Empezó en Navidad.

La fiesta navideña del Arsenal FC era una tradición que llevaba celebrándose desde prácticamente la fundación del club. Este año en particular había más alegría que la acostumbrada porque el equipo estaba haciendo una buena campaña y había grandes expectativas para ganar la liga inglesa.

Darien, defensa titular desde hacía varias campañas, estaba en su elemento. Las fiestas parecían su hábitat natural y sus compañeros siempre coincidían en que era el alma del equipo. Incluso si habían perdido un partido, Darien siempre hallaba la manera de mantener los ánimos en alto. Sin embargo, para esta fiesta en particular, su favorita en todo el calendario liguero, su cita le canceló al último momento. Incapaz de conseguir en menos de veinticuatro horas un reemplazo, Darien decidió asistir a la fiesta de navidad completamente solo, aunque eso significaría someterse un poco a las burlas del resto de sus compañeros. Ese era el precio a pagar por ser el más bromista de todos: nadie iba a perder la oportunidad de hacerlo blanco de burlas e ironías por unas horas.

Eleanor, en cambio, llegó directo de Escocia dos días antes de la fiesta para ayudar a un amigo. Ella y Neil Carter, portero titular del Arsenal, se conocían desde hacía mucho tiempo y el chico le pidió que por favor le hiciera compañía en la fiesta de Navidad. Eleanor no conocía todos los detalles, sólo que Neil no estaba pasando por un buen momento sentimental y a ella no le molestaba ponerse un lindo vestido, sonreír para las cámaras y pasarlo bien por una noche. Ella había nacido en el ojo público y ahora se dedicaba al deporte ecuestre, estaba acostumbrada, así que no veía por qué algo tenía que salir mal.

En esa fiesta de Navidad, Darien conoció a la mujer más hermosa que hubiera visto antes y Eleanor apenas podía creer que ese hombre hablara tantas palabras por minuto. Él sólo quería saber más de ella, mientras que ella tan sólo esperaba que la noche terminara.

Ninguno de los dos tenía idea de qué les tenía preparado el destino.

	Eleanor Grosvenor
	Jinete Ecuestre - 29 años - Lucy Boynton - Juno

Darien Boka
Futbolista - 27 años - Daniel Kaluuya - Minerva

One on One - Original - Realista - Juno & Minerva

La propuesta de Elle lo tomó por sorpresa. Aunque a todas luces era broma, la sola propuesta era suficiente para dejar volar su imaginación. Estuvo a punto de preguntar complacer de qué forma, pero la risa de Elle y la forma en que negó con la mano dejaba por fuera el tema de la conversación.

Pero volvería sobre ese tema, algún día. A alguna hora.

Sin embargo, su comentario sobre las notas de prensa sobre él lo hicieron dejar esos pensamientos de lado rápidamente. La verdad la prensa rosa nunca había tenido cosas muy agradables que decir de él.

—Lamento esa primera impresión, pero te agradezco mucho haberme dado la oportunidad de que me conocieras como soy. —replicó, más serio de la cuenta.

La verdad sí que había sido un mujeriego y un fiestero. Por suerte, aunque Santi lo acompañaba en lo primero, era disciplinado y nunca lo había dejado llegar al punto de afectar sus entrenamientos o su condición física.

—Neil te puede decir que no siempre me porté muy bien—aceptó—. Pero espero que tengas claro que lo que tengo aquí contigo es diferente. Muy diferente.

No sabía si era algo que hablara a su favor decir que ella sí era en serio, si se tomaría a mal que se refiriera de esa forma a las otras mujeres con las que podría haberse relacionado.

—Esta relación es muy en serio para mí—añadió. —No soy la misma persona que era entonces.

Había madurado. Esa era la única explicación que encontraba. Ya no era un futbolista exitoso e inmaduro que buscaba divertirse. Era un hombre hecho y derecho que había encontrado a alguien con quien realmente valía la pena compartir la vida. Pero se calló eso. No quería espantarla tampoco.

Con Darien - Berlín - Junio - 20.00hrs

Eleanor soltó una risita cuando escuchó la expresión primera impresión, porque en más de una ocasión le había dicho a sus amigas que los hombres no daban más que para ser infieles. Que no creía que estuviera en su naturaleza asentarse, que ya tenía el ejemplo de sus padres para saber que los matrimonios no duraban para siempre. Que el felices para siempre sólo existía en los cuentos de hadas, precisamente porque eran eso: cuentos de hadas.

Por eso, que Darien fuese un mujeriego, uno más de los excéntricos amigos futbolista de Neil, no era una sorpresa en absoluto. Eso era lo que esperaba Eleanor de él. Sin embargo, Darien le demostró que estaba equivocada, había roto sus esquemas de una manera impresionante.

—Yo también me agradezco a mí misma haber sido tan buena y haber querido darte una segunda cita —dijo Eleanor con tono jocoso, para aligerar un poco la conversación.

Por supuesto que había sido un salto de fe, algo impropio de ella, pero había sido certero. Era como si, a pesar de no comprar religiosamente el boleto de lotería, ganárselo a la primera que comprase uno.

Un golpe de maravillosa suerte.

Eleanor se sintió muy emocionada cuando lo escuchó hablar así. Saber que estaba tomando un camino diferente porque su relación era diferente a las otras que él había tenido significaba mucho para ella.

Más de lo que Eleanor estaba dispuesta a admitir.

—Esto también es muy serio para mí, Darien —confesó, sintiéndose bastante expuesta. Eleanor creía que luego de este viaje, cuando volvieran a Londres, su relación sería diferente, más comprometida incluso de lo que era ahora. Y eso la emocionaba mucho, pero también la asustaba—: Nunca me había sentido así con nadie antes, ni tampoco estaba interesada en conocer a nadie en profundidad. Estaba… bueno, estaba concentrada en otras cosas. Pero contigo todo es diferente, a veces me da miedo, pero al mismo tiempo me encanta. ¿Sabes lo que quiero decir?

Eleanor creía que estaba parafraseando, pero tenía el presentimiento de que Darien sabía muy bien a qué se refería.

Con Darien - Berlín - Junio - 20.00hrs

Cada salida con Elle era una nueva aventura. Darien nunca sabía qué esperar de ella, y esa aventura constante le fascinaba. Sus palabras lo dejaron sin aliento.

La tomó de las manos y entrelazó sus dedos de nuevo. Parecía que esto era muy en serio para ambos. Eso era motivo para estar feliz, pero también le causaba un nerviosismo impresionante.

No quería meter la pata en esto. De verdad que no. Quería hacer las cosas bien.

No podía echar las cosas a perder con Elle.

—Eres lo mejor que me ha pasado en la vida —le aseguró, estrechando su mano con fuerza.

Le sonrió con sinceridad.

—Yo también he estado todo este tiempo enfocado en mi carrera—aceptó—. Pero ahora sé que lo que quiero está frente a mí ahora mismo. Eres lo más importante en mi vida en este momento.

Sus compañeros le dirían que estaba loco, pero era verdad. Tal vez en otro momento tendría que preocuparse por las decisioens de su carrera, pero en este momento nada era más importante que Elle.

No sería ni el primero ni el último que había perdido la cabeza por una chica. Y si alguien valía la pena para perder la cabeza, era Elle.

Pero no le propondría matrimonio. No todavía. Había que planearlo bien. Pero... podría empezar a pensarlo muy en serio. Solo que eso mejor no se lo decía todavía.

Con Darien - Berlín - Junio - 20.00hrs

Tal y como Eleanor lo había pronosticado, Marian era un completo encanto.

La habían visto poco después de regresar a Inglaterra, aunque Eleanor se ocupó bastante casi enseguida. Eso más el inicio de la temporada deportiva la mantuvo alejada de Darien durante algunas semanas. Estaba fastidiada porque, según sus amigas, se la pasaba diciendo que extrañaba demasiado a su novio.

Ella y Darien habían conseguido cuadrar un momento libre en el que coincidían los dos. Habían aprovechado el momento para cumplir la promesa que le había hecho a Marian, su nueva y encantadora sobrina postiza, de llevarla a dar un tour para ver caballos en la escuela de equitación. Por supuesto que para cumplir con el protocolo, tuvo que invitar también a Santi, quien parecía francamente aterrorizado por los caballos. Tuvo que explicarle que no subiría a Marian en uno de los suyos, tan sólo en los ponis que usaban en la escuela para los niños más pequeños.

Fue Darien quien sugirió llevar a Neil, como parte del trato para tranquilizar a Santi.

Eleanor recordaba que había un par de caballos a nombre de la familia Carter en los establos. La abuela de Neil había sido una amazona en su juventud, pero se retiró después de haber tenido a su primer hijo. A opinión de Eleanor, eso era otra cosa que había arruinado George Carter, pero por supuesto que no se lo diría a Neil. Nancy, su prima menor y heredera del nombre de su abuela, asistía a la escuela de equitación.

Por suerte, la primera parada fue en el establo de los ponis. Era una lástima que Ronnie y sus sobrinos estuvieran fuera de la ciudad, aprovechando los últimos días de vacaciones, porque Sarah y Charlie también amaban venir aquí.

—Creo que Santi se está poniendo un poco pálido —dijo Eleanor, abrazándose a Darien, mientras veía cómo el pobre de Santi veía cómo su hija se subía a uno de los ponis, uno de color blanco, ayudada por una de las maestras de la escuela—. Lucy es una de nuestras mejores instructoras, no habría dejado a Marian en manos de cualquiera.

Eleanor agitó los brazos en dirección a la niña, quien la saludó con ambas manos, para el terror de su padre. Neil, en cambio, estaba sentado tranquilamente en las gradas. Llevaba ropa holgada y lentes oscuros, parecía que estaba a sus anchas. Santi, por otro lado, estaba muy bien vestido, y también demasiado tenso. Los dos parecían agua y aceite, Eleanor tendría que tomarle una foto y mandársela a Ronnie, para que supiera de lo que se estaba perdiendo.

Con Darien - Londres - Agosto - 11.00hrs

Darien se felicitaba sinceramente de haber logrado cuadrar esa salida. Últimamente a Eleanor y él les costaba encontrar tiempo para verse, y lograr cuadrar con tres personas más era casi un milagro. Pero le debían esto a Marian y, por lo que Darien entendía, cualquier cosa que le subiera el ánimo a la niña era bien recibido.

La vida había sido muy dura para Marian, Darien podía entenderlo.

También le había alegrado haber tenido la idea de invitar a Neil. Santi estaba muy tenso, y no le habría creído a Darien nada de lo que le dijera sobre los caballos. De hecho, cuando lo había invitado, le había dicho que "no sabías nada de caballos hasta que conociste a Eleanor, perdón si no te considero experto". Pero Neil sí que conocía de caballos desde pequeño.

Eran cosas de gente de plata como ellos.

Por ahora, Darien se salvaba de que algo iba entendiendo de la equitación, y la mayoría de los caballos de Elle reaccionaban bien ante él, excepto Zeus. Había contado tantas historias de él que Santi se había opuesto a que Marian lo conociera fuera de su lugar en el establo. Sin embargo, había sido una advertencia innecesaria, porque su novia había dispuesto que la niña solo tuviera contacto directo con los ponis.

Marian estaba extasiada, y Darien sabía que en el fondo, Santi se sentía bien de ver a su hija tan contenta. Aunque le diera pánico. Por suerte, a Neil le creía más lo que le decía sobre el tema, y estaba muy relajado.

Devolvió el abrazo a su novia cuando esta se acercó a él.

—Santi es aprensivo por lo general—dijo, intentando restarle importancia—. Pero mientras se mantenga hablando con Neil podrá controlarse. O eso espero. Si no, Marian crecerá pensando que no puede hacer muchas cosas.

Darien siempre había sido un niño muy libre. Su madre no tenía problemas en vendarle raspones o curárselos con algo que ardiera para que la próxima vez anduviera con más cuidado. Pero Santi era muy protector y eso, en opinión de Darien, no era bueno para cualquier niño.

Con Darien - Londres - Agosto - 11.00hrs

Eleanor echó otro vistazo hacia donde estaba sentado Santi y Neil. O, más bien, adonde estaba sentado Neil, porque Santi estaba de pie en el borde del barandal que separaba las gradas de la pista de equitación. Marian, en cambio, la estaba pasando tan bien que ni siquiera parecía estarle prestando atención a nada que no fuera su poni y lo que le estaba diciendo Lucy, la instructora.

Estaba orgullosa de haberse planteado esta actividad. Los animales, sin duda, era un éxito asegurado. Eleanor siempre se sentía de buen humor cuando llegaba a los establos y compartía tiempo con sus caballos. Era simplemente mágico, esperaba que Santi lo entendiese al final del día.

Se conformaba con que al pobre no le diera un infarto al ver a su hija tratando de ver cómo el poni andaba más rápido.

—Bueno, supongo que tengo que anotarme como un triunfo que haya aceptado traer a Marian. Que esté relajado ya es pecar de ambiciosa —comentó ella con una sonrisa, mientras volvía a ver a Darien—: Supongo que también es algo cultural, ¿no? Santi viene de un país más… tradicional, supongo, los padres y madres son más apegados a sus hijos. O quizás es que yo vengo de una familia de gente imprudente, cuando tenía cuatro me dejaron subir a un caballo por primera vez, sin montura y cuando me caí mi madre aplaudió para decirme que me levantara de una vez.

Eleanor recordaba aquella experiencia, lo que otra persona de seguro hubiera catalogado como traumático, para ella había sido increíble. Incluso cuando se rompió la mitad de un diente de leche por haberse caído mal del caballo. Pero eso le funcionó, pues aprendió cómo dejarse caer si volvía a sucederle, a partir de entonces dejó de tener miedo a caerse.

Pero seguro si le contaba eso a Santi sería aún peor.

—Darien, si llegas a tener hijos conmigo que sepas que voy a subirlo al caballo apenas puedan caminar, espero que lo entiendas —dijo de pronto, en tono bromista, mientras alzaba las cejas—. No te pondrías como Santi, ¿cierto?

Eleanor estaba bromeando, por supuesto, pero sabía que estaba tanteando terreno peligroso. Tenía la sensación de que últimamente sólo estaban hablando sobre un futuro hipotético.

Con Darien - Londres - Agosto - 11.00hrs

Darien miró a su amigo. Seguía tenso, sin apartar apenas los ojos de su hija en el caballo para contestar a lo que Neil le estaba diciendo.

—Puede que sí sea algo cultural—contestó, no muy convencido—. Pero en general Santi es un estresado. Lo he visto realmente relajado muy pocas veces. Justo después de ganar algún trofeo lo más, por un ratito.

Era extraño, bien pensado, su amigo siempre estaba tenso, a la defensiva y preocupado por lo que iba a pasar.

Habría elaborado algo más al respecto, pero las palabras de Elle lo frenaron en seco. Esa era totalmente otra conversación en la que cómo fuera su amigo era irrelevante.

—Si llegas a tener hijos conmigo...—repitió. ¿Esa opción estaba sobre la mesa ahora mismo?—. Eso suena... maravilloso.

Lo decía de verdad, aunque sonaba un poco aterrador también. Entre más tiempo pasaban juntos, menos veía Darien su futuro sin ella. pero por años había vivido con el cortoplazo del jugador de fútbol que pensaba que de una temporada a otra su vida podía cambiar por completo.

Pero esto... esto le hacía pensar en que ambos estaban pensando en un futuro a largo plazo. Esto era un futuro para ambos. Y aparentemente podría tener niños y caballos.

Estaba más que conforme con eso.

Con Darien - Londres - Agosto - 11.00hrs