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We are made of gold
That you were once my nightmare but collapsed into all my daydreams at once.
Zhenjim es el hijo del emperador, algún día heredará el reino y por eso mismo ha sido entrenado desde la más tierna niñez en las artes de la guerra y la política. El príncipe es serio, inteligente y mortal en batalla, ha sido bendecido por los dioses y a nadie le cabe duda de que, cuando llegue su momento, será un emperador recordado por los siglos de los siglos.
No obstante, rumores corren sobre él que ensombrecen su figura. Tiene dos esposas, pero ningún hijo, y las malas lenguas dicen que valora más pasar el tiempo en el campo de batalla con su espada que en el hogar con sus esposas. ¿Cómo confiar el reino a alguien incapaz de concebir un heredero para perpetuar la linea de sangre?
Tras la anexión del reino vecino tras una cruenta guerra, Mihye es una joven especialmente escogida para ser concubina del hijo imperial, Zhenjim, como un regalo de celebración. Pero no ha sido educada para tal propósito por lo que en cuanto lo conoce le tiene miedo y no sabe cómo servirle. Mihye es una joven pacífica e introvertida hija de un bajo noble del país conquistado. No está hecha para la pomposa vida en la corte real ni para servir a un hombre al que teme. Pero siendo arrebatada de su hogar él es todo lo que tiene ahora.
La enfermedad del emperador sacude a la corte y una guerra interna se desata para sentar en el trono al próximo emperador... pero no todos se inclinan por el mismo candidato.
No obstante, rumores corren sobre él que ensombrecen su figura. Tiene dos esposas, pero ningún hijo, y las malas lenguas dicen que valora más pasar el tiempo en el campo de batalla con su espada que en el hogar con sus esposas. ¿Cómo confiar el reino a alguien incapaz de concebir un heredero para perpetuar la linea de sangre?
Tras la anexión del reino vecino tras una cruenta guerra, Mihye es una joven especialmente escogida para ser concubina del hijo imperial, Zhenjim, como un regalo de celebración. Pero no ha sido educada para tal propósito por lo que en cuanto lo conoce le tiene miedo y no sabe cómo servirle. Mihye es una joven pacífica e introvertida hija de un bajo noble del país conquistado. No está hecha para la pomposa vida en la corte real ni para servir a un hombre al que teme. Pero siendo arrebatada de su hogar él es todo lo que tiene ahora.
La enfermedad del emperador sacude a la corte y una guerra interna se desata para sentar en el trono al próximo emperador... pero no todos se inclinan por el mismo candidato.
Original — Fantasía — One on one
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Dornish Sun
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Lessons Capítulo 2 |
Sabía que se defendería rápidamente. Pero la vehemencia o quizá las palabras con las que lo hizo, solo sirvieron para demostrar aún más la ingenuidad de la joven. Esgrimía aquellos votos como si creyese en ellos fielmente. Eran palabras que repetían todas y cada una de las personas que entraban a su servicio y no había conocido a una sola que pensara en cumplirlos de verdad. Quizá, hasta aquel momento.
El rostro del príncipe continuó impasible, pero si uno se fijaba podría ver cierto brillo en su mirada, o un cambio en sus ojos, que daba a entender que no estaba disgustado con aquel momento o con lo que tenía delante.
- Creo que sois la primera concubina que conozco -y no habían sido pocas ya que había crecido rodeado de las de su padre y luego las propias.- que carece completamente de ambición, Mihye. No sé si eso os hace valiosa o no, pero sí un blanco fácil para situaciones como la de esta mañana. -Continuó, llevándose los dedos a la barbilla, pensativo.
En cuanto a servirle como concubina en sí, saltaba a la vista que no sabía cómo hacerlo. Y eso solo hacía la situación más relajada para él y más tensa para ella, suponía.- Os trajeron como concubina porque sois muy bonita. Lo único que quieren que hagáis es que engendréis un hijo mío. -Cruel, directo, pero no falto de verdad.- Era todo lo que precisaban de vos, o de cualquier otra. Pero supongo que se les olvidó asegurarse de que sabíais la forma de hacerlo. -Era evidente que no se trataba de una seductora.- Y ahora que lo sabéis, ¿vais a tratar de seducirme? -Preguntó, adivinando la respuesta, mientras volvía a acomodarse en el agua, observándola desde allí.
El rostro del príncipe continuó impasible, pero si uno se fijaba podría ver cierto brillo en su mirada, o un cambio en sus ojos, que daba a entender que no estaba disgustado con aquel momento o con lo que tenía delante.
- Creo que sois la primera concubina que conozco -y no habían sido pocas ya que había crecido rodeado de las de su padre y luego las propias.- que carece completamente de ambición, Mihye. No sé si eso os hace valiosa o no, pero sí un blanco fácil para situaciones como la de esta mañana. -Continuó, llevándose los dedos a la barbilla, pensativo.
En cuanto a servirle como concubina en sí, saltaba a la vista que no sabía cómo hacerlo. Y eso solo hacía la situación más relajada para él y más tensa para ella, suponía.- Os trajeron como concubina porque sois muy bonita. Lo único que quieren que hagáis es que engendréis un hijo mío. -Cruel, directo, pero no falto de verdad.- Era todo lo que precisaban de vos, o de cualquier otra. Pero supongo que se les olvidó asegurarse de que sabíais la forma de hacerlo. -Era evidente que no se trataba de una seductora.- Y ahora que lo sabéis, ¿vais a tratar de seducirme? -Preguntó, adivinando la respuesta, mientras volvía a acomodarse en el agua, observándola desde allí.
Zhenjim — Palacio — con Mihye
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Lessons Capítulo 2 |
No supo si las palabras del príncipe eran un halago o una reprimenda. Puede que un poco de ambos, supuso. Mihye sabía que no le faltaba razón, pero no había nada que pudiera hacer para evitar ser como era. Su vida, antes de la guerra, había sido feliz y tranquila. No había anhelado nada más.
Fue duro pero directo y fue de agradecer. En su país natal sólo la emperatriz podía tener a los hijos del emperador. Pero aquella ya no era su tierra, las reglas eran distintas y si debía darle un hijo al príncipe, lo haría.
— Os serviré bien, os lo juro, mi príncipe. ¡No me devolváis! —su familia dependía ahora de ella, dependía de su éxito.— Haré todo lo que queráis, todo lo que necesitéis. —suplicó, las mejillas cada vez más sonrojadas. Se despojó de lo que quedaba de su ropa y con pasos algo vacilantes se metió en el agua con él.
Una vez frente al príncipe alargó las manos y, con algo de duda, depositó una en cada hombro. Empezó a acariciar la piel ajena, tenía algunas cicatrices, una pequeña en el pecho, cerca del corazón. Sus dedos se demoraron allí durante un rato, acariciando la piel cicatrizada.
— No sé seducir a un hombre, alteza, pero eso lo sabéis. —alzó el rostro para buscar los ojos del hombre. Tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para plantar cara a la vergüenza.— Pero eso puede ser algo bueno, soy una tabula rasa, solo tenéis que llenarme de conocimientos. Lo que os gusta y lo que no, lo que esperáis de mí y lo que no querréis ver nunca. Estaré a vuestro lado cuando lo deseéis y me haré invisible cuando no. Seré vuestra en cuerpo, corazón y alma. —esperaba que su argumento fuera convincente, era su única salida.
Fue duro pero directo y fue de agradecer. En su país natal sólo la emperatriz podía tener a los hijos del emperador. Pero aquella ya no era su tierra, las reglas eran distintas y si debía darle un hijo al príncipe, lo haría.
— Os serviré bien, os lo juro, mi príncipe. ¡No me devolváis! —su familia dependía ahora de ella, dependía de su éxito.— Haré todo lo que queráis, todo lo que necesitéis. —suplicó, las mejillas cada vez más sonrojadas. Se despojó de lo que quedaba de su ropa y con pasos algo vacilantes se metió en el agua con él.
Una vez frente al príncipe alargó las manos y, con algo de duda, depositó una en cada hombro. Empezó a acariciar la piel ajena, tenía algunas cicatrices, una pequeña en el pecho, cerca del corazón. Sus dedos se demoraron allí durante un rato, acariciando la piel cicatrizada.
— No sé seducir a un hombre, alteza, pero eso lo sabéis. —alzó el rostro para buscar los ojos del hombre. Tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para plantar cara a la vergüenza.— Pero eso puede ser algo bueno, soy una tabula rasa, solo tenéis que llenarme de conocimientos. Lo que os gusta y lo que no, lo que esperáis de mí y lo que no querréis ver nunca. Estaré a vuestro lado cuando lo deseéis y me haré invisible cuando no. Seré vuestra en cuerpo, corazón y alma. —esperaba que su argumento fuera convincente, era su única salida.
Mihye — Palacio — con Zhenjim
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Lessons Capítulo 2 |
Zhenjim no cambió su expresión, estaba demasiado acostumbrado a mantenerla, pero aquella muchacha le había sorprendido. La forma en que deseaba quedarse y servirle. La desesperación con que le pedía que no la devolviera con los suyos.
Y sabía que no era por desapego con su familia. Era por miedo. Miedo a las penurias que podrían pasar. Porque dudaba que estuviera al tanto de las consecuencias que podría sufrir si descubrían que no estaba haciendo el trabajo que requerían de ella.
La observó terminar de desnudarse y cuando se acercó después. Dejó que hiciera lo que sea que su mente creyera que era parecido a la seducción. Muy lejos estaba de despertar nada en un hombre si no fuera porque era una criatura preciosa e inocente. Pero él se mantuvo estoico, permitiendo aquellas caricias, siguiendo su mirada hasta las cicatrices que poblaban su pecho.
Escuchando después lo que le proponía.
Le dedicó una sonrisa, leve pero tranquilizadora. O al menos eso esperaba.
Una de sus manos se alzó hasta su rostro y se acercó a su oído.- No os devolveré. Pero tampoco os voy a usar de ese modo todavía. -Aseguró, dejando después un beso en su mejilla, como una promesa, un llamado a su calma. Se apartó de ella y soltó su rostro para señalar el gran espacio de agua- Por hoy, simplemente, disfrutad de un baño real. -Le dijo. Su mano se movió y varias burbujas empezaron a flotar alrededor de Mihye, dejándola conocer su poder sobre las aguas, permitiendo que se divirtiera quizá con aquel truco.
Y sabía que no era por desapego con su familia. Era por miedo. Miedo a las penurias que podrían pasar. Porque dudaba que estuviera al tanto de las consecuencias que podría sufrir si descubrían que no estaba haciendo el trabajo que requerían de ella.
La observó terminar de desnudarse y cuando se acercó después. Dejó que hiciera lo que sea que su mente creyera que era parecido a la seducción. Muy lejos estaba de despertar nada en un hombre si no fuera porque era una criatura preciosa e inocente. Pero él se mantuvo estoico, permitiendo aquellas caricias, siguiendo su mirada hasta las cicatrices que poblaban su pecho.
Escuchando después lo que le proponía.
Le dedicó una sonrisa, leve pero tranquilizadora. O al menos eso esperaba.
Una de sus manos se alzó hasta su rostro y se acercó a su oído.- No os devolveré. Pero tampoco os voy a usar de ese modo todavía. -Aseguró, dejando después un beso en su mejilla, como una promesa, un llamado a su calma. Se apartó de ella y soltó su rostro para señalar el gran espacio de agua- Por hoy, simplemente, disfrutad de un baño real. -Le dijo. Su mano se movió y varias burbujas empezaron a flotar alrededor de Mihye, dejándola conocer su poder sobre las aguas, permitiendo que se divirtiera quizá con aquel truco.
Zhenjim — Palacio — con Mihye
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Lessons Capítulo 2 |
Era difícil decir si podía confiar o no en sus palabras. Su padre le habría dicho que no, le habría recordado que no podía fiarse nunca del enemigo y le habría recordado todo lo que les habían quitado. Pero ahora Mihye estaba allí, ese era su nuevo hogar y, para bien o para mal, su nuevo marido. La confianza era algo que se ganaba, pero que no se otorgaba si no había reciprocidad.
— Gracias, alteza. —aun en el agua intentó ejecutar una pequeña reverencia a la par que tomaba distancia de él. Seguía muy consciente tanto de la desnudez propia como la del príncipe. Tal vez él notó que los nervios todavía persistían, tal vez solo intentó ser amable. Su alteza el príncipe Zhenjim era un auténtico enigma, pero aquella noche Mihye se olvidó un rato de sus preocupaciones mientras contemplaba maravillada la magia del príncipe. Como si de una niña se tratase, jugó con las burbujas, danzó ligeramente entre ellas llegando incluso a atraer a Zong para jugar también.
Al día siguiente volvería a despertarse en el harem, lleno de mujeres que la miraban con displicencia y odio mal disimulado, volverían los problemas, la tristeza y la melancolía, pero aquello podía esperar al día siguiente.
— Gracias, alteza. —aun en el agua intentó ejecutar una pequeña reverencia a la par que tomaba distancia de él. Seguía muy consciente tanto de la desnudez propia como la del príncipe. Tal vez él notó que los nervios todavía persistían, tal vez solo intentó ser amable. Su alteza el príncipe Zhenjim era un auténtico enigma, pero aquella noche Mihye se olvidó un rato de sus preocupaciones mientras contemplaba maravillada la magia del príncipe. Como si de una niña se tratase, jugó con las burbujas, danzó ligeramente entre ellas llegando incluso a atraer a Zong para jugar también.
Al día siguiente volvería a despertarse en el harem, lleno de mujeres que la miraban con displicencia y odio mal disimulado, volverían los problemas, la tristeza y la melancolía, pero aquello podía esperar al día siguiente.
**FIN DEL CAPÍTULO**
Mihye — Palacio — con Zhenjim
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You may ask Capítulo 3 |
- ¿Has montado ya a tu nueva yegua? ¿Es dócil y tierna como parece o guarda a una salvaje en su interior? -Por mucho que apreciara a su mejor amigo, el único que tenía, sabía que cualquier respuesta que diera a esas preguntas recorrería la corte, porque aunque no tenía motivos para desconfiar de él, sabía que era incapaz de mantener un secreto.
- Estás hablando de la concubina del príncipe, Fengmian, no son los términos apropiados. -Su amigo hizo un comentario por lo bajo, pero no iba a disculparse por hablar de ese modo de una mujer de bajo estatus, por mucho que pudiera compartir lecho con el hombre más importante del reino.- Es tierna, demasiado para la vida en el harem, pero tendrá que adaptarse. -Le dio al fin la respuesta que deseaba. Admitía, por omisión, que había yacido con ella aunque no fuera cierto, y le otorgaba un calificativo con el que pudiera definirla ante otros.
Se separaron poco después, pues su amigo tenía sus propios asuntos que atender y seguramente rumores que descubrir. Era la persona mejor informada de todo el palacio, solo porque era subestimado por su afabilidad aparente. Eso le convertía en un aliado perfecto para el príncipe. Le ayudaba a saber lo que se decía o se pretendía.
Y en parte fue la razón por la que volvió a requerir de la compañía de Mihye para aquella tarde.
Debía empezar a dejar que le viesen con ella a menudo y antes de hacer planes quería saber si contaba con más habilidad que el canto o la danza, para así mostrar su favor de un modo u otro. Ayudaría a que todos pensaran que le tenía complacido.
- Estás hablando de la concubina del príncipe, Fengmian, no son los términos apropiados. -Su amigo hizo un comentario por lo bajo, pero no iba a disculparse por hablar de ese modo de una mujer de bajo estatus, por mucho que pudiera compartir lecho con el hombre más importante del reino.- Es tierna, demasiado para la vida en el harem, pero tendrá que adaptarse. -Le dio al fin la respuesta que deseaba. Admitía, por omisión, que había yacido con ella aunque no fuera cierto, y le otorgaba un calificativo con el que pudiera definirla ante otros.
Se separaron poco después, pues su amigo tenía sus propios asuntos que atender y seguramente rumores que descubrir. Era la persona mejor informada de todo el palacio, solo porque era subestimado por su afabilidad aparente. Eso le convertía en un aliado perfecto para el príncipe. Le ayudaba a saber lo que se decía o se pretendía.
Y en parte fue la razón por la que volvió a requerir de la compañía de Mihye para aquella tarde.
Debía empezar a dejar que le viesen con ella a menudo y antes de hacer planes quería saber si contaba con más habilidad que el canto o la danza, para así mostrar su favor de un modo u otro. Ayudaría a que todos pensaran que le tenía complacido.
Zhenjim — Palacio — con Mihye
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You may ask Capítulo 3 |
La vida en el harem seguía sin hacerse más fácil para Mihye. Ser llamada con el príncipe para ayudarlo en su baño no había hecho si no levantar ampollas entre el resto de mujeres. Había intentado defenderse, tal y cómo el príncipe le había dicho. Pero no estaba en su naturaleza pelear y el resto de esposas lo sabía, por lo que la amedrentaban con facilidad. La vida era solitaria en su mejor momento y miserable en el peor.
No había visto al príncipe a solas de nuevo desde aquella noche en el baño. Había compartió algunas comidas con él y otras de las esposas, bailó para él y algunos invitados el día anterior, pero no habían podido intercambiar palabras apenas.
Fue una sorpresa, pues, verlo aparecer en la entrada del harem. Mihye se encontraba contemplando los peces de colores que nadaban tranquilos en el pequeño estanque. Con los dedos sumergidos en el agua clara creaba hondas en las que los peces parecían jugar. Se percató de la presencia de su alteza imperial ante los resuellos de las otras mujeres. Las más atrevidas, y las de mayor rango también, no tardaron en acudir raudas a darle la bienvenida, todas sonrisas y gestos dulces.
Mihye se mantuvo en la retaguardia, haciendo una reverencia junto a una pequeña sonrisa.
— Mi príncipe, nos sentimos honrados con vuestra visita, ¿os apetece tomar un té? ¿Tal vez os apetece escuchar algo de poesía o canto? —a Mihye no le pasó desapercibido que la honorable esposa Sun-Hee obvió la danza. La muchacha frunció el ceño, debería decir algo pero, ¿contradecir a Sun-Hee?
No había visto al príncipe a solas de nuevo desde aquella noche en el baño. Había compartió algunas comidas con él y otras de las esposas, bailó para él y algunos invitados el día anterior, pero no habían podido intercambiar palabras apenas.
Fue una sorpresa, pues, verlo aparecer en la entrada del harem. Mihye se encontraba contemplando los peces de colores que nadaban tranquilos en el pequeño estanque. Con los dedos sumergidos en el agua clara creaba hondas en las que los peces parecían jugar. Se percató de la presencia de su alteza imperial ante los resuellos de las otras mujeres. Las más atrevidas, y las de mayor rango también, no tardaron en acudir raudas a darle la bienvenida, todas sonrisas y gestos dulces.
Mihye se mantuvo en la retaguardia, haciendo una reverencia junto a una pequeña sonrisa.
— Mi príncipe, nos sentimos honrados con vuestra visita, ¿os apetece tomar un té? ¿Tal vez os apetece escuchar algo de poesía o canto? —a Mihye no le pasó desapercibido que la honorable esposa Sun-Hee obvió la danza. La muchacha frunció el ceño, debería decir algo pero, ¿contradecir a Sun-Hee?
Mihye — Palacio — con Zenjim
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You may ask Capítulo 3 |
Zhenjim no solía visitar el harem, sino requerir la compañía necesaria en sus propias estancias cuando era preciso. Ello provocaba que las pocas ocasiones en que lo hacía, todo pareciera revolverse como si él fuera un tornado que arrasara con la tranquilidad propia de aquel lugar.
Sin embargo, las concubinas, siempre se mostraban deseosas de alargar su presencia y de satisfacer cualquiera de sus deseos. Y tanta atención le parecía agotadora.
- Sun-Hee. -Saludó a su esposa, tomando sus dedos para posar un discreto beso sobre ellos.- Quizá pueda disfrutar de algo de bebida mientras oímos a Tien-mu tocar el Guzheng, sé que sigue practicando su maestría. -La joven señalada se sonrojó mientras le reverenciaba.- Estoy convencido de que habrá alguna tonada apropiada para acompañar a Miyhe en la danza. -Añadió, dejando ver sus intenciones de destacarla a ella en uno de los entretenimientos que no se le habían ofrecido.
Podía preguntar a su esposa si le parecía correcto, por consideración hacia ella. Pero no lo hizo, porque, después de todo, era su palabra la que debía permanecer y la única que sería tomada en cuenta.
Sin embargo, las concubinas, siempre se mostraban deseosas de alargar su presencia y de satisfacer cualquiera de sus deseos. Y tanta atención le parecía agotadora.
- Sun-Hee. -Saludó a su esposa, tomando sus dedos para posar un discreto beso sobre ellos.- Quizá pueda disfrutar de algo de bebida mientras oímos a Tien-mu tocar el Guzheng, sé que sigue practicando su maestría. -La joven señalada se sonrojó mientras le reverenciaba.- Estoy convencido de que habrá alguna tonada apropiada para acompañar a Miyhe en la danza. -Añadió, dejando ver sus intenciones de destacarla a ella en uno de los entretenimientos que no se le habían ofrecido.
Podía preguntar a su esposa si le parecía correcto, por consideración hacia ella. Pero no lo hizo, porque, después de todo, era su palabra la que debía permanecer y la única que sería tomada en cuenta.
Zhenjim — Palacio — con Mihye
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You may ask Capítulo 3 |
No esperó escuchar su nombre de los labios del príncipe. Con tantas mujeres rogando por su atención Mihye había supuesto que no le presaría atención de más. Ser, por tanto, el centro de atención tan abruptamente la pilló todavía más por sorpresa. Sun-Hee arrugó ligeramente los ojos al mirarla un claro esto que denotaba su descontento. Normalmente Mihye se había achantado fácilmente por ello, pero con la presencia del príncipe se sintió de alguna manera más segura y pese a actuar todavía con cierta timidez, fue capaz de dar un paso al frente.
— Por supuesto, alteza. Sería un honor para mí interpretar un baile para vos, sobre todo si es con una de las canciones de Tien-mu. —alabó a la muchacha a quien había escuchado ya tocar en sus prácticas y ante sus palabras la chica le lanzó una sonrisa suave.
Un par de eunucos acercaron a Tien-mu el instrumento y el resto de mujeres se apartaron, dejando espacio para la interpretación a la par que intentaban robar toda la atención posible del príncipe ofreciéndose a servirle té y pastas.
— ¿Conoces la balada del pájaro cantor? —susurró a Tien-mu, pero esta negó.— ¿El fruto del cielo tal vez? —para su consternación la mujer volvió a negar. No era de extrañar, se dijo, eran canciones de su tierra. El terror se asentó en su estómago al darse cuenta que no conocía ninguna canción ni baile popular de aquella región. No fue, además, la única en darse cuenta.
— Me temo, mi príncipe, que poco va a poder deleitaros, pues no parece saberse ningún baile o, tal vez, los bailes en su tierra sean así. ¿Qué pueden saber unos pueblerinos de arte de todos modos? —Sun-Hee dejó ir una risilla, suave y perfecta como el sonido de unas campanillas y algunas de las mujeres la imitaron. Mihye sintió que podría morirse de vergüenza. Pero allí, entre el bochorno absoluto prendió algo más, na chispa que poco a poco estaba ganando fuerza: la rabia.
— Puedo bailar cualquier cosa. Que Tien-Mu escoja la canción que más le plazca aun sin conocerla seré capaz de asombrar a su alteza. –era mucho decir, lo sabía, igual que lo sabía Sun-Hee, pero una vez dicho ya no podía echarse atrás. Agarró con fuerza sus dos abanicos y se posicionó en el centro del hueco creado esperando que la música comenzara y, a su vez, rezando a los dioses para que la iluminasen.
— Por supuesto, alteza. Sería un honor para mí interpretar un baile para vos, sobre todo si es con una de las canciones de Tien-mu. —alabó a la muchacha a quien había escuchado ya tocar en sus prácticas y ante sus palabras la chica le lanzó una sonrisa suave.
Un par de eunucos acercaron a Tien-mu el instrumento y el resto de mujeres se apartaron, dejando espacio para la interpretación a la par que intentaban robar toda la atención posible del príncipe ofreciéndose a servirle té y pastas.
— ¿Conoces la balada del pájaro cantor? —susurró a Tien-mu, pero esta negó.— ¿El fruto del cielo tal vez? —para su consternación la mujer volvió a negar. No era de extrañar, se dijo, eran canciones de su tierra. El terror se asentó en su estómago al darse cuenta que no conocía ninguna canción ni baile popular de aquella región. No fue, además, la única en darse cuenta.
— Me temo, mi príncipe, que poco va a poder deleitaros, pues no parece saberse ningún baile o, tal vez, los bailes en su tierra sean así. ¿Qué pueden saber unos pueblerinos de arte de todos modos? —Sun-Hee dejó ir una risilla, suave y perfecta como el sonido de unas campanillas y algunas de las mujeres la imitaron. Mihye sintió que podría morirse de vergüenza. Pero allí, entre el bochorno absoluto prendió algo más, na chispa que poco a poco estaba ganando fuerza: la rabia.
— Puedo bailar cualquier cosa. Que Tien-Mu escoja la canción que más le plazca aun sin conocerla seré capaz de asombrar a su alteza. –era mucho decir, lo sabía, igual que lo sabía Sun-Hee, pero una vez dicho ya no podía echarse atrás. Agarró con fuerza sus dos abanicos y se posicionó en el centro del hueco creado esperando que la música comenzara y, a su vez, rezando a los dioses para que la iluminasen.
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La sorpresa en el rostro de la muchacha casi le hace perder la seriedad por la que se caracterizaba, la que debía mantener en todo momento mientras hubiera más de una persona en la estancia. Le gustó su respuesta, clara, tal como le había dicho que actuara, no podía achantarse ante el resto de las concubinas, no eran sus amigas ni sus hermanas, eran rivales.
Mientras las dos elegidas tomaban posiciones, él se acomodó en unos almohadones dispuestos para que contemplara el espectáculo, su esposa se sentó a su lado y a al contrario la joven a la que designó sin mirar para que se encargara de servirle. Atendía, por cortesía más que por interés, algunas de las preguntas que le hacían, hasta que Sun-Hee llamó su atención sobre las dificultades que parecía estar encontrando su bailarina.
- Precisamente eso es lo que me causa interés. Quiero saber cómo son sus danzas. -Repuso él para que no buscara humillar a la muchacha por su origen humilde, aunque él mismo había pecado de ello en su primer encuentro.
Mihye, por su parte, pareció aceptar el reto, pero él quiso que no tuviera tanta dificultad como parecía.
- Tien-Mu, tocad Dulce miel, entonces. -Ordenó, recibiendo un asentimiento de la joven que conocía aquella tonada. No podía estar seguro de que fuera parecida a una de las canciones que Mihye había mencionado, pero había escuchado la música de los pueblos de su comarca, era algo a lo que muchos de los prisioneros se agarraban para fortalecer su espíritu... y creía que por ritmo al menos podía resultar similar a algo que ella hubiese escuchado antes.
Mientras las dos elegidas tomaban posiciones, él se acomodó en unos almohadones dispuestos para que contemplara el espectáculo, su esposa se sentó a su lado y a al contrario la joven a la que designó sin mirar para que se encargara de servirle. Atendía, por cortesía más que por interés, algunas de las preguntas que le hacían, hasta que Sun-Hee llamó su atención sobre las dificultades que parecía estar encontrando su bailarina.
- Precisamente eso es lo que me causa interés. Quiero saber cómo son sus danzas. -Repuso él para que no buscara humillar a la muchacha por su origen humilde, aunque él mismo había pecado de ello en su primer encuentro.
Mihye, por su parte, pareció aceptar el reto, pero él quiso que no tuviera tanta dificultad como parecía.
- Tien-Mu, tocad Dulce miel, entonces. -Ordenó, recibiendo un asentimiento de la joven que conocía aquella tonada. No podía estar seguro de que fuera parecida a una de las canciones que Mihye había mencionado, pero había escuchado la música de los pueblos de su comarca, era algo a lo que muchos de los prisioneros se agarraban para fortalecer su espíritu... y creía que por ritmo al menos podía resultar similar a algo que ella hubiese escuchado antes.
Zhenjim — Palacio — con Mihye
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Las notas empezaron a sonar, una melodía dulce y suave, notas melancólicas que salían de los dedos de Tien-Mu y se elevaban por el aire. Mihye tomó aire, cerró los ojos y esperó unos instantes a que la canción impregnase los oídos de los espectadores. Ella conocía una canción similar, hablaba sobre la pérdida, no tenía letra, puesto que sólo con la música podías entenderla.
Mihye empezó a moverse, movimientos de muñeca delicados, giros precisos de talones, pasos medidos, el batir del abanico al desplegarse y volver a plegarse. Mihye se concentró en su baile, en los movimientos y lo que quería expresar con ellos. Tien-Mu reprodujo la música a la perfección, n falló ni una sola nota y la delicadeza de ambas juntas creó un bello espectáculo.
Cuando la última nota se extinguió, Mihye elevo por fin la mirada y la fijó en el príncipe esperando con el corazón en un puño por su reacción. Sun-Hee tenía una expresión fea cruzándole el rostro de porcelana, los dientes apretados y los ojos brillando de rabia. Pero Mihye no le prestó atención, puesto que sin estar segura de por qué, sólo le importaba lo que el príncipe Zhenjim pensara.
Mihye empezó a moverse, movimientos de muñeca delicados, giros precisos de talones, pasos medidos, el batir del abanico al desplegarse y volver a plegarse. Mihye se concentró en su baile, en los movimientos y lo que quería expresar con ellos. Tien-Mu reprodujo la música a la perfección, n falló ni una sola nota y la delicadeza de ambas juntas creó un bello espectáculo.
Cuando la última nota se extinguió, Mihye elevo por fin la mirada y la fijó en el príncipe esperando con el corazón en un puño por su reacción. Sun-Hee tenía una expresión fea cruzándole el rostro de porcelana, los dientes apretados y los ojos brillando de rabia. Pero Mihye no le prestó atención, puesto que sin estar segura de por qué, sólo le importaba lo que el príncipe Zhenjim pensara.
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La música comenzó a llenar la estancia, con su cadencia suave y sus notas melancólicas. Una canción que hablaba de los recuerdos de un muchacho al probar miel tras mucho tiempo. Un recuerdo que le traía imágenes de su infancia, de su madre y de aquellos a quienes quería.
Pero sus ojos se posaron sobre Mihye en todo momento, contemplando sus movimientos y acciones. Ciertamente era una técnica diferente a la que solía verse en la corte. Pero no carecía de belleza. La delicadeza con que se movía la hacía fluir como el agua de un manantial. Era muy hermoso, no cabía duda alguna.
Cuando las últimas notas dejaron de sonar el silencio lo llenó todo, pues nadie quería aplaudir o emitir un juicio antes de que lo hiciera él. El príncipe adoptó su regia posición y mostró una sonrisa a las dos muchachas- Lo habéis hecho muy bien, me siento muy complacido. -Expuso.- Mañana, ambas tomaréis el té conmigo. -Las recompensó por su dedicación con aquella invitación.- Servirán pasteles de mono, los favoritos de Tien-Mu. -Expuso, como deferencia hacia la joven, cuyas mejillas se sonrojaron.
- Servidles algo de beber. -Indicó a la muchacha que se encargaba de hacer lo propio con él. Las estaba favoreciendo por encima del resto, pero lo hacía como una recompensa por cumplir sus deseos, por lo que no debía verse como una ofensa hacia nadie. Si bien, era consciente de que su esposa podría pensar de otro modo. Sabía que acataría su voluntad.
Pero sus ojos se posaron sobre Mihye en todo momento, contemplando sus movimientos y acciones. Ciertamente era una técnica diferente a la que solía verse en la corte. Pero no carecía de belleza. La delicadeza con que se movía la hacía fluir como el agua de un manantial. Era muy hermoso, no cabía duda alguna.
Cuando las últimas notas dejaron de sonar el silencio lo llenó todo, pues nadie quería aplaudir o emitir un juicio antes de que lo hiciera él. El príncipe adoptó su regia posición y mostró una sonrisa a las dos muchachas- Lo habéis hecho muy bien, me siento muy complacido. -Expuso.- Mañana, ambas tomaréis el té conmigo. -Las recompensó por su dedicación con aquella invitación.- Servirán pasteles de mono, los favoritos de Tien-Mu. -Expuso, como deferencia hacia la joven, cuyas mejillas se sonrojaron.
- Servidles algo de beber. -Indicó a la muchacha que se encargaba de hacer lo propio con él. Las estaba favoreciendo por encima del resto, pero lo hacía como una recompensa por cumplir sus deseos, por lo que no debía verse como una ofensa hacia nadie. Si bien, era consciente de que su esposa podría pensar de otro modo. Sabía que acataría su voluntad.
Zhenjim — Palacio — con Mihye
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You may ask Capítulo 3 |
Sintió que sus mejillas se calentaban ante las palabras del príncipe. Como artista siempre gustaba de escuchar halagos tras su actuación. No debía haber ningún artista en el mundo que no disfrutase de ello. Pero de alguna manera caló más hondo está vez, tal vez porque era su misma alteza imperial, casi un dios, el que reconocía su trabajo, tal vez por el brillo de cálida complacencia en su mirada al fijarla en ella durante un instante.
Aceptó su invitación con una reverencia, aunque tampoco era algo a lo que pudiera negarse, antes de volver a su lugar entre las mujeres. Para su sorpresa, aunque algunas la miraban con envidia, hubo una o dos sonrisas amables que antes no habían estado allí. Las palabras de amables del príncipe para con ella parecían haber hecho una pequeña diferencia. Estaba todavía por verse si era realmente para bien o para mal.
La vida en la corte era ciertamente extraña.
Aceptó su invitación con una reverencia, aunque tampoco era algo a lo que pudiera negarse, antes de volver a su lugar entre las mujeres. Para su sorpresa, aunque algunas la miraban con envidia, hubo una o dos sonrisas amables que antes no habían estado allí. Las palabras de amables del príncipe para con ella parecían haber hecho una pequeña diferencia. Estaba todavía por verse si era realmente para bien o para mal.
La vida en la corte era ciertamente extraña.
**FIN DEL CAPÍTULO**
Mihye — Palacio — con Zenjim
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Favour of the Prince Capítulo 4 |
La visita a la casa de las concubinas había servido, o eso quería pensar, para aplacar los ánimos de aquellas mujeres que podían pensar que él no las atendía como era debido. Su esposa, y alguna de las otras, pertenecían a importantes familias. A veces tenía que obligarse a mostrarles aprecio y favorecerlas para así acallar los rumores sobre su persona.
En eso consistían sus visitas. Pero en aquella ocasión había querido favorecer a Mihye, para que dejaran de acosarla del modo en que había podido ver que hacían. Era la más nueva, la más inocente de ellas, no estaba preparada para enfrentarse a ese desafío. Así que había querido ayudarla, si contaba con su favor las demás intentarían utilizarla para llegar a él en lugar de humillarla.
La casa de las mujeres tenía su propia política, y podía ser más peligrosa que el mundo de los hombres.
Pasó la mañana en su estudio, leyendo y firmando las cartas que requerían de su atención. Su padre empezaba a delegar cada vez más tareas sobre sus hombros para hacer ver que su autoridad se extendería a través de él a su muerte. Que él era un digno sucesor.
Salió de allí para el té que había prometido a las muchachas, los criados le vistieron adecuadamente y cuando llegó se dio cuenta de que faltaba una de ellas.- ¿Debemos esperar a Tien-Mu? -Preguntó a Mihye, con el ceño ligeramente fruncido. Le parecía extraño que le hicieran esperar para nada, pero también había pensado que acudirían juntas.
En eso consistían sus visitas. Pero en aquella ocasión había querido favorecer a Mihye, para que dejaran de acosarla del modo en que había podido ver que hacían. Era la más nueva, la más inocente de ellas, no estaba preparada para enfrentarse a ese desafío. Así que había querido ayudarla, si contaba con su favor las demás intentarían utilizarla para llegar a él en lugar de humillarla.
La casa de las mujeres tenía su propia política, y podía ser más peligrosa que el mundo de los hombres.
Pasó la mañana en su estudio, leyendo y firmando las cartas que requerían de su atención. Su padre empezaba a delegar cada vez más tareas sobre sus hombros para hacer ver que su autoridad se extendería a través de él a su muerte. Que él era un digno sucesor.
Salió de allí para el té que había prometido a las muchachas, los criados le vistieron adecuadamente y cuando llegó se dio cuenta de que faltaba una de ellas.- ¿Debemos esperar a Tien-Mu? -Preguntó a Mihye, con el ceño ligeramente fruncido. Le parecía extraño que le hicieran esperar para nada, pero también había pensado que acudirían juntas.
Zhenjim — Palacio — con Mihye
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Favour of the Prince Capítulo 4 |
Las criadas la prepararon con esmero para su cita con el príncipe. La despertaron de buena mañana, no de la mejor de las maneras, y empezaron con un montón de rituales de belleza de los que Mihye no había oído nunca hablar. Tien-Mu estuvo con ella durante el proceso siendo sometida a los mismos procedimientos. El resto de esposas se fueron uniendo, entrando a cotillear con miradas de envidia y verdadera curiosidad. Incluso Sun-Hee se acercó a ellas junto a una criada que portaba una bandeja con unos dasik en un pequeño cuenco.
— Los nervios y el estómago vacío no se llevan bien. Lo sé por experiencia, esto os asentará el estómago. —Tien-Mu agradeció con una sonrisa suave, pero Mihye no supo cómo reaccionar ante el inesperado gesto amable. Su boca acabó haciendo una mueca rara entre una sonrisa y un gesto de confusión, pero Sun-Hee pareció ignorarlo. Tien-Mu tomó una de las galletas y Mihye la imitó. Pero nunca llego a probar su galleta, pues la criada empezó a pintarle los labios y la galleta quedó olvidada por los nervios.
Tien-Mu empezó a encontrarse mal poco antes de que vinieran a buscarlas. Empezó a quejarse de un fuerte dolor de estómago y, poco después, acabó vomitándose sobre las impolutas ropas. Un par de criadas se apresuraron a llevársela, dejando a Mihye sola sin saber qué hacer. ¿La cita con el príncipe se cancelaba? ¿Debería volver sola al harem? Sus cavilaciones se detuvieron de pronto cuando las puertas volvieron a abrirse y el príncipe Zhenjim apareció.
— Alteza… —se apresuró a hacerle una reverencia.— Yo… No lo sé, se encuentra indispuesta, ha empezado a encontrase mal y se ha retirado con las criadas. —habló todavía sin dejar la reverencia. No sabía cómo se tomaría el príncipe la ausencia de Tien-Mu, ¿se enfadaría por no haber sido avisado y hacerle perder su tiempo?
— Los nervios y el estómago vacío no se llevan bien. Lo sé por experiencia, esto os asentará el estómago. —Tien-Mu agradeció con una sonrisa suave, pero Mihye no supo cómo reaccionar ante el inesperado gesto amable. Su boca acabó haciendo una mueca rara entre una sonrisa y un gesto de confusión, pero Sun-Hee pareció ignorarlo. Tien-Mu tomó una de las galletas y Mihye la imitó. Pero nunca llego a probar su galleta, pues la criada empezó a pintarle los labios y la galleta quedó olvidada por los nervios.
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Tien-Mu empezó a encontrarse mal poco antes de que vinieran a buscarlas. Empezó a quejarse de un fuerte dolor de estómago y, poco después, acabó vomitándose sobre las impolutas ropas. Un par de criadas se apresuraron a llevársela, dejando a Mihye sola sin saber qué hacer. ¿La cita con el príncipe se cancelaba? ¿Debería volver sola al harem? Sus cavilaciones se detuvieron de pronto cuando las puertas volvieron a abrirse y el príncipe Zhenjim apareció.
— Alteza… —se apresuró a hacerle una reverencia.— Yo… No lo sé, se encuentra indispuesta, ha empezado a encontrase mal y se ha retirado con las criadas. —habló todavía sin dejar la reverencia. No sabía cómo se tomaría el príncipe la ausencia de Tien-Mu, ¿se enfadaría por no haber sido avisado y hacerle perder su tiempo?
Mihye — Palacio — con Zhenjim
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