Que no recordase que había estado en el paraíso una noche, así fuera que luego se condenara durante años al infierno, había sido un grave problema para Gianluiggi. No la recordaba ni mucho menos lo que había pasado, independientemente de haberse conocido de toda la vida ambos. Para Margaret también era un problema, pero no por el hecho de haberlo olvidado, sino que justamente aquella noche había marcado aquel amor imposible de su adolescencia en adelante. No importaba cuanto intentara olvidarlo, simplemente no podía hacerlo.

Encontrarse en la universidad no fue lo mejor para ninguno de los dos, especialmente por la distancia que había que tener. Las relaciones interpersonales entre profesores y el alumnado estaban terminantemente prohibidas y ambos lo sabían. Pero resulta muy complicado mantener la distancia cuando hay tanto que no pueden evitar en el otro. Por un lado, la tentación, por el otro la redención. El amor puede ser algo divino o una condena, dependiendo de qué lado se viva y, el problema aquí, es que los dos lo viven de manera muy distinta.