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Freyja
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El pájaro en el espino
Marcus & Alice | Continuación Golden Shields | Inspired - Libros (Harry Potter Universe)
Estaba escrito. Marcus O’Donnell y Alice Gallia estaban predestinados a estar juntos desde antes de nacer, aunque las vicisitudes de la vida y sus familias, les impidieron conocerse hasta llegar a Hogwarts. Desde el primer día, en las barcas, sintieron esa conexión única que acabaría desembocando en la más bella historia de amor, pero hicieron falta siete años de idas y venidas, de heridas tan dolorosas como la pérdida de una madre o la apertura de secretos familiares que podían traer un terremoto a la vida de todo el mundo, para que acabaran juntos y felices.
Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.
Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.
La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.
Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.
Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.
La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.
AQUÍ COMIENZA ALQUIMIA DE VIDA: PIEDRA, PARTE 1
Índice de capítulos
1. La eternidad es nuestra
2. The birthday boy
3. Juntos pero no revueltos
4. Rêve d'un matin d'été
5. Don't need to go any further
6. The ghost of the past are the fears of the future
7. Que alumbra y no quema
8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
9. Could you never grow up?
10. El largo vuelo
11. Family fights together
12. The language of facts
13. El ejército
14. They made their way
15. De cara al pasado
16. Toda la carne en el asador
17. Con los pies en el suelo
18. The encounter
19. Titanium
20. La bandada
21. Turmoil
22. En el ojo del huracán
23. La mágica familia americana
24. Vientos de guerra
25. The hateful heirs
26. Damocles
27. Tierra sin ley, odio que ciega
28. Sueños de paz
29. Antes de despegar hay que aterrizar
30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
31. El vuelo de las águilas
32. Como las piedras celtas
33. Are we out of the Woods?
34. Bad topic
35. The date
36. Furthermore
37. Sin miedo a la diversión
1. La eternidad es nuestra
2. The birthday boy
3. Juntos pero no revueltos
4. Rêve d'un matin d'été
5. Don't need to go any further
6. The ghost of the past are the fears of the future
7. Que alumbra y no quema
8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
9. Could you never grow up?
10. El largo vuelo
11. Family fights together
12. The language of facts
13. El ejército
14. They made their way
15. De cara al pasado
16. Toda la carne en el asador
17. Con los pies en el suelo
18. The encounter
19. Titanium
20. La bandada
21. Turmoil
22. En el ojo del huracán
23. La mágica familia americana
24. Vientos de guerra
25. The hateful heirs
26. Damocles
27. Tierra sin ley, odio que ciega
28. Sueños de paz
29. Antes de despegar hay que aterrizar
30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
31. El vuelo de las águilas
32. Como las piedras celtas
33. Are we out of the Woods?
34. Bad topic
35. The date
36. Furthermore
37. Sin miedo a la diversión
Marcus O'Donnell Alquimista | Timotheé Chalamet | Freyja |
Alice Gallia Alquimista y enfermera | Kaya Scodelario | Ivanka |
- Post de rol:
- Código:
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Como las piedras celtas Con Alice | En Nueva York | 21 de septiembre de 2002 |
Se mordió los labios y miró hacia la puerta del salón. Tras un silencio muy breve, dijo. - Está en la habitación de papá ¿no? Donde dormíamos Lex y yo de pequeños. - Molly asintió, serena. - Janet... era una niña dulce. Para mí siempre fue una niña, no dejó de serlo ni por ser madre, ni por morirse tan pronto. Se merecía la habitación más infantil y tierna de la casa, y también un lugar con un toque Ravenclaw... Aunque su Ravenclaw se pareciera a tu padre en orden en absolutamente nada. - Marcus rio levemente, aunque un tanto triste. Volvió a crearse un silencio pequeño. - ¿Cómo está? - Molly sonrió con ternura, le puso la mano en la suya y dijo. - Es un cuadro, cariño. - Ya... - No, no ya. - Dijo con suavidad. - No es Janet. Es importante que todos lo sepamos. - Hizo un gesto con la cabeza. - Incluidos los dos que están ahí arriba ahora. - Marcus asintió con pesadumbre.
Su abuela retiró lentamente la mano. - Me has cambiado de tema. - Él la miró extrañado. - No estábamos hablando de nada. - Molly arqueó las cejas. - Marcus. - Suspiró. Pues no, no iba a poder escaparse. - No sé a qué te refieres con que no he aterrizado. - Alzó las manos y las dejó caer. - Ya he hecho todo lo que podía hacer. Me fui con Alice, lo he hecho todo con ella, he luchado lo indecible junto a ella y hemos recuperado a Dylan. He vuelto, he estado con la familia, he estado con mis padres. - Alzó un índice. - He llorado, que lo sepas, porque yo lloro, y no me avergüenza hablar de mis sentimientos ¿sabes? Y no me digas que no porque me conoces. Lo he soltado todo y dicho cómo me siento y llorado y todo lo que se suponía que debía hacer. - Molly le miraba con serenidad mientras él seguía con su perorata. - Y Alice me pidió que la acompañara a llevar a Dylan, y he ido, y me he venido aquí y me he tirado toda la mañana en el taller, a tope con la alquimia, y tomando nota, y presente como tenía que estarlo. ¿Qué más queréis de mí? - Mostró las palmas. - Y no estoy alterado, que conste. - Y, ciertamente, no había alzado en nada el tono y hablaba con mucha serenidad... pero también con un muy evidente tono ofendido y a la defensiva, teniendo en cuenta que su abuela aún ni había empezado. Pero la conocía ya, a ella y a los O'Donnell, y Lawrence y Erin se habían quitado de en medio en cuanto habían podido y le habían mandado con su abuela. Empezaba a estar un poco cansado de conversaciones. - Pero es que me parece un poco injusto que se me mire con tanta condescendencia y no paren de exigírseme cosas. No sé qué más esperáis de mí que haga. - Alzó los brazos un poco y los dejó caer. - Si estoy hablando tan contento, malo; si lloro, malo; si vengo y me pongo con la alquimia, malo; si no lo veo claro, malo; ¿Me quiero quedar en casa de mis padres? Intento esconderme; ¿Me quiero ir a Irlanda? Intento hacer como si no hubiera pasado nada. ¿A que sí? ¿A que me ibas a decir eso? ¿A que ibas a acusarme ya de querer hacer como si nada y que soy un O'Donnell que solo ve los problemas si están escritos en un libro y que quiero esconderme detrás de la alquimia y blablablá? Te recuerdo que la idea de Irlanda ha sido tuya. ¡Y yo he dicho que me parecía bien! ¿Qué pasa ahora? -
Ni una interrupción, ni una respuesta inmediata: solo su abuela mirándole muy tranquila y con cara de póker. Y él, que lo había dicho todo de corrido, la miraba ahora demandante. ¿Es que no iba a hablar? Esperó unos segundos para hacerlo. - ¿Has terminado ya? - Fue toda su respuesta. Parpadeó y, ya visiblemente indignado, se encogió de hombros. Molly se reajustó un poco en el asiento y le miró de frente, muy seria. - Nadie ha dicho que hayas hecho nada mal, Marcus. Lo estás diciendo tú solo. - Rodó los ojos. - ¿Entonces qué hago aquí contigo? Abuela, que nos conocemos. - Perdón si no he venido con una pancarta alabando tus gestas. - Ironizó, lo cual le sacó un bufido. - Escúchame, Marcus, no te pongas terco. ¿Cuándo te he dicho yo algo que no te haya servido, tanto a la larga, como a la corta como a la intermedia? - Estaba demasiado ocupado en mirar a un punto indefinido del suelo con un mohín indignado como para contestar.
- Esto que habéis vivido ha sido muy duro. Lo habéis pasado muy mal, ambos. - ¿Has oído lo que ha dicho Aaron? - Interrumpió de nuevo, ya mirándola. - Quizás no necesitamos más palmaditas en la espalda. Quizás no necesitamos que nos dejéis llorar más en vuestro hombro porque estamos cansados de llorar, sobre todo Alice. Quizás lo único que queremos es poder seguir adelante con nuestras vidas y ya está. - Y me parece muy bien y es lo que tenéis que hacer. - ¿Entonces? - ¡A su debido tiempo, hijo! - Acortó la mujer, en vistas de que Marcus, en su ofensa, no dejaba lugar a una conversación pausada. - Las cosas no se recuperan con un chasquear los dedos. ¿O acaso no te queda un remanente de desagrado y vacío en el pecho cuando se ha ido un dementor, aunque lo hayas derrotado? - Soltó aire por la nariz. - ¿Y qué hacemos? ¿Nos tiramos ya toda la vida llorando porque un día nos cruzamos con un dementor? - Por supuesto que no. Pero las heridas hay que curarlas. - ¿Y qué hago? ¿Eh? Dime, ¿qué tengo que hacer? ¿Qué hago para que se cure? - Molly enterneció la mirada y, con ojos tristes, respondió. - Nada. -
Su abuela retiró lentamente la mano. - Me has cambiado de tema. - Él la miró extrañado. - No estábamos hablando de nada. - Molly arqueó las cejas. - Marcus. - Suspiró. Pues no, no iba a poder escaparse. - No sé a qué te refieres con que no he aterrizado. - Alzó las manos y las dejó caer. - Ya he hecho todo lo que podía hacer. Me fui con Alice, lo he hecho todo con ella, he luchado lo indecible junto a ella y hemos recuperado a Dylan. He vuelto, he estado con la familia, he estado con mis padres. - Alzó un índice. - He llorado, que lo sepas, porque yo lloro, y no me avergüenza hablar de mis sentimientos ¿sabes? Y no me digas que no porque me conoces. Lo he soltado todo y dicho cómo me siento y llorado y todo lo que se suponía que debía hacer. - Molly le miraba con serenidad mientras él seguía con su perorata. - Y Alice me pidió que la acompañara a llevar a Dylan, y he ido, y me he venido aquí y me he tirado toda la mañana en el taller, a tope con la alquimia, y tomando nota, y presente como tenía que estarlo. ¿Qué más queréis de mí? - Mostró las palmas. - Y no estoy alterado, que conste. - Y, ciertamente, no había alzado en nada el tono y hablaba con mucha serenidad... pero también con un muy evidente tono ofendido y a la defensiva, teniendo en cuenta que su abuela aún ni había empezado. Pero la conocía ya, a ella y a los O'Donnell, y Lawrence y Erin se habían quitado de en medio en cuanto habían podido y le habían mandado con su abuela. Empezaba a estar un poco cansado de conversaciones. - Pero es que me parece un poco injusto que se me mire con tanta condescendencia y no paren de exigírseme cosas. No sé qué más esperáis de mí que haga. - Alzó los brazos un poco y los dejó caer. - Si estoy hablando tan contento, malo; si lloro, malo; si vengo y me pongo con la alquimia, malo; si no lo veo claro, malo; ¿Me quiero quedar en casa de mis padres? Intento esconderme; ¿Me quiero ir a Irlanda? Intento hacer como si no hubiera pasado nada. ¿A que sí? ¿A que me ibas a decir eso? ¿A que ibas a acusarme ya de querer hacer como si nada y que soy un O'Donnell que solo ve los problemas si están escritos en un libro y que quiero esconderme detrás de la alquimia y blablablá? Te recuerdo que la idea de Irlanda ha sido tuya. ¡Y yo he dicho que me parecía bien! ¿Qué pasa ahora? -
Ni una interrupción, ni una respuesta inmediata: solo su abuela mirándole muy tranquila y con cara de póker. Y él, que lo había dicho todo de corrido, la miraba ahora demandante. ¿Es que no iba a hablar? Esperó unos segundos para hacerlo. - ¿Has terminado ya? - Fue toda su respuesta. Parpadeó y, ya visiblemente indignado, se encogió de hombros. Molly se reajustó un poco en el asiento y le miró de frente, muy seria. - Nadie ha dicho que hayas hecho nada mal, Marcus. Lo estás diciendo tú solo. - Rodó los ojos. - ¿Entonces qué hago aquí contigo? Abuela, que nos conocemos. - Perdón si no he venido con una pancarta alabando tus gestas. - Ironizó, lo cual le sacó un bufido. - Escúchame, Marcus, no te pongas terco. ¿Cuándo te he dicho yo algo que no te haya servido, tanto a la larga, como a la corta como a la intermedia? - Estaba demasiado ocupado en mirar a un punto indefinido del suelo con un mohín indignado como para contestar.
- Esto que habéis vivido ha sido muy duro. Lo habéis pasado muy mal, ambos. - ¿Has oído lo que ha dicho Aaron? - Interrumpió de nuevo, ya mirándola. - Quizás no necesitamos más palmaditas en la espalda. Quizás no necesitamos que nos dejéis llorar más en vuestro hombro porque estamos cansados de llorar, sobre todo Alice. Quizás lo único que queremos es poder seguir adelante con nuestras vidas y ya está. - Y me parece muy bien y es lo que tenéis que hacer. - ¿Entonces? - ¡A su debido tiempo, hijo! - Acortó la mujer, en vistas de que Marcus, en su ofensa, no dejaba lugar a una conversación pausada. - Las cosas no se recuperan con un chasquear los dedos. ¿O acaso no te queda un remanente de desagrado y vacío en el pecho cuando se ha ido un dementor, aunque lo hayas derrotado? - Soltó aire por la nariz. - ¿Y qué hacemos? ¿Nos tiramos ya toda la vida llorando porque un día nos cruzamos con un dementor? - Por supuesto que no. Pero las heridas hay que curarlas. - ¿Y qué hago? ¿Eh? Dime, ¿qué tengo que hacer? ¿Qué hago para que se cure? - Molly enterneció la mirada y, con ojos tristes, respondió. - Nada. -
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Como las piedras celtas Con Marcus | En casa O'Donnell| 21 de septiembre de 2002 |
— Uy, qué pregunta me haces, cariño… — Janet se había puesto claramente nerviosa porque, Alice insistía, no tenía suficiente capacidad para algo tan complicado. — Yo, Aaron… Me fui por amor. Si no hubiera encontrado a William… Me habría quedado. Habría esquivado un matrimonio de conveniencia como hubiera podido, pero… quizás, eventualmente, hubiera acabado convirtiéndome en tu madre. — Los ojos le brillaban incluso através de la pintura, y su voz delataba una adoración sin igual. — William me salvó, Aaron, porque me enseñó que había una vida más allá, sin él… Nada hubiera sido igual. — Alice tuvo que morderse las mejillas. ¿Sería eso? ¿Su madre siempre sintió que le debía eso a su padre, el haberla “sacado de Nueva York? ¿Por eso tantos años de entrega a una persona y una familia? Ella sentía que les debía mucho a los O’Donnell, pero no veía nada claro aguantar todo lo que había aguantado su madre.
— Pero tú ya te has ido, y dices que tienes dinero… Cariño, ya lo has hecho todo. — Janet rio y Aaron también. — Yo dependía de que William me quisiera y me mantuviera aquí en Inglaterra, al menos hasta que nos casamos, porque no podía ni trabajar, no estaba aquí legalmente… — Suspiró. — ¿Cuál es tu duda? — Aaron tragó saliva y se pasó la mano por el pelo. — ¿Podré realmente ser… Aaron Nadie? ¿Viviré siempre con el recuerdo y el remordimiento de lo que dejo atrás? — Janet bostezó y parpadeó. — Perdona eh, te estaba escuchando, es que tengo un cansancio… — Pareció recomponerse, pero Alice sabía que no le quedaba mucho hablando. — Tu historia es la que es, te vayas lo lejos que te vayas, y en tu cabeza va a vivir siempre, pero te afectará solo en la medida que tu dejes que te afecte. Estás lejos, no pueden hacerte ya nada… — Alice reprimió unas lágrimas. La conciencia del cuadro de su madre sabía lo que era dejar que el pasado te condenara, pero aun así ahí estaba, dando un grandioso consejo a Aaron, haciéndole sentir claramente mejor… Algo, aunque fuera un poquito, de su madre sí que tenía. Y era tan doloroso que estuviera ahí encerrada. — Pero no puedes olvidar todo lo que te ha traído hasta ser libre, y menos olvidar a mi Alice ahora que os habéis encontrado y que, por lo que veo, os entendéis tan bien. — Volvió a mirarla a ella. — Estoy tan contenta de que hayas venido. —
— Tía Janet. — La llamó Aaron. — Es a ti a la que no olvidaré. Por encima de todo el mundo. Tú demostraste que se podía escapar. Gracias. Gracias por ser tan valiente y buena. Y gracias por poner a Alice y Dylan en el mundo. — Su madre se llevo las manos a las mejillas. — Oh, Aaron… Qué cosas más bonitas. Tienes muy buen corazón, vas a poder hacer amigos y enamorarte allá donde vayas, créeme. — Alargó las manos en el lienzo. — Mucha suerte. Y hagas lo que hagas, sé libre, escoge tu camino con libertad siempre, y, sobre todo, líbrate de las garras del pasado, no del pasado en sí. — Aaron asintió. — Sí, tía Janet, te lo prometo. — Y su primo la miró, ya podían irse. Alice suspiró aliviada y se dispuso a salir.
— Mamá, tenemos que irnos. — Dijo con toda la dulzura que le salió, aunque no era mucha. — Te dejamos descansar. — ¡Alice, espera! Ven un momento, déjame verte. — Tratando de mantener la sonrisa, se acercó. — Cada día te pareces más a mí, cariño. — Ella sonrió un poco más. — Eso intento, la verdad. — Vio la sonrisa emocionada de su madre. — Tienes todo lo que yo tenía: amor, y muchas ganas de de vivir. Solo ve y hazlo. Sale bien, de verdad. — Sonrió emocionada, con ganas de llorar y asintió. — Te lo prometo. De verdad que tengo que irme. — Le dijo adiós con la mano, pero Janet, que se había vuelto a la silla, la llamó una vez más. — Alice, ¿me enciendes por favor esos juguetes? — Ella achicó los ojos. — ¿Los juguetes? — Sí, son experimentos de transformaciones y encantamientos de tu padre, se los hizo tu padre a Arnold y jóvenes, ¿a que son preciosos? — Los miró con adoración. — Verlos funcionar me recuerda tanto a él. — Alice suspiró. Esa situación era tan triste y desesperante para ambos… El maldito cuadro solo traía tristeza, pero, ¿que hacía? ¿Dejaba campar la tristeza a sus anchas? Sonrió un poco y activó los tres juguetes, dejándoles hacer piruetas y lucecitas, mientras Janet ya ni la miraba, solo miraba los juguetes. Mientras se iban, Aaron se limpiaba las lágrimas. — Esto es una mierda. — Sí, pues no me digas que no te lo advertí. — Dejó salir el aire y dijo. — Pero… Te ha dicho cosas con sentido. Siéntete afortunado, y utilízalo con sabiduría. — Señaló las escaleras. — Por ahí abajo hay mucho de eso. Y están vivos. Aún te pueden ayudar más que un reflejo de mi madre. —
— Pero tú ya te has ido, y dices que tienes dinero… Cariño, ya lo has hecho todo. — Janet rio y Aaron también. — Yo dependía de que William me quisiera y me mantuviera aquí en Inglaterra, al menos hasta que nos casamos, porque no podía ni trabajar, no estaba aquí legalmente… — Suspiró. — ¿Cuál es tu duda? — Aaron tragó saliva y se pasó la mano por el pelo. — ¿Podré realmente ser… Aaron Nadie? ¿Viviré siempre con el recuerdo y el remordimiento de lo que dejo atrás? — Janet bostezó y parpadeó. — Perdona eh, te estaba escuchando, es que tengo un cansancio… — Pareció recomponerse, pero Alice sabía que no le quedaba mucho hablando. — Tu historia es la que es, te vayas lo lejos que te vayas, y en tu cabeza va a vivir siempre, pero te afectará solo en la medida que tu dejes que te afecte. Estás lejos, no pueden hacerte ya nada… — Alice reprimió unas lágrimas. La conciencia del cuadro de su madre sabía lo que era dejar que el pasado te condenara, pero aun así ahí estaba, dando un grandioso consejo a Aaron, haciéndole sentir claramente mejor… Algo, aunque fuera un poquito, de su madre sí que tenía. Y era tan doloroso que estuviera ahí encerrada. — Pero no puedes olvidar todo lo que te ha traído hasta ser libre, y menos olvidar a mi Alice ahora que os habéis encontrado y que, por lo que veo, os entendéis tan bien. — Volvió a mirarla a ella. — Estoy tan contenta de que hayas venido. —
— Tía Janet. — La llamó Aaron. — Es a ti a la que no olvidaré. Por encima de todo el mundo. Tú demostraste que se podía escapar. Gracias. Gracias por ser tan valiente y buena. Y gracias por poner a Alice y Dylan en el mundo. — Su madre se llevo las manos a las mejillas. — Oh, Aaron… Qué cosas más bonitas. Tienes muy buen corazón, vas a poder hacer amigos y enamorarte allá donde vayas, créeme. — Alargó las manos en el lienzo. — Mucha suerte. Y hagas lo que hagas, sé libre, escoge tu camino con libertad siempre, y, sobre todo, líbrate de las garras del pasado, no del pasado en sí. — Aaron asintió. — Sí, tía Janet, te lo prometo. — Y su primo la miró, ya podían irse. Alice suspiró aliviada y se dispuso a salir.
— Mamá, tenemos que irnos. — Dijo con toda la dulzura que le salió, aunque no era mucha. — Te dejamos descansar. — ¡Alice, espera! Ven un momento, déjame verte. — Tratando de mantener la sonrisa, se acercó. — Cada día te pareces más a mí, cariño. — Ella sonrió un poco más. — Eso intento, la verdad. — Vio la sonrisa emocionada de su madre. — Tienes todo lo que yo tenía: amor, y muchas ganas de de vivir. Solo ve y hazlo. Sale bien, de verdad. — Sonrió emocionada, con ganas de llorar y asintió. — Te lo prometo. De verdad que tengo que irme. — Le dijo adiós con la mano, pero Janet, que se había vuelto a la silla, la llamó una vez más. — Alice, ¿me enciendes por favor esos juguetes? — Ella achicó los ojos. — ¿Los juguetes? — Sí, son experimentos de transformaciones y encantamientos de tu padre, se los hizo tu padre a Arnold y jóvenes, ¿a que son preciosos? — Los miró con adoración. — Verlos funcionar me recuerda tanto a él. — Alice suspiró. Esa situación era tan triste y desesperante para ambos… El maldito cuadro solo traía tristeza, pero, ¿que hacía? ¿Dejaba campar la tristeza a sus anchas? Sonrió un poco y activó los tres juguetes, dejándoles hacer piruetas y lucecitas, mientras Janet ya ni la miraba, solo miraba los juguetes. Mientras se iban, Aaron se limpiaba las lágrimas. — Esto es una mierda. — Sí, pues no me digas que no te lo advertí. — Dejó salir el aire y dijo. — Pero… Te ha dicho cosas con sentido. Siéntete afortunado, y utilízalo con sabiduría. — Señaló las escaleras. — Por ahí abajo hay mucho de eso. Y están vivos. Aún te pueden ayudar más que un reflejo de mi madre. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
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Como las piedras celtas Con Alice | En Nueva York | 21 de septiembre de 2002 |
Volvió a subir un poco las manos y a dejarlas caer con frustración, mirando a su abuela. - ¿Nada? - La mujer no contestó, así que ya lo hizo él en forma de bufido y negando con la cabeza, mirando a otra parte. - De verdad que no sé qué queréis de mí... - Se mojó los labios. - ¿Puedo al menos saber qué he hecho para merecer esta conversación? - La miró. - Y no me digas que solo estamos hablando porque todos los que estamos en esta casa, incluso los dos de ahí arriba sin bajan y nos ven aquí, sabemos que no es verdad. - Su tono no era alterado, era de derrota. Empezaba a estar ya muy cansado.
- Solo intento. - Respondió su abuela, comprensiva. - Que no metas la pata después de todo lo que os ha pasado. - ¿Y en qué ves que voy a meter la pata? - En negar la realidad y en empeñarte en que algo que no está bien, esté bien. - Se acercó a él. - Alice está enfadada con su padre. Se le pasará algún día, pero ahora mismo lo está, y tiene derecho a estarlo. - Marcus soltó aire por la nariz. - Ya lo sé. - Lo sabes en la teoría, pero no en la práctica. - Molly volvió a mirarle directamente. - Marcus, le has propuesto ir a Francia a investigar. - ¿Qué malo tiene? - No quiere estar con los Gallia por una temporada. Está cansada y se siente quemada y sobrepasada. ¿Sabes por qué os he propuesto iros a Irlanda? - Parpadeó, sin desfruncir el ceño. No podía evitar seguir sintiéndose levemente interpelado por todo aquello. - Alice necesita un ambiente tranquilo no solo para estudiar, sino para amueblar su cabeza después de este huracán. Para tomar conciencia de que las aguas vuelven a su cauce, de que esta pesadilla ha pasado y de que enemistarse con su familia no merece la pena. Pero tiene que sanar sus heridas. No puedes pedirle que lo haga de un día para otro. - No le he pedido eso. - Molly le miró por encima de las gafas. No pensaba reconocer algo que no había dicho, así que...
Tras un minuto entero de Marcus mirando a otra parte con orgullo y Molly mirándole a él, rompió el silencio. No le gustaba esa presión. - ¿Tú me has escuchado decirle eso? - Pero te conozco. - O quizás no me conozcáis tanto. He madurado ¿sabéis? - Pues claro que has madurado, Marcus, y mucho. - Soltó una risita. - No todo el mundo haría lo que tú has hecho este verano. ¿Crees que no estamos orgullosos de ti o que pensamos que podrías haberlo hecho mejor? No se puede hacer mejor, y menos con tu edad y circunstancias. - Al final le hacía llorar. Menos mal que seguía mirando a otra parte, pero ya se notaba el nudo en la garganta y le escocían los ojos, aunque siguiera manteniendo una mueca indignada en la cara. - Una cosa es la madurez y otra la personalidad. Cariño... tú quieres tanto a Alice, y a William, y te gusta tanto estar en familia, y lo has pasado tan mal, que no concibes esta pelea. - Es que no tiene sentido. - Su abuela hizo un gesto con las manos como si acabara de darle la razón. Maldita sea... - Solo te digo que le des tiempo. Y que por mucho que te digas a ti mismo que todo está bien, sabes que no. - ¿Y cuándo lo va a estar? - Preguntó, con la voz levemente quebrada. - Yo solo quiero hacer lo que habíamos planeado... Hacer nuestra vida y ser felices. - Molly sonrió con ternura y se acercó a él, pasándole el brazo por detrás de los hombros, envolviéndole con protección. - Ya lo sé, mi niño... Y nosotros siempre vamos a estar ahí para ayudaros con eso ¿vale? Lo sabes ¿verdad? Que no estáis solos. Que no tenéis por qué hacerlo solos. - Miró a la mujer con los ojos emocionados. - Si nos vamos a Irlanda... - No será lo mismo que en Nueva York, y ahí tampoco habéis estado solos. - Le apretó contra sí. - Se arreglará. Solo dale tiempo. - Respiró profundamente y se dejó abrazar, ahora que podía, efectivamente, sentirse protegido.
- ¿Qué tal? - Oyó la voz de su tía Erin en la puerta, pero no era a ellos, sino a Alice y Aaron, que ya bajaban. Claramente lo había usado como alarma para ellos, para que se recompusieran y disimularan. Salió del abrazó, respiró hondo y, en confidencia, su abuela le dijo. - Venga, quiero ver a ese caballero hermoso que tiene a su princesita conquistada, que esa es vuestra mejor versión. - Eso le hizo sonreír. - Gracias, abuela. - La mujer sonrió con calidez... pero le dio un inesperado pellizco en el costado. - ¡Au! ¡Eh! ¿A qué viene eso? - Para que a la próxima no seas tan contestón con tu abuela. Guarda los orgullitos para otro. - Hizo una pedorreta. No, si al final la bronca se la llevaba hiciera lo que hiciera.
- Solo intento. - Respondió su abuela, comprensiva. - Que no metas la pata después de todo lo que os ha pasado. - ¿Y en qué ves que voy a meter la pata? - En negar la realidad y en empeñarte en que algo que no está bien, esté bien. - Se acercó a él. - Alice está enfadada con su padre. Se le pasará algún día, pero ahora mismo lo está, y tiene derecho a estarlo. - Marcus soltó aire por la nariz. - Ya lo sé. - Lo sabes en la teoría, pero no en la práctica. - Molly volvió a mirarle directamente. - Marcus, le has propuesto ir a Francia a investigar. - ¿Qué malo tiene? - No quiere estar con los Gallia por una temporada. Está cansada y se siente quemada y sobrepasada. ¿Sabes por qué os he propuesto iros a Irlanda? - Parpadeó, sin desfruncir el ceño. No podía evitar seguir sintiéndose levemente interpelado por todo aquello. - Alice necesita un ambiente tranquilo no solo para estudiar, sino para amueblar su cabeza después de este huracán. Para tomar conciencia de que las aguas vuelven a su cauce, de que esta pesadilla ha pasado y de que enemistarse con su familia no merece la pena. Pero tiene que sanar sus heridas. No puedes pedirle que lo haga de un día para otro. - No le he pedido eso. - Molly le miró por encima de las gafas. No pensaba reconocer algo que no había dicho, así que...
Tras un minuto entero de Marcus mirando a otra parte con orgullo y Molly mirándole a él, rompió el silencio. No le gustaba esa presión. - ¿Tú me has escuchado decirle eso? - Pero te conozco. - O quizás no me conozcáis tanto. He madurado ¿sabéis? - Pues claro que has madurado, Marcus, y mucho. - Soltó una risita. - No todo el mundo haría lo que tú has hecho este verano. ¿Crees que no estamos orgullosos de ti o que pensamos que podrías haberlo hecho mejor? No se puede hacer mejor, y menos con tu edad y circunstancias. - Al final le hacía llorar. Menos mal que seguía mirando a otra parte, pero ya se notaba el nudo en la garganta y le escocían los ojos, aunque siguiera manteniendo una mueca indignada en la cara. - Una cosa es la madurez y otra la personalidad. Cariño... tú quieres tanto a Alice, y a William, y te gusta tanto estar en familia, y lo has pasado tan mal, que no concibes esta pelea. - Es que no tiene sentido. - Su abuela hizo un gesto con las manos como si acabara de darle la razón. Maldita sea... - Solo te digo que le des tiempo. Y que por mucho que te digas a ti mismo que todo está bien, sabes que no. - ¿Y cuándo lo va a estar? - Preguntó, con la voz levemente quebrada. - Yo solo quiero hacer lo que habíamos planeado... Hacer nuestra vida y ser felices. - Molly sonrió con ternura y se acercó a él, pasándole el brazo por detrás de los hombros, envolviéndole con protección. - Ya lo sé, mi niño... Y nosotros siempre vamos a estar ahí para ayudaros con eso ¿vale? Lo sabes ¿verdad? Que no estáis solos. Que no tenéis por qué hacerlo solos. - Miró a la mujer con los ojos emocionados. - Si nos vamos a Irlanda... - No será lo mismo que en Nueva York, y ahí tampoco habéis estado solos. - Le apretó contra sí. - Se arreglará. Solo dale tiempo. - Respiró profundamente y se dejó abrazar, ahora que podía, efectivamente, sentirse protegido.
- ¿Qué tal? - Oyó la voz de su tía Erin en la puerta, pero no era a ellos, sino a Alice y Aaron, que ya bajaban. Claramente lo había usado como alarma para ellos, para que se recompusieran y disimularan. Salió del abrazó, respiró hondo y, en confidencia, su abuela le dijo. - Venga, quiero ver a ese caballero hermoso que tiene a su princesita conquistada, que esa es vuestra mejor versión. - Eso le hizo sonreír. - Gracias, abuela. - La mujer sonrió con calidez... pero le dio un inesperado pellizco en el costado. - ¡Au! ¡Eh! ¿A qué viene eso? - Para que a la próxima no seas tan contestón con tu abuela. Guarda los orgullitos para otro. - Hizo una pedorreta. No, si al final la bronca se la llevaba hiciera lo que hiciera.
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Como las piedras celtas Con Marcus | En casa O'Donnell| 21 de septiembre de 2002 |
Aaron le pasó un brazo por los hombros y la estrechó. — Lo siento. Me imagino lo duro que es. He estado con ella cinco minutos y ya la echo de menos… No sé cómo debe ser haber tenido una madre tan excepcional y haberla perdido. — Alice tragó saliva, pero los ojos ya los llevaba inundados. A la primera que le pincharan, lo iba a soltar todo de golpe. Y claro, una sola pregunta y ya iba a venirse abajo, di es que no se podía estar tan sensible.
Marcus parecía entretenido al menos con su abuela, pero Molly la detectó inmediatamente. — ¡OOOOOY MI NIÑA! ¿Qué ha pasado? — No quería dar un espectáculo, sabía que a Marcus le alteraba verla llorar y alertado a todos los O’Donnell y ahora estaban a su alrededor, preocupados. — No… No pasa nada es que… — ¿Te ha preguntado algo doloroso? ¿Es eso? ¿No ha reconocido a Aaron? Si es que es normal, porque… — Molly, mujer déjala hablar, que la estás agobiando. — Alice negó con la cabeza y se limpió las lágrimas. — No, de verdad es que… — Sorbió. — Nunca digo cuánto echo de menos a mi madre. No a alguien que me ayude, que me quiera, porque de eso tengo mucho, soy afortunada… Pero a mi madre, a ella con todas sus cosas, a poder correr a abrazarla… Y cuando la veo así me recuerda tanto a cuando era pequeña… — Se limpió de nuevo con un pañuelo que Larry le tendió y señaló a Aaron. — Y luego le ha dado tan buen consejo, que ella misma no se aplicó, pero que hasta el cuadro tiene suficiente de ella para pensarlo… — Y otra vez rompió a llorar.
Aaron se metió las manos en los bolsillos, un poco incómodo de que le estuvieran mirando y contestó. — Me ha dicho que el pasado no te debe definir, pero que no lo puedes intentar eliminar… — Tragó saliva. — Creo que entiendo a lo que se refiere, o lo entenderé, pero ahora… Bueno, simplemente necesito distancia. — Se sentó en uno de los sillones y puso expresión bromista. — Oye, luego igual llego a donde sea y digo “puf, esto no es para mí, ¿dónde están mi prima y el tío que me enseñó a jugar al backgammon?”. — Ella rio entre las lágrimas y negó con la cabeza. — Pero no tengo lo que tenía la tía Janet… Alguien por quien hacerlo. — Ahí Alice negó, mientras se limpiaba con el pañuelo. — Cuando estábamos ahí arriba me he planteado muy seriamente… — Tragó saliva y miró a los abuelos. — Me he sentido tan en deuda con vosotros, todos vosotros, los O’Donnell y los Lacey… Quizá mi madre también se sintió así, ¿no? Quizá sintió que le debía algo a los Gallia pero ellos simplemente estiraron y estiraron de ella… — Se mordió los labios mirando a la nada. — Todos recurrían a ella, como si fuera lo más natural del mundo… Y ella estaba literalmente muriéndose y todos se cruzaron de brazos o simplemente entraron en pánico. — Otro sollozo la atacó, uno que mezclaba desazón y rabia a partes iguales.
Notó una mano sobre la de ella, y pensó que era Marcus, pero no, era Larry. — Alice, sé que esto es una carga y es muy difícil de lidiar… Pero no todo es culpa de los Gallia. Tu familia es… Bueno, ciertamente caótica, no podemos negarlo, y tu madre era muy buena lidiando con el caos, pero… Ella lo hacía porque amaba a tu padre por encima de todas las cosas, y los Gallia venían con tu padre, así que ella lidió con su caos. Pero no creas que lo hacía ni siquiera conscientemente, simplemente se mováis entre ellos y con ellos mejor que ninguno de nosotros. — Molly intervino también, hablándole con dulzura pero cambiando el tono a medida que hablaba. — A mí también se me dan bien pero es que tu abuela Helena tiene a veces un toquecito que… — Lo que quiero decir es que tu madre no fue una mártir, fue una persona entregada a los demás, sí, pero que ni se daba cuenta de que lo hacía. Es más, ahí esta su retrato, dándole ternura y consejos a un sobrino que nunca conoció. — Interrumpió Lawrence, antes de que la abuela dijera algo de más, claramente. Pero Erin se agachó ante ella y le miró con aquellos ojos límpidos, a veces asustados, pero que parecían ver las verdades del mundo con sencillez. — Siempre que vi a tu madre, en mi vida, la vi feliz. Feliz con tu padre, feliz como madre, feliz riéndose con Vivi a escondidas… Tu madre fue feliz, Alice, y usaba su felicidad para ayudar a los demás. — Y ahí ya no pudo más y se tapó la cara con las manos llorando profusamente mientras asentía.
— Os juro que ya no sé ni por qué lloro. Ya no sé qué se me pasa por la cabeza, qué son mis recuerdos y qué más cosas no sé de mi propia historia y mi vida… — Levantó los ojos y miró a Lawrence. — ¿Cómo voy a enfrentarme a todo esto y al examen de la licencia a la vez? Si voy caminando por el hielo… — Molly le pasó un brazo por los hombros. — Con ayuda, como todos. — Hizo que la mirara. — ¿Sabes una cosa que se dice mucho en Ballyknow? Que hay que ser tan fuerte como las piedras celtas, que llevan allí miles de años. ¿Pero sabes la realidad? Que no se trata de aguantar miles de años, sino de dejarse erosionar por el viento y la lluvia, comer por el musgo, aceptarlo, pero al final seguir ahí. Y que me corrijan mis alquimistas, pero esa es la esencia de la piedra, que es lo que tienes que entender para conseguir la licencia. Todo lo demás viene solo, estudiando muchas horas y eso a mis Ravenclaws se les da de miedo. — Alice la miró con infinito agradecimiento y luego se giró hacia Marcus, tendiéndole la mano. — Quiero ir a Irlanda. A que estudiemos para Hielo, quiero conocer eso contigo… — Suspiró y dijo con sinceridad. — Solo tengo miedo de estar demasiado inestable y retrasarte. —
Marcus parecía entretenido al menos con su abuela, pero Molly la detectó inmediatamente. — ¡OOOOOY MI NIÑA! ¿Qué ha pasado? — No quería dar un espectáculo, sabía que a Marcus le alteraba verla llorar y alertado a todos los O’Donnell y ahora estaban a su alrededor, preocupados. — No… No pasa nada es que… — ¿Te ha preguntado algo doloroso? ¿Es eso? ¿No ha reconocido a Aaron? Si es que es normal, porque… — Molly, mujer déjala hablar, que la estás agobiando. — Alice negó con la cabeza y se limpió las lágrimas. — No, de verdad es que… — Sorbió. — Nunca digo cuánto echo de menos a mi madre. No a alguien que me ayude, que me quiera, porque de eso tengo mucho, soy afortunada… Pero a mi madre, a ella con todas sus cosas, a poder correr a abrazarla… Y cuando la veo así me recuerda tanto a cuando era pequeña… — Se limpió de nuevo con un pañuelo que Larry le tendió y señaló a Aaron. — Y luego le ha dado tan buen consejo, que ella misma no se aplicó, pero que hasta el cuadro tiene suficiente de ella para pensarlo… — Y otra vez rompió a llorar.
Aaron se metió las manos en los bolsillos, un poco incómodo de que le estuvieran mirando y contestó. — Me ha dicho que el pasado no te debe definir, pero que no lo puedes intentar eliminar… — Tragó saliva. — Creo que entiendo a lo que se refiere, o lo entenderé, pero ahora… Bueno, simplemente necesito distancia. — Se sentó en uno de los sillones y puso expresión bromista. — Oye, luego igual llego a donde sea y digo “puf, esto no es para mí, ¿dónde están mi prima y el tío que me enseñó a jugar al backgammon?”. — Ella rio entre las lágrimas y negó con la cabeza. — Pero no tengo lo que tenía la tía Janet… Alguien por quien hacerlo. — Ahí Alice negó, mientras se limpiaba con el pañuelo. — Cuando estábamos ahí arriba me he planteado muy seriamente… — Tragó saliva y miró a los abuelos. — Me he sentido tan en deuda con vosotros, todos vosotros, los O’Donnell y los Lacey… Quizá mi madre también se sintió así, ¿no? Quizá sintió que le debía algo a los Gallia pero ellos simplemente estiraron y estiraron de ella… — Se mordió los labios mirando a la nada. — Todos recurrían a ella, como si fuera lo más natural del mundo… Y ella estaba literalmente muriéndose y todos se cruzaron de brazos o simplemente entraron en pánico. — Otro sollozo la atacó, uno que mezclaba desazón y rabia a partes iguales.
Notó una mano sobre la de ella, y pensó que era Marcus, pero no, era Larry. — Alice, sé que esto es una carga y es muy difícil de lidiar… Pero no todo es culpa de los Gallia. Tu familia es… Bueno, ciertamente caótica, no podemos negarlo, y tu madre era muy buena lidiando con el caos, pero… Ella lo hacía porque amaba a tu padre por encima de todas las cosas, y los Gallia venían con tu padre, así que ella lidió con su caos. Pero no creas que lo hacía ni siquiera conscientemente, simplemente se mováis entre ellos y con ellos mejor que ninguno de nosotros. — Molly intervino también, hablándole con dulzura pero cambiando el tono a medida que hablaba. — A mí también se me dan bien pero es que tu abuela Helena tiene a veces un toquecito que… — Lo que quiero decir es que tu madre no fue una mártir, fue una persona entregada a los demás, sí, pero que ni se daba cuenta de que lo hacía. Es más, ahí esta su retrato, dándole ternura y consejos a un sobrino que nunca conoció. — Interrumpió Lawrence, antes de que la abuela dijera algo de más, claramente. Pero Erin se agachó ante ella y le miró con aquellos ojos límpidos, a veces asustados, pero que parecían ver las verdades del mundo con sencillez. — Siempre que vi a tu madre, en mi vida, la vi feliz. Feliz con tu padre, feliz como madre, feliz riéndose con Vivi a escondidas… Tu madre fue feliz, Alice, y usaba su felicidad para ayudar a los demás. — Y ahí ya no pudo más y se tapó la cara con las manos llorando profusamente mientras asentía.
— Os juro que ya no sé ni por qué lloro. Ya no sé qué se me pasa por la cabeza, qué son mis recuerdos y qué más cosas no sé de mi propia historia y mi vida… — Levantó los ojos y miró a Lawrence. — ¿Cómo voy a enfrentarme a todo esto y al examen de la licencia a la vez? Si voy caminando por el hielo… — Molly le pasó un brazo por los hombros. — Con ayuda, como todos. — Hizo que la mirara. — ¿Sabes una cosa que se dice mucho en Ballyknow? Que hay que ser tan fuerte como las piedras celtas, que llevan allí miles de años. ¿Pero sabes la realidad? Que no se trata de aguantar miles de años, sino de dejarse erosionar por el viento y la lluvia, comer por el musgo, aceptarlo, pero al final seguir ahí. Y que me corrijan mis alquimistas, pero esa es la esencia de la piedra, que es lo que tienes que entender para conseguir la licencia. Todo lo demás viene solo, estudiando muchas horas y eso a mis Ravenclaws se les da de miedo. — Alice la miró con infinito agradecimiento y luego se giró hacia Marcus, tendiéndole la mano. — Quiero ir a Irlanda. A que estudiemos para Hielo, quiero conocer eso contigo… — Suspiró y dijo con sinceridad. — Solo tengo miedo de estar demasiado inestable y retrasarte. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
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Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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Como las piedras celtas Con Alice | En Nueva York | 21 de septiembre de 2002 |
La advertencia de Erin sirvió para que Alice no les pillara a ellos, pero no para que ellos no pillaran a Alice. O, más que ellos, su abuela, que detectó que la chica venía llorando desde antes de que Marcus saliera siquiera del salón. Se colocó simplemente junto a ella, pero no dijo nada, porque su abuela ya estaba avasallando suficiente. Además, ¿qué iba a preguntar? ¿Qué le pasaba? Ya sabía lo que le pasaba. Sabía el efecto que provocaba el retrato de Janet en ella, y lo impactante que debía haber sido para Aaron, por no hablar de lo sensible que estaba tras todo lo de Nueva York. Ni había que ser un lince, ni iba a ponerse a parapetar aquello como hacía otras veces. Porque lo mínimo que le podía pasar a Alice en semejantes circunstancias era echarse a llorar.
No era solo una cuestión de lo que hubiera podido pasar ahí arriba, sino de cuánto echaba de menos a Janet. Tragó saliva para deshacer el nudo de su garganta, bajando levemente la mirada. Él, que se había pasado el día anterior arropado por Emma todo el tiempo, y que ahora volvería a casa y la encontraría allí, deseando saber qué había aprendido en su primer día como aprendiz en el taller... Respiró hondo y prefirió dejar de pensarlo, o se iba a echar a llorar él también. Escuchó a Aaron y su afirmación le hizo reír con ternura, pero se le llenaron los ojos de lágrimas que no llegó a derramar. - ¿Ahora soy "el tío que te enseñó a jugar al backgammon?" - Ambos rieron y él añadió. - Bueno, me enorgullece ser recordado por quien te enseñó algo de lo mucho que tengo que enseñar. - No me tires de la lengua... - Erin escondió una risita tras la mano y dijo. - Sobrino, si está Vivi delante, te arrepientes de haber dicho eso. - Te lo garantizo. - Corroboró Aaron. Marcus, cómico, señaló alternativamente a uno y a otro. - No me gusta nada esta alianza Gryffindor. -
Aaron continuó, cargando de nuevo el ambiente de emotividad. La respuesta de Alice fue lo que le activó la alarma, y miró a su abuela de reojo. Alice no podía estar pensando eso en serio. Él era pequeño, no es como que tuviera muchísimos datos, pero estaba seguro de que Janet fue absolutamente feliz, y de que los Gallia hicieron todo lo que estuvo en su mano por ella... o eso quería creer, le habían dicho tantas veces que veía la realidad como le interesaba que ya no sabía qué pensar. Dejó que fueran sus abuelos quienes intervinieran y escuchó con atención, compartiendo entretanto una mirada entristecida con Aaron y con su tía. La intervención de esta última fue definitiva para que Alice rompiera a llorar.
Se secó rápidamente las lágrimas y notó una mano afectuosa en el hombro. - A cada día que pasa... entiendo más cosas. - Le dijo Aaron en voz baja, confidencialmente. - No eres solo el tío que me enseñó backgammon. - Sonrió levemente. - Aspiro a encontrar a alguien que me quiera como tú quieres a mi prima. - Respiró hondo, mirándole con los ojos anegados, sin saber qué decir. El otro hizo un gesto, como si no hiciera falta que dijera nada. Mejor, porque quería recomponerse y acercarse a su novia sin estar hecho un mar de lágrimas.
Se giró hacia Alice, un poco más sereno, justo cuando ella le miraba a él. Tomó su mano y sonrió. - Siempre de la mano. Uno al lado del otro. - Se llevó sus lágrimas con el pulgar mientras añadía. - Aunque como Ravenclaws nos pese reconocerlo... no todo es estudiar. No todo está en los libros. Y no es más sabio quien más lee, sino quien más aprende de su vida y sus experiencias. - La miró a los ojos. - Somos una transmutación en nosotros mismos. Cada vez que comprendemos algo, que interiorizamos algo, que sentimos algo con intensidad... nuestra quintaesencia se transforma con nosotros y mejora. - Sonrió más. - Y por eso no hay nadie mejor que tú para hacer esta aventura, ni mejor compañera de viaje que pudiera tener. - Apretó sus manos y, mirando a los demás, dijo. - Nos vamos a Irlanda. La isla esmeralda nos espera. -
No era solo una cuestión de lo que hubiera podido pasar ahí arriba, sino de cuánto echaba de menos a Janet. Tragó saliva para deshacer el nudo de su garganta, bajando levemente la mirada. Él, que se había pasado el día anterior arropado por Emma todo el tiempo, y que ahora volvería a casa y la encontraría allí, deseando saber qué había aprendido en su primer día como aprendiz en el taller... Respiró hondo y prefirió dejar de pensarlo, o se iba a echar a llorar él también. Escuchó a Aaron y su afirmación le hizo reír con ternura, pero se le llenaron los ojos de lágrimas que no llegó a derramar. - ¿Ahora soy "el tío que te enseñó a jugar al backgammon?" - Ambos rieron y él añadió. - Bueno, me enorgullece ser recordado por quien te enseñó algo de lo mucho que tengo que enseñar. - No me tires de la lengua... - Erin escondió una risita tras la mano y dijo. - Sobrino, si está Vivi delante, te arrepientes de haber dicho eso. - Te lo garantizo. - Corroboró Aaron. Marcus, cómico, señaló alternativamente a uno y a otro. - No me gusta nada esta alianza Gryffindor. -
Aaron continuó, cargando de nuevo el ambiente de emotividad. La respuesta de Alice fue lo que le activó la alarma, y miró a su abuela de reojo. Alice no podía estar pensando eso en serio. Él era pequeño, no es como que tuviera muchísimos datos, pero estaba seguro de que Janet fue absolutamente feliz, y de que los Gallia hicieron todo lo que estuvo en su mano por ella... o eso quería creer, le habían dicho tantas veces que veía la realidad como le interesaba que ya no sabía qué pensar. Dejó que fueran sus abuelos quienes intervinieran y escuchó con atención, compartiendo entretanto una mirada entristecida con Aaron y con su tía. La intervención de esta última fue definitiva para que Alice rompiera a llorar.
Se secó rápidamente las lágrimas y notó una mano afectuosa en el hombro. - A cada día que pasa... entiendo más cosas. - Le dijo Aaron en voz baja, confidencialmente. - No eres solo el tío que me enseñó backgammon. - Sonrió levemente. - Aspiro a encontrar a alguien que me quiera como tú quieres a mi prima. - Respiró hondo, mirándole con los ojos anegados, sin saber qué decir. El otro hizo un gesto, como si no hiciera falta que dijera nada. Mejor, porque quería recomponerse y acercarse a su novia sin estar hecho un mar de lágrimas.
Se giró hacia Alice, un poco más sereno, justo cuando ella le miraba a él. Tomó su mano y sonrió. - Siempre de la mano. Uno al lado del otro. - Se llevó sus lágrimas con el pulgar mientras añadía. - Aunque como Ravenclaws nos pese reconocerlo... no todo es estudiar. No todo está en los libros. Y no es más sabio quien más lee, sino quien más aprende de su vida y sus experiencias. - La miró a los ojos. - Somos una transmutación en nosotros mismos. Cada vez que comprendemos algo, que interiorizamos algo, que sentimos algo con intensidad... nuestra quintaesencia se transforma con nosotros y mejora. - Sonrió más. - Y por eso no hay nadie mejor que tú para hacer esta aventura, ni mejor compañera de viaje que pudiera tener. - Apretó sus manos y, mirando a los demás, dijo. - Nos vamos a Irlanda. La isla esmeralda nos espera. -
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
Rebañó lo que le quedaba en el plato y se relamió. — Oye, esto me ha encantado, ¿dices que es japonés? ¿Y seguro que está crudo? — Aaron asintió. — Es sushi, y sí, está crudo, pero buenísimo, y eso que te acabas de terminar son noodles. Tus tías se saben todos los restaurantes del mundo que traen comida a casa, y todo está de muerte. — Ya en lo sano que sea cada cosa no vamos a entrar. — Dijo Vivi, apuntando a los platos con pereza desde la mesa para que se fueran recogiendo. Alice se reclinó en el asiento y miró a su primo. — ¿Tú estás seguro de que esto va a ser una despedida? Mira que Ethan es un dramático. — Aaron se encogió de hombros y negó con la cabeza. — Todos decís eso, pero cuando se lo dije se lo tomó bastante bien, y me dijo que ya que habíamos descubierto su sitio secreto qué mejor que dar una macro fiesta, antes de que volváis a hacer cosas aburridas. — Vivi rio entre dientes, y Alice parecía que estaba oyendo el tono de Ethan. Suspiró y negó con la cabeza. — A mí me dijeron que era una escapada al campo, no me he venido con ropa se fiesta, es más, me he traído mi sudadera rosita para la noche, que en el campo hace frío. — Vivi la señaló apretando los labios. — Señoras y señores, mi sobrina, dieciocho años, nació la más vieja de los Gallia. — Aaron se rio también, y justo salió Erin de la habitación con un montón de prendas de ropa.
— ¡Alice! ¿Vais a ir a humedales irlandeses? — Ella miró a su novio, que seguía degustando el sushi, y se rio. — Yo creo que no es ese justamente el objetivo del viaje, fíjate. — La mujer se encogió de hombros como diciendo “y yo qué sé a dónde van los alquimistas”, y aun así se puso a enseñarle las piezas de ropa. — Pues es una pena, porque estas botas son antianguilas, no te pueden electrocutar, y bueno tienen hechizos repelentes de todo tipo y… — ¿Eso del estampado son kelpies? — Preguntó Aaron señalando las botas. Erin las miró como si las mirara por primera vez. — Pues sí, ¿qué pasa? Son botas para sumergir el pie, ¿por qué no iban a tener kelpies? — Y todos estallaron en risas. — Bueno, ¿me vais a hacer caso, o qué? A ver, te voy a dar un par de impermeables con hechizos MUY resistentes, y luego puedo dejarte un plumas que tiene también un hechizo por dentro que… Espera, ¿hasta cuando vais a estar? — Otra vez cruzó la mirada con su novio, y notó cómo todos (menos claramente Erin, que estaba ocupada en prestarle medio armario) se tensaron. Carraspeó un poco. — No lo sabemos aún, pero en invierno nos quedamos seguro. — Vale, pues entonces este plumas te va a venir de vicio, porque es de plumas de ave de trueno que… — Y todos, por el bien común, la dejaron continuar, asintiendo a todos los consejos sobre climatología y criaturas en Irlanda.
Fue cuando ya estaban recogiendo todo para irse, cuando su tía se acercó a ella. — Anda, deja que tu tata te preste algo de lo que entiende más que la otra que es irse a una fiesta al campo. — De verdad que con la sudadera voy bien, si es que no me voy a poner otra cosa… — Pero bueno, se dejó llevar, porque sabía que era una excusa de su tata para retirarse un poco. Sacó un jersey gris con brillos muy bonito y se lo puso delante, como si lo estuviera midiendo. — Esto está mejor de lo que pensaba. — ¿El conjunto de de la sudadera y los leggins? — Vivi chasqueó la lengua. — Lo de vivir aquí y poder hacer estas cosas con normalidad, que vengáis a comer, estemos juntos, nos riamos… — Alice suspiró. — ¿Qué pasa? — Su tía abrió mucho los ojos. — ¡Que no pasa nada! Solo es que… Os vais los tres… Y Erin y yo somos jóvenes, no queremos quedarnos con los padres solas. — Dijo con una risa al final, decidiéndose definitivamente por el jersey. — Podéis venir a Irlanda… — Tragó saliva. — Al menos cuando estemos ya asentados, y no nos vamos hasta dentro de un mes. — Suspiró y se mordió el labio. — Tata, ¿sabes todas esas veces que me has preguntado qué podías hacer por mí? — Vivi se quedó mirándola, esperando lo que venía a continuación. — Pues apóyame en esto. Házmelo fácil. Necesito irme a Irlanda, sanarme, concentrarme… Evita que esto se convierta en un drama familiar, por favor, y ponte de mi lado. — La mujer asintió y le acicaló el pelo. — Que sí, pajarito. Claro que te apoyo. Perdóname. De verdad que es que me da pánico quedarme otra vez rodeada de viejos, solo esqueletos os voy a echar de menos. — Y ambas se rieron.
Un jersey, unos botines de tacón y más maquillaje del que se había puesto al salir de casa después, Alice se unió a los chicos y Erin en el salón y dijo. — Bueno, ya sí que por lo visto tengo el aprobado Gallia modelo fiesta en la campiña inglesa, podemos irnos. — Miró a Aaron. — ¿Nos apareces tú? Solo hemos ido una vez en escoba. — No lo recomendaría yo hoy, hay muchísima niebla y humedad… — Aportó Erin dirigiendo la mirada hacia la ventana. — Igual te pedimos las botas de kelpies al final. — Pinchó Aaron, y otra vez les dio la risa, ante una Erin fingiéndose ofendida. Y aprovechando ese tirón de las risas, cogió las cosas y le dio la mano a Marcus y se enganchó al brazo de Aaron para aparecerse.
— ¡Alice! ¿Vais a ir a humedales irlandeses? — Ella miró a su novio, que seguía degustando el sushi, y se rio. — Yo creo que no es ese justamente el objetivo del viaje, fíjate. — La mujer se encogió de hombros como diciendo “y yo qué sé a dónde van los alquimistas”, y aun así se puso a enseñarle las piezas de ropa. — Pues es una pena, porque estas botas son antianguilas, no te pueden electrocutar, y bueno tienen hechizos repelentes de todo tipo y… — ¿Eso del estampado son kelpies? — Preguntó Aaron señalando las botas. Erin las miró como si las mirara por primera vez. — Pues sí, ¿qué pasa? Son botas para sumergir el pie, ¿por qué no iban a tener kelpies? — Y todos estallaron en risas. — Bueno, ¿me vais a hacer caso, o qué? A ver, te voy a dar un par de impermeables con hechizos MUY resistentes, y luego puedo dejarte un plumas que tiene también un hechizo por dentro que… Espera, ¿hasta cuando vais a estar? — Otra vez cruzó la mirada con su novio, y notó cómo todos (menos claramente Erin, que estaba ocupada en prestarle medio armario) se tensaron. Carraspeó un poco. — No lo sabemos aún, pero en invierno nos quedamos seguro. — Vale, pues entonces este plumas te va a venir de vicio, porque es de plumas de ave de trueno que… — Y todos, por el bien común, la dejaron continuar, asintiendo a todos los consejos sobre climatología y criaturas en Irlanda.
Fue cuando ya estaban recogiendo todo para irse, cuando su tía se acercó a ella. — Anda, deja que tu tata te preste algo de lo que entiende más que la otra que es irse a una fiesta al campo. — De verdad que con la sudadera voy bien, si es que no me voy a poner otra cosa… — Pero bueno, se dejó llevar, porque sabía que era una excusa de su tata para retirarse un poco. Sacó un jersey gris con brillos muy bonito y se lo puso delante, como si lo estuviera midiendo. — Esto está mejor de lo que pensaba. — ¿El conjunto de de la sudadera y los leggins? — Vivi chasqueó la lengua. — Lo de vivir aquí y poder hacer estas cosas con normalidad, que vengáis a comer, estemos juntos, nos riamos… — Alice suspiró. — ¿Qué pasa? — Su tía abrió mucho los ojos. — ¡Que no pasa nada! Solo es que… Os vais los tres… Y Erin y yo somos jóvenes, no queremos quedarnos con los padres solas. — Dijo con una risa al final, decidiéndose definitivamente por el jersey. — Podéis venir a Irlanda… — Tragó saliva. — Al menos cuando estemos ya asentados, y no nos vamos hasta dentro de un mes. — Suspiró y se mordió el labio. — Tata, ¿sabes todas esas veces que me has preguntado qué podías hacer por mí? — Vivi se quedó mirándola, esperando lo que venía a continuación. — Pues apóyame en esto. Házmelo fácil. Necesito irme a Irlanda, sanarme, concentrarme… Evita que esto se convierta en un drama familiar, por favor, y ponte de mi lado. — La mujer asintió y le acicaló el pelo. — Que sí, pajarito. Claro que te apoyo. Perdóname. De verdad que es que me da pánico quedarme otra vez rodeada de viejos, solo esqueletos os voy a echar de menos. — Y ambas se rieron.
Un jersey, unos botines de tacón y más maquillaje del que se había puesto al salir de casa después, Alice se unió a los chicos y Erin en el salón y dijo. — Bueno, ya sí que por lo visto tengo el aprobado Gallia modelo fiesta en la campiña inglesa, podemos irnos. — Miró a Aaron. — ¿Nos apareces tú? Solo hemos ido una vez en escoba. — No lo recomendaría yo hoy, hay muchísima niebla y humedad… — Aportó Erin dirigiendo la mirada hacia la ventana. — Igual te pedimos las botas de kelpies al final. — Pinchó Aaron, y otra vez les dio la risa, ante una Erin fingiéndose ofendida. Y aprovechando ese tirón de las risas, cogió las cosas y le dio la mano a Marcus y se enganchó al brazo de Aaron para aparecerse.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
- Tengo que decir. - Declaró Marcus, aún con la boca llena. Porque él, que era todo protocolo, lo pasaba por alto cuando se trataba de comida. - Que, después de muchas acusaciones sin fundamento a lo largo de mi vida sobre que me comería hasta las cosas crudas... ahora, puede decirse empíricamente hablando. Me gustan las cosas crudas. - Eso hizo reír a los presentes. Se estaba poniendo hasta arriba de sushi y de todo lo que habían traído. Porque no tenía en vistas ir a Japón en breves, suficiente tenía con la vuelta de Nueva York y la próxima partida a Irlanda. Pero había llegado a pensárselo si toda la comida iba a ser así.
Estaba tan imbuido en comer que se perdió absolutamente todas las conversaciones. No dejaba de degustar cada uno de los platos y hacer soniditos de afirmación como si cada vez que se lo llevara a la boca fuera la primera. De hecho, en un momento determinado entró su tía Erin en la estancia y ni la vio, estaba demasiado ocupado en comer. En un momento determinado, Alice cruzó la mirada con él... y se dio cuenta de que todos estaban en silencio. Miró a los lados, moviendo solo los ojos. ¿Habían dicho algo de él? No, no parecía ir sobre él el tema. Quizás debería no concentrarse tantísimo en comer, pasaban las cosas a su alrededor y no se enteraba. Asintió cuando se ubicó. - Claro, ya tenemos hasta planes navideños allí. - Dijo con una sonrisa satisfecha, ajeno a todo drama.
Cuando Alice se fue con Violet, él estaba aún rebañando la comida. En medio de su nueva concentración, sintió un golpe en la coronilla que le hizo encogerse. - ¡Au! - Aaron le había pegado con un palillo. Daño no le había hecho ninguno, había sido más la impresión y, por supuesto, el descaro. - Estás pegando a un futuro alquimista. - Pues se te escapan las mejores, futuro alquimista. - El chico comprobó que Alice y Violet no estaban por allí. - Aparte de perderte un dato que te va a encargar sobre meter la pierna hasta la ingle en las aguas llenas de kelpies de Irlanda... - ¿Cómo? - ...Tu novia estaba considerablemente incómoda. Estoy convencido de que, si le preguntas ahora, diría que no se quiere volver nunca de Irlanda. Y apuesto todo mi dinero recién heredado a que Violet se la ha llevado de aquí para sonsacarle sobre eso. - Es trampa apostar siendo legeremante. - Si tú lo fuera no te serviría de nada teniendo en cuenta la burbuja en la que te metes mientras comes. - Al menos le concedo privacidad a la gente. - Aaron soltó fuertemente aire por la boca, alzando los ojos. - No voy a echar nada de menos pelearme dialécticamente conmigo. - Marcus puso una graciosa sonrisilla y respondió. - Claro que sí. -
Miró a su novia al bajar con leve sorpresa. - ¡Eh! Te has puesto aún más guapa. - Chasqueó la lengua. - Si lo llego a saber... - Pero el comentario sobre las botas de kelpie le hizo mirar a su tía con el ceño fruncido. - Es broma ¿no? - Le estaba viendo esa cara neutra que ponía cuando no entendía quién podía considerar que bromeaba cuando no podía estar hablando más en serio, y de verdad que no necesitaba esa información. No hoy, al menos. - En fin. Mil gracias por la comida, estaba deliciosa. - Ya sabéis dónde encontrarnos. - Se despidió Violet, guiñándoles un ojo. Dicho eso, se agarraron a Aaron y se aparecieron en la casa de campo de Ethan.
No era un kelpie, pero casi sale corriendo en dirección contraria ante semejante recibimiento que no esperaba. - No se puede ser así... - Suspiró Aaron, quien, a pesar de la queja, a diferencia de Marcus, se estaba escondiendo una sonrisilla porque en el fondo le debía estar gustando. Marcus no sabía ni qué estaba viendo. - ¿Pero qué...? - ¿¿Qué cojones?? - Oyó a Sean de fondo, junto con un estallido de Hillary en carcajadas. No era así como había imaginado que se reencontraría con sus amigos. Debió imaginarlo estando Ethan en juego. Con un enorme estallido de rayos arcoíris, el unicornio gigante que estaba proyectado justo delante de ellos relinchó, alzando las patas, y empezó a correr en círculos a su alrededor. - Mi boggart está a punto de cambiar. - Dijo Sean, que no perdía el desconcierto en la cara. Para terminar de asustarles, la voz de Ethan sonó atronadora no sabían desde dónde, haciéndoles dar un respingo. - BIENVENIDOS A LA QUEERHOUSE, MIS QUERIDOS PUTONES. OS HABLA VUESTRA ANFITRIONA. - Marcus frunció los labios y miró a Alice. ¿Era necesario esto? ¿De verdad lo crees? De verdad, no era ni medio serio.
Pero antes de poder protestar, notó como alguien le empujaba contra Alice y les enganchaba en un fuerte abrazo a los dos. - Sois los mejores. Os he echado tantísimo de menos. Me moría por veros. - Dijo Hillary de corazón, ahora que había dejado de reírse. Marcus devolvió el abrazo. - Y nosotros a ti, letrada. Aunque sea en esta locura de sitio. - La chica rio emocionada, sin soltarles, y el momento se volvió mucho más emotivo... hasta que la voz de Ethan volvió a tronar. - DECIDME QUE YA HA LLEGADO LA PUTA DE LA OLY Y LA MINISTRA QUE NO QUIERO REPETIRME, QUE VAYA EL TRABAJO QUE ME HA COSTADO HACER EL UNICORNIO. -
Estaba tan imbuido en comer que se perdió absolutamente todas las conversaciones. No dejaba de degustar cada uno de los platos y hacer soniditos de afirmación como si cada vez que se lo llevara a la boca fuera la primera. De hecho, en un momento determinado entró su tía Erin en la estancia y ni la vio, estaba demasiado ocupado en comer. En un momento determinado, Alice cruzó la mirada con él... y se dio cuenta de que todos estaban en silencio. Miró a los lados, moviendo solo los ojos. ¿Habían dicho algo de él? No, no parecía ir sobre él el tema. Quizás debería no concentrarse tantísimo en comer, pasaban las cosas a su alrededor y no se enteraba. Asintió cuando se ubicó. - Claro, ya tenemos hasta planes navideños allí. - Dijo con una sonrisa satisfecha, ajeno a todo drama.
Cuando Alice se fue con Violet, él estaba aún rebañando la comida. En medio de su nueva concentración, sintió un golpe en la coronilla que le hizo encogerse. - ¡Au! - Aaron le había pegado con un palillo. Daño no le había hecho ninguno, había sido más la impresión y, por supuesto, el descaro. - Estás pegando a un futuro alquimista. - Pues se te escapan las mejores, futuro alquimista. - El chico comprobó que Alice y Violet no estaban por allí. - Aparte de perderte un dato que te va a encargar sobre meter la pierna hasta la ingle en las aguas llenas de kelpies de Irlanda... - ¿Cómo? - ...Tu novia estaba considerablemente incómoda. Estoy convencido de que, si le preguntas ahora, diría que no se quiere volver nunca de Irlanda. Y apuesto todo mi dinero recién heredado a que Violet se la ha llevado de aquí para sonsacarle sobre eso. - Es trampa apostar siendo legeremante. - Si tú lo fuera no te serviría de nada teniendo en cuenta la burbuja en la que te metes mientras comes. - Al menos le concedo privacidad a la gente. - Aaron soltó fuertemente aire por la boca, alzando los ojos. - No voy a echar nada de menos pelearme dialécticamente conmigo. - Marcus puso una graciosa sonrisilla y respondió. - Claro que sí. -
Miró a su novia al bajar con leve sorpresa. - ¡Eh! Te has puesto aún más guapa. - Chasqueó la lengua. - Si lo llego a saber... - Pero el comentario sobre las botas de kelpie le hizo mirar a su tía con el ceño fruncido. - Es broma ¿no? - Le estaba viendo esa cara neutra que ponía cuando no entendía quién podía considerar que bromeaba cuando no podía estar hablando más en serio, y de verdad que no necesitaba esa información. No hoy, al menos. - En fin. Mil gracias por la comida, estaba deliciosa. - Ya sabéis dónde encontrarnos. - Se despidió Violet, guiñándoles un ojo. Dicho eso, se agarraron a Aaron y se aparecieron en la casa de campo de Ethan.
No era un kelpie, pero casi sale corriendo en dirección contraria ante semejante recibimiento que no esperaba. - No se puede ser así... - Suspiró Aaron, quien, a pesar de la queja, a diferencia de Marcus, se estaba escondiendo una sonrisilla porque en el fondo le debía estar gustando. Marcus no sabía ni qué estaba viendo. - ¿Pero qué...? - ¿¿Qué cojones?? - Oyó a Sean de fondo, junto con un estallido de Hillary en carcajadas. No era así como había imaginado que se reencontraría con sus amigos. Debió imaginarlo estando Ethan en juego. Con un enorme estallido de rayos arcoíris, el unicornio gigante que estaba proyectado justo delante de ellos relinchó, alzando las patas, y empezó a correr en círculos a su alrededor. - Mi boggart está a punto de cambiar. - Dijo Sean, que no perdía el desconcierto en la cara. Para terminar de asustarles, la voz de Ethan sonó atronadora no sabían desde dónde, haciéndoles dar un respingo. - BIENVENIDOS A LA QUEERHOUSE, MIS QUERIDOS PUTONES. OS HABLA VUESTRA ANFITRIONA. - Marcus frunció los labios y miró a Alice. ¿Era necesario esto? ¿De verdad lo crees? De verdad, no era ni medio serio.
Pero antes de poder protestar, notó como alguien le empujaba contra Alice y les enganchaba en un fuerte abrazo a los dos. - Sois los mejores. Os he echado tantísimo de menos. Me moría por veros. - Dijo Hillary de corazón, ahora que había dejado de reírse. Marcus devolvió el abrazo. - Y nosotros a ti, letrada. Aunque sea en esta locura de sitio. - La chica rio emocionada, sin soltarles, y el momento se volvió mucho más emotivo... hasta que la voz de Ethan volvió a tronar. - DECIDME QUE YA HA LLEGADO LA PUTA DE LA OLY Y LA MINISTRA QUE NO QUIERO REPETIRME, QUE VAYA EL TRABAJO QUE ME HA COSTADO HACER EL UNICORNIO. -
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
Estaba aún acostumbrándose al aire húmedo y neblinoso del campo y estabilizándose después de la aparición cuando se vio invadida por luces de colores y la atronadora voz de Ethan. — ¿Pero de dónde sale la voz? — Preguntó, sobreestimulada por lo que estaba viendo, pero ya partida de risa mientras miraba a su novio y veía su reacción. Y entre sus risas, pudo oír una de las cenicidades de Sean y poco menos y se vio arrastrada por el huracán Hillary en un segundo, mientras aún intentaba procesar todo aquello y sus propias emociones, se fundió en un abrazo con su amiga. — Mi Hills. — Dijo emocionada, estrechándola contra sí. — No me puedo creer que por fin estemos aquí. — Eso sí, le dio la risa al escuchar de nuevo a Ethan, una risa incontrolable y sincera que hacía mucho que no le salía. — Y por lo visto somos los primeros. — Se separó de la chica y se acercó a Sean, que le dio un abrazo mucho más sosegado, pero cargado de emociones. — Menos mal que ya estáis aquí. La vida se ha hecho muy cuesta arriba sin vosotros, te lo aseguro. — Ella le estrechó a él también y dijo. — Ni te imaginas cómo ha sido sin vosotros. Queda demostrado que no podemos separarnos. —
Y justo fue separarse de Sean y aparecer allí, como una tromba Oly y más gente. Supo que era Oly porque Ethan pegó un grito en aquella clase de megafonía y activó de nuevo el encantamiento, y debió hacerlo más fuerte que antes porque brilló y relinchó más, mientras repetía la misma bienvenida, solo que ahora coreada por Oly gritando. — ¡AY QUE GUAAAAAAY! ¡FÍJATE QUE DE COLORES, KY, CARIÑO! ¿LOS VES? — Kyla estaba estabilizándose, porque deducía que era Oly justamente quien les había aparecido, y Andrew la estaba ayudando. — ¿Estás bien? — Ay, sí sí, cariño lo veo… — Entornó los ojos y miró a Andrew resoplando, y Alice solo pudo sonreír emocionada. Ahí estaban sus amigos, aunque le faltara alguno, solo podía estar feliz de verlos siendo ellos. — ¿Pero de dónde está hablando? — Preguntaba Hillary entre risas. — ¿PUEDO SUBIRME EN EL UNICORNIO? — Decía Oly persiguiendo al espectro, mientras Alice miraba por dónde podía colarse para saludarlos a todos.
Y entonces oyó a su espalda. — ¿Gal? — Y se giró lentamente, parpadeando. — ¿Jackie? — Preguntó sorprendida al detectar a su prima. Corrieron a abrazarse, mientras ella no salía de su asombro y Darren zarandeaba a Theo diciendo. — ¡AY MIS CUÑADITOS! ¡CÓMO LES HE ECHADO DE MENOS! — Y ambos corrían también hacia ella. — ¿Pero qué hacéis aquí? — Preguntó emocionada, sepultada entre tantos brazos. — Nena, ¿qué te crees? Si es una fiesta en la Queer House tengo que invitar a buenorros. — Soltó Ethan, apareciendo por fin. Como Jackie y Darren no se le soltaban tuvo que saludarlo con una gran sonrisa. — Pues te lo agradezco de veras. — Agradécemelo prestándome a ese bombón. Mejor a esos dos, me parece que te pertenecen de una u otra forma. — Dijo señalando a Marcus y Aaron. — ¡A VER, ZORRAS! ¡ABRAZO A MÍ TAMBIÉN! — Dijo levantando mucho la voz y los brazos. Ella aprovechó para mirar a su prima y decirle. — No esperaba verte aquí, Jackie, pero no me puedo alegrar más. — La chica se sonrojó y miró a Theo con cara de ilusión. — Bueno es que Theo me lo dijo y… — Y nos parecía un buen momento para que Jackie conociera a los chicos y… — ¡AY QUE TODOS SOMOS FAMILIA! — Bramó Darren, aún agarrándola de la cintura. Por el fondo apareció Oly, que se había cansado de perseguir al unicornio, con Kyla y Andrew detrás, y ella no podía parar de sonreír. — Pues claro que sí. No se me ocurre mejor circunstancia para decirlo y que conozcas a todo. — ¡GAAAAAL! — Ay, menos mal, ya ha encontrado otra cosa. — Masculló Kyla sin resuello, ante el saludo de su novia, y Alice las recibió a ambas, con muchos besos de Oly en su mejilla y la sincera y emocionada mirada de su amiga Kyla. No se daba cuenta de cuánto las había necesitado hasta ese momento.
— ¡Hoy la temática de nuestras auras es familia! ¡Lo veo! — Exclamó la Hufflepuff, y entonces Ethan regresó, agitando la mano con el dedo en alto. — PERDONA, PERDONA, PUTÓN, que te me has venido arriba porque te he hecho un unicornio. — Chasqueó la lengua y se enganchó del cuello de Aaron. — La temática de mi fiesta es justas o pecadoras. — Levantó la varita y apuntó a la chica. — ¿Tú que quieres ser? — ¿Yo? Justa siempre. — Ethan suspiró y entornó los ojos, pero lanzó un hechizo directamente a Oly, que transformó todas sus ropas al blanco. — Ahí dentro tienes coronitas y alitas. Las pecadoras, como podéis apreciar, vamos de negro y llevamos... Otras cositas. — Como Chanel. — Aportó Jackie, con media sonrisa maliciosa. — Me gusta esa Gallia. Porque esta es Gallia número dos, si no me equivoco. — Contestó Ethan acercándose a su prima. — Número uno, llegué antes que ella. — Esa salida hizo reír a Ethan. — Me encanta. Tú pecadora, claro. — Y la hechizó, volviendo toda su ropa negra. — Id pensando qué vais a ser, porque habrá juegos, retos, coas que podréis beber o no… En base a lo que elijáis. — Le guiñó el ojo y dijo. — Qué bien nos lo vamos a pasar sin prefectos y sin horas, queridos. La Queerhouse es lo mejor y por eso habéis venido a mí nada más llegar y lo sabéis. —
Y justo fue separarse de Sean y aparecer allí, como una tromba Oly y más gente. Supo que era Oly porque Ethan pegó un grito en aquella clase de megafonía y activó de nuevo el encantamiento, y debió hacerlo más fuerte que antes porque brilló y relinchó más, mientras repetía la misma bienvenida, solo que ahora coreada por Oly gritando. — ¡AY QUE GUAAAAAAY! ¡FÍJATE QUE DE COLORES, KY, CARIÑO! ¿LOS VES? — Kyla estaba estabilizándose, porque deducía que era Oly justamente quien les había aparecido, y Andrew la estaba ayudando. — ¿Estás bien? — Ay, sí sí, cariño lo veo… — Entornó los ojos y miró a Andrew resoplando, y Alice solo pudo sonreír emocionada. Ahí estaban sus amigos, aunque le faltara alguno, solo podía estar feliz de verlos siendo ellos. — ¿Pero de dónde está hablando? — Preguntaba Hillary entre risas. — ¿PUEDO SUBIRME EN EL UNICORNIO? — Decía Oly persiguiendo al espectro, mientras Alice miraba por dónde podía colarse para saludarlos a todos.
Y entonces oyó a su espalda. — ¿Gal? — Y se giró lentamente, parpadeando. — ¿Jackie? — Preguntó sorprendida al detectar a su prima. Corrieron a abrazarse, mientras ella no salía de su asombro y Darren zarandeaba a Theo diciendo. — ¡AY MIS CUÑADITOS! ¡CÓMO LES HE ECHADO DE MENOS! — Y ambos corrían también hacia ella. — ¿Pero qué hacéis aquí? — Preguntó emocionada, sepultada entre tantos brazos. — Nena, ¿qué te crees? Si es una fiesta en la Queer House tengo que invitar a buenorros. — Soltó Ethan, apareciendo por fin. Como Jackie y Darren no se le soltaban tuvo que saludarlo con una gran sonrisa. — Pues te lo agradezco de veras. — Agradécemelo prestándome a ese bombón. Mejor a esos dos, me parece que te pertenecen de una u otra forma. — Dijo señalando a Marcus y Aaron. — ¡A VER, ZORRAS! ¡ABRAZO A MÍ TAMBIÉN! — Dijo levantando mucho la voz y los brazos. Ella aprovechó para mirar a su prima y decirle. — No esperaba verte aquí, Jackie, pero no me puedo alegrar más. — La chica se sonrojó y miró a Theo con cara de ilusión. — Bueno es que Theo me lo dijo y… — Y nos parecía un buen momento para que Jackie conociera a los chicos y… — ¡AY QUE TODOS SOMOS FAMILIA! — Bramó Darren, aún agarrándola de la cintura. Por el fondo apareció Oly, que se había cansado de perseguir al unicornio, con Kyla y Andrew detrás, y ella no podía parar de sonreír. — Pues claro que sí. No se me ocurre mejor circunstancia para decirlo y que conozcas a todo. — ¡GAAAAAL! — Ay, menos mal, ya ha encontrado otra cosa. — Masculló Kyla sin resuello, ante el saludo de su novia, y Alice las recibió a ambas, con muchos besos de Oly en su mejilla y la sincera y emocionada mirada de su amiga Kyla. No se daba cuenta de cuánto las había necesitado hasta ese momento.
— ¡Hoy la temática de nuestras auras es familia! ¡Lo veo! — Exclamó la Hufflepuff, y entonces Ethan regresó, agitando la mano con el dedo en alto. — PERDONA, PERDONA, PUTÓN, que te me has venido arriba porque te he hecho un unicornio. — Chasqueó la lengua y se enganchó del cuello de Aaron. — La temática de mi fiesta es justas o pecadoras. — Levantó la varita y apuntó a la chica. — ¿Tú que quieres ser? — ¿Yo? Justa siempre. — Ethan suspiró y entornó los ojos, pero lanzó un hechizo directamente a Oly, que transformó todas sus ropas al blanco. — Ahí dentro tienes coronitas y alitas. Las pecadoras, como podéis apreciar, vamos de negro y llevamos... Otras cositas. — Como Chanel. — Aportó Jackie, con media sonrisa maliciosa. — Me gusta esa Gallia. Porque esta es Gallia número dos, si no me equivoco. — Contestó Ethan acercándose a su prima. — Número uno, llegué antes que ella. — Esa salida hizo reír a Ethan. — Me encanta. Tú pecadora, claro. — Y la hechizó, volviendo toda su ropa negra. — Id pensando qué vais a ser, porque habrá juegos, retos, coas que podréis beber o no… En base a lo que elijáis. — Le guiñó el ojo y dijo. — Qué bien nos lo vamos a pasar sin prefectos y sin horas, queridos. La Queerhouse es lo mejor y por eso habéis venido a mí nada más llegar y lo sabéis. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
Estaban tan sobrepasados por aquel festival de luces y encantamientos, así como por Ethan partiéndoles los tímpanos, que apenas pudo saludar a su amigo, con las ganas que tenía de verle. De hecho, tras dejarse abrazar por Hillary, se fue a acercar a Sean y fue arrollado por una Oly desatada. Eso sí que le hizo reír, y ver a Kyla tras ella, más aún.
Saludó a Andrew, muerto de risa, riendo más aún porque Sean no dejaba de comentar que no daba crédito de lo que veía, y Oly de perseguir al unicornio. Le había echado para atrás al verlo pero solo por la reacción de la Hufflepuff había merecido la pena, y lo cierto era... que le apetecía mucho reírse y estar a gusto con sus amigos, después de todo lo pasado. La siguiente llegada le hizo especial ilusión, y mientras Alice abrazaba a Jackie, Marcus se fue hacia Darren. - ¡¡Cuñadooooo!! - ¡¡¡Aaaay qué es esto qué le han hecho al prefecto!!! - Clamó Darren muerto de risa mientras Marcus le daba vueltas en el aire, porque le había agarrado y levantado del suelo con total alegría, aunque con un pinchacito en el pecho por no estar allí Lex para verlo. - Te he echado de menos. Un montón. - Dijo de corazón, ya dejándole en su sitio, y escuchó como el otro, emocionado, respondía. - Ay, no empecemos ¿eh? Que no venía yo hoy pensando llorar. - Se separó riéndose y saludó con afecto a Theo. - Gracias. - Le dijo, aún en el abrazo. El otro, separándose, le miró extrañado. - ¿Seguro que no querías decir "hola"? - Eso también. Hola. - Dijo entre risas, pero luego le puso una mirada significativa. Sabía que el chico, a pesar del poquísimo tiempo que llevaba con Jackie (si casi ni era oficial del todo cuando se fueron) había estado muy presente para William y los Gallia todo el tiempo que estuvieron en Nueva York. Qué menos que agradecérselo.
Alice estaba un tanto sepultada en abrazos cuando llegó Ethan. Suspiró, rodando los ojos, pero sin poder evitar sonreír. Tratando de no hacer mucho caso a Ethan, se abrió paso como pudo aprovechando que el foco de atención se ponía en Oly y le dio un par de toquecitos en el hombro a Jackie. - Jacqueline. - La chica, con los ojos brillantes, alzó una ceja. - Pero si es el caballero de la bella armadura. - Me tomaré como un piropo lo de la bella armadura. - Y se abrazaron, riendo y emocionados por verse. Saludó también y con cariño a Kyla y Oly, sin dejar de reír por lo diferentes de las reacciones de ambas, tras lo cual Ethan les informó sobre la temática de su fiesta. Se frotó la frente. Si es que no sabía ni de qué se sorprendía...
- ¿Cómo que sin prefectos? - Reaccionó, a lo que Kyla le siguió con una fuerte carcajada mientras Ethan le señalaba con un dedo. - Mira, O'Donnell, no me vayas a tocar los huevos desde ya. Que he visto cómo abrazabas a todo el mundo menos a mí. - Es que no me lo pones fácil. - ¡¡AY EL PADRE QUE LO TRAJO, PORQUE A SU MADRE NO ME ATREVO NI A MENTARLA!! - Todos reían a carcajadas con la indignación del Slytherin cuando, atropelladamente, una escoba a gran velocidad que más parecía querer atentar contra ellos que visitarles, sobrevoló sus cabezas peligrosamente y fue a pararse con una inesperada precisión dada la violencia del vuelo justo a su lado. - ¡Jolín, Peter, te dije que despacito! - Se quejó Poppy, pero nada más alzar la vista y verles, saltó hacia Alice. - ¡¡¡ALICE!!! ¡¡¡MARCUS!!! - Se lanzó primero hacia la chica y hacia él, con toda esa energía post-vuelo que traía, se fue Peter. Eso sí que casi le hace salir corriendo. - ¡¡¡MIS HÉROES!!! ¡¡¡DÓNDE ESTÁ ESE NIÑO QUE YO LO VEA Y LE DE UNAS BUENAS VUELTAS DE BIENVENIDA EN ESCOBA!!! - En el colegio, Peter. - Dijo Marcus entre risas, aún presa del abrazo estrangulador de su amigo. El chico le soltó de golpe, mirándole sin dar crédito. - ¿¿Ya?? ¿¿Tan pronto?? ¿¿Pero por qué?? - Tío, el curso empezó el día uno. - Ayudó Sean, tampoco pudiendo evitar reír. - ¡Ya, tío, pero yo qué sé, unas vacaciones o algo, pobrecillo! - Mejor se lo tomaba a risa.
- ¡Bueno, para dentro de la Queerhouse he dicho! - ¿La qué? - ¡Que encima que me llegan tardes y despeinados, me retrasan la fiesta y se pierden al unicornio! - ¿¿Hay un unicornio?? - Ethan había lanzado su discurso a pesar de las dos interrupciones, la de Peter y Poppy respectivamente. El otro, caminando, decía. - A la zorrita, a pesar del mote, ni le pregunto si quiere ser justa o pecadora. Haced las tías lo que os de igual, de verdad os digo, mientras me dejéis a algún pecador entre los maromos... - Yo soy un justo caballero, no creo que haga falta decirlo. - Comentó, con ganas de picarle, Marcus, alzando las palmas. El otro le miró con desprecio. - Tú me tienes contento, vaya... - Hizo un gesto e invitó. - ¡¡Para dentro!! - Entre risas, todos se encaminaron hacia allá... Pero a Marcus se le había quedado algo pendiente.
Aprovechando que todos avanzaban y charlaban entre sí, agarró ligeramente el brazo de Sean, como si quisiera detenerle en el sitio. Le miró en silencio cuando se detuvo y, con una sonrisa leve, le abrazó con fuerza, y notó el abrazo de vuelta. - No había ni un solo día que no nos acordáramos de vosotros. Te lo juro. - Le dijo su amigo. Tragó saliva y respondió. - Lo mismo digo... Gracias por estar ahí. Aun sin estarlo. - Se soltaron y, con una sonrisa afable y la mano en su hombro, Sean respondió. - Siempre, amigo. -
Saludó a Andrew, muerto de risa, riendo más aún porque Sean no dejaba de comentar que no daba crédito de lo que veía, y Oly de perseguir al unicornio. Le había echado para atrás al verlo pero solo por la reacción de la Hufflepuff había merecido la pena, y lo cierto era... que le apetecía mucho reírse y estar a gusto con sus amigos, después de todo lo pasado. La siguiente llegada le hizo especial ilusión, y mientras Alice abrazaba a Jackie, Marcus se fue hacia Darren. - ¡¡Cuñadooooo!! - ¡¡¡Aaaay qué es esto qué le han hecho al prefecto!!! - Clamó Darren muerto de risa mientras Marcus le daba vueltas en el aire, porque le había agarrado y levantado del suelo con total alegría, aunque con un pinchacito en el pecho por no estar allí Lex para verlo. - Te he echado de menos. Un montón. - Dijo de corazón, ya dejándole en su sitio, y escuchó como el otro, emocionado, respondía. - Ay, no empecemos ¿eh? Que no venía yo hoy pensando llorar. - Se separó riéndose y saludó con afecto a Theo. - Gracias. - Le dijo, aún en el abrazo. El otro, separándose, le miró extrañado. - ¿Seguro que no querías decir "hola"? - Eso también. Hola. - Dijo entre risas, pero luego le puso una mirada significativa. Sabía que el chico, a pesar del poquísimo tiempo que llevaba con Jackie (si casi ni era oficial del todo cuando se fueron) había estado muy presente para William y los Gallia todo el tiempo que estuvieron en Nueva York. Qué menos que agradecérselo.
Alice estaba un tanto sepultada en abrazos cuando llegó Ethan. Suspiró, rodando los ojos, pero sin poder evitar sonreír. Tratando de no hacer mucho caso a Ethan, se abrió paso como pudo aprovechando que el foco de atención se ponía en Oly y le dio un par de toquecitos en el hombro a Jackie. - Jacqueline. - La chica, con los ojos brillantes, alzó una ceja. - Pero si es el caballero de la bella armadura. - Me tomaré como un piropo lo de la bella armadura. - Y se abrazaron, riendo y emocionados por verse. Saludó también y con cariño a Kyla y Oly, sin dejar de reír por lo diferentes de las reacciones de ambas, tras lo cual Ethan les informó sobre la temática de su fiesta. Se frotó la frente. Si es que no sabía ni de qué se sorprendía...
- ¿Cómo que sin prefectos? - Reaccionó, a lo que Kyla le siguió con una fuerte carcajada mientras Ethan le señalaba con un dedo. - Mira, O'Donnell, no me vayas a tocar los huevos desde ya. Que he visto cómo abrazabas a todo el mundo menos a mí. - Es que no me lo pones fácil. - ¡¡AY EL PADRE QUE LO TRAJO, PORQUE A SU MADRE NO ME ATREVO NI A MENTARLA!! - Todos reían a carcajadas con la indignación del Slytherin cuando, atropelladamente, una escoba a gran velocidad que más parecía querer atentar contra ellos que visitarles, sobrevoló sus cabezas peligrosamente y fue a pararse con una inesperada precisión dada la violencia del vuelo justo a su lado. - ¡Jolín, Peter, te dije que despacito! - Se quejó Poppy, pero nada más alzar la vista y verles, saltó hacia Alice. - ¡¡¡ALICE!!! ¡¡¡MARCUS!!! - Se lanzó primero hacia la chica y hacia él, con toda esa energía post-vuelo que traía, se fue Peter. Eso sí que casi le hace salir corriendo. - ¡¡¡MIS HÉROES!!! ¡¡¡DÓNDE ESTÁ ESE NIÑO QUE YO LO VEA Y LE DE UNAS BUENAS VUELTAS DE BIENVENIDA EN ESCOBA!!! - En el colegio, Peter. - Dijo Marcus entre risas, aún presa del abrazo estrangulador de su amigo. El chico le soltó de golpe, mirándole sin dar crédito. - ¿¿Ya?? ¿¿Tan pronto?? ¿¿Pero por qué?? - Tío, el curso empezó el día uno. - Ayudó Sean, tampoco pudiendo evitar reír. - ¡Ya, tío, pero yo qué sé, unas vacaciones o algo, pobrecillo! - Mejor se lo tomaba a risa.
- ¡Bueno, para dentro de la Queerhouse he dicho! - ¿La qué? - ¡Que encima que me llegan tardes y despeinados, me retrasan la fiesta y se pierden al unicornio! - ¿¿Hay un unicornio?? - Ethan había lanzado su discurso a pesar de las dos interrupciones, la de Peter y Poppy respectivamente. El otro, caminando, decía. - A la zorrita, a pesar del mote, ni le pregunto si quiere ser justa o pecadora. Haced las tías lo que os de igual, de verdad os digo, mientras me dejéis a algún pecador entre los maromos... - Yo soy un justo caballero, no creo que haga falta decirlo. - Comentó, con ganas de picarle, Marcus, alzando las palmas. El otro le miró con desprecio. - Tú me tienes contento, vaya... - Hizo un gesto e invitó. - ¡¡Para dentro!! - Entre risas, todos se encaminaron hacia allá... Pero a Marcus se le había quedado algo pendiente.
Aprovechando que todos avanzaban y charlaban entre sí, agarró ligeramente el brazo de Sean, como si quisiera detenerle en el sitio. Le miró en silencio cuando se detuvo y, con una sonrisa leve, le abrazó con fuerza, y notó el abrazo de vuelta. - No había ni un solo día que no nos acordáramos de vosotros. Te lo juro. - Le dijo su amigo. Tragó saliva y respondió. - Lo mismo digo... Gracias por estar ahí. Aun sin estarlo. - Se soltaron y, con una sonrisa afable y la mano en su hombro, Sean respondió. - Siempre, amigo. -
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
Bueno, los que faltaban, menuda entrada de Peter y Poppy, le hizo estallar en carcajadas, que se aumentaron aún más cuando Darren suspiró hondamente y puso los brazos en jarras para decir. — Aaaay cómo me gustaría que mi Lexito me llevara a mí así. — Alice negó con la cabeza y le frotó la espalda. — Ay, le echas tanto de menos que hasta te parece buena idea aparecer a esas velocidades. — Pero volvió a darle la risa al escuchar a Peter preguntar por su hermano. — Y no te lo dejaría ni de coña. — Aseguró entre risas, antes de recibir a Poppy en sus brazos y estrecharla. — Todos los McKenzie nos alegramos infinito de que esto haya acabado, mi madre me ha dicho que tenemos que ir a veros a William y a ti en cuanto… — ¡POPPY! — ¡HILLS! Ay, qué alegría verte a ti también, estás hecha toda una abogada. — Lo que estaba hecha era una lince, y Alice no podía alegrarse más de que supiera intervenir cada vez que notaba que se ponía tensa, porque eso le iba a ayudar y mucho a tener una noche como se merecía.
Entornó los ojos al comentario de Ethan y se acercó a darle la mano a Marcus con una sonrisita, metiéndose entre él y Sean. — Deduzco que mis dos caballeros van a a ser justos. Yo creo que estoy justa hoy también. — ¡JA! Y una mierda. — Saltó Ethan de lejos y hechizó a Marcus y a ella de negro y a Sean de blanco. — No te sienta bien el negro, bombón, y a ese no le dejo irse de rositas, que sé que es un pecador empedernido aunque vaya de justo. — Luego hechizó a Aaron, que iba enganchado de él. — Y mi Gryffin va de justo también. — Alice, ya metida en el juego, hechizó a Hillary y dijo. — Pues la Hills se viene conmigo. Además, a ella le sienta muy bien el negro. — ¡Oye! — Se quejó Sean. — Tu novio y tú estáis en el mismo equipo. — Eso no es necesariamente bueno, bombón… — Dejo caer Ethan sibilinamente. — ¡Venga seguidme y terminad de decidiros! — ¡Kyla de pecadora! — Gritó de lejos Olympia. — ¡Oly, no, que…! — Seguido de un suspiro de la exprefecta, cuando ya se vio de negro. — Nada, hija, nada. —
Entraron en la casa entre risas y aquello era la fiesta más temática en la que había estado en su vida. Nada más entrar había un arco de globos, la mitad eran blancos y azul clarito y la mitad rojo y negro, pero es que todas las paredes estaban tapadas por cortinas rojas y todos los muebles estaban en blanco o negro. — Bienvenidos a la fiesta de justas y pecadoras, no habéis visto nada más glamuroso en vuestra vida. — Alice rio incrédula y miró a Hillary mientras Ethan seguía. — De momento es una fiesta normal, pero de cuando en cuando habrá… Jueguecitos, pruebas, retos, maldades, que se harán por grupos, o un grupo contra otro… Nadie sabe lo que puede pasar. — Alice miró a su novio y le susurró. — ¿Te apetece volver al bar de las jaulas de Nueva York? — Y se rio, dejando un beso en su mejilla. — Tú eres muy justo, mi amor, pero te sienta divinamente el negro la verdad. — Y con un achuchón en su cintura antes de soltarle, les dio la mano a Hillary y Kyla y se adentraron en lo que debía ser un gran salón barroco de normal y que ahora mismo tenía pinta de local de moral distraída, pero ese era Ethan en esencia, y estaban con sus amigos, alejados del mundo, y no podía pedir nada mejor.
— Bueno, ¿pero se puede comer? — Preguntó Peter. — Sí, fortachón, y además puedes comer tanto de justos como de pecadores, pero las bebidas, de momento, solo de tu grupo, que son esas de allí. — Dijo señalando una mesa que tenía un hechizo que imitaba unas llamas negras. — Ahí tienes sangre de dragón, huevo de colacuerno y pantano de Slytherin, porque se sabe que nosotros pecamos más que los demás. — Peter pareció dudar. — No sé si quiero sangre de dragón… — Hubo suspiros en la sala, pero Poppy, siempre tan dulce con su novio, le dijo. — Cari, será algo alcohólico pero de color negro, ¿a que sí, Ethan? — ¡Mira que lista es mi zorrita! Ay, Merlín, qué harás tú de justa, si seguro que pecas pero bien. — La chica negó con una gran sonrisa y dijo. — Pero no tengo nada contra los pecadores, y voy a probar de todo. — Dijo lanzándose a por los cupcakes de frosting rojo y con unos cuernecitos de caramelo. — ¡Eso! Vamos a comer. — Animó Alice. — Y quiero saber qué ha sido de todos y cada uno de vosotros estos meses. — ¡PRIMERO UN BRINDIS! — Interrumpió Aaron, y ella suspiró, pero en el fondo estaba contenta de verle así. — Con… Cabello de ángel, según dice esto. — Dijo mirando el líquido con el que brindaba. — Por los mejores ingleses que he conocido, por esta noche que no voy a olvidar y por Hogwarts… Os tuve poco tiempo pero fue suficiente para enseñarme que quería algo mejor. — Y todos, cada uno con sus bebidas correspondientes, pero con una sonrisa tierna, chocaron los vasos. —
Entornó los ojos al comentario de Ethan y se acercó a darle la mano a Marcus con una sonrisita, metiéndose entre él y Sean. — Deduzco que mis dos caballeros van a a ser justos. Yo creo que estoy justa hoy también. — ¡JA! Y una mierda. — Saltó Ethan de lejos y hechizó a Marcus y a ella de negro y a Sean de blanco. — No te sienta bien el negro, bombón, y a ese no le dejo irse de rositas, que sé que es un pecador empedernido aunque vaya de justo. — Luego hechizó a Aaron, que iba enganchado de él. — Y mi Gryffin va de justo también. — Alice, ya metida en el juego, hechizó a Hillary y dijo. — Pues la Hills se viene conmigo. Además, a ella le sienta muy bien el negro. — ¡Oye! — Se quejó Sean. — Tu novio y tú estáis en el mismo equipo. — Eso no es necesariamente bueno, bombón… — Dejo caer Ethan sibilinamente. — ¡Venga seguidme y terminad de decidiros! — ¡Kyla de pecadora! — Gritó de lejos Olympia. — ¡Oly, no, que…! — Seguido de un suspiro de la exprefecta, cuando ya se vio de negro. — Nada, hija, nada. —
Entraron en la casa entre risas y aquello era la fiesta más temática en la que había estado en su vida. Nada más entrar había un arco de globos, la mitad eran blancos y azul clarito y la mitad rojo y negro, pero es que todas las paredes estaban tapadas por cortinas rojas y todos los muebles estaban en blanco o negro. — Bienvenidos a la fiesta de justas y pecadoras, no habéis visto nada más glamuroso en vuestra vida. — Alice rio incrédula y miró a Hillary mientras Ethan seguía. — De momento es una fiesta normal, pero de cuando en cuando habrá… Jueguecitos, pruebas, retos, maldades, que se harán por grupos, o un grupo contra otro… Nadie sabe lo que puede pasar. — Alice miró a su novio y le susurró. — ¿Te apetece volver al bar de las jaulas de Nueva York? — Y se rio, dejando un beso en su mejilla. — Tú eres muy justo, mi amor, pero te sienta divinamente el negro la verdad. — Y con un achuchón en su cintura antes de soltarle, les dio la mano a Hillary y Kyla y se adentraron en lo que debía ser un gran salón barroco de normal y que ahora mismo tenía pinta de local de moral distraída, pero ese era Ethan en esencia, y estaban con sus amigos, alejados del mundo, y no podía pedir nada mejor.
— Bueno, ¿pero se puede comer? — Preguntó Peter. — Sí, fortachón, y además puedes comer tanto de justos como de pecadores, pero las bebidas, de momento, solo de tu grupo, que son esas de allí. — Dijo señalando una mesa que tenía un hechizo que imitaba unas llamas negras. — Ahí tienes sangre de dragón, huevo de colacuerno y pantano de Slytherin, porque se sabe que nosotros pecamos más que los demás. — Peter pareció dudar. — No sé si quiero sangre de dragón… — Hubo suspiros en la sala, pero Poppy, siempre tan dulce con su novio, le dijo. — Cari, será algo alcohólico pero de color negro, ¿a que sí, Ethan? — ¡Mira que lista es mi zorrita! Ay, Merlín, qué harás tú de justa, si seguro que pecas pero bien. — La chica negó con una gran sonrisa y dijo. — Pero no tengo nada contra los pecadores, y voy a probar de todo. — Dijo lanzándose a por los cupcakes de frosting rojo y con unos cuernecitos de caramelo. — ¡Eso! Vamos a comer. — Animó Alice. — Y quiero saber qué ha sido de todos y cada uno de vosotros estos meses. — ¡PRIMERO UN BRINDIS! — Interrumpió Aaron, y ella suspiró, pero en el fondo estaba contenta de verle así. — Con… Cabello de ángel, según dice esto. — Dijo mirando el líquido con el que brindaba. — Por los mejores ingleses que he conocido, por esta noche que no voy a olvidar y por Hogwarts… Os tuve poco tiempo pero fue suficiente para enseñarme que quería algo mejor. — Y todos, cada uno con sus bebidas correspondientes, pero con una sonrisa tierna, chocaron los vasos. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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Ay, los retitos
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
Ni le dio tiempo a sonreír y corroborar las palabras de Alice, porque por supuesto Ethan se metió de por medio, hechizándole la ropa de negro. - ¡Eh! ¿Sabes que me paso un buen rato eligiendo la combinación de colores perfecta para cada ocasión? - Su queja no llegó a ninguna parte. Soltó una pedorreta, señalando a Sean. - Ese no es más justo que yo. - ¡Ese! - Exclamó graciosamente su amigo, arqueando los brazos. - Te recuerdo que yo tengo corazón Gryffindor, señor sangre de serpiente. - Ah, bueno, pues lo que me faltaba. Te pienso recordar eso que acabas de decir. - Y encima puso también de blando a Aaron. Alzó los brazos y los dejó a caer. - ¿¿Desde cuando beneficias a todos los Gryffindor?? - ¿Beneficiar? - Respondió Ethan, con una sonrisa ladina y un meloso tono arrastrado. - Un buen Slytherin sabe a quién tiene en su equipo y a quien no. Y detecta a los pecadores a... - Le echó una descarada mirada de arriba abajo, regodeándose, mientras decía. - Muuuuy larga... - Marcus rodó los ojos en lo que terminaba su teatrillo. - ...Distancia. - Estaba escuchando las risillas aguantadas de los demás.
No sabía si verle a él convertido en "pecador" forzoso era tan divertido como que le hicieron lo mismo a Kyla, pero no pudo evitar reírse. La chica le miró con una ceja arqueada, lo que hizo que carraspeara y recondujera rápidamente. - Perdón. Comparto tu desagrado, compañera. - Olvidaba lo tonto que eres. - Pero ambos se echaron a reír. Se pegó a ella para entrar en la casa. - Si en su momento me hubieras avisado de que conocías a Ethan y se las gastaba así... - Ni que esto fuera una sorpresa. - Ya, pero me pilló desprevenido y aún no me he recuperado del susto. Tú le conocías de antes. - Y siempre fue igual, he de reconocer. Sí que podía haber advertido. - Seguían riendo, pero a ambos se les cortó la risa, cambiándosele por una expresión asombrada, cuando entraron en la casa. - Oh. Vaya. - Se expresó escuetamente Kyla. - Es... - Movía la mano, como si intentara encontrar las palabras. Marcus, que también pensaba, trató de ayudar. - ¿Explícito? - Sí. - Ethan lanzó a la chica una pedorreta. - Tú eres parte de este orgullo, nena, así que menos quejas. -
Marcus discrepaba con el concepto de glamuroso de Ethan, no se fiaba ni un pelo de él. Lo que le hizo arquear las cejas con una sonrisa tensa fue escucharle decir que "de momento era una fiesta normal". Su cara al ver el unicornio gigante nada más aparecerse decía lo contrario, pero bueno. Eso sí, el susurro de Alice le hizo gracia. - Menos miedo me da aquello que esto, ahora que he estado en los dos sitios. - Realmente le daba mucho más miedo aquello, de esto lo que le daba miedo era Ethan y por dónde pudiera salir. Le dedicó una caída de ojos, con sonrisa ladeada incluida, y dijo. - Gracias... A ti también. -
Adentrándose en el salón, señaló a Peter para reforzar la buena pregunta que acababa de hacer (cosa que nunca había tenido oportunidad de hacer con él en siete años compartiendo colegio, dicho fuera de paso). Eso sí, al verle de blanco frunció el ceño. - ¿Este también es justo según tú? ¿Por qué? A ver, déjame que lo adivine: por ser de Gryffindor. - Peter le miró encogiéndose fuertemente de hombros. - La verdad es que yo tampoco lo entiendo. ¿Nos lo cambiamos? - ¡Aquí no se cambia nada! - Negó Ethan, y por miedo a que les dejaran sin comer, ninguno de los dos dijo nada. En su lugar, rio con ternura a los comentarios de Poppy y la acompañó. - Nada que no arregle un buen muffin. - Cogió él otro y, graciosamente, le dijo. - Chin chin. - Y chocó el suyo con el de ella, haciéndola reír y dándole ambos un gran bocado. Tenía que reconocer que estaba buenísimo.
La propuesta de brindis de Aaron le pilló comiendo (¿por qué le pasaba tanto eso?) así que se apresuró en tragar y recomponerse para no estar muy manchado en tan solemne momento. Tomó una copa de un líquido verdoso que había por allí, en un alarde de riesgo impropio de él, y la alzó, sonriendo a sus palabras. Le sonrió emocionado, chocó su vaso con el resto y bebió. Tenía un refrescante sabor mentolado, y fue notarlo y acordarse de alguien en el acto. - Olive está bien. Me ha informado mi Lexito. - Comentó Darren, contento, a su lado. Marcus le miró con una sonrisa. - Veo que tú también vas de pecador. - ¡Y tu hermano perdiéndoselo! Además, también hubiera refunfuñado como tú con el equipo, porque fijo que le habrían puesto de justo y no le habría gustado. - Ambos rieron. - También veo que te ha pegado lo de la legeremancia. - Darren le miró con cara de circunstancias. - No me vayas a decir que se me oye pensar. - Pues casi. - Señaló el muffin en su mano. - ¿Qué? ¿Están más ricos esos o los míos? - En qué diatribas me pones. - El chico rio, pero Marcus le dijo, confidencial. - La Orden de Merlín no se puede superar. Como mucho tratar de imitar. - Darren le puso ojos entornados. - Uuuuuh tú eres de otro tipo de serpientilla distinto a la mía, aún le falta práctica a Lex para tener esos aaaaaaires de señor importaaaante. - Es que yo llevo practicando desde que nací. - Volvieron a reír.
Darren suspiró. - Ya mismo es nuestro aniversario... - Alzó las palmas. - ¡Pero no pasa nada! He decidido que no va a haber ningúúúún drama, y que ahora que estáis aquí seguro que me ayudáis a prepararle una sorpresita guay para cuando venga en Navidad. ¡Y ya tenemos una anécdota que contar a nuestras mascotas y futuros sobrinos! "¿Sabéis que el tito Lex y yo hicimos nuestro primer aniversario separados? ¡Qué cosas!" - Marcus rio. - Bueno, a mí también me fastidiaría. Es una faena. Pero sí, intentaremos hacer algo guay para Navidad. - Se mojó los labios y planteó cómo abordar la pregunta. - ¿Cómo... ha estado este tiempo? Mientras estábamos en Nueva York. - Darren se encogió de hombros. - Triste. Preocupado, enfadado. Ya sabes cómo es, aunque estaba muchísimo más expresivo que de costumbre. Pero también estaba muy nervioso por lo de las pruebas, y de vez en cuando se metía en esos bucles que se mete él. ¿¿Te puedes creer que no me lo contó hasta que faltaban solo un par de días?? Y porque tu padre le pilló con las manos en la masa entrenando. Se guarda muchas cosas para sí. Y se tomó muy a lo personal lo de proteger a Olive y a Dylan cuando volviera, así que no les va a faltar de nada. - Marcus sonrió y asintió. - Ya me lo dijo en su carta. - Soltó aire por la nariz. - Yo le he echado muchísimo de menos. - Chasqueó la lengua. - Sabía que este año separados iba a ser... diferente, cuanto menos. Pero pensé que se nos pasaría más o menos rápido: él pensando en sus pruebas, siendo capitán del equipo, y teniendo que estudiar tanto para los EXTASIS, y yo preparando mi primera licencia, también estudiando un montón, y con el viaje que quería hacer a Irlanda con Alice... Que al final lo voy a hacer, pero quizás... - Darren estaba atento y curioso, pero era un tema muy largo y el grupo estaba alborotado, probablemente por algo que Ethan fuera a proponer con respecto al juego. - Luego te ampliamos. - Le pasó un brazo por los hombros y le recondujo. - A ver, ilústrame sobre cómo ser un buen pecador en presencia de Ethan. - Darren le entornó una mirada pillina. - Maaarcus, que soy tu cuñado y está tu novia presente. - ¡Oish! - Se quejó, soltándose de él, mientras el otro se moría de risa a su costa. Si es que le retorcían nada más hablaba.
No sabía si verle a él convertido en "pecador" forzoso era tan divertido como que le hicieron lo mismo a Kyla, pero no pudo evitar reírse. La chica le miró con una ceja arqueada, lo que hizo que carraspeara y recondujera rápidamente. - Perdón. Comparto tu desagrado, compañera. - Olvidaba lo tonto que eres. - Pero ambos se echaron a reír. Se pegó a ella para entrar en la casa. - Si en su momento me hubieras avisado de que conocías a Ethan y se las gastaba así... - Ni que esto fuera una sorpresa. - Ya, pero me pilló desprevenido y aún no me he recuperado del susto. Tú le conocías de antes. - Y siempre fue igual, he de reconocer. Sí que podía haber advertido. - Seguían riendo, pero a ambos se les cortó la risa, cambiándosele por una expresión asombrada, cuando entraron en la casa. - Oh. Vaya. - Se expresó escuetamente Kyla. - Es... - Movía la mano, como si intentara encontrar las palabras. Marcus, que también pensaba, trató de ayudar. - ¿Explícito? - Sí. - Ethan lanzó a la chica una pedorreta. - Tú eres parte de este orgullo, nena, así que menos quejas. -
Marcus discrepaba con el concepto de glamuroso de Ethan, no se fiaba ni un pelo de él. Lo que le hizo arquear las cejas con una sonrisa tensa fue escucharle decir que "de momento era una fiesta normal". Su cara al ver el unicornio gigante nada más aparecerse decía lo contrario, pero bueno. Eso sí, el susurro de Alice le hizo gracia. - Menos miedo me da aquello que esto, ahora que he estado en los dos sitios. - Realmente le daba mucho más miedo aquello, de esto lo que le daba miedo era Ethan y por dónde pudiera salir. Le dedicó una caída de ojos, con sonrisa ladeada incluida, y dijo. - Gracias... A ti también. -
Adentrándose en el salón, señaló a Peter para reforzar la buena pregunta que acababa de hacer (cosa que nunca había tenido oportunidad de hacer con él en siete años compartiendo colegio, dicho fuera de paso). Eso sí, al verle de blanco frunció el ceño. - ¿Este también es justo según tú? ¿Por qué? A ver, déjame que lo adivine: por ser de Gryffindor. - Peter le miró encogiéndose fuertemente de hombros. - La verdad es que yo tampoco lo entiendo. ¿Nos lo cambiamos? - ¡Aquí no se cambia nada! - Negó Ethan, y por miedo a que les dejaran sin comer, ninguno de los dos dijo nada. En su lugar, rio con ternura a los comentarios de Poppy y la acompañó. - Nada que no arregle un buen muffin. - Cogió él otro y, graciosamente, le dijo. - Chin chin. - Y chocó el suyo con el de ella, haciéndola reír y dándole ambos un gran bocado. Tenía que reconocer que estaba buenísimo.
La propuesta de brindis de Aaron le pilló comiendo (¿por qué le pasaba tanto eso?) así que se apresuró en tragar y recomponerse para no estar muy manchado en tan solemne momento. Tomó una copa de un líquido verdoso que había por allí, en un alarde de riesgo impropio de él, y la alzó, sonriendo a sus palabras. Le sonrió emocionado, chocó su vaso con el resto y bebió. Tenía un refrescante sabor mentolado, y fue notarlo y acordarse de alguien en el acto. - Olive está bien. Me ha informado mi Lexito. - Comentó Darren, contento, a su lado. Marcus le miró con una sonrisa. - Veo que tú también vas de pecador. - ¡Y tu hermano perdiéndoselo! Además, también hubiera refunfuñado como tú con el equipo, porque fijo que le habrían puesto de justo y no le habría gustado. - Ambos rieron. - También veo que te ha pegado lo de la legeremancia. - Darren le miró con cara de circunstancias. - No me vayas a decir que se me oye pensar. - Pues casi. - Señaló el muffin en su mano. - ¿Qué? ¿Están más ricos esos o los míos? - En qué diatribas me pones. - El chico rio, pero Marcus le dijo, confidencial. - La Orden de Merlín no se puede superar. Como mucho tratar de imitar. - Darren le puso ojos entornados. - Uuuuuh tú eres de otro tipo de serpientilla distinto a la mía, aún le falta práctica a Lex para tener esos aaaaaaires de señor importaaaante. - Es que yo llevo practicando desde que nací. - Volvieron a reír.
Darren suspiró. - Ya mismo es nuestro aniversario... - Alzó las palmas. - ¡Pero no pasa nada! He decidido que no va a haber ningúúúún drama, y que ahora que estáis aquí seguro que me ayudáis a prepararle una sorpresita guay para cuando venga en Navidad. ¡Y ya tenemos una anécdota que contar a nuestras mascotas y futuros sobrinos! "¿Sabéis que el tito Lex y yo hicimos nuestro primer aniversario separados? ¡Qué cosas!" - Marcus rio. - Bueno, a mí también me fastidiaría. Es una faena. Pero sí, intentaremos hacer algo guay para Navidad. - Se mojó los labios y planteó cómo abordar la pregunta. - ¿Cómo... ha estado este tiempo? Mientras estábamos en Nueva York. - Darren se encogió de hombros. - Triste. Preocupado, enfadado. Ya sabes cómo es, aunque estaba muchísimo más expresivo que de costumbre. Pero también estaba muy nervioso por lo de las pruebas, y de vez en cuando se metía en esos bucles que se mete él. ¿¿Te puedes creer que no me lo contó hasta que faltaban solo un par de días?? Y porque tu padre le pilló con las manos en la masa entrenando. Se guarda muchas cosas para sí. Y se tomó muy a lo personal lo de proteger a Olive y a Dylan cuando volviera, así que no les va a faltar de nada. - Marcus sonrió y asintió. - Ya me lo dijo en su carta. - Soltó aire por la nariz. - Yo le he echado muchísimo de menos. - Chasqueó la lengua. - Sabía que este año separados iba a ser... diferente, cuanto menos. Pero pensé que se nos pasaría más o menos rápido: él pensando en sus pruebas, siendo capitán del equipo, y teniendo que estudiar tanto para los EXTASIS, y yo preparando mi primera licencia, también estudiando un montón, y con el viaje que quería hacer a Irlanda con Alice... Que al final lo voy a hacer, pero quizás... - Darren estaba atento y curioso, pero era un tema muy largo y el grupo estaba alborotado, probablemente por algo que Ethan fuera a proponer con respecto al juego. - Luego te ampliamos. - Le pasó un brazo por los hombros y le recondujo. - A ver, ilústrame sobre cómo ser un buen pecador en presencia de Ethan. - Darren le entornó una mirada pillina. - Maaarcus, que soy tu cuñado y está tu novia presente. - ¡Oish! - Se quejó, soltándose de él, mientras el otro se moría de risa a su costa. Si es que le retorcían nada más hablaba.
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
Era increíble pero en aquel entorno tan exuberante y exagerado, Alice sintió que una parte de sí volvía a su sitio, que todo volvía a colocarse que recuperaba a la persona que fue…. Y por primera vez, fue plenamente consciente de cuán fácil era la vida en Hogwarts, cuánto echaba de menos algo así: una fiesta, un lugar seguro, todo en orden hasta donde sabía… Kyla y Marcus picándose, Darren siendo adorable, Jackie y Theo mirándose colorados… — Bienvenida a casa. — Le dijo Hillary en bajito, haciéndola sonreír.
— Venga, ponedme al día. — Demandó, asentándose entre sus amigas y dándole con el pie a Ethan. — ¿Tú qué has hecho estos dos meses? — Ethan levantó la copa y movió la mano. — Zorrear, nena, si no valgo para nada, yo no soy una letrada enchufadita del prefecto Jacobs, aunque acabo de darme cuenta de lo bien que me hubiera venido ese mote en Hogwarts en mi era guarrona. — Dijo mirando a Hills y ella entornó los ojos. — Qué tontería. Jacobs es un mentor fantástico en el ministerio y… — Hasan es muy interesante, sin duda. — Soltó Poppy, lo que hizo que los tres la miraran con los ojos muy abiertos. — ¡Pero mira la zorrita! ¡Oye, Peter que te comen terreno, chico! Tanta justicia, tanta justicia… — Bradley, como de costumbre, aterrizando en ese momento. — ¿Eh? ¿Hablabáis de Jacobs algo? El mejor capitán que ha habido. — Y de nuevo les dio la risa, aunque Sean también bebió, entornando un poco los ojos. — Bueno, que no digáis tonterías, Jacobs ahora mismo es simplemente mi mentor, es muy inteligente y está bien conectado, y me alegro de que todos seáis de familias mágicas o de buen nombre, pero una mestiza con el apellido de su madre muggle necesita que gente como Jacobs y otros me vean bien. — Alice la rodeó por los hombros. — Bueno, cariño, siento que tu mejor amiga sea de una familia absolutamente caída en desgracia, pero Marcus te quiere casi tanto como yo y los O’Donnell tienen una influencia gigante, y en fin, Emma te llevó a comer. — Señaló a Kyla y dijo. — ¿Qué hay de la futura ministra? — Y su amiga puso una sonrisa desmayada y negó con la cabeza. — No sé nada de una futura ministra, pero yo he estado muy ocupada en el archivo ministerial, ordenando papeles. Y pudiendo desayunar con Hills todos los días, se sabe todos los cotilleos del ministerio. — Y se rio con ellas. Le gustaba imaginarse ese escenario y ansiaba volver a formar parte de la vida de sus amigos. — ¡Uy, nena! Para eso no hace falta trabajar en el ministerio, con ir a los bares adecuados se sabe todo. — Y un pensamiento intrusivo cruzó su cabeza. ¿Sabría Ethan algo de Percival? Ahora no era ni de lejos su mayor preocupación, pero saber que Ethan podría tener información de alguien que… Te has vuelto una paranoica en Nueva York, se regañó a sí misma.
— ¡Me muero por preguntarte por Nueva York! — Le interrumpió con sus pensamientos muy a tiempo Poppy. — Papá dice que cualquier arquitecto alucina con lo que los muggles han conseguido allí. — Alice rio un poco y bebió. — Yo diría que es… Agobiante. Son edificios tan tan altos y tantísima gente. — ¡Toma! Para llenar edificios tan altos… — Aportó Peter, haciendo reír brillantemente a Poppy. Desde luego que estaban hechos el uno para el otro. — Y todo tiene pinta de ser insultantemente caro… Realmente no estuvimos tanto en Nueva York, nos quedábamos en Long Island, en casa de los Lacey, y eso se parecía bastante a los pueblos mágicos de Inglaterra. — Su amiga puso una carita de un poco de pena. — Ya, imagino que tampoco es que estuvieráis de fiesta… — ¡Uy que no! — Saltó Aaron, que estaba prácticamente rodeado por Ethan como un pulpo. — ¡CÓMO LO SABÍA YO! Mi putón no me iba a decepcionar. — Alice miró a su primo con cara de circunstancias. — ¿Cuántas noches de fiesta tuvimos? — Dos. — Especificó él, poniendo el número con los dedos. — ¡Oye, prefecto! Deja de hacer manitas con tu cuñado y cuéntanos qué hicistéis esas dos noches de fiesta. — Animó Sean, con tono retador. Ella volvió a beber. — La peor fue la que salimos con aquel. — Señaló a Aaron de nuevo. — Estuvimos en un club muy de este rollito, pero con jaulas en las paredes. — Se oyeron gritos ahogados y expresiones de sorpresa. — ¡QUÉ ME ESTÁS CONTANDO, LOCA! ¡Y YO AQUÍ! — No lo elegimos nosotros, Ethan. — Bueno, eso era bastante evidente, Gal, no veo yo a Marcus eligiendo semejante sitio. — Aportó Sean. — Y lo mejor de todo es que estuvimos en lo alto de varios edificios, Pops. — Dijo ella, tratando de desviar la conversación. — ¡Qué me dices! ¿Y qué se siente? — Alice rio un poco. — No te sé decir, es… Buf, es raro pero te da una especie de… Visión, que no puedes tener de otro modo… — ¡Va, Gal! Que lo que queremos saber es lo que hizo el prefecto en el bar de las jaulas, además de entrar en pánico. — Metió cizaña Peter. De verdad, Gryffindors… — También podríais contarle al prefecto lo que hicisteis la noche que fuisteis al club muy oscuro-slytherin-exclsuivo de Jacobs al que fuisteis… — Dijo de repente Theo, y Alice se inclinó para adelante abriendo mucho los ojos. — ¿PERDONA? — Miró a Hillary y esta se encogió sobre sí misma. — No es exactamente así. — Nah — coincidió Oly — yo fui y aporté mucha luz y color, pero sí que era un poquito exclusivo. — Alice abrió la boca. — ¿Y me lo decís ahora? — Ay, lo hacéis parecer como algo muy especial… — Dijo Sean, tratando de parecer pasota, pero no lográndolo del todo. — Nosotros te contamos lo que hizo la prefecta Farmiga si el prefecto larga sobre sus dos noches de desenfreno en la ciudad que no duerme. — Dijo Ethan con su media sonrisa sibilina y un guiño. — ¿Que Kyla también fue? — Preguntó anonadada mirando a su amiga. — Claro, así nadie ha flipado demasiado cuando hemos entrado aquí. — Yo me quedé en casita. — Aseguró Darren. — De hecho fuimos a cenar Theo, tu prima y yo a una hamburguesería. Somos gente más vieja, por lo visto. — Tú es que no querías ir sin Lex y Theo y mi prima estaban de enfermeros, pensó Alice con un suspiro.
— Venga, ponedme al día. — Demandó, asentándose entre sus amigas y dándole con el pie a Ethan. — ¿Tú qué has hecho estos dos meses? — Ethan levantó la copa y movió la mano. — Zorrear, nena, si no valgo para nada, yo no soy una letrada enchufadita del prefecto Jacobs, aunque acabo de darme cuenta de lo bien que me hubiera venido ese mote en Hogwarts en mi era guarrona. — Dijo mirando a Hills y ella entornó los ojos. — Qué tontería. Jacobs es un mentor fantástico en el ministerio y… — Hasan es muy interesante, sin duda. — Soltó Poppy, lo que hizo que los tres la miraran con los ojos muy abiertos. — ¡Pero mira la zorrita! ¡Oye, Peter que te comen terreno, chico! Tanta justicia, tanta justicia… — Bradley, como de costumbre, aterrizando en ese momento. — ¿Eh? ¿Hablabáis de Jacobs algo? El mejor capitán que ha habido. — Y de nuevo les dio la risa, aunque Sean también bebió, entornando un poco los ojos. — Bueno, que no digáis tonterías, Jacobs ahora mismo es simplemente mi mentor, es muy inteligente y está bien conectado, y me alegro de que todos seáis de familias mágicas o de buen nombre, pero una mestiza con el apellido de su madre muggle necesita que gente como Jacobs y otros me vean bien. — Alice la rodeó por los hombros. — Bueno, cariño, siento que tu mejor amiga sea de una familia absolutamente caída en desgracia, pero Marcus te quiere casi tanto como yo y los O’Donnell tienen una influencia gigante, y en fin, Emma te llevó a comer. — Señaló a Kyla y dijo. — ¿Qué hay de la futura ministra? — Y su amiga puso una sonrisa desmayada y negó con la cabeza. — No sé nada de una futura ministra, pero yo he estado muy ocupada en el archivo ministerial, ordenando papeles. Y pudiendo desayunar con Hills todos los días, se sabe todos los cotilleos del ministerio. — Y se rio con ellas. Le gustaba imaginarse ese escenario y ansiaba volver a formar parte de la vida de sus amigos. — ¡Uy, nena! Para eso no hace falta trabajar en el ministerio, con ir a los bares adecuados se sabe todo. — Y un pensamiento intrusivo cruzó su cabeza. ¿Sabría Ethan algo de Percival? Ahora no era ni de lejos su mayor preocupación, pero saber que Ethan podría tener información de alguien que… Te has vuelto una paranoica en Nueva York, se regañó a sí misma.
— ¡Me muero por preguntarte por Nueva York! — Le interrumpió con sus pensamientos muy a tiempo Poppy. — Papá dice que cualquier arquitecto alucina con lo que los muggles han conseguido allí. — Alice rio un poco y bebió. — Yo diría que es… Agobiante. Son edificios tan tan altos y tantísima gente. — ¡Toma! Para llenar edificios tan altos… — Aportó Peter, haciendo reír brillantemente a Poppy. Desde luego que estaban hechos el uno para el otro. — Y todo tiene pinta de ser insultantemente caro… Realmente no estuvimos tanto en Nueva York, nos quedábamos en Long Island, en casa de los Lacey, y eso se parecía bastante a los pueblos mágicos de Inglaterra. — Su amiga puso una carita de un poco de pena. — Ya, imagino que tampoco es que estuvieráis de fiesta… — ¡Uy que no! — Saltó Aaron, que estaba prácticamente rodeado por Ethan como un pulpo. — ¡CÓMO LO SABÍA YO! Mi putón no me iba a decepcionar. — Alice miró a su primo con cara de circunstancias. — ¿Cuántas noches de fiesta tuvimos? — Dos. — Especificó él, poniendo el número con los dedos. — ¡Oye, prefecto! Deja de hacer manitas con tu cuñado y cuéntanos qué hicistéis esas dos noches de fiesta. — Animó Sean, con tono retador. Ella volvió a beber. — La peor fue la que salimos con aquel. — Señaló a Aaron de nuevo. — Estuvimos en un club muy de este rollito, pero con jaulas en las paredes. — Se oyeron gritos ahogados y expresiones de sorpresa. — ¡QUÉ ME ESTÁS CONTANDO, LOCA! ¡Y YO AQUÍ! — No lo elegimos nosotros, Ethan. — Bueno, eso era bastante evidente, Gal, no veo yo a Marcus eligiendo semejante sitio. — Aportó Sean. — Y lo mejor de todo es que estuvimos en lo alto de varios edificios, Pops. — Dijo ella, tratando de desviar la conversación. — ¡Qué me dices! ¿Y qué se siente? — Alice rio un poco. — No te sé decir, es… Buf, es raro pero te da una especie de… Visión, que no puedes tener de otro modo… — ¡Va, Gal! Que lo que queremos saber es lo que hizo el prefecto en el bar de las jaulas, además de entrar en pánico. — Metió cizaña Peter. De verdad, Gryffindors… — También podríais contarle al prefecto lo que hicisteis la noche que fuisteis al club muy oscuro-slytherin-exclsuivo de Jacobs al que fuisteis… — Dijo de repente Theo, y Alice se inclinó para adelante abriendo mucho los ojos. — ¿PERDONA? — Miró a Hillary y esta se encogió sobre sí misma. — No es exactamente así. — Nah — coincidió Oly — yo fui y aporté mucha luz y color, pero sí que era un poquito exclusivo. — Alice abrió la boca. — ¿Y me lo decís ahora? — Ay, lo hacéis parecer como algo muy especial… — Dijo Sean, tratando de parecer pasota, pero no lográndolo del todo. — Nosotros te contamos lo que hizo la prefecta Farmiga si el prefecto larga sobre sus dos noches de desenfreno en la ciudad que no duerme. — Dijo Ethan con su media sonrisa sibilina y un guiño. — ¿Que Kyla también fue? — Preguntó anonadada mirando a su amiga. — Claro, así nadie ha flipado demasiado cuando hemos entrado aquí. — Yo me quedé en casita. — Aseguró Darren. — De hecho fuimos a cenar Theo, tu prima y yo a una hamburguesería. Somos gente más vieja, por lo visto. — Tú es que no querías ir sin Lex y Theo y mi prima estaban de enfermeros, pensó Alice con un suspiro.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- 16 de enero de 2002:
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Freyja
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
El grito de Sean le hizo rodar los ojos y suspirar, aunque con una sonrisa, acercándose al grupo junto a Darren. - ¿Te crees que estábamos para muchas fiestas? - Se encogió de hombros. - Una fue para despejarnos, y la otra para celebrar que habíamos recuperado a Dylan. Nada del otro mundo. - Pero ya tuvo que desvelar Alice lo de las jaulas. Marcus alzó las palmas. - Muy desagradable. Nada nuestro estilo. Nos fuimos enseguida. - Marcus, de verdad, que se te nota cuando mientes. - Dijo Hillary entre risas. Sean le puso una mano en el hombro. - Tío, en serio, hemos sufrido por vosotros un montón. Si nos decís que os pegasteis dos fiestones, nos vamos a alegrar, de verdad. - Marcus le miró con ternura. - Está bien... Fue idea de mis primos. - A esos primos quiero conocerlos yo. ¿Americanos e irlandeses? Seguro que beben como esponjas. - Marcus rio y prefirió no contestar a Ethan para no comprometer de más a su familia, pero tenía razón.
- Da mucho vértigo. - Comentó a Poppy entre risas cuando Alice explicó lo de las alturas, pero ya se tuvieron que meter con él otra vez. - ¡No entré en pánico! Solo me pareció rocambolesco y excesivo, como toda la ciudad en general. - Pero entonces Theo soltó una bomba que le fue de muchísima ayuda. Abrió mucho los ojos y la boca, con una sonrisilla en las comisuras. - ¡Vaya, vaya! Se va uno un mes y le roban los contactos. - Lo que le dejó a cuadros fue enterarse de que Sean también había ido. Parpadeó. - ¡No me lo habías contado! - ¡No me ha dado tiempo! ¡Te has ido a hablar con Darren! - El aludido, ante la mención, salió de su ensimismamiento, que consistía en relamer el papelito del muffin. - ¿Qué? - Me parece fatal, Hastings. - Nadie dio una explicación al pobre Darren.
- Ooooh. - Dijo con ternura a la confesión de su cuñado. - Haces muy bien. Daré referencias. - El chico se encogió de hombros. - Ya se lo conté a mi Lexito por carta. Nos ponemos al día. - Me refería a mi madre. Es el tipo de buen comportamiento que le gusta. - Todos rieron, pero Ethan recondujo. - No te escaquees, prefecto. No he vendido a mi adorada amiga de la infancia por nada. - Kyla miraba con una ceja arqueada y los brazos cruzados a Ethan. Marcus suspiró. - La segunda fiesta fue bastante desmadrada, lo reconozco. - ¡Te metis...! - No me metí en una jaula. - Cortó rápidamente al otro, si bien las risillas ahí estaban. - Pero hemos pasado un mes muy duro y habíamos recuperado por fin a Dylan. - Alzó la mirada y ladeó varias veces la cabeza. - Puede que mi prima Betty, que es una enfermera excelente, hiciera... cierta poción... para poder llevarnos a Dylan y... que le dejaran pasar. - Todos les miraban como lechuzas. - ¿Cómo es eso? - Preguntó Hillary. Aaron, sonriente, se adelantó. - Una poción crecebarba. - ¡¡Qué fuerte!! - Exclamó la chica, entre la atronadora carcajada que se desató alrededor. Poppy, cuando pudo parar de reír, dijo con tono adorable. - Oy, no me imagino a mi niño pequeño con barba. - Pues tu niño pequeño ligó con una "que se llamaba como la hermana". - Comentó divertido, levantando aún más risas. Se deleitó en la anécdota de Dylan ligando con la Alice americana un buen rato, creyendo que la estrategia de desvío del foco de su persona a la de Dylan le saldría bien... Le salió bien un rato, pero no tardó en caducar.
- ¿Y la primera? - Azuzó Peter. - ¿La primera qué? - La primera fiesta. - Insistió el otro. No era muy creíble en Marcus lo de hacerse el tonto. Puso cara de quitarle importancia, mirando el papel del muffin en sus manos. - Lo dicho, todo muy excesivo... - ¿Pero también fuisteis con tus primos? - Los escasos dos segundos que no atinó a contestar fueron lo que Hillary necesitaba para captar su incomodidad. - ¿De verdad queréis escuchar a Marcus quejarse de lo inapropiadas que son las fiestas neoyorkinas teniendo nosotros aquí montado este fiestón? - Desvió, poniéndole a Ethan voz de tentarle a continuar. Marcus se lo agradeció... pero intercambió una mirada con Alice. Y decidió no ocultarse más. - Nos pusimos morados de una comida que venden en camiones en mitad de la calle y bebimos muchísimo, porque estábamos cansados, y hartos, y enfadados. Y nos fuimos a una discoteca en la que ni hablándonos al oído nos podíamos oír, y las luces te volvían loco. - Hinchó el pecho, sin mirar a nadie en concreto. - Y aproveché la borrachera para explicar ampliamente todo lo que haría a los Van Der Luyden si no fuera a ir a Azkaban por ello. - Y lo coronó con una sonrisa tensa. Tenso también era el silencio que se había generado. Silencio que cortó Aaron, alzando la copa. - Brindo por ello. Y sin duda le hubiera recompensado de ser su novio como me consta que su novia le recompensó. - Se escucharon muchos "uuuh" y risillas que devolvieron el ambiente al distendido anterior. Kyla se había quedado mirándole en silencio. - Yo me subí encima de una mesa y me puse a maldecir a toda la cúpula del Ministerio. - Todos los no presentes en aquel evento miraron a Kyla con absoluto impacto, y los que sí estuvieron se encogieron con leve incomodidad. La chica se encogió de hombros. - Y tampoco me arrepiento. - Y también hubo sexo desenfrenado después. - Aclaró Oly, toda ilusión, volviendo a provocar risas. En lo que reían, Marcus se acercó a Kyla, pasó un brazo por sus hombros y la apretó contra sí, y la chica apoyó la cabeza en su pecho. - De vez en cuando hace falta ¿eh? - La chica suspiró y dijo. - Mucha. -
- Da mucho vértigo. - Comentó a Poppy entre risas cuando Alice explicó lo de las alturas, pero ya se tuvieron que meter con él otra vez. - ¡No entré en pánico! Solo me pareció rocambolesco y excesivo, como toda la ciudad en general. - Pero entonces Theo soltó una bomba que le fue de muchísima ayuda. Abrió mucho los ojos y la boca, con una sonrisilla en las comisuras. - ¡Vaya, vaya! Se va uno un mes y le roban los contactos. - Lo que le dejó a cuadros fue enterarse de que Sean también había ido. Parpadeó. - ¡No me lo habías contado! - ¡No me ha dado tiempo! ¡Te has ido a hablar con Darren! - El aludido, ante la mención, salió de su ensimismamiento, que consistía en relamer el papelito del muffin. - ¿Qué? - Me parece fatal, Hastings. - Nadie dio una explicación al pobre Darren.
- Ooooh. - Dijo con ternura a la confesión de su cuñado. - Haces muy bien. Daré referencias. - El chico se encogió de hombros. - Ya se lo conté a mi Lexito por carta. Nos ponemos al día. - Me refería a mi madre. Es el tipo de buen comportamiento que le gusta. - Todos rieron, pero Ethan recondujo. - No te escaquees, prefecto. No he vendido a mi adorada amiga de la infancia por nada. - Kyla miraba con una ceja arqueada y los brazos cruzados a Ethan. Marcus suspiró. - La segunda fiesta fue bastante desmadrada, lo reconozco. - ¡Te metis...! - No me metí en una jaula. - Cortó rápidamente al otro, si bien las risillas ahí estaban. - Pero hemos pasado un mes muy duro y habíamos recuperado por fin a Dylan. - Alzó la mirada y ladeó varias veces la cabeza. - Puede que mi prima Betty, que es una enfermera excelente, hiciera... cierta poción... para poder llevarnos a Dylan y... que le dejaran pasar. - Todos les miraban como lechuzas. - ¿Cómo es eso? - Preguntó Hillary. Aaron, sonriente, se adelantó. - Una poción crecebarba. - ¡¡Qué fuerte!! - Exclamó la chica, entre la atronadora carcajada que se desató alrededor. Poppy, cuando pudo parar de reír, dijo con tono adorable. - Oy, no me imagino a mi niño pequeño con barba. - Pues tu niño pequeño ligó con una "que se llamaba como la hermana". - Comentó divertido, levantando aún más risas. Se deleitó en la anécdota de Dylan ligando con la Alice americana un buen rato, creyendo que la estrategia de desvío del foco de su persona a la de Dylan le saldría bien... Le salió bien un rato, pero no tardó en caducar.
- ¿Y la primera? - Azuzó Peter. - ¿La primera qué? - La primera fiesta. - Insistió el otro. No era muy creíble en Marcus lo de hacerse el tonto. Puso cara de quitarle importancia, mirando el papel del muffin en sus manos. - Lo dicho, todo muy excesivo... - ¿Pero también fuisteis con tus primos? - Los escasos dos segundos que no atinó a contestar fueron lo que Hillary necesitaba para captar su incomodidad. - ¿De verdad queréis escuchar a Marcus quejarse de lo inapropiadas que son las fiestas neoyorkinas teniendo nosotros aquí montado este fiestón? - Desvió, poniéndole a Ethan voz de tentarle a continuar. Marcus se lo agradeció... pero intercambió una mirada con Alice. Y decidió no ocultarse más. - Nos pusimos morados de una comida que venden en camiones en mitad de la calle y bebimos muchísimo, porque estábamos cansados, y hartos, y enfadados. Y nos fuimos a una discoteca en la que ni hablándonos al oído nos podíamos oír, y las luces te volvían loco. - Hinchó el pecho, sin mirar a nadie en concreto. - Y aproveché la borrachera para explicar ampliamente todo lo que haría a los Van Der Luyden si no fuera a ir a Azkaban por ello. - Y lo coronó con una sonrisa tensa. Tenso también era el silencio que se había generado. Silencio que cortó Aaron, alzando la copa. - Brindo por ello. Y sin duda le hubiera recompensado de ser su novio como me consta que su novia le recompensó. - Se escucharon muchos "uuuh" y risillas que devolvieron el ambiente al distendido anterior. Kyla se había quedado mirándole en silencio. - Yo me subí encima de una mesa y me puse a maldecir a toda la cúpula del Ministerio. - Todos los no presentes en aquel evento miraron a Kyla con absoluto impacto, y los que sí estuvieron se encogieron con leve incomodidad. La chica se encogió de hombros. - Y tampoco me arrepiento. - Y también hubo sexo desenfrenado después. - Aclaró Oly, toda ilusión, volviendo a provocar risas. En lo que reían, Marcus se acercó a Kyla, pasó un brazo por sus hombros y la apretó contra sí, y la chica apoyó la cabeza en su pecho. - De vez en cuando hace falta ¿eh? - La chica suspiró y dijo. - Mucha. -
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Ivanka
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
Alice se rio con ganas ante la descripción de su novio del sitio y asintió. — Os aseguro que no estaba para nada cómodo, si fuera legeremante, hubiera oído gritar auxilio a su cerebro. — Luego señaló a Ethan y dijo. — Especialmente al primo Frankie, todo músculos y pelo rojo. — Y hetero a más no poder. — Señaló Aaron. — Uuuuuuy cariño, yo soy una trampa mortal de heteros… Y si no ya verás esta noche… — Y soltó una risilla maliciosa. Miedo le daba.
Se llevó la mano a la cara solo de recordar lo de la barba. — Eso no parece muy legal. — Comentó Kyla. — Eso no es NADA legal. — Recalcó Hillary, y Alice espantó el aire con la mano. — Mi niño había pasado unos meses muy malos y quería salir con nosotros, no pude negárselo. Y no pasó nada, solo lo de… — Y ya contó Marcus lo de que había ligado, seguido de las carcajadas de Alice. — Y no creáis que estaba ni medio nerviosillo, no, él a lo suyo. Trajo a la muchacha, se pidió su zumito y tan contento. — Hubo una avalancha de risas y Hillary negó con la cabeza. — Vaya peligro trae el colega. — Alice levantó el vaso y dijo. — Un Gallia Hufflepuff, amigos, abróchense los cinturones. — Daba gusto poder bromear sin pensar “a ver si no va a caer bien tal y como están las cosas”.
También daba gusto rodearse de gente que, sin necesidad de decir ni una palabra sabía echarte un cable, como estaba haciendo Hills, pero a Marcus no le gustaba la presión de sentirse interrogado, así que soltó gran parte del asunto de la primera fiesta y Alice solo pudo levantar el vaso y brindarlo por Aaron. — Solo dijo cosas que ambos hubiéramos suscrito. — Le miró a los ojos. — Marcus O’Donnell es muchas cosas, pero sobre todo, es el mejor novio del mundo. — Ohhhhh quééé boniiiiito. — Dijo Poppy emocionada, pero Peter se inclinó hacia Aaron y dijo. — Le dio fuerte y flojo, vaya. — ¡Disculpa! No rompas la magia de mi discurso, y menos con mi primo, que justo acaba de afirmar, sin ningún sonrojo, que le haría ciertas cosas a mi novio. — Él y todas, nena, pensé que ya vivías con ello. — Ella se rio y le mandó un beso a su novio desde donde estaba, cada vez más relajada.
Pero la que la dejó en el sitio fue Kyla, y se giró con los ojos muy abiertos. — ¿Que hiciste qué? — Su amiga se encogió de hombros y mostró las palmas de las manos. — Es que mira, llevábamos una semanita que no te quiero contar, y, de hecho, llevo dos meses con mis padres encima en plan “es qué la cúpula pensará…” “es que la cúpula puede creer…” — Y ella lo ahogaba todo en papelotes, porque mi chica es muy Ravenclaw. — Aclaró Oly, que se ganó una mirada de cariño y ternura de todos los amigos d Kyla, que la habían conocido tantos años como compañera de casa y sabía que sí, se metía con una facilidad increíble en su caparazón. — Y entonces Jacobs empezó a decir que hay un problema con las familias mágicas, que hay mucho niñato suelto con ideas retrógradas y demás… — Kyla pegó otro trago a su bebida. — Y claro, al final nos empezamos a vivir arriba y me vino muy bien. — ¡BUENO YA ME HE CANSADO! Que esto parece una fiesta normal. — Soltó Ethan interrumpiendo a la chica. — Luego hablamos más del garito de Hassie, ahora toca eventito. — Dijo con sonrisa pilla, y aunque le daba miedo, se le veía la sonrisa pilla de estar pasándolo en grande de verdad y Aaron también parecía encantado. Puso una música bastante sugerente a punta de varita y tiró de Aaron. — Si suena esta música, tenéis que bailar con el del otro grupo, y si cambia a una más moñas con los de uno del mismo. Y si os equivocáis o desparejáis, os sentáis en la silla de los castigos y… Ya veremos qué pasa. — Pero nos vemos los colores, en el quidditch lo hacemos todo el rato. — Señaló Andrew. — Ay, nene, qué poco confías en mí. — Hizo otro hechizo y todas sus ropas se vieron rojas. — Cancelación temporal del color, se acaba en quince minutos. Ahora hay que acordarse de quién era quién… O deducirlo. Y si no… — Y señaló una grandiosa silla barroca que había claramente hechizado de blanco y negro y enjoyado. — Qué exceso. — Murmuró Kyla. — Exceso es su segundo nombre. — Aseguró Oly, y justo la música cambió a una más lenta y dulzona, y su impulso fue acercarse a Marcus, pero tiró de la mano de Kyla y le guiñó un ojo a las chicas. — Cuidádmelo, ehhhh. — ¡Ay mi amor que ahora no podemos ir juntitas pero Alice te ha elegido! ¡Eso es bueno! — Gritó Oly mientras se echaba sobre Peter sin mirar mucho más.
Agarró las manos de Kyla y se abrazó un poco a ella. — Siento haber estado tan ausente, no me he enterado de casi nada de lo que ha pasado aquí y… No tiene que estar siendo fácil para ti. — Kyla siguió agarrándola con una mano, mientras con la otra se subía las gafas. — No ha sido para tanto, Gal, te lo prometo, es que… — Ky, por favor. Te fuiste a un garito superprivado de fiesta, que no te pega nada, y acabaste cagándote en la cúpula del ministerio abiertamente. Eso es que estás bajo mucha presión. — Se abrazó a ella y la estrechó. — Sé que no he sido la mejor amiga ni la más presente… Pero Marcus y yo estamos aquí. Y quizá nuestro apoyo, aún al menos, no es una gran cosa, pero lo tendrás siempre. — Se separó un poco y la miró. — Y de padres difíciles entiendo un rato largo, créeme. — ¿Cómo está…? — ¡CAMBIO ZORRITAS! ¡BUSCAD JUSTOS INCAUTOS PARA TODAS! — Y buscó corriendo a Sean, porque se acordaba de que iba de blanco, los demás iba a tener que pensárselo un poco más.
Se llevó la mano a la cara solo de recordar lo de la barba. — Eso no parece muy legal. — Comentó Kyla. — Eso no es NADA legal. — Recalcó Hillary, y Alice espantó el aire con la mano. — Mi niño había pasado unos meses muy malos y quería salir con nosotros, no pude negárselo. Y no pasó nada, solo lo de… — Y ya contó Marcus lo de que había ligado, seguido de las carcajadas de Alice. — Y no creáis que estaba ni medio nerviosillo, no, él a lo suyo. Trajo a la muchacha, se pidió su zumito y tan contento. — Hubo una avalancha de risas y Hillary negó con la cabeza. — Vaya peligro trae el colega. — Alice levantó el vaso y dijo. — Un Gallia Hufflepuff, amigos, abróchense los cinturones. — Daba gusto poder bromear sin pensar “a ver si no va a caer bien tal y como están las cosas”.
También daba gusto rodearse de gente que, sin necesidad de decir ni una palabra sabía echarte un cable, como estaba haciendo Hills, pero a Marcus no le gustaba la presión de sentirse interrogado, así que soltó gran parte del asunto de la primera fiesta y Alice solo pudo levantar el vaso y brindarlo por Aaron. — Solo dijo cosas que ambos hubiéramos suscrito. — Le miró a los ojos. — Marcus O’Donnell es muchas cosas, pero sobre todo, es el mejor novio del mundo. — Ohhhhh quééé boniiiiito. — Dijo Poppy emocionada, pero Peter se inclinó hacia Aaron y dijo. — Le dio fuerte y flojo, vaya. — ¡Disculpa! No rompas la magia de mi discurso, y menos con mi primo, que justo acaba de afirmar, sin ningún sonrojo, que le haría ciertas cosas a mi novio. — Él y todas, nena, pensé que ya vivías con ello. — Ella se rio y le mandó un beso a su novio desde donde estaba, cada vez más relajada.
Pero la que la dejó en el sitio fue Kyla, y se giró con los ojos muy abiertos. — ¿Que hiciste qué? — Su amiga se encogió de hombros y mostró las palmas de las manos. — Es que mira, llevábamos una semanita que no te quiero contar, y, de hecho, llevo dos meses con mis padres encima en plan “es qué la cúpula pensará…” “es que la cúpula puede creer…” — Y ella lo ahogaba todo en papelotes, porque mi chica es muy Ravenclaw. — Aclaró Oly, que se ganó una mirada de cariño y ternura de todos los amigos d Kyla, que la habían conocido tantos años como compañera de casa y sabía que sí, se metía con una facilidad increíble en su caparazón. — Y entonces Jacobs empezó a decir que hay un problema con las familias mágicas, que hay mucho niñato suelto con ideas retrógradas y demás… — Kyla pegó otro trago a su bebida. — Y claro, al final nos empezamos a vivir arriba y me vino muy bien. — ¡BUENO YA ME HE CANSADO! Que esto parece una fiesta normal. — Soltó Ethan interrumpiendo a la chica. — Luego hablamos más del garito de Hassie, ahora toca eventito. — Dijo con sonrisa pilla, y aunque le daba miedo, se le veía la sonrisa pilla de estar pasándolo en grande de verdad y Aaron también parecía encantado. Puso una música bastante sugerente a punta de varita y tiró de Aaron. — Si suena esta música, tenéis que bailar con el del otro grupo, y si cambia a una más moñas con los de uno del mismo. Y si os equivocáis o desparejáis, os sentáis en la silla de los castigos y… Ya veremos qué pasa. — Pero nos vemos los colores, en el quidditch lo hacemos todo el rato. — Señaló Andrew. — Ay, nene, qué poco confías en mí. — Hizo otro hechizo y todas sus ropas se vieron rojas. — Cancelación temporal del color, se acaba en quince minutos. Ahora hay que acordarse de quién era quién… O deducirlo. Y si no… — Y señaló una grandiosa silla barroca que había claramente hechizado de blanco y negro y enjoyado. — Qué exceso. — Murmuró Kyla. — Exceso es su segundo nombre. — Aseguró Oly, y justo la música cambió a una más lenta y dulzona, y su impulso fue acercarse a Marcus, pero tiró de la mano de Kyla y le guiñó un ojo a las chicas. — Cuidádmelo, ehhhh. — ¡Ay mi amor que ahora no podemos ir juntitas pero Alice te ha elegido! ¡Eso es bueno! — Gritó Oly mientras se echaba sobre Peter sin mirar mucho más.
Agarró las manos de Kyla y se abrazó un poco a ella. — Siento haber estado tan ausente, no me he enterado de casi nada de lo que ha pasado aquí y… No tiene que estar siendo fácil para ti. — Kyla siguió agarrándola con una mano, mientras con la otra se subía las gafas. — No ha sido para tanto, Gal, te lo prometo, es que… — Ky, por favor. Te fuiste a un garito superprivado de fiesta, que no te pega nada, y acabaste cagándote en la cúpula del ministerio abiertamente. Eso es que estás bajo mucha presión. — Se abrazó a ella y la estrechó. — Sé que no he sido la mejor amiga ni la más presente… Pero Marcus y yo estamos aquí. Y quizá nuestro apoyo, aún al menos, no es una gran cosa, pero lo tendrás siempre. — Se separó un poco y la miró. — Y de padres difíciles entiendo un rato largo, créeme. — ¿Cómo está…? — ¡CAMBIO ZORRITAS! ¡BUSCAD JUSTOS INCAUTOS PARA TODAS! — Y buscó corriendo a Sean, porque se acordaba de que iba de blanco, los demás iba a tener que pensárselo un poco más.
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Ante todo, amigos
Ay, los retitos
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
Le dedicó una sonrisa cálida y cómplice a Alice. No se sentía muy orgulloso de su actuación aquel día, pero recordó su conversación con Arabella la única vez que perdió puntos en el colegio: no lo hizo bien, pero lo hizo desde el corazón, y lo volvería a hacer. La filosofía interna le estaba quedando preciosa, pero ya tuvo que llegar Peter a arruinarla. Rodó los ojos y, sin comentarios, dio un sorbo a la bebida, apartando la mirada. Alice no es como que lo arreglara mucho, pero al menos, cuando suspiró para sí y rodó los ojos hacia ella, se encontró con un beso al aire que le hizo sonreír y reír internamente. Como para no perdonárselo todo.
Estaba escuchando a Kyla, concentrado y comprensivo, cuando el grito de Ethan le provocó tal sobresalto que casi tira el contenido del vaso por los aires. Pues sí, parecía una fiesta normal y él estaba encantado con ello, no solo no le veía nada de malo sino que era justo lo que necesitaba: tranquilidad, a sus amigos, ponerse al día, desahogarse, charlar y divertirse de forma comedida y controlada. Estando Ethan en juego, claramente no era eso lo que iba a tener.
Lo de que la música sugerente te obligara a bailar con alguien del grupo contrario, teniendo en cuenta que Alice y él estaban en el mismo, le hizo chasquear la lengua con desaprobación, pero no dijo nada. Era Ethan, iba a gastar muchas energías contradiciéndolo todo, mejor se hacía a la idea desde ya. Intercambió una mirada de miedo con Sean cuando dijo lo de la silla de los castigos. Más le valía no equivocarse. Aquello tenía que tener trampa, porque emparejarse con alguien del color opuesto no tenía demasiado misterio... al menos hasta que Andrew abrió la boca e Ethan les puso a todos de rojo. Marcus miró al capitán de quidditch con cara de circunstancias, y el otro se encogió de hombros.
El comentario de Kyla le hizo arquear las cejas, corroborando. Exceso era poco para denominar aquel sillón, ni el de su abuela Anastasia era así. Antes de poder plantearse quién era del equipo opuesto, cambió la música, y él fue muy seguro a por Alice, pero su novia se fue con Kyla en el último momento. Bufó. - Ayyy el pobre, mira qué carilla. - Le dijo Oly. - Luego me voy contigo, cuando toque la de los equipos opuestos. - Gracias, Oly. - Y la chica se fue de allí dando saltitos, gritándoles a Kyla y Alice y lanzándose hacia Peter. Soltó aire por la nariz y, al verla pasar, la enganchó de la cintura. - Me la pido. - La chica había dado un gritito de sorpresa, y como claramente el haberle echado de menos la tenía bastante suavizada, rio. - Tú no podrías aspirar a alguien como yo, O'Donnell. Sigue soñando. - ¿Discúlpame? ¿Ha visto a mi futura esposa, letrada Vaughan? - Es verdad, es verdad. Lo dejaremos en tablas. - Hillary le echó los brazos por el cuello. - ¿Cómo estás? - Marcus llenó el pecho de aire y lo dejó salir. - Si pretendes evitarnos cualquier escarnio, momento incómodo o mal recuerdo... te libero de tus funciones. Es demasiado trabajo. - Pretendía bromear pero Hillary detectó el subtono amargo, por lo que torció los labios. - Me hubiera ido con vosotros de haber podido. No me cuesta nada. - Marcus se encogió de hombros. - Estamos bien. De verdad. Pero te lo agradezco. -
Bailaron un poco más y decidió cambiar de tema. - ¿Cómo van las primeras andaduras por el ministerio? - Hillary rio, pero también suspiró y rodó los ojos. - Lo cierto es que lo esperaba mucho peor. - Marcus chasqueó la lengua. - Ibas demasiado antepuesta. - Marcus, sabes tan bien como yo lo que ciertas personas opinan de los hijos de muggles. Y de los hijos bastardos. No digamos de una hija bastarda de una muggle. - Hillary, tienes un expediente brillante... - No miran eso. Eso les da igual. De hecho, lo atribuyen a las causas más variopintas cuando les interesa. - Marcus miró a los lados. - Hablaste con mi madre ¿verdad? - La chica sonrió de lado. - Una gran señora. - Jacobs no es tu único contacto en el ministerio. Y con cierta gente... mi madre puede venirte bien. - Hillary le miró, como si buscara las palabras. - No me he llegado a cruzar con tu primo Percival, si es lo que te preocupa. - Y por la cuenta que le trae a él, mejor que siga siendo así. - Hillary fue a hablar, pero justo Ethan pidió el cambio, y Marcus se marchó sin dar más pábulo a la conversación. Había dejado el mensaje en el aire, pero espero que hubiera quedado claro: como Percival se acercara siquiera a Hillary, ella solo tenía que pestañear y el ejército de Emma O'Donnell haría de las suyas. Se habían enfrentado a gente mucho peor. Y Marcus ya iba sabiendo lo que era el mundo real, no pensaba andarse con remilgos ni consentir más injusticias si estaba en su mano impedirlas.
Lo cierto es que tenía ganas de pinchar a Sean, que le estaba poniendo cara de "ni se te ocurra agarrarte a mí para hacer un bailecito sensual", y por contra intentando hallar a Hillary. Pero se dieron dos circunstancias: la primera, que la chica, un tanto desubicada por la conversación, en vez de seguir en línea recta se había girado, dando la espalda a Sean sin querer y sin que a él le diera tiempo a llamarla antes de que ella se enganchase a Andrew, que justo pasaba por allí. La segunda, que Oly se metió por medio. - MARCUSITO. - Se le subió encima, enganchada de brazos y piernas cual koala. - ¡¡Cómo os hemos echado de menos!! ¡Jo, seguís teniendo vibras tristonas! Aunque ya muy poquitas, supongo que habrá sido peor. - Se bajó, y Marcus no atinaba ni a responder, porque la chica era un bombardeo de palabras a toda velocidad mientras le sobaba la cara y el pelo. - Estas cosas es que dejan mucha marca, pero yo os veo bien, os veo superbién, y se nota que no habéis estado solos, porque mira ¿ves? Estas vibras verdecitas hacen uuuuhhh es que sueltan trebolitos y todo, que lo veo, ¿es por tu familia? Ay, qué bonito, son un montón, seguro, irlandeses ¿no? Claro, por eso el verde... - Uuuuuyyyy mi bombón estrenando. - Bramó de repente Ethan, que prácticamente arrastraba a un desconcertado Sean hasta el sillón. - ¡Pero tú también estás solo! ¿Por qué no puedo bailar contigo? - Ay, la ilusión de mi vida, que me pidiera bailar con él. - Le dio un toque en la frente. - Pero no cuela, cafelito, que te he visto la cara de perdido. ¡Y huirme! Ahora no vengas a mí por desesperación. No en público, al menos. - Le empujó hacia abajo de los hombros para hacerle sentarse pesadamente en el sillón. Se escuchaba la malvada risa de Hillary de fondo, lo que hizo a Sean fruncir el ceño con ofensa. - ¡Bueno! ¿A quién se le ocurre la primera perrería para el señorito? -
Estaba escuchando a Kyla, concentrado y comprensivo, cuando el grito de Ethan le provocó tal sobresalto que casi tira el contenido del vaso por los aires. Pues sí, parecía una fiesta normal y él estaba encantado con ello, no solo no le veía nada de malo sino que era justo lo que necesitaba: tranquilidad, a sus amigos, ponerse al día, desahogarse, charlar y divertirse de forma comedida y controlada. Estando Ethan en juego, claramente no era eso lo que iba a tener.
Lo de que la música sugerente te obligara a bailar con alguien del grupo contrario, teniendo en cuenta que Alice y él estaban en el mismo, le hizo chasquear la lengua con desaprobación, pero no dijo nada. Era Ethan, iba a gastar muchas energías contradiciéndolo todo, mejor se hacía a la idea desde ya. Intercambió una mirada de miedo con Sean cuando dijo lo de la silla de los castigos. Más le valía no equivocarse. Aquello tenía que tener trampa, porque emparejarse con alguien del color opuesto no tenía demasiado misterio... al menos hasta que Andrew abrió la boca e Ethan les puso a todos de rojo. Marcus miró al capitán de quidditch con cara de circunstancias, y el otro se encogió de hombros.
El comentario de Kyla le hizo arquear las cejas, corroborando. Exceso era poco para denominar aquel sillón, ni el de su abuela Anastasia era así. Antes de poder plantearse quién era del equipo opuesto, cambió la música, y él fue muy seguro a por Alice, pero su novia se fue con Kyla en el último momento. Bufó. - Ayyy el pobre, mira qué carilla. - Le dijo Oly. - Luego me voy contigo, cuando toque la de los equipos opuestos. - Gracias, Oly. - Y la chica se fue de allí dando saltitos, gritándoles a Kyla y Alice y lanzándose hacia Peter. Soltó aire por la nariz y, al verla pasar, la enganchó de la cintura. - Me la pido. - La chica había dado un gritito de sorpresa, y como claramente el haberle echado de menos la tenía bastante suavizada, rio. - Tú no podrías aspirar a alguien como yo, O'Donnell. Sigue soñando. - ¿Discúlpame? ¿Ha visto a mi futura esposa, letrada Vaughan? - Es verdad, es verdad. Lo dejaremos en tablas. - Hillary le echó los brazos por el cuello. - ¿Cómo estás? - Marcus llenó el pecho de aire y lo dejó salir. - Si pretendes evitarnos cualquier escarnio, momento incómodo o mal recuerdo... te libero de tus funciones. Es demasiado trabajo. - Pretendía bromear pero Hillary detectó el subtono amargo, por lo que torció los labios. - Me hubiera ido con vosotros de haber podido. No me cuesta nada. - Marcus se encogió de hombros. - Estamos bien. De verdad. Pero te lo agradezco. -
Bailaron un poco más y decidió cambiar de tema. - ¿Cómo van las primeras andaduras por el ministerio? - Hillary rio, pero también suspiró y rodó los ojos. - Lo cierto es que lo esperaba mucho peor. - Marcus chasqueó la lengua. - Ibas demasiado antepuesta. - Marcus, sabes tan bien como yo lo que ciertas personas opinan de los hijos de muggles. Y de los hijos bastardos. No digamos de una hija bastarda de una muggle. - Hillary, tienes un expediente brillante... - No miran eso. Eso les da igual. De hecho, lo atribuyen a las causas más variopintas cuando les interesa. - Marcus miró a los lados. - Hablaste con mi madre ¿verdad? - La chica sonrió de lado. - Una gran señora. - Jacobs no es tu único contacto en el ministerio. Y con cierta gente... mi madre puede venirte bien. - Hillary le miró, como si buscara las palabras. - No me he llegado a cruzar con tu primo Percival, si es lo que te preocupa. - Y por la cuenta que le trae a él, mejor que siga siendo así. - Hillary fue a hablar, pero justo Ethan pidió el cambio, y Marcus se marchó sin dar más pábulo a la conversación. Había dejado el mensaje en el aire, pero espero que hubiera quedado claro: como Percival se acercara siquiera a Hillary, ella solo tenía que pestañear y el ejército de Emma O'Donnell haría de las suyas. Se habían enfrentado a gente mucho peor. Y Marcus ya iba sabiendo lo que era el mundo real, no pensaba andarse con remilgos ni consentir más injusticias si estaba en su mano impedirlas.
Lo cierto es que tenía ganas de pinchar a Sean, que le estaba poniendo cara de "ni se te ocurra agarrarte a mí para hacer un bailecito sensual", y por contra intentando hallar a Hillary. Pero se dieron dos circunstancias: la primera, que la chica, un tanto desubicada por la conversación, en vez de seguir en línea recta se había girado, dando la espalda a Sean sin querer y sin que a él le diera tiempo a llamarla antes de que ella se enganchase a Andrew, que justo pasaba por allí. La segunda, que Oly se metió por medio. - MARCUSITO. - Se le subió encima, enganchada de brazos y piernas cual koala. - ¡¡Cómo os hemos echado de menos!! ¡Jo, seguís teniendo vibras tristonas! Aunque ya muy poquitas, supongo que habrá sido peor. - Se bajó, y Marcus no atinaba ni a responder, porque la chica era un bombardeo de palabras a toda velocidad mientras le sobaba la cara y el pelo. - Estas cosas es que dejan mucha marca, pero yo os veo bien, os veo superbién, y se nota que no habéis estado solos, porque mira ¿ves? Estas vibras verdecitas hacen uuuuhhh es que sueltan trebolitos y todo, que lo veo, ¿es por tu familia? Ay, qué bonito, son un montón, seguro, irlandeses ¿no? Claro, por eso el verde... - Uuuuuyyyy mi bombón estrenando. - Bramó de repente Ethan, que prácticamente arrastraba a un desconcertado Sean hasta el sillón. - ¡Pero tú también estás solo! ¿Por qué no puedo bailar contigo? - Ay, la ilusión de mi vida, que me pidiera bailar con él. - Le dio un toque en la frente. - Pero no cuela, cafelito, que te he visto la cara de perdido. ¡Y huirme! Ahora no vengas a mí por desesperación. No en público, al menos. - Le empujó hacia abajo de los hombros para hacerle sentarse pesadamente en el sillón. Se escuchaba la malvada risa de Hillary de fondo, lo que hizo a Sean fruncir el ceño con ofensa. - ¡Bueno! ¿A quién se le ocurre la primera perrería para el señorito? -
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
La música cambió radicalmente, y ya estaba ella buscando a su primo, por si podían hacer el tonto un rato, cuando Poppy se le echó encima. — ¡AAAAAALIIIIIICE! ¡BAILA SEXIMENTE CONMIGO! — Y solo con esa entrada ya le dio la risa inevitable, mientras, tal y como había planeado, hacían el tonto, exagerando mucho los movimientos y muertas de risa. — Marcus está con Oly, tranquila, solo le está leyendo el aura. — Y, efectivamente, vio cómo Oly hacía sus clásicos gestos entorno a Marcus y con esas caras tan graciosas… Solo Merlín sabía cuánta falta hacían los Hufflepuffs en su vida. Pero el momento, sin duda, se lo robaron Ethan y Sean, conduciendo al primero a la silla castigadora y pidiendo castigo para él.
Aprovechó la confusión y cónclave general para abrazar por la espalda a su novio y dejar un beso en su hombro, para recordarle que seguía por ahí y que le quería. — Yo creo que deberíamos hacerle subir a una escoba y… — Bradley, por favor, usa la cabeza, nene, y la de arriba, por favor, no la de la… — ¡Yo digo que le hagamos comer picante! — Soltó Jackie, y todos la miraron. — ¿Qué? Estoy roleando pecadora, y lo que nos pega a los pecadores es picante y dulce a los justos. — Se oyó la risa maligna de Ethan. — Ohhhhh Mattie, esta me gusta tanto que le voy a perdonar que te haya arrancado de mis brazos, te lo digo. — Se giró hacia Sean y se inclinó sobre él. — ¿Qué dices, bomboncito? — Su amigo abrió mucho los ojos y negó confuso. — A ver… Si hay que hacerlo, mejor rápido. — Ethan hizo una pedorreta y miró a Hillary. — Nena, como sea así para todo te vas a aburrir bien pronto. — ¡Yo tengo una idea! — Dijo Alice. — Está basada en las pruebas de La Provenza para ganar a la novia, pero como no tenemos multijugos aquí, lo haremos de otra forma. — Te escucho atentísima, putón, que siempre se puede confiar en ti. — Se adelantó y señaló a Sean. — Le vendamos los ojos… — Esto empieza genial. — Dijo Aaron con una risita pillina, inclinado sobre Ethan. — Le damos unas vueltecitas y tiene que encontrar a Hillary y besarla. — Sean abrió mucho los ojos, tratando de levantarse de la silla pero siendo empujado por los otros dos para abajo. — ¿Pero cómo voy a hacer eso? ¿Y SI BESO A OTRA SIN QUERER? — Alice se encogió de hombros y levantó las palmas. — A ver, Sean, tienes que poder distinguir a Hills por más sentidos que solo la vista, ¿no crees? Además… — Se dio con el índice en los labios. — Puedes contar con la ayuda de alguien que te vaya guiando para encontrarla, aunque estemos todos por medio y con estas luces… — Es que me encanta cuando se pone así la tía. — Dijo la propia Hillary, cosa que hizo reír a todo el mundo menos al propio Sean. — ¡MARCUS! ¡ELIJO A MARCUS! Él cree en el amor verdadero y la fidelidad sobre todas las cosas. — Alice levantó la ceja. — ¿Y yo no? — ¡TÚ TE HAS INVENTADO ESTA JODIDA PESADILLA! — Ella puso cara ofendida y se cruzó de brazos. — ¿Que sí? Pues ahora no vas a poder elegir a tu guía. ¡Ethan! Seguro que tienes un antifaz por ahí, ¿a que sí? — Ay, nena, por favor, ¿qué persona decente no tiene un antifaz y un par de esposas para cualquier necesidad que pueda surgir? — Esto no me va a gustar… — Musitó Sean. — Vete poniéndoselo mientras hecho el hechizo. — ¡Ese es de tu padre! — Dijo Jackie entusiasmada. Pues sí, pero prefería no pensarlo mucho.
Mientras Ethan y Aaron preparaban a Sean, el hechizo fue a seleccionar a Darren, y varios suspiraron. — Vaya por Dios. — Musitó Peter. — Este se lo va a dar regalado. — Dijo Jackie negando con la cabeza. — ¿Yo? A ver, bueno, Hills es el amor de su vida, no se la voy a negar… Si la cosa es que yo no soy muy bueno dando direcciones, porque me aturullo y… — ¡PERFECTO! ¡SEAN! ¡TENEMOS A TU GUÍA! — Bramó Peter conduciéndolo a donde estaba su amigo. — Holiiii. — ¿Es Darren? — Preguntó esperanzado. — Menos mal, tú tienes buen corazón. — ¡Oye! ¿Y yo? — Dijo ofendido Peter. — Este hoy se está coronando. — Rio Aaron. — Bueno, ¿y qué gano con todo esto? — Que tu novia no te odie y te meta una demanda que te deje temblando, pero si te portas bien y lo haces requetebién, puede que te de un beneficio para el resto de la fiesta. — Contestó el anfitrión, mientras Alice, ya metida en el juego, organizaba a los demás. — A ver, hay que revolverse, y podemos movernos durante la averiguación. Ah y porhibidísimo hablar, ¿eh? Que por la voz la saca en un momento. —
Aprovechó la confusión y cónclave general para abrazar por la espalda a su novio y dejar un beso en su hombro, para recordarle que seguía por ahí y que le quería. — Yo creo que deberíamos hacerle subir a una escoba y… — Bradley, por favor, usa la cabeza, nene, y la de arriba, por favor, no la de la… — ¡Yo digo que le hagamos comer picante! — Soltó Jackie, y todos la miraron. — ¿Qué? Estoy roleando pecadora, y lo que nos pega a los pecadores es picante y dulce a los justos. — Se oyó la risa maligna de Ethan. — Ohhhhh Mattie, esta me gusta tanto que le voy a perdonar que te haya arrancado de mis brazos, te lo digo. — Se giró hacia Sean y se inclinó sobre él. — ¿Qué dices, bomboncito? — Su amigo abrió mucho los ojos y negó confuso. — A ver… Si hay que hacerlo, mejor rápido. — Ethan hizo una pedorreta y miró a Hillary. — Nena, como sea así para todo te vas a aburrir bien pronto. — ¡Yo tengo una idea! — Dijo Alice. — Está basada en las pruebas de La Provenza para ganar a la novia, pero como no tenemos multijugos aquí, lo haremos de otra forma. — Te escucho atentísima, putón, que siempre se puede confiar en ti. — Se adelantó y señaló a Sean. — Le vendamos los ojos… — Esto empieza genial. — Dijo Aaron con una risita pillina, inclinado sobre Ethan. — Le damos unas vueltecitas y tiene que encontrar a Hillary y besarla. — Sean abrió mucho los ojos, tratando de levantarse de la silla pero siendo empujado por los otros dos para abajo. — ¿Pero cómo voy a hacer eso? ¿Y SI BESO A OTRA SIN QUERER? — Alice se encogió de hombros y levantó las palmas. — A ver, Sean, tienes que poder distinguir a Hills por más sentidos que solo la vista, ¿no crees? Además… — Se dio con el índice en los labios. — Puedes contar con la ayuda de alguien que te vaya guiando para encontrarla, aunque estemos todos por medio y con estas luces… — Es que me encanta cuando se pone así la tía. — Dijo la propia Hillary, cosa que hizo reír a todo el mundo menos al propio Sean. — ¡MARCUS! ¡ELIJO A MARCUS! Él cree en el amor verdadero y la fidelidad sobre todas las cosas. — Alice levantó la ceja. — ¿Y yo no? — ¡TÚ TE HAS INVENTADO ESTA JODIDA PESADILLA! — Ella puso cara ofendida y se cruzó de brazos. — ¿Que sí? Pues ahora no vas a poder elegir a tu guía. ¡Ethan! Seguro que tienes un antifaz por ahí, ¿a que sí? — Ay, nena, por favor, ¿qué persona decente no tiene un antifaz y un par de esposas para cualquier necesidad que pueda surgir? — Esto no me va a gustar… — Musitó Sean. — Vete poniéndoselo mientras hecho el hechizo. — ¡Ese es de tu padre! — Dijo Jackie entusiasmada. Pues sí, pero prefería no pensarlo mucho.
Mientras Ethan y Aaron preparaban a Sean, el hechizo fue a seleccionar a Darren, y varios suspiraron. — Vaya por Dios. — Musitó Peter. — Este se lo va a dar regalado. — Dijo Jackie negando con la cabeza. — ¿Yo? A ver, bueno, Hills es el amor de su vida, no se la voy a negar… Si la cosa es que yo no soy muy bueno dando direcciones, porque me aturullo y… — ¡PERFECTO! ¡SEAN! ¡TENEMOS A TU GUÍA! — Bramó Peter conduciéndolo a donde estaba su amigo. — Holiiii. — ¿Es Darren? — Preguntó esperanzado. — Menos mal, tú tienes buen corazón. — ¡Oye! ¿Y yo? — Dijo ofendido Peter. — Este hoy se está coronando. — Rio Aaron. — Bueno, ¿y qué gano con todo esto? — Que tu novia no te odie y te meta una demanda que te deje temblando, pero si te portas bien y lo haces requetebién, puede que te de un beneficio para el resto de la fiesta. — Contestó el anfitrión, mientras Alice, ya metida en el juego, organizaba a los demás. — A ver, hay que revolverse, y podemos movernos durante la averiguación. Ah y porhibidísimo hablar, ¿eh? Que por la voz la saca en un momento. —
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
Miró por encima de su hombro con una sonrisilla. - ¡Anda! Un pajarito. Qué suerte. - Y dejó un besito en la nariz de su novia, que ahora le abrazaba por la espalda. Dirigió su atención hacia el sillón en el que Sean estaba sentado, con cara de terror, mientras todos proponían perrerías que hacerle, riendo junto a Alice. No iba a proponer nada porque ya estaban proponiendo más que de sobra los demás, y había echado demasiado de menos a su amigo como para apetecerle que pasara un mal rato, así que se limitó a observar, reír y callar.
Claramente su novia no pensó lo mismo, y Marcus, a su lado, se cruzó de brazos con una sonrisilla, mirándola, deseando ver qué proponía. Ya solo con lo de las pruebas de La Provenza frunció los labios y miró a Sean, arqueando las cejas varias veces. Su amigo estaba con ganas de que se lo tragara la tierra. Chasqueó la lengua ante su pregunta de pánico. - Tú sabrás, tío. Yo pasé por la misma prueba y no besé a la equivocada. - Lo que me faltaba, vamos, compararme con el caballero andante. - Soltó el otro, haciendo otro amago infructuoso de levantarse. Lejos de enfurruñarse aún más con él, dijo que le elegía, y los motivos le gustaron, por lo que dio una fuerte palmada y se frotó las manos, dirigiéndose hacia él. - Di que sí, colega. Un hombre sabio con una sabia elección, ahora mismo... - Pero su propia novia dijo que no. Se giró hacia ella, con la boca abierta, y se encogió de hombros con las palmas extendidas. ¿¿Y yo qué culpa tengo?? Pensó mientras la miraba, pero nada, Alice venía hoy con ganas de ver el mundo arder.
El escogido aleatoriamente fue Darren, y Marcus, por verse excluido del honor, soltó un sonoro suspiro y rodó los ojos. - Espero por la cuenta que le trae que también sea partidario del amor verdadero. - Dijo con tonito, y Darren se limitó a soltar una risita, lo que hizo que Marcus le mirara con inquina. No le gustaba que sus escasas amenazas quedaran en nada, pero bueno. El chico fue junto a Sean y Alice empezó a reagruparles a todos, con la condición, encima, de poder moverse. Marcus, que hoy estaba corporativista, chasqueó de nuevo la lengua en desaprobación. - No lo veo muy justo. - ¡¡Sssshh!! - Dijo Jackie entre risillas, totalmente metida en un juego. Claro, la otra de La Provenza y con querencia por las bromas. Lo más curioso es que Hillary parecía muy tranquila e incluso se reía. O estaba muy segura de Sean, o le podían más las ganas de meterse con él a pesar de que pudiera besar a otra persona.
- ¡Vale! ¡Empiezo! - Dijo Darren, entusiasmado pero nervioso. Sean ya estaba de pie esperando indicaciones. - Camina hacia delante... Hacia delante, hacia delante... - La gente al principio estaba parada, pero poco a poco se fue moviendo. - ¡A la derecha! ¡No, la otra derecha! - ¿La izquierda? - ¡Eso, sí, perdón! ¡A tu izquierda, no mi izquierda, o sea... para allá! - No veo qué es "allá", Dar... - ¡¡¡Por ahí, por ahí vas bien!!! - De hecho sí que iba bien, tanto que Hillary, que estaba en el camino, aguantándose la risilla, dio un pequeño trote hacia un lado para apartarse, y Kyla rápidamente se echó hacia atrás, viéndose a Sean encima, mientras que Theo se fue en dirección contraria. - Vale, ahora no hay nadie, había gente pero no hay nadie. ¡Vete para la izquierda! - ¿Otra vez? - ¡O sea, girando! Gírate un poquito, en plan... para el lado como para... ¡¡AHÍ, PARA PARA!! - Lo de no hablar estaba complicado, porque estaban todos llorando de la risa con la escena, y no dejaban de moverse. Desde luego era un milagro que Sean se estuviera orientando, porque las indicaciones de Darren eran para verlas. - ¡Ahora un poco a la derecha! - Se giró bruscamente y Oly soltó un gemidito delator mientras daba un salto y huía, obligando a todos a forzarse aún más por aguantar la risa. - Adelante... Adelante... Sigue un poco más... Un poquito torcido pero un poquito poquito solo... - Se estaba acercando hacia donde estaba Hillary, pero también estaban Marcus y Andrew por allí. De repente, Darren, que iba muy comedido con las indicaciones, gritó. - ¡¡AHÍ, TIRA!! - ¿¿Que tire qué?? - ¡¡QUE AHÍ QUE SÍ QUE...!! - Se había emocionado tanto que no atinaba, y sin saber bien cómo, Sean pareció torcerse el pie justo cuando se acercaba a Hillary, pero mantuvo el equilibrio a lo justo en lo que el resto ahogaba una exclamación de la impresión y la chica, muy rápidamente, primero hacía amago de agarrarle y luego, en vistas de que no era nada, huía para no ser pillada.
- ¡¡CAAAASI!! Ahora hac... - ¡INMOBILUS! - Lanzó Sean de repente a los pies de Hillary, que estaba un poco apartada, a su derecha. Todos abrieron los ojos como platos, y Darren se quedó de piedra, incluida la propia Hillary. - ¿Va a dejar de moverse la señorita? - Comentó, chulesco, Sean, mientras se dirigía bien seguro hacia ella y le plantaba un beso con total seguridad, sin quitarse la venda y levantando un fuerte "uuuuuhhh" generalizado. Al separarse de sus labios, se descubrió los ojos y suspiró. - Menos mal... - Pero bueno, Hastings. - Dijo Marcus, impresionado y entre risas. Hillary estaba hasta colorada, mirándole. El otro volvió a apuntarla con la varita. - ¡Finite Incantatem! Perdona, mi amor, es que no iba a pillarte en la vida si no dejabas de huir... - ¿Pero cómo lo has sabido? - Preguntó ella, casi sin aliento. Marcus arqueó una ceja y miró a Alice. Hemos descubierto cómo se gana a la Letrada Vaughan. - Ignorando a Darren. - ¡¡Eh!! Jolín, lo he hecho como he podido. - Se lamentó el otro. Sean precisó. - Lo sé, tío, no es por ti. Estaba afinando el oído a los pasos. Conozco el caminar de todo el mundo, cuanto menos el de Hills, sobre todo cuando hace ese trotecito travieso porque quiere esconderse de algo. - La chica se mordió el labio, colorada y sin habla, nada habitual en ella. - Y ha habido un momento en el que Darren ha empezado a dar indicaciones contradictorias, seguro que porque alguien le estaba diciendo que se las diera y le estaba liando. - Tomó la muñeca de Hillary y la alzó, mostrando varias pulseras que tintinearon con el movimiento. Eso hizo a la chica rodar los ojos con obviedad, pero sin perder la sonrisa. - Cuando he fingido tropezarme, y tú has hecho amago de agarrarme, me has dado con el pelo sin querer. Tenía dudas de si eran tus pasos o los de Jackie, que es la que más se parece a ti caminando... Pero tú tienes el pelo más suave. Perdona, Jackie. - Perdonado, estoy muy entretenida. - Contestó la otra, apoyada sobre Theo. - Y, además, iba siguiendo el rastro de tu colonia. Solo tú llevas esa. - Arqueó una ceja. - Pero no puedo pillar a una persona que no deja de moverse. Solo tenía que afinar la puntería cuando estuviera seguro de dónde estabas, y a la cuarta huída me di cuenta de que tiendes a saltar hacia la izquierda, cuando los demás lo hacen hacia la derecha. - A Hillary se le caía la baba a cubos, pero lo cierto es que había dejado impresionados a todos. Tras unos instantes de silencio, lo rompió Ethan. - Perrísima ahora mismo, vamos. - Mejor reconducía, así que Marcus aportó, señalándole. - Con ustedes, señoras y señores, Sean Hastings. Corazón Gryffindor, pero una muy brillante mente Ravenclaw. Digno hijo de su casa. -
Claramente su novia no pensó lo mismo, y Marcus, a su lado, se cruzó de brazos con una sonrisilla, mirándola, deseando ver qué proponía. Ya solo con lo de las pruebas de La Provenza frunció los labios y miró a Sean, arqueando las cejas varias veces. Su amigo estaba con ganas de que se lo tragara la tierra. Chasqueó la lengua ante su pregunta de pánico. - Tú sabrás, tío. Yo pasé por la misma prueba y no besé a la equivocada. - Lo que me faltaba, vamos, compararme con el caballero andante. - Soltó el otro, haciendo otro amago infructuoso de levantarse. Lejos de enfurruñarse aún más con él, dijo que le elegía, y los motivos le gustaron, por lo que dio una fuerte palmada y se frotó las manos, dirigiéndose hacia él. - Di que sí, colega. Un hombre sabio con una sabia elección, ahora mismo... - Pero su propia novia dijo que no. Se giró hacia ella, con la boca abierta, y se encogió de hombros con las palmas extendidas. ¿¿Y yo qué culpa tengo?? Pensó mientras la miraba, pero nada, Alice venía hoy con ganas de ver el mundo arder.
El escogido aleatoriamente fue Darren, y Marcus, por verse excluido del honor, soltó un sonoro suspiro y rodó los ojos. - Espero por la cuenta que le trae que también sea partidario del amor verdadero. - Dijo con tonito, y Darren se limitó a soltar una risita, lo que hizo que Marcus le mirara con inquina. No le gustaba que sus escasas amenazas quedaran en nada, pero bueno. El chico fue junto a Sean y Alice empezó a reagruparles a todos, con la condición, encima, de poder moverse. Marcus, que hoy estaba corporativista, chasqueó de nuevo la lengua en desaprobación. - No lo veo muy justo. - ¡¡Sssshh!! - Dijo Jackie entre risillas, totalmente metida en un juego. Claro, la otra de La Provenza y con querencia por las bromas. Lo más curioso es que Hillary parecía muy tranquila e incluso se reía. O estaba muy segura de Sean, o le podían más las ganas de meterse con él a pesar de que pudiera besar a otra persona.
- ¡Vale! ¡Empiezo! - Dijo Darren, entusiasmado pero nervioso. Sean ya estaba de pie esperando indicaciones. - Camina hacia delante... Hacia delante, hacia delante... - La gente al principio estaba parada, pero poco a poco se fue moviendo. - ¡A la derecha! ¡No, la otra derecha! - ¿La izquierda? - ¡Eso, sí, perdón! ¡A tu izquierda, no mi izquierda, o sea... para allá! - No veo qué es "allá", Dar... - ¡¡¡Por ahí, por ahí vas bien!!! - De hecho sí que iba bien, tanto que Hillary, que estaba en el camino, aguantándose la risilla, dio un pequeño trote hacia un lado para apartarse, y Kyla rápidamente se echó hacia atrás, viéndose a Sean encima, mientras que Theo se fue en dirección contraria. - Vale, ahora no hay nadie, había gente pero no hay nadie. ¡Vete para la izquierda! - ¿Otra vez? - ¡O sea, girando! Gírate un poquito, en plan... para el lado como para... ¡¡AHÍ, PARA PARA!! - Lo de no hablar estaba complicado, porque estaban todos llorando de la risa con la escena, y no dejaban de moverse. Desde luego era un milagro que Sean se estuviera orientando, porque las indicaciones de Darren eran para verlas. - ¡Ahora un poco a la derecha! - Se giró bruscamente y Oly soltó un gemidito delator mientras daba un salto y huía, obligando a todos a forzarse aún más por aguantar la risa. - Adelante... Adelante... Sigue un poco más... Un poquito torcido pero un poquito poquito solo... - Se estaba acercando hacia donde estaba Hillary, pero también estaban Marcus y Andrew por allí. De repente, Darren, que iba muy comedido con las indicaciones, gritó. - ¡¡AHÍ, TIRA!! - ¿¿Que tire qué?? - ¡¡QUE AHÍ QUE SÍ QUE...!! - Se había emocionado tanto que no atinaba, y sin saber bien cómo, Sean pareció torcerse el pie justo cuando se acercaba a Hillary, pero mantuvo el equilibrio a lo justo en lo que el resto ahogaba una exclamación de la impresión y la chica, muy rápidamente, primero hacía amago de agarrarle y luego, en vistas de que no era nada, huía para no ser pillada.
- ¡¡CAAAASI!! Ahora hac... - ¡INMOBILUS! - Lanzó Sean de repente a los pies de Hillary, que estaba un poco apartada, a su derecha. Todos abrieron los ojos como platos, y Darren se quedó de piedra, incluida la propia Hillary. - ¿Va a dejar de moverse la señorita? - Comentó, chulesco, Sean, mientras se dirigía bien seguro hacia ella y le plantaba un beso con total seguridad, sin quitarse la venda y levantando un fuerte "uuuuuhhh" generalizado. Al separarse de sus labios, se descubrió los ojos y suspiró. - Menos mal... - Pero bueno, Hastings. - Dijo Marcus, impresionado y entre risas. Hillary estaba hasta colorada, mirándole. El otro volvió a apuntarla con la varita. - ¡Finite Incantatem! Perdona, mi amor, es que no iba a pillarte en la vida si no dejabas de huir... - ¿Pero cómo lo has sabido? - Preguntó ella, casi sin aliento. Marcus arqueó una ceja y miró a Alice. Hemos descubierto cómo se gana a la Letrada Vaughan. - Ignorando a Darren. - ¡¡Eh!! Jolín, lo he hecho como he podido. - Se lamentó el otro. Sean precisó. - Lo sé, tío, no es por ti. Estaba afinando el oído a los pasos. Conozco el caminar de todo el mundo, cuanto menos el de Hills, sobre todo cuando hace ese trotecito travieso porque quiere esconderse de algo. - La chica se mordió el labio, colorada y sin habla, nada habitual en ella. - Y ha habido un momento en el que Darren ha empezado a dar indicaciones contradictorias, seguro que porque alguien le estaba diciendo que se las diera y le estaba liando. - Tomó la muñeca de Hillary y la alzó, mostrando varias pulseras que tintinearon con el movimiento. Eso hizo a la chica rodar los ojos con obviedad, pero sin perder la sonrisa. - Cuando he fingido tropezarme, y tú has hecho amago de agarrarme, me has dado con el pelo sin querer. Tenía dudas de si eran tus pasos o los de Jackie, que es la que más se parece a ti caminando... Pero tú tienes el pelo más suave. Perdona, Jackie. - Perdonado, estoy muy entretenida. - Contestó la otra, apoyada sobre Theo. - Y, además, iba siguiendo el rastro de tu colonia. Solo tú llevas esa. - Arqueó una ceja. - Pero no puedo pillar a una persona que no deja de moverse. Solo tenía que afinar la puntería cuando estuviera seguro de dónde estabas, y a la cuarta huída me di cuenta de que tiendes a saltar hacia la izquierda, cuando los demás lo hacen hacia la derecha. - A Hillary se le caía la baba a cubos, pero lo cierto es que había dejado impresionados a todos. Tras unos instantes de silencio, lo rompió Ethan. - Perrísima ahora mismo, vamos. - Mejor reconducía, así que Marcus aportó, señalándole. - Con ustedes, señoras y señores, Sean Hastings. Corazón Gryffindor, pero una muy brillante mente Ravenclaw. Digno hijo de su casa. -
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Ivanka
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
Fue empezar su cuñado a dar indicaciones y ella a morirse de risa sin poder evitarlo de ninguna forma. Es que menudo caos, y lo mejor es que estaban todos igual y se iban chocando entre ellos sin poder evitarlo ni parar de reír. Y de repente, Sean tiró un Inmobilus y los dejó a todos más callados que una tumba, estupefactos. Y de la misma se fue, y le plantó un besazo a Hillary que fue para verlo. — Vete apuntando para cuando te toque en La Provenza. — Le dijo a Theo dándole un codazo flojito, pero sin apartar la mirada de su amigo mientras lo explicaba. No pudo evitar que le saliera una sonrisita al ver una ejecución tan perfecta, e imitando un poco la seguridad de su novio, señaló a Sean con la mano y una sonrisa de suficiencia. — No me cabía duda de que un Ravenclaw de pura cepa y tan observador con todo como mi amigo Sean encontraría al amor de su vida. — Ladeó la cabeza y miró a Hills. — Eso sí, la próxima vez quítate las pulseras, dama del pelo suave, que vaya tela. — Pero su amiga estaba, como decía Ethan, perrísima, e hinchada como un pavo, se encogió de un hombro, mientras seguía enganchada del cuello de Sean. Cómo le gustaba ver así a sus amigos.
— Bueno, como no es que te hayas portado, es que te la has sacado delante de todo el mundo, te voy a conceder un honor. — Saltó Ethan, recolgándose de ambos. — Sean Hastings, me congratula convertirte en el sacerdote de esta fiesta llena de pecado y maldades. — Su amigo parpadeó confuso, mientras Hillary se echaba a reír y Theo y Darren también. — Básicamente tú decides quién está pecando o no. Te recuerdo unos cuantos pecaditos: mentir, intentar tangar al resto del grupo como si estuvieran cumpliendo una pena, incluso, llegado el momento, decidir tú qué pena se le impone a los sancionados. — Se separó y le señaló, sacando un frasquito con un difusor, como un perfume, tendiéndoselo. — Y como nadie va a tener moral más alta que tú, te permito que, cuando veas algo que te escame, puedes rociar al susodicho o susodicha con esto. — A ver qué lleva eso. — Saltó Kyla con tono severo. — Es poción estornudo, nena, relájate. Es por si ve una parejita dándose demasiado amor, o a alguno comiendo muffins de más, o bebiendo la bebida que no le corresponde… En fin, te he dado poder, bomboncito, úsalo. — Terminó y guiñó el ojo. — Y ahora, de momento, podemos volver a nuestras posiciones. — Y volvió a la zona de los sofás y las mesas.
Cuando se hubo asentado, con una bebida de pecadores que pretendía compartir con su novio y se apoyó en él antes de preguntar. — A ver, señores, descríbanme el tal garito prohibido y como es que todos estaban allí. — Dio una palmada en el suelo. — Visto para sentencia. Puede empezar con el testimonio. — Y Hillary y Kyla se partían de risa. — No sé puede ver para sentencia y escuchar testimonios. — Aclaró la primera. — No en un jurado, pero estamos en el paraíso del pecado de Ethan. — Replicó ella. — Eso, yo también lo quiero saber, ya que nadie me llevó. — Dijo Andrew ofendido. — Macho, te avisé y estabas en modo “mi Donnita ha vuelto a Hogwarts y quiero pasarme la noche jugando al backgammon con mi hermano”. — Le afeó Bradley. — ¿Vosotros también fuisteis? — ¡Sí! Estaba muy guay y muy misterioso. — Contestó Poppy contenta. — Bueno, antes de generar más confusión, no es que fuera un sitio tremendamente secreto ni nada… Oscuro puede que fuera un poquito. — Admitió Hillary. — Es un sitio exclusivo, nada más, porque tienes que entrar con invitación. — ¡Y la invitación está guapísima! Porque es así una tarjeta negra con una bola dibujada de la que sale humor pero que se mueve, ¿sabéis cómo os digo? — Describía Peter entusiasmado. — Total, que hay que entrar entregando esa tarjeta, eso es verdad, y tienes que firmar un papel donde dices lo que te da alergia para que no te lo sirvan y que conoces a dónde vas y todo eso. — Espero que no tuviera un acuerdo de confidencialidad. — Dijo Jackie después de un silbido de admiración. — No, lo comprobé claro. Es solo porque las bebidas que te ponen son sorpresa y van un poco con… El ambiente, lo que esté sonando o la hora o lo que sea, es un poco aleatorio, y dentro es todo tan oscuro y tal, con el humor brillante, que es oscuro. — ¿Y cómo es que os invitó Jacobs? Sin ofender, pero, ¿no tiene gente en el Ministerio con la que salir? — Sean suspiró, mientras seguía acariciando el pelo de su novia. — Pues justamente de eso hablamos aquel día. Que el Ministerio cada vez es más clasista, al menos entre los jóvenes. Los estudiantes de Hogwarts que entran ahí son por enchufe o porque son del corte de los del enchufe, y los que no son así, o se van al extranjero, o se dedican a otras cosas, y si no, míranos a nosotros. Solo dos de aquí han escogido el Ministerio, y solo porque no podrían ejercer en otro lado. — Kyla dio un trago a su bebida y la alzó. — Y créeme, si tan solo pudiera, me piraría. De ahí que aquella noche me cagara en toda la cúpula. — Movió las manos como si espantara algo invisible. — Son retrógrados y clasistas a más no poder. — Vamos, que todavía nadie sabe que eres lesbiana. — Dijo Ethan, con cierto resquemor. — Pues no, y vete a saber cuándo podré. Valoro mi trabajo, y tal y como están las cosas no solo estoy en la cuerda floja yo, es que podría peligrar hasta mi padre. — Contestó Kyla, claramente molesta. — Total, que Jacobs tenía allí una fiesta de una Slytherin que era amiga suya en Hogwarts y que le dijo que llevara a quien quisiera. — Retomó Hillary, para rebajar la tensión. — Y estábamos todos entre… Tensos, tristes y dispersos por toda Inglaterra, teníamos ganas de reunirnos, y dije: mira, no nos vamos a ver en otra así. Y avisé a varios y luego Bradley se encargó del resto, porque para eso es nuestro Gryffin. — Alice mantuvo la sonrisa pero le quemó un poquito haberse perdido algo así. — Pues yo quiero probarlo. — Es muy misterioso, así, en un callejón subterráneo de Edimburgo y es todo como UHHHH y BLUUUHHH. — Aportó Oly moviendo los dedos y poniendo caras, lo que causó las risas de los demás y la eliminación definitiva de la tensión. — Podemos hacerlo antes de Navidades, si Jacobs puede. — Propuso Kyla. Alice se miró con Marcus. Quizá era hora de contarles a todos que ellos también se iban sin… Una fecha concreta de vuelta.
— Bueno, como no es que te hayas portado, es que te la has sacado delante de todo el mundo, te voy a conceder un honor. — Saltó Ethan, recolgándose de ambos. — Sean Hastings, me congratula convertirte en el sacerdote de esta fiesta llena de pecado y maldades. — Su amigo parpadeó confuso, mientras Hillary se echaba a reír y Theo y Darren también. — Básicamente tú decides quién está pecando o no. Te recuerdo unos cuantos pecaditos: mentir, intentar tangar al resto del grupo como si estuvieran cumpliendo una pena, incluso, llegado el momento, decidir tú qué pena se le impone a los sancionados. — Se separó y le señaló, sacando un frasquito con un difusor, como un perfume, tendiéndoselo. — Y como nadie va a tener moral más alta que tú, te permito que, cuando veas algo que te escame, puedes rociar al susodicho o susodicha con esto. — A ver qué lleva eso. — Saltó Kyla con tono severo. — Es poción estornudo, nena, relájate. Es por si ve una parejita dándose demasiado amor, o a alguno comiendo muffins de más, o bebiendo la bebida que no le corresponde… En fin, te he dado poder, bomboncito, úsalo. — Terminó y guiñó el ojo. — Y ahora, de momento, podemos volver a nuestras posiciones. — Y volvió a la zona de los sofás y las mesas.
Cuando se hubo asentado, con una bebida de pecadores que pretendía compartir con su novio y se apoyó en él antes de preguntar. — A ver, señores, descríbanme el tal garito prohibido y como es que todos estaban allí. — Dio una palmada en el suelo. — Visto para sentencia. Puede empezar con el testimonio. — Y Hillary y Kyla se partían de risa. — No sé puede ver para sentencia y escuchar testimonios. — Aclaró la primera. — No en un jurado, pero estamos en el paraíso del pecado de Ethan. — Replicó ella. — Eso, yo también lo quiero saber, ya que nadie me llevó. — Dijo Andrew ofendido. — Macho, te avisé y estabas en modo “mi Donnita ha vuelto a Hogwarts y quiero pasarme la noche jugando al backgammon con mi hermano”. — Le afeó Bradley. — ¿Vosotros también fuisteis? — ¡Sí! Estaba muy guay y muy misterioso. — Contestó Poppy contenta. — Bueno, antes de generar más confusión, no es que fuera un sitio tremendamente secreto ni nada… Oscuro puede que fuera un poquito. — Admitió Hillary. — Es un sitio exclusivo, nada más, porque tienes que entrar con invitación. — ¡Y la invitación está guapísima! Porque es así una tarjeta negra con una bola dibujada de la que sale humor pero que se mueve, ¿sabéis cómo os digo? — Describía Peter entusiasmado. — Total, que hay que entrar entregando esa tarjeta, eso es verdad, y tienes que firmar un papel donde dices lo que te da alergia para que no te lo sirvan y que conoces a dónde vas y todo eso. — Espero que no tuviera un acuerdo de confidencialidad. — Dijo Jackie después de un silbido de admiración. — No, lo comprobé claro. Es solo porque las bebidas que te ponen son sorpresa y van un poco con… El ambiente, lo que esté sonando o la hora o lo que sea, es un poco aleatorio, y dentro es todo tan oscuro y tal, con el humor brillante, que es oscuro. — ¿Y cómo es que os invitó Jacobs? Sin ofender, pero, ¿no tiene gente en el Ministerio con la que salir? — Sean suspiró, mientras seguía acariciando el pelo de su novia. — Pues justamente de eso hablamos aquel día. Que el Ministerio cada vez es más clasista, al menos entre los jóvenes. Los estudiantes de Hogwarts que entran ahí son por enchufe o porque son del corte de los del enchufe, y los que no son así, o se van al extranjero, o se dedican a otras cosas, y si no, míranos a nosotros. Solo dos de aquí han escogido el Ministerio, y solo porque no podrían ejercer en otro lado. — Kyla dio un trago a su bebida y la alzó. — Y créeme, si tan solo pudiera, me piraría. De ahí que aquella noche me cagara en toda la cúpula. — Movió las manos como si espantara algo invisible. — Son retrógrados y clasistas a más no poder. — Vamos, que todavía nadie sabe que eres lesbiana. — Dijo Ethan, con cierto resquemor. — Pues no, y vete a saber cuándo podré. Valoro mi trabajo, y tal y como están las cosas no solo estoy en la cuerda floja yo, es que podría peligrar hasta mi padre. — Contestó Kyla, claramente molesta. — Total, que Jacobs tenía allí una fiesta de una Slytherin que era amiga suya en Hogwarts y que le dijo que llevara a quien quisiera. — Retomó Hillary, para rebajar la tensión. — Y estábamos todos entre… Tensos, tristes y dispersos por toda Inglaterra, teníamos ganas de reunirnos, y dije: mira, no nos vamos a ver en otra así. Y avisé a varios y luego Bradley se encargó del resto, porque para eso es nuestro Gryffin. — Alice mantuvo la sonrisa pero le quemó un poquito haberse perdido algo así. — Pues yo quiero probarlo. — Es muy misterioso, así, en un callejón subterráneo de Edimburgo y es todo como UHHHH y BLUUUHHH. — Aportó Oly moviendo los dedos y poniendo caras, lo que causó las risas de los demás y la eliminación definitiva de la tensión. — Podemos hacerlo antes de Navidades, si Jacobs puede. — Propuso Kyla. Alice se miró con Marcus. Quizá era hora de contarles a todos que ellos también se iban sin… Una fecha concreta de vuelta.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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Freyja
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
Alzó su copa para brindar por el nuevo puesto de Sean y, por supuesto, decir. - Espero que no olvides a quien siempre apostó por ti. - La soberbia también es un pecado. - Recordó el otro, alzándole una ceja. Pues que no se te suba a la cabeza tan pronto, pensó, pero mejor no contraargumentaba porque se veía siendo rociado el primero.
Se fue junto a su novia hacia los sofás, cogiendo un par de snacks de paso y pidiendo un traguito de la bebida que ella había cogido mientras preguntaba a los demás por la anécdota de bares que se habían perdido. Durante su estancia en Nueva York, casi ni se habían planteado que el mundo había seguido girando sin ellos, porque toda su vida había sido esa. Pero bueno, lo retomarían lo antes posible, quería pensar... si bien ahora tenían pensado encerrarse a estudiar y, después, irse a Irlanda... Y después de eso tendrían que hacer su año de investigación fuera... Tragó saliva. Bueno, sacarían momentos para estar con sus amigos. Prometieron no separarse al salir de Hogwarts, les llevara por dónde les llevara la vida...
Lo de Andrew le hizo reír. - ¡Eh! Si lo que quieres es practicar backgammon, aquí tienes a uno que le encanta. - Comentó, señalando a Aaron con el pulgar, quien le devolvió una mirada hastiada aunque disimulando la sonrisa. También recordó algo. - ¡Por cierto! Tenéis que contarnos lo de vuestro viaje a España. - Uy, hay mucho quidditch y mucho sexo de por medio, no te recomiendo preguntar. - Afirmó Darren, ante lo que Andrew rio aunque con un punto de vergüenza. - ¡Eso no es verdad! - ¡Que no, dice! Quedamos los cuatro antes de que Lex y Donna se fueran a Hogwarts. - Oyó una exclamación contenida de Oly, quien se giró a Kyla y le dijo con pena. - Jo, nos han excluido de la quedada de parejitas. ¿No hacen eso los monógamos? - La otra le dio un par de toques en la rodilla para quitarle importancia. Darren continuó. - Y se pasaron doooooos hooooooras y media los dos hablando de la selección española de quidditch. Y los saltos temporales en la narrativa eran supersospechosos. - Marcus rio, porque Andrew simplemente se encogía de hombros con una sonrisilla, sin comprometerse a nada.
Siguió atendiendo al relato sobre el bar. Soltó una leve risa. - Suena a sitio cien por cien Slytherin, me lo imagino a la perfección. - Y a él, a pesar de la vena que le atribuían, no le hacían especial ilusión los lugares oscuros y de cuestionable legalidad según qué cosas... Pero sí que le gustaba la exclusividad, y ahora se sentía en último puesto en todo su grupo en dicho aspecto. Pero lo dicho, lo recuperaría rápidamente: al fin y al cabo, no le habían excluido ni él se había aislado voluntariamente, solo había sido circunstancial. Lo que le gustó y disgustó a partes iguales fue el relato de Sean sobre los motivos de Jacobs para invitarle. Por mucho que quisieran negar la realidad, el clasismo en el Ministerio era un hecho, y tanto podías beneficiarte si tenías la suerte de tener una Emma O'Donnell a tu lado, como perjudicarte si no la tenías, y lo incontrolable y fortuito era algo con lo que Marcus no comulgaba: le gustaba que la gente se ganase su puesto en los lugares, no que les viniera dado. Básicamente el motivo por el que Percival estaba allí, y dudaba que fuera ni mucho menos el único.
Se cruzó de brazos y soltó aire por la nariz. - Vosotras podéis y debéis llegar donde queráis. - Y que no me entere yo de lo contrario, le faltó decir, aunque lo pensó, en relación con Hillary y Kyla y las posibles trabas a las que podrían enfrentarse. Peter, por alusiones de Hillary, asintió contento. - Claro que sí, joder, con lo listas que sois y lo preparadísimas. Es superinjusto, las cosas no deberían ser así, el mundo tiene que ser igual para todos, hombre. ¿Sabéis quién más estaba allí? Joer, y con menudo cabreo, con lo que ella es. Pero clar... - Vio que Kyla estaba haciéndole señales a Peter para que cortara, y el otro las pilló. Pero tarde. Marcus las había pillado antes. - Tiene motivos para estar allí. Es otra persona muy bien preparada y con una situación familiar que puede hacer que muchos clasistas la rechacen. - Les miró. - Porque habláis de Maggie Geller ¿verdad? - Se miraron con los ojos entornados. Suspiró. - Tranquilos. Nos hizo un buen favor con... bueno, todo el papeleo con lo de Dylan. Lo de Hogwarts... Cosas del colegio, está en el olvido. - Le quitó importancia, así que Kyla, más relajada, asintió y añadió. - Esa misma tarde la habían dejado sospechosamente fuera de un caso en el que se había preparado un montón. - Bufó. - Me parece increíble. - Tú no te preocupes, ministra en curso. - Comentó Ethan con seguridad. - Que cuando tú seas la presi suprema, cambiarás todas esas tonterías. - Sí, a este paso, a ver si llego. - Comentó ella con amargo desdén.
Y entonces, les propusieron ir. Se mordió el labio, compartiendo la mirada con Alice. Sus amigos les miraban, intrigados. - Bueno... - Se aclaró un poco la garganta. - Lo cierto es... que lo vamos a tener complicado. - La más incrédula y demandante de motivos parecía Hillary, aunque todos estaban un poco a la espera. - Tenemos el examen para la licencia de piedra el treinta de octubre. - ¿¿Ya?? ¿Tan pronto? - Se sorprendió Sean, y no fue el único, solo el que lo verbalizó en voz alta. Marcus sonrió con levedad. - Eh, pero la parte buena es que estamos libres para Halloween. Nos dejamos en vuestras manos para el fiestón. - Dalo por hecho, cariño, pero no desvíes el tema, que aquí se ha dicho Navidad y os vemos las caras. ¿Qué pasa? - Concretó Ethan. Marcus suspiró. - Cuando terminemos... nos vamos a Irlanda. - Se generó un silencio. Oly miró a los lados e hizo la intentona a la desesperada. - Pero en plan un tiempito ¿no? No es para siempre. - No, no, claro. Nos vamos a prepararnos la siguiente licencia. - Pero creía que la estancia en el extranjero era para prepararse acero, no hielo. - Preguntó Kyla, entre confusa y cuestionadora. - Sí, así es... Es... - Se mojó los labios y miró a Alice. - Le prometimos a mis abuelos... conocer su tierra y... Bueno, íbamos a ir solo para Navidad, pero lo hemos pensado mejor y... creemos que allí vamos a estar mucho más tranquilos. - Hillary estaba mirando a Alice, un tanto descuadrada, como si esperara confirmación. Se volvió a crear un silencio.
- ¡Total! Que me dejáis sola como a una perra. - Resolvió Ethan, terminándose la bebida de golpe. - Ahora di lo tuyo tú también, anda. Que lo lloremos todo junto al menos y luego nos pongamos con la fiesta, si no, esto no hay quien lo levante. - Por el gesto de Ethan, todos miraron a Aaron. El chico no parecía esperarse tener el foco encima tan súbitamente. - Ah, esto, bueno... No creo que a nadie le... sorprenda o... - Se encogió de hombros. - Quiero empezar de cero. En todo. - Marcus miró de reojo a Ethan. Estaba echándose más bebida en el vaso, pero le iba conociendo lo suficiente como para saber que estaba haciendo un gran esfuerzo por disimular que eso le estaba doliendo. - He pensado... que Grecia podía ser un buen destino para mí. Quería venir a despedirme, pero... me voy. En unos días, probablemente. - Peter se le puso al lado, le colocó una mano en el hombro y dijo. - Eres un buen tío. Te mereces una buena vida. - Se encogió de hombros. - Y como yo voy a viajar un montón, te veré por allí. Tienes pase libre todas las veces que quieras venir a verme a un partido. - ¡Y nosotros te veremos también! - Se apuntó Darren. - Si... quieres... claro... - Aaron sonrió con agradecimiento, y les miró a ellos levemente. No, no quería. No quería verles a ninguno, porque quería que su vida volviera a empezar la semana que viene como si nada hubiera pasado. Pero probablemente no quisiera decirlo en voz alta. Y allí, en el fondo, se sentía bien.
Se fue junto a su novia hacia los sofás, cogiendo un par de snacks de paso y pidiendo un traguito de la bebida que ella había cogido mientras preguntaba a los demás por la anécdota de bares que se habían perdido. Durante su estancia en Nueva York, casi ni se habían planteado que el mundo había seguido girando sin ellos, porque toda su vida había sido esa. Pero bueno, lo retomarían lo antes posible, quería pensar... si bien ahora tenían pensado encerrarse a estudiar y, después, irse a Irlanda... Y después de eso tendrían que hacer su año de investigación fuera... Tragó saliva. Bueno, sacarían momentos para estar con sus amigos. Prometieron no separarse al salir de Hogwarts, les llevara por dónde les llevara la vida...
Lo de Andrew le hizo reír. - ¡Eh! Si lo que quieres es practicar backgammon, aquí tienes a uno que le encanta. - Comentó, señalando a Aaron con el pulgar, quien le devolvió una mirada hastiada aunque disimulando la sonrisa. También recordó algo. - ¡Por cierto! Tenéis que contarnos lo de vuestro viaje a España. - Uy, hay mucho quidditch y mucho sexo de por medio, no te recomiendo preguntar. - Afirmó Darren, ante lo que Andrew rio aunque con un punto de vergüenza. - ¡Eso no es verdad! - ¡Que no, dice! Quedamos los cuatro antes de que Lex y Donna se fueran a Hogwarts. - Oyó una exclamación contenida de Oly, quien se giró a Kyla y le dijo con pena. - Jo, nos han excluido de la quedada de parejitas. ¿No hacen eso los monógamos? - La otra le dio un par de toques en la rodilla para quitarle importancia. Darren continuó. - Y se pasaron doooooos hooooooras y media los dos hablando de la selección española de quidditch. Y los saltos temporales en la narrativa eran supersospechosos. - Marcus rio, porque Andrew simplemente se encogía de hombros con una sonrisilla, sin comprometerse a nada.
Siguió atendiendo al relato sobre el bar. Soltó una leve risa. - Suena a sitio cien por cien Slytherin, me lo imagino a la perfección. - Y a él, a pesar de la vena que le atribuían, no le hacían especial ilusión los lugares oscuros y de cuestionable legalidad según qué cosas... Pero sí que le gustaba la exclusividad, y ahora se sentía en último puesto en todo su grupo en dicho aspecto. Pero lo dicho, lo recuperaría rápidamente: al fin y al cabo, no le habían excluido ni él se había aislado voluntariamente, solo había sido circunstancial. Lo que le gustó y disgustó a partes iguales fue el relato de Sean sobre los motivos de Jacobs para invitarle. Por mucho que quisieran negar la realidad, el clasismo en el Ministerio era un hecho, y tanto podías beneficiarte si tenías la suerte de tener una Emma O'Donnell a tu lado, como perjudicarte si no la tenías, y lo incontrolable y fortuito era algo con lo que Marcus no comulgaba: le gustaba que la gente se ganase su puesto en los lugares, no que les viniera dado. Básicamente el motivo por el que Percival estaba allí, y dudaba que fuera ni mucho menos el único.
Se cruzó de brazos y soltó aire por la nariz. - Vosotras podéis y debéis llegar donde queráis. - Y que no me entere yo de lo contrario, le faltó decir, aunque lo pensó, en relación con Hillary y Kyla y las posibles trabas a las que podrían enfrentarse. Peter, por alusiones de Hillary, asintió contento. - Claro que sí, joder, con lo listas que sois y lo preparadísimas. Es superinjusto, las cosas no deberían ser así, el mundo tiene que ser igual para todos, hombre. ¿Sabéis quién más estaba allí? Joer, y con menudo cabreo, con lo que ella es. Pero clar... - Vio que Kyla estaba haciéndole señales a Peter para que cortara, y el otro las pilló. Pero tarde. Marcus las había pillado antes. - Tiene motivos para estar allí. Es otra persona muy bien preparada y con una situación familiar que puede hacer que muchos clasistas la rechacen. - Les miró. - Porque habláis de Maggie Geller ¿verdad? - Se miraron con los ojos entornados. Suspiró. - Tranquilos. Nos hizo un buen favor con... bueno, todo el papeleo con lo de Dylan. Lo de Hogwarts... Cosas del colegio, está en el olvido. - Le quitó importancia, así que Kyla, más relajada, asintió y añadió. - Esa misma tarde la habían dejado sospechosamente fuera de un caso en el que se había preparado un montón. - Bufó. - Me parece increíble. - Tú no te preocupes, ministra en curso. - Comentó Ethan con seguridad. - Que cuando tú seas la presi suprema, cambiarás todas esas tonterías. - Sí, a este paso, a ver si llego. - Comentó ella con amargo desdén.
Y entonces, les propusieron ir. Se mordió el labio, compartiendo la mirada con Alice. Sus amigos les miraban, intrigados. - Bueno... - Se aclaró un poco la garganta. - Lo cierto es... que lo vamos a tener complicado. - La más incrédula y demandante de motivos parecía Hillary, aunque todos estaban un poco a la espera. - Tenemos el examen para la licencia de piedra el treinta de octubre. - ¿¿Ya?? ¿Tan pronto? - Se sorprendió Sean, y no fue el único, solo el que lo verbalizó en voz alta. Marcus sonrió con levedad. - Eh, pero la parte buena es que estamos libres para Halloween. Nos dejamos en vuestras manos para el fiestón. - Dalo por hecho, cariño, pero no desvíes el tema, que aquí se ha dicho Navidad y os vemos las caras. ¿Qué pasa? - Concretó Ethan. Marcus suspiró. - Cuando terminemos... nos vamos a Irlanda. - Se generó un silencio. Oly miró a los lados e hizo la intentona a la desesperada. - Pero en plan un tiempito ¿no? No es para siempre. - No, no, claro. Nos vamos a prepararnos la siguiente licencia. - Pero creía que la estancia en el extranjero era para prepararse acero, no hielo. - Preguntó Kyla, entre confusa y cuestionadora. - Sí, así es... Es... - Se mojó los labios y miró a Alice. - Le prometimos a mis abuelos... conocer su tierra y... Bueno, íbamos a ir solo para Navidad, pero lo hemos pensado mejor y... creemos que allí vamos a estar mucho más tranquilos. - Hillary estaba mirando a Alice, un tanto descuadrada, como si esperara confirmación. Se volvió a crear un silencio.
- ¡Total! Que me dejáis sola como a una perra. - Resolvió Ethan, terminándose la bebida de golpe. - Ahora di lo tuyo tú también, anda. Que lo lloremos todo junto al menos y luego nos pongamos con la fiesta, si no, esto no hay quien lo levante. - Por el gesto de Ethan, todos miraron a Aaron. El chico no parecía esperarse tener el foco encima tan súbitamente. - Ah, esto, bueno... No creo que a nadie le... sorprenda o... - Se encogió de hombros. - Quiero empezar de cero. En todo. - Marcus miró de reojo a Ethan. Estaba echándose más bebida en el vaso, pero le iba conociendo lo suficiente como para saber que estaba haciendo un gran esfuerzo por disimular que eso le estaba doliendo. - He pensado... que Grecia podía ser un buen destino para mí. Quería venir a despedirme, pero... me voy. En unos días, probablemente. - Peter se le puso al lado, le colocó una mano en el hombro y dijo. - Eres un buen tío. Te mereces una buena vida. - Se encogió de hombros. - Y como yo voy a viajar un montón, te veré por allí. Tienes pase libre todas las veces que quieras venir a verme a un partido. - ¡Y nosotros te veremos también! - Se apuntó Darren. - Si... quieres... claro... - Aaron sonrió con agradecimiento, y les miró a ellos levemente. No, no quería. No quería verles a ninguno, porque quería que su vida volviera a empezar la semana que viene como si nada hubiera pasado. Pero probablemente no quisiera decirlo en voz alta. Y allí, en el fondo, se sentía bien.
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Ivanka
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
Se reía de las cosas de sus amigos, como el viaje a España de sus amigos narrado por Darren o las cosas de Oly, y me interesaba saber más sobre todo lo del Ministerio y cómo se las gastaban allí, pero, en el fondo, estaba tensa por el momento revelación de que se iban a Irlanda. Lo bueno era que Marcus era impecable para eso, sabía transmitir las cosas con calma y firmeza, y responder a las preguntas de todos sin mayor problema.
Detectó la mirada de Hillary y las palabras de Ethan, y por supuesto, era imposible engañar a Kyla, que se sabía los requisitos de todos los rangos de una disciplina que jamás iba a tocar. — Luego dirá que no va a ser Ministra. — Bromeó señalándola. — Lo controla todo la tía. — Hombre, es importante saber cómo se desarrollan los alquimistas, son un pilar muy importante y ciertamente conveniente de tener de tu lado en el gobierno. — Lo dicho, ministra. — Remató Alice, tratando de reír. — Venga, chicos, no es para tanto. Podéis ir en traslador a Galway, y nosotros os aparecemos en Ballyknow, y una vez hayáis estado, podéis apareceros vosotros. Irlanda es muy guay, os va a gustar visitarnos. — ¡Pero si tú nunca has estado! — Le afeó Sean, pero ella rio. — Uy, pero he estado rodeada de irlandeses, y llevo oyendo historias de la abuela Molly y de Erin desde pequeña… — Miró a Marcus y se dejó caer sobre él, bajo su brazo. — Forma parte de nosotros. Y vosotros de nosotros, así que no se hable más, vendréis a vernos y lo disfrutaremos. —
Y aún quedaba la parte de Aaron. Ethan estaba claramente afectado, y aunque lo esperaba, le veía más ofendido aún, y eso solo lo que estaba mostrando, que por dentro, si conocía de algo a su amigo, estaba más profundamente dolido. Pero Aaron había tomado una decisión y nadie más que ella podía entenderlo, y nadie más que ella debía respetarlo. — ¡Grecia mola! ¡Es el paraíso de la comunidad no heterosexual! ¡Ky! ¿Nos vamos con él? ¿No dices que estás cansada del Ministerio? — La interpelada rio, pero Alice detectó cierta pena en su rostro. — Creo que no es ese su objetivo, cielo. Pero seguro que te va muy bien, Aaron. — Pero ¿tienes un plan? ¿Sabes de qué vas a vivir o si vas a estar en zona muggle o…? — Preguntó Sean. — ¡ESE ES MI SACERDOTE! — Exclamó Ethan. — Poniendo en duda todo el plan, así me gusta. — Pero Aaron se reía más. — Así que… No les has contado, que no solo nos hemos traído a Dylan de vuelta. — Todos la miraron como lechuzas curiosas de ojos muy abiertos y ella se revolvió incómoda. — Bueno, a ver… Básicamente había una herencia, que venía a ser toda la base del conflicto con Dylan, porque mi madre era la heredera junto con Aaron, y ellos nos lo habían ocultado… Y desde que mi madre murió, pues sus herederos naturales pasamos a ser los herederos de ese dinero… Y por eso se lo llevaron, querían controlar su parte. — Levantó las palmas. — El resumen es que di mi parte a cambio de quedarnos a Dylan y Aaron se llevó una casa en Long Island escandalosamente cara que vendió escandalosamente rápido. — Todos se giraron a Aaron y este se rio. — Aquí está el rico heredero americano, cuyo plan es irse a Grecia y… Como dice la prefecta, vivir entre muggles. — ¡Bueno esta golfa abandonada ya ha oído bastante, que la fiesta decae! — Interrumpió Ethan.
El anfitrión hizo un gesto con la varita y aparecieron unas coronas blancas y otras negras. — En este no hay ganadores, solo castigo a los cagados. — Levantó una corona de cada color. — Cada uno de nosotros va a tener que contestar una pregunta picantona yyyyyy dependiendo de la respuesta, puede cambiar vuestro uniforme. Si habéis sido unos santurrones, os pondremos la coronita blanca y os volveréis blancos y justos, y si habéis sido picarillos, os pondremos la negra con su consecuencia. — Volvió a levantar la varita. — Pero de momento todos a bailar, y, cuando Aaron, el sacerdote o yo mandemos, se parará la música y cualquiera de los tres hará una preguntita. — Y efectivamente, la música volvió, y Aaron e Ethan aprovecharon para ponerse a besarse, mientras Hillary y Sean caían frente a ellos con caras de incredulidad, y Kyla acercándose también. — Pero, tía, no nos habíais contado nada. — Ella negó con la cabeza. — Perdonad, es que… No quiero hablar de Nueva York, no ahora, no así… Y lo de Irlanda… Lo siento, chicos, es que estoy sobrepasada. — Miró a Marcus y besó su mano. — Lo único que me mantiene a flote es él. Y poder venir aquí y sentir que estamos en una fiesta de Hogwarts a la vieja usanza, eso también. — ¡Bueno y verás cuando organicemos las Navidades en Irlanda! ¡Seguro que mi Lexito está divino de Leprechaun de la Navidad! — Todos miraron a Darren con un poquito de condescendencia. — ¿Qué? Yo lo veo. Son verdes como Slytherin, y si yo se lo pido… — Sí, eso desde luego. — Dijo Alice entre risas. — Queda mucho para Navidad, pero suena como el cielo. — Hillary le estrechó la mano. — Y ahora tienes teléfono, vamos a tener unas facturas millonarias de tanto que vamos a hablar, que ya no tienes desfase horario. — Puso una sonrisa agradecida y les miró. — Soy muy afortunada. Lo digo en serio. —
Detectó la mirada de Hillary y las palabras de Ethan, y por supuesto, era imposible engañar a Kyla, que se sabía los requisitos de todos los rangos de una disciplina que jamás iba a tocar. — Luego dirá que no va a ser Ministra. — Bromeó señalándola. — Lo controla todo la tía. — Hombre, es importante saber cómo se desarrollan los alquimistas, son un pilar muy importante y ciertamente conveniente de tener de tu lado en el gobierno. — Lo dicho, ministra. — Remató Alice, tratando de reír. — Venga, chicos, no es para tanto. Podéis ir en traslador a Galway, y nosotros os aparecemos en Ballyknow, y una vez hayáis estado, podéis apareceros vosotros. Irlanda es muy guay, os va a gustar visitarnos. — ¡Pero si tú nunca has estado! — Le afeó Sean, pero ella rio. — Uy, pero he estado rodeada de irlandeses, y llevo oyendo historias de la abuela Molly y de Erin desde pequeña… — Miró a Marcus y se dejó caer sobre él, bajo su brazo. — Forma parte de nosotros. Y vosotros de nosotros, así que no se hable más, vendréis a vernos y lo disfrutaremos. —
Y aún quedaba la parte de Aaron. Ethan estaba claramente afectado, y aunque lo esperaba, le veía más ofendido aún, y eso solo lo que estaba mostrando, que por dentro, si conocía de algo a su amigo, estaba más profundamente dolido. Pero Aaron había tomado una decisión y nadie más que ella podía entenderlo, y nadie más que ella debía respetarlo. — ¡Grecia mola! ¡Es el paraíso de la comunidad no heterosexual! ¡Ky! ¿Nos vamos con él? ¿No dices que estás cansada del Ministerio? — La interpelada rio, pero Alice detectó cierta pena en su rostro. — Creo que no es ese su objetivo, cielo. Pero seguro que te va muy bien, Aaron. — Pero ¿tienes un plan? ¿Sabes de qué vas a vivir o si vas a estar en zona muggle o…? — Preguntó Sean. — ¡ESE ES MI SACERDOTE! — Exclamó Ethan. — Poniendo en duda todo el plan, así me gusta. — Pero Aaron se reía más. — Así que… No les has contado, que no solo nos hemos traído a Dylan de vuelta. — Todos la miraron como lechuzas curiosas de ojos muy abiertos y ella se revolvió incómoda. — Bueno, a ver… Básicamente había una herencia, que venía a ser toda la base del conflicto con Dylan, porque mi madre era la heredera junto con Aaron, y ellos nos lo habían ocultado… Y desde que mi madre murió, pues sus herederos naturales pasamos a ser los herederos de ese dinero… Y por eso se lo llevaron, querían controlar su parte. — Levantó las palmas. — El resumen es que di mi parte a cambio de quedarnos a Dylan y Aaron se llevó una casa en Long Island escandalosamente cara que vendió escandalosamente rápido. — Todos se giraron a Aaron y este se rio. — Aquí está el rico heredero americano, cuyo plan es irse a Grecia y… Como dice la prefecta, vivir entre muggles. — ¡Bueno esta golfa abandonada ya ha oído bastante, que la fiesta decae! — Interrumpió Ethan.
El anfitrión hizo un gesto con la varita y aparecieron unas coronas blancas y otras negras. — En este no hay ganadores, solo castigo a los cagados. — Levantó una corona de cada color. — Cada uno de nosotros va a tener que contestar una pregunta picantona yyyyyy dependiendo de la respuesta, puede cambiar vuestro uniforme. Si habéis sido unos santurrones, os pondremos la coronita blanca y os volveréis blancos y justos, y si habéis sido picarillos, os pondremos la negra con su consecuencia. — Volvió a levantar la varita. — Pero de momento todos a bailar, y, cuando Aaron, el sacerdote o yo mandemos, se parará la música y cualquiera de los tres hará una preguntita. — Y efectivamente, la música volvió, y Aaron e Ethan aprovecharon para ponerse a besarse, mientras Hillary y Sean caían frente a ellos con caras de incredulidad, y Kyla acercándose también. — Pero, tía, no nos habíais contado nada. — Ella negó con la cabeza. — Perdonad, es que… No quiero hablar de Nueva York, no ahora, no así… Y lo de Irlanda… Lo siento, chicos, es que estoy sobrepasada. — Miró a Marcus y besó su mano. — Lo único que me mantiene a flote es él. Y poder venir aquí y sentir que estamos en una fiesta de Hogwarts a la vieja usanza, eso también. — ¡Bueno y verás cuando organicemos las Navidades en Irlanda! ¡Seguro que mi Lexito está divino de Leprechaun de la Navidad! — Todos miraron a Darren con un poquito de condescendencia. — ¿Qué? Yo lo veo. Son verdes como Slytherin, y si yo se lo pido… — Sí, eso desde luego. — Dijo Alice entre risas. — Queda mucho para Navidad, pero suena como el cielo. — Hillary le estrechó la mano. — Y ahora tienes teléfono, vamos a tener unas facturas millonarias de tanto que vamos a hablar, que ya no tienes desfase horario. — Puso una sonrisa agradecida y les miró. — Soy muy afortunada. Lo digo en serio. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
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Freyja
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
Sabía que Alice estaba haciendo un esfuerzo porque aquello pareciera una idea fantástica que todos debían aplaudir. A él... no le parecía mal, pero sabía todo lo que llevaba implícito, y sus amigos no eran tontos. Era demasiada coincidencia que salieran prácticamente corriendo después de lo ocurrido, y después de un mes en otro país, y sin necesitarlo. Pero él también sonrió. - Pensad en lo bien que nos lo pasamos en La Provenza. Francia para el verano, Irlanda para el invierno. Será divertido. - Claramente no les querían contradecir, y aparentemente se conformaron. Pero no estaban convencidos.
Miró circunstancialmente a Aaron. Igual no es una cosa que gritar a los cuatro vientos, ¿no crees? Pensó, y el chico le miró de reojo, encogiéndose levemente. No tenían por qué ocultar nada a sus amigos, pero era un tema muy delicado y privado de Alice, también era comprensible que no quisiera ir narrándolo indiscriminadamente, por no hablar de que no les había dado tiempo prácticamente. Por supuesto, Ethan volvió a interrumpir la narrativa, porque lo de hablar como adultos no era lo suyo... y porque debía estar dolido por la marcha de Aaron, por mucho que ambos fingieran que no pasaba nada. Marcus estaba convencido de que los dos lo superarían, pero eso no quería decir que, en ese momento, estando allí juntos, la perspectiva doliese.
Sonrió mirando a Alice cuando aparecieron las coronitas, y ya iba a hacer una broma de las suyas sobre por qué los reyes de Ravenclaw merecían una corona cuando Ethan dijo lo del castigo. Arqueó una ceja y escuchó, sin fiarse nada. Al finalizar, frunció el ceño. Que Sean se hubiera ganado el puesto, vale, y que Ethan quisiera hacerlo como organizador, también. ¿Pero por qué Aaron tenía ese privilegio? - Yo tengo una sugerencia de por quién empezar. - Comentó el americano en voz lo suficientemente alta y mirándole de reojo. Marcus hico una caída de párpados y, con dignidad, lanzó antes de dirigirse a su novia. - No me da ningún miedo. - Un poquito sí le daba, pero no iba a dejarlo evidente tan rápidamente.
Sus amigos estaban demandando explicaciones, y la verdad es que podía entenderlo. Miró a Alice y trató de ayudar, encogiéndose de hombros y diciendo. - Íbamos a contarlo, de verdad que sí, pero no nos ha dado tiempo. Acabamos de llegar y bueno. - Rio, un tanto tenso. - Esta fiesta es una locura. - Pero Sean le miraba entre analítico y apenado, así que desvió él la mirada de su amigo y dio un trago a su bebida. Sonrió a Alice con su comentario, y el de Darren le hizo reír. - Si le convences, merecerás una condecoración por ello, desde luego. - Se encogió de hombros. - Yo ya estoy convencido. Habiendo niños pequeños de por medio, hago la tontería que sea. - Fíjate, eso sí me gustaría verlo. - Comentó Sean, haciendo por aliviar un poco el ambiente. Se acercó a sus amigos y les rodeó en un abrazo conjunto, entre risas, pero alguien se metió por medio. - HE DICHO QUE YA VALE Y QUE A PECAR TODAS. Madre mía, qué gente. - Ethan le dio con la varita en la cabeza a Sean, quien se encogió como si le hubiera golpeado con una viga del techo. - ¡Y tú! Encima que te concedo privilegios, a ver si te los voy a quitar. - ¡Eh! Que el privilegio me lo he ganado yo solito. - Y tanto que sí... - Dejó caer Hillary, con voz arrastrada, lo que suscitó un montón de grititos y silbidos a su alrededor. - Mira la guarrilla pecadora esta, al menos sí que está metida en el papel. Tú te vas a librar por ahora. -
Ya sí, tomó a su novia por la cintura y comenzó a bailar. - Sinceramente... No sé si puedo bailar contigo o no según esta música y estas normas que nadie entiende, pero me da igual. - Encogió un hombro, chulesco. - Hoy soy pecador ¿no? En ese caso, puedo hacer lo que quiera. Y quiero bailar contigo. ¿Qué te parece? - Pero el baile les duró poco, porque alguien empezó a estornudar como un loco. - ¡Jop-ATCHÚS-lín! ¡¿Por q-ATCHÚS, qué he hecho?! - Intentaba atinar Theo a decir, mientras huía de la ira del difusor de Ethan, y este a su vez de Sean, quien le perseguía y acusaba de robo de privilegio. - ¡¡Que me vas a santurrear a la francesa pecadora que no dejas de perseguirla como un pato!! ¡No me fio de ti ni un pelo, Matthew, te toca pringar! - Ethan miró a Aaron y le azuzó. - ¡Ea! Hazle una pregunta, y que sea de las muy malas. - Ya estaban todos atentos y pendientes, mientras el pobre Theo estornudaba con el cuerpo entero, sin poderlo remediar, y Jackie se moría de risa. - Hmmm... Venga, le voy a dar el gusto a Ethan con esta pregunta. - Dijo, malicioso. - Todos sabemos lo que es la sala común de Hufflepuff, y que Oly ha estado en varias orgías, que ella misma lo ha dicho. - Todos escondían risitas, excepto la mencionada, que estaba tan normal. - ¿Y tú, Matthews? ¿Por casualidad... no habrás... pasado por allí en alguna? - ¡¡NO-ATCHÚS!! - A ver... - Alzó Oly las manos. - Define "pasar por ahí". - ¡Eso no ATCHÚS vale! Todos sabemos a lo que se refiere y ATCHÚS yo no he participado. - ¡Pero has pasado! ¡Has visto, pillín! - ¿En qué me contenta a mí eso? ¿En saber que lo ha catado todo el mundo menos yo? - Se quejó Ethan, pero Aaron reculó. - Ah, bueno, es que mi verdadera pregunta era otra, pero la he ido cambiando. Voy a la original: reconócelo, Matthews, tú has catado hombre. ¿Sí o no? - ¡¡Eso son dos pregunt-ATCHÚS!! - ¡No has contestado a la otra. - ¡Sí he contestado! - Ay te voy a poner el castigo de una perra. - Volvió a meterse Ethan en la conversación de los otros. - No he estado en ninguna or-ATCHÚS POR DIOS QUITADME ESTO! - Estaban todos muertos de risa. De repente, Kyla tuvo la piedad de sacar la varita. - ¡Aquamenti! - Eso sí, puso al pobre Theo empapado. Más se rieron, mientras el otro miraba a Kyla como si quisiera preguntarle qué había hecho mal en la vida. - Te he quitado los residuos. - Acto seguido, le lanzó un hechizo secador, mientras todos se morían de risa con la escena. - Gracias. - Contestó Theo cuando estuvo ya seco, pero para ser él, no usó el tono más amable de su registro, lo que solo les hacía reír aún más. - No he estado en ninguna orgía. - ¿Yyyy...? - Insistió Aaron. Theo rodó los ojos, con un suspiro, mirando hacia arriba. Y el que cortó aquella dinámica fue Darren. - ¡Venga, dilo ya! - Les miró. - Se dio un morreo conmigo una vez. - ¿¿¿CÓMO??? - ¡¿¿PERDÓN??! - Las reacciones no se hicieron esperar, y todo eran exclamaciones y gritos aspirados. Theo se frotó la frente y alzó las palmas, pero Darren, bien contento, narró. - Tranquilo, ya lo explico yo. Estábamos jugando al verdad o reto, y estaba el pobre mío supertímido, y Neil Holbein, que el pobre no daba mucho de sí, le preguntó que si le gustaban los hombres. Para reírse del pobre muchacho, y delante mía, que llevo siendo gay declarado desde el primer día, pero es que ni cayó. Total, que el pobre dijo que no, pero era tan tímido y lo dijo tan bajito, que se empezaron a reír de él y a decirle "¿pero y como lo sabes?" y ya fue como OISH, así que dije, Theo, ¿quieres demostrar que no te gustan? ¿Te doy un beso y tú decides? - Se encogió de hombros. - Y dijo que vale, así que le besé, y el pobre se puso blanco y empezó a limpiarse después. No me ofendí. - Siento eso. - Dijo Theo de todas formas. Darren sonrió. - Pero eh, duda resuelta. - Hacen falta más amigos como tú. - Le dijo Marcus a Darren entre risas.
Miró circunstancialmente a Aaron. Igual no es una cosa que gritar a los cuatro vientos, ¿no crees? Pensó, y el chico le miró de reojo, encogiéndose levemente. No tenían por qué ocultar nada a sus amigos, pero era un tema muy delicado y privado de Alice, también era comprensible que no quisiera ir narrándolo indiscriminadamente, por no hablar de que no les había dado tiempo prácticamente. Por supuesto, Ethan volvió a interrumpir la narrativa, porque lo de hablar como adultos no era lo suyo... y porque debía estar dolido por la marcha de Aaron, por mucho que ambos fingieran que no pasaba nada. Marcus estaba convencido de que los dos lo superarían, pero eso no quería decir que, en ese momento, estando allí juntos, la perspectiva doliese.
Sonrió mirando a Alice cuando aparecieron las coronitas, y ya iba a hacer una broma de las suyas sobre por qué los reyes de Ravenclaw merecían una corona cuando Ethan dijo lo del castigo. Arqueó una ceja y escuchó, sin fiarse nada. Al finalizar, frunció el ceño. Que Sean se hubiera ganado el puesto, vale, y que Ethan quisiera hacerlo como organizador, también. ¿Pero por qué Aaron tenía ese privilegio? - Yo tengo una sugerencia de por quién empezar. - Comentó el americano en voz lo suficientemente alta y mirándole de reojo. Marcus hico una caída de párpados y, con dignidad, lanzó antes de dirigirse a su novia. - No me da ningún miedo. - Un poquito sí le daba, pero no iba a dejarlo evidente tan rápidamente.
Sus amigos estaban demandando explicaciones, y la verdad es que podía entenderlo. Miró a Alice y trató de ayudar, encogiéndose de hombros y diciendo. - Íbamos a contarlo, de verdad que sí, pero no nos ha dado tiempo. Acabamos de llegar y bueno. - Rio, un tanto tenso. - Esta fiesta es una locura. - Pero Sean le miraba entre analítico y apenado, así que desvió él la mirada de su amigo y dio un trago a su bebida. Sonrió a Alice con su comentario, y el de Darren le hizo reír. - Si le convences, merecerás una condecoración por ello, desde luego. - Se encogió de hombros. - Yo ya estoy convencido. Habiendo niños pequeños de por medio, hago la tontería que sea. - Fíjate, eso sí me gustaría verlo. - Comentó Sean, haciendo por aliviar un poco el ambiente. Se acercó a sus amigos y les rodeó en un abrazo conjunto, entre risas, pero alguien se metió por medio. - HE DICHO QUE YA VALE Y QUE A PECAR TODAS. Madre mía, qué gente. - Ethan le dio con la varita en la cabeza a Sean, quien se encogió como si le hubiera golpeado con una viga del techo. - ¡Y tú! Encima que te concedo privilegios, a ver si te los voy a quitar. - ¡Eh! Que el privilegio me lo he ganado yo solito. - Y tanto que sí... - Dejó caer Hillary, con voz arrastrada, lo que suscitó un montón de grititos y silbidos a su alrededor. - Mira la guarrilla pecadora esta, al menos sí que está metida en el papel. Tú te vas a librar por ahora. -
Ya sí, tomó a su novia por la cintura y comenzó a bailar. - Sinceramente... No sé si puedo bailar contigo o no según esta música y estas normas que nadie entiende, pero me da igual. - Encogió un hombro, chulesco. - Hoy soy pecador ¿no? En ese caso, puedo hacer lo que quiera. Y quiero bailar contigo. ¿Qué te parece? - Pero el baile les duró poco, porque alguien empezó a estornudar como un loco. - ¡Jop-ATCHÚS-lín! ¡¿Por q-ATCHÚS, qué he hecho?! - Intentaba atinar Theo a decir, mientras huía de la ira del difusor de Ethan, y este a su vez de Sean, quien le perseguía y acusaba de robo de privilegio. - ¡¡Que me vas a santurrear a la francesa pecadora que no dejas de perseguirla como un pato!! ¡No me fio de ti ni un pelo, Matthew, te toca pringar! - Ethan miró a Aaron y le azuzó. - ¡Ea! Hazle una pregunta, y que sea de las muy malas. - Ya estaban todos atentos y pendientes, mientras el pobre Theo estornudaba con el cuerpo entero, sin poderlo remediar, y Jackie se moría de risa. - Hmmm... Venga, le voy a dar el gusto a Ethan con esta pregunta. - Dijo, malicioso. - Todos sabemos lo que es la sala común de Hufflepuff, y que Oly ha estado en varias orgías, que ella misma lo ha dicho. - Todos escondían risitas, excepto la mencionada, que estaba tan normal. - ¿Y tú, Matthews? ¿Por casualidad... no habrás... pasado por allí en alguna? - ¡¡NO-ATCHÚS!! - A ver... - Alzó Oly las manos. - Define "pasar por ahí". - ¡Eso no ATCHÚS vale! Todos sabemos a lo que se refiere y ATCHÚS yo no he participado. - ¡Pero has pasado! ¡Has visto, pillín! - ¿En qué me contenta a mí eso? ¿En saber que lo ha catado todo el mundo menos yo? - Se quejó Ethan, pero Aaron reculó. - Ah, bueno, es que mi verdadera pregunta era otra, pero la he ido cambiando. Voy a la original: reconócelo, Matthews, tú has catado hombre. ¿Sí o no? - ¡¡Eso son dos pregunt-ATCHÚS!! - ¡No has contestado a la otra. - ¡Sí he contestado! - Ay te voy a poner el castigo de una perra. - Volvió a meterse Ethan en la conversación de los otros. - No he estado en ninguna or-ATCHÚS POR DIOS QUITADME ESTO! - Estaban todos muertos de risa. De repente, Kyla tuvo la piedad de sacar la varita. - ¡Aquamenti! - Eso sí, puso al pobre Theo empapado. Más se rieron, mientras el otro miraba a Kyla como si quisiera preguntarle qué había hecho mal en la vida. - Te he quitado los residuos. - Acto seguido, le lanzó un hechizo secador, mientras todos se morían de risa con la escena. - Gracias. - Contestó Theo cuando estuvo ya seco, pero para ser él, no usó el tono más amable de su registro, lo que solo les hacía reír aún más. - No he estado en ninguna orgía. - ¿Yyyy...? - Insistió Aaron. Theo rodó los ojos, con un suspiro, mirando hacia arriba. Y el que cortó aquella dinámica fue Darren. - ¡Venga, dilo ya! - Les miró. - Se dio un morreo conmigo una vez. - ¿¿¿CÓMO??? - ¡¿¿PERDÓN??! - Las reacciones no se hicieron esperar, y todo eran exclamaciones y gritos aspirados. Theo se frotó la frente y alzó las palmas, pero Darren, bien contento, narró. - Tranquilo, ya lo explico yo. Estábamos jugando al verdad o reto, y estaba el pobre mío supertímido, y Neil Holbein, que el pobre no daba mucho de sí, le preguntó que si le gustaban los hombres. Para reírse del pobre muchacho, y delante mía, que llevo siendo gay declarado desde el primer día, pero es que ni cayó. Total, que el pobre dijo que no, pero era tan tímido y lo dijo tan bajito, que se empezaron a reír de él y a decirle "¿pero y como lo sabes?" y ya fue como OISH, así que dije, Theo, ¿quieres demostrar que no te gustan? ¿Te doy un beso y tú decides? - Se encogió de hombros. - Y dijo que vale, así que le besé, y el pobre se puso blanco y empezó a limpiarse después. No me ofendí. - Siento eso. - Dijo Theo de todas formas. Darren sonrió. - Pero eh, duda resuelta. - Hacen falta más amigos como tú. - Le dijo Marcus a Darren entre risas.
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
Pronto empezaron las pullitas entre su novio y su primo, pero eso, las caras de sus amigos, y cualquier pensamiento no hedonista, fue aplastado por Ethan poniendo la música de nuevo. Y aquella forma de su novio de agarrarla y dejarse llevar, metiéndose en el papel, le hizo poner una sonrisita pícara. — Uhhhh me gusta el modo pecador, señor O’Donnell… — Y ya estaba viniéndose arriba, como siempre que bailaban, cuando un ruido estridente y repetitivo les cortó todo el rollo. Era el pobre Theo, atacado por Ethan, claro, porque a Sean no se le hubiera ocurrido, y vio a su prima tapándose la boca con la mano, claramente tratando de no reírse en la cara de su recién estrenado novio.
Le dio la risa, y se enrolló en el brazo de su novio, pegándose a su pecho y disfrutando de aquellos momentos de bromas y risas. — Uhhhh Theo te están pillando. — Ante las palabras de Oly, que hablaba de estar en orgías como quien hablaba de tomar el té. Sus risas se descontrolaron cuando Kyla lo mojó entero y se cruzaron las miradas de un pobre Hufflepuff que no entendía nada y la de una Ravenclaw práctica, y esa era la magia de su grupo de amigos. Lo que no se esperaba de ningún modo fue la intervención de Darren, que le hizo abrir la boca de asombro. — ¿Hola? — Miró a Theo y entornó un poco los ojos. — No veas si eres una caja de sorpresas, chico guapo. — El chico se puso rojísimo y se fue a tocar el pelo, pero se encontró con la coleta. — A ver, que no… Jackie, a ver… — Tranquilo, Darren lo ha explicado muy clarito, mon chéri. — ¡Uy mon chéri! Cuidado con la francesita, Mattie, que esta hace lo que le da la gana contigo. — Soltó Ethan. Alice cogió su bebida y señaló a su amigo. — Todo en la vida es culpa de Neil Holbein. — Además de verdad. — Añadió Sean, a lo que se llevó una mirada muy poco discreta por su parte, porque solo él parecía haber olvidado a Patrice y todos los meses de polluelito y gatita que se habían comido. Pero a Hillary parecía darle bastante igual, ahí estaba, obnubilada con Sean. Sé lo que es que te ponga la inteligencia, pensó, en sororidad con su amiga.
Asintió a lo que le dijo Marcus a Darren mientras bebía y casi se atraganta cuando vio a Oly señalándola con efusividad. — Ky también le hizo ese favor a Alice. — Y su primo casi escupe su bebida. — ¿Perdón? — Fue con permiso de aquel. O más bien porque me retó él. — Se apresuró a aclarar Kyla. — ¿Y Alice se puso blanca y se limpió? — Preguntó su prima con malicia, dándose codazos con su otro primo. — ¡NOOOO! — Exclamaron varios, no dejando lugar a dudas, y ella entornó los ojos. — Pero si ya lo sabe todo el mundo. ¿Tú la has visto? Kyla es guapísima y besa muy bien y ya está. — A ver, Darren es guapo y yo le adoro, pero no le agarré y le besé precisamente. — Dijo Theo, levantando un “uhhhh” entre los demás. Alice le miró con los ojos muy abiertos y las cejas muy levantadas. — Oye, Ethan, ponle a este una coronita negra por mala leche. — ¿Estás de coña? Por favor, escandalizarse porque un hombre le morree… Nada nada, se queda blanquito. — Dijo poniéndole la coronita. — Que empiece de nuevo la musiquitaaaaa… Y ya iremos viendo… —
Aprovechando este nuevo receso y la música, le pasó los brazos por el cuello a su novio. — Había un pecador por aquí que decía que se iba a portar mal… — Le puso una sonrisita maliciosa. — Me gusta cuando te pones en ese plan, con todo ese Slytherin que vive en ti… — Se mordió el labio. — Me encanta. — Pero ya cambió la expresión y le miró con todo el amor que tenía dentro. — Pero más me encanta ver que siempre estás ahí para apoyarme. — Con una mano acarició su rostro sin dejar de bailar. — Siempre eres mi red segura, el que sabe contestar todo lo que yo no sé, el que no me hace sentir como una niñata o una llorona… — Acarició sus rizos. — Nadie sabe quererme como tú. Nadie me entiende como tú. — Y le dio un beso tierno y suave, y se iba a separar para bailar de forma más sensual, cuando un estornudo la atacó. Se giró y se encontró a Sean, con una sonrisa satisfecha. — ¡Pero bueno! — Este sacerdote os estaba viendo demasiado juntitos y todos sabemos cómo acabáis. — Hay que fastidiarTCHÚS. — Se quejó Alice, frotádose la nariz. — Y eso por mirarme tan evidentemente con cara de “ni me hables de la gatita Patrice” cuando he mencionado a Neil Holbein. — Le dijo entre susurros. Ella siguió estornudando, y haciéndole gestos a Marcus para que le hiciera el Aguamenti. — Así que te toca responder. Aaron, ¿no querías saber más cositas de tu prima? — El mencionado se levantó y se acercó a ella, mientras se adelantaba a Marcus y le hacía un Aguamenti bastante más violento que el que le hubiera hecho su novio. — Confiesa, Alice Gallia… ¿En cuántos sitios distintos de Hogwarts lo has hecho con el prefecto prefecto? — Ella entornó los ojos mientras se limpiaba el agua de la cara. — No voy a contestar eso. — Yo digo que seis. — Soltó Jackie, apoyada sobre una pierna con malicia. Oyó una risa sarcástica. — Yo diría que más. — ¿Perdona, prefecta? — Preguntó ella, ofendida, a Kyla. — Hay más de seis, sin duda. — Aportó Oly. — Venga, hombre, si el prefecto es muy bonachón… — Trató de salvar Andrew. — Si es más que esta cifra se lleva la corona negra, y si no, la blanca. — Dijo Ethan escribiendo un número en una servilleta. Ella suspiró y dijo. — Pues cuatro. — ¡UIIISHH! Casi. — Dijo Aaron tapándose la cara. — ¿Qué cuatro? — Tus ganas te voy a decir eso. ¿Cuál era la cifra? — Cinco. — Ella encogió un hombro. — Será que soy más buena de lo que creéis. —
Le dio la risa, y se enrolló en el brazo de su novio, pegándose a su pecho y disfrutando de aquellos momentos de bromas y risas. — Uhhhh Theo te están pillando. — Ante las palabras de Oly, que hablaba de estar en orgías como quien hablaba de tomar el té. Sus risas se descontrolaron cuando Kyla lo mojó entero y se cruzaron las miradas de un pobre Hufflepuff que no entendía nada y la de una Ravenclaw práctica, y esa era la magia de su grupo de amigos. Lo que no se esperaba de ningún modo fue la intervención de Darren, que le hizo abrir la boca de asombro. — ¿Hola? — Miró a Theo y entornó un poco los ojos. — No veas si eres una caja de sorpresas, chico guapo. — El chico se puso rojísimo y se fue a tocar el pelo, pero se encontró con la coleta. — A ver, que no… Jackie, a ver… — Tranquilo, Darren lo ha explicado muy clarito, mon chéri. — ¡Uy mon chéri! Cuidado con la francesita, Mattie, que esta hace lo que le da la gana contigo. — Soltó Ethan. Alice cogió su bebida y señaló a su amigo. — Todo en la vida es culpa de Neil Holbein. — Además de verdad. — Añadió Sean, a lo que se llevó una mirada muy poco discreta por su parte, porque solo él parecía haber olvidado a Patrice y todos los meses de polluelito y gatita que se habían comido. Pero a Hillary parecía darle bastante igual, ahí estaba, obnubilada con Sean. Sé lo que es que te ponga la inteligencia, pensó, en sororidad con su amiga.
Asintió a lo que le dijo Marcus a Darren mientras bebía y casi se atraganta cuando vio a Oly señalándola con efusividad. — Ky también le hizo ese favor a Alice. — Y su primo casi escupe su bebida. — ¿Perdón? — Fue con permiso de aquel. O más bien porque me retó él. — Se apresuró a aclarar Kyla. — ¿Y Alice se puso blanca y se limpió? — Preguntó su prima con malicia, dándose codazos con su otro primo. — ¡NOOOO! — Exclamaron varios, no dejando lugar a dudas, y ella entornó los ojos. — Pero si ya lo sabe todo el mundo. ¿Tú la has visto? Kyla es guapísima y besa muy bien y ya está. — A ver, Darren es guapo y yo le adoro, pero no le agarré y le besé precisamente. — Dijo Theo, levantando un “uhhhh” entre los demás. Alice le miró con los ojos muy abiertos y las cejas muy levantadas. — Oye, Ethan, ponle a este una coronita negra por mala leche. — ¿Estás de coña? Por favor, escandalizarse porque un hombre le morree… Nada nada, se queda blanquito. — Dijo poniéndole la coronita. — Que empiece de nuevo la musiquitaaaaa… Y ya iremos viendo… —
Aprovechando este nuevo receso y la música, le pasó los brazos por el cuello a su novio. — Había un pecador por aquí que decía que se iba a portar mal… — Le puso una sonrisita maliciosa. — Me gusta cuando te pones en ese plan, con todo ese Slytherin que vive en ti… — Se mordió el labio. — Me encanta. — Pero ya cambió la expresión y le miró con todo el amor que tenía dentro. — Pero más me encanta ver que siempre estás ahí para apoyarme. — Con una mano acarició su rostro sin dejar de bailar. — Siempre eres mi red segura, el que sabe contestar todo lo que yo no sé, el que no me hace sentir como una niñata o una llorona… — Acarició sus rizos. — Nadie sabe quererme como tú. Nadie me entiende como tú. — Y le dio un beso tierno y suave, y se iba a separar para bailar de forma más sensual, cuando un estornudo la atacó. Se giró y se encontró a Sean, con una sonrisa satisfecha. — ¡Pero bueno! — Este sacerdote os estaba viendo demasiado juntitos y todos sabemos cómo acabáis. — Hay que fastidiarTCHÚS. — Se quejó Alice, frotádose la nariz. — Y eso por mirarme tan evidentemente con cara de “ni me hables de la gatita Patrice” cuando he mencionado a Neil Holbein. — Le dijo entre susurros. Ella siguió estornudando, y haciéndole gestos a Marcus para que le hiciera el Aguamenti. — Así que te toca responder. Aaron, ¿no querías saber más cositas de tu prima? — El mencionado se levantó y se acercó a ella, mientras se adelantaba a Marcus y le hacía un Aguamenti bastante más violento que el que le hubiera hecho su novio. — Confiesa, Alice Gallia… ¿En cuántos sitios distintos de Hogwarts lo has hecho con el prefecto prefecto? — Ella entornó los ojos mientras se limpiaba el agua de la cara. — No voy a contestar eso. — Yo digo que seis. — Soltó Jackie, apoyada sobre una pierna con malicia. Oyó una risa sarcástica. — Yo diría que más. — ¿Perdona, prefecta? — Preguntó ella, ofendida, a Kyla. — Hay más de seis, sin duda. — Aportó Oly. — Venga, hombre, si el prefecto es muy bonachón… — Trató de salvar Andrew. — Si es más que esta cifra se lleva la corona negra, y si no, la blanca. — Dijo Ethan escribiendo un número en una servilleta. Ella suspiró y dijo. — Pues cuatro. — ¡UIIISHH! Casi. — Dijo Aaron tapándose la cara. — ¿Qué cuatro? — Tus ganas te voy a decir eso. ¿Cuál era la cifra? — Cinco. — Ella encogió un hombro. — Será que soy más buena de lo que creéis. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
Se estaba riendo mucho con las reacciones de Theo y Jackie, estando la segunda mucho más tranquila que el primero. Por supuesto, el tema cayó sobre su novia, y de rebote sobre él. Sin perder la risa residual, se señaló el pecho. - ¿Permiso? ¿Mío? - Dijo riendo. - No, no. Alice es un pajarito libre, no necesita mi permiso para nada... Y confirmo que no se lo pensó demasiado. - Dejó caer, sibilino y con una sonrisita ladina, mirando a Alice. Las justificaciones de su novia hicieron que, con animo de calentar aún más el ambiente, chasqueara la lengua y apoyara el brazo que no sostenía la copa en el hombro de Darren. - Acaban de insinuar que ni eres guapo ni besas bien. Eso está fatal, tío. - Mi Lexito no opinaría lo mismo. - Ni yo tampoco. - Gracias, cuñado. - ¿Me estoy perdiendo algo? - Preguntó Ethan, malicioso. Marcus se llevó una mano al pecho. - Es amor puro entre cuñados. - Así empezó con esta y mira. Yo no me enfrentaría a tu hermano en una contienda física, tú mismo. - Disculpa. - Dijo, chulesco, separándose de Darren y retando a Ethan con la mirada. - Pero nadie se enfrentaría a mí en una contienda mágica. - Uuuuuhhh. - Qué subiditos venimos de América ¿no? - Se admiró Hillary con una risilla, y tras esto oyó a Aaron murmurar. - Si tú supieras... -
Volvió la música y Alice se acercó a él, y él la recibió con una sonrisita. Arqueó las cejas, dejándose llevar por los brazos de su novia. - ¿Yo he dicho eso? No lo recuerdo. - Ladeó varias veces la cabeza. - Lo de pecador... Bueno. Me lo han asignado, y soy un chico obediente. ¿Pero lo de portarme mal? ¿Cuándo me he portado yo mal, Gallia? Acabo de decir que soy un chico bueno y obediente. Sería tremendamente paradójico, ¿no crees? - Le encantaba la palabrería, pero sobre todo le encantaba inundar de palabrería a su novia. - ¿Te encanta? - Preguntó, meloso. - Bueno... Acabas de asumir que ser Slytherin conlleva portarse mal... pero vale. Supongo que podría hacerlo... como un favor a mi princesa. - Alice tenía algo más que decirle, y por muy alto que estuviera el tonteo, siempre se enternecía ante esas cosas. Bajó un poco la mirada, sonriendo con modestia. La situación era... compleja. Él iba a apoyar a Alice hasta las últimas circunstancias, en momentos peores se habían visto y no solo lo había hecho, sino que se sentía contento con ello. Estaba convencido de que, con el tiempo, Alice... pensaría de otra manera. Simplemente, quería pensar que podía ayudarla en ese camino, y que estar así, como ellos estaban, bien, tonteando, queriéndose, y rodeados de familia y tranquilidad en Irlanda, y centrados en estudiar, iba a ayudar mucho a todo eso.
Recibió su beso y fue a responder, pero apenas abrió la boca y dio un respingo, porque Alice acababa de estornudar de la nada. Frunció el ceño y miró a los lados. Oh, maldito Sean. - ¡Eh! ¡Serás envidioso! - Se quejó. Abrazó con fuerza a Alice. - Si quieres atacarla a ella, tendrás que atacarme a mí también. - Punto uno, no me lo digas dos veces; punto dos, deja de dártelas de caballero que la he regado entera y ni te has dado cuenta. - Ha sido un ataque a traición. ¡Impugno tu puesto como ser justo! - Sean le amenazó con el difusor y Marcus se encogió, tapándose. - Vaya con el caballero que se iba a dejar atacar. - Bueno, es que ya soy más válido ileso que herido. - Se defendió como pudo, porque era cierto que el gesto de protegerse como si fuera a caerle una turba de mooncalfs encima no había quedado muy bien del todo.
Había perdido tanto el tiempo en su estupidez dialéctica con Sean que Aaron se le adelantó con el Aguamenti. Estaba quedando fatal como caballero, pero la escena le hizo tener que apretarse los labios para que no se le escapara la risa. No le hizo tanta gracia la pregunta. - ¡Eso es indecoroso! - Veo que no te lo has traído de América menos pesado. Con lo zorrón que se puso en la fiesta de graduación, ay, qué buenas noches me da ese recuerdo. - Rodó los ojos ante el comentario de Ethan. Asistió al debate sobre su vida sexual resoplando descaradamente, y cuando Alice dijo el número, saltó. - ¡No han sido tant...! - Pero, mientras lo decía, estaba contando mentalmente. A ver... la Sala de los Menesteres... el pasillo del cuarto piso... el baño de prefectos... y, oh, maldita sea, el abandonado. - Qué calladitos nos hemos quedado. - Pinchó Hillary, levantando risillas. Marcus se irguió. - Teniendo en cuenta el profundo amor que nos profesamos y la cantidad de pisos y kilómetros de extensión que tiene nuestro amado castillo, en el que hemos compartido ni más ni menos que siete años de convivencia, convendréis conmigo en que pocos lugares han sido. - Pues eso es verdad. - Comentó Peter, si bien la reacción del resto fue un conjunto de pedorretas profundamente inmaduras.
- ¡Apostemos! - Que no vamos a decir los... - ¡Calla ya, santurrón de pacotilla, que querías haberte beneficiado aquí a la princesa de tu vida por todo el castillo, que lo acabas de reconocer! - Se cruzó de brazos con un mohín infantil por el ataque de Ethan, mientras los demás reían a su costa. - A ver quién de los presentes lo ha hecho en más sitios distintos. - Se escuchó un profundo suspiro por parte de Kyla. Muy listos todos, pero ante semejante propuesta empezaron a echarse para atrás. Empezó a señalarles. - ¡Ah, eso está muy bonito! ¡Nos atacáis a nosotros pero luego nadie quiere desvelar sus vergüenzas! - Te recuerdo... - Empezó Sean, señalando a Darren con el pulgar. El chico se estaba riendo risueño y ajeno a todo drama. - Que lo que este responda te va a hacer plantearte o bien en cuántos sitios lo ha hecho tu hermano, o bien cuántas veces Darren lo ha hecho antes de estar con tu hermano, y no sé qué te parece peor. - Ahí cayó el Hufflepuff en que hablaban de él. - Bueno, si hablamos de sitios, en verdad... - Mira, no me jodas. Ya no quiero jugar a esto. - Cortó Ethan, que ya se estaba viendo venir el argumento de que algunos sitios iban a estar repetidos. Eso sí levantó varias risas. - ¡A bailar todos otra vez! Pero antes... - Les colocó una corona negra a Alice y a él. - Sois unos pedazo de guarros y lo sabéis, a mí no me engañáis. Que como bien ha dicho el tejoncito aunque ninguno lo quisiera oír, sitios diferentes no indica la frecuencia del fornicio. - Dio varias palmadas. - ¡A bailar he dicho! -
Volvió la música y Alice se acercó a él, y él la recibió con una sonrisita. Arqueó las cejas, dejándose llevar por los brazos de su novia. - ¿Yo he dicho eso? No lo recuerdo. - Ladeó varias veces la cabeza. - Lo de pecador... Bueno. Me lo han asignado, y soy un chico obediente. ¿Pero lo de portarme mal? ¿Cuándo me he portado yo mal, Gallia? Acabo de decir que soy un chico bueno y obediente. Sería tremendamente paradójico, ¿no crees? - Le encantaba la palabrería, pero sobre todo le encantaba inundar de palabrería a su novia. - ¿Te encanta? - Preguntó, meloso. - Bueno... Acabas de asumir que ser Slytherin conlleva portarse mal... pero vale. Supongo que podría hacerlo... como un favor a mi princesa. - Alice tenía algo más que decirle, y por muy alto que estuviera el tonteo, siempre se enternecía ante esas cosas. Bajó un poco la mirada, sonriendo con modestia. La situación era... compleja. Él iba a apoyar a Alice hasta las últimas circunstancias, en momentos peores se habían visto y no solo lo había hecho, sino que se sentía contento con ello. Estaba convencido de que, con el tiempo, Alice... pensaría de otra manera. Simplemente, quería pensar que podía ayudarla en ese camino, y que estar así, como ellos estaban, bien, tonteando, queriéndose, y rodeados de familia y tranquilidad en Irlanda, y centrados en estudiar, iba a ayudar mucho a todo eso.
Recibió su beso y fue a responder, pero apenas abrió la boca y dio un respingo, porque Alice acababa de estornudar de la nada. Frunció el ceño y miró a los lados. Oh, maldito Sean. - ¡Eh! ¡Serás envidioso! - Se quejó. Abrazó con fuerza a Alice. - Si quieres atacarla a ella, tendrás que atacarme a mí también. - Punto uno, no me lo digas dos veces; punto dos, deja de dártelas de caballero que la he regado entera y ni te has dado cuenta. - Ha sido un ataque a traición. ¡Impugno tu puesto como ser justo! - Sean le amenazó con el difusor y Marcus se encogió, tapándose. - Vaya con el caballero que se iba a dejar atacar. - Bueno, es que ya soy más válido ileso que herido. - Se defendió como pudo, porque era cierto que el gesto de protegerse como si fuera a caerle una turba de mooncalfs encima no había quedado muy bien del todo.
Había perdido tanto el tiempo en su estupidez dialéctica con Sean que Aaron se le adelantó con el Aguamenti. Estaba quedando fatal como caballero, pero la escena le hizo tener que apretarse los labios para que no se le escapara la risa. No le hizo tanta gracia la pregunta. - ¡Eso es indecoroso! - Veo que no te lo has traído de América menos pesado. Con lo zorrón que se puso en la fiesta de graduación, ay, qué buenas noches me da ese recuerdo. - Rodó los ojos ante el comentario de Ethan. Asistió al debate sobre su vida sexual resoplando descaradamente, y cuando Alice dijo el número, saltó. - ¡No han sido tant...! - Pero, mientras lo decía, estaba contando mentalmente. A ver... la Sala de los Menesteres... el pasillo del cuarto piso... el baño de prefectos... y, oh, maldita sea, el abandonado. - Qué calladitos nos hemos quedado. - Pinchó Hillary, levantando risillas. Marcus se irguió. - Teniendo en cuenta el profundo amor que nos profesamos y la cantidad de pisos y kilómetros de extensión que tiene nuestro amado castillo, en el que hemos compartido ni más ni menos que siete años de convivencia, convendréis conmigo en que pocos lugares han sido. - Pues eso es verdad. - Comentó Peter, si bien la reacción del resto fue un conjunto de pedorretas profundamente inmaduras.
- ¡Apostemos! - Que no vamos a decir los... - ¡Calla ya, santurrón de pacotilla, que querías haberte beneficiado aquí a la princesa de tu vida por todo el castillo, que lo acabas de reconocer! - Se cruzó de brazos con un mohín infantil por el ataque de Ethan, mientras los demás reían a su costa. - A ver quién de los presentes lo ha hecho en más sitios distintos. - Se escuchó un profundo suspiro por parte de Kyla. Muy listos todos, pero ante semejante propuesta empezaron a echarse para atrás. Empezó a señalarles. - ¡Ah, eso está muy bonito! ¡Nos atacáis a nosotros pero luego nadie quiere desvelar sus vergüenzas! - Te recuerdo... - Empezó Sean, señalando a Darren con el pulgar. El chico se estaba riendo risueño y ajeno a todo drama. - Que lo que este responda te va a hacer plantearte o bien en cuántos sitios lo ha hecho tu hermano, o bien cuántas veces Darren lo ha hecho antes de estar con tu hermano, y no sé qué te parece peor. - Ahí cayó el Hufflepuff en que hablaban de él. - Bueno, si hablamos de sitios, en verdad... - Mira, no me jodas. Ya no quiero jugar a esto. - Cortó Ethan, que ya se estaba viendo venir el argumento de que algunos sitios iban a estar repetidos. Eso sí levantó varias risas. - ¡A bailar todos otra vez! Pero antes... - Les colocó una corona negra a Alice y a él. - Sois unos pedazo de guarros y lo sabéis, a mí no me engañáis. Que como bien ha dicho el tejoncito aunque ninguno lo quisiera oír, sitios diferentes no indica la frecuencia del fornicio. - Dio varias palmadas. - ¡A bailar he dicho! -
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Are we out of the Woods? Con Marcus |Casa de campo de los McKinley| 27 de septiembre de 2002 |
Las palabrerías de Marcus le encantaban, y le hacían ponerse muy recta y muy orgullosa, porque respaldaba sus algaradas, pero con muy buenos argumentos. Rodeó por la espalda a su novio y dejó un beso en su mejilla. — Todo lo que dice lo suscribo, y no os lo voy a decir porque son sitios muy nuestros. — Alzó las cejas y puso una sonrisa de superioridad. — Es que no le puedes poner la coronita blanca, si es un mal bicho. — Dijo Kyla negando con la cabeza. — Calla, tunanta, que tú es que la quieres en tu equipo. — Dijo Ethan. — ¿Y lo divertido que va a ser tenerla de justita hasta que demuestre una vez más lo pecadorísima que es? —
Y por supuesto, se unió con la expresión facial a lo que decía Marcus sobre la cobardía de los demás. De hecho, le pegó un empujoncito a Sean. — ¡No seas aguafiestas! Que parece que solo se nos puede poner en evidencia a nosotros. — Pero Ethan claramente había llegado a terreno resbaladizo y puso la música otra vez, momento que aprovechó para echarle la mano a su novio y agarrarlo de la cintura, atrayéndole un poco separado de los demás. Le pasó las manos por el cuello y volvió a pegarse a él, juntando sus frentes. — Lo que quería decir antes de que nos interrumpieran… — Sonrió un poco y dejó un suave beso en sus labios. — Es que sé que todo esto ha sido una locura… Pero que… Cuando era una chica de doce años, cortando banderines y decoraciones de fiesta… Soñé que recorrería el mundo contigo y uno de los sitios iba a ser Irlanda… — Se mordió los labios y le miró con los ojos humedecidos. — Voy a enfocar todo esto como el principio de otra aventura, como lo que nos merecemos porque llevamos soñándolo tanto tiempo. — Le besó otra vez. — Te amo, Marcus. Tú, esto, nuestros amigos, nuestros sueños… Es lo que me hace feliz. — Volvió besarlo. — Gracias… — Y puede que se estuviera enredando más entre los besitos, pero entonces la voz chillona de Ethan volvió a sonar.
— A veeeeer putones, ¿quién será el siguiente en recibir coronita? — Dio vueltas sobre sí mismo y miró a Aaron. — JOJOJOJO, mi justo favorito… ¿Y si te doy una tarea y dependiendo de cómo la resuelves te doy una coronita u otra? — Su primo rio y puso una expresión juguetona. — A ver. — Tú haces las parejas o grupos para dormir esta noche. Mira que estando la Oly implicada puede haber grupitos con tensión sexual ehhhh. — Aaron se dirigió hacia ellos con una mirada alzada, y luego rodeó con los brazos a Peter y Poppy. — Vaya, vaya… Veo mucha parejita por aquí. — Ponme con Darren y acaba con mi sufrimiento. — Pidió Andrew, pero Aaron negó y achicó los ojos. — Es que me he dejado contagiar con el espíritu de Oly… Y he pensado… Que podemos poner camas en el salón y dormir todos aquí abajo, como en una acampada… — Hubo risas y sorpresas, pero sobre todo, lo que llamó la atención, fue Ethan tirándose al suelo dramáticamente. — ¡NO PUEDE SER! ¡HAGO TODO ESTO PARA DESPEDIRLE POR TODO LO ALTO Y ME TRAICIONA ASÍ… — Al menos hasta que Ethan y yo nos queramos ir a su habitación, porque vamos a tener ese privilegio por ser él el anfitrión. — Ante eso, las risas y los “uuuhhh”, Ethan se levantó de golpe y dijo. — ¡SI SABÍA YO! — Corrió hacia él y se enganchó a su cuello. — Aun así, ha sido benévolo, así que se queda con la coronita de pecador. — ¡A mí me encanta la idea! — Secundó Oly. Alice le miró con una gran sonrisa y dijo. — La verdad es que a mí también. En Hogwarts nunca pudimos dormir todos juntos. — ¡Oh, por favor, putón! No me hagas creer que nunca has pisado dormitorio masculino. — Ella negó con los ojos muy abiertos. — ¡Que no! Que no tenía necesidad. — Claro, los cuatro sitios... — Ni vestuario tampoco ha pisado más que para sacar a Creevey de una crisis, yo estaba delante. — Dijo Darren con tono adorable. — Déjate, déjate, que yo dormía con él, hubiera sido muy violento. — Soltó Sean. — Bueno, pues hoy vamos a dormir todos juntos, así que lo solucionaremos. — Replicó ella, que cada vez estaba más entusiasmada con la idea. — ¡Si alguno ronca le despierto! — Amenazó Peter. Poppy se acercó a ella y le tiró del brazo. — ¿Puedes venir un segundín, Alice? Que te pregunte una cosita. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
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20Honra :
Freyja
Alchemist
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We are out of the Woods Con Alice | En Nueva York | 27 de septiembre de 2002 |
Miró a Alice con adoración y casi tuvo que contener un suspiro. Dejó una caricia en su mejilla. - Acabo de recordar a esa chica de doce años recortando decoraciones... y, Dios, qué enamorado estaba de ella. - Hizo una mueca con los labios. - Bien visto... lamenté un poco que nuestro primer viaje tuviera que ser a Nueva York. ¡Sin embargo! - Replicó, jovial. - Esos chicos querían hacer fiestas temáticas y probar la comida local. Y eso lo hicimos, más que de sobra, y muy bien acompañados por unos americanos que nos enseñaron cómo hacer una buena barbacoa y todos los tipos de salsas posibles. - Echó la cabeza hacia atrás. - ¡¡Uff!! Acabo de recordar esos tacos, y esas patatas fritas, ¡y el perrito! Jamás pensé que diría quiero volver... Aunque lo que realmente querría sería comerme algo de eso. Me merecería la pena la ida y la vuelta si no fuera por el caos que hay por esas calles. - Ya tenían aquello en su historia, y era un apartado doloroso y difícil. No es como que lo pudieran cambiar, así que, al menos, bromearían sobre ello, sacarían el aprendizaje y la parte positiva. Y recordarían que, como tantas otras cosas, lo habían vivido juntos.
- Lo será. - Confirmó, besando sus labios después. - Te amo, Alice Gallia. Contigo ha sido una aventura todo lo que he hecho, y así seguirá siendo. - Entre besitos, rodó los ojos hacia Ethan con una sonrisilla. - Nos estamos arriesgando a una maldición. - Rio entre dientes y rozó su nariz con la de ella. - Pero no me importa. Merece la pena. - ¿Por estar así con ella? ¿En aquel ambiente, como Alice había dicho, rodeado de sus mejores amigos, recordando los tiempos de Hogwarts? Y tanto que merecía la pena. Aquello sí que era felicidad. Cómo la habían echado en falta.
Enganchado de Alice, observó cómo Ethan le encargaba a Aaron una tarea, y lo que pareció una traición por parte del otro le hizo soltar una carcajada estruendosa y cruel. - Eso te pasa por proclamar justos por conveniencia, en vez de a los justos de verdad. - Pero Ethan ya estaba montando un drama épico y muy gracioso, tenía que reconocerlo. Eso sí, se levantó un alboroto cuando Aaron dijo que se irían a la habitación. - ¡Eh! ¿Eso no habría que sortearlo? - A ver, guapito, ¿de quién es la casa, vamos a ver? De esta zorra de aquí. - Respondió Ethan, señalándose a sí mismo. - Y este se va para siempre y me abandona en la más absoluta miseria. No seas egoísta, que luego querrás ir de justo. - Marcus chasqueó la lengua. - Cuando tienes razón, tienes razón. - En verdad... era un poco triste, si bien era ni más ni menos lo que Aaron merecía. A él le quedaban años y años de vida con Alice, pero Ethan podría no volver a ver a Aaron más allá de esa fiesta. No es como que el Slytherin estuviera ni mucho menos arrebatadamente loco de amor por el Gryffindor... pero estaba convencido de que aquella marcha le debía doler.
Hizo varias burlas ante las referencias a él, y cuando se quiso dar cuenta, Poppy se había llevado a Alice de su lado. Aprovechó para acercarse a Andrew. - ¡Ey! ¿Qué tal el viaje por España con Donna? - ¡Brutal! Estuvimos... - Y se quedaron un rato charlando animadamente. Cuando terminó su exposición, añadió. - Donna... os ha echado de menos un montón. Estaba muy triste. - Marcus asintió. - Le escribimos el otro día, pero aún no ha contestado. - ¡Oh, pues ya mismo lo hace! Le va a encantar saber de vosotros. Ahora pasa más tiempo con Lex. - Conforme lo decía, Andrew pareció caer en algo. - ¡Eh! ¡Me estoy preparando el examen de fisioterapeuta para equipos de quidditch! Me encontré con tu hermano el día de la prueba. - Señaló a Peter con un gesto de la cabeza. - Pero al que estoy usando para las prácticas es a aquel. Lex no parecía muy proclive a que lo usara de maniquí. - Marcus rio. - Tranquilo, no es personal, no es muy fan del contacto físico. - Lo sé, lo sé. De hecho me dijo eso mismo, y me aseguró que, cuando empezara a jugar, sí que me dejaría que fuera su fisio de cabecera. Algo es algo. - Pues en América hemos conocido a algún que otro jugador. - Hizo una caída de ojos. - Te los presentaré. -
- Lo será. - Confirmó, besando sus labios después. - Te amo, Alice Gallia. Contigo ha sido una aventura todo lo que he hecho, y así seguirá siendo. - Entre besitos, rodó los ojos hacia Ethan con una sonrisilla. - Nos estamos arriesgando a una maldición. - Rio entre dientes y rozó su nariz con la de ella. - Pero no me importa. Merece la pena. - ¿Por estar así con ella? ¿En aquel ambiente, como Alice había dicho, rodeado de sus mejores amigos, recordando los tiempos de Hogwarts? Y tanto que merecía la pena. Aquello sí que era felicidad. Cómo la habían echado en falta.
Enganchado de Alice, observó cómo Ethan le encargaba a Aaron una tarea, y lo que pareció una traición por parte del otro le hizo soltar una carcajada estruendosa y cruel. - Eso te pasa por proclamar justos por conveniencia, en vez de a los justos de verdad. - Pero Ethan ya estaba montando un drama épico y muy gracioso, tenía que reconocerlo. Eso sí, se levantó un alboroto cuando Aaron dijo que se irían a la habitación. - ¡Eh! ¿Eso no habría que sortearlo? - A ver, guapito, ¿de quién es la casa, vamos a ver? De esta zorra de aquí. - Respondió Ethan, señalándose a sí mismo. - Y este se va para siempre y me abandona en la más absoluta miseria. No seas egoísta, que luego querrás ir de justo. - Marcus chasqueó la lengua. - Cuando tienes razón, tienes razón. - En verdad... era un poco triste, si bien era ni más ni menos lo que Aaron merecía. A él le quedaban años y años de vida con Alice, pero Ethan podría no volver a ver a Aaron más allá de esa fiesta. No es como que el Slytherin estuviera ni mucho menos arrebatadamente loco de amor por el Gryffindor... pero estaba convencido de que aquella marcha le debía doler.
Hizo varias burlas ante las referencias a él, y cuando se quiso dar cuenta, Poppy se había llevado a Alice de su lado. Aprovechó para acercarse a Andrew. - ¡Ey! ¿Qué tal el viaje por España con Donna? - ¡Brutal! Estuvimos... - Y se quedaron un rato charlando animadamente. Cuando terminó su exposición, añadió. - Donna... os ha echado de menos un montón. Estaba muy triste. - Marcus asintió. - Le escribimos el otro día, pero aún no ha contestado. - ¡Oh, pues ya mismo lo hace! Le va a encantar saber de vosotros. Ahora pasa más tiempo con Lex. - Conforme lo decía, Andrew pareció caer en algo. - ¡Eh! ¡Me estoy preparando el examen de fisioterapeuta para equipos de quidditch! Me encontré con tu hermano el día de la prueba. - Señaló a Peter con un gesto de la cabeza. - Pero al que estoy usando para las prácticas es a aquel. Lex no parecía muy proclive a que lo usara de maniquí. - Marcus rio. - Tranquilo, no es personal, no es muy fan del contacto físico. - Lo sé, lo sé. De hecho me dijo eso mismo, y me aseguró que, cuando empezara a jugar, sí que me dejaría que fuera su fisio de cabecera. Algo es algo. - Pues en América hemos conocido a algún que otro jugador. - Hizo una caída de ojos. - Te los presentaré. -
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