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Juno
Phoenix
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Remember Who The Real Enemy Is
INSPIRED — BOOKS — THE HUNGER GAMES — ONE ON ONE
Meda y Zane se desprenden de aquí.
Cuando era pequeña, Meda jugaba con retazos de tela y hacía ella misma ropa nueva para todas sus muñecas. Todos en la familia Lunt contaban la misma historia en las reuniones familiares: Meda tenía un talento innato. Para tormento de su padre, Meda constantemente no terminaba sus tareas y asignaciones en la academia por pasar más horas diseñando vestidos. Para su madre era un pasatiempo ideal para una señorita de sociedad, que contentaría en el futuro a un marido más que adecuado, que ella estaría encantada de encontrarle a su única hija.
Después de graduarse de la prestigiosa Academia del Capitolio, Meda se deshizo de aquel lastre escolar para dedicarse de lleno a lo que tanto le gustaba desde pequeña. Valiéndose de algunos contactos de su familia, Meda consiguió un puesto de asistente en un taller de costura. Estaba tan fascinada con aquello, que no tenía ni tiempo ni disposición para vérselas con todas las citas que su madre, insistentemente, le programaba todas las semanas.
Era sólo cuestión de tiempo para que alguien con el talento y la tenacidad de Meda acabara postulándose como estilista para los Juegos del Hambre. Aunque fue un camino sinuoso, creyó que iba a morirse de la emoción cuando la asignaron con el equipo del Distrito Diez. Elliot Thorpe era hasta el momento el único vencedor de su distrito y llevaba unos cuantos años gozando de una popularidad inmensa en el Capitolio, porque tenía un encanto natural para las cámaras.
Para Meda fue un completo sueño trabajar con un vencedor como Elliot, quien era complaciente y dócil, incluso estaba dispuesto a escuchar todos sus monólogos sobre qué tipo de ropa le iría mejor dependiendo de la ocasión. Sin embargo, con el paso del tiempo, Meda fue mirando con más detenimiento detalles que antes se le escapaban, como las ojeras de Elliot, su cansancio constante y, sobre todo, la imperiosa necesidad que tenía Apolo, su escolta, en dejarle pastillas para que funcionara mejor.
Hambrienta de respuestas, Meda empezó a involucrarse más de la cuenta, quizás de manera más personal con su vencedor, a pesar de que lo más fácil habría sido dejarlo estar. Sus visitas a destiempo al distrito diez empezaron a hacerse frecuentes, con la excusa de tomarle a Elliot medidas, acabó descubriendo algo que terminó por despertar por completo su curiosidad. A pesar de que tenía permiso para llevar a toda su familia a la villa de vencedores, Elliot vivía completamente solo.
En un intento desesperado por encajar todas las piezas de aquel intrincado rompecabezas, Meda se presentó una tarde, sin invitación, jugando contra del tiempo que tenía antes del próximo tren rumbo al Capitolio, en la puerta de los Thorpe. La primera vez que vio a Zane Thorpe, éste volvió a cerrarle la puerta en la cara. Su abierta hostilidad no detuvo a Meda ni un ápice, más bien causó el efecto contrario, pues desde ese momento no perdía oportunidad para preguntarle por qué, si Elliot parecía extrañarlo a él y al resto de su familia, estos insistían en vivir en la zona más empobrecida del distrito.
Desde ese entonces, Meda seguía determinada en descifrar qué demonios pasaba por la cabeza de la familia Thorpe, mientras que Zane hacía lo imposible por mantener al margen a aquella terca mujer que se estaba convirtiendo en una completa pesadilla. Después de todo, lo único que quería Zane era enterrar el pasado, olvidarse que alguna vez Elliot, el niño amado del Capitolio, fue parte de su familia. Pero cada vez que Meda llamaba a la puerta, era como si la vida estuviera empeñado en recordárselo constantemente.
××××××××××××××××××××××××××
C A P Í T U L O S
Zane Thorpe
Distrito 10 — Dan Stevens — Minerva
Andromeda Lunt
Capitolio — Anya Taylor Joy — Juno
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- Código:
<center><div class="pet12"><div class="pet13"><div class="pet15">TÍTULO</div><div class="pet16">SUBTÍTULO</div></div><div class="pet14" style="background:url(IMAGEN AQUÍ)center;background-size:cover;"></div><div class="pet17">TEXTO AQUÍ. SI ME PONES [b]ASÍ [/b]ME VEO EN NEGRITA. SI ME PONES <i>ASÍ </i> ME VEO EN CURSIVA.</div><div class="pet18"><div class="pet19"> DATO — DATO — DATO </div></div></div></center><center><div class="petcredit"><a href="http://treeoflife.foroactivo.com/u3"><i class="cp cp-sword"></i></a></div></center>
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Chapter I
Meda estaba histérica. Cuando bajó del tren, se aseguró de darle un pisotón accidental a Apolo, quien se inclinó y lanzó improperios mientras buscaba rastros del tacón de Meda en su bota de cuero. Dejó a Apolo atrás, mientras les daba un empujoncito a Elliot y Trisha, haciéndolos avanzar a ambos en dirección al Alcalde, que los estaba recibiendo en la tarima que habían montado en la plaza del distrito.
Elliot se quedó rezagado por un instante, pues reconocía bien que ese era el momento de Trisha. La nueva vencedora del distrito diez. A Meda le parecía increíble, pues cuando ella empezó a trabajar con Elliot, éste ya era un vencedor, así que vivir la adrenalina de verla como el último tributo en pie fue maravilloso. Sin embargo, cuando la vio cojear para acercarse a la multitud, se sintió un poco culpable. La prótesis era muy buena, pero había perdido la pierna en la arena.
—Bueno, esto está muy bien. Al menos la gente aplaude, la celebración de Elliot fue un completo desastre, parecía un funeral —Apolo ya se había colocado a su lado y le parecía que había hecho un comentario muy ingenioso, a lo que Meda le respondió con una sonrisa.
Todavía no le había perdonado que, horas antes, le hubiera dicho que tenía que prepararle a Elliot un atuendo especial porque Cyphrus Flummox había pagado un dineral para una noche con él. Meda no podía soportar que las manos de Flummox iban a tocar uno de sus diseños y, en consecuencia, el cuerpo de Elliot.
Mientras pensaba en ello, sentía todavía menos apetito. Meda escuchaba los halagos del Alcalde, las risas de Apolo y cómo la pequeña Trisha estaba tratando de seguir la conversación. Elliot, en cambio, llevaba veinte minutos con su plato intacto. También notaba que lo había en su copa de cristal, era agua. Ni una sola gota de alcohol, Meda no estaba segura si eso la enorgullecía o preocupaba.
Meda se sentía frustrada, nunca podía pensar con claridad cuando estaba así de enfadada. Cuando Trisha empezó a hablar de su familia, Meda recordaba que le prometió que la ayudaría a decorar su casa, ella no pudo negarse a pesar de que Apolo le dijo, de nuevo, que no tenía por qué hacer esas cosas porque no eran parte de su trabajo.
Al menos, tenía que concederle la razón al Apolo que la celebración parecía un éxito. Cuando los grupos empezaron a dispersarse, Meda reconoció una silueta que conocía muy bien. La expresión endurecida de Zane Thorpe era tan cruda que nadie podía imaginarse que compartía genes con alguien tan dulce como Elliot.
Meda, como siempre que estaba frustrada, tomó una mala decisión. Cuando se levantó de la mesa, tuvo que hacer gala de su destreza para caminar en tacones para darle alcance. Estaba solo, pero no estaba segura si su familia estaría cerca. La última vez que Meda se cruzó con el señor Thorpe, el padre de Elliot, fue una pesadilla.
—¡Zane! —exclamó de pronto, sin importar que alguien más pudiera escucharla. Esperaba que Apolo siguiera encantado escuchando los halagos del Alcalde—. ¡Espera! ¿No te han dicho que es de muy mala educación ignorar el saludo de una dama?
Elliot se quedó rezagado por un instante, pues reconocía bien que ese era el momento de Trisha. La nueva vencedora del distrito diez. A Meda le parecía increíble, pues cuando ella empezó a trabajar con Elliot, éste ya era un vencedor, así que vivir la adrenalina de verla como el último tributo en pie fue maravilloso. Sin embargo, cuando la vio cojear para acercarse a la multitud, se sintió un poco culpable. La prótesis era muy buena, pero había perdido la pierna en la arena.
—Bueno, esto está muy bien. Al menos la gente aplaude, la celebración de Elliot fue un completo desastre, parecía un funeral —Apolo ya se había colocado a su lado y le parecía que había hecho un comentario muy ingenioso, a lo que Meda le respondió con una sonrisa.
Todavía no le había perdonado que, horas antes, le hubiera dicho que tenía que prepararle a Elliot un atuendo especial porque Cyphrus Flummox había pagado un dineral para una noche con él. Meda no podía soportar que las manos de Flummox iban a tocar uno de sus diseños y, en consecuencia, el cuerpo de Elliot.
Mientras pensaba en ello, sentía todavía menos apetito. Meda escuchaba los halagos del Alcalde, las risas de Apolo y cómo la pequeña Trisha estaba tratando de seguir la conversación. Elliot, en cambio, llevaba veinte minutos con su plato intacto. También notaba que lo había en su copa de cristal, era agua. Ni una sola gota de alcohol, Meda no estaba segura si eso la enorgullecía o preocupaba.
Meda se sentía frustrada, nunca podía pensar con claridad cuando estaba así de enfadada. Cuando Trisha empezó a hablar de su familia, Meda recordaba que le prometió que la ayudaría a decorar su casa, ella no pudo negarse a pesar de que Apolo le dijo, de nuevo, que no tenía por qué hacer esas cosas porque no eran parte de su trabajo.
Al menos, tenía que concederle la razón al Apolo que la celebración parecía un éxito. Cuando los grupos empezaron a dispersarse, Meda reconoció una silueta que conocía muy bien. La expresión endurecida de Zane Thorpe era tan cruda que nadie podía imaginarse que compartía genes con alguien tan dulce como Elliot.
Meda, como siempre que estaba frustrada, tomó una mala decisión. Cuando se levantó de la mesa, tuvo que hacer gala de su destreza para caminar en tacones para darle alcance. Estaba solo, pero no estaba segura si su familia estaría cerca. La última vez que Meda se cruzó con el señor Thorpe, el padre de Elliot, fue una pesadilla.
—¡Zane! —exclamó de pronto, sin importar que alguien más pudiera escucharla. Esperaba que Apolo siguiera encantado escuchando los halagos del Alcalde—. ¡Espera! ¿No te han dicho que es de muy mala educación ignorar el saludo de una dama?
Distrito Diez — Gira de la Victoria — Tarde — Meda
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Chapter I
La Gira de la Victoria.
De todos los días que Zane odiaba, ese era uno de los principales. Si bien odiaba el día de la Cosecha y todos los juegos, siempre tenía la sensación de que al menos cuando terminaban todo pasaba. Pero la Gira de la Victoria era un recordatorio anual de que el Capitolio era su dueño siempre.
Así que ahí estaba. Vestido para la ocasión, para ir a la plaza central a ver a la nueva vencedora del Distrito y, de paso, a ver a su hermano pequeño.
No había forma de que se acostumbrara a ver a Elliot así.
Un títere del Capitolio. Se había vendido por completo a ellos y ahí estaba siempre, intocable, siempre a salvo gracias a ellos, sin importarle cómo estuvieran los demás en el Distito. No lo soportaba.
Peor todavía era todo el equipo con el que viajaba. La presumida de su modista y el estúpido de su ¿representante? No sabía qué demonios era. Zane los odiaba a todos.
Si se quedaba en la actividad de la Gira de la Victoria era para evitar las represalias de los Guardas de Paz si intentaba retirarse antes de tiempo. Pero apenas podía, se daba a la fuga. Por ahora, esperaba su momento.
No había esperado que Meda viniera tras él, mucho menos hablando de modales. ¿Pero quién se creía que era?
—No tengo nada que hablar contigo —replicó—. ¿Por qué no disfrutas tu fiesta y me dejas en paz?
Siempre lograba sacarlo de quicio, y no terminaba de entender por qué insistía en hablar con él.
Distrito Diez — Gira de la Victoria — Tarde — Zane
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Chapter I
Zane la miraba como si Meda llevara una chaqueta hecha de mierda de vaca encima. Era su expresión predeterminada, estaba segura de que nunca lo había visto mirarla de otra manera. También había visto esa expresión endurecida para dirigirse a Elliot, lo cual comprendía todavía menos.
Meda recordaba perfectamente el momento en que comprendió que Elliot no era huérfano como ella había pensado en un principio, sino que su familia vivía en otra zona del distrito. Seguía sin comprender por qué habían escogido aquello, cuando tenían todo el derecho a mudarse con su hijo en la Villa de los Vencedores. Apolo no le dio respuestas y cuando intentó preguntarle a Elliot, el pobrecito se desvivió en lágrimas.
Así que, como siempre sucedía, Meda decidió tomar la situación entre sus propias manos.
Hasta ahora no podía decir que tuviera muchos avances, eso sí, pero Meda no pensaba rendirse tan fácilmente. Ella nunca se rendía.
—No es mi fiesta —recalcó Meda, frunciendo el ceño. Miró en dirección a Trisha, que seguía entretenida, o eso parecía, con lo que estaba diciendo el Alcalde. Cuando se volvió hacia Zane, le sorprendió ver que éste seguía allí. Quizás iba a tener suerte hoy—. ¿Sabes que Trisha sí va a traer a su familia a vivir con ella a la Villa de Vencedores? O quizás debería decir que la familia de Trisha sí está dispuesta a acompañarla en la villa.
Decidió que no tendría por qué dar muchos rodeos. Después de todo, ella y Zane nunca se caracterizaban por dar rodeos, iban al grano. O, más bien, ella iba al grano y Zane encontraba la manera de refutar todo lo que decía.
Meda recordaba perfectamente el momento en que comprendió que Elliot no era huérfano como ella había pensado en un principio, sino que su familia vivía en otra zona del distrito. Seguía sin comprender por qué habían escogido aquello, cuando tenían todo el derecho a mudarse con su hijo en la Villa de los Vencedores. Apolo no le dio respuestas y cuando intentó preguntarle a Elliot, el pobrecito se desvivió en lágrimas.
Así que, como siempre sucedía, Meda decidió tomar la situación entre sus propias manos.
Hasta ahora no podía decir que tuviera muchos avances, eso sí, pero Meda no pensaba rendirse tan fácilmente. Ella nunca se rendía.
—No es mi fiesta —recalcó Meda, frunciendo el ceño. Miró en dirección a Trisha, que seguía entretenida, o eso parecía, con lo que estaba diciendo el Alcalde. Cuando se volvió hacia Zane, le sorprendió ver que éste seguía allí. Quizás iba a tener suerte hoy—. ¿Sabes que Trisha sí va a traer a su familia a vivir con ella a la Villa de Vencedores? O quizás debería decir que la familia de Trisha sí está dispuesta a acompañarla en la villa.
Decidió que no tendría por qué dar muchos rodeos. Después de todo, ella y Zane nunca se caracterizaban por dar rodeos, iban al grano. O, más bien, ella iba al grano y Zane encontraba la manera de refutar todo lo que decía.
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Chapter I
Había muchas cosas que le desagradaban de Meda, pero ninguna tanto como esa maña que tenía de opinar sobre cosas que no entendía y de las que no sabía nada. ¿Acaso tenía alguna idea sobre la familia de Trisha?
Tampoco tenía él por qué decirle que era obvio que irían con ella, porque la mitad eran vividores y la otra mitad inútiles. Claro que era gente que buscaría la forma de vivir del Capitolio si tenían la oportunidad. Por otro lado, era extraño que alguien no aprovechara una oportunidad así en un mundo en el que no había muchas oportunidades.
Pero Zane y su familia sí tenan orgullo. Eso alguien superficial como Meda no podía entenderlo.
—¿Y por qué debería saberlo? —preguntó—. ¿Por qué crees que me interesa?
La familia de Trisha había intentado hablar con ellos durante lo sjuegos. Preguntar si tenían alguna manera de contactar a Elliot, asegurarse de que a su hija le fuera bien. Querían ayudarla.
Zane les había dicho que no tenían que ayudarla. Que la dieran por perdida. Que nadie volvía de los Juegos del Hambre.
Elliot se había ido siendo un chico joven e inocente. Luego se había convertido en un drogadicto esclavo del Capitolio. Zane no soportaba verlo.
La gente creía que había ganado y había regresado. Zane sabía mejor.
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Chapter I
Cada vez que hablaba con Zane, se espantaba de ver lo diferente que era a su hermano menor. Era increíble porque Meda, como buena observadora, sabía que se parecían físicamente. Sobre todo en los ojos. Tenían el mismo tono de ojos, era un tono verdoso muy llamativo, pero la furia que veía en la expresión de Zane nunca la había visto en Elliot.
A Meda no le cabía dudas de que podría intimidar a cualquier persona. Pero ella, para mala suerte de Zane, no era como cualquier otra persona. Si se hubiera dejado intimidar, no habría llegado donde estaba.
Así que, en lugar de irse, como habría hecho cualquier chica prudente, Meda dio un paso al frente.
—Debería interesarte porque Elliot lleva diez años viviendo solo. Y, por lo que tengo entendido, tampoco es que recibe visitas… —Meda incluso pensó, al principio, que quizás los Thorpe no deseaban abandonar su antigua casa por nostalgia. Su abuela, ya cuando apenas podía andar, se rehusó a abandonar su casa. Amenazó con que tendrían que sacarla de allí muerta y así lo cumplió, así que ella podía entender esa motivación. Pero luego comprendió que ese no era el caso, los Thorpe nunca visitaban a Elliot. Ella tenía que visitarlo con frecuencia, lo sabría—: Pensé que te gustaría recordar que las reglas para todas las familias de los vencedores siguen siendo las mismas.
No le cabía la menor duda de que eso lo haría enfadar, pero a Meda no le importaba en absoluto. Zane tan sólo despotricaba y no le daba explicaciones, así que ella continuaría indagando hasta entender.
Cuando intentó indagar a Elliot, lo único que recibió fue unas disculpas en medio de muchas lágrimas. Para Meda, una cosa estaba clara, si era Elliot quien lloraba de esa forma tan desoladora, era por culpa de su familia. Así que, quien tenía la culpa, debería disculparse. ¿Qué acaso nadie le había enseñado eso a Zane?
Meda alzó las cejas, cruzándose de brazos e impidiéndole el paso. Si quería que se quitara, tendría que apartarla de allí. Y confiaba en que no se atrevería, había demasiada gente cerca, no haría un escándalo.
A Meda no le cabía dudas de que podría intimidar a cualquier persona. Pero ella, para mala suerte de Zane, no era como cualquier otra persona. Si se hubiera dejado intimidar, no habría llegado donde estaba.
Así que, en lugar de irse, como habría hecho cualquier chica prudente, Meda dio un paso al frente.
—Debería interesarte porque Elliot lleva diez años viviendo solo. Y, por lo que tengo entendido, tampoco es que recibe visitas… —Meda incluso pensó, al principio, que quizás los Thorpe no deseaban abandonar su antigua casa por nostalgia. Su abuela, ya cuando apenas podía andar, se rehusó a abandonar su casa. Amenazó con que tendrían que sacarla de allí muerta y así lo cumplió, así que ella podía entender esa motivación. Pero luego comprendió que ese no era el caso, los Thorpe nunca visitaban a Elliot. Ella tenía que visitarlo con frecuencia, lo sabría—: Pensé que te gustaría recordar que las reglas para todas las familias de los vencedores siguen siendo las mismas.
No le cabía la menor duda de que eso lo haría enfadar, pero a Meda no le importaba en absoluto. Zane tan sólo despotricaba y no le daba explicaciones, así que ella continuaría indagando hasta entender.
Cuando intentó indagar a Elliot, lo único que recibió fue unas disculpas en medio de muchas lágrimas. Para Meda, una cosa estaba clara, si era Elliot quien lloraba de esa forma tan desoladora, era por culpa de su familia. Así que, quien tenía la culpa, debería disculparse. ¿Qué acaso nadie le había enseñado eso a Zane?
Meda alzó las cejas, cruzándose de brazos e impidiéndole el paso. Si quería que se quitara, tendría que apartarla de allí. Y confiaba en que no se atrevería, había demasiada gente cerca, no haría un escándalo.
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Chapter I
Meda era una absoluta entrometida.
Zane quisiera poder evitar que volviera a acercársele. No hacía más que reprocharle por no estar en la vida de su hermano. Como si ella no formara parte del engranaje del Capitolio que se había llevado a su hermanito para siempre. Ella lo maquillaba, los vestía y lo lanzaba a las masas del Capitolio que lo adoraban. Lo había convertido en su muñeco de vestir.
Y aquí el malvado era él.
Meda no tenía idea de nada. No sabía lo que era apostar porque uno solo de los hermanos se dejara las tesalas y que finalmente los Juegos del Hambre se lo llevaran. Lo que era perder a una madre y una hermana por las acciones de ese hermano. Tener que verlo obligatoriamente en las transmisiones oficiales del gobierno, viviendo en medio de lujos y fiestas mientras ellos luchaban por sobrevivir.
Ella creía que tan solo tenían que venderse al Capitolio tal y como había hecho su hermano. Aceptar todo aquello a manos abiertas. Pensar que haber sido elegidos para los juegos del hambre era alguna especie de bendición y no la maldición que había resultado.
—¿Para qué quieres que visite a Elliot? —preguntó, mirándola con suspicacia—. ¿Es una treta para tener con qué manipular todavía más a Elliot?
Tenía que ser que necesitaban gente cercana a su hermano para algo, porque Zane tenía claro que él por sí mismo no era de ningún interés para el gobierno. Mucho menos para una estilista de los Juegos del Hambre.
Odiaba tanto tener que lidiar con ella.
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Chapter I
Considerando sus últimos encuentros con Zane Thorpe, Meda tenía que agradecer que ya no la hubiera empujado para abrirse paso. No sabía si estaba actuando distinto porque había demasiada gente a su alrededor, o quizás Zane tenía el estómago lleno y no parecía dispuesto a ponerse tan violento.
Quizás era su día de suerte.
Cuando vio la expresión mal contenida de Zane al responderle, recordó a Apolo, quien siempre le decía que ser demasiado positiva tan sólo le iba a traer problemas.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —dijo Meda, parpadeando varias veces. No entendía cómo era que Zane le preguntaba eso. Elliot echaba de menos a su familia, que además sabía que era bastante numerosa. Tenía a su padre vivo, además de otros hermanos y hermanas, aparte de Zane. Meda no comprendía cómo era posible que todos se hubieran puesto de acuerdo para tener a Elliot en aquel estado de abandono—: Elliot vive completamente solo en esa casa. ¿Cómo que manipularlo? ¿Para qué, según tú? Yo no manipulo a Elliot, somos amigos.
Meda habló muy rápido, como casi siempre que le pasaba cuando estaba alterada. Quizás no debió decir tan rápido que ella y Elliot eran amigos. Si Apolo la escuchaba, de seguro la regañaría. En realidad, hasta alguien tan optimista como ella sabía que Elliot no era estrictamente su amigo. Pero él estaba tan solo, Meda nunca se callaba, y pasaban mucho tiempo juntos en el Capitolio. ¿Cómo no le iba a tomar cariño?
Apolo tenía el corazón de hielo, porque ella no podía mostrarse indiferente.
—Zane… —Meda arrugó la nariz, mientras se acomodaba su vestido, pues le parecía que empezaba a hacer más frío. Ya habían tenido problemas con el clima en el Distrito Once, esperaba que no pasara de nuevo—. ¿Por qué si son una familia tan numerosa, Elliot está tan solo y nunca lo visitan?
Quizás era su día de suerte.
Cuando vio la expresión mal contenida de Zane al responderle, recordó a Apolo, quien siempre le decía que ser demasiado positiva tan sólo le iba a traer problemas.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —dijo Meda, parpadeando varias veces. No entendía cómo era que Zane le preguntaba eso. Elliot echaba de menos a su familia, que además sabía que era bastante numerosa. Tenía a su padre vivo, además de otros hermanos y hermanas, aparte de Zane. Meda no comprendía cómo era posible que todos se hubieran puesto de acuerdo para tener a Elliot en aquel estado de abandono—: Elliot vive completamente solo en esa casa. ¿Cómo que manipularlo? ¿Para qué, según tú? Yo no manipulo a Elliot, somos amigos.
Meda habló muy rápido, como casi siempre que le pasaba cuando estaba alterada. Quizás no debió decir tan rápido que ella y Elliot eran amigos. Si Apolo la escuchaba, de seguro la regañaría. En realidad, hasta alguien tan optimista como ella sabía que Elliot no era estrictamente su amigo. Pero él estaba tan solo, Meda nunca se callaba, y pasaban mucho tiempo juntos en el Capitolio. ¿Cómo no le iba a tomar cariño?
Apolo tenía el corazón de hielo, porque ella no podía mostrarse indiferente.
—Zane… —Meda arrugó la nariz, mientras se acomodaba su vestido, pues le parecía que empezaba a hacer más frío. Ya habían tenido problemas con el clima en el Distrito Once, esperaba que no pasara de nuevo—. ¿Por qué si son una familia tan numerosa, Elliot está tan solo y nunca lo visitan?
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Chapter I
Insoportable.
Era absolutamente insoportable.
La superioridad con la que hablaba lo iba sacando de quicio. Odiaba sentirse tan juzgado y señalado por alguien del Capitolio. Acusado por ir sobreviviendo su vida lo mejor que quería.
Estuvo a punto de reírse de la idea de que Elliot y Meda fueran amigos. Eran como el agua y el aceite. Pero luego recordó todas las imágenes de Elliot en las fiestas del Capitolio y vistiendo los diseños de la mujer. Tal vez sí que eran amigos. Su hermano había traicionado todos sus orígenes por la vida que el Capitolio le daba.
Así que tal vez sí que Meda era su amiga. Razón de más para no hablar con su hermanito.
Miró a Meda con incredulidad y soltó una risita burlona. La miró a los ojos y se acercó para hablarle a unos centímetros de la cara.
—Si son tan buenos amigos, pregúntale a él —le respondió cortante.
Luego le dedicó una sonrisa forzada que esperaba le transmitiera lo poco que le gustaba hablar con ella, y se dispuso a avanzar dejándola atrás. Nada lo obligaba a hablar con ella. No podía desdeñar a un oficial del Capitolio ni a un agente de paz del distrito... Pero no había razón por la que tuviera que obligarse a hablar con la modista.
—Como siempre, no fue un placer verte—dijo a modo de despedida.
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A Meda le gustaba reír y, en consecuencia, también le gustaba escuchar a la gente reír. Sin embargo, era muy diferente una risa cómplice y relajada, a la carcajada irónica que escuchó de labios de Zane.
Siempre se decía que él y Elliot eran completamente diferentes, pero quizás fue con ese gesto que lo tuvo más claro que nunca. Meda frunció el ceño, pues no entendía por qué se había reído de esa manera, como si ella le hubiera hecho una pregunta demasiado ridícula. Empezó a preguntarse cómo sería si él y Elliot se topaban, si este era el tipo de cosas que Elliot tenía que aguantar. Hasta ahora, había tenido la sensación de que Elliot quería a Zane y al resto de su familia, pero, ¿cuánto era realmente capaz de soportar en honor a ese cariño?
Meda soltó un respingo cuando lo vio acercarse a ella. Sabía que Zane no podía hacerle nada, por supuesto, en primer lugar porque no creía que fuera ese tipo de persona, pero también porque estaban en público.
Zane tampoco parecía tan temerario, excepto cuando se trataba de tratar mal a su hermano.
Sus palabras resonaron en los oídos de Meda y lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué te hace pensar que no le he preguntado? Pero las veces que lo hablamos… —Meda no sabía si decírselo. Tenía la sensación de que Zane quizás creería que estaba exagerando. Las veces que Meda se atrevió a preguntarle, Elliot siempre acababa llorando. Ella no quería alterarlo más de la cuenta, pero la reacción de Elliot siempre le daba la sensación de que era su familia quien insistía en ignorarlo o no al revés—. Nunca acaba bien, es un tema que, no sé por qué, lo pone muy triste. Tú eres su hermano mayor, ¿no se supone que debes cuidar de tu hermano menor?
Meda en realidad no estaba muy segura de sus palabras, porque era hija única. Quizás era precisamente por eso que estaba obsesionada con el tema. Por eso le dijo aquello a Zane, aunque la pregunta se la llevara el viento, pues éste parecía obsesionado con dejarla allí sin ninguna respuesta.
Un maldito maleducado.
Siempre se decía que él y Elliot eran completamente diferentes, pero quizás fue con ese gesto que lo tuvo más claro que nunca. Meda frunció el ceño, pues no entendía por qué se había reído de esa manera, como si ella le hubiera hecho una pregunta demasiado ridícula. Empezó a preguntarse cómo sería si él y Elliot se topaban, si este era el tipo de cosas que Elliot tenía que aguantar. Hasta ahora, había tenido la sensación de que Elliot quería a Zane y al resto de su familia, pero, ¿cuánto era realmente capaz de soportar en honor a ese cariño?
Meda soltó un respingo cuando lo vio acercarse a ella. Sabía que Zane no podía hacerle nada, por supuesto, en primer lugar porque no creía que fuera ese tipo de persona, pero también porque estaban en público.
Zane tampoco parecía tan temerario, excepto cuando se trataba de tratar mal a su hermano.
Sus palabras resonaron en los oídos de Meda y lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué te hace pensar que no le he preguntado? Pero las veces que lo hablamos… —Meda no sabía si decírselo. Tenía la sensación de que Zane quizás creería que estaba exagerando. Las veces que Meda se atrevió a preguntarle, Elliot siempre acababa llorando. Ella no quería alterarlo más de la cuenta, pero la reacción de Elliot siempre le daba la sensación de que era su familia quien insistía en ignorarlo o no al revés—. Nunca acaba bien, es un tema que, no sé por qué, lo pone muy triste. Tú eres su hermano mayor, ¿no se supone que debes cuidar de tu hermano menor?
Meda en realidad no estaba muy segura de sus palabras, porque era hija única. Quizás era precisamente por eso que estaba obsesionada con el tema. Por eso le dijo aquello a Zane, aunque la pregunta se la llevara el viento, pues éste parecía obsesionado con dejarla allí sin ninguna respuesta.
Un maldito maleducado.
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a puzzle of complexity
Chapter I
No debió haber picado. Tendría que haber seguido avanzando y dejar a la entrometida vanal del calendario con sus preguntas y sus dudas. Pero no pudo ignorarla. No cuando le acusó de esa forma de no haber cuidado a su hermano menor.
—¿Ah sí? ¿Y qué pasa cuando es el hermano menor el que pone al resto de la familia en peligro? —replicó retador.
Ella no sabía nada. No era más que una tonta mujer que solo podía pensar en vestidos y maquillajes. No sabía lo que era ver a tu madre y tu hermana morir de hambre por lo que hacía tu hermano menor.
Volvió a acercarse a Meda, invadiendo su espacio personal.
—Vete a hablar con los tuyos de vestidos, pelucas y todas tus tonterías—dijo con desprecio. —Deja de venir a fastidiarnos metiéndote en cosas que no te incumben y no entiendes.
Estaba harto. Harto de todo lo que tenía que ver con el Capitolio, pero no tenía escape. Menos del equipo de Elliot que no paraban de llegar al Distrito por él. Y en especial de ella, que siempre venía a él para fastidiarlo con lo que se le ocurriera.
Ahora sí que se giró para irse, no tenían nada más que hablar, al menos por su parte.
No quería oír más de Elliot llorando. Siempre había sido un chico sensible y débil. La verdad Zane no lograba comprender cómo había ganado sus juegos. Nunca pensó que fuera posible, y cuando había salido su nombre en la Cosecha él había llorado tanto como el resto de sus hermanos. Se había negado a ver sus juegos, pensando que en cualquier momento lo verían morir en pantalla.
Pero después de todo no era tan inútil. Había sobrevivido... y tal vez eso era lo peor que les podía haber pasado.
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Chapter II
Últimamente, la vida de Meda podía resumirse a: mataría a Apolo por ponerla en esta posición.
Con los próximos juegos acercándose, el Capitolio quería asegurarse de que los distritos no olvidaran lo bien que lo pasaban aquellos que salían vencedores. Como la prótesis de Trisha estaba siendo un impedimento para su popularidad entre los patrocinadores del Capitolio, iban a utilizar su imagen como propaganda para promocionar los próximos juegos.
Aunque eso sonaba bastante razonable para Meda, el problema era que Apolo se estaba encargando de todo y a ella, como siempre, le había tocado la peor parte. Habían seleccionado ciudadanos al azar del Distrito Diez para que hablaran no sólo de Trisha, sino de su familia. Apolo se estaba encargando personalmente de Trisha y su familia, mientras que Meda tenía que encargarse de los ciudadanos que habían sido sacados de sus casas, por agentes de la paz, para filmar sólo unas líneas de video.
Meda, normalmente positiva y radiante, no sabía si esto era buena idea. Pero darle su opinión a Apolo era una pérdida de tiempo.
Además, se dio cuenta de que su día acababa de empeorar cuando le pidió con una sonrisa al agente de la paz que hiciera pasar al siguiente ciudadano. No se había fijado en la lista en todos los nombres, pues Meda tan sólo reconocía los nombres de Elliot y Trisha en todo el distrito, ahora estaba aprendiéndose los nombres de la familia de Trisha. Pero cuando leyó el nombre de Zane Thorpe en los papeles, se dio cuenta de lo estúpida que había sido.
Cuando Zane entró, escoltado por un amable agente de la paz, agradeció que Elliot estuviera ahora mismo en su casa, en la villa de los vencedores. Meda carraspeó y le hizo un gesto para que tomara asiento frente a ella. Recordó la última vez que habían hablado y de pronto aquella silla metálica en medio del edificio de justicia se sintió inapropiada.
—No fui yo quien hizo la selección —dijo de pronto, con torpeza, intentando justificarse. Tenía la cámara apagada todavía, la chica que la estaba ayudando con eso parecía muy entretenida arreglando los cables—: Pero seguro que lo haces increíble con lo encantador que eres.
Meda le regaló a Zane una sonrisa tensa, sabiendo que él no quería estar allí. Que, de hecho, si tuviera la opción, la empujaría para abrirse paso y salir de allí.
Con los próximos juegos acercándose, el Capitolio quería asegurarse de que los distritos no olvidaran lo bien que lo pasaban aquellos que salían vencedores. Como la prótesis de Trisha estaba siendo un impedimento para su popularidad entre los patrocinadores del Capitolio, iban a utilizar su imagen como propaganda para promocionar los próximos juegos.
Aunque eso sonaba bastante razonable para Meda, el problema era que Apolo se estaba encargando de todo y a ella, como siempre, le había tocado la peor parte. Habían seleccionado ciudadanos al azar del Distrito Diez para que hablaran no sólo de Trisha, sino de su familia. Apolo se estaba encargando personalmente de Trisha y su familia, mientras que Meda tenía que encargarse de los ciudadanos que habían sido sacados de sus casas, por agentes de la paz, para filmar sólo unas líneas de video.
Meda, normalmente positiva y radiante, no sabía si esto era buena idea. Pero darle su opinión a Apolo era una pérdida de tiempo.
Además, se dio cuenta de que su día acababa de empeorar cuando le pidió con una sonrisa al agente de la paz que hiciera pasar al siguiente ciudadano. No se había fijado en la lista en todos los nombres, pues Meda tan sólo reconocía los nombres de Elliot y Trisha en todo el distrito, ahora estaba aprendiéndose los nombres de la familia de Trisha. Pero cuando leyó el nombre de Zane Thorpe en los papeles, se dio cuenta de lo estúpida que había sido.
Cuando Zane entró, escoltado por un amable agente de la paz, agradeció que Elliot estuviera ahora mismo en su casa, en la villa de los vencedores. Meda carraspeó y le hizo un gesto para que tomara asiento frente a ella. Recordó la última vez que habían hablado y de pronto aquella silla metálica en medio del edificio de justicia se sintió inapropiada.
—No fui yo quien hizo la selección —dijo de pronto, con torpeza, intentando justificarse. Tenía la cámara apagada todavía, la chica que la estaba ayudando con eso parecía muy entretenida arreglando los cables—: Pero seguro que lo haces increíble con lo encantador que eres.
Meda le regaló a Zane una sonrisa tensa, sabiendo que él no quería estar allí. Que, de hecho, si tuviera la opción, la empujaría para abrirse paso y salir de allí.
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Chapter II
Uno de los grandes engaños del Capitolio era que los Juegos del Hambre eran un evento de una vez al año. En la experiencia de Zane, los Juegos del Hambre no terminaban nunca. Era una cosa tras otra, pero desde que Elliot había ganado, siempre había cosas en el Distrito. No se imaginaba cómo sería en los Distritos de los profesionales con tantos ganadores.
Pero ellos no se libraban del equipo de Elliot en todo el año.
Zane hacía lo posible por mantenerse alejado de todo eso. No quería verse involucrado en nada de lo relacionado con el Capitolio. Pero, por más que lo intentaba, siempre acababa involucrado en algo.
Esta vez había sido el maldito del Guardia de Paz que lo había seleccionado. Estaba seguro de que lo había buscado a propósito para llevarlo a esto. Sabía que no le agradaba y disfrutaba meterse con él. Todo porque Zane no era de los que agachaba la cabeza ante el poder que les daba el Capitolio.
Para peor de los males, lo había llevado con Meda, de entre todas las personas posibles. Justo a las garras de la modista de Elliot. No podía con sus aires de superioridad, y su actitud de saber todo sobre él y su familia solo porque conocía la versión del Capitolio de su hermano.
—No estoy aquí por voluntad propia —replicó, aunque suponía que ella lo sabía perfectamente. O debería saberlo. ¿Cuándo le importaba al Capitolio la voluntad de las personas?—Así que hagamos este rápido para que pueda olvidarme de que me hicieron hacer algo para ustedes hoy.
Zane a veces sentía que debía aferrarse a su odio si quería sobrevivir. No era fácil aguantar en esa vida, siempre debajo del zapato. Siempre utilizados y explotados. Toda su fuerza laboral se iba en alimentar al Capitolio para conseguir migajas para comer. Para mantener vivos a sus hermanos.
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Chapter II
Zane Thorpe era una persona encantadora, Meda en eso no había mentido. La última vez que se vieron fue un completo desastre, pero ahora esto era diferente, porque tenían el tiempo medido y necesitaban sacar esa propaganda adelante. Meda creía que, si no mencionaba a Elliot, todo marcharía bien.
Además, Elliot había estado bien últimamente. Esta mañana Meda había ido hasta la villa de vencedores para probarle la ropa que usaría para el día de la Cosecha y también para el traje que le había preparado para el Desfile. Elliot se veía de buen humor, tuvo toda la paciencia mientras Meda volvía a tomarle las medidas, porque la cintura estaba un poco más floja que la última vez. Apolo había estado complacido, pero Meda tuvo que recordarle que comer estaba bien.
Ese era el tipo de cosas que sería lógico que Zane supiera, pero Meda no tenía tanta libertad esta vez.
—Que tardemos o no depende enteramente de tu encanto —dijo Meda con una sonrisa, mientras desviaba la mirada hacia los cosméticos que tenía sobre la mesa. Apolo le había dicho que no se excediera con el maquillaje de nadie, pero Meda tampoco podía permitir que la gente saliera con ojeras o con expresión perdida en el video. A una chica incluso le había borrado una cicatriz que tenía en el cuello.
Zane no parecía necesitar tanto maquillaje, pero de todas formas colocó algo de base alrededor de sus mejillas y en las sombras que tenía bajo los ojos. La piel de Zane parecía áspera al tacto, pero quizás era su imaginación, porque éste seguía mirándola con expresión severa.
—Abre los labios —dijo de pronto, con tono acusador—. Tienes los labios resecos, no pueden filmarte así.
Meda tenía un bálsamo sin olor a mano, pero sacó del bolsillo de su falda su bálsamo con olor a frutillas. Era su favorito. Le había dejado varios a Elliot, porque era brilloso, pero humectaba muy bien y los labios lo absorbían bastante rápidos. Se sintió atrevida, así que extendió la mano hasta tocarle los labios.
El olor a frutillas la puso automáticamente de buen humor.
Además, Elliot había estado bien últimamente. Esta mañana Meda había ido hasta la villa de vencedores para probarle la ropa que usaría para el día de la Cosecha y también para el traje que le había preparado para el Desfile. Elliot se veía de buen humor, tuvo toda la paciencia mientras Meda volvía a tomarle las medidas, porque la cintura estaba un poco más floja que la última vez. Apolo había estado complacido, pero Meda tuvo que recordarle que comer estaba bien.
Ese era el tipo de cosas que sería lógico que Zane supiera, pero Meda no tenía tanta libertad esta vez.
—Que tardemos o no depende enteramente de tu encanto —dijo Meda con una sonrisa, mientras desviaba la mirada hacia los cosméticos que tenía sobre la mesa. Apolo le había dicho que no se excediera con el maquillaje de nadie, pero Meda tampoco podía permitir que la gente saliera con ojeras o con expresión perdida en el video. A una chica incluso le había borrado una cicatriz que tenía en el cuello.
Zane no parecía necesitar tanto maquillaje, pero de todas formas colocó algo de base alrededor de sus mejillas y en las sombras que tenía bajo los ojos. La piel de Zane parecía áspera al tacto, pero quizás era su imaginación, porque éste seguía mirándola con expresión severa.
—Abre los labios —dijo de pronto, con tono acusador—. Tienes los labios resecos, no pueden filmarte así.
Meda tenía un bálsamo sin olor a mano, pero sacó del bolsillo de su falda su bálsamo con olor a frutillas. Era su favorito. Le había dejado varios a Elliot, porque era brilloso, pero humectaba muy bien y los labios lo absorbían bastante rápidos. Se sintió atrevida, así que extendió la mano hasta tocarle los labios.
El olor a frutillas la puso automáticamente de buen humor.
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Chapter II
Meda era una pesadilla.
Sin embargo, descubrió que si guardaba silencio, podía ser que siguiera trabajando sin hablar tanto. Le costó, porque su instinto natural le llevaba a discutir, pero guardó silencio, aguantando con incomodidad sentirla tocando su cara.
Estaba muy cerca. En ese ángulo y desde tan cerca percibía un aroma agradable que venía de ella, y podía ver al detalle sus rasgos. A como era de molesta, era de hermosa.
Suponía que era fácil ser hermosa en el Capitolio, con todos los recursos de belleza a la mano y sin tener que pasar ni un día de hambre. Su madre podría haber sido así de hermosa. Rosie seguro lo habría sido, porque no habría muerto de hambre.
Su belleza era una razón más para despreciarla.
Sin embargo, aunque no podía dejar de pensar en ello, su cuerpo reaccionó con un estremecimiento cuando sintió las yemas de sus dedos acariciar sus labios. Su comentario, por supuesto, lo irritó.
—Trata de trabajar todo el día al aire libre sin que se te partan los labios —replicó de mala gana, con el desprecio y seguridad de que Meda no había conocido el trabajo de campo en su vida—Te aseguro que a mis vacas les da igual el estado de mis labios.
Era despreciable lo superficial que resultaba todo para la gente del Capitolio. No sabían lo que era trabajar por su vida y la de sus seres queridos. No sabían nada.
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Chapter II
Meda estaba esforzándose por ser paciente, por tratar de ser amable con Zane y, sobre todo, haciendo un esfuerzo por no mencionar a Elliot en la conversación. Ella sabía ser encantadora y sabía cómo ganarse a la gente, la única excepción hasta Zane, había sido Apolo, pero porque el Escolta de verdad era insoportable. Pero Zane Thorpe era otro nivel, sabía que la detestaba y que, como ella casi siempre traía a Elliot a colación, su odio era personal.
Por eso se frustró más de la cuenta cuando, a pesar de que Meda estaba sólo tratando de ser amable, Zane empezó a hablarle sobre trabajar al aire libre y sobre sus vacas. Meda inspiró hondo y continuó haciendo su trabajo lo mejor que pudo. Pero era difícil trabajar con los labios de Zane cuando éste estaba hablando, quejándose de todo lo que ella decía. Necesitaba paciencia, pero ya se le estaba agotando la poca que tenía.
—Bueno, quizás te pasa eso porque no tienes cómo protegerte los labios. Pero no te sientas mal, en realidad la mayoría de la gente piensa que con tomar agua es suficiente para tener unos labios bonitos. No es así, así que… —Meda, con su mejor sonrisa, como símbolo de paz, escogió un potecito lleno de hidratante labial y lo deslizó sobre la mesa, en dirección a Zane—: Toma, puedes quedártelo. Huele a frutilla, estoy segura que a las vacas les encantará también.
Meda estuvo a punto de decirle que ya habían terminado, cuando escuchó un pequeño estruendo a sus espaldas. Soltó un respingo y se levantó de su haciendo, girándose lo bastante rápido para ver las chispas saltar desde el punto de conexión. La chica que estaba con los cables también se echó hacia atrás y luego miró a Meda con expresión aterrada.
—¡Lo siento mucho! Buscaré… tengo que buscar una conexión nueva, creo que no aguantó tanto voltaje —dijo, mientras se alejaba un poco, dejándolos a ella y Zane solos por un instante. El salón era bastante pequeño, así que el olor a quemado le hacía cosquillas en la nariz.
—Oh no… —Meda chasqueó la lengua, sabiendo que el retraso pondría a Apolo de mal humor. Cuando se giró hacia Zane de nuevo, lo miró con curiosidad—. ¿Estás bien? Las chispas no saltaron mucho, pero quién sabe…
Por eso se frustró más de la cuenta cuando, a pesar de que Meda estaba sólo tratando de ser amable, Zane empezó a hablarle sobre trabajar al aire libre y sobre sus vacas. Meda inspiró hondo y continuó haciendo su trabajo lo mejor que pudo. Pero era difícil trabajar con los labios de Zane cuando éste estaba hablando, quejándose de todo lo que ella decía. Necesitaba paciencia, pero ya se le estaba agotando la poca que tenía.
—Bueno, quizás te pasa eso porque no tienes cómo protegerte los labios. Pero no te sientas mal, en realidad la mayoría de la gente piensa que con tomar agua es suficiente para tener unos labios bonitos. No es así, así que… —Meda, con su mejor sonrisa, como símbolo de paz, escogió un potecito lleno de hidratante labial y lo deslizó sobre la mesa, en dirección a Zane—: Toma, puedes quedártelo. Huele a frutilla, estoy segura que a las vacas les encantará también.
Meda estuvo a punto de decirle que ya habían terminado, cuando escuchó un pequeño estruendo a sus espaldas. Soltó un respingo y se levantó de su haciendo, girándose lo bastante rápido para ver las chispas saltar desde el punto de conexión. La chica que estaba con los cables también se echó hacia atrás y luego miró a Meda con expresión aterrada.
—¡Lo siento mucho! Buscaré… tengo que buscar una conexión nueva, creo que no aguantó tanto voltaje —dijo, mientras se alejaba un poco, dejándolos a ella y Zane solos por un instante. El salón era bastante pequeño, así que el olor a quemado le hacía cosquillas en la nariz.
—Oh no… —Meda chasqueó la lengua, sabiendo que el retraso pondría a Apolo de mal humor. Cuando se giró hacia Zane de nuevo, lo miró con curiosidad—. ¿Estás bien? Las chispas no saltaron mucho, pero quién sabe…
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Chapter II
Zane arqueó ambas cejas con incredulidad mientras escuchaba a Meda hablar. Nunca en la vida se había preguntado qué necesitaba para tener labios bonitos. ¿Por qué demonios le preocuparía eso?
Miró con incredulidad el regalo que le acababa de dar. Frutilla. Claro que le iba a encantar a las vacas.
Puso los ojos en blanco de solo escucharla. Iba a decirle lo ridículo que era eso cuando saltaron chispas.
El olor a quemado inundó todo, y Zane se levantó de golpe. Le había preocupado de entrada que alguna chispa hubiera alcanzado a Meda, pero parecía estar bien.
—Sí, estoy bien —contestó, torciendo el gesto. Por qué le iban a haber hecho daño unas meras chispas que saltaron más cerca de ella que de él—No me digas que esto nos va a atrasar más.
Quería acabar con esto lo antes posible. Regresar al campo, donde el trabajo y los animales le esperaban. Tenía mucho que hacer, y aunque hubiera sido un maldito agente de paz el que lo llevara hasta allí no le perdonarían no cumplir las cuotas de producto que debían entregar para enviar al Capitolio.
Tras de que había hecho caso con ir hasta allí, tal vez además lo castigarían por no acabar con su trabajo.
Zane realmente odiaba todo lo que venía del Capitolio.
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Chapter II
Meda suspiró aliviada al ver que a Zane no le había pasado nada. No quería ni imaginarse en la posición de darle la noticia a Elliot que obligaron a su hermano a hacer una propaganda para el Capitolio y que salió lastimado en el proceso por una chispa de electricidad. Meda no quería darle malas noticias a Elliot, quien usualmente recibía muchas, en especial cuando ella y Apolo estaban revoloteando a su alrededor.
Al principio, Meda estaba de verdad orgullosa de su trabajo como estilista. Creía que había cumplido un sueño. Pero ahora, un par de años después, veía las cosas de otra manera. El problema era que había aceptado que, desde su posición, era mejor hacerle compañía a Elliot que renunciar y dejarlo al cuidado de alguien más. ¡Meda no confiaba en nadie más!
Sin embargo, en este momento hubiera preferido estar en otro sitio, porque ya conocía la respuesta a la pregunta de Zane.
—Lo siento, creo que vamos a tener que esperar. No soy experta en cables y electricidad, si yo intento reparar eso, estoy segura que causaría un desastre y entonces estaríamos todos en verdadero peligro —dijo Meda, con una sonrisa, mientras volvía a sentarse frente a él. Zane parecía incómodo, era obvio que preferiría huir. Ella tampoco deseaba obligarlo, el asunto se le escapaba de las manos—. ¿Quieres que hable con el agente de la paz? El cortocircuito fue sólo un accidente, hay más personas en la lista, podemos continuar con ellas más tarde, porque no sé cuánto demoren en repararlo.
Meda preferiría no tener que lidiar con el agente de la paz. En el Capitolio le resultaban igual de perturbadores, pero la presencia que tenían en los distritos era diferente. Meda lo sabía, incluso si su abuela, o si el mismo Apolo, le decían que ella lo único que tenía que hacer era confeccionar vestidos, o, en el caso de su abuela, buscar un hombre influyente para casarse, ella siempre fue más observadora de la cuenta. Meda sabía que, incluso si se pasaba de la raya en el Capitolio, un agente de la paz no le haría nada a la primera. En los distritos, sin embargo, era diferente. Ella lo sabía. Podía darse cuenta con facilidad. Elliot siempre se ponía pálido cuando había agentes de la paz afuera de la villa de vencedores, incluso si sabía que eran sólo por precaución y que no le harían nada. Si en él causaba esa impresión, se imaginaba cómo sería para el resto de los ciudadanos del distrito, incluido Zane.
—¿Te parece un buen trato? O quizás quieras esperar unos minutos conmigo. Podemos hacer algo para entretenernos —dijo Meda de pronto, mientras se le ocurría una idea y sacaba la pequeña botella de hidratante que llevaba siempre consigo—. ¿Qué dices?
Al principio, Meda estaba de verdad orgullosa de su trabajo como estilista. Creía que había cumplido un sueño. Pero ahora, un par de años después, veía las cosas de otra manera. El problema era que había aceptado que, desde su posición, era mejor hacerle compañía a Elliot que renunciar y dejarlo al cuidado de alguien más. ¡Meda no confiaba en nadie más!
Sin embargo, en este momento hubiera preferido estar en otro sitio, porque ya conocía la respuesta a la pregunta de Zane.
—Lo siento, creo que vamos a tener que esperar. No soy experta en cables y electricidad, si yo intento reparar eso, estoy segura que causaría un desastre y entonces estaríamos todos en verdadero peligro —dijo Meda, con una sonrisa, mientras volvía a sentarse frente a él. Zane parecía incómodo, era obvio que preferiría huir. Ella tampoco deseaba obligarlo, el asunto se le escapaba de las manos—. ¿Quieres que hable con el agente de la paz? El cortocircuito fue sólo un accidente, hay más personas en la lista, podemos continuar con ellas más tarde, porque no sé cuánto demoren en repararlo.
Meda preferiría no tener que lidiar con el agente de la paz. En el Capitolio le resultaban igual de perturbadores, pero la presencia que tenían en los distritos era diferente. Meda lo sabía, incluso si su abuela, o si el mismo Apolo, le decían que ella lo único que tenía que hacer era confeccionar vestidos, o, en el caso de su abuela, buscar un hombre influyente para casarse, ella siempre fue más observadora de la cuenta. Meda sabía que, incluso si se pasaba de la raya en el Capitolio, un agente de la paz no le haría nada a la primera. En los distritos, sin embargo, era diferente. Ella lo sabía. Podía darse cuenta con facilidad. Elliot siempre se ponía pálido cuando había agentes de la paz afuera de la villa de vencedores, incluso si sabía que eran sólo por precaución y que no le harían nada. Si en él causaba esa impresión, se imaginaba cómo sería para el resto de los ciudadanos del distrito, incluido Zane.
—¿Te parece un buen trato? O quizás quieras esperar unos minutos conmigo. Podemos hacer algo para entretenernos —dijo Meda de pronto, mientras se le ocurría una idea y sacaba la pequeña botella de hidratante que llevaba siempre consigo—. ¿Qué dices?
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Chapter II
Zane se sobresaltó cuando la escuchó decir que hablaría con el agente de paz. Intentó disimular, así que se limitó a fruncir el ceño.
—No —dijo categóricamente, dirigiéndole una mirada severa—Ni se te ocurra hablar con el agente de paz.
Si Zane era sincero, su historia con los agentes de paz no era muy buena. Con ese en especial era peor. El Capitolio había intentado mantener en línea a la familia de su vencedor. Zane debía aceptar que no había sido tan sensato como era prudente toda su vida. Pero había tenido que aprender a bajar la cabeza y aceptar que había cosas contra las que no podía hacer nada.
Los agentes de paz eran una de esas.
En el Distrito eran los únicos que mandaban y no había forma de denunciar sus injusticias. Enfrentarse a los agentes de paz o atravesarse en su camino siempre era peor. Y no quería saber qué pasaría si Meda hablaba con este. Seguro que pensarían que intentaba tener alguna influencia en el Capitolio. Y luego, cuando se hubieran marchado todos, se lo harían pagar a él o a su familia.
Le apetecía muy poco hacer tiempo hablando con Meda, pero a largo plazo era más inofensivo.
—Esperemos unos minutos —aceptó—Es solo un cable, no puede ser que los del Capitolio no sepan arreglar algo así rápido.
Suspiró, maldiciendo su suerte de ese día. No podía ir peor.
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Chapter II
Meda asintió en silencio cuando escuchó a Zane decir que no hablara con el Agente de la Paz. Que no se le ocurriera hablar con él. Aunque estaba haciendo un esfuerzo por sonar indiferente, era obvio que la idea le asustaba. Meda no pensaba discutir eso con él, así que tan sólo se acomodó mejor en el asiento.
Mientras buscaba hasta el fondo de su bolso, se preguntó qué pensaría Elliot si supiera lo que estaba haciendo en este momento. Meda creía que quizás no era necesario que lo supiera, pues cada vez que mencionaba a su familia, ponía esa expresión de algún cachorrito perdido. Esa expresión que hacía suspirar a la mitad de las población del Capitolio. Hombres y mujeres por igual. La última vez llegó a casa de Sierra Dovecote para entregarle un vestido y ésta la dijo que también la invitaba a su fiesta, porque Elliot estaría presente.
Suspiró cuando encontró por fin lo que estaba buscando y deslizó la mano hasta alcanzar el vaso de cerámica. Lo colocó sobre la mesa, con una sonrisa y después abrió la botella, llenando hasta la mitad el vaso y luego lo volvió a estirar hacia Zane.
—No hay por qué esperar con el estómago vacío, así que… —dijo con una sonrisa, mientras ella se quedaba con la botella y le daba un sorbo—. Es sólo té frío de frutillas, no tiene alcohol, no te preocupes que no pretendo emborracharte. Aunque, conociéndote, de seguro para emborracharte tienes que beber muchos litros, tienes toda la pinta de que eres un hueso duro de roer.
En realidad, Meda no tenía por qué hacer esa afirmación con tanta seguridad, pero estaba convencida de lo que decía. Zane se veía como un tipo rudo y huraño, de los que quizás aguantaban alcohol más de la cuenta. El primer novio que tuvo Meda, había bebido tanto durante una cita, que vomitó sobre sus zapatos, aquellos que Meda encargó a uno de sus diseñadores favoritos.
Obviamente, dejaron de ser novios después de esa noche. Fue allí también que Meda se prometió que no volvería a salir con ningún hombre para complacer a su familia.
Mientras buscaba hasta el fondo de su bolso, se preguntó qué pensaría Elliot si supiera lo que estaba haciendo en este momento. Meda creía que quizás no era necesario que lo supiera, pues cada vez que mencionaba a su familia, ponía esa expresión de algún cachorrito perdido. Esa expresión que hacía suspirar a la mitad de las población del Capitolio. Hombres y mujeres por igual. La última vez llegó a casa de Sierra Dovecote para entregarle un vestido y ésta la dijo que también la invitaba a su fiesta, porque Elliot estaría presente.
Suspiró cuando encontró por fin lo que estaba buscando y deslizó la mano hasta alcanzar el vaso de cerámica. Lo colocó sobre la mesa, con una sonrisa y después abrió la botella, llenando hasta la mitad el vaso y luego lo volvió a estirar hacia Zane.
—No hay por qué esperar con el estómago vacío, así que… —dijo con una sonrisa, mientras ella se quedaba con la botella y le daba un sorbo—. Es sólo té frío de frutillas, no tiene alcohol, no te preocupes que no pretendo emborracharte. Aunque, conociéndote, de seguro para emborracharte tienes que beber muchos litros, tienes toda la pinta de que eres un hueso duro de roer.
En realidad, Meda no tenía por qué hacer esa afirmación con tanta seguridad, pero estaba convencida de lo que decía. Zane se veía como un tipo rudo y huraño, de los que quizás aguantaban alcohol más de la cuenta. El primer novio que tuvo Meda, había bebido tanto durante una cita, que vomitó sobre sus zapatos, aquellos que Meda encargó a uno de sus diseñadores favoritos.
Obviamente, dejaron de ser novios después de esa noche. Fue allí también que Meda se prometió que no volvería a salir con ningún hombre para complacer a su familia.
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Zane suponía que en su mundo, Meda debía ser una persona agradable. Seguro que la gente de su misma clase social la consideraba amable, divertida e interesante. El hecho de que fuera bonita y supiera tanto de maquillaje y esas cosas debía ayudar.
Sin embargo, ahí en los distritos no dejaba de resultar ridículos sus modales y sus pretensiones de tratar a la gente de los Distritos como si estuvieran en la sala de su casa. Zane suspiró viendo el té. De frutillas, igual que lo que le había puesto en los labios. No entendía la obsesión del Capitolio por las frutillas. Seguro que eran todos sabores artificiales, como todo en la capital de Panem.
Extendió la mano para tomar el vasito. Era muy fino y decorado, como la propia Meda, pero la verdad tenía sed, así que no le caía mal. Sin embargo, su comentario le hizo reír, y la miró arqueando una ceja.
—¿Así que creees que tengo aguante para el alcohol? —preguntó, como si la idea le sorprendiera—Tendríamos que ver si me encuentras el punto para emborracharme.
La verdad era que sí tenía aguante, pero tampoco lo había puesto demasiado a prueba. Zane tenía muchas responsabilidades para poder evadirlas con el alcohol. Elliot, en cambio, era obvio que disfrutaba de todas las drogas y placeres que el Capitolio tenía para ofrecer. No sabía qué tanto aguantaba el alcohol pero fijo si no era eso, otras cosas consumía.
—No te daré oportunidad para ello —añadió.
Era una bravuconada decir eso. No era como que él tuviera ninguna oportunidad de decidir qué hacer o no hacer con ella. No estaba allí por voluntad suya, lo había llevado un agente de paz. Igual si hubiera podido elegir no habría escogido pasar tiempo con ella. Pero si lo demandaban presentarse ante ella no le quedaría más que obedecer, y si lo ponían a tomar tampoco podría negarse sin que el agente de paz y su látigo se hicieran presentes amenazándolo a él y a su familia.
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Chapter II
Meda estaba sorprendida de que Zane hubiese aceptado beber con ella. Después de todo, estaba convencida de que iba a rechazarla, como él usualmente hacía. Pero quizás el hecho de que estuviesen forzados a quedarse allí hasta que arreglaran el problema eléctrico. Tal vez Zane sí que quería entretenerse un poco.
Pronunció la sonrisa cuando lo vio beber, sintiéndose un poco complacida, incluso si él estaba riéndose a costa de ella. Así que, según Zane, tenía buen aguante en el alcohol. La verdad era que a Meda se le dificultaba imaginárselo borracho, pero a Meda le resultaba difícil imaginarse a Zane en cualquier contexto donde estuviera comportándose como una persona amable. Todo lo que conocía de Zane, era su actitud grosera y distante.
—¿Es eso un reto, Zane Thorpe? —dijo Meda, enarcando las cejas, mirándolo sin parpadear—. Porque debo decirte que me gustan los retos. ¿No te había quedado muy claro?
Meda tamborileó los dedos sobre la mesa, mientras pensaba que Apolo la mataría de saber lo que estaba haciendo. El Escolta era demasiado estricto, siempre se atenía al manual de trabajo y por eso siempre tenían encontronazos. Meda detestaba la manera en que trataba de controlar a Elliot, en cómo lo asfixiaba.
—Zane, si te hago una pregunta, ¿me la responderías sinceramente? —preguntó Meda. Trató de no sonar demasiado ansiosa, ni desesperada. Quizás si conseguía mantener la compostura, podría obtener algo de Zane. La verdad era que, aunque Meda no lo quisiera admitir, en realidad esto iba más allá de Elliot y obtener respuestas sobre su complejo árbol familiar.
Zane Thorpe le generaba curiosidad genuina. Era como un rompecabezas cuyas piezas no encajaban, por más que las forzara unas con otras.
Pronunció la sonrisa cuando lo vio beber, sintiéndose un poco complacida, incluso si él estaba riéndose a costa de ella. Así que, según Zane, tenía buen aguante en el alcohol. La verdad era que a Meda se le dificultaba imaginárselo borracho, pero a Meda le resultaba difícil imaginarse a Zane en cualquier contexto donde estuviera comportándose como una persona amable. Todo lo que conocía de Zane, era su actitud grosera y distante.
—¿Es eso un reto, Zane Thorpe? —dijo Meda, enarcando las cejas, mirándolo sin parpadear—. Porque debo decirte que me gustan los retos. ¿No te había quedado muy claro?
Meda tamborileó los dedos sobre la mesa, mientras pensaba que Apolo la mataría de saber lo que estaba haciendo. El Escolta era demasiado estricto, siempre se atenía al manual de trabajo y por eso siempre tenían encontronazos. Meda detestaba la manera en que trataba de controlar a Elliot, en cómo lo asfixiaba.
—Zane, si te hago una pregunta, ¿me la responderías sinceramente? —preguntó Meda. Trató de no sonar demasiado ansiosa, ni desesperada. Quizás si conseguía mantener la compostura, podría obtener algo de Zane. La verdad era que, aunque Meda no lo quisiera admitir, en realidad esto iba más allá de Elliot y obtener respuestas sobre su complejo árbol familiar.
Zane Thorpe le generaba curiosidad genuina. Era como un rompecabezas cuyas piezas no encajaban, por más que las forzara unas con otras.
Distrito Diez — Edificio de Justicia — Mañana — Meda
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Chapter II
¿A qué estaba jugando Meda? ¿Por qué lo trataba como un igual? No tenía sentido. ¿Un reto?
Claro que no era un reto. Esperaría no tener que verla de nuevo, porque verla implicaba que el Capitolio estaba ahí metido en su vida de nuevo.
Nunca pasaba algo bueno cuando el Capitolio aparecía por el Distrito. Ya era lo suficientemente malo que estuvieran allí los agentes de paz siempre. Todavía no podía creer que ese día lo hubiera llevado uno hasta allí. Siempre trataba de mantenerse alejado de ellos.
Le traían muy malos recuerdos.
—¿Por qué me preguntas si puedes hacerme una pregunta? —dijo, arqueando la ceja.—Vas a preguntarlo de todos modos, no puedo detenerte.
Terminó de tomar el té de un trago. El sabor era agradable, aunque extremadamente dulce. Artificialmente dulce. Dejó el vasito a un lado.
—No puedo prometer una respuesta sincera hasta escuchar la pregunta —añadió.
No era mentira. No tenía idea de qué iba a preguntarle. Había una alta probabilidad de que fuera algo sobre Elliot, y otra todavía más alta de que fuera alguna impertinencia que no le competía. La gente del Capitolio solía creer que tenía derecho a saber cosas, a pedir cosas de los Distritos.
Creía que ya Elliot había dado bastante por parte de la familia Thorpe.
Distrito Diez — Edificio de Justicia — Mañana — Zane
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Chapter II
Meda estaba nuevamente sorprendida. Pensó que Zane se negaría de entrada y que diría que no tenían por qué conversar hasta que se arreglara la maldita falla eléctrica. Sin embargo, aunque no se había mostrado dispuesto, tampoco había rechazado responderle. Lo mejor de todo era que Zane de seguro no tenía idea de qué iba a preguntarle.
Pero llevaba pensándolo desde que lo vio sentarse frente a ella. Era la primera vez que lo tenía tan cerca durante tanto tiempo. Era el color de sus ojos, se parecían muchísimo a los de Elliot, pero tenían un tono más puro. Al menos eso era lo que pensaba Meda, pero no pensaba decírselo en voz alta.
—Bueno, eso es cierto, pero no tenemos un buen historial en que me respondas las dudas que tengo. Así que creo que vale la pena saber si estás dispuesto a ser sincero conmigo. No es ninguna pregunta muy difícil, de verdad… —luego pensó que Zane encontraría su pregunta totalmente ridícula, pero ya no podía retractarse, porque quedaría como una cobarde. O, peor, Zane se daría cuenta de que él la intimidaba.
Andromeda Lundt nunca estaba dispuesta a mostrarse vulnerable.
Mucho menos pensaba demostrárselo a Zane Thorpe, con quien había tenido encontronazos desde el día uno.
—Sólo quería saber cuál era tu color favorito —dijo Meda, mirándolo a los ojos.
El silencio a continuación fue esperado, aunque Meda se sintió un poco mejor al darse cuenta que la expresión de Zane era completamente indescifrable. Era obvio que al menos había conseguido dejarlo muy sorprendido. Meda carraspeó y luego dio otro sorbito de su bebida, mientras volvía la vista hacia Zane.
Al menos, no estaba gritando. Supongo que pudo ser mucho peor, dadas las circunstancias. Pero si en este momento entraba la chica que estaba arreglando los cables, incluso si regresaba uno de los agentes de la paz, Meda se sentiría mejor.
Pero llevaba pensándolo desde que lo vio sentarse frente a ella. Era la primera vez que lo tenía tan cerca durante tanto tiempo. Era el color de sus ojos, se parecían muchísimo a los de Elliot, pero tenían un tono más puro. Al menos eso era lo que pensaba Meda, pero no pensaba decírselo en voz alta.
—Bueno, eso es cierto, pero no tenemos un buen historial en que me respondas las dudas que tengo. Así que creo que vale la pena saber si estás dispuesto a ser sincero conmigo. No es ninguna pregunta muy difícil, de verdad… —luego pensó que Zane encontraría su pregunta totalmente ridícula, pero ya no podía retractarse, porque quedaría como una cobarde. O, peor, Zane se daría cuenta de que él la intimidaba.
Andromeda Lundt nunca estaba dispuesta a mostrarse vulnerable.
Mucho menos pensaba demostrárselo a Zane Thorpe, con quien había tenido encontronazos desde el día uno.
—Sólo quería saber cuál era tu color favorito —dijo Meda, mirándolo a los ojos.
El silencio a continuación fue esperado, aunque Meda se sintió un poco mejor al darse cuenta que la expresión de Zane era completamente indescifrable. Era obvio que al menos había conseguido dejarlo muy sorprendido. Meda carraspeó y luego dio otro sorbito de su bebida, mientras volvía la vista hacia Zane.
Al menos, no estaba gritando. Supongo que pudo ser mucho peor, dadas las circunstancias. Pero si en este momento entraba la chica que estaba arreglando los cables, incluso si regresaba uno de los agentes de la paz, Meda se sentiría mejor.
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Chapter II
¡Su color favorito!
No podía creer que le había pedido permiso para hacerle una pregunta tan ridícula. Sin poder evitarlo, se rió. No era una risa divertida realmente, pero no pudo evitarla.
—¿En serio me estás preguntando eso? —No evitó la sorpresa en su tono de voz.—¿Para qué?
Realmente era incapaz de seguir la línea de pensamiento de Meda. Realmente la gente del Capitolio tiene otro tipo de mente. Debía ser el efecto de estar bien alimentado. O de pasarse el año viendo tonterías y niños asesinos.
Miró a Meda, quien por supuesto iba a mostrarse ofendida por su risa y su comentario.
—Mi color favorito es el verde —añadió, porque no dejaba de ser una pregunta inocente aunque tonta. —¿Pero de qué sirve un color favorito?
Era una tontería. No podía comprarse cosas de ese color porque realmente no tenían poder adquisitivo en el distrito. No podía pintar su casa del color que quisiera porque nadie iba a gastar ni recursos ni fuerza en eso.
¿Para qué quería saber Meda que le gustaba el verde?
Lamentó haberse terminado el té. Un trago de té lo habría distraído mientras Meda intentaba darle algún sentido a la pregunta que acababa de hacerle.
—No tendría por qué mentirte sobre mi color favorito—añadió, fastidiado por su señalamiento, como si él le hubiera mentido alguna vez.
No era como que Zane tuviera tiempo o interés en andarle mintiendo a Meda, con quien no tenía interés de hablar pero no paraban de encontrarse una y otra vez.
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