2 participantes
Freyja
Alchemist
Link del mensaje
¡No me diga!
What's this tontería that I'm seeing on the street?
Washington Heights es el pozo donde van cayendo los sueños de los que vienen de tierras más alegres, vivas, cálidas y pobres. Todos llegan queriendo ser algo y tienen sueñitos. Daniela no era distinta, aunque hace ya tanto, que su sueño se ha diluido, y realmente solo quiere seguir viviendo, pagando las facturas y su sueño sería no tener que matarse a trabajar todos los días. Pero tiene a Carla, que es un sueño en sí misma, que alegra sus días y la ayuda con las cargas en la vida. Carla, por su parte, ni siquiera vino de ninguna parte, ella solo heredó los sueños de los demás. Quizá por eso, por la comunidad que siempre la ha amparado y el no tener grandes deseos en el futuro, es una persona profundamente alegre y optimista, que saca todo lo bueno de cada día, de su relación con Daniela y de su trabajo en el salón de belleza.
Ambas saben que son parte del alma de Washington Heights, que es su trabajo sacar un poco de la miseria diaria y de los sueños frustrados a sus habitantes, su comunidad, su familia, al fin y al cabo, a base de uñas más largas y brillantes, más laca, salsa y, por supuesto, los cotilleos. Es trabajo suyo enterarse de todo lo que pasa en el barrio y hacer reír a quien viene a su salón, que por unos instantes, pueden olvidar todo lo malo.
Pero la gentifricación es un hecho, y el alquiler cada vez es más caro, y es muy posible que tengan que dejar su amado barrio para poder pagar el alquiler, aunque antes, dejarán resueltos todos los cabos que considere que necesitan de su intervención, porque eso es lo que hacen las familias, cuidarse y ayudarse con lo que pueden.
Ambas saben que son parte del alma de Washington Heights, que es su trabajo sacar un poco de la miseria diaria y de los sueños frustrados a sus habitantes, su comunidad, su familia, al fin y al cabo, a base de uñas más largas y brillantes, más laca, salsa y, por supuesto, los cotilleos. Es trabajo suyo enterarse de todo lo que pasa en el barrio y hacer reír a quien viene a su salón, que por unos instantes, pueden olvidar todo lo malo.
Pero la gentifricación es un hecho, y el alquiler cada vez es más caro, y es muy posible que tengan que dejar su amado barrio para poder pagar el alquiler, aunque antes, dejarán resueltos todos los cabos que considere que necesitan de su intervención, porque eso es lo que hacen las familias, cuidarse y ayudarse con lo que pueden.
Daniela Dueña del salón de belleza - Daphne Rubin-Vega - Ivanka |
Carla Trabajadora del salón de belleza - Stephanie Beatriz - Freyja |
One x One — Inspired — Películas (In the Heights)
XIII
- Post de rol:
- Código:
<center><div class="lumecoder"><div class="lumesqbig"><div class="lumesqtop"><div class="lumepolsqlf"><div style="background: url(IMAGEN-DE-AMBIENTACIÓN)" class="lumepolimlf"></div></div><div class="lumepolsqri"><div style=" background: url(IMAGEN-DEL-PERSONAJE)" class="lumepolimri"></div></div></div>
<div class="lumesqtit"><div class="lumetit"><span class="lumecaptit">U</span>n titulo molón</div></div><div class="lumestit">UN SUBTITULO GUAY</div>
<div class="lumetxt">TU POST POR AQUÍ
</div>
<div class="lumedat">¿CAPíTULO? — ¿CUANDO? — ¿QUIÉN?</div></div></div>
[url=https://www.treeofliferpg.com/u967]<div class="creditosxiii">XIII</div>[/url]</center>
<style type="text/css">.lumecoder{--lumecol:#E5C212;--lumecol2:#093AC8;padding-top:63px;}.lumecaptit{font-size:48px;}.lumesqtit{width:400px;border-top:var(--lumecol2) 2px solid;border-bottom:var(--lumecol2) 2px solid;margin-top:40px;}.lumepolimri{background-position:center !important;background-size:cover !important;border:solid #999 1px;margin-top:10px;width: 160px; height: 160px;}.lumepolsqri{width: 180px; height: 210px; background: #f2f2f2;-webkit-box-shadow: 10px 10px 33px -13px rgba(0,0,0,0.79);-moz-box-shadow: 10px 10px 33px -13px rgba(0,0,0,0.79);box-shadow: 10px 10px 33px -13px rgba(0,0,0,0.79);transform: rotate(10deg);border:1px solid #cccccc;margin-left:140px;margin-top:-150px;}.lumepolimlf{background-position:center !important;background-size:cover !important;border:solid #999 1px;margin-top:10px;width: 160px; height: 160px; }.lumepolsqlf{width: 180px; height: 210px; background: #f2f2f2;-webkit-box-shadow: 10px 10px 33px -13px rgba(0,0,0,0.79);-moz-box-shadow: 10px 10px 33px -13px rgba(0,0,0,0.79);box-shadow: 10px 10px 33px -13px rgba(0,0,0,0.79);transform: rotate(-6deg);border:1px solid #cccccc;margin-left:-140px;margin-top:-80px;}.lumesqtop{width:400px;height:180px;background:var(--lumecol);padding:30px 0px 0px 0px;}.lumesqbig{width:400px;height:auto;border:solid var(--lumecol) 1px;padding:5px 5px 5px 5px;}.lumetxt{width:360px;color:#333;padding:20px;font-family:'Catamaran';text-align:justify;font-size:11px;line-height:14px;height:auto;background:#FFF}.lumestit{width:390px;font-family:'Comfortaa'; font-size:10px; text-align:center;color: var(--lumecol2);text-transform: lowercase;line-height:150%;padding: 10px 5px 10px 5px;text-transform:uppercase;letter-spacing:3px;margin-top:10px;}.lumetit{width:370px;font-family: 'Shrikhand'; font-size:30px; text-align:center;color: var(--lumecol2);line-height:110%;text-shadow: -2px 0 #FFF, 0 2px #FFF, 2px 0 #FFF, 0 -2px #FFF;position:relative;margin-top:-9px;margin-bottom:-2px;}.lumedat{width:390px;font-family:'Comfortaa'; font-size:9px; text-align:center;color: #Fefefe;text-transform: lowercase;line-height:150%;padding: 10px 5px 10px 5px;text-transform:uppercase;letter-spacing:3px;background:var(--lumecol);}.creditosxiii{font-family:impact;font-size:8px;color:#bbb}</style><link href="https://fonts.googleapis.com/css2?family=Catamaran&display=swap" rel="stylesheet"><link href="https://fonts.googleapis.com/css2?family=Comfortaa&display=swap" rel="stylesheet"><link href="https://fonts.googleapis.com/css2?family=Shrikhand&display=swap" rel="stylesheet">
We are
- La eternidad es nuestra:
5490Mensajes :
178Honra :
Ivanka
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Ay, no. Siete de la mañana y ya hacía calor. No había terminado de arreglarse y la estaba sudando. Pues qué bien. ¿Cómo iba a ser ella una diva inspiracional latina para su comunidad si nada más levantarse ya estaba así? El maquillaje no agarraba, las pestañas no se pegaban… No, así no. — ¡CAAAAARLAAAA! No voy a trabajar. Abre tú el salón. — Gritó desde el baño. Total, no iban a juntar suficiente para el alquiler igualmente. Soltó todo el maquillaje de golpe sobre el lavabo y suspiró. Pasó el peso de una pierna a otra y suspiró otra vez. Pero si Dani no se había rendido con nada en la vida, ¿iban a poder treinta grados y una humedad del setenta y ocho por ciento con ella? Recogió todo y agarró la laca. Eso se iba a quedar en su sitio como que ella se llamaba Daniela Sandoval. — CAAAARLAAAAAAA. — Gritó de nuevo. — Cómprame un café helado en la tienda. Esto hay que levantarlo. — Y oyó poco después la puerta diligentemente.
Para cuando llegó a la puerta del salón aún estaba cerrada, ni Carla ni Cuca habían llegado. Metió la llave en aquella cerradura que le habían reventado unas cuantas cuantas veces. Sobre todo en los ochenta. Llevaba ya tanto tiempo levantándose a esas horas para abrir su salón. Y ni un solo día no había merecido la pena. Personalmente, claro, porque el dinero le había dado nada más que para sobrevivir y últimamente casi ni para eso. Entró y puso el aire a toda potencia, y uno de sus discos de salsa favoritos. Y ya ahí se dispuso a abrir el correo.
Para cuando llegó Carla, ya le fallaban más las cuentas que al concejal de urbanismo de Nueva York cuando llegaban los de Hacienda. Cuca se había puesto a limpiar como si tal cosa, pero ella le lanzó una mirada a su chica que no dejaba lugar a dudas. Más les valía ponerse a buscar otro lado, o se iban a la bancarrota más pronto que tarde. — Nena, este barco se hunde y más nos vale saltar de él antes de que esté en el fondo. — Pero se cortó a sí misma, porque llegó Vanessa del brazo de la abuela Claudia, y lo último que necesitaba la abuela eran disgustos para su corazón. — Mihijita qué cara… — No era tan fácil de engañar. — Ay, abuela, tú siempre tienes que darte cuenta de todo, eh… — Se atusó el pelo y suspiró muy fuerte. — Pasa que una ya no tiene la misma edad que antes, y la humedad se carga mi presencia imponente. La que no tiene edad para tener esa cara es esta niña. — Dijo señalando a Vanessa, que le sacó la lengua y fue a cambiarse para ponerse en su puesto. La abuela le dio unos toquecitos en la mano. — Déjala, en la juventud todo parece más difícil, ¿o no? — Dani suspiró y la llevó a que se sentara en una de las butacas, que no quería que pasara tanto tiempo en pie. Al hacerlo, vio de reojo saliendo a una chica muy joven que no conocía, seguida de Julio el de la tintorería. — ¡Pero bueno! ¿Se va Rosa un mes a cuidar a su mamá y ya este metiendo una jovencita en casa? — La abuela se giró y torció un poco el rostro. — Dice que es su sobrina de Santo Domingo. — Dani soltó una carcajada. — ¡Eso dirá, sí! ¡Cuca! Anda a investigarme quien es esa. — Mira, eso les iba a dar para bastante.
Para cuando llegó a la puerta del salón aún estaba cerrada, ni Carla ni Cuca habían llegado. Metió la llave en aquella cerradura que le habían reventado unas cuantas cuantas veces. Sobre todo en los ochenta. Llevaba ya tanto tiempo levantándose a esas horas para abrir su salón. Y ni un solo día no había merecido la pena. Personalmente, claro, porque el dinero le había dado nada más que para sobrevivir y últimamente casi ni para eso. Entró y puso el aire a toda potencia, y uno de sus discos de salsa favoritos. Y ya ahí se dispuso a abrir el correo.
Para cuando llegó Carla, ya le fallaban más las cuentas que al concejal de urbanismo de Nueva York cuando llegaban los de Hacienda. Cuca se había puesto a limpiar como si tal cosa, pero ella le lanzó una mirada a su chica que no dejaba lugar a dudas. Más les valía ponerse a buscar otro lado, o se iban a la bancarrota más pronto que tarde. — Nena, este barco se hunde y más nos vale saltar de él antes de que esté en el fondo. — Pero se cortó a sí misma, porque llegó Vanessa del brazo de la abuela Claudia, y lo último que necesitaba la abuela eran disgustos para su corazón. — Mihijita qué cara… — No era tan fácil de engañar. — Ay, abuela, tú siempre tienes que darte cuenta de todo, eh… — Se atusó el pelo y suspiró muy fuerte. — Pasa que una ya no tiene la misma edad que antes, y la humedad se carga mi presencia imponente. La que no tiene edad para tener esa cara es esta niña. — Dijo señalando a Vanessa, que le sacó la lengua y fue a cambiarse para ponerse en su puesto. La abuela le dio unos toquecitos en la mano. — Déjala, en la juventud todo parece más difícil, ¿o no? — Dani suspiró y la llevó a que se sentara en una de las butacas, que no quería que pasara tanto tiempo en pie. Al hacerlo, vio de reojo saliendo a una chica muy joven que no conocía, seguida de Julio el de la tintorería. — ¡Pero bueno! ¿Se va Rosa un mes a cuidar a su mamá y ya este metiendo una jovencita en casa? — La abuela se giró y torció un poco el rostro. — Dice que es su sobrina de Santo Domingo. — Dani soltó una carcajada. — ¡Eso dirá, sí! ¡Cuca! Anda a investigarme quien es esa. — Mira, eso les iba a dar para bastante.
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Dani
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
3069Mensajes :
20Honra :
Freyja
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
- ¡Ay, por la Virgen Santísima! - Suspiró impaciente, mientras se agarraba la pinza del pelo, porque no paraban de caerle mechones por todas partes. Ya estaba Dani gritando, claro, estaría peleándose con el maquillaje y ya, ¡drama! - ¡VOOOOOY! - No iba a discutir tan pronto, ya se le pasaría. Efectivamente, ni minutos tardó. - ¡Ay, Danini, aclárate con las órdenes! - Pero allá que iba ella, diligente, a buscarle a su Daniela un café helado. Se dirigió al colmado de Usnavi tan divina como siempre, masticando chicle y moviendo las caderas y con las pulseras de su brazo tintineando. - ¡Usnii! - ¡Buenos días, Carla! - Hola, hola. Te pillo dos cafés helados de la nevera. ¡Ay, que te como entero! - Dijo agarrando los mofletes de Sony con fuerza, al que se había cruzado por el pasillo. El chico había hecho un intento de pose de galán, pero ante el agarre chistó. - ¡Qué uñas! Me vas a dejar marca. - ¡Ay, más quisieras! No te quejes tanto, que te pones muy feo. - Dejó las monedas en el mostrador con un golpe seco, tiró dos o tres besos al aire y salió de allí.
Con el mismo brío y contoneo, haciendo más ruidos de pisadas y alboroto que realmente andando rápido, llegó al salón. - DANINIIIIII. - Entró gritando, porque el ruido y la algarabía era lo que las mantenía vivas. Se fue a su chica, le dejó un beso en los labios y el café en la mano, bebiendo ella del suyo. - Ay, cabrona, y a mí no me traes. - Dijo Cuca, y ella muy puesta se digirió a ella (no sin antes soltar otros cinco o seis insultos "cariñosos" de vuelta) y le dio de su café para que bebiera un sorbo. - Ay, qué asqueroso está. - ¿Ves por qué no te traigo? Das un sorbo y no te gusta, si es por hacer, desagradecida. - El ambiente de la peluquería era lo mejor, pero le estaba viendo a Daniela la cara: no salían las cuentas. Ay, las cuentas, qué pereza, de verdad. Ella no quería ni tocarlas. Lo suyo era peinar, hacer tratamientos de belleza y barrer. Y contar cotilleos con las del barrio. Las cuentas solo traían quebraderos de cabeza.
Pero no se iba a librar del tema tan fácilmente. Chistó con carita de perro apenado, toqueteando los mechones del pelo de su chica. - Ay, Danini. Yo no me quiero ir. Si aquí tenemos a nuestras clientas. Y nuestra música, y el cafelito helado. - Y a la abuela, que justo entraba por la puerta. - ¡Abuela! - Gritó contenta, yendo a darle varios besos en la mejilla que fueron seguidamente correspondidos. A Carla le gustaba mostrarse alegre, estar alegre, ser alegría en sí misma. Con un puntito de inocencia, porque si no fuera inocente, la alegría se le iría cuando viera las dichosas cuentas y las condiciones en las que vivían. Siempre era mejor cotillear, bailar, cantar y hablar a gritos.
Sobre todo cotillear. - Uuuuuuuh. - Dijo intrigada, viéndose ya el salseíto venir. Había entrado una clienta, pero ella ya estaba siguiendo a Cuca con la mirada mientras iba a investigar. - ¡Niña! Anda, lávame el pelo y ponme así como lo tienes tú. - Ahora mismo. - Contestó, pero no tenía los ojos en el grifo que estaba abriendo, sino en los paseos que se daba la Cuca. - Uy, uy, esa la he visto yo. Sí, sí, yo a esa la he visto. - ¡Niña! A ver ese agua, que está hirviendo. - ¡Ay, que no! - Qué pesada la señora. Bueno, un poquito caliente sí estaba. Comprobó la temperatura un poco mejor, alternando la vista entre la cabellera que lavaba y la puerta, hasta que Cuca volvió a entrar. - ¡Cuenta, cuenta! - La sobrina dice, el muy cuco. ¿Le ha nacido ya con diecinueve? - Carla soltó una estruendosa carcajada, mientras Cuca se armaba de la escoba y empezaba a contar. - Me dice la del puesto de la esquina que anoche se levantó a por agua y estaba la luz encendida. Y que se oían unos ruidos que de lavadora no eran. - Esta vez el murmullo y las carcajadas fueron generalizadas. - ¡Danini! Sube esa música. - Que los cotilleos se quedaban entre ellas. El que quisiera oírlos, que entrara.
Con el mismo brío y contoneo, haciendo más ruidos de pisadas y alboroto que realmente andando rápido, llegó al salón. - DANINIIIIII. - Entró gritando, porque el ruido y la algarabía era lo que las mantenía vivas. Se fue a su chica, le dejó un beso en los labios y el café en la mano, bebiendo ella del suyo. - Ay, cabrona, y a mí no me traes. - Dijo Cuca, y ella muy puesta se digirió a ella (no sin antes soltar otros cinco o seis insultos "cariñosos" de vuelta) y le dio de su café para que bebiera un sorbo. - Ay, qué asqueroso está. - ¿Ves por qué no te traigo? Das un sorbo y no te gusta, si es por hacer, desagradecida. - El ambiente de la peluquería era lo mejor, pero le estaba viendo a Daniela la cara: no salían las cuentas. Ay, las cuentas, qué pereza, de verdad. Ella no quería ni tocarlas. Lo suyo era peinar, hacer tratamientos de belleza y barrer. Y contar cotilleos con las del barrio. Las cuentas solo traían quebraderos de cabeza.
Pero no se iba a librar del tema tan fácilmente. Chistó con carita de perro apenado, toqueteando los mechones del pelo de su chica. - Ay, Danini. Yo no me quiero ir. Si aquí tenemos a nuestras clientas. Y nuestra música, y el cafelito helado. - Y a la abuela, que justo entraba por la puerta. - ¡Abuela! - Gritó contenta, yendo a darle varios besos en la mejilla que fueron seguidamente correspondidos. A Carla le gustaba mostrarse alegre, estar alegre, ser alegría en sí misma. Con un puntito de inocencia, porque si no fuera inocente, la alegría se le iría cuando viera las dichosas cuentas y las condiciones en las que vivían. Siempre era mejor cotillear, bailar, cantar y hablar a gritos.
Sobre todo cotillear. - Uuuuuuuh. - Dijo intrigada, viéndose ya el salseíto venir. Había entrado una clienta, pero ella ya estaba siguiendo a Cuca con la mirada mientras iba a investigar. - ¡Niña! Anda, lávame el pelo y ponme así como lo tienes tú. - Ahora mismo. - Contestó, pero no tenía los ojos en el grifo que estaba abriendo, sino en los paseos que se daba la Cuca. - Uy, uy, esa la he visto yo. Sí, sí, yo a esa la he visto. - ¡Niña! A ver ese agua, que está hirviendo. - ¡Ay, que no! - Qué pesada la señora. Bueno, un poquito caliente sí estaba. Comprobó la temperatura un poco mejor, alternando la vista entre la cabellera que lavaba y la puerta, hasta que Cuca volvió a entrar. - ¡Cuenta, cuenta! - La sobrina dice, el muy cuco. ¿Le ha nacido ya con diecinueve? - Carla soltó una estruendosa carcajada, mientras Cuca se armaba de la escoba y empezaba a contar. - Me dice la del puesto de la esquina que anoche se levantó a por agua y estaba la luz encendida. Y que se oían unos ruidos que de lavadora no eran. - Esta vez el murmullo y las carcajadas fueron generalizadas. - ¡Danini! Sube esa música. - Que los cotilleos se quedaban entre ellas. El que quisiera oírlos, que entrara.
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Carla
XIII
We are
- La eternidad es nuestra:
5490Mensajes :
178Honra :
Ivanka
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Obviamente no podía ignorar lo que estaba pasando allá afuera, se moría de curiosidad, pero Carla es que estaba claramente enganchadísima al cotilleo, y es que la tía pasaba de todo. Le dio con una toalla en el culo y miró significativamente a la clienta. — Que esta es de las duras. — Dijo entre dientes.
Y por supuesto, la deslenguada de Cuca se lio a decir barbaridades de las suyas, volviendo locas a las clientas y provocando que la abuela se riera fuertemente. — Vanessa, nena, dale agüita a la abuela. — Le preocupaba que con el calor y las risas se les quedara en el sitio. Le pegó un sorbo al café y entornó los ojos. — La del kiosko mucho sabe. Ruidos de lavadora dice… Porque hace años que no los oye… — Escuchó el UHHHHHH que generó aquella declaración y subió la radio. — Si mi Carla quiere música, mi Carla la tiene. — Dijo contoneándose y dirigiendo una sonrisita a su chica, mientras sorbía su café helado.
Pero el buen rollo se acabó cuando vio entrar al casero por la puerta. Oh, maldito calvo, siempre que podía pasaba por ahí para ver si veía muchachas bonitas. Asqueroso. — ¡Señor Hanahan! ¿Cómo usted por aquí? — Pues mira, Daniela, es que justo he estado hablando con Christopher el de la esquina y… Resulta que quiere ampliar el negocio. — Daniela alzó la ceja y miró alrededor, pero parecía que todo el mundo estaba a lo suyo. Parecía. — ¿Y bien? — Me ha ofrecido… Una muy buena cifra por el alquiler del local… — ¿Y qué me estás queriendo decir? — Que o me lo igualas o tendré que planteármelo… — Daniela suspiró y asintió. — Bien. Bien. Ya hablaremos. Vete que si quieres que pague el alquiler que ya pago no puedo estar de cháchara. — El hombre asintió y se fue por la puerta.
— ¡Rata cocida! ¡Usurero CABRÓN! ¡Así le pongan dos buenas velas negras y no se le vuelva a levantar. — Gritó en español en cuanto lo vio desfilar por la calle. Eso también hizo reír a la abuela. — ¡Uy, mihijita! ¿Pero qué pasó? ¿Qué te dijo? — Daniela suspiró e hizo pasar a una clienta a las mechas. — El muy desgraciado, malacara, dice que el nuevo ese le paga más por el alquiler. Como si no tuviéramos suficiente con lo que tenemos… — Ay, mihijita, pero ya no te enfades más… Que todo acaba saliendo. — Miró a Carla y negó con la cabeza. — No, abuela. No todo acaba saliendo… — Alzó la ceja y dijo. — Quiero saber todos los trapos sucios del de la esquina. — Ay, pero ese no es ni latino, mami, no se pega a nosotros. — Se quejó Cuca. — Pues hay que enterarse. Mi Carlita se entera sin problema, ¿o no, mi vida? — Dijo alzando las cejas. ¿No tenía tantas ganas de quedarse? Pues más valía que se pusieran las pilas.
Y por supuesto, la deslenguada de Cuca se lio a decir barbaridades de las suyas, volviendo locas a las clientas y provocando que la abuela se riera fuertemente. — Vanessa, nena, dale agüita a la abuela. — Le preocupaba que con el calor y las risas se les quedara en el sitio. Le pegó un sorbo al café y entornó los ojos. — La del kiosko mucho sabe. Ruidos de lavadora dice… Porque hace años que no los oye… — Escuchó el UHHHHHH que generó aquella declaración y subió la radio. — Si mi Carla quiere música, mi Carla la tiene. — Dijo contoneándose y dirigiendo una sonrisita a su chica, mientras sorbía su café helado.
Pero el buen rollo se acabó cuando vio entrar al casero por la puerta. Oh, maldito calvo, siempre que podía pasaba por ahí para ver si veía muchachas bonitas. Asqueroso. — ¡Señor Hanahan! ¿Cómo usted por aquí? — Pues mira, Daniela, es que justo he estado hablando con Christopher el de la esquina y… Resulta que quiere ampliar el negocio. — Daniela alzó la ceja y miró alrededor, pero parecía que todo el mundo estaba a lo suyo. Parecía. — ¿Y bien? — Me ha ofrecido… Una muy buena cifra por el alquiler del local… — ¿Y qué me estás queriendo decir? — Que o me lo igualas o tendré que planteármelo… — Daniela suspiró y asintió. — Bien. Bien. Ya hablaremos. Vete que si quieres que pague el alquiler que ya pago no puedo estar de cháchara. — El hombre asintió y se fue por la puerta.
— ¡Rata cocida! ¡Usurero CABRÓN! ¡Así le pongan dos buenas velas negras y no se le vuelva a levantar. — Gritó en español en cuanto lo vio desfilar por la calle. Eso también hizo reír a la abuela. — ¡Uy, mihijita! ¿Pero qué pasó? ¿Qué te dijo? — Daniela suspiró e hizo pasar a una clienta a las mechas. — El muy desgraciado, malacara, dice que el nuevo ese le paga más por el alquiler. Como si no tuviéramos suficiente con lo que tenemos… — Ay, mihijita, pero ya no te enfades más… Que todo acaba saliendo. — Miró a Carla y negó con la cabeza. — No, abuela. No todo acaba saliendo… — Alzó la ceja y dijo. — Quiero saber todos los trapos sucios del de la esquina. — Ay, pero ese no es ni latino, mami, no se pega a nosotros. — Se quejó Cuca. — Pues hay que enterarse. Mi Carlita se entera sin problema, ¿o no, mi vida? — Dijo alzando las cejas. ¿No tenía tantas ganas de quedarse? Pues más valía que se pusieran las pilas.
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Dani
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
3069Mensajes :
20Honra :
Freyja
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Dio un saltito en el sitio. - Aaaaauuu cabrona. - Contestó a Dani cuando le dio en el culo con ese trapo, haciendo muequecitas justo después. De las duras, sí, pues bien que estaba en la peluquería de ellas. Que se fuera a un barrio pijo a peinarse si tantos remilgos tenía. Al menos subió la música, justo después de ese comentario que le sacó tal carcajada que dobló descaradamente el tronco hacia atrás, mientras volvía a lavar la cabeza de su "dura" clienta.
- Esa mucho decir pero menuda zorronaaa. - Bramó entre risas, pero estas fueron coreadas solo a medias. Ups, el casero, no lo había visto. Hizo una mueca y bajó la cabeza para seguir con el lavado, mientras lo miraba de reojo. Que no le estresara a su Daniela, que era verlo aparecer y se le ponían los pelos que ni que los hubiera metido en un enchufe. Pegó la oreja y, conforme lo oía, abría los ojos y la boca. Carla no era nada disimulada, pero bueno, como estaba lavando el pelo de la señora y con la cara estratégicamente parada, no se la estaría viendo. Cruzó la mirada con Cuca y, con los labios, hizo mímica. "Qué fuerte". Por no decir qué malparido hijo de mil padres. Ya le iba a poner a la Dani atacada.
No se equivocó. Suspiró. - Ya está usted, señora. - Resolvió rápido para que la mujer levantara la cabeza del lavadero, con su toalla muy bien recogida, y se pasara a la silla de peinar. Ella apoyó una mano en la pila para mirar a su chica. - No será capaz de echarnos el mandril ese. - Uy, que no, dice. Menudo elemento. - Dijo Cuca, que se unió a la horda de insultos de Daniela. Las dos tenían una agilidad para insultar que Carla no era capaz de seguir, entre otras cosas porque estaba fuertemente valorando las posibilidades de que realmente aquello fuera en serio. Hizo un pucherito cuando su chica la miró. Ay, no, que no quería verla así, tristona y agobiada. Se giró. - A VER ESA MÚSICA OIGAN QUE SE PONGA MÁS ALTA, ¿SÍ O QUÉ? - Ya fue Cuca rauda y veloz a subirla y ella se dirigió con sus pasitos cortos y graciosos hacia su novia. - Mi Danininininichimichi. - Agarró sus mejillas y le dio un besito en los labios. - No ¿eh? Fuera penas, a bailar y a hacer mechas que es lo que sabemos hacer. - Hizo un gesto con la mano. - No va a venir ahora un malparido desgraciado hombre de pacotilla a mandarnos a nosotras. Vamos, no lo metemos en casa, lo vamos a meter aquí. - Le dio un toque en la frente con el dedo. Pero su chica tenía otros planes mejores, y mira, no le parecían malos del todo.
Puso carita de ilusión cuando le propuso que se enterara de todo. - ¡Ay pues claro que sí, mi amor! - Resolvió contenta, dando una fuerte palmada en el aire mientras la miraba con ojos brillantes. - Digo que me voy a enterar. Ya lo vas a ver, ya. - ¡Niña! ¿Me peinas o qué? - Ya mismito, señora, no me tardo. - Comentó al aire, mientras se dirigía muy puesta a la puerta, contoneándose y con el coro de risitas alrededor. Porque ya sabían todas lo que pasaba cuando Carla ponía su vocecilla aguda y se dirigía como una diva hacia la puerta. - SONYYYYYYYYYYY. - Llamó a gritos, porque al abrir fue al primero que vio pasar. El chico se giró ante el sonido y sonrió. - VEN, HOMBRE, VEN. - Con un trotecito chulesco, ya estaba el chaval plantado en la puerta, y lo primero que hizo fue asomar la cabeza con una ceja arqueada. - Hola, si son las más hermosas de Washington Heights. - Se escuchó un cotorreo mezclado con risas adorables que empezaron a adular al chaval, que por supuesto se vino arriba. - ¿Qué puedo ofreceros? Sabía que tarde o temprano ibas a... - Sí sí sí, ya ya bueno. - Cortó Carla, haciendo un gesto con la mano. - ¿Qué sabes tú del Hanahan ese, a ver, si se puede saber? - ¿Yo? Poco. - Pues va a ser mucho. - Le agarró, le dio media vuelta y le regaló un tortazo en el culo para sacarlo de un saltito de la peluquería. - Venga, ricura, ve a informarte y me cuentas. - ¿Qué soy? ¿Tu espía? - Tu ve y ya hablamos luego de que te llevas. - El chico empezó a andar hacia atrás y volvió a sonreír con chulería. - Un beso. De la que yo diga. - ANDA Y TIRA. - Resolvió, entrando de nuevo en la peluquería y sacudiéndose las manos. - ¡Ea! Ya le voy a tener yo los chismes a mi Danini en un ratito. -
- Esa mucho decir pero menuda zorronaaa. - Bramó entre risas, pero estas fueron coreadas solo a medias. Ups, el casero, no lo había visto. Hizo una mueca y bajó la cabeza para seguir con el lavado, mientras lo miraba de reojo. Que no le estresara a su Daniela, que era verlo aparecer y se le ponían los pelos que ni que los hubiera metido en un enchufe. Pegó la oreja y, conforme lo oía, abría los ojos y la boca. Carla no era nada disimulada, pero bueno, como estaba lavando el pelo de la señora y con la cara estratégicamente parada, no se la estaría viendo. Cruzó la mirada con Cuca y, con los labios, hizo mímica. "Qué fuerte". Por no decir qué malparido hijo de mil padres. Ya le iba a poner a la Dani atacada.
No se equivocó. Suspiró. - Ya está usted, señora. - Resolvió rápido para que la mujer levantara la cabeza del lavadero, con su toalla muy bien recogida, y se pasara a la silla de peinar. Ella apoyó una mano en la pila para mirar a su chica. - No será capaz de echarnos el mandril ese. - Uy, que no, dice. Menudo elemento. - Dijo Cuca, que se unió a la horda de insultos de Daniela. Las dos tenían una agilidad para insultar que Carla no era capaz de seguir, entre otras cosas porque estaba fuertemente valorando las posibilidades de que realmente aquello fuera en serio. Hizo un pucherito cuando su chica la miró. Ay, no, que no quería verla así, tristona y agobiada. Se giró. - A VER ESA MÚSICA OIGAN QUE SE PONGA MÁS ALTA, ¿SÍ O QUÉ? - Ya fue Cuca rauda y veloz a subirla y ella se dirigió con sus pasitos cortos y graciosos hacia su novia. - Mi Danininininichimichi. - Agarró sus mejillas y le dio un besito en los labios. - No ¿eh? Fuera penas, a bailar y a hacer mechas que es lo que sabemos hacer. - Hizo un gesto con la mano. - No va a venir ahora un malparido desgraciado hombre de pacotilla a mandarnos a nosotras. Vamos, no lo metemos en casa, lo vamos a meter aquí. - Le dio un toque en la frente con el dedo. Pero su chica tenía otros planes mejores, y mira, no le parecían malos del todo.
Puso carita de ilusión cuando le propuso que se enterara de todo. - ¡Ay pues claro que sí, mi amor! - Resolvió contenta, dando una fuerte palmada en el aire mientras la miraba con ojos brillantes. - Digo que me voy a enterar. Ya lo vas a ver, ya. - ¡Niña! ¿Me peinas o qué? - Ya mismito, señora, no me tardo. - Comentó al aire, mientras se dirigía muy puesta a la puerta, contoneándose y con el coro de risitas alrededor. Porque ya sabían todas lo que pasaba cuando Carla ponía su vocecilla aguda y se dirigía como una diva hacia la puerta. - SONYYYYYYYYYYY. - Llamó a gritos, porque al abrir fue al primero que vio pasar. El chico se giró ante el sonido y sonrió. - VEN, HOMBRE, VEN. - Con un trotecito chulesco, ya estaba el chaval plantado en la puerta, y lo primero que hizo fue asomar la cabeza con una ceja arqueada. - Hola, si son las más hermosas de Washington Heights. - Se escuchó un cotorreo mezclado con risas adorables que empezaron a adular al chaval, que por supuesto se vino arriba. - ¿Qué puedo ofreceros? Sabía que tarde o temprano ibas a... - Sí sí sí, ya ya bueno. - Cortó Carla, haciendo un gesto con la mano. - ¿Qué sabes tú del Hanahan ese, a ver, si se puede saber? - ¿Yo? Poco. - Pues va a ser mucho. - Le agarró, le dio media vuelta y le regaló un tortazo en el culo para sacarlo de un saltito de la peluquería. - Venga, ricura, ve a informarte y me cuentas. - ¿Qué soy? ¿Tu espía? - Tu ve y ya hablamos luego de que te llevas. - El chico empezó a andar hacia atrás y volvió a sonreír con chulería. - Un beso. De la que yo diga. - ANDA Y TIRA. - Resolvió, entrando de nuevo en la peluquería y sacudiéndose las manos. - ¡Ea! Ya le voy a tener yo los chismes a mi Danini en un ratito. -
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Carla
XIII
We are
- La eternidad es nuestra:
5490Mensajes :
178Honra :
Ivanka
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Suspiró y miró a Carla con pena y a la vez con cariño. Negó con la cabeza y rio un poco. — Carlita, como ese malamadre del casero se ponga pendejo nos echan. Y a bailar y a poner musiquita en los parque como los niños del instituto. — Suspiró y recibió su beso. De verdad que odiaba matar el entusiasmo de Carla pero tenían una circunstancia muy mala, y la necesitaba en la tierra, aunque agradeciera que le metiera alegría a todo lo que les rodeaba. Eso sí, se tuvo que reír cuando dijo que no lo metían en casa. — No, ay, ¿te imaginas? A poco y nos cobraría por usar la tostadora. — Se rio un poco y se fue a seguir dando las mechas a una señora.
— Niña, ¿qué estás planeando? Sabes que no me gustan que se anden en problemas. — Dijo la abuela. Daniela suspiró. — Ay, abuela, no son problemas… — Siguió dando las mechas. — Problemas es lo que vamos a tener si nos estamos quietas, esperando a que nos quiten esto. ¿Y adónde iban a ir todas ustedes, ah? — Y ahí sí recibió las risas de las clientas y asentimientos.
Miró a Sonny hablar con Carla a través del cristal y el mercadeo que mantenían. Rio por lo bajo. — Este viene más espabilado que el primo. — Miró de reojo a Vanessa. — ¿Es o no, abuela? — La abuela rio con esa risa tan peculiar suya. — Sí, sí, mi Sonny querrá ir a la universidad, Dios lo permita. ¿Te imaginas Dani? Un notario, o un abogado como mi Nina y don Alejandro. De los que pueden cambiar las cosas y ser grandes. — Dani asintió entre risas alzando las cejas. — Sí, pues más le vale espabilar o que Usnavi le pague bien, que lo dudo, porque con ese padre… — Comentó una de las señoras. — Ahhhh ¿y usted tan bien lo conoce? — Preguntó Dani, quizá en un tono un poquito más agresivo de lo que pretendía. — Lo sabe todo el barrio, no deja ni una birra en las licorerías, y tan solo se dedica a gritarse con su hijo. Ni duda de porque la mujer se fue y ni del niño quiso saber. — Si se mordiera la lengua se envenenaba… — Farfulló Dani, cuando vio a su Carla entrar de nuevo. — A ver qué andas prometiendo a los niños, Carlita, que tú eres muy apetecible, mi amor, y luego se lían. — Estiró el cuello mirando por la ventana. — Ay, mi niño me da lástima yendo a hablar con personajes así… — Con algunos peores lidiará en la tienda. Te estás haciendo blanda Daniela. — Es que no quiero que tengan la vida que nosotros hemos tenido. — Y para distender el ambiente durante la espera de la vuelta de Sonny miró a su chica. — Y yo me quiero llevar a la Carlita a Atlantic City a vivir esa buena vida, a llenarnos pero bien las copas y jugarnos todo el dinero en las mesas en un finde loco, ¿a que sí niña? — Dijo entre risas, pasando a la clienta a secadores y sentando a otra. — Y a la abuela le traemos un abrigo de visón bueno bueno para los inviernos de Nueva York. — Pobre abuela, cómo echaba de menos Cuba y el calorcito. Al menos esta semana, según se preveía, iban a tener bien de calorcito y humedad que le recordara a su amada La Víbora.
— Niña, ¿qué estás planeando? Sabes que no me gustan que se anden en problemas. — Dijo la abuela. Daniela suspiró. — Ay, abuela, no son problemas… — Siguió dando las mechas. — Problemas es lo que vamos a tener si nos estamos quietas, esperando a que nos quiten esto. ¿Y adónde iban a ir todas ustedes, ah? — Y ahí sí recibió las risas de las clientas y asentimientos.
Miró a Sonny hablar con Carla a través del cristal y el mercadeo que mantenían. Rio por lo bajo. — Este viene más espabilado que el primo. — Miró de reojo a Vanessa. — ¿Es o no, abuela? — La abuela rio con esa risa tan peculiar suya. — Sí, sí, mi Sonny querrá ir a la universidad, Dios lo permita. ¿Te imaginas Dani? Un notario, o un abogado como mi Nina y don Alejandro. De los que pueden cambiar las cosas y ser grandes. — Dani asintió entre risas alzando las cejas. — Sí, pues más le vale espabilar o que Usnavi le pague bien, que lo dudo, porque con ese padre… — Comentó una de las señoras. — Ahhhh ¿y usted tan bien lo conoce? — Preguntó Dani, quizá en un tono un poquito más agresivo de lo que pretendía. — Lo sabe todo el barrio, no deja ni una birra en las licorerías, y tan solo se dedica a gritarse con su hijo. Ni duda de porque la mujer se fue y ni del niño quiso saber. — Si se mordiera la lengua se envenenaba… — Farfulló Dani, cuando vio a su Carla entrar de nuevo. — A ver qué andas prometiendo a los niños, Carlita, que tú eres muy apetecible, mi amor, y luego se lían. — Estiró el cuello mirando por la ventana. — Ay, mi niño me da lástima yendo a hablar con personajes así… — Con algunos peores lidiará en la tienda. Te estás haciendo blanda Daniela. — Es que no quiero que tengan la vida que nosotros hemos tenido. — Y para distender el ambiente durante la espera de la vuelta de Sonny miró a su chica. — Y yo me quiero llevar a la Carlita a Atlantic City a vivir esa buena vida, a llenarnos pero bien las copas y jugarnos todo el dinero en las mesas en un finde loco, ¿a que sí niña? — Dijo entre risas, pasando a la clienta a secadores y sentando a otra. — Y a la abuela le traemos un abrigo de visón bueno bueno para los inviernos de Nueva York. — Pobre abuela, cómo echaba de menos Cuba y el calorcito. Al menos esta semana, según se preveía, iban a tener bien de calorcito y humedad que le recordara a su amada La Víbora.
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Dani
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
3069Mensajes :
20Honra :
Freyja
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Se chocó las manos la una contra la otra, con una sonrisa satisfecha, como quien acaba de hacer la gran obra del día, y dispuesta a pasar de largo y seguir atendiendo a la señora quejosa antes de que le pidiera que la peinara otra vez. Carla no era ni tonta ni sorda, había oído los cuchicheos sobre el pobre Sonny y su padre, pero esos le daban pena de verdad y ella no cotilleaba sobre gente con problemas reales, solo sobre faranduleos. Eso sí, su Dani, que a esa sí que no se le escapaba una, la interrumpió en el camino. Se encogió de hombros con una mezcla entre confusión e inocencia. - ¿¿Yo?? Ay, mi amor, como que no sabe ese que conmigo no hay nada que hacer. - Puso una exagerada expresión de asco y siguió su camino hacia la clienta. - Virgencita me libre de tocar sus cosas a los machos, o a los proyectos de machos, allá que se las apañen, que menos problemas habría en la vida si se las arreglaran entre ellos y nos dejaran a nosotras. ¿Es o no? - Varias clientas rieron y corroboraron. No la quejosa señora, que se ve que estaba muy ocupada en esperarla y no podía gastar energías en reír.
Se le borró la cara de asco y, en su lugar, se giró exagerada y teatralmente hacia Dani, con la boca muy abierta, y alzó ambos brazos, soltando un gritito de triunfo. - ¡Di que sí, mi amor! ¡¡Laaaaaaaas Veeeeegaaaaaaas!! Yo no sé como no se aburren sin nosotras, ¡ay! - Y volvió a reír y a subir aún más la música. La señora ya estaba poniendo cara de molestia, pero empezó rápidamente a peinarla antes de que se quejara más. - ¡Ay no, abrigo, con el calor que hace! A la abuela le voy a comprar yo un vestiiiiiiiido hermoooooooso para que baile bachata así así... - Se puso a escenificar ella el movimiento de caderas, riendo y provocando risas alrededor, sobre todo de la abuela. - Ay sí, mi niña, para bailes estoy yo. ¡Ay, abuela, pues no diga! Que se note esa saaaaangre de La Víííííbora dí que sí! - Allí cada vez había más ruido, risas y gritos, porque Carla tenía una habilidad inaudita para subir los decibelios, y al menos el ambiente se notaba un poco más alegre.
- Eso será si nos toca la papeleta. - ¡¡Ay, la papeleta!! - Cayó Carla, aspirando una exclamación y girándose de un salto a Daniela. El comentario de Cuca la había hecho recordar. - ¡¡Danini!! ¿Cuántas llevamos? - Mírala, esta, sí que se van a ir a Atlantic City. Cuántas, dice. - Comentó Cuca, socarrona. Carla la despachó con un gesto de la mano. - Ay no seas perra envidiosa, que si nos toca te llevamos con nosotras. ¿Cuánto dinero decían que era, ah? - 96000 dólares. - ¡Ay no me diga! - Exclamó, y ya sí que se fue a buscar a su novia para agarrarla fuerte de la cintura (e ignorando a la señora y sus malas caras). - Nos daría como para dos semanas en Atlantic City y una peluquería nueva, mi amor. Va, va. ¿Has comprado o no? ¿Voy a por una? -
Se le borró la cara de asco y, en su lugar, se giró exagerada y teatralmente hacia Dani, con la boca muy abierta, y alzó ambos brazos, soltando un gritito de triunfo. - ¡Di que sí, mi amor! ¡¡Laaaaaaaas Veeeeegaaaaaaas!! Yo no sé como no se aburren sin nosotras, ¡ay! - Y volvió a reír y a subir aún más la música. La señora ya estaba poniendo cara de molestia, pero empezó rápidamente a peinarla antes de que se quejara más. - ¡Ay no, abrigo, con el calor que hace! A la abuela le voy a comprar yo un vestiiiiiiiido hermoooooooso para que baile bachata así así... - Se puso a escenificar ella el movimiento de caderas, riendo y provocando risas alrededor, sobre todo de la abuela. - Ay sí, mi niña, para bailes estoy yo. ¡Ay, abuela, pues no diga! Que se note esa saaaaangre de La Víííííbora dí que sí! - Allí cada vez había más ruido, risas y gritos, porque Carla tenía una habilidad inaudita para subir los decibelios, y al menos el ambiente se notaba un poco más alegre.
- Eso será si nos toca la papeleta. - ¡¡Ay, la papeleta!! - Cayó Carla, aspirando una exclamación y girándose de un salto a Daniela. El comentario de Cuca la había hecho recordar. - ¡¡Danini!! ¿Cuántas llevamos? - Mírala, esta, sí que se van a ir a Atlantic City. Cuántas, dice. - Comentó Cuca, socarrona. Carla la despachó con un gesto de la mano. - Ay no seas perra envidiosa, que si nos toca te llevamos con nosotras. ¿Cuánto dinero decían que era, ah? - 96000 dólares. - ¡Ay no me diga! - Exclamó, y ya sí que se fue a buscar a su novia para agarrarla fuerte de la cintura (e ignorando a la señora y sus malas caras). - Nos daría como para dos semanas en Atlantic City y una peluquería nueva, mi amor. Va, va. ¿Has comprado o no? ¿Voy a por una? -
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Carla
XIII
We are
- La eternidad es nuestra:
5490Mensajes :
178Honra :
Ivanka
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Si alguna vez sentía flaquear sus fuerzas allí estaba su Dani para hacerla reír a montones con sus cosas, como lo de tocarle sus cosas a los machos. — Ay, y la mamá todavía le preguntaba a veces si es que no le gustarían por lo menos las mujeres y los hombres y algún día pudiera casarse y tener bebés. — Rio, mientras terminaba de peinar a la chismosa, tirando un poquito de más. Tanta alegría traía que le levantaba el ánimo incluso a la abuela, que se reía. — No la altere mucho, mi niña, que tiene que cuidarse ese corazoncito cubano. ¿Verdad, abuela? ¿A que se ha tomado la pastillica? —
— Sí, niña, seis llevamos, tú incluida, Cuca, que ya contamos que de aquí no te quitamos. — Se quejó con una risa sarcástica. — Pero mire que seis es el número de diablo, mejor cómprele otra. — Soltó una clienta que estaba donde los lavaderos de cabeza, y varias se santiguaron. — ¿Y si compro otra serán otros 96000 o qué? — Dijo ella con una fuerte risotada. — Que si niña cómprele otra, que siete es el número de la suerte. — Dani entornó los ojos y suspiró. — Venga, dele, que no nos va a hacer mucho más pobres y nos puede hacer muy ricas. — Pero justo cuando iba a mandar, Vanessa se levantó. — Si quieres voy yo. Que acabo de terminar esta manicura. — Ella alzó una ceja y ladeó una sonrisa. — Alguien quiere su café gratis. — ¿Qué hablas? — Preguntó la chica mientras se quitaba el delantal para salir a la tienda de enfrente. — Ándele, pero no te tardes, que viene fuerte la mañana. — Y en cuanto salió, todas se rieron. Heteros, se complicaban la vida mucho.
Y hablando de heteros, apareció por allí Stefi, la chica mulata de las trencitas. — ¡Ay, no saben qué! — ¡Diga, dígale! — Saltaron todas. La chica se sentó en las sillas de espera de la manicura y contó con ojos brillantes. — ¿Saben Yolanda, la prima de Jenny? Pues no va y me dijo que la dicha prima se acostó con el Usnavi. — Dani abrió mucho los ojos e inmediatamente miró a través del cristal. — ¿MI USNAVI? — Preguntó la abuela, llevándose la mano al pecho. — Ay, perdóneme, Claudia, que… — Dani suspiró y enfocó al chico, mirando como un idiota a Vanessa. — Ay, no le creo, niña. — ¡Que sí! Juaradito por la Virgencita del Cobre. — Niña, no jures, que mi Usanvi nomás trabaja y trabaja. — Aseguró muy digna la abuela. — Eso hay que comprobarlo. — Levantó el cuello como una tortuga y se acercó a Carla. — Oígale, ¿dónde anda ese chiquillo? Que venga y nos cuente del casero y del Usnavi. — Miró a Vanessa con una gran sonrisa. — Antes de que aquella se entere. — ¡No vayan a decir nada delante de la niña! Que se disgustará. — Hasta la abuela sabía lo que se traían (o más bien no traían) aquellos dos. Por fin oteó a Sonny aparecer por allí. — Hale, date prisa en contarnos esos trapos sucios, hermoso, que tenemos más cosas que preguntarte. —
— Sí, niña, seis llevamos, tú incluida, Cuca, que ya contamos que de aquí no te quitamos. — Se quejó con una risa sarcástica. — Pero mire que seis es el número de diablo, mejor cómprele otra. — Soltó una clienta que estaba donde los lavaderos de cabeza, y varias se santiguaron. — ¿Y si compro otra serán otros 96000 o qué? — Dijo ella con una fuerte risotada. — Que si niña cómprele otra, que siete es el número de la suerte. — Dani entornó los ojos y suspiró. — Venga, dele, que no nos va a hacer mucho más pobres y nos puede hacer muy ricas. — Pero justo cuando iba a mandar, Vanessa se levantó. — Si quieres voy yo. Que acabo de terminar esta manicura. — Ella alzó una ceja y ladeó una sonrisa. — Alguien quiere su café gratis. — ¿Qué hablas? — Preguntó la chica mientras se quitaba el delantal para salir a la tienda de enfrente. — Ándele, pero no te tardes, que viene fuerte la mañana. — Y en cuanto salió, todas se rieron. Heteros, se complicaban la vida mucho.
Y hablando de heteros, apareció por allí Stefi, la chica mulata de las trencitas. — ¡Ay, no saben qué! — ¡Diga, dígale! — Saltaron todas. La chica se sentó en las sillas de espera de la manicura y contó con ojos brillantes. — ¿Saben Yolanda, la prima de Jenny? Pues no va y me dijo que la dicha prima se acostó con el Usnavi. — Dani abrió mucho los ojos e inmediatamente miró a través del cristal. — ¿MI USNAVI? — Preguntó la abuela, llevándose la mano al pecho. — Ay, perdóneme, Claudia, que… — Dani suspiró y enfocó al chico, mirando como un idiota a Vanessa. — Ay, no le creo, niña. — ¡Que sí! Juaradito por la Virgencita del Cobre. — Niña, no jures, que mi Usanvi nomás trabaja y trabaja. — Aseguró muy digna la abuela. — Eso hay que comprobarlo. — Levantó el cuello como una tortuga y se acercó a Carla. — Oígale, ¿dónde anda ese chiquillo? Que venga y nos cuente del casero y del Usnavi. — Miró a Vanessa con una gran sonrisa. — Antes de que aquella se entere. — ¡No vayan a decir nada delante de la niña! Que se disgustará. — Hasta la abuela sabía lo que se traían (o más bien no traían) aquellos dos. Por fin oteó a Sonny aparecer por allí. — Hale, date prisa en contarnos esos trapos sucios, hermoso, que tenemos más cosas que preguntarte. —
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Dani
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
3069Mensajes :
20Honra :
Freyja
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Aspiró una prolongada exclamación. - ¡Seis, nomás! ¡Ricas nos vamos a hacer! - Movió de nuevo las caderas y, al ritmo de estas, dijo. - Atlaaaaaaaaantic Ciiiiiiiiiityyyyyyyyyyyy. - Es que ya se veía allí, ¡y su peluquería nueva, bien bonita que iba a ser! - ¿Ves esa pared rosa y roñosa? - Dijo, señalando un muro desconchado que separaba el salón principal del trasterillo en el que tenían los secadores rotos amontonados. - ¡Al infierno la voy a mandar! - En su cabeza ya le había tocado la papeleta. Y encima Dani se ofreció a comprar la séptima, y ella soltó una carcajada fuerte y empezó a saltar y aplaudir. - ¡Ay, Dios bendito! ¿Cuánto dinero es eso? Son nov... Es... - Empezó a mover los dedos y a poner cara pensativa, calculando. A ver... Siete por... 96000... Uf, eso era un numero muy largo. Pero si siete por nueve eran... No, primero por seis... Y los ceros... ¡Bueno, lo que fuera! ¡Muchísimo dinero!
Ya se estaba Vanessa ofreciendo, y el comentario de su Dani la hizo reír con socarronería (aunque no lo pilló mucho, pero algo tenía que ver con Usnavi, seguro). - Aaaay no todas tenemos esa suerte. Bien a mí que me los cobra. - Dijo mientras cepillaba el pelo de la señora quejosa, que también estaba poniendo mala cara por el ímpetu imprimido al peinado. Ya lo iba a tener que parar otra vez porque Stefi llegaba con chismes, y ya la señora de nuevo mirándola mal. ¡Ay, qué personas impacientes! ¿Pues no veía que acababan de llegar con noticia? ¿Es que iba a quedarse sin escuchar? ¡Por favor, un poco de cabeza! ¡Que no sirve solo para tener pelo!
Y el chisme venía cargadito. - ¡No me diga! - Dijo con la boca muy abierta. Si sabía ella que sonaba el nombre de Usnavi por allí desde hacía un rato. Dani no lo veía tan claro, pero Carla ya estaba subiendo el labio en señal asqueada. - Mientras se limpie bien luego... -¡Carlita! ¡Qué cosas dices! - ¡Ay, abuela! Si yo es por ellas, no más! - Alzó las palmas y, con expresión desinteresada, se acercó de nuevo a la cabellera de la clienta diciendo. - A mí desde luego no me pegaría nada. - Y siguió cepillando. Su Dani se le acercó y ella ya, cual resorte, la miró bien dispuesta. - ¿Sony? - Preguntó, y ya estaba soltando el cepillo y acercándose rauda a la puerta. - ¡Por Dios, termina ya nomás! - La queja de la señora quedó en nada, porque Carla ya se estaba acercando al la puerta. Desde ella, gritó. - ¡¡SONY!! - Varias veces. Se estaba ya girando medio barrio, aunque nadie sorprendido. No era nada raro escuchar la estridente voz de Carla pegando berridos.
- Sabía yo que me llamarías desesperada, Carlita. - Todavía te hago un tatuaje con el rizador. - Amenazó, y con un gesto que más parecía para arrear cabras, le hizo entrar, donde ya le esperaba Daniela para el interrogatorio. - Va, va. ¿Qué es eso de que Usnavi se ha acostado con la Yolanda, ah? - ¡Carlita! - Reprendió con un aspaviento la abuela Claudia. - ¡El niño! - Ay, abuela, no quiera saber. Que este de niño no tiene nada ya. - Y no lo sabes mejor porque tú no quieres. - Ni voy a querer. - Contestó agresiva, provocando que el chico riese socarrón. Hizo un gesto de apremio con la mano. - Venga, venga, ya tanta tontería. Suelta prenda. - Yo no sé nada. - Dijo el otro, pasota y con una caída de ojos. - Usnavi es mi colega. No que lo fuera yo a traicionar. - VANESAAAAAAAAAA. - Bramó Carla, provocando que todos dieran un sobresalto e incluso se taparan los oídos. Pero ella ya estaba chillando desde la puerta, y por supuesto había llamado la atención de la mencionada. - ¡¡VANESA!! -
Ya se estaba Vanessa ofreciendo, y el comentario de su Dani la hizo reír con socarronería (aunque no lo pilló mucho, pero algo tenía que ver con Usnavi, seguro). - Aaaay no todas tenemos esa suerte. Bien a mí que me los cobra. - Dijo mientras cepillaba el pelo de la señora quejosa, que también estaba poniendo mala cara por el ímpetu imprimido al peinado. Ya lo iba a tener que parar otra vez porque Stefi llegaba con chismes, y ya la señora de nuevo mirándola mal. ¡Ay, qué personas impacientes! ¿Pues no veía que acababan de llegar con noticia? ¿Es que iba a quedarse sin escuchar? ¡Por favor, un poco de cabeza! ¡Que no sirve solo para tener pelo!
Y el chisme venía cargadito. - ¡No me diga! - Dijo con la boca muy abierta. Si sabía ella que sonaba el nombre de Usnavi por allí desde hacía un rato. Dani no lo veía tan claro, pero Carla ya estaba subiendo el labio en señal asqueada. - Mientras se limpie bien luego... -¡Carlita! ¡Qué cosas dices! - ¡Ay, abuela! Si yo es por ellas, no más! - Alzó las palmas y, con expresión desinteresada, se acercó de nuevo a la cabellera de la clienta diciendo. - A mí desde luego no me pegaría nada. - Y siguió cepillando. Su Dani se le acercó y ella ya, cual resorte, la miró bien dispuesta. - ¿Sony? - Preguntó, y ya estaba soltando el cepillo y acercándose rauda a la puerta. - ¡Por Dios, termina ya nomás! - La queja de la señora quedó en nada, porque Carla ya se estaba acercando al la puerta. Desde ella, gritó. - ¡¡SONY!! - Varias veces. Se estaba ya girando medio barrio, aunque nadie sorprendido. No era nada raro escuchar la estridente voz de Carla pegando berridos.
- Sabía yo que me llamarías desesperada, Carlita. - Todavía te hago un tatuaje con el rizador. - Amenazó, y con un gesto que más parecía para arrear cabras, le hizo entrar, donde ya le esperaba Daniela para el interrogatorio. - Va, va. ¿Qué es eso de que Usnavi se ha acostado con la Yolanda, ah? - ¡Carlita! - Reprendió con un aspaviento la abuela Claudia. - ¡El niño! - Ay, abuela, no quiera saber. Que este de niño no tiene nada ya. - Y no lo sabes mejor porque tú no quieres. - Ni voy a querer. - Contestó agresiva, provocando que el chico riese socarrón. Hizo un gesto de apremio con la mano. - Venga, venga, ya tanta tontería. Suelta prenda. - Yo no sé nada. - Dijo el otro, pasota y con una caída de ojos. - Usnavi es mi colega. No que lo fuera yo a traicionar. - VANESAAAAAAAAAA. - Bramó Carla, provocando que todos dieran un sobresalto e incluso se taparan los oídos. Pero ella ya estaba chillando desde la puerta, y por supuesto había llamado la atención de la mencionada. - ¡¡VANESA!! -
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Carla
XIII
We are
- La eternidad es nuestra:
5490Mensajes :
178Honra :
Ivanka
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Menos mal que tenían una peluquería donde la gente iba precisamente a enterarse de los chismes y no un despacho de espías, se arruinarían aún más rápido de lo que ya lo hacían. La parte buena es que Carla ya llevaba allí suficiente tiempo como para que todos supieran cómo era y a amarla por eso. Rio y negó con la cabeza con lo de limpiarse y la miró con intensidad, señalando a la abuela Claudia. A parte, Daniela conocía a Usnavi desde que era un mocoso con pañales y su madre se lo dejaba en el carrito en la peluquería, porque el ruido de los secadores le hacía dormir. Y lo había visto mirar por primera vez a Vanessa, y había reconocido esa mirada: la de un caballero andante enamorado, que jamás, por nada, traicionaría la confianza de su amada, aunque no fueran nada.
Igualito que ese que entraba por la puerta, que estaba más espabilado que ninguno de los mayores. — No me proteja a ese granuja, mihijito. — Dijo ella, haciéndose como la que no tenía ya una idea bastante definida de lo que estaba pasando ahí. Se rio con la reacción de Claudia. — ¡Ay, abuela! Ese de niño ya no tiene nada. — Para su desgracia, con lo que tiene en casa, pensó. Pero ya estaba Carla llamando a Vanessa y ella la miró con cara regañona, mientras la chica volvía. — Aaaaanda, Sonny, mihijito, dígame qué averiguó de aquel granuja que me quiere quitar la peluquería. — El niño se inclinó sobre el mostrador con cara de chulito, mientras llegaba Vanessa y repartía los cafés y la papeleta que faltaba. Daniela le dio un beso y se la tendió a Claudia. — Guardémela, abuela, ¿sí? Y si toca… Nos vamos a Cuuuuuba. — Y la señora se rio.
— ¡Ay ya suéltalo! O mi Carlita no le vuelve a llamar ni para los buenos días. — Le espetó al chico mientras recogía trastos y se iba a la caja a pagar. — Bueno, resulta que es un divorciado. — ¡Qué sorpresa! No habrá señora que lo aguante. — Dijo mientras contaba billetes a la velocidad del rayo para dar el cambio a la clienta. — Hoy en día ya no queda nada sagrado, la gente se divorcia como si nada. — Sagrado es el alquiler de este local. Tenga la vuelta. — Dijo dándole los billetes y poniendo una sonrisa falsa. — Total, que le he oído quejarse de la pensión que le pasa a la mujer para que se lo gaste con el nuevo novio. — Daniela entornó los ojos y resopló. — Ay, Sonny, dime algo que yo no sepa, por favor te lo pido. — Él se inclinó y se señaló la parte baja de la cabeza, junto a la oreja. — ¿Cómo me quedaría aquí un dibujito con la maquinilla? Yo creo que Carlita me lo podría hacer. — Daniela resopló y señaló. — ¡Ándale, Carla! Hazle lo que pide, ya termino yo a la señora. — Total, estaba a punto de matarte de todas formas. Y se dirigió hacia allá, mientras Sonny tomaba asiento con sonrisa de triunfo. — ¿Y bien? — Puede que tenga… Una amiguita…. De aquí del barrio, de gustos más caros… A la que quizás podríais hacer algún favor. — Para favores estaba ella, pero bueno. — Sigue hablando. — Dijo mientras arreglaba el pelo de la señora.
Igualito que ese que entraba por la puerta, que estaba más espabilado que ninguno de los mayores. — No me proteja a ese granuja, mihijito. — Dijo ella, haciéndose como la que no tenía ya una idea bastante definida de lo que estaba pasando ahí. Se rio con la reacción de Claudia. — ¡Ay, abuela! Ese de niño ya no tiene nada. — Para su desgracia, con lo que tiene en casa, pensó. Pero ya estaba Carla llamando a Vanessa y ella la miró con cara regañona, mientras la chica volvía. — Aaaaanda, Sonny, mihijito, dígame qué averiguó de aquel granuja que me quiere quitar la peluquería. — El niño se inclinó sobre el mostrador con cara de chulito, mientras llegaba Vanessa y repartía los cafés y la papeleta que faltaba. Daniela le dio un beso y se la tendió a Claudia. — Guardémela, abuela, ¿sí? Y si toca… Nos vamos a Cuuuuuba. — Y la señora se rio.
— ¡Ay ya suéltalo! O mi Carlita no le vuelve a llamar ni para los buenos días. — Le espetó al chico mientras recogía trastos y se iba a la caja a pagar. — Bueno, resulta que es un divorciado. — ¡Qué sorpresa! No habrá señora que lo aguante. — Dijo mientras contaba billetes a la velocidad del rayo para dar el cambio a la clienta. — Hoy en día ya no queda nada sagrado, la gente se divorcia como si nada. — Sagrado es el alquiler de este local. Tenga la vuelta. — Dijo dándole los billetes y poniendo una sonrisa falsa. — Total, que le he oído quejarse de la pensión que le pasa a la mujer para que se lo gaste con el nuevo novio. — Daniela entornó los ojos y resopló. — Ay, Sonny, dime algo que yo no sepa, por favor te lo pido. — Él se inclinó y se señaló la parte baja de la cabeza, junto a la oreja. — ¿Cómo me quedaría aquí un dibujito con la maquinilla? Yo creo que Carlita me lo podría hacer. — Daniela resopló y señaló. — ¡Ándale, Carla! Hazle lo que pide, ya termino yo a la señora. — Total, estaba a punto de matarte de todas formas. Y se dirigió hacia allá, mientras Sonny tomaba asiento con sonrisa de triunfo. — ¿Y bien? — Puede que tenga… Una amiguita…. De aquí del barrio, de gustos más caros… A la que quizás podríais hacer algún favor. — Para favores estaba ella, pero bueno. — Sigue hablando. — Dijo mientras arreglaba el pelo de la señora.
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Dani
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
3069Mensajes :
20Honra :
Freyja
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Ya llegaba Vanesa, menos mal. Rio estruendosamente y acompañándolo de un baile de sus caderas cuando Daniela dijo que, de tocarles la lotería, se irían a Cuba. Muchas cosas querían hacer ellas con ese dinero, ¿pero acaso no vivían cada día con sus míseros duros? Imagina con... tantos ceros. Seguían sin estar calculados pero muchos eran.
- ¡Eso! - Reafirmó la amenaza de Dani a Sony, apuntándole con el peine. Había vuelto al peinado de la señora, que vaya malas pulgas gastaba. Lo del divorciado le sacó otra carcajada enorme. - Aaay si es que debe ser inaguantable. - Dijo entre risas, peinando a la señora, que compartió las risas con ella. Vaya, para criticar sí nos reímos. Seguro que esa andaba también divorciada, o pensándoselo. - Uuuuh y encima anda con otro. - Soltó una pedorreta. - Que no sea amargado. La hubiera conservado y no habría de pagar nada. - Ella se enganchaba a cualquier chisme, pero su Dani parecía impaciente por los datos que importaban.
Y entonces le pidió un capricho. Abrió mucho la boca, dejando los brazos caer con el peine en la mano. - ¡Ahora me cortas el trabajo a la mitad! - Como que lo hacías de corrido. - Ironizó la mujer, pero no le hizo ni caso. En su lugar, volvió a señalar a Sony con el cepillo. - ¡UNA OREJA ES LO QUE TE VOY A CORTAR A TI! - Chilló, haciendo que la señora se tapara los oídos con disgusto, pero el niño nomás y se reía. ¡Menudo provocador! El chico se sentó donde debía, mientras Carla se dirigía a él mascullando y se ponía a calcular el dibujo que hacerle. El otro entornó los ojos a ellas. - Qué buenas vistas. - ¡La oreja, te digo! - ¡Vale, vale, me callo! Qué carácter. - Rodó los ojos. Porque le querían así, que si no...
Aspiró una exclamación indignada. - ¡Favores yo a una señorona! ¡Lo que me quedaba por hacer! - Oye, que si no le quieres hacer el favor a ella, me lo puedes hacer a m-¡AU! ¡Que eso quema! - ¡Te lo buscaste! - Dijo, rizador encendido en mano, con el que le había dado un buen coscorrón. - ¡Y a la próxima te frío el gusanillo ese que debes de tener y verás como dejas de ofrecerlo por ahí! - ¡Carlita, hija! - Se espantó la abuela de nuevo. - Cómo eres... - Bueno, lo que decía. - Siguió Sony, más rebajadito. - Que la doña no es del barrio. - Carla soltó una pedorreta acompañada de una carcajada. - A ver quién hay en el barrio con gustos refinados. La Vanesa, nomás. - ¿Yo? - Reaccionó la chica, haciendo un gesto con la mano después, frunciendo el ceño. - No digan bobadas. - Con sus vestidos hermoooooosos que nos va a poner divinas a tooooooodas. - Dijo con un bailecito, y varias la corearon. Pero se estaban yendo del tema otra vez. - ¿Y que quiere la tipa esa, ah? - El chico se encogió de hombros. - Y qué sé yo. Preguntenle a ella. -
- ¡Eso! - Reafirmó la amenaza de Dani a Sony, apuntándole con el peine. Había vuelto al peinado de la señora, que vaya malas pulgas gastaba. Lo del divorciado le sacó otra carcajada enorme. - Aaay si es que debe ser inaguantable. - Dijo entre risas, peinando a la señora, que compartió las risas con ella. Vaya, para criticar sí nos reímos. Seguro que esa andaba también divorciada, o pensándoselo. - Uuuuh y encima anda con otro. - Soltó una pedorreta. - Que no sea amargado. La hubiera conservado y no habría de pagar nada. - Ella se enganchaba a cualquier chisme, pero su Dani parecía impaciente por los datos que importaban.
Y entonces le pidió un capricho. Abrió mucho la boca, dejando los brazos caer con el peine en la mano. - ¡Ahora me cortas el trabajo a la mitad! - Como que lo hacías de corrido. - Ironizó la mujer, pero no le hizo ni caso. En su lugar, volvió a señalar a Sony con el cepillo. - ¡UNA OREJA ES LO QUE TE VOY A CORTAR A TI! - Chilló, haciendo que la señora se tapara los oídos con disgusto, pero el niño nomás y se reía. ¡Menudo provocador! El chico se sentó donde debía, mientras Carla se dirigía a él mascullando y se ponía a calcular el dibujo que hacerle. El otro entornó los ojos a ellas. - Qué buenas vistas. - ¡La oreja, te digo! - ¡Vale, vale, me callo! Qué carácter. - Rodó los ojos. Porque le querían así, que si no...
Aspiró una exclamación indignada. - ¡Favores yo a una señorona! ¡Lo que me quedaba por hacer! - Oye, que si no le quieres hacer el favor a ella, me lo puedes hacer a m-¡AU! ¡Que eso quema! - ¡Te lo buscaste! - Dijo, rizador encendido en mano, con el que le había dado un buen coscorrón. - ¡Y a la próxima te frío el gusanillo ese que debes de tener y verás como dejas de ofrecerlo por ahí! - ¡Carlita, hija! - Se espantó la abuela de nuevo. - Cómo eres... - Bueno, lo que decía. - Siguió Sony, más rebajadito. - Que la doña no es del barrio. - Carla soltó una pedorreta acompañada de una carcajada. - A ver quién hay en el barrio con gustos refinados. La Vanesa, nomás. - ¿Yo? - Reaccionó la chica, haciendo un gesto con la mano después, frunciendo el ceño. - No digan bobadas. - Con sus vestidos hermoooooosos que nos va a poner divinas a tooooooodas. - Dijo con un bailecito, y varias la corearon. Pero se estaban yendo del tema otra vez. - ¿Y que quiere la tipa esa, ah? - El chico se encogió de hombros. - Y qué sé yo. Preguntenle a ella. -
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Carla
XIII
We are
- La eternidad es nuestra:
5490Mensajes :
178Honra :
Ivanka
Alchemist
Link del mensaje
Alittle bit of news
Around the barrio
Cuando no podía confiar en tener un buen día, su Carlita siempre estaba ahí para azuzar a las clientas, aunque fuera a base de cotilleos, o de meramente pelearse con ellas, a la vez que se peleaba con Sony. Daniela suspiró y cogió el libro de cuentas para sentarse al lado de la abuela, porque siempre que se sentía inquieta, se sentaba al lado de ella, como si fuera lo único que le quedaba de casa (y eso que no eran ni del mismo sitio, pero qué más daba). Al ver que Carla se ponía con lo de Sony, volvió a dejar el libro de cuentas, que la abuela cogió con pesar y se puso a revisar, mientras ella terminaba a la mujer malhumorada. — Espero que me cobren menos por esto. — Daniela entornó los ojos y dijo. — Andele, si se va ya mismo, le cobramos menos, pero si lo quiere terminado, ya sabe. —
Rio al ver a Sony, Carla y Vanesa con sus tonterías. Quería conservar eso, ese lugar, con su gente… Pero intercambiaba miradas con la abuela y… — Creo que el señor quiere ponerle un local a su nueva señorona. — Dijo por fin Sony. — ¡YA SÉ QUIÉN ES! — Cayó de repente Vanesa, pintándole sin querer un dedo entero de pintauñas a la clienta. — Ay, me disculpe… Pero el chisme les va a encantar. ¡Es la venezolana! ¡Vive en el 16, bajando mi calle! Ella vino nomás tan puesta, diciendo que se había hartado de Miami y que era viuda… Y creo que ahora anda pacá y pallá con tu casero Daniela… — Eso la hizo suspirar. Ya sabía quién era. Sí que era de gustos caros, sí… — Creo… Que su casero quiere congraciarse con ella, y ponerle un nuevo negocio acá en el barrio. — Dijo Sony ladeando la cabeza para que Carla siguiera con lo suyo. Daniela se miró con la abuela de nuevo. — Ojalá mi Carlita churruscara más gusanos de esos, que estamos a merced de los malditos hombres. — También tiene el ojo puesto en Rosario. Si es la que dicen, el otro día la vi por allá también bicheando. — Daniela se encogió de hombros. — Ah, pues si es por eso no hay de qué preocuparse, porque Rosario es el más próspero de nosotros. Lo malo es que nuestro maldito casero le ofrezca esto. A ver qué vamos a hacer nomás. — Miró a Carla y dijo. — Hay que enterarse de qué quiere esa señora y de si tiene gustos refinados Y dinero, o nomás deudas e irle con el cuento de la viuda negra al casero. —
Rio al ver a Sony, Carla y Vanesa con sus tonterías. Quería conservar eso, ese lugar, con su gente… Pero intercambiaba miradas con la abuela y… — Creo que el señor quiere ponerle un local a su nueva señorona. — Dijo por fin Sony. — ¡YA SÉ QUIÉN ES! — Cayó de repente Vanesa, pintándole sin querer un dedo entero de pintauñas a la clienta. — Ay, me disculpe… Pero el chisme les va a encantar. ¡Es la venezolana! ¡Vive en el 16, bajando mi calle! Ella vino nomás tan puesta, diciendo que se había hartado de Miami y que era viuda… Y creo que ahora anda pacá y pallá con tu casero Daniela… — Eso la hizo suspirar. Ya sabía quién era. Sí que era de gustos caros, sí… — Creo… Que su casero quiere congraciarse con ella, y ponerle un nuevo negocio acá en el barrio. — Dijo Sony ladeando la cabeza para que Carla siguiera con lo suyo. Daniela se miró con la abuela de nuevo. — Ojalá mi Carlita churruscara más gusanos de esos, que estamos a merced de los malditos hombres. — También tiene el ojo puesto en Rosario. Si es la que dicen, el otro día la vi por allá también bicheando. — Daniela se encogió de hombros. — Ah, pues si es por eso no hay de qué preocuparse, porque Rosario es el más próspero de nosotros. Lo malo es que nuestro maldito casero le ofrezca esto. A ver qué vamos a hacer nomás. — Miró a Carla y dijo. — Hay que enterarse de qué quiere esa señora y de si tiene gustos refinados Y dinero, o nomás deudas e irle con el cuento de la viuda negra al casero. —
CAPíTULO 1 — 29 de junio de 2019 — Dani
XIII
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
3069Mensajes :
20Honra :