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Moonchild
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Recuerdo del primer mensaje :
i couldn't go without you
1x1 - Original - Fantasía
Hace muchos años, sin saber cómo, una estrella cayó del cielo. Junto a ella, también llegó magia a la tierra, brindando a quienes la encontraban, la habilidad para manipular los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. Muchos de ellos intentaban hacer el bien, intentando devolver el astro a su hogar, pero también había otros que usaban su poder para el mal.
Una vez que la estrella se desvaneció, dejándoles como evidencia de su paso a quienes tenían esas habilidades, los reinos comenzaron a establecerse. Mediante tratados de paz, afirmaron que no romperían los lazos de hermandad que habían creado. Entre los tratados, de todos modos, existían quienes miraban esos intercambios con envidia y ansiedad de tener riqueza, impregnando de oscuridad sus corazones, como un veneno que no podía ser expulsado.
De aquellos Primeros vinieron descendientes, matrimonios y amistades bajo el emblema de las cinco puntas de las estrellas. Entre ellos está la historia de esta pareja, provenientes de distintos reinos que habían gravitado el uno al otro, sellando un matrimonio joven. Ella, gobernante del elemento tierra, y él, dominando los vientos con su elemento aire.
Ese día, Astrid esperaba en el lugar donde habían acordado, manteniendo la mano en su vientre: Acababa de darse cuenta que, tras años juntos, estaban esperando un bebé.
Vicar, por su parte, antes de llegar fue emboscado. Si bien ninguno tenía planes de gobernar, había quienes temían que un heredero de semejante poder pudiera derrocar a los gobernantes, quienes ya se sabía que tenían malos hábitos e incapacidad de gobernar con justicia.
Herido, sólo pudo enviar a uno de sus fieles caballeros para poder avisarle a Astrid que corriera. Sin embargo, ella al enterarse fue incapaz de correr y dejarlo, por lo que envió parte de sus tropas para ayudar. De todos modos fueron pocos. Los enemigos los sometieron fácilmente a ambos, atrapándolos en un lugar donde nadie los encontraría...
O eso era lo que ellos creían, pues se habían olvidado del poder que tenían. Vicar y Astrid comenzaron a planear su huida. Siendo tan habilidosos con su don elemental, pudieron romper el hechizo de contención que crearon a su alrededor.
Ahora la pareja está libre de sus ataduras, pero para volver a su hogar deben escapar de aquellos enemigos que los apresaron.
Una vez que la estrella se desvaneció, dejándoles como evidencia de su paso a quienes tenían esas habilidades, los reinos comenzaron a establecerse. Mediante tratados de paz, afirmaron que no romperían los lazos de hermandad que habían creado. Entre los tratados, de todos modos, existían quienes miraban esos intercambios con envidia y ansiedad de tener riqueza, impregnando de oscuridad sus corazones, como un veneno que no podía ser expulsado.
De aquellos Primeros vinieron descendientes, matrimonios y amistades bajo el emblema de las cinco puntas de las estrellas. Entre ellos está la historia de esta pareja, provenientes de distintos reinos que habían gravitado el uno al otro, sellando un matrimonio joven. Ella, gobernante del elemento tierra, y él, dominando los vientos con su elemento aire.
Ese día, Astrid esperaba en el lugar donde habían acordado, manteniendo la mano en su vientre: Acababa de darse cuenta que, tras años juntos, estaban esperando un bebé.
Vicar, por su parte, antes de llegar fue emboscado. Si bien ninguno tenía planes de gobernar, había quienes temían que un heredero de semejante poder pudiera derrocar a los gobernantes, quienes ya se sabía que tenían malos hábitos e incapacidad de gobernar con justicia.
Herido, sólo pudo enviar a uno de sus fieles caballeros para poder avisarle a Astrid que corriera. Sin embargo, ella al enterarse fue incapaz de correr y dejarlo, por lo que envió parte de sus tropas para ayudar. De todos modos fueron pocos. Los enemigos los sometieron fácilmente a ambos, atrapándolos en un lugar donde nadie los encontraría...
O eso era lo que ellos creían, pues se habían olvidado del poder que tenían. Vicar y Astrid comenzaron a planear su huida. Siendo tan habilidosos con su don elemental, pudieron romper el hechizo de contención que crearon a su alrededor.
Ahora la pareja está libre de sus ataduras, pero para volver a su hogar deben escapar de aquellos enemigos que los apresaron.
Aire - Alexander Vlahos - Dauntless |
Tierra - Sophie Turner - Moonchild |
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<center><div id="btucbor"><div id="btuctit">Titulo del capítulo</div><div id="btucimg1" style="background:url(http://via.placeholder.com/450x150); background-size: 450px 150px;"></div><div id="btucinfo"><table cellspacing="0"><td><i class="fa-regular fa-user"></i>Quién </td><td><i class="fa-solid fa-thumbtack"></i> Dónde </td><td><i class="fa-regular fa-link"></i>Otro dato </td></table></div>
<div id="btucpost">POST</div></div><div style="letter-spacing: 2px; font-size: 10px;">[url=https://www.treeofliferpg.com/u1499]Moonchild[/url]</div></center>
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From hell we escape together.
Vicar | Calabozos | Con Astrid |
El peligro era en todos lados, no solo en el cautiverio, pues si un animal los atacaba, no podría asegurar si saldrían completamente bien librados, era mejor ir con cautela, pero apresuradamente una vez estuvieran fuera, los guardias de dentro tardarían buen rato en despertar y salir, pues los habían dejado encerrados para que no pudieran darles fácil alcance.
Sus pueblos merecían la ansiada paz, no quedaba de otra que luchar contra todos los que buscaran hacerles daño sin dudarlo, mejor volver a tomar una espada y salir vencedores que nada. Le confortaba que en lo que competía a cuidar del bebé no había duda alguna de que harían todo lo posible por mantenerlo a salvo de los enemigos y ocultarlo por ahora, no por vergüenza sino por su misma seguridad.
Lo haremos, tienes razón, nos sometieron de modo que tuvieran la ventaja, pero por fin logramos tener nuestro momento para poder salir, sin eso no se cuanto más habríamos soportado esto. –Y claro tendrían que realizar un acto desesperado, aún estaba la preocupación del parto, si bien creía que faltaban meses para eso, un bebé podía ser impredecible si optaba por nacer antes de tiempo y bajo una condición inadecuada.
Pronto el aire estaría al alcance, no más olores a algo húmedo o sucio, incluso la posibilidad de agua para poderse limpiar en mejores condiciones, sentía toda la suciedad en su cuerpo. –Sí, mientras más podamos tener el poder listo para usar, y recuperarnos mayor la posibilidad de que los enemigos no tengan otra oportunidad de apresarnos.
Tomado de su mano caminaron siempre alertas a una señal de alarma o ruidos que no fueran de ellos, todo le pesaba, pero continuaba determinado. –Lo creo, que saldremos por este lado, solo tendremos que empujar. –Y trato de hacer presión suficiente en aquella entrada, no era normal tampoco cabe decir, que le tomo mucho poderla mover un poco. –Sí que pesa, necesitamos hacerlo al mismo tiempo, solo ten cuidado de que no vayas a resbalar. –Durante lo que le pareció otra eternidad se fue moviendo hasta tener el espacio para salir. –Vamos ahora, no parece que afuera tengan guardias. –Dijo por lo bajo.
Me asomare y te hare una señal para que salgas después. –Dijo aventurándose por ese espacio, miro a ambos lados, pero todo era silencio, realmente no parecía que quisieran que se notara su prisión. –Es seguro puedes venir cariño. –Dijo haciéndose de lado para que Astrid saliera.
Sus pueblos merecían la ansiada paz, no quedaba de otra que luchar contra todos los que buscaran hacerles daño sin dudarlo, mejor volver a tomar una espada y salir vencedores que nada. Le confortaba que en lo que competía a cuidar del bebé no había duda alguna de que harían todo lo posible por mantenerlo a salvo de los enemigos y ocultarlo por ahora, no por vergüenza sino por su misma seguridad.
Lo haremos, tienes razón, nos sometieron de modo que tuvieran la ventaja, pero por fin logramos tener nuestro momento para poder salir, sin eso no se cuanto más habríamos soportado esto. –Y claro tendrían que realizar un acto desesperado, aún estaba la preocupación del parto, si bien creía que faltaban meses para eso, un bebé podía ser impredecible si optaba por nacer antes de tiempo y bajo una condición inadecuada.
Pronto el aire estaría al alcance, no más olores a algo húmedo o sucio, incluso la posibilidad de agua para poderse limpiar en mejores condiciones, sentía toda la suciedad en su cuerpo. –Sí, mientras más podamos tener el poder listo para usar, y recuperarnos mayor la posibilidad de que los enemigos no tengan otra oportunidad de apresarnos.
Tomado de su mano caminaron siempre alertas a una señal de alarma o ruidos que no fueran de ellos, todo le pesaba, pero continuaba determinado. –Lo creo, que saldremos por este lado, solo tendremos que empujar. –Y trato de hacer presión suficiente en aquella entrada, no era normal tampoco cabe decir, que le tomo mucho poderla mover un poco. –Sí que pesa, necesitamos hacerlo al mismo tiempo, solo ten cuidado de que no vayas a resbalar. –Durante lo que le pareció otra eternidad se fue moviendo hasta tener el espacio para salir. –Vamos ahora, no parece que afuera tengan guardias. –Dijo por lo bajo.
Me asomare y te hare una señal para que salgas después. –Dijo aventurándose por ese espacio, miro a ambos lados, pero todo era silencio, realmente no parecía que quisieran que se notara su prisión. –Es seguro puedes venir cariño. –Dijo haciéndose de lado para que Astrid saliera.
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Moonchild
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From hell we scape together
Astrid | Calabozos | ¿Noche? |
Astrid creía que lo que la había hecho sobrevivir a esa cárcel fue tener a Viccar a su lado, además de a su hijo en el vientre. No iba a poder soportar vivir sin ellos y ellos no podían vivir sin ella. Y, además, también tenía muy en cuenta que sus carceleros, al menos los guardias, no tenían idea de quiénes eran ellos dos y eso era una ventaja, aunque sus verdaderos enemigos hubieran decidido lo contrario; fue un golpe de mucha suerte.
—Hemos aguantado y hemos logrado nuestra ventaja porque no bajamos los brazos jamás. El error que cometieron fue pensar que íbamos a darnos por vencidos rápido. —negó con la cabeza. Por eso era bueno que sus carceleros no supieran quiénes eran ellos en verdad.
Asintió, coincidiendo con su esposo. —No sé de cuánto tiempo libre disponemos ni del tipo de terreno al que saldremos, pero tendremos una ventaja, sobre todo si hay un bosque a la salida. —Si fueron inteligentes, que creía que no, tendría que ser un lugar muerto en el medio de la nada, pero lo dudaba, ese lugar parecía estar construído hacía años, no era una prisión preparada para albergarlos a ellos.
A pesar de los ánimos por estar cerca de escapar, Astrid se sentía débil, y sabía que su marido estaba aún más. Viccar había prescindido de comer pan mohoso o beber agua verde para darle tanto a ella como a su hijo las fuerzas para no caer, y eso logró que él mismo estuviera más débil que ella. Le costaba respirar y la agitaba hasta caminar rápido. Por esa razón, y por Viccar, deseaba que la salida estuviera cerca. Lo necesitaban los dos.
—Vamos... ya. —Gruñó lo más bajo que pudo cuando ayudó a Viccar a mover eso. Si era una entrada, esperaba sentir aire fresco del exterior, o al menos el sonido de la noche para poder sentirse completamente libre. —Te sigo, hay que salir de aquí. —No tuvo que decir mucho para coincidir por completo con él.
Asintió sin decirle nada mientras lo miraba asomarse, mordiéndose el labio con nervios mientras estaba su señal. Al tenerla, suspiró casi relajada y lo siguió por la puerta, esperando no estar yendo directamente a una trampa, aunque quería esperar que no.
Salió y al mirar hacia arriba vio el cielo nocturno. —¿Es posible que sea el exterior? —preguntó dejando salir el aire en una sonrisa. —. Es increíble. —No podía creer que finalmente lo hubieran hecho. Seguro estaba lleno de guardias alrededor, no había dudas, pero por el momento se mantenía tranquilo. —. Rápido, busquemos un bosque, plantas o algo donde pueda recargar mis poderes y poder liberar los tuyos. —le dijo a Viccar tomándole de la mano. Aunque fuera hierba del piso serviría.
—Hemos aguantado y hemos logrado nuestra ventaja porque no bajamos los brazos jamás. El error que cometieron fue pensar que íbamos a darnos por vencidos rápido. —negó con la cabeza. Por eso era bueno que sus carceleros no supieran quiénes eran ellos en verdad.
Asintió, coincidiendo con su esposo. —No sé de cuánto tiempo libre disponemos ni del tipo de terreno al que saldremos, pero tendremos una ventaja, sobre todo si hay un bosque a la salida. —Si fueron inteligentes, que creía que no, tendría que ser un lugar muerto en el medio de la nada, pero lo dudaba, ese lugar parecía estar construído hacía años, no era una prisión preparada para albergarlos a ellos.
A pesar de los ánimos por estar cerca de escapar, Astrid se sentía débil, y sabía que su marido estaba aún más. Viccar había prescindido de comer pan mohoso o beber agua verde para darle tanto a ella como a su hijo las fuerzas para no caer, y eso logró que él mismo estuviera más débil que ella. Le costaba respirar y la agitaba hasta caminar rápido. Por esa razón, y por Viccar, deseaba que la salida estuviera cerca. Lo necesitaban los dos.
—Vamos... ya. —Gruñó lo más bajo que pudo cuando ayudó a Viccar a mover eso. Si era una entrada, esperaba sentir aire fresco del exterior, o al menos el sonido de la noche para poder sentirse completamente libre. —Te sigo, hay que salir de aquí. —No tuvo que decir mucho para coincidir por completo con él.
Asintió sin decirle nada mientras lo miraba asomarse, mordiéndose el labio con nervios mientras estaba su señal. Al tenerla, suspiró casi relajada y lo siguió por la puerta, esperando no estar yendo directamente a una trampa, aunque quería esperar que no.
Salió y al mirar hacia arriba vio el cielo nocturno. —¿Es posible que sea el exterior? —preguntó dejando salir el aire en una sonrisa. —. Es increíble. —No podía creer que finalmente lo hubieran hecho. Seguro estaba lleno de guardias alrededor, no había dudas, pero por el momento se mantenía tranquilo. —. Rápido, busquemos un bosque, plantas o algo donde pueda recargar mis poderes y poder liberar los tuyos. —le dijo a Viccar tomándole de la mano. Aunque fuera hierba del piso serviría.
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