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Freyja
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Give me a summer dream
Wait, where's the beach?
Siete años juntos, media vida, el hombre de su vida era. Y de repente... ¡Puf! La dejó. Solo hay algo peor que el que te dejen por otra: que te dejen porque "quiere estar solo". ¿¿Qué?? ¿¿En serio??
Superar una ruptura nunca es fácil. Abigail llevaba con Eric desde los diecisiete años, y de repente a él parece haberle dado la "crisis de los veinticinco", o algo parecido. La cuestión es que se ha quedado tirada, teniendo que volver a casa de sus padres y aún atascada en unos estudios que no le llevan a ninguna parte. Su madre ya está harta de oírla lloriquear, así que amablemente le ha recomendado un pequeño retiro veraniego. Bien pensado... Sí, puede ser buena idea. Ir a visitar a su familia del pueblo, los que viven en Cape Cod. Tan cerquita de Boston y con la posibilidad de pasarse el día tostándose al solecito, bebiendo piña colada y haciéndose fotos preciosas para que el estúpido de Eric, que ahora le ha dado por recorrerse el mundo, vea por instagram lo que se está perdiendo. Y encima, gratis, porque en fin, es su familia, no la van a dejar tirada en un hotel. No puede esperar a llegar. Ya está fantaseando con ese surfero de rizos dorados que le va a tirar los tejos nada más verla, porque ese bañador que se ha comprado le queda de miedo.
Cape Cod puede ser agobiante. Agobiantemente pequeño, caluroso y húmedo. O con demasiada gente entre tú y quien te interesa y terriblemente frío cuando llegan los huracanes. Pero ahí sigue Nelly. Odia el pueblo, pero no encuentra la motivación y la valentía para salir de allí. Odia la nula vida intelactual del pueblo, pero que nadie les llame paletos en su presencia, y odia a los veraneantes de Boston. Vive en esa continua dualidad, tan radical como la propia vida en Cape Cod. Tiene tres trabajos y muchas ideas en la cabeza, y su pueblo en verano se convierte en un hervidero. Esperaba poder pasar tiempo con Dave, su mejor amigo, y estaba segura de dar por fin el paso con Sam, el chico que siempre le ha gustado, pero, para variar, la vida le ha puesto otra cosa en el camino. Resulta que su prima, justamente una veraneantee de Boston, con sus problemas de la ciudad y sus tonterías, viene a “curarse”. Pero si algo tiene claro es que ella no es la terapeuta de nadie, y que más le vale dejar sus tonterías atrás, porque bastante tiene con sus propias tormentas, como para introducir una nueva variable en su vida.
Superar una ruptura nunca es fácil. Abigail llevaba con Eric desde los diecisiete años, y de repente a él parece haberle dado la "crisis de los veinticinco", o algo parecido. La cuestión es que se ha quedado tirada, teniendo que volver a casa de sus padres y aún atascada en unos estudios que no le llevan a ninguna parte. Su madre ya está harta de oírla lloriquear, así que amablemente le ha recomendado un pequeño retiro veraniego. Bien pensado... Sí, puede ser buena idea. Ir a visitar a su familia del pueblo, los que viven en Cape Cod. Tan cerquita de Boston y con la posibilidad de pasarse el día tostándose al solecito, bebiendo piña colada y haciéndose fotos preciosas para que el estúpido de Eric, que ahora le ha dado por recorrerse el mundo, vea por instagram lo que se está perdiendo. Y encima, gratis, porque en fin, es su familia, no la van a dejar tirada en un hotel. No puede esperar a llegar. Ya está fantaseando con ese surfero de rizos dorados que le va a tirar los tejos nada más verla, porque ese bañador que se ha comprado le queda de miedo.
Cape Cod puede ser agobiante. Agobiantemente pequeño, caluroso y húmedo. O con demasiada gente entre tú y quien te interesa y terriblemente frío cuando llegan los huracanes. Pero ahí sigue Nelly. Odia el pueblo, pero no encuentra la motivación y la valentía para salir de allí. Odia la nula vida intelactual del pueblo, pero que nadie les llame paletos en su presencia, y odia a los veraneantes de Boston. Vive en esa continua dualidad, tan radical como la propia vida en Cape Cod. Tiene tres trabajos y muchas ideas en la cabeza, y su pueblo en verano se convierte en un hervidero. Esperaba poder pasar tiempo con Dave, su mejor amigo, y estaba segura de dar por fin el paso con Sam, el chico que siempre le ha gustado, pero, para variar, la vida le ha puesto otra cosa en el camino. Resulta que su prima, justamente una veraneantee de Boston, con sus problemas de la ciudad y sus tonterías, viene a “curarse”. Pero si algo tiene claro es que ella no es la terapeuta de nadie, y que más le vale dejar sus tonterías atrás, porque bastante tiene con sus propias tormentas, como para introducir una nueva variable en su vida.
Abigail Bailey La urbanita despistada - 25 años - Cristin Milioti - Freyja |
Nelly Laker La nihilista de pueblo - 25 años - Amanda Seyfried - Ivanka |
One x one — Original — Realista
XIII
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<div class="lumesqtit"><div class="lumetit"><span class="lumecaptit">U</span>n titulo molón</div></div><div class="lumestit">UN SUBTITULO GUAY</div>
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We are
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La noche de San Juan
Make my day
Había dormido diez minutos. Estaba segura. No podía ser más. Y sin embargo, debían haber sido más de diez minutos, porque ya notaba calor en la habitación y no la agradable brisa marina fresquita que hacía cuando había llegado a casa y sol empezaba a levantar. Alguien abrió su ventana. – ¡Ay, nena! A ver cómo tenemos esto listo para cuando llegue tu prima. – ¿Qué? ¿Cómo? ¿Pero era ya? – Aquí huele bodega, eh. – Dijo mientras empezaba a coger cosas del suelo. – Sí, claro, porque trabajo en una. – Al menos por las noches. – ¿No puedes ir tú a buscar a la yupi? – En Cape Cod llamaban yupis a los que venían a las casazas de veraneo de las urbanizaciones y solo bajaban al pueblo a aparcar el velero o a pillar maría. O a ligar a los bares como aquel en el que trabajaba Nelly. – Tu prima no es una yupi. Tu tía nació aquí y ella viene a quedarse con nosotros, no es una extraña que se vaya a una urbanización de las afueras o a una cala privada. – Aclaró su madre un poco agobiada con la cantidad de cosas que iba recogiendo del suelo. – Dave está abajo, desayunando ¿Crees que se te ha pasado la borrachera o le digo que conduzca? – Su madre dejaba entrar a su mejor amigo en su casa como si tal cosa, pero bueno, tampoco es que le importara o le pareciera. Quizá ahora con la yupi en casa deberían empezar a cortarse un poco ¿Tendría Dave llaves de su casa? De la puerta del patio trasero casi seguro. – Dave no sabe llevar a Becky. Y ya te he dicho que no bebo en el trabajo, mamá. Es trabajo. – Sí que bebía. Chupitos sobretodo. Era la única forma de sobrellevar trabajar tantas horas y no divertirse ni un poquito mientras veías cómo se lo pasaban los demás. – Ya, ya. Anda baja a desayunar mientras yo arreglo un poco esta leonera. Y mándame a Dave, que me tiene que ayudar a montar la cama. – Encima eso, que iban a compartir habitación. Se levantó de la cama y rebuscó en sus pantalones de la noche anterior. Sacó todos los billetes de las propinas y contó. Ayer había contado cincuenta y dos (sí, había agarrados que dejaban propina de un dólar). Apartó treinta y se los tendió a su madre. – Toma, mami. – Su madre la miró con cara de circunstancias. – Esto es más de la mitad de lo que tienes ahí. – Ella sacó los morros y negó, todo lo convincentemente que podía. – Qué va, para un día que me salen la cuentas justas. Sesenta exactos. – Dijo guiñando un ojo.
Bajó las escaleras y se fue derecha a la lata que guardaba en el armario de la cocina, para echar el resto de las propinas. Dave que estaba al lado comiendo gofres recién hechos abrió mucho los ojos. – ¡Wow! Eso se va calentito al billete a Italia ¿eh? Buena noche ayer. – Ella asintió con una débil sonrisa mientras se echaba café del que acababa de hacer su madre en una taza. – Pues sí, y mejor será hoy, pero estaba segura de que quería esta noche libre. Son las hoguera y justo hoy, veinticuatro de junio, se han alineado los astros para que yo libre en los otros dos trabajos, así que nada, me quedo sin cuatro de julio, pero merecerá la pena. – Dave la señaló con el tenedor. – Oye pues muy bien pensado para que sea el primer día de tu prima aquí. – Hizo un ruido de hastío antes de beber del café. – Mira, no me lo recuerdes. – ¿Vamos a ir a por ella en Becky? – Ella mordisqueó un gofre. – Pues si tú no has traído el Lamborghini y yo no quiero mover el Porchse, pues sí, deduzco que iremos en la camioneta de veinte años. – Dave se rio y saltó de la banqueta, para ir a ayudar a su madre. – Eres graciosa hasta de resaca. – Y él era adorable con ellas cualquier día del año y en cualquier circunstancia.
Apenas veinte minutos después estaba vestida, con las gafas de sol para paliar la luz inclemente del sol de verano de la costa de Massachussets, y con la frente perlada de sudor de intentar hacer arrancar a Becky. – ¡Dale más fuerte, Dave! – Su amigo estaba subido en el capó, intentando hacer fuerza para que su camioneta arrancara. – Ya le estoy dando fuerte, Nelly ¿Qué otra cosa hago? ¿Le bailo encima a ver si así se despierta? – Y en el último movimiento, por fin oyó el ruido de arranque. Dave se subió inmediatamente y salieron por fin de su casa. – ¿Por qué estás tan enfadada? De pequeños jugábamos con tu prima y yo tengo buenos recuerdos. – Ella se encogió de un hombro con los ojos en la carretera. – Es una yupi como cualquier otra de las que van a Greenfield o a Riverdale. Viene a recuperarse e una ruptura. Se cree que es que aquí somos todos felices y sencillos, o cualquiera de esas mierdas que vienen creyendo los de Boston. Oye ¿me lías un cigarrillo? – Dave asintió y cogió el bolso de Nelly del asiento de detrás. –Le doy una semana para volverse. O tres días. En cuanto se de cuenta de que esto no es Malibú. Y así podremos dejar de poner nuestra casa bonita y haciendo cosas por la señorita. – Becky hizo un ruido raro, pero ya estaban llegando.
Cuando aparcaron junto a la estación de autobuses, salió del coche y se subió en el capó, observando perezosamente el trasiego de los autobuses. No es que Cape Cod fuera Nueva York, pero en verano venía bastante gente de los al rededores a la playa, y conocidos y familiares de los yupis. Como aquella yupi que le correspondía a ella. Dave estaba a su lado y le dio en el brazo. – ¿Esa es tu prima? Debe serlo porque es la única que se ha bajado del bus de Boston. – Nelly tragó saliva y asintió lentamente. – Pues sí, esa es. – No os recordaba tan distintas. – Pues ya ves. Y más que te lo vamos a parecer en cuanto abra la boca. – Hizo un gesto desde el capó para llamar su atención y cuando se acercó puso media sonrisa. – Hola, Abigail. – Dave saltó y se puso diligentemente a su lado. – Hola, Abigail. No sé si te acuerdas de mí, nos conocimos hace mucho. Soy Dave, soy amigo de Nelly. Si quieres te llevo la maleta. – Mira, justo lo que había que darle a un yupi, un paleto que le pusiera la alfombra roja.
Bajó las escaleras y se fue derecha a la lata que guardaba en el armario de la cocina, para echar el resto de las propinas. Dave que estaba al lado comiendo gofres recién hechos abrió mucho los ojos. – ¡Wow! Eso se va calentito al billete a Italia ¿eh? Buena noche ayer. – Ella asintió con una débil sonrisa mientras se echaba café del que acababa de hacer su madre en una taza. – Pues sí, y mejor será hoy, pero estaba segura de que quería esta noche libre. Son las hoguera y justo hoy, veinticuatro de junio, se han alineado los astros para que yo libre en los otros dos trabajos, así que nada, me quedo sin cuatro de julio, pero merecerá la pena. – Dave la señaló con el tenedor. – Oye pues muy bien pensado para que sea el primer día de tu prima aquí. – Hizo un ruido de hastío antes de beber del café. – Mira, no me lo recuerdes. – ¿Vamos a ir a por ella en Becky? – Ella mordisqueó un gofre. – Pues si tú no has traído el Lamborghini y yo no quiero mover el Porchse, pues sí, deduzco que iremos en la camioneta de veinte años. – Dave se rio y saltó de la banqueta, para ir a ayudar a su madre. – Eres graciosa hasta de resaca. – Y él era adorable con ellas cualquier día del año y en cualquier circunstancia.
Apenas veinte minutos después estaba vestida, con las gafas de sol para paliar la luz inclemente del sol de verano de la costa de Massachussets, y con la frente perlada de sudor de intentar hacer arrancar a Becky. – ¡Dale más fuerte, Dave! – Su amigo estaba subido en el capó, intentando hacer fuerza para que su camioneta arrancara. – Ya le estoy dando fuerte, Nelly ¿Qué otra cosa hago? ¿Le bailo encima a ver si así se despierta? – Y en el último movimiento, por fin oyó el ruido de arranque. Dave se subió inmediatamente y salieron por fin de su casa. – ¿Por qué estás tan enfadada? De pequeños jugábamos con tu prima y yo tengo buenos recuerdos. – Ella se encogió de un hombro con los ojos en la carretera. – Es una yupi como cualquier otra de las que van a Greenfield o a Riverdale. Viene a recuperarse e una ruptura. Se cree que es que aquí somos todos felices y sencillos, o cualquiera de esas mierdas que vienen creyendo los de Boston. Oye ¿me lías un cigarrillo? – Dave asintió y cogió el bolso de Nelly del asiento de detrás. –Le doy una semana para volverse. O tres días. En cuanto se de cuenta de que esto no es Malibú. Y así podremos dejar de poner nuestra casa bonita y haciendo cosas por la señorita. – Becky hizo un ruido raro, pero ya estaban llegando.
Cuando aparcaron junto a la estación de autobuses, salió del coche y se subió en el capó, observando perezosamente el trasiego de los autobuses. No es que Cape Cod fuera Nueva York, pero en verano venía bastante gente de los al rededores a la playa, y conocidos y familiares de los yupis. Como aquella yupi que le correspondía a ella. Dave estaba a su lado y le dio en el brazo. – ¿Esa es tu prima? Debe serlo porque es la única que se ha bajado del bus de Boston. – Nelly tragó saliva y asintió lentamente. – Pues sí, esa es. – No os recordaba tan distintas. – Pues ya ves. Y más que te lo vamos a parecer en cuanto abra la boca. – Hizo un gesto desde el capó para llamar su atención y cuando se acercó puso media sonrisa. – Hola, Abigail. – Dave saltó y se puso diligentemente a su lado. – Hola, Abigail. No sé si te acuerdas de mí, nos conocimos hace mucho. Soy Dave, soy amigo de Nelly. Si quieres te llevo la maleta. – Mira, justo lo que había que darle a un yupi, un paleto que le pusiera la alfombra roja.
Capítulo 1— Junio 2019 — Nelly - Dave - Abigail
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
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Freyja
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La noche de San Juan
Make my day
Iba monísima. Porque sí, porque se lo merecía, porque tenía que llegar perfecta y de diva total. Se había comprado unas enormes gafas de sol, un sombrero pamela playero con el que no le daría el sol en ningún rincón de su cuerpo y el conjunto más ideal del mundo: un trikini rojo con volantitos y lunaritos blancos con su vestido a juego, espalda descubierta y muy cortito, y unas zapatillas de cáñamo rojas de cuña preciosas. Las chanclas las llevaba en su cesta de la playa, preciosa también, con un lacito de la misma tela, color y estampado que su conjunto atado al asa y un cangrejito como dibujo de adorno, rojo también, por supuesto. El rojo iba a ser su color del verano. Rojo pasión. Uñas rojas, labios rojos. Todo rojo. Lo de que fuera el color que menos le gustaba a Eric del mundo, irrelevante. Lo llevaba porque a ella el rojo le sentaba de escándalo. Y le iban a quedar unas fotos impresionantes. A ver si sigues odiando el color cuando veas como me queda el trikini, imbécil.
El divinismo se le había caído un poco al suelo al ver el medio de transporte. Sabía que tenía que llegar en bus al pueblo, pero... En fin. Ese bus. Ya el conductor la había mirado de arriba a abajo como si la acabara de dejar allí una nave espacial. Pff, cateto de pueblo al que habían puesto al volante, tenía que haber de todo en el mundo. Ni se iba a acordar cuando se viera en su playita. Después de pelearse con los dos trollers, la maleta de mano y la cesta de la playa para meterlas en el maletero del autobús sin partirse un tobillo en el intento (no manejaba bien las cuñas todavía), porque el señor desde luego no tuvo a bien echarle una mano, al fin se pudo sentar. Y se había dejado la botellita de agua y las golosinas para el camino en la bolsa de mano. Pues qué bien empezaba. En fin, al menos tenía el móvil y los airpods.
Tenía ganas de ver a su prima. De chica era un poco... Catetilla, la pobre. Pero se lo pasaban bien. O, al menos, ella tenía un recuerdo idealizado de los cuatro días mal contados que pasó en el pueblo, y demasiadas ganas de "una vida nueva", con muchas esperanzas puestas en ese viaje: el aire natural de las afueras de la ciudad, las playas paradisíacas, la vida de los locales. Seguro que su prima se conocía todas las calitas apartadas. Se iban a poner hasta arriba de piña colada. Además, por lo que su madre le había dicho, estaba soltera. Y trabajaba en un bar de copas, o un chiringuito, o algo así. Bebidas gratis y tíos buenos. Es que lo estaba viendo. ¡Ay! Solo de pensarlo iba todo el camino riéndose sola. Cómo iba a rabiar Eric de ver sus stories. Pensaba zampárselas todas una detrás de la otra en la cara. Y no porque le importara lo más mínimo lo que él pensase, tss, ya ves. Que siguiera con sus meditaciones y sus rutas tibetanas de mierda con esas hippies zarrapastrosas con las que ahora se juntaba. Ella tenía un brillante verano por delante y no le pensaba dedicar ni un segundo de su pensamiento.
Ya estaban llegando. Su prima había sido súper amable queriendo recogerla. Seguro que tenía una moto súper chula, o una bici de esas vintage. Aunque claro, esperaba que la hubiera ido a buscar en coche, porque no podría llevar tanta maleta en una bici. Bajó del bus y otra vez la pelea por sacar las maletas, y encima el tipo del autobús es que ni se había bajado. Oish, de verdad, menos mal que ya tenía el paraíso a las puertas, valiente desagradable. Con un troller en cada mano, la maleta de mano sobre uno de estos y la cesta en el otro brazo, bastante cargada ciertamente, y ya con la pamela y las gafas de sol puestas (porque tenía que llevar el conjunto puesto entero, por supuesto, que había que dar buena impresión desde primera hora) se puso a buscar con la mirada a su prima. Entonces vio una mano que la saludaba. La verdad es que con esas gafas de tres dólares que se había comprado no veía muy bien, pero juraría que era su prima. Sonrió e hizo un gestito de súper amiguis desde lejos. ¡Qué bien se lo iban a pasar!
Pero un chico pegó un salto ante ella y la hizo detenerse algo sorprendida. Y... No se acordaba demasiado, no. Quizás... ¿Ligeramente? Pero el chico parecía muy solícito, así que ella puso su mejor sonrisa. - Daaaaaave, claaaaro. - Dijo como si acabara de recordar, efusivamente y con una enorme sonrisa. Se acercó al chico y le dio una especie de abrazo medio cordial medio incómodo porque llevaba muchas bolsas y... Ahg, parecía un poco sudado. Vaya. Bueno... Había que ser amable. Se retiró un pasito sin perder la sonrisita de artificial amiguismo. Entonces le ofreció llevarle la maleta. - Oh, gracias cielo, qué amable eres. - Y le encasquetó las tres del tirón, quedándose ella solo con la cesta de la playa. Y ya que el chico que amablemente se había ofrecido a hacer de botones llevaba sus bártulos, podía acercarse a su prima. Extendió los brazos en cruz y dio un gritito de amiguis que llevaban deseando verse un milenio. - ¡Prima Nellyyyyy! - Se acercó a ella dando besitos en el aire y con pasitos cortitos, pero... Dejó los besitos, efectivamente, en el aire. Primero y fundamental, porque también estaba sudando. ¿Es que venían de arar el campo, o qué? Bueno, así tenían una excusa para tirarse de cabeza al agua de la playa. En segundo lugar, porque su prima no parecía corresponder su entusiasmo. Así que hizo solo el amago de saludo efusivo, pero se quedó prudentemente retirada, aunque sin perder la sonrisita. - Me moría de ganas por venir. - Y su mirada se fijó en ese trasto en el que estaba subida. ¿Te imaginas que tuvieran que irse ahí? En fin, supuso que estaba solo apoyada. - ¿Nos vamos? Estoy deseando pisar la playit... - Espera espera, acaso estaba Donald... Don... ¿Dave? Da igual. ¿Qué hacía metiendo sus cosas en ese cacharro? Se rio un poco incómodamente y, señalándolo con un dedito, le preguntó a su prima. - ¿Vamos... Ahí? -
El divinismo se le había caído un poco al suelo al ver el medio de transporte. Sabía que tenía que llegar en bus al pueblo, pero... En fin. Ese bus. Ya el conductor la había mirado de arriba a abajo como si la acabara de dejar allí una nave espacial. Pff, cateto de pueblo al que habían puesto al volante, tenía que haber de todo en el mundo. Ni se iba a acordar cuando se viera en su playita. Después de pelearse con los dos trollers, la maleta de mano y la cesta de la playa para meterlas en el maletero del autobús sin partirse un tobillo en el intento (no manejaba bien las cuñas todavía), porque el señor desde luego no tuvo a bien echarle una mano, al fin se pudo sentar. Y se había dejado la botellita de agua y las golosinas para el camino en la bolsa de mano. Pues qué bien empezaba. En fin, al menos tenía el móvil y los airpods.
Tenía ganas de ver a su prima. De chica era un poco... Catetilla, la pobre. Pero se lo pasaban bien. O, al menos, ella tenía un recuerdo idealizado de los cuatro días mal contados que pasó en el pueblo, y demasiadas ganas de "una vida nueva", con muchas esperanzas puestas en ese viaje: el aire natural de las afueras de la ciudad, las playas paradisíacas, la vida de los locales. Seguro que su prima se conocía todas las calitas apartadas. Se iban a poner hasta arriba de piña colada. Además, por lo que su madre le había dicho, estaba soltera. Y trabajaba en un bar de copas, o un chiringuito, o algo así. Bebidas gratis y tíos buenos. Es que lo estaba viendo. ¡Ay! Solo de pensarlo iba todo el camino riéndose sola. Cómo iba a rabiar Eric de ver sus stories. Pensaba zampárselas todas una detrás de la otra en la cara. Y no porque le importara lo más mínimo lo que él pensase, tss, ya ves. Que siguiera con sus meditaciones y sus rutas tibetanas de mierda con esas hippies zarrapastrosas con las que ahora se juntaba. Ella tenía un brillante verano por delante y no le pensaba dedicar ni un segundo de su pensamiento.
Ya estaban llegando. Su prima había sido súper amable queriendo recogerla. Seguro que tenía una moto súper chula, o una bici de esas vintage. Aunque claro, esperaba que la hubiera ido a buscar en coche, porque no podría llevar tanta maleta en una bici. Bajó del bus y otra vez la pelea por sacar las maletas, y encima el tipo del autobús es que ni se había bajado. Oish, de verdad, menos mal que ya tenía el paraíso a las puertas, valiente desagradable. Con un troller en cada mano, la maleta de mano sobre uno de estos y la cesta en el otro brazo, bastante cargada ciertamente, y ya con la pamela y las gafas de sol puestas (porque tenía que llevar el conjunto puesto entero, por supuesto, que había que dar buena impresión desde primera hora) se puso a buscar con la mirada a su prima. Entonces vio una mano que la saludaba. La verdad es que con esas gafas de tres dólares que se había comprado no veía muy bien, pero juraría que era su prima. Sonrió e hizo un gestito de súper amiguis desde lejos. ¡Qué bien se lo iban a pasar!
Pero un chico pegó un salto ante ella y la hizo detenerse algo sorprendida. Y... No se acordaba demasiado, no. Quizás... ¿Ligeramente? Pero el chico parecía muy solícito, así que ella puso su mejor sonrisa. - Daaaaaave, claaaaro. - Dijo como si acabara de recordar, efusivamente y con una enorme sonrisa. Se acercó al chico y le dio una especie de abrazo medio cordial medio incómodo porque llevaba muchas bolsas y... Ahg, parecía un poco sudado. Vaya. Bueno... Había que ser amable. Se retiró un pasito sin perder la sonrisita de artificial amiguismo. Entonces le ofreció llevarle la maleta. - Oh, gracias cielo, qué amable eres. - Y le encasquetó las tres del tirón, quedándose ella solo con la cesta de la playa. Y ya que el chico que amablemente se había ofrecido a hacer de botones llevaba sus bártulos, podía acercarse a su prima. Extendió los brazos en cruz y dio un gritito de amiguis que llevaban deseando verse un milenio. - ¡Prima Nellyyyyy! - Se acercó a ella dando besitos en el aire y con pasitos cortitos, pero... Dejó los besitos, efectivamente, en el aire. Primero y fundamental, porque también estaba sudando. ¿Es que venían de arar el campo, o qué? Bueno, así tenían una excusa para tirarse de cabeza al agua de la playa. En segundo lugar, porque su prima no parecía corresponder su entusiasmo. Así que hizo solo el amago de saludo efusivo, pero se quedó prudentemente retirada, aunque sin perder la sonrisita. - Me moría de ganas por venir. - Y su mirada se fijó en ese trasto en el que estaba subida. ¿Te imaginas que tuvieran que irse ahí? En fin, supuso que estaba solo apoyada. - ¿Nos vamos? Estoy deseando pisar la playit... - Espera espera, acaso estaba Donald... Don... ¿Dave? Da igual. ¿Qué hacía metiendo sus cosas en ese cacharro? Se rio un poco incómodamente y, señalándolo con un dedito, le preguntó a su prima. - ¿Vamos... Ahí? -
Capítulo 1— Junio 2019 — Abigail - Con Nelly y Dave
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La noche de San Juan
Make my day
Dios, si es que era una yupi de manual. Llegaba con aquel modelito todo en rojo que parecía un caramelo de fresa y maletas como si se fuera a quedar a vivir. Y por supuesto tardó media centésima de segundo en echárselas a Dave encima como si fuera un porteador de esos africanos de las pelis de los cincuenta. Y venía derechita a darle besos, pero hasta ella pareció pensárselo mejor. Puso media sonrisa. Aunque fuera solo de reírse de ella no lo iba a pasar ni tan mal. – Veo que vienes más que preparada. Pero primero habrá que ir a dejar todo tu armario en casa. – Esta no se acordaba de lo que era Cape Cod. Siempre que se habían visto en los últimos años haba sido en su amado Boston, y siempre estaba el pesado de su novio. Vaya, tan bueno no había resultado si se haba venido al culo del mundo a "curarse". Nelly saltó del capó y abrió la puerta del conductor. – Ahí vamos. – Asintió con la cabeza. – Pero "ahí" se llama Becky, y es tu transporte mientras estés en Cape Cod, pero solo sé conducirla yo, no lo intentes. – Se subió y metió las llaves, mientras Dave y sus impulsos caballerosos abrían la puerta del copiloto y le señalaban la entrada. – Pasa si quieres, Abigail, así ves Cape Cod, y te va dando el aire. – Sí, porque las ventanillas de atrás se atascaban y justo eso necesitaban ahora. Pero vamos, ni que hubiera mucho que ver. – Quédate fuera, todo sea que haya que darle caña. – Pero no, Betty parecía estar comportándose y Dave se montó inmediatamente, porque sabía que como Nelly pusiera a Becky en marcha, se iba sin él.
Salieron del parking de tierra de la estación y enfilaron la avenida hacia arriba. El silencio era pesado, porque la verdad es que Nelly, de resaca, con pocas horas de sueño en el cuerpo y su estado de ánimo habitual de animadversión a los yupis no era lo más alegre del mundo. Aun así intentó sacar conversación. – Esta noche son las hogueras de San Juan. Por si tienes ganas de fiesta en la playa. Es la mejor del verano, mejor que el cuatro de julio te diría incluso. – Dave se inclinó hacia delante, entre ellas. – Sí, pero a mí me gusta más el cuatro de julio porque es más familiar. Nuestras familias siempre lo celebran juntas y adornamos la casa de tu tía April super bonita y hacemos barbacoa en el jardín. – Ya se estaba viniendo arriba, subiéndose las gafas. – Bueno, igual este año Nelly tiene que irse temprano porque tiene turno en el bar. Lo ha cambiado para estar contigo el día que llegabas. – Sí, bueno, Dave y su visión de las cosas. Se lo había cogido para poder estar de fiesta en la playa aquella noche, pero bueno, su prima que fuera con ellos si quería.
Pararon en el semáforo donde Becky había hecho el ruido raro antes y, cumpliendo sus temores, se quedó parada. – ¡Joder! Maldito calor. – Dio un golpe en el volante y salió, abriendo el capó. – Tráete el agua Dave. – Es inútil, Nelly, está caliente de estar en el coche. – Ella se exasperó. – ¡Joder, Dave! ¿Para qué eres mecánico? – Para decirte que hay que jubilar a Becky, ya más parches no le puedes poner. – Ella resopló y cogió el móvil del bolsillo de su pantalón, subiéndose en la parte de atrás de la furgoneta, a ver si con la altura conseguía cobertura, porque esa zona era malísima. – ¿A quién llamas? ¿Al santo patrón de los motores pasados? – Preguntó su amigo, mirando a Becky desesperado. – A Sam. – Y peor cara se le puso. – ¿A Sam para qué? ¿Para que arranque a Becky a base de enseñar los musculitos? – Nelly entornó los ojos y negó con la cabeza con profundo hastío. Qué manía tan injustificada le tenía a Sam. – Pues para que os recoja a vosotros por lo menos y os lleve a mi casa. – Pero Sam no cogía el teléfono. Se bajó de un salto y miró de nuevo el capó abierto. – Tiene que aguantar hasta que llegue mi padre, Dave, y lo sabes. – Dijo con tono más preocupado. Verías las gracia como tuvieran que llegar a su casa con la yupi y todo su armario como caparazones de tortugas con aquel calorón.
Salieron del parking de tierra de la estación y enfilaron la avenida hacia arriba. El silencio era pesado, porque la verdad es que Nelly, de resaca, con pocas horas de sueño en el cuerpo y su estado de ánimo habitual de animadversión a los yupis no era lo más alegre del mundo. Aun así intentó sacar conversación. – Esta noche son las hogueras de San Juan. Por si tienes ganas de fiesta en la playa. Es la mejor del verano, mejor que el cuatro de julio te diría incluso. – Dave se inclinó hacia delante, entre ellas. – Sí, pero a mí me gusta más el cuatro de julio porque es más familiar. Nuestras familias siempre lo celebran juntas y adornamos la casa de tu tía April super bonita y hacemos barbacoa en el jardín. – Ya se estaba viniendo arriba, subiéndose las gafas. – Bueno, igual este año Nelly tiene que irse temprano porque tiene turno en el bar. Lo ha cambiado para estar contigo el día que llegabas. – Sí, bueno, Dave y su visión de las cosas. Se lo había cogido para poder estar de fiesta en la playa aquella noche, pero bueno, su prima que fuera con ellos si quería.
Pararon en el semáforo donde Becky había hecho el ruido raro antes y, cumpliendo sus temores, se quedó parada. – ¡Joder! Maldito calor. – Dio un golpe en el volante y salió, abriendo el capó. – Tráete el agua Dave. – Es inútil, Nelly, está caliente de estar en el coche. – Ella se exasperó. – ¡Joder, Dave! ¿Para qué eres mecánico? – Para decirte que hay que jubilar a Becky, ya más parches no le puedes poner. – Ella resopló y cogió el móvil del bolsillo de su pantalón, subiéndose en la parte de atrás de la furgoneta, a ver si con la altura conseguía cobertura, porque esa zona era malísima. – ¿A quién llamas? ¿Al santo patrón de los motores pasados? – Preguntó su amigo, mirando a Becky desesperado. – A Sam. – Y peor cara se le puso. – ¿A Sam para qué? ¿Para que arranque a Becky a base de enseñar los musculitos? – Nelly entornó los ojos y negó con la cabeza con profundo hastío. Qué manía tan injustificada le tenía a Sam. – Pues para que os recoja a vosotros por lo menos y os lleve a mi casa. – Pero Sam no cogía el teléfono. Se bajó de un salto y miró de nuevo el capó abierto. – Tiene que aguantar hasta que llegue mi padre, Dave, y lo sabes. – Dijo con tono más preocupado. Verías las gracia como tuvieran que llegar a su casa con la yupi y todo su armario como caparazones de tortugas con aquel calorón.
Capítulo 1— Junio 2019 — Nelly - Dave - Abigail
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
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La noche de San Juan
Make my day
Abrió mucho los ojos y amplió una sonrisa tremendamente artificial, asintiendo lentamente. - Beeecky... Aahh... - Dijo con falsa comprensión, ¿había colado lo de que le parecía encanto rural muy cuqui? Porque claramente no era así, pero no quería ofender a su prima en el primer minuto así que lo pretendió, mientras miraba de reojo a la tal Becky. Algo le decía que Becky y ella no se iban a llevar nada bien. Dios, solo había algo peor que tener una tartana así: ponerle nombre. Bueno, Abi, tú has venido a disfrutar y a desconectar. Solo será un paseíto hasta la casa y luego: playita all day long. Sí, si lo pensaba así no le podía chafar sus supervacaciones. El resto del tiempo que estuviera en Cape Cod ya se buscaría otra manera de desplazarse. Era un pueblo de playa, también podría ir andando a los sitios, ¿no? Es decir, no lo recordaba muy grande. Soltó una breve carcajada (muy artificial otra vez) cuando dijo que solo sabía conducirla ella. ¿De verdad pensaba que Abigail lo iba siquiera a intentar? Qué humor el de su prima. Humor rústico y extraño, pero bueno, se acostumbraría.
Sonrió artificialmente a ¿Don? ¿Dave? y se dirigió prudentemente, casi de puntillas, hacia la caravana esa. Bueno, era rústica, tenía su encanto, sí... También tenía polvo para dar y regalar y probablemente más años que ella, pero bueno. Aby, has venido a desconectar del mundanal ruido urbano y conectar con la naturaleza. Era cuestión de poner el chip y ya estaba. Se aclaró un poquito la garganta y se recolocó el pelo, pero el arranque casi le hizo dar un sobresalto en el sitio. Por favor, qué sacudida, ¿así iban a ir todo el camino? El chip, Aby, el chip. A lo mejor era como los aviones, que despegar era un poco abrupto pero cuando estaban en trayecto ni se notaba... Bueno, por lo accidentado de la salida, lo dudaba poderosamente. Pero soñar era gratis. No como comprarse un coche nuevo, en vistas de como estaban reciclando ese.
Se puso a enrollarse un mechón de pelo en el dedo mientras perdía la mirada por el paisaje... Lo imaginaba más bonito, la verdad. También se imaginaba una conversación más animada con su prima, pero por ahora iban las dos (los tres, no contaba con el muchacho acoplado) en silencio. ¿De qué hablaba con ella? Es que todo lo que se le ocurría era... Muy de ciudad. Y ella era tan... Parpadeó un par de veces y sonrió cuando vio que, por fortuna, decidió romper el hielo ella. Ah, solo había sido la salida, ya iban a hacer planes superguays y todo iba a ser supergenial. Abrió mucho la boca y se llevó las manos a estas, aspirando una expresión de sorpresa. ¿¿En serio?? ¡Ay, qué supergenial! Importante que su prima tomara nota de su palabra favorita: supergenial. La decía constantemente y esperaba usarla mucho en sus vacaciones. Se retiró un poquito hacia un lado porque de repente apareció por medio la cabeza de ¿Darren? ¿Donald? Aunque le miró con una sonrisita mientras le escuchaba. Oh, adornos y barbacoa. Me superencanta. Mostró las palmas de las manos y amplió la sonrisa. Pues yo me apunto a todas. Dijo, soltando una risita musical justo después. Pero lo que dijo el chico sobre su prima hizo que la mirara con adoración absoluta, como si fuera un cachorrito haciendo algo monísimo. Aaaaawww ¿Has hecho eso por mí de verdad? Y tirando de efusividad y no mucho sentido común, se enganchó a su cuello para darle un achuchón a pesar de que la chica seguía conduciendo. ¡¡Aaaayyy!! Yo también tenía muchas muchas muchas ganas de hacer cosas contigo, primi. Se separó. Sí, seguía sudando, pero bueno. Amor de primas, podía soportarlo. ¡Verás qué bien lo vamos a pasar! Lo dicho: vacaciones supergeniales.
Pero de repente se pararon en un semáforo y ya no volvieron a arrancar. Pasó la mirada desconcertada de uno a otro, porque se había iniciado una maquinaria entre esos dos que no tenía ni idea de por donde venía. Abrió los ojos como platos cuando vio a su prima subiéndose al capó de la furgoneta. ¿¿Pero qué?? Sacó su móvil, asustada. No, ella tampoco tenía cobertura. O sea, ¿en serio? No podía estar sin internet, ¿cómo iba a subir fotos a sus redes? A ver de qué le servía a ella tanto numerito si su ex no podía verlo... Bueno, a ver, ni que fuera allí por él. Que le daba igual. Que ella iba a conectar con la naturaleza y eso. ¿Puedo ayudar? Gritó desde la ventana, más por cortesía que por otra cosa, porque ni se había bajado del coche. Pero esos dos se habían metido en una conversación y no la estaban escuchando. ¿Hola? Nada. ¿Quién es Sam? Pero ella no se pensaba bajar, su estrategia era seguir pegando gritos hasta que la escucharan.
Pero no estaba funcionando y al menos si pudiera meterse en el insta, anda, pero no iba a quedarse allí mirando el polvo de la ventana (que era mucho, pero poco entretenido). Se peleó un poco con la puerta, porque estaba muy dura y ella no tenía mucha fuerza, pero al final consiguió salir. Andaba por ese terreno pedregoso con las cuñas como un cervatillo recién nacido, agarrándose con una mano al lateral de la furgoneta e intentando mantener una sonrisa que a cada segundo que pasaba era más incómoda. Holi. Volvió a saludar, haciendo un gestito con la mano libre. Esto, primi... Dave... Sí, ya había escuchado varias veces a su prima llamarlo. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no nos movemos?
Sonrió artificialmente a ¿Don? ¿Dave? y se dirigió prudentemente, casi de puntillas, hacia la caravana esa. Bueno, era rústica, tenía su encanto, sí... También tenía polvo para dar y regalar y probablemente más años que ella, pero bueno. Aby, has venido a desconectar del mundanal ruido urbano y conectar con la naturaleza. Era cuestión de poner el chip y ya estaba. Se aclaró un poquito la garganta y se recolocó el pelo, pero el arranque casi le hizo dar un sobresalto en el sitio. Por favor, qué sacudida, ¿así iban a ir todo el camino? El chip, Aby, el chip. A lo mejor era como los aviones, que despegar era un poco abrupto pero cuando estaban en trayecto ni se notaba... Bueno, por lo accidentado de la salida, lo dudaba poderosamente. Pero soñar era gratis. No como comprarse un coche nuevo, en vistas de como estaban reciclando ese.
Se puso a enrollarse un mechón de pelo en el dedo mientras perdía la mirada por el paisaje... Lo imaginaba más bonito, la verdad. También se imaginaba una conversación más animada con su prima, pero por ahora iban las dos (los tres, no contaba con el muchacho acoplado) en silencio. ¿De qué hablaba con ella? Es que todo lo que se le ocurría era... Muy de ciudad. Y ella era tan... Parpadeó un par de veces y sonrió cuando vio que, por fortuna, decidió romper el hielo ella. Ah, solo había sido la salida, ya iban a hacer planes superguays y todo iba a ser supergenial. Abrió mucho la boca y se llevó las manos a estas, aspirando una expresión de sorpresa. ¿¿En serio?? ¡Ay, qué supergenial! Importante que su prima tomara nota de su palabra favorita: supergenial. La decía constantemente y esperaba usarla mucho en sus vacaciones. Se retiró un poquito hacia un lado porque de repente apareció por medio la cabeza de ¿Darren? ¿Donald? Aunque le miró con una sonrisita mientras le escuchaba. Oh, adornos y barbacoa. Me superencanta. Mostró las palmas de las manos y amplió la sonrisa. Pues yo me apunto a todas. Dijo, soltando una risita musical justo después. Pero lo que dijo el chico sobre su prima hizo que la mirara con adoración absoluta, como si fuera un cachorrito haciendo algo monísimo. Aaaaawww ¿Has hecho eso por mí de verdad? Y tirando de efusividad y no mucho sentido común, se enganchó a su cuello para darle un achuchón a pesar de que la chica seguía conduciendo. ¡¡Aaaayyy!! Yo también tenía muchas muchas muchas ganas de hacer cosas contigo, primi. Se separó. Sí, seguía sudando, pero bueno. Amor de primas, podía soportarlo. ¡Verás qué bien lo vamos a pasar! Lo dicho: vacaciones supergeniales.
Pero de repente se pararon en un semáforo y ya no volvieron a arrancar. Pasó la mirada desconcertada de uno a otro, porque se había iniciado una maquinaria entre esos dos que no tenía ni idea de por donde venía. Abrió los ojos como platos cuando vio a su prima subiéndose al capó de la furgoneta. ¿¿Pero qué?? Sacó su móvil, asustada. No, ella tampoco tenía cobertura. O sea, ¿en serio? No podía estar sin internet, ¿cómo iba a subir fotos a sus redes? A ver de qué le servía a ella tanto numerito si su ex no podía verlo... Bueno, a ver, ni que fuera allí por él. Que le daba igual. Que ella iba a conectar con la naturaleza y eso. ¿Puedo ayudar? Gritó desde la ventana, más por cortesía que por otra cosa, porque ni se había bajado del coche. Pero esos dos se habían metido en una conversación y no la estaban escuchando. ¿Hola? Nada. ¿Quién es Sam? Pero ella no se pensaba bajar, su estrategia era seguir pegando gritos hasta que la escucharan.
Pero no estaba funcionando y al menos si pudiera meterse en el insta, anda, pero no iba a quedarse allí mirando el polvo de la ventana (que era mucho, pero poco entretenido). Se peleó un poco con la puerta, porque estaba muy dura y ella no tenía mucha fuerza, pero al final consiguió salir. Andaba por ese terreno pedregoso con las cuñas como un cervatillo recién nacido, agarrándose con una mano al lateral de la furgoneta e intentando mantener una sonrisa que a cada segundo que pasaba era más incómoda. Holi. Volvió a saludar, haciendo un gestito con la mano libre. Esto, primi... Dave... Sí, ya había escuchado varias veces a su prima llamarlo. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no nos movemos?
Capítulo 1— Junio 2019 — Abigail - Con Nelly y Dave
XIII
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La noche de San Juan
Make my day
Vamos, justo lo que le hacía falta era la tonta esta abrazándosele mientras conducía, con esa cara de estar permanentemente cambiando de ánimo. Probablemente no lo había pensado muy bien cuando dijo que venía o, como buena yupi, esperaba que sus padres y ella vivieran en las urbanizaciones de los yupis, con sus casitas blancas, sus piscinas y sus vistas al mar. Si no le había gustado Becky, verás cuando viera la casa. Pero ahora pocas cosas de “primis” iban a hacer. Tenían problemas más serios, por ejemplo, arrancar de nuevo a Becky.
Estaban en el centro del pueblo realmente, cualquiera podía acercarles, aunque no fuera Sam. ¿Y por qué Sam no le cogía el teléfono a ver? Soltó aire por la nariz y miró de reojo a la chica. — Pasa que Becky es demasiado antigua. — Como prehistórica. — Calla, Dave. El caso es que cuando hace mucho calor se recalienta. — Si ese fuera su único problema… — Le dio un manotazo a su amigo en el brazo. — Y en las cuestas como esta, no mete bien la marcha. — Eso si aún le funciona la caja de cambios. — Nelly bufó y levantó la mano, haciendo una pantalla a su lado con Dave. — Ignórale. Becky es una joya y es más dura que cualquier coche moderno… — Sí, seguro, pero de momento, tu prima, tú y yo vamos a tener que repartirnos las maletas para subir a tu casa. — Miró a la chica de arriba abajo. Seguro que sí, Abigail no iba a ninguna parte con las setecientas maletas y los zapatos esos que me traía. A ver, si no podía andar bien con ellos ¿por qué se los ponía en primer lugar? No era momento de atender a eso. Ya aprendería rapidito a conocer las cuestas de Cape Cod.
Se giró sobre sí misma y se puso las gafas, mirando alrededor. Ah, ya sabía ella que no tardarían en llamar la atención. — ¡Eh, Lena! — Saludó a la mujer que estaba asomada a su porche de madera. — ¿Qué pasa, Nelly? ¿Otra vez el trasto de tu padre haciendo lo suyo? — No era un trasto, pero estaba a punto de pedirles un favor, así que simplemente sonrió y asintió. — Ya ves, las cosas de la Becky. — Lena ya había salido hasta la acera, con el delantal de cocinar puesto y escudriñando a su prima. — ¡Ay! ¡Que me aspen si no eres la niña de Kimberly! Eres igualita que ella. — La miró de arriba a abajo. — Cómo se nota que eres yupi, que ya has nacido allí, qué estilazo y qué mona vas. Bueno, bueno, vas a triunfar esta noche, ¿hasta cuando te quedas, maja? — Nelly contuvo un suspiro. Sí, lo que le faltaba a esta, que la animaran. Y encima sabía que Lena lo estaba haciendo para luego ir con el chismecito por todo el pueblo. — Oye, Lena, ¿no estará Randy en casa para subirnos en un momento a donde mi madre? Es que Abigail trae muchas maletas. — ¡Eso, Abigail! — Dijo la mujer, ignorando un poco su petición. Estiró el cuello para mirar las mencionadas maletas. — Uuuuuy sí que traes, eso es que te quedas un buen tiempo, ¿eh? — ¡Eh, Dave, chico! — Soltó Randy de repente, saliendo de dentro de la casa (eso era que estaba poniendo la oreja, como medio barrio probablemente) y le tiró las llaves del coche, que su amigo cazó de milagro. — Ya lo has cogido mil veces en el taller. Sube tú a las señoritas. — Gracias, Randy. — Dijo ella con una gran sonrisa. — De nada, preciosa. Y tira ya esa carraca, por amor de Dios. Tu padre no te va a colgar del palo mayor ni nada por ello. — Nelly rio solo un poco, porque nadie entendía lo que era Becky para ella, pero simplemente dijo. — Cuidad que no me la roben en lo que subo a casa y vuelvo a por ella. — Chico apaño le haría a quien lo intentara, hija. — Sentenció Lena, dirigiéndose de nuevo al interior de su casa, porque para qué las iba a ayudar con las maletas.
Tras pasarlo todo al coche de Randy, que no era tampoco un Ferrari pero era más nuevo que Becky y tenía aire acondicionado, se sentó en la parte trasera y dejó a Abi y Dave ir delante. En apenas cinco minutos había remontado la complicada cuesta que había para llegar a su casa. Su madre estaba en el porche, oteando el horizonte. Vaya, sí, como siempre. Quién sabía si estaba esperando a que llegaran ellas o solo era una de las miles de veces que esperaba ver un carguero aparecer en el que dentro fuera su padre. Pero en cuanto les reconoció salió por el jardín delantero hasta la acera. — ¡Déjame adivinar! La Becky te ha dejado tirada. Ya sabía yo que no podíais tardar tanto. — Nelly bajó con cara de pocos amigos. — No, qué va, le he robado el coche a Randy, mientras Dave le reducía, ¿no te fastidia? — Pero su madre estaba ignorando sus palabras para abrazar a Abi. — ¡Ay, mi niña! ¡Pero qué bonita estás y qué contenta está tu tía de tenerte aquí! — Realmente, se la veía feliz. La vida de su madre se podía hacer un poco cuesta arriba y solitaria, a pesar de estar muy rodeada en el pueblo. Igual solo por eso merecía la pena tener a la yupi allí. Ella se acercó a bajar las maletas con Dave. — Yo le bajo el coche a Randy. Quédate con tu prima. — Tengo que ir a por Becky. — Su amigo bajó la última maleta y la miró con cara de circunstancias. — No la uses de excusa para escaquearte. — Señaló a la chica con la barbilla. — Y sé buena con ella… Ya… Se acostumbrará a esto. No tiene malicia ninguna y está intentando muy fuertemente ser tu amiga. — Nelly resopló, y su amigo rodeó el coche. — Ape, me bajo a llevar el coche y luego a por la grúa para remolcar a Becky por… Enésima vez en lo que va de mes. — Su madre le agarró del brazo. — ¿No vienes a comer? — Dave negó y su madre chistó. — El día que te dé por cobrarle, verás como tira la dichosa Becky. — Dave soltó una carcajada. — No quieres que tire el sitio donde nació tu niña. — Ella se rio. Dave era así, recordaba los detalles… Era el único que la entendía realmente. — Abigail, encantado de verte y bienvenida de nuevo a Cape Cod. Nos vemos más tarde, o ya en la hoguera en la playa. — Despidió a su amigo y su madre la enganchó con el otro brazo. — Bueno, he preparado limonada fresquita y vamos a ponernos en el porche mirando al mar, ¿qué os parece? Luego subimos todo esto, cuando nos hayamos refrescado. — Dijo mirando a las maletas de la chica, riéndose. — Aunque no sé dónde vas a meter todo eso, cariño, esto es un hogar de pescadores. — Llegaron al porche, que su madre había adecentado. Allí estaba el banco de madera, pintado por su madre, con los cojines hechos por ella misma, pero había puesto una mesita y dos sillas que solían estar por ahí desperdigadas, y había quitado las tablas de surf y las cosas de playa, y ahora se veían las macetitas, e incluso había puesto flores en un jarroncito en la mesa. Se notaba que quería complacer a Abi o que no viera el desastre perpetuo en el que vivían. Visto así, las tablas de surf, las pelotas y las tumbonas estaban mejor allí, bajo el árbol del jardincillo, parecía menos desordenado. Ella, por su parte, le concedió a Abi la gracia de sentarse en su banco, y ella se quedó con la silla, mirando al mar azulísimo mientras se hacía un moño para combatir el calor, en lo que volvía su madre con la limonada.
Estaban en el centro del pueblo realmente, cualquiera podía acercarles, aunque no fuera Sam. ¿Y por qué Sam no le cogía el teléfono a ver? Soltó aire por la nariz y miró de reojo a la chica. — Pasa que Becky es demasiado antigua. — Como prehistórica. — Calla, Dave. El caso es que cuando hace mucho calor se recalienta. — Si ese fuera su único problema… — Le dio un manotazo a su amigo en el brazo. — Y en las cuestas como esta, no mete bien la marcha. — Eso si aún le funciona la caja de cambios. — Nelly bufó y levantó la mano, haciendo una pantalla a su lado con Dave. — Ignórale. Becky es una joya y es más dura que cualquier coche moderno… — Sí, seguro, pero de momento, tu prima, tú y yo vamos a tener que repartirnos las maletas para subir a tu casa. — Miró a la chica de arriba abajo. Seguro que sí, Abigail no iba a ninguna parte con las setecientas maletas y los zapatos esos que me traía. A ver, si no podía andar bien con ellos ¿por qué se los ponía en primer lugar? No era momento de atender a eso. Ya aprendería rapidito a conocer las cuestas de Cape Cod.
Se giró sobre sí misma y se puso las gafas, mirando alrededor. Ah, ya sabía ella que no tardarían en llamar la atención. — ¡Eh, Lena! — Saludó a la mujer que estaba asomada a su porche de madera. — ¿Qué pasa, Nelly? ¿Otra vez el trasto de tu padre haciendo lo suyo? — No era un trasto, pero estaba a punto de pedirles un favor, así que simplemente sonrió y asintió. — Ya ves, las cosas de la Becky. — Lena ya había salido hasta la acera, con el delantal de cocinar puesto y escudriñando a su prima. — ¡Ay! ¡Que me aspen si no eres la niña de Kimberly! Eres igualita que ella. — La miró de arriba a abajo. — Cómo se nota que eres yupi, que ya has nacido allí, qué estilazo y qué mona vas. Bueno, bueno, vas a triunfar esta noche, ¿hasta cuando te quedas, maja? — Nelly contuvo un suspiro. Sí, lo que le faltaba a esta, que la animaran. Y encima sabía que Lena lo estaba haciendo para luego ir con el chismecito por todo el pueblo. — Oye, Lena, ¿no estará Randy en casa para subirnos en un momento a donde mi madre? Es que Abigail trae muchas maletas. — ¡Eso, Abigail! — Dijo la mujer, ignorando un poco su petición. Estiró el cuello para mirar las mencionadas maletas. — Uuuuuy sí que traes, eso es que te quedas un buen tiempo, ¿eh? — ¡Eh, Dave, chico! — Soltó Randy de repente, saliendo de dentro de la casa (eso era que estaba poniendo la oreja, como medio barrio probablemente) y le tiró las llaves del coche, que su amigo cazó de milagro. — Ya lo has cogido mil veces en el taller. Sube tú a las señoritas. — Gracias, Randy. — Dijo ella con una gran sonrisa. — De nada, preciosa. Y tira ya esa carraca, por amor de Dios. Tu padre no te va a colgar del palo mayor ni nada por ello. — Nelly rio solo un poco, porque nadie entendía lo que era Becky para ella, pero simplemente dijo. — Cuidad que no me la roben en lo que subo a casa y vuelvo a por ella. — Chico apaño le haría a quien lo intentara, hija. — Sentenció Lena, dirigiéndose de nuevo al interior de su casa, porque para qué las iba a ayudar con las maletas.
Tras pasarlo todo al coche de Randy, que no era tampoco un Ferrari pero era más nuevo que Becky y tenía aire acondicionado, se sentó en la parte trasera y dejó a Abi y Dave ir delante. En apenas cinco minutos había remontado la complicada cuesta que había para llegar a su casa. Su madre estaba en el porche, oteando el horizonte. Vaya, sí, como siempre. Quién sabía si estaba esperando a que llegaran ellas o solo era una de las miles de veces que esperaba ver un carguero aparecer en el que dentro fuera su padre. Pero en cuanto les reconoció salió por el jardín delantero hasta la acera. — ¡Déjame adivinar! La Becky te ha dejado tirada. Ya sabía yo que no podíais tardar tanto. — Nelly bajó con cara de pocos amigos. — No, qué va, le he robado el coche a Randy, mientras Dave le reducía, ¿no te fastidia? — Pero su madre estaba ignorando sus palabras para abrazar a Abi. — ¡Ay, mi niña! ¡Pero qué bonita estás y qué contenta está tu tía de tenerte aquí! — Realmente, se la veía feliz. La vida de su madre se podía hacer un poco cuesta arriba y solitaria, a pesar de estar muy rodeada en el pueblo. Igual solo por eso merecía la pena tener a la yupi allí. Ella se acercó a bajar las maletas con Dave. — Yo le bajo el coche a Randy. Quédate con tu prima. — Tengo que ir a por Becky. — Su amigo bajó la última maleta y la miró con cara de circunstancias. — No la uses de excusa para escaquearte. — Señaló a la chica con la barbilla. — Y sé buena con ella… Ya… Se acostumbrará a esto. No tiene malicia ninguna y está intentando muy fuertemente ser tu amiga. — Nelly resopló, y su amigo rodeó el coche. — Ape, me bajo a llevar el coche y luego a por la grúa para remolcar a Becky por… Enésima vez en lo que va de mes. — Su madre le agarró del brazo. — ¿No vienes a comer? — Dave negó y su madre chistó. — El día que te dé por cobrarle, verás como tira la dichosa Becky. — Dave soltó una carcajada. — No quieres que tire el sitio donde nació tu niña. — Ella se rio. Dave era así, recordaba los detalles… Era el único que la entendía realmente. — Abigail, encantado de verte y bienvenida de nuevo a Cape Cod. Nos vemos más tarde, o ya en la hoguera en la playa. — Despidió a su amigo y su madre la enganchó con el otro brazo. — Bueno, he preparado limonada fresquita y vamos a ponernos en el porche mirando al mar, ¿qué os parece? Luego subimos todo esto, cuando nos hayamos refrescado. — Dijo mirando a las maletas de la chica, riéndose. — Aunque no sé dónde vas a meter todo eso, cariño, esto es un hogar de pescadores. — Llegaron al porche, que su madre había adecentado. Allí estaba el banco de madera, pintado por su madre, con los cojines hechos por ella misma, pero había puesto una mesita y dos sillas que solían estar por ahí desperdigadas, y había quitado las tablas de surf y las cosas de playa, y ahora se veían las macetitas, e incluso había puesto flores en un jarroncito en la mesa. Se notaba que quería complacer a Abi o que no viera el desastre perpetuo en el que vivían. Visto así, las tablas de surf, las pelotas y las tumbonas estaban mejor allí, bajo el árbol del jardincillo, parecía menos desordenado. Ella, por su parte, le concedió a Abi la gracia de sentarse en su banco, y ella se quedó con la silla, mirando al mar azulísimo mientras se hacía un moño para combatir el calor, en lo que volvía su madre con la limonada.
Capítulo 1— Junio 2019 — Nelly - Dave - Abigail
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Make my day
Miró a uno y a otro de hito en hito, con los ojos muy abiertos y los labios ligeramente separados en una especie de mueca que pretendía ser sonriente, pero era más sorprendida y, por supuesto, artificial. Cuando terminaron de hablar, soltó una risita y, sin cambiar la expresión de esto es un espanto pero tengo que disimular todo lo que pueda, dijo con una voz forzadamente dulce. - Uy, parece que no os ponéis muy de acuerdi. - Y volvió a reír. Sí, las risitas y los diminutivos siempre eran una buena salida, porque su otra opción era ponerse a gritar como si la estuvieran secuestrando.
Aún estaba procesando eso de irse andando con las maletas, a lo que solo respondió con una risita porque TENÍA QUE SER una broma de Bruce (por dentro estaba rezando todo lo que se sabía) cuando el bramido de su prima a "alguien" que estaba "por ahí" la hizo sobresaltarse... Era Bruce, ¿no? Bueno, como la hiciera cargar con las maletas con ese calor y ese terreno le iba a importar un pito su nombre. La mujer se les acercó, muy pueblerina ella, pero en seguida la reconoció y mencionó a su madre. - Síííí. - Dijo con voz muy aguda, una gran sonrisa y haciendo un aspaviento, llevándose las manos a las rodillas y riendo. También la había llamado "yupi", pero eso sonaba como muy a "¡yupi!" así que intuyó que era algo bueno. - Uy, esa es la idea. - Respondió con una risa de mujeres colegas que tenía muy estudiada a lo de que iba a triunfar esa noche. - Aún no lo sé, un tiempecito. El tiempo que mi primi quiera aguantarme por aquí. - Contestó, mirándola con afecto y las manos en el pecho. Suspiró y añadió. - Necesito desconectar... Prefiero no hablar del tema... Una ruptura, ya sabes. - "Prefería no hablar del tema" pero siempre acababa hablando.
Y entonces se asomó un muchacho muy de pueblo pero... Muy interesante. El cuerpazo era interesante. Se enrolló un bucle en un dedo y saludó con una sonrisita, a lo que el tal Randy hizo un gesto con la cabeza y le guiñó un ojo en la distancia antes de volverse a meter en su casa. Abi soltó una risita. A su autoestima le valdría por el momento. Puede que se hubiera distraído un poco mirando a Randy (con ese nombre sí se había quedado) y, cuando se giró, los otros dos ya habían cargado casi todas sus maletas en el otro coche. - Uy, gracias, pero qué amables sois. - Contestó alegremente y, total, ya que habían metido casi todas, pues ya no tenía mucho sentido cargar las demás, así que se sentó delante como una marquesa. A ver, era la invitada, en el fondo no insistía porque sabía que ellos también iban a querer ayudarla y ya se ahorraban el tira y afloja tonto.
Definitivamente lo de Dave (sí, eso, Dave) cuando dijo que subieran las maletas andando debía ser una broma, porque vaya cuesta, era en coche e iba agarrada al asa sobre la ventana, peor que si fuera a bajar de repente como una montaña rusa. Se retocó un poco antes de salir y puso la mejor de sus sonrisas, abriendo los brazos y dejando salir otro gritito agudo antes de abrazar a su tía. - ¡¡¡Titaaaaaa!!! - Y se abrazó a ella. Ah, qué gusto, la familia, y no esa vida vacía que tenía en la ciudad. Si es que había sido buena idea venir, sí sí. - ¡Yo sí que estoy contenta de estar con vosotras, tita! - Respondió. Dave se ofreció muy amablemente a bajar a por la tartana esa que se había quedado tirada en casa de Randy y Abi se colocó al lado de su prima, mirándola de reojillo con una risita. Aunque se le cambió la cara y aspiró una expresión de sorpresa con lo que el chico dijo. - ¿¿Que naciste en la furgoneta?? ¡¡Pero qué fuerte!! - Se giró a su tía. - ¡Tita! O sea, superfuerte, qué fuerte. Me lo tienes que contar. - Y entonces cayó en algo que le hizo poner expresión extrañada. - ¿Cuántos años tiene Becky? - Iba a decir "ese trasto", pero no quería empezar con mal pie, que al parecer la tartana tenía un hueco importante en la familia.
Dave se despidió y ella fue a brinquitos (con el mismo arte moviéndose con las cuñas que antes, pero más lenta aunque alegre) a darle un abrazo y dos besos al chico. - Encantada, guapísimo. Y gracias, ¡hasta la noche! - Ya creía estar casi segura de que se llamaba Dave, pero mejor lo sustituía por un apodo cariñoso antes de meter la pata. El chico se fue, se dirigió a su prima y le dio un par de toquecitos en el brazo con carilla de preadolescente. - Qué majo... Yo creo que alguien le gusta un poquitooo. - Se rio un poco y se calló, porque su tía había agarrado a su prima del otro brazo. - ¡Me parece una ideaza! - Respondió contenta.
Cuando llegaron al porche volvió a aspirar una sorpresa y a ponerse una mano en el pecho. - ¡Pero qué bonito! ¡Es una preciosidad! - Su tía había ido a por limonada, así que aprovechó para sacar su móvil y hacer varias fotos. - Ay, me encanta. Qué bien me viene. Estoy pasando un mal momento, ¿sabes? - Comentó con tono emocionado. Como para no saberlo, era lo único de lo que hablaba últimamente. Pero había ido allí, precisamente, a olvidar. Sacó varias fotos del paisaje y se retocó, poniéndose ante las vistas para hacerse un selfie. - Ahora nos hacemos uno las dos. ¡No, mejor! Las tres. ¡Ah, y con Dave esta noche! - Bueno, con Dave pensaba hacerse mil, y si venía el tal Randy, mejor. Y seguro que había más chicos, vamos, si en apenas una hora que llevaba allí ya había visto dos y aún no había empezado la fiesta. Después de varios selfies de pie, se sentó en el sillón que le habían dejado y se hizo varios sentada. Luego le pediría a Nelly que le hiciera una foto así estética mirando el paisaje. Oh, qué vista tan bonita había, y en cuanto su tía puso allí las limonadas fue a mejor. Aprovechó que esta se movió un momento para hacer un vídeo, que eso en las stories iba a quedar precioso. Enfocó el paisaje, las limonadas y fue moviendo el móvil, y cuando llegó Nelly le hizo un gestito tras el teléfono para que saludara, muy sonriente. Que se viera que estaba con su prima, no sola, claro. Aunque esa cara de pocos amigos la iba a tener que mejorar.
- A ver, cuéntale a tu tía. ¿Cómo ha ido el viaje? - La pregunta la pilló terminando de echar la última foto, con el enfoque perfecto, donde se viera de fondo el mar, el sol y las limonadas en primera plana. Cuando la hizo, empezó a relatar. En el viaje se detuvo apenas un par de minutos, todo lo demás fue todo el drama acontecido en la última etapa de su vida. - ¡Pero bueno! - Dijo para terminar, tras veinte minutos de exposición, contención de lágrimas un tanto falsas y mucho aspaviento de dignidad. - He venido a este sitio tan precioso con mi tía favo y mi primi a desconectar y estar superbién. - Pues es lo mejor que puedes hacer, cariño. - Respondió su tía, que no había podido meter baza hasta ese momento. Ella sonrió, volvió a coger el móvil y preguntó. - ¿Wifi tenéis? -
Aún estaba procesando eso de irse andando con las maletas, a lo que solo respondió con una risita porque TENÍA QUE SER una broma de Bruce (por dentro estaba rezando todo lo que se sabía) cuando el bramido de su prima a "alguien" que estaba "por ahí" la hizo sobresaltarse... Era Bruce, ¿no? Bueno, como la hiciera cargar con las maletas con ese calor y ese terreno le iba a importar un pito su nombre. La mujer se les acercó, muy pueblerina ella, pero en seguida la reconoció y mencionó a su madre. - Síííí. - Dijo con voz muy aguda, una gran sonrisa y haciendo un aspaviento, llevándose las manos a las rodillas y riendo. También la había llamado "yupi", pero eso sonaba como muy a "¡yupi!" así que intuyó que era algo bueno. - Uy, esa es la idea. - Respondió con una risa de mujeres colegas que tenía muy estudiada a lo de que iba a triunfar esa noche. - Aún no lo sé, un tiempecito. El tiempo que mi primi quiera aguantarme por aquí. - Contestó, mirándola con afecto y las manos en el pecho. Suspiró y añadió. - Necesito desconectar... Prefiero no hablar del tema... Una ruptura, ya sabes. - "Prefería no hablar del tema" pero siempre acababa hablando.
Y entonces se asomó un muchacho muy de pueblo pero... Muy interesante. El cuerpazo era interesante. Se enrolló un bucle en un dedo y saludó con una sonrisita, a lo que el tal Randy hizo un gesto con la cabeza y le guiñó un ojo en la distancia antes de volverse a meter en su casa. Abi soltó una risita. A su autoestima le valdría por el momento. Puede que se hubiera distraído un poco mirando a Randy (con ese nombre sí se había quedado) y, cuando se giró, los otros dos ya habían cargado casi todas sus maletas en el otro coche. - Uy, gracias, pero qué amables sois. - Contestó alegremente y, total, ya que habían metido casi todas, pues ya no tenía mucho sentido cargar las demás, así que se sentó delante como una marquesa. A ver, era la invitada, en el fondo no insistía porque sabía que ellos también iban a querer ayudarla y ya se ahorraban el tira y afloja tonto.
Definitivamente lo de Dave (sí, eso, Dave) cuando dijo que subieran las maletas andando debía ser una broma, porque vaya cuesta, era en coche e iba agarrada al asa sobre la ventana, peor que si fuera a bajar de repente como una montaña rusa. Se retocó un poco antes de salir y puso la mejor de sus sonrisas, abriendo los brazos y dejando salir otro gritito agudo antes de abrazar a su tía. - ¡¡¡Titaaaaaa!!! - Y se abrazó a ella. Ah, qué gusto, la familia, y no esa vida vacía que tenía en la ciudad. Si es que había sido buena idea venir, sí sí. - ¡Yo sí que estoy contenta de estar con vosotras, tita! - Respondió. Dave se ofreció muy amablemente a bajar a por la tartana esa que se había quedado tirada en casa de Randy y Abi se colocó al lado de su prima, mirándola de reojillo con una risita. Aunque se le cambió la cara y aspiró una expresión de sorpresa con lo que el chico dijo. - ¿¿Que naciste en la furgoneta?? ¡¡Pero qué fuerte!! - Se giró a su tía. - ¡Tita! O sea, superfuerte, qué fuerte. Me lo tienes que contar. - Y entonces cayó en algo que le hizo poner expresión extrañada. - ¿Cuántos años tiene Becky? - Iba a decir "ese trasto", pero no quería empezar con mal pie, que al parecer la tartana tenía un hueco importante en la familia.
Dave se despidió y ella fue a brinquitos (con el mismo arte moviéndose con las cuñas que antes, pero más lenta aunque alegre) a darle un abrazo y dos besos al chico. - Encantada, guapísimo. Y gracias, ¡hasta la noche! - Ya creía estar casi segura de que se llamaba Dave, pero mejor lo sustituía por un apodo cariñoso antes de meter la pata. El chico se fue, se dirigió a su prima y le dio un par de toquecitos en el brazo con carilla de preadolescente. - Qué majo... Yo creo que alguien le gusta un poquitooo. - Se rio un poco y se calló, porque su tía había agarrado a su prima del otro brazo. - ¡Me parece una ideaza! - Respondió contenta.
Cuando llegaron al porche volvió a aspirar una sorpresa y a ponerse una mano en el pecho. - ¡Pero qué bonito! ¡Es una preciosidad! - Su tía había ido a por limonada, así que aprovechó para sacar su móvil y hacer varias fotos. - Ay, me encanta. Qué bien me viene. Estoy pasando un mal momento, ¿sabes? - Comentó con tono emocionado. Como para no saberlo, era lo único de lo que hablaba últimamente. Pero había ido allí, precisamente, a olvidar. Sacó varias fotos del paisaje y se retocó, poniéndose ante las vistas para hacerse un selfie. - Ahora nos hacemos uno las dos. ¡No, mejor! Las tres. ¡Ah, y con Dave esta noche! - Bueno, con Dave pensaba hacerse mil, y si venía el tal Randy, mejor. Y seguro que había más chicos, vamos, si en apenas una hora que llevaba allí ya había visto dos y aún no había empezado la fiesta. Después de varios selfies de pie, se sentó en el sillón que le habían dejado y se hizo varios sentada. Luego le pediría a Nelly que le hiciera una foto así estética mirando el paisaje. Oh, qué vista tan bonita había, y en cuanto su tía puso allí las limonadas fue a mejor. Aprovechó que esta se movió un momento para hacer un vídeo, que eso en las stories iba a quedar precioso. Enfocó el paisaje, las limonadas y fue moviendo el móvil, y cuando llegó Nelly le hizo un gestito tras el teléfono para que saludara, muy sonriente. Que se viera que estaba con su prima, no sola, claro. Aunque esa cara de pocos amigos la iba a tener que mejorar.
- A ver, cuéntale a tu tía. ¿Cómo ha ido el viaje? - La pregunta la pilló terminando de echar la última foto, con el enfoque perfecto, donde se viera de fondo el mar, el sol y las limonadas en primera plana. Cuando la hizo, empezó a relatar. En el viaje se detuvo apenas un par de minutos, todo lo demás fue todo el drama acontecido en la última etapa de su vida. - ¡Pero bueno! - Dijo para terminar, tras veinte minutos de exposición, contención de lágrimas un tanto falsas y mucho aspaviento de dignidad. - He venido a este sitio tan precioso con mi tía favo y mi primi a desconectar y estar superbién. - Pues es lo mejor que puedes hacer, cariño. - Respondió su tía, que no había podido meter baza hasta ese momento. Ella sonrió, volvió a coger el móvil y preguntó. - ¿Wifi tenéis? -
Capítulo 1— Junio 2019 — Abigail - Con Nelly y Dave
XIII
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La noche de San Juan
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Alzó la ceja al comentario de Dave, pero pasó de comentar nada. No, vamos, lo que le faltaba que la otra que acababa de llegar tuviera nada que decir sobre Dave. Vamos, que se pusiera a la cola de estúpidos del pueblo que la llamaban arpía a ella y pagafantas a su mejor amigo.
No pudo evitar rodar los ojos viendo cómo su prima se ponía a hacerse fotos y haciéndoselas al océano y las vistas. Pues sí, las vistas eran maravillosas, pero esta no se había planteado mucho que no había casi cobertura allí arriba, y que no hubiera podido subir ese equipaje de zarina rusa que traía con esos taconazos si se las hubiera tenido que apañar sola, y tendría, a partir de mañana, cuando Nelly volviera a sus trabajos. — Yo voy a pasar, que hace mucho calor y me agobio. — Dijo sin más, recogiendo las piernas sobre la butaca de mimbre. Inspiró profundamente, viendo que la estaba ignorando abiertamente, porque ya la estaba grabando. Madre mía, qué largo se me va a hacer el verano así. Y todo el mundo sabía que lo único bueno que tenía Cape Cod era el verano, así que como se le pasara soportando a aquella, a ver cómo cogía fuerzas para el resto del año.
Como su prima parecía empeñada en decir que estaba muy malamente aunque no paraba de soltar risitas y bobadas, se agarró las piernas y se apoyó sobre sus rodillas. — ¿Y qué te pasa? — Secundó la pregunta de su madre. — ¿Es lo del ex novio ese? — Porque vamos, la risa le iba a dar cuando lo oyera. Necesitaba un par de tortacitos de realidad. Pues vaya si lo contó, si no callaba la tía. Mira, lo que era no tener problemas en la vida. Ella se limitó a beber limonada y finalmente solo dijo. — Pues si acabasteis así, estás mejor sin él. — Se limitó a decir. — Esas cosas no hay que sentirlas. Lo que resta, fuera. — Más sencillo imposible. Ea, terapia realizada, ya podía volverse a Boston… No tendría esa suerte. — No hagas caso a tu prima, que ella novio novio como tal, no ha tenido ninguno. — Eso le hizo reír sarcásticamente con los ojos perdidos en el océano. — Pues visto cómo acaban, sale mejor no tenerlo. — No todo acaba así, Nelly, no seas cínica, hija. — No, la otra opción es que se tengan que ir al mar a pescar durante meses sin saber cuándo o si volverá… Pero eso no se lo iba a decir a su madre, que bastante sufría ya por su padre. Se levantó y dijo. — Venga, Abigail, vamos a subir tus cosas y te hago sitio. — Y cuando decía “vamos” se refería a que la señorita se hiciera cargo de sus cosas por una vez.
Subió a su cuarto y vio que su madre ya había limpiado bastantes cosas, así que ella simplemente quitó sus dibujos y su material de pintura del lado donde estaba la cama supletoria donde dormiría su prima, que aquella era capaz de llevárselo por delante con las maletas. Como la oía suspirar, dejó todo encima de la mesa y salió a ayudarla. — Menos mal que solo vas a tener que subirlo una vez… No sé dónde vas a meter todo eso. — Tendría que hacerle hueco en el armario. — Esa es tu cama. — Dijo señalándola. — Mamá te ha puesto una mesita y una lamparita al lado. Pero ten cuidado con el caballete. — Dijo apuntando al mismo, precariamente colocado entre la mesita reutilizada y el armario. — Te lo quitaría, pero es que me temo que si lo intento cerrar se va a romper y no tengo pasta para otro. — Abrió su armario pintado a mano por ella misma, y se dio cuenta de su madre lo había dejado a la mitad de su capacidad. Se lo habría llevado al suyo. — Mira, aquí tienes sitio para colgar tus cosas. — Ella dejó sus dibujos y todo lo de pintura en la parte de abajo, tapado con una sábana. — Solo no aplastes esto, ¿va? — Se tiró en su cama, a la que su madre había cambiado las sábanas, lo cual agradeció. — ¿Vas a querer venir con Dave y conmigo a las hogueras esta noche? — Menuda pregunta. Querría sacar setecientas fotos, pero bueno, intentaba allanar el terreno para dejarle claro que no podía andar cuidando de ella y su rotísimo corazón todo el verano.
No pudo evitar rodar los ojos viendo cómo su prima se ponía a hacerse fotos y haciéndoselas al océano y las vistas. Pues sí, las vistas eran maravillosas, pero esta no se había planteado mucho que no había casi cobertura allí arriba, y que no hubiera podido subir ese equipaje de zarina rusa que traía con esos taconazos si se las hubiera tenido que apañar sola, y tendría, a partir de mañana, cuando Nelly volviera a sus trabajos. — Yo voy a pasar, que hace mucho calor y me agobio. — Dijo sin más, recogiendo las piernas sobre la butaca de mimbre. Inspiró profundamente, viendo que la estaba ignorando abiertamente, porque ya la estaba grabando. Madre mía, qué largo se me va a hacer el verano así. Y todo el mundo sabía que lo único bueno que tenía Cape Cod era el verano, así que como se le pasara soportando a aquella, a ver cómo cogía fuerzas para el resto del año.
Como su prima parecía empeñada en decir que estaba muy malamente aunque no paraba de soltar risitas y bobadas, se agarró las piernas y se apoyó sobre sus rodillas. — ¿Y qué te pasa? — Secundó la pregunta de su madre. — ¿Es lo del ex novio ese? — Porque vamos, la risa le iba a dar cuando lo oyera. Necesitaba un par de tortacitos de realidad. Pues vaya si lo contó, si no callaba la tía. Mira, lo que era no tener problemas en la vida. Ella se limitó a beber limonada y finalmente solo dijo. — Pues si acabasteis así, estás mejor sin él. — Se limitó a decir. — Esas cosas no hay que sentirlas. Lo que resta, fuera. — Más sencillo imposible. Ea, terapia realizada, ya podía volverse a Boston… No tendría esa suerte. — No hagas caso a tu prima, que ella novio novio como tal, no ha tenido ninguno. — Eso le hizo reír sarcásticamente con los ojos perdidos en el océano. — Pues visto cómo acaban, sale mejor no tenerlo. — No todo acaba así, Nelly, no seas cínica, hija. — No, la otra opción es que se tengan que ir al mar a pescar durante meses sin saber cuándo o si volverá… Pero eso no se lo iba a decir a su madre, que bastante sufría ya por su padre. Se levantó y dijo. — Venga, Abigail, vamos a subir tus cosas y te hago sitio. — Y cuando decía “vamos” se refería a que la señorita se hiciera cargo de sus cosas por una vez.
Subió a su cuarto y vio que su madre ya había limpiado bastantes cosas, así que ella simplemente quitó sus dibujos y su material de pintura del lado donde estaba la cama supletoria donde dormiría su prima, que aquella era capaz de llevárselo por delante con las maletas. Como la oía suspirar, dejó todo encima de la mesa y salió a ayudarla. — Menos mal que solo vas a tener que subirlo una vez… No sé dónde vas a meter todo eso. — Tendría que hacerle hueco en el armario. — Esa es tu cama. — Dijo señalándola. — Mamá te ha puesto una mesita y una lamparita al lado. Pero ten cuidado con el caballete. — Dijo apuntando al mismo, precariamente colocado entre la mesita reutilizada y el armario. — Te lo quitaría, pero es que me temo que si lo intento cerrar se va a romper y no tengo pasta para otro. — Abrió su armario pintado a mano por ella misma, y se dio cuenta de su madre lo había dejado a la mitad de su capacidad. Se lo habría llevado al suyo. — Mira, aquí tienes sitio para colgar tus cosas. — Ella dejó sus dibujos y todo lo de pintura en la parte de abajo, tapado con una sábana. — Solo no aplastes esto, ¿va? — Se tiró en su cama, a la que su madre había cambiado las sábanas, lo cual agradeció. — ¿Vas a querer venir con Dave y conmigo a las hogueras esta noche? — Menuda pregunta. Querría sacar setecientas fotos, pero bueno, intentaba allanar el terreno para dejarle claro que no podía andar cuidando de ella y su rotísimo corazón todo el verano.
Capítulo 1— Junio 2019 — Nelly - Dave - Abigail
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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- Eso es verdad. - Dijo con un suspiro, aunque su prima parecía haberlo zanjado todo con demasiada facilidad. Sí, obviamente estaba mejor sin él, ¡vamos! Por algo estaba allí, para demostrarlo, se iba a enterar el muy cretino de lo bien que estaba sin él. Pero esa forma de decirlo de Nelly... Casi parecía que no le daba importancia. Que su problema era muy grave. No como conducir la furgoneta en la que habías nacido y que tenía como quinientos años, pero... No, no, Aby, no te envenenes, y menos por defender el drama de tu relación. Había ido allí a pasarlo superbién con su prima. No podía cruzarse tan pronto.
¡Ah, que la clave estaba en que nunca había tenido novio! Abrió mucho la boca con una sonrisilla, y los ojos le ocuparon media cara. - No me diiiiiiiiigas. - Juntó las manos con un sonidito agudo. - ¡Ay, primi! Que este verano vamos a conocer el amoooooor. - Hizo un gesto con la mano, mirando a su tía con medio rodar de ojos. - Bueno, yo no, yo necesito darme un tiempo para mí misma, ya sabéis... - Y vuelta a narrar lo mucho que había sufrido en su relación pero cómo estaba dispuesta a renacer cual ave fénix en aquel paradisíaco lugar.
Tocaba subir las cosas a su cuarto. Nelly subió con la rapidez de quien se conoce las escaleras, pero claro... Ella, que no era muy habilidosa y seguía encima de las cuñas, tirando de una maleta tan grandísima en unas escaleras tan estrechas y rústicas... Jopé, ya podía haberla ayudado su prima un poquito. Pareció leerle la mente, porque se asomó de la habitación a lo justo para verla reír nerviosamente mientras en su interior maldecía porque estaba ya sudando y asfixiada, y procuraba no bajar rodando. Como me pase los primeros días de playa con agujetas en los brazos, verás la gracia. No quería estar bailando pendiente de sus agujetas, la verdad. Llegaron por fin arriba y entró a su habitación. - ¡Que cuqui! - Celebró. Bueno, lo dicho, rústica, pero ¡ah! Ella iba allí a desconectar y vivir nuevas experiencias. Le encantaba. Le encantaba le superencantaba.
Siguió admirando el entorno con una sonrisa encandilada pero de turista total, con las manos entrelazadas bajo la barbilla. - Ay, qué maravilla. Qué bonito tiene que ser vivir aquí. - Claro, ella lo decía porque apenas llevaba horas, y no sería porque a esas alturas no le había visto ya lagunas a aquel lugar. Abigail era una urbanita pura y dura. Pero ahora tenía que autoconvencerse de que la desconexión absoluta le parecía necesaria y paradisíaca y que era una afortunada por poder estar allí. - ¿Pintas? - Preguntó sonriente cuando su prima referenció tanto el caballete como algunos dibujos. Suspiró. - Ay, la vida bohemia de playa, ¡es que me encanta! - Nelly se había lanzado en la cama así que se sentó junto a ella, poniendo una mano sobre la de su prima. - Quiero que me lo cuentes todo. ¡Todo todo! ¿Qué hacéis aquí? Ah, es que la vida debe ser tan bonita y relajada en un sitio como este. - Suspiró, entornando los ojos hacia arriba. - La ciudad solo da disgustos. Mírame a mí. - Solo necesitaba que le tiraran un poquito de la lengua para empezar a penar otra vez, pero Nelly le había hecho una pregunta que desvió la conversación. - ¡¡¡Claro!!! - Casi chilló. - ¡¡Ay, sí, me encanta!! ¿Qué se hace? Oh, pero qué ganas, por favor. ¡Cuéntame, cuéntame! - Sí, fiestas, diversión, gente nueva. Eso era justo lo que necesitaba.
¡Ah, que la clave estaba en que nunca había tenido novio! Abrió mucho la boca con una sonrisilla, y los ojos le ocuparon media cara. - No me diiiiiiiiigas. - Juntó las manos con un sonidito agudo. - ¡Ay, primi! Que este verano vamos a conocer el amoooooor. - Hizo un gesto con la mano, mirando a su tía con medio rodar de ojos. - Bueno, yo no, yo necesito darme un tiempo para mí misma, ya sabéis... - Y vuelta a narrar lo mucho que había sufrido en su relación pero cómo estaba dispuesta a renacer cual ave fénix en aquel paradisíaco lugar.
Tocaba subir las cosas a su cuarto. Nelly subió con la rapidez de quien se conoce las escaleras, pero claro... Ella, que no era muy habilidosa y seguía encima de las cuñas, tirando de una maleta tan grandísima en unas escaleras tan estrechas y rústicas... Jopé, ya podía haberla ayudado su prima un poquito. Pareció leerle la mente, porque se asomó de la habitación a lo justo para verla reír nerviosamente mientras en su interior maldecía porque estaba ya sudando y asfixiada, y procuraba no bajar rodando. Como me pase los primeros días de playa con agujetas en los brazos, verás la gracia. No quería estar bailando pendiente de sus agujetas, la verdad. Llegaron por fin arriba y entró a su habitación. - ¡Que cuqui! - Celebró. Bueno, lo dicho, rústica, pero ¡ah! Ella iba allí a desconectar y vivir nuevas experiencias. Le encantaba. Le encantaba le superencantaba.
Siguió admirando el entorno con una sonrisa encandilada pero de turista total, con las manos entrelazadas bajo la barbilla. - Ay, qué maravilla. Qué bonito tiene que ser vivir aquí. - Claro, ella lo decía porque apenas llevaba horas, y no sería porque a esas alturas no le había visto ya lagunas a aquel lugar. Abigail era una urbanita pura y dura. Pero ahora tenía que autoconvencerse de que la desconexión absoluta le parecía necesaria y paradisíaca y que era una afortunada por poder estar allí. - ¿Pintas? - Preguntó sonriente cuando su prima referenció tanto el caballete como algunos dibujos. Suspiró. - Ay, la vida bohemia de playa, ¡es que me encanta! - Nelly se había lanzado en la cama así que se sentó junto a ella, poniendo una mano sobre la de su prima. - Quiero que me lo cuentes todo. ¡Todo todo! ¿Qué hacéis aquí? Ah, es que la vida debe ser tan bonita y relajada en un sitio como este. - Suspiró, entornando los ojos hacia arriba. - La ciudad solo da disgustos. Mírame a mí. - Solo necesitaba que le tiraran un poquito de la lengua para empezar a penar otra vez, pero Nelly le había hecho una pregunta que desvió la conversación. - ¡¡¡Claro!!! - Casi chilló. - ¡¡Ay, sí, me encanta!! ¿Qué se hace? Oh, pero qué ganas, por favor. ¡Cuéntame, cuéntame! - Sí, fiestas, diversión, gente nueva. Eso era justo lo que necesitaba.
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Nelly ladeó una sonrisa, recordándose a sí misma no ser excesivamente borde. — Bueno, ya sabes, tener que esclavizarte con el turismo en verano, pasar el invierno más solos que la una, aguantar temporales, la humedad constante y la pobreza del pescador, pero vamos, tiene sus cosillas. — A ver, no iba a venir una yupi que vivía en Boston todo el año a decirle a ella cómo se vivía o no allí.
Se echó hacia delante y asintió brevemente. — Sí, bueno, ya te digo que tampoco hay mucho que hacer en invierno. — Le encantaba pintar, veía los cuadros en su cabeza, simplemente surgían, y se ponía delante del lienzo y salían, incluso mejoraban. Pero era decir que su sueño era pintar y, o le decían que era muy difícil triunfar en ese mundo, o querían ver sus cuadros, o considerarlo eso, algo para pasar el rato. Y todo eso, ya podía decírselo sola. Y su prima queriendo saber más. — Yo de entrada, tengo tres trabajos, así que no tendré mucho tiempo para estar contigo. Pero bueno, puedes aprenderte el camino a la playa y eso… — Se rascó la cabeza y miró por la ventana. — Y bueno… No sé si en Boston salís a navegar, aquí lo hacemos bastante. Y a veces cogemos las camionetas y vamos a ver las estrellas y… En fin, bebemos, fumamos, hacemos hogueras… — Hizo un gesto con la mano en el aire. — Me temo que nada comparable a lo que se puede hacer en una gran ciudad. Aquí todo es menos rimbombante… Las historias, las personas… —
Se levantó y abrió el armario mirando su ropa. — Pero bueno, podemos arreglarnos un poco para las hogueras. Bueno, yo al menos, tú así ya vas bien. Lo que hacemos es encender hogueras en la playa y poner música y eso, bailar… En fin, es solo estar allí. — Lo de saltar las hogueras lo dejaba para otro momento porque todavía hacía una escena. Porque irse ya veía que no se iba a ir. La miró de arriba abajo. — Igual sí deberías cambiarte los zapatos, porque con esos taconazos te vas a despeñar. Y todo el pueblo ya va a estar hablando de ti, no necesitas dar más que hablar. — Justo entonces le llegó por fin un mensaje de Sam. Eso la hizo sonreír, al menos lo sentía por ella y porque Becky se le hubiera estropeado, y le confirmaba que iba por la noche a las hogueras. Vale, efectivamente, momento de arreglarse, quién sabe cuándo tendría otra oportunidad de fiesta así en el verano.
Se echó hacia delante y asintió brevemente. — Sí, bueno, ya te digo que tampoco hay mucho que hacer en invierno. — Le encantaba pintar, veía los cuadros en su cabeza, simplemente surgían, y se ponía delante del lienzo y salían, incluso mejoraban. Pero era decir que su sueño era pintar y, o le decían que era muy difícil triunfar en ese mundo, o querían ver sus cuadros, o considerarlo eso, algo para pasar el rato. Y todo eso, ya podía decírselo sola. Y su prima queriendo saber más. — Yo de entrada, tengo tres trabajos, así que no tendré mucho tiempo para estar contigo. Pero bueno, puedes aprenderte el camino a la playa y eso… — Se rascó la cabeza y miró por la ventana. — Y bueno… No sé si en Boston salís a navegar, aquí lo hacemos bastante. Y a veces cogemos las camionetas y vamos a ver las estrellas y… En fin, bebemos, fumamos, hacemos hogueras… — Hizo un gesto con la mano en el aire. — Me temo que nada comparable a lo que se puede hacer en una gran ciudad. Aquí todo es menos rimbombante… Las historias, las personas… —
Se levantó y abrió el armario mirando su ropa. — Pero bueno, podemos arreglarnos un poco para las hogueras. Bueno, yo al menos, tú así ya vas bien. Lo que hacemos es encender hogueras en la playa y poner música y eso, bailar… En fin, es solo estar allí. — Lo de saltar las hogueras lo dejaba para otro momento porque todavía hacía una escena. Porque irse ya veía que no se iba a ir. La miró de arriba abajo. — Igual sí deberías cambiarte los zapatos, porque con esos taconazos te vas a despeñar. Y todo el pueblo ya va a estar hablando de ti, no necesitas dar más que hablar. — Justo entonces le llegó por fin un mensaje de Sam. Eso la hizo sonreír, al menos lo sentía por ella y porque Becky se le hubiera estropeado, y le confirmaba que iba por la noche a las hogueras. Vale, efectivamente, momento de arreglarse, quién sabe cuándo tendría otra oportunidad de fiesta así en el verano.
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La noche de San Juan
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Se limitó a soltar una risita, aunque no lo había pillado. Ese humor de su prima... Es que tal y como lo había dicho parecía como si vivir allí fuera... ¿malo? Bueno, sería ironía. Era muy rara ella, la pobre, pero en fin, ya iba a cambiar de tema así que se quedó sonriente como una niña pequeña, mirándole expectante por saber qué se hacía esa noche en la playa. Aunque ya la desvió diciéndole lo de los trabajos. - ¡Ooooooh noooooo! - Se quejó infantilmente, con un pucherito. Se echó hacia delante y agarró sus manos. - ¡Primi, eso no puede ser! Estoy yo aquí, tenemos que irnos de playita juntas. Seguro que un ratito puedes sacar. ¿No tienes vacaciones? - ¡Todo el mundo tenía vacaciones en verano! Aby no se había parado a pensar que, para que todo el mundo disfrutara de sus vacaciones comiendo en chiringuitos, alguien tenía que estar atendiendo en ellos.
Se llevó las manos a la boca y aspiró una exagerada exclamación, abriendo muchísimo los ojos. - ¡¡Qué dices!! - ¡¡Bua!! Las fotazas que iba a poder subir a su insta haciendo todo eso. ¡Estrellas, playa, música! ¡¡Barcos!! Eric se iba a MORIR cuando viera eso. Ya estaba hasta pataleando en el suelo de la emoción. - ¡Sí, sí, quiero todo eso! - En su cabeza sonaba tan bucólico, precioso y especial. Estaba segura de que sería todo idílico y de película. Alzó las manos. - ¡¡Pero qué dices!! ¿La ciudad? Pffff salir de compras y poco más, ¿qué vamos a hacer? - Aby era la persona más urbanita del mundo, pero ahora tenía que convencer a todo el mundo, empezando por sí misma, que estar en Cape Cod era lo más parecido al paraíso y que iba a encontrar una faceta desconocida de sí misma y a saber si no se iba allí a vivir para siempre, como la protagonista de "Bajo el sol de la Toscana". La vida idílica, relajada y de película, sin capullos como Eric. Ah, seguro que se echaba un novio surfero que tocaba la guitarra y le regalaba pulseras hechas con conchas con sus propias manos... Lo dicho, iba a encontrar su camino ese verano.
- ¿Te vas a cambiar? - Dijo dando un brinco de golpe al ver a su prima abrir el armario. - ¡No, no, qué dices! Esto es algo cómodo para el viaje. - Como que no tenía estudiadísimo el conjunto, pero es que Aby llevaba las maletas llena de estudiadísimos conjuntos. - ¡Ahora mismo me cambio! - Y salió disparada a su cuarto, pero como oyó a su prima decir lo de los zapatos, mientras salía, soltó una sonora y musical (y falsa, también) carcajada y dijo. - Ay, cómo eres... - Y no se lo tomó ni mucho menos en serio.
Lo de arreglarse rápido no iba con Aby, porque además tenía que prepararse MUY BIEN porque esa noche era superespecial. Se puso un maquillaje veraniego, fresco pero de noche, y se recogió el pelo en una coleta muy alta. En uno de sus viajes a la playa se había comprado unas pulseras con conchitas, así que se las puso, para ir adecuada, así como unas enormes argollas muy veraniegas. Se puso un bikini negro, muy apropiado para la noche, y encima un bambo semitransparente, blanco y con flecos, que le hacían un tipazo. Se cambió las zapatillas de cáñamo rojas por unas blancas, que aunque eran un poco más bajas (¡porque eran de playa!) también tenían tacón. Metió sus imprescindibles en la cesta y salió bien divina, pero su prima debía estar en el piso de abajo, porque ya en el cuarto no estaba. Normal, había tardado tanto... - ¡Oy, oy, mi niña, pero mírala, si parece una modelo! - Graciaaassss. - Respondió contentísima a su tía, con una sonrisa radiante, y luego giró sobre sí misma para dejarse admirar por su prima. - ¿Nos vamos? ¡Ay, qué emoción! -
Se llevó las manos a la boca y aspiró una exagerada exclamación, abriendo muchísimo los ojos. - ¡¡Qué dices!! - ¡¡Bua!! Las fotazas que iba a poder subir a su insta haciendo todo eso. ¡Estrellas, playa, música! ¡¡Barcos!! Eric se iba a MORIR cuando viera eso. Ya estaba hasta pataleando en el suelo de la emoción. - ¡Sí, sí, quiero todo eso! - En su cabeza sonaba tan bucólico, precioso y especial. Estaba segura de que sería todo idílico y de película. Alzó las manos. - ¡¡Pero qué dices!! ¿La ciudad? Pffff salir de compras y poco más, ¿qué vamos a hacer? - Aby era la persona más urbanita del mundo, pero ahora tenía que convencer a todo el mundo, empezando por sí misma, que estar en Cape Cod era lo más parecido al paraíso y que iba a encontrar una faceta desconocida de sí misma y a saber si no se iba allí a vivir para siempre, como la protagonista de "Bajo el sol de la Toscana". La vida idílica, relajada y de película, sin capullos como Eric. Ah, seguro que se echaba un novio surfero que tocaba la guitarra y le regalaba pulseras hechas con conchas con sus propias manos... Lo dicho, iba a encontrar su camino ese verano.
- ¿Te vas a cambiar? - Dijo dando un brinco de golpe al ver a su prima abrir el armario. - ¡No, no, qué dices! Esto es algo cómodo para el viaje. - Como que no tenía estudiadísimo el conjunto, pero es que Aby llevaba las maletas llena de estudiadísimos conjuntos. - ¡Ahora mismo me cambio! - Y salió disparada a su cuarto, pero como oyó a su prima decir lo de los zapatos, mientras salía, soltó una sonora y musical (y falsa, también) carcajada y dijo. - Ay, cómo eres... - Y no se lo tomó ni mucho menos en serio.
Lo de arreglarse rápido no iba con Aby, porque además tenía que prepararse MUY BIEN porque esa noche era superespecial. Se puso un maquillaje veraniego, fresco pero de noche, y se recogió el pelo en una coleta muy alta. En uno de sus viajes a la playa se había comprado unas pulseras con conchitas, así que se las puso, para ir adecuada, así como unas enormes argollas muy veraniegas. Se puso un bikini negro, muy apropiado para la noche, y encima un bambo semitransparente, blanco y con flecos, que le hacían un tipazo. Se cambió las zapatillas de cáñamo rojas por unas blancas, que aunque eran un poco más bajas (¡porque eran de playa!) también tenían tacón. Metió sus imprescindibles en la cesta y salió bien divina, pero su prima debía estar en el piso de abajo, porque ya en el cuarto no estaba. Normal, había tardado tanto... - ¡Oy, oy, mi niña, pero mírala, si parece una modelo! - Graciaaassss. - Respondió contentísima a su tía, con una sonrisa radiante, y luego giró sobre sí misma para dejarse admirar por su prima. - ¿Nos vamos? ¡Ay, qué emoción! -
Capítulo 1— Junio 2019 — Abigail - Con Nelly y Dave
XIII
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Alzó las cejas y puso cara de desesperación, aunque se la estaba llevando el interior de su armario, en contestación a las palabras de su prima, mientras rebuscaba su blusa negra y azul oscura, y sus pantalones MUY cortos, para poder bailar bien a gusto pero poder verse sexy ahora que sabía que iba. — Pues no, no tengo vacaciones. Te lo he dicho, la vida del pescador no es la del universitario, no hay tal cosa como vacaciones y tenemos que hacer todo el dinero que podamos antes de que vuelva el invierno y se vayan los yupis. — Rio sarcástica, dejando la ropa en la cama y buscando entre sus múltiples baratijas para ponerse collares y pulseras como le gustaba. — Puedes venirte a las clases de aquagym conmigo, si quieres. — Seguro que ahí, en las urbanizaciones de los yupis, encajaba a la perfección, eran todos bostonianos como ella.
Y con todo, parecía que todo lo que mencionaba, le parecía bien. Igual era verdad que estaba cansada de lo que se hacía en la ciudad. Eso sí, la mente de Abi iba más rápida que la suya y había salido del cuarto. ¿A dónde irá? Se preguntó. Pues o al baño o al cuarto de su madre, porque allí mucho más espacio no había… Más le valía ir acostumbrándose a tener que compartir estancia con ella. Pero bueno, su prima sabría. Ella por su parte, pasó a recomponerse un poco la cara, arreglarse el pelo como pudiera con la humedad, y teniendo en cuenta que iban a la playa, y a ponerse el conjunto. Y como tardó poco, se concedió unos minutos de Nelly, en la cama tirada, mentalizándose del verano que le esperaba, pero que aun así, quería empezar con buen pie con aquellas hogueras de San Juan.
Bajó y oyó de fondo a su madre loando a Abi, pero en cuanto la vio, fue para ella también. — ¡Ay, mis niñas! Pero qué alegría me da veros así, de verdad lo digo. — Solo por ver tan contenta a su madre, merecía la pena. Por ello, miró con una sonrisa a su prima y simplemente dijo. — Vas a ser la mejor vestida de toda la fiesta. — Aseguró, con sinceridad. A ver la cara que ponían los demás cuando vieran a Barbie Boston.
Un pitido fuera llamó su atención. Era su amiga Stacey, que había venido con su furgoneta. Bueno, menos mal que sus amigos se habían solidarizado con su situación y venían a por ella. Salió corriendo al jardín con una sonrisa. — ¡No es verano si Becky no deja tirada veinte veces a mi amiga! — Gritó Stacey desde el volante. Nelly rio y señaló a Dave, que iba en el asiento del copiloto. — ¡Chivato! — Él le sonrió. — No podíamos dejar a tu prima bajar con semejantes tacones a la playa, mujer. — ¿Dónde está la yupi? — Preguntó Stacey. — Shhhh, mujer… — Le reprendió Dave. — ¡Abi! Vamos, que nos vamos. — Cogió sus cosas de la mesita de la entrada y tiró un beso a su madre. — No nos esperes despierta. Bueno, de hecho, si quieres bajar a desayunar gofres al amanecer, llámame y te buscamos. — Su madre rio. — Sed buenos con Abi, que es nueva… — Sííí. — Su madre se asomó a la puerta y dijo. — ¡Dave! ¡Cuídamelas! — Y las dos avanzaron a la furgoneta.
Se acercó a las puertas, y justo cuando iba a abrir, lo hizo alguien desde dentro. — ¡Sam! — Hola, alborotadora. — Dijo el chico con su encantadora sonrisa y un guiño. — Y tú debes de ser… La encantadora prima bostoniana de esta alborotadora… — Le tendió la mano. — Yo soy Samuel, encantado. — Dentro iban un par más del grupo que las saludaron efusivamente. — Vamos al walmart antes que a la playa, que queremos comprar más cositas. — Dijo su amiga arrancando y pasándole un botellínde cerveza a su prima. — Bienvenida, guapa, yo soy Stacey, la que aguanta a tu prima el resto del año. Toma, hospitalidad de Nueva Inglaterra. ¿Qué te gusta beber a ti? — Ella cogió la que Dave le daba y negó con la cabeza, mientras reía. En el fondo quería a sus pueblerinos.
Y con todo, parecía que todo lo que mencionaba, le parecía bien. Igual era verdad que estaba cansada de lo que se hacía en la ciudad. Eso sí, la mente de Abi iba más rápida que la suya y había salido del cuarto. ¿A dónde irá? Se preguntó. Pues o al baño o al cuarto de su madre, porque allí mucho más espacio no había… Más le valía ir acostumbrándose a tener que compartir estancia con ella. Pero bueno, su prima sabría. Ella por su parte, pasó a recomponerse un poco la cara, arreglarse el pelo como pudiera con la humedad, y teniendo en cuenta que iban a la playa, y a ponerse el conjunto. Y como tardó poco, se concedió unos minutos de Nelly, en la cama tirada, mentalizándose del verano que le esperaba, pero que aun así, quería empezar con buen pie con aquellas hogueras de San Juan.
Bajó y oyó de fondo a su madre loando a Abi, pero en cuanto la vio, fue para ella también. — ¡Ay, mis niñas! Pero qué alegría me da veros así, de verdad lo digo. — Solo por ver tan contenta a su madre, merecía la pena. Por ello, miró con una sonrisa a su prima y simplemente dijo. — Vas a ser la mejor vestida de toda la fiesta. — Aseguró, con sinceridad. A ver la cara que ponían los demás cuando vieran a Barbie Boston.
Un pitido fuera llamó su atención. Era su amiga Stacey, que había venido con su furgoneta. Bueno, menos mal que sus amigos se habían solidarizado con su situación y venían a por ella. Salió corriendo al jardín con una sonrisa. — ¡No es verano si Becky no deja tirada veinte veces a mi amiga! — Gritó Stacey desde el volante. Nelly rio y señaló a Dave, que iba en el asiento del copiloto. — ¡Chivato! — Él le sonrió. — No podíamos dejar a tu prima bajar con semejantes tacones a la playa, mujer. — ¿Dónde está la yupi? — Preguntó Stacey. — Shhhh, mujer… — Le reprendió Dave. — ¡Abi! Vamos, que nos vamos. — Cogió sus cosas de la mesita de la entrada y tiró un beso a su madre. — No nos esperes despierta. Bueno, de hecho, si quieres bajar a desayunar gofres al amanecer, llámame y te buscamos. — Su madre rio. — Sed buenos con Abi, que es nueva… — Sííí. — Su madre se asomó a la puerta y dijo. — ¡Dave! ¡Cuídamelas! — Y las dos avanzaron a la furgoneta.
Se acercó a las puertas, y justo cuando iba a abrir, lo hizo alguien desde dentro. — ¡Sam! — Hola, alborotadora. — Dijo el chico con su encantadora sonrisa y un guiño. — Y tú debes de ser… La encantadora prima bostoniana de esta alborotadora… — Le tendió la mano. — Yo soy Samuel, encantado. — Dentro iban un par más del grupo que las saludaron efusivamente. — Vamos al walmart antes que a la playa, que queremos comprar más cositas. — Dijo su amiga arrancando y pasándole un botellínde cerveza a su prima. — Bienvenida, guapa, yo soy Stacey, la que aguanta a tu prima el resto del año. Toma, hospitalidad de Nueva Inglaterra. ¿Qué te gusta beber a ti? — Ella cogió la que Dave le daba y negó con la cabeza, mientras reía. En el fondo quería a sus pueblerinos.
Capítulo 1— Junio 2019 — Nelly - Dave - Abigail
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- Gracias. - Dijo con las manos en el pecho, muy afectadamente pero también muy falta de humildad. Eso ya lo sabía ella, que iba a ser la mejor vestida de la fiesta, era toda su intención, pero tenía que disimularlo muy bien y parecer que se había puesto "lo primero que había pillado". Escuchó un pitido que la puso muy contenta e hizo que diera un saltito: ¡ay, el idioma de los pueblos de costa! ¡Es que se sentía en su salsa! Cuánto tenía que aprender la gente de ciudad... - Pásatelo muy muy bien, mi niña. - Ay, tita. Muchas gracias, te quiero muchi muchi muchi. - Dijo, dándole muchos besos y un achuchón. Su prima la llamaba en la distancia así que salió, feliz y despidiéndose con un alegre gestito de la mano de su tía.
- ¡¡Holi!! - Saludó contenta. ¡Ah, estaba Davon! Espera, ¿Davon? ¿Don? ¡Dave! Eso, acababa de decirlo su tía. Tenía que quedarse con su nombre. - ¡Soy Abi! - Dijo cantarina a la chica del volante, que tenía una sonrisa un tanto artificial, pero no es como que Abi reparara mucho en ella. Más bien... - Uy, hola. - Dijo, mirando de reojo a su prima, porque se había quedado con una cara de tonta... Normal, el chico era guapísimo. Se presentó como Samuel. Uy, le quería sonar... Le estrechó la mano con elegancia. - Abi. Encantada. ¿Puedo llamarte Sam? - Puedes y debes. - Rio musicalmente. Guapo y simpático, y qué estilazo playero. ¡Aún no habían empezado sus vacaciones y ya estaba encantadísima! Pienso hacerme una foto contigo en cuanto te descuides, pensó, con un puntito de malicia. Mala suerte si Eric se moría de celos.
Entró en la furgoneta. - Uuuuhh qué guay. - Dijo. A ver, había... mucha gente y era un poquito... incómoda. ¡Pero estaba de veraneo! ¡Y aquello tenía rollazo! Le gustaba, sí sí, estaba totalmente metida en ello... aunque el bambo se le hacía un pelín incómodo para la postura en ese vehículo con tanta gente, ¡pero estaba en modo playa y disfrutar! - ¡Gracias! ¡Encantadísima! - Contestó a Stacey cuando le dio el botellín... Uy, estaba cerrado. - ¿Me la abres? - Comentó angelicalmente, tendiéndosela a la chica de nuevo. Esta se quedó un tanto descuadrada, parpadeando. - Claro... - Había mirado de reojo a su prima, pero Abi estaba tan encantada que solo sonreía y miraba a unos y a otros. - ¡Gracias! - Volvió a decir, musical, cuando le dio el botellín ya abierto. Le dio un traguito... Uy, qué amarga, y un poquito calentilla para su gusto. ¡Pero qué buen rollo había! Aquello sí que era vida. - Pueeees... - Valoró la pregunta, pensando. - Los Cosmos me encantan. Y la piñita colada, es superplayera. - Rio un poquito. - Me da que eso es de otro tipo de playas. - Dijo alguien de por allí, y se oyeron risitas. ¿Habían dicho una broma? No la había pillado. - ¡Me gusta todo, en verdad! ¡Y vengo a tope para divertirme! - Ese es el espíritu, sin duda. - Dijo Sam. El chico estaba pasando un brazo por encima de los hombros de Nelly y le decía. - Cuéntame, ¿qué planes tienes para tu prima? ¿Estoy invitado? -
- ¡¡Holi!! - Saludó contenta. ¡Ah, estaba Davon! Espera, ¿Davon? ¿Don? ¡Dave! Eso, acababa de decirlo su tía. Tenía que quedarse con su nombre. - ¡Soy Abi! - Dijo cantarina a la chica del volante, que tenía una sonrisa un tanto artificial, pero no es como que Abi reparara mucho en ella. Más bien... - Uy, hola. - Dijo, mirando de reojo a su prima, porque se había quedado con una cara de tonta... Normal, el chico era guapísimo. Se presentó como Samuel. Uy, le quería sonar... Le estrechó la mano con elegancia. - Abi. Encantada. ¿Puedo llamarte Sam? - Puedes y debes. - Rio musicalmente. Guapo y simpático, y qué estilazo playero. ¡Aún no habían empezado sus vacaciones y ya estaba encantadísima! Pienso hacerme una foto contigo en cuanto te descuides, pensó, con un puntito de malicia. Mala suerte si Eric se moría de celos.
Entró en la furgoneta. - Uuuuhh qué guay. - Dijo. A ver, había... mucha gente y era un poquito... incómoda. ¡Pero estaba de veraneo! ¡Y aquello tenía rollazo! Le gustaba, sí sí, estaba totalmente metida en ello... aunque el bambo se le hacía un pelín incómodo para la postura en ese vehículo con tanta gente, ¡pero estaba en modo playa y disfrutar! - ¡Gracias! ¡Encantadísima! - Contestó a Stacey cuando le dio el botellín... Uy, estaba cerrado. - ¿Me la abres? - Comentó angelicalmente, tendiéndosela a la chica de nuevo. Esta se quedó un tanto descuadrada, parpadeando. - Claro... - Había mirado de reojo a su prima, pero Abi estaba tan encantada que solo sonreía y miraba a unos y a otros. - ¡Gracias! - Volvió a decir, musical, cuando le dio el botellín ya abierto. Le dio un traguito... Uy, qué amarga, y un poquito calentilla para su gusto. ¡Pero qué buen rollo había! Aquello sí que era vida. - Pueeees... - Valoró la pregunta, pensando. - Los Cosmos me encantan. Y la piñita colada, es superplayera. - Rio un poquito. - Me da que eso es de otro tipo de playas. - Dijo alguien de por allí, y se oyeron risitas. ¿Habían dicho una broma? No la había pillado. - ¡Me gusta todo, en verdad! ¡Y vengo a tope para divertirme! - Ese es el espíritu, sin duda. - Dijo Sam. El chico estaba pasando un brazo por encima de los hombros de Nelly y le decía. - Cuéntame, ¿qué planes tienes para tu prima? ¿Estoy invitado? -
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Al menos, las caras de sus amigos eran la misma que la suya cuando su prima no sabía ni abrir la cerveza. No tanto la de Sam, que extendió el brazo con su sonrisa encantadora y dijo. — Mira, atenta, que si vas pidiendo que te abran las cervezas por ahí, todo el mundo va a saber que eres una yupi. — Nelly se contuvo de rodar los ojos. Como si con semejantes gustos no fuera a descubrirse sola como yupi atolondrada. Pero claro, sus amigos estaban por el verano y la fiesta, y su prima para eso era infalible. Se rieron a los gustos en alcohol, pero Nelly solo se repantingó más en el asiento, sin decirles que es que la tía iba en serio.
Llegaron a Walmart y fue a levantarse, pero Sam le tiró del pie y le puso esa sonrisa burlona que era superior a ella. — ¿Qué te pasa ahora, alborotadora? ¿Estás enfadada porque vas a tener que compartir cuarto como los niños malos? — Ella le sacó la lengua, pero se rio. — Si ya sabes que en estas fiestas cuanta más gente mejor. — Miró a Aby mientras se iba hacia el Walmart con los demás. Quizá la miró un poco de más. — Aunque a ver cómo le decimos que de esas cosas no vamos a tener. Pero igual la caipiriña sí le gusta. — Sí, pues que no la beba como si llevara Malibú. — Contestó ella de broma. — Bueno, ¿por qué no? — Dijo Sam en un tono… ¿Le había oído a Sam ese tono antes? Bueno, sería parte de la broma.
Entraron y se pusieron a comprar por kilos el hielo, las limas, la hierbabuena y la piña para los mojitos y la caipiriña. Mientras tanto, los que ya podían comprar alcohol fueron a por las botellas, y Nelly se reunió con Dave y su prima en el aparcamiento, donde el chico intentaba orientar un poco a la otra, que no parecía entender muy bien el proceder. — Lo que hacemos es que nada más llegar a la playa, cavamos un hoyo en la arena y metemos esta cuba ahí, así por debajo esta fresquita, y ahí echamos los hielos, la lima y la hierbabuena y el alcohol, y lo mismo pero con la caipiriña, y simplemente nos vamos sirviendo. También hay cervezas en las neveras. Suele durar hasta el amanecer, y de noche suele hacer bastante frío. ¿Te has traído algo de abrigo? — Nelly se apoyó en la furgo con media sonrisa y los brazos cruzados. — Es tu oportunidad de ser todo un caballero de pueblo, Dave, y dejarle tu sudadera. — Su amigo enrojeció y la miró. — Yo siempre soy un caballero, Nelly. — ¡Sí! Uno que no puede comprar lo que las señoritas quieren. — Dijo Sam, que venía cargado con dos cajas de botellas. Su amigo arrugó el gesto. — Lo que tu digas, Geyperman. — ¡SEÑORAS! ¡AL BUGA QUE ES LA NOCHE DE SAN JUAAAAAN! — Dijo Stacey saltando en el asiento del conductor. Esta vez, procuró sentarse entre Abi y Sam.
Una vez llegaron a la playa, vieron a bastantes grupos de jóvenes y se unieron a los antiguos compañeros del instituto que habían logrado salir del pueblo para trabajar o estudiar en la ciudad y volvían en verano. Nelly se acercó a su prima. — Igual con estos te llevas mejor. Viven en Boston o New Haven los que estudian en la uni, bueno, como tú. Dave, Sam, Stacey… Yo. Somos gente más de pueblo, pero ellos son antiguos quarterbacks, y animadoras, y promesas de la ciencia y todo eso… — Ni un artista entre ellos, pensó amargamente. Ser artista no te sacaba del dichoso pueblo. La condujo a empezar a cavar uno de los hoyos, aunque no contaba con que ella hiciera mucho. — Oye… Tú… ¿Has venido buscando algo? En plan, quitarte al tío ese de la cabeza o así… — Rio un poco nerviosa. — Porque aquí los tíos son muy pulpos, con las yupis al menos. O sea, no Dave, no he visto a Dave acercarse a una mujer en la vida, pero… Tú me entiendes… Te lo digo para que te andes con ojo, ¿sabes? — Stacey, que se había puesto a ayudarla con el hoyo, viendo que su prima no colaboraba, intervino. — ¡Esta! Vaya cosas. Escúchame, Aby, yo te presento al que más te guste, esto es una caja de bombones, chica, y si una yupi tiene que llevarse a nuestros chicos, mejor que sea un que conocemos, ¿es o no? —
Llegaron a Walmart y fue a levantarse, pero Sam le tiró del pie y le puso esa sonrisa burlona que era superior a ella. — ¿Qué te pasa ahora, alborotadora? ¿Estás enfadada porque vas a tener que compartir cuarto como los niños malos? — Ella le sacó la lengua, pero se rio. — Si ya sabes que en estas fiestas cuanta más gente mejor. — Miró a Aby mientras se iba hacia el Walmart con los demás. Quizá la miró un poco de más. — Aunque a ver cómo le decimos que de esas cosas no vamos a tener. Pero igual la caipiriña sí le gusta. — Sí, pues que no la beba como si llevara Malibú. — Contestó ella de broma. — Bueno, ¿por qué no? — Dijo Sam en un tono… ¿Le había oído a Sam ese tono antes? Bueno, sería parte de la broma.
Entraron y se pusieron a comprar por kilos el hielo, las limas, la hierbabuena y la piña para los mojitos y la caipiriña. Mientras tanto, los que ya podían comprar alcohol fueron a por las botellas, y Nelly se reunió con Dave y su prima en el aparcamiento, donde el chico intentaba orientar un poco a la otra, que no parecía entender muy bien el proceder. — Lo que hacemos es que nada más llegar a la playa, cavamos un hoyo en la arena y metemos esta cuba ahí, así por debajo esta fresquita, y ahí echamos los hielos, la lima y la hierbabuena y el alcohol, y lo mismo pero con la caipiriña, y simplemente nos vamos sirviendo. También hay cervezas en las neveras. Suele durar hasta el amanecer, y de noche suele hacer bastante frío. ¿Te has traído algo de abrigo? — Nelly se apoyó en la furgo con media sonrisa y los brazos cruzados. — Es tu oportunidad de ser todo un caballero de pueblo, Dave, y dejarle tu sudadera. — Su amigo enrojeció y la miró. — Yo siempre soy un caballero, Nelly. — ¡Sí! Uno que no puede comprar lo que las señoritas quieren. — Dijo Sam, que venía cargado con dos cajas de botellas. Su amigo arrugó el gesto. — Lo que tu digas, Geyperman. — ¡SEÑORAS! ¡AL BUGA QUE ES LA NOCHE DE SAN JUAAAAAN! — Dijo Stacey saltando en el asiento del conductor. Esta vez, procuró sentarse entre Abi y Sam.
Una vez llegaron a la playa, vieron a bastantes grupos de jóvenes y se unieron a los antiguos compañeros del instituto que habían logrado salir del pueblo para trabajar o estudiar en la ciudad y volvían en verano. Nelly se acercó a su prima. — Igual con estos te llevas mejor. Viven en Boston o New Haven los que estudian en la uni, bueno, como tú. Dave, Sam, Stacey… Yo. Somos gente más de pueblo, pero ellos son antiguos quarterbacks, y animadoras, y promesas de la ciencia y todo eso… — Ni un artista entre ellos, pensó amargamente. Ser artista no te sacaba del dichoso pueblo. La condujo a empezar a cavar uno de los hoyos, aunque no contaba con que ella hiciera mucho. — Oye… Tú… ¿Has venido buscando algo? En plan, quitarte al tío ese de la cabeza o así… — Rio un poco nerviosa. — Porque aquí los tíos son muy pulpos, con las yupis al menos. O sea, no Dave, no he visto a Dave acercarse a una mujer en la vida, pero… Tú me entiendes… Te lo digo para que te andes con ojo, ¿sabes? — Stacey, que se había puesto a ayudarla con el hoyo, viendo que su prima no colaboraba, intervino. — ¡Esta! Vaya cosas. Escúchame, Aby, yo te presento al que más te guste, esto es una caja de bombones, chica, y si una yupi tiene que llevarse a nuestros chicos, mejor que sea un que conocemos, ¿es o no? —
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Soltó una risilla y contestó a Sam. - Qué va, yo soy ya aquí una más. - Y realmente lo creía, veía en un futuro cercanísimo la imagen de sí misma morenísima, con arena estampada hasta las rodillas a todas horas, rastas aleatorias por el suelo y una concha de collar. La veía cristalina. Sí, esa iba a ser la nueva Abi, su despertar, su descubrimiento de sí misma, y nadie se iba a imaginar que era de Boston de lo bien que iba a camuflarse con el entorno.
La primera parada no fue en la playa, sino en un Wallmart. Y no un Wallmart como los de Boston, desde luego. - Uy, parece que está cerrado. - Comentó con inocencia y totalmente en serio, pero nadie le hizo ni caso. Agudizó la vista. Pues no, no estaba cerrado, es que la puerta era... así. Siguió a los demás y rápidamente dos de las chicas la escoltaron, poniéndose cada una a un lado. - ¿Y cómo que te has venido a Cape Cod? - Preguntó una. Ella, con la tranquilidad y la seguridad de quien está convencida que es la primera persona en la historia en dar esa respuesta, dijo. - Necesito encontrarme a mí misma. Acabo de salir de una relación y ahora quiero sentirme libre y disfrutar, y superar todo lo que he sufrido. Esto va a ser un renacer para mi alma. - Las dos chicas se miraron, con sonrisas disimuladas. Estaba segura de haberlas impresionado. - Pues no se diga más. Vamos a aprovisionarnos de buenos jarabes para el alma. - Dijo una de ellas, haciendo reír a la otra (y a Abi más por seguirlas que porque pillara la jerga), y la arrastraron al interior de ese supuesto Wallmart que más parecía un improvisado campamento de guerra.
Intentaba aportar, pero no se estaba enterando de nada de la compra, iba a remolque total. Cuando salía de fiesta con sus amigas, compraba... otras cosas. - ¡Eh, Abi! Vamos a que nos dé el fresco, fuera, con tu prima, que aquí vamos a empezar a tirar las estanterías ya mismo, que somos muchos. - Bromeó... el muchacho que las había llevado con la furgoneta. Pobrecito, con lo majo que era, pero no se le quedaba el nombre. Salió con él y lo agradeció en el alma, porque el chico tenía razón: no cabían tantos en esos diminutos pasillos y se estaba agobiando, aunque no lo pensaba dejar traslucir. Al llegar al aparcamiento, se puso a explicarle una cosa que tenía que ser una broma por fuerza. A ver si no iba a ser tan majo y se iba a estar metiendo con ella... - ¡Pero entonces se va a llenar todo de arena! ¿Cómo lo hacéis para no beber arena? En plan, si echas el mojito ahí en el cubo ese enterrado... Es que se va a llenar de arena ¿no? - Insistía. - Que no, tú tranquila, que no cae arena. - Y entonces le preguntó que si llevaba abrigo, y solo pudo boquear. Justo Nelly había llegado donde ellos estaban, y en la conversación cruzada se quedó sin responder (y sin habla, porque ese chico guapo, el tal Sam, había eclipsado un tanto el entorno con su aparición). - ¡¡¡¡UUUUHHH SAN JUAAAAN!!!! - Se animó a chillar para seguir a Stacey, subiendo de nuevo al coche y siendo un poco estrujada por su prima, que se había metido con calzador entre Sam y ella. Bueno, igualmente el chico le había lanzado una miradita que ella no había dudado en corresponder, y la noche era larga.
No se había imaginado cuantísima gente podía haber en la playa, pero los ojos le brillaron. ¡Qué oportunidad de conocer gente nueva del entorno playero! Estaba con la cara de ilusión de un dibujo animado cuando su prima se acercó a ella, y Abi hubiera lanzado un chillidito de emoción, pero Nelly se le adelantó con sus indicaciones. - ¡Oh! Qué guay. - Expresó animada, filtrando convenientemente la parte alegre de los datos que le daba e ignorando la amarga. De hecho, se fue dando saltitos donde ella iba, y se puso a orbitarla con entusiasmo mientras la chica se ponía a cavar. - Pero primi, yo vengo a estar contigo, contigo y con tus amis, de verdad que sí. ¡Gente de Boston! No me interesa naaaaaada. Yo soy UNA CON LA PLAYA. - Alzó los brazos, riendo y notando como varios la miraban ante su exclamación (quería pensar ella, para bien). Se acuclilló a su lado, pero no se puso a cavar, solo siguió hablando. - Me encanta esto. Es tan... pintoresco. Distinto a lo que conozco. Me va a curar, me va a venir genial. - Nelly empezó a preguntar y ella rio forzadamente. - ¡Ni me acuerdo de él ya, fíjate si le voy a olvidar! - Y repitió la carcajada forzada. Pero parecía que Nelly quería advertirla. Puso expresión tierna. - Ooooh, primi, qué buena eres. Pero mira... Te voy a confesar una cosita. - Se acercó y dijo en confidencia. - Es que paso ¿sabes? - Soltó como la gran confesión. - Mira, no voy buscando un tío porque yo quiero ser libre, libre toda, libre en la playa, curar mi alma, FUF, FUF, MALAS VIBRAS FUERA. - Movió los brazos como si le dieran espasmos para ilustrar cómo se sacaban convenientemente las malas vibraciones. - Pero ¿sabes qué? Que a nadie le amarga un dulce, y me he pasado muuuuucho tiempo con un tío que no me valoraba ¿sabes? Y yo quiero disfrutar. Y soy joven, y soy atractiva. Ni me acuerdo de la última vez que Eric me dijo que estaba guapa, tía, pri, es muy fuerte, es muy triste. Se siente una viejísima. Y no lo soy, tengo tipazo y... si a alguno de estos chicos tan monos le gusta... pues... ¿por qué no? - Soltó una risita. Justo Stacey se unió a ellas, y a su alegato solo supo contestar. - ¡¡¡WUUUUUUUU!!! - Alzando los brazos como si estuviera saliendo de una limusina en una despedida de soltera. - ¡Eso, eso! Quiero que me presentéis a chicos guapos. ¡Pero novio no quiero, eh! Nada de ataduras, ¡soy una chica libre! ¡Y voy a disfrutar! -
La primera parada no fue en la playa, sino en un Wallmart. Y no un Wallmart como los de Boston, desde luego. - Uy, parece que está cerrado. - Comentó con inocencia y totalmente en serio, pero nadie le hizo ni caso. Agudizó la vista. Pues no, no estaba cerrado, es que la puerta era... así. Siguió a los demás y rápidamente dos de las chicas la escoltaron, poniéndose cada una a un lado. - ¿Y cómo que te has venido a Cape Cod? - Preguntó una. Ella, con la tranquilidad y la seguridad de quien está convencida que es la primera persona en la historia en dar esa respuesta, dijo. - Necesito encontrarme a mí misma. Acabo de salir de una relación y ahora quiero sentirme libre y disfrutar, y superar todo lo que he sufrido. Esto va a ser un renacer para mi alma. - Las dos chicas se miraron, con sonrisas disimuladas. Estaba segura de haberlas impresionado. - Pues no se diga más. Vamos a aprovisionarnos de buenos jarabes para el alma. - Dijo una de ellas, haciendo reír a la otra (y a Abi más por seguirlas que porque pillara la jerga), y la arrastraron al interior de ese supuesto Wallmart que más parecía un improvisado campamento de guerra.
Intentaba aportar, pero no se estaba enterando de nada de la compra, iba a remolque total. Cuando salía de fiesta con sus amigas, compraba... otras cosas. - ¡Eh, Abi! Vamos a que nos dé el fresco, fuera, con tu prima, que aquí vamos a empezar a tirar las estanterías ya mismo, que somos muchos. - Bromeó... el muchacho que las había llevado con la furgoneta. Pobrecito, con lo majo que era, pero no se le quedaba el nombre. Salió con él y lo agradeció en el alma, porque el chico tenía razón: no cabían tantos en esos diminutos pasillos y se estaba agobiando, aunque no lo pensaba dejar traslucir. Al llegar al aparcamiento, se puso a explicarle una cosa que tenía que ser una broma por fuerza. A ver si no iba a ser tan majo y se iba a estar metiendo con ella... - ¡Pero entonces se va a llenar todo de arena! ¿Cómo lo hacéis para no beber arena? En plan, si echas el mojito ahí en el cubo ese enterrado... Es que se va a llenar de arena ¿no? - Insistía. - Que no, tú tranquila, que no cae arena. - Y entonces le preguntó que si llevaba abrigo, y solo pudo boquear. Justo Nelly había llegado donde ellos estaban, y en la conversación cruzada se quedó sin responder (y sin habla, porque ese chico guapo, el tal Sam, había eclipsado un tanto el entorno con su aparición). - ¡¡¡¡UUUUHHH SAN JUAAAAN!!!! - Se animó a chillar para seguir a Stacey, subiendo de nuevo al coche y siendo un poco estrujada por su prima, que se había metido con calzador entre Sam y ella. Bueno, igualmente el chico le había lanzado una miradita que ella no había dudado en corresponder, y la noche era larga.
No se había imaginado cuantísima gente podía haber en la playa, pero los ojos le brillaron. ¡Qué oportunidad de conocer gente nueva del entorno playero! Estaba con la cara de ilusión de un dibujo animado cuando su prima se acercó a ella, y Abi hubiera lanzado un chillidito de emoción, pero Nelly se le adelantó con sus indicaciones. - ¡Oh! Qué guay. - Expresó animada, filtrando convenientemente la parte alegre de los datos que le daba e ignorando la amarga. De hecho, se fue dando saltitos donde ella iba, y se puso a orbitarla con entusiasmo mientras la chica se ponía a cavar. - Pero primi, yo vengo a estar contigo, contigo y con tus amis, de verdad que sí. ¡Gente de Boston! No me interesa naaaaaada. Yo soy UNA CON LA PLAYA. - Alzó los brazos, riendo y notando como varios la miraban ante su exclamación (quería pensar ella, para bien). Se acuclilló a su lado, pero no se puso a cavar, solo siguió hablando. - Me encanta esto. Es tan... pintoresco. Distinto a lo que conozco. Me va a curar, me va a venir genial. - Nelly empezó a preguntar y ella rio forzadamente. - ¡Ni me acuerdo de él ya, fíjate si le voy a olvidar! - Y repitió la carcajada forzada. Pero parecía que Nelly quería advertirla. Puso expresión tierna. - Ooooh, primi, qué buena eres. Pero mira... Te voy a confesar una cosita. - Se acercó y dijo en confidencia. - Es que paso ¿sabes? - Soltó como la gran confesión. - Mira, no voy buscando un tío porque yo quiero ser libre, libre toda, libre en la playa, curar mi alma, FUF, FUF, MALAS VIBRAS FUERA. - Movió los brazos como si le dieran espasmos para ilustrar cómo se sacaban convenientemente las malas vibraciones. - Pero ¿sabes qué? Que a nadie le amarga un dulce, y me he pasado muuuuucho tiempo con un tío que no me valoraba ¿sabes? Y yo quiero disfrutar. Y soy joven, y soy atractiva. Ni me acuerdo de la última vez que Eric me dijo que estaba guapa, tía, pri, es muy fuerte, es muy triste. Se siente una viejísima. Y no lo soy, tengo tipazo y... si a alguno de estos chicos tan monos le gusta... pues... ¿por qué no? - Soltó una risita. Justo Stacey se unió a ellas, y a su alegato solo supo contestar. - ¡¡¡WUUUUUUUU!!! - Alzando los brazos como si estuviera saliendo de una limusina en una despedida de soltera. - ¡Eso, eso! Quiero que me presentéis a chicos guapos. ¡Pero novio no quiero, eh! Nada de ataduras, ¡soy una chica libre! ¡Y voy a disfrutar! -
Capítulo 1— Junio 2019 — Abigail - Con Nelly y Dave
XIII
We are
- La eternidad es nuestra:
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