. Habían quedado muy cerquita haciendo que el chico pudiera sentir su aroma y que fuera al mismo tiempo una cercanía tentadora. Tal parecía que por la mente de la chica igual se había escapado un pensamiento de tentación en ese momento, pues llegó a creer que lo besaría. Cosa que no le molestaba para nada. ¿Cómo decir que no a un beso suyo? Podrían ser muy amigos, pero un beso de vez en cuando no hacía daño. ¿No? — Ni te preocupes. No me molesta cuando te dejas llevar. — aclaró con ese tono coqueto que lo caracterizaba.

Mary conversaba con su madre y con él casi al mismo tiempo. Que a veces no sabía con cuál de los dos hablaba. Pero si escucho muy bien cuando dijo que le daría un regalo muy bueno. — Está bien, tranquila. Yo esperaré pacientemente. — Le aseguró, pues igual sabía que los Mcdonald eran personas más humildes pero trabajadoras. Así que no dudaba que lo hiciera.

— Eso, intento. Pero nunca he sido el más calmado. Aah… por desgracia es cierto. No lo son. Esto no se puede contar como unas, así que si todo se calma o mejor dicho, cuando todo se calme nos debemos unas vacaciones. — y vaya que las iban a necesitar luego de tantos momentos de tensión y estrés.

Mulciber ya tenía la maleta de la chica en mano cuando le hizo la pregunta de qué día era. De verdad sentía que le estaba faltando algo, y fue cuando la chica le respondió que volvió a mirar el calendario que su mente se iluminó al ver el número del día miércoles de aquella semana. — Rayos, ya sé que fue lo que sentía que se me olvidaba. Hoy es 15 de junio. ¡15 de junio! El aniversario. — Le decía sorprendido. — Ni siquiera pudimos acordarnos, mucho menos celebrar. — protesto, aunque fuera un pastel o postre hubiera sido suficiente para conmemorar el día. — Por ahora lo único que tengo es un abrazo. — aclaro dejando por un momento a un lado la maleta para acercarse, abrazarla, incluso alzándola un poco en el proceso y dejando un beso en su mejilla.

Luego de bajarla volvió a tomar la maleta. — Cierto. Pues démosle una última visita a Lupin entonces. Que por lo visto es el que siempre nos salva. — admitió el Slytherin antes de salir de la casa. Azriel sacó de su bulto que colgaba de su espalda donde cargaba con sus cosas más personales el espejo comunicador. — Ten, entrégaselo tú. — Le dijo entregándole el espejo para que se lo diera a Remus. — ¿Luego de esto nos encontraremos en algún punto intermedio con tus papás o los recogeremos en su casa? — preguntó mientras caminaban hacia la casa del castaño para darle una última visita. Necesitaba saber esa información para trazar la ruta que les esperaba.

Sabía bien que Azriel le encantaba y siempre sería un amor que solo tendría en su corazón, pero no podía tentarse porque se iba a arruinar todo, así que mejor que hubiera alguien que detuviera todo y esa era ella porque si lo hubiera hecho,  Azriel respondería y ni siquiera sabía como habrían terminado. Sonrió y termino por negar con la cabeza — No, no... ni debería pasar por muy tentador que sea. ¡Es que eres un maldito que tiene muy buenas ideas! ¡Podré ver a mi amiga! — Dijo toda emocionada y contenta por la idea que había dado ya que ni le importaba obsequiar el espejo a su amiga para que lograran verse.  ¡Conocería a Harry!

— ¿Crees que la profecía sea cierta? Porque si lo es... cosa que no quiero porque así ellos correrían mucho riesgo, pero si llega a ser verdad quedaría poco tiempo de la guerra — Exclamó la chica. No sabía que pensar porque involucraba a su Lily, James a su bebé, y también le tenía cariño a los Longbottom, no quería sufrir ni una perdida más lo de los Mckinnon la había dejado impactada. Saber de mucha gente que conocía si que estaba siendo muy terrible para ella y sí, tenía que salvarse. Esta era su alternativa y esperanza, tenía que tomarla o no sabría que hacer.

Ciertamente no estaba muy segura porque estaba tan perdido con la fecha y ella le pasaba lo mismo. Los últimos meses había pasado con miedo incluso en las instalaciones de San Mungo, cuando estaba sola en casa o se iba donde su familia.  Ni tomaba en cuenta en que día se encontraba y cuando Azriel lo dijo, ella quedo demasiado sorprendida porque era el primer año que había olvidado el aniversario que antes esperaba con tantas ganas. — ¡Oh, Azriel! ¡Disculpa! Tengo  tantas cosas en la cabeza que lo olvide. ¿Me perdonas? Lo podemos celebrar en Roma, sé que no será lo mismo pero... pero,... no tenemos otra opción — Correspondió el abrazo y sonrió ante ese beso en la mejilla. Le dio un toquecito en la frente — Me alegra que sigamos siendo amigos y quiero creer que superaremos esto, el otro año debe estar mejor — Señaló fingiendo alegría porque si que estaba muy ansiosa con lo que estaba pasando.

— ¡Pero Azriel! Tenemos que ir a buscarlos... se perderán con tanta magia. — Murmuró la chica con suavidad tratando de pensar y que podía hacer —Sí... ¿Te parece ir a buscarlos como a las 7? Les avisaré por teléfono público... tienen que pasar un rato en casa porque la van a extrañar — También se había encargado con sus amigos de ocultarla y bueno, si eran captados no se iban a encontrar con nada, era un plan que iba a salir a la perfección.

— Me hubiera gustado ir a verla solo que ya me despedí bien el otro día. ¡Si había sabido lo de espejo! Habría coordinado con ella antes y no conozco del todo su ubicación, sé que es en el Valle pero con toda la protección siempre preferimos trasladores, así que mejor con Lup
—Así que se fueron hacia la casa de su otro querido amigo y al llegar, justo cuando tocaron la puerta fue Sirius quién salió, los miro a ambos con una ceja alzada. Ella simplemente lo abrazo.

— Llegó el día... te extrañare demasiado me alegro mucho que estés aquí — Le dijo al pelinegro sin soltarlo hasta que este los hizo pasar y apareció Lupin. Y Mary allí hizo exactamente lo mismo con lágrimas en los ojos, abrazó fuertemente al castaño. Ya lo había hablado con él, pero claro hasta entre ellos por la maldición imperius que se estaba usando mucho en esos tiempos trataban de decir lo justo y ya. No tenían idea que se iba a Roma, solo que estaban al tanto lo que haría ella. Ya era mucho el riesgo.

— Bueno, sí, pero que conste que no me desagrada la idea. Pero sí, mucha tentación, mejor no… — se tentaba fácil y sucumbía a ella. Y justamente por eso es que era mejor evitar que pasara. — Tomaré eso como un cumplido. — aseguro riendo cuando le dijo que era un maldito con buenas ideas. Sí, debía de reconocer que aquella era muy buena. En estos momentos la distancia entre ellas no sería fácil, así que aquello aliviaba un poco la tristeza de la distancia.

La risa seso por un momento al hablar de la profecía. Mulciber se puso pensativo. — Pues yo creo que sí, alguien debe poner un alto a esta masacre. Cada quien puede pensar lo que le dé la gana. Pero querer exterminar a un grupo por sentirse superior y con más derecho es extremo. — y es que él sabía bien que siempre habría diferencias, siempre estaría la discriminación a un grupo o a otro. Eso había sido así, a través de la historia de la humanidad solo cambiaban los afectados, era como un círculo vicioso. Pero cuando llegaba al punto de un odio tan grande como para perseguirlos y asesinarlos, es cuando se veía que todo se salía de control y alguien debía ponerle fin. — De lo que no podemos estar seguros es si esta o no relacionada con ellos. Es preferible pensar que no, como dices es un riesgo y también un gran peso sobre sus hombros. — a él sinceramente no le gustaría ser el centro de atención, al menos en esa forma, y eso que le gustaba serlo. Pero esto superaba todo.

Ambos habían olvidado el aniversario, aunque no del todo. Pues más bien era que perdieron la noción del tiempo. Al menos entre una cosa y otra lograron atar los cabos, cayendo así en cuenta del día en el que se encontraban. Que estuvieran teniendo que huir no lo hacía menos importante. Es más, el que lo hicieran juntos era símbolo de la amistad que tenían y cuan importante era el uno para el otro.  — ¿Y por qué te disculpas? Yo también lo olvidé así que tranquila. A de ser todo este ajetreo y tensión. — Le aseguraba. — Oh pero por supuesto. De una forma u otra celebramos. No te quepa la menor duda. — ya algo se les tendría que ocurrir. Dentro de todo aquel momento triste y de despedida les haría mucha falta tener algo por lo que sonreír. Con aquel abrazo se demostraron el cariño que se tenían. Al menos en ese momento, aunque fuera por instantes, las sonrisas aparecían. — Yo también me alegro, a pesar de todo seguimos aquí. ¡Así es, el próximo año celebramos al doble! — y es que de verdad tenía la esperanza de que las cosas para ese entonces hubieran mejorado. La guerra no podía ser eterna.

Mientras salían, Azriel tenía muchas cosas en la cabeza y la organización no era una de ellas. Fue ahí que salió con aquella pregunta que se respondía sola. Los McDonald era muggle no conocían un divino del mundo mágico más allá de lo que su hija les pudiera mostrar. Podían perderse aventurándose solos. — Vale, que sí es cierto. No pensé en eso. A las 7 está perfecto, es una cantidad justa de tiempo para llegar a tiempo. — era lo mejor porque ahora que lo pensaba si le hacían caso y luego algo les ocurría no se lo podría perdonar.

— Al menos ya estarán en contacto. Es mejor así para ellos. Están más seguros. — mientras menos supieran de su ubicación mejor. Lo bueno es que pudo lograr despedirse bien. Él lamentaba que la última conversación con Evan hubiera sido un tanto tensa, pero ya no podía hacer nada con ello.

Fueron hasta donde vivía Lupin y a decir verdad era la primera vez y la última, posiblemente, que Azriel le hacía una visita al castaño. Aunque de los Merodeaores no dejaba de ser su favorito por obvias razones. Al menos ya Sirius no lo veía con tanta sospecha como antes. Sabía que no estaba en el bando de los mortifagos. Aunque eso no quitaba que lo siguiera vigilando gracias a su fama de mujeriego. Pero ese ya era otro tema.  — Sí, aquí. Ya estamos por marcarnos. — lo miró por un momento notando la ceja alzada, por lo que Mulciber le extendió la mano. — Estará bien. — Le aseguró mientras le saludaba.

— Por un momento pensé que no vería a mi merodeador favorito. — Molestó al entrar y ver a Lupin solo negaba con una sonrisa. A Mulciber poco le importaba que Sirius lo viera raro. Necesitaba suavizar un poco el momento. Pero al estar todos allí reunidos, posiblemente por última vez en buen tiempo, podía llegar a ser chocante. Azriel soltó un suspiro. — Es una mierda todo esto… pero les aseguro que a donde la llevo va a estar bien. — les volvió a recalcar. — Jamás pensé que llegaríamos a esto. — decía negando mientras le daba una mirada a Mary intentando descifrar su estado de ánimo. — Eso esperó, porque Mary es muy valiosa. — aseguro Remus antes de regalarle un abrazo de despedida a la chica. — Así es, por lo mismo, mucho cuidado a donde sea que van. — les pidió el castaño, quien siempre solía ser el más precavido de todos.

Mary terminó por golpearlo en el brazo — Fue la emoción del momento, no eres mi tipo — Bromeó con él y soltó una risa, porque claramente la tentación estaba aunque por mucho que se le notara no lo iba a reconocer en voz alta. — Hazlo — Confirmó manteniendo la sonrisa. Es que estaba muy feliz por esa idea porque de verdad pensó que solo tendrían que escribirse y quizás esas cartas como estaba la situación nunca llegarían.

Los momentos felices en esos tiempos eran efímeros y breves porque siempre salían temas serios como ocurría con el asunto de la profecía — Deben estar muy conscientes de eso y en cierta manera temen de que ocurra, si es un gran riesgo para las dos familias que van a tener hijos en esa fecha. — Era una información en secreto pero era un hecho que como estaban las cosas era lógico que dentro de la orden del fénix habían traidores y que enviaba la información a quien no debía ser nombrado, siempre pasaba.  Muchos jugaban para los dos bandos estando en el lado del bien o del mal. — Yo solamente quiero que termine hay mucha gente que ha muerto y tiene que tener un termino — Termino por decir mientras soltaba un suspiro de angustia, ahora se le venía a la cabeza solo el suceso que dejaría todo por salvarse. Ella junto a su familia y los Mulciber. Le debían la vida, solos no habrían podido hacerlo y tocaría esperar.

— Bien, hay que celebrarlo de una forma tranquila porque sinceramente no tengo ganas de celebrar nada. Así que esperemos que todo termine pronto — Si el año que venía seguía de esa manera seguramente no harían nada a menos de que se sintieran con las ganas, no como ese año que vivían ansiosos y con mucha incertidumbre. — No estoy segura si estaremos contentos el año que viene. ¿Qué paso con tu trabajo? — Le preguntó. Esperaba que le hubieran dado ese tiempo y luego volver a lo grande, tal vez hasta se desaparecería con algunas entrevistas o fotografías en portada pero no dejaba de ser arriesgado, más que Azriel había tenido que dejar en stop la universidad a diferencia de ella que la acabo justo a tiempo aunque ni siquiera tendría el derecho de una fiesta de egreso, esperaba que en San Mungo tomará en cuenta esos detalles que no eran pocos los hijos de muggles en su situación y hacerla cuando todo estuviera en paz.

Ni se molestó en realidad, muy normal que se le pasaran detalles y por los nervios empezará con tontas preguntas. Jamás lo había considerado idiota así que lo tomaba solo por producto a sus nervios, pues igual estaba huyendo así que era mucho lo que estaba ocurriendo en su cabeza — De acuerdo, apenas encuentre un teléfono les digo  y vamos a buscarlos. ¿Después donde iremos? ¿Nos vamos desde la casa de tus padres? — Preguntó bajito mientras le tomaba el brazo y caminaba junto a él.

— En realidad pienso en el pobre James que es tan inquieto y estar encerrado en casa debe ser terrible para él — Lily era mucho más hogareña, se entretenía con cualquier actividad y ahora mismo que estaba por nacer Harry le había dado por tejer, en cambio,  James se aburría como ostra o entrenaba. El problema mayor era que justo que ese desgraciado se encargará de todo ese asunto él mismo. ¡No! Ni quería ni pensarlo.

Quedaron que irían donde Remus y se encontraron con Sirius cuando llegaron, para Mary eso era mejor porque la despedida sería por doble. — Todavía me pregunto como este patán logró convencerte y no me ofendo, Mulciber. Sé que no soy tan querido por ti siempre preferiste a Regulus que si bien creo que esta en ese maldito bando— Era lo que siempre decía Sirius, que al perder al contacto de toda su familia creía que el idiota se había dejado llevar con eso.  — Pero puede ser que no... tu hermano menor siempre fue serio y con sinceridad puede que aguante aunque no estoy segura si tiene del todo pensamientos macabros, tiene ese toque de Azriel la verdad aunque mucho menos inquieto — Decía mientras se soltaba del brazo de Remus y apoyaba la cabeza en su hombro,  sintiendo ternura cuando dijo que ella era muy valiosa.

— A la primera que te haga algo tu avisa — Amenazó a Sirius — Oh, hablando de eso... y sabiendo que ustedes van a visitarlos... — Terminó por sacar el espejo de comunicación y se lo extendió a Remus. — ¿Se lo pueden pasar a Lily? Será la forma de comunicarnos, yo tengo el otro y bueno si están con ella podré verlos también a ustedes. Y por fis, diganle que la quiero mucho y a James... por favor. Se le ocurrió a Azriel saben que pueden confiar en él y que jamás me haría daño— Volvió a decir. Claro que esto le daba pena y sus ojos se humedecieron, ciertamente costaban las despedidas y más aún que no tenía idea cuando volverían. La situación estaba tensa y sinceramente hasta tenía miedo de otras perdidas, incluso de ella misma si lograban ubicarlos. Todo era muy riesgoso para todos.

Los piques entre ellos a veces podían llegar a ser peligrosos tomando en cuenta que la vez que se conocieron las intenciones no eran precisamente ser amigos. Mucho había cambiado desde entonces, pero eso no quitaba la tentación que podía surgir entre ellos. — Eso fue un golpe bajo. — respondió riendo. Todo aquello era broma, ellos en el fondo sabían bien la atracción que había. El problema es que cada uno buscaba algo distinto y, por tanto, el único camino que los llevaría al mismo destino era el de la amistad. Una que a decir verdad se había vuelto cada vez más profunda.

Era una lástima que las cosas buenas estos días durarán tan poco tiempo. Sus sonrisas eran como estrellas fugaces que había que aprender a disfrutarlas mientras pasaban, pues desaparecían rápido. La preocupación por lo que ocurriría a su alrededor volvía aparecer en su conversación. Si bien la profecía daba esperanza de que todo aquel mal no iba a perdurar, también era cierto que ponía en peligro a los que podían estar en vueltos en la misma. Era triste que algo que debería ser una feliz espera como lo era el nacimiento de un hijo, volviera en una espera de temor.  — Lo sé, deben estar muy alertas. No hay forma de saber al final cuál será. Es una enorme carga para alguien que ni siquiera ha nacido. — Murmuró con tristeza. Tal vez no era tan cercano con ellos como lo era Mary, pero eso no implicaba que a Azriel no le importará lo que les pudiera pasar.

Mientras más pronto terminará todo esto, menos desgracias ocurrirán. El problema era cuanto más tendría que pasar para que aquello ocurriera. Gente que ellos conocían desde su niñez ya no se encontraban entre ellos por culpa de aquella guerra. Unos por culpa propia como era el caso de Evan, otros aun siendo inocentes como los Mckinnon. Era agotador vivir con el miedo de perder más gente. Por lo mismo, para Mulciber era un poco de alivio el saber que los McDonald se marcharían con ellos. — Roguemos porque así sea. Necesitamos un poco de luz. Puedo hablar por los dos al decir que estamos cansados de perder quienes nos importan. — y es que para él no solo había sido la pérdida de Rosier, también en algún momento podía perder a su madre y resultaba que todo lo que le sucedía también era culpa de la guerra. Culpa de tomar una postura. Eso que ni siquiera se habían alineado con la orden del Fénix y solo se habían mantenido neutrales. Pero para los mortifagos aquello proviniendo de una familia sangre pura que siempre se consideró purista, significaba una traición.

Aunque fuera tarde, al menos había llegado a ellos el recuerdo del aniversario. Ya habían sido 3 años de amistad. El tiempo se iba volando, en especial este último año donde habían ocurrido tantas cosas. — Claro, la verdad el momento no está para fiestas. Tener una comida o postre en conmemoración. Sería lo más adecuado. — Sugirió el ex-slytherin. Al menos sería más tranquilo que el anterior. Era mejor ni acordarse de su exabrupto en la boda de Lily y James. — Eso no lo tenemos seguro, sí, pero quisiera pensarlo. — Aunque aquello no fuera lo más realista. Pero las ganas de que nada más ocurriera era más fuerte. — Pues bien… iba bien, pero evidentemente no podía quedarme. Desafortunadamente, algunos proyectos se tuvieron que posponer. — y esperaba que fuera solo eso porque pensaba volver. Ni siquiera había terminado de estudiar. — Al igual que mis estudios, ni siquiera podía continuarlo por correspondencia porque eso sería riesgoso. — Terminó por admitir. Igual podía matricularse en alguna universidad mágica italiana, pero sería lo mismo, no la completaría porque él se iba con esa mentalidad de que volverían más temprano que tarde.

Muchas cosas había en sus cabezas en estos momentos, pero lo más importante ya estaba en marcha. Y eso era el salir de Londres. — Así es, llegaremos allí y de ahí entonces partiremos a Italia. Papá quiso tratar de que mamá no tuviera que viajar más de la cuenta. — Era tan desafortunado lo que le ocurría a Pheobe Mulciber, injusto por demás. Una mujer llena de energía y que aún era joven. Le estaban drenando su vida poco a poco.

— Es cierto, yo no quiero ni imaginarlo. Yo también me volvería loco. Me desesperaría. — admitió, por eso no había protestado tanto con el viaje porque al menos al estar muy lejos del caos tenían un poco más de libertad.

Habían llegado donde Lupin, y aunque no fueran cercanos, le agradaba el poder despedirse. — Oh, pero si igual no era ofensa, descuida. Yo tampoco me ofendo de que me llames patán, ya me acostumbré. — Le respondió a Sirius encogiéndose de hombros. — Entiendo lo que has de estar sintiendo. Evan no era hermano de sangre, pero aun así lo sentía como uno. Da una rabia tremenda que no entren en razón… solo que me estuvo tan extraño que Reggie tomara esa decisión. — comento y coincidía con el comentario de Mary, el menor de los Black nunca se le pareció ser alguien malvado como si bien lo era la loca de Bella.

— Sirius… — Dijo Remus dándole una mirada de que no fuera a provocar. — Pero ya sabes que estamos para ti Mary. Cualquier cosa puedes pedir lo que sea. — Sentenció el castaño. Remus notó que la morena le hacía entrega del espejo, Azriel sonrió ante su énfasis de que había sido idea de Mulciber. — Claro, claro. No te preocupes, excelente idea. Así tampoco se siente tan aislada. Se tienen a los dos sí, y pronto a Harry. Pero no es lo mismo. — comento Lupin tomando el espejo. — No es que confiemos completamente en ti Mulciber. Pero si por esos detalles tienes mis respetos. — admitió Remus quién si veía a Mary feliz y segura con eso le bastaba. Aunque no dejara de vigilarlo, solo que de manera discreta.

Azriel se acercó a Mary al ver que estaba a punto de llorar sin importar que Remus igual estuviera cerca de ella. — Sonríe un poco, serás la primera aparte de sus padres en ver al niño. — Le comento para animarla acariciando su mejilla.

— Me alegra saberlo Lupin. Bueno, igual cuídense. Al menos mal ya no me caen. — aseguro con una sonrisa. — No les demos gusto de seguir, viéndonos caer. — Dijo ahora en un tono más serio.

"Ay, Azriel. Lo malo es que nunca vas a cambiar" Pensó Mary que no le gustaba que la tentara, imaginaba que en ese entonces estaba demasiado nerviosa para caer, pero sabía que en otra instancia se ponía coqueto y ella estaba a disposición podía pasar y eso arruinaría todo, porque lamentablemente estaba enamorada de él, y tenía clarisimo que sería ella quién terminaría sufriendo porque le iba a empezar a exigir cosas que él no le iba a cumplir. En el fondo, sabía que él se sentía atraído por ella pero no quería lastimarla aunque no se lo había dicho tanto en voz alta como que se lo hacía comprender y la verdad es que estaban perfectamente como amigos.

Solo río con él. No necesitaban más palabras.

Era muy común que los buenos momentos fueran tan breves y siguieran con un tema tenso que les hacía doler el corazón.  Ya no quería tener más perdidas y lo que pasaba con los Potter y los Longbottom la tenía con una ansiedad y una intensa preocupación todos los días desde que se enteró. Lily fue incapaz de ocultárselo a ella y mejor que fuera así porque la llenaba de amor en esos días hasta ahora que tenía que partir, el asunto es que no quería perderla, tal como le había ocurrido a Azriel con Evan que aún sufría por su partida. —Sé que también son fuertes ambos así que trato de dejar esa preocupación de lado. No quiero pensar en aquello porque tampoco puedo hacer nada si lo comienzan a buscar y se refería a ellos, si me da mucho miedo — Señaló con preocupación  y soltó un nuevo suspiro. — Y ellos, quienes sean van a intentar protegerlos — La situación estaba tan destructiva que probablemente hasta se irían contra las dos familias porque le gustaba limpiar todo de esa manera no iban a quedar dudas. ¡No quería pensar más! — Solo espero que sea pronto han sido muchos años de temor, el problema es que todo se ha intensificado — Murmuró mientras salían y él se acordaba que era el día de su aniversario, de lo cual sentía mucha verguenza porque se había olvidado completamente, ni siquiera le tenía un regalo decente, habían sido días crudos.

— Comamos algo rico y nos tomamos un vino... aunque si con charlas de recuerdos felices — Le pidió para cuando celebraran. Terminó por asentir, era obvio que no se podía quedar y además que Azriel al ser una figura pública se exponía demasiado en Corazón de Bruja. — Lo lamento, solo espero que esos proyectos se realicen cuando termines todo esto... deberías desarrollarlos mientras estés fuera. ¿Dejaste todo en orden? Con los estudios si que puedes volver  — Era lo malo de haberse dado un año sabático o sino estaría ya graduado como pasaba con ella. — Te queda solo un año, así que ánimo — Le dio unos toques en el brazo y siguieron caminando mientras hablaban de todo un poco.

— Tu padre es muy organizado me agrada... Bien, entonces está perfecto a las 7 — Tenían que buscar a los suyos y ahí llegar a la casa de los padres de Azriel que seguramente tendrían todo listo. Pero la primera parada era donde Remus para pasarle el espejo y se encontraron con la sorpresa que estaba Sirius. Siempre se lanzarían pullas pero con el pasar del tiempo se veía que se caían mucho mejor — Al menos pudiste tratar de convencerlo quizás me hubiera hecho caso si habría estado ahí más constante no servía hablar mucho en los pasillos. Esos rumores me han llegado de Regulus y si, lo malo es que nada se puede hacer, se deja manipular muy rápido por sus padres — Dijo desmotivado el Black que ciertamente compartían también eso y su amigo temía que su hermano menor que apenas tenía 18 terminará muerto.  

— Estaré bien — Dijo Mary — Azriel ha demostrado ser un amigo de verdad y sé que aunque le pagarán sería un espía o un criminal, ya su familia también es considerada traicionera solo porque no se unieron y menos lo harán ahora — Sirius se acercó a Remus y negó con la cabeza — Es obvio cual fue la forma de provocarlos... si me preguntas eso es mucho de los Travers y los Wilkes — Ni se lo habían dicho, Mary miró a Azriel no era una mala teoría — No sirve de nada tener una venganza ahora tienes que tener paciencia, si luego con más calma no te puedo detener será tu problema — Es que nada que hacer, los chicos allí - agregando a Azriel - eran muy impulsivos y eran de actuar moneda por moneda.

— Es tan solo que los echare mucho de menos. Desde los 11 los conozco a todos... ¿Cómo no los voy a extrañar? Además que estamos conscientes que cualquier cosa puede suceder — Sirius fue a tomar su mano — Sea lo que sea que pase, nosotros lucharemos porque así somos todos — Besó su frente y luego desordenó su cabello. Dejo que Remus se fuera a despedir de la morena y se fue directo a Azriel — Ya estás advertido, de todos modos muchas gracias por cuidarla tanto — Se despidió el moreno extendiendo su mano.

Luego de las despedidas ya estaban afuera y Mary se sentía todavía muy angustiada. Miró el reloj, ya eran las seis — ¿Te parece si vamos a dejar las maletas a tu casa y luego vamos a buscarlos? Oh... tengo que llamarlos — Por lo que empezó a buscar un teléfono público y así perdieron tiempo hasta que encontraron uno.

Eran las 5 en ese momento y al momento donde esta vez su padre contestó, al decirle este le dijo que preferirían que fueran a buscarlos ahora mismo. Ella miró a Azriel, es lo que tendrían que hacer, parecía ser que estaban más preparados de lo que pensaban.

Aquella profecía daba esperanza al pueblo mágico, pero al mismo tiempo ponía en una situación de peligro a quienes se enfrentan envueltos en ella. Era lamentable que no pudieran simplemente disfrutar de la espera de su bebé sin miedo a que algo malo ocurriera. Porque El problema era que el enemigo no se quedaría de brazos cruzados y si lograba alcanzar alguna de las dos familias, o las dos, no dudaría en hacerles daño, eliminarlos antes de que pudieran ser realmente una amenaza. No se arriesgarían a tener alguien destinado a vencerlos cuando podían evitar que aquello ocurriera.

— Así es, sin importar a quienes se esté refiriendo, aunque queramos no se puede hacer nada. Pero los mismos de la orden seguro tomaron sus precauciones y han de mantenerlos alerta. Hay muchos ojos cuidándolos. — y realmente esperaba tener razón en lo que decía. No quería estar equivocado porque eso implicaría malas noticias. Hoy día de cualquier agujero salía alguna rata traicionera.

Justo por como todo se había intensificado es que debían salir pronto de allí. Mientras no ocurriera aquella profecía, todo probablemente solo seguiría empeorando. — También lo espero. No quiero vivir con miedo y paranoia. Además de que no es justo que tengamos que estar lejos de casa porque corremos peligro. — lo hacía porque era la única manera, pero al igual que ella hubiera preferido que no fuera así.

Azriel asintió ante sus palabras. Pues era muy necesario. ¿Para qué servía celebrar un aniversario si no se rememorarían los buenos momentos de esa relación? — Claro que sí.  ¿Sí no cuál es el sentido de celebrarlo? Cuenta con ese vino. — añadió el muchacho, aunque fuera por un momento podrían desconectarse de todo lo malo que pasaba a su alrededor.

Era una verdadera lástima que todo ocurriera cuando se encontraba en el mejor momento de su carrera. Esperaba que todo aquello no le afectará. — Claro, pudo ir afinando detalles. Aunque sabes que igual, hay otras que no dependen de mí. Pero tienen mucho interés en mi persona, así que espero que eso sea suficiente para esperarme. — comentaba un tanto preocupado, la situación lo ameritaba, parecían haberlo entendido. ¿Pero realmente lo esperarían sin importar cuanto tiempo tardará en regresar? — Si eso es más seguro. Está todo organizado, aunque recibí un poco de ayuda. — y es que la organización y responsabilidad no eran muy lo suyo. Pero aunque su madre no podía salir como antes al menos si había podido recordarle cada uno de los trámites que debía de hacer. Y no es que no se acordara por olvidadizo, no se acordaba porque a veces le daba prioridad a otros asuntos. ¿Qué se haría cuando ella ya no estuviera con él? Mary tenía tanta razón cuando el año anterior se lo pasaba regañando por no pasar tiempo con su madre.

— Muy pero muy organizado. — enfatizó. — ¿Sí? Bueno, al menos tú no tendrás problema con sus cosas, siempre igual estas a tiempo. — Le comento con una sonrisa. Al fin llegaron donde Lupin y aunque hubo piques no pasó a mayores. De hecho, en realidad había resultado en una visita agradable. — Tal vez, pero tal vez no. No puedes culparte de ello. No sabes como hubiera reaccionado. Lamentablemente, para bien o mal tomo su decisión. Pero al menos aún vive. Quizás no todo este perdido. — Le comentaba a Sirius respecto a su hermano. Mientras aún hubiera vida había esperanza.

La verdad le conmovía escucharla hablar así de él, y la verdad es que mientras estuviera en sus manos no dejaría que le hicieran nada.

— No quiero añadir más sal a la herida. Pero es muy probable que sea cierta la teoría de Sirius. No se iban a quedar de brazos cruzados como para dejarlo pasar. Aunque Mary tiene razón, ahora no sacaras nada acercándote a ellos, solo más problemas. — comento Lupin tratando de no armar un lío con la posibilidad de encontrar culpables de la maldición de la madre de Azriel, pero la verdad es que si era el caso Mulciber tenía derecho de saberlo.

— Malditos idiotas. Cualquiera de ellos podrían ser. Pero ese Wilkes siempre me tuvo envidia… no me sorprendería que fuera acto de su familia. ¡Ah, pero me lo van a pagar! — resopló molestó el muchacho. No se la dejaría pasar, no lo iba a perdonar por nada del mundo.

Azriel necesito un momento para calmar su rabia. Mientras tanto, Mary se despedía. — Créeme, nosotros también te echaremos de menos. — Aseguró Remus en un fuerte abrazo dejando un beso en su mejilla.

El ex-slytherin soltó un suspiro y volvió sonreír. — Está bien, puedo tomarlo como una advertencia. No es necesario que me agradezcan, no me lo tienen ni que pedir. Siempre será así. — Aunque había algo de la que no podía cuidarla, y era de él mismo, de esos sentimientos que tenía hacia él. Azriel estrecho la mano del Black como despedida y luego la de Lupin para así marcharse.

— Como prefieras. Yo no tengo problema alguno. Aunque esperemos entonces ver que te dicen tus papás. — Señaló mientras comenzaban a buscar un teléfono, habían perdido mucho tiempo. — ¿Ya? Será mejor entonces ir por ellos. Puede que solo estén ansioso, pero igual puede haber visto algo fuera de lo normal. Mejor no arriesgarse. — Le comento a Mary, antes de ir por sus padres. Cuando llegaron a casa de los McDonald dejó que fuera ella quien entrará primero no podía evitar sentirse un tanto intimidado por su padre aún cuando el señor McDonald fuera agradable.

La morena confirmo con la cabeza. Se sabían cuidar, lo estaban vigilando lo tenían escondidos así que no había forma que pasara algo a menos que hubiera un canalla que traspasara información, pero sinceramente no dudaba de nadie y había que confiar que todo saldría bien.

Soltó un suspiro. La verdad es que igual sentía miedo de estar en otro país porque claramente de todas formas iban a estar escondidos con otros nombres aunque por ley y no dejaría que el mal de Inglaterra se dispersara en otros lugares. Era un conflicto de país aunque claro, el Innombrable podía tener a gente en diferentes partes y solo actuar, no era tan a nivel mundial como alguna vez lo fue, Grindewald en su opinión aunque tampoco se podía confiar.  — No deja de ser triste dejar todo solo por un maldito conflicto que parece no tener fin y ni siquiera estamos conscientes de cuando vamos a volver. Agradezco que mi familia me apoye, piense en su bienestar pero no deja de ser complicado para todos y también para ustedes, solo tenemos que aferrarnos a que vamos a sobrevivir — Declaró la chica porque aquello la tenía muy desmotivada.

Al menos estaban formando planes para celebrar después su aniversario tan esperado de amistad y que por cuestiones lógicas habían olvidado. Había preguntado por el trabajo y la carrera de Azriel —Creo que si te van a aceptar apenas salgamos de esto, uno no puede continuar con una guerra encima así que hay esperanzas, pero no te dejes estar, tu sigue estudiando el material que te pasaron en estos años, practica solo o con la familia y organiza bien esos proyectos, es la única forma que vas a estar listo cuando esto termine — Lo aconsejó. Ella no lo dejaría de hacer, le gustaba la psicología y si tenía que tener pacientes lo haría de alguna forma aunque tuviera que hablar de otra forma — Me tienes que enseñar más el italiano — Declaró. Que sería una buena distracción para poder convivir allí que tendrían todo el tiempo del mundo para hacerlo.

Habían llegado como primera parada a donde Remus para entregarle el espejo para así poder comunicarse de vez en cuando. Entre charla y penas de tener que dejar a sus amigos, salió el tema que ellos creían que podrían ser los Travers y Wilkes que maldijeron de alguna manera a Phoebe Mulciber solo porque ellos no se quisieron alistar a los mortífagos, siendo de familias puras era casi como un deber y se iban en contra de quienes pensaban diferente. Tuvo que tomar la mano de Azriel para que se calmara porque tal como decía Remus no era el mejor momento de una venganza — Llegará el momento y la verdad es que no creo que salgan muy bien si ganamos la batalla así que tu tranquilo — Le pidió y sabía que sus padres iban a estar de acuerdo con ella pues si no habían hecho nada aún sobre todo Nigel era porque estaba esperando cuando fuera el momento indicado era lógico que era el que estaba más informado.

Se terminó despidiendo de sus queridos amigos y los abrazó muy fuerte a los dos cuando ya se tuvo que ir. — Sé que no será seguido pero hay que hablar para que me vayan contando como va todo, sé de varios métodos que los mantendrá estables — Los besó a cada uno en la mejilla antes de salir y encontrarse con la realidad que faltaba poco para irse.

— O muy asumidos de que es lo mejor que tenemos que hacer. No quiero pensar que algo malo sucede — Sin más, llegaron a su casa y por suerte no vieron ningún movimiento sospechoso así que estaban en paz. Saludó a los tres a la vez, se veían muy agobiados aunque notaba la seguridad de sus miradas de que era lo único que podían hacer para salvarse. Su padre, Robert miró a Azriel y le agradeció pues estaba consciente que por sus propios medios quizás hubieran escapado pero se habrían mantenido en Inglaterra. Su madre cargaba lo justo al igual que su hermana y claro que las mascotas de la familia también iban incluidas porque habría sido muy triste dejarlos. —Estamos listos — Dijo su hermana y esperaron la orden para desaparecer en conjunto, un trabajo que tuvieron que hacer entre los dos antes de llegar al lugar donde los esperaban los Mulciber.

Era muchas preguntas, muchas dudas. Estarían prácticamente comenzando una nueva vida. Así que ahora tendrían que comenzar a adaptarse al cambio. La tristeza de que ese cambio era en contra de su voluntad, pues aun sabiendo que era lo necesario para poder sobrevivir, no dejaba de ser injusto. Tenían que alejarse de todo lo que conocían, de todos sus amigos, de sus trabajos, del ambiente que solían frecuentar. Porque habíamos mal nacidos que se creían que podían decidir quién vivía y quién no, quién merecía la magia y quién no. Azriel solo esperaba que todo esto se terminara pronto, y que todo aquel que daño a las personas que ellos querían pagarán caro por sus actos.

— Es muy injusto, nos hicieron cambiar los planes y de una forma indefinida. Eso sin contar el miedo constante. — comentaba el chico, quien compartía ese sentimiento con ella. — Yo igual por fortuna puedo decir lo mismo. Si fuera por mí mismo, quizás no hubiera logrado hacer los trámites a tiempo. — era ahí donde se daba un poco de cuenta del porqué su padre era como era.

El chico tenía grandes expectativas respecto a los futuros proyectos, pero evidentemente con el presente en el que estaban viviendo, todo el futuro podía parecer incierto. Sin embargo, las palabras de la chica le daban más ánimo y optimismo del que tenía. — Espero y tengas la boca toda llena de verdad. Después de todos no solo yo estoy en esa situación, sino la mayoría por no decir todos. Sería injusto que hubiera repercusiones por irme. — la guerra los afectaba a todos, no era un evento menor o aislado. Así que esperaba que de verdad cumplieran sus promesas de esperarlo. — Oh, sí, ya veo que te agarro de conejillo de indias para practicar mis entrevistas. — intento bromear para suavizar un poco el ambiente. Aunque igual no era tan mala idea. Mientras más pulido este mejor. Solo había que esperar que no se lo tomara muy suave. Debía recordar que no eran vacaciones. — Vale, unas clases de italiano no caen mal. Será entretenido. Clases, privadas. — comento molestando, y la verdad es que al menos les distraería un poco, sin contar que les ayudaría a los McDonald a poder comunicarse mejor en el nuevo país.

Mulciber había quedado muy intranquilo con las teorías de los chicos. La sangre le había hervido por dentro. Si realmente los Travers o los Wilkes se atrevieron a hacerle algo a su madre, lo iban a pagar caro. Él tal vez en la guerra no se involucraría, pero ese incidente no se los iba a perdonar jamás. — Definitivamente, les llegará el momento. — refunfuño por lo bajo. Solo el toque de la mano de la morena hacía que bajara un poco las revoluciones. Pero se podía ver la rabia pintada en su cara por las mejillas rojizas a causa de la circulación de la sangre por la rabia. Tuvo que inhalar y exhalar varias veces antes de calmarse.

Había sido una despedida emotiva para la chica, la de Sirius y Remus para Mary. Incluso hubo intercambio de palabras y buenos deseos entre Azriel y ellos. Pero ahora sí debían seguir su camino. Fue por la llamada de la familia de la chica que hizo que partirán a su encuentro de inmediato. — Tampoco quiero pensar que sea el caso. Pero sea como sea es mejor no hacerlos esperar. — Asumió el chico. Por suerte no había nada ni nadie extraños, pero igual habían hecho lo correcto en no arriesgarse.

Azriel los saldo, incluso estrechando la mano con el Señor McDonald. Podía notar la tristeza en los ojos de todos. Estaban agradecidos sí, pero no era fácil apartarse de su hogar de golpe y sin fecha de regreso. — Bueno, si están listos, es mejor marcharnos ya. — aseguro Mulciber antes de que se agruparan todos y pudieran desaparecer.

Habían llegado hasta los terrenos de los Mulciber. Azriel aún sentía ese pequeño mareo de la aparición, imaginaba que la familia de Mary lo debía sentir aún peor por no estar tan acostumbrados como él. — Sí, quieren, los elfos, les pueden dar agua o algo para el malestar. — les indico. — Siéntanse como en su casa. En cualquier momento partimos. — comento a los papás y la hermana de Mary para luego dirigirse a su amiga. — Papá debe de estar haciendo los últimos trámites. ¿Quieres acompañarme a ver si a mamá le falta algo? Seguro se alegrará de verte. — Sugirió, de todos modos, ahora la podría ver más seguido al irse juntos.

Azriel tenía tanta razón, había un miedo constante de que fueran atrapados y de verdad solo bastaría un milagro para salvarse. Y sí, lo peor de todo es que estaban dejando todo por eso, por una injusticia que ocurría en el mundo mágico solo por seguir a un señor que solo quería la destrucción y que no se compadecía de nadie que estuviera en su contra.

Sonrió por ser su conejillo de indias y él sabía que lo iba hacer para seguir con sus estudios aunque fuera solo por él, luego soltó una risa cuando coqueteó con las clases de italiano. — Creo que tu mamá será una buena maestra para mis padres, no sé si tu papá se atreva es tan serio pero ha cambiado. Tu enséñame a mi y a mi hermana... ella si tendrá que estudiar en casa o en un colegio — Murmuró la chica aunque no estaba segura que si los Mulciber corrieran ese riesgo, iban a tener que dejar muchas cosas de lado y era lo más frustrante.

Agradecía a la vida que Sirius estuviera en la casa de Remus para poder despedirse bien de los demás. Que no hubiera dado para ir también con su querida Lily y James, quería pensar que los chicos los protegerían muy bien y ante todo, su amiga no tenía que sufrir mucho estrés para que Harry naciera sano.

Justamente al llamar a sus padres en un telefono publico se percató que ellos estaban listos mucho antes de lo esperado, pues ya lo habían asimilado hace tiempo, pensaban en ella y en ellos mismos porque al final de todo era un bienestar para ellos. No estuvieron mucho en su casa, tampoco fue que intercambiarán muchas palabras, todo sucedió rápido y un ciantamen, gracias al cielo nunca hubo una amenaza estaban en la casa de los Mulciber.

Y si que sus padres y Charlotte habían quedado bastante mareados. Mary sostuvo justo a tiempo a su hermana cuando comenzó a vomitar. — Siempre ocurre la primera vez, también me paso ahora solo tenemos que sentarnos y tomar algo de agua. ¿Le podrías pedir a tus elfos, Azriel? — Lo miró con suplica — Por favor — Entendía que su mamá siempre se sentía bien cuando iba y algo le decía que se llevaría perfectamente con la propia, podría conversar más y no se deprimiría tanto.

Estuvo un largo momento con sus padres y hermana antes de acercarse a Azriel, le acarició el pelo — Ahora voy a verla. ¿Está despierta, verdad? — Aunque ese día era movido, y seguramente había tenido que asumir que se debía levantar, también como dueña del hogar iba a querer dar el ejemplo, la conocía muy bien, su espontaneidad de hecho - aunque estaba triste - trataba de mantenerla a flote. Era una gran mujer, una luchadora.

— Voy a verla, si quieres me acompañas — Sus padres le hicieron el gesto que fuera con la señora Mulciber ya les había hablado de ella además que querían conocerla y ella deseaba presentarles a los padres de su gran mejor amigo.

Por ahora lo único importante era lograr irse lejos de allí. Aun cuando aquello implicará dejar atrás los sueños o metas que se habían propuesto. No era para nada fácil, pues igual debían dejar a sus amigos atrás. Era una verdadera lástima que no pudieran venir con ellos. Cada cual tenía sus planes, cada cual se salvaba como podía.

De todos modos, aquello no los podía detener. No podían ni debían de dejar sus aspiraciones a un lado. Aquello debía ser un asilo pasajero y en algún momento volverían. Al menos por el momento, a pesar de la tristeza y nostalgia, aún les quedaba esa esperanza, la de volver y por eso, aunque fuera por momentos efímeros la sonrisa fe, ambos aún estaba con ellos. Ya hasta hacían planes para el tiempo que estuvieran en Roma. — Creo que tienes razón, las circunstancias lo han cambiado. Aunque ciertamente no veo a mi papá dando clases. No sé si tenga la paciencia para ello. En definitiva con mi madre sí que aprenderán. Además, le dará para distraerse. Sentirse útil. — aquello a Pheobe le serviría de terapia para al menos mantener su mente tranquila, aun cuando físicamente no pudiera.

— Descuida ustedes aprenderán del mejor. — aseguro diciendo esto último en italiano con un toque coqueto. A él igual le serviría para no pensar en otras cosas que lo preocuparan. ¿Pero por cuánto tiempo le duraría la calma y no se comenzarían a frustrar? No había forma de saberlo.

Fue un bonito momento la despedida con los chicos. Pero quien sabía cuando se volverían a cruzar o si realmente lo volverían hacer. Al menos haber tenido una despedida apaciguaba un poco aquella fea sensación. Que imaginaba que para Mary debía de ser aún peor de sobrellevar. Eran los amigos del alma de la chica, era justamente como si la alejaran a ella de él.

Ya habían logrado llevar a los McDonald hasta la mansión Mulciber. Un paso más de estar en un lugar seguro. Era de esperarse que la familia de Mary terminara toda mareada. Por lo que no le sorprendió para nada. — Descuida, le pediré que se encarguen en darle agua y algo para el mareo. — Le aseguró el chico antes de darle indicaciones a los elfos domésticos.

Azriel se adelantó a ver a su madre mientras la familia de Mary se reponía de la aparición. A pesar de su aspecto decaído se veía de buen ánimo y decidida a hacer aquel viaje. Más que hacerlo por ella lo hacía con la satisfacción de proteger a su familia y también ayudar a otra familia. La mujer le tenía un cariño especial a la morena. Por lo que cuando su hijo le anunció que ya se encontraban en su casa, una sonrisa, aunque débil, apareció en su rostro. — Ya vuelvo mamá. Te traeré a Mary, seguro querrá presentarte a sus padres y hermana. — Le dijo a la mujer antes de dejar un beso en su frente y volver con la chica.

— Sí, esta despierta y de buen ánimo. — Le aseguró a Mary con una sonrisa al sentir el tacto de sus dedos en sus cabellos. — Claro, vamos. La verdad es que ya quiere verte, ansia por conocer a tus papás y a tu hermana. — Le comentó mientras agarraba su mano y se la llevaba con su madre, que al menos había salido de la cama y se encontraba echando algunos recuerdos en su maleta. — Mamá… Aquí está Mary. — anunció dando un suave golpe en el marco de la puerta para llamar su atención.

— Hola linda. Pasa. Ven aquí. — Le saludo mientras extendía sus brazos esperándola para darle un abrazo.

Mary quería pensar que la vida en Roma fuera con mucho menos ansiedad, al menos conocerían un nuevo idioma, se mantendrían unidos y ante todo, habría tranquilidad. Además que pensaba que a la señora Mulciber estaría mucho mejor teniendo compañía.

Estaba contenta que tendría un maestro que le enseñaría italiano a su hermana y a ella. Todo desde ahí fue rápido pues la verdad, la chica comprendió que sus padres estaban más que listos antes de lo que pensaban ir a buscarlos, así que al poco tiempo ya estaban en la casa de los Mulciber.

Sus padres y su hermana pequeña habían quedado mareados así que no fue en primera instancia a donde la señora Mulciber, lo que más le alegraba es que Azriel se había acercado a ella y eso tenía a Phoebe mucho más motivada, luchando contra esa maldición que la debilitaba cada día. Ya llevaba tiempo así y Mary creía que si no se dejaba estar era justamente por su marido e hijo, la verdad es que aunque fuera poco ético la tendría a ella como psicóloga - amiga para charlar como se sentía al respecto, y estaba segura que tendría a su madre en las mismas que ella.

— Gracias, luego voy. Es que ahora me siento culpable de no aclarárselos más de una vez lo que provoca una aparición. Agradezco que no ocurrió una despartición — Dijo preocupada y con solo pensar en aquello, fue asegurarse de que todas sus extremidades o partes de su cuerpo - a excepción de su papá claro  que no lo iba a revisar completo -  estuvieran seguras. Los elfos llegaron pronto y su familia se comenzó a sentir mejor, estaban completos y ella les aseguró lo que pasaba siempre y que imaginaba que iba a ser mucho más intenso ir de país en país. Sin embargo, aunque hubieran mareos era mucho más seguro en perder algo porque era un método mucho más completo e internacional mágico.

Quizás estuvo una hora con ellos, igual se sirvió un vaso de agua. Mejor no iban a comer pesado porque temía que tuvieran nauseas al llegar a Roma con el traslador. En ese caso, confiaba en la familia Mulciber si les tenían comida y sonrió cuando Azriel volvió. — Me alegro tanto que este con mucho mejor ánimo, mis padres igual quieren conocerla y mi hermanita, ya se dará la oportunidad cuando baje — Señaló e hizo un gesto que no demoraría demasiado a sus padres antes de partir con Azriel.

—¡Señora Phoebe! La veo con tan buen semblante hoy. ¿Le anima que nos veremos seguido por esos lugares? — Dijo amorosa mientras apresuraba sus pasos para darle un suave abrazo. Le encantaba verla mejor y más saludable que de costumbre. Era la forma que podía mantener y ralentizar la maldición — Mis padres y hermana la quieren conocer, le he hablado tanto de usted y todos los libros que me recomienda y regalado. Mi mamá también es una excelente lectora — Le contó con los ojos brillantes y luego tomando sus manos.

La quería mucho.

No había forma de saber lo que el futuro les deparaba. Solo había que tomar las medidas necesarias para asegurarse de que todo saliera lo mejor posible y eso al menos ello ya lo habían hecho. No había de otra, tendrían que buscar la forma de adaptarse sí o sí a vivir en Roma. Nada sería como antes, aun cuando lograran volver. Que sinceramente era lo que ellos esperaban y deseaban. Pues aun cuando se cumpliera aquella profecía y todo terminara, ocurrían grandes tragedias antes de lograrlo lamentablemente.

Ya cuando llegaran allí verían los por menores como lo era la educación, en especial para la pequeña de los McDonald. Azriel hubiera querido complacer a Mary y apuntarla en algún colegió, pero algo le decía que su padre preferiría si le tenían algún profesor en casa. Era menos riesgoso, además por muy que el chico le enseñara italiano no significaba que lo aprendería al tiro por lo que los primeros meses se le podía hacer complicado en un colegio. En fin, iba a tener que ver como transcurrió todo. Lo que sí sabía que el tener a esta familia con ellos ayudaría a su mamá a distraerse, tener más gente con la cual hablar, de la cual sentirse responsable de enseñar, la haría estar más activa y eso era bueno para su salud. Solo que a veces se preguntaba cuanto realmente se sentía mejor, y cuanto estaría fingiendo para no preocuparlos.

— Está bien, pónganse cómodos, mientras tanto aprovechen de recomponerse y descansar un poco. El viaje a Roma será tantito más complicado. — Advirtió el chico antes de dejar a Mary con sus padres e ir él a ver la suya. Al ver a su madre de verdad esperaba que se sintiera mejor e igual le hacía preguntarse, si habría alguna manera en que ella pudiera recuperarse por completo. Por un momento le dio rabia al recordar las palabras de Sirius, de como sospechaba de Wilkes y los Travers como posibles culpables de lo que ocurría con su madre. Ya se las desquitaría, se la pagarían.

Ahora la veía tan contenta que prefirió no arruinar el momento, así que fue pronto a buscar a Mary para que tuvieran aquella reunión. — Estoy seguro de que eso le hará mucho bien. En especial tenerlas a ustedes cerca. La verdad algo me dice que siempre quiso tener una niña. — le aseguro con una risita antes de tomarla de la mano para ir hasta donde su madre se encontraba.

— Oh querida, claro que sí. Sabes que siempre me alegran tus visitas. Imagina cuanto más tenerte cerca, y sé que no vienes sola. —  Respondió alegre la mujer mientras la envolvía en aquel cálido abrazo. — Me siento alagada, estoy deseosa también de conocerlos. Creo que podremos en ese caso podremos tener tardes de lecturas solo de chicas. —  comento riendo antes de mirar a Azriel dando a entender que él no estaba invitado. — Mamá, ni me mires que sabes que ningún problema conmigo. No es lo mío… a menos que me quieran leer. — Añadió encogiéndose de hombros sonrientes. Este momento sin duda era uno bonito, en medio de la tormenta que se les avecinaba.  — Quiero ir a verlos. —  comento la mujer. — ¿Estás segura mamá? ¿Vas a bajar desde ya? — cuestionó con preocupación el chico. — Sí, hijo. Sí. Necesitó calentar un poco mis extremidades, moverme un poco. Así estaré lista cuando nos vallamos. Además, ya los quiero conocer. —  finalizo.  — Vamos linda, guíame con ellos. —  le pidió a Mary a lo que Mulciber le asintió dándole el visto bueno para que bajaran.

Estaba al tanto que el cambio sería complicado porque no era lo mismo que estar en casa y era tan injusto que fuera justamente para salvar su vida. Corría peligro allí y tenía que cuidarse, pero otra parte de ella decía que debió quedarse y luchar como lo estaban haciendo sus amigos. Lamentablemente se veía que eran mayoría y tomar ese camino era el más beneficioso y seguro para todos ellos; Mcdonalds y Mulciber incluidos.

Sus padres y hermana se quedaron tranquilos mirando el hogar quedando absortos por los elfos que llegaron a atenderlos de manera instantánea, les había hablado de ellos pero por supuesto que no los habían visto así que les parecía curioso que estos hablaran. Estaba más que segura que su hermana luego la llenaría de preguntas.

Asintió a las palabras de Azriel y fue reconfortante encontrarse con Phoebe más recompuesta. Con sinceridad era como una segunda mamá y en secreto le decía - ella a Mary - que le hubiera encantado ser su suegra, hasta que la morena le decía que eso no era posible porque nunca permitiría que su amistad se quebrara así que era mejor que la viera como una sobrina que siempre estaría para ella. La sonrisa de Mary era grande cuando la miró luego de ese cálido abrazo.  — Sí,  la veo mucho más recompuesta hoy y le aseguro que esas tardes serán mágicas no pude evitar comprarme libros en estos días y también algunos de psicología que nos ayudará a todos mucho — Le contaba porque era el momento que estuviera mucho más enfocada en ella y así no recayera del todo, y eso también iba a permitir que Azriel se acercará mucho más a Phoebe de lo que ya estaba durante ese año. — Le prometo que igual leerá alguno, ya me prometió que seguirá por si mismo estudiando comunicación aunque sea teoría y una que otra práctica donde tendré que ser su conejillo de indias. ¿Verdad, Azriel?— Miró a su amigo con una sonrisa complice porque aunque no quisiera si que iba a tener que leer libros de sus materias.

— Llegaron algo mareados por la aparición pero si quiere verlos ahora ni se van a quejar, quieren conocerla y estoy segura que se llevara muy bien con ellos — Ambos sabían que lo mejor era no contradecirla porque ciertamente por lo general estaba desanimada y adolorida, por lo que ahora era un buen avance que quisiera bajar y conocer a su familia. — Venga, nosotros le ayudamos — Lucía radiante, era una mujer bella y majestuosa a pesar de su enfermedad y maldición.

Mirando a Azriel fueron con cuidado con cada paso que la señora daba. Deteniéndose cuando se tenían que detener y en serio, esperaba que el traslado no fuera tan jodido para ella que podía caer en cama por el intenso mareo que podía provocarle. Ahora si agradecía a los Mulciber que dejaran una habitación en el piso de abajo donde para ella era más fácil acercarse a tomar aire y contemplar el jardín, con mucho más ánimo hasta se atrevía a salir a este.

Sus padres se levantaron de inmediato al verlos llegar. Fue su mamá, quién tomó la palabra de inmediato — ¡Señora Mulciber! Es tan grato conocerla. Mary me habla tanto de usted y le agradezco sé que ha sido un gran apoyo para ella al igual que Azriel — Murmuró agradecida mientras su padre asentía.

Se quedaron conversando allí mientras comían algunos bocadillos hasta que Rigel llegó y aunque con semblante serio si saludó a todos. Mencionó que ya se prepararan porque el traslador estaba por activarse en unos minutos. Miró a todos y asintió. No se había dado cuenta de como pasaron las horas y ahora asumía más de su nuevo destino: Estar lejos de casa y en Roma.

Y si pensaba positivo esperaba que fuera acogedor.