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Minerva
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Recuerdo del primer mensaje :
I can be your lost boy,
your last chance
So here we go again
Wishin' we could start again
Wishin' we could start again
Cuando eran niños, Noah y Reese no tenían idea de lo que les iba a deparar el futuro. No era lo mismo ser un par de niños creciendo en un barrio de Tara a tener que sobrevivir como adultos en una ciudad corrupta y hundida en la criminalidad. Al crecer, ambos amigos se perdieron la pista por completo.
Ahora, de adultos, Noah ha encontrado su lugar en la estación de bomberos principal de Tara. Tiene suficiente en servicio en la estación para ser jefe de escuadrón, y tiene algunos rescates a su cuenta. Tiene una buena reputación y un futuro medianamente estable para vivir en aquella ciudad. Noah no se ve a sí mismo como un héroe, pero se conforma con poder ayudar a las personas en una ciudad que se cae en pedazos, mientras continúa viviendo en el barrio en el que creció.
Reese, por su parte, encontró su camino en la escuela de leyes. Su título como abogado le abrió puertas inesperadas, aunque algunas de ellas implicaran trabajar para algunas de las personas más turbias de Tara. Siempre ha podido usar a su favor su aspecto de buena persona, aunque con el paso del tiempo se ha ido forjando una reputación. En palabras de Reese, él aprendió a jugar con las reglas de Tara y eso es todo lo que necesita.
Un incendio inesperado, sin embargo, hizo que los caminos de estos dos antiguos amigos de infancia volvieran a cruzarse en un rescate. Noah no reconoció al hombre que había recuperado de los escombros, aunque quiere hablar con él después: no se saca la idea de la cabeza de que aquel incendio pudiera ser provocado y alguien quisiera matarlo. Reese tampoco reconoció a su salvador, pero después de unas semanas en el hospital quiere encontrar al bombero que lo salvó para agradecerle generosamente por sus servicios.
Ninguno está listo para su reencuentro.
× × × × × × × × × × ×
C R O N O L O G Í A
C R O N O L O G Í A
Noah Brett 36 años — Bombero — Tyler Kinney — Minerva | Reese Moore 35 años — Abogado — Jonathan Bailey — Juno |
ONE ON ONE — ORIGINAL — REALISTA — Juno & Minerva
- Codigo de respuesta:
- Código:
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Chapter II
Just the two of us
Reese se sentía feliz. Apenas podía creer que luego de sobrevivir a un incendio, de saber que su vida había estado en peligro, ahora estaba disfrutando con Noah en un elegante restaurante en el centro de la ciudad. Precisamente con Noah. Era como si la vida le estuviera compensando por haber estado propiamente en peligro de muerte.
El problema era que, si Reese era completamente objetivo, la verdad era que no estaba seguro si la vida tenía que compensarle nada. Más bien, él tenía unas cuentas deudas con la vida. Pero si Noah se había presentado frente a él, si la vida se lo había visto en el camino, Reese no iba a ser tan estúpido de rechazarlo, sino todo lo contrario.
Abrazaría este reencuentro a manos llenas. Incluso tomaría más de lo que la vida le estaba ofreciendo, así era como había sobrevivido hasta ahora.
—Bueno, que estemos de acuerdo es un paso enorme. Lo aprovecharé a mi favor, como cuando estoy en los tribunales —dijo, dedicándole una sonrisa retadora.
Reese rio cuando Noah mencionó lo que él solía cenar. La verdad era que podía hacerse una idea, en especial porque Reese cenó varias veces en su casa. En algún momento de su vida, Reese había amado a la familia de Noah tanto como a la suya propia.
Eran otros tiempos, él mismo era una persona totalmente diferente.
—Bueno, lo dices como si nunca hubiéramos cenado juntos antes. Lo que pasa es que yo no podía invitarte como me hubiera gustado. Siempre te dije que nos merecíamos una cena en un sitio bonito de la ciudad, sobre todo cuando te graduaste de la escuela, ¿lo recuerdas? Teníamos muchos planes en ese entonces, pero al menos me agrada saber que pude cumplir mi promesa. Aunque fuera muchos años tarde —dijo Reese, buscando su mirada.
Apenas podía contener su opinión.
El problema era que, si Reese era completamente objetivo, la verdad era que no estaba seguro si la vida tenía que compensarle nada. Más bien, él tenía unas cuentas deudas con la vida. Pero si Noah se había presentado frente a él, si la vida se lo había visto en el camino, Reese no iba a ser tan estúpido de rechazarlo, sino todo lo contrario.
Abrazaría este reencuentro a manos llenas. Incluso tomaría más de lo que la vida le estaba ofreciendo, así era como había sobrevivido hasta ahora.
—Bueno, que estemos de acuerdo es un paso enorme. Lo aprovecharé a mi favor, como cuando estoy en los tribunales —dijo, dedicándole una sonrisa retadora.
Reese rio cuando Noah mencionó lo que él solía cenar. La verdad era que podía hacerse una idea, en especial porque Reese cenó varias veces en su casa. En algún momento de su vida, Reese había amado a la familia de Noah tanto como a la suya propia.
Eran otros tiempos, él mismo era una persona totalmente diferente.
—Bueno, lo dices como si nunca hubiéramos cenado juntos antes. Lo que pasa es que yo no podía invitarte como me hubiera gustado. Siempre te dije que nos merecíamos una cena en un sitio bonito de la ciudad, sobre todo cuando te graduaste de la escuela, ¿lo recuerdas? Teníamos muchos planes en ese entonces, pero al menos me agrada saber que pude cumplir mi promesa. Aunque fuera muchos años tarde —dijo Reese, buscando su mirada.
Apenas podía contener su opinión.
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Chapter II
Just the two of us
Noah se dijo a sí mismo que debía disfrutar esa noche. No tenía idea de si realmente Reese y él iban a poder reiniciar una relación constante ahora que se habían reencontrado. Perfectamente podía quedar en aquella noche de reencuentro nada más, así que mejor aprovecharla.
—Cenamos juntos muchas veces de jóvenes —confirmó. —Tu madre nos hacía de comer a los dos, o la mía.
Qué tiempos aquellos, cuando ambos tenían a su familia y eran felices a pesar de la ciudad en la que vivían. Cundo eran menos conscientes de todo. Al menos él.
—Ahora al menos tenemos independencia económica —agregó, como si tuviera que buscar algo positivo a su situación actual.
Era evidente que Reese tenía más que eso. Noah era independiente en cuanto a que él solito era dueño de sus deudas. Pero Reese sí que parecía tener buen dinero. Noah tenía curiosidad pero tampoco quería quedar de chismoso o de interesado. No quería que Reese pensara que le interesaba reconectar por su dinero.
Miró con atención a su alrrededor. De verdad nadie parecía ponerles atención, pero los meseros eran de lo más atentos y pronto tuvieron comida sobre la mesa.
—¿Me quieres contar un poco sobre ti? —se atrevió a preguntar finalmente. —¿Qué haces aparte de estar en almacenes que se prenden fuego? A mí ya me viste en acción: sacar gente del fuego es lo que hago para vivir, excepto cuando hay que bajar un gatito de un árbol.
Siempre bromeaban con eso, aunque la verdad no era algo tan común. Sí que habían tenido que salvar un animal alguna vez, pero por lo general era más frecuente que tuvieran que rescatar a personas que quedaban encerradas o atrapadas de alguna forma. No siempre había incendios, por suerte, pero si los había sabían responder.
Ese era su trabajo.
No había mucha ciencia más con los bomberos. Pero los abogados tenían trabajos muy variados. Se preguntaba si Reese estaría dispuesto a hablarle del suyo.
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Just the two of us
Reese no pudo evitar sentirse un poco nostálgico cuando Noah habló de sus madres. Hubo una época de sus vidas en que se veían prácticamente todo el día. Reese durmió incontables noches en casa de Noah y viceversa.
A pesar de que en esa época Reese siempre estaba preocupado por si su madre llegaba a fin de mes, en realidad, si lo miraba ahora, no fue una mala vida. Había sido realmente feliz, a pesar de todo. Incluso si a veces se frustraba por saber que estaban en el último escalafón de la cadena social de Tara.
Pero la presencia de Noah siempre había hecho todo mejor.
—Sí, al menos no dependo de la limitada despensa que tenía en ese entonces. Aunque no te creas, tampoco es que aprendí a cocinar, sobrevivo a punta de astucia —comentó Reese, sin una pizca de vergüenza.
Lo mejor era que Noah supiese que podía ser autosuficiente en otras áreas, pero no en la culinaria. Para eso podía sacarlo a comer a este restaurante tan bonito.
—Te juro que eso de estar en almacenes ardiendo no es lo que hago —dijo Reese con voz avergonzada. Aunque sabía que tenía que darle a Noah algo de información, no estaba seguro qué tanto compartir—. Trabajo para Barlowe y Asociados, sabes que hacen el papeleo legal para varias de las empresas más importantes de la ciudad. Tuve suerte, el pasante que había aplicado se mudó a las prisas a la ciudad y yo era el segundo aspirante. Y aquí estoy…
Reese suponía que Noah conocía el bufete. Se decían un montón de cosas de los socios fundadores, Don Barlowe era un hombre implacable que había hecho su fortuna cuando sacó a Deacon Sullivan de la cárcel a bombo y platillo, cuando toda la ciudad sabía que ese hombre traficaba con drogas. Desde entonces, el bufete se volvió intocable, pero había conseguido mantenerse lejos de más escándalos, por el momento. Reese había tenido suerte que, por ahora, Lucius Cobbert había resultado fácil de lidiar.
Al menos, hasta el maldito incendio.
A pesar de que en esa época Reese siempre estaba preocupado por si su madre llegaba a fin de mes, en realidad, si lo miraba ahora, no fue una mala vida. Había sido realmente feliz, a pesar de todo. Incluso si a veces se frustraba por saber que estaban en el último escalafón de la cadena social de Tara.
Pero la presencia de Noah siempre había hecho todo mejor.
—Sí, al menos no dependo de la limitada despensa que tenía en ese entonces. Aunque no te creas, tampoco es que aprendí a cocinar, sobrevivo a punta de astucia —comentó Reese, sin una pizca de vergüenza.
Lo mejor era que Noah supiese que podía ser autosuficiente en otras áreas, pero no en la culinaria. Para eso podía sacarlo a comer a este restaurante tan bonito.
—Te juro que eso de estar en almacenes ardiendo no es lo que hago —dijo Reese con voz avergonzada. Aunque sabía que tenía que darle a Noah algo de información, no estaba seguro qué tanto compartir—. Trabajo para Barlowe y Asociados, sabes que hacen el papeleo legal para varias de las empresas más importantes de la ciudad. Tuve suerte, el pasante que había aplicado se mudó a las prisas a la ciudad y yo era el segundo aspirante. Y aquí estoy…
Reese suponía que Noah conocía el bufete. Se decían un montón de cosas de los socios fundadores, Don Barlowe era un hombre implacable que había hecho su fortuna cuando sacó a Deacon Sullivan de la cárcel a bombo y platillo, cuando toda la ciudad sabía que ese hombre traficaba con drogas. Desde entonces, el bufete se volvió intocable, pero había conseguido mantenerse lejos de más escándalos, por el momento. Reese había tenido suerte que, por ahora, Lucius Cobbert había resultado fácil de lidiar.
Al menos, hasta el maldito incendio.
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Barlowe y Asociados.
Noah había oído hablar de ellos. Sabía que no tenían la mejor reputación de Tara. Eran, de hecho, uno de los bufetes cuestionados por su relación con la mafia de la ciudad.
A Noah no le constaba nada, pero si el incendio había sido en bodega de papelería del bufete Barlowe y Asociados no le extrañaba que realmente hubiera sido un incendio provocado. No estaba seguro de si había historial previo de incendios relacionados con ellos, pero no le extrañaría.
Era una de los métodos favoritos en Tara para hacer desaparecer cosas para siempre. Noah sabía que eran una de las ciudades con tasas más altas de incendios provocados.
—Ya veo —replicó, obligándose a sonreír y callarse sus pensamientos. —Realmente parece que la suerte te ha sonreído: recuerdo que esta era la vida que querías.
Reese siempre había tenido claro que no quería ser pobre. Que haría lo que fuera necesario para salir de su situación económica y que no les faltara nada en el futuro. Noah recordaba haberlo escuchado fantasear con tener autos de lujo y una casa con piscina y gimnasio. Casi le preguntó si ya la tenía, pero no era de su incumbencia.
Seguía sin querer que pensara que era un interesado.
—¿Es todo tan bueno como esperabas? —preguntó tras un momento.
No quería juzgar a Reese. No era su lugar. Sabía que había tenido una infancia y una adolescencia difícil, y que había trabajado duro por alcanzar sus metas. Pero después de eso, tenía años de no saber nada de él.
En lo personal no le gustaría nada que Reese apareciera ahora en su vida para juzgar sus decisiones de carrera, como haberse quedado de bombero en un camión de rescate en lugar de hacer los exámenes para ascender como teniente. Nunca había tenido esas ambiciones.
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Aunque Noah no estaba mintiendo en absoluto, se sintió un poco culpable cuando le recalcó que esta era la vida que llevaba. Era verdad, por supuesto, pero había algo en la voz de Noah que lo hizo sentir horrible.
Reese estaba orgulloso de la vida que llevaba, por supuesto, pero las palabras de Noah le hacían darse cuenta de que cumplir sus sueños también implicaban que ya no estaba cerca de las cosas que había amado de verdad. Ya no tenía a su madre y Noah ahora era prácticamente un desconocido para él. Aunque intentaran reconectar ahora, había un montón de cosas que Reese no podría contarle de verdad, por la naturaleza de su trabajo.
Era una completa mierda.
Pero él mismo se había puesto en esa posición, por lograr sus metas.
—Ha sido un poco de suerte y también que he sido demasiado terco. Sabes que… bueno, sabes que cuando se me metía una idea en la cabeza no había forma de hacerme cambiar de opinión y… —Reese abrió los brazos, como si estuviera señalándose a sí mismo—: Aquí estoy.
En realidad, el primer instinto de Reese fue responderle a Noah que sí, que estaba viviendo la vida que siempre quiso. Pero ahora que sopesaba un poco su pregunta, se daba cuenta de que no era tan simple.
Ojalá lo fuera.
—En realidad, no puedo quejarme. Tengo la vida que siempre soñé, es sólo que… bueno, es una lástima que no pueda disfrutarlo con mamá. Supongo que eso hace todo completamente diferente, no es como lo soñé.
Reese estaba orgulloso de la vida que llevaba, por supuesto, pero las palabras de Noah le hacían darse cuenta de que cumplir sus sueños también implicaban que ya no estaba cerca de las cosas que había amado de verdad. Ya no tenía a su madre y Noah ahora era prácticamente un desconocido para él. Aunque intentaran reconectar ahora, había un montón de cosas que Reese no podría contarle de verdad, por la naturaleza de su trabajo.
Era una completa mierda.
Pero él mismo se había puesto en esa posición, por lograr sus metas.
—Ha sido un poco de suerte y también que he sido demasiado terco. Sabes que… bueno, sabes que cuando se me metía una idea en la cabeza no había forma de hacerme cambiar de opinión y… —Reese abrió los brazos, como si estuviera señalándose a sí mismo—: Aquí estoy.
En realidad, el primer instinto de Reese fue responderle a Noah que sí, que estaba viviendo la vida que siempre quiso. Pero ahora que sopesaba un poco su pregunta, se daba cuenta de que no era tan simple.
Ojalá lo fuera.
—En realidad, no puedo quejarme. Tengo la vida que siempre soñé, es sólo que… bueno, es una lástima que no pueda disfrutarlo con mamá. Supongo que eso hace todo completamente diferente, no es como lo soñé.
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Claro que sabía que Reese era terco. Por lo mismo siempre supo que no tenía lugar en su futuro. Reese sabía bien lo que quería y al parecer había sabido hacerlo cumplir.
Pero le creía totalmente que extrañaba a su madre. Reese siempre había sido muy apegado a ella, y su muerte lo había destruido. No podía culparlo de no poder acercarse a su casa sin que lo destruyeran los recuerdos.
Así que no era como lo había soñado.
—Lamento que el sueño no haya sido como lo tenías —replicó. —Pero estoy seguro de que tienes nuevos sueños, ¿cierto? Cuéntame.
Una parte de él se preguntaba si alguien de su pasado podía tener lugar en esos nuevos sueños, pero no iba a decirle eso en ese momento. Quizá se estaba creyendo demasiado que esto era una cita, pero Noah sabía cuidarse el corazón.
Ya le había quedado roto una vez cuando se había marchado sin regresar.
—Yo aspiro a llegar a viejo como bombero y retirarme después de haber salvado más de mil personas —declaró con total convencimiento.
De verdad que no aspiraba a ascender y llenarse de papeleo que hacer. Se había hecho bombero para salvar gente y eso pensaba hacer mientras el cuerpo le diera.
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Reese agradeció que el mesero regresara con todo lo que habían pedido justo cuando Noah empezó a preguntarle sobre sus sueños. En realidad, Reese sí que tenía muchas ambiciones, lo que más deseaba en este momento era que lo hicieran socio de la firma de abogados. Aunque tenía una posición privilegiada, Lucius Cobbert confiaba muchísimo en él, la realidad era que no era un camino muy sencillo. En primer lugar porque para ser socio necesitaba hacer una inversión más grande que sus ahorros, que tampoco eran malos, pero los socios estaban en otros niveles.
Además, también estaba el hecho de que acabaría por embarrarse hasta el cuello con todos los asuntos del bufete. Eso quizás era lo más peligroso, porque hasta el momento él podía renunciar y, en el peor de los casos, salir huyendo de Tara e intentar hacer su vida en la otra parte. Pero si se asentaba como socio de la firma sería completamente diferente.
—Mis sueños por el momento son ser el mejor abogado de la ciudad —pronunció la sonrisa, sintiéndose satisfecho consigo mismo porque había encontrado la manera de decir la verdad, pero sin ser totalmente sincero. Quizás eso de ser abogado defensor le estaba pasando mella en esta situación—: Creo que no voy por mal camino. Buen provecho, Noah.
Reese dio un sorbo a la copa de vino que había pedido y pronunció la sonrisa, fijándose en Noah, quien estaba inspeccionando el plato de pasta que le había pedido. Aquí hacían la pasta en casa, Reese se había dado cuenta de que era una experiencia completamente diferente probarla con pasta fresca.
—¿Mil personas? —exclamó Reese, a punto de que se le cayera el tenedor de la mano al escucharlo—. ¡Eso es un número enorme! Y admirable también. ¿Cómo llevas el conteo? ¿Lo llevas? ¿Qué número de persona salvada fui yo?
Reese le llamó la atención pensar que su nombre estaría en una larga lista de todas las vidas que había tocado Noah, gracias a su trabajo como bombero.
Además, también estaba el hecho de que acabaría por embarrarse hasta el cuello con todos los asuntos del bufete. Eso quizás era lo más peligroso, porque hasta el momento él podía renunciar y, en el peor de los casos, salir huyendo de Tara e intentar hacer su vida en la otra parte. Pero si se asentaba como socio de la firma sería completamente diferente.
—Mis sueños por el momento son ser el mejor abogado de la ciudad —pronunció la sonrisa, sintiéndose satisfecho consigo mismo porque había encontrado la manera de decir la verdad, pero sin ser totalmente sincero. Quizás eso de ser abogado defensor le estaba pasando mella en esta situación—: Creo que no voy por mal camino. Buen provecho, Noah.
Reese dio un sorbo a la copa de vino que había pedido y pronunció la sonrisa, fijándose en Noah, quien estaba inspeccionando el plato de pasta que le había pedido. Aquí hacían la pasta en casa, Reese se había dado cuenta de que era una experiencia completamente diferente probarla con pasta fresca.
—¿Mil personas? —exclamó Reese, a punto de que se le cayera el tenedor de la mano al escucharlo—. ¡Eso es un número enorme! Y admirable también. ¿Cómo llevas el conteo? ¿Lo llevas? ¿Qué número de persona salvada fui yo?
Reese le llamó la atención pensar que su nombre estaría en una larga lista de todas las vidas que había tocado Noah, gracias a su trabajo como bombero.
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Noah se alegró de poder centrarse en la comida, que además tenía un aroma y una pinta deliciosa. Además, era evidente que Reese no quería hablar mucho más sobre su trabajo y sus sueños. Noah tenía que entenderlo. No era tonto, Reese no podía compartir mucho de su trabajo siendo ese bufete, con el tipo de clientela que se presumía que atendía.
No sabía bien cómo se sentía al respecto, pero todavía prevalecía la alegría que sentía por haberlo encontrado de nuevo. Además, Reese seguía mostrándose animado y su reacción a su meta de mil personas le resultó adorable.
—¿Quieres saber cuál es tu número? —preguntó riendo. —Tendría que revisar. Cuando te anoté no sabía que eras tú, así que tengo que buscar cómo te puse. Algo de bodega de papeles supongo.
Sus compañeros de más edad le decían que mil personas era una meta baja, pero a Noah le gustaba que fuera un número redondo. Además, temía que no trabajaría tanto como para llegar a más. Ser un bombero era un trabajo de riesgo, y aunque quisiera hacer trabajo de camión toda la vida, era probable que alguna lesión o algún accidente lo hiciera retirarse antes.
Probó entonces la comida. Estaba deliciosa. Cerró los ojos mientras la disfrutaba y luego miró a Reese con ojos brillantes.
—Esto está sencillamente delicioso —declaró.
No podía culpar a Reese por querer una buena vida. Por querer tener esto siempre que le apeteciera, o más.
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Chapter II
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Aunque se había sorprendido por semejante declaración, en realidad, mientras más lo pensaba, más tenía sentido todo lo que Noah le decía. Reese podía imaginárselo perfectamente llevando la cuenta de las personas que había salvado, no para presumir, sino como una especie de cuenta personal, para saber en cuántas vidas había influido para bien. A Reese le parecía algo bastante propio de Noah.
Siempre fue buena persona, considerado con los demás, preocupado por las personas que estaban en peor situación que él, a pesar de que Noah mismo pasó también por muchas dificultades.
Noah era mucho mejor persona de lo que Reese sería nunca, incluso si éste volviera a nacer. Estaba seguro que, si tuviera esa oportunidad, incluso teniendo los conocimientos que tenía ahora, Reese cometería los mismos errores otra vez.
—¿Bromeas? ¡Claro que quiero saber cuál es mi número! Y saber a cuántas personas has salvado, no puedes decirme que esa es tu meta y ahora dejarme con la curiosidad. Quiero saber cuántos te faltan para llegar a mil personas rescatadas —Reese lo decía en serio, pues quería saber hasta cuándo llegaba el esfuerzo de Noah en su trabajo.
La verdad era que, a pesar de que fuera un trabajo muy sacrificado, sabía que pegaba con Noah. Era heroico y noble. Como él.
Reese volvió a mirarlo, mientras éste alababa el plato.
Se sintió muy validado cuando lo escuchó decir aquello. Había escogido un excelente restaurante y Noah estaba complacido, no se podía pedir más.
—Me alegra que te guste. La pasta es hecha por el chef, así que justifica cada centavo que vale. Es de mis restaurantes favoritos, aunque no siempre vengo por aquí. Aunque no me creas, por lo general vengo más por reuniones de trabajo. No todo el tiempo tengo la oportunidad de invitar a alguien —confesó Reese, sin importar sonar desesperado.
A Noah no podía mentirle sobre sus sentimientos. Quizás sobre todo lo demás, lo que rodeaba a su trabajo y las cosas que había tenido que hacer para llegar donde estaba. Pero sobre lo que ocultaba su corazón, jamás.
Siempre fue buena persona, considerado con los demás, preocupado por las personas que estaban en peor situación que él, a pesar de que Noah mismo pasó también por muchas dificultades.
Noah era mucho mejor persona de lo que Reese sería nunca, incluso si éste volviera a nacer. Estaba seguro que, si tuviera esa oportunidad, incluso teniendo los conocimientos que tenía ahora, Reese cometería los mismos errores otra vez.
—¿Bromeas? ¡Claro que quiero saber cuál es mi número! Y saber a cuántas personas has salvado, no puedes decirme que esa es tu meta y ahora dejarme con la curiosidad. Quiero saber cuántos te faltan para llegar a mil personas rescatadas —Reese lo decía en serio, pues quería saber hasta cuándo llegaba el esfuerzo de Noah en su trabajo.
La verdad era que, a pesar de que fuera un trabajo muy sacrificado, sabía que pegaba con Noah. Era heroico y noble. Como él.
Reese volvió a mirarlo, mientras éste alababa el plato.
Se sintió muy validado cuando lo escuchó decir aquello. Había escogido un excelente restaurante y Noah estaba complacido, no se podía pedir más.
—Me alegra que te guste. La pasta es hecha por el chef, así que justifica cada centavo que vale. Es de mis restaurantes favoritos, aunque no siempre vengo por aquí. Aunque no me creas, por lo general vengo más por reuniones de trabajo. No todo el tiempo tengo la oportunidad de invitar a alguien —confesó Reese, sin importar sonar desesperado.
A Noah no podía mentirle sobre sus sentimientos. Quizás sobre todo lo demás, lo que rodeaba a su trabajo y las cosas que había tenido que hacer para llegar donde estaba. Pero sobre lo que ocultaba su corazón, jamás.
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Just the two of us
"No todo el tiempo tengo la oportunidad de invitar a alguien"
¿Cuánto era "no todo el tiempo"? Noah quería saber ahora.
—Yo puedo darte fácilmente el número de tu rescate —añadió. —Pero ahora quiero saber a cuánta gente has invitado acá antes que a mí.
Arqueó ambas cejas, retándolo. Luego se rió, para quitarle importancia al asunto.
—No es cierto —añadió. —Me conformo con tener la suerte de ser tu invitado hoy.
Le sonrió. No tenía idea de qué iba a salir de este reencuentro, pero una parte de él no dejaba de tener esperanzas. Al menos Reese le había dado varias señales esa noche de que a él también le gustaba estar disfrutando de su compañía. De que ambos querían aprovechar aquella oportunidad.
Siguió comiendo la pasta, que estaba realmente deliciosa, pero sin dejar de observar las reacciones de Reese. Estaba realmente guapo de trabaje y corbata, y aquellos anteojos le quedaban muy bien. Todavía recordaba cuando le habían enviado anteojos de jovencitos. Reese no había querido ponérselos porque decía que se vía horrible con ellos, pero su madre se había gastado todo el dinero que les quedaba en ellos y había terminado por ceder a ponérselos.
A Noah siempre le había gustado cómo le habían quedado, y a la fecha no había cambiado de opinión.
—¿Tenemos planes para después de la pasta?—añadió, temiendo que Reese se desviara del tema.
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Chapter II
Just the two of us
Reese no podía decir que estuviera sorprendido porque la conversación fuera hacia esos rumbos. Después de todo, él había sido bastante directo con sus palabras y Noah sabía que no estaba jugando. Pero no sabía qué tanto podía decirle a Noah sobre su vida amorosa. Sí era cierto que había intentado tener citas, pero Reese era una persona bastante complicada, no había salido con nadie lo bastante significativo como para contar.
Pero, al menos, en eso podía ser sincero con él. Prefería hablar sobre su catastrófica vida amorosa a comentarle con más detalle sobre lo que hacía en su trabajo. Si lo veía desde ese punto de vista, salía ganando con esta conversación.
—En realidad, no a tantas como crees. He tenido salidas esporádicas, a veces para celebrar un buen día en la oficina, casos que salieron bien. Pero no he tenido parejas estables, no se me ha dado muy bien hasta ahora —dijo, con la tranquilidad de que estaba siendo lo más sincero con Noah hasta ahora—. Eso sólo que… siempre me digo que estoy muy ocupado, ¿sabes? Pero lo cierto es que me da algo de miedo abrirme de verdad con alguien. Siempre fui complicado, ¿no lo recuerdas? Era impaciente, no sabía estarme quieto, supongo que ahora lo he llevado a mi vida amorosa.
Por un instante, fue como si estuvieran otra vez en el instituto, en medio de un receso, Reese contándole a Noah lo frustrado que estaba, mientras que su amigo lo escuchaba con paciencia. Reese le regaló una sonrisa sincera, lo había echado demasiado de menos.
—Bueno, si cuando salimos todavía quieres, me encantaría que conocieras mi apartamento.
Quizás Reese había pasado de listo y sincero, pero ya lo había dicho y ahora no había marcha atrás.
Pero, al menos, en eso podía ser sincero con él. Prefería hablar sobre su catastrófica vida amorosa a comentarle con más detalle sobre lo que hacía en su trabajo. Si lo veía desde ese punto de vista, salía ganando con esta conversación.
—En realidad, no a tantas como crees. He tenido salidas esporádicas, a veces para celebrar un buen día en la oficina, casos que salieron bien. Pero no he tenido parejas estables, no se me ha dado muy bien hasta ahora —dijo, con la tranquilidad de que estaba siendo lo más sincero con Noah hasta ahora—. Eso sólo que… siempre me digo que estoy muy ocupado, ¿sabes? Pero lo cierto es que me da algo de miedo abrirme de verdad con alguien. Siempre fui complicado, ¿no lo recuerdas? Era impaciente, no sabía estarme quieto, supongo que ahora lo he llevado a mi vida amorosa.
Por un instante, fue como si estuvieran otra vez en el instituto, en medio de un receso, Reese contándole a Noah lo frustrado que estaba, mientras que su amigo lo escuchaba con paciencia. Reese le regaló una sonrisa sincera, lo había echado demasiado de menos.
—Bueno, si cuando salimos todavía quieres, me encantaría que conocieras mi apartamento.
Quizás Reese había pasado de listo y sincero, pero ya lo había dicho y ahora no había marcha atrás.
Restaurante — Noche — Con Noah
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Chapter II
Just the two of us
Era cierto que Reese siempre había sido complicado. Cuando estaban jóvenes tenía el problema de la inconformidad. Nada de su vida le parecía suficiente, ni de la de los demás. Era imposible estar a la altura de sus expectativas de la vida, y juzgaba durante a todos por su falta de ambición. Noah al menos tenía claro que él y sus deseos de futuro no serían suficientes para Reese.
No era fácil ser amigo suyo. Noah lo había logrado porque lo conocía desde pequeño, y se conocían perfectamente. Pero Reese había sido selectivo con sus amigos a futuro. Noah tampoco había simpatizado mucho con ellos.
Suponía que lo que decía ahora tenía sentido. Podía imaginarlo como un abogado devoto a su trabajo con tal de no perder el estilo de vida por el que tanto había trabajado. Siempre buscando escalar, siempre buscando estar lo mejor posible. Una pareja como algo secundario.
¿Podía él tomar ese lugar?
Quizá era adelantarse demasiado pensar en eso. Por ahora, esa noche se irían juntos. Tal vez ese era todo su reencuentro. No sabía si Reese querría verlo más después de eso. Pero quizá esta era su recompensa por haber dedicado su vida a salvar juntos. Encontrarlo al menos una vez más y tener esta oportunidad.
Le sonrió ampliamente.
—Me encantará conocer tu apartamento —declaró con total sinceridad. —No tengo ninguna prisa por regresar solo al mío.
Le guiñó un ojo, seguro de que estaban los dos en la misma página sobre lo que a esa noche se refería al menos. Se habría sonrojado en otras época, pero ahora mismo se sentía pleno. Feliz.
Además, sí tenía curiosidad por su apartamento. No habría querido llevar a Reese al suyo, para verlo deprimirse al volver a estar en ese contexto, o ver con lástima sus condiciones de vida. En cambio, de esta forma él tendría un vistazo a cómo era la vida de Reese más allá de lo que sus palabras y ese restaurante le dejaban ver.
Restaurante — Noche — Con Reese
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Chapter III
The Morning After
Reese había pasado, sin lugar a dudas, la mejor noche de su vida. Sabía perfectamente qué iba a suceder en el momento en que invitó a Noah a su apartamento. En esa noche había cumplido todas sus fantasías adolescentes, de hecho, las había superado por completo. Cuando él y Noah se besaron, Reese supo que no iba a dejarlo ir de ese apartamento.
Al menos, hasta la mañana siguiente. Cuando Reese despertó aquella mañana, no lo hizo gracias a la alarma del teléfono. Como tenía un horario de sueño bastante irregular, tenía que depender casi siempre de la alarma del teléfono para llegar a tiempo a todos lados. Pero ese día en particular, no tenía que trabajar. Así que despertó con el olor de Noah a su lado, sintiéndose completamente feliz.
Reese no recordaba que podía sentirse así de feliz.
Se escabulló despacio, en dirección al baño, simplemente porque necesitaba echarse agua en la cara y parecer decente para cuando Noah despertase. Reese se quedó mirando su reflejo en el espejo, lo que más llamaba la atención de su expresión era la sonrisa. Reese no se consideraba a sí mismo sentimental, la vida en esta maldita ciudad le había enseñado a ser práctico. Sin embargo, esa mañana estaba sonriendo como un niño al que acaban de hacerle un regalo por el que llevaba pidiendo mucho tiempo.
¿Todo eso había provocado Noah? Reese no tenía ni que terminar la pregunta para saber que la respuesta era sí.
Por eso, cuando regresó a la cama, se acomodó despacio a su lado otra vez, le dio un suave beso de buenos días. Noah se movió despacio, ahogando un bostezo entre las sábanas de la cama.
—Buenos días —dijo Reese, abrazándolo muy despacio, ahogando el rostro contra el cuello de Noah. Reese no quería levantarse de allí, podía quedarse todo el día sin problemas, pero no estaba seguro si Noah tendría que irse pronto. Esperaba que no fuera así.
Al menos, hasta la mañana siguiente. Cuando Reese despertó aquella mañana, no lo hizo gracias a la alarma del teléfono. Como tenía un horario de sueño bastante irregular, tenía que depender casi siempre de la alarma del teléfono para llegar a tiempo a todos lados. Pero ese día en particular, no tenía que trabajar. Así que despertó con el olor de Noah a su lado, sintiéndose completamente feliz.
Reese no recordaba que podía sentirse así de feliz.
Se escabulló despacio, en dirección al baño, simplemente porque necesitaba echarse agua en la cara y parecer decente para cuando Noah despertase. Reese se quedó mirando su reflejo en el espejo, lo que más llamaba la atención de su expresión era la sonrisa. Reese no se consideraba a sí mismo sentimental, la vida en esta maldita ciudad le había enseñado a ser práctico. Sin embargo, esa mañana estaba sonriendo como un niño al que acaban de hacerle un regalo por el que llevaba pidiendo mucho tiempo.
¿Todo eso había provocado Noah? Reese no tenía ni que terminar la pregunta para saber que la respuesta era sí.
Por eso, cuando regresó a la cama, se acomodó despacio a su lado otra vez, le dio un suave beso de buenos días. Noah se movió despacio, ahogando un bostezo entre las sábanas de la cama.
—Buenos días —dijo Reese, abrazándolo muy despacio, ahogando el rostro contra el cuello de Noah. Reese no quería levantarse de allí, podía quedarse todo el día sin problemas, pero no estaba seguro si Noah tendría que irse pronto. Esperaba que no fuera así.
Apartamento de Reese — Mañana — Con Noah
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Chapter III
The Morning After
Noah todavía no podía creer lo que había pasado.
Si bien en el restaurante parecía haber quedado acordado que iban a pasar la noche juntos, todo le seguía pareciendo irreal. Para empezar, el apartamento de Reese era impresionante. No sabía que lugares así existían realmente, especialmente en Tara. Era un lugar lujoso, de esos que se veían solo en películas. El restaurante no era nada a la par de esto para saber que Reese realmente había triunfado en la vida.
En otro momento se habría puesto a reflexionar sobre qué significaba triunfar y cómo se podía tener algo así en Tara, pero si era sincero cuando llegaron al apartamento no podía pensar en nada más que en besar a Reese y sacarle la ropa de encima. Había deseado aquello demasiado tiempo, y aunque creía haberlo superado, era evidente que no lo había hecho.
Habían tenido una noche apasionada e intensa, aunque habían terminado durmiendo juntos y acurrucados. Noah no podía ser más feliz de saber que no tenía turno hasta la noche siguiente, de manera que no tenía prisa esa mañana. Cuando despertó notó el vacío junto a la cama, pero Reese no tardó en regresar y abrazarlo de nuevo.
Sonrió dentro del beso que le dio, aunque era muy consciente de que debería ir a lavarse la boca al menos.
—Buenos días —respondió, sonriendo más al sentir el rostro de Reese contra el cuello. —¿Dormiste bien?
Estiró las manos, buscando el cuerpo de Reese. Lo tomó de la cintura y tiró de él para estrecharlo contra su cuerpo. No podía creer que, tantos años después, hubieran llegado finalmente a este punto. El que siempre había soñado.
Finalmente tenía un lugar de nuevo en la vida de Reese, aunque fuera un momento.
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Chapter III
The Morning After
Reese sabía bien que no tenía derecho a sentirse tan emocionado, principalmente porque no sabía si para Noah esto era serio. De hecho, ni siquiera sabía si él creía que esto era serio. Si tuviera unos diez años menos, probablemente esto no sería una pregunta, sino una certeza. Tuvo un enamoramiento absurdo con Noah durante muchísimo tiempo, pero ya eran personas diferentes, Reese ahora tenía una vida en la que no visualizaba una pareja estable.
E incluso si se visualizara con una, eso implicaría contarle buena parte de sus secretos. Que supiera que realmente su trabajo incluía extripar las leyes, torcerlas hasta que todo quedara a conveniencia de sus clientes, aprovecharse de quienes no leían nunca la letra pequeña de los acuerdos.
Reese no se sentí orgulloso de ello, pero sí que se sentía satisfecho porque gracias a eso estaba pasando el mejor momento de su vida. Sin embargo, quizás alguien como Noah no lo entendería. Reese podría soportar que el resto de la gente lo juzgara, pero no estaba seguro si podía aceptar el reproche de Noah.
De él no.
—Dormí mejor que nunca —confesó Reese, dejándose atrapar por los brazos de Noah y acurrucándose contra él. Se sentía como un niño pequeño al que acababan de darle ese postre que siempre le negaron.
Ahora, se sentía plenamente feliz, y ese sentimiento le asustaba mucho.
—¿Quieres desayunar conmigo? —dijo Reese, mientras le besaba con suavidad el cuello—. Tengo dotes culinarios que podrían sorprenderte.
En realidad, no tenía idea si Noah iba a quedarse, si podía hacerlo considerando su trabajo, pero creía que no perdía nada con preguntar. Después de todo, no quería separarse de él todavía.
E incluso si se visualizara con una, eso implicaría contarle buena parte de sus secretos. Que supiera que realmente su trabajo incluía extripar las leyes, torcerlas hasta que todo quedara a conveniencia de sus clientes, aprovecharse de quienes no leían nunca la letra pequeña de los acuerdos.
Reese no se sentí orgulloso de ello, pero sí que se sentía satisfecho porque gracias a eso estaba pasando el mejor momento de su vida. Sin embargo, quizás alguien como Noah no lo entendería. Reese podría soportar que el resto de la gente lo juzgara, pero no estaba seguro si podía aceptar el reproche de Noah.
De él no.
—Dormí mejor que nunca —confesó Reese, dejándose atrapar por los brazos de Noah y acurrucándose contra él. Se sentía como un niño pequeño al que acababan de darle ese postre que siempre le negaron.
Ahora, se sentía plenamente feliz, y ese sentimiento le asustaba mucho.
—¿Quieres desayunar conmigo? —dijo Reese, mientras le besaba con suavidad el cuello—. Tengo dotes culinarios que podrían sorprenderte.
En realidad, no tenía idea si Noah iba a quedarse, si podía hacerlo considerando su trabajo, pero creía que no perdía nada con preguntar. Después de todo, no quería separarse de él todavía.
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The Morning After
Noah sabía que podía dejarse llevar por los pensamientos pesimistas de que la vida de Reese y la suya no eran complatibles. Sin embargo, enfrentarse al fuego un día sí y otro también hacía que Noah fuera muy de la política de vivir el presente. Nada le aseguraba que no moriría en el siguiente incendio.
Así que estaba dispuesto siempre a vivir el momento.
Abrazó a Reese contra él. No se iba a ir de ese apartamento hasta que no tuviera opción.
—Yo también dormí de maravilla —admitió. —Podríamos pensar que a ambos nos hace bien dormir juntos.
Sonrió para sí y luego buscó la mirada de Reese.
—Lo del desayuno suena muy bien —replicó. —Pero no tengo nada de ganas de dejarte ir en este momento. Eso puede ser un problema.
Para apoyar sus palabras abrazó con más fuerza a Reese. ¡Un momento de felicidad no era algo que fuera a dejar ir fácilmente! Ya podrían comer después. Por ahora quería disfrutar la suave sensación de las sábanas y la cálida presencia del cuerpo de Reese contra el suyo.
Esto era vida.
Tenía la impresión de que Reese lo estaba disfrutando tanto como él. Así que alargaría un poco más la alegría antes de pensar en comer y volver al mundo real. Aunque tenía turno hasta la noche, todavía podían aprovechar un poco del día. Ya después pensaría en regresar a la estación y en si Reese y el se verían de nuevo.
Aunque no podía dejar de desear que así fuera. No podía renunciar tan pronto a él de nuevo.
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Chapter III
The Morning After
Reese soltó una carcajada en cuanto escuchó decir a Noah que no pensaba dejarlo ir de la cama. Como si quisiera apoyar lo que estaba diciendo, Noah lo abrazó con más fuerza. Reese no opuso resistencia y se entregó a las caricias de su querido amigo. Cerró los ojos por un instante, pensando qué diría el Reese adolescente si se viera justo en este escenario. De seguro que se reiría nervioso, incapaz de creer que Noah y él estaban en la misma cama. Era la culminación de todas sus fantasías adolescentes.
Al parecer, los sueños no se cumplían solamente con trabajo duro, también se cumplían gracias a un pequeño golpe de suerte. De no ser por ese incendio, no estarían aquí.
—Está bien, está bien… —dijo con fingida resignación—. Quién diría que iba a tener que agradecerle a ese maldito incendio todo esto. O sea que lo que hacía falta para que me dieras un beso era que estuviera en peligro de muerte. ¡Haberlo sabido! Me habría ahorrado bastantes cosas cuando estábamos en la escuela.
Reese siempre había ocultado que tenía un ridículo enamoramiento por su mejor amigo. En primera porque le había costado bastante asumir su sexualidad y segundo porque no quería arruinar su amistad con Noah. Era la única persona, aparte de su madre, a quien quería de verdad. La posibilidad de que luego de declararse todo se fuera a la mierda lo angustiaba, así que prefirió callar del todo.
Siempre se había arrepentido, pero ahora parecía que la vida le estaba dando otra oportunidad. Incluso si era sólo una noche.
—Quizás entonces no tengo que comprobar que me lo tengo muy creído y después de todo no cocino tan bien —comentó Reese, con una media sonrisa. La verdad era que, ahora que tenía los medios para ello, tampoco cocinaba demasiado cuando estaba solo. Pero apenas tuvo su propio apartamento, que en ese entonces no tenía nada que ver con este, probó a replicar varias de las recetas de su madre. No se le dio tan mal, pero no había cocinado para nadie desde entonces.
Al parecer, los sueños no se cumplían solamente con trabajo duro, también se cumplían gracias a un pequeño golpe de suerte. De no ser por ese incendio, no estarían aquí.
—Está bien, está bien… —dijo con fingida resignación—. Quién diría que iba a tener que agradecerle a ese maldito incendio todo esto. O sea que lo que hacía falta para que me dieras un beso era que estuviera en peligro de muerte. ¡Haberlo sabido! Me habría ahorrado bastantes cosas cuando estábamos en la escuela.
Reese siempre había ocultado que tenía un ridículo enamoramiento por su mejor amigo. En primera porque le había costado bastante asumir su sexualidad y segundo porque no quería arruinar su amistad con Noah. Era la única persona, aparte de su madre, a quien quería de verdad. La posibilidad de que luego de declararse todo se fuera a la mierda lo angustiaba, así que prefirió callar del todo.
Siempre se había arrepentido, pero ahora parecía que la vida le estaba dando otra oportunidad. Incluso si era sólo una noche.
—Quizás entonces no tengo que comprobar que me lo tengo muy creído y después de todo no cocino tan bien —comentó Reese, con una media sonrisa. La verdad era que, ahora que tenía los medios para ello, tampoco cocinaba demasiado cuando estaba solo. Pero apenas tuvo su propio apartamento, que en ese entonces no tenía nada que ver con este, probó a replicar varias de las recetas de su madre. No se le dio tan mal, pero no había cocinado para nadie desde entonces.
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The Morning After
No podía creer lo que Reese acababa de decir.
Por suerte no había estado comiendo o tomando porque se habría atragantado. ¿En la escuela? ¿Reese había querido hacer esto desde la escuela?
Se separó de él lo suficiente para poder mirarlo a los ojos.
—¿Quería besarme en la escuela? —preguntó con incredulidad. —Reese, media escuela estaba enamorada de ti. Nunca diste señas de que yo te interesara de esa forma.
Si tan solo lo hubiera sabido... Noah no había llevado la cuenta de cuántas noches pasó suspirando por Reese, pensando en lo que sería besar a su mejor amigo... Reese había sido el protagonista de todas sus primeras fantasías, y le había tomado mucho tiempo después de su marcha sacarlo por completo de sus recuerdos.
Había quedado en un crush de adolescencia.
No podía ser duro consigo mismo, ni con sus compañeras y compañeros de colegio que habían sufrido del mismo mal. Reese era naturalmente encantador. ¿Cómo no iban a enamorarse de él?
—Pasé años fantaseando con algo como esto —continuó. —¿Y me estás diciendo que tú también lo deseabas?
De repente sentía que la vida lo había estafado. Más valía que esto fuera más de una noche o no se sentiría nunca compensado. Tal vez debía tener más dignidad y haberse ahorrado un comentario como aquel. Reese no lo iba a tomar en serio.
—Ahora tienes que decirme que esto va a repetirse —añadió amenazante. —Parece que debemos compensarnos por demasiado tiempo perdido.
Sonrió, incapaz de mantener la fachada amenazadora, y lanzándose a robarle otro beso.
No iba a parar de besarlo hasta que Reese le pusiera un alto. No ahora que al fin tenían esto. Cómo se alegraba de haber respondido él a aquel incendio. Cómo se alegraba de haberlo sacado de las llamas.
Había salvado su segunda oportunidad.
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Chapter III
The Morning After
Reese frunció el ceño cuando Noah dijo, con total seguridad, que todo el mundo quería besarlo en la escuela. A él. Eso sonaba como una locura, pero luego se dio cuenta de que Noah estaba hablando muy en serio, así que no le quedó más remedio que soltar una carcajada muy nerviosa, porque apenas estaba asimilando sus palabras.
No sabía si negar con la cabeza, o si simplemente aceptar las palabras de Noah por ciertas. Pero en la escuela Reese no era para nada la persona segura en que se había convertido. Siempre fue ambicioso y algo terco, pero en la escuela también fue descubriendo su propia sexualidad y eso, lejos de hacerle sentir bien, lo asustó muchísimo. Pensó que era lo último que necesitaba para lograr sus metas. ¿Iban a contratar a un abogado que se quisiera tirar a sus clientes sin importar del género que fueran?
—Espera, ¡lo estás diciendo en serio! ¿Cómo que era popular? Tienes que estar bromeando, tenía unos lentes horribles en ese entonces, vestía muy mal y tampoco era la persona más fácil de lidiar —en esto último también había cambiado un poco, había aprendido a moldear un poco su carácter para ser más agradable de cara a sus clientes.
Pero en la escuela había sido completamente diferente. No tenía por qué ser amable con todo el mundo, excepto con sus profesores, porque se esforzaba porque lo tomaran en cuenta. Así que eso que Noah estaba diciendo era ridículo. Pero su amigo no le mentiría en algo como eso, mucho menos luego de confesarle que él también deseaba besarlo.
Reese ahora creía que la vida se le estaba riendo en la cara.
—La verdad es que siempre tuve un cariño especial por ti, sólo que no me di cuenta hasta más tarde lo que eso significaba. No fue sencillo para mí descubrir que me gustaban los chicos de la misma forma que me gustaba que las chicas me besaran. Pero, lo peor, fue descubrir que en realidad la única persona con quien quería pasar el tiempo era contigo… —dijo Reese, sintiéndose como un niño al que acaban de pillar en una travesura. Evadió la mirada de Noah porque sí se sentía un poco avergonzado hablando de este tema a estas alturas de su vida—: Pero éramos amigos, tenía mucho miedo de que se rompiera nuestra amistad. Eras la persona más importante de mi vida, además de mamá. Ahora parece que leí mal todas las señales.
No sabía si negar con la cabeza, o si simplemente aceptar las palabras de Noah por ciertas. Pero en la escuela Reese no era para nada la persona segura en que se había convertido. Siempre fue ambicioso y algo terco, pero en la escuela también fue descubriendo su propia sexualidad y eso, lejos de hacerle sentir bien, lo asustó muchísimo. Pensó que era lo último que necesitaba para lograr sus metas. ¿Iban a contratar a un abogado que se quisiera tirar a sus clientes sin importar del género que fueran?
—Espera, ¡lo estás diciendo en serio! ¿Cómo que era popular? Tienes que estar bromeando, tenía unos lentes horribles en ese entonces, vestía muy mal y tampoco era la persona más fácil de lidiar —en esto último también había cambiado un poco, había aprendido a moldear un poco su carácter para ser más agradable de cara a sus clientes.
Pero en la escuela había sido completamente diferente. No tenía por qué ser amable con todo el mundo, excepto con sus profesores, porque se esforzaba porque lo tomaran en cuenta. Así que eso que Noah estaba diciendo era ridículo. Pero su amigo no le mentiría en algo como eso, mucho menos luego de confesarle que él también deseaba besarlo.
Reese ahora creía que la vida se le estaba riendo en la cara.
—La verdad es que siempre tuve un cariño especial por ti, sólo que no me di cuenta hasta más tarde lo que eso significaba. No fue sencillo para mí descubrir que me gustaban los chicos de la misma forma que me gustaba que las chicas me besaran. Pero, lo peor, fue descubrir que en realidad la única persona con quien quería pasar el tiempo era contigo… —dijo Reese, sintiéndose como un niño al que acaban de pillar en una travesura. Evadió la mirada de Noah porque sí se sentía un poco avergonzado hablando de este tema a estas alturas de su vida—: Pero éramos amigos, tenía mucho miedo de que se rompiera nuestra amistad. Eras la persona más importante de mi vida, además de mamá. Ahora parece que leí mal todas las señales.
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Chapter III
The Morning After
Noah negó, mientras acariciaba los cabellos de Reese.
—Nunca fuiste consciente de que eras atractivo —le señaló. —A mí me chiflaban tus anteojos.
Era cierto que tenía un poco de pinta de nerd, flacucho y con anteojos. Era algo desgarbado y tenía un carácter particular... pero siemper le resultó atractivo con sus ojos brillantes y su sonrisa radiante. Cuando hablaba de su futuro y todo lo que soñaba, se le iluminaba la cara y era imposible no dejarse arrastrar por su entusiasmo.
Noah siempre estuvo seguro de qeu no era el único que lo veia tan atractivo. Hubo varia scompañeras que le dejaban notitas en el escritorio, o que le mandaban saludos con Noah, por ser su mejor amigo.
—Debo admitir que tu estilo de ahora es más moderno —continuó. —Pero yo todavía puedo ver al Reese que conocía. Creo que me has gustado toda la vida.
Lo correcto probablemente era que lo había amado toda la vida, desde niños, pero no podía decirle eso. Tenía algún instinto de autopreservación, así que debía aprovecharlo lo poco que pudiera.
—Así que podrás imaginar que no puedo con la idea de que tú también deseabas esto —añadió, regresando al tema. —¿Te imaginas todo lo que pudimos experimentar juntos?
Noah no había tenido una vida amorosa muy exitosa. Los bomberos tenían una vida un poco inestable, con tantos riesgos que corrían. Además, los turnos hacían que sus horarios fueran muy cambiantes, no cualquiera les seguía el ritmo.
Tuvo sus primeras aventuras con otros chicos de la academia de bomberos. Todos muy emocionantes, pero con vínculos muy vacíos al final. Nada había perdurado.
Y ninguno había sido Reese.
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Chapter III
The Morning After
Reese pronunció la sonrisa, como un niño pequeño emocionado por la atención, cuando sintió las caricias de Noah en su cabello. Incluso si estaba hablando de sus horribles lentes, Reese siempre los odió, pero al mismo tiempo eran un símbolo de todo lo que su madre lo quería, porque cada uno de esos lentes tenía una maldita fórmula que era carísima, así que cada vez que su madre le compraba uno, Reese sabía todos los sacrificios que ella hacía por él.
Por eso, incluso ahora, Reese no usaba lentes de contacto. Pero no pensaba decirle eso a Noah, de seguro que sonaría demasiado patético. Además, no era el momento cuando estaban los dos entre las sábanas de su cama.
—Me alegra muchísimo que mi miopía te resulte atractiva —comentó sonriendo, todavía sin saber si amaba todo lo que Noah le estaba diciendo o si tenía ganas de regresar a darle un par de bofetadas a su yo adolescente, a ver si se aprovechaba más de su situación. Pero en esa época no se había considerado a sí mismo atractivo, tenía demasiadas inseguridades y también tenía otras cosas en qué pensar en esa época—. Jamás se me hubiera ocurrido semejante cosa. Pero, al menos, ya estas alturas de mi vida acepté que soy un maldito ciego y que los lentes son unos buenos compañeros de vida.
Reese se había quejado en infinitas ocasiones de sus lentes con Noah, así que su amigo debía de saber bien a qué se refería.
—La verdad es que si nos ponemos a pensar todo lo que nos perdimos, acabaremos por deprimirnos —al menos, Reese estaba convencido de que así sería en su caso—. Quizás podemos concentrar toda esa energía en recuperar el tiempo perdido. ¿No te parece?
Era una premisa interesante, sobre todo porque Reese había hecho una pregunta abierta que no concretaba nada en particular. Reese, por supuesto, no había dicho si iban a prolongar esto de manera indefinida. ¿Qué sería lo mejor para ambos? Hasta ahora, Reese había velado sólo por su bienestar, pero Noah estaba dentro de la ecuación y eso hacía todo diferente.
Por eso, incluso ahora, Reese no usaba lentes de contacto. Pero no pensaba decirle eso a Noah, de seguro que sonaría demasiado patético. Además, no era el momento cuando estaban los dos entre las sábanas de su cama.
—Me alegra muchísimo que mi miopía te resulte atractiva —comentó sonriendo, todavía sin saber si amaba todo lo que Noah le estaba diciendo o si tenía ganas de regresar a darle un par de bofetadas a su yo adolescente, a ver si se aprovechaba más de su situación. Pero en esa época no se había considerado a sí mismo atractivo, tenía demasiadas inseguridades y también tenía otras cosas en qué pensar en esa época—. Jamás se me hubiera ocurrido semejante cosa. Pero, al menos, ya estas alturas de mi vida acepté que soy un maldito ciego y que los lentes son unos buenos compañeros de vida.
Reese se había quejado en infinitas ocasiones de sus lentes con Noah, así que su amigo debía de saber bien a qué se refería.
—La verdad es que si nos ponemos a pensar todo lo que nos perdimos, acabaremos por deprimirnos —al menos, Reese estaba convencido de que así sería en su caso—. Quizás podemos concentrar toda esa energía en recuperar el tiempo perdido. ¿No te parece?
Era una premisa interesante, sobre todo porque Reese había hecho una pregunta abierta que no concretaba nada en particular. Reese, por supuesto, no había dicho si iban a prolongar esto de manera indefinida. ¿Qué sería lo mejor para ambos? Hasta ahora, Reese había velado sólo por su bienestar, pero Noah estaba dentro de la ecuación y eso hacía todo diferente.
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Rió ante lo de que su miopía le resultara atractiva, porque de hecho todo sobre él le resultaba atractivo. Sonrió viendo el par de anteojos que Reese había dejado sobre su mesa de noche.
—Me alegra que sigas usando anteojos, pensé que podrías haberte vuelto vanidoso con el dinero —comentó, dejando salir un poco más de amargura de lo que esperaba. —Pero por salud podrías ver lo de operarte. Hay gente que le funciona.
Era evidente que Reese tendría los medios para permitirse eso.
—Me parece maravilloso lo de centrar las energías en recuperar el tiempo perdido —concordó. —Pero espero que seas consciente de que eso es algo que tomará mucho tiempo.
Se mordió el labio inferior mientras miraba a Reese a los ojos.
No quería que esto terminara en aquel día, después de una sola noche de cobrarle al pasado lo que no habían aprovechado en su momento. Noah realmente quería explorar esto...
—No sé si tienes espacio para esto en tu vida —añadió. —Ya sabes... una relación. Mis horarios en turnos horribles... mi vida sencilla. No sé si va contigo.
Intentó ser sincero. Necesitaban ser claros en esto o iba a terminar con el corazón roto. Podía preeverlo.
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