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Juno
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'Cause I can do it
with a broken heart
"Esta ciudad se cae a pedazos".
Aunque Oliver llevaba escuchando la misma frase toda su vida, pero, él se sabía una persona privilegiada porque tuvo una familia unida y una infancia relativamente feliz, a pesar de que vivían en una de las zonas más empobrecidas de ciudad Tara. La vida de la familia Silva no se vio tocada por la tragedia hasta que Max, uno de sus hermanos mayores, falleció en un tiroteo entre pandillas. Después de la muerte de Max, Oliver se dedicó a mantener un bajo perfil, ocupándose únicamente de sus estudios, pues lo único que deseaba era ahorrarles más disgustos a sus padres y, de paso, ser el primer miembro de la familia en asistir a la universidad. Actualmente, Oliver trabaja en el hospital de la ciudad, convencido de que todos sus sacrificios han valido la pena.
En cambio, Jess aprendió rápido que la única forma de sacar algo de provecho de esta ciudad era manejándose fuera de la ley, torciendo las adversidades a su favor. Huérfano desde pequeño, dejó el último semestre de la escuela para buscar sustento para su abuela y su hermana menor, la única familia que le quedaba. Encontró lo que buscaba en las calles de Tara, donde su tenacidad y astucia lo hizo llamar la atención de Ben Carson, quien lo unió a sus filas y lo tomó bajo su protección, al ver que Jess tenía mucho potencial. Jess no demoró demasiado en probar su valía y también en ganarse la confianza de Ben Carson, asentando su puesto dentro de la banda.
Pero, a pesar de que parecía tener todo bajo control, Jess guardaba un secreto. Uno que tan sólo sabía su hermana Lily y también su difunta abuela. Jess estaba enfermo, una enfermedad congénita que aquejaba su corazón. Sabiendo que en el mundo criminal no estaba permitido tener debilidades, lleva ocultándolo lo mejor que puede, pero no siempre es sencillo conseguir medicinas cuando el sistema hospitalario estaba tan precarizado en la ciudad. El problema para Jess era que, a diferencia de sus conocidos y su círculo usual, era mucho más difícil mentirle a un médico sobre lo grave que estaba.
A Oliver no le tomó más que un par de estudios para comprobar lo que sospechaba: Jess estaba más grave de lo que parecía. Lo que al principio fue un encuentro con un paciente difícil, empezó a convertirse en una vuelca de tuerca para la que ninguno de los dos estaba realmente preparado.
Aunque Oliver llevaba escuchando la misma frase toda su vida, pero, él se sabía una persona privilegiada porque tuvo una familia unida y una infancia relativamente feliz, a pesar de que vivían en una de las zonas más empobrecidas de ciudad Tara. La vida de la familia Silva no se vio tocada por la tragedia hasta que Max, uno de sus hermanos mayores, falleció en un tiroteo entre pandillas. Después de la muerte de Max, Oliver se dedicó a mantener un bajo perfil, ocupándose únicamente de sus estudios, pues lo único que deseaba era ahorrarles más disgustos a sus padres y, de paso, ser el primer miembro de la familia en asistir a la universidad. Actualmente, Oliver trabaja en el hospital de la ciudad, convencido de que todos sus sacrificios han valido la pena.
En cambio, Jess aprendió rápido que la única forma de sacar algo de provecho de esta ciudad era manejándose fuera de la ley, torciendo las adversidades a su favor. Huérfano desde pequeño, dejó el último semestre de la escuela para buscar sustento para su abuela y su hermana menor, la única familia que le quedaba. Encontró lo que buscaba en las calles de Tara, donde su tenacidad y astucia lo hizo llamar la atención de Ben Carson, quien lo unió a sus filas y lo tomó bajo su protección, al ver que Jess tenía mucho potencial. Jess no demoró demasiado en probar su valía y también en ganarse la confianza de Ben Carson, asentando su puesto dentro de la banda.
Pero, a pesar de que parecía tener todo bajo control, Jess guardaba un secreto. Uno que tan sólo sabía su hermana Lily y también su difunta abuela. Jess estaba enfermo, una enfermedad congénita que aquejaba su corazón. Sabiendo que en el mundo criminal no estaba permitido tener debilidades, lleva ocultándolo lo mejor que puede, pero no siempre es sencillo conseguir medicinas cuando el sistema hospitalario estaba tan precarizado en la ciudad. El problema para Jess era que, a diferencia de sus conocidos y su círculo usual, era mucho más difícil mentirle a un médico sobre lo grave que estaba.
A Oliver no le tomó más que un par de estudios para comprobar lo que sospechaba: Jess estaba más grave de lo que parecía. Lo que al principio fue un encuentro con un paciente difícil, empezó a convertirse en una vuelca de tuerca para la que ninguno de los dos estaba realmente preparado.
× × × × × × × × × × ×
C R O N O L O G Í A
Jess Owens 25 años — Delincuente — Jack Kilmer — Minerva | Oliver Silva 25 años — Médico — Manu Ríos — Juno |
ONE ON ONE — ORIGINAL — REALISTA
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Late Emergency
Chapter I
Oliver era muy bueno con las caras. Isaac, su hermano mayor, siempre le decía que él nunca olvidaba un rostro, que tenía memoria de elefante. Oliver solía replicarle que era un exagerado, pero sí era cierto que tenía mejor memoria con los rostros que con los nombres. En más de una ocasión reconocía los rostros de sus pacientes en la calle, aunque solía dejar que ellos le saludasen primero.
Por eso, cuando la doctora Moore, la jefa de emergencias, le pidió que revisara a un paciente que acababan de estabilizar, el nombre que estaba en la carpeta al principio no le dijo nada. Pero cuando corrió la cortina, le bastó un vistazo para darse cuenta que conocía a la persona que estaba recostada en la camilla. Oliver no había sido la persona más popular en la escuela, pero era difícil no reconocer a alguien que había estado en su salón durante varios años consecutivos.
Revisó de nuevo el nombre que venía en el archivo, dispuesto a no olvidarlo a partir de ahora. Jess Owens. Recordaba que solía sentarse hasta el último en la fila y también se saltaba las clases de vez en cuando. Oliver tenía un mal concepto de él, aunque no podía decir que se hubieran conocido muy bien.
Oliver volvió a leer las últimas anotaciones del archivo, diciendo que, a pesar de las revisiones, no había heridas de bala, ni tampoco rasgos de peleas o altercados. Lo que leyó en la última línea fue tan contundente que Oliver volvió a mirarlo.
—Buenas noches… —dijo, acercándose despacio a la camilla. Oliver no estaba seguro si, a diferencia suya, Jess lo recordaba. Aunque le parecía que había sido ayer, en realidad había pasado mucho desde que se graduaron ambos de la escuela—. ¿Cómo te sientes? Con la medicina que administramos deberías sentirte mejor.
Los signos parecían estables, pero los que tenía cuando había llegado no lo eran. ¿Había venido solo? No parecía lógico, de seguro no había estado en sus cinco sentidos al momento de llegar a emergencias.
Por eso, cuando la doctora Moore, la jefa de emergencias, le pidió que revisara a un paciente que acababan de estabilizar, el nombre que estaba en la carpeta al principio no le dijo nada. Pero cuando corrió la cortina, le bastó un vistazo para darse cuenta que conocía a la persona que estaba recostada en la camilla. Oliver no había sido la persona más popular en la escuela, pero era difícil no reconocer a alguien que había estado en su salón durante varios años consecutivos.
Revisó de nuevo el nombre que venía en el archivo, dispuesto a no olvidarlo a partir de ahora. Jess Owens. Recordaba que solía sentarse hasta el último en la fila y también se saltaba las clases de vez en cuando. Oliver tenía un mal concepto de él, aunque no podía decir que se hubieran conocido muy bien.
Oliver volvió a leer las últimas anotaciones del archivo, diciendo que, a pesar de las revisiones, no había heridas de bala, ni tampoco rasgos de peleas o altercados. Lo que leyó en la última línea fue tan contundente que Oliver volvió a mirarlo.
—Buenas noches… —dijo, acercándose despacio a la camilla. Oliver no estaba seguro si, a diferencia suya, Jess lo recordaba. Aunque le parecía que había sido ayer, en realidad había pasado mucho desde que se graduaron ambos de la escuela—. ¿Cómo te sientes? Con la medicina que administramos deberías sentirte mejor.
Los signos parecían estables, pero los que tenía cuando había llegado no lo eran. ¿Había venido solo? No parecía lógico, de seguro no había estado en sus cinco sentidos al momento de llegar a emergencias.
2:15AM — Hospital — Con Jess
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Late Emergency
Chapter I
Jess estaba asustado.
Por lo general podía hacer su vida normal sin darle mucha importancia a su problemita, como solía decirle Lily para no decirlo en voz alta. Su corazón por lo general aguantaba bastante bien, pero ese día lo había traicionado justo cuando se estaba enfrentando a una banda rival.
Esperaba que hubieran pensado que le habían dado un muy buen golpe y por eso había caído, pero sus compañeros debían haberse asustado o no lo habrían llevado hasta el hospital. Por suerte ninguno se había quedado, a nadie le gustaba responder preguntas en el hospital, ya fuera de doctores o de policías.
Así que no tenía por qué mentir para cubrir su mayor secreto: su enfermedad del corazón.
Con suerte lo atendería uno de esos doctores a los que poco le importaban los pacientes y cuando viera sus signos normales, lo dejaría ir.
Sin embargo, cuando se corrió la cortina de su camilla y vio al médico que le tocaba tuvo que tragar grueso.
Lo recordaba. Oliver. Había sido compañero suyo. Uno de los listos de la clase. Nunca habían sido particularmente cercanos, Jess no tenía las mejores juntas desde el colegio. Así que había llegado a doctor. No podía decir que le extrañara.
—Estoy mejor —dijo con toda la certeza de la que fue capaz. —Mis amigos son unos exagerados, no había razón para venir hasta acá y molestarlo, doctor, seguro que tiene mucho trabajo...
Tal vez Oliver no lo había reconocido. ¿Por qué iba a recordar a uno de los chicos mal portados de su clase?
2:15AM — Hospital — Con Jess
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Late Emergency
Chapter I
Oliver se humedeció los labios, mientras decidía qué hacer. Había muchos de sus colegas que podían agarrar las mentiras de los pacientes al tiro, pero él no era el más experto en eso. La doctora Moore en alguna ocasión le había dicho que todo esto era porque a Oliver le gustaba tener fe en la gente, porque creía en su bondad. Oliver sabía que no era buena idea fiarse de la bondad de nadie en esta ciudad, precisamente porque eso escaseaba. Sin embargo, en esta ocasión tenía el presentimiento de que Jess Owens le estaba mintiendo.
Sobre todo porque no era posible que ignorara su enfermedad. Los valores que estaban ahí escritos no mentían, lo que tenía Jess no era un simple resfrío. Así que esa aparente tranquilidad, hablando de sus amigos que lo habían traído a emergencias, tenía que ser una maldita puesta en escena.
—]Si estás mejor es porque te administramos medicina a tiempo. Fue una suerte que te trajeran en el momento justo —dijo, mientras volvía a mirar los apuntes del médico que lo había atendido. Oliver tenía ahí todas las respuestas, pero no sabía cómo iniciar la conversación—. No tenías ninguna herida aparente, así que te hicieron todos los exámenes pertinentes para ver qué sucedía, Jess. Sí lo recuerdas, ¿o no? Te sentabas hasta el último asiento del salón, la profesora de ciencias te alucinaba cada vez que llegabas tarde.
Oliver le regaló una tímida sonrisa, esperando que eso contase. Quizás si le contaba alguna anécdota escolar le permitiría a Jess bajar la guardia y escuchar lo que él le tenía que decir.
No era posible que Jess descubriera en este momento la enfermedad que tenía, no eran síntomas que aparecían de pronto. Eso tenía tiempo.
—¿Estás solo ahora? ¿Hay alguien de tu familia esperando? —preguntó con dudas. Oliver creía recordar que Jess tenía una hermana menor, pero que ambos vivían con sus abuelos, porque eran huérfanos. O tal vez estaba equivocado, porque eran historias que abundaban entre sus compañeros de clase. O en toda la escuela. Oliver era el único de su círculo de amigos de la escuela que tenía a sus padres juntos y, encima de todo, que tenían una buena relación. Siempre valoró lo unida que era su familia, al menos antes de la muerte de Max.
Sobre todo porque no era posible que ignorara su enfermedad. Los valores que estaban ahí escritos no mentían, lo que tenía Jess no era un simple resfrío. Así que esa aparente tranquilidad, hablando de sus amigos que lo habían traído a emergencias, tenía que ser una maldita puesta en escena.
—]Si estás mejor es porque te administramos medicina a tiempo. Fue una suerte que te trajeran en el momento justo —dijo, mientras volvía a mirar los apuntes del médico que lo había atendido. Oliver tenía ahí todas las respuestas, pero no sabía cómo iniciar la conversación—. No tenías ninguna herida aparente, así que te hicieron todos los exámenes pertinentes para ver qué sucedía, Jess. Sí lo recuerdas, ¿o no? Te sentabas hasta el último asiento del salón, la profesora de ciencias te alucinaba cada vez que llegabas tarde.
Oliver le regaló una tímida sonrisa, esperando que eso contase. Quizás si le contaba alguna anécdota escolar le permitiría a Jess bajar la guardia y escuchar lo que él le tenía que decir.
No era posible que Jess descubriera en este momento la enfermedad que tenía, no eran síntomas que aparecían de pronto. Eso tenía tiempo.
—¿Estás solo ahora? ¿Hay alguien de tu familia esperando? —preguntó con dudas. Oliver creía recordar que Jess tenía una hermana menor, pero que ambos vivían con sus abuelos, porque eran huérfanos. O tal vez estaba equivocado, porque eran historias que abundaban entre sus compañeros de clase. O en toda la escuela. Oliver era el único de su círculo de amigos de la escuela que tenía a sus padres juntos y, encima de todo, que tenían una buena relación. Siempre valoró lo unida que era su familia, al menos antes de la muerte de Max.
2:15AM — Hospital — Con Jess
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Chapter I
Mierda.
Oliver sí que lo había reconocido.
Jess resopló y se incorporó un poco en la camilla, mirando a su alrededor.
—No creí que te acordaras de un perdedor como yo —comentó, dedicándole una media sonrisa. —No es una sorpresa que el chico más listo de la clase sea doctor ahora.
Lo malo era que seguía siendo listo, y no se iba a dejar engañar. Al menos, no parecía haber nadie cerca para escucharlo.
—Estoy solo —replicó finalmente. —Así que puedes decirme con calma que mi corazón no funciona bien, pero no se lo puedes decir a nadie más, ¿de acuerdo? Me lo debes. Por eso de la confidencialidad con el cliente o como se diga.
Estaba seguro de que no era así, que eso era para abogados, pero no sabía cómo se llamaba en los médicos.
Miró a Oliver esperando una reacción. Ya él sabía que su corazón no estaba bien, no era niguna noticia nueva. Esto debía ser porque no había podido conseguir suficientes medicamentos la última vez. Nunca le había dicho a Ben que los necesitaba. Quería seguir siendo un hombre del Mercado Negro, y eso lo habría convertido en un usuario.
Jess no podía permitirse verse débil. Lily dependía de él. Él mismo dependía de su reputación.
—¿Qué es esta vez? —preguntó, como si no tuviera mayor importancia—¿La válvula? ¿La arteria? ¿Tienes que trasplantarme ya mismo?
Estaba seguro que no podía ser nada tan grave. Era la falta de regularidad con los medicamentos que le había fallar en el momento menos apropiado.
2:15AM — Hospital — Con Jess
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Late Emergency
Chapter I
El primer instinto de Oliver fue decirle que no era un perdedor. Sin embargo, sí era cierto que durante toda su época escolar, Oliver juzgaba duramente a Jess y a toda su banda de amigos. Oliver no entendía cómo era que, en lugar de estudiar y tratar de buscarse una mejor vida, lo que aspiraban era ser parte de alguna pandilla, o peor, de alguna de las mafias que estaban sangrando esta ciudad desde siempre.
Así que carraspeó y negó con la cabeza, sintiéndose avergonzado al escuchar que le llamaba el más listo de la clase. ¿Hacía cuánto que nadie lo llamaba de esa manera? Le hacía ver el paso del tiempo.
—Me costó varias noches de insomnio, pero aquí estamos —dijo, con una media sonrisa, mientras escuchaba lo que quería saber. Tal y como pensaba, Jess no era ningún estúpido que vivía en ignorancia, sí sabía que estaba enfermo.
Lo que no le gustaba a Oliver era la resignación con lo que hablaba. Sobre todo cuando le pidió secretismo. Quiso explicarle que eso de la confidencialidad no funcionaba así, mucho menos con amenazas, que en casos de alta gravedad estaba obligado a informar a los familiares. Y el caso de Jess sí que parecía de alta gravedad.
—Si estás consciente de tu propia enfermedad, no creo que haga falta llamar a tus familiares por ahora. Pero entonces te dejaré en reposo como mínimo una hora más, para que puedas valerte por tu cuenta e ir a casa —Oliver sabía que las camillas en emergencias escaseaban, pero si él daba la orden de que le administraran a Jess un rato más los sueros para terminar de estabilizarlo, nadie iba a cuestionarlo.
Además, esa sólo era una solución temporal. Jess tenía otras cosas de qué preocuparse.
—Los exámenes parecen indicar que hay daño en dos de las válvulas del corazón, pero para saber cuánto tengo que hacerte una referencia para cardiología. ¿Te estás tomando la medicación? —Oliver tenía a mano las medicinas que le habían administrado vía intravenosa. En el hospital siempre estaban escasos de medicamentos y era una suerte que justo tenían dosis suficiente este mes. Pero no se engañaba, sabía que esa no era la norma del hospital, ni de la ciudad, por supuesto. En Tara, todo escaseaba, a menos que tuvieras el dinero suficiente para pagar por ello, o las armas suficientes para tomarlo por la fuerza.
Así que carraspeó y negó con la cabeza, sintiéndose avergonzado al escuchar que le llamaba el más listo de la clase. ¿Hacía cuánto que nadie lo llamaba de esa manera? Le hacía ver el paso del tiempo.
—Me costó varias noches de insomnio, pero aquí estamos —dijo, con una media sonrisa, mientras escuchaba lo que quería saber. Tal y como pensaba, Jess no era ningún estúpido que vivía en ignorancia, sí sabía que estaba enfermo.
Lo que no le gustaba a Oliver era la resignación con lo que hablaba. Sobre todo cuando le pidió secretismo. Quiso explicarle que eso de la confidencialidad no funcionaba así, mucho menos con amenazas, que en casos de alta gravedad estaba obligado a informar a los familiares. Y el caso de Jess sí que parecía de alta gravedad.
—Si estás consciente de tu propia enfermedad, no creo que haga falta llamar a tus familiares por ahora. Pero entonces te dejaré en reposo como mínimo una hora más, para que puedas valerte por tu cuenta e ir a casa —Oliver sabía que las camillas en emergencias escaseaban, pero si él daba la orden de que le administraran a Jess un rato más los sueros para terminar de estabilizarlo, nadie iba a cuestionarlo.
Además, esa sólo era una solución temporal. Jess tenía otras cosas de qué preocuparse.
—Los exámenes parecen indicar que hay daño en dos de las válvulas del corazón, pero para saber cuánto tengo que hacerte una referencia para cardiología. ¿Te estás tomando la medicación? —Oliver tenía a mano las medicinas que le habían administrado vía intravenosa. En el hospital siempre estaban escasos de medicamentos y era una suerte que justo tenían dosis suficiente este mes. Pero no se engañaba, sabía que esa no era la norma del hospital, ni de la ciudad, por supuesto. En Tara, todo escaseaba, a menos que tuvieras el dinero suficiente para pagar por ello, o las armas suficientes para tomarlo por la fuerza.
2:15AM — Hospital — Con Jess
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Chapter I
Odiaba ver a los médicos para que le dijeran lo que ya sabía: su corazón cada vez funcionaba menos y eventualmente dejaría de funcionar. Necesitaba un transplante, pero para tener un transplante en Tara había que tener recursos.
Recursos que Jess no tenía ni iba a tener nunca.
Desvió la mirada ante su pregunta.
—No he podido adquirir los medicamentos estas últimas semanas —admitió de mala gana. Ben lo habría ayudado si le hubiera dicho, pero Jess no quería que su jefe lo tuviera entre algodones. Si sabía de su condición lo iba a tomar en cuenta antes de asignarle trabajos, y Jess no quería ser menos en la pandilla —Así que no, doctor, no me he tomado la medicación.
Volvió a mirar a Oliver a los ojos, retándolo a regañarlo. Si el hospital le diera la medicación se la tomaría. Igual eso no era culpa de Oliver ni de ninguno de los doctores. Así era el sistema. Solo algunos medicamentos eran subvencionados, y no lo sde las enfermedades menos comunes como la suya.
—Es lo que hay, Oliver —añadió, encogiéndose de hombros. —Estoy seguro de que no soy el único caso así que conoces.
No podía evitar su pose retadora, aunque nada de eso fuera culpa de su viejo compañero. Ni el pésimo sistema ni su corazón defectuoso. Pero una parte de él quería que entendiera que por más que lo regañara no podía hacer nada para mejorar su situación.
2:15AM — Hospital — Con Jess
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Chapter I
Oliver supo que eran malas noticias en el momento en que Jess desvió la mirada antes de responder. Quizás no era bueno descubriendo cuando la gente le mentía, pero era bueno observando. Y, en este momento, todo el cuerpo de Jess estaba hablando por él. Se veía incómodo, sus manos estaban tensas, aferradas a la camilla y los nudillos estaban blancos.
Así que no le sorprendió cuando le dijo que no se estaba tomando la medicación. Pero eso no evitó que se preocupara al escucharlo. En estos casos, lo ideal sería un transplante de corazón, pero eso era impensable. Oliver no había visto un transplante de corazón desde que empezó la residencia. La lista de espera era interminable y la gente que tenía más recursos salía de Tara a probar suerte en otros hospitales.
Pero Oliver sabía que, si se estuviera tomando la medicación, su corazón estaría un poco más estable. Oliver apretó los labios, mientras veía la mirada retadora de Jess. Esa expresión sí que la recordaba, en especial cuando se saltaba clases o lo llamaban frente a toda la clase al despacho del director.
—Puedo hacerte la receta y buscarla en la farmacia para ti —dijo de pronto, en un impulso, sin saber exactamente por qué lo había dicho. Quizás porque era plena madrugada, porque conocía a Jess de su época escolar o porque Oliver estaba cansado de esta mierda de sistema. Sabía que si hacía la receta e iba a la farmacia a estas horas, nadie iba a hacer preguntas. Muchos médicos lo hacían, tan sólo descontaban al seguro o de parte de su salario del mes las medicinas que sacaban. Oliver sabía que algunos, quienes tenían familiares con enfermedades crónicas, incluso tenían medicinas reservadas desde antes que llegaran los embarques. A él le parecía algo dudosamente gris, pero estaba normalizado. ¿Qué más daba si lo hacía él también? Sólo por esta vez—: Pero me gustaría que a cambio prometieras venir para los estudios en cardiología. ¿Cuándo fue la última vez que te los hiciste?
Oliver podía imaginarse una respuesta tan terrible como la de la medicación. Estaba seguro que si Jess o alguien de su familia sacaba la cita de manera normal, le darían fecha para unos dos o tres meses. Pero si Oliver hacía el papeleo administrativo, podría agilizar la situación. Además, conocía a Sonny de cardiología, le debía un par de favores.
—¿Qué dices, Jess? —preguntó Oliver, buscando su mirada—. ¿Tenemos un trato o no?
Si su hermano Isaac pudiera verlo en este instante, se burlaría de él, porque estaba haciendo justo lo que Oliver siempre decía que estaba prohibido en Tara: no se podía hacer tratos con mafiosos.
Así que no le sorprendió cuando le dijo que no se estaba tomando la medicación. Pero eso no evitó que se preocupara al escucharlo. En estos casos, lo ideal sería un transplante de corazón, pero eso era impensable. Oliver no había visto un transplante de corazón desde que empezó la residencia. La lista de espera era interminable y la gente que tenía más recursos salía de Tara a probar suerte en otros hospitales.
Pero Oliver sabía que, si se estuviera tomando la medicación, su corazón estaría un poco más estable. Oliver apretó los labios, mientras veía la mirada retadora de Jess. Esa expresión sí que la recordaba, en especial cuando se saltaba clases o lo llamaban frente a toda la clase al despacho del director.
—Puedo hacerte la receta y buscarla en la farmacia para ti —dijo de pronto, en un impulso, sin saber exactamente por qué lo había dicho. Quizás porque era plena madrugada, porque conocía a Jess de su época escolar o porque Oliver estaba cansado de esta mierda de sistema. Sabía que si hacía la receta e iba a la farmacia a estas horas, nadie iba a hacer preguntas. Muchos médicos lo hacían, tan sólo descontaban al seguro o de parte de su salario del mes las medicinas que sacaban. Oliver sabía que algunos, quienes tenían familiares con enfermedades crónicas, incluso tenían medicinas reservadas desde antes que llegaran los embarques. A él le parecía algo dudosamente gris, pero estaba normalizado. ¿Qué más daba si lo hacía él también? Sólo por esta vez—: Pero me gustaría que a cambio prometieras venir para los estudios en cardiología. ¿Cuándo fue la última vez que te los hiciste?
Oliver podía imaginarse una respuesta tan terrible como la de la medicación. Estaba seguro que si Jess o alguien de su familia sacaba la cita de manera normal, le darían fecha para unos dos o tres meses. Pero si Oliver hacía el papeleo administrativo, podría agilizar la situación. Además, conocía a Sonny de cardiología, le debía un par de favores.
—¿Qué dices, Jess? —preguntó Oliver, buscando su mirada—. ¿Tenemos un trato o no?
Si su hermano Isaac pudiera verlo en este instante, se burlaría de él, porque estaba haciendo justo lo que Oliver siempre decía que estaba prohibido en Tara: no se podía hacer tratos con mafiosos.
2:15AM — Hospital — Con Jess
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Chapter I
¿Conseguir la medicina por él?
Jess arqueó una ceja, incrédulo.
—Sabes que es un medicamento muy controlado, solo dan cierto número por paciente según los plazos, ya no tengo medicinas disponibles —le aclaró por si no lo había entendido. Por Oliver trabajaba ahí, tenía que conocer el sistema. Si lo había dicho era porque podía hacerlo—Pero por supuesto que si puedes conseguirlas por mí estoy en tus manos.
Nunca sabía cuándo podría conseguir de nuevo su medicina, ni cuánto iba a aguantar su corazón sin ella. Así que debía lanzarse a por ella cuando tuviera oportunidad.
Así que si Oliver se la podía conseguir.
—Una vez que traigas la medicina —lo retó —,solo debes decirme la hora y la fecha, y estaré aquí. Pero tampoco tengo un seguro que cubra esos exámenes.
Tenía curiosidad de ver cuánto podría lograr realmente Oliver. Le parecía que tenía buenas intenciones, pero Jess sabía que las buenas intenciones podían lograr poco.
Oliver había sido un buen estudiante, y, según lo que Jess recordaba, era una buena persona. Del tipo que se metía en líos en el colegio por defender gente, y al que nadie tomaba muy en serio por ser un nerd que siempre sacaba buenas notas. Venía de una famila buena y completa.
Jess debía admitir que le causaba curiosidad.
2:15AM — Hospital — Con Jess
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Chapter I
Jess parecía tener muy claro qué pasaba con su medicamento, eso quería decir que debía de haber ocasiones en que, a pesar de que se acercaba a la farmacia, no había disponible. Oliver odiaba el maldito sistema, por eso no podía culpar del todo a sus colegas que rebuscaban entre los propios beneficios que tenían los doctores para ayudar a sus familiares.
Al principio le parecía espantoso, pero Oliver nunca había estado en esa posición, sus padres hasta el momento gozaban de buena salud, lo mismo que su hermano Isaac. La única vez que tuvieron una emergencia hospitalaria fue cuando debieron operar a Max por el disparo que recibió poco antes de morir. Pero Oliver no tenía la más mínima idea de qué significaba que tu vida dependiera de una medicina, como Jess.
—Creo que puedo conseguirte dosis completa para un mes… —Oliver se imaginaba la cara que iban a poner en la farmacia cuando lo vieran firmar la solicitud. Que sería la comidilla de los pasillos, porque sus colegas solían meterse con él por ser muy pesado con hacer lo correcto—: Por el costo de los exámenes no te preocupes, el de cardiología y laboratorio me deben unos cuantos favores. Pero es importante que tengas los resultados cuanto antes.
Oliver sabía que sonaba razonable, pero no se imaginaba a Jess siguiendo las indicaciones y plan de tratamiento a la perfección. No solamente por la falta de solvencia económica, sino también por la vida que llevaba.
Dudaba muchísimo que Ben Carson le diera vacaciones o baja por enfermedad a sus empleados. La única vez que él y Wang, su mejor amigo, habían tenido una discusión abiertamente, fue porque a Wang se le ocurrió defender a Ben Carson. Aunque Oliver le había echado la mano más de una vez a Wang en la clínica clandestina, nunca había querido tratar con el tráfico de medicamentos. Si en alguna ocasión tenía la mala suerte de conocer en persona a Carson, de seguro que no aguantaría las ganas de decirle lo miserable que era.
—Entonces, ¿tenemos un trato? Puedo arreglar que los exámenes se hagan la próxima semana, mientras consigo que te hagan un hueco en cardiología —Oliver quería que supiera que hablaba en serio, si no se presentara a los exámenes, sería capaz de buscarlo al mismísimo Mercado Negro—: Si no vienes, tendré que ir a buscarte a tu trabajo.
Quiso sonar más amenazante de la cuenta, pero sabía que no lo había logrado. Oliver no podría amenazar a nadie, mucho menos alguien como Jess que estaba acostumbrado a la vida criminal de Tara.
Al principio le parecía espantoso, pero Oliver nunca había estado en esa posición, sus padres hasta el momento gozaban de buena salud, lo mismo que su hermano Isaac. La única vez que tuvieron una emergencia hospitalaria fue cuando debieron operar a Max por el disparo que recibió poco antes de morir. Pero Oliver no tenía la más mínima idea de qué significaba que tu vida dependiera de una medicina, como Jess.
—Creo que puedo conseguirte dosis completa para un mes… —Oliver se imaginaba la cara que iban a poner en la farmacia cuando lo vieran firmar la solicitud. Que sería la comidilla de los pasillos, porque sus colegas solían meterse con él por ser muy pesado con hacer lo correcto—: Por el costo de los exámenes no te preocupes, el de cardiología y laboratorio me deben unos cuantos favores. Pero es importante que tengas los resultados cuanto antes.
Oliver sabía que sonaba razonable, pero no se imaginaba a Jess siguiendo las indicaciones y plan de tratamiento a la perfección. No solamente por la falta de solvencia económica, sino también por la vida que llevaba.
Dudaba muchísimo que Ben Carson le diera vacaciones o baja por enfermedad a sus empleados. La única vez que él y Wang, su mejor amigo, habían tenido una discusión abiertamente, fue porque a Wang se le ocurrió defender a Ben Carson. Aunque Oliver le había echado la mano más de una vez a Wang en la clínica clandestina, nunca había querido tratar con el tráfico de medicamentos. Si en alguna ocasión tenía la mala suerte de conocer en persona a Carson, de seguro que no aguantaría las ganas de decirle lo miserable que era.
—Entonces, ¿tenemos un trato? Puedo arreglar que los exámenes se hagan la próxima semana, mientras consigo que te hagan un hueco en cardiología —Oliver quería que supiera que hablaba en serio, si no se presentara a los exámenes, sería capaz de buscarlo al mismísimo Mercado Negro—: Si no vienes, tendré que ir a buscarte a tu trabajo.
Quiso sonar más amenazante de la cuenta, pero sabía que no lo había logrado. Oliver no podría amenazar a nadie, mucho menos alguien como Jess que estaba acostumbrado a la vida criminal de Tara.
2:15AM — Hospital — Con Jess
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Late Emergency
Chapter I
Bueno, Oliver parecía un hombre insistente y de recursos. Jess arqueó una ceja. Si de verdad le podía conseguir sus medicamentos y los exámenes, era una suerte que se hubiera cruzado con él. Aunque no pensaba decirle a Lily lo que había pasado. Se asustaría mucho si supiera que lo tuvieron que llevar de emergencia otra vez.
Su hermana se preocupaba siempre por él, por más que Jess intentaba ser él quien cuidara de ella y que estuviera tranquila. Ahora que tenía un trabajo por lo menos pasaba más distraída y menos pendiente de él.
—Eres algo muy impresionante, Doctor Oliver —replicó. Le habría gustado levantarse de la cama para encararlo, pero seguía ahí atado por todos los aparatos que lo estaban monitoreando—Si de verdad puedes hacer eso... Tendré que invitarte a cenar o algo así.
Suspiró ante la pregunta. No tenía otra opción.
—Pues tenemos un trato —aceptó—,tú solo escríbeme para decirme dónde y cuándo, y llegaré. O puede que te ponga a prueba y espere a ver si de verdad vas a buscarme.
Le guiñó un ojo. Tan solo quería meterse con él. Le estaba agradecido, pero siempre era difícil e incómodo hablar de su corazón. No había mucho que se pudiera hacer. Siempre era incómodo cuando la gente se daba cuenta de que se iba a morir y no podían hacer nada al respecto.
—O puede que te ponga a prueba y espere a ver si de verdad vas a buscarme—añadió.
Luego se rió. Oliver nunca lo iba a tomar en serio a ese paso.
2:15AM — Hospital — Con Jess
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The Black Market
Chapter II
Aunque Jess sí que se había hecho todos sus exámenes, tal y como le prometió a Oliver, éste nunca regresó a buscar sus resultados. Lo que era aún peor, ni siquiera se había presentado a la cita de cardiología que Oliver, jugando con los favores que le debían algunos de sus colegas, le había conseguido con mucho esfuerzo.
Oliver recordaba cómo Jess había alardeado incluso de agradecerle con una estúpida cena y él, cada vez que se acordaba, se sentía furioso. No se había sentido tan burlado y humillado en mucho tiempo. Se había quedado con los exámenes de Jess, los tenía en el primer cajón de su mesita de noche, en su casa. Esa noche, como salía antes de medianoche, decidió que tenía que decirle a Jess Owens todo lo que se merecía.
Aunque conocía bien, como todos en esta zona de la ciudad, dónde estaba el Mercado Negro, Oliver nunca se había visto en necesidad de ir allí. Una vez regañó a Isaac porque éste fue a buscar unas piezas que necesitaba para su taller mecánico. Isaac le dijo que había tratado con Ben Carson en persona y que incluso lo dejó pagar a plazos, pero Oliver estaban tan enfadado que no le habló a su hermano en una semana.
Así que ahora también se sentía molesto consigo mismo porque había entrado en esas callejuelas espantosas, adentrándose en los puestos clandestinos de venta de mercancía y llegando hasta la puerta que, todo el mundo sabía, resguardaba a Ben Carson y al resto de su mundo criminal.
Dio tres toques a la puerta, como se suponía que tenía que hacer y sólo se abrió una ranura de la puerta. Oliver no reconoció a quién estaba detrás, pero le pidió una contraseña para hacerlo pasar. Contraseña que, obviamente, Oliver no tenía.
—Estoy… estoy buscando a Jess Owens. Sólo… dígale que su doctor lo está buscando, porque es un pésimo paciente —dijo, pensando que la mejor coartada que tenía era la verdad. Al menos funcionó, porque el hombre no cerró la ranura, sino que lanzó una carcajada ante semejante revelación. Oliver, por supuesto, no pensaba ceder tan fácil—: Hablo en serio. No me pienso ir hasta que salga.
Oliver no estaba seguro si funcionó o no, pero la ranura volvió a cerrarse y sí que le pareció escuchar murmullos y que mencionaban a Jess. Tan sólo esperaba que no fuera su imaginación, porque estaba expuesto allí afuera, hacía un frío de mierda y todavía no había cenado.
Oliver recordaba cómo Jess había alardeado incluso de agradecerle con una estúpida cena y él, cada vez que se acordaba, se sentía furioso. No se había sentido tan burlado y humillado en mucho tiempo. Se había quedado con los exámenes de Jess, los tenía en el primer cajón de su mesita de noche, en su casa. Esa noche, como salía antes de medianoche, decidió que tenía que decirle a Jess Owens todo lo que se merecía.
Aunque conocía bien, como todos en esta zona de la ciudad, dónde estaba el Mercado Negro, Oliver nunca se había visto en necesidad de ir allí. Una vez regañó a Isaac porque éste fue a buscar unas piezas que necesitaba para su taller mecánico. Isaac le dijo que había tratado con Ben Carson en persona y que incluso lo dejó pagar a plazos, pero Oliver estaban tan enfadado que no le habló a su hermano en una semana.
Así que ahora también se sentía molesto consigo mismo porque había entrado en esas callejuelas espantosas, adentrándose en los puestos clandestinos de venta de mercancía y llegando hasta la puerta que, todo el mundo sabía, resguardaba a Ben Carson y al resto de su mundo criminal.
Dio tres toques a la puerta, como se suponía que tenía que hacer y sólo se abrió una ranura de la puerta. Oliver no reconoció a quién estaba detrás, pero le pidió una contraseña para hacerlo pasar. Contraseña que, obviamente, Oliver no tenía.
—Estoy… estoy buscando a Jess Owens. Sólo… dígale que su doctor lo está buscando, porque es un pésimo paciente —dijo, pensando que la mejor coartada que tenía era la verdad. Al menos funcionó, porque el hombre no cerró la ranura, sino que lanzó una carcajada ante semejante revelación. Oliver, por supuesto, no pensaba ceder tan fácil—: Hablo en serio. No me pienso ir hasta que salga.
Oliver no estaba seguro si funcionó o no, pero la ranura volvió a cerrarse y sí que le pareció escuchar murmullos y que mencionaban a Jess. Tan sólo esperaba que no fuera su imaginación, porque estaba expuesto allí afuera, hacía un frío de mierda y todavía no había cenado.
10:40PM — Mercado Negro — Con Jess
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Chapter II
En el mercado negro, como en todos los fondos bajos de Tara, la reputación era todo. Jess había trabajado fuertemente en la suya. Era un chico joven pero valiente, siempre dispuesto a hacer el trabajo necesario, pero compasivo con quienes necesitaban de su ayuda. Los demás no tenían idea de que su empatía venía de que realmente sabía lo que sentían los pacientes que llegaban bucando medicinas al Mercado Negro.
Era rudo también, y nunca se le quitaba a una pelea. Así que lo consideraban valiente. Y fuerte. Tenía fama de ser fuerte a pesar de su aspecto debilucho, lo que solían usar a su favor cuando había que confrontar a alguien.
Así que no le había sido fácil procesar que uno de sus compañeros llegara a pregutnarle de la nada si estaba enfermo porque su doctor lo estaba buscando.
¿Cuál doctor?
Jess había estado enfermo mucho tiempo, pero nunca había tenido un médico de cabecera. Los doctores no se preocupaban demasiado por él porque entendían que no iba a poder acceder al tratamiento que necesitaba y no podían hacer mucho más fuera de ahí.
Así que solo podía ser uno. Solo un doctor se preocupaba tanto por él como para dirigirse hasta el Mercado Negro a buscarlo.
¡No lo podía creer!
—Qué va, es un doctor exagerado y acosador —dijo, quitándole importancia al asunto—: Iré a deshacerme de él.
Esperaba que el comentario hubiera colado, pero se apresuró a ir a la puerta. No quería que aquella visita llegara a oídos de Ben y este empezara a hacer preguntas. Cuando llegó a la puerta se deslizó fuera y miró a Oliver con reproche.
—¡¿Qué estás haciendo aquí?! —le reclamó—¿Quieres meterme en problemas?
Lo tomó del brazo y tiró de él para alejarlo un poco de la puerta, no quería que escucharan aquella discusión.
10:40PM — Mercado Negro — Con Oliver
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Chapter II
Oliver soltó un respingo cuando la puerta se abrió de par en par y dio paso a Jess. Lo primero que notó fue que Jess parecía muy molesto por su presencia, se le notaba en la cara, pero luego vinieron los reclamos y eso hizo que Oliver se enfadara todavía más.
Quiso quejarse, pero Jess tiró de él con fuerza, alejándolo de la puerta y haciéndolo avanzar hacia aquel callejón. Por suerte, Jess se detuvo justo debajo de una de las luces de la calle, porque así el escenario parecía un poco menos siniestro. Por fin, Oliver se zafó de su agarre y retrocedió un par de pasos, para encararlo mejor.
Jess sí que se veía molesto, pero Oliver también lo estaba. Hacía mucho tiempo que no se enfadaba de esa forma con una persona.
—¿Meterte en problemas? ¡Te dije que vendría a buscarte si no te presentabas! —exclamó Oliver, recordándole su última conversación. No pensaba decirle que había llegado unos minutos antes de su cita de cardiología, para conversar con su colega, en caso de que Jess se tomara a mal todo lo que éste iba a decirle. Tampoco que había retirado los exámenes cuando se dio cuenta de que no iba a ir por ellos. Oliver se sentía como un completo estúpido porque tenía como ley de vida no meterse en los asuntos de nadie que no fuese su familia y amigos, que sólo podía contar con los dedos de una mano. Pero no cumplió su propia promesa con Jess, con quien se involucró más de la cuenta—: ¡Ni siquiera buscaste tus exámenes, Jess!
Oliver quiso gritarle si lo que quería era morirse, si era por eso que estaba trabajando allí, tan sólo esperando que en un buen día le dieran un balazo. Sin embargo, se calmó, no sólo porque no quería hacer un escándalo, sino porque no era esto lo que quería.
Si se había tomado tantas molestias, era porque quería que Jess fuera a su cita.
—¿Por qué no fuiste? Todavía tienes medicina, no se te puede haber terminado —recordó Oliver, pues tenía muy claro cuánta dosis le había conseguido y por cuánto tiempo duraría.
Quiso quejarse, pero Jess tiró de él con fuerza, alejándolo de la puerta y haciéndolo avanzar hacia aquel callejón. Por suerte, Jess se detuvo justo debajo de una de las luces de la calle, porque así el escenario parecía un poco menos siniestro. Por fin, Oliver se zafó de su agarre y retrocedió un par de pasos, para encararlo mejor.
Jess sí que se veía molesto, pero Oliver también lo estaba. Hacía mucho tiempo que no se enfadaba de esa forma con una persona.
—¿Meterte en problemas? ¡Te dije que vendría a buscarte si no te presentabas! —exclamó Oliver, recordándole su última conversación. No pensaba decirle que había llegado unos minutos antes de su cita de cardiología, para conversar con su colega, en caso de que Jess se tomara a mal todo lo que éste iba a decirle. Tampoco que había retirado los exámenes cuando se dio cuenta de que no iba a ir por ellos. Oliver se sentía como un completo estúpido porque tenía como ley de vida no meterse en los asuntos de nadie que no fuese su familia y amigos, que sólo podía contar con los dedos de una mano. Pero no cumplió su propia promesa con Jess, con quien se involucró más de la cuenta—: ¡Ni siquiera buscaste tus exámenes, Jess!
Oliver quiso gritarle si lo que quería era morirse, si era por eso que estaba trabajando allí, tan sólo esperando que en un buen día le dieran un balazo. Sin embargo, se calmó, no sólo porque no quería hacer un escándalo, sino porque no era esto lo que quería.
Si se había tomado tantas molestias, era porque quería que Jess fuera a su cita.
—¿Por qué no fuiste? Todavía tienes medicina, no se te puede haber terminado —recordó Oliver, pues tenía muy claro cuánta dosis le había conseguido y por cuánto tiempo duraría.
10:40PM — Mercado Negro — Con Jess
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Chapter II
No podía creer que Oliver realmente estuviera ahí. Jess estaba seguro de que l amayoría de los doctores que lo habían visto habían terminado por pensar que daba igual que no siguiera su tratamiento. Tarde o temprano lo matarían en la calle. Si no era su corazón, sería un balazo el que terminaría con él.
Era su destino. Pero según Oliver, él le había advertido que vendría.
—No pensé que realmente fueras a venir —admitió, tratando de controlar un poco su enfado— A ningún doctor le ha importado tanto que no vaya. Sabes perfectamente por qué.
Jess sabía lo que le iban a decir en aquella cita: su corazón no servía, iba a morir tarde o temprano a menos que consiguieran un transplante para él y su seguro lo cubriera. Pero Jess no tenía ningún seguro.
A pesar de que su hermana rezaba por él a diario, Jess sabía que no tenía el tipo de vida que le ameritaría un milagro.
—Las cosas han estado complicadas por aquí —añadió.—No podía solo ausentarme sin excusa.
Si le decía a Ben que necesitaba tomarse la mañana para ir al hospital habría preguntas, y Jess no pensaba contestarlas.
Sin embargo, parecía que igual tenía que dar explicaciones, pero en este caso a un doctor sobreinvolucrado. Le agradecía muchísimo que le hubiera conseguido las medicinas, pero esto ya era otro nivel.
Jess no quería tener que darle explicaciones a nadie.
10:40PM — Mercado Negro — Con Oliver
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Chapter II
Oliver soltó un respingo cuando Jess le echó en cara que no pensaba que cumpliera su promesa. Se preguntó con qué clase de doctores había tratado desde el diagnóstico de su enfermedad. O con qué tipo de gente había tratado, en general. Oliver no creía que en el Mercado Negro se preocuparan demasiado los unos de los otros, más allá de tener que cumplir un trabajo o serles fieles a Ben Carson.
Pero Oliver no podía desentenderse de alguien que estaba enfermo. Era precisamente para eso que había estudiado medicina, el problema era que esta ciudad estaba maldita, se caía a pedazos y no tenía piedad por nadie. Miró a Jess a los ojos, fijándose en que parecía más pálido de la cuenta, quería creer que sólo se trataba de lo nervioso que estaba, porque en teoría tenía que estar tomándose la medicación.
Jess no estaba estrictamente sentenciado a muerte, pero si no seguía el tratamiento lo único que sucedería era que estaría en la lista de espera de trasplantes de corazón y ahí sí era más fácil empezar a pagar un terreno en el cementerio.
—Bueno, quizás no soy como los otros doctores que has conocido, Jess… —dijo Oliver, tratando de sonar un poco más calmado.
Se frotó las manos, espantando el frío de la calle y también los nervios que sentía. Aunque seguía muy molesto, si se peleaba más con Jess, tan sólo conseguiría justo lo contrario a sus propósitos. Jess saldría corriendo en dirección opuesta y él lo que quería era que lo escuchara.
—Está bien, estabas ocupado, pero… —Oliver tuvo que tragarse todas sus palabras relacionadas sobre su trabajo. Jess no tenía un trabajo de oficina, eso era cierto, pero también tenía que encontrar la manera de priorizar su salud—. Escucha, tengo tus exámenes, puedo conseguir que te reprogramen la cita. Todavía debes tener la medicina por unas semanas más, ¿por qué no vas a cardiología? Creo que mereces escuchar las opciones que tienes, Jess. La única verdad es que si no tomas la medicación, tu corazón empeorará, pero es bueno que conozcas qué puede suceder si sigues el tratamiento.
Oliver sabía que había una letra pequeña en ese “seguir el tratamiento”. Pero él era un doctor, estaba entrenado para buscar soluciones y no detenerse a menos que la muerte fuera segura. Y ese no era el caso de Jess, lo sabía, había revisado sus exámenes.
Pero Oliver no podía desentenderse de alguien que estaba enfermo. Era precisamente para eso que había estudiado medicina, el problema era que esta ciudad estaba maldita, se caía a pedazos y no tenía piedad por nadie. Miró a Jess a los ojos, fijándose en que parecía más pálido de la cuenta, quería creer que sólo se trataba de lo nervioso que estaba, porque en teoría tenía que estar tomándose la medicación.
Jess no estaba estrictamente sentenciado a muerte, pero si no seguía el tratamiento lo único que sucedería era que estaría en la lista de espera de trasplantes de corazón y ahí sí era más fácil empezar a pagar un terreno en el cementerio.
—Bueno, quizás no soy como los otros doctores que has conocido, Jess… —dijo Oliver, tratando de sonar un poco más calmado.
Se frotó las manos, espantando el frío de la calle y también los nervios que sentía. Aunque seguía muy molesto, si se peleaba más con Jess, tan sólo conseguiría justo lo contrario a sus propósitos. Jess saldría corriendo en dirección opuesta y él lo que quería era que lo escuchara.
—Está bien, estabas ocupado, pero… —Oliver tuvo que tragarse todas sus palabras relacionadas sobre su trabajo. Jess no tenía un trabajo de oficina, eso era cierto, pero también tenía que encontrar la manera de priorizar su salud—. Escucha, tengo tus exámenes, puedo conseguir que te reprogramen la cita. Todavía debes tener la medicina por unas semanas más, ¿por qué no vas a cardiología? Creo que mereces escuchar las opciones que tienes, Jess. La única verdad es que si no tomas la medicación, tu corazón empeorará, pero es bueno que conozcas qué puede suceder si sigues el tratamiento.
Oliver sabía que había una letra pequeña en ese “seguir el tratamiento”. Pero él era un doctor, estaba entrenado para buscar soluciones y no detenerse a menos que la muerte fuera segura. Y ese no era el caso de Jess, lo sabía, había revisado sus exámenes.
10:40PM — Mercado Negro — Con Jess
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Chapter II
Lo peor de todo es que Oliver parecía realmente convencido de que Jess tenía opciones. No sabía si realmente alguien podía ser tan optimista o si solamente pecaba de iluso.
Jess suspiró y negó, desviando la mirada.
—Oliver, no me van a decir nada nuevo —le aseguró— Mi seguro no cubre la medicación, menos cualquiera de los procedimientos que pueda necesitar.
No quería hacerse ilusiones. Sería lo peor. En especial si Lily se enteraba y creía que de verdad esta vez iban a curarlo. Jess no era nuevo en esto.
—Puedo ir a la cita si eso te hace feliz —añadió.—Pero no creas que habrá mayor diferencia con que vaya o no.
Definitivamente era un médico muy diferente a todos los que había tenido hasta ahora. A ninguno le había importado realmente. Todos daban por hecho que iba a morir joven. El propio Jess se había hecho a la idea. Era bueno que Lily ya hubiera conseguido trabajo y no dependiera de él.
—¿Eso quieres? ¿Me vas a llevar de una vez o me darás tiempo de trabajarme una cubierta de qué voy a hacer? —preguntó con un suspiro.
Tal vez era mejor rendirse de una vez. No parecía que Oliver fuera a dejarlo en paz.
10:40PM — Mercado Negro — Con Oliver
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Chapter II
Oliver estaba dispuesto a seguir peleando con Jess hasta que éste cediera, pero soltó un respingo cuando lo escuchó decir que iría a la cita. Pronunció la sonrisa al escucharlo, encantando y sintiéndose victorioso. En realidad, Oliver no tenía idea por qué se había tomado esto de manera tan personal. Quizás porque Jess había llegado a él de manera aleatoria como un recuerdo de su pasado. Se había sorprendido a sí mismo teniendo más recuerdos de Jess en la escuela de los que sopesó en un primer instante. Recordaba incluso aquella ocasión en que Jess se quedó al último en la clase de deportes y Oliver le tendió la mano antes de que se cayese. Jess, por supuesto, lo apartó y se alejó de él de malos modos. Oliver estuvo rumiando toda la tarde sobre lo estúpido que había sido al preocuparse por el rebelde de la clase, pero ahora podía ver ese gesto de otra manera.
Tal vez era eso y también porque, en estos días que tuvo los exámenes de Jess y tuvo tiempo suficiente para revisarlos, se dio cuenta de que se había deteriorado sobre todo porque no había seguido el tratamiento. Jess no tenía por qué estar condenado a muerte, había un pequeño margen que podían usar a su favor.
—Jess, por supuesto que hace diferencia. Mira, los médicos se supone que no hacemos promesas, pero técnicamente tú no vas a ser mi paciente, así que puedo prometerte que no te hará daño sólo escucharlo que el cardiólogo te va a decir. Tan sólo tienes que ir con buena actitud —dijo Oliver, tratando de no mostrarse tan emocionado.
Oliver soltó una carcajada cuando escuchó su pregunta. Por supuesto que no tenían que ir directamente al hospital, cardiología no atendía a estas horas. Pero Oliver tendría que buscar un espacio cuanto antes.
—¡Cardiología no tiene atención veinticuatro horas! —exclamó, incrédulo de lo que acababa de decir Jess—. Bueno, en realidad, tendríamos que dar gracias que tenemos servicio ininterrumpido en urgencias. Pero puedo conseguirte una nueva cita para esta semana, anda, pásame tu teléfono.
Oliver terminó la frase agitando el brazo en dirección a Jess, haciéndole ademán de que le pasara el teléfono.
Tal vez era eso y también porque, en estos días que tuvo los exámenes de Jess y tuvo tiempo suficiente para revisarlos, se dio cuenta de que se había deteriorado sobre todo porque no había seguido el tratamiento. Jess no tenía por qué estar condenado a muerte, había un pequeño margen que podían usar a su favor.
—Jess, por supuesto que hace diferencia. Mira, los médicos se supone que no hacemos promesas, pero técnicamente tú no vas a ser mi paciente, así que puedo prometerte que no te hará daño sólo escucharlo que el cardiólogo te va a decir. Tan sólo tienes que ir con buena actitud —dijo Oliver, tratando de no mostrarse tan emocionado.
Oliver soltó una carcajada cuando escuchó su pregunta. Por supuesto que no tenían que ir directamente al hospital, cardiología no atendía a estas horas. Pero Oliver tendría que buscar un espacio cuanto antes.
—¡Cardiología no tiene atención veinticuatro horas! —exclamó, incrédulo de lo que acababa de decir Jess—. Bueno, en realidad, tendríamos que dar gracias que tenemos servicio ininterrumpido en urgencias. Pero puedo conseguirte una nueva cita para esta semana, anda, pásame tu teléfono.
Oliver terminó la frase agitando el brazo en dirección a Jess, haciéndole ademán de que le pasara el teléfono.
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Chapter II
Jess desvió la mirada cuando dijo que no le haría daño oír y que tenía que ir con buena actitud. Jess sabía perfectamente que su condición no se curaba con una buena actitud. Y Oliver no tenía idea del daño que hacía escuchar que había tratamientos pero que él simplemente no podía costearlos nunca, ni aunque vendiera otro de sus órganos.
—Claro, es solo escuchar —replicó forzando la sonrisa— Pero Oliver, no tengo seguro, ya sabes lo que eso significa.
El trabajo en el Mercado Negro era totalmente informal, no podía explicar el origen de sus ingresos si fuera a pagar un seguro. Solo la gente que tenía mucho dinero ilegal podía usarlo sin levantar sospechas. Pero gente como él no podía usar un poco sin que alguien levantara alguna alarma.
—Te agradezco las medicinas que puedas facilitarme —añadió.—Y por ese agradecimiento iré a la cita que me programes. Pero tampoco quiero que te ilusiones. Tú lo deberías saber mejor que nadie. Mi hermana se ha emocionado cada vez que me dan una ciat y luego se le vuelve a romper el corazón. Los doctores no pueden hacer milagros.
Se sintió algo avergonzado de que Oliver se riera de él por pensar que podrían atenderlo a esa hora, así que le tendió su teléfono sin discutir al respecto. Luego, cuando lo vio teclear en él pensó que ahora iba a tener su número de teléfono. Nunca estaba de más tener el contacto de un médico, pero mucho menos el de uno guapo, amable y atento como él.
Oliver siempre había sido una buena persona. En el colegio lo había sido, y Jess nunca había entendido bien por qué lo era. Era un buen estudiante, podría haber ignorado a todos los demás y haberse ocupado de lo suyo.
—¿Vas a hacerme llamadas indiscretas a medianoche ahora? —preguntó con un dejo de burla mientras estiraba la mano para recuperar su teléfono. —Prometo contestar.
Se rió, y miró a su alrededor, mientras pensaba cómo iba a justificar aquella visita del médico a esas horas de la noche.
10:40PM — Mercado Negro — Con Oliver
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Chapter II
Oliver apretó los labios cuando escuchó a Jess hablar de tratamientos. Recordaba con exactitud la expresión de Norma, la farmaceuta que lo había atendido cuando fue a buscar la receta para Jess. La mujer tuvo que preguntarle dos veces si lo decía en serio cuando Oliver le dijo, sin parpadear, que lo cargase a su seguro. Casi todos los doctores lo hacían, era un privilegio poder acceder a medicinas a bajo costo, incluso si la farmacia del hospital no estaba siempre abastecida.
Lo peor de todo, fue que Oliver, por salir del paso, había cometido el error de decirle a Norma que, por favor, lo cubriera, porque las medicinas eran para una persona muy importante para él. Creyó que con eso la convencería, y funcionó, lo que no pensaba era que ahora Norma estaba convencida de que estaba saliendo con alguien y ese alguien estaba muy enfermo del corazón.
No había dejado de pensar en ello, en que su posición como doctor podía ayudar a Jess.
—Mira, con que vayas a la cita, me conformo, ¿está bien? Pero tienes que cumplir tu palabra, Jess —dijo con voz muy seria, aunque se quedó pensando en lo que Jess acababa de decir de su hermana. Se le encogía el corazón pensar en la hermana menor de Jess, la recordaba, a veces se iban juntos después de la escuela. De seguro que ella tenía que vivir angustiada al pensar que su hermano podía empeorar de un momento a otro.
Todo eso, pensó de nuevo, podía solucionarse si Jess tuviera acceso a su seguro. Oliver no lo estaba usando, él siempre había gozado de buena salud. A veces conseguía un par de cosas puntuales para su familia, pero estaba limitado a ciertos procedimientos. No podía ayudar a Isaac a pagar las citas de control de natalidad, no era el esposo de su cuñada. Oliver odiaba que, en lugar de ayudar, sólo les pusieran trabas.
Cuando le devolvió el teléfono a Jess, le sorprendió su pregunta. Más todavía que estuviera riéndose, como si fuera un chiste.
—¿Prometes contestar? Estás hablando con un médico, cubro turnos de madrugada en emergencias todo el tiempo —dijo, sonriendo con la misma malicia que él—. Para mí es como una llamada a media mañana.
Lo peor de todo, fue que Oliver, por salir del paso, había cometido el error de decirle a Norma que, por favor, lo cubriera, porque las medicinas eran para una persona muy importante para él. Creyó que con eso la convencería, y funcionó, lo que no pensaba era que ahora Norma estaba convencida de que estaba saliendo con alguien y ese alguien estaba muy enfermo del corazón.
No había dejado de pensar en ello, en que su posición como doctor podía ayudar a Jess.
—Mira, con que vayas a la cita, me conformo, ¿está bien? Pero tienes que cumplir tu palabra, Jess —dijo con voz muy seria, aunque se quedó pensando en lo que Jess acababa de decir de su hermana. Se le encogía el corazón pensar en la hermana menor de Jess, la recordaba, a veces se iban juntos después de la escuela. De seguro que ella tenía que vivir angustiada al pensar que su hermano podía empeorar de un momento a otro.
Todo eso, pensó de nuevo, podía solucionarse si Jess tuviera acceso a su seguro. Oliver no lo estaba usando, él siempre había gozado de buena salud. A veces conseguía un par de cosas puntuales para su familia, pero estaba limitado a ciertos procedimientos. No podía ayudar a Isaac a pagar las citas de control de natalidad, no era el esposo de su cuñada. Oliver odiaba que, en lugar de ayudar, sólo les pusieran trabas.
Cuando le devolvió el teléfono a Jess, le sorprendió su pregunta. Más todavía que estuviera riéndose, como si fuera un chiste.
—¿Prometes contestar? Estás hablando con un médico, cubro turnos de madrugada en emergencias todo el tiempo —dijo, sonriendo con la misma malicia que él—. Para mí es como una llamada a media mañana.
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Chapter II
Jess rió al escuchar la pregunta de Oliver. ¿Prometería contestar?
—Pues para mí igual —le respondió— A medianoche suelo estar despierto como la mayor parte de la gente a mediodía.
La verdad era que desde el colegio padecía de insomnio. Generalmente durante el día se distraía conel trajín de las clases y la casa, pero en la noche, cuando se quedaba solo en su cama, le era imposible dejar de pensar en que su corazón se iba a detener en cualquier momento. Jovencito tuvo más de un ataque de pánico cuando pensaba en eso. Ahora lo tenía más controlado, pero igual no le daba sueño.
Prefería pasarse las noches trabajando y luego dormir lo que pudiera en la mañana, arrullado por el vaivén del día a día en la casa.
Pero no le iba a contar eso a Oliver. Seguro que le mandaba pastillas para dormir también.
—Así que manteno mi palabra: prometo contestar.
Realmente dudaba que Oliver fuera a llamarlo a medianoche, por más despierto que estuviera en el hospital. Se acercó y le dio un toquecito en el hombro.
—Pero quédate tranquilo. Avísame de la cita e iré, con tal de que no vuelvas a venir a sacarme del trabajo —añadió.—¿Cuántos favores te debe el de cardiología? No será tu novio o algo así que estás tan seguro de que te va a decir que sí.
No le extrañaría que la respuesta fuera afirmativa. Siempre había escuchado que los médicos eran muy promiscuos y dados a enredarse entre sí por pasar tanto tiempo juntos en el hospital. Eran los únicos con los que coincidían en horarios.
Frunció levemente los labios, más molesto de lo que habría pensado ante la idea de Jess saliendo con alguien de cardiología. En el colegio no recordaba haberle visto pareja, ahora que lo pensaba. Y eso que siempre había sido muy guapo.
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Chapter II
Oliver se atragantó con su propio aliento cuando Jess le preguntó si acaso el cardiólogo con el que le haría cita era su novio. Quería creer que Jess se estaba metiendo con él, pero había algo demasiado malicioso en el tono que lo decía, que Oliver se sintió avergonzado. Pero no estaba apenado con Jess, sino por su propia situación sentimental. Oliver se había pasado toda la secundaria teniendo enamoramientos con los mejores amigos de sus hermanos mayores, soportando cómo Isaac y Max lo molestaban por ello. Sin embargo, nunca hizo ningún avance con nadie durante su época escolar y cuando entró a la escuela de medicina, no tenía espacio para vida social en general, mucho menos conseguirse un novio. Todavía no entendía cómo era que había gente en el hospital que lo hacía, pero Oliver, hasta el momento, no había tenido nunca pareja formal. O informal.
Sí que era bastante vergonzoso, escucharlo de boca de alguien como Jess Owens era doblemente vergonzoso.
Oliver retrocedió, recuperar su espacio personal era más que necesario en este momento. Hizo lo mejor por mantenerle la mirada a Jess, tratando de sonar lo bastante amenazante para que lo tomara en serio.
—¡No digas tonterías, Jess Owens! —exclamó a todo pulmón, zanjando la situación—: Te conseguiré la cita e irás, o juro que volveré a venir aquí a atormentarte.
Oliver se sintió un poco satisfecho cuando vio la expresión asustada de Jess, al menos parecía que creía en sus palabras. Él siguió pensando en lo mismo hasta dos días después, cuando estaba tomándose un descanso de una hora antes de doblar el turno en el hospital. No era la primera vez que lo hacía, pero esta vez no fue por voluntad propia: Wang se lo había pedido. Oliver volvió a su taquilla, para buscar su billetera y pedirse una taza de humeante café en la máquina expendedora y también para revisar su teléfono.
En ese momento era medianoche y, como era el primer momento libre que tenía en las últimas horas, decidió que le dejaría un mensaje a Jess. Le avisó, en una sola línea de texto, que tenía la cita para mañana a las dos de la tarde. Pero, angustiado al pensar que Jess no lo leería a tiempo, hizo lo prometido: llamó.
Oliver se recostó en la banca que estaba en las taquillas de los médicos y esperó hasta que escuchó el tono en la otra línea.
—¿Jess? —Oliver se dio cuenta de que acababa de cometer una tontería—. Lo siento, la hora… te dejé un mensaje, quería asegurarme que lo leyeras.
Sí que era bastante vergonzoso, escucharlo de boca de alguien como Jess Owens era doblemente vergonzoso.
Oliver retrocedió, recuperar su espacio personal era más que necesario en este momento. Hizo lo mejor por mantenerle la mirada a Jess, tratando de sonar lo bastante amenazante para que lo tomara en serio.
—¡No digas tonterías, Jess Owens! —exclamó a todo pulmón, zanjando la situación—: Te conseguiré la cita e irás, o juro que volveré a venir aquí a atormentarte.
Oliver se sintió un poco satisfecho cuando vio la expresión asustada de Jess, al menos parecía que creía en sus palabras. Él siguió pensando en lo mismo hasta dos días después, cuando estaba tomándose un descanso de una hora antes de doblar el turno en el hospital. No era la primera vez que lo hacía, pero esta vez no fue por voluntad propia: Wang se lo había pedido. Oliver volvió a su taquilla, para buscar su billetera y pedirse una taza de humeante café en la máquina expendedora y también para revisar su teléfono.
En ese momento era medianoche y, como era el primer momento libre que tenía en las últimas horas, decidió que le dejaría un mensaje a Jess. Le avisó, en una sola línea de texto, que tenía la cita para mañana a las dos de la tarde. Pero, angustiado al pensar que Jess no lo leería a tiempo, hizo lo prometido: llamó.
Oliver se recostó en la banca que estaba en las taquillas de los médicos y esperó hasta que escuchó el tono en la otra línea.
—¿Jess? —Oliver se dio cuenta de que acababa de cometer una tontería—. Lo siento, la hora… te dejé un mensaje, quería asegurarme que lo leyeras.
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Chapter II
Jess no se pudo sacar de la cabeza los siguientes días la visita de Oliver. Una parte de él temía que le hicieran más preguntas de la cuenta al respecto, pero a nadie pareció importarle demasiado. Sin embargo, por dos días no tuvo noticias y temió que Oliver se hubiera pasado de optimista. Que no recibiría más oportunidades.
Quizá por eso se alegró tanto cuando vio el nombre de Oliver en el identificador.
—¡Llamaste! —exclamó, más emocionado de lo que debería demostrar que estaba. Se dio cuenta entonces que tenía que tener un poquito de dignidad y prestó atención a sus palabras. Sonrió para sí mientras miraba la hora. Realmente lo había llamado a mitad de la noche— Puedes darme el mensaje ahora, en lugar de esperar a que lo lea.
Aquella noche en particular estaba libre, así que lo había encontrado acostado en su cama, viendo el techo y revisando su teléfono para distraerse, sin nada de sueño pero sin nada mejor en lo que ocupar el tiempo.
—Contesté, tal y como te prometí—añadió.
De repente temió que Oliver fuera tan solo a decirle el mensaje que ya le había mandado y a colgar. Eso no tendría la menor gracia. Una llamada a aquella hora era más que bienvenida por su parte. No quería que acabara tan rápido.
Aunque podía ser que Oliver estuviera en el trabajo y no tuviera mucho tiempo. O simplemente estuviera a punto de irse a dormir. Pero Jess habría lo posible para mantenerlo en línea con él.
Además, suponía que si lo llamaba era porque tenía agendada ya cita, y tendría que darle los detalles. Y asegurarse de que esta vez iba a asistir. Jess había estado pensando qué excusas podía usar para ausentarse y no fallarle a Oliver esta vez.
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Chapter II
Todo el nerviosismo que tenía desapareció cuando Jess tomó la llamada y, a pesar de la hora, sí que contestó. No solo eso, sino que parecía encantado de que hubiera llamado. Oliver no estaba seguro de cómo tomarse eso, pero presumía que era una buena señal. Quizás Jess estaría dispuesto a ir a la cita, a pesar de que le estaba dando poco margen de acción.
Se acomodó un poco mejor, porque tenía sueño y tenía la espalda bastante adolorida. Se frotó los ojos con la mano libre, para sacudirse un poco el cansancio. Tenía que ordenar sus ideas, por supuesto, no quería darle a Jess la información incorrecta.
—¿Estás trabajando a esta hora? —se atrevió a preguntar, pero ahora se arrepintió. No se suponía que debía hacerle preguntas personales, lo importante era dejarle claro cuándo era la cita. Y asegurarse de que asistiera, ya le había pedido al cardiólogo que le avisara cuando Jess saliera de la cita, pero eso no pensaba decírselo—: Lo siento, ¿cómo estás, Jess? ¿Cómo te has sentido estos días? Todavía debes tener el medicamento para las próximas semanas, ¿cierto?
Oliver esperaba que estuviera siendo muy estricto con las dosis, sin embargo, creía que estaba bien preguntar. Le habría gustado hacerle exámenes en dos semanas, pero no estaba seguro de que programarle a Jess otra vuelta al hospital funcionara.
No quería que creyera que era uno de esos médicos controladores que asfixiaban a los pacientes con sus preguntas y reglas.
—Te conseguí la cita, Jess —dijo por fin, con una media sonrisa, sintiéndose orgulloso—: Pero es para mañana, a las dos de la tarde. Por eso quería asegurarme que lo leyeras, ¿crees que puedas venir?
Oliver trató de sonar razonable, pero en realidad no había opción: tenía que ir.
Se acomodó un poco mejor, porque tenía sueño y tenía la espalda bastante adolorida. Se frotó los ojos con la mano libre, para sacudirse un poco el cansancio. Tenía que ordenar sus ideas, por supuesto, no quería darle a Jess la información incorrecta.
—¿Estás trabajando a esta hora? —se atrevió a preguntar, pero ahora se arrepintió. No se suponía que debía hacerle preguntas personales, lo importante era dejarle claro cuándo era la cita. Y asegurarse de que asistiera, ya le había pedido al cardiólogo que le avisara cuando Jess saliera de la cita, pero eso no pensaba decírselo—: Lo siento, ¿cómo estás, Jess? ¿Cómo te has sentido estos días? Todavía debes tener el medicamento para las próximas semanas, ¿cierto?
Oliver esperaba que estuviera siendo muy estricto con las dosis, sin embargo, creía que estaba bien preguntar. Le habría gustado hacerle exámenes en dos semanas, pero no estaba seguro de que programarle a Jess otra vuelta al hospital funcionara.
No quería que creyera que era uno de esos médicos controladores que asfixiaban a los pacientes con sus preguntas y reglas.
—Te conseguí la cita, Jess —dijo por fin, con una media sonrisa, sintiéndose orgulloso—: Pero es para mañana, a las dos de la tarde. Por eso quería asegurarme que lo leyeras, ¿crees que puedas venir?
Oliver trató de sonar razonable, pero en realidad no había opción: tenía que ir.
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Chapter II
Sonrió mientras escuchaba las preguntas de Oliver. La verdad era que era bien metido y curioso, pero a Jess le resultaba en parte adorable que así fuera. Podía ser necio e intenso, pero nadie se había preocupado de esa forma por él antes. Nadie que no fuera su familia.
—No estoy trabajando —respondió en primer lugar. Sonrió, porque mucha gente no le diría "trabajo" a lo que él hacía, peor agradecía que Oliver sí lo respetara, aunque no lo aprobara.— Estoy bastante aburrido en casa.
Pensó en decirle de su insomnio y que no le colgara, pero decidió tener dignidad.
—Estoy bien, Oliver. Cuando me pongo mal termino en el hospital, pero por lo general estoy bien—añadió.
Era cierto. Sin el medicamento empezaba a agitarse mucho y le costaba respirar, y eventualmente se descomponía. Pero ahora que tenía la medicina, le estaba yendo muy bien. Cada vez podía hacer más cosas.
—Me queda medicina para dos semanas—respondió mientras hacia la cuenta mental de los blister de medicamento que le quedaban. —Así que me quedan unos 15 o 22 días de tranquilidad.
La primera semana sin medicamente no era tan mala. Su cuerpo solía creer que era suficiente aguantar a que llegara medicina de nuevo, hasta que se daba cuenta de que no aguantaba más.
Suspiró y tomó nota mental. Al día siguiente a las dos de la tarde podía huir, o eso creía.
—Llegaré a la cita—le aseguró. —Algo me inventaré... pero ¿tú vas a estar? Si estás trabajando a esta hora...
Podía escuchar detrás el ruido típico de hospital, con los altavoces de emergencias. Había estado suficientes veces ahí para reconocerlo.
No le apetecía nada ir a conocer al cardiólogo que tantos favores le debía a Oliver a solas. A saber qué le diría de él después.
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