Asintió, con los ojos muy abiertos. - Es un montón de peligroso. - Se encogió de hombros. - Y es raro que a papá le guste, porque en verdad la valiente es mamá, pero como es tan listo, será que sabe hacerlo sin que sea peligroso. A Arnie y a mí no nos gusta mucho. Bueno, a mí me gustan las cosas que hace papá, pero como el taller está tan restringido... y viaja un montón y eso... - En verdad hubo una época en que le cogió manía a la alquimia porque por su culpa estaban todo el tiempo de acá para allá, y por su culpa se habían ido a Londres en vez de quedarse en Ballyknow. Pero bueno, a Erin tampoco le importaba ir cambiando de sitio en el fondo. Le tendría menos manía si papá se la llevara a los viajes, pero si no podía entrar ni en el taller de su casa, como para entrar en los sitios raros esos a los que iba. El día que ella viajara por el mundo buscando dragones y papá le dijera que se la llevara con ella a las cuevas... pensaba decirle "ya veremos", como hacían con ella continuamente.

Se encogió de hombros otra vez cuando Violet le pidió llevar ella la gelatina. Le daba un poco igual, ella la tenía todo el tiempo, así que en el idioma Erin se podía interpretar con un "sí". Fueron hasta el barreño y lo llenaron de agua, y cuando Violet la llamó "superguay", parpadeó, mirándola inexpresiva. Violet debía conocer muy poca gente si pensaba que ella era superguay, pero bueno. A lo de Francia no dijo nada. En teoría aquella cita era para valorar si podían ir a Francia, pero a lo mejor Violet no sabía nada y le rompía la sorpresa. Total, Erin era buena guardando silencio, así que podía dar la callada por respuesta sin problemas.

Violet metió la gelatina y luego se metió ella. No había contado con ese pequeño detalle, así que puso un poco de cara de susto cuando dijo que tenía que llamar ella a los chicos. Abrió la boca para sacar un pero, pero dado que Violet estaba ya mojada, no es como que quedaran muchas opciones. Puf, a ver qué le decía a William para atraerle, y con lo pesado que era, se veía huyendo ella antes de que le hiciera caso. Y Arnie seguro que le decía algo en plan "Erin, no interrumpas, estamos haciendo una cosa superimportante", o bien la intentaba integrar en su juego como hacía siempre, y ninguna le valía. Es que ya estaba oyendo el "¿para qué?" de su hermano en cuanto sugiriera salir al jardín.

Estaba dándole vueltas a la cabeza cuando Violet echándose agua y preguntando si estaba espeluznante, con las escamas de kappa asomando por el vestido, le sacaron la carcajada más espontánea de su vida, tanto que se asustó hasta ella, llevándose las manos a la boca. - Mola un montón. - Se asomó al barreño con una sonrisilla y los ojos brillantes. - Pareces una gente del agua de verdad. - Y, sin pensar bien lo que hacía, porque cuando lo pensó se dio cuenta de que podía romper un poco la estrategia pero ya era demasiado tarde, metió la cara en el agua para abrir los ojos y verle a Violet los pies escamosos desde dentro. La sacó de golpe. - ¡¡Wow!! Eres un kappa de verdad. Cuidado, no mates a nadie. - Y se rio de su propia broma tonta. - Si te quedas un rato, igual te salen tentáculos viscosos, puag. - Volvió a reír. Nada como darle criaturas a Erin para meterla de lleno en un juego.

Pero tenía un cometido. - ¡Voy rápido! - Y entró corriendo en casa, subiendo las escaleras rápidamente. - ¡¡Arnie!! - Dijo en la puerta, y vio cuatro ojos mirándola, y se detuvo en seco. Igual... habría estado bien pensar qué decir antes de entrar tan súbitamente. - ¿Qué? - ¡¡HOLA, ERIN!! - Desde luego que su hermano y William eran dos tipos de Ravenclaw sin duda. Arnie estaba sentado en el suelo, concentrado en el rompecabezas que tenía delante, mientras que William estaba de pie, con la mayor cara de alegría del mundo, y uno de los muñecos de su hermano en la mano que a saber para qué lo había cogido, probablemente porque no hubiera nada que se lo impidiera. Erin se había quedado plantada en la puerta y no estaba diciendo nada. - ¿Quieres jugar? - ¡¡ESO!! ¿A qué jugamos, Arnie? ¡¡Venga, di algo, que está tu hermana esperando!! ¿A qué jugamos, eh, a qué jugamos, Erin, quieres jugar a algo? OH, YA SÉ. Somos fantasmas de casas, NO, somos... - ¿Venís al jardín? - Interrumpió, porque esperar a que William acabara iba a acabar con Violet convertida en kappa de verdad. Arnie, que parecía estar hecho de una pasta diferente por lo poquísimo que la hiperactividad de William intercedía en su tranquilidad, frunció el ceño, extrañado. - ¿Para qué? - Erin rodó los ojos a otra parte, como si con eso quisiera desaparecer de allí y que nadie se extrañara. Arnie estiró el cuello para mirar detrás de ella. - ¿Y Violet? - Erin parpadeó. Tras unos segundos, respondió. - En el jardín. - ¡¡VIVIIIIIIII!! ¡¡SUBEEEEEEEEE!! - Bramó William, pero Arnie seguía sospechando. - No puede. - Puf, vaya pantano en el que se estaba metiendo. Su hermano tenía el ceño cada vez más fruncido y eso no era buena señal. - Es que... se ha caído. Y se ha hecho sangre. - La cara de Arnold fue de quien le han dicho que alguien ha muerto. - ¿¿En nuestra casa?? - Se espantó, viendo ante sus ojos la posibilidad de que los Gallia le denunciaran al Tribunal Superior de Magia. William, en cambio, soltó una carcajada y se lanzó al suelo, toqueteando el rompecabezas de Arnold (desbaratándolo, más bien) mientras decía. - Le pasa continuamente... - ¿Y dónde está? ¿En el jardín? - Preguntó su hermano, apurado. - ¿Sí? - Respondió ella, sonando absurdamente dubitativa. Arnold se puso en pie de un salto. - Hay que avisar a los padres. - ¡No! - Detuvo, parapetándolo en la puerta. - Si no es nada. Es... Es que quiere que su hermano vaya, pobrecilla. Y... que tú la veas. Le he dicho que... vas a ser prefecto... - Prefecto, no enfermero. Yo no tengo formación sanitaria para curarla, Erin, no puedo ni hacer magia fuera de la escuela. - Oish, de verdad, Arnie y sus protocolos. Chistó, tirando de la estrategia de hermana pequeña ofendida, poniendo cara de molestia y dando una patada en el suelo. - ¿Bajas o no? Pobrecilla, luego querrás que los alumnos confíen en ti, creí que querías ayudar. - ¡Por eso quiero llamar a los padres! - Respondió, y luego la escudriñó un poco más. - ¿Y por qué tienes la cara toda mojada? - Ups, a eso no tenía respuesta. Empezaba a quedarse sin estrategias que no fueran ponerse en modo rabieta. Menos mal que William era todo entusiasmo para esas cosas. - ¡¡Venga, Arnie!! A ver por dónde lleva la sangre, igual se ha teñido el vestido. Mamá se va a poner como loca. - Y William bajó corriendo como loco, entre risas, como si algo de lo que hubiera dicho fuera bueno, y Erin corrió tras él, por lo que a Arnold no le quedó de otra que seguirles.

Ya estaba escondiendo la sonrisilla por la superbroma que iban a hacer y la cara que se le iba a quedar a Arnie (se preguntaba si llegarían a tiempo antes de que William se metiera en el barreño de cabeza, porque iba como una locomotora), frotándose las manos, cuando el bramido de la madre de Violet la dejó parada en el sitio y con los ojos abiertísimo. Oh, por Merlín, ¿¿la había pillado su madre?? Miró a Arnie en pánico, pero su hermano parecía seguir evaluando mentalmente el posible parte de lesiones y, ante la aparición de Helena, lejos de asustarse, parecía más tranquilo por la sola presencia de un adulto. Lo que era no saber... Mejor no le decía eso, a los Ravenclaw no les gustaba nada no saber cosas.

Por supuesto, William llegó antes que ellos dos, sobre todo que Erin, que empezaba a caminar más hacia atrás que hacia delante. Arnold tenía cara de estar intentando entender la lógica de cortar una posible hemorragia metiéndote en un barreño de agua, y valorando la posibilidad de que la herida se hubiera infectado tan pronto que hubiera transformado a Violet en un ser con escamas, pero no tardó ni dos segundos en comprender lo que habían pretendido y mirarla con cara de prefecto aburrido. - Con la salud no se bromea. - En otras circunstancias le hubiera sacado la lengua a modo de burla, pero ella también estaba valorando posibilidades: la de que Helena las matara a ambas y, por supuesto, la de que los Gallia no quisieran venir más. Jolín, para una chica que le caía bien...

Entonces sí que todos presenciaron algo que les sorprendió en común e les hizo girarse con los ojos muy abiertos para mirar a Molly. Su madre estaba partida de risa. Erin le dedicó una mirada de evidencia. ¿¿No decías que no ibas a decir nada y que esto era nuestro secreto?? Se preguntó su cerebro a gritos como si se lo pudiera mandar telepáticamente a su madre. Pero ella a lo suyo, ahí estaba, riéndose de la señora Gallia, que tenía una mala cara... Puf, prefería enfrentarse a un kappa de verdad, definitivamente. Eso sí, tuvo que apretar los labios con fuerza al ver la cara que puso su hermano cuando dijo mamá que había sido idea suya. Casi se le escapa una carcajada. Solo por eso ya estaba mereciendo la pena.

Además, mamá no estaba diciendo mucho la verdad, y su padre estaba empezando a poner "la cara de las mentirijillas", como la llamaba su madre. Esa cara que ponía papá cuando notaba que su madre estaba contando las cosas a su conveniencia delante de otras personas y él sabía que "no era cierto estrictamente hablando", como siempre decía. Erin tenía dudas de que su padre conociera el término "la cara de las mentirijillas". Puede que Arnie, tampoco. Al final, mamá y ella tenían muchos "secretitos de chicas Gryffindor". Solo esperaba que este estuviera saliendo bien. Al menos, cuando llamó "horrorosa a Violet", Erin tuvo por fin libertad para reír porque todos estallaron.

Lo que dijo su madre a continuación activó algo en Erin. Ella no era muy afectiva (no era nada afectiva). Arnie era supertocón, daba muchísimos abrazos y besos, pero ella prefería mantener las distancias. Sin embargo, sintió un cariño infinito por su madre que la hizo, instintivamente, acercarse a ella a pasito rápido y engancharse mimosamente de su cintura, mirando a Helena. - Me lo he pasado muy bien con Violet, señora Gallia. Gracias por traerla. - La mujer no parecía muy convencida, seguía teniendo cara de enfado, pero suspiró y miró a sus padres. - Qué niños benditos os han tocado. - Luego se giró a Violet. - Anda, salte de ahí y que te seque. Que ya nos vamos. - Pero podemos seguir siendo amigos, ¿verdad, señora Gallia? - Se adelantó Arnold, con el tono tembloroso de quien teme que se le derrumbe el castillo. De repente, Helena se puso más amorosa de lo que la había visto en... nunca, aunque tampoco la conocía de tanto. - Claro que sí, cariño. Mis niños necesitan buenas influencias como tú. - Puf, ya estaba su hermano contento. Al menos eso evitaría que les echara la bronca después.

Quizás había sido pedir demasiado. Se despidió tímidamente con un gestito de la mano y una sonrisita de Violet y su familia, y en cuanto los Gallia desaparecieron del jardín, Arnold se giró con una perorata interminable y la voz chillona que se le ponía cuando se enfadaba. - ¡¡¡MAMÁ!!! ¿¿Cómo se te ocurre gastarle una broma A LOS SEÑORES GALLIA?? ¡Y con el cubo ese feo que da asco! - Su padre miraba a su madre y a ella de reojo como si él no estuviera montando una pataleta semejante porque no tenía edad para ello, pero lo pensara igualmente. - ¡Como William no venga más y yo pierda a mi amigo por culpa de esta broma y...! - Y empezó a soltar toda suerte de calamidades que ninguno de los tres estaba prácticamente escuchando más que de fondo. Con mucha ofensa, remató. - ¡Que sepáis que los Gryffindor no me hacéis ninguna gracia! ¡No es gracioso! ¡Y si caes en Gryffindor, no me voy a juntar contigo! ¡Prefiero a los Slytherin! - Y se fue muy indignado y echando humo. Erin le gritó con burla. - ¡Pues échate una novia Slytherin y que te diviertas, aburrido! - Pero Arnold debía estar ya metido en su cuarto, porque no contestó.

- Anda que... - Se limitó a decir su padre, con un suspiro resignado, y entrando en la casa de nuevo. Erin y Molly se miraron, y la mayor le dio un toque con el índice en la frente. - Señorita, las bromas hay que pulirlas. - Mami, yo no pensaba decir nada, lo has dicho tú. - Porque era decirlo o que tú perdieras el único atisbo de amistad que te he visto en toda tu vida, hija. Y lo prefiero, con tu padre y tu hermano sé lidiar. Y créeme, son tan comodones los dos, que prefieren seguir aguantándome a mí que buscarse una mujer o madre sustituta, ¿te los imaginas? - Eso la hizo reír. Su madre se agachó. - ¿Te lo has pasado bien? - Asintió contenta. - Entonces... ¿Te metemos en la maleta de La Provenza? - ¡No quiero ir en la maleta! - ¿¿Cómo que no?? A la maleta vas del tirón. ¿No sabes que en Francia hay una ley que dice que las niñas que no están en Hogwarts tienen que viajar en maleta? - Mentiiiiiiiiiiiiira. - Como esos bichos de tu queridísimo Scamander, a la maleta que vas. - ¡Tendrías que hacerme un microclima! - Molly rio a carcajadas, y llevándola por los hombros, entraron juntas a casa.