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Dauntless
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Los humanos siempre han creído en algo desde los tiempos ancestrales, por mucho cada cosa que ocurre desde el vuelo de una mariposa hasta un terrible terremoto es causado por ellos o son la causa indirecta.
En tiempos antiguos eran sumamente adorados, reverenciados como las deidades que eran dejando cuantiosas ofrendas a la imaginación de lo que podía tomarse como una forma de apaciguarlos y mantener la paz, dejando solo prosperidad.
Desde esos mismos tiempos la humanidad no solo creció y comenzaron a ser más independientes, vinieron nuevos descubrimientos, cosas que no asociaban realmente a los dioses sino a la llamada ciencia, por lo que estos comenzaron a ser olvidados conforme el tiempo pasaba por unos, mientras que otros no descartaban las viejas costumbres, más habían sido modificadas, donde había sacrificios humanos totalmente sangrientos ahora eran animales, etc.
El otro dicho es que la vida siempre va de la mano con la muerte, cuando uno de los dioses ha agotado su poder dicen que duerme y retoma una nueva forma física para vivir entre los humanos mientras continúan alimentando el mundo. Es justamente durante este periodo que el dios de la muerte se obsesiono con el de la vida, habiéndose descontrolado en cuanto a catástrofes varios comenzaron a perecer a un alarmante ritmo. El dios de la vida estaba a su límite tratando de conservar el delicado balance. ¿Qué objetivo tenía el dios de la muerte con esto? Necesitaba saberlo antes de que fuera demasiado tarde. ¿Podrían sus acciones haber llamado la atención del dios de la vida lo suficiente? Se preguntaba el de la muerte.
Capítulo 1
Hugh Dancy
Dios de la vida
Real: Quteus
Dauntless
Mads Mikkelsen
Dios de la muerte
Real:Neufurus
Moonchild
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<span>Día</span>
<span>Con quien</span>
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En el Valho, la Tierra de los Dioses, Neufurus había estado bien. Su existencia pasaba por la naturaleza, comiendo -sin necesidad, sólo por placer- diferentes frutas del bosque. Le gustaba esa existencia. Hasta que aparecieron los humanos, los animales, las plantas, y la mención de la «muerte».
Los Dioses eran inmortales. A pesar de haber guerras, sólo sus almas eran confinadas durante un tiempo en el terreno de Loha, la diosa que cuidaba de esas almas mientras se reconstruían. Tardaban, por supuesto, pero terminaban volviendo.
Luego, con el concepto de la muerte y la vida y la creación de la Tierra, Loha tuvo muchísimo más trabajo: Cuidar las almas de los humanos muertos. Pero si el de ella era un trabajo tedioso, lo que le pasó a Neufurus -en su opinión- fue mucho peor.
Así estuvo desde el inicio de la Tierra, llevándose a quienes tenían que ir con Loha, fuera «su momento» o no. Así, pasando años enteros, imperios tras imperios, y él siendo el que prevalecía frente a todos. La Muerte siempre estaba.
Y en ese momento estaba sentado en un taburete de un bar de mala muerte (irónico quizás). Había una mesa de pool en el centro que nadie usaba y los hombres que estaban ahí parecían ser peligrosos para otros hombres, pero tampoco es que rebosaba de gente. Para él, mejor.
Sabía que iba a cruzar el umbral antes incluso que lo hiciera. Quizás antes incluso de que decidiera hacerlo. Escuchó la sirena de policía y sonrió mientras encendía un cigarrillo (había lugares dónde aún les importaba una mierda si fumaban o no dentro del establecimiento). En cualquier instante...
La puerta se abrió y no tuvo que darse vuelta. Más bien estiró la mano con el cigarrillo para hacerle una seña para que se acercara, mientras que con la otra, sin hablar, le pedía dos vasos de whisky al hombre que atendía la barra. —¿Cuánto tiempo han tardado esta vez? —preguntó, refiriéndose a la policía y a la ambulancia. De todas formas, no sintió aún la muerte de aquel hombre —. Loha no estará contenta —comentó todavía sin mirar al otro hombre. La Diosa del Otro Lado a veces tenía problemas cuando las ambulancias llegaban a tiempo porque a veces, sólo a veces, recuperaban las almas que estaban a punto de pasar a sus dominios.
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Se entretenía dando paso a la esencia que venía del nacimiento de algo, le fascinaba un poco o mejor dicho mucho la fragilidad con la cual el ciclo comenzaba haciendo que fueran otros los que continuasen guiando a esos pequeños seres a una madurez adicional. No sabía porque, pero era sencillamente algo que mil veces hizo, hasta de manera mecánica y aun así le sorprendía.
Lo que a veces no estaba del todo muerto volvía a la vida o entraba en el famoso ciclo de la reencarnación pasando a sus manos. De varios dioses se podía decir que sus puntos de vista sonaban a ser demasiado inocentes en alguno de todos esos puntos, como tal no sabía cuánto tomárselos en serio o cuando sencillamente otros se burlaban de él, sinceramente a veces ni siquiera le importaba del todo, no generar una reacción causaba que el perpetrador terminase aburrido.
Solitario por ser único entre varios de ellos. Sin embargo, de un tiempo hacía acá la cantidad de vida no estaba superando a las almas que llegaban a los dominios tanto de vida como reencarnación, haciendo su trabajo complicado, frunciendo el ceño como si fuera una especie de rompecabezas que armar. Tenía idea de quien estaba tras esto, más el porqué no era claro.
Se sentía burlado en ello, le costaba un poco, pero daba con justamente a quien buscaba, lo pensó, incluso sabiendo lo que estaba tras aquella puerta en ese lugar, ¿y no era de risa que fuera exactamente lo contrario? Sus pasos eran suaves, pero con cierta decisión. -Pueden llegar a tiempo aún, lo que Loha quiere no lo tendrá fácilmente. -Tomando asiento a un lado del otro, era su deber intentar preservar la vida y se lo tomaba en serio, no siempre exitoso, pero tampoco lo hacía tan mal. - ¿Por qué tan interesado en ello? ¿Acaso has sido el causante de ello o es solo una curiosidad de si estoy haciendo lo que debo?
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Vainius Lange
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Los humanos le daban igual. No les tenía especial aprecio, simplemente veía en ellos contadores, como numeraciones; cuando llegaban al cero, era su momento de entrar y terminar con su existencia en la tierra. Fácil. Era su trabajo, pero no le generaba algún tipo de emoción.
En su nuevo paso como humano, o al menos aparente, siguió siendo fiel a su estilo. Sólo que ya no usaba una capa y una guadaña (divertidos tiempos aquellos, donde ayudaba a que se generen mitos sobre él). Iba de traje, un cigarrillo y ningún tipo de cara feliz. A veces, sólo a veces, llegaba a conversar con esos humanos antes de llevarlos.
—Loha siempre tiene lo que quiere, tarde o temprano —respondió. La Diosa controlaba el mundo de las almas, y siempre tendrá nuevas para cosechar. El ciclo de la vida, dirigido por él mismo.
El barman le sirvió los dos vasos de whisky y estiró uno para su compañero. —Siempre soy el causante —dijo tomando el vaso con una mano pero dándole una calada al cigarrillo primero. —. Y tú lo eres si llegan a tiempo —Neufurus cerró los ojos, todavía no sentía ninguna alma. —Aunque... Podría acelerarlo —levantó el dedo índice de la mano izquierda, la que sostenía el vaso. Decidió otra estrategia.
—Te apuesto algo —dijo señalando con el brazo estirado hacia la mesa de pool. —. Una partida. El que gane se queda con el alma del pobre... —Cerró los ojos para buscarlo, ahí estaba. —Rufus —finalizó una vez que ubicó su nombre. Observó a su Quteus intrigado en su respuesta.
Neddard WingsonPub de mala muerteNoche2023Pack precioso por Freyja <3
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En su opinión personal el dios de dioses en su aburrimiento había dado malos hábitos a algunos de los humanos por lo que pronto estos comenzaron a causar destrucción y otra clase de barbaries para su exasperación. Puesto que si le agradaba dar vida pero una parte de él deseaba que no fuera a los que irían causando males por el mundo.
Igualmente no era quien decidía eso, lo único que debía hacer era brindar el soplo de la vida y que el resto se diera por si mismo.En los mislos mitos humanos pasaba por toda clase de representaciones que le daban mucha risa, aunque no fuera por eso que estaba en el bar de mala muerte.
Loha es como un niño malcriado a veces. Cuando quiere algo de lo que sabe que no es tiempo. Y otros dioses menores se sentirian escandalizados pero era la verdad. Lo que causaba parte de ese desbalance.
Ni siquiera se porque pregunto lo que es evidente. Tomando el vaso contrario en un gesto automático, no dando aún un trago de esta. Hmmm si no es la hora claro que debo hacer lo que esta en mis manos para conservar su vida. Entrecerro sus ojos cuando menciono acelerarlo pues eso causaría entre ambos una confrontación con la vida del humano.
Suspiró, por eso tenía de pronto malos hábitos humanos. Bien vamos a jugar pero si gano dejaras de querer alterar las vidas por una semana, no solo la de Rufus. Quería ver si aceptaría eso dando solo un pequeño trago del líquido que quemó su garganta y se levantó del banco.
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Vainius Lange
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Quteus era su otra parte. Todo lo que vivía tenía que morir, y todo lo que estaba muerto era porque había vivido antes. ¿Es que no se daba cuenta? Más que antítesis, némesis u otro de esos nombres, era su complemento. Ninguno de los dos podía estar sin el otro. Y Neufurus tenía la seguridad de que su lado era mucho más... divertido.
—Loha es una niña caprichosa, por supuesto —asintió dándole la razón con la voz gruesa y rasposa, hablando como si estuviera aburrido, pero jamás llegaba a eso. —. Ella sabe que tendrá lo que busca, tarde o temprano —Miró hacia la puerta del pub pero no había sonidos ni sombras.
Sonrió satisfecho cuando dijo lo siguiente. Claro que él estaba involucrado. Siempre lo estaba. En hospitales, casas y hogares. Quteus estaba allí también, rondando esos lugares, pero a él -cuando se dejaba ver- los disfrutaban mucho más. De Neufurus... Era diferente. Si le pedían algo a él era para que tuviera misericordia, aunque muchas veces esa palabra era diferente según la percepción de cada uno. A Quteus le brindaban regalos y fiestas en su honor. A Neufurus lo querían olvidar, su existencia traía miedos y tristeza.
—¿No te cansas de trabajar? —preguntó con un dejo de diversión en la voz. Neufurus lo tenía más fácil, hacía que la persona dijera el último suspiro y ya estaba consumado. En cambio el Dios de la Vida lo tenía un poco más difícil, no sólo cuando él se entrometía sino cuando las personas luchaban por lograr superar algo que los iba a terminar matando después de todo.
—¿Una semana? Estás ambicioso... —dijo poniendo los ojos en blanco por un momento antes de beber el vaso de whisky. Lo pensó por unos segundos. —. De todos modos tendré mi trabajo, ¿verdad? Imagínate lo que sucedería si la gente no muere durante una semana entera —No es que habría caos, pero contaban por esa cantidad de muertos por día que tenía. Era su trabajo. Hasta a veces hacía horas extra.
En caso de que fuera afirmativo, entonces podían empezar a jugar. A Neufurus le gustaba apostar y ese tipo de juegos porque era algo que le ponía un poco de diversión a su vida. Si bien durante mucha parte de su existencia era simplemente un Dios, las veces que tenía que pasar en la tierra tenían que ser divertidas.
Neddard WingsonPub de mala muerteNoche2023Pack precioso por Freyja <3
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Neufurus adoraba el caos, estar en donde la muerte era más cercana, o mover los hilos de la vida si Loha quería que una vida terminara antes de su ciclo, ya se lo había dicho, era como una niña petulante que debe tener entretenimiento sin considerar que todo tiene un ciclo, entre eso era el quien tendría que terminar mediando esto.
Prefiero que deje el ciclo natural de las cosas, pero entiendo que es complicado decirle que no, y si te sientes con las ganas suficientes terminas complaciéndola cuando ella lo pide. -Dijo sin ganas de hacer una pelea, solo un debate de puntos de vista. Por ahora trataría de mantener con vida a aquel ser humano que aparentemente estaba en un accidente y los paramédicos hacían lo posible por asistirlo.
Comprendía que tan contrarios eran incluso en apariencia, el otro era serio y hasta sombrío, un tipo de persona que podía causar ya fuera intenciones de acercase o que se viera como intocable al punto de que estaba solo, en su caso era lo contrario, pero no todas las presencias eran exactamente bienvenidas, querían imponerse en su personalidad, como si el fuera una clase de existencia que necesitara ser corregida. -La vida es un trabajo constante, si me cansara, ¿quién llevaría a cabo mis tareas? -Pregunto, curioso de saber su respuesta.
Si no te crees capaz lo entiendo. -Expreso como un reto, si la verdad es que también era un modo de provocar lo peor en Neufurus. Quería probarse a si mismo que se podía tener un paso por delante del dios de la muerte. -Sería una semana tranquila para mí. Deberías pensar en ello, ¿no quisieras tenerme contento? -Se levando de su sitio con el vaso en la mano, tendría que tener la mente en el juego si quería vencerlo en su juego. -¿Quieres ser el que abra el juego o lo haré yo?
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Vainius Lange
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También su elegancia se reflejaba en la forma de llevarle las almas a Loha. Si bien había muertes más caóticas, sangrientas, violentas y demás, para él eran todas iguales. Un alma humana menos y un alma más en las fauces de la diosa del inframundo, al menos hasta que estuvieran listas para subir, si es que lo hacían.
—Sí, es porque tú no tienes que tratar con ella —dijo negando una vez con la cabeza. Loha había sido asignada a ese lugar por una razón, era claro. Quteus no lidiaba tanto con aquella diosa, por suerte. Y si era sincero, prefería tratar con su antítesis antes que con la reina del inframundo.
Se quedó un instante pensando cómo responder esa pregunta. Él era el Dios de la muerte e imaginaba que nadie podía hacer el trabajo como él. Cada Dios tenía su propia personalidad, y no veía a nadie que pudiera llevar bien su labor como ellos dos. —Difícil reemplazo, amigo mío —dijo con una pequeña sonrisa de lado, casi irónica.
—¿Y qué pasará si el que gana soy yo? Ya sabemos que el ganador se quedará con el alma de Rufus, y tú has subido la apuesta —Eso le interesaba mucho más así que lo observó con curiosidad, pensando un buen premio ganador. —Qué divertido será verte acompañarme en el trabajo por una semana —El Dios de la vida sabía mucho de ella, sí, pero poco de lo que pasaba cuando su trabajo terminaba. Ahí entraba él. Que lo acompañara podía ser... interesante.
Lo siguió con una sonrisa juguetona pensando en lo que vendría. —Tenerte contento es una de mis grandes prioridades, sí —dijo con sarcasmo, pero de buen humor: No podía decir que no a una apuesta, así que estaba contento de que Quteus aceptara.
—Abre. ¿Sigues eligiendo siempre las lisas? —preguntó mientras iba por un taco para acercarse a la mesa de pool. Por lo menos mientras esperaban la fortuna de aquel hombre se divertiría un poco.
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Le gustaba pasar tiempo en la tierra, completamente entre los humanos y las creaciones que había, disfrutaba de lo que podían hacer, aunque las partes malas lo solían entristecer bastante. Eran parte del ciclo si, pero no significaba que todo fuera totalmente de su gusto.
Su parte era hecha, no se le podía acusar de ser descuidado al menos no donde era que contaba como sus labores de dios, incluso a veces si pecaba de intervenir en el trabajo de Neufurus complicando el que se llevase las almas para Loha, misma que realmente no terminaba de parecerle neutral, sino muy ambiciosa por las cosas que demandaba.
Y que suerte tengo en eso, prefiero evitarlo en la mayor medida, me causa dolores de cabeza, preferiría tratar con los dioses egipcios o algún otro panteón antes que con ella. -Demostrando que tanto estaba está en su lista de prioridades. -Es lo que pensé, no creo que todos puedan llevar sus labores del mismo modo o que cumplan con la mía como lo hago. -Solo quería saberlo por la curiosidad de como Neufurus se veía a sí mismo.
Primero tendrías que ganar para saber que demanda piensas hacer, pero he dicho la mía, no quiero otra cosa. -Parecía un pequeño berrinche, pero la verdad tenía curiosidad sobre si ganaba que haría el otro en ese tiempo. - ¿Estás seguro de que ganaras? Espero que esa confianza la tenga yo al jugar. -No siempre ganaba, sino todo sería aburrido, pero esta vez si sentía las ganas de competir ferozmente.
Quien sabe, puedes decirlo solo para que nos sospeche tus planes. -Expreso entrecerrando los ojos. -Ya lo sabre en algún momento. Para que cambiar por ahora, puede que tenga la suerte de que abriendo me vaya bien. -Y fue así como inicio ese juego entre ambos.
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Vainius Lange
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Entonces Neufurus aparecía y se quedaba con el Dios de la Vida en varias ocasiones. No era necesario que mantuvieran una conversación larga o apasionante, simplemente estaban allí. El llamado humano Neddard buscaba que Vainius viera su punto de vista y se diera cuenta no sólo que no eran tan diferentes, sino que la muerte podía tener algo de divertido también.
Excepto la parte de Loha, claro. Que era la diosa que probablemente Neufurus era el único que la aguantaba. —Cualquier panteón entero, incluso de los nórdicos, que son los dioses más violentos, son mejores que tratar con ella —dijo coincidiendo. Claro que Loha podía llegar a escucharlo pero tampoco le molestaba, era el único que le decía en la cara que era insoportable. Era al único que no podía decirle nada porque Neufurus era quien le llevaba su «alimento».
En lo que decía sobre el trabajo, Neufurus coincidía. —Creo que hemos sido elegidos por algo, y dudo que algún otro Dios pudiera hacer bien nuestra labor. ¿Te imaginas a Khan como Dios de la vida? ¿O a Pyma como Diosa de la Muerte? —Khan era el Dios de la guerra y Pyma la de la fertilidad, no podrían cumplir el trabajo de Neufurus y Quteus ni siquiera un día entero.
—Eres aburrido —dijo poniendo los ojos en blanco, teniendo en cuenta que una semana sin trabajo sería aburrida. —. Si me quedo una semana sin trabajar, entonces tendrás que aguantarme a tu lado. No me quedaré de brazos cruzados sin hacer nada —comentó, si finalmente perdía, Quteus iba a tener que aguantarlo. No era de esos que se quedaba mirando televisión o yendo al cine. —. Claro que estoy seguro de que ganaré, es mi motor —Siempre tenía que pensar su éxito en todo lo que se proponía, claro.
Sonrió con malicia. —Mis planes secretos son míos... Y secretos. Creo que el nombre lo define bien —dijo asintiendo. No particularmente quería a Quteus contento, pero un poco de diversión siempre venía bien.
Le dio un trago al whisky mientras veía como su antítesis abría. —Dicho y hecho —comentó encendiendo un cigarrillo al ver como Quteus se quedaba con las lisas, metiendo una de ellas en un agujero. —. Golpe de suerte —comentó mientras esperaba que el otro hiciera su segundo tiro.
Tiré los dados acá y salió que gana Quteus, así que podemos ir narrándolo pero ya sabiendo quién ganó <3
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Vainius solía tener visitas de su amigo Neddard de vez en cuando de acuerdo a los humanos que estaban cerca, los denominados vecinos que solo sabían que era un conocido de mucho tiempo del joven con rizos y una sonrisa amable, y si supieran cuanta verdad había tras esto, bueno, no saldrían fácilmente de la sorpresa. Pero siempre estaba la diferencia entre ambos, a veces de verdad que no comprendía porque lo continuaba buscando, pensaba que era por solo entorpecerle la labor, pero luego lo dejaba ser.
E igualmente lo soportaba mucho más que a Loha, si se aparecía Vainius como un niño infante le hacia la vida y ¿vaya que no era eso una broma? Imposible hasta verla marcharse enfadada, simplemente Loha no se ganaba amigos, solo Neufurus podía estar cerca a ratos. -Hacen peleas divertidas. Me agradan aun siendo una bola de brutos pensando en la guerra.
No, no lo creo, terminarían rompiendo el balance en las pocas horas en que les deje un poco de mi labor, o terminan extinguiendo todo si les dejas la tuya, tampoco creo que sea un buen dios de la fertilidad, querría crear mucha vida con ello y habría una sobrepoblación, ¿me imaginas pensando o armando una guerra? -No podría ser posible comandar esos ejércitos, seguro que las perdería todas.
Si lo soy, no nací para ser entretenido. -Mirándolo como si eso realmente le divirtiera, y si lo era, le gustaban las cosas sencillas, contrario al otro. - ¿Eso harías? Me sorprendería si pasas del primer día sin querer romper el trato solo para que causes el caos con tus muertes. ¿Tan poca resistencia tienes? -Si un día se iba a meter en un problema grande con el otro por su boca enorme que luego soltaba cada cosa, sencillamente jugaba con la muerte. No pudo evitar la risita por su chiste mental.
Yo creo que vas a perder esta vez. -Se sentía confiado, o era el trago, no bebía demasiado y se le iba pronto a la cabeza. -Si los supiera podría contrarrestarlos, es claro que no ibas a decírmelos aún si te rogara por ellos, pero acepto que es una buena apuesta. -La competencia podía cambiar, no estaban los resultados decididos, y confiarse podía llevarlo a perder de mala manera.
Froto sus manos como gesto de suerte y se preparó, sonriendo al ver que acertaba. -No es mi culpa que me quieran hoy, casi siempre ganas, algo de suerte debía pasárseme a mí. Solo admite que el tiro te dejo sorprendido y sin palabras. -Exclamo alegre, lleno de vida. Para lanzar de nuevo y en el caso de que, si fuera un golpe de suerte, espero poderlo repetir.
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Vainius Lange
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Era una relación extraña, de idas y vueltas, pero al final del día, muchas veces terminaba pasando por la casa humana de Quteus y viceversa. Más de una vez escuchó por medio de sus poderes a los humanos comentando la pareja de amigos rara que formaban, uno lleno de vida y el otro siempre serio. A Nefurus le parecía un buen complemento.
Dejó salir una pequeña risa, la casi irónica de siempre. —No me desagradan, pero no debes dejar tus llaves cerca de Loki o te las robará —le avisó. En todo panteón había un Dios que se dedicaba a las travesuras o a molestias no tan peligrosas pero sí exasperantes.
Coincidía en todo con él. —No, me imagino caos pero no en el sentido que yo disfruto —negó con la cabeza. Mala idea hacer que otros Dioses intercambien su labor. —. serías igual de bueno para la guerra que yo como Dios de la Naturaleza —Incompatibilidad al cien por cien. —. Creo que mejor nos mantenemos en nuestras propias labores, que somos perfectos para ellas.
—Deberías. Descubrirías que la vida humana tiene otro tipo de valor y termina siendo divertido jugar con ella —dijo con una sonrisa maliciosa. —. Por eso mismo me aguantarás a tu lado. No podré romper el trato, pero si me aburro mucho sabes en qué termina eso —Caos. Y problemas con la humanidad. Ya había pasado antes. —. Así que sí, tendrías que buscar con qué entretenerme —En caso de que ganara, claro. Y a él no le gustaba perder.
Bebió un trago y le dio una calada al cigarrillo, pensativo. —Me gusta la idea de escucharte rogar, aunque fuera sólo para saber mis planes secretos —le dedicó su sonrisa felina, aguda. —. Bien, que comience el juego —dijo saboreando ya el primer tiro.
Evidentemente Quteus había empezado bien, metiendo la primer lisa en uno de los agujeros. —Es cierto, casi siempre está la suerte de mi lado —Tuvo que coincidir con él. Suspiró y asintió —. Lo admito, ha sido una gran apertura. Pero no te acostumbres —le dijo mirando hasta parcialmente divertido como se alegraba.
Observó como el segundo tiro también lo embocaba. —Recuerda que no está permitido hacer magia para empujar las bolas dentro —le recordó pero por dentro sabía que Quteus no era tramposo.
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Dauntless
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Fue también la primera vez que lo vio y supo su nombre Neufurus, un dios dedicado a llevarse las almas que la diosa Loha quería, dando una cierta curiosidad, era tan distinto, tenía un aire intimidante al inicio, y no creyó en la idea de poderse llevar bien con este, sin embargo, resulto totalmente fuera de su expectativa, solo había que saber como acercarse al tan serio dios.
Quteus era medio reservado en esas cosas, pero a la larga con el desarrollo de su personalidad como Vainus, también encontraba al otro cerca, y nadie podría negar que estos parecían siempre moverse como en una extraña danza, pero interconectados, sencillamente no había por ahora forma de llamar a la relación que tenían, ni buscaba ponerle una etiqueta específica.
Lo es, no lo dudaría incluso me diría que están en un lugar y luego las cambiaría de ahí mismo solo por hacerme rabiar y perseguirlo. Aunque no se como hace eso, tiene bromas buenas y otras donde solo quiero golpearlo un poco.
Tienes un sentido de humor distinto a ellos, claro que no sería la misma cosa, ni siquiera yo sería capaz de entender como formarían ellos el caos, sencillamente es como despertar con el pie incorrecto en el día. -Soltó una risa también. -No me tientes a quererlo averiguar, puede que me termine gustando ser el dios de la guerra. -Claro que no, pero era solo por llevar la contraria, o hacerlo que soltase más de ese tan ácido humor que tenía, digamos que si le agradaba eso. Además, Neufurus se comportaba distinto solo con él. -Por eso nos dieron estos roles, no todos pueden con el peso de casi toda la creación entre vida y muerte. -Sonaba hasta extremadamente orgulloso al decirlo.
Lo dudo, creo que solo quieres hacerme pensar eso para darle un giro a salirte con la tuya, pero te vigilo de cerca. -Sin estar ni un gramo de irritado, hasta lo encontraba extremadamente divertido, a lo mejor era el ambiente o la bebida que lo tenían así de relajado. -Ya te aguanto. ¿Me dirás que es aún más distinto teniéndote las 24 horas durante toda una semana? Te encontrare cosas para no aburrirte del todo, sino no sería un buen trato ni sería el mejor de los anfitriones.
Y de su copa tomo otro trago, no iba tan veloz con ella, pero era el sabor lo que llegaba a disfrutar, no siendo gran bebedor o fumador como era Neufurus. -Solo en tus sueños pasaría, no quiero saber tus planes malvados, así puedo pecar de ingenuidad. -Había asentido al abrir, sabía que si tenía suerte en el primer tiro no podría festejar de golpe puesto que primero debía tener cierta ventaja o se podría revertir con un mal tiro esa misma suerte.
Espero que no sea esta noche, nada personal, pero me gustaría ganarte, el marcador es más veces a tu favor que al mío. -Y al menos quería llegar a igualarlo siempre dejaba una larga brecha entre los dos. - ¿Suena a decepción? Ohh que mal. -Dijo mostrándole la lengua en un gesto totalmente infantil para su “edad”. -Sería incapaz de estar acostumbrado. -O eso decía, pero en realidad verlo así era mucho más divertido, pillándolo fuera de su elemento.
La magia esta en que practique un poco. -No realmente solo estaba teniendo mejor suerte en esos momentos y el juego estaba favoreciéndolo de golpe, así que probaría hasta donde se podía extender la suerte antes de que Neufurus lo aventajara, evitaría el ridículo de ese modo.
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Quteus era lo mismo, pero él era Vida. Luz, energía. No era simplemente el Dios de la vida humana ni nada de eso. Todos los dioses de todos los panteones existían, vivían, morían y desaparecían gracias a ellos.
Había veces que trabajaba con algún panteón en particular, y había pasado mucho tiempo con los vikingos. El frío Norte siempre fue de su agrado. —Loki no tiene sentido de moral, por eso sus bromas pueden ser desde esconderte las llaves hasta ofrecerle a Freya a un constructor en una apuesta. Un día se disfrazó de vaca para asustar a no sé quién —Sacudió la cabeza, como si no tolerara esas bromas de niño.
—Creo que es porque veo el universo de otra manera —dijo encogiéndose de hombros ligeramente. Incluso los Dioses veían el universo de manera «terrenal». Para él era otra cosa. —. Imagino que habrá paz y nunca más veremos un conflicto. —comentó casi con aire divertido. Un Dios de la Guerra implicaba justamente generar caos y conflictos, con eso se divertían. —. No. No creo que haya nadie mejor que nosotros. Para esto fuimos creados. —asintió. Él era muy orgulloso y estaba muy orgulloso también de quién era.
Sonrió casi malignamente. —Siempre quiero salirme con la mía, Vainius —Bebió su whisky con tranquilidad. Estaba acostumbrado a ese tipo de bebidas. —No dudo de tu buen sentido de ser anfitrión —dijo negando con la cabeza. —. Sólo que deberás esforzarte, sabes que divertirme a mí es muy distinto que a un simple Dios, mucho menos que con un humano.
—Me sorprende que no encuentres intrigantes mis movimientos —dijo como si imperceptiblemente le hubiese dolido. Siempre había intentado hacer que la existencia del otro fuera más «movida», pero tenía suerte de a ratos.
—Es cierto. Yo tengo más práctica. —A Neufurus le gustaba jugar al pool y al billar. Normalmente iba con su traje, sombrero y cara de serio a ese tipo de bares a beber whisky, fumar y ganarles a algunos pobres diablos. A veces Neufurus parecía sacado de una serie de gángsters de los años 40, y le agradaba.
Puso los ojos en blanco, negando una vez con la cabeza, con el gesto de Quteus. Eran muy diferentes entre sí, pero no le molestaba tanto. El siguiente tiro lo erró y era su turno. —Todavía el partido no ha terminado, puede ser un golpe de suerte que acabe en algún momento —dijo tirando y esta vez embocando él.
—Si es magia, veremos cómo acaba pronto —dijo empujando una bola más que se metió. —¿Has ido al Norte? —preguntó mientras apuntaba para el tercer tiro. —. He escuchado que los Dioses de ahí están por armar un revuelo —Él no iba a esas cosas, por supuesto, los asuntos de Dioses menores no eran de su interés. El tercer tiro lo erró y le hizo una seña para que el otro empezara su turno. Se prendió un cigarrillo.
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Si quería crear a un nuevo dios en un panteón lo haría trayéndolo justamente a la vida y este sería asignado a una de las tantas ocupaciones que cada uno tenía, no las decidía por sí mismo. Le agradaban algunos climas, no todos puesto que no le gustaba tanto sentir como se congelaba, pero si pasaba literalmente rompiendo el hielo para dar paso a lo existente debajo de esa dura y fría capa donde la vida se abriera paso.
Tiene sentido del humor diferente a nosotros, a veces ni siquiera yo puedo tolerarlo y eso que tiendo a ser altamente paciente. -No era sorpresa cuando se le iba el buen humor y la vida tomaba giros inesperados o solo parecía que estaba desbalanceada. -Si lo viéramos de la misma forma no tendríamos tantas discusiones como estas, además seria aburrido, ¿no lo crees? Por algo somos los contrarios. Como dios de la guerra solo crearía guerras diferentes, hay como los humanos diversidad, pero no me interesa tanto la guerra, no como la vida. -Igualmente se aburriría lo sentía, de solo pensar en batallas no iban con su personalidad. -Sin dudarlo, no sería lo mismo si no fueras mi némesis.
No quiero que te salgas con la tuya Neddard, por eso la apuesta es alta. -Además de estar en juego una vida, a veces tenia pensamientos algo obscuros a pesar de ser la vida misma, acá tan solo estaba corriendo uno de tantos riesgos si perdía. Arqueo una ceja. -Suena a otro reto, ¿podre mantener tu atención el tiempo suficiente? Déjame pensarlo. -Menciono, pero sabía que si ganaba en esto también podría ganar en aquello y evitarse una semana de caos y muerte.
Quizá quiero que pongas más esfuerzo, o te estas volviendo muy predecible. -Lo cual no era verdad, pero todo recae en la seguridad de decir que si, a saber, que pasaría por la cabeza del otro, o era para llevarlo a su mismo juego donde en realidad Quteus era quien estaba cayendo en la trampa. -Si no supiera que amas tu trabajo diría que respiras y vives el pool. -El pasaba menos tiempo metido aquí, solo venía de tanto en tanto, y en cada visita estaba presente Neufurus.
¿Seguro que no eres el dios del pool y las apuestas? -Embaucando a pobres mortales que no sabían en lo que se metían o haciendo arriesgadas apuestas, lo sabía, por medio de otros dioses que lo presenciaran. Provocarlo también era otro juego, a veces lograba que perdiera el control otras tan solo terminaban en silencio el juego con el cómo perdedor esperando a tener mejor suerte en la siguiente partida.
Fallaba ese tiro y Neufurus iba dispuesto a todo, más no podía decir aún que estaba perdido sin esperanza de retomar la buena racha. -Has tenido suerte de que yo fallara, me recuperare pronto. -Examinando el juego. -No últimamente, a menos que tengan algún buen evento, ¿pasara algo interesante o veremos lo mismo de siempre con los dioses de allá? -Sonriendo al ver que el otro erraba y nuevamente llegaba su momento de brillar. -Suena a algo que podría ver si voy acompañado. -Comento lanzando su tiro, que no había sido del todo malo, y en celebración bebió de su trago que dejaba casi vacío el vaso. - ¿Piensas ir a ver quien muere?
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—Es cierto. No sería tan divertido si fuésemos iguales —dijo con media sonrisa antes de darle un trago a su whisky. Neufurus pensaba en caos como si fuese algo ordenado, aún siendo irónico. Para él había naturaleza en el caos, en las diferencias, en el intentar llevar a Quteus a ser «algo más», a conocer su propia existencia.
—Siempre termino saliéndome con la mía —sonrió con altanería. Y es que en realidad siempre lo hacía. Todos los humanos tenían que morir tarde o temprano. Ahí estaba él, para siempre, haciendo aquel trabajo. Si no se llevaba el alma de aquel hombre ese día, lo haría otro. —. Eso es algo que sí me gustaría verte intentando, mi viejo amigo —respondió esta vez más concentrado en la charla.
Le gustaba ese juego desde su creación. Solía tener una excelente puntería y disfrutaba mucho el ambiente aquel. Bares con pocas luces, humo de cigarrillo, whisky y el juego. Muchas veces las apuestas eran divertidas, hacía su existencia más entretenida... Y nunca perdía. Sólo alguien como Quteus podía hacerle frente, ya que los humanos no tenían ninguna oportunidad para él.
—Lo previsible es para humanos —comentó simplemente antes de estirar el taco y embocar una de las bolas. —. Contigo es diferente porque tu juego es distinto —dijo con un tono de voz que parecía que no era un halago, pero si conocían a Neufurus se iban a dar cuenta que sí era un halago escondido. Como el pool era tan importante, encontrar a alguien de su nivel era algo que agradecía en su interior.
Sonrió por el comentario de Quteus. —Yo fui el que creó al Dios de las apuestas —respondió con la broma mientras seguían el juego. Quteus había empezado fuerte pero todavía la noche era joven, podía llegar a remontarlo.
Luego de errar aquel tiro, comenzó a contarle sobr el Norte mientras lo veía tirar a él. —Todavía no están seguros de qué ocurrirá, sólo que están tramando algo —No era raro que los Dioses armaran guerras entre ellos. Siempre había alguna razón por la que se estén peleando o rebelando. —Sí, seguro que vaya a ver qué pasa. Lo más probable es que hagamos que vuelvan todos a la vida —En ese caso, ambos sabían que lo necesitaban a Quteus. —. A menos que uno de los Dioses haya hecho algo tan grave como para quedarse con Hades, cada vez que hay revuelos así sólo están uno o dos días como dolientes y luego vuelven. —Siempre era igual, el ciclo de la vida. Los Dioses se enojaban, se peleaban, guerra, algunos morían pero la mayoría volvía a la vida unos días después. Si todos los Dioses se quedaran en el Inframundo cuando se peleaban, no habría panteón ninguno.
—Así que más allá de que hay trabajo que hacer, creo que será interesante ver qué están tramando esta vez —ofreció mientras iba por el siguiente tiro, después de que Quteus haya errado. Estaba difícil porque jugaba muy bien y parecía tener un día de mucha suerte.
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Porque lo es, a pesar de todo el poder que tiene entre sus manos, es la poca inocencia entre brutos nórdicos que hay en el panteón, dime quien mas entre ellos puede ser así de animado, ciertamente no Thor, en lugar de dios del trueno debería ser el de los brutos, no usa nada del cerebro que tiene. -Había algo de resentimiento ahí porque este había destruido con sus truenos algunas de sus bellas creaciones y si se vengó, pero igual no le agradaba el otro.
Y para Neufurus, Loki era quien no le caía del todo bien, que divertido que fueran tan contrarios el uno con el otro. -Sería predeciblemente…aburrido, sabrías que piensa el otro continuamente, no estaría esa parte de sentir que te retan en algo. -La vida no era toda tranquila, cosas buenas o malas podían pasar, pero siempre había una forma de ir en ella navegándola, tratando de guiar a los humanos en su cruzada de “una buena vida”, “la vida perfecta” y otras más.
Mientras más lo frustre más siento la diversión de que no te la lleves tan fácilmente y debas poner más trabajo en ello. -Era como si lo invitase a intentar con otro método, pero igualmente disfrutaba ponerlo en aprietos negándole llevar su trabajo como lo esperaba.
Lo intentare, no tiene que ser perfecto todo el tiempo, es parte de darle vida a la existencia misma, cambiar un patrón, a veces me siento tan aburrido, que necesito cambios, y eso influye mucho en mis creaciones. -No era para nada su ambiente, prefería sitios naturales, actividades al aire libre, pescar le divertía, o cazar en la naturaleza, bueno a Vainius, justamente era como una contraparte de su habilidad, tomar un pez y comerlo o darle vida de nuevo, un ciclo de reencarnación infinita.
Jugaba por el mero gusto de hacerlo, perder o ganar le daba a veces lo mismo, otras como ahora no tanto, sabía como Neufurus ganaba a los humanos, eran peores que él en este juego. --¿No somos acaso un par de humanos hoy jugando un simple juego? -Pregunto con esa sonrisa misteriosa en sus labios luego de decirlo. -Que bien porque si no, no tendrías rivales nunca, deben cansarse de perder seguido contigo.
Ese halago escondido le agradaba, este no diría cosas a la ligera, solo inclino su cabeza en señal de comprensión, reflejando ese mismo punto en su mirada. No contuvo su risa más y soltó una gran carcajada primero. -Con que cosas has salido, pensaba que yo creaba, has robado mi puesto. -Y no podía parar de reír entre eso, algunos giraron sus cabezas extrañados pero el no se preocupaba del que dirían.
Hmm bueno nunca estamos seguros de nada. -Dijo tratando de concentrarse en ambas acciones, pero si era algo que sonaba preocupante. -El norte usualmente no es tan caótico, ¿que esperan causar o que pase? ¿guerras de poder? ¿nuevos dioses? -Lanzo su tiro, pero no considero que fuera el mejor del todo. -Ah, ¿solo iría porque soy necesario? ¿O de verdad quieres que te acompañe y no por mi habilidad? -Danzaba en sus labios otra pregunta, “¿De verdad ansias mi compañía en el viaje sin segundas intenciones porque te importo?”
Si tengo que traerlos a la vida lo hare tomándome todo el tiempo del mundo, les haría bien el escarmiento por una vez. -Dependería mucho de cuan buen humor tenga en pleno conflicto. Le divertía que le rogasen que los regresara a la vida, algunos no la merecían, pero era su trabajo, aunque le desagradaran esos individuos en particular. Y le quitaba trabajo extra a Hades.
Maldijo por lo bajo, realmente había fallado en su tiro, se propuso no distraerse de ese modo. -Si genuinamente siento curiosidad de verlo, esta bien iré. Tu Seras mi transporte. -Observando el movimiento del juego, planeando la siguiente estrategia cuando le tocase.
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—No son tan civilizados para tu estilo de vida, mi amigo —dijo con suavidad. —. Pero tienes razón. Ni el panteón egipcio es tan brutal como el nórdico —negó con la cabeza. Y al parecer, que se lo comentaría más adelante, había una sospecha de revuelo con los Dioses del Norte. Era una posibilidad que no le parecía nada extraña teniendo en cuenta de quiénes estaban hablando. —. Y también tienes razón en una cosa. Muchos músculos y poco cerebro —asintió. No sólo los dioses eran así, los semidioses también, incluso teniendo un poco de raciocinio humano, que ya era mucho decir.
Asintió a sus palabras. —El problema, que imagino que te pasa lo mismo, es que ellos no tienen forma de sorprenderme. Yo vi su propia creación. Tú estabas a mi lado para verlo, y un poco fue gracias a ti —dijo en modo de broma, porque Quteus había sido el que le dio vida a absolutamente todo. —. No hay manera de que alguno de ellos se salga con la suya si ninguno de nosotros quisiera —Y ese era el problema. Neufurus no solía meterse en esas cosas, se sentía demasiado importante para meterse en aquellos temas a menos que fuera algo realmente interesante.
—Y es que de alguna manera nos tenemos que mantener entretenidos. Cambiar los patrones, hacer algo diferente. Llega un punto donde la existencia, después de miles y miles de años, se puede volver aburrida si no sabemos como llevarla —comentó. Ellos eran ellos dos solos. No había otros como ellos. Ni siquiera los dioses de los panteones podían llegar a entenderlos.
El partido estaba siendo difícil, por lo que evidentemente Vanius le estaba dando una buena historia. A Neufurus no le molestaba. Siempre ganaba al resto de los humanos así que un poco de competencia no estaba nada mal. —Lo somos —confirmó con una pequeña sonrisa suficiente antes de darle otro trago a su whisky. Mientras esperaba que su compañero tirara, prendió otro cigarrillo y expulsó el humo lentamente, apoyado contra una mesa, mientras miraba la mesa. —. Sí, y aunque sea divertido ganar, hacerlo constantemente puede llegar a volverse aburrido si no hay una competencia real.
Sonrió para acompañar la risa de Quteus de su broma. Ignoró al resto de los humanos que se daban vuelta por su estridencia, Neufus estaba acostumbrado a eso cuando estaba con Vainius. —No lo he robado por mucho, no te preocupes, que yo prefiero el deshacer tus creaciones —dijo acercándose de nuevo a la mesa de pool. —. Pero necesitábamos un Dios de apuestas y tú no querías porque decías que era moralmente malo y no sé qué. Supongo que en ese momento éramos jóvenes —sonrió casi con nostalgia. Ahora, al menos a Neufurus, le daba un poco igual todo.
Con respecto al Norte todavía no sabía bien qué esperar. Era algo que se estaba caldeando y aún no tenía información, pero definitivamente si quería salirse de su normalidad tendría que pasarse por ahí a ver qué sucedía. —No dioses nuevos. Para eso nos necesitan. Al menos a ti seguro —dijo moviendo la cabeza, dudando. —. Pero quizás busquen algún conflicto bélico o algo así. Quizás alguno de ellos se le aparezca a los noruegos para crear problemas —le comentaba mientras miraba el tiro frustrado de su compañero y se preparaba para tirar él. Puso los ojos en blanco en un momento por la siguiente pregunta. —. Claro que quiero que me acompañes. Siempre estoy tratando de que veas un poco mi lado de las cosas —le respondió mientras se inclinaba sobre la mesa para lanzar el siguiente tiro. Había mucho más para decirle pero decidió quedarse ahí. —. Así que puedes acompañarme, sin necesidad de si tienes que estar ahí o no.
Sonrió de lado. —Así me gusta. Veremos qué tan bien se portan y veremos qué tan rápido haremos la resurrección. Ese tipo de guerras son divertidas —dijo contento de ese panorama. Podrían tomarse unas “vacaciones” al Norte a ver qué estaban haciendo.
Asintió mientras volvía a tirar. Embocó y sonrió. Todavía no estaba ganando, pero seguía siendo optimista. —Está bien. Quiero ver qué están haciendo esos norteños —falló el siguiente tiro y se apartó un poco para dejarle sitio a él para que siguiera con el juego. —. Podemos ir en un par de días. El viaje puede ser a lo humano, en un viaje de avión, o podemos teletransportarnos. Te dejo elegir ya que aceptaste venir conmigo —dijo dejando que aquella decisión la tomara su compañero.
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A lo mejor era por eso que el panteón nórdico le parecía de las peores invenciones salvo por unos cuantos. -Me volvería loco en nada con ellos, prefiero pasar de modo elegante de largo, no estoy tan listo para dejar morir mi mente de esa manera. -Los revuelos más ridículos eran por ellos, que decir de los mitos que llegaban a los oídos humanos, totalmente ridículos, pero si cada panteón se hacía cargo de eso, no era su deber aleccionar a los humanos en que era mentira solo para risa de los dioses, ellos mismos les daban el pie para ser así de ridiculizados, que bah, bueno cada quien tenía la idea de que querían hacer, totalmente no se metería en eso, siempre que él no fuera incluido en tales cosas.
Creo que somos los más cuerdos entre ellos, hasta su descendencia me deja dudando de que hicimos mal con ellos. -Nada costaría pedirle al otro que los eliminara, tomase sus vidas y se las diera a Loha, pero tampoco pensaba ponérselo sencillo, podría aguantar unos milenios más.
Debí decir que no a la creación de esto, pero bueno quien puede decir que los dioses son totalmente perfectos, si tan solo en ese momento si te hiciera caso, no estaría este problema con ellos. -Y si, le costaba darle la razón a Neufurus, no le gustaba estar mal. -Dejaré que recuerden que si mueren por sus tonterías no les diré si los traeré pronto a la vida, en serio, que terrible sería. -Dijo en un tono que denotaba un poco de sarcasmo, se veía a veces como un dulce ser, pero la vida no era toda rosa, el era justo la prueba de ello.
Imagina crear otro panteón tan solo para que tengamos algo de entrenamiento, dudo que los haga como los nórdicos o los egipcios, tal vez como los asiáticos, son panteones más tranquilos. -Pensó comenzando a trazar en su cabeza la idea. Mientras tanto no se rendía del todo en el juego, era capaz de dar una buena guerra en ello, solo había que verlo, en la forma en que arrugaba la nariz y miraba con suma concentración como habían terminado las bolas en la mesa.
Por eso estaba esta noche aquí, presentía que estabas algo aburrido, que mejor que darte un poco de competencia, cambiar los papeles. -Y ciertamente estaba mejor si iba ganando, prefería que fuera así. Los humanos al menos no se acercaban completamente como si supieran que era mejor que su distancia se mantuviera como estaban, y lo agradecía, no necesitaba tampoco distracciones de estos.
-Ya lo creo, parece que, por cada dos creaciones mías, prefieres llevarte a cinco, el caos siempre te sigue. -Comento, porque era claro cuando lo hacía por aburrimiento o por llamar su atención. -No lo quería, tendría mucho trabajo siguiendo las apuestas de todos, aunque disfrutaría haciéndolos perder, la desesperación de algunos con eso es fascinante. -Era un dios tan joven, solo unos milenios encima, como olvidarlo, parecía como si fuera ayer, y sin embargo era mucho más viejo ahora.
O terminen creando una guerra entre varios, no solo afectándose entre ellos, sino a los humanos, no son tan tontos, empezaran a sacar sus teorías de que se viene el fin del mundo, y todos los sucesos raros que noten serán la comidilla del pueblo entero, les encantan esas cosas tanto como las temen. -Curiosos, criaturas totalmente difíciles de entender.
Había perdido ese tiro, pero lo cobraría pronto, no tenia esa duda. Encima que podía ver cómo le rodaba casi los ojos, estaba divirtiéndose con esas reacciones. -Claro que dirías eso, igualmente te acompañaría, llámalo morbo o curiosidad, cambiaria mi rutina que comienza a verse tan repetitiva, que hasta pensé en encontrar otro pasatiempo además de la pesca. -Vainus era el que adoraba esas cosas.
No tan pronto, adoro cuando ruegan un poco, levanta mi ego saber que sus vidas dependen de mí. -Dijo pues era un pensamiento algo obscuro, pero no dejaba de tener verdad, ni siquiera los otros panteones donde había algún dios que fuera asociado a la vida tenía sus habilidades, eran como solo una imitación barata.
Tu y otros más, es como un show de circo que vemos cuando viene al pueblo. -Tomando el tiempo de ver su estrategia antes de lanzar, parecía que su suerte no estaba perdida del todo. -Quien diría que este es el resultado hasta ahora. ¿Acaso pierdes el toque Neufurus? -Medito, por un lado, transportarse les ahorraba todo el tedio de ir entre humanos, por el otro podían tomarse un buen tiempo en llegar. -Decisiones, ir a lo humano, llegaremos en el momento justo de la acción si nos vamos de ese modo. Podemos pedir primera clase, turista no la soportaríamos.
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Cada panteón tenía lo suyo, como cada cultura humana pero agrandado muchísimo más. Los nórdicos no eran sus favoritos. A pesar que pareciera lo contrario, a Neufurus no le agradaba ese tipo de caos. Él era más bien del caos ordenado, el caos hecho de traje y tomando un whisky carísimo, no el caos ruidoso. Para él no servía de nada y le era tan aburrido como el más tedioso de los humanos. —Sí, yo opino igual. De todos modos tendríamos que aparecernos para ver qué está pasando, creo yo. Si vamos juntos quizás terminemos con todo eso mucho antes; sabes que prácticamente tiembla cualquier panteón cuando nos ve juntos —No es que viajaban como compañeros todo el tiempo y por esa misma razón cuando los veían era porque significaba peligro para ellos, porque significaba también que estaban de acuerdo en algo y que podrían llegar a tomar decisiones no positivas para los dioses.
Dejó escapar una pequeña risa, característica entre irónica, sarcástica y parcialmente divertida. —Yo te he preguntado si estabas seguro de no querer que los desaparezca —dijo encogiéndose de hombros como si él no hubiese tenido la culpa de nada. Claro, Neufurus podía chasquear los dedos y hacer desaparecer a quien quisiera, pero a veces escuchaba (demasiado) a su contra parte, que la mayoría de las veces era mucho más paciente que él.
Asintió con la cabeza una vez. —Ni siquiera nosotros somos perfectos, y eso que somos lo más cercano a eso. Si nosotros mismos tenemos dicotomías sobre cómo actuar, y permíteme ser humilde, hemos tomado malas decisiones, creo que nadie está exento de eso tampoco. Los problemas que causan son los normales para quienes no se acercan ni un poco a la mínima perfección que traemos nosotros, incluso con nuestros mínimos errores —comentó pensativo, porque en realidad ellos no tenían la mente exactamente como un humano ni como los dioses, eran otra cosa diferente a todo. Los únicos dos en toda la existencia. Sonrió. —. Habría que recordarles que el hecho de que vuelvan a la vida es gracias a ti. Y el hecho de que puedan no regresar más, es por mi causa. Igualmente repito que ha sido un error regalarle a los norteños el árbol de las manzanas doradas. Si bien eso hace que nuestro trabajo sea más fácil, para no tener que matarlos y revivirlos constantemente, creo que se han vuelto... arriesgados. —El árbol daba unas manzanas doradas que implicaban la inmortalidad de los dioses nórdicos, les ahorraba bastantes problemas, sí, pero a veces eran más complicaciones.
Pensó la posibilidad de crear otro panteón. —Hace mucho no lo hacemos, pero eso implicaría crear también otra religión. Y sabes que siempre vienen guerras referidas a eso. ¿Estás dispuesto a hacerlo? —preguntó con una ceja levantada. Neufurus sí, siempre estaba dispuesto a esas cosas, a hacer su trabajo, a generar ese tipo de destrucción, pero no estaba seguro de si Vainius iba a querer llegar a algo así.
—Ya sabes cómo son los humanos, aburridos y predecibles. Incluso la mayoría de los dioses son así. Un poco de competencia real no está de más —comentó mientras tiraba con su taco un golpe más. —. Además, las apuestas siempre son bienvenidas también —Y sí que estaban apostando. Aquel chico que estaba de camino al hospital seguramente estaría esperando algún milagro. Lo que no se imaginaba, pensó Neufurus divertido, era que su milagro dependía de un juego de pool.
—No recuerdo los índices de natalidad exactamente, pero creo que tú sigues arriba de los míos —comentó pensativo. Siempre, cuando veían que estaban más cerca de un extremo que del otro generaban lo que fuera que necesiten para balancearlo. Supuestamente su trabajo era ese, mantener la balanza en el medio, pero Quteus admitía que muchas veces se le iba la mano, sobre todo con cosas que no tenían tanto control cuando se volvían caóticas, como las guerras o los genocidios. —. Así que terminas queriendo buscar la desesperación en los demás, mírate tú. Tanto tiempo conmigo terminó haciéndote parecido —dijo con una pequeña sonrisa de costado, evidentemente satisfecho consigo mismo.
Sacudió la cabeza dándole la razón. —De verdad es un dolor de cabeza cuando tenemos que enfrentarnos a esto, sí. No sólo a los humanos sino a los dioses por sus peleas, que a su vez generan problemas en la tierra y luego nosotros tenemos que hacer trabajo extra —Dejó salir un suspiro pensando en eso. —. Ni hablar. Ya suficiente tenemos con los que existen. —No más panteones por un tiempo, era una decisión tomada.
—Nunca has podido decirle que no a tu curiosidad —dijo con voz grave pero con una pequeña sonrisa en sus labios, como si estuviera ganando una competición sobre el tema. Normalmente el que le llegaba con planes que fomentaban aquella actitud era él. —. Así que está bien. Tu pasatiempo puede ser acompañarme a ponerle los frenos a los dioses que se creen más que la propia muerte —agregó pensativo mientras observaba las pelotas del pool desparramadas, pensando su siguiente movimiento.
—Es que nadie puede hacer el mismo trabajo que haces tú, eso dalo por seguro. Tu ego estará satisfecho toda la eternidad —comentó con una pequeña sonrisa al respecto. Había dioses que hacían un trabajo parecido al suyo, al de los dos, en casi todos los panteones. Y muchas veces era útil así ellos no tenían que andar de acá para allá cumpliendo trabajos que podían resolverse con algún dios menor. Pero nadie tenía la potestad y el poder que tenían Quteus y Neufurus.
—No me distraigas —dijo con el ceño levemente fruncido al darse cuenta que era evidente que estaba perdiendo. Prendió otro cigarrillo y le dio otro trago a su bebida mientras lo observaba tirar. El muchacho del hospital iba a estar bastante contento. —. Creo que es que no estoy acostumbrado a jugar con alguien que sea una verdadera amenaza —Ese era un cumplido para Vainius, esperaba que lo registrase como tal. —. Ugh, no, creo que una sola vez he viajado en turista y fue cuando hubo una baja de dieciocho pasajeros, que llegaron sin vida por causas desconocidas —Puso los ojos en blanco. Si viajaba como humano, no había otra opción que primera clase. —. Perfecto, entonces. Tendremos un gran viaje al Norte —De todos modos podía verlo como unas pequeñas vacaciones.
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Quteus sí que podía llegar a ser así de indiferente con sus creaciones, no era de tenderles la mano y hacerles todo, debían mostrar de que eran capaces. O solo cuando las apuestas eran buenas o le daban en el ego que mantenía, así como a su reputación de dios de la vida, el causante como siempre era el dios frente a él, que buscaba modos de mantener su atención.
En cuanto al panteón nórdico, de pronto tenía dudas de que había pensado o no pensado al momento de darle vida, eran siempre tan brutos, es más, ¿siquiera había estado coherente cuando los creo? No podía recordarlo realmente, pero si llegaban a rebasar su paciencia haría que Neufurus les causara el Ragnarok, su fin del mundo que tanto temían para borrarlos de la existencia, sí, sin caos, no había otras cosas y eventos, pero también debían seguir una línea en cuanto a ello. No era frecuente que destruyera sus creaciones de ese modo.
Vainus no era una persona realmente tan alegre, cargaba con un cierto aire de serenidad, más en esos momentos rompió en divertidas carcajadas con lo dicho. —Qué buen recuerdo del miedo que sienten los demás, posiblemente tenga más efecto dramático para diversión nuestra si apareces y yo salgo de detrás de ti para mirar que tanto hacen, o que es lo que tienen en mente solo por ver si no tengo que crearles algo peor.
Me tientas a dar el consentimiento de eso, aunque no estaría de más ver si deciden rogar porque no los eliminemos, nada como tener un favor de los panteones. —Como si fueran realmente necesarios para ellos, cuando cada uno tenía mucho más poder que esos panteones. O porque solo no le daba la satisfacción de decirle que sí, y le llevaba como casi todo el tiempo, la contraría, sino hace milenios el aburrimiento los habría alcanzado de peor forma. —Ah, tengo un buen sentido del humor hoy, deber ser la bebida y la compañía.
Es algo curioso, pero a la vez también fascinante, como todo eso es verdad, ni siquiera nosotros podemos caer en tal perfección y, sin embargo, las creaciones que tengo tienen varias imperfecciones que me causan o diversión o dolores de cabeza. Justo con esas malas decisiones hemos dado paso a otras creaciones menos imperfectas. -Y sencillamente también por mucho que tratara de evitarlo en sus creaciones, la imperfección se presentaba, él tan solo podía tratar de determinar el origen de esta misma.
He pensado en eso, -dijo mirando a la mesa de pool, y luego elevo la mirada para verlo a él de nuevo. -Las manzanas dan vida y longevidad, que mejor castigo sería removerlas y quitarles el privilegio de poder tenerlas en sus manos por un tiempo, ante todo han abusado de un regalo de modo decepcionante. -Y se sabía que decepcionar al dios de la vida no era algo ligero.
¿Por qué no? Podemos llamarlo una evolución, de todos modos llevan tanto tiempo peleando con las religiones viejas, que no es una gran diferencia, una guerra de la otra, son como un buen grupo de ovejas, tal vez con eso los panteones por fin dejen de hacer idioteces también para mantener a sus adoradores. -La competencia de pool iba más en su favor, el joven podría vivir un tiempo más, dependiendo de que tanto fallara ahora Neufurus.
Eres una terrible influencia en mi persona, debes estar feliz de eso. -Dijo con una media sonrisa. -Bueno que pena, tendremos que esperar a crear otro panteón, puede ser nuestra siguiente apuesta en un nuevo juego, si gano lo creamos, si pierdo no lo crearemos por otro milenio y los panteones por ahora no tendran nueva competencia. Deben recordar su lugar, de donde vienen y de quién dependen. -El dios de la vida no era tan benévolo como a veces se le pintaba. -Ah, sí, tendría que ver porque nuestros subordinados decidieron no informarnos al respecto sobre lo que está pasando. -Menciono de paso.
He tenido tiempo suficiente de mejorar mi juego, así no te aburres tan pronto de ello. -Complacido consigo mismo al verlo sufriendo por tener ventaja, resultando mejor de lo que esperaba. -Que terrible plaga con los pasajeros, debieron ser mas cautos. Debo poner mis maletas, ¿qué seremos esta vez? ¿Hombres de negocios? ¿Ricos adinerados gastando la herencia? -Le causaba risa porque eran cosas que en clase no turista uno no asociaría al Vainus tan campestre que proyectaba. -Oh, sí, lleva un abrigo, dicen que está terriblemente helado el norte.
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Pero había veces que tenían que interceder sí o sí, sobre todo cuando los dioses se olvidaban que arriba de ellos seguía estando la existencia primigenia que no respondía a nadie más que a sí mismos: La Vida y la Muerte. Quteus y Neufurus no habían sido creados por nadie, ellos eran la existencia misma, no respondían a nadie y todos vivían y morían gracias a sus propios deseos.
Claro, no es que se ocupaban de cada muerte específica o cada nacimiento específico, ya en un momento se ocupaban los mismos humanos, dioses y semidioses, no podían estar en absolutamente todos lados, pero sí intervenían cuando era necesario.
Y probablemente con los nórdicos sucedería eso. —Yo lo único que espero es que no empiecen a molestarme con sus sandeces. Aunque si pasa eso y tú apareces detrás mío imagino que van a pensar que es en serio y llorarán porque no quieren que llegue su... Ragnarok —Fueron los nórdicos y no Neufurus quienes le pusieron el nombre del Ragnarok, pero para Neddard era igual. El nombre surgió cuando lo molestaron tanto que amenazó con destruir todo lo que conocían, amaban y eran, tanto que nadie se acordaría de ellos ni en las historias. Y ahí crearon el nombre. A Neddard le daba lo mismo, la esencia era la misma, la destrucción del panteón nórdico.
—Siempre está bien demostrar nuestro poder. A veces se olvidan de eso y aunque no usemos los favores que nos deban, porque no los necesitamos, es un recordatorio de que ellos nos deben la vida —dijo asintiendo una vez a las palabras de Quteus. —. No lo dudo, amigo mío. Imagino que en soledad no es tan divertido como pasar los días conmigo —dijo con una pequeña sonrisa irónica. Aunque un poco lo pensaba así; la vida era bastante solitaria y Neufurus no solía pasar el tiempo con nadie.
—También es cierto que las perfecciones no son exactamente lo que buscamos lograr, sino no habría tanta diversión en el mundo —dijo seriamente negando con la cabeza.
Pero sí se quedó pensando un poco más en lo que respectaba a las manzanas. —Es un castigo justo simplemente por el hecho de hacernos ir hasta allá —comentó con una mano en el mentón, pensativo. Le dio un trago al whisky y asintió, convencido. —. Es hora que recuerden que hay algo más grande que ellos, y somos nosotros dos. Así que me parece bien recordárselo y quitárselas durante un tiempo, a ver qué pueden hacer sin ellas —dijo asintiendo. Sería un revuelo pero les serviría para recordarles durante unos siglos más que con ellos no se podían meter.
—Es posible, aunque sabes cómo son los Dioses. Se quedarán quietos y sin hacer nada durante un tiempo, pero después volverán a sus andanzas y quejas. Pero quizás podamos hacer suficiente para que nos dejen en paz un par de siglos otra vez —comentó pensativo. El problema de los dioses era que se creían realmente inmortales, como si Quteus y Neufurus no existieran y no tuvieran el poder de borrar de un plumazo toda su existencia.
El juego estaba empujando hacia el lado de Vainius y Neddard estaba un poco sorprendido al respecto, teniendo en cuenta que normalmente era él quién ganaba. Quizás estaba distraído con la charla más que con la apuesta que habían hecho. —Me alegra ser una mala influencia, sí —convino con una pequeña sonrisa antes de darle un trago a su nuevo vaso de whisky; lo bueno era que le gustaba y que no lo alcoholizaba como a los humanos, así que podía tomar todo lo que quisiera. —. Me agrada esa apuesta, podría ponernos a los Dioses en contra si creamos otro panteón —Y lo dijo como si fuese algo divertido, no algo a preocuparse, ya que como dijo Vainius, ellos eran inmortales por completo y todos dependían de ellos dos. —. Quizás porque no lo creyeron importante, sabes que no nos dicen exactamente cada paso que dan porque sino no terminaríamos más con nuestro trabajo. Aunque creo que las revoluciones en los panteones sí son necesarias de avisar —respondió, él estaba enterado gracias a eso.
—Se nota —dijo cuando era evidente que le sería muy difícil remontar aquel partido. No le molestaba porque si bien no estaba acostumbrado a perder, un poco de competencia de vez en cuando no estaba nada mal. —. Hombres de negocios siempre es una buena manera de pasar desapercibidos, porque son incluso los que a veces se ocultan más con sus nombres y son más misteriosos. Los herederos suelen hacer alarde de su apellido y sabes que mientras menos me expongan y los humanos me pregunten cosas, mejor para mí —respondió negando con la cabeza. No le agradaba mantener demasiadas charlas con los humanos.
Le dio otra calada al cigarrillo antes de tirar, y luego frunció el ceño. —Creo que a esta altura es difícil remontarlo —le comentó a Vainius, aunque no dejaría de jugar hasta que el partido estuviese terminado. —. Más durante esta época. No podemos distraernos con eso o llamaremos a preguntas innecesarias. ¿Prefieres llegar sólo o quieres que le avise a Odín que tenga los caballos alados preparados? —preguntó haciéndole una seña para que tirase él.
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Prefería solo dejar que fueran creciendo, hasta que se cansaba del todo de resolverles la vida, entonces entraba en tremenda acción como para decir que era suficiente, ya no más y entonces entraba también Neufurus a esto, siendo que la verdad quien más tenía que dar era justamente el balance de la vida que creaba.
Tenían pequeños ayudantes en todos sitios y en ninguno, como tal sería una enorme carga sin descanso alguno si todo lo controlasen ellos, además de monótono y aburrido, Quteus por eso de tanto en tanto tomaba identidades acordes al tipo de especia que quería observar siendo sus creaciones, había algo interesante en saber que tan solo un movimiento de su parte y la vida misma podía dejar de existir por un tiempo interrumpiendo nacimientos o que algo creciera, (dicho sea de paso así es como los desiertos habían surgido producto de un grupo de irritantes especies que llevo a la extinción.)
Creo que un Ragnarok es justo lo que necesitan, no tengo reparo en que mueran por un tiempo, me darían paz mental y algunos otros panteones, créeme creo que nadie los extrañaría mucho, salvo a algunos de ellos que me agradan, pero prefiero ocuparme de todos en una sola ocasión que ir por partes.
Últimamente es una rutina donde no tengo demasiado con quien hablar, me viene bien, no miento porque en verdad es que es una delicia no tener a nadie que este sobre mi con cosas rutinarias, imagina que fingiera ser una persona de familia, demasiado estar al tanto de cuidar mi identidad, prefiero esta clase de disfraz, donde lo único que preocupa a Vainus es el perro que encontró por ahí en la calle, mismo que va y viene por la casa, es bueno y aleja a los indeseables visitantes. -Detestaba tener que lidiar con identidades muy sociables, no tenía paz suficiente.
Al menos era verdad que le agradaba la compañía ajena, por eso mismo estaba en el bar. - ¿Qué harían sin ellas? Claramente tendrían miedo de morir y ser vulnerables, recordarían que es un poco de humildad que buena falta hace en ellos, tan crecidos y seguros de si mismos que no recuerdan quienes les dieron esa vida. -Ironía que se las quitara al mismo tiempo, bueno cosa de semántica, y de debate eterno.
No lo dudo, pero serían unos buenos siglos, además así viven con el miedo de que podamos reaparecer antes de tiempo a quitarles sus cosas, conveniente porque saldríamos ganando, ante todo.
Como era raro, era ahora el quien iba ganando, a saber, que motivo o si era solo mera suerte, pero disfrutaba de ver como Neufurus no encontraba el modo de darle vuelta al marcador para sacarle más ventaja. Tan solo había estado lanzando como quien no quiere la cosa, no era tan aguerrido al juego como el otro, pero lo valía.
Una guerra dentro de la guerra. -Dijo como si nada. -Sería buen entretenimiento, que cada panteón seleccione a sus campeones más fuertes, claro ya sabes todos pueden entrar. Yo solo me sentaría a mirarlos desde una cómoda tarima.
-Si mejor hombres de negocios que tratan de abrirse paso con algún proyecto importante, susurrando en los oídos correctos tendremos buenos pases, casualmente.
¿Harías una carrera de caballos alados? Llegaríamos con estilo además de aparecer tan solo de la nada, no esperarían que llegáramos justo en el culminante momento, es más si logras que falle este tiro eliges, si usamos o no los caballos. -Dijo antes de que fuera su turno nuevamente. Mirándolo con aquella vivacidad que tenía. -Vamos no puedes quedar tan mal en tu juego.
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Así que, quizás, un Ragnarok era precisamente lo que necesitaban para poder empezar a comportarse, aunque la Muerte dudaba bastante que lo terminasen haciendo. Imaginaba que tarde o temprano volverían a su caótica normalidad.
—Es posible. Sí admito que un Ragnarok no estaría nada mal para aquel panteón. Volverán, claro, y seguramente más molestos que antes, pero una destrucción momentánea quizás sea lo mejor. Tendremos que ver con qué nos encontramos cuando lleguemos allí —le dijo a su viejo amigo, pensativo y preguntándose que les depararán los Dioses del Norte.
Neufurus lo entendía. Sabía el tipo de personalidad humana que había desarrollado su contraparte y un poco había hecho lo propio; con algunas diferencias, claro, pero también prefería la tranquilidad y no parecer agradable frente a los humanos. De todas maneras, por su propio trabajo como la misma Muerte, Neufurus sabía que tenía que estar atento en muchas cosas. —Creo que es lo mejor. Yo elegí ser un miembro reconocido de la sociedad, pero no demasiado como figura pública para que aún así pueda retraerse en mi hogar y no ser molestado —Al menos coincidían en lo mismo, eso sí.
—Después de un tiempo se olvidan que lo que los ata a la vida no es su propia existencia sino nosotros dos —dijo asintiendo una vez antes de darle aquel trago de whisky a su vaso. —. Por eso nunca está de más que lo recuerden, mi amigo —agregó mirando hacia el horizonte, aquel distante donde estaban los dioses, quienes estaban más allá de la simple humanidad.
No pudo evitar reír pensando aquella idea de una guerra entre panteones, eligiendo a un campeón y esperar a que uno solo quede en pie después de aquella lucha. —No es una mala idea para divertirnos —coincidió. —. Claro que tendríamos que aclarar que no es «a muerte» porque yo no me meteré en eso, sólo lo disfrutaré —dijo muy convencido. —. Puede ser el que no pueda levantarse después de unos segundos lo consideraremos perdedor. Podríamos darle forma y hacerlo —dijo asintiendo con la cabeza.
Miró con curiosidad aquella mesa. Normalmente Neddard era un jugador perfecto en aquel juego, pero evidentemente aquel no era su día de suerte, no entendía por qué. Quizás estaba demasiado distraído como para darle la atención que requería aquel juego.
En cambio, la idea de una carrera en los caballos alados era, por el contrario, muy interesante para él en ese momento. —Es posible que sea una buena idea. Bueno, no sé si exactamente “buena”, pero que daremos de qué hablar seguro. —Eso sí, y podrían hablar con Odín unos días antes para que nadie se entere cuándo decidían aparecer. Aunque, claro, no estaba tan seguro del tema porque él nunca había sido demasiado estruendoso. —. Bien, acepto, tira a ver si le erras. De todos modos es evidente que este juego para mí está casi perdido, hay pocas posibilidades de que pueda volver a tomar ventaja —Y si Quteus, que era extremadamente competitivo, estaba admitiendo eso, era porque era bastante cierto.
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Neufurus tenía razón en ello, no estaban para estar dejando que estos olvidaran quien les daba la vida y controlaba sus destinos, por falta de acierto un rumor dicho por alguno de ellos daba paso a mitos que los humanos repetían e intentaban encontrarles sentido, era de dar risa porque eso de que había hasta un grupo de personas que veían los miles de destinos estaba mal planteado, pero quien era para sacarlos del error, con Neddard había hablado de ello y se habían reído realmente mucho rato.
Aún si los mataba un rato, no pasarían tantos milenios sin que de nuevo pensarán en realmente hacer de las suyas, más seguramente lo tratarían de hacer con una cautela para que no fueran ellos dos quienes se dieran cuenta de ello.
Con caos, con la idea de que son los más fuertes o alguna cosa así de ridícula, que no me sorprendería tanto, pero son capaces de hacerlo con tal de decir que los demás panteones están por debajo de ellos, humildad es lo que les falta a esos locos nórdicos, los demás panteones suelen ser mucho más calmados que ellos.
Realmente dudaba mucho que los nórdicos pudieran hacer algo mejor, pero a veces pecaba de quererle dar una oportunidad al resto, lo cual resultaba en cosas contraproducentes. Pero no era realmente tan agradable como se veía su contraparte humana, que era más “viva” encontrando la gracia en ello, era como una misma oda a sí mismo. –Exactamente, no tendría la paciencia para realmente lidiar del todo con esa gente, no cuando es a horas que deseo estar completamente tranquilo haciendo mis cosas. –Porque eso de no tener nada de privacidad le molestaría bastante.
No, la verdad es que si lo olvidan tenemos el deber de recordarles que están por debajo de nosotros. –Era claro que cuando Quteus se ponía en ese modo, no quedaba de otra que temer porque el dios estaba hablando en serio.
Pero nos daría un buen momento para entretenernos, algo que normalmente no vemos todo el tiempo. –Y como era debido, bueno es necesario que si tuvieran eventos divertidos de vez en cuando. –El perdedor podría quedarse un tiempo sin ciertos privilegios, como perder dones, o seguidores, algo que también los haga sufrir un poco. –No como ahora que jugaba por salvar a un humano con una vida limitada. Eran cosas totalmente distintas.
El juego demostraba completamente la dualidad, estaba jugando mientras planeaba algo de caos, debía decir que claramente si estaba bajo la terrible influencia de Neufurus para pensar en estas cosas.
Es una idea que no hemos hecho, podemos ir matando y reviviendo gente a la vez, al menos sería mencionado por un tiempo entre los panteones, o que vean que les espera si deciden seguir los pasos de los buenos nórdicos. -“Vainus” en ese entonces lanzó para que vieran que clase de resultado se daría entre ellos, así que poco había que decir salvo que esperaba no errar pero a la vez no deseaba aun terminar el juego. -Odín debe estar listo para todo, o lo removeremos como rey tambien, ha sido malo que no controle a su gente del todo.
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