Axl lleva generaciones haciendo travesuras en el instituto al que una vez asistió y en el que murió durante un incendio. Era un macarra, le gustaba el rock, fumar y ser el chico malo de aquella época. Se ha acostumbrado a estar solo allí y disfruta con sus aventuras, poseyendo a algunos de los alumnos y creando caos, entre tantas otras cosas.
Hasta que un día hay un accidente.

Carys es una chica tímida, buena estudiante, no llama la atención de los que le rodean. De pronto despierta y nadie puede verla, lo cuál no es tan extraño, de no ser porque la atraviesan. Pasea por los pasillos intentando llamar la atención hasta que de pronto choca contra un chico al que no había visto antes y que la mira como si fuera un fantasma. Precisamente porque ES UN FANTASMA.

La aceptación no sucede de inmediato, pero va escuchando lo que dicen por los pasillos sobre la chica que murió y le es imposible salir del perímetro del instituto. Intentar cruzar la verja es como chocar contra un muro.
Así que termina acercándose a Axl, que decide enseñarle las ventajas de ser un fantasma, sus nuevas habilidades y cómo utilizarlas.

Axl Cooper 17 años — Bill Skarsgård — Red

Carys Dawson 16 años — Ariel Winter — Timelady

Inspired — Películas — One on one

Al contrario que Carys, Axl no se sentó, hacía mucho que no hacía esa acción, él prefería flotar. Repantigado como si en su cama estuviese flotó alrededor de la chica mientras la escuchaba. No estaba seguro de qué respuesta había esperado, pero no se sintió excesivamente sorprendido. Quien conociera a Carys era más o menos lo que debía esperar supuso.

— ¿Siempre has sido una empollona? —la pregunta no carecía de cierto tono confuso. Axl nunca había sido un buen estudiante, de hecho poco había tocado sus libros de texto. No era algo que le hubiera hecho falta nunca, él siempre había tenido claro hacia donde iba a encaminar su vida y las raíces cuadradas o la historia no le iban a servir de nada.

— Si te hubiera conocido cuando estaba vivo te habría arrastrado conmigo el fin de semana, tienes que salir y vivir un poco. —soltó, aunque en cuanto lo hizo no pudo evitar la imagen mental. Tenían la misma edad porque cuando te mueres dejas de cumplir años, pero de estar vivo… — Si hubiéramos coincidido en el tiempo, quiero decir, no creo que me gustase que me acusaran de corrupción de menores. —qué curioso era, pensó, no habían nacido para encontrarse en vida, pero allí estaban en la muerte prácticamente anclados el uno al otro.

— Aunque puede que de estar los dos vivos tú te hubieras convertido en una de mis fans. —le guiñó un ojo, bromeando.— Te conseguiría entradas para todos mis conciertos.

Axl Cooper — Instituto — Mediodía

Bajó la cabeza al escuchar la pregunta de Axl. No es que hubiera sonado a malas, pero es que siempre decían eso de ella con mala intención. Y a la larga, no es una etiqueta que te guste. Porque implica demasiadas cosas negativas para la mayoría.
Así que solo se encogió de hombros.- Supongo que sí. -¿Qué otra cosa iba a decir? No podía negarlo.- Pero no sé qué tiene de malo querer sacar buenas notas, para tener una buena media y poder elegir la carrera y universidad que tú quieras sin tener que estar dependiendo de listas de espera y esas cosas. -Añadió, un poco a la carrera y haciendo un gran esfuerzo para no pararse a pensar en que todo eso ahora ya no servía para absolutamente nada. Porque estaba atrapada en su instituto para siempre.

Axl, en cambio, debía ser todo lo contrario a ella. Por la forma en que hablaba de lo que haría si la hubiera conocido.- Seguro que habrías pasado de largo, como todos los demás. -Era así, ella era la chica invisible del instituto.- Salvo cuando necesitaras ayuda con los deberes o que te soplara en un examen. -Esas eran las pocas veces en las que algún compañero le había hablado.

Le miró sin entender muy bien cuando dijo que habría sido una fan y que le daría entradas para conciertos.- ¿Tenías una banda? -Preguntó. Pero si se fijaba un poco, sí que tenía pinta de eso.- ¿Y qué tocabas?

Carys Dawson — Instituto — Mediodía

Torció ligeramente el gesto al escucharla hablar. No le gustaba que hablara así de ella, aunque él tampoco podía comprender muy bien lo que debía sentir. En sus años de instituto no había sido la estrella más dorada, pero desde luego no se metían con él. Axl se centraba en su música y su grupo y prestaba atención a poco más.

— Quien sabe, tal vez nos habrían emparejado en un trabajo de ciencias y hasta nos habríamos enamorado como en las pelis cursis que veía mi madre. —bromeó dejando al fin de flotar. Tomó asiento frente a Carys sobre una de las mesas y suspiró.

— Sí, con mis amigos, Ángela, David y Mort. Nos llamábamos Ecstasy, el nombre se lo inventó Ángela, o eso decía ella.—hablaba con nostalgia, echaba de menos aquellos tiempos, echaba de menos su vida, a sus amigos y a su madre. Había dejado de pensar en ello para evitarse el dolor al recordarlos. Pero hablarlo con Carys no era doloroso solo, nostálgico.

— Tocábamos rock, de cuando el rock todavía era bueno y no eso que suelen escuchar ahora. —arrugó el ceño mostrando su completa disconformidad.— No sé si siguieron tocando, espero que sí, aunque tendrían que buscar a otro cantante. —alguna vez pensó en buscarlos en los ordenadores de la biblioteca, pero no había encontrado la voluntad para hacerlo.

Axl Cooper — Instituto — Mediodía

Frunció un poco los labios ante su "quien sabe", porque estaba segura de que no. Un chico con sus pintas no se acercaba a ella ni a pedirle la hora. Pero entonces dijo lo del trabajo de ciencias y enamorarse y abrió los ojos demasiado.
- ¿Ya hacían esas películas en tu época? -Preguntó asombrada. Estaba harta de verlas. Que no es que fueran su género preferido, pero de vez en cuando... bueno, no estaban mal. Y era su única posibilidad de imaginarse que un chico la miraría de otra forma. Pero como las había llamado "cursis" tampoco iba a decir que las conocía demasiado.- Pero no, seguro que no, eso solo pasa en las películas. En nuestro mundo cuando me obligan a hacer un trabajo en parejas o grupos lo hago yo todo mientras los demás miran o se dedican a sus cosas. -Así funcionaba la realidad.

De todos modos, Axl pareció mucho más animado cuando empezó a hablar de su banda y de su música. Escuchó los nombres de sus amigos y se preguntó por un momento, qué habría sido de ellos. Quizá incluso fueran ya padres o algo parecido.
- ¿Nunca has intentado ver lo que les pasó? -Preguntó, casi sin pensarlo. Pero se dio cuenta de que a ella tampoco le sería fácil seguir las vidas de sus familiares, y eso que tenían redes sociales.- Lo siento. Supongo que es mejor así. -Razonó.- Yo es que no sé mucho de Rock, seguro que no te sorprende, así que no te puedo decir, pero no me suena el nombre. Quizá también lo cambiaron. -Era una posibilidad, si es que habían seguido tocando.

Carys Dawson — Instituto — Mediodía

Ante su pregunta Axl dejó ir una carcajada y se encogió de hombros. Suponía que siempre había habido pelis cursis o, por lo menos, películas que para él entraban en esa categoría. Si no había sangre, era una peli cursi y de ahí no iba a sacarlo nadie.

— Tienes que tener mejor opinión de ti. —aseguró con naturalidad. Para él era algo fácil de hacer y le costaba comprender a aquellos que no podían. Carys era una buena chica y de no estar ahora, en fin, muerta, habría llegado muy lejos, probablemente haciendo algo científico y enrevesado que podría curar el cáncer o algo.

—Puede que sí. David se quejaba a menudo del nombre. —recordó.— Puede que se separasen o dejaran de tocar y ahora estén haciendo cosas aburridas, tal vez Mort lleve el tanatorio de su padre..—se encogió de hombros, guardando silencio unos instantes perdido en los recuerdos del pasado.— Supongo que por eso no he intentado buscarlos nunca. Creo que me da algo de miedo lo que pueda encontrar.

— Tampoco he buscado nunca a mi madre.—confesó de pronto.— La vi una vez después de , ya sabes, morir. Vino para recoger las cosas de mi taquilla. No pudo aguantar el llanto, fue duro verlo, nunca había visto a mi madre llorar. —ese era uno de los motivos por los que no consideraba demasiado buena idea que Carys contactara con sus padres. Era muy duro saber lo que sufrían y no poder hacer nada por remediarlo.

Axl Cooper — Instituto — Mediodía

No creía que su imagen de sí misma tuviera que ver con saber que un tío no se iba a enamorar de ella por hacer un trabajo juntos, o que directamente esos trabajos en grupo nunca se hacían en grupo. Se llamaba ser realista.
Y no es que se hubiera sentido tan terriblemente mal mientras estaba viva. Era solo que ahora, cuando ya no podía hacer nada, se daba cuenta de que quizá le habría gustado no haber dejado para más adelante todo aquello...

Pero no dijo nada, porque prefirió centrarse en Axl y su banda, parecía que le gustaba el tema y no solía hablar demasiado de sí mismo, así que quería aprovecharlo para conocerle un poquito más.
- Puede que se sigan reuniendo y tocando juntos, de vez en cuando, cuando tienen tiempo... -Mencionó, como posibilidad, aunque no estaba muy segura de que eso pudiera funcionar. Porque los adultos no solían dejar mucho tiempo para sus aficiones.- ¿Te da miedo pensar que tú también habrías sido como ellos? ¿Adulto? -Preguntó, buscando entender qué era lo que le asustaba y suponiendo que era el ver que todos sus sueños habían terminado en una caja perdida en el trastero.

Le miró cuando habló de su madre y se sintió mal al escucharle. Era triste imaginar aquella escena y lo que debía suponer para él.- Eso significa que te quería mucho y que te echó de menos. Te recordaría siempre. -Intentó consolarle con algo bonito que podía sacarse de aquello. Pensó en sus propios padres en si también... quizá también ellos hubieran sufrido así. ¿Quería verlo? ¿Saberlo? Resultaba un poco morboso, pero... necesitaba saber que al menos dos personas en todo el mundo se habían dado cuenta de que ella ya no estaba allí.- Quizá mis padres también vengan a recoger mis cosas. No es que hubiera mucho, la verdad. Pero podría... podría verles e intentar algo. ¿No? -Aunque con lo que le había costado mover una lata vacía, como para querer enviar un mensaje.

Carys Dawson — Instituto — Mediodía

Ante la pregunta de Carys se encogió de hombros, no muy seguro de qué responder. Mientras estaba vivo nunca había sido la clase de persona que se preocupase demasiado por el futuro, le gustaba vivir el presente y, como mucho, pensaba en lo que pasaría en unos meses hacia delante. Nunca se había imaginado de adulto y, si lo hubiera hecho, nunca habría sido como un ente fantasmal atrapado en el instituto para toda la eternidad.

— Bueno, técnicamente ya soy un adulto, tengo casi cuarenta años, ¿sabes? —bromeó, lanzándole una sonrisa divertida.— Pero, no sé, supongo que me da miedo pensar que nuestros sueños nunca se cumplieron. Cuando estaba vivo todo en lo que podía pensar era en mi música y el grupo, para mí no había nada más. No iba a ser contable, ni abogado ni ninguna cosa de esas, yo quería ser músico y sabía que lo iba a ser. -se encogió de hombros al final.— Bueno, al menos era lo que pensaba que sabía, claramente me equivoqué.

En cuanto ella cambio de tema, Axl no dudó en seguir ese hilo, poco motivado para hablar de sus sueños frustrados de juventud.

— Supongo que sí. —respondió, aunque no sonaba muy seguro. Lo cierto era que no tenía ni idea de qué se hacía en aquellas circunstancias. Tal vez su madre era la que había decidido ir a por ello, quizás los padres de Carys no quisieran estar a menos de diez metros del lugar donde había muerto su hija. Pero no quería desanimarla, así que fingió convicción.— Si sigues practicando seguro que serás capaz de hacerles alguna señal cuando los veas. –que sus padres llegasen a interpretarla de la manera en que Carys quería, y manera otro tema.

Axl Cooper — Instituto — Mediodía

Carys se rió cuando dijo que era un adulto de cuarenta años.- Prefiero que no. Sería muy raro estar atrapada aquí con alguien tan mayor. -Porque para alguien de su edad, los cuarenta eran una edad lejana. La edad de sus padres. Quedarse atrapada como un fantasma, o ser un fantasma, no había sido su plan de futuro, pero imaginaba que sería mucho más incómodo estar allí con un adulto, en lugar de con alguien de su edad que... la entendía mejor, pese a ser tan diferentes.

Asintió despacio al escuchar que lo que le daba miedo era pensar que sus sueños no habían ido a ninguna parte. Él había querido ser músico con toda su alma, era lo que deseaba y lo que había pensado que sería. Ella, en cambio se había centrado en tener las mejores notas para poder optar a las mejores universidades y becas, pero realmente no tenía un sueño que la apasionara para su futuro. Solo se imaginaba haciendo lo mismo que sus padres, trabajando, teniendo una familia... lo normal.
- Ninguno de nosotros podía saber lo que iba a pasar. -Muy poca gente era consciente de que iba a morir con tiempo, y no es que para ellos fuera algo bueno tampoco, porque normalmente estaba acompañado de una larga y terrible enfermedad.

Cambió de tema a otro que la animó mucho más. Pensar que quizá sus padres llegaran al instituto y aunque no pudieran verla supieran que estaba ahí. Volver a verlos una última vez. Poder despedirse... era importante.
Asintió a lo que dijo Axl.- Claro. Tengo que esforzarme más. -Decidió, buscando con la mirada la lata y acercándose a ella, sentándose en el suelo y mirándola fijamente.
La lata rodó, pero algo le dijo que había sido cosa del viento.

Carys Dawson — Instituto — Mediodía

Axl no recordaba la última vez que se había divertido tanto, probablemente cuando todavía estaba vivo si tuviese que apostar algo. Después de tantos años solo los días con Carys eran simplemente una maravilla y no sólo por el hecho de no estar, pues eso, solo. Si no porque Carys era divertida e inteligente, también era muy mona cuando se frustraba, lo cual sucedía a menudo mientras practicaba sus dotes fantasmales.

Por fin había sido capaz de sostener una lata y estaban empezando con cosas más pesadas, lo cual había sido muy útil para darles un buen susto a las animadoras. Había aprendido a susurrar a los vivos en sus duerme velas, algo que en la clase de filosofía sucedía a menudo, así como habían pasado horas simplemente charlando de nada y de todo en particular.

Era agradable tenerla allí y no se sentía disgustado ante la perspectiva de tener que pasar la eternidad con ella. Podría haber sido mucho peor desde luego, pero difícilmente podría haber sido mejor.

Todo lo bueno acaba, no obstante. Y aquello lo hizo un martes por la tarde cuando las clases ya hacía rato que habían acabado y en el edificio solo quedaban los alumnos de los clubs acabando de recoger. Dos personas adultas entraron al edificio. No eran profesores, estaba seguro, ni los había visto antes ni tenían la actitud (¿es decir, qué profesor se queda tanto rato después de clases sin cobrar un extra?). El hombre tenía un aspecto estoico y los ojos rojos, la mujer que se sujetaba de su brazo hacía todos los esfuerzo por n ponerse a llorar.

— Señores Dawson, el director los espera en su despacho, por aquí, por favor. —la anciana secretaria les habló con voz suave mientras los conducía por el pasillo. Si el corazón de Axl todavía latiese se habría detenido ante lo que presenció: los padres de Carys por fin habían aparecido.

Axl Cooper — Instituto — Tarde

Los días iban pasando sin que se diera demasiada cuenta. Si no fuera por los timbres de clase, los alumnos entrando y saliendo, posiblemente no los notaría.
Estaba demasiado entretenida pasando el tiempo con Axl, aprendiendo todo lo que podía hacer con sus nuevas habilidades. Aún le faltaba mucho para poder hacer todo lo que él era capaz, pero aprendía bastante rápido. Siempre se le había dado bien eso, después de todo. Y esforzarse, siempre se esforzaba de más.

Pero en el fondo de su mente también había un empeño en estar preparada para el día en que sus padres fueran al colegio. Había estado rondando el despacho del director para saber si recibía alguna llamada o había algo en su agenda. Resulta que pasar hojas de papel era un poco más sencillo que mover una lata vacía.
Y cuando por fin iba a suceder, solo podía mirar el calendario día a día, el reloj, el minutero...

Intentó peinarse un poco mejor y se tironeó de la camiseta, esperando a ver a sus padres. Una profunda tristeza la invadió al verles, estaban... consumidos. Nunca había visto a su padre con los ojos rojos y aquellas ojeras. Y su madre había adelgazado. Si hubiera podido hacerlo, Carys habría llorado al verles así a ambos.

La secretaria les hizo pasar al despacho del director y ella atravesó la puerta tras ellos, quedándose a un lado. Esperando, el momento de hacer una señal, pensando en qué señal sería la correcta. Quería que supieran que estaba ahí, que estaba bien, quería que ellos también lo estuvieran.

- Señores Dawson, no tengo palabras para expresar lo mucho que todo el equipo lectivo lamenta su pérdida. -Expuso el director.- Carys era una alumna sobresaliente en todas las materas, nos admiraba con su esfuerzo y dedicación. Estabamos seguros de que tendría un futuro prometedor en cualquier cosa que se propusiera. -Su madre sollozó y se llevó el pañuelo a la cara.- Sabemos que nada de lo que podamos decir o hacer va a cubrir ese vacío que ha quedado. Pero hemos pensado que querrían... recuperar sus pertenencias. Visitar su taquilla...

Carys pensó que su taquilla no era nada del otro mundo, le habría gustado ahora que fuera un poco más personal, que se supiera que era suya. Pero su padre interrumpió sus pensamientos.- Eso es... muy considerado. Pero no estamos aquí solo por eso. Queremos saber cómo demonios sucedió. ¿Cómo es posible que esa puerta estuviera cerrada, que la alarma no funcionara?

Carys Dawson — Instituto — Tarde

Axl siguió a la pareja en silencio, aunque siendo un fantasma poco ruido podía hacer, vaya. El despacho del director no le era ajeno. Se había colado en varias ocasiones y lo había visitado otras tantas mientras estaba vivo, no había cambiado demasiado con el paso de los años, solo sus ocupantes lo habían hecho.

La pareja se sentó en las sillas gemelas frente al escritorio, donde el director ya esperaba. A un lado de la sala Carys también estaba presente con cara compungida y ojos anhelantes que no apartaba de sus padres. Era lo normal, supuso, era lo que llevaba semanas esperando.

— La verdad es que todavía no estamos seguros de cómo sucedió. —la voz del director sonó nerviosa. Si uno se fijaba bien, incluso podía ver las gotas de sudor que empezaban a formarse en su frente. No era una reunión agradable, ¿cómo podía ser agradable tenerle que decir a unos padres que su hija había muerto bajo su cuidado y no tenía ni idea de por qué o a quién culpar?

— Las alarmas pasaron la inspección pocas semanas antes del accidente, estaban en perfecto estado y aunque las aulas se cierran tras las clases no entendemos como pudo Carys quedarse encerrada sin que ningún profesor se diera cuenta. —habían seguido todas las pistas, los investigadores habían hecho una indagación concienzuda, pero no habían encontrado nada.— Pero, de hecho, esa aula tenía la cerradura rota, no pudo quedar encerrada… y los bomberos no han encontrado tampoco indicios de que el fuego fuera sido un accidente. —dejó que sus palabras colgasen en el aire, no queriendo decir en voz alta lo que todo el mundo sospechaba: que la chica lo había hecho apropósito.

El director lo creía, a veces los niños tan sobresalientes se sentían demasiado presionados, se deprimían y tomaban malas decisiones. Era eso o que fuerzas del más allá hubieran tenido algo que ver y un tipo lógico y de ciencia como él no creía en malos espíritus.

Axl Cooper — Instituto — Tarde

Carys también prestó más atención tras la pregunta de sus padres. Quería saber cómo demonios había pasado, cómo había terminado ella encerrada y muriendo de aquella manera. No era normal. Pero no había otra opción, ¿verdad?

Entonces el director siguió hablando, diciendo que no podía ser un simple accidente. Pero es que no podía ser otra cosa, claro que no.
- Perdone, ¿está insinuando que mi hija cerró esa puerta? -Preguntó su padre. Carys abrió mucho los ojos y los clavó en el director.

- Disculpeme, señor. No he dicho eso... -Intentó recular el director.- Pero no puedo negar que es una de las posibilidades que se han contemplado en la investigación. Después de todo, como les he dicho, no hay indicios de que pueda haber sido accidental.

- ¡Pero cómo puede decir esas cosas! -Se enfadó Carys.

- Su hija era una joven sobresaliente, como les he dicho. Pero también era muy callada, aislada del resto. -Carys bajó la mirada, porque era cierto que así era en el instituto, aunque sus padres no parecía que lo supieran.- Los psicólogos coinciden en que a menudo este tipo de jóvenes... intentan llamar la atención.

Su madre empezó a sollozar con más fuerza. Le estaba creyendo.
- ¡No! Nonono. ¡Yo no hice eso! -Carys estaba alterada, cada vez más. Las luces del despacho empezaron a titilar hasta que la lamparita de la mesa terminó explotando.- Yo no hice eso. -Estaba llorando y no dejaba de repetirlo mirando a sus padres. Tenían que escucharla. Tenían que creerla.

Carys Dawson — Instituto — Tarde

Cuando la bombilla de la lamparita estalló los presentes dieron un respingo, confusos. El director, tontamente, presionó el interruptor como para encenderla sin que diera ningún resultado. Con el ceño fruncido observó el aparato, olvidados momentáneamente los padres dolientes y la conversación.

— Tienes que calmarte. —la voz de Axl fue apenas un susurro, otra tontería, nadie más allá de Carys podría escucharlo. — Ponerte a reventar bombillas no ayudará. —tuvo el instinto de tomarla de la mano. Su propia mano se movió, acercándose a la de ella, pero a penas a un centímetro de distancia pareció pensárselo mejor y detuvo el movimiento.

— Esto es… Qué extraño —el director balbuceó, parpadeó como un pez y volvió a mirar a los padres de Carys, como recordando de pronto que seguían allí. Carraspeó y se acomodó mejor en la butaca, intentando volver a la difícil conversación, pero también dejando entrever lo poco que le apetecía.

— Como decía, la investigación sigue en curso y aunque nadie puede llegar a entender por lo que deben estar pasando ustedes puedo asegurarles que todos los que conocíamos a Carys lamentamos mucho lo que ha pasado. —se sacó un pañuelo del bolsillo y se secó el sudor de la frente. Un claro intento, también, de tomarse unos segundos para ordenar sus pensamientos.

— Podemos asegurarles que nada así volverá a pasar en este instituto, volveremos a revisar las medidas antincendios, además la junta escolar ha dado el visto bueno a ampliarlas incluso. —Axl frunció, sin entender qué pretendía el hombre con aquellas palabras. Era algo absurdo que decirle a unos padres que acababan de perder a su única hija.

Axl Cooper — Instituto — Tarde

Las lágrimas rodaban con fuerza por sus mejillas. Porque sí, al parecer los fantasmas también pueden llorar, y era terriblemente doloroso para ella. No podía calmarse, no podía dejar que sus padres creyeran esas cosas de ella. No había sido cosa suya. Ella no se había encerrado allí. Ella no había querido morir.
Puede que Axl tuviera razón, que reventar bombillas no sirviera, pero lo único que quería hacer era poder decirles a sus padres que estaba allí, no se había ido, ella no había hecho aquello.

Trató de coger un bolígrafo de la mesa del director, trató de concentrarse con todas sus fuerzas. Escribiría una nota. Una nota para decirles que no le creyeran, que nada de aquello era cierto. Pero apenas consiguió que el bolígrafo se moviera... rodó por la mesa como si tan solo hubiera sido cosa de la gravedad o de una corriente de aire imprevista.

No había escuchado lo que ese señor estaba diciendo. Pero su padre alzó la voz y la hizo detenerse en seco, jamás le había visto así.- ¡De qué nos sirve eso! Hemos perdido a nuestra hija, ¿cree que me importa que ahora revisen las medidas anti-incendios y las mejoren? ¡Ya es demasiado tarde! -Se levantó del asiento.- Vamos a pedir una inspección particular, y si descubrimos la más mínima negligencia en este lugar, le aseguro que nada de esto quedará así. -Carys asintió a sus palabras, apoyando aquella decisión. Eso era lo que tenían que hacer. Demostrar lo que había sucedido. Sí.- Vamonos, cariño. -Su madre se apoyó en él para salir del despacho, todavía llorando. Carys les siguió, les acompañó hasta la puerta, hasta donde ella podía negar. Ojalá poder ir con ellos siempre.

Carys Dawson — Instituto — Tarde

Axl no siguió a Carys esta vez, se quedó en silencio, suspendido unos centímetros sobre el suelo no muy seguro de saber cómo se sentía. El director dejó ir un hondo suspiro, dejándose caer contra su silla de aquella manera tan poco educada que siempre sacaba en cara a los alumnos. Parecía completamente derrotado, se quitó las pesadas gafas de pasta negra y se presionó el puente de la nariz hasta que un carraspeo en la puerta llamó su atención, junto a la del propio Axl.

— ¿No les ha dicho la policía llegó a barajar la teoría de que un tercero lo hiciera? —la voz de la secretaria sonó dubitativa, casi tímida, mientras asomaba medio cuento por la puerta. El director dejó ir otro suspiro cansado y negó.

— La policía descartó esa hipótesis casi al momento, habría sido una tontería decírselo, solo les habría dado más munición con la que cargar. Pensar que en este instituto pueda haber alguien que quiera hacerle daño a los alumnos, sería un caos si los padres llegasen a enterarse. —negó con la cabeza y volvió a ponerse las gafas tras limpiarlas con los puños de su chaqueta. — Esto es lo mejor, ahora mismo están de duelo, se calmarán con el tiempo, esto solo ha sido un desafortunado accidente.

El hombre volvió, o al menos intento volver, a su trabajo, concentrándose en algo en su ordenador, la secretaria dio un suspiro, asintió y se retiró, sólo Axl pareció quedarse anclado a la conversación un poco más. ¿Podía haber alguien realmente dispuesto a matar gente en ese instituto? Era absurdo si lo pensaba pero…

— Tengo que llegar al fondo de esto.

Axl Cooper — Instituto — Tarde