Ser guía de práctica de los estudiantes no era un trabajo tan sencillo como parecía. Hyram tenía su preparación y buena disposición para hacer su trabajo, pero siempre estaba a la sombra de su papá. Por lo que a veces no recibía el respeto que se merecía. Pero esto no era motivo para no luchar en lograr hacerse su propio nombre y brillar por luz propia. Hoy tendría una nueva oportunidad cuando serviría de guía a Margareth García. Así que estaba decidido a dar lo mejor de él.

Hyram había estado listo temprano. Motivado en que todo saldría bien, pero al mismo tiempo estaba nervioso. No por el hecho de que no estuviera seguro de lo que debía de hacer, sino por el hecho de a quién se lo debía de mostrar. Es que Margareth aunque no habían tenido mucha comunicación, sí ya la había visto y desde ese primer momento en que la vio había quedado flechado por la joven. A sus ojos era la más bonita que recordaba haber visto, pero claro todo solo había quedado ahí. Nunca había podido aspirar a más, pero ahora la tendría a su lado a través de este entrenamiento.  

Revisaba que todas las maquinarias estuvieran listas, de todos modos, igual iba a tener que hacerlo cuando llegara la chica porque debía mostrarle como debía de lucir todo antes de poder zarpar en algún viaje en el tiempo. Siendo sinceros él no había llegado a ir muy lejos, al menos no por su cuenta. Así que era buen momento para explorar nuevos lugares. Además, también tenía que mostrarle el protocolo de seguridad, y hacer un repaso de lo que no se podía hacer cuando estuvieran en otra época. En especial en el pasado.

El chico terminó unos últimos apuntes y cerro la carpeta para luego irse a esperar a la morena en la entrada del hangar de la máquina del tiempo. Inevitablemente, se sintió algo nervioso al verla llegar, esperaba que no se notara. — Oh, hola, hola. Bienvenida. — le saludo tan pronto la tuvo frente a él mientras esbozaba una sonrisa.   Justo tras él había varias máquinas, trajes, pero sobre todo, una impresionante nave del tiempo. Que, si bien no era el último modelo, si podía llevarte a lugares inimaginables. Eso sí, debían de cuidar de ella, porque era de la Academia. Aunque Hyram soñaba con algún día tener la suya propia.

Había cumplido la primera fase de la meta que quería cumplir desde que se dio cuenta que no quería ser más modelo de aquella marca que la sobreexplotaba, lo bueno de aquello es que tuvo el dinero necesario para ingresar a la academia, y ahí se mantuvo tres años, y el último en particular empezaban las prácticas, después de muchas entrevistas, certificados y muestras, logró obtener la plaza de aquella organización de máquinas del tiempo, que para ella era la mejor y solo eran escogidos 5 de los mejores alumnos de la academia y quienes presentaban todo de manera correcta, con un excelente en todo, Margareth estaba super contenta de empezar, porque si demostraba era posible que se quedará allí, por lo tanto, quería causar una excelente impresión y claro, mostrarse como profesional. No la querían que la vieran como la chica bonita sin cerebro, pues sabía que era eficiente y muy inteligente.

¡Lo había demostrado! Ya no era la modelo que en mucho tiempo salió en publicidades o proyectada en algún edificio. Esos tiempos habían pasado.

Cuando vio el nombre de su guía y lo busco en aquella pantalla proyectada, supo que parecía que lo había visto en alguna parte, quizás en la misma academia, así que necesitaba comprobarlo cuando llegara. No tenía idea en que la necesitarían, pues dudaba que la metieran de una a la máquina del tiempo como nave especial, ya que no estaba del todo al tanto que tan estrictos eran, la verdad es que todos los candidatos por eso estaban nerviosos cuando lo hicieron pasar y cada uno empezó a preguntar por su guía experimentado, que serían los encargados de evaluar y sí estaban aptos para continuar ahí.

Sí, ya estaba en su segunda fase.

Cuando fue su turno, preguntó por Hyram y la enviaron con un robot guardia donde se encontraba.  ¡Conocía bien al pelirrojo! Bueno, tan solo de vista, era hijo de un político de la sociedad y sí, él estaba en el último año cuando ella ingreso a la academia, pues había dado una charla a los alumnos de primero. — Hola, Señor Whitaker. Lo siento se me hace extraño usar tanta formalidad cuando supongo que no son muchos años de diferencia, ¿verdad? — Río — Estoy segura que te vi en la Academia, como olvidar mi primer año — Señaló entusiasta, más tranquila que fuera él. Porque solo lo conocía de vista y no sabía como era en el trabajo, pero ya de presencia le caía bien.

Que no se te noten los nervios, se decía a sí mismo una y otra vez. Estaba preparado, pero una vez más esto no dejaba de ser un momento importante para él. Había sido seleccionado para ser guía de los pasantes, aquello era una gran responsabilidad porque si algo no salía bien quien tendrá que enfrentar las consecuencias y responsabilidades debía de ser el guía. Igual todo dependía de las circunstancias, y aunque el guía fuera el responsable de todo, los pasantes tenían que estar conscientes de que de esto podía depender su graduación de la Academia.

Hyram nunca había sido muy bueno con las relaciones, bastante inexperto a decir verdad. Y es que el problema era que muchas por ser familia de un político preferían ni hacerle caso. Su papá tampoco es que fuera el peor del mundo. Pero de todos modos él no era su papá. ¿Por qué comparar sin darle la oportunidad de darse a conocer? De todos modos daba igual porque desde aquella vez que vio a la recién ingresada a la academia Margareth, había quedado flechado. Había quedado con la ilusión de algún día conocerla mejor, y quizás hasta podría intentar ganar su corazón. Cosa de la que sus amigos se reían por creer que era iluso de su parte. Pero aquí estaba, años después al fin se le daba poder conocerla.

— Si no te molesta, entonces mejor ni usar las formalidades. Al menos no mientras solo seamos nosotros… — Sugirió, esforzándose por modular bien las palabras. — Llámame Hyram... — Añadió. Se sorprendió del hecho de que ella se recordara de él cuando aún estudiaba. Ya por más que intento controlar sus pensamientos intrusivos de nervios, no evito que sus mejillas se pusieran algo rojas. — Sí, sí… posiblemente solo sean dos o tres nada más de diferencia. — Admitió en cuanto a la edad. — No esperaba que me recordaras. Pero sí, yo igual te recuerdo. — admito, aunque sin dar de talles. — Bueno, bienvenida. Oh este es Tech, nuestro androide ayudante. — dijo señalando el pequeño robo que los acompañaría.

— Sé que serán muchas cosas, pero la mayoría se aprenderán sobre la marcha. ¿Imagino que ya repasaste los protocolos de seguridad? Porque los vamos a necesitar para tener un viaje por el tiempo seguro. — Advirtió, y al mismo tiempo le daba a entender de que en efecto si viajarían. — ¿Algo que quieras preguntar antes de comenzar? Soy todo oídos. — Añadió, la miraba y se preguntaba: ¿porque tenía que ser tan linda?

A decir verdad, cuando lo conoció no lo encontró parecido a su papá - bueno físicamente si eran una copia de joven a adulto -, pero en cuanto a carácter, su padre se veía mucho más serio estricto, Hyram, por el contrario, era totalmente nervioso,  muy introvertido y eso no quitaba que fuera inteligente. Ella lo encontró adorable en aquella charla y lo cierto, es que nunca entendió porque no la miraba a los ojos, cuando estaba mirando a todos.

Se había manejado muy bien.

Nunca tuvieron oportunidad de hablar en su primer curso, más que la pregunta que le hizo como era el funcionamiento de las máquinas, y el protocolo de seguridad al ingresar a una nave, fue ahí que se puso nervioso, ni la miró a ella aunque fue tan entendible la explicación que nunca se le había olvidado.

Y como era la vida, ahora dos años después le tocaba ser su guía.  Y consideraba que tenía la mejor de las suertes porque sí que era un chico educado y muy capaz. Por algo le habían dado ese trabajo y era por sus dotes, esperaba que se creyera el cuento y así demostrarlo. La chica mantuvo una sonrisa, a pesar que lo notó algo nervioso. ¿Sería por ella o le costaba? No quería que se intimidara más de la cuenta, por lo cual su expresión en todo momento fue tranquila. — Perfecto, Hyram. No se me da mucho las formalidades a menos que la edad sea grande, y sé que tú solo eres un par de años mayor, quizás tres... no lo sé — Respondió muy cómoda mientras lo miraba fijamente. — Recuerdo la charla que nos diste a los de primero, jamás la olvide. Sentí que aprendí mucho y ya luego te veía en el campus de la Academia. — Murmuró Margareth con calma ya que lo notaba intranquilo. — Oh, hola Trech. Soy Margareth, pero Mags para los amigos — Elevó la mirada para que se diera cuenta que también se lo había dicho al pelirrojo.

— Sí, ya los repase muchas veces. Pero con los seleccionados nos preguntamos cuando vamos a subir una nave, hasta ahora solo ha sido teoría así que tenemos algo de susto. — Se lo quedo mirando a los ojos — No me digas que ya será el viaje del tiempo porque me muero — Murmuró entre risas aunque igual la idea aunque la asustaba, también la motivaba — No, por ahora no tengo ninguna pregunta. Solo dime que tengo que hacer, y descuida, sí seré más formal si nos observan. Es todo un gusto que seas mi guía — Espero la castaña muy feliz que fuera él, es que era muy simpático así que sí quería caerle bien. Es que Mags siempre había sido sociable y se daba con todo el mundo, gajes que tuvo que aprender cuando era modelo y no mostrarse creída.

Ya había llegado la hora cero. Comenzaría con las prácticas de su pasante y volvería a estar de vuelta en el espacio y tiempo. Recordaba mucho esa vez de la conferencia, nunca la había olvidado, y nunca había tampoco logrado verla directamente a los ojos. Es que si lo hacía se iba a poner aún más nervioso, así que era mejor eso a terminar por trabarse y hacer el ridículo. Por fortuna había hecho un buen trabajo en esa conferencia. Creer más en sí mismo, eso era lo que debía hacer, olvidar que aunque fuera un Whitaker, no era su padre. Él podía escribir su propia historia.

No sabía si la muchacha había notado sus nervios, esperaba que no, pero sí lo había hecho al menos no lo había demostrado. Lo que era un acto de empatía hacia su persona, y también lo agradecía. — Me pasa igual, desafortunadamente siempre hay algunos que se molestan. Pero yo no tengo problemas, conmigo todo bien. Así que descuida. — aseguro el muchacho. Intento de no emocionarse más de la cuenta cuando le menciono que recordaba la charla, que había aprendido mucho. Aquello lo había hecho sentir importante. — Vaya me alegra saber que ayude en algo. — Decía rascando su nuca sorprendido. — Mucho gusto Mags. — saludo Tech, dando una pequeña guiñada en su ojo holográfico. Sin dudas el pequeño robot era todo un pícaro y juguetón. El chico captó la indirecta, aquello era para los dos e intentaba no parecer más emocionado de la cuenta.

— ¡Excelente! Ojalá todos vinieran preparados. — termino por admitir. — Ups, creo que hable de más, pero es la verdad. — Añadió, siempre estaba el mediocre que creía que tenía todo gano y por eso no se esforzaban. — Oh, te entiendo. Yo estaba muerto del susto la primera vez. Es que no se sabe con qué te vas a topar. Al menos así se siente. — el muchacho comenzó a sacar unos maletines donde había las herramientas que usarían y le entrego uno que tenía grabado el apellido de la chica. — Las herramientas de trabajo. Comunicadores, relojes temporales y lo más importante. El resetiador de emergencia. Esto es en casos extremos, te dé vuelve a tu línea temporal correcta, aunque es un tanto impreciso aún de a donde puedas ir a parar en cuanto ubicación hablamos. — le comento, pero peor era perderse en un tiempo que no era el suyo.

— Y bien Marga… Mags, Mags. Lo siento. ¿Estás lista para elegir tu primer destino? ¿Presente o pasado? — le pregunto mientras caminaban a la puerta de la nave, ya Tech se había adelantado para ir preparando lo básico de los motores. — ¿Es la primera vez que entraras a una nave de verdad? — pregunto con curiosidad. Es que a veces daban la oportunidad de explorar naves reales para que se familiarizaran, aun cuando se mantuvieran en el hangar.

—¿Se han molestado contigo? ¡Por Dios! Es que eres un amor... gente rara — A ella tampoco le gustaban los formalismos y si alguna vez llegaba a ser guía como él, seguiría lo mismo que hacía porque a la gente se respetaba y debía haber empatía, ahí no si se querían pasar de la raya mientras que hubiera el respeto todo estaría muy bien. Sonrió tierna. Recordaba aquel día muy bien, y si que se acordaba de su cara llena de pecas y cabello color fuego como si fuera ayer. — Lo hiciste, desde ahí que aprendí el protocolo de seguridad — Masculló la chica mientras se acomodaba el cabello y se sentía muy cómoda con el chico que parecía que se iba relajando, quizás era nuevo y la ansiedad jugaba mucho en otra en estos casos, que ella se mostrara tan hablantina, también era producto de eso. ¡Porque no sabía que iba a pasar! No tenía idea con que comenzarían así que de alguna manera quería partir siendo proactiva.

Le sonrió al androide que sería su acompañante de la pareja por un tiempo. Le había caído bien y lo encontró muy educado. — ¿Cómo es posible que no vengan preparados? Si hay que estudiar mucho para llegar aquí, o sea yo si me lo tome en serio y cuando fui seleccionada no lo podía creer porque es dificil, depende de todos los años y todas esas pruebas que hay que pasar — Es que en definitiva, este trabajo era para estar seria y mostrarse eficiente. Igual le gusto el halago porque era como partiría bien.

— Más encima no es que informen mucho nos envían a la vida, así que ya estoy pensando que es justo para ver como vamos a reaccionar y si vamos a soportar la presión, ¿no? — Margareth era muy analítica, y aunque sus suposiciones en algunas ocasiones fallaban si otras eran muy acertadas. — Perfecto — La chica empezó a tomar las herramientas con mucha calma y fascinada por cada una, porque claro en la Academia se lo habían mostrado para escribir sus funciones y todo el asunto, pero era recién que tenían los propios y eso la mantenía muy contenta.

Todo ese proceso daba comienzo y sentía que iría bien. Solo que no se debía confiar, tener la cabeza fría y mucha seguridad en ella misma para no cometer errores. Sus ojos se abrieron par en par — ¿Por qué es impreciso? — Hizo su primera pregunta, estando muy atenta de lo que hablaba el pelirrojo.

— ¡Guau! ¿Puedo elegir? — Se mordió el labio, porque igual estaba nerviosa. — ¿Cuándo dices presente es porque es un años atrás de nuestra sociedad, verdad? — Volvió a preguntar y lo miró atenta — Creo que el pasado... pero supongo que como soy nueva, podrías tomar la decisión que yo me adapto. —Se dejaría guiar, porque con sinceridad no podía mostrar demasiada confianza y ser atrevida, tenía que dejarlo también hacer su trabajo. — ¡Sí! — Afirmó, notando que sus manos en ese instante temblaban, así que debía ponerse firme. — Es mi primera vez, había visto naves pero no subirme. Imagino que es la primera  la más intensa. ¿Cierto? —Prefirió poner las manos en su bolsillo porque estaba en demasía emocionada.

— Oh… — qué difícil se le estaba haciendo el no ponerse más rojo que su cabello. ¿Por qué estaba siendo tan linda con él? Margareth pensaba que era un amor… ¡Un amor! Mejor era respirar por la nariz y la boca para no desmayarse. — Pues es que ya sabes como son los que tienen títulos pomposos. Creen que llamarlos doctor fulano es la única forma y el resto es falta de respeto. — comento tratando de no emocionarse mucho por lo otro. — Aquí entre nosotros, hay mucho prepotente por ahí suelto. — murmuro bajito.

Había hecho que Margareth García, su crush de hace varios años se aprendiera el protocolo de seguridad gracias a sus propias explicaciones. No lo podía creer, este estaba siendo el mejor día de su vida. — Ay disculpa si me pongo un tanto… nervios. Es que no recuerdo que alguien me dijera antes que le había sido de ayuda. — claro, eso no implicaba que más estudiantes no hubieran sido influenciados por su explicación. Pero que se lo dijeran ya era otra cosa. Era un alago que no se esperaba. Mucho menos proviniendo de ella.

Tech podía ser bien pícaro a pesar de ser solo un pequeño androide, lo que Hyram no se atrevía que había sido darle aquella guiñada coqueta, el pequeño robot sí. Claro, que lo hacía porque tenía una personalidad traviesa y eso al pelirrojo le gustaba porque lo hacía buena compañía en especial cuando no tenía acompañantes en la nave. — No son todos, pero existe ese pequeño grupo que se sobre confían. No es que no tengan conocimientos, pero no repasan, se creen que saben más que uno y terminan haciendo el ridículo. Con un poquito de esfuerzo la historia cambiaria. No todos son tan esforzados como tú, ni tan honestos con su desempeño. Pero créeme, cuando llega el momento de las prácticas es donde les llega el golpe de realidad. — porque al menos por su parte no subiría a nadie sin buena preparación a la nave. Si luego algo malo ocurría no quería cargar con la culpa de incompetentes.

Por lo general solía ser por sorpresa quien les tocaría hasta casi poco tiempo antes de que pasara el encuentro. Así quitaba cualquier idea preconcebida sobre su instructor. — Es correcto, aquí todo es una prueba. Al menos eso era lo que me decía mi guía cuando me toco. Aunque descuida, yo no te evaluaré más allá de lo establecido. — señalo riendo. Hyram le presento las herramientas y dejo que la muchacha se familiarizara con ellas por un momento mientras continuaba la conversación. Porque sí, viajarían. Así que sería un momento emocionante. — Porque al ser un objeto pequeño no se puede contener bien el fragmento de piedra temporal que usa como motor. Aún siguen haciendo pruebas para ver si logran actualizarlo para mayor efectividad. Sin embargo, al menos para casos de emergencia extrema son una solución a corto plazo. — le contaba a la chica, la verdad le gustaba hablar de las cosas que lo apasionaban.

Hablando de pasiones, el pelirrojo desde que la vio había quedado prendado y hacía que saliera a relucir su nerviosismo por su presencia. Fue ahí que se dio cuenta de la metida de pata que había hecho. Había hablado tan rápido que no noto que dijo presente en vez de futuro. — Ay, no eso no fue lo que quise decir. Debí de decir futuro o pasado. Lo lamento. — intento de corregir.  — Pues que sea el pasado. ¿Época Medieval? ¿O Victoriana? — le dio a escoger. — Tal vez podemos visitar algún baile de la época. — Sugirió, al menos ahí no creía que fueran alterar tanto la historia.

— Pues adelante, es momento de conocer tu nave. Las damas primero. — señalo a la entrada. — Definitivamente, es en lo que te acostumbras. No es lo mismo que en un simulador. — Añadió el chico mientras entraban a la nave, que lucía con muchos botones y luces en su interior, además de pantallas electrónicas, un enorme reloj electrónico que tenía la hora y la fecha del lugar donde se encontraban.

Mags creía que el chico tenía un carácter bastante tranquilo y estaba dispuesto a enseñar con tranquilidad y siendo amable, pudo haber sido petulante por su padre, pero nada de eso, estaba igual como lo había visto en su primer año de universidad cuando hicieron aquella exposición. Así que la castaña se alegraba que no fuera como los otros y que justo fuera su guía. — Agradezco entonces que seas tu mi guía, porque si me habría tocado alguien con esos aires no habría durado mucho, me sé defender — Terminó diciendo la chica que siendo educada e inteligente podía ser bastante hiriente y mucho más cuando tenía la razón. — ¿Cómo es posible? Parece que hay mucha inseguridad por aquí y no me lo explico, ¿sabes? Pocos son seleccionados para trabajar aquí así que debes ser muy inteligente, lo creo así, sé que eres un excelente guía porque también eras un buen alumno. Uno de los mejores de hecho y eso cuesta — Siseó la chica que supo que el chico necesitaba un poco más de carácter pero que se hubiera mantenido allí por unos años era porque solía ser bueno en lo que hacía.

La chica tragó saliva por la reflexión de Hyram y asintió. — Pienso que el esfuerzo es lo más importante de los estudios, y algunos subestiman la teoría cuando es la clave para la práctica, siento que nadie debe dejar de estudiar a pesar de tener un trabajo establecido — Dio su opinión al respecto, sintiendo que tendría grandes temas de conversación con el pelirrojo porque tenían gustos parecidos y ante todo, la charla fluía de esa manera profunda, situación que le gustaba mucho. Cada momento se sentía más feliz por tener a Hyram como guía.  Se sentía preparada, porque en ningún momento trataba de menospreciar su desempeño, aunque claro que para ser primera vez sentía esos nervios.

Margareth le hizo la primera pregunta y quedo muy convencida con la respuesta — Comprendo. ¿No te importa si lo anoto? — Siempre traía su pequeño portátil para escribir referente a lo que estaba pensando en ese momento para así no interrumpir, gran invento, amaba este tipo de aparatos que era tan necesario para cualquier caso y organizarse en muchas cosas. — Listo, así no se me olvida. —La chica había quedado algo confusa cuando le dijo presente, pensando que serían solo unos años atrás donde irían, tal vez un evento en esos años o algo así, pero resultó que el pelirrojo se había equivocado, pero en vez de reír, comprendió y negó con la cabeza — No te preocupes, a todos nos pasa — Dijo con una sonrisa y solo se limitó a escucharlo. Se refería al pasado y sonrió, habrían tenido que estudiar mucho de la historia, sin saltarse de ningún detalle — Uy, son miles y miles de años atrás. Me encanta, pues sí me gustaría ir a contemplar un baile tipo victoriano, Hyriam. — Decidió, porque a la vez, notó que el se animaba más con esa época.

— Esto es fantástico, claro que no es nada parecido a una simulación, me encanta — Dijo sentándose al lado de él porque era un hecho que en primera instancia tendría que observar, aprender y evaluar antes de ella fuera la que manejara todo. Era obvio que le picaba el bicho de la curiosidad de empezar con rapidez, pero era paciente, en algún momento de la práctica sería su turno — Lo bueno, es que nos enseñan bien, recuerdo todos los botones — Exclamó la chica preparándose para ir a esa época — ¿Cuánto tiempo estaremos ahí? — Preguntó antes de que el viaje por el tiempo comenzará.

— Que bueno que fue así entonces, seguro nos complementaremos bien. Porque está bien que sean competitivos, pero hay un límite. No se puede ser así si para eso pisotean a los nuevos que van subiendo. — admitió, y que pudieran trabajar de la mano y sin contratiempos para él era una buena señal de que quizás la chica no sería tan inalcanzable para su persona. Pues algo era algo, ya sabía de su existencia, sabía que era bueno en su trabajo y le tenía cierta admiración. Esto era más de lo que imagino y con el tiempo de seguro las cosas podían crecer. ¿No? Tampoco se quería hacer muchas ilusiones, por lo que se recordaba que estaba en calidad de mentor. La prioridad era que tuviera una buena experiencia de práctica.

Hyram había decidido que mostraría de que estaba hecho, que podía tener una buena carrera sin la necesidad de que su padre influyera en ella. No se equivoquen en creer en que el chico no se llevaba bien con su progenitor, al contrario, lo quiere y mucho. Pero como político al fin cualquier cosa siempre la usan en su contra sea verdad sea una artimaña orquestada por la oposición. Cosas que habían hecho que muchos cuestionaran la veracidad de la capacidad del pelirrojo en sus años de estudio. Como si le hubieran echado una manita con eso, cuando en realidad no había sido así. El joven había sido muy esforzado y apasionado por su profesión, aquello se podía notar a la hora de desempeñar. Por supuesto aún le faltaba por mejorar, creerse más el cuento de que podía ser uno de los mejores viajeros del tiempo que se ha graduado de la Academia. — Creo que quizás cuando creces con el estigma de ser hijo de políticos muchos dan por sentado las cosas que tenemos y no reconocen el esfuerzo. Ver alguien que de verdad lo note me devuelve la confianza. ¿Sabes? Me apasiona mucho lo que hago. Sí, debo tener más confianza. Estoy trabajando en ello. — aseguro el muchacho regalándole una sonrisa. Poco a poco los nervios por hacer mal el trabajo se disipaban. Aunque aún quedaba esa parte de él que se ponía nerviosa, pero por tener a la chica que tanto le gustaba cerca de él.

— Así es, una cosa va de la mano de la otra. Cuando eso se entiende entonces van saliendo las cosas bien. También dejarse ayudar cuando es necesario. Eso no es debilidad, es ser lo suficientemente inteligente para darte cuenta de que no siempre lo sabrás todo. Por muy contradictorio que suene, es que si no tienes la capacidad para darte cuenta de ello, jamás querrás pedir ayuda y luego nos terminamos por estancar. — comentaba Whitaker quien luego señaló a Tech. — Este pequeñín es nuestra enciclopedia parlante. Así que si hay alguna duda que no te pueda responder o que quizás necesitas más información. Tech te puede ayudar con ello. — Señaló, pues podía haber casos de emergencia en el que él no estuviera cerca y el robot aun estando en alguna otra parte podía comunicarse con ellos por cualquiera de los dispositivos que cargaban.

—¡Eso es así! ¡Tech siempre ayuda! — Anunció el robot quien su carita electrónica cambió a una sonriente. — ¡Claro! Anota todo lo que creas necesario. — aseguro antes de seguir con las explicaciones de lo que les correspondía hacer.

— Sí, muchos años. Quiero que ese primer viaje puedas notar la diferencia rotunda entre una época y otra. Siendo un cambio drástico de época la experiencia es más impresionante. — afirmó el pelirrojo. — Luego te mostraré la máquina de vestuarios. Es el armario que todos desearíamos tener en casa. — aseguró, solo que aquello era carísimo como para tener uno propio. Más barato salía comprarse una tienda entera de ropa. Pero cómo era para el trabajo lo tenían a su plena disposición.

Notó la carita de emoción e ilusión al estar dentro de la nave. Cosa que le daba alegría, pues se notaba cuanto quería esto. Hyram se colocó en su posición. — Sí que lo es. Igual recuerdo mi primera vez. Estaba hiperventilando de la emoción. Fuimos a la época del primer viaje a la Luna. Estuvimos en las instalaciones de la Nasa encubiertos. — Le contaba con entusiasmo. — Por eso estoy seguro de que nos irá bien. — Señaló, es que sí lo estrenaban para estar listos. — No mucho. Todo depende de la época. En unos 20 minutos ya estaremos allí. — respondió el chico quien ya había colocado todos los datos en la consola para que pudieran partir. — ¿Quieres tener el honor? — preguntó señalando el enorme botón verde iluminado con luces que servía para despegar la nave y comenzar el viaje.