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Freyja
Alchemist
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Recuerdo del primer mensaje :
El pájaro en el espino
Marcus & Alice | Continuación Golden Shields | Inspired - Libros (Harry Potter Universe)
Estaba escrito. Marcus O’Donnell y Alice Gallia estaban predestinados a estar juntos desde antes de nacer, aunque las vicisitudes de la vida y sus familias, les impidieron conocerse hasta llegar a Hogwarts. Desde el primer día, en las barcas, sintieron esa conexión única que acabaría desembocando en la más bella historia de amor, pero hicieron falta siete años de idas y venidas, de heridas tan dolorosas como la pérdida de una madre o la apertura de secretos familiares que podían traer un terremoto a la vida de todo el mundo, para que acabaran juntos y felices.
Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.
Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.
La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.
Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.
Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.
La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.
AQUÍ COMIENZA ALQUIMIA DE VIDA: PIEDRA, PARTE 1
Índice de capítulos
1. La eternidad es nuestra
2. The birthday boy
3. Juntos pero no revueltos
4. Rêve d'un matin d'été
5. Don't need to go any further
6. The ghost of the past are the fears of the future
7. Que alumbra y no quema
8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
9. Could you never grow up?
10. El largo vuelo
11. Family fights together
12. The language of facts
13. El ejército
14. They made their way
15. De cara al pasado
16. Toda la carne en el asador
17. Con los pies en el suelo
18. The encounter
19. Titanium
20. La bandada
21. Turmoil
22. En el ojo del huracán
23. La mágica familia americana
24. Vientos de guerra
25. The hateful heirs
26. Damocles
27. Tierra sin ley, odio que ciega
28. Sueños de paz
29. Antes de despegar hay que aterrizar
30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
31. El vuelo de las águilas
32. Como las piedras celtas
33. Are we out of the Woods?
34. Bad topic
35. The date
36. Furthermore
37. Sin miedo a la diversión
1. La eternidad es nuestra
2. The birthday boy
3. Juntos pero no revueltos
4. Rêve d'un matin d'été
5. Don't need to go any further
6. The ghost of the past are the fears of the future
7. Que alumbra y no quema
8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
9. Could you never grow up?
10. El largo vuelo
11. Family fights together
12. The language of facts
13. El ejército
14. They made their way
15. De cara al pasado
16. Toda la carne en el asador
17. Con los pies en el suelo
18. The encounter
19. Titanium
20. La bandada
21. Turmoil
22. En el ojo del huracán
23. La mágica familia americana
24. Vientos de guerra
25. The hateful heirs
26. Damocles
27. Tierra sin ley, odio que ciega
28. Sueños de paz
29. Antes de despegar hay que aterrizar
30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
31. El vuelo de las águilas
32. Como las piedras celtas
33. Are we out of the Woods?
34. Bad topic
35. The date
36. Furthermore
37. Sin miedo a la diversión
Marcus O'Donnell Alquimista | Timotheé Chalamet | Freyja |
Alice Gallia Alquimista y enfermera | Kaya Scodelario | Ivanka |
- Post de rol:
- Código:
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
Poppy movió el vasito en el aire y puso una sonrisilla pilla, con las mejillas sonrosaditas. — A ver voy a empezar yo, para que os atreváis. Yooooo voy a admitiiiiiir… — Dio un sorbito del vaso. — Que en estos meses me he dado cuenta de que estaba un poquillo desconectada del mundo. Y no vamos a decir ahora que Peter sea un sabio y sagrado mago, pero sabe más de la vida que yo… Siento que, en muchísimas cosas, casi no he crecido desde que entré en Hogwarts, y ahora, ¡pum! De repente mi padre me quiere trabajando con él, y soy una bruja mayor de edad y tengo novio… Y no sé cómo me ha pasado. Así que… Quiero salir más, quiero a mi familia, pero me han mantenido en una burbuja que a ellos les convenía, así que… Quiero lanzarme y ver más el mundo, preguntar por lo que no me he atrevido a preguntar hasta ahora… Y sé que Peter es ideal para eso, él no tiene miedo a nada. — Alice la miró con cariño y acarició su mano. — Pues claro que sí. Sabes muchas más cosas de las que crees, Poppy, de verdad. — E iniciativa no te falta, y eso es lo más importante. — Aportó Jackie con una sonrisa. — Tú haz caso a las Gallia, de eso saben un rato. — ¡Disculpe, letrada! ¿Está insinuando algo? — Contestó su prima a su amiga. — Déjala, Jackie, que habla la envidia. Ella miraba libros muggle que luego escondía debajo de la cama para según qué cosas. — ¡Oye! — Se quejó su amiga empujándola.
— Pues ya que Poppy ha contado esto, yo voy por algo parecido. — Dijo Kyla de repente, llenándose el chupito. — A mí no es que me hayan mantenido en una burbuja de conocimiento, pero sí de comportamiento. Me han dicho que hay que ser de una manera, que la fachada que damos a los demás lo es todo, porque es el material que le damos a la gente contra nosotros. — Alice la miró con cariño y un poco de pena. — Y ya sé lo que me vais a decir. Que yo valgo mucho, que mi valía es mi carta de presentación… Pero sed sinceras. ¿Cuántas familias mágicas creéis que toman en serio a la hija de un ministro, lesbiana? — Negó y bebió del vasito. Las chicas se miraron. — No te vamos a mentir. Fácil no está. Pero Ky, tú misma lo has dicho. Sigue demostrando lo que vales. Demuéstralo, y cuando lo hayas conseguido vas y dices “¿os gusta lo que hago? Pues estas son mis condiciones”. — Le dijo a su amiga, tomándole la mano. — Yo he vivido mucho tiempo según lo que decían los demás… Y eso no me evitó según qué desastres. — Negó con la cabeza. — Nada te garantiza que no te vayan a prejuzgar o criticar igualmente. Sigue con tu trabajo, y si alguna vez te ahogas… Sal a respirar. Y a quien no le guste, que se fastidie. — Jackie se sirvió otro vasito e hizo lo mismo con Kyla. — Ay, si yo os contara lo mucho que me he rayado con el qué dirán… —
— Y hablando del qué dirán… Ahí va mi confesión. Quiero dejar de verme como una impostora. — Saltó Hillary, levantando su vasito. — Siento que los magos no me considerarán una maga de verdad, que estarán pensando “oh, ¿qué hace una bastarda muggle con este pleito? ¿Qué sabrá ella de duendes y gringotts y demandas entre estados mágicos? — Se encogió de hombros. — Y siento que mi familia, mi madre, mi abuela, mi tío… Me ven como una extranjera, y así me siento también, porque hay tantas cosas de mí que realmente no entienden, o que ya no me importan del mundo muggle… — Se encogió hombros. — No sé que soy. — Pues eres tú. — Contestó Kyla con una sonrisa cálida. — Eso… Eres tú, Hills. ¿Por qué hay que ser una cosa o la otra? Estás en medio y el medio no es un mal sitio. No hay tanta gente en medio, claro, pero es una posición privilegiada, si lo miras bien. Puedes conocerlo todo. No como nosotros, que por lo visto los muggles dicen algo que se parece a una maldición mortal y ya estamos llevándonos las manos a la cabeza. O como tu abuela, que no quiere ni que te aparezcas. — Eso es superraven, Ky, pero tiene razón, eres Hillary, eres… Tú, con tus cosas de muggle pero siendo una maga ideal que va a ser una superabogada. — Aportó Poppy con dulzura. Alice apoyó la cabeza en el hombro de su amiga. — Nadie se atrevería a decir que tú no eres una gran letrada, Hills, y más grande vas a ser. ¿Qué más te puede dar estar en un lado, en otro o en medio? Eres brillante y ya está. —Y material de sueños eróticos de más de uno. — Dijo Jackie aporándose en el otro hombro, y haciendo que todas se echaran a reír.
— Pues yo… — Empezó su prima, llevándose un dedo a los labios. — Voy a confesar que tengo miedo. Así, en general. Tengo miedo de que cada paso que doy me lleve a un desastre, a romperme el corazón. — A ver, a ver, Jacqueline, para el carro. — Interrumpió Hillary. — ¿En qué mundo irte a París a trabajar en una casa de modas mágica te va a llevar al desastre? — La chica levantó las manos. — ¿Y si solo soy una modista de pueblo? ¿Y si llego y soy la paleta de la planta? — A ver, objetividades, Jacqueline. — Intervino Kyla, agarrando el vestido de la novia cadáver. — No es este el primer traje tuyo que veo. — La miró con obviedad. — ¿Crees que con este talento nadie te va a considerar paleta? — Bueno, y si lo hicieran, que no lo van a hacer, pero si lo hicieran. — Planteó Poppy. — ¿Qué más da? Aprenderás, lo intentarás otra vez y ya está. — Jackie sonrió y le dio en la nariz a la chica. — Eso debe ser un huffie. Como mi Theo. — ¡Absolutamente, además! — Aseguró Alice. — Y un huffie nunca te rompería el corazón. — Susurró al oído de su prima, para dejar constancia.
— ¡A veeeeeer, la señora O’Donnell! Que se está escaqueando de la confesión. — Exclamó Hillary. Le puso el vasito delante. — Cuando quiera, señora alquimista. — Ella rio y se bebió de un trago el chupito. — Confieso que… Estoy fingiendo un poco. — Todas la miraron expectantes. — Finjo que… Tengo miedo de estas decisiones. Del examen, de irnos a Irlanda… — Sonrió de medio lado. — Y en realidad no puedo esperar. Sé que… Que le digo a todo el mundo que necesito escapar y me dicen que he sufrido mucho y que es comprensible… Pero la verdad es que… No puedo esperar. Por fin tengo lo que quiero: un rango de alquimista, una familia dispuesta a cuidarme y un lugar con todo por descubrir… Y lo mejor de todo, al lado de Marcus. — Se encogió de hombros. — Sé que es… Egoísta. Sé que todos piensan que debo pensar en mi padre y en la familia… Pero llevo haciéndolo cuatro años. Cuatro años que debería haber estado en Hogwarts, sin preocuparme de nada más y… — Miró a Poppy. — Tú sientes que no has vivido suficiente, y yo que he vivido demasiado… No puedo esperar a vivir como siempre había soñado, y si eso implica alejarme de aquí… Simplemente lo haré. — Alargó las manos al centro de la mesa. — Y os adoro y os voy a echar MUCHO de menos. Pero me muero de ganas por hacerlo. — Kyla le sonrió, y miró a las demás. — Y nadie se alegra más que nosotras, Gal. Vuela, que ya es hora. Mucho has tardado para ser un pajarito. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- Juntos, somos el Todo:
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Freyja
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
- ¿Quieres emborracharme? - Sí. - Soltó una fuerte carcajada, echándose hacia atrás. Desde luego, con la sinceridad de Oly siempre se podía contar. - Es que te pones muy graciosillo cuando has bebido. Pareces yo. - Marcus se sentó a la barra y respondió entre risas. - Yo creo que a tu nivel no llego. - Pero te salen las otras casas de dentro. - Se sentó a su lado y empezó a hacer gestos a su alrededor con las manos. - Eres como muy azulito muy Ravenclaw pero cuando te emborrachas, te sale la parte Gryffindor de hacer locuras como enfrentarte a un toro... - Espectro. Y lo hice con conocimientos alquímicos. - La parte Slytherin de hacer así. - La chica sacó pecho e hizo lo que parecía una digna caída de ojos. Le hacía mucha gracia. - Y ponerte tope de interesante y que a Gal se le caiga la baba mirándote. - ¡Eh! - Y la parte Hufflepuff de querernos mucho a todos y saludar a todo el mundo y saltar y bailar sin preocuparte de nada. - Puso una sonrisa brillante. - Se te da un poquito de alcohol y te vuelves Marcus multicolores. - Me das más razones para no beber. - Contestó riendo, pero ya tenía un margarita en las manos. Chasqueó la lengua. - Bueno, solo este. - Tampoco parecía que tuviera mucho alcohol.
Oly apoyó el codo en la barra y suspiró, como si estuviera en una ensoñación, con la mirada perdida. Divagando, habitual en ella, dicho fuera de paso. - Os voy a echar un montón de menos... Nos vamos separando poquito a poco... A este paso no va a quedar nadie para enseñarle mi huerto. - Marcus la miró con una sonrisa. - No solo vendré a ver tu huerto, sino que pienso traerte la planta más mágica que vea en Irlanda para que lo plantes en él. - Ay ¿sí? - Asintió. - Además, no conozco Cornualles, ni tu casa. Será un buen plan. - La chica sonrió como una niña ilusionada, entrelazó las manos y estiró los brazos sobre la barra y perdió la mirada otra vez, soñando despierta. - ¿Crees que Ky y yo podremos casarnos algún día? - Le pilló desprevenido aquello. Ella siguió. - Si me casara con ella, no tendría solo un padrino y una madrina. Tendría un montón, porque darle ese título a una sola persona no es justo. - Le miró. - Y tú serías uno de ellos. - Sonrió, conmovido. - Gracias. - Arqueó las cejas. - Me temo que mi madre no consentiría compartir el título de madrina. - Los dos rieron. Qué visión tan bonita: su madre de madrina, y William de... Suspiró.
- Uy, motitas de tristeza así ¡flus! De repente. - Oly ladeó la cabeza. - ¿Es porque tu mente racional te está diciendo que no podremos casarnos nunca? No te preocupes, Marcusito, ya lo sé, pero bueno, haré alguna fiestecita algún día. Ya convenceré a Ky. - No, no es... - Prefería no dar más vuelta sobre la tristeza, así que la miró y sonrió. - Sería injustísimo que no pudierais casaros. Ojalá lo consigáis. Y mi hermano y Darren, sería el más pesado de la boda si lo consiguieran. - ¡Ay, es verdad, no caí! - Dijo ella, botando en su sitio. - Podemos planear una superboda poliamorosa conjunta. Y si Ethan algún día se quiere casar con un Gryffindor, pues estarían todas las casas. ¡Sería un festival de colores! ¡Oh! ¡Aaron era Gryffindor! Qué pena que no funcionara. - Marcus la escuchaba entre risas enternecidas. No había ninguna necesidad de romperle la ilusión comentando todas las lagunas que veía en aquel relato.
- Marcusito. - Vaya, Oly estaba hoy de confesiones. La miró con ternura. - ¿Qué? - Ella hizo una pausa. - Yo te quiero un montón, tú lo sabes ¿no? - Enterneció la mirada aún más. - Pues claro que lo sé... Niña maldita o lo que quiera que sea que eres. - Exorcizada o algo así. Creo que se me ha metido un fantasma de los malos de los muggles dentro, me viene bien ir con alguien que los caza. - ¡A la orden! - Los dos rieron. - ¿Y tú a mí? ¿Me quieres? - La miró sorprendido. - ¡Claro que sí! ¿Cómo no te voy a querer? - ¡Ay, es que veo que te pongo nerviosito, y que las vibras me hacen "fuf, fuf, fuera", y yo lo intento arreglar y creo que solo lo empeoro más. - Se echó a reír y la envolvió en un abrazo, como si fuera una niña. Oly tenía ese efecto en él. - Olympia Lewyn, exprefecta de Hufflepuff... Eres el ser más caótico, incomprensible y pesadísimo del mundo mágico y muggle juntos. - La separó y la miró a los ojos. - Y te adoro precisamente por eso. Muchísimo. No tiene ninguna lógica Ravenclaw, pero oye, algo tienes que nos atraes. Mira Kyla. - Oly empezó a tener... ese brillo en los ojos. - ¡No! Cambio el verbo. Nada de atraer, gustar. ¡No, tampoco! - Da igual, Marcusito, te he entendido. - Le abrazó por la cintura y se apoyó en su pecho. - Gracias. - Frunció el ceño. - ¿Por qué? - Por todas las cosas que me has pasado por alto en Hogwarts. Tengo un índice de incidencias, como dirías tú, altísimo, y tú siempre has mirado para otra parte. ¿Por qué lo haces? - Rodó los ojos y suspiró. - Ni idea... Pero tú me salvaste la vida, no sé si te acuerdas. - Oly chasqueó la lengua como si le quitara importancia. Seguía abrazada a él. - Eso fue ya en el último mes. ¿Qué pasa con los seis años previos? Desde ese trabajo en segundo en el que nos conocimos y que te puse tope de nervioso, y luego vino Peter como BLABLA TU HERMANO LAS ESCOBAS y te puso más nervioso todavía. Y yo dije, qué chico más majo. Es nerviosillo pero es majo. - Reía y la apretaba más contra sí. La separó. - ¿Y tú? ¿Cómo quieres tanto a un plasta como yo? Porque para ti debo ser algo así como la persona más aguafiestas del mundo. - Ella se encogió de hombros. - Tampoco lo sé. Es verdad que eres muy aguas, pero las aguas en las fiestas, con un poquito de alcohol, hacen ¡MARGARITAS! - Frunció el ceño tanto que se le juntaba con la nariz. - ¿Pero qué? - Y le dio la risa, y entre risas, brindaron y bebieron de la copa.
- ¡Bueno! Me voy con las chicas. - ¿Me dejas aquí tirado? No llevo ni media copa. - Se quejó. Ahora que realmente estaba a gusto con ella. - Marcus, eres demasiado monógamo y temo estar incidiendo en un problema, mejor me voy ya. - ¡¡Oly!! Eres... - Pero nada, entre risillas y saltitos, la otra ya se había ido. Justo llegaba Sean, riéndose y mirándola, y luego le miró a él. - Hola, señor monógamo. ¿Puedo? - El otro suspiró. - Me tiene contento... - Y le hizo un gesto al banco a su lado, para que su amigo se sentara, sin dejar de reír. - ¿Qué tal? ¿Planes para Irlanda? - Había sonado distendido, pero también triste. De hecho, antes de darle opción a responder, añadió. - Menos mal que fuimos juntos a La Provenza... No hay día que no evoque eso. - Le miró a los ojos. - Os vamos a echar mucho de menos. -
Oly apoyó el codo en la barra y suspiró, como si estuviera en una ensoñación, con la mirada perdida. Divagando, habitual en ella, dicho fuera de paso. - Os voy a echar un montón de menos... Nos vamos separando poquito a poco... A este paso no va a quedar nadie para enseñarle mi huerto. - Marcus la miró con una sonrisa. - No solo vendré a ver tu huerto, sino que pienso traerte la planta más mágica que vea en Irlanda para que lo plantes en él. - Ay ¿sí? - Asintió. - Además, no conozco Cornualles, ni tu casa. Será un buen plan. - La chica sonrió como una niña ilusionada, entrelazó las manos y estiró los brazos sobre la barra y perdió la mirada otra vez, soñando despierta. - ¿Crees que Ky y yo podremos casarnos algún día? - Le pilló desprevenido aquello. Ella siguió. - Si me casara con ella, no tendría solo un padrino y una madrina. Tendría un montón, porque darle ese título a una sola persona no es justo. - Le miró. - Y tú serías uno de ellos. - Sonrió, conmovido. - Gracias. - Arqueó las cejas. - Me temo que mi madre no consentiría compartir el título de madrina. - Los dos rieron. Qué visión tan bonita: su madre de madrina, y William de... Suspiró.
- Uy, motitas de tristeza así ¡flus! De repente. - Oly ladeó la cabeza. - ¿Es porque tu mente racional te está diciendo que no podremos casarnos nunca? No te preocupes, Marcusito, ya lo sé, pero bueno, haré alguna fiestecita algún día. Ya convenceré a Ky. - No, no es... - Prefería no dar más vuelta sobre la tristeza, así que la miró y sonrió. - Sería injustísimo que no pudierais casaros. Ojalá lo consigáis. Y mi hermano y Darren, sería el más pesado de la boda si lo consiguieran. - ¡Ay, es verdad, no caí! - Dijo ella, botando en su sitio. - Podemos planear una superboda poliamorosa conjunta. Y si Ethan algún día se quiere casar con un Gryffindor, pues estarían todas las casas. ¡Sería un festival de colores! ¡Oh! ¡Aaron era Gryffindor! Qué pena que no funcionara. - Marcus la escuchaba entre risas enternecidas. No había ninguna necesidad de romperle la ilusión comentando todas las lagunas que veía en aquel relato.
- Marcusito. - Vaya, Oly estaba hoy de confesiones. La miró con ternura. - ¿Qué? - Ella hizo una pausa. - Yo te quiero un montón, tú lo sabes ¿no? - Enterneció la mirada aún más. - Pues claro que lo sé... Niña maldita o lo que quiera que sea que eres. - Exorcizada o algo así. Creo que se me ha metido un fantasma de los malos de los muggles dentro, me viene bien ir con alguien que los caza. - ¡A la orden! - Los dos rieron. - ¿Y tú a mí? ¿Me quieres? - La miró sorprendido. - ¡Claro que sí! ¿Cómo no te voy a querer? - ¡Ay, es que veo que te pongo nerviosito, y que las vibras me hacen "fuf, fuf, fuera", y yo lo intento arreglar y creo que solo lo empeoro más. - Se echó a reír y la envolvió en un abrazo, como si fuera una niña. Oly tenía ese efecto en él. - Olympia Lewyn, exprefecta de Hufflepuff... Eres el ser más caótico, incomprensible y pesadísimo del mundo mágico y muggle juntos. - La separó y la miró a los ojos. - Y te adoro precisamente por eso. Muchísimo. No tiene ninguna lógica Ravenclaw, pero oye, algo tienes que nos atraes. Mira Kyla. - Oly empezó a tener... ese brillo en los ojos. - ¡No! Cambio el verbo. Nada de atraer, gustar. ¡No, tampoco! - Da igual, Marcusito, te he entendido. - Le abrazó por la cintura y se apoyó en su pecho. - Gracias. - Frunció el ceño. - ¿Por qué? - Por todas las cosas que me has pasado por alto en Hogwarts. Tengo un índice de incidencias, como dirías tú, altísimo, y tú siempre has mirado para otra parte. ¿Por qué lo haces? - Rodó los ojos y suspiró. - Ni idea... Pero tú me salvaste la vida, no sé si te acuerdas. - Oly chasqueó la lengua como si le quitara importancia. Seguía abrazada a él. - Eso fue ya en el último mes. ¿Qué pasa con los seis años previos? Desde ese trabajo en segundo en el que nos conocimos y que te puse tope de nervioso, y luego vino Peter como BLABLA TU HERMANO LAS ESCOBAS y te puso más nervioso todavía. Y yo dije, qué chico más majo. Es nerviosillo pero es majo. - Reía y la apretaba más contra sí. La separó. - ¿Y tú? ¿Cómo quieres tanto a un plasta como yo? Porque para ti debo ser algo así como la persona más aguafiestas del mundo. - Ella se encogió de hombros. - Tampoco lo sé. Es verdad que eres muy aguas, pero las aguas en las fiestas, con un poquito de alcohol, hacen ¡MARGARITAS! - Frunció el ceño tanto que se le juntaba con la nariz. - ¿Pero qué? - Y le dio la risa, y entre risas, brindaron y bebieron de la copa.
- ¡Bueno! Me voy con las chicas. - ¿Me dejas aquí tirado? No llevo ni media copa. - Se quejó. Ahora que realmente estaba a gusto con ella. - Marcus, eres demasiado monógamo y temo estar incidiendo en un problema, mejor me voy ya. - ¡¡Oly!! Eres... - Pero nada, entre risillas y saltitos, la otra ya se había ido. Justo llegaba Sean, riéndose y mirándola, y luego le miró a él. - Hola, señor monógamo. ¿Puedo? - El otro suspiró. - Me tiene contento... - Y le hizo un gesto al banco a su lado, para que su amigo se sentara, sin dejar de reír. - ¿Qué tal? ¿Planes para Irlanda? - Había sonado distendido, pero también triste. De hecho, antes de darle opción a responder, añadió. - Menos mal que fuimos juntos a La Provenza... No hay día que no evoque eso. - Le miró a los ojos. - Os vamos a echar mucho de menos. -
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
— ¡CHICAAAAAAS! — Llegó Oly, arrasadora, tirándose sobre la espalda de Kyla. — ¡MI AMOR! Vamos a hacer una boda con Marcus y mucha más gente de padrinos, ¿sí? — La chica parpadeó y frunció el ceño. — ¿Qué dices ahora, cielo? — ¡Que sí! Que lo he hablado con Marcus, y los dos sois muy raven y muy monogamia, entonces Marcus ha sugerido que hagamos una boda a cuatro como de todas las casas. — ¿A cuatro? — Preguntó Alice abriendo mucho los ojos. — ¡Sí! Así hay una de cada casa y es una celebración multicolor y no heteronormativa. — Todas miraron confusas y Hillary fue la que expresó los pensamientos de todas. — Marcus O’Donnell. El prefecto. Ha dicho eso. — Oly entornó los ojos y movió la mano en el aire. — Puede que yo planteara la idea, pero fue él el que sugirió que Lex y Darren se unieran a la boda. — ¡Ahhhh! Que te referías a una boda a cuatro con Darren y Lex… — Contestó Alice, empezando a entender un poco de qué iba la charla. Kyla rio. — Oh, sí, mucho más realista sin duda. — Pero al menos se estaba riendo. Oly tenía ese efecto sobre Kyla, la volvía una persona perfectamente feliz en cuestión de segundos.
— ¡Señorita cadáver! Está usted siendo cazada por el mejor cazafantasmas de la historia. — Gritó Theo, agarrando a su prima por la espalda. — ¡HALA! Ya han tenido que aparecer. — Hooooooola, patatitaaaaa. — Aportó Peter, que ahora tenía dos patas menos, porque las llevaba ambas en la mano, haciéndole cosquillas a Poppy. Ah, esa era la suya, si todos iban a tener sus cariñitos, ella iba a tener los suyos. Se escurrió y fue a buscar a su novio. — ¡Vaaaaya vaya! Pero si son el prefecto O’Donnell y Hastings… ¿Qué estarán tramando? — Sean le extendió el brazo y se abrazaron los tres. — Sois idiotas, y yo gilipollas, como dice mi Gal, pero voy a echaros muuuucho de menos. — Le dejó un beso en la frente. — Pero vais a ser muy felices en Irlanda. — Sean, ¿has bebido? — Su amigo rio. — Lo suficiente como para confesaros eso y ponerme cariñoso. — Pues hay una letrada que lo va a agradecer. — El chico se separó y miró a los lados. — ¿Sí? ¿Voy con ella? — Yo iría. — Contestó Alice alzando las manos, a lo que su amigo desapareció inmediatamente.
Por fin podía quedarse con su novio al que, después de dejar un besito en los labios, cogió de la mano y condujo al puesto de los panes de muerto. — ¿Uno para cada uno? — Preguntó la chica del puesto. Alice asintió y señaló a Marcus. — Él podría comerse más, es un cazadulces también. Pero se comerá la mitad del mío. — Y, con una sonrisa, se llevó a su novio a una esquina de la terraza, mirando a Londres iluminado. — No sabría ni decir por qué, pero bendito sea Londres comparado con Nueva York. Incluso en un sitios de fiesta, mirando al vacío… Agobia menos que ese lugar. — Acarició a Marcus y le miró con amor. — Sé que el examen ha sido duro y todo… Pero, Marcus… — Dejó un beso en su mano. — No puedo esperar a que empecemos nuestra vida en Irlanda. Era nuestro plan, nuestro sueño. Ser alquimistas, viajar a Irlanda, empezar desde las raíces… — Señaló el reloj de pulsera de su novio. — Que sea eso lo que mi madre perciba de nosotros. Que por fin empezamos nuestra vida y a ser felices. — Partió un trozo del pan y lo levantó. — Por ti, mamá. Por todo lo que me enseñaste. Gracias a ti, sé siempre seguir el camino. Gracias a ti, tengo a mi lado a la única persona que quiero a mi lado en cada paso de él. — Se comió el pan e hizo un sonidito de gusto. — Y esto te encantaría. Qué locura de pan. Está buenísimo. — Miró a su novio. — Ya te digo yo que vas a querer implantar esta tradición. — Dijo entre risas, disfrutando de aquella música mexicana, el panecillo, estar de fiesta con su novio y sus amigos… Sí. Estaba preparada para su nueva vida si iba a poder tener eso aunque fuera.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- Juntos, somos el Todo:
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Freyja
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
Chasqueó la lengua. - Va, Hastings, que me vas a hacer llorar... - Dejó caer más en serio de lo que le gustaría, apartando la mirada y llevándose la copa a los labios. - Si quieres te dejo con la loca endemoniada. - Eso le hizo reír a carcajadas. - ¿Qué te estaba contando? - ¿Tú qué crees? Sus cosas. - Mira, hubiera pagado por ver tu cara cuando te han dicho que tenías que entrar con ella en el túnel. - Mira, ni me lo recuerdes. Prefiero evocar La Provenza. - Se os escuchaba gritar un montón. - Se me subió encima, tío. A mí me iba a dar algo, en serio. - Y allí estaban, su mejor amigo y él muertos de risa, en una noche fantástica, con música divertida y una bebida deliciosa. No se le ocurría una despedida mejor.
- ¿Vendréis en Navidad? - Marcus hizo una mueca, mirando la copa entre sus manos. - No creo... No lo sé. Si venimos, no será muchos días. En teoría vamos a pasar allí las Navidades... - Le miró. - Quizás podáis venir vosotros a visitarnos. - Sean sonrió con ligera tristeza. - Me encantaría. - Se crearon unos instantes de silencio. - Esto es temporal... No nos vamos a perder. Te lo aseguro. - Tenéis también la estancia en el extranjero, como muy tarde el año que viene. - Lo sé... pero ¿qué son un par de años en toda una vida? Volveremos y... estaremos juntos. Todos. - Sean suspiró y miró a su alrededor. - Cada uno va a volar por su cuenta... Lo imaginaba, lo pensé mucho en el último año de colegio. Pero no pensé que fuera a ser tan rápido. - Le miró. - ¿Te has planteado que, si Ethan se va de modelo en los próximos días, puede que esta haya sido la última vez que le veamos? - Hizo un cartel en el aire. - Las últimas palabras que le hemos oído, algo así como: "os dejo, putones, me llevo el alcohol y me voy con ese buenorro". - ¿Últimas? ¿No es eso básicamente todo lo que dice? - Y volvieron a reír. - Hastings... Prométeme que me vas a escribir. Y que me pondrás muchas bromas de estas. A ver con quién si no las voy a tener. - Pues con tu pajarito bonito y azulito que va a ir cantando feliz entre las plantitas irlandesas. - Perfecto, veo que sabes a la perfección qué decirme en las cartas. Las esperaré. - Y los dos rieron.
Hablando de su pajarito, por allí aparecía. Tomó su mano cuando pasó el brazo por sus hombros. - Sí que ha bebido. Y me ha jurado que me va a escribir cartas muy cariñosas. - Bromeó, pero su amigo ni atinó a quejarse, porque ante la perspectiva de una Hillary cariñosa, el que salió volando fue él. Rio y miró a Alice. - Desde luego que sabes bien qué decirle, mejor que yo. - Correspondió su beso y fue junto a ella al puesto de los panes. - Uf, cómo huele eso. Si está tan bueno como huele... - Ya se estaba adelantando, nada como la comida para provocarle ese efecto. Estaba con la mirada tan perdida en ellos que Alice tomó la delantera y dijo que solo un pan para los dos. Suspiró, acompañándola. - No me quejo porque lo de compartir es bonito, pero te advierto, Alice Gallia. - Pinchó un poco por arriba de su ombligo con el índice varias veces. - Más te vale ir haciendo este estomaguito de pajarito a las grandes comilonas irlandesas. No te arriendo las ganancias si no puedes ni con un pan entero. - Y él no descartaba ir a por otro, porque estaba delicioso, y con medio le iba a faltar, que hacía ya horas que habían cenado (y con el mal rato del túnel y el poco de alcohol, necesitaba compensar con un poco de comida).
Se situaron en una esquina de la terraza y admiró el paisaje, recibiendo la brisa en la cara con una sonrisa. Llenó el pecho de aire y lo soltó poco a poco por la nariz. - Pues sí... - Reflexionó. Chasqueó la lengua. - Me da pena por los Lacey: ciertamente, estaba muy cómodo en casa de los tíos, y creo que lo hubiéramos disfrutado muchísimo en otras circunstancias... Pero Nueva York... agobia. No es bueno. - Eso le hizo recordar algo, pero se centró en las palabras de Alice. Sonrió. - Yo tampoco. - Y ya era la hora, así que atendió a su discurso, y comió del pan con ella, emocionado. Por supuesto reaccionó en el acto. - Oh, por Merlín, qué bueno. - Nada más hablar se dio cuenta de lo que había dicho, así que movió los ojos hacia los lados. Carraspeó. - Quiero decir... Por... ¿Dios? - Se acercó a Alice y susurró. - ¿Suficientemente disimulado ante los muggles? - Rio con ella.
- Te lo confirmo. - Dijo a lo de la tradición, después de dar un segundo bocado. Antes de acabar con su parte del pan, la alzó y miró al cielo. - Por ti, suegra. ¿Puedo llamarte suegra? Lo tomaré como un sí. - Sabía que tanto a Janet como a Alice le gustaban más el ambiente distendido que el triste, así que habló. - Por todo lo que nos diste, y lo que nos seguirás dando. Esto te encantaría, espero que te esté llegando la música. Te tiene que estar llegando, porque está bastante alta. - Rio, pero ya se estaba notando la emoción en la garganta: sabía disimular hasta cierto punto. Eso le hizo recordar de nuevo lo que había recordado antes. Bajó la vista al pan y se mantuvo unos segundos en silencio. - ¿Sabes? Hablé... con ella. Con tu madre. - Ladeó la cabeza varias veces, escondiendo una risa entre los labios, sin levantar la mirada. - Bueno, ya me entiendes. Fue... el día que discutimos y salí de la casa para que me diera el aire. Me fui al mirador de la Estatua de la Libertad y... - Tragó saliva. - No estaba en mi mejor momento. Pero sí que... sigo pensando una de las cosas que dije. - Alzó la mirada y la clavó en sus ojos. - No la veía a ella por ninguna parte allí. - Volvió a mirar al paisaje. - Aquí, sí. Incluso en esta fiesta, en la que nunca ha estado, la veo. La veo en la música y en los dulces. Incluso en los sustos que he pasado en el túnel, porque se habría reído mucho, y yo me habría ofendido de dicha risa en mi posición de yerno ultrajado. - Bromeó. - La veo en muchos lugares de esta ciudad, y la veo en La Provenza. Y seguro que la veremos en Irlanda... Pero no la veía en Nueva York, precisamente allí, no. - Se encogió de hombros. - Así que... si algún día volvemos, será para ver a la familia que sí está allí: los Lacey. Pero desvinculado de ella. Ella nunca perteneció a ese lugar, sino a este. - La miró y sonrió. - Es un nuevo comienzo, Alice. Ella lo dijo y nosotros lo vamos a cumplir: somos imparables. -
- ¿Vendréis en Navidad? - Marcus hizo una mueca, mirando la copa entre sus manos. - No creo... No lo sé. Si venimos, no será muchos días. En teoría vamos a pasar allí las Navidades... - Le miró. - Quizás podáis venir vosotros a visitarnos. - Sean sonrió con ligera tristeza. - Me encantaría. - Se crearon unos instantes de silencio. - Esto es temporal... No nos vamos a perder. Te lo aseguro. - Tenéis también la estancia en el extranjero, como muy tarde el año que viene. - Lo sé... pero ¿qué son un par de años en toda una vida? Volveremos y... estaremos juntos. Todos. - Sean suspiró y miró a su alrededor. - Cada uno va a volar por su cuenta... Lo imaginaba, lo pensé mucho en el último año de colegio. Pero no pensé que fuera a ser tan rápido. - Le miró. - ¿Te has planteado que, si Ethan se va de modelo en los próximos días, puede que esta haya sido la última vez que le veamos? - Hizo un cartel en el aire. - Las últimas palabras que le hemos oído, algo así como: "os dejo, putones, me llevo el alcohol y me voy con ese buenorro". - ¿Últimas? ¿No es eso básicamente todo lo que dice? - Y volvieron a reír. - Hastings... Prométeme que me vas a escribir. Y que me pondrás muchas bromas de estas. A ver con quién si no las voy a tener. - Pues con tu pajarito bonito y azulito que va a ir cantando feliz entre las plantitas irlandesas. - Perfecto, veo que sabes a la perfección qué decirme en las cartas. Las esperaré. - Y los dos rieron.
Hablando de su pajarito, por allí aparecía. Tomó su mano cuando pasó el brazo por sus hombros. - Sí que ha bebido. Y me ha jurado que me va a escribir cartas muy cariñosas. - Bromeó, pero su amigo ni atinó a quejarse, porque ante la perspectiva de una Hillary cariñosa, el que salió volando fue él. Rio y miró a Alice. - Desde luego que sabes bien qué decirle, mejor que yo. - Correspondió su beso y fue junto a ella al puesto de los panes. - Uf, cómo huele eso. Si está tan bueno como huele... - Ya se estaba adelantando, nada como la comida para provocarle ese efecto. Estaba con la mirada tan perdida en ellos que Alice tomó la delantera y dijo que solo un pan para los dos. Suspiró, acompañándola. - No me quejo porque lo de compartir es bonito, pero te advierto, Alice Gallia. - Pinchó un poco por arriba de su ombligo con el índice varias veces. - Más te vale ir haciendo este estomaguito de pajarito a las grandes comilonas irlandesas. No te arriendo las ganancias si no puedes ni con un pan entero. - Y él no descartaba ir a por otro, porque estaba delicioso, y con medio le iba a faltar, que hacía ya horas que habían cenado (y con el mal rato del túnel y el poco de alcohol, necesitaba compensar con un poco de comida).
Se situaron en una esquina de la terraza y admiró el paisaje, recibiendo la brisa en la cara con una sonrisa. Llenó el pecho de aire y lo soltó poco a poco por la nariz. - Pues sí... - Reflexionó. Chasqueó la lengua. - Me da pena por los Lacey: ciertamente, estaba muy cómodo en casa de los tíos, y creo que lo hubiéramos disfrutado muchísimo en otras circunstancias... Pero Nueva York... agobia. No es bueno. - Eso le hizo recordar algo, pero se centró en las palabras de Alice. Sonrió. - Yo tampoco. - Y ya era la hora, así que atendió a su discurso, y comió del pan con ella, emocionado. Por supuesto reaccionó en el acto. - Oh, por Merlín, qué bueno. - Nada más hablar se dio cuenta de lo que había dicho, así que movió los ojos hacia los lados. Carraspeó. - Quiero decir... Por... ¿Dios? - Se acercó a Alice y susurró. - ¿Suficientemente disimulado ante los muggles? - Rio con ella.
- Te lo confirmo. - Dijo a lo de la tradición, después de dar un segundo bocado. Antes de acabar con su parte del pan, la alzó y miró al cielo. - Por ti, suegra. ¿Puedo llamarte suegra? Lo tomaré como un sí. - Sabía que tanto a Janet como a Alice le gustaban más el ambiente distendido que el triste, así que habló. - Por todo lo que nos diste, y lo que nos seguirás dando. Esto te encantaría, espero que te esté llegando la música. Te tiene que estar llegando, porque está bastante alta. - Rio, pero ya se estaba notando la emoción en la garganta: sabía disimular hasta cierto punto. Eso le hizo recordar de nuevo lo que había recordado antes. Bajó la vista al pan y se mantuvo unos segundos en silencio. - ¿Sabes? Hablé... con ella. Con tu madre. - Ladeó la cabeza varias veces, escondiendo una risa entre los labios, sin levantar la mirada. - Bueno, ya me entiendes. Fue... el día que discutimos y salí de la casa para que me diera el aire. Me fui al mirador de la Estatua de la Libertad y... - Tragó saliva. - No estaba en mi mejor momento. Pero sí que... sigo pensando una de las cosas que dije. - Alzó la mirada y la clavó en sus ojos. - No la veía a ella por ninguna parte allí. - Volvió a mirar al paisaje. - Aquí, sí. Incluso en esta fiesta, en la que nunca ha estado, la veo. La veo en la música y en los dulces. Incluso en los sustos que he pasado en el túnel, porque se habría reído mucho, y yo me habría ofendido de dicha risa en mi posición de yerno ultrajado. - Bromeó. - La veo en muchos lugares de esta ciudad, y la veo en La Provenza. Y seguro que la veremos en Irlanda... Pero no la veía en Nueva York, precisamente allí, no. - Se encogió de hombros. - Así que... si algún día volvemos, será para ver a la familia que sí está allí: los Lacey. Pero desvinculado de ella. Ella nunca perteneció a ese lugar, sino a este. - La miró y sonrió. - Es un nuevo comienzo, Alice. Ella lo dijo y nosotros lo vamos a cumplir: somos imparables. -
We are
- La eternidad es nuestra:
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