JUST SAY YES

La rutina está en ocasiones salpicada por algún que otro tropiezo que a veces se convierte en un problema. Lo importante, por supuesto, es tener amigos en los que apoyarse, que son los que hacen de lo irresoluble algo más manejable. Por esa misma razón, Wynonna y Kevin tenían un acuerdo con el resto de sus amigos, que consistía en reunirse todos los jueves para cenar en un apartamento, y no dejar de hablar, independientemente de lo lejos que los llevasen sus vidas adultas. Lo que ninguno de los dos imaginaba, claro, era que faltarían a su compromiso, encontrándose de pronto a varios cientos de kilómetros de su ciudad y, por si eso fuera poco, a unos cuantos siglos antes del año que habían marcado sus calendarios.

Un día, la pareja de amigos se encontró con que su mundo había desaparecido, y algo los había arrastrado a la época victoriana que solo habían visto en la pequeña y gran pantalla. Todas aquellas cosas que en la ficción les resultaban tan divertidas como absurdas eran ahora parte de sus vidas, y si algo les quedó claro en el momento en el que se encontraron en el pasado, es que necesitarían mantenerse unidos si querían salvar su honra y sobrevivir a los afilados comentarios de la sociedad inglesa mientras encontraban la forma de regresar a casa.

Wynonna Reyes Eloise Smyth — Mahariel

Kevin Walters Jack Lowden — Timelady

EP.1	EP.2
EP.3	EP.4

— A LOVELY NIGHT —

Independientemente de lo absurda que fuera la situación, la presencia de Kevin la hacía mucho más manejable. Si Wynonna hubiese estado sola en el baile, se habría vuelto loca tratando de mantener una conversación con cualquiera de las cotorras que por allí pululaban, y tal vez habría perdido por completo los estribos con la tercera pregunta sobre ribetes que le hubieran hecho. Sin embargo, estando junto a Kevin era más sencillo tomarse todo aquello como un mal viaje que recordarían entre risas al jueves siguiente.

— Ajá — siguió la mano de su amigo y sonrió cuando vio las cintas —. No es que sea mi estilo, pero bueno, tampoco puedo quejarme — se encogió de hombros —. La pregunta del millón, ¿eh? Pues… supongo que lo que haga todo el mundo. Ahora mismo, parece que solo hablan de gilipolleces, así que nos tendremos que meter en el papel. Oh, señor Walters, ¿por qué no me da su opinión sobre el número de patos que tendría que tener el estanque del condado? He oído que es usted todo un experto en la materia — anunció omniosamente, aguantándose la risa —. No, pero yo qué sé. Si es un baile, tendremos que bailar, ¿no? Y prefiero que sea contigo aunque me pises antes que con uno de esos estirados que hay por ahí, la verdad, así que tú verás. Te dejo pedir otra copa de esa cosa si lo necesitas para animarte.

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

Wynonna se echó a reír ante el profundo desconcierto de su amigo. Tal vez el tema de conversación propuesto era absurdo, pero toda la situación lo era, y tampoco imaginaba de qué hablaba la alta sociedad inglesa cuando leer no se estilaba tanto como en su actualidad, ni había televisión, ni redes sociales, ni vídeos de gatitos que ver en bucle cuando uno estaba aburrido.

— Supongo que la gente hablará de los cotilleos y todo eso, ya sabes, quién se ha lanzado miraditas con quién y esas gilipolleces, pero como nosotros no conocemos a nadie, tampoco podemos participar, así que… — se encogió de hombros. — Patos, ¿por qué no?

Al final iba a encontrarlo hasta divertido. En cualquier caso, Kevin, tal vez espantado por el súbito deseo de su amiga de charlar sobre ovíparos, se animó a aceptar su propuesta y le ofreció bailar, como ya hacían otras tantas parejas. Wynonna le concedió su mano muy ceremoniosamente y entrelazó su brazo con el de él antes de asentir con solemnidad.

— Por supuesto que sí, caballero.

Y juntos marcharon hacia la pista de baile.

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

Los asistentes al evento se dividieron en dos hileras ubicadas en el centro del salón: a un lado, las mujeres, con sus extravagantes recogidos y sus brillantes vestidos; al otro, los hombres, erguidos como lanzas, perfectamente peinados. Wynnie observó con cierta curiosidad a las personas que tenía a su alrededor. Le preocupó ser indiscreta, pero tras ver la manera en la que ciertas parejas miraban no solo a sus acompañantes, sino a los de otros asistentes, perdió el cuidado.

Comenzó un compás y las parejas se juntaron para empezar a bailar. Era una rutina sencilla, dado que hombres y mujeres apenas se podían tocar, y a Wynonna no le costó demasiado seguirla. Sonrió al oír a Kevin y contuvo la risa cuando erró el movimiento.

— ¿Para qué hablas? — inquirió, sacudiendo la cabeza. — No te preocupes, mi falda es lo suficientemente esponjosa como para que no se te vean los pies —. Le dio la mano, colocando la otra sobre su hombro, para alejarse del centro del salón —. Si tuviera un feat con Becky G lo mismo mejoraba, pero bueno, tampoco nos quejemos —. La joven miró al resto de danzantes —. ¿Has visto cómo se mira aquí la gente? Mucho pudor y mucha historia, pero aquí hay por lo menos un par de parejas que tienen toda la pinta de buscarse un cobertizo conforme acabe esto.

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

— ¡No te riño! — protestó. — Solo lo di… ¡Ay! Casi me pisas. ¿Es esta tu venganza? Porque con los tacones que llevo podría partirte un hueso.

Kevin no se tomó muy en serio sus amenazas, porque a Wynonna le pareció que estaba haciendo verdaderos esfuerzos por no detener el baile estallando en carcajadas. No quería que se le pegase, porque sabía que cuando empezaba la risa floja era prácticamente imposible detenerla, pero tampoco le estaba yendo demasiado bien con eso. Lo único que la sacó de ese tren de pensamiento fue el comentario de Kevin.

— ¿De qué puñetas hablas? Esa es Jessie J. Yo estoy hablando de Becky G. ¿Mayores, con Bad Bunny? ¿Mala Santa? ¿Sin Pijama? — Intentó refrescarle la memoria, aunque intuía que sin demasiado éxito. — Tío, tienes que salir más. En serio.

La conversación regresó a su particular presente pasado y Wynnie se encogió de hombros ante la perspectiva de su acompañante.

— No, si a mí me parece genial, allá cada uno. Solo digo que me sorprende que sean tan estirados y estén tan salidos al mismo tiempo. Es un poco como los adolescentes que van a colegios de curas, que luego son los peores, ¿sabes? No sé. Yo pensaba que las series exageraban el rollito este por, ya sabes, no perder espectadores, pero se ve que no.

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

Wynnie recibió con un bufido la excusa de su amigo para su dislexia musical. Aunque tenían la misma edad, con algunos meses de diferencia, en ocasiones parecía que pertenecían a generaciones completamente distintas.

— Si no te conociera, diría que estar aquí te está afectando, porque empiezas a sonar como mi padre —. Continuaron bailando y Wynonna se descubrió tarareando la pieza que estaba sonando —. Buah, Mozart aquí tiene que ser como, no sé, Harry Styles, o Rosalía o los Red Hot Chili Peppers. Esos sí te suenan, ¿no? ¿O tampoco? — inquirió, ladeando una sonrisa.

Dejaron la música a un lado para centrarse en los asuntos de la alta sociedad. Mientras Kevin hablaba, Wynnona volvía a mirar a los bailarines que los rodeaban. Los había genuinamente inmersos en la tarea de la danza, pero otros tantos parecían más interesados en concluir rápidamente la velada.

— Ya, es verdad —. Se estremeció al ver la sonrisa de un caballero tan entrado en años como en carnes, de cabello fino y escaso, que miraba a una señorita que debía ser de la misma edad de Wynonna, si no menor —. Ni que lo digas — decidió apartar la vista de los demás, espantada, y miró de nuevo a su amigo —. Oh, ¡mi caballero andante! ¡Qué afortunada soy! — exclamó pomposamente antes de enlazar sus manos por detrás de su cuello para darle un abrazo.

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

Por lo menos podían reírse en la situación en la que estaban. A juzgar por lo que habían visto hasta entonces, eso de divertirse debía ser cosa de pobres, porque en la alta sociedad parecía haber una intolerancia generalizada a cualquier expresión mínimamente humana. Al parecer, sólo estaba de moda lo artificial, pero no importaba. Cuando Wynonna se separó de su amigo, vio en su rostro una cierta incomodidad que más tarde atribuyó a la cantidad de gente que los observaba.

— Sí, mejor. Vámonos de aquí antes de que nos echen una maldición — volvió a entrelazar su brazo con el de él y se abrieron paso entre el curioso gentío hacia el final del salón —. ¿Por qué no salimos del todo? Aquí huele a naftalina y estoy empezando a marearme. Se supone que los jardines ingleses de época son bonitos, ¿no? Allí deberíamos estar más tranquilos — comentó, tratando de ver algo a través de los ventanales —. Esto de que no haya electricidad es una jodienda.

De cualquier manera, encontraron el camino hacia el exterior. Los recibió un aire fresco, ligeramente perfumado de los aromas de la naturaleza, de flores que resultaban familiares y al mismo tiempo desconocidas.

— Mucho mejor, desde luego… — Miró hacia atrás para asegurarse de que nadie los seguía. — ¿Qué le pasa aquí a la gente?

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

— ¿Es que te imaginas enseñarle a alguno de estos una lámpara de lava? Yo creo que se podrían tirar días mirándola, aunque, bueno, yo según tenga el día también me quedo un poco boba… — Alzó la vista para buscar la luna en el cielo nocturno. — No, la verdad es que no ilumina una mierda. Por lo menos se ven más estrellas que en la ciudad, ¿no? — Mirándolas con cuidado podían verse las constelaciones, los destellos del universo danzando en la oscuridad. — Al menos eso es bonito.

Cuando era una niña le habían interesado mucho las estrellas. Al descubrir cuántas matemáticas tenía que conocer para acercarse a ellas, se desanimó bastante, pero nada en comparación con cuando vio un documental en el Canal Historia según el cual la vida en la Tierra sería completamente devastada por un asteroide descarriado.

— ¡Ja! — Sacudió la cabeza, divertida. — Mira, no lo sé, per…

— ¡¡Theodora!! — Una voz estridente quebró la pacífica escena nocturna.

— Venga ya, hombre, no me jodas… — masculló ella, apoyando la frente en el pecho de Kevin.

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

No sabría decir si lo que sintió en el momento en el que oyó a su supuesta tía llamarla por un nombre que no era el suyo pero que le había impuesto por razones que solo ella conocía era cansancio o desesperación, o quizá una mezcla de ambas dos, o una nueva y asquerosa emoción de la que sería descubridora: la wynnicencia, caracterizada por un deseo agudo de querer desaparecer de la faz de la tierra, pero el caso es que Kevin se adelantó a sus pensamientos.

— ¿De qué estás…? ¡Oh! — la asió de la muñeca y huyó con ella hacia la espesura de los jardines. Wynonna lo siguió, claro, y le sorprendió la facilidad con la que obedeció. A través de los ventanales se filtraba algo de la música del salón y en su carrera hacia ninguna parte solo oía el frufrú de su vestido y los latidos de su corazón retumbarle en los oídos.

— ¡Theodora! — la voz se oía más lejana, para alivio de la interpelada.

— Y dale con Theodora… — masculló, molesta. La pareja fugada se amparó en las sombras del jardín para continuar con su huida. — Mira —. La voz le salió quebrada, así que carraspeó para intentarlo de nuevo —. Mira eso. ¿Es un laberinto, como los de las pelis?

Tal vez fuera dispararse en el pie, pero Wynnie siempre había querido entrar en uno.

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

Kevin parecía igual de entusiasmado que ella con la idea de adentrarse en el laberinto, lo cual resultaba encantador en cierta manera. Su amigo confiaba en sus capacidades para poder salir de allí cuando llegase el momento, aunque Wynonna no tanto.

— A la izquierda o a la derecha — resopló, divertida —. No, si eso está claro. ¿Cómo llevas la dislexia? — Miró la espesura de los muros de arbusto y caviló cómo de posible sería abrirse paso entre ellos a puñetazos a falta de algo más contundente. — Vamos — tomó la mano de su amigo. Cruzaron juntos el umbral de la entrada del laberinto. Dentro estaba algo más oscuro que en el exterior, los muros eran tan altos que proyectaban sombras por la práctica totalidad de los caminos que franqueaban —. Pues tú dirás — comentó Wynnie en la segunda intersección —. Total, si nos perdemos, tampoco estaremos tan mal, ¿no? — Le miró con gesto de complicidad. — ¿Crees que habrá alguien más aquí dentro?

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

El camino sugerido por su particular guardaespaldas era tan bueno como cualquier otro, así que Wynonna lo siguió sin que se le ocurriera ninguna pega. Después de todo, el objetivo era perder de vista a la mujer que estaba empeñada en llamarla Theodora, y a esas alturas habría dado por buena la opción de esconderse en un agujero lo suficientemente grande para que cupiera ella, así se hubiera colado hasta el centro de la Tierra.

— Es que te lo iba a decir, tío — comentó, arrugando la nariz —. Con lo salida que está aquí la gente y los convencionalismos sociales que se traen en esta época, tendrán que tirar de lo que tengan más a mano. ¡Si hasta en nuestra actualidad los chavales tienen que irse a los parques a hacer sus cosas porque sus padres no les dejan estar en la habitación con sus parejas sin tener la puerta abierta! — Chasqueó la lengua y sacudió la cabeza. — Pues imagínate estos, que se piensan que porque abras el abanico de tal manera ya quieres un matrimonio y cinco niños.

En ello pensó mientras continuaban explorando el laberinto. Era bonito, desde luego, aunque la penumbra le daba un aire de película de terror en el que Wynonna eligió no detenerse demasiado para no perder la cordura.

— Ya no se oye, ¿no? — Miró hacia atrás y se mantuvo en silencio unos instantes para comprobar que nadie la estaba llamando. — Menos mal, porque si volvía a oír lo de “¡Theodora!” iba a volverme loca. En fin — retomó su andadura —. Me gusta esto del laberinto de arbustos, no te voy a mentir. Más que lo del baile, seguro que sí, vamos.

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

— Seguimos, seguimos — asintió con determinación —. No vamos a quedarnos con las ganas de ver qué hay por aquí dentro, porque mira, si yo construyera un laberinto de arbustos, pondría algo digno en el centro, aunque sea solo para saber que estoy ahí. Que lo mismo luego llegamos y no hay absolutamente nada, pero mira… por lo menos lo habremos intentado.

Esperaba que no fuera así, aunque ya tenía claro que el periodo de la regencia no era tan romántico como aparecía en pantalla. Ante la pregunta de Kevin, respondió con un gruñido.

— Mira, no lo sé — rezongó —, solo sé que esa señora se niega a llamarme de otra manera. Theodora. Vamos, no me jodas. ¿¡Tengo cara de Theodora!? No habrá nombre más pomposo, no.

Al cabo de un tiempo indeterminado, a Wynnie le preocupó lo familiar que le resultaba el camino que recorrían, por lo que observó los arbustos prestando mucha atención a las ramitas que sobresalían.

— ¿Seguro que no nos hemos perdido? ¿Cómo de grande es esto? — Ya se habían encontrado con algún trazo sin salida y habían ignorado toda una zona al escuchar sonidos de lo más indecoroso al otro lado de las plantas.

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN

— A LOVELY NIGHT —

Wynonna no había reparado en las jocosas y creativas posibilidades que traía consigo su no tan flamante nuevo nombre victoriano y no le hizo ninguna gracia pensar en ello. Los niños y los adolescentes a los que había conocido tenían una extraordinaria capacidad para rimar con partes del cuerpo, actos sexuales y en general cualquier obscenidad que se les ocurriera.

— Wynnie — asintió —. ¿Ves? Mucho mejor.

El laberinto aún se extendía ante ellos, regalándoles sorpresas tales como caminos que se convertían en espirales o escenas que bien podrían haber considerado de lo más deshonestas si hubiesen tenido el criterio de la época. Como ambos amigos tenían muy asumida la filosofía de “vive y deja vivir” tras la visualización obsesiva de El Rey León cuando apenas eran capaces de articular más de diez palabras seguidas, continuaron su paseo sin escandalizarse demasiado, pero tomaron la precaución de poner la oreja antes de cruzar alegremente un camino para evitar situaciones más incómodas de la cuenta.

— Me da un poco igual, la verdad —. Cuando le había dicho que no le importaría perderse con él en el laberinto, lo decía en serio —. Tú tira para allá y ya si eso…

Continuaron andando y no encontraron el mitificado centro del laberinto, que Wynonna ya imaginaba con una fuente de agua cristalina construida en mármol blanco, la luz de la luna inexistente derramándose sobre la piedra y las enredaderas que caerían con gracia por los lados de una pérgola que definitivamente habría también allí; sino la nada, es decir, una salida; y lo que es peor, a unas tres personas allí reunidas, mirándolos con expresión enfurecida.

— ¡Theodora! — En el tiempo que llevaban perdidos, desde luego, su tía ficticia no había perdido la estridencia. Se acercó a ellos, empujó a Kevin a un lado y, antes de que Wynonna pudiera protestar, la asió de la muñeca para arrastrarla lejos de su amigo. — ¡Nos vamos! ¡Ahora! Qué decepción, ¡qué manera de avergonzarnos ante todo el condado!

— ¡¿Pero yo qué he hecho!? — Intentaba zafarse, pero toda la intensidad con la que la regañaba también la ponía en mantenerla sujeta. — ¡Nada! ¡Absolutamente nada!

— ¡Silencio! No quiero oírte —. La empujó hacia sus primas y entonces se volvió hacia Kevin, a quien señaló con un índice acusador —. Y en cuanto a usted, jovencito, ¿se puede saber qué pretendía hacer con mi sobrina?

WYNONNA — NOCHE DE BAILE — CON KEVIN