I'll be there in a heartbeat

Ser adolescente no es fácil, y menos cuando empiezas a descubrirte a ti mismo. Y menos aún, si cuando lo descubres, no tienes el apoyo adecuado o te da miedo mostrarte. Pero, ¿por qué? ¿Por qué tener que pasar por todo eso solo por ser... Tú?

Eso es lo que se pregunta Darcy Olsson, alumna de Higgs, un instituto para chicas. Ella sabe prácticamente desde siempre que su interés son las mujeres, y no tiene ningún problema en admitirlo, ¿por qué debería? Ni que siguiera siendo un crimen. Ella es abierta, amable y feliz con todo el mundo, cree que la vida es demasiado corta como para estar amargada y triste solo por sus gustos romántico-sexuales. Sin embargo, toda esa fachada de algarabía y actividad, esconde una pregunta: ¿por qué estoy tan sola? ¿Por qué no me entienden o directamente no me escuchan? ¿Realmente hay alguien que merezca la pena por aquí?

Por su parte, Tara Jones es una chica modélica. Buena estudiante, toca el clarinete en la orquesta, es buena hija, cuidadosa con sus hermanos. Pero adolece del mismo problema de soledad, solo que ella no ha llegado aún a la raíz del asunto. No sabe por qué pero... No encaja con las chicas... Ni con los chicos. Tuvo su oportunidad con Nick Nelson, un chico perfecto del instituto de al lado y... No puede decirse que quisiera repetir. Tara solo sabe que no parece encajar al cien por cien, que su vida es apacible y tranquila pero... Nada especial. ¿Es que no hay nada capaz de mover su corazón a mil por hora? ¿Será que no es de esas personas que NECESITEN que el corazón les vaya a mil por hora?

De momento, Tara y Darcy solo se han visto de refilón en la orquesta. Tara piensa que Darcy es muy mona, que lleva siempre ropa muy guay y que parece... Entretenida, cuanto menos. Y Darcy... Darcy quizá haya detectado que puede que sí haya alguien que merezca la pena por ahí, pero, ¿la despreciará como han hecho hasta ahora todos?

Inspired — Series — One on one

- Para hacer esta actividad tenéis que poneros por parejas. - Soltó una pedorreta tan fuerte y de corazón, rodando los ojos, que la profesora la miró con una ceja arqueada. Se planteó decirle algo, pero simplemente llenó el pecho de aire, lo echó por la nariz y siguió hablando. Si es que ya tenían todos la toalla tirada con ella. - Tenéis veinte minutos. Luego, lo pondremos en común. - Pues muy bien. Chasqueó la lengua, echando la espalda hacia atrás mientras balanceaba el lápiz entre los dedos, esperando a que alguna de sus compañeras de clase se quedara desparejada para que no le quedara de otra que ponerse con ella. Uf, solo esperaba que no fuera una de las idiotas del grupito de las populares.

En realidad le daba bastante igual, ella siempre se reía y sonreía socarrona a las burlitas. Estar sola no le pesaba... A ver. Como preferir, pues oye, no estaría mal que no se metieran con ella y eso, pero como no pensaba dejar de ser como era, porque ella no tenía nada de malo absolutamente, pues... Nada. Ya llegarían las personas guais con las que hacer cosas guais. Esas tipas, desde luego, no lo eran. Pasaba olímpicamente de fingir algo que no era. Además, eran estúpidas. Es que no, es que prefería estar sola haciendo garabatos en su libreta.

Pero, ah, la puñetera manía de la profesora Hope de ponerlas por parejas. Miradme, soy Hope y soy súperinnovadora y fomento el compañerismo obligando a niñatas que esquivan a otras por los pasillos a hacer un ejercicio estúpido juntas. Pensó con burlita. Aunque se le activó un pequeño rayo de esperanza cuando vio que, a causa de que una de ellas había faltado hoy a clase, al parecer eran pares y se las habían apañado para emparejarse solas. ¡Bien! Haría el ejercicio como le diera a ella la gana. O... Quizás...

Sonrió pillina. Sí que le iba a tocar empajarse, porque no eran impares en clase: había otra chica sola. Bueno, estaba mirando un poco con cara de pez desconcertado como todas se iban emparejando y ella se quedaba matemáticamente fuera, casi le veía numerillos alrededor de los rizos. Qué mona. Esa sí le caía bien, y era muy cuqui. La miraba, la esquivaba y sonreía, que se había dado cuenta ella, a ver, que no era ciega. Pero era una perfectoncilla y claro, no se iba a pegar a la desastrosa de Darcy, esa que iba tirándole queso por ahí a las pijas para oírlas gritar "mimimi eres una salvaje ñeñeñe". Un día iba a hacerlo delante de ella, a ver si se reía. Algo le decía que esa era más de su cuerda de lo que quería aparentar. - ¡Pst! - Llamó, inclinándose sobre la mesa, pero había tal alboroto en clase que no se enteró. Volvió a insistir, esta vez más alto. - ¡PST! - Darcy. - Rodó los ojos otra vez, pero miró a la profesora Hope con una sonrisa muy artificial y forzada. - Si aún no tienes compañera, por favor, intenta relacionarte como las chicas normales. - Perdón si he dado la claramente equivocada impresión de que no soy normal, profesora Hope. - Ironizó, aunque con esa sonrisilla traviesa y amplia que ponía siempre. La mujer frunció los labios, pero ella se giró hacia la chica y la llamó por su nombre. - ¡Eh! ¡Tara! Eres Tara ¿no? - Preguntó. Sí, sabía que era Tara, la conocía de vista de la orquesta, pero es que llevaba apenas unos días en su clase. Otra de las manías de ese instituto, cambiar los grupos de estudio cada dos por tres. - ¿No tienes pareja? ¿Te pones conmigo? - Cuidado, Tara, a ver qué tipo de pareja quiere esa. - Dijo una de las niñatas. Darcy la miró, de nuevo con su sonrisa irónica, e hizo un gesto con las manos como si fuera a exponer un asunto de vital importancia. - Si el mundo estuviera lleno de tíos y tú fueras la única tía del universo, me moriría virgen. - ¡Darcy! No me hagas abrirte un expediente. - Ni mi higuis ibrirti in ixpidinti, pensó con retintín. Eso, a la otra imbécil no le llamaba la atención, solo a ella por sincerarse. Bah, le daba igual. Volvió a mirar a Tara con una sonrisilla y le hizo un gesto con la cabeza, esperando a su respuesta.

Darcy — Clase — con Tara

Estaba retocando los apuntes, muy contenta ella de cómo, monótonamente, rutinariamente, se estaba desarrollando su mañana, cuando algo la perturbó. ¿Cómo que por parejas? Pero si ella podía perfectamente hacer una redacción sobre eso mismo sin tener que ponerla en común con nadie. Notó un sudor frío por la nuca. No es que se llevara mal con sus compañeras. No, mal no. No era mal, si eran majas con ella. Pero es que trabajando se ponían… Uf solo hablaban de uñas, y que si esta con aquel, y que si aquel había dado like a no se qué… Vamos, que no prestaba mucha atención, porque si se estaba en clase se estaba en clase. Bueno y fuera tampoco porque siempre se iba pronto de las fiestas y… Vale, Tara, eres un bicho raro, convivimos con ello, no pasa nada. Inspiró y miró. Con un poco de suerte, se había quedado desparejada.

Ah no. Alguien le estaba chistando como un gato. Dio un botecito y miró a quien se lo estaba haciendo. Darcy Olsson, su cerebro la registró. No había hablado nunca con ella, pero… La había mirado. Sí, “mirado” era una buena forma de describirlo. Era hipnotizante, de hecho, le había hecho equivocarse en un par de notas del clarinete, porque era… Tan brillante, tan… De colores. Tenía una risa muy graciosa y parecía tan segura de sí misma… De hecho, parecía un desastre pero lo llevaba… Como con tanta naturalidad.

La profesora pareció enfadarse y Tara se puso de pie de golpe y se acercó a Darcy. — Está conmigo, señora Hope. — Ni siquiera sabía por qué había saltado tan rápido, o por qué había dicho aquella frase tan ambigua. Quizá solo quería que la profesora no se enfadara, o no buscarse un problema con la que claramente iba a ser su compañera en ese ejercicio. Bueno, pues los esfuerzos de Tara habían sido en vano, porque aquella chica respondió de una forma que no se le hubiera ocurrido en la vida. Y que le cayera un rayo si no estaba tratando de contener una risa ante semejante ocurrencia. — Sí, sí, soy Tara. Tara Jones. Tara. Puedes llamarme Tara. —Qué manera tan magistral de presentarse, Dios bendito. Y total, ya había aceptado antes de que le preguntara, pero era un simple cuestión numérica que les tocara juntas.

Y entonces oyó la frase de una de sus compañeras. ¿Cuidado? ¿Cuidado con qué? Era un poco desastre pero no parecía peligrosa ni nada… Ah. Con la respuesta de Darcy (otra vez ácida y acertada) le quedó más claro. Bueno, pero con eso no había por qué tener cuidado, la chica tenía sus gustos y… Uf, qué mañana más rarita y un tanto agobiante. Eso sí, abrió mucho los ojos cuando la profesora la regañó. ¿Cómo? Tara no creía en el “me tiene manía”, pero es que… Vale que Darcy era muy ácida comentando, pero la otra había atacado a su orientación sexual y encima había insinuado algo que no era… En fin, Tara no había venido al mundo a contradecir profesores, y ya estaba tardando en empezar el trabajo.

Levantó la mirada y la enfocó en la chica, poniendo su cuaderno de sucio apoyado en las piernas y la mesa, para tomar apuntes de lo que Darcy dijera. — ¿Has hecho este ejercicio alguna vez? Yo en clase de Español, aunque esto sea Historia. — Rio un poco nerviosamente. — Pros y contras de vivir en otra época histórica. ¿Hace una los pros y otra las contras? ¿Lo ponemos todo en común? — Tomó aire. — No estoy muy acostumbrada a trabajar en grupo. — Y no quería caerle mal, que no solía caer bien, y, por algún motivo, no quería que eso le pasara con Darcy Olsson.

Tara — Clase — con Darcy

Se le puso una sonrisilla traviesa en la cara cuando vio como se levantaba de golpe. Vaya, eso había sido... Sin pensar, seguro. Por eso sonreía. Le gustaba la gente espontánea, y la gente que, de tan espontánea, se arriesgaba a hacer el ridículo. O quizás no fuera tan espontánea, pero claramente había hecho algo que no pensaba hacer, porque había puesto toda la cara de "¿pero qué estoy haciendo?" justo después. Se aguantó la risilla, pero miró de reojo a la profesora. ¿Qué, profesora Hope? ¿Te gusta mi pareja? ¿No quería trabajos en equipo? Pues ese era su equipo.

Se tuvo que aguantar la risilla otra vez, pero asintió, con una amplia sonrisa dibujada. - Veo que he acertado: te llamas Tara. - Rodó los ojos a los mil regaños de la profesora, y mirando a la chica, la señaló con ambas manos. - Te dejo adivinar cómo me llamo yo. - Porque vamos, Hope le iba a borrar el nombre. Increíble lo mucho que hablaba de ella con lo poco que ella hablaba de su asignatura.

Esperó a que la chica se sentara con ella y siguió mirándola sin perder la sonrisilla graciosa, siguiendo con la mirada sus gestos. Parecía una niña buena poniendo la libretita así... Probablemente fuera una niña buena. Vamos, que iba a tardar tres segundos en separarse de ella, que se había puesto con Darcy porque se había quedado sola, cero dudas al respecto. Pero si era una empolloncilla, seguramente su caótica presencia le estorbara bastante. Pero bueno, parecía maja. Esperaba no fastidiarle el ejercicio... Aunque, al parecer, lo tenía bastante claro. También podía dejarla a ella hacer las cosas y Darcy limitarse a decir "sí sí" y ya está. Total, nadie allí esperaba que aportara demasiado...

Parpadeó cuando habló del ejercicio y, de reojo y puede que con un puntito culpable, miró la libreta que tenía sacada. Sutilmente, la arrastró con el brazo lentamente y la escondió bajo su mochila, abierta encima de la mesa, para que Tara no la viera, mientras miraba a la chica y asentía con (fingido) interés a lo que decía del ejercicio. Puf, tenía fuera la libreta de Geografía y estaban en Historia. Como no era ya lo suficientemente repetitivo su instituto con eso de que solo fueran chicas, es que encima le ponían a la misma profesora en dos o tres asignaturas iguales. Como para no liarse.  Ah, espera, que le estaba haciendo una pregunta. Concéntrate, o inténtalo al menos, Darcy. - Mmmmm... - Pensó, con una mueca en la boca y mirando hacia arriba. - ¿Qué época era? - Eso para empezar. Alzó un índice, con una sonrisa de ratilla, dispuesta a hacer la primera tontería. Mucho había tardado. - Contras de cualquier época histórica: si eres tía y encima lesbiana, te queman en la hoguera. Pros de esta época: en vez de en la hoguera, te queman la cabeza. - Se llevó las manos a la misma e hizo un sonido con la boca como una bomba que explotaba, tras lo cual se echó a reír. Vale, menuda bobada acababa de hacer. Mejor se centraba. - Es broma. Yo digoooo... queeee... - No iba a colar que tenía un plan. Porque no lo tenía.

Bah, para qué fingir, ni que hiciera eso nunca. Se giró aún más hacia ella (aunque ya estaba con las piernas hacia el lateral de la silla y el brazo en el respaldo) y sonrió de nuevo. - Lo siento, vas a pensar que soy una vaga, pero más bien soy... No sabía ni que estábamos en Historia, no sé qué adjetivo sería ese. Tienes probablemente a la peor pareja de la clase para hacer un trabajo. - Se encogió de hombros. - Ups, supongo. - Rio un poco. - Pero pareces buena gente, no te quiero entorpecer. - Agachó la cabeza como quien quiere mirar por debajo de una alfombra, pero su "alfombra" era la libreta que Tara tenía en las manos, a la que intentaba verle la parte de abajo, porque la de arriba la tenía casi en blanco. - ¿Tienes... en plan...? Ah, hostia, que es el siglo pasado. Ni tan mal, supongo. - Levantó la cabeza para mirarla. - Cómo se llama la reina esta que estaba casada con el rey anterior que se fue o algo así no lo sé, pero sí sé que tú te llamas Tara. - Sonrió ampliamente. - Es lo que más claro me ha quedado de lo que llevamos de clase. Tenía que fardar. -

Darcy — Clase — con Tara

Trató de reírse ante la broma de Darcy. Estaba haciendo el ridículo, pero al menos la chica no se estaba riendo de ella. Carraspeó y dijo. — Te llamas Darcy Olsson, lo he oído en la orquesta. — Bueno, y la profesora había dicho treinta veces “Darcy”. Ah, maldita fuera, era otra broma y estaba haciendo el ridículo otra vez.

Al menos, parecía que ella también estaba un poco perdida. No con la interacción social, que eso claramente se le daba mejor que a ella, si no con el ejercicio en sí. Pero bueno, por lo menos estaba intentando poner un poco de interés. — El siglo XX, antes de la segunda industrialización. Es decir, antes de la gue… — Pero Darcy soltó una frase que le hizo sonreír, y alzando las cejas apuntó. — Tienes toda la razón, aunque en el siglo XX ya no quemaban a nadie, si las trataban muy mal. Pero en el ejercicio lo pondremos de otra forma, ¿te parece? Mira, decimos “intolerancia a todas las orientaciones sexuales no heterosexual” y “desventaja clara y nulos derechos para las mujeres”. — Levantó los ojos y notó como se le encendían las mejillas. — Así la señora Hope no te gasta más el nombre, a no ser que sea para darte la enhorabuena. — Le había seguido la broma, ¿no? Se había entendido, vaya…

Oh, Darcy también podía mostrarse… Insegura, aunque no fuera mucho, con algunas cosas. — ¿Despistada? Todos podemos despistarnos alguna vez. — Dijo, como intentando hacerle ver que no creía fuera ninguna… Bueno, nada malo, claramente no era lo que le transmitía el resto del mundo. Frunció el ceño y negó, apuntando un par de cosas en pros, porque claramente Darcy había sido asignada a los contras. — No eres la peor ni de lejos. Al menos estás dando ideas. Alguna se dedica a cotillear y criticar. — Y entornó los ojos. Nunca había dicho esos pensamientos en voz alta, y no sabía por qué se lo acababa de decir a Darcy, pero no le parecía que se fuera a chivar ni nada, se llevaba bastante peor que ella con aquellas chicas.

Se rio al lío que había montado con la reina y sacudió la cabeza. — Con esa descripción… Creo que te refieres a Wallis Simpson, la mujer de Eduardo VIII, pero no llegó a ser reina, de hecho le hicieron abdicar por querer casarse con ella. — Dato que claramente a Darcy le daba igual pero ella tenía que aportar porque si no, reventaba. — Puedes fardar de mi nombre, lo he dicho unas… Cinco veces en una sola frase, así que qué menos. Pero ahora también puedes fardar de que sabes quién es Wallis Simpson. — Volvió a reírse y se encogió de hombros. — A ver, los pros… Que la comida estaba más buena, ¿no? No había transgénicos ni nada, todo era natural y genuino… — Ladeó la cabeza. — Y la vida tenía menos opciones, pero por eso mismo era más sencilla, no tenía que romperte tanto la cabeza en elegir esto o lo otro, no había tantas expectativas puestas en una sola persona. — Que no se le notara que estaba un poquito ansiosa respecto a su vida y su futuro.

Tara — Clase — con Darcy

Ah, que lo había oído en la orquesta. Porque lo de que hubiera oído a la profesora llamarla cinco mil veces lo tenía más que claro, pero que se supiera su nombre de la orquesta... Era otra cuestión. Por eso sonrió, con su gesto pícaro habitual, antes de volver a centrarse (o a fingir centrarse) en los apuntes.

Apoyó la cabeza en su mano, con el codo en la mesa, y se quedó mirándola sin perder la sonrisa mientras la otra hablaba. Cuando otras soltaban chapas quedaban como muy prepotentes y repipis, pero Tara era graciosa, o al menos a ella se lo parecía. No graciosa en plan qué risa, o que fuera ridícula o algo, o que lo estuviera haciendo por hacerla reír. Es que era... Cuqui. Sí, eso. Le resultaba cuqui que estuviera tan centrada mientras Darcy juraría que era la primera vez en su vida que oía la palabra "industrialización" (bueno, no, pero sonaba a término tan sumamente aburrido que lo debería haber pasado por alto deliberadamente). Asintió a lo de ponerlo de otra forma (podía ponerlo como quisiera, en verdad), aunque se le escapó una risa con lo de "intolerancia". - Como el que tiene intolerancia a la lactosa. - Bromeó riendo, esperando que su tontería le hiciera gracia a Tara y no pensaba que era tonta o algo así. Miró de reojo con sonrisilla malvada a las pijas y, acercándose a la otra, susurró. - Mira, aquellas son todas intolerantes a la lactosa. En concreto... - Se llevó discretamente la mano al bolsillo y sacó de este el puño cerrado, abriéndolo tras vigilar que la profesora no miraba y enseñándole a Tara el interior. - ...Al queso. Es entrar en contacto y empiezan... - Y empezó a hacer gestos, muecas y ruidillos que parecían de un gremlin al que acabaran de mojar, riendo después y volviendo a dejar el queso en su bolsillo. - Si quieres luego te lo demuestro. - Puso ambas manos entre sus rodillas, ya que estaba girada en la silla para mirar a Tara de frente. - Pero sí, me parece bien poner eso. Suena como muy importante. - Como si ser lesbiana fuera importante. Sí, importante para que se metan contigo... Aunque a ella en verdad le daba igual...

Amplió la sonrisa y la señaló con el índice. - Eso es. Doy ideas. Malas, pero las dio. - Rio un poco. - Es broma. Pero sí, lo de cotillear y criticar no va mucho conmigo... Bueno, puede que un poquito, pero solo con la gente que se merece que se lo hagan. Soy la Robin Hood de Higgs, ¿qué te parece? - Abrió mucho los ojos, mirándola con una sonrisilla y la boca ligeramente entreabierta, y le dio suave en el brazo con el dorso de la mano. - ¡Eh! Has sabido que me refería a una persona real y todo. Ni yo estaba segura. Qué buena esa. - Sí que era inteligente esa chica... Pues le daba diez minutos hasta que se hartara de ella y sus tonterías, de ser así. Hizo una pedorreta. - Qué problema tienen en este país con la gente que quiere estar con otra gente. - Rodó los ojos, aunque no perdió el tono cómico. Darcy no era muy de hablar en serio, no mucho rato seguido al menos.

Su frase la hizo reír genuinamente. - Buah, verás cuando le diga a la profesora "eh, profesora Hope, que sé quien es Wallis Simpson. ¿Ahora qué?" - Rio. Con lo de la comida alzó un índice, con su sonrisilla traviesa. - Pero había poca. No podías guardártela en los bolsillos para lanzárselas a la gente. - Frunció los labios como si contuviera la risa y encogió el cuello entre los hombros. - Ups. Ha sonado fatal eso. - Aunque mientras ella decía (otra) tontería, Tara siguió añadiendo pros. Ladeó una mueca. - Algo me dice que alguien está hablando sobre alguien. - Arqueó una ceja. - ¿Presión o qué? - Se encogió de hombros. - Yo es que paso bastante... O será que nadie espera gran cosa de mí... Pero tiene que ser una putada que sí lo esperen... Aunque también tiene que molar eso de que te consideren tan buena que esperan que hagas cosas buenas. - Sonrió. - Fíjate. Más pros y contras de las cosas. - Se removió en el asiento, intentando ponerse lo más seria posible aunque sin perder su sonrisita habitual. - Bueno, en el siglo pasado obligaron a abdicar a un rey por no ser lo que se esperaba de él. Supongo que no hemos cambiado tanto. Seguimos siendo igual de idiotas. Y encima la ropa es más fea. - Rio, pero hizo un gesto de la mano. - Qué va. Si me tengo que poner uno de esos vestidos que parecen lámparas de mesilla, me tiro por una ventana. - Era el uniforme del instituto y lo llevaba de aquella manera...

Darcy — Clase — con Tara

Se contuvo una risa que le brotó desde el pecho, pero no pudo controlar las comisuras de sus labios, que se curvaron en una gran sonrisa. — Lo incluiremos lo primero en “la falta de medicina tal y como la conocemos”, y si Hope nos pide ampliarlo, pondremos la intolerancia a la lactosa como un problema más grave que el cáncer teniendo en cuenta que estamos en una sociedad lactófila. — Terminó, tomando unos breves apuntes de todo eso, mientras no podía evitar reírse un poquito. Darcy era divertida de verdad, nadie le había planteado algo tan acotado como la historia así, de aquella manera tan frenética y… Ciertamente divertida. Trató de recuperar la seriedad, que al final estaban en una clase.

Negó con la cabeza y dijo. — No das malas ideas, de hecho la que no está dando buenas ideas soy yo, porque tienes bastante razón con todo. — Amplió la sonrisa a lo de Wallis Simpson y se encogió de hombros, y otra vez tuvo que aguantarse la risa con lo de la fruta. — Esa nos la quedamos de todas formas, porque al menos la que había era buena. — Dijo apuntando y poniéndole un asterisco. — Aunque podemos señalar que, efectivamente era escasa. — ¿Tienes que traducir al lenguaje académico todo lo que va diciendo? Cada vez que abres la boca pareces más aburrida para una chica que es como lo más divertido que te has encontrado en toda tu vida, se dijo a sí misma con un leve suspiro. Si es que no sabía cómo se hacía eso. ¿Eso? Bueno, hacer amigas de verdad, caer bien, y no bien de sentarte con ellas en la comida, bien de tener… Una amistad de verdad.

Levantó la mirada y se puso muy colorada cuando Darcy le dio a entender que la había pillado, y se sintió desnuda, pero no como si se hubiera quedado desnuda de repente, si no como si ella con toda su voluntad se hubiera desnudado pensando que nadie iba a verla y al final, sí. — No… O sea… — Apretó los labios. Si no sabía qué decir igual era mejor callarse. O no, quizá debería decir algo. — ¿Por qué haces eso todo el rato? — Demasiado agresivo. — Quiero decir… Dices mucho cosas tipo… que eres un desastre o que nadie espera nada de ti… — Suspiró y trató de mirarla sin titubear. — Es un poco negativo, ¿no? O sea, yo qué sé, igual tienes tus motivos, pero… — Se mordió el labio inferior. — Aunque los defectos sean muy evidentes, siempre se pueden sacar cosas maravillosas… — Miró el cuaderno. Sí, ejemplos académicos, le harían parecer aburrida, pero era lo que realmente se le daba bien. — Por ejemplo, esto. Se nos ocurren un montón de cosas negativas y tal, pero… — La miró y se inclinó un poco hacia ella. — ¿Te imaginas la experiencia de poder irte realmente al campo, sin móvil, sin noticias de nada, solo para estar alejadas del mundo de verdad? Ni móviles, ni nadie que pudiera presentarse en una hora con un coche. Solo tú, un cottage precioso y la gente con la que realmente quieres estar, en paz total… Lejos de todo el ruido. — Suspiró y se rio un poco alejándose, porque igual se había inclinado demasiado. — Y créeme, ahí en el campo, no te haría falta un vestido-lámpara como tu dices. Ahí no había, literalmente, nadie que te viera o te pudiera encontrar sin pegarse un viaje en carro de ocho horas… — Escribió. — Y como he decidido que hemos entrado en el modo positivo, voya poner que tus odiados vestidos lámpara duraban aaaaaños y años, algunos los conservamos después de doscientos años, y ahora uan sudadera del Primark, si hay suerte, te dura dos. — Dijo terminando con una sonrisa, antes de levantar la mirada. — Mires donde mires… Siempre puedes encontrar cierta genialidad, Darcy Olsson. — Es que no le gustaba que se despreciara a sí misma así.

Tara — Clase — con Darcy

Se quedó mirándola con media sonrisilla, media sonrisilla que se convirtió en risa entera. ¿De verdad Tara estaba cogiendo su tontería y transformándola en un argumento con medio sentido? Eso debía ser un superpoder. Independientemente de si resultaba útil o no, al menos le hacía bastante gracia, tanta que se tapó la boca y rio levemente, como si estuvieran haciendo una travesura, mirando las notas que la otra tomaba. Arqueó una ceja y la miró. - ¿Que tengo razón? - Rio levemente, y acto seguido le puso la mano en la frente. Darcy y sus confianzas. - Y tú fiebre. Como poco. - Rio otra vez, quitándole la mano de la frente y encogiéndose de hombros. - Es broma. Como lo tuyo, espero. Es broma también. Ya ves, solo hago bromas. - Estaba empezando a decir más tonterías de la cuenta, de hecho, hasta ella se daba cuenta.

Apoyó el codo en la mesa y dejó reposar la cabeza en su mano, haciendo que su corta melena cayera hacia un lado, mientras miraba a Tara y sus notas como si esperara que le contara un cuento. - Es guay eso que haces. - Sonrió un poquito. - Lo de transformar todo lo que digo para que escrito quede... guay. Bueno, legible. Casi parece importante y todo. - La miró con ojillos infantiles. - ¿De verdad yo he dicho eso? O sea, eso que has escrito no, claramente. Pero de verdad parece que lo has transformado. - No suelen escucharme tanto. Ni yo me escucho tanto. No quería ponerse penosa, Darcy no era así. A ella le gustaba reír y ser desenfadada. Cambió de postura, poniendo ahora los brazos cruzados y apoyados en la mesa, pero sin dejar de mirar a la chica haciendo esa magia de apuntar cosas interesantes cuando Darcy apenas se había enterado bien de qué iba el trabajo.

Y claro, tan desenfadada y despistada era, que Tara pareció ofenderse. Debió demudársele un poco la cara, lo cierto es que la pilló... de sorpresa. Pues no sé por qué, la verdad. Ni que fuera la primera vez que alguien le preguntaba de qué iba, pero... por algún motivo, de ella no lo había esperado... Y hacía bien, porque Tara corrigió rápidamente, y Darcy sintió que había dejado de respirar por un momento, sin darse cuenta, y ahora recuperaba el aire otra vez. - ¿Yo, negativa? - Rio un poco, aunque se la notaba más fingida que antes. - Mira el cuaderno de la profesora Hope, al lado de donde pone mi nombre. Eso sí que es una colección de negativos. - No iba a colar la broma, estaba claro. Frunció los labios y se encogió bruscamente de hombros. - Bueno, es obvio ¿no? No me entero de las cosas, soy un desastre... - Bajó la mirada al suelo, agarró su colorida mochila y la elevó a su altura, mostrándola abierta y, de hecho, haciendo que en el movimiento se le cayeran un par de rotuladores que tenía tirados por ahí. - Tengo la sospecha de que debajo de todos esos papeles hay un sándwich enterrado cuyo estado de salubridad alarmaría hasta a los tipos esos antiguos que hemos dicho que tenían mala higiene y poca comida. - Rio y volvió a dejar la mochila en el suelo.

Pero Tara parecía estar muy segura de su teoría de que... hasta de un desastre como ella podían sacarse cosas maravillosas. Volvió a reír, pero esta vez con mirada baja, tímidamente. - Pero el mérito ahí es tuyo, no mío. Has cogido una cosa sin sentido y le has dado sentido. ¿Qué he hecho yo? ¿Decir... blablablá? Vaya, qué mérito. - La miró y arqueó las cejas cómicamente. - Aunque ha sido un blablablá divertido, eso sí. Eso sí es lo mío. ¿Ves? No todo lo que digo de mí es malo. Soy divertida. - Puso una muequecita sonriente que la hacía parecer más pequeña. - Si no soy tu objetivo para que te lance cubitos de queso, soy hasta maja. - Pero Tara tenía un argumento más, y se inclinó hacia ella en confidencia, movimiento que Darcy copió en el acto. Fantaseó con eso que decía y rio un poco. - Podría molar... Aunque no me veo muy buena tejedora. U ordeñadora de vacas. Porque a ver a qué me iba a dedicar yo allí perdida y sola... Salvo que... venga alguien conmigo. - Ladeó la cabeza. - ¿Qué? ¿Te irías allí perdida al monte con una loca como yo? - Se irguió y puso las dos palmas como si fueran los platillos de una balanza, moviéndolas alternativamente. - La loca de Darcy diciendo tonterías todo el tiempo, o un tipo con una motosierra y una máscara de piel humana. Piénsatelo, es una elección complicada. - Si es que no podía estar ni medio segundo sin decir tonterías.

Lo siguiente le hizo reír tan fuerte que llamó la atención de la profesora, por lo que se tapó la boca con ambas manos. - Eh, eh. Ahí no te voy a dar la razón. - Volvió a bajar el brazo a la mochila, pero esta vez rebuscó y tiró de la manga de una sudadera que había dentro. - ¿Esta? Cinco años tiene. Y un vestido lámpara no me cabría en la mochila. Sudaderas asquerosas uno, vestidos lámpara cero. - Pero lo siguiente que dijo... sí que le gustó. Frunció una sonrisa en los labios y volvió a cruzar los brazos sobre el pupitre. - Estoy de acuerdo... Tara Jones. - Porque, indudablemente, tenía ante sí a una de las personas más geniales que hubiera tenido la suerte de encontrarse.

Darcy — Clase — con Tara

Casi se retira de golpe cuando Darcy le puso la mano en la frente, y no porque le molestara es que… No se lo esperaba para nada. Rio nerviosamente y dijo. — Estoy bien. — Guau, brillante línea, Jones, seguro que ahora mismo Darcy no piensa para nada que eres una pringada. — Y bueno… que sí que lo has dicho, pero yo solo lo he puesto en el idioma que le gusta a los profes… No es ni tan difícil, te lo prometo, si en el fondo les captas enseguida lo que quieren… — Vamos, en la cabeza de Tara estaba bastante claro, era cuestión de observación. Claro que Darcy, más que de observar, parecía reírse de la vida y ya está.

Al menos la chica no se había tomado a mal su comentario ligera e inintencionadamente agresivo. Rio un poco con lo del sandwich y negó con la cabeza. — Los negativos de los profesores no son nada en la vida, ¿no te digo que solo quieren las cosas de una forma y no ven más allá? Nadie es mejor por conocer esa forma, ni peor por no conocerla. — Se había explicado, ¿no? No mucho, porque Darcy seguía empeñada en lo suyo. — Un diamante en bruto sigue siendo un diamante y valiendo lo mismo, solo no parece tan bonito como en las fotos, pero ya ves, es la joya más preciada. — Y se le había puesto una sonrisa tontísima al decir aquello.

Y ante aquella pregunta se quedó un poco bloqueada. Aquella chica tenía la capacidad de pillarla siempre desprevenida. — ¿Yo? Yo… No sé ordeñar tampoco, pero sí sé bordar… — Es que igual no te estaba preguntando eso. — O sea, sí que me iría, lo que no sé, lo aprendo, a mi ritmo, pero lo aprendo. — Lo estaba diciendo como si de verdad le hubiera propuesto irse al campo juntas. — Vamos, que seguro que no me aburriría, eres divertidísima. — De verdad, parecía que no sabía hablar con las personas, ¿habría quedado artificial? Lo que no era nada artificial era la risa que le estaba provocando las chorradas como lo del tío de la motosierra. — Jones, Olsson, veo que se están divirtiendo, espero que cuando expongan su conclusión lo hagan así de divertido. — Tara se mordió los labios y siguió bocetando el guion.

— Bueno, como nos iríamos al campo, no nos harían falta vestidos lámpara. Lo diremos también en la presentación. — De hecho, los compañeros ya estaban empezando a exponer, y Tara se colocó al lado de Darcy para escuchar, no pudiendo evitar mirarla y susurrar. — Vas de desastre, pero… Lo que eres es supermona. — Dijo, en un arranque de sinceridad, porque de verdad que sí, que le parecía absolutamente adorable en aquella postura. Ahora faltaba que no hicieran el ridículo en la presentación.

Tara — Clase — con Darcy

Frunció los labios y entrecerró los ojos en un cómico gesto pensativo cuando Tara dijo que los negativos de los profes eran poco menos que cuestión de opinión. - Hmm... Lo dicho, me gusta cómo transformas las cosas para que molen. - Aunque lo del diamante le gustó, tanto que la miró con una sonrisita casi agradecida. Eso sí, Darcy tenía que nacer de nuevo para no decir una tontería, así que se acercó a ella y le susurró. - Me has llamado bruta. Pero te lo perdono. - Se separó, con una risilla de niña mala. - Vale, vale, soy un diamante un poquito sucio por fuera. Lo tengo en cuenta. Me daré un baño esta tarde, a ver si cuando salga brillo. A lo mejor me pasa como al sándwich pocho de mi mochila y en verdad, ni tan mal, solo hay que quitarle el moho y eso. - Debería dejar de decir estupideces, pero como a Tara parecían hacerle gracia, pues... Lo que le hacía falta a ella, alguien que le riera los chistes.

Sacó el labio inferior, asintiendo. - ¿Me bordarías una como esta? - Preguntó, levantando la manga de la sudadera otra vez. - ¡Ah, bueno! Pues si aprender rápido, ya está. Un par de días comiendo césped mientras tú aprendes a ordeñar a la vaca y listo. - Añadió, riendo ella sola con su tontería. Se encogió de hombros como si le quitara importancia cuando le dijo que era "divertidísima". ¿Se lo estaría diciendo porque pensaba que era tonta perdida pero era tan educada que no quería quedar mal? Porque en fin... El nivel de tonterías por minuto que estaba soltando empezaba a preocuparle hasta a ella.

Al comentario de la profesora, alzó la cabeza. - Yo siempre soy un mar de diversión, profesora Hope, parece que no me conoce. - Contestó con ese dulce descaro que parecía llevar siempre enarbolado, pero tal y como lo dijo se arrepintió. Miró a la otra, haciendo una muequecita con la boca. - Perdona, a ver si te voy a arruinar el curso poniéndote tan en evidencia. - Que ella es que de verdad que no medía...

Hizo como que escuchaba a las compañeras, pero la verdad es que no llevaba ni quince segundos de escucha y ya estaba desconectada y tragándose los bostezos. De hecho, Tara la pilló intentando tragarse uno cuando le habló, y su comentario hizo que la mirara y parpadeara, con un punto de desconcierto. Igualmente, no tardó en salirle una sonrisa. - Espero parecerte igual de divertida cuando te arruine la presentación. - Olson, Jones, vuestro turno. - Clamó Hope. Darcy se puso de golpe de un salto. - Punto número uno, chicas: en otra época, no podríamos caminar con esta elegancia porque nos echarían de todas partes. Observad. - Y se dirigió al frente de la clase con unos andares que estaban provocando miradas de desdén en más de una, risitas de vergüenza ajena en otras, y un suspiro y un rodar de ojos en la profesora. Solo esperaba no estar generando odio en Tara. Se giró grácilmente y con una sonrisilla traviesa a sus compañeras cuando llegó ante la pizarra. - ¿Qué os parece? Minipunto para el presente. Pero mi compañera va a explicar el pasado mucho mejor que yo, así que. - Y, con un movimiento reverencial, señaló a Tara para que tomara el timón, antes de que aquel barco se hundiera.

Darcy — Clase — con Tara

Intentar seguirle el ritmo a Darcy era tremendamente difícil porque hacía tantas bromas, la hacía reír tanto, y retorcía tanto sus palabras que al final Tara se veía metida en un lío, muerta de risa y sin saber cómo había llegado ahí. Trató de recomponer la risa, porque al final iba a cabrear a la profe y susurró. — No, tranquila… — Bueno, tranquila. Tara JAMÁS había sido castigada y muy pocas veces regañada, pero… No quería hacer sentir mal a Darcy, era buena niña, y tan maja, y claramente se valoraba muy por debajo de lo que era realmente, y además… A la señora Hope le venía bien alguien así, que le dijera que había que ser un poquito más alegre en la vida… Por Dios, le estaba costando reconocerse.

Fuera como fuese, tenía ganas de exponer ya y quitarse de encima las miradas de todo el mundo, desde la inquisitorial de la profesora hasta las juzgadoras de sus compañeras. Y Darcy, tan atrevida ella, mi buenos días ni nada, simplemente se lanzó a caminar absurdamente, sin importarle nada, ni los resoplidos, ni las miradas, nada… Ella simplemente era ella, y hacía lo que le nacía, sin medir ni nada. Tara no se reía, no, Tara sonreía y la miraba con toda la ternura del mundo.

Pero Darcy, como todo lo que hacía en la vida, sin avisar ni nada, le pasó la pelota y Tara tuvo que reconectar en un segundo, parpadeando como si se estuviera reiniciando, y en seguida recordando el discurso que había hilado perfectamente y empezando a declamarlo. Solo que ahora le parecía… Vacío, aburrido, típico de libro de texto, típico de Tara Jones… Comparado con lo que había hecho su compañera, así que suspiró y la señaló. — Pero como ha dicho Darcy, no hubiéramos podido caminar de esa forma tan guay ni… Ni siquiera estar aquí estudiando, ni teniendo una profesora mujer, ni siquiera nos daría por quejarnos porque no conoceríamos otra cosa ni aspiraríamos a ser… Libres. — Tara no había hablado así, tan apasionada, desde el corazón, jamás, pero miró a Darcy con una sonrisa orgullosa y en la chica vio algo parecido.

— Bueno, sin duda no era lo que me esperaba, pero no hacen tan mal equipo. A partir de ahora se sientan juntas. — Dijo la señora Hope. — Enhorabuena, Olsson, sale ganando, impecable como siempre, Jones. — Y ambas volvieron a los asientos. En cuanto las otras empezaron a exponer, Tara se inclinó hacia Darcy y susurró. — Gracias. Siempre soy muy cuadriculada y… Me temo que aburrida. Tú me has dado alas para cambiar… — Ladeó la sonrisa. — Y ahora vamos a ser compañeras por lo menos aquí. Lo voy a agradecer — Y su corazón latió con fuerza. ¿Era eso lo que se sentía al hacer una amiga? Tara casi siempre estaba sola, y los que todo el mundo consideraba sus amigos eran solo gente con al que salía y no compartía muchas cosas, mientras que con Darcy quería compartir… Todo lo que se le pasara por la cabeza.

Tara — Clase — con Darcy

Puf, qué capacidad. Tampoco es como que Darcy pusiera muchísimo interés, pero en parte lo hacía porque dudaba que pudiera hilar un discurso tan bueno y sin fisuras de esa forma tan seria. Seguro que lo empezaba a hacer y se iba trastabillando cada dos palabras y, al final, el vez de reírse de ella porque hacía el tonto, se reían porque era tonta. Prefería lo primero, ciertamente. Volvía a sentirse un poco mal ante la perspectiva de arruinar una presentación tan brillante a Tara, pero la chica supo reconducir en su favor (si ¿no? Eso había entendido ella) y la miró con una sonrisita, y luego al resto arqueando varias veces las cejas. Brillante ¿eh? Ahora no os parece tan gorda mi tontería.

Miró a la profesora con un nada disimulado asombro. - Wow. - Expresó bajito, para no liarla más. "Tan mal equipo". Qué espléndida. Soltó una risita con los labios cerrados. - Gracias. Lo sé. - Y tanto que salía ganando, esperaba que Tara no saliera perdiendo de más. Se sentaron de nuevo y, antes de que le diera tiempo a preguntarle a la otra si la odiaba por hacer el tonto en plena exposición y que la profesora encima las hubiera puesto juntas, le dio las gracias. - ¿Tú me las das a mí? Tía, me vas a subir la media. - Dijo entre risas. Puso una sonrisa sincera. - No estoy... muy acostumbrada a que la gente le saque provecho a mis tonterías. - Puso una graciosa mirada de superioridad. - Pero me alegro. - Rio un poquito y añadió. - Si ves que de repente empiezo a ponerme muy aburrida, me dices, ¡ey, haz el tonto otra vez! Y yo reconduzco y hago lo mío. Y prometo avisarte si te pasas de tonta. - Amplió la sonrisa. - Y en la orquesta. Porque estás en la orquesta ¿verdad? - Se encogió de hombros. - Espero que no te acabes cansando de mí. - Y, para variar y muchísimo en ella, apoyó la barbilla en sus dos manos y miró feliz y contenta las exposiciones de las demás, aunque no estaba escuchando nada. Había muchas probabilidades de que una chica tan lista y recta la acabara mandando a paseo, pero de mientras, acababa de iniciar una aventura nueva, y pensaba disfrutar de ella.

Darcy — Clase — con Tara

Cuarta vez que se le caía algo. Primero había sido el zumo, luego la cuchara en los cereales, luego le había pegado un codazo al frutero, y ahora lo importante: el clarinete. Además de la forma más estrepitosa, se le había salido de la funda y todo, y ahora su madre la miraba, confusa. — Cariño, ¿estás bien? — ¿Yo? Sí. Sí sí. Si es que estoy hoy… Contenta, sí, porque voy a la orquesta. — Pues fíjate que pensé que lo ibas a dejar, como te quejaba de que no sonabais muy bien. — ¿Dejarlo? Nooooo. No no no. Si tocar instrumentos es superestimulante para el cerebro. — Su madre suspiró y le pasó el abrigo, con cara de pillina. — Dime la verdad… ¿Es porque está un chico que te gusta? ¿Ese Nick? — ¿Eh? — Preguntó genuinamente sorprendida, y preguntándose si realmente no se estaría dejando nada, tal y como tenía la cabeza. Pero luego sonrió ampliamente. — Mira, mamá, te puedo garantizar, que no hay ningún chico que me guste. — Dijo bien segura. El motivo por el cual le estuviera poniendo tan nerviosa aquel ensayo, no podía entenderlo, pero esa afirmación que le había hecho a su madre, la tenía bien clara.

Desde que la semana anterior compartiera aquel ejercicio en clase de Historia con Darcy, había estado ansiando el ensayo. Y no podía ser por Darcy, porque la veía todos los días… Pero se veían… Así. No podían hablar como habían hablado en aquel ejercicio. ¿No podían? Sí, estaban los recreos y eso, pero… Ah, es que no sabía por qué, pero no sabía cómo acercarse a ella. Pero por algún motivo, había decidido que en la orquesta se iba a acercar. Y pasó gran parte del día pensando cómo hacerlo, cuando la tenía ahí mismo. ¿Qué te pasa, Tara Jones?

Total que pro fin llegó la hora del ensayo, y ella apareció quince minutos antes allí. Paséo nerviosa, se sentó en el suelo, y, cuando justo por fin llegó el director, Darcy apareció por detrás, de tal forma que intentó saludar a los dos a la vez, y se le volvió a caer el instrumento. Rio nerviosamente mientras recogía rápidamente y dijo. — Ey, ¿qué tal? Tenía muchísimas ganas de ensayo. — Soltó por fin. — Chicas, os dejo un momento, ¿vale? Que me he dejado el despacho abierto. Que todo el mundo se vaya colocando. — Y allí estaba. Sola. Con Darcy. Ahora podía hablar con ella. — Y… ¿Qué tal la semana? Yo… — Resopló. — Nerviosa. Eh… Estoy que lo tiro todo. Supongo que será lo de la edad mala y todo eso. —

Tara — Ensayo — con Darcy