La parte de los regalos había sido bonita. Era un momento mostrar el amor que había entre ellos. Ese momento de calor humano y sensibilidad. En donde se veía la sinceridad de la relación entre ambos. Ahí ninguno fingía, solo eran Mary y Azriel dándose un detalle para que se acordaran del otro y lo tuvieran siempre a su lado.

Por otro lado, realmente esperaba que fuera cierto y que le hubiera hecho bien a su madre el estar viviendo en Italia. Que más que el lugar, lo que la tenía así era la compañía. — Esperemos que así sea, realmente pareciera estar mejor que el año pasado. — confeso el muchacho, que se sentía contento de que la chica igual estuviera encantada con que su madre hubiera aportado para su regalo.

Mientras tenían el plato fuerte había comenzado con las confesiones, y claro que a la chica le había dejado perpleja su anécdota. Por lo que el chico negaba al escucharla. — Era solo una boca, no me interesaba o interesa ir más allá. — le comento, tampoco es que hubiera perdido el control de lo que hacía. De lo contrario seguro ni se acordaba de lo que hubiera pasado. — Suelo tener cuidado. — Añadió, sabía a lo que se refería y la realidad es que aun con lo loco que era tampoco iba a descuidarse de esa manera.

Pero no había sido justamente eso lo que había hecho que el slytherin matara el momento. No, para nada. Fue más bien su respuesta ante la confesión de la morena. Que sí bien tenía razón de que había sido completamente evidente, aunque igual él podía notar algunas señales y sospechar. La realidad es que había tenido algo de ayuda para enterarse. Y no es que hubiera sido con mala intención, de seguro Lily solo había intentado averiguar que el chico pensaba al respecto para así saber qué posibilidades su amiga tenía y luego aconsejarla. Por supuesto que Azriel le había asegurado que como él se conocía por eso es que había preferido que fueran amigos, para no herir a la chica. Pues no dejaba de ser importante para él. — Ah… bueno a Lily puede que se le escapara, una vez que hablamos. — y es que igual el muchacho les había tomado cariño, pues había sido la primera en aceptarlo.

— Que mal, hubiera valido la pena leerlos. — murmuro mientras terminaba de comer. Pues le daba curiosidad, por supuesto que sí. Además, ella tenía buena mano para escribir. ¿Cuánto le tenía que gustar para que se inspirara así? Azriel alzo la vista al escuchar su pregunta. — Sí, está bien compartirlo, pidamos el postre. — le aseguro el muchacho.

Poco tiempo después del postre y de haber reposado un poco, ya iban de salida caminando por la playa frente al restaurante. Ninguno había dicho nada hasta que Azriel se detuvo a ver las olas. — ¿Vienes? — le cuestionó mientras se desabrochaba la camisa para quitársela. — Está buena la marea. No se da todos los días. — señalo ahora deshaciéndose de los zapatos, seguido de pantalón con todo y bóxer terminando por salir corriendo desnudo y lanzarse al agua.

No abundo mucho sobre el asunto, pues sinceramente no se iba a poner a discutir con ella sobre lo que hacía o no, se quería demasiado a sí mismo como para llegar a ese extremo. — Qué va, no soy tan descuidado como imaginas. De todos modos ya quedamos en que no íbamos a entrar en detalles. — aseguro negando, cuando mencionó que se quería quedar con la duda. La verdad a Mary le faltaba tener la mente más abierta para que pudiera entender su punto de vista. Sin duda eran muy diferentes, pero claro, aquello no quería decir que afectara su amistad. Ambos se complementaban, y lo que le faltaba a uno se lo ponía el otro. ¿Pero sería aquello suficiente para mantener una relación más allá de la amistad? Ahí era donde Azriel reconocía que no, por más que le gustara, que la quisiera, no podía. Pues Mary tendría una expectativa muy distinta a la que él podría ofrecerle.

— Es lo más probable. Pues al final del camino por lo general nuestras conversaciones terminan en ti. Aunque igual ahora en el pequeño Harry. — Reconoció encogiéndose de hombros. Esperaba que no la fuera a regañar, aunque la verdad lo dudaba, primero se enojaría con él por el hecho de saberlo que con la propia Lily.

Al final cuando iban de regreso aquel silencio realmente lo estaba incomodando y había sido parte de la razón por la que se le ocurrió aquella locura cuando llegaran al área de la playa. Estaba alejada del gentío así que realmente no es que estuvieran en público, además por las horas las probabilidades de que llegaran personas eran ínfimas. — Justamente por eso, es de noche. Es perfecto. — le aseguro el chico mientras terminaba de desvestirse e ir derechito al agua. — Vamos, no seas tan mojigata. Que nadie se va a enterar. — la grito retándola desde el agua mientras le hacía señales con las manos. — ¡Lo sé! — aseguro riendo cuando lo llamo loco mientras chapoteaba divertido.

Por un momento dudo si lo haría, aunque igual solía ser bastante persuasivo. Pero era Mary, ella no caía tan fácil en sus chantajes. Sin embargo, para su sorpresa la morena al parecer había terminado por hacerle caso. Cosa que hizo que se le dibujara una sonrisa en el rostro mientras esperaba a que llegara a él.  — Ya, ya. Está bien me volteo. — dijo girándose en lo que entraba, para luego voltearse cuando sintió el chapoteo del agua mientras la chica se acercaba.

— Te lo dije, esta exquisita el agua. Además, con la luz de la luna no hay que preocuparnos por quemarnos. — aseguro el chico aun con aquella pequeña sonrisa en el rostro. El chico a diferencia de Mary había dejado su ropa toda visible en la arena, sin importarle que alguien más la encontrara.

Azriel aún pensaba en lo que paso en el restaurante. Quizás se le había ido un poco la mano con la forma en que le dejo saber que ya sabía que ella sentía cosas por él. Había sido baste creído, como mira es obvio que te iba a gustar. Aun cuando luego aclarara que Lily le contó. Además, a él también le gustaba. Por lo que se quedó por un momento viéndola. — Lamento haber sido pesado en el restaurante. Yo no soy de los románticos que escriben poesía, pero si te soy sincero me gustas. — confeso. La verdad nunca se lo había dicho. — Me gustas, el problema mío es que no estoy preparado para las relaciones. Y siento que ambos queremos cosas distintas. Por eso preferí dejarlo así. — Añadió el castaño.  — Pero no sé, quizás una noche… yo no tendría problema si quisieras. — y porque claro Mulciber era experto decir cosas bonitas y cagar las cosas con diferencia de segundos.

A pesar de lo que había respondido, el chico había quedado dándole mente al tema. Porque vaya que era inevitable que le pasara por la mente luego de todo lo que habían vivido juntos. Además de los comentarios de su madre de cuanto le hubiera gustado que fueran algo más que solo amigos. Lo peor de todo es que de verdad sentía que sí le gustaba. Para bien o para mal. Así que todo aquello había rondado por su cabeza mientras caminaban por la playa.

Azriel en un intento de cambiar la atmósfera, que al menos no hubiera silencio. Pues eso sí lo incomodaba, prefería mil veces que lo anduviera regañando si le preguntaban. Al menos ahí sabía como se sentía y no tenía que solo dejarse llevar por una suposición intentando adivinar que pasa por la cabeza de la chica. Además, que de paso el agua estaba buena y agradable, era una buena experiencia. Nadar a la luz de la luna.

Mulciber siendo lo picoso que era la había retado y al final allí están los dos en el agua. Hubiera sido mejor que todo se mantuviera así. Simplemente nadando y disfrutando del ambiente. Pero no, al chico se le ocurrió disculparse. El problema fue la forma en que lo ejecuto. Definitivamente en vez de ayudar solo había complicado las cosas. Igual hasta cierto punto era mejor dejar claras las cosas. Así evitar desilusiones luego, pues él no se sentía capaz de poder cumplir con todo lo que la chica esperaba de él. Le estaba ahorrando una decepción mayor, pero eso no quitaba que fuera dolorosa.

— Ese es el asunto, por  eso prefiero decirlo antes de dar falsa ilusiones. — Le aclaro el castaño. Noto como la chica se acercaba hacia él cuando terminó la confesión. El chico no se esperó lo que ocurrió luego. Sintió como la morena lo hundía en el agua, haciendo que tuviera que sacarse todo el pelo mojado de la cara cuando volvió a la superficie. — Tomaré eso como un no. — comentó intentando recomponerse.

Miró al escuchar sus palabras, no pudo evitar negar. — ¿Cómo? No Mary, yo no creo que seas nada de eso. — comentó en un tono descolocado, pues él no la veía como juguete, por eso mismo prefería no tener una relación con ella. Pero bueno, si por algún motivo hubiera querido estar con él una noche no la hubiera rechazado. En estos momentos no sabía qué pensar. Quizás era mejor no sacar más el tema, y definitivamente era mejor volver. — Será mejor volver. — Murmuró Azriel mientras comenzaba a nadar hacia la orilla. Fue ahí cuando llegó que comenzó a buscar su ropa. ¡No estaba! Menos mal le había pedido a Mary que le guardará el regalo en su bolso. Pero lo demás no estaba donde lo dejo y ahora se encontraba desnudo en la playa. — ¡No puede ser! ¡Mi ropa! ¿Dónde está mi ropa? — decía mientras buscaba desesperadamente. ¿Cómo podría volver si seguía desnudo?

A pesar de lo que había ocurrido Azriel no estaba enojado. Porque claro, tenía la culpa por haber soltado aquel comentario. No podía molestarse por su reacción. ¿Qué era lo que realmente esperaba sacar con todo aquello? Quizás poder llegar a un punto medio. El problema era que ellos se encontraban en extremos muy opuestos y lo más cercano a un punto medio era justamente su amistad. Para todo lo demás alguno de los dos debía dar su brazo a torcer y ceder en lo que quería en la vida. Y él no pretendía cambiarla, pero tampoco se sentía capaz de cumplir lo que ella esperaba. Así que de esa forma no se podía tener una relación que no fuera solamente de amigos. Lo cual apreciaba y por eso había preferido que fuera así. Desafortunadamente, él tenía el arte de embarrar las cosas en segundos.

— ¡La gente y sus malas mañas! — protesto al notar lo que estaba pasando, pues notó lo que Mary decía que había unos chicos corriendo con un bollo de ropa en las manos. Estaba bueno lo que le acababa de ocurrir, se lo había buscado. No solamente por su descuido de haber dejado sus cosas a la vista, también era castigo divino por sus comentarios de hacía unos minutos atrás.

El chico comenzaba a desesperarse porque si bien en aquella playa prácticamente no había nadie más, eso no implicaba que no llegara gente. Para peor iba a tener que ir al pueblo así. Una cosa era la playa y otra era andar desnudo por el pueblo como si estuviera loco. — ¡Vuelvan acá! Eso no es suyo. ¡Estúpidos! — exclamaba desesperado y frustrado. Mientras intentaba taparse con las manos y una hoja de palmera seca que encontró en el suelo. Los intento correr, pero fue en vano ya se habían desaparecido de su vista.

Miro a Mary, parecía estar divirtiéndose. — No es gracioso. — refunfuño. — Aunque bueno, al menos has reído… a mis costillas… pero reído al fin. — decía negando mientras tomaba el chal que le ofrecía. Pues no podía irse solo tapándose la delantera con una hoja seca y todo lo demás descubierto. Al menos se había apiadado de él.  — Sí, que les aproveché. Pero al menos hubieran dejado los boxers. ¿Quién se lleva la ropa interior ajena? — se quejó negando. — Esto es vergonzoso, pero gracias. — porque bien lo pudo haber dejado con el problema. — Aunque el chal acentúa mis buenas piernas. — decía mientras caminaban porque bueno, él tampoco era de los que se amargaba tan fácil. Solo que una cosa era decirlo y otra vivirlo. Pues Azriel estaba acostumbrado a que lo respetarán a donde iba.

Fue terrible para él tener que cruzar así el restaurante. Su cara se había tornado más roja que si hubiera tomado todo el día el sol si protección. Y por supuesto no pido evitar quejarse y reprochar con cada comentario hasta que salieron. — Descuida ya tuve suficiente exhibicionismo por hoy. Disfruta de tu libro. — comento al llegar y dirigirse al baño cerrando la puerta detrás de él. Sintió un inmenso alivio al llegar a la casa y estar en pijamas luego de aquel nuevo baño.

Azriel prefirió no tocar el tema más, era lo mejor porque así todo seguía bien entre ellos. Habían pasado un tiempo bonito y eso nunca se olvidaba. Como tampoco se olvidaba lo que pasó tiempo después. No podía creer que al final la profecía fue cierta y había tenido que ser cumplida justo por los Potter. Podría parecer egoísta de su parte, qué más da era un Slytherin, pero él hubiera preferido que hubiera sido la otra el que hubiera tenido que cumplir la profecía, aunque igual era lamentable e injusto. Eso no lo negaba, pero al menos Mary, su Mary no hubiera tendió que sufrir el mismo sentimiento que tuvo que sufrir el cuándo perdió a su mejor amigo. Porque era algo irreparable. Para acabar de rematar aquel niño se había quedado huérfano. Estaban por volver a Londres, pero ya nada volvería a ser igual después de aquella guerra.

Ya había pasado otro año más, y también había vuelto a Londres. Y aunque parecía como si todo volviera a la normalidad, no era así. Se podía sentir ese ambiente decaído, de luto. Fueron muchas cosas las que habían pasado. Cada cual las enfrentaba de manera diferente Azriel se había también había vuelto a su trabajo antiguo trabajo en Corazón de Bruja. Quería igual retomar aquellos proyectos pendientes que había dejado, pero las cosas no estaban saliendo tan bien como imagino. Justamente por eso, por como estaba la sociedad mágica en Londres. El tipo de contenido que él realizaba era más de entretenimiento, farándula. Y ahora todo giraba en torno a los hechos ocurridos en la guerra. Así que el programa no estaba teniendo muy buen arranque, pero Azriel aún no desistía de la idea de que aún era muy prematuro para decir que fracaso. Aún le tenía expectativas.

Su madre no había estado muy bien desde que regreso a Inglaterra. Quizás era por culpa de todo lo malo que aquí había ocurrido o simplemente la maldición la estaba alcanzando. La verdad es que Mulciber prefería no pensar en eso, y creía que esto solo se debía a que sentía pena por las tragedias ocurridas. Más Pheobe era una mujer fuerte y resistía como una valiente, creía que iba a poder superarlo todo una vez todo terminará por volver a la normalidad. Por otro lado, la que lo traía preocupado porque no recordaba haberla visto tan deprimida, tan triste. Aquella tristeza tenía varias nombres. Pero el principal de ellos era Lily Potter.

Aún no podía creer que todo hubiera ocurrido de aquella forma. Los Potter ya no estaban y el niño aunque se había vuelto celebridad, había perdido a sus padres, y hasta el padrino. Se sorprendió mucho de saber lo que había hecho Sirius y que estuviera en Azkaban. Lo cual era otro golpe adicional para la chica que de un porrazo veía disuelto por completo el grupo de amigos que la habían acompañado durante toda su infancia y adolescencia. Mulciber no había sido de amigos tan cercanos a excepción de Evan y la propia Mary, pero conocía el dolor, el sentimiento de perder a tu mejor amigo.

Azriel sabía que no era tiempo de celebrar, pero si podían conmemorar el aniversario, 5 años no era poco. Así que aunque fuera algo sencillo había logrado conseguir una foto de ellos con los Potter el día de la boda que la chica aún no había visto. Por lo que la tenía enmarcada con la fecha grabada. Ese día había sido doloroso para él, pero también había sido un día especial para ellos. Por lo que quiso plasmar eso.

Como Mary le había dado una llave de su casa, al igual que ella tenía de la suya Azriel decidió esperarla adentro. — Oh Mary, Mary. Estabas en el Valle de Godric. ¿No? — Cuestionó cuando la vio llegar y rompió a llorar. Por lo que el chico fue el que terminó acercándose para abrazarla mientras jugaba con sus rizos esperando a que se calmara.

Esta vez había sido él mismo quien se había encargado por completo del regalo. Sentía que tenía que ser así. Después de tantos años era momento de ser él quien saliera con la idea y le hiciera algo especial. Pero ahora que la vio llegar a la casa aquello había quedado a un lado por un momento. Nunca le había agradado verla llorar, pero esta vez era aún peor porque era un llanto desconsolado. No se trataba de un llanto de frustración por no haber logrado conseguir alguna meta, que igual era doloroso, pero tenía solución. Era más bien un llanto con desesperanza, pues no había nada que hacer para borrar lo que paso.

Ellos seguían siendo cercanos, y se tenían confianza. Pero luego de lo ocurrido y posiblemente a causa de tanto dolor Mary se había puesto reacia a esos cariños y Azriel lo lamentaba si se molestaba, pero es que no lo iba a poder evitar. Tenía que contenerla. Lily no estaba, pero él seguía siendo su mejor amigo y estaba allí mostrándole que aunque fuera solo él, aunque no fuera el mejor de todos, aunque tendiera a cagarla a cada rato, allí estaba. No cuestiono que se alejara cuando se percató de lo que estaba pasando, pues al final había logrado lo primordial. Que sacara todo aquel llanto. Aunque estaba casi seguro de que aún quedaba más guardado. — Lo imaginaba, ya casi va un año. — murmuro el chico, quien recordaba bien que la muerte de Lily y James se había dado poco tiempo después de sus vacaciones en Sicilia.

Intentaba hacer un esfuerzo para entender bien lo que decía, pues hablaba en murmullos y con la voz entrecortada. Azriel negó ante sus disculpas. — Está bien, ni siquiera estoy seguro si no me lo dijiste. Sabes que bien pudiste haberlo dicho y que yo lo olvidara. — Admitió el castaño. — Aunque para una próxima si me lo acuerdas que sabes como soy, puedo acompañarte. Si no te molesta claro, igual les llegue a tomar cariño. — Admitió, y es que recordaba como en las conversaciones con Lily evidentemente todas terminaba en Mary.

El chico se acercó a Mary y puso una mano sobre su hombro. — Soy pésimo dando consejos, y no suelo acatar ninguno, pero si puedo hacer algo para que te sientas mejor. Aunque sea un poco.  — le comento acercándose para secarle las lágrimas con su pañuelo. — ¿Quizás puedo prepararte un té? Aunque sepa luego agua puerca. — Sugirió el chico. — Es broma, no son tan fatales. Recuerda los que hice en Italia. Vamos tú solo ponte cómoda. — le pidió tomándola de la mano para que se acomodara en el sofá, le quito los zapatos y acomodo los cojines. — Solo espérame. — le dijo dando un toquecito en su nariz para irse a meter a la cocina, al menos un té si lo había aprendido hacer.

No se le hacía raro que ella estuviera en el Valle de Godric visitando las tumbas de Lily y James. Pero evidentemente no tenía idea de qué momento exacto la chica prefería ir. De todos modos tampoco estaba seguro si lo olvidó o no, que era muy probable, pero el chico en este momento solo intentaba hacerla sentir mejor. Dentro de lo que fuera posible por supuesto, pues lo que había ocurrido no era nada sencillo de sobrellevarlo. — Sí, son muchas cosas en la mente Mary. — comento el chico sin darle más importancia a ello, pero si enfatizó la parte en la que le agradaría acompañarla en alguna ocasión.

— Tú solo ráptame y vamos. — Le aseguró Mulciber mientras miraba la tristeza en sus ojos. — Y no tienes por qué dejar de hacerlo. No te culpes, el primer año es el más duro. Ellos seguro no te quieren ver triste, pero también lo entenderían. — intento explicase para que no fuera tan dura con ella misma. Un dolor así no se iba tan fácil, y tener el recuerdo vivo de lo que pasó frente a ella podía afectar. Pero no siempre sería así, llegaría el día en que iría a su tumba y le dejaría lindas flores con una sonrisa mientras le contaba como había sido su día a su querida amiga.

Hoy Azriel quería dejar a un lado todas sus tonteras, para eso estaba el resto del año. Hoy que era un día especial debía ser más que nunca ese amigo que decía ser y en cierto modo devolver la lealtad y comprensión que ella había tenido con él cuando pasó por lo mismo.

El chico se puso a ponerla cómoda y estaba por preparar té. Era la forma en que mejor creía poder ayudarla. Hacer que se sintiera más calmada. — Sí, no ayuda eso mucho. Pero… cada que se pueda. Así que vamos a poner manos a la obra. — el chico sonrió mientras continuaba buscando. — Ya lo noté, esto está más vacío que un desierto.  — comento al notar que era cierto. Mientras seguía buscando los ingredientes para el té. Al menos eso sí había.

— Oh sí, sí. Lo decía para hacerme el humilde. Pero esa no me va. — admitió con una sonrisa en el rostro. — Muy buenos, deliciosos. Tal vez debí ser pastelero. ¿No? — comento en un tono bromista intentando sacar una sonrisa en su rostro con sus estupideces. — Quizás pueda mandar a pedir algunos ingredientes para luego hacer uno. ¿Serias mi su-chef? — Propuso mientras ponía a calentar el té. Miró a la chica y se sentó a su lado en lo que estaba listo el té. — Igual te traje un regalo. — Dijo mostrándole la bolsa de regalo dorada con un listón rojo.

Sabía toda la pena que la estaba embargando en estos momentos. Por lo que era cuando más necesitaba de que se frecuentaran, así que aun cuando su trabajo no le permitiera estar tanto tiempo juntos podía sacar el mayor tiempo posible para que se vieran. — Claro, un fin de semana sería perfecto. La próxima vez que nos juntemos planeamos con calma. — aseguro el muchacho, pues ahora no era el momento. La chica aún seguía agobiada así que él prefería mejor buscar la forma de animarla.

— Todo es reciente, Mary. Que esto este así ahora, no quiere decir que de aquí a un tiempo siga siendo igual. Yo creo que ellos lo entenderían perfectamente. — le decía. — Y tal como no fue mi culpa el no lograr evitar que Evan se metiera en líos y terminara como termino, tampoco es tu culpa que ocurriera lo que ocurrió con ellos. Más bien es culpa del innombrable que se dedicó a destruir todo a su paso. Lo bueno es que es en vano el que ellos ya no estén con nosotros. — le comentaba, y la verdad a él también le había molestado que todo se hubiera dado así. Pero ya no podían hacer nada. Por fortuna ese mal nacido ya había sido puesto en su lugar.

— Oh sí, estoy seguro de que sí. Además, él te relaja. — aseguro el chico mientras le pasaba la poción que la morena le indicaba. Ella igual estaba haciendo su parte para comenzar a sentirse mejor. Quizás ahora parecía un callejón sin salida, pero lo lograría. — Definitivamente, no puede pasar de mañana. — le acordó sobre la alacena, es que igual podía pedir comida, pero no lo podía hacer siempre.

— ¡Sí! De chocolate es genial. — comento mientras terminaba el té. — Una Panna Cotta de chocolate podría ser. — señalo, porque vaya que se había entretenido de repostero en Italia. ¿Quién lo iba a imaginar? — Pues tiene mucha razón, es un lema que le compro. Definitivamente. — le aseguro, podía notar la tristeza al hablar de su amigo. Al menos a él lo podría ver en algún momento. — Así un día de estos cuando se vuelvan a ver, le puedes llevar uno. — le dijo con seguridad de que se volverían a ver. Azriel llamo a uno de los elfitos suyos para que le fuera a comprar los ingredientes mientras ellos intercambiaban regalos. El chico escuchó lo que le decía de no haber sido muy creativa. Cosa a la que no le puso atención. Se había acordado de él y eso era lo que importaba. — Oh Mary, por favor. Pero sí está lindo el suéter. A mí me gusta mucho. — aseguro luego de sacar el mismo de su envoltura. — Yo no recibí ayuda, así que no estoy muy seguro tampoco. Me puse de necio en querer hacerlo yo. — Admitió el muchacho mientras se comenzaba a probar el suéter. — ¿Qué tal? Luzco bien. ¿Verdad? — dijo mientras lo modelaba con su sonrisa presumida porque sabía que siempre se solía ver bien.

Ya era un hecho, la acompañaría a visitar a los Potter en el cementerio. Al final del camino habían sido personas con las que había compartido y había logrado tener una cierta conexión que no imagino tener. Cosa que le recordaba que cuando eran niños se dejaban llevar demasiado por la competencia entre las casas haciendo que no se dieran la oportunidad de conocer gente nueva que no fuera de la suya. Aquello había sido una grata sorpresa. Era triste saber que ya no estaban. Pero más triste para él era ver como su amiga se desmoronaba de tristeza por culpa de lo sucedido.

Afortunadamente, su intento de hacerla sentir mejor y que notara que nada de aquello tenía que ver con ella. Cada cual había hecho lo que era mejor para sus familias. Desafortunadamente, no a todos lograron correr con la misma suerte. Aunque sí era cierto que al mismo tiempo a pesar de lo triste que todo esto era, habían logrado lo que otros no, terminar con aquella guerra. Convirtiéndolos en mártires para los magos y brujas, Británicos. — Hay muchas preguntas y pocas respuestas. Ojalá algún día podamos saber que exactamente paso. Es posible que ni siquiera los que estuvieron tienen claro como ocurrió todo. — le decía para que no se agobiara por no haber estado en ese momento. Quien sabía como hubieran terminado las cosas para ella sí se hubiera quedado. — Tuvo que ser una impresión fuerte, no lo culpo por marcharse. — y es que a diferencia de Mary que al menos tenía a Azriel. Remus se había quedado completamente solo. Algunos de sus amigos muertos, otro preso, y Mary en otro país. El chico necesitaba comenzar de nuevo en un lugar donde tuviera paz.

La chica aún tenía los sentimientos a flor de piel. Hablar de aquel tema dolía. Azriel soltó un suspiro y negó. — No le digo innombrable a Voldemort porque le tenga miedo. Más bien porque es un no grato, y para mí los no gratos no merecen ni el mínimo de reconocimiento. Tenga el poder que tenga, nos arrebató a mucha gente que queríamos y eso da rabia. Lo sé muy bien. Ese infeliz ojalá se esté pudriendo en las llamas del infierno. — y eso le salía del alma. Soltó otro suspiro y la miro. — Justo eso le decía a Evan, nunca me creyó. Nunca se dio cuenta de que era un narcisista y que solo lo usaba. — pudo haberse reivindicado y morir como héroe, pero no lo hizo.

El chico dejo aquello allí, prefirió enfocarse en cambiar aquel panorama por uno más tranquilo y relajado. Por eso había sugerido el postre. — Me alegro de saber que te está ayudando. — Asintió. — Como gustes, pero de que debes hacer la compra la debes hacer. — dijo ahora en un tonito más divertido. Por otro lado, esperaba que los elfintos no tardaran mucho en buscar los ingredientes del postre. — Sí, sí. Ya verás, estará delicioso. — le aseguro dando un toquesito en su nariz, refiriéndose al postre. Mientras sonreía al verla más calmada.

Comenzaron a intercambiar regalos y escuchaba lo que Mary le comentaba respecto al suyo. — ¿En serio? — alzo una ceja al escuchar el nombre de Nicholas, que siendo sinceros le caía mal. — Menos mal te dejaste llevar por tu instinto. — Decía mientras le seguía modelando el suéter. — De lo contrario hubiera sido terrible. — aseguro con una sonrisa. Pues en su opinión aquel chico muy buenos gustos no tenía. — Mejor aún, podre ponerlo cuando quiera y donde quiera. — afirmo antes de que se pusiera a entregarle su regalo.

Sintió sentimientos encontrados con su reacción. Por un lado, le decía que estaba hermoso, pero por otro se había puesto a llorar. Quizá hubiera sido buena idea pedirle ayuda a su madre una vez más, pero prefirió hacerlo él. — Oh… no pretendía hacerte llorar. — murmuro mientras la rodeaba con los brazos en un abrazo. — Justo eso, quería darte algo especial. Algo que te recordara los buenos momentos y no los malos. — Añadía mientras acariciaba su cabello, sin soltarla del abrazo.

Tal parecía que al final de cuentas aun cuando la guerra hubiera terminado, las cosas en el plano familiar no mejoraban. El Slytherin estaba siendo testigo de como en este último año su madre estaba peor que nunca. Por un momento el chico pensó que mejoraría. Pero lamentablemente la mujer ni siquiera era enfermera que estaba, ella estaba maldita y tal parecía que quien la maldijo se había asegurado de que la mujer no llegara a ver un nuevo mundo mágico renovado. Un mundo libre de maldad. Pheobe apenas y salía de su cama. Todo esto había consumido a Azriel quien había entrado en u estado de rebeldía ante la vida que intentaba arrebatarle a su madre. No lo podía soportar, no lo podía aceptar. Por lo que todo aquello lo hizo volver a sus andadas y excesos.

El chico había querido llegar a compartir con su madre. Pero la noche anterior había tomado demasiado por lo que su estado no era el mejor. Aun así había llegado hasta donde ella estaba. De todo en la vida era a quien más amaba en el mundo y la veía tan frágil, débil que ni podía verle directo a los ojos. En especial luego de sus palabras. Sabía que la estaba decepcionando. Azriel no deseaba eso, pero no encontraba la forma de evitarlo. Aun así el amor de su madre era tan grande que buscaba ser ella quien le diera aliento.

Por otro lado, su padre no era tan condescendiente. Nunca lo había sido, y ahora muchísimo menos. Lo peor era que en esta ocasión tenía toda la razón y motivos para estar así. Todo aquello había taladrado en la cabeza de Azriel. No era posible que siguiera así, al menos no que ella lo viera en ese estado. El chico frustrado y triste caminaba por la calle con el corazón hecho añicos. Iba camino a ver a Mary, habían tenido un año ocupado, pero no dejaba de ser su aniversario. Sin contar de tener que aguantar la presencia insoportable de Nicholas. A quien aceptaba, pero definitivamente no le agradaba. Dentro de sus bolsillos tenía una cajita con una cadenita de regalo. Solo que su rostro no reflejaba alegría, más bien amargura. Golpeó la puerta de la casa donde la joven vivía y espero.  Seco rápido una lágrima que se le había escapado e intento poner su mejor cara antes de que abriera la puerta. ¿Podría convencerla de que estaba bien? Aquello era tarea difícil porque Mary lo conocía muy bien.

— Hola, bonita. — Saludó cuando vio su rostro al aparecer frente a él.

El castaño no estaba pasando su mejor año, de aquello no quedaba duda. Entre su trabajo que de por sí consistía en estar en el ojo público y sus intentos por olvidar todo lo que ocurría con su mamá, estaban haciendo que su vida fuera un torbellino. Azriel no quería aceptar lo que le estaba pasando a la señora Mulciber. Estaba molesto y no podía comprender por qué de todos los miembros de su familia tuvieron que emprender emprenderla con ella que era la más inocente de todos. Ese era un vivo ejemplo de que solo deseaban el mal y que se interponían ante todos los que no siguieran su misma línea de pensamiento.

Eran unos malditos cobardes. Agradecía que todo aquello terminará, pero ni siquiera con el fin de la guerra se pudieron deshacer de aquella maldición. El castaño estaba tan rabioso que si llegaba a toparse con los responsables era capaz de envolverse en una pelea. Pero era poco probable que se los topará. Si aún seguían con vida de seguro han de estar escondidos. Como las ratas que eran.

Azriel no quería seguir así. No quería que lo último que su madre viera de él eran aquellas imágenes de un chico corrompido por los excesos. Su padre tenía razón. Solo que no sabía como hacerlo. No podía solo, no sabía si tenía la fuerza de voluntad. Lo mejor que podía hacer era cambiar de ambiente, y era 15 de junio, su aniversario de amistad con Mary. Aquello aunque pareciera tonto para algunos, le daba un poco de alegría en medio de toda la tragedia. Más cuando se daba cuenta de que la morena era su única verdadera amiga. El resto de personas que tenía a su alrededor en realidad eran más bien conocidos, e incluso algunos que seguramente solo se le acercaban por interés.

Había intentado disimular su estado de tristeza. Por fortuna no había como estaba cuando llegó a casa de sus padres, todo pálido y con el estómago revuelto. Ni tampoco cuando su padre lo regañó. Aquel ultimátum había sido el más doloroso de su vida porque no quería dejar de visitar a su mamá.  Cuando Mary salió a su encuentro notó lo arreglada que se encontraba. Se veía bonita, demasía bonita y no pudo evitar mirarla más de la cuenta hasta que volvió en sí con su repuesta. — Oh, pues venía a verte. Es 15 de junio. ¿Aniversario? Además, quería un poco de compañía. — Señaló con una pequeña sonrisa que aunque le costaba, el verla tan bonita le ayudo un poco. — Qué linda luces. — admitió, tenía tanta cosa en su cabeza que había olvidado que ella tenía una cita justamente hoy con Nicholas.

Mulciber necesitaba de tener junto a él a quien único podía hacer que sacara una sonrisa a pesar del estado tristeza y frustración en el que se encontraba. No quería aguar el momento importante y bonito, por eso trataba de ocultar como se sentía. Aunque sabía bien que Mary aun cuando quizás hasta pudiera regañarlo, al mismo tiempo lo comprendería, aconsejaría y no lo juzgaría.

Azriel de verdad se le había olvidado el detalle que Mary le comento que Nicholas la había invitado a salir justo el quince. Que harían su intercambio de regalos como siempre, pero más adelante. Así que en esos instantes ni le había pasado por la mente que se había arreglado tan bonita porque vería aquel chico. Había que aclarar que Mulciber aceptaba o más bien intentaba aguantar al otro chico. Pero por alguna razón se sentía diferente a como se había sentido cuando Mary tenía otros pretendientes. Se había atrevido a invitarla a salir justamente el 15 de junio. ¿De tanto día en el mes porque había tenido que ser justamente ese? Dudaba mucho que no lo supiera. No expreso lo que pensaba porque ella parecía ilusionada, y así que por ella había dicho sí a verse otro día.

El chico seguía sin caer en cuenta y no había dudado en elogiarla. — Sí, de verdad. Luces muy bien. — afirmo, pero aquel tema quedo a un lado cuando sintió ese abrazo. No dijo nada en ese momento, pero sí se había aferrado a ella más de la cuenta recostando su cara de su hombro para mantenerse así por un corto periodo de tiempo.  Cuando lo vio a los ojos había intentado de no permanecer mucho así porque iba a descubrir que algo le ocurría.

— ¿Enojarme por qué? — cuestiono. Hasta que comenzó a atar cabos que fueron confirmados por ella. — Oh no puede ser. Yo… yo lo olvidé de remate. — Decía ahora negando. — Lo siento, tengo muchas cosas en la cabeza. No pretendía arruinar nada. Espero no se moleste. Es solo que igual… — estaba por decir que se sentía solo, pero se arrepintió. — Olvídalo. ¿Tienes al menos unos minutos? ¿Digo, aunque sea para cambiar regalos y beber… una soda? — cuestiono, luego de lo pasado era mejor ni mencionar el alcohol.