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Freyja
Alchemist
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“
Someday out of the blue
Out destiny will always be connected
”
Ascendencia francesa, ascendencia irlandesa. Slytherin, Gryffindor. Siempre rodeada de gente, siempre rodeada de criaturas. Todo risas y desenfado, semblante sereno y prudencia. Pero sus destinos están conectados desde hace mucho tiempo, y lo seguirán estando toda la vida.
William Gallia y Arnold O'Donnell, ambos Ravenclaw, se hicieron buenos amigos desde el primer día, por lo que tras un verano sin verse, la reunión en el andén cuando estaban a punto de comenzar su segundo año fue muy alegre e intensa. Y esa fue la primera vez que sus hermanas pequeñas se conocieron y cruzaron una mirada que se quedaría en su recuerdo para siempre, incluso muchos años después, cuando Erin estaba ya en su tercer año y Violet comenzaba primero. Una mirada que marcaría el comienzo de una aventura que no siempre han vivido juntas, pero cuyos caminos las han llevado a cruzarse la una con la otra una y otra vez.
Han vivido tantas cosas juntas que los años no han podido borrar eso, a pesar de que sea tan lejano el momento en el que abandonaran el Colegio. Ambas han recorrido el mundo, encontrándose una y otra vez, y de nuevo se encontraban al volver a su hogar. Un destino unido no se puede quebrar con tanta facilidad. Ni los años, ni la distancia. Menos cuando sus familias se empeñan una y otra vez en encontrarse.
William Gallia y Arnold O'Donnell, ambos Ravenclaw, se hicieron buenos amigos desde el primer día, por lo que tras un verano sin verse, la reunión en el andén cuando estaban a punto de comenzar su segundo año fue muy alegre e intensa. Y esa fue la primera vez que sus hermanas pequeñas se conocieron y cruzaron una mirada que se quedaría en su recuerdo para siempre, incluso muchos años después, cuando Erin estaba ya en su tercer año y Violet comenzaba primero. Una mirada que marcaría el comienzo de una aventura que no siempre han vivido juntas, pero cuyos caminos las han llevado a cruzarse la una con la otra una y otra vez.
Han vivido tantas cosas juntas que los años no han podido borrar eso, a pesar de que sea tan lejano el momento en el que abandonaran el Colegio. Ambas han recorrido el mundo, encontrándose una y otra vez, y de nuevo se encontraban al volver a su hogar. Un destino unido no se puede quebrar con tanta facilidad. Ni los años, ni la distancia. Menos cuando sus familias se empeñan una y otra vez en encontrarse.
Violet
Gallia
Slytherin | Reportera de El Profeta | Freya Allan/Clemence Poesy | Ivanka |
Erin
O'Donnell
Gryffindor | Magizoologa | Mackenzie Foy/Jessica Chastain | Freyja |
Cronologia
Capitulos
1x1 | Inspired - Libros | Spin off El pájaro en el espino (Harry Potter Universe) |
XIII
- Tablilla de rol:
- Código:
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<div class="scktitsq"><div class="scktit">TITULO</div><div class="sckstit">SUBTITULO</div><div style="background:#F5B648;" class="sckcomcidw"><div class="sckcomdw">”</div></div>
<div class="scktxt">TU TEXTO VA POR AQUÍ...
</div></div>
<div class="sckdwdtsq1"><table class="sckdwdttb"><td><div class="sckdotdt"><div class="sckshdtdot1">¿QUIÉN?</div></div></td><td><div class="sckdotdt"><div class="sckshdtdot2">¿DONDE?</div></div></td><td><div class="sckdotdt"><div class="sckshdtdot3">¿CUANDO?</div></div></td></table>
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- La eternidad es nuestra:
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Ivanka
Alchemist
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
”
La vio desde la esquina. Por supuesto, no esperaba menos que encontrarla allí. Cuando el periódico le ofreció cubrir aquella conferencia sobre la cría de dragones en entornos de... Bah ni se acordaba, se había negado. Pero luego lo pensó más detenidamente y Croacia es precioso en otoño.
Y de China se había vuelto solo para quedarse dos horas de conferencia en una esquina, haciendo como que su pluma tomaba apuntes de la charla y sin sacar ni una foto. Pero cuando la vio, desde su posición discreta y privilegiada, no pudo evitar sacar la cámara y hacerle una. Una en la que se viera su anguloso perfil, en la que la luz del escenario reflejara en su pelo rojo... No era como que al periódico le interesara (aunque deberían) pero no podía evitarlo. Ella era reportera, sabía reconocer dónde había una buena foto.
Se pasó el resto de la conferencia imaginando lo bien que se estaría paseando por las playas de Split en vez de estar escuchando aquel muermo. Pero a ella le encantaba hablar de los bichillos, especialmente de los dragones, así que estaba dispuesta a permanecer allí solo por oírla hablar, por cómo le brillaban los ojos al explicar no se qué de las escamas.
Por fin terminó la conferencia y ella puso su mejor cara de reportera interesada, acercándose al estrado, cámara en mano y pluma volando al lado, como si fuera casual- ¿Señorita O'Donnell? ¿Me concedería una entrevista sobre su trabajo con los dragones?- Dijo con una amplia sonrisa en los labios, pero con los ojos diciendo "largo de aquí dinosaurios, hace un año de que no la veo, dejadme estar a solas con ella" hacia los compañeros (todos hombres) de Erin.
Y de China se había vuelto solo para quedarse dos horas de conferencia en una esquina, haciendo como que su pluma tomaba apuntes de la charla y sin sacar ni una foto. Pero cuando la vio, desde su posición discreta y privilegiada, no pudo evitar sacar la cámara y hacerle una. Una en la que se viera su anguloso perfil, en la que la luz del escenario reflejara en su pelo rojo... No era como que al periódico le interesara (aunque deberían) pero no podía evitarlo. Ella era reportera, sabía reconocer dónde había una buena foto.
Se pasó el resto de la conferencia imaginando lo bien que se estaría paseando por las playas de Split en vez de estar escuchando aquel muermo. Pero a ella le encantaba hablar de los bichillos, especialmente de los dragones, así que estaba dispuesta a permanecer allí solo por oírla hablar, por cómo le brillaban los ojos al explicar no se qué de las escamas.
Por fin terminó la conferencia y ella puso su mejor cara de reportera interesada, acercándose al estrado, cámara en mano y pluma volando al lado, como si fuera casual- ¿Señorita O'Donnell? ¿Me concedería una entrevista sobre su trabajo con los dragones?- Dijo con una amplia sonrisa en los labios, pero con los ojos diciendo "largo de aquí dinosaurios, hace un año de que no la veo, dejadme estar a solas con ella" hacia los compañeros (todos hombres) de Erin.
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- Juntos, somos el Todo:
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Freyja
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
”
Con lo cómoda que ella estaba con sus camisas, sus gabardinas, su pelo mal recogido y sus pantalones de montaña. Pero claro, iba a dar una conferencia y una tenía que estar medio presentable. ¿Pues acaso no la habían llamado para hablar de dragones y de su reserva natural? ¿No sería lo más lógico que apareciera precisamente así, natural, como va cuando está con los dragones? Pues, al parecer... No.
Ella solo iba allí a hablar de sus dragones y de su hábitat como si fuera lo más normal del mundo, pero al parecer se había convertido en todo un evento mediático... Bueno, quizás eso era exagerar un poco, pero veía demasiadas cámaras y vuelaplumas y gente desconocida para su gusto. Le echó una mirada reprobatoria a Jayden y este se encogió de hombros. Su superior parecía temerla más a ella que ella a él, ¡pero es que le mentía mucho! Ya tendría unas palabras con él sobre su concepto de "evento informal", que cuando vio allí a la maquilladora y los tres percheros de ropa casi le da un infarto.
Se habían situado en un lugar privilegiado en la playa de Split, desde donde podían ver la isla de Brac... Porque claro, no se atrevían a realizar la conferencia allí directamente, lo cual a Erin le parecía bastante absurdo. Una conferencia sobre Zmajeva špilja y como esta cueva podía adaptarse para albergar una reserva alternativa al Longhorn Rumano, después de haber tenido en su país de origen una sobrepoblación de los mismos que estaban teniendo dificultades para gestionar. Y daban la conferencia en la playa para alabar las virtudes del microclima húmedo de la cueva... Fantástico.
Pero ya la madurez le estaba enseñando a ser un poquito menos cuadriculada así que se centraría en lo importante: que si ese proyecto salía adelante, podían salvar la vida de muchos dragones y ayudar a sus compañeros dragonologistas que estaban pasando un calvario en Rumanía. Esperaba haber sonado lo suficientemente convincente y poco aburrida en su explicación. En momentos como ese hubiera deseado a su hermano Arnold allí, repitiendo como un papagayo lo que ella tuviera que decir pero con esa sonrisita y simpatía que se llevaba al público de calle. Ella estaba escuchando los cerebros de todos bostezando de aburrimiento.
Estaba muy concentrada soltando su chapa sobre lo que venía a decir cuando la vio. Esa sonrisa inconfundible, burlona y con esas intenciones impredecibles que solo de verla le provocaban un escalofrío. Esbozó una sonrisita automática y rápidamente bajó la mirada a sus apuntes, para seguir exponiendo sin mirarla. O si no se le iría todo lo que tenía que decir. Pero como era de esperar, nada más terminar la conferencia se acercó a ella. Le había faltado tiempo. Probablemente Violet fuera la única persona de fuera de su familia que tenía tanto interés en acercársele así sin más.
Señorita Gallia. Saludó, ocultando una sonrisita y un mechón tras su pelo, con la cabeza ligeramente baja mientras miraba de reojo a sus compañeros. Entre la mirada directa de Violet y la velada de Erin entendieron que aquella conversación era privada y decidieron marcharse. Cuando se quedaron solas (entre la multitud, pero solas en esa conversación), levantó un poco la mirada y arqueó una ceja. ¿Cómo dicen los famosos? Eso de que "no voy a hacer declaraciones privadas" o algo así. Rió un poco y se mordió el labio, cruzándose de brazos y mirando a otra parte. Dime que no me has echado ninguna foto, por favor. Me siento un poco ridícula con estas pintas.
Ella solo iba allí a hablar de sus dragones y de su hábitat como si fuera lo más normal del mundo, pero al parecer se había convertido en todo un evento mediático... Bueno, quizás eso era exagerar un poco, pero veía demasiadas cámaras y vuelaplumas y gente desconocida para su gusto. Le echó una mirada reprobatoria a Jayden y este se encogió de hombros. Su superior parecía temerla más a ella que ella a él, ¡pero es que le mentía mucho! Ya tendría unas palabras con él sobre su concepto de "evento informal", que cuando vio allí a la maquilladora y los tres percheros de ropa casi le da un infarto.
Se habían situado en un lugar privilegiado en la playa de Split, desde donde podían ver la isla de Brac... Porque claro, no se atrevían a realizar la conferencia allí directamente, lo cual a Erin le parecía bastante absurdo. Una conferencia sobre Zmajeva špilja y como esta cueva podía adaptarse para albergar una reserva alternativa al Longhorn Rumano, después de haber tenido en su país de origen una sobrepoblación de los mismos que estaban teniendo dificultades para gestionar. Y daban la conferencia en la playa para alabar las virtudes del microclima húmedo de la cueva... Fantástico.
Pero ya la madurez le estaba enseñando a ser un poquito menos cuadriculada así que se centraría en lo importante: que si ese proyecto salía adelante, podían salvar la vida de muchos dragones y ayudar a sus compañeros dragonologistas que estaban pasando un calvario en Rumanía. Esperaba haber sonado lo suficientemente convincente y poco aburrida en su explicación. En momentos como ese hubiera deseado a su hermano Arnold allí, repitiendo como un papagayo lo que ella tuviera que decir pero con esa sonrisita y simpatía que se llevaba al público de calle. Ella estaba escuchando los cerebros de todos bostezando de aburrimiento.
Estaba muy concentrada soltando su chapa sobre lo que venía a decir cuando la vio. Esa sonrisa inconfundible, burlona y con esas intenciones impredecibles que solo de verla le provocaban un escalofrío. Esbozó una sonrisita automática y rápidamente bajó la mirada a sus apuntes, para seguir exponiendo sin mirarla. O si no se le iría todo lo que tenía que decir. Pero como era de esperar, nada más terminar la conferencia se acercó a ella. Le había faltado tiempo. Probablemente Violet fuera la única persona de fuera de su familia que tenía tanto interés en acercársele así sin más.
Señorita Gallia. Saludó, ocultando una sonrisita y un mechón tras su pelo, con la cabeza ligeramente baja mientras miraba de reojo a sus compañeros. Entre la mirada directa de Violet y la velada de Erin entendieron que aquella conversación era privada y decidieron marcharse. Cuando se quedaron solas (entre la multitud, pero solas en esa conversación), levantó un poco la mirada y arqueó una ceja. ¿Cómo dicen los famosos? Eso de que "no voy a hacer declaraciones privadas" o algo así. Rió un poco y se mordió el labio, cruzándose de brazos y mirando a otra parte. Dime que no me has echado ninguna foto, por favor. Me siento un poco ridícula con estas pintas.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
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Ya se estaba quejando de cómo iba vestido y pintada. Es verdad que no parecía Erin, pero a la vez le hacía parecer super importante. Y a ver, que lo era, ella estaba segura de que en lo suyo no habría nadie como Erin, pero con esa pinta parecía efectivamente una famosa. Violet se mordió el labio inferior sonriendo y alzó las cejas- Pues me creería que lo dijeras, ahora que eres tan importante igual te has olvidado de tus amigas de Hogwarts- Amigas. Así. Con esa palabra. Y en plural. Casi se ríe ella sola de sí misma.
Esperó a que los demás se fueran y le dijo- Y si no eres famosa aún, lo serás pronto, viendo todo lo que has hecho por los dragones- A ver, que de algo se había enterado, sobretodo si lo contaba ella. Que no le pidieran que repitiera terminología muy específica, pero de algo se había acordado-Así que por supuesto que te he hecho una foto. Subirá la calidad de la primera plana del periódico- Comentó con una risita. Notaba a la gente pasar, pero ahora solo la veía a ella, y se recreaba en que la había hecho sonreír. Dos veces. Después de casi un año sin verse. Ahora que se fijaba si que se la veía incómoda y rara en aquel atuendo, por muy guapa que estuviera. Así que se acercó a ella, mirando a los lados
-Pues podemos tener la entrevista privada... En mi hotel. Esta justo aquí al ladito. Vamos, te lavas la cara, te presto un bañador y nos vamos a la playa. Aquí aún hace calor, y siempre es mejor hablar paseando por la playa que en la cueva esa de nombre impronunciable rodeadas de dragones- Miró a los lados y tiró de la mano de Erin sacándola de la sala y ampliando su sonrisa pícara- ¿Hace cuánto que no te vas de farra con alguien que no sea un Cuernolargo Rumano o un Hébrido Negro bebé en peligro de extinción?- dijo con una risa cantarina y dirigiéndose hacia la salida.
Esperó a que los demás se fueran y le dijo- Y si no eres famosa aún, lo serás pronto, viendo todo lo que has hecho por los dragones- A ver, que de algo se había enterado, sobretodo si lo contaba ella. Que no le pidieran que repitiera terminología muy específica, pero de algo se había acordado-Así que por supuesto que te he hecho una foto. Subirá la calidad de la primera plana del periódico- Comentó con una risita. Notaba a la gente pasar, pero ahora solo la veía a ella, y se recreaba en que la había hecho sonreír. Dos veces. Después de casi un año sin verse. Ahora que se fijaba si que se la veía incómoda y rara en aquel atuendo, por muy guapa que estuviera. Así que se acercó a ella, mirando a los lados
-Pues podemos tener la entrevista privada... En mi hotel. Esta justo aquí al ladito. Vamos, te lavas la cara, te presto un bañador y nos vamos a la playa. Aquí aún hace calor, y siempre es mejor hablar paseando por la playa que en la cueva esa de nombre impronunciable rodeadas de dragones- Miró a los lados y tiró de la mano de Erin sacándola de la sala y ampliando su sonrisa pícara- ¿Hace cuánto que no te vas de farra con alguien que no sea un Cuernolargo Rumano o un Hébrido Negro bebé en peligro de extinción?- dijo con una risa cantarina y dirigiéndose hacia la salida.
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
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Rodó los ojos y negó con la cabeza mirando a otro lado con una risa muda. Sí, sus "amigas" de Hogwarts. A Violet se le olvidaba que sus niveles de popularidad eran radicalmente distintos. Que tenía algunos amigos, sí, pero si ya no eran demasiado estrechas sus relaciones en el Colegio, una vez fuera y dando tumbos de país a país, se lo podía imaginar. Violet era con diferencia con quien más hablaba de aquellos con los que compartió etapa allí.
Bajó la mirada y negó de nuevo, con una sonrisa humilde. He hecho mi trabajo. No tenía tanta importancia. Arqueó las cejas y suspiró, alzando la vista al paisaje que se veía por la ventana. Y no las tengo todas conmigo de que lo vaya a conseguir, la verdad. Creo que las valoraciones son demasiado optimistas. Erin hablando de optimismo. Y los inversores no comen del optimismo, así que... Hizo una mueca con los labios y se encogió de hombros. Espero que nos des buena prensa, a ver si eso ayuda más que mi discurso. Seguro que era más entretenida, al menos.
Abrió mucho los ojos y ya sí la miró directamente. ¿Primera plana? Volvió a soltar una carcajada muda, mirando a otro lado y echándose de nuevo el mismo mechón tras la oreja, rotando como se ruborizaba un poco. ¿Es broma, verdad? Preguntó bajito. Ella en portada de El Profeta. Tss, que va. Los grandes logros prefería dejárselos al resto de la familia, que le encantaba llenarse la boca con ellos. Ella prefería el discreto segundo plano.
La miró con los ojos entornados y los labios fruncidos, tratando de contener una sonrisita a ese plan que le estaba provocando un cosquilleo pero que, ciertamente, le apetecía mucho más que quedarse allí. Rió por el comentario sobre la cueva impronunciable. Zmajeva špilja. Dijo, como si de verdad tuviera esperanzas en que Violet se lo aprendiera. Y con la nueva pregunta se echó a reír sin remedio, tratando de disimular tímidamente su risa poniéndose la mano en la boca. Es Colacuerno Húngaro, los Rumanos son Longhorn. Aunque se han visto híbridos a veces. Estaba segura de que a Violet no le importaba lo más mínimo el matiz. Eso sí que les recordaba a su etapa de Hogwarts, solo que antes su desconocimiento la irritaba y ahora la hacía reír.
Vale, suena a buen plan. Contestó tímidamente, con una sonrisita, antes de dejarse arrastrar por la mujer hasta fuera del edificio. Miró hacia atrás y vio a Jayden alzando los hombros y las palmas de las manos con desconcierto. Erin señaló a Violet mientras salía arrastrada, con una mueca de disculpa en el rostro como quien dice "lo siento, me requieren para una entrevista", y salió con ella.
Vale, vale. Dijo entre risas, soltándose con suavidad de la mano de Violet y colocándose a su lado, mientras volvía a echarse un mechón de pelo tras la oreja. Estaba demasiado acostumbrada a llevar el pelo recogido y le ponía nerviosa notárselo en la cara... Eso, y que Violet siempre le resucitaba todos sus tics. ¿Has llegado hoy? Preguntó, mientras ambas se encaminaban al hotel. Entonces recordó algo. Oh, ¿cómo está tu hermano? ¿Y tus sobrinos? ¿No empezaba Dylan este año? Dylan era un amor. Le daba pena los motivos por los que estaba tan calladito siempre, pero... Supuso que tenía debilidad por la gente silenciosa. A pesar de... Bueno, lo bien que se llevaba precisamente con Violet, que no es que estuviera muda. Por cierto, de parte de mi sobrino Marcus, recuerdos a Alice. Aunque... Supongo que ya estarán juntos otra vez así que ya da igual. Rodó los ojos. Que no se entere de que te he dado el recado tarde. Que este verano no sé que le pasaba pero ha estado pesadísimo. Más de lo normal, quería decir. Y ya lo estaba escuchando con su vocecilla perfectona "gracias, tita, pero ya vas tarde". Quería mucho a su sobrino, pero había juntado lo mejor de sus dos padres: la imperiosa necesidad de quedar bien con todo el mundo de Arnold y las pullitas de Emma.
¿Me crees si te digo que aún no he pisado la playa para algo que no sea trabajo? Preguntó, sabiendo que la otra sabía la respuesta, mientras se rascaba el ojo inconscientemente. Y al hacerlo chistó. Oish, anda que... Ya se había corrido toda la pintura. Se frotó los dedos con fastidio. Odiaba ir tan maquillada.
Bajó la mirada y negó de nuevo, con una sonrisa humilde. He hecho mi trabajo. No tenía tanta importancia. Arqueó las cejas y suspiró, alzando la vista al paisaje que se veía por la ventana. Y no las tengo todas conmigo de que lo vaya a conseguir, la verdad. Creo que las valoraciones son demasiado optimistas. Erin hablando de optimismo. Y los inversores no comen del optimismo, así que... Hizo una mueca con los labios y se encogió de hombros. Espero que nos des buena prensa, a ver si eso ayuda más que mi discurso. Seguro que era más entretenida, al menos.
Abrió mucho los ojos y ya sí la miró directamente. ¿Primera plana? Volvió a soltar una carcajada muda, mirando a otro lado y echándose de nuevo el mismo mechón tras la oreja, rotando como se ruborizaba un poco. ¿Es broma, verdad? Preguntó bajito. Ella en portada de El Profeta. Tss, que va. Los grandes logros prefería dejárselos al resto de la familia, que le encantaba llenarse la boca con ellos. Ella prefería el discreto segundo plano.
La miró con los ojos entornados y los labios fruncidos, tratando de contener una sonrisita a ese plan que le estaba provocando un cosquilleo pero que, ciertamente, le apetecía mucho más que quedarse allí. Rió por el comentario sobre la cueva impronunciable. Zmajeva špilja. Dijo, como si de verdad tuviera esperanzas en que Violet se lo aprendiera. Y con la nueva pregunta se echó a reír sin remedio, tratando de disimular tímidamente su risa poniéndose la mano en la boca. Es Colacuerno Húngaro, los Rumanos son Longhorn. Aunque se han visto híbridos a veces. Estaba segura de que a Violet no le importaba lo más mínimo el matiz. Eso sí que les recordaba a su etapa de Hogwarts, solo que antes su desconocimiento la irritaba y ahora la hacía reír.
Vale, suena a buen plan. Contestó tímidamente, con una sonrisita, antes de dejarse arrastrar por la mujer hasta fuera del edificio. Miró hacia atrás y vio a Jayden alzando los hombros y las palmas de las manos con desconcierto. Erin señaló a Violet mientras salía arrastrada, con una mueca de disculpa en el rostro como quien dice "lo siento, me requieren para una entrevista", y salió con ella.
Vale, vale. Dijo entre risas, soltándose con suavidad de la mano de Violet y colocándose a su lado, mientras volvía a echarse un mechón de pelo tras la oreja. Estaba demasiado acostumbrada a llevar el pelo recogido y le ponía nerviosa notárselo en la cara... Eso, y que Violet siempre le resucitaba todos sus tics. ¿Has llegado hoy? Preguntó, mientras ambas se encaminaban al hotel. Entonces recordó algo. Oh, ¿cómo está tu hermano? ¿Y tus sobrinos? ¿No empezaba Dylan este año? Dylan era un amor. Le daba pena los motivos por los que estaba tan calladito siempre, pero... Supuso que tenía debilidad por la gente silenciosa. A pesar de... Bueno, lo bien que se llevaba precisamente con Violet, que no es que estuviera muda. Por cierto, de parte de mi sobrino Marcus, recuerdos a Alice. Aunque... Supongo que ya estarán juntos otra vez así que ya da igual. Rodó los ojos. Que no se entere de que te he dado el recado tarde. Que este verano no sé que le pasaba pero ha estado pesadísimo. Más de lo normal, quería decir. Y ya lo estaba escuchando con su vocecilla perfectona "gracias, tita, pero ya vas tarde". Quería mucho a su sobrino, pero había juntado lo mejor de sus dos padres: la imperiosa necesidad de quedar bien con todo el mundo de Arnold y las pullitas de Emma.
¿Me crees si te digo que aún no he pisado la playa para algo que no sea trabajo? Preguntó, sabiendo que la otra sabía la respuesta, mientras se rascaba el ojo inconscientemente. Y al hacerlo chistó. Oish, anda que... Ya se había corrido toda la pintura. Se frotó los dedos con fastidio. Odiaba ir tan maquillada.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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I'll turn and I'll see you
”
Erin, la eterna humildad. Con razón el Sombrero la había puesto en Gryffindor, porque más de un Slytherin se la hubiera comido viva. Incluyendo a su cuñada. Ugh, Emma apareció sin permiso en su cabeza e hizo que le recorriera un escalofrío. Mejor centrarse en la otra gran mujer que tenía delante- Tú siempre tan humilde, Erin O'Donnell- Sonrió ampliamente y dijo- Por supuesto que vas a ir en primera plana. Eres preciosa, y tu discurso es brillante. Si los inversores no comen de optimismo, si que comen de buena imagen o no serían inversores- dijo sujetando la puerta para que la chica saliera- Y tu jefe lo sabe o no te habría hecho vestirte de muñeca y dar esa pedazo de rueda de prensa ahí- comentó con una risa traviesa.
Sonrió al ponerse las gafas para que el sur de Croacia no atacara a sus ojos claros- Pues claro que es buen plan, yo siempre propongo buenos planes- Caminó tranquilamente al lado de ella, disfrutando de la brisa, y le enhebró el brazo al rededor del suyo- He llegado en algún momento de las últimas veinticuatro horas, pero tengo tanto jet lag que no tengo ni idea de en qué día vivo- Sonrió por la mención a su hermano, aunque no estaba la situación como para sonreír- Me encantaría decirte que mejor, que ya lo van superando, pero... no- tragó saliva y se acercó a la baranda de la playa, mirando al mar- Los suegros de mi hermano le mandaron una carta al principio de verano a mi sobrina, diciéndole que les quitarían a Dylan...- Apretó los dientes al acordarse- Bastardos. Echaron a Janet de casa en su día ¿Y ahora tienen instintos de abuelos?- tomó aire y lo soltó sonoramente, para relajarse- ¡Vaya valientes! Contra una niña de diecisiete años...- suspiró y miró a Erin- Mi hermano ya no es mi hermano... Vive encerrado con el retrato de Janet y es Gal la que se encarga absolutamente de todo... No ha querido ni ir a Francia este verano. Por eso me volví a China en agosto... y ahora he acabado aquí- dijo con media sonrisa, porque la resolución le había gustado. Luego cayó en algo y se llevó la mano a la frente- No le he mandado ni una lechuza a mi pobre Dylan para ver en qué casa ha caído. Pero apuesto que Hufflepuff, es a la que habría caído su madre. Siempre esperan que sea yo quien se las mande las cartas para saber a dónde responderme... Pero supongo que soy una tía horrible que tiene la cabeza en otra parte- Se sentía culpable, se sentía muy culpable por no saber ayudarles más. Pero eso era todo lo que sabía hacer, huir.
Frunció el ceño a lo de Marcus. ¿Que le mandaba recuerdos para Gal? ¿Será que Erin no sabía...? Bueno, claro, quizá Erin no extorsionaba a su sobrino para que le narrase sus aventuras sexuales las pocas semanas que pasaba en casa. Claro, el chaval habría estado histérico perdido, pero ya se encargaría ella de contarle cuando pudiera que Gal había pasado un verano a medio camino entre el trabajo de ama de casa y madre constante y la depresión y el miedo a que un día los Van Der Luyden aparecieran por la puerta- Vale, me haré la loca, ya sabes que se me da bien- dijo con una sonrisa. Porque barajó la posibilidad de decirle "¿De verdad no sabes lo de nuestros sobrinos?" pero casi podía oír la voz de Gal diciendo "TATA ¿CÓMO SE TE OCURRE?". Se alegró del cambio de tema a la playa y dijo- ¡Claro que me lo creo! Tú no sabes divertirte si no estoy yo cerca. Venga, no perdamos más el tiempo- y se giró para entrar en el hotel.
Una vez en la habitación tiró de Erin y la hizo sentarse en la cama, yéndose a por el desmaquillante y los algodones- Estáte quieta o lo vas a empeorar- dijo con una risa, empapando los algodones y pasándoselos por los ojos- ¿Es que no confías en mí para que te devuelva a tu estado natural?- preguntó en tono de broma. Poco a poco y bajo los algodones empezó a aparecer la auténtica Erin, y Violet tuvo que soltar una risita- La maquilladora que te haya cogido te ha pintado con ganas... Pero no sabía que te ibas a enfrentar a Violet Gallia después- Ahora sostenía su cara, mirándola hacia arriba, con una gran sonrisa, siendo la Erin que conocía de verdad. Paseó un poco el pulgar por su mejilla, porque no lo pudo evitar, y las mariposas de su estómago ya empezaron a volar. Pero quería que se dieran tiempo, tiempo de volver a encontrarse y reconectar.
Se fue hacia su armario y le lanzó un bañador rojo oscuro que tenía- Mira, y te cedo el color Gryffindor y todo- y luego sacó un negro y blanco que tenía ella, metiéndose al baño para cambiarse. Esas deferencias solo las tenía con Erin, a decir verdad, porque Violet no tenía vergüenza ninguna, pero sabía que la chica podía ser un poco pudorosa. Incluso dada su historia. Incluso aunque deseara verla así. Se puso el bañador y salió, recogiendo más o menos todo lo que calculaba que iban a necesitar en la playa y le tiró un vestido a Erin- ¡Vámonos! Estás más blanca que la pared. Necesitas playa con urgencia.
Sonrió al ponerse las gafas para que el sur de Croacia no atacara a sus ojos claros- Pues claro que es buen plan, yo siempre propongo buenos planes- Caminó tranquilamente al lado de ella, disfrutando de la brisa, y le enhebró el brazo al rededor del suyo- He llegado en algún momento de las últimas veinticuatro horas, pero tengo tanto jet lag que no tengo ni idea de en qué día vivo- Sonrió por la mención a su hermano, aunque no estaba la situación como para sonreír- Me encantaría decirte que mejor, que ya lo van superando, pero... no- tragó saliva y se acercó a la baranda de la playa, mirando al mar- Los suegros de mi hermano le mandaron una carta al principio de verano a mi sobrina, diciéndole que les quitarían a Dylan...- Apretó los dientes al acordarse- Bastardos. Echaron a Janet de casa en su día ¿Y ahora tienen instintos de abuelos?- tomó aire y lo soltó sonoramente, para relajarse- ¡Vaya valientes! Contra una niña de diecisiete años...- suspiró y miró a Erin- Mi hermano ya no es mi hermano... Vive encerrado con el retrato de Janet y es Gal la que se encarga absolutamente de todo... No ha querido ni ir a Francia este verano. Por eso me volví a China en agosto... y ahora he acabado aquí- dijo con media sonrisa, porque la resolución le había gustado. Luego cayó en algo y se llevó la mano a la frente- No le he mandado ni una lechuza a mi pobre Dylan para ver en qué casa ha caído. Pero apuesto que Hufflepuff, es a la que habría caído su madre. Siempre esperan que sea yo quien se las mande las cartas para saber a dónde responderme... Pero supongo que soy una tía horrible que tiene la cabeza en otra parte- Se sentía culpable, se sentía muy culpable por no saber ayudarles más. Pero eso era todo lo que sabía hacer, huir.
Frunció el ceño a lo de Marcus. ¿Que le mandaba recuerdos para Gal? ¿Será que Erin no sabía...? Bueno, claro, quizá Erin no extorsionaba a su sobrino para que le narrase sus aventuras sexuales las pocas semanas que pasaba en casa. Claro, el chaval habría estado histérico perdido, pero ya se encargaría ella de contarle cuando pudiera que Gal había pasado un verano a medio camino entre el trabajo de ama de casa y madre constante y la depresión y el miedo a que un día los Van Der Luyden aparecieran por la puerta- Vale, me haré la loca, ya sabes que se me da bien- dijo con una sonrisa. Porque barajó la posibilidad de decirle "¿De verdad no sabes lo de nuestros sobrinos?" pero casi podía oír la voz de Gal diciendo "TATA ¿CÓMO SE TE OCURRE?". Se alegró del cambio de tema a la playa y dijo- ¡Claro que me lo creo! Tú no sabes divertirte si no estoy yo cerca. Venga, no perdamos más el tiempo- y se giró para entrar en el hotel.
Una vez en la habitación tiró de Erin y la hizo sentarse en la cama, yéndose a por el desmaquillante y los algodones- Estáte quieta o lo vas a empeorar- dijo con una risa, empapando los algodones y pasándoselos por los ojos- ¿Es que no confías en mí para que te devuelva a tu estado natural?- preguntó en tono de broma. Poco a poco y bajo los algodones empezó a aparecer la auténtica Erin, y Violet tuvo que soltar una risita- La maquilladora que te haya cogido te ha pintado con ganas... Pero no sabía que te ibas a enfrentar a Violet Gallia después- Ahora sostenía su cara, mirándola hacia arriba, con una gran sonrisa, siendo la Erin que conocía de verdad. Paseó un poco el pulgar por su mejilla, porque no lo pudo evitar, y las mariposas de su estómago ya empezaron a volar. Pero quería que se dieran tiempo, tiempo de volver a encontrarse y reconectar.
Se fue hacia su armario y le lanzó un bañador rojo oscuro que tenía- Mira, y te cedo el color Gryffindor y todo- y luego sacó un negro y blanco que tenía ella, metiéndose al baño para cambiarse. Esas deferencias solo las tenía con Erin, a decir verdad, porque Violet no tenía vergüenza ninguna, pero sabía que la chica podía ser un poco pudorosa. Incluso dada su historia. Incluso aunque deseara verla así. Se puso el bañador y salió, recogiendo más o menos todo lo que calculaba que iban a necesitar en la playa y le tiró un vestido a Erin- ¡Vámonos! Estás más blanca que la pared. Necesitas playa con urgencia.
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
”
Miró a otro lado claramente ruborizada, disimulando mientras se tocaba el pelo y se lo ponía delante de la cara a modo de cortina, echando un poco de aire con una leve pedorreta nerviosa. Violet apareciendo por allí y diciéndole que la iba a poner en primera plana porque era preciosa. Y ya está, y se quedaba tan pancha, y a ella la dejaba como un flan. En momentos como ese era cuando quería que se la tragara la arena de aquella playa y la escupiera delante de un dragón, porque eso la ponía menos nerviosa que estar delante de Violet y su arrojo. Y, sin embargo, Violet tenía algo que ni todos los dragones del mundo tenían. Y por eso estaba ahí.
Sonrió mirando hacia arriba con inocencia y contestó a una pregunta que Violet no le había hecho. Pues es lunes 10 de septiembre y son las once de la mañana. Quizás la otra no quería saberlo, pero... En fin, no se le daba tan bien como a ella... Hablar. Agarrada de su brazo mientras caminaba, la escuchó hablar de su hermano y se centró en esa conversación. Escuchar sí sabía, y aquello merecía ser escuchado. Frunció ligeramente el ceño con tristeza. Recordaba a William Gallia del colegio, la ponía un poco nerviosa porque le daba la sensación de verle siempre a mil revoluciones por minuto y no entendía nada de lo que le decía. Pero era tan amigo de su hermano, se notaba que se querían tanto... Y Janet era una mujer tan dulce y buena... No se merecían lo que les había pasado, solo de recordarlo se entristecía de una forma que no sabía expresar.
¿Cómo? Le salió espontáneo, notando una ligera opresión en el pecho. ¿La familia de Janet quería llevarse a Dylan? ¡Pobre niño! Con lo adorable que era. ¿Cómo podían ser tan crueles? Prefirió solo callar y escuchar, porque estaba claro que Violet tenía mucho que contar y que se la llevaba la rabia por dentro. Si alguien intentara arrebatarle a su Lex o a su Marcus... No lo quería ni imaginar. Sonrió con ternura a la mujer cuando empezó a martirizarse por no haberle escrito a Dylan. No eres una tía horrible, solo... Sí, supongo que tienes la cabeza en otra parte. Se encogió de hombros. Si quieres podemos escribirle hoy, si te parece bien... Y así le añado yo algunas curiosidades sobre dragones, que sé que le gustan. Incluso podía adjuntar a la carta algunas escamitas que tenía por casa. La gente solía verlo como algo súper especial, pero no dejaba de ser el cuidado higiénico básico de un dragón. Eran reptiles grandes, pero reptiles al fin y al cabo: se les caía la piel. Sí, piel bonita. Pero piel mudada. A Dylan le gustaría, supuso. A ella le gustaba, al fin y al cabo... Aunque fuera eso, piel mudada.
Se rió un poco y luego chistó, haciéndose la ofendida. ¡Sí sé! Lo que pasa es que a ti mi diversión no te gusta. Porque su diversión consistía, básicamente, en estar tranquilita y en silencio trabajando. Abrió mucho los ojos cuando Violet tiró de ella y casi la lanzó en la cama, notando el corazón pegar un salto y mirándola como si le acabara de decir "a partir de ahora estás secuestrada". La siguió con la mirada en silencio, esperando en la cama con las manos entre las rodillas como una niña buena y vio como volvía con desmaquillante, lo que la hizo fruncir el ceño. En respuesta a su pregunta solo soltó un gruñidito. No es que no se fiara de ella en concreto, es que esas cosas no le hacían mucha gracia.
Suspiró. Creo que pocos momentos en mi vida se me han hecho más eternos. Había tardado un siglo en maquillarla, y encima regañándola porque "cerraba los ojos". ¡Pues claro! ¡Si le estaba metiendo un lápiz dentro! Lo cierto es que yo tampoco lo sabía. Respondió sonriendo. Era su tímida manera de decirle "me alegro de verte por aquí, ha sido una agradable sorpresa". Y un escalofrío la recorrió entera cuando notó la caricia en su mejilla, abriendo los ojos para mirarla. Por un momento sus miradas se cruzaron, se quedaron ahí, y... Se mojó los labios y la bajó, ligeramente avergonzada y con una sonrisita, pasándose un mechón de pelo tras la oreja.
Gracias. Susurró cuando la mujer se movió de delante suya y sintió que volvía a respirar con normalidad. Aunque voy a echarme un poco de agua. Esto pica. Una mujer que se había metido en fango hasta el cuello y todo lo que fuera cosmética le molestaba. Fue a levantarse pero, antes de hacerlo, le cayó un bañador volando encima. Rió un poco al ver que era rojo y por el comentario sobre su casa. Yo no soy tan obsesa de los colores de la Casa como mi hermano, pero es un detalle. Bromeó. Lo pesadísimo que era Arnold con tenerlo todo azul... Y entonces Violet se metió en el baño. ¿Qué hacía? ¿Se cambiaba allí en medio? Eem... ¿Y si la otra salía? Que conociéndola, seguro que lo hacía rápido. Y llevaba puesta una ropa un poco incómoda. Hizo amago de quitarse algo con un poco de inseguridad, pero se detuvo. Volvió a empezar, pero se lo pensó de nuevo otra vez. Y entonces salió Violet. ¿Ves? Menos mal, si no la pilla... Allí... Perdón, no me ha dado tiempo. Y estaba tal y como la dejó. Tomó en el aire el vestido que también le lanzó y señaló el baño, metiéndose dentro.
Ya sí, se lavó la cara, se vistió tranquilamente y salió. Pues es raro, porque paso mucho tiempo al sol. Pero con gorro. ¿Y como es que tú lo estás? Los Gallia sois blanquitos y... ¿Tomas el sol en China? Preguntó con una risita. Se acercó a la puerta y le dijo bajito a la mujer. Oye, podemos ir a un sitio tranquilo y eso. Conozco una calita cerca. Volvió a meterse un mechón de pelo tras la oreja. Vaya, se lo tenía que haber recogido. No me apetece que me vean todos en bañador. Sus compañeros de trabajo, los inversores que seguro seguían por allí, la prensa... Calores le entraban solo de pensarlo. Y así podemos... Charlar... Más tranquilas. Que tampoco sabía hasta que punto era buena idea quedarse a solas con Violet, pero... Bueno, solas solas tampoco iban a estar.
Sonrió mirando hacia arriba con inocencia y contestó a una pregunta que Violet no le había hecho. Pues es lunes 10 de septiembre y son las once de la mañana. Quizás la otra no quería saberlo, pero... En fin, no se le daba tan bien como a ella... Hablar. Agarrada de su brazo mientras caminaba, la escuchó hablar de su hermano y se centró en esa conversación. Escuchar sí sabía, y aquello merecía ser escuchado. Frunció ligeramente el ceño con tristeza. Recordaba a William Gallia del colegio, la ponía un poco nerviosa porque le daba la sensación de verle siempre a mil revoluciones por minuto y no entendía nada de lo que le decía. Pero era tan amigo de su hermano, se notaba que se querían tanto... Y Janet era una mujer tan dulce y buena... No se merecían lo que les había pasado, solo de recordarlo se entristecía de una forma que no sabía expresar.
¿Cómo? Le salió espontáneo, notando una ligera opresión en el pecho. ¿La familia de Janet quería llevarse a Dylan? ¡Pobre niño! Con lo adorable que era. ¿Cómo podían ser tan crueles? Prefirió solo callar y escuchar, porque estaba claro que Violet tenía mucho que contar y que se la llevaba la rabia por dentro. Si alguien intentara arrebatarle a su Lex o a su Marcus... No lo quería ni imaginar. Sonrió con ternura a la mujer cuando empezó a martirizarse por no haberle escrito a Dylan. No eres una tía horrible, solo... Sí, supongo que tienes la cabeza en otra parte. Se encogió de hombros. Si quieres podemos escribirle hoy, si te parece bien... Y así le añado yo algunas curiosidades sobre dragones, que sé que le gustan. Incluso podía adjuntar a la carta algunas escamitas que tenía por casa. La gente solía verlo como algo súper especial, pero no dejaba de ser el cuidado higiénico básico de un dragón. Eran reptiles grandes, pero reptiles al fin y al cabo: se les caía la piel. Sí, piel bonita. Pero piel mudada. A Dylan le gustaría, supuso. A ella le gustaba, al fin y al cabo... Aunque fuera eso, piel mudada.
Se rió un poco y luego chistó, haciéndose la ofendida. ¡Sí sé! Lo que pasa es que a ti mi diversión no te gusta. Porque su diversión consistía, básicamente, en estar tranquilita y en silencio trabajando. Abrió mucho los ojos cuando Violet tiró de ella y casi la lanzó en la cama, notando el corazón pegar un salto y mirándola como si le acabara de decir "a partir de ahora estás secuestrada". La siguió con la mirada en silencio, esperando en la cama con las manos entre las rodillas como una niña buena y vio como volvía con desmaquillante, lo que la hizo fruncir el ceño. En respuesta a su pregunta solo soltó un gruñidito. No es que no se fiara de ella en concreto, es que esas cosas no le hacían mucha gracia.
Suspiró. Creo que pocos momentos en mi vida se me han hecho más eternos. Había tardado un siglo en maquillarla, y encima regañándola porque "cerraba los ojos". ¡Pues claro! ¡Si le estaba metiendo un lápiz dentro! Lo cierto es que yo tampoco lo sabía. Respondió sonriendo. Era su tímida manera de decirle "me alegro de verte por aquí, ha sido una agradable sorpresa". Y un escalofrío la recorrió entera cuando notó la caricia en su mejilla, abriendo los ojos para mirarla. Por un momento sus miradas se cruzaron, se quedaron ahí, y... Se mojó los labios y la bajó, ligeramente avergonzada y con una sonrisita, pasándose un mechón de pelo tras la oreja.
Gracias. Susurró cuando la mujer se movió de delante suya y sintió que volvía a respirar con normalidad. Aunque voy a echarme un poco de agua. Esto pica. Una mujer que se había metido en fango hasta el cuello y todo lo que fuera cosmética le molestaba. Fue a levantarse pero, antes de hacerlo, le cayó un bañador volando encima. Rió un poco al ver que era rojo y por el comentario sobre su casa. Yo no soy tan obsesa de los colores de la Casa como mi hermano, pero es un detalle. Bromeó. Lo pesadísimo que era Arnold con tenerlo todo azul... Y entonces Violet se metió en el baño. ¿Qué hacía? ¿Se cambiaba allí en medio? Eem... ¿Y si la otra salía? Que conociéndola, seguro que lo hacía rápido. Y llevaba puesta una ropa un poco incómoda. Hizo amago de quitarse algo con un poco de inseguridad, pero se detuvo. Volvió a empezar, pero se lo pensó de nuevo otra vez. Y entonces salió Violet. ¿Ves? Menos mal, si no la pilla... Allí... Perdón, no me ha dado tiempo. Y estaba tal y como la dejó. Tomó en el aire el vestido que también le lanzó y señaló el baño, metiéndose dentro.
Ya sí, se lavó la cara, se vistió tranquilamente y salió. Pues es raro, porque paso mucho tiempo al sol. Pero con gorro. ¿Y como es que tú lo estás? Los Gallia sois blanquitos y... ¿Tomas el sol en China? Preguntó con una risita. Se acercó a la puerta y le dijo bajito a la mujer. Oye, podemos ir a un sitio tranquilo y eso. Conozco una calita cerca. Volvió a meterse un mechón de pelo tras la oreja. Vaya, se lo tenía que haber recogido. No me apetece que me vean todos en bañador. Sus compañeros de trabajo, los inversores que seguro seguían por allí, la prensa... Calores le entraban solo de pensarlo. Y así podemos... Charlar... Más tranquilas. Que tampoco sabía hasta que punto era buena idea quedarse a solas con Violet, pero... Bueno, solas solas tampoco iban a estar.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
”
Hacer reír abiertamente a Erin O'Donnell era uno de los logros que más orgullosa le hacía sentir. Y le encantaba su risa, la cautivaba. Alzó las cejas y se encogió de hombros a lo que propuso de escribir a Dylan y dijo- ¿Ves? Hasta tú eres mejor tía para Dylan que yo. Pero sí, cuando volvamos de la playa le escribo, y si encima le escribes cosas de dragones le vas a hacer feliz- su semblante se tornó un poco triste- A veces me cuesta conectar con él... Porque es igual de Janet, al menos en lo que respecta al carácter. Y luego con eso de que no habla y yo no callo pues... Pero le quiero muchísimo. Solo espero que él lo sepa- Y sí, porque su sobrino tenía esa antena emocional que tenía Janet también que le encantaba y le desesperaba a partes iguales porque no podía uno guardar un secreto a su al rededor.
Tuvo que ampliar la sonrisa cuando Erin dejó caer que no la esperaba por allí. Nunca se esperaban la una a la otra. Era su trato no verbal, no exigirse nada. Era bonito y la vez un poco triste. Eran libres, eran felices así, pero Violet también se hubiera sorprendido de ver a Erin acudir a ningún sitio en el que ella estuviera espontáneamente, y eso era un poco triste. Sobretodo cuando ella estaba dispuesta a aparecerse siete veces en un día y pasar todas las aduanas del mundo con tal de estar donde ella estaba. Suspiró un poco, sin borrar la sonrisa- La ventaja de llevar siendo reportera tantos años es que puedo elegir entre distintos reportajes. Y un reportaje que implique ver a Erin O'Donnell siempre me va a interesar más que ningún otro- terminó, ladeando la sonrisa.
Tuvo que soltar una carcajada cuando Erin se metió al baño a cambiarse. Lo que había que ver, o más bien, no ver. Esperó, tirada en la cama mirando al techo y frotándose los ojos. En verdad estaba agotada, con el horario patas arriba y no sabía bien por qué, especialmente filosófica, pero no iba a desperdiciar la oportunidad de estar con su persona favorita en el mundo. Se incorporó cuando Erin salió del baño y se dirigió a la puerta con ella- ¡Ja! Pero si estás todo el día metida en la cueva con los bichillos- Puso cara astuta y alzó las cejas- No te imaginas lo escrupulosos que son los chinos con la privacidad. Dentro de tu casa no te va a ver nadie que no quieras que te vea. Así que he aprovechado para tomar el sol desnuda, con la humedad que hay allí te dan ganas de arrancarte hasta la piel, todo estorba- Esa era Violet Gallia, aprovechando sus tardes en uno de los países más interesantes del mundo en tomar el sol desnuda en su casa.
Siguió a Erin fuera del hotel de nuevo y sonrió- Volviendo a los tiempos de Hogwarts eh- dijo picándole en el costado- No quieres que la gente respetable te vea codearte con el desastre Gallia- dijo imitando el tono de su prefecta y, a la sazón, cuñada de Erin. Luego se echó a reír- Es broma, me encanta estar a solas contigo. Y si es en una paradisíaca cala escondida de Split, me parece aún mejor- señaló el espacio ante ellas y dijo- Guíe el camino, señorita O'Donnell, y mientras yo sí pueda verla en bañador- dijo guiñando un ojo- Me apunto a lo que sea- levantó el dedo índice- Menos a limpiar excrementos de dragones, eso no, gracias.
Tuvo que ampliar la sonrisa cuando Erin dejó caer que no la esperaba por allí. Nunca se esperaban la una a la otra. Era su trato no verbal, no exigirse nada. Era bonito y la vez un poco triste. Eran libres, eran felices así, pero Violet también se hubiera sorprendido de ver a Erin acudir a ningún sitio en el que ella estuviera espontáneamente, y eso era un poco triste. Sobretodo cuando ella estaba dispuesta a aparecerse siete veces en un día y pasar todas las aduanas del mundo con tal de estar donde ella estaba. Suspiró un poco, sin borrar la sonrisa- La ventaja de llevar siendo reportera tantos años es que puedo elegir entre distintos reportajes. Y un reportaje que implique ver a Erin O'Donnell siempre me va a interesar más que ningún otro- terminó, ladeando la sonrisa.
Tuvo que soltar una carcajada cuando Erin se metió al baño a cambiarse. Lo que había que ver, o más bien, no ver. Esperó, tirada en la cama mirando al techo y frotándose los ojos. En verdad estaba agotada, con el horario patas arriba y no sabía bien por qué, especialmente filosófica, pero no iba a desperdiciar la oportunidad de estar con su persona favorita en el mundo. Se incorporó cuando Erin salió del baño y se dirigió a la puerta con ella- ¡Ja! Pero si estás todo el día metida en la cueva con los bichillos- Puso cara astuta y alzó las cejas- No te imaginas lo escrupulosos que son los chinos con la privacidad. Dentro de tu casa no te va a ver nadie que no quieras que te vea. Así que he aprovechado para tomar el sol desnuda, con la humedad que hay allí te dan ganas de arrancarte hasta la piel, todo estorba- Esa era Violet Gallia, aprovechando sus tardes en uno de los países más interesantes del mundo en tomar el sol desnuda en su casa.
Siguió a Erin fuera del hotel de nuevo y sonrió- Volviendo a los tiempos de Hogwarts eh- dijo picándole en el costado- No quieres que la gente respetable te vea codearte con el desastre Gallia- dijo imitando el tono de su prefecta y, a la sazón, cuñada de Erin. Luego se echó a reír- Es broma, me encanta estar a solas contigo. Y si es en una paradisíaca cala escondida de Split, me parece aún mejor- señaló el espacio ante ellas y dijo- Guíe el camino, señorita O'Donnell, y mientras yo sí pueda verla en bañador- dijo guiñando un ojo- Me apunto a lo que sea- levantó el dedo índice- Menos a limpiar excrementos de dragones, eso no, gracias.
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
”
Miró a Violet y sonrió con ternura. Seguro que lo sabe. Contestó con suavidad. ¿De verdad no se te da bien hablar con personas calladas? Preguntó, y una risita salió de entre sus labios. No era muy habitual en ella hacer bromitas con doble sentido y cuando las hacía casi siempre se reía de la pura vergüenza. Bajó la mirada, carraspeó un poquito y recondujo el tema. Además, Janet tenía una sensibilidad especial... Entendía a la gente. Recordaba perfectamente la primera vez que la vio, días después del nacimiento de Marcus, y lo que le dijo. Era imposible olvidar a Janet. Si ha salido a ella... Lo sabrá. Seguro.
Negó con la cabeza y se tuvo que reír. Pues no sé yo si va a haber muchos de esos. Comentó, frotándose un poco el brazo. Cada vez que pienso que he hablado para la prensa... No me lo recuerdes. De verdad que le entraban escalofríos. Con lo poco que le gustaba a ella ser el foco de atención. Aun así, cuando le dijo que se pasaba el día metida en una cueva frunció el ceño, aunque sin poder evitar una sonrisa. ¡No es verdad! Era en gran parte verdad. Es que es mi trabajo. Ahora tocaba excusarse.
La escuchaba con su curiosidad habitual cuando Violet hablaba, asintiendo y pensando que, si realmente los chinos eran así, se llevaría bien con ellos. O no se llevarían pero al menos no se invadirían el espacio. Pero cuando dijo así a bocajarro que tomaba el sol desnuda le entró tal inquietud absurda que empezó a mirar inquieta a todas partes, como si acabara de ocurrir algo súper incómodo delante de ella y tuviera que disimular. Cuando pareció que había terminado, hizo como que no había escuchado eso último y lanzó un comentario como para demostrar que la había escuchado. Quizás mi lugar esté en China. Quizás eso había sonado raro, ¿no? Teniendo en cuenta que ella estaba allí... Y lo que acababa de contar... Que había intentado ignorarlo pero eso no quería decir que no existiera. Osea, por lo de la privacidad, digo. Que aquí no es que sean muy invasivos, pero... Bueno, en fin, eso. Mejor dejaba el tema.
Ay. Se quejó cuando le picó el costado, al principio con el ceño fruncido pero luego sin poder evitar sonreír, como con todo lo que hacía Violet. Podía sentirse orgullosa de ser la única que conseguía esas reacciones, a otro a lo mejor le hubiera mordido el dedo. No seas tonta, no es eso. Suspiró, rodando los ojos, aunque esa especie de imitación de Emma le hizo un poquito de gracia. Se tapó la boca con una mano para poder reír, como si hubiera alguien de su familia por allí que fuera a echarle en cara que se riera de su cuñada.
Se ruborizó otra vez, rodando los ojos con una sonrisilla ladeada cuando dijo lo de verla en bañador. Oh, pues qué lástima, porque la cala a la que pensaba ir es comúnmente conocida por ser el aseo de los dragones. Rio un poquito. Es broma. Pero no descarto que veamos pasar alguno. Ya sabes, las criaturas están más cómodas cuanto menos humanos haya cerca. Como yo. Salieron del hotel y pusieron rumbo a la playa. No estaba demasiado lejos, apenas a menos de un kilómetro y bajando unas escaleritas. Al llegar, vieron a un par de parejas cada una en una punta de la cala, lo que le daba un aspecto de prácticamente desierta. Hemos llegado. Anunció prudentemente, mirando al mar. ¿Te gusta? Estiró el brazo y señaló al horizonte. ¿Ves esa especie de sombra de allí? Es una pequeña colina. Debajo, está Zmajeva špilja. Así que, en cierto modo... Vamos a estar descansando en un lugar con vistas a mi trabajo. Rio un poco y soltó la toalla en el suelo.
Empezó a tocarse el bajo del vestido, mirando a Violet de reojo, y también un poco a su alrededor. Lo que estaba pensando, teniendo en cuenta el historial que tenían, era una soberana estupidez. Pero a Erin siempre le resultaba violento, en líneas generales, el momento de desprenderse de la ropa y quedarse en bañador. Con Violet... No era violento la palabra, pero era... Raro. Le traía algunos recuerdos que no era buena idea rememorar en público si no quería ponerse más roja que su bañador. Tras un par de amagos un poco absurdos, se sacó el vestido un poco bruscamente, como quien se quita una tirita, para pasar por el trago lo más rápido posible. Sonrió tímidamente a la otra y, aún con el vestido hecho una bola entre las manos, se sentó en la toalla. Entonces... ¿Has estado todo este tiempo en China? Otra vez al tema de China. Desde luego que a Erin no se le daba nada bien sacar conversación.
Negó con la cabeza y se tuvo que reír. Pues no sé yo si va a haber muchos de esos. Comentó, frotándose un poco el brazo. Cada vez que pienso que he hablado para la prensa... No me lo recuerdes. De verdad que le entraban escalofríos. Con lo poco que le gustaba a ella ser el foco de atención. Aun así, cuando le dijo que se pasaba el día metida en una cueva frunció el ceño, aunque sin poder evitar una sonrisa. ¡No es verdad! Era en gran parte verdad. Es que es mi trabajo. Ahora tocaba excusarse.
La escuchaba con su curiosidad habitual cuando Violet hablaba, asintiendo y pensando que, si realmente los chinos eran así, se llevaría bien con ellos. O no se llevarían pero al menos no se invadirían el espacio. Pero cuando dijo así a bocajarro que tomaba el sol desnuda le entró tal inquietud absurda que empezó a mirar inquieta a todas partes, como si acabara de ocurrir algo súper incómodo delante de ella y tuviera que disimular. Cuando pareció que había terminado, hizo como que no había escuchado eso último y lanzó un comentario como para demostrar que la había escuchado. Quizás mi lugar esté en China. Quizás eso había sonado raro, ¿no? Teniendo en cuenta que ella estaba allí... Y lo que acababa de contar... Que había intentado ignorarlo pero eso no quería decir que no existiera. Osea, por lo de la privacidad, digo. Que aquí no es que sean muy invasivos, pero... Bueno, en fin, eso. Mejor dejaba el tema.
Ay. Se quejó cuando le picó el costado, al principio con el ceño fruncido pero luego sin poder evitar sonreír, como con todo lo que hacía Violet. Podía sentirse orgullosa de ser la única que conseguía esas reacciones, a otro a lo mejor le hubiera mordido el dedo. No seas tonta, no es eso. Suspiró, rodando los ojos, aunque esa especie de imitación de Emma le hizo un poquito de gracia. Se tapó la boca con una mano para poder reír, como si hubiera alguien de su familia por allí que fuera a echarle en cara que se riera de su cuñada.
Se ruborizó otra vez, rodando los ojos con una sonrisilla ladeada cuando dijo lo de verla en bañador. Oh, pues qué lástima, porque la cala a la que pensaba ir es comúnmente conocida por ser el aseo de los dragones. Rio un poquito. Es broma. Pero no descarto que veamos pasar alguno. Ya sabes, las criaturas están más cómodas cuanto menos humanos haya cerca. Como yo. Salieron del hotel y pusieron rumbo a la playa. No estaba demasiado lejos, apenas a menos de un kilómetro y bajando unas escaleritas. Al llegar, vieron a un par de parejas cada una en una punta de la cala, lo que le daba un aspecto de prácticamente desierta. Hemos llegado. Anunció prudentemente, mirando al mar. ¿Te gusta? Estiró el brazo y señaló al horizonte. ¿Ves esa especie de sombra de allí? Es una pequeña colina. Debajo, está Zmajeva špilja. Así que, en cierto modo... Vamos a estar descansando en un lugar con vistas a mi trabajo. Rio un poco y soltó la toalla en el suelo.
Empezó a tocarse el bajo del vestido, mirando a Violet de reojo, y también un poco a su alrededor. Lo que estaba pensando, teniendo en cuenta el historial que tenían, era una soberana estupidez. Pero a Erin siempre le resultaba violento, en líneas generales, el momento de desprenderse de la ropa y quedarse en bañador. Con Violet... No era violento la palabra, pero era... Raro. Le traía algunos recuerdos que no era buena idea rememorar en público si no quería ponerse más roja que su bañador. Tras un par de amagos un poco absurdos, se sacó el vestido un poco bruscamente, como quien se quita una tirita, para pasar por el trago lo más rápido posible. Sonrió tímidamente a la otra y, aún con el vestido hecho una bola entre las manos, se sentó en la toalla. Entonces... ¿Has estado todo este tiempo en China? Otra vez al tema de China. Desde luego que a Erin no se le daba nada bien sacar conversación.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
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Suspiró y miró a Erin. Siempre intentaba hacerla sentir mejor, justo lo contrario que su madre y la mayoría de la gente. Que aquello no era vida, que no tenia hogar, que acabaría por no saber a dónde volver. ¡Ja! Ilusos. Ella volvería a Erin, siempre. Porque le encantaban sus palabras escuetas pero llenas de significado, sus ojitos verdes, todas las pecas de su piel. Cómo se reía y se quejaba al picarle las costillas. Parpadeó muy rápido y se acercó a ella. – ¿Eso crees? Recuerda que de momento solo te he hecho las fotos, pelirroja. Verás cuando escriba el artículo y escriba que eres el futuro de la draconología y la preservación de criaturas mágicas. – Se echó a reír y la siguió de camino a la mencionada cala.
Y si le satisfacía hacer reír a Erin, hacerla sacar su lado bromista ya no tenía palabras. Se rio abiertamente de la broma y alzó una ceja. – ¿A los dragones? ¿Eres animaga y por las noches eres dragón o algo así? – Se cruzó de brazos y se puso las gafas de sol, mirando hacia el mar. – Bueno, no, me habría dado cuenta alguna vez. – Ah sí, le encantaba tirarle pullitas que sabía que la pondrían nerviosa. Y se había prometido a sí misma darle su espacio a la mujer, y no entrar a saco, pero cuanto más tiempo la veía y pasaba con ella, más se daba cuenta de cuánto la había echado de menos.
Llegaron a la mencionada cala, que la verdad era muy escondida, muy privada y no ayudaba a controlar las ideas de Vivi respecto a la mujer que tenía al lado. Dejó las cosas en el suelo y se quitó el vestido (y se hubiera quitado el bañador, pero ya estaba Erin suficientemente tensa como para ponerla más aún) Miró hacia donde le señalaba y arrugó la nariz- Ugh, vistas al trabajo, trabajo, trabajo… ¿Es que no sales nunca? Tus dragones pueden vivir sin ti un par de días ¿No crees? – Tiró de la mano de la chica hacia el agua. – Y no soy tan interesante como un dragón, pero… – Se pegó a ella y la agarró de la cintura, acercándose a su rostro. – Vamos, señorita O’Donnel… Viva el momento. – Se sentó a su lado y le acarició el pelo mirándola con ternura. – En China mayormente, pero voy a donde me llaman. Aunque Pekín es un sitio genial, muy interesante, salen unas fotos geniales, y hay muuuuchos dragones. – Entornó los ojos y se rio. – ¡Dios! Si casi son una religión. En el año nuevo sacan un montón de cometas con forma de dragones rojos. – Se inclinó hacia ella y le dio un toque en la nariz. – Parece hecho para ti. – Y habría tantas cosas que quizá no lo estaban pero ella estaba dispuesta a cambiarlas para que a Erin le gustaran o pensara que estaban hechas para ella.
Prefirió no pensarlo más e hizo lo único que sabía hacer Violet Gallia cuando no quería darle vueltas a la cabeza: hacer el loco, así que cogió la mano de Erin, y tiró de ella corriendo hacia el agua, hasta que les cubrió hasta la cintura y se lanzó sobre ella, sumergiéndose ambas. Volvió a sacar la cabeza y la miró riéndose. De repente, era como si solo estuviera Erin, el agua turquesa de Croacia y sus nombres impronunciables, y sus manos buscándola de nuevo bajo el agua. – Si fuera una sirena… ¿Dejarías de pensar en el trabajo y vendrías a cuidar de mí en mi hábitat natural? – Le pasó lentamente el pelo mojado hacia la espalda. – ¿Nadarías conmigo? ¿Hablarías de mí con la misma pasión que hablas de tus dragones?
Y si le satisfacía hacer reír a Erin, hacerla sacar su lado bromista ya no tenía palabras. Se rio abiertamente de la broma y alzó una ceja. – ¿A los dragones? ¿Eres animaga y por las noches eres dragón o algo así? – Se cruzó de brazos y se puso las gafas de sol, mirando hacia el mar. – Bueno, no, me habría dado cuenta alguna vez. – Ah sí, le encantaba tirarle pullitas que sabía que la pondrían nerviosa. Y se había prometido a sí misma darle su espacio a la mujer, y no entrar a saco, pero cuanto más tiempo la veía y pasaba con ella, más se daba cuenta de cuánto la había echado de menos.
Llegaron a la mencionada cala, que la verdad era muy escondida, muy privada y no ayudaba a controlar las ideas de Vivi respecto a la mujer que tenía al lado. Dejó las cosas en el suelo y se quitó el vestido (y se hubiera quitado el bañador, pero ya estaba Erin suficientemente tensa como para ponerla más aún) Miró hacia donde le señalaba y arrugó la nariz- Ugh, vistas al trabajo, trabajo, trabajo… ¿Es que no sales nunca? Tus dragones pueden vivir sin ti un par de días ¿No crees? – Tiró de la mano de la chica hacia el agua. – Y no soy tan interesante como un dragón, pero… – Se pegó a ella y la agarró de la cintura, acercándose a su rostro. – Vamos, señorita O’Donnel… Viva el momento. – Se sentó a su lado y le acarició el pelo mirándola con ternura. – En China mayormente, pero voy a donde me llaman. Aunque Pekín es un sitio genial, muy interesante, salen unas fotos geniales, y hay muuuuchos dragones. – Entornó los ojos y se rio. – ¡Dios! Si casi son una religión. En el año nuevo sacan un montón de cometas con forma de dragones rojos. – Se inclinó hacia ella y le dio un toque en la nariz. – Parece hecho para ti. – Y habría tantas cosas que quizá no lo estaban pero ella estaba dispuesta a cambiarlas para que a Erin le gustaran o pensara que estaban hechas para ella.
Prefirió no pensarlo más e hizo lo único que sabía hacer Violet Gallia cuando no quería darle vueltas a la cabeza: hacer el loco, así que cogió la mano de Erin, y tiró de ella corriendo hacia el agua, hasta que les cubrió hasta la cintura y se lanzó sobre ella, sumergiéndose ambas. Volvió a sacar la cabeza y la miró riéndose. De repente, era como si solo estuviera Erin, el agua turquesa de Croacia y sus nombres impronunciables, y sus manos buscándola de nuevo bajo el agua. – Si fuera una sirena… ¿Dejarías de pensar en el trabajo y vendrías a cuidar de mí en mi hábitat natural? – Le pasó lentamente el pelo mojado hacia la espalda. – ¿Nadarías conmigo? ¿Hablarías de mí con la misma pasión que hablas de tus dragones?
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
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La miró súbitamente con las mejillas encendidas. - Que... - Empezó con voz temblorosa. Pero era Violet, seguro que era broma. Entornó los ojos a otra parte y se llevó un mechón de pelo tras la oreja. - Anda... No seas exagerada... - Dijo bajito y avergonzada. El futuro de la draconología. Ella. Desde su humilde cuevecita. Seguro que sí.
Se tuvo que reír con eso, le hizo mucha gracia, aunque por supuesto no pasó por alto el tirito de que ella se habría dado cuenta, lo cual le hizo ruborizarse de nuevo. - Ojalá lo fuera. De hecho, lo he intentado. - Eso había sonado un poco tonto. Se encogió de hombros con una expresión dulce. - De pequeña, quiero decir... Decía, si hay gente que se puede transformar en animales, a mí que me gustan tanto... Pero al parecer hacían falta ciertos dones y competencias que yo no tengo. Y que mi padre no podía conseguirme en su taller, ni mi madre en sus libros, por más que se lo pidiera. - Rio un tanto avergonzada, pero su risa se potenció un poco más recordando una anécdota. - Oh, aunque ahora que lo recuerdo... El año antes de que tú llegaras a Hogwarts, me fui un día con mi hermano a la biblioteca. - Rodó los ojos y empezó a imitar la vocecilla de Arnold "don perfecto" en cuarto, ya postulándose para ser prefecto. Parecía que ensayaba cada día. - "No, Erin, no es tan fácil, y tienes que esperar al año que viene para aprender los preceptos de la animagia, y el Ministerio te vigila, necesitas un permiso especial, y podría salir muy mal y hacerte daño". - Negó con la cabeza, pero volvió a reír. - Pero para algo tenía al angelito malo de William hablando por debajo de él. "Yo creo que podría hacerlo, ¿y si duerme una noche en los terrenos? ¿Y si se hace amiga de todas las criaturas de Hogwarts? ¿Y si le dejo yo mis libros? ¡Ya sé, la colamos en clase! ¡No pasa nada, es una clase! ¿Desde cuando es malo ir a clase?" - Le dio la risa, tapándose un poco la boca con una mano. - Tu hermano siempre fue muy divertido. Solo que hablaba tan rápido que no me daba tiempo a enterarme de lo que decía. - Ladeó la cabeza de un lado a otro. - Al principio quise aliarme con él, sentí que me entendía mejor que mi propio hermano... Luego empezó a decir tantas locuras que me dio miedo y cambié de idea. Solo sirvió para escuchar a Arnold decirme mil veces "¿lo ves? ¿lo ves?" - Volvió a imitarle. Pero lo cierto es que tenía muchos recuerdos felices en Hogwarts, la mayoría en soledad con sus criaturas, o junto a Vivi. Pero a veces hasta aparecían otras personas en sus anécdotas.
Se encogió de hombros, mirando hacia la isla. - Es que si salgo hay agua. - Dijo con obviedad. En cualquier otro sería un chiste malísimo. En Erin iba hasta en serio. Erin y su reducida capacidad para leer entre líneas a veces. Pero entonces la otra tiró de su mano y ella abrió mucho los ojos, intentando inútilmente frenarse con los talones. - Aay Vivi, no, que está muy fría. - Si no tenía más remedio que meterse por trabajo, se metía, pero estando allí tranquilamente, qué necesidad. Pero entonces se pegó a su cuerpo y ella contuvo la respiración, mirándola tan cerca. Violet y su descaro, en mitad de una playa, poniéndola a ella como un auténtico flan.
Pero se detuvo, separándose con toda la normalidad del mundo, aunque en lo que Vivi hablaba Erin aún trataba de reacomodar su cerebro después del momento de cercanía que habían tenido. Volvió a echarse un mechón de pelo tras la oreja y la escuchó, tratando de poner una sonrisa de interés, que se convirtió realmente en una sonrisa de genuino interés cuando captó la temática. - Oh, sí que son una religión, de hecho. - Dijo recomponiendo una postura más didáctica. - Forman parte de su mitología. Además, tienen la creencia de q... - Pero Vivi no estaba en esas. Espabila, Erin. Es que se ponían a hablar de dragones y entraba en charla formativa, daba igual el contexto. El toquecito en la nariz la interrumpió, volvió a subirle los colores y la hizo sonreír y agachar la cabeza como una niña tímida. Hecha para ella... Sí...
- Si... Quieres, si vas a seguir allí viviendo, un día puedo darte nociones bas... - Que no, que Vivi no estaba en esas. Ahora lo que la interrumpió fue ella tirando hacia el agua de Erin otra vez, y la pelirroja haciendo inútiles intentos por resistirse. - No no no no no que está helada, que te vas a arrepentir. - Claro, Vivi se iba a arrepentir, seguramente. Ya tuvo que contener la respiración cuando el agua le cubrió directamente hasta la cintura. - ¡Viv...! - Pero no le dio tiempo ni a quejarse, porque de repente se vio sumergida bajo el agua, con la otra chica prácticamente encima de ella. Salió medio tosiendo porque había tragado agua, pero nada más abrir los ojos no atinó ni a quejarse. Violet estaba muy cerca de ella, tocando su pelo, y ahí estaba Erin, quedándose sin palabras una vez más, notando como las piernas le temblaban y como la miraba casi hipnotizaba. Boqueó un par de veces tras sus preguntas, con el corazón latiendo más acelerado de la cuenta. Parecía idiota. Tragó saliva. - Pues... - Dijo más bajito, bajando un poco la mirada. - Supongo... Que... - Intentó alzar los ojos hacia ella, con media sonrisa, pero los bajó de nuevo con timidez. - Intentaría... Buscar alguna cueva, bajo el mar... En la que tener la excusa de que estoy... Trabajando, supongo. Y algún remedio para poder vivir allí... Aunque... Aparentemente no sea viable, dada mi condición... De ser humano, y eso. - La miró con los ojitos entornados hacia arriba, sin perder la prudencia. - Y así... Podría verte todos los días. -
Se tuvo que reír con eso, le hizo mucha gracia, aunque por supuesto no pasó por alto el tirito de que ella se habría dado cuenta, lo cual le hizo ruborizarse de nuevo. - Ojalá lo fuera. De hecho, lo he intentado. - Eso había sonado un poco tonto. Se encogió de hombros con una expresión dulce. - De pequeña, quiero decir... Decía, si hay gente que se puede transformar en animales, a mí que me gustan tanto... Pero al parecer hacían falta ciertos dones y competencias que yo no tengo. Y que mi padre no podía conseguirme en su taller, ni mi madre en sus libros, por más que se lo pidiera. - Rio un tanto avergonzada, pero su risa se potenció un poco más recordando una anécdota. - Oh, aunque ahora que lo recuerdo... El año antes de que tú llegaras a Hogwarts, me fui un día con mi hermano a la biblioteca. - Rodó los ojos y empezó a imitar la vocecilla de Arnold "don perfecto" en cuarto, ya postulándose para ser prefecto. Parecía que ensayaba cada día. - "No, Erin, no es tan fácil, y tienes que esperar al año que viene para aprender los preceptos de la animagia, y el Ministerio te vigila, necesitas un permiso especial, y podría salir muy mal y hacerte daño". - Negó con la cabeza, pero volvió a reír. - Pero para algo tenía al angelito malo de William hablando por debajo de él. "Yo creo que podría hacerlo, ¿y si duerme una noche en los terrenos? ¿Y si se hace amiga de todas las criaturas de Hogwarts? ¿Y si le dejo yo mis libros? ¡Ya sé, la colamos en clase! ¡No pasa nada, es una clase! ¿Desde cuando es malo ir a clase?" - Le dio la risa, tapándose un poco la boca con una mano. - Tu hermano siempre fue muy divertido. Solo que hablaba tan rápido que no me daba tiempo a enterarme de lo que decía. - Ladeó la cabeza de un lado a otro. - Al principio quise aliarme con él, sentí que me entendía mejor que mi propio hermano... Luego empezó a decir tantas locuras que me dio miedo y cambié de idea. Solo sirvió para escuchar a Arnold decirme mil veces "¿lo ves? ¿lo ves?" - Volvió a imitarle. Pero lo cierto es que tenía muchos recuerdos felices en Hogwarts, la mayoría en soledad con sus criaturas, o junto a Vivi. Pero a veces hasta aparecían otras personas en sus anécdotas.
Se encogió de hombros, mirando hacia la isla. - Es que si salgo hay agua. - Dijo con obviedad. En cualquier otro sería un chiste malísimo. En Erin iba hasta en serio. Erin y su reducida capacidad para leer entre líneas a veces. Pero entonces la otra tiró de su mano y ella abrió mucho los ojos, intentando inútilmente frenarse con los talones. - Aay Vivi, no, que está muy fría. - Si no tenía más remedio que meterse por trabajo, se metía, pero estando allí tranquilamente, qué necesidad. Pero entonces se pegó a su cuerpo y ella contuvo la respiración, mirándola tan cerca. Violet y su descaro, en mitad de una playa, poniéndola a ella como un auténtico flan.
Pero se detuvo, separándose con toda la normalidad del mundo, aunque en lo que Vivi hablaba Erin aún trataba de reacomodar su cerebro después del momento de cercanía que habían tenido. Volvió a echarse un mechón de pelo tras la oreja y la escuchó, tratando de poner una sonrisa de interés, que se convirtió realmente en una sonrisa de genuino interés cuando captó la temática. - Oh, sí que son una religión, de hecho. - Dijo recomponiendo una postura más didáctica. - Forman parte de su mitología. Además, tienen la creencia de q... - Pero Vivi no estaba en esas. Espabila, Erin. Es que se ponían a hablar de dragones y entraba en charla formativa, daba igual el contexto. El toquecito en la nariz la interrumpió, volvió a subirle los colores y la hizo sonreír y agachar la cabeza como una niña tímida. Hecha para ella... Sí...
- Si... Quieres, si vas a seguir allí viviendo, un día puedo darte nociones bas... - Que no, que Vivi no estaba en esas. Ahora lo que la interrumpió fue ella tirando hacia el agua de Erin otra vez, y la pelirroja haciendo inútiles intentos por resistirse. - No no no no no que está helada, que te vas a arrepentir. - Claro, Vivi se iba a arrepentir, seguramente. Ya tuvo que contener la respiración cuando el agua le cubrió directamente hasta la cintura. - ¡Viv...! - Pero no le dio tiempo ni a quejarse, porque de repente se vio sumergida bajo el agua, con la otra chica prácticamente encima de ella. Salió medio tosiendo porque había tragado agua, pero nada más abrir los ojos no atinó ni a quejarse. Violet estaba muy cerca de ella, tocando su pelo, y ahí estaba Erin, quedándose sin palabras una vez más, notando como las piernas le temblaban y como la miraba casi hipnotizaba. Boqueó un par de veces tras sus preguntas, con el corazón latiendo más acelerado de la cuenta. Parecía idiota. Tragó saliva. - Pues... - Dijo más bajito, bajando un poco la mirada. - Supongo... Que... - Intentó alzar los ojos hacia ella, con media sonrisa, pero los bajó de nuevo con timidez. - Intentaría... Buscar alguna cueva, bajo el mar... En la que tener la excusa de que estoy... Trabajando, supongo. Y algún remedio para poder vivir allí... Aunque... Aparentemente no sea viable, dada mi condición... De ser humano, y eso. - La miró con los ojitos entornados hacia arriba, sin perder la prudencia. - Y así... Podría verte todos los días. -
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
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Tuvo que reír con dulzura. Aquella chica era tan sincera, tan tierna, sabía cómo volverla loca. Hablando con esa tranquilidad de que quería ser animaga, siendo tan tierna, tan experta en sus cosas. Se acercó a ella y llevó las dos manos a su pelo, mirándolo con adoración y acariciándolo. – Oh mi pobre O'Donnell junior, con lo monísima que habrías sido siendo un ardillita curiosa. – La miró alzando una ceja. – ¿Qué? es lo que te pega, con lo rojiza que eres. – Le puso las manos en la cintura y la balanceó de un lado a otro. – ¿Papaíto alquimista no quiso transmutarte y convertirte en una quimera? Hubieras sido preciosa igualmente. Con esos ojazos verdes con los que miras todo, sin decir ni una palabra. – Se echó a reír. Sí, hubiera sido preciosa igualmente y a ella la hubiera seguido dejando anonadada, y la hubiera seguido siguiendo a todas partes. Le hizo mucha gracia la imitación de Arnold. Sí, siempre había sido así, y, realmente, ambas habían pasado mucho la mano con el hermano de la otra. Erin se había apoyado en William cada vez que quería hacer algo que se salía un pelín de la norma y Vivi había tragado con Arnold santurronadas que a ningún otro le había tolerado. Sonrió y miró a la pelirroja. – Siempre hemos hecho muy buen equipo, los dos O'Donnell y los dos Gallia. Ahora el equipos se ha visto reducido a Marcus y Alice, pero dale tiempo a Dylan, en verdad es un diablillo como pocos. – Volvió a sentir el remordimiento por haberse olvidado de escribir a Dylan y, ahora que mencionaba a Marcus, de preguntarle a su sobrina qué tal iba ese asunto en concreto.
Pero claro, teniendo a Erin, en bañador, aunque se estuviera haciendo la difícil para bañarse, ¿quién podía pensar en otra cosa? La había echado de menos, siempre lo hacía, pero cada vez que la encontraba, según iban pasando los años era más y más... Los dragones solo eran una excusa, una excusa perfecta para atraerla a donde fuera que ella estuviera. – Sabes que soy un poco zoquete para estas cosas. – Dijo metiéndose un poco más en el agua y alargando una mano hacia Erin, para que se acercara a ella en el agua. – Vas a tener que cogerte unas vacaciones por primera vez en tu vida y venir a China... A estudiar los dragones claro. Ya estoy viendo el reportaje. – Dijo alzando la cara al cielo y los ojos brillantes. – Joven y emprendedora draconóloga en la selva de Yanoda. – Le enfocó y dijo. – Las mejores fotos que te han hecho en tu vida. Y allí no solo hay dragones, hay de todo, y está a dos días a pie para los muggles, no hay carreteras ni nada. Es un paraíso. – Se acercó otra vez, con la ceja alzada. – Seríamos tú, yo, mi cámara, los dragones y un montón de bichos de selva que cualquier otro odiaría pero que tú amarías. – No sabía qué le estaba proponiendo exactamente. Le encantaría tenerlo más claro. Pero es que desde que la había visto en esa sala de prensa se había dado cuenta de cuantísima falta le hacía tener a Erin cerca. Se estaba ablandando y atontando con los años.
Había hecho caso omiso de las súplicas de la otra y ahora no se arrepentía para nada, porque tenía una Erin mojada, bajo el agua, y con una excusa perfecta para estar muy pegadita a ella. Y le estaba siguiendo el rollo. Eran ya muchos años haciendo el tonto, y sabía cuándo la estaba provocando y ella respondía. Quizá también la había echado de menos. Vivi asintió con la cabeza y sacó los morrillos, siguiéndole el rollo. – Oh, sí, ya lo estoy viendo, con branquiálagas todo el día por tal de ver cómo me comporto o como me cambian las escamas con la transición del invierno a la primavera. – Dijo con tono jocoso. Bajó las manos a cintura de Erin e inclinó su rostro sobre ella. – Sería un poco contraproducente porque las branquiálagas me dan un poco de asquete... – Se acercó un pco más. Siempre con tiento, siempre mirando por dónde pisaba. – No soy una sirena, pero... – Dijo bajando el tono y los párpados para enfocar aquella miradita tímida de Erin. – ¿Hay algún sitio, entorno a tu isla, que te gustaría enseñarme solo a mí? – Había dicho eso casi sobre sus labios, pero sin llegar a besarla, sabía que Erin no era muy amiga del exhibicionismo, así que iba siempre con cuidado.
Pero claro, teniendo a Erin, en bañador, aunque se estuviera haciendo la difícil para bañarse, ¿quién podía pensar en otra cosa? La había echado de menos, siempre lo hacía, pero cada vez que la encontraba, según iban pasando los años era más y más... Los dragones solo eran una excusa, una excusa perfecta para atraerla a donde fuera que ella estuviera. – Sabes que soy un poco zoquete para estas cosas. – Dijo metiéndose un poco más en el agua y alargando una mano hacia Erin, para que se acercara a ella en el agua. – Vas a tener que cogerte unas vacaciones por primera vez en tu vida y venir a China... A estudiar los dragones claro. Ya estoy viendo el reportaje. – Dijo alzando la cara al cielo y los ojos brillantes. – Joven y emprendedora draconóloga en la selva de Yanoda. – Le enfocó y dijo. – Las mejores fotos que te han hecho en tu vida. Y allí no solo hay dragones, hay de todo, y está a dos días a pie para los muggles, no hay carreteras ni nada. Es un paraíso. – Se acercó otra vez, con la ceja alzada. – Seríamos tú, yo, mi cámara, los dragones y un montón de bichos de selva que cualquier otro odiaría pero que tú amarías. – No sabía qué le estaba proponiendo exactamente. Le encantaría tenerlo más claro. Pero es que desde que la había visto en esa sala de prensa se había dado cuenta de cuantísima falta le hacía tener a Erin cerca. Se estaba ablandando y atontando con los años.
Había hecho caso omiso de las súplicas de la otra y ahora no se arrepentía para nada, porque tenía una Erin mojada, bajo el agua, y con una excusa perfecta para estar muy pegadita a ella. Y le estaba siguiendo el rollo. Eran ya muchos años haciendo el tonto, y sabía cuándo la estaba provocando y ella respondía. Quizá también la había echado de menos. Vivi asintió con la cabeza y sacó los morrillos, siguiéndole el rollo. – Oh, sí, ya lo estoy viendo, con branquiálagas todo el día por tal de ver cómo me comporto o como me cambian las escamas con la transición del invierno a la primavera. – Dijo con tono jocoso. Bajó las manos a cintura de Erin e inclinó su rostro sobre ella. – Sería un poco contraproducente porque las branquiálagas me dan un poco de asquete... – Se acercó un pco más. Siempre con tiento, siempre mirando por dónde pisaba. – No soy una sirena, pero... – Dijo bajando el tono y los párpados para enfocar aquella miradita tímida de Erin. – ¿Hay algún sitio, entorno a tu isla, que te gustaría enseñarme solo a mí? – Había dicho eso casi sobre sus labios, pero sin llegar a besarla, sabía que Erin no era muy amiga del exhibicionismo, así que iba siempre con cuidado.
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I'll turn and I'll see you
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Frunció el ceño. - ¿Una ardilla? - Preguntó, y al hacerlo se le escapó una risa inevitable. - Me daría muy buena perspectiva desde las copas de los árboles, desde luego. Pero me acerco demasiado a criaturas enormes, me pisarían. - Negó con la cabeza. - Siempre quise ser un demiguise, pero tienen un poder mágico tan increíble que son extremadamente complicados, creo que no hay animagos registrados así... - Miró hacia arriba, adoptando una expresión soñadora e infantil, aunque su tono seguía siendo monocorde y de pensamiento en voz alta, como siempre. - Pero son poderosos, pueden ir a casi cualquier parte. No necesitan que la gente esté pendiente de ellos porque son muy autosuficientes, su propio pelo les da para muchas cosas. Y... Pueden hacerse invisibles y... Simplemente están ahí, pero no llaman la atención. - Bajó tímidamente la mirada, encogiendo un hombro. - Y además... Pueden predecir lo que va a ocurrir en los próximos segundos, adelantarse a... Cosas que no se pueden controlar, y evitarlas. - Sin alzar la mirada, con esta perdida, arqueó las cejas amargamente. - Qué bien me vendría a veces. - Para ser exactos, todas esas veces en las que no sabía cómo proceder, en las que lo que le decían los demás se le hacía cuesta arriba porque no sabía bien cómo contestar. Si tan solo tuviera un minutito de margen para pensarlo antes de que las palabras fueran pronunciadas... Quizás hasta se le daría medio bien relacionarse y todo.
El balanceo de Vivi en su cintura la hizo salirse de la pompa, desconcertada como si la acabaran de despertar, pero volvió a reírse sin poderlo evitar mientras murmuraba el nombre de la chica en tono quejoso por lo bajo en lo que esta hacía su burlita. Lo de los ojazos le puso las mejillas del color de su propio pelo. - Las quimeras son peligrosas y un poquito desagradables. - Claro, Erin, porque Vivi se refiere justo a eso, y no ha dicho simplemente una criatura al azar. Estuvo a punto de volver a exponer su argumentación sobre el demiguise, pero se contuvo. Era una de esas situaciones sociales en las que iba a decir lo que nadie quería escuchar. Otra vez. Aunque el comentario sobre el equipo que hacían los cuatro le hizo reír, retomando su tic de llevarse un mechón de pelo tras la oreja.
Se dejó acercar en el agua (total, ya estaba metida igualmente) y rio un poco avergonzadamente de nuevo. - Bueno, técnicamente si voy a estudiar los dragones a China, no estaría de vacaciones. - ¿Qué? De verdad, a veces era para matarla. Sacudió un poco la cabeza. - Es decir... Que yo me divierto así, igualmente, o sea que... Sí, podría, supongo, estaría bien. Es decir, en el trabajo me dejarían, porque... Son... Religión allí, y eso. Lo que he dicho... Antes. - Para. ¿Y si se metía debajo del agua y dejaba de hablar? De verdad que no entendía por qué estaba tan nerviosa. Con Violet había podido ser ella misma siempre... Demasiado, quizás, haciendo cosas que no había hecho con ningún otro mortal ni quería. Pero el momento de volver a verla, esa sensación de ser arrastrada como si se la llevara la marea, ese desparpajo que le hacía cosquillas por todo su interior y no permitía que dejara de reír solo por verla... Ah, es que eso la tenía como un flan. Necesitaba al menos un par de horas para aclimatarse a su presencia... La cuestión es que, cuando lo hacía, las dos se aclimataban demasiado bien. Hasta la siguiente separación. Y ahí quedaba el aclimatamiento, suspendido en el aire, hasta la próxima vez.
Violet se acercó, con esa expresión, ese tono de voz, esa ceja arqueada. Esa forma de decirle las cosas, ese "solo tú, yo y todos los bichos de la selva". Tragó saliva, bajando un poco la mirada y notando como las comisuras de sus labios se curvaban hacia arriba sin poderlo remediar. - Suena bien. - Murmuró, llevándose tras la oreja un mechón de pelo ahora mojado. Se había quedado con una expresión sonriente pero avergonzada, pero el comentario sobre las branquialgas y las escamas le hizo soltar una carcajada. Tanto que tuvo que llevarse la mano a la boca y cerrar los ojos, sin perder el toquecito de vergüenza pero sin parar de reír. - Tendrías escamas de muchos colores. - Dijo entre risas, atreviéndose a mirarla aunque sin quitarse la mano de la boca. Erin y su humor de magizoóloga, que podía tirarse media hora riéndose de un comentario al azar sobre escamas. Su risa se fue modulando y haciendo más tenue poco a poco conforme la otra se acercaba, agarrando su cintura y acercando su rostro. El corazón lo tenía desbocado, quería pensar que por la risa, por lo helado del mar o porque Erin estaba perpetuamente así en compañía de humanos: nerviosa. Pero las dos debían saber ya a esas alturas que no era solo por eso.
Tragó saliva. - En realidad... - Empezó. Había posado la mirada en sus labios, por ponerla en alguna parte que no fueran sus ojos. Aunque ese tampoco era buen sitio, ciertamente. - No son... Tan asquerosas... Es decir, saben como... Espinacas... Pero de mar... - Vuelta a contestar literalmente a lo que Violet le estaba hablando, en vez de dejarlo pasar, interpretarlo como la broma que era o leer entre líneas. Y entonces la chica se acercó mucho a sus labios, y ella no podía evitar mirarlos, con los párpados bajos y la respiración agitada. Tragó saliva otra vez. - Yo... - La voz le había salido susurrada, pero temblorosa. Se notaba totalmente inhabilitada otra vez, pues como siempre. Pero era Violet. Y por eso que era Violet, se atrevió a hablar... Como siempre. Como solo con ella hacía. - Cualquiera... Todos... - Murmuró, dubitativa en apariencia, muy clara en el fondo. - Todas... Mis cosas... Todos los sitios... Solo te los enseñaría... A ti. - Así llevaba siendo toda la vida.
El balanceo de Vivi en su cintura la hizo salirse de la pompa, desconcertada como si la acabaran de despertar, pero volvió a reírse sin poderlo evitar mientras murmuraba el nombre de la chica en tono quejoso por lo bajo en lo que esta hacía su burlita. Lo de los ojazos le puso las mejillas del color de su propio pelo. - Las quimeras son peligrosas y un poquito desagradables. - Claro, Erin, porque Vivi se refiere justo a eso, y no ha dicho simplemente una criatura al azar. Estuvo a punto de volver a exponer su argumentación sobre el demiguise, pero se contuvo. Era una de esas situaciones sociales en las que iba a decir lo que nadie quería escuchar. Otra vez. Aunque el comentario sobre el equipo que hacían los cuatro le hizo reír, retomando su tic de llevarse un mechón de pelo tras la oreja.
Se dejó acercar en el agua (total, ya estaba metida igualmente) y rio un poco avergonzadamente de nuevo. - Bueno, técnicamente si voy a estudiar los dragones a China, no estaría de vacaciones. - ¿Qué? De verdad, a veces era para matarla. Sacudió un poco la cabeza. - Es decir... Que yo me divierto así, igualmente, o sea que... Sí, podría, supongo, estaría bien. Es decir, en el trabajo me dejarían, porque... Son... Religión allí, y eso. Lo que he dicho... Antes. - Para. ¿Y si se metía debajo del agua y dejaba de hablar? De verdad que no entendía por qué estaba tan nerviosa. Con Violet había podido ser ella misma siempre... Demasiado, quizás, haciendo cosas que no había hecho con ningún otro mortal ni quería. Pero el momento de volver a verla, esa sensación de ser arrastrada como si se la llevara la marea, ese desparpajo que le hacía cosquillas por todo su interior y no permitía que dejara de reír solo por verla... Ah, es que eso la tenía como un flan. Necesitaba al menos un par de horas para aclimatarse a su presencia... La cuestión es que, cuando lo hacía, las dos se aclimataban demasiado bien. Hasta la siguiente separación. Y ahí quedaba el aclimatamiento, suspendido en el aire, hasta la próxima vez.
Violet se acercó, con esa expresión, ese tono de voz, esa ceja arqueada. Esa forma de decirle las cosas, ese "solo tú, yo y todos los bichos de la selva". Tragó saliva, bajando un poco la mirada y notando como las comisuras de sus labios se curvaban hacia arriba sin poderlo remediar. - Suena bien. - Murmuró, llevándose tras la oreja un mechón de pelo ahora mojado. Se había quedado con una expresión sonriente pero avergonzada, pero el comentario sobre las branquialgas y las escamas le hizo soltar una carcajada. Tanto que tuvo que llevarse la mano a la boca y cerrar los ojos, sin perder el toquecito de vergüenza pero sin parar de reír. - Tendrías escamas de muchos colores. - Dijo entre risas, atreviéndose a mirarla aunque sin quitarse la mano de la boca. Erin y su humor de magizoóloga, que podía tirarse media hora riéndose de un comentario al azar sobre escamas. Su risa se fue modulando y haciendo más tenue poco a poco conforme la otra se acercaba, agarrando su cintura y acercando su rostro. El corazón lo tenía desbocado, quería pensar que por la risa, por lo helado del mar o porque Erin estaba perpetuamente así en compañía de humanos: nerviosa. Pero las dos debían saber ya a esas alturas que no era solo por eso.
Tragó saliva. - En realidad... - Empezó. Había posado la mirada en sus labios, por ponerla en alguna parte que no fueran sus ojos. Aunque ese tampoco era buen sitio, ciertamente. - No son... Tan asquerosas... Es decir, saben como... Espinacas... Pero de mar... - Vuelta a contestar literalmente a lo que Violet le estaba hablando, en vez de dejarlo pasar, interpretarlo como la broma que era o leer entre líneas. Y entonces la chica se acercó mucho a sus labios, y ella no podía evitar mirarlos, con los párpados bajos y la respiración agitada. Tragó saliva otra vez. - Yo... - La voz le había salido susurrada, pero temblorosa. Se notaba totalmente inhabilitada otra vez, pues como siempre. Pero era Violet. Y por eso que era Violet, se atrevió a hablar... Como siempre. Como solo con ella hacía. - Cualquiera... Todos... - Murmuró, dubitativa en apariencia, muy clara en el fondo. - Todas... Mis cosas... Todos los sitios... Solo te los enseñaría... A ti. - Así llevaba siendo toda la vida.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
XIII
We are
- La eternidad es nuestra:
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
”
Siempre le había parecido completamente adorable cómo Erin se perdía cuando se le hacían símiles con criaturas. ella lo sabía y le gustaba, así que le escuchó hablar de los demiguises y todas sus ventajas, asintiendo con la cabeza. — Puessss sin duda serías un demiguise digno de sus especie. Parecen hechos para ti. Aunque... Pensándolo bien... Tú tienes mucho poder... Pero no sueles utilizarlo. — Además de verdad, y no solo ese refería a ella. Erin era de esas personas que enseñaba un uno por ciento de su inmenso potencial, justo todo lo contrario que ella, que básicamente mucha boquilla y luego se veía sudando por llegar a donde había puesto las expectativas.
Menos mal que la expectativas de Erin solían ser que la escuchara hablar de criaturas y no la metiera en compromisos sociales. Si es que hasta para eso se complementaban. — ¡Fíjate! — Dijo como si no se hubiera dado cuenta hasta ese momento. — Así que tendrías que venirte a China a trabajar y perderte con una reportera que se conozca la zona y encima quedarías como que has hecho un trabajo complicadísimo y superarriesgado, no que te hayas escapado a un país muy muy lejano y discreto con una amiga de la infancia... — Se mordió el labio y sonrió pícaramente. — Suena a plan sin fisuras, ¿eh? — Se acercó a ella y rozó su nariz con la suya acariciándose el pelo. — Suena divinamente. Porque lo he propuesto yo. — Ya aprovechó y se quedó allí, así.
Ya sabía ella que lo de la branquiálagas iba a traer cola, porque claro, Erin lass usaba de forma profesional, y ella todo lo que tocara el trabajo se lo tomaba totalmente en serio. Pero por fin pareció centrarse en ella, y Violet solo pudo quedarse mirándola, tan cerca, enfocando con cariño sus pecas, sus ojos claros, y acariciando inconscientemente su mejilla. Aquella mujer conseguía sin falta que se le encogiera el corazón. El cómo lo hacía, el cómo desde que se conocieron la había atravesado, lo desconocía. Pero ahora lo necesitaba. Había sentido al necesidad estando en Shangay y necesitaba encontrarla, tocarla, activar aquella conexión que le daba vida. — Mira, mi querida pelirroja, te lo voy a explicar sencillito, para que no te rayes mucho. — Se acercó en el agua, pegando su cuerpo al suyo. — Llévame a uno de esos sitios de esos que dices que también son míos y que compartirías conmigo. Tú y yo. Solas. Porque no creo que te haga mucha gracia que te bese como te quiero besar en público. Pero como tardes en decidirte lo voy a hacer igualmente. — Bajó una mano por su pierna y la otra acariciando su cuello. — Me he cruzado el mundo en una noche porque te necesitaba. —
Menos mal que la expectativas de Erin solían ser que la escuchara hablar de criaturas y no la metiera en compromisos sociales. Si es que hasta para eso se complementaban. — ¡Fíjate! — Dijo como si no se hubiera dado cuenta hasta ese momento. — Así que tendrías que venirte a China a trabajar y perderte con una reportera que se conozca la zona y encima quedarías como que has hecho un trabajo complicadísimo y superarriesgado, no que te hayas escapado a un país muy muy lejano y discreto con una amiga de la infancia... — Se mordió el labio y sonrió pícaramente. — Suena a plan sin fisuras, ¿eh? — Se acercó a ella y rozó su nariz con la suya acariciándose el pelo. — Suena divinamente. Porque lo he propuesto yo. — Ya aprovechó y se quedó allí, así.
Ya sabía ella que lo de la branquiálagas iba a traer cola, porque claro, Erin lass usaba de forma profesional, y ella todo lo que tocara el trabajo se lo tomaba totalmente en serio. Pero por fin pareció centrarse en ella, y Violet solo pudo quedarse mirándola, tan cerca, enfocando con cariño sus pecas, sus ojos claros, y acariciando inconscientemente su mejilla. Aquella mujer conseguía sin falta que se le encogiera el corazón. El cómo lo hacía, el cómo desde que se conocieron la había atravesado, lo desconocía. Pero ahora lo necesitaba. Había sentido al necesidad estando en Shangay y necesitaba encontrarla, tocarla, activar aquella conexión que le daba vida. — Mira, mi querida pelirroja, te lo voy a explicar sencillito, para que no te rayes mucho. — Se acercó en el agua, pegando su cuerpo al suyo. — Llévame a uno de esos sitios de esos que dices que también son míos y que compartirías conmigo. Tú y yo. Solas. Porque no creo que te haga mucha gracia que te bese como te quiero besar en público. Pero como tardes en decidirte lo voy a hacer igualmente. — Bajó una mano por su pierna y la otra acariciando su cuello. — Me he cruzado el mundo en una noche porque te necesitaba. —
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
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Rodó los ojos, aunque se le estaba viendo la sonrisilla inevitable. - Plan sin fisuras, sí... Como cuando hice creer a mi familia que la toxoplasmosis que me contagió ese kneezle tardaba cuatro meses en curarse y estaba en Saint-Tropez contigo. - Su madre poco menos que le retira la palabra para siempre por descastada y desalmada. Se escondió un mechón tras la oreja, con la vista baja y una sonrisilla, añadiendo en voz baja. - Aunque fueron unas buenas vacaciones. - No se le volvería a ocurrir engañar así a su familia para que no le cayera otra bronca de semejante calibre por parte de todos sus miembros, que hasta su sobrino Lex le retiró la palabra (Marcus ni se enteró, pero claro, como el pequeño era legeremante...) Y no sería porque no era tentador perderse con Violet por cualquier esquina del mundo, donde nadie pudiera pedirles cuentas jamás.
Su gesto y su conclusión le hicieron reír, visiblemente ruborizada por la proximidad y sus palabras, agachando de nuevo la cabeza. - Todo lo que tú propones suena bien. - Dijo queriendo sonar un poco irónica, pero con más carga de verdad de la que era capaz de disimular. - Tú deberías ser la Gryffindor, no te lo piensas dos veces para hacer estas cosas. - Y bendita seguridad en sí misma que Violet tenía, ya la quisiera Erin para ella.
Frunció un tanto el ceño, desconcertada, cuando la chica le dijo que tenía que explicarle algo "sencillito para que no se rayara". Ah, seguro que ya había metido la pata con algo. Es que el cerebro de Violet parecía ir a toda velocidad y discurriendo por un rail distinto al suyo, porque si bien sentía que la conocía mejor que a nadie en el mundo, a veces no se enteraba de por donde iban sus "indirectas". No había problema, porque la rubia no dudaba lo más mínimo a la hora de explicárselas.
Y desde luego que no se anduvo con rodeos. Tuvo que entreabrir los labios, mirando los de ella al hablar, al ver si así al menos le entraba aire en el cuerpo, porque el corazón se le había encogido en el pecho y se le habían puesto los vellos de punta con esa cercanía, ese roce y esas declaraciones. Miró un poco a los lados y volvió a agachar la cabeza escondiendo una sonrisa. - No, aquí no. - Susurró, de nuevo llevándose el pelo tímidamente tras la oreja, como si aquel gesto que tanto repetía realmente consiguiera un efecto calmante o solucionara las cosas. Alzó la mirada y se la mantuvo, solo unos segundos, deseando que cumpliera sus amenazas, porque ella también necesitaba a Violet aunque no se atravesara el mundo entero por ella o lo verbalizara con tanta claridad. Pero tardó apenas un par de segundos en bajar la mirada de nuevo, antes de meter un patazo públicamente por un arrebato, mojándose los labios y diciendo. - Hay... Una pequeña cueva. Ahí. O sea. Allí. - No sabía ni donde señalaba ya con la cabeza, la había movido hacia varios sitios distintos y el primero básicamente señalaba hacia Italia. No les quedaba muy cerca eso. - Ahora está la marea baja, así que se podrá entrar sin problemas. Siempre que no rebasemos la hora de estancia, porque podría inundarse y nos complicaría salir. - Información innecesaria, Erin. Carraspeó. - Se puede... Llegar a pie por la arena, o a nado desde aquí, aunque lo dicho, dentro habrá apenas un par de charquitos entre rocas, porque la marea es baja, así que tendremos que caminar en algún momento, pero... Bueno, por si te apetece nadar. - Y mejor se callaba ya.
Su gesto y su conclusión le hicieron reír, visiblemente ruborizada por la proximidad y sus palabras, agachando de nuevo la cabeza. - Todo lo que tú propones suena bien. - Dijo queriendo sonar un poco irónica, pero con más carga de verdad de la que era capaz de disimular. - Tú deberías ser la Gryffindor, no te lo piensas dos veces para hacer estas cosas. - Y bendita seguridad en sí misma que Violet tenía, ya la quisiera Erin para ella.
Frunció un tanto el ceño, desconcertada, cuando la chica le dijo que tenía que explicarle algo "sencillito para que no se rayara". Ah, seguro que ya había metido la pata con algo. Es que el cerebro de Violet parecía ir a toda velocidad y discurriendo por un rail distinto al suyo, porque si bien sentía que la conocía mejor que a nadie en el mundo, a veces no se enteraba de por donde iban sus "indirectas". No había problema, porque la rubia no dudaba lo más mínimo a la hora de explicárselas.
Y desde luego que no se anduvo con rodeos. Tuvo que entreabrir los labios, mirando los de ella al hablar, al ver si así al menos le entraba aire en el cuerpo, porque el corazón se le había encogido en el pecho y se le habían puesto los vellos de punta con esa cercanía, ese roce y esas declaraciones. Miró un poco a los lados y volvió a agachar la cabeza escondiendo una sonrisa. - No, aquí no. - Susurró, de nuevo llevándose el pelo tímidamente tras la oreja, como si aquel gesto que tanto repetía realmente consiguiera un efecto calmante o solucionara las cosas. Alzó la mirada y se la mantuvo, solo unos segundos, deseando que cumpliera sus amenazas, porque ella también necesitaba a Violet aunque no se atravesara el mundo entero por ella o lo verbalizara con tanta claridad. Pero tardó apenas un par de segundos en bajar la mirada de nuevo, antes de meter un patazo públicamente por un arrebato, mojándose los labios y diciendo. - Hay... Una pequeña cueva. Ahí. O sea. Allí. - No sabía ni donde señalaba ya con la cabeza, la había movido hacia varios sitios distintos y el primero básicamente señalaba hacia Italia. No les quedaba muy cerca eso. - Ahora está la marea baja, así que se podrá entrar sin problemas. Siempre que no rebasemos la hora de estancia, porque podría inundarse y nos complicaría salir. - Información innecesaria, Erin. Carraspeó. - Se puede... Llegar a pie por la arena, o a nado desde aquí, aunque lo dicho, dentro habrá apenas un par de charquitos entre rocas, porque la marea es baja, así que tendremos que caminar en algún momento, pero... Bueno, por si te apetece nadar. - Y mejor se callaba ya.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
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Rio, muy cerca del rostro de la pelirroja. — Me alegro de que solo hayas tardado unos treinta años en darte cuenta de que todas mis ideas son buenas al final. O al menos te hacen disfrutar. — Dijo tentativamente cerca de sus labios. Se rio aún más con su reacción y asintió a sus explicaciones. — Creo que vamos a tardar menos si me guías tú, experta en cuevas impronunciables de Croacia. — Alzó la ceja y puso su sonrisa traviesa. — Y tendremos que darnos prisa… Por si sube la marea. Mmmmm qué bien. — La agarró por la espalda y susurró en su oído. — Yo te enseñé una cueva de pequeñas… Y ahora me la enseñas tú, siendo más mayores y en tiempo record. — Se separó de ella y se sumergió un momento, volviendo a salir. — Lleva la delantera, pelirroja, y yo disfruto de las vistas. —
Salió nadando poco después que ella, sintiendo como la adrenalina inundaba sus venas de la misma forma que cuando tenía quince años y conseguía arrastrar a Erin a algún lugar de La Provenza, o lograba llevar a cabo alguna trastada de las suyas en la sala común de Slytherin, o la que fuera… Poco a poco, fue notando como el fondo estaba más cerca, levantó la cabeza y, efectivamente, quedó de rodillas sobre la arena. Se levantó y entró poco a poco en la cueva. Mirando alrededor, con las manos en las caderas, chasqueó la lengua. — Vaya, esto no tiene medusas luminosas, ni animales fantásticos… — Se giró hacia Erin y dijo. — Tú me has engañado, pelirroja… — Dijo acercándose a ella.
Cuando estuvo cara a cara con la chica, volvió a poner la sonrisa. — Pero no me mires así, mujer. Que ya sabes que lo único que busco es a ti, y solo tengo una hora para demostrarte cuanto te he echado de menos. — Dijo agarrándola de la cintura y apretándola contra sí. Buscó sus labios y los besó con frenesí. Daba igual cuánto tiempo hiciera desde la última vez, había aprendido a besar aquellos labios a través de muchos años, en momentos robados, cuevas que las cobijaban, escapadas que nadie sabía. Llevó la otra mano a su nuca e intensificó el beso. Con la mano que rodeaba su cintura, hizo un poco más de fuerza para tirarla sobre la arena mojada y los charquitos de las olas y ponerse sobre ella, dándose así mejor vía libre para acariciarle el cuello y los brazos. — Siempre merece la pena cruzarse medio mundo por tenerte aunque sea minutos, pelirroja. — Dijo separándose mínimamente para volver a besarla.
Salió nadando poco después que ella, sintiendo como la adrenalina inundaba sus venas de la misma forma que cuando tenía quince años y conseguía arrastrar a Erin a algún lugar de La Provenza, o lograba llevar a cabo alguna trastada de las suyas en la sala común de Slytherin, o la que fuera… Poco a poco, fue notando como el fondo estaba más cerca, levantó la cabeza y, efectivamente, quedó de rodillas sobre la arena. Se levantó y entró poco a poco en la cueva. Mirando alrededor, con las manos en las caderas, chasqueó la lengua. — Vaya, esto no tiene medusas luminosas, ni animales fantásticos… — Se giró hacia Erin y dijo. — Tú me has engañado, pelirroja… — Dijo acercándose a ella.
Cuando estuvo cara a cara con la chica, volvió a poner la sonrisa. — Pero no me mires así, mujer. Que ya sabes que lo único que busco es a ti, y solo tengo una hora para demostrarte cuanto te he echado de menos. — Dijo agarrándola de la cintura y apretándola contra sí. Buscó sus labios y los besó con frenesí. Daba igual cuánto tiempo hiciera desde la última vez, había aprendido a besar aquellos labios a través de muchos años, en momentos robados, cuevas que las cobijaban, escapadas que nadie sabía. Llevó la otra mano a su nuca e intensificó el beso. Con la mano que rodeaba su cintura, hizo un poco más de fuerza para tirarla sobre la arena mojada y los charquitos de las olas y ponerse sobre ella, dándose así mejor vía libre para acariciarle el cuello y los brazos. — Siempre merece la pena cruzarse medio mundo por tenerte aunque sea minutos, pelirroja. — Dijo separándose mínimamente para volver a besarla.
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I'll turn and I'll see you
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Rodó los ojos, con una sonrisilla inevitable. Siempre he sabido que tus ideas eran buenas, pensó, pero se cayó, porque a Violet solo se le podían dar las alas justas... Y no es como que a ella le fuera muy mal dándole alas... El problema era engancharte a estas y que luego volara tan alto y tan rápido que acabaras cayéndote tú al suelo por no agarrarte con la suficiente fuerza. Chistó un poco, siendo su queja nada creíble porque la sonrisa no se le iba, además de porque no pudo evitar acariciar brevemente sus brazos cuando estos rodearon su cintura. Se mojó los labios, sintiendo como se le ponían los vellos de punta por ese susurro. - Será que me aficionaste a las cuevas. - Giró el rostro para poder mirarla desde su posición. - Si se entera mi madre de que mis incursiones tuvieron origen en tus tropelías, no te lo perdona. - Bromeó, tras lo cual avanzó hacia la cueva, aunque de tanto en cuando miraba hacia atrás con una sonrisilla y su tic habitual de esconderse el pelo tras la oreja.
Rio un poquito con el comentario de Violet, y su risa resonó con un eco musical por las paredes de la cueva. Miró a su alrededor. - Lo cierto es que se rumoreaba que podría haber huevos de hébrido negro por aquí, vieron a uno sobrevolando la zona hace poco, no se sabe si huyendo de algo, simplemente migrando o quizás perdido o herido... No me cuadra que un dragón así se metiera en una cueva tan pequeña, y efectivamente cuando miramos no había nada, aunque también podría habérselo llevado una subida de marea. - Ladeó la cabeza varias veces, mirando al techo. - Creo que lo máximo que podríamos encontrar serían doxies, a veces se meten en las cuevas buscando humedad cuando sube la temperatura, aunque es muy raro que se separen de su grupo... - Conforme fue llegando al final de la frase fue bajando el tono de la misma, porque ella sola se dio cuenta. No te estaba preguntando por criaturas de verdad, Erin. Solo se le estaba insinuando al estilo Violet. Si es que no aprendía.
No le quedó ninguna duda de sus intenciones (como si hubiera podido tenerlas en algún momento) cuando la vio tan cerca de ella. Apenas despegó los labios para responder, cuando la chica se lanzó sobre ellos, apretando su cuerpo contra el suyo. Se tumbaron sobre la arena, con Violet sobre ella, y respondió a su beso aferrándose a la chica. Respiró cuando separó sus labios de la suyo y la miró mientras le decía aquello, y estaba segura de que los ojos le brillaron al escucharlo. No me digas esas cosas. No me dejes creerme esto, pensó, casi en un ruego. Porque sabía lo que era aquello, sabía que era otro intenso y apasionado momento entre ellas que pasaría rápido como un cometa, cubierto de fuego, y en cuanto terminara, volverían a desaparecer. Se haría de día, la realidad se reanudaría, y no quedaría ni rastro de ese cometa ni forma de verlo. Y, sin embargo, allí estaba Erin, dejándose besar y besándola de vuelta. - Sabía... Que no era posible... - Dijo entre besos. Y, como hasta a ella le sonó confuso, abrió los ojos y se separó un poco de sus labios para aclararlo. - Lo del hébrido negro. - Miró sus labios y dejó una caricia en su mejilla con devoción. Amaba ese rostro pícaro y malicioso, esa sonrisa ladina y divertida y su piel perfecta. - Pero tenía que venir. - Miró sus ojos. - No voy a dejar de conocer todas las cuevas del mundo, por pequeñas que sean, por aburridas que parezcan... Si creo que algún día podré traerte a ti. - Se sinceró. Merlín sabía la vergüenza que le daba abrir su corazón de esa manera... Pero era Violet. No sabía si lo que le decía era verdad, si realmente le merecía la pena atravesar medio planeta por unas horas con ella, o solo había sido una coyuntura y una buena excusa. Pero por lo que a ella respectaba, merecía la pena meterse en una cueva que podría inundarse en menos de una hora, que podía tener una doxy oculta que les picara, y creerse sus palabras... Aunque fuera por unos besos a cambio y un recuerdo que la acompañara todas las noches.
Rio un poquito con el comentario de Violet, y su risa resonó con un eco musical por las paredes de la cueva. Miró a su alrededor. - Lo cierto es que se rumoreaba que podría haber huevos de hébrido negro por aquí, vieron a uno sobrevolando la zona hace poco, no se sabe si huyendo de algo, simplemente migrando o quizás perdido o herido... No me cuadra que un dragón así se metiera en una cueva tan pequeña, y efectivamente cuando miramos no había nada, aunque también podría habérselo llevado una subida de marea. - Ladeó la cabeza varias veces, mirando al techo. - Creo que lo máximo que podríamos encontrar serían doxies, a veces se meten en las cuevas buscando humedad cuando sube la temperatura, aunque es muy raro que se separen de su grupo... - Conforme fue llegando al final de la frase fue bajando el tono de la misma, porque ella sola se dio cuenta. No te estaba preguntando por criaturas de verdad, Erin. Solo se le estaba insinuando al estilo Violet. Si es que no aprendía.
No le quedó ninguna duda de sus intenciones (como si hubiera podido tenerlas en algún momento) cuando la vio tan cerca de ella. Apenas despegó los labios para responder, cuando la chica se lanzó sobre ellos, apretando su cuerpo contra el suyo. Se tumbaron sobre la arena, con Violet sobre ella, y respondió a su beso aferrándose a la chica. Respiró cuando separó sus labios de la suyo y la miró mientras le decía aquello, y estaba segura de que los ojos le brillaron al escucharlo. No me digas esas cosas. No me dejes creerme esto, pensó, casi en un ruego. Porque sabía lo que era aquello, sabía que era otro intenso y apasionado momento entre ellas que pasaría rápido como un cometa, cubierto de fuego, y en cuanto terminara, volverían a desaparecer. Se haría de día, la realidad se reanudaría, y no quedaría ni rastro de ese cometa ni forma de verlo. Y, sin embargo, allí estaba Erin, dejándose besar y besándola de vuelta. - Sabía... Que no era posible... - Dijo entre besos. Y, como hasta a ella le sonó confuso, abrió los ojos y se separó un poco de sus labios para aclararlo. - Lo del hébrido negro. - Miró sus labios y dejó una caricia en su mejilla con devoción. Amaba ese rostro pícaro y malicioso, esa sonrisa ladina y divertida y su piel perfecta. - Pero tenía que venir. - Miró sus ojos. - No voy a dejar de conocer todas las cuevas del mundo, por pequeñas que sean, por aburridas que parezcan... Si creo que algún día podré traerte a ti. - Se sinceró. Merlín sabía la vergüenza que le daba abrir su corazón de esa manera... Pero era Violet. No sabía si lo que le decía era verdad, si realmente le merecía la pena atravesar medio planeta por unas horas con ella, o solo había sido una coyuntura y una buena excusa. Pero por lo que a ella respectaba, merecía la pena meterse en una cueva que podría inundarse en menos de una hora, que podía tener una doxy oculta que les picara, y creerse sus palabras... Aunque fuera por unos besos a cambio y un recuerdo que la acompañara todas las noches.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
XIII
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- La eternidad es nuestra:
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
”
Las cosas de Erin. Ella toda romántica, llevándosela a una cueva, porque le había dicho que era propia de dragones, y la tía metiéndole miedo con el no se qué negro que sonaba poco amigable y los doxys, que quería recordar que si te picaban más te valía aparecerte en San Mungo y rapidito. Pero ese era también el concepto de “romántico” de Erin, que ella le escuchara simplemente hablar de las posibilidades de que un bicho te atacase. Aún así, su amiga tuvo que dejarle claro que no era posible lo de hébrido negro, entre besos, fuera a ser que a Vivi le cortara el rollo nada que Erin pudiera decir en ese momento. — Me alegro… — Dijo separándose brevemente de sus labios. — No tenía intención de compartirte hoy con los dragones. Al fin y al cabo me eh comportado como ellos… He emigrado para encontrar un lugar mejor. — Rio llevando la mano a su nuca y enredándola en su pelo. Oh, por Dios, sí que la había echado de menos, y se lo negaba a sí misma hasta que podía besarla como lo hacía ahora.
Lo que dijo de la cueva le tomó el corazón. De ser cualquier otra persona, esa frase le habría hecho saltar los plomos. Nada de compromisos, nada de cadenas, esa era Violet Gallia, pero… Si era Erin O’Donnell quien lo decía… Eso era otra historia. — ¿Querías traerme aquí? — Preguntó tentadora, antes de volver a deleitarse con sus labios, con más desenfreno, con más ganas. Eran muchos meses sin verse, sin… Sin tener un momento como aquel. — ¿No sería para buscar doxys no? — Rio antes de besarla brevemente, bajando los besos por su cuello. — No sería… Porque te has acordado… De cierta cueva en La Provenza… Y de las cosas que han pasado ahí. —
El solo recuerdo de su primer beso en la cueva, le hizo acelerarse, aunque hiciera de ello casi treinta y años. Bajó la mano para acariciar su muslo hacia arriba, mientras se colocaba entre sus piernas. Quién pudiera besarla delante de todo el mundo, quién pudiera pasear con ella por el paseo marítimo de Split sin miedo a las miradas. Quién pudiera seguirla a cuevas de dragón allá donde aquellas estuvieran. Pero se estaba rayando. Estaba teniendo esos pensamientos otra vez… Así que se centró en los besos de Erin y en su piel, deslizando otra mano al tirante del bañador. — Te he necesitado mucho estos meses, pelirroja… — Susurró. — Creo que soy algún tipo de criatura peligrosa, porque tú me domas, me cambias y hace que te necesite… — Volvió a bajar los besos por su cuello, desplazando lo demás, disfrutando del momento, que era lo que mejor se le daba hacer.
Lo que dijo de la cueva le tomó el corazón. De ser cualquier otra persona, esa frase le habría hecho saltar los plomos. Nada de compromisos, nada de cadenas, esa era Violet Gallia, pero… Si era Erin O’Donnell quien lo decía… Eso era otra historia. — ¿Querías traerme aquí? — Preguntó tentadora, antes de volver a deleitarse con sus labios, con más desenfreno, con más ganas. Eran muchos meses sin verse, sin… Sin tener un momento como aquel. — ¿No sería para buscar doxys no? — Rio antes de besarla brevemente, bajando los besos por su cuello. — No sería… Porque te has acordado… De cierta cueva en La Provenza… Y de las cosas que han pasado ahí. —
El solo recuerdo de su primer beso en la cueva, le hizo acelerarse, aunque hiciera de ello casi treinta y años. Bajó la mano para acariciar su muslo hacia arriba, mientras se colocaba entre sus piernas. Quién pudiera besarla delante de todo el mundo, quién pudiera pasear con ella por el paseo marítimo de Split sin miedo a las miradas. Quién pudiera seguirla a cuevas de dragón allá donde aquellas estuvieran. Pero se estaba rayando. Estaba teniendo esos pensamientos otra vez… Así que se centró en los besos de Erin y en su piel, deslizando otra mano al tirante del bañador. — Te he necesitado mucho estos meses, pelirroja… — Susurró. — Creo que soy algún tipo de criatura peligrosa, porque tú me domas, me cambias y hace que te necesite… — Volvió a bajar los besos por su cuello, desplazando lo demás, disfrutando del momento, que era lo que mejor se le daba hacer.
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
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Sonrió... Pero con una sonrisa triste, bajando levemente los párpados. Esperaba que Vivi no se lo hubiera notado, quería estar con ella allí, como estaban, en la intimidad que compartían cuando nadie las estaba mirando. Pero esa analogía... De tan real que era, le fascinaba y le dolía a partes iguales. Erin, siendo Erin, tenía que ir a enamorarse de una mujer con el comportamiento de un dragón... Porque así era Violet, reconocido por ella. Iba, venía, migraba y era difícil de ver. Eso la hacía mágica, enigmática y especial... Pero domar a un dragón, tenerlo solo para ti... Es un imposible. Ya debería haber comprendido eso hacía tiempo.
Volvió a alzar la mirada a ella. - Claro. - Dijo con tono dulce y una leve sonrisa. Encogió un hombro. - Solo haría algo así por un dragón o por ti... Y acabas de reconocerme que os parecéis mucho. - Completó con una risita. Se besaron de nuevo, cada vez más entregadas, pero el siguiente comentario le arrancó una risa musical. - Te prometo que no. - Contestó sin perder la risa, y luego entornó los ojos hacia arriba, pensativa. - Aunque me he cerciorado de que no hubiera, por si acaso. Por prudencia, ya sabes. - Y por inquietud, pensó, pero no lo dijo, solo se puso levemente colorada y escondió una sonrisilla. Era Erin, no podía intuir que había bichillos por alguna parte y no quererse informar o parecerle increíble el hallazgo. Pero Violet empezó a bajar sus besos y ella solo pudo cerrar los ojos, echar un poco de aire entre los labios y sentir como todo el mundo, el de los humanos y el de las bestias, pasaba a un plano que ya no le interesaba en absoluto mirar. Ahora estaba en el mundo de Violet Gallia y no quería estar en ninguna otra parte.
- Puede. - Confesó en un susurro, con una sonrisa. La cueva de La Provenza, qué buenos recuerdos guardaba de ella. Besó sus labios con deseo y con ese cariño tan intenso que sentía por ella y que los recuerdos solo hacían que se activara aún más, enredando los dedos en su pelo y dejándose acariciar. Violet siempre fue mucho más atrevida y ella más pausaba, cada una de sus caricias la anulaban y la activaban a partes iguales. La chica podría hacer ahora con ella literalmente lo que quisiera y no pondría resistencia. - Y yo a ti. - Correspondió, aunque la siguiente analogía le hizo reír otra vez... Y notar esa punzada triste en el pecho de nuevo. Abrió los ojos y la miró a los suyos. - Los dragones... No nacieron para ser domados. Son libres, son únicos y legendarios... Son lo más especial que se ha creado. - Acarició su mejilla, mirando sus labios y sus ojos, sintiendo la emoción de tenerla otra vez. - Pero no lo puedo evitar... Siempre me fascinaron los dragones. - Y por eso entregué mi vida a ellos. Y siempre me fascinaste tú. Y entregaría mi vida a ti si quisieras. Pero no quería, y en el fondo ella tampoco... Creía. Sí, así estaban mejor, siendo libres, siendo dos dragones que podían surcar el cielo tranquilamente y reunirse en una cueva para compartir su fuego de tanto en cuando. Era mejor no pensarlo demasiado, simplemente dejarlo ir, disfrutar. Cerrar los ojos y notar como poco a poco de deshacía de su ropa y recorría su piel, y quedarse con ello. Con ser la afortunada que ha podido acariciar ese dragón de cerca, y rezar por que un día no te abrase.
Volvió a alzar la mirada a ella. - Claro. - Dijo con tono dulce y una leve sonrisa. Encogió un hombro. - Solo haría algo así por un dragón o por ti... Y acabas de reconocerme que os parecéis mucho. - Completó con una risita. Se besaron de nuevo, cada vez más entregadas, pero el siguiente comentario le arrancó una risa musical. - Te prometo que no. - Contestó sin perder la risa, y luego entornó los ojos hacia arriba, pensativa. - Aunque me he cerciorado de que no hubiera, por si acaso. Por prudencia, ya sabes. - Y por inquietud, pensó, pero no lo dijo, solo se puso levemente colorada y escondió una sonrisilla. Era Erin, no podía intuir que había bichillos por alguna parte y no quererse informar o parecerle increíble el hallazgo. Pero Violet empezó a bajar sus besos y ella solo pudo cerrar los ojos, echar un poco de aire entre los labios y sentir como todo el mundo, el de los humanos y el de las bestias, pasaba a un plano que ya no le interesaba en absoluto mirar. Ahora estaba en el mundo de Violet Gallia y no quería estar en ninguna otra parte.
- Puede. - Confesó en un susurro, con una sonrisa. La cueva de La Provenza, qué buenos recuerdos guardaba de ella. Besó sus labios con deseo y con ese cariño tan intenso que sentía por ella y que los recuerdos solo hacían que se activara aún más, enredando los dedos en su pelo y dejándose acariciar. Violet siempre fue mucho más atrevida y ella más pausaba, cada una de sus caricias la anulaban y la activaban a partes iguales. La chica podría hacer ahora con ella literalmente lo que quisiera y no pondría resistencia. - Y yo a ti. - Correspondió, aunque la siguiente analogía le hizo reír otra vez... Y notar esa punzada triste en el pecho de nuevo. Abrió los ojos y la miró a los suyos. - Los dragones... No nacieron para ser domados. Son libres, son únicos y legendarios... Son lo más especial que se ha creado. - Acarició su mejilla, mirando sus labios y sus ojos, sintiendo la emoción de tenerla otra vez. - Pero no lo puedo evitar... Siempre me fascinaron los dragones. - Y por eso entregué mi vida a ellos. Y siempre me fascinaste tú. Y entregaría mi vida a ti si quisieras. Pero no quería, y en el fondo ella tampoco... Creía. Sí, así estaban mejor, siendo libres, siendo dos dragones que podían surcar el cielo tranquilamente y reunirse en una cueva para compartir su fuego de tanto en cuando. Era mejor no pensarlo demasiado, simplemente dejarlo ir, disfrutar. Cerrar los ojos y notar como poco a poco de deshacía de su ropa y recorría su piel, y quedarse con ello. Con ser la afortunada que ha podido acariciar ese dragón de cerca, y rezar por que un día no te abrase.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
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Subió las manos hacia su cintura y le hizo cosquillas suavecitas por encima del bañador. — Así que soy un dragón, eh… — Volvió a devorar sus labios, jugando con sus lenguas. — La verdad es que he emigrado desde China… Te traigo a una cueva potencialmente peligrosa… — Porque sí, no se le había pasado que, efectivamente, podía haber cosas salvajes por ahí, pero estaba ocupada. Fue bajando por su cuello, y le pasó los dientes flojito por la piel, entre risas. — Te intento devorar… — Volvió a bajar la mano por su pierna, esta vez llegando más arriba, ya rozando el bañador. — Y traigo mucho fuego dentro. — Volvió a sus labios los besó con deseo mientras la acariciaba suavemente. — Quién fuera dragón para que me persiguieras por ahí. — Y eso a lo mejor era un poco… Raro. Pero es que con los años cada vez costaba más verse, y cada vez la echaba más de menos. Vale que ya no eran dos niñas, pero… El deseo se sentía igual.
Se quedó mirándola mientras le acariciaba la mejilla. Se perdía en sus ojos verdes, en sus palabras porque eran escasas y preciosas, porque sabía que eran concentradas y con poco te podían decir mucho. — A mí me fascinas tú, Erin O’Donnell. Recorro el mundo entero y todavía no he encontrado nada parecido a tu magia. — ¿Qué tenía aquella mujer que le removía todo por dentro? Nada ni nadie en el mundo había detenido a Violet Gallia de seguir su camino, su frenético caminar, su vuelo, que diría su sobrina. Nadie, excepto Erin. Excepto la promesa de unas horas robadas en una cueva, de la visión de aquel pelo rojo mojado, de su cuerpo contra el suyo, de los roces de sus pieles.
Ella sola se había vuelto a perder en aquellos pensamientos, teniendo la piel de Erin tan cerca de su piel y sus labios. Volvió a los besos por su cuello, bajando con sus manos los tirantes del bañador bajando lentamente hacia su pecho. Y a ver, ella era la Vivi de siempre, se le ocurrían mil cosas que podían hacer en aquella cueva, y en cualquier parte, en verdad, pero estaba con Erin, Erin era otra cosa. — Erin… — Susurró, volviendo a su rostro, aunque subió la mano para acariciarle suavemente. — ¿Estamos bien aquí o prefieres que volvamos a tierra firme y… Vayamos a mi hotel o a tu piso? — El objetivo de Violet siempre sería que Erin se sintiera en el cielo con ella, sin lugar a ninguna duda.
Se quedó mirándola mientras le acariciaba la mejilla. Se perdía en sus ojos verdes, en sus palabras porque eran escasas y preciosas, porque sabía que eran concentradas y con poco te podían decir mucho. — A mí me fascinas tú, Erin O’Donnell. Recorro el mundo entero y todavía no he encontrado nada parecido a tu magia. — ¿Qué tenía aquella mujer que le removía todo por dentro? Nada ni nadie en el mundo había detenido a Violet Gallia de seguir su camino, su frenético caminar, su vuelo, que diría su sobrina. Nadie, excepto Erin. Excepto la promesa de unas horas robadas en una cueva, de la visión de aquel pelo rojo mojado, de su cuerpo contra el suyo, de los roces de sus pieles.
Ella sola se había vuelto a perder en aquellos pensamientos, teniendo la piel de Erin tan cerca de su piel y sus labios. Volvió a los besos por su cuello, bajando con sus manos los tirantes del bañador bajando lentamente hacia su pecho. Y a ver, ella era la Vivi de siempre, se le ocurrían mil cosas que podían hacer en aquella cueva, y en cualquier parte, en verdad, pero estaba con Erin, Erin era otra cosa. — Erin… — Susurró, volviendo a su rostro, aunque subió la mano para acariciarle suavemente. — ¿Estamos bien aquí o prefieres que volvamos a tierra firme y… Vayamos a mi hotel o a tu piso? — El objetivo de Violet siempre sería que Erin se sintiera en el cielo con ella, sin lugar a ninguna duda.
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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I'll turn and I'll see you
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Rio entre los besos, cerrando los ojos por sus caricias, por notar sus dientes en su piel, y por todo lo que decía. Vivi sabía como conquistarla, como hacer que se olvidara de todo. Siempre había sabido hacerlo, demasiado para su propio bien, porque después... efectivamente, una se aislaba en una cueva y, la otra, migraba a China. Y daba igual quién de las dos hubiera empezado la huida, la cuestión era que volvían a estar separadas, solo Merlín sabía hasta cuándo. Aunque en la mente de Erin la rubia nunca desapareciese.
Se le escapó un suspiro, mezclado con una risa, cuando dijo que tenía mucho fuego dentro. Y tanto... Se dejó besar, correspondiendo con deseo y con anhelo, y abrió los ojos para clavarlos en los de ella ante esa frase que dijo. - Lo hago. - Dijo simplemente. Lo haría. Te perseguiría allá donde fueras si tú me dejaras, pensó, porque realmente eso era lo que querría decir. Pero mejor tornarlo a la broma, por lo que sonrió levemente y matizó. - En el fondo eres tú la que me has traído a una cueva y yo he ido detrás tuya. Como siempre. - Porque, sí, Vivi la animaba a hacer cosas que no haría con ni por nadie.
Pero lo siguiente que le dijo, su respuesta a sus palabras, hizo que el corazón se le desbocara y casi apareciera un velo de melancolía en sus ojos. Entonces, ¿por qué no te quedas siempre conmigo? ¿Por qué a la primera de cambio sales volando? Erin había sido siempre una niña solitaria, que disfrutaba de la soledad, le gustaba y la ansiaba. No solo no se sentía sola, se sentía feliz estando así... Hasta que conoció a Violet. Y, a medida que pasaban los años, todo tiempo que pasaba sin ella estaba teñido de tormento, de un vacío que nadie que no fuera ella podía llenar, ni todas las criaturas del mundo. No recorras entonces tanto mundo y simplemente quédate donde estoy yo. Pensaba tanto en ello... pero nunca se lo decía. No se atrevía, no quería que huyera. Pero, algún día, esa amargura y esas preguntas sin respuesta acabarían por destruirla. Y, sin embargo, ahí estaba, callada y cobarde. Vaya digna hija para su casa...
Ahora tenía una mezcla de sensaciones y pensamientos que embotaban su cabeza, porque por un lado sentía los besos de Violet, y por otro le martilleaba el pensamiento de saber que en apenas unos días volaría de allí y volvería a dejarla con su recuerdo doliéndole. Su pregunta la sacó del embotamiento, tanto que tuvo que sacudir la cabeza. - Pues... - Musitó, dándose tiempo a sí misma para pensar. ¿Quedarse allí, en un lugar que a Erin le encantaba, que iba con su ermitaña personalidad, y que era una aventura para alguien tan atrevida como Violet... o ser realmente ellas y nada más? ¿Estar allí escondidas en una cueva, haciendo una locura y temiendo ser pilladas, o ser... dos mujeres que se entregan la una a la otra y nada más, sin pensar en si aparecerá un bicho, o un turista, o si se clavarán una roca, o si es más o menos atrevido? - Ven a mi piso. - Terció. Quería tenerla con ella, en SU cama, en SU habitación, en SU piso. Quería autoengañarse y pensar que Violet, realmente, estaba en SU vida, como si fuera realmente... "su algo". Lo que fuera. Excepto, simplemente "su amiga", como todo el mundo pensaba.
Se puso de pie, diligente, y agarró su mano para que se levantara. Sin decir nada más, salieron de la roca. Violet era menos propensa a ir callada que ella, pero Erin tenía un destino. Y estaba bastante harta de medias tintas... Aunque a quién quería engañar. Ahora la estaba cegando la pasión, pero en cuanto el fuego se apagase, volvería a lo de siempre. A no ser capaz de plantarse delante de ella y decirle: "Violet Gallia, no te vayas. O, si quieres irte, no vuelvas más. Porque te amo y no soporto más esto." Por supuesto que no iba a hacer eso... Pero podía llevarse las sensaciones en su piel en el intento, como llevaba haciendo tantísimos años. Por eso recogió sus cosas en silencio y fue junto a ella como dos amigas normales, con un destino muy claro, saludando tímidamente a los conocidos que se encontraba, sin levantar ningún tipo de sospecha. Entró en su apartamento y, nada más cerrar la puerta, tomó las mejillas de Violet y la besó con necesidad, apoyándose en la misma puerta, sin dejar espacio entre ellas. Sin pensar demasiado. Porque todo lo que fuera pensar, por desgracia, podría hacer que todo aquello se desmoronase.
Se le escapó un suspiro, mezclado con una risa, cuando dijo que tenía mucho fuego dentro. Y tanto... Se dejó besar, correspondiendo con deseo y con anhelo, y abrió los ojos para clavarlos en los de ella ante esa frase que dijo. - Lo hago. - Dijo simplemente. Lo haría. Te perseguiría allá donde fueras si tú me dejaras, pensó, porque realmente eso era lo que querría decir. Pero mejor tornarlo a la broma, por lo que sonrió levemente y matizó. - En el fondo eres tú la que me has traído a una cueva y yo he ido detrás tuya. Como siempre. - Porque, sí, Vivi la animaba a hacer cosas que no haría con ni por nadie.
Pero lo siguiente que le dijo, su respuesta a sus palabras, hizo que el corazón se le desbocara y casi apareciera un velo de melancolía en sus ojos. Entonces, ¿por qué no te quedas siempre conmigo? ¿Por qué a la primera de cambio sales volando? Erin había sido siempre una niña solitaria, que disfrutaba de la soledad, le gustaba y la ansiaba. No solo no se sentía sola, se sentía feliz estando así... Hasta que conoció a Violet. Y, a medida que pasaban los años, todo tiempo que pasaba sin ella estaba teñido de tormento, de un vacío que nadie que no fuera ella podía llenar, ni todas las criaturas del mundo. No recorras entonces tanto mundo y simplemente quédate donde estoy yo. Pensaba tanto en ello... pero nunca se lo decía. No se atrevía, no quería que huyera. Pero, algún día, esa amargura y esas preguntas sin respuesta acabarían por destruirla. Y, sin embargo, ahí estaba, callada y cobarde. Vaya digna hija para su casa...
Ahora tenía una mezcla de sensaciones y pensamientos que embotaban su cabeza, porque por un lado sentía los besos de Violet, y por otro le martilleaba el pensamiento de saber que en apenas unos días volaría de allí y volvería a dejarla con su recuerdo doliéndole. Su pregunta la sacó del embotamiento, tanto que tuvo que sacudir la cabeza. - Pues... - Musitó, dándose tiempo a sí misma para pensar. ¿Quedarse allí, en un lugar que a Erin le encantaba, que iba con su ermitaña personalidad, y que era una aventura para alguien tan atrevida como Violet... o ser realmente ellas y nada más? ¿Estar allí escondidas en una cueva, haciendo una locura y temiendo ser pilladas, o ser... dos mujeres que se entregan la una a la otra y nada más, sin pensar en si aparecerá un bicho, o un turista, o si se clavarán una roca, o si es más o menos atrevido? - Ven a mi piso. - Terció. Quería tenerla con ella, en SU cama, en SU habitación, en SU piso. Quería autoengañarse y pensar que Violet, realmente, estaba en SU vida, como si fuera realmente... "su algo". Lo que fuera. Excepto, simplemente "su amiga", como todo el mundo pensaba.
Se puso de pie, diligente, y agarró su mano para que se levantara. Sin decir nada más, salieron de la roca. Violet era menos propensa a ir callada que ella, pero Erin tenía un destino. Y estaba bastante harta de medias tintas... Aunque a quién quería engañar. Ahora la estaba cegando la pasión, pero en cuanto el fuego se apagase, volvería a lo de siempre. A no ser capaz de plantarse delante de ella y decirle: "Violet Gallia, no te vayas. O, si quieres irte, no vuelvas más. Porque te amo y no soporto más esto." Por supuesto que no iba a hacer eso... Pero podía llevarse las sensaciones en su piel en el intento, como llevaba haciendo tantísimos años. Por eso recogió sus cosas en silencio y fue junto a ella como dos amigas normales, con un destino muy claro, saludando tímidamente a los conocidos que se encontraba, sin levantar ningún tipo de sospecha. Entró en su apartamento y, nada más cerrar la puerta, tomó las mejillas de Violet y la besó con necesidad, apoyándose en la misma puerta, sin dejar espacio entre ellas. Sin pensar demasiado. Porque todo lo que fuera pensar, por desgracia, podría hacer que todo aquello se desmoronase.
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¿Lo hacía? Bueno, sin duda alguna vez lo había hecho, pero allí había ido ella, liando a los del periódico para poder pasar aunque fuera unos días en su compañía, así que podían dejarlo en que… Se perseguían la una a la otra de aquella manera. Y el premio era ese, estar solas en el mundo, entregándose, a espaldas del mundo de fuera. Y lo cierto es que podían vivir así, al menos así lo habían hecho hasta ese momento.
Su pelirroja pareció quedarse unos segundos asimilando lo que le acababa de decir, pero enseguida resolvió. — No conoceré yo a mi pelirroja. — Dijo con media sonrisa, antes de dejar un último beso en sus labios, que no se le olvidara la pasión que sentía por ella. Tomó su mano y salieron la cueva. El agua no le iba a venir ni mal, fíjate, porque Violet se calentaba rápido, pero por esa mujer, más rápido todavía. Mientras nadaban de vuelta, aprovechó para dejar caricias furtivas bajo el agua en sus piernas, porque sabía que en el momento en el que llegaran a la playa, tendrían que fingir otra vez ser las amigas de la infancia. No tenéis ni idea de los privilegios que conlleva ese “amigas de la infancia”, pensaba mientras Erin saludaba tímidamente de camino al piso.
Y esa era su amiga, su niña tímida, la misma mujer que hacía solo una hora se había metido al baño de su hotel a cambiarse, ahora le agarraba así y la aprisionaba contra la puerta. Y ella encantada claro, todo lo que se había despejado en el camino lo perdía ahora entre aquellos besos. Rodeó la cintura de la mujer con sus brazos y acarició su espalda, entreteniéndose en sus labios, hasta que se separó de ellos de nuevo un momento. — ¿Dónde está ahora la Erin O’Donnell tímida que se sonroja y no sostiene la mirada? — Introdujo los dedos en su pelo y besó su cuello. — Me gusta creer que saco otra Erin… — Acarició su cintura y de nuevo bajó las manos hacia las piernas. — Una que solo veo yo. — Alzó el rostro y miró aquellos ojos verdísimos que la volvían loca. — Te aseguro que a esta Vivi solo la ves tú, pelirroja. — Tan entregada, tan desatada y tan olvidadiza de todo lo que le rodeara que no fuera ella. Tan feliz de ser esa amiga que tan solo amiga no era de la mujer más alucinante del mundo.
Su pelirroja pareció quedarse unos segundos asimilando lo que le acababa de decir, pero enseguida resolvió. — No conoceré yo a mi pelirroja. — Dijo con media sonrisa, antes de dejar un último beso en sus labios, que no se le olvidara la pasión que sentía por ella. Tomó su mano y salieron la cueva. El agua no le iba a venir ni mal, fíjate, porque Violet se calentaba rápido, pero por esa mujer, más rápido todavía. Mientras nadaban de vuelta, aprovechó para dejar caricias furtivas bajo el agua en sus piernas, porque sabía que en el momento en el que llegaran a la playa, tendrían que fingir otra vez ser las amigas de la infancia. No tenéis ni idea de los privilegios que conlleva ese “amigas de la infancia”, pensaba mientras Erin saludaba tímidamente de camino al piso.
Y esa era su amiga, su niña tímida, la misma mujer que hacía solo una hora se había metido al baño de su hotel a cambiarse, ahora le agarraba así y la aprisionaba contra la puerta. Y ella encantada claro, todo lo que se había despejado en el camino lo perdía ahora entre aquellos besos. Rodeó la cintura de la mujer con sus brazos y acarició su espalda, entreteniéndose en sus labios, hasta que se separó de ellos de nuevo un momento. — ¿Dónde está ahora la Erin O’Donnell tímida que se sonroja y no sostiene la mirada? — Introdujo los dedos en su pelo y besó su cuello. — Me gusta creer que saco otra Erin… — Acarició su cintura y de nuevo bajó las manos hacia las piernas. — Una que solo veo yo. — Alzó el rostro y miró aquellos ojos verdísimos que la volvían loca. — Te aseguro que a esta Vivi solo la ves tú, pelirroja. — Tan entregada, tan desatada y tan olvidadiza de todo lo que le rodeara que no fuera ella. Tan feliz de ser esa amiga que tan solo amiga no era de la mujer más alucinante del mundo.
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
XIII
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you
”
Cuando Violet entraba en escena, Erin se nublaba. Era otra, efectivamente, o quizás era la Erin de verdad, que solo se dejaba ver en su presencia. Como un dragón con miedo a que los crueles humanos vengan a llevarse sus huevos, sus escamas o sus colmillos, tan preciados. Y solo confiara en la mano que siempre le acaricia y le da de comer... aunque sea este un amor imposible, pues son especies diferentes.
La miró a los ojos, si bien estuvo tentada de bajar la mirada y simplemente seguir enajenada entre besos. - Esa es la Erin que todos ven. - Tragó saliva y dijo un poco más bajo. - Esta es la de verdad. - Y solo la ves tú, y nadie más. Porque Violet era Violet con todo el mundo, ella se abría con mucha más facilidad. Erin solo se mostraba así con ella, y así seguiría siendo probablemente hasta el último día de su vida, o hasta que Violet se cansase del juego. Y, cuando ese momento llegase, siempre le quedarían sus animales.
Cerró los ojos mientras la mujer pasaba la llenaba de besos y la recorría con sus manos. - Eso haces... - Susurró, casi inaudible. - Solo tú. - Solo ella y nadie más. Si es que era una estúpida, la hija del erudito Lawrence O'Donnel, rodeada de gente listísima, era una completa idiota. Por eso prefería ser una completa idiota en la otra punta del mundo, al menos los animales no entendían de estirpes. Pero entonces, Violet la miró y le dijo que solo ella podía verla así. Sintió el impacto en el pecho, dejó escapar el aire entre los labios y sus cejas se bajaron. ¿Sería verdad? ¿O solo era la palabrería de Violet para llevársela a la cama? Qué doloroso sería que fuera lo segundo, prefería refugiarse en lo primero para sentir que no estaba siendo una idiota negligente. Pero lo primero no tenía ningún sentido. No llevarían la vida que llevaban si fuera verdad. Pero hoy, prefería vivir una vida que fuera un poco más fantasía y disfrutarla. Y ya lloraría las pérdidas, si eso, cuando su dragona particular saliera volando de allí otra vez.
Y por eso prefirió no hablar más, no decir nada más, y simplemente besarla con ansia, con deseo y casi con desesperación. Con... amor. Amaba a Violet, estaba loca por ella, tanto que cada vez que la besaba lo sentía con tanta intensidad que le daban ganas de llorar. ¿Pero qué iba a hacer? Decírselo no era una opción, no si quería mantener su perjudicado corazón vivo un poco más de tiempo. Así que se limitó a agarrar sus mejillas y besarla como si fuera una adolescente que prueba esas mieles por primera vez, sin pensar demasiado y solo queriendo sentirla, y tirar de ella hasta la cama, para dejarse caer en esta de espaldas, con Violet sobre su cuerpo. Sin decir ni una palabra, porque ella no era mujer de hablar, sino de... bueno, tampoco es que fuera mujer de hacer precisamente. Ella era mujer de Violet. Aunque Violet no fuera suya.
La miró a los ojos, si bien estuvo tentada de bajar la mirada y simplemente seguir enajenada entre besos. - Esa es la Erin que todos ven. - Tragó saliva y dijo un poco más bajo. - Esta es la de verdad. - Y solo la ves tú, y nadie más. Porque Violet era Violet con todo el mundo, ella se abría con mucha más facilidad. Erin solo se mostraba así con ella, y así seguiría siendo probablemente hasta el último día de su vida, o hasta que Violet se cansase del juego. Y, cuando ese momento llegase, siempre le quedarían sus animales.
Cerró los ojos mientras la mujer pasaba la llenaba de besos y la recorría con sus manos. - Eso haces... - Susurró, casi inaudible. - Solo tú. - Solo ella y nadie más. Si es que era una estúpida, la hija del erudito Lawrence O'Donnel, rodeada de gente listísima, era una completa idiota. Por eso prefería ser una completa idiota en la otra punta del mundo, al menos los animales no entendían de estirpes. Pero entonces, Violet la miró y le dijo que solo ella podía verla así. Sintió el impacto en el pecho, dejó escapar el aire entre los labios y sus cejas se bajaron. ¿Sería verdad? ¿O solo era la palabrería de Violet para llevársela a la cama? Qué doloroso sería que fuera lo segundo, prefería refugiarse en lo primero para sentir que no estaba siendo una idiota negligente. Pero lo primero no tenía ningún sentido. No llevarían la vida que llevaban si fuera verdad. Pero hoy, prefería vivir una vida que fuera un poco más fantasía y disfrutarla. Y ya lloraría las pérdidas, si eso, cuando su dragona particular saliera volando de allí otra vez.
Y por eso prefirió no hablar más, no decir nada más, y simplemente besarla con ansia, con deseo y casi con desesperación. Con... amor. Amaba a Violet, estaba loca por ella, tanto que cada vez que la besaba lo sentía con tanta intensidad que le daban ganas de llorar. ¿Pero qué iba a hacer? Decírselo no era una opción, no si quería mantener su perjudicado corazón vivo un poco más de tiempo. Así que se limitó a agarrar sus mejillas y besarla como si fuera una adolescente que prueba esas mieles por primera vez, sin pensar demasiado y solo queriendo sentirla, y tirar de ella hasta la cama, para dejarse caer en esta de espaldas, con Violet sobre su cuerpo. Sin decir ni una palabra, porque ella no era mujer de hablar, sino de... bueno, tampoco es que fuera mujer de hacer precisamente. Ella era mujer de Violet. Aunque Violet no fuera suya.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you [+18]
”
Tuvo que sonreír a lo de que ella también era la Erin de verdad con ella. — Siempre hemos sido más parecidas de lo que parece. — La rodeó con sus brazos y sintió cómo tiraba de ella hacia la cama, cayendo sobre ella. Le encantaba cuando aquella chica se ponía tan pasional. — Quién iba a decir que eres una bomba, Erin O'Donnell... Con esa cara de buenecita que traes siempre… — Subió una mano a su pelo y acarició un mechón. — Con tu pelito rojo fuego… — Dejó un beso en su frente con cariño y bajó para mirarla a los ojos muy cerca. — Y esos ojitos como dos zafiros de esos que se encuentran en cuevas como las de tus dragones… ¿Sabes que en China también hay muchos zafiros? — Bajó a sus labios y rio. — Pero no son tan bonitos como tus ojos. — Siguió bajando sus besos por su cuello y paró al llegar a su cuello. — Y la piel que parece la luna… — Y mientras volvía a besar su cuello, le dio la vuelta y la puso sobre ella con una risita.
Se inclinó hacia arriba, dejando a Erin sentada en su regazo y la miró a los ojos de nuevo, mientras empezaba las caricias por su pelo y las iba bajando por el cuello y los hombros. — ¿Qué te pasa, pelirroja? ¿En qué estás pensando? — La besó y acarició su mejilla. — Conozco esos zafiros, desde el primer día en que te vi, ¿te acuerdas? — Rio y la tomó por las mejillas, juntando la frente con la suya. — Y también conozco tu fuego, preciosa… — Buscó su boca y acarició su pierna con deleite. — Y sé cuándo tu mirada y tu fuego no van a la par. — Se separó solo un poco. — ¿Qué no te convence? — Se lamió los labios y la miró a los ojos, hablando en susurros. — No voy a irme cuando despiertes, Erin. — Dejó un piquito. — He venido para estar todo el tiempo que pueda contigo, hasta que el trabajo me reclame otra vez. — Le acarició la espalda pegándose a ella y bajando los tirantes del bañador lentamente. — Quiero que disfrutemos de verdad, sin mundo de fuera, sin nada que nos pueda nublar. — Y siguió bajando los labios por su pecho allá por donde iba apartando la tela.
Se inclinó hacia arriba, dejando a Erin sentada en su regazo y la miró a los ojos de nuevo, mientras empezaba las caricias por su pelo y las iba bajando por el cuello y los hombros. — ¿Qué te pasa, pelirroja? ¿En qué estás pensando? — La besó y acarició su mejilla. — Conozco esos zafiros, desde el primer día en que te vi, ¿te acuerdas? — Rio y la tomó por las mejillas, juntando la frente con la suya. — Y también conozco tu fuego, preciosa… — Buscó su boca y acarició su pierna con deleite. — Y sé cuándo tu mirada y tu fuego no van a la par. — Se separó solo un poco. — ¿Qué no te convence? — Se lamió los labios y la miró a los ojos, hablando en susurros. — No voy a irme cuando despiertes, Erin. — Dejó un piquito. — He venido para estar todo el tiempo que pueda contigo, hasta que el trabajo me reclame otra vez. — Le acarició la espalda pegándose a ella y bajando los tirantes del bañador lentamente. — Quiero que disfrutemos de verdad, sin mundo de fuera, sin nada que nos pueda nublar. — Y siguió bajando los labios por su pecho allá por donde iba apartando la tela.
Violet Gallia | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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Capítulo 1
I'll turn and I'll see you [+18]
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Estaba ya bastante cegada por sus besos y sus caricias, y solo quería... en fin, dejarse llevar, sentirla, demostrarle lo mucho que la había echado de menos. Pero claro: era Violet. Y Violet hablaba por las dos, hablaba por más de dos personas, de hecho. A cualquier otro amante le hubiera mirado mal si, con la necesidad que sentía, se hubiera puesto a hablar. Pero claro... ¿había tenido Erin más amantes? Pues no, Erin era solo de Violet, lo tenía clarísimo. Otra cosa que las diferenciaba.
Y a Violet se lo consentía todo, no solo se lo consentía, le gustaba. Porque cuando la llamó bomba y le resaltó su inocencia habitual, se le escapó una leve risilla, y trató de pasar de largo del tema volviendo a los besos. Pero la mujer alabó y sus ojos. Volvió a reír con timidez. - ¿Ah sí? - Dijo con voz de niña siendo piropeaba por quien le gustaba... lo que era, básicamente. No pudo decir nada más, porque volvió a lanzarle un piropo que debió ponerle las mejillas más rojas que su pelo. - Vivi... - Susurró. ¿Era consciente de que la desarmaba a todos los niveles cuando le decía esas cosas? Erin no cedía a un piropo fácil, pero con ella era distinto. Cuando Violet le decía esas cosas, ella quedaba totalmente inutilizada, se derretía en el acto.
Tan obnubilada estaba que, sin ningún esfuerzo, le dio la vuelta, lo cual la hizo reír mientras se dejaba caer sobre ella. La otra se removió, haciendo que quedara sentada en su regazo. Pero la risa se diluyó con esa pregunta. Sacudió casi imperceptiblemente la cabeza, negando. - En nada... - Dijo con suavidad. Dobló una sonrisa leve. - En ti... - No era mentira, desde luego. Pero prefería no profundizar en lo que pudiera estar pensando. Eso llevaban haciendo toda la vida, no profundizar. Y daba igual que no lo hicieran, porque en el fondo y tal y como Violet estaba destacando, se conocían demasiado bien. Frunció una sutil sonrisa en los labios, con un toque triste. - Estoy bien... me gusta estar aquí. - Dijo con tono bajo, pero claro, no colaba. Por supuesto que no.
La declaración hizo que la mirara a los ojos, sintiendo un fuerte latido en el pecho. Bajó la mirada mientras Violet seguía hablando, mientras le prometía que no se iba a ir. No te irás mañana, pero te irás pasado mañana, o el otro. Y yo me quedaré penando por ti. Otra vez. Pensó, mientras tragaba saliva. Pero la amaba demasiado y la deseaba demasiado, y notaba los besos bajando por su piel y nublando su sentido. ¿Qué iba a hacer? Violet iba a irse de todas formas, ¿de verdad quería arruinar el poco tiempo que tuvieran juntas con amarguras personales? Su madre siempre le decía "me tienes en vilo, un día uno de esos dragones se va a comer a mi niña". La respuesta de Erin siempre era la misma: "sé dónde me meto". Sí, sabía dónde se metía. Sí, sabía que si te metías en la cueva de un dragón, el riesgo de muerte siempre estaba ahí. Con Violet... era igual. Penar porque un alma libre como ella se fuera y la dejara allí con su recuerdo y su olor en sus sábanas era tan absurdo como penar porque un día se la comiera un dragón. Al fin y al cabo, sabía dónde se metía.
- Es solo... - Tenía que decir algo, porque aunque sentía sus besos con los ojos cerrados, había dejado la pregunta sin responder. - Que... te echaba de menos... - Acarició la mejilla de Violet, haciendo que la mirara elevando su rostro con delicadeza. - Cada vez... se me hacen más largas tus ausencias... y... me cuesta más... - Tragó saliva, cerrando los ojos de nuevo. - A mí solo me nublas tú. - Susurró, y eso sí que era la mayor de las verdades que podía decir. Porque ahí estaba, algo que sabía que le daría un placer momentáneo y un dolor duradero, y haciéndolo igualmente. Por eso se lanzó a sus labios, a besarlos con desenfreno, mientras ella misma terminaba de quitar la parte de arriba de su bikini, dejándola caer y pegándose al cuerpo de la mujer.
Y a Violet se lo consentía todo, no solo se lo consentía, le gustaba. Porque cuando la llamó bomba y le resaltó su inocencia habitual, se le escapó una leve risilla, y trató de pasar de largo del tema volviendo a los besos. Pero la mujer alabó y sus ojos. Volvió a reír con timidez. - ¿Ah sí? - Dijo con voz de niña siendo piropeaba por quien le gustaba... lo que era, básicamente. No pudo decir nada más, porque volvió a lanzarle un piropo que debió ponerle las mejillas más rojas que su pelo. - Vivi... - Susurró. ¿Era consciente de que la desarmaba a todos los niveles cuando le decía esas cosas? Erin no cedía a un piropo fácil, pero con ella era distinto. Cuando Violet le decía esas cosas, ella quedaba totalmente inutilizada, se derretía en el acto.
Tan obnubilada estaba que, sin ningún esfuerzo, le dio la vuelta, lo cual la hizo reír mientras se dejaba caer sobre ella. La otra se removió, haciendo que quedara sentada en su regazo. Pero la risa se diluyó con esa pregunta. Sacudió casi imperceptiblemente la cabeza, negando. - En nada... - Dijo con suavidad. Dobló una sonrisa leve. - En ti... - No era mentira, desde luego. Pero prefería no profundizar en lo que pudiera estar pensando. Eso llevaban haciendo toda la vida, no profundizar. Y daba igual que no lo hicieran, porque en el fondo y tal y como Violet estaba destacando, se conocían demasiado bien. Frunció una sutil sonrisa en los labios, con un toque triste. - Estoy bien... me gusta estar aquí. - Dijo con tono bajo, pero claro, no colaba. Por supuesto que no.
La declaración hizo que la mirara a los ojos, sintiendo un fuerte latido en el pecho. Bajó la mirada mientras Violet seguía hablando, mientras le prometía que no se iba a ir. No te irás mañana, pero te irás pasado mañana, o el otro. Y yo me quedaré penando por ti. Otra vez. Pensó, mientras tragaba saliva. Pero la amaba demasiado y la deseaba demasiado, y notaba los besos bajando por su piel y nublando su sentido. ¿Qué iba a hacer? Violet iba a irse de todas formas, ¿de verdad quería arruinar el poco tiempo que tuvieran juntas con amarguras personales? Su madre siempre le decía "me tienes en vilo, un día uno de esos dragones se va a comer a mi niña". La respuesta de Erin siempre era la misma: "sé dónde me meto". Sí, sabía dónde se metía. Sí, sabía que si te metías en la cueva de un dragón, el riesgo de muerte siempre estaba ahí. Con Violet... era igual. Penar porque un alma libre como ella se fuera y la dejara allí con su recuerdo y su olor en sus sábanas era tan absurdo como penar porque un día se la comiera un dragón. Al fin y al cabo, sabía dónde se metía.
- Es solo... - Tenía que decir algo, porque aunque sentía sus besos con los ojos cerrados, había dejado la pregunta sin responder. - Que... te echaba de menos... - Acarició la mejilla de Violet, haciendo que la mirara elevando su rostro con delicadeza. - Cada vez... se me hacen más largas tus ausencias... y... me cuesta más... - Tragó saliva, cerrando los ojos de nuevo. - A mí solo me nublas tú. - Susurró, y eso sí que era la mayor de las verdades que podía decir. Porque ahí estaba, algo que sabía que le daría un placer momentáneo y un dolor duradero, y haciéndolo igualmente. Por eso se lanzó a sus labios, a besarlos con desenfreno, mientras ella misma terminaba de quitar la parte de arriba de su bikini, dejándola caer y pegándose al cuerpo de la mujer.
Erin O'Donnell | Split, Croacia | 10 de septiembre de 2001 |
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