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Freyja
Alchemist
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Recuerdo del primer mensaje :
El pájaro en el espino
Marcus & Alice | Continuación Golden Shields | Inspired - Libros (Harry Potter Universe)
Estaba escrito. Marcus O’Donnell y Alice Gallia estaban predestinados a estar juntos desde antes de nacer, aunque las vicisitudes de la vida y sus familias, les impidieron conocerse hasta llegar a Hogwarts. Desde el primer día, en las barcas, sintieron esa conexión única que acabaría desembocando en la más bella historia de amor, pero hicieron falta siete años de idas y venidas, de heridas tan dolorosas como la pérdida de una madre o la apertura de secretos familiares que podían traer un terremoto a la vida de todo el mundo, para que acabaran juntos y felices.
Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.
Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.
La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.
Marcus es el primogénito adorado de la importante familia O’Donnell. Criado entre eruditos y con una familia unida, recto, prefecto durante tres cursos completos en Hogwarts, amante de las normas y con una inteligencia privilegiada. Nada haría augurar que acabaría entregando su corazón a Alice Gallia, otra mente brillante de Ravenclaw, pero proveniente de una familia con un pasado turbulento por parte de su madre en América, y mucho menos fan de las normas e inherente al caos. Pero ellos se adoran, las familias han recuperado el vínculo y se apoyan y la alianza O’Donnell-Gallia es un fuerte vínculo que va desde Irlanda a La Provenza.
Juntos fueron los mejores alumnos de Hogwarts, juntos quieren comerse el mundo y ser alquimistas. Ahora saben que se aman y que quieren estar juntos, pero no todo puede ser tan fácil. Les quedan mucho años de estudio y trabajo por delante para llegar a ser quienes quieren ser, las situaciones familiares no son las ideales y aún quedan temas sin resolver.
La historia de Marcus y Alice no podía acabarse al salir de Hogwarts, queda mucha alquimia, mundo que recorrer, momentos felices, dramas y mucha mucha alquimia y magia, que es para los que ambos nacieron. Además, aún no se han cumplido las dos profecías: queda una boda con mucho espino blanco y la creación de un nido… La última página está muy lejos de ser escrita, y esto es solo la primera parte.
AQUÍ COMIENZA ALQUIMIA DE VIDA: PIEDRA, PARTE 1
Índice de capítulos
1. La eternidad es nuestra
2. The birthday boy
3. Juntos pero no revueltos
4. Rêve d'un matin d'été
5. Don't need to go any further
6. The ghost of the past are the fears of the future
7. Que alumbra y no quema
8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
9. Could you never grow up?
10. El largo vuelo
11. Family fights together
12. The language of facts
13. El ejército
14. They made their way
15. De cara al pasado
16. Toda la carne en el asador
17. Con los pies en el suelo
18. The encounter
19. Titanium
20. La bandada
21. Turmoil
22. En el ojo del huracán
23. La mágica familia americana
24. Vientos de guerra
25. The hateful heirs
26. Damocles
27. Tierra sin ley, odio que ciega
28. Sueños de paz
29. Antes de despegar hay que aterrizar
30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
31. El vuelo de las águilas
32. Como las piedras celtas
33. Are we out of the Woods?
34. Bad topic
35. The date
36. Furthermore
37. Sin miedo a la diversión
1. La eternidad es nuestra
2. The birthday boy
3. Juntos pero no revueltos
4. Rêve d'un matin d'été
5. Don't need to go any further
6. The ghost of the past are the fears of the future
7. Que alumbra y no quema
8. Where it's peaceful, where I'm happy, where I'm free
9. Could you never grow up?
10. El largo vuelo
11. Family fights together
12. The language of facts
13. El ejército
14. They made their way
15. De cara al pasado
16. Toda la carne en el asador
17. Con los pies en el suelo
18. The encounter
19. Titanium
20. La bandada
21. Turmoil
22. En el ojo del huracán
23. La mágica familia americana
24. Vientos de guerra
25. The hateful heirs
26. Damocles
27. Tierra sin ley, odio que ciega
28. Sueños de paz
29. Antes de despegar hay que aterrizar
30. Volar es un pensamiento que no se puede atrapar
31. El vuelo de las águilas
32. Como las piedras celtas
33. Are we out of the Woods?
34. Bad topic
35. The date
36. Furthermore
37. Sin miedo a la diversión
Marcus O'Donnell Alquimista | Timotheé Chalamet | Freyja |
Alice Gallia Alquimista y enfermera | Kaya Scodelario | Ivanka |
- Post de rol:
- Código:
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Furthermore Con Alice |Ministerio de Magia, Comisión alquímica| 30 de octubre de 2002 |
― Le estás escribiendo a mi Lexito ¿verd…? ― Se limpió rápidamente las lágrimas, pero no lo suficientemente rápido como para que Darren no le viera. Al chico se le descompuso la cara, entrando en la habitación preocupado. ― ¡No! ¿Por qué lloras? ¿Qué pasa? ― Estoy bien, estoy bien. ― Se apresuró en decir, pero ya le había atacado el llanto y pararlo no era tan sencillo. Darren se arrodilló frente a él. ― ¡Marcus! Jo, ¿pasa algo? ― No no… Es solo que… ― Sorbió un poco. ― Llevo… peor de lo que pensaba estar separado de Lex. ― Darren dejó los hombros caer. ― Jolín, Marcus. Ahora voy a llorar yo. ― Eso le hizo reír. ― No, por favor… ― Que no sabes cómo me puse el otro día porque era nuestro aniversario. ― Creo que me hago una idea. ― Le dijo con acidez. Que no lo sabía, parecía que a Darren se le había olvidado el numerito que montó en su casa.
― Es… una estupidez. ― Se pasó el dorso de la mano por la cara. Fue a hablar, pero Darren le tendió un pañuelito. Sonrió levemente. ― Gracias. ― De nada. Siempre llevo pañuelitos por si alguien llora. ― Marcus le miró con obviedad. El otro se encogió de hombros. ― ¿Qué? También llevo siempre chuches de animales por si me encuentro con alguno. ― Marcus rio, y retomó lo que iba a decir. ― Ha sido… un tonto fallo de cálculos. Siempre pensé que me sacaría la licencia de piedra en el primer año que estuviera fuera. Pero también… imaginé siempre el momento de salir por primera vez convertido en alquimista. Cómo lo celebraríamos todos. Y Lex siempre estaba allí. ― Se limpió las lágrimas con el pañuelo. ― Lo dicho, un tonto fallo de cálculos. No había contado con el año de diferencia en Hogwarts. ―
Darren cambió de posición, sentándose en el suelo con las piernas cruzadas, aún ante él. ― Pero Lex se va a poner muy contento con tu carta igualmente. ― Rio un poco. ― Se puso como loco con el regalo, le encantó. Yo lo sé, porque no es muy expresivo, pero cuando expresa, se le nota un montón. Y sabía perfectamente que no lo había hecho solo. Se tuvo que emocionar muchísimo. ― Pues eso no le hacía tener menos ganas de llorar, en todo caso más. Darren lo notó y chistó. ― Va, Marcus… ¿Por qué tanta llorera? Entiendo que te emociones, pero estás como si te hubieran dado una mala noticia. ― Respiró hondo y soltó aire por la boca para poder responder a eso desde el corazón, porque puede que hubiera mucho más detrás de aquello que el simple hecho de que Lex no estuviera en su fiesta de bienvenida al mundo de la alquimia.
― Yo… siempre he sido muy familiar, y siempre he querido mucho a mi hermano. Me encantaba tener un hermano de casi mi misma edad. Pero Lex… Le notaba distante. Siempre fue hosco y esquivo, y hablaba poco, y pensaba que lo de leerme la mente, cosa que me daba muchísimo miedo, era una manía suya para hacerme rabiar, porque me las soltaba continuamente. Y sí, sé que no lo puede evitar, pero lo sé ahora, de pequeño… simplemente me daba mucho miedo, y le decía que no lo hiciera pero él no paraba. Entre eso y que no era muy amigable… ― Sorbió un poco. ― Siempre le noté muy lejos de mí. Y ya sabes cómo soy yo para los delirios de grandeza: desde pequeño estuve convencido de que sería un excelente jugador de quidditch profesional. Y yo una eminencia en la alquimia. O lo que es lo mismo: dos personas que viajaríamos mucho por trabajo. Temía… que con los años fuéramos prácticamente dos desconocidos el uno para el otro, que nunca nos viéramos. ― Se pasó el pañuelo por los ojos. ― Pero hace unos meses… en Pascua… entendí muchas cosas. Me sentí mucho más cerca de él y, en parte… en deuda. ― Negó. ― Y él me insistió en que no, que no le debía nada, pero me sentí un hermano terrible e incomprensivo. Ya sé que él no lo piensa, ya sé que ahora estamos bien. Pero precisamente porque estamos bien… Ahora que podríamos estar más juntos que nunca, la vida no deja de separarnos. Primero, Nueva York: no pude estar para su cumpleaños, ni para sus pruebas de quidditch, ni para poder despedirle antes de irse a Hogwarts. Ahora, completo el que considero uno de los hitos de mi vida sin estar él presente, y después me voy a ir a Irlanda, por tiempo indefinido. Y luego vendrá la estancia en el extranjero obligatoria, y en medio él se graduará, y debutará en los Motrose, y a saber si yo podré estar. Ni estoy compartiendo con él mis grandes momentos ni voy a estar para los suyos. ― Marcus, eso lo estás teniendo tú más en cuenta que él. ― Él no lo tiene en cuenta porque tiene la autoestima en el subsuelo. ― Dijo, mirando al otro a los ojos. ― Y tú lo sabes, Darren. Lex no espera nada para sí mismo, nos prioriza a todos. Quiero que eso deje de ser así, quiero que tenga la importancia que merece. La que no he sabido darle en este tiempo atrás. ― Siempre le diste importancia, Marcus, a tu manera. Solo teníais formas distintas de proceder. Y si tanto te importa que se cumplan sus deseos… ¿por qué no le haces caso en lo que te ha pedido? ― Marcus le miró extrañado. ― Te ha dicho que no quiere que estés en deuda con él. Que no le debes nada. ― Esto no es una deuda... ― Sí lo es. ― Dijo el otro, con ternura pero con firmeza. ― Marcus, intentas reparar un daño infantil que ni siquiera eras consciente de que estabas haciendo. La infancia de Lex no la has marcado tú. La infancia de Lex ha sido dura por sus propias circunstancias, y si tú has jugado alguna parte ha sido siempre buena. Él lo defiende así. ― No fui el hermano comprensivo que necesitaba. ― ¡Marcus! ― Darren alzó los brazos. ― ¿A qué viene esto ahora? ¡Estás en uno de los días más felices de tu vida! ¿Por qué de repente te tienes que flagelar por si has sido buen hermano o no? ― No dijo nada, porque ahí le había pillado. No tenía respuesta para eso.
― Mira. ― Le puso una mano afectuosa en las rodillas. ― Límpiate las lágrimas con ese super pañuelo de consolación Hufflepuff que te ha dado tu cuñado. ― Eso le hizo reír. ― Termina la carta, y si la has terminado, dásela a Elio, que si conozco a Lex de algo tiene que estar como un pasmarote esperando noticias tuyas y sin atender a nada más. Como le hayas pillado encima de una escoba, lo tira una bludger. ― Genial, gracias por las pesadillas. ― Darren rio. ― Y baja ahí. Y, como voy a hacer yo, simplemente hazte a la idea de que Lex está en una de esas sillas. Total, él no era de participar mucho en la conversación así que podemos imaginarlo silenciosillo. ― Rieron. ― ¡Ya sé! Dile a tu tía Erin que se siente al lado de una silla vacía, haces así. ― Darren se puso bizco, haciendo que Marcus se riera a carcajadas. ― Y más o menos te imaginas que es un hombre y colocas el espejismo en la silla vacía y ya está hecho. ― Para. ― Le pidió, porque vaya cuadro. Se terminó de secar las lágrimas, porque al menos había conseguido que dejara de llorar. El Hufflepuff se puso de pie. ― Y lávate la carita antes de bajar a celebrar el grandioso alquimista que eres. No quisiera yo ver el drama que puede generarse por parte de cierto sector de la casa si te ven llorando. Que hasta Elio tiene cara de pena. ―
― Es… una estupidez. ― Se pasó el dorso de la mano por la cara. Fue a hablar, pero Darren le tendió un pañuelito. Sonrió levemente. ― Gracias. ― De nada. Siempre llevo pañuelitos por si alguien llora. ― Marcus le miró con obviedad. El otro se encogió de hombros. ― ¿Qué? También llevo siempre chuches de animales por si me encuentro con alguno. ― Marcus rio, y retomó lo que iba a decir. ― Ha sido… un tonto fallo de cálculos. Siempre pensé que me sacaría la licencia de piedra en el primer año que estuviera fuera. Pero también… imaginé siempre el momento de salir por primera vez convertido en alquimista. Cómo lo celebraríamos todos. Y Lex siempre estaba allí. ― Se limpió las lágrimas con el pañuelo. ― Lo dicho, un tonto fallo de cálculos. No había contado con el año de diferencia en Hogwarts. ―
Darren cambió de posición, sentándose en el suelo con las piernas cruzadas, aún ante él. ― Pero Lex se va a poner muy contento con tu carta igualmente. ― Rio un poco. ― Se puso como loco con el regalo, le encantó. Yo lo sé, porque no es muy expresivo, pero cuando expresa, se le nota un montón. Y sabía perfectamente que no lo había hecho solo. Se tuvo que emocionar muchísimo. ― Pues eso no le hacía tener menos ganas de llorar, en todo caso más. Darren lo notó y chistó. ― Va, Marcus… ¿Por qué tanta llorera? Entiendo que te emociones, pero estás como si te hubieran dado una mala noticia. ― Respiró hondo y soltó aire por la boca para poder responder a eso desde el corazón, porque puede que hubiera mucho más detrás de aquello que el simple hecho de que Lex no estuviera en su fiesta de bienvenida al mundo de la alquimia.
― Yo… siempre he sido muy familiar, y siempre he querido mucho a mi hermano. Me encantaba tener un hermano de casi mi misma edad. Pero Lex… Le notaba distante. Siempre fue hosco y esquivo, y hablaba poco, y pensaba que lo de leerme la mente, cosa que me daba muchísimo miedo, era una manía suya para hacerme rabiar, porque me las soltaba continuamente. Y sí, sé que no lo puede evitar, pero lo sé ahora, de pequeño… simplemente me daba mucho miedo, y le decía que no lo hiciera pero él no paraba. Entre eso y que no era muy amigable… ― Sorbió un poco. ― Siempre le noté muy lejos de mí. Y ya sabes cómo soy yo para los delirios de grandeza: desde pequeño estuve convencido de que sería un excelente jugador de quidditch profesional. Y yo una eminencia en la alquimia. O lo que es lo mismo: dos personas que viajaríamos mucho por trabajo. Temía… que con los años fuéramos prácticamente dos desconocidos el uno para el otro, que nunca nos viéramos. ― Se pasó el pañuelo por los ojos. ― Pero hace unos meses… en Pascua… entendí muchas cosas. Me sentí mucho más cerca de él y, en parte… en deuda. ― Negó. ― Y él me insistió en que no, que no le debía nada, pero me sentí un hermano terrible e incomprensivo. Ya sé que él no lo piensa, ya sé que ahora estamos bien. Pero precisamente porque estamos bien… Ahora que podríamos estar más juntos que nunca, la vida no deja de separarnos. Primero, Nueva York: no pude estar para su cumpleaños, ni para sus pruebas de quidditch, ni para poder despedirle antes de irse a Hogwarts. Ahora, completo el que considero uno de los hitos de mi vida sin estar él presente, y después me voy a ir a Irlanda, por tiempo indefinido. Y luego vendrá la estancia en el extranjero obligatoria, y en medio él se graduará, y debutará en los Motrose, y a saber si yo podré estar. Ni estoy compartiendo con él mis grandes momentos ni voy a estar para los suyos. ― Marcus, eso lo estás teniendo tú más en cuenta que él. ― Él no lo tiene en cuenta porque tiene la autoestima en el subsuelo. ― Dijo, mirando al otro a los ojos. ― Y tú lo sabes, Darren. Lex no espera nada para sí mismo, nos prioriza a todos. Quiero que eso deje de ser así, quiero que tenga la importancia que merece. La que no he sabido darle en este tiempo atrás. ― Siempre le diste importancia, Marcus, a tu manera. Solo teníais formas distintas de proceder. Y si tanto te importa que se cumplan sus deseos… ¿por qué no le haces caso en lo que te ha pedido? ― Marcus le miró extrañado. ― Te ha dicho que no quiere que estés en deuda con él. Que no le debes nada. ― Esto no es una deuda... ― Sí lo es. ― Dijo el otro, con ternura pero con firmeza. ― Marcus, intentas reparar un daño infantil que ni siquiera eras consciente de que estabas haciendo. La infancia de Lex no la has marcado tú. La infancia de Lex ha sido dura por sus propias circunstancias, y si tú has jugado alguna parte ha sido siempre buena. Él lo defiende así. ― No fui el hermano comprensivo que necesitaba. ― ¡Marcus! ― Darren alzó los brazos. ― ¿A qué viene esto ahora? ¡Estás en uno de los días más felices de tu vida! ¿Por qué de repente te tienes que flagelar por si has sido buen hermano o no? ― No dijo nada, porque ahí le había pillado. No tenía respuesta para eso.
― Mira. ― Le puso una mano afectuosa en las rodillas. ― Límpiate las lágrimas con ese super pañuelo de consolación Hufflepuff que te ha dado tu cuñado. ― Eso le hizo reír. ― Termina la carta, y si la has terminado, dásela a Elio, que si conozco a Lex de algo tiene que estar como un pasmarote esperando noticias tuyas y sin atender a nada más. Como le hayas pillado encima de una escoba, lo tira una bludger. ― Genial, gracias por las pesadillas. ― Darren rio. ― Y baja ahí. Y, como voy a hacer yo, simplemente hazte a la idea de que Lex está en una de esas sillas. Total, él no era de participar mucho en la conversación así que podemos imaginarlo silenciosillo. ― Rieron. ― ¡Ya sé! Dile a tu tía Erin que se siente al lado de una silla vacía, haces así. ― Darren se puso bizco, haciendo que Marcus se riera a carcajadas. ― Y más o menos te imaginas que es un hombre y colocas el espejismo en la silla vacía y ya está hecho. ― Para. ― Le pidió, porque vaya cuadro. Se terminó de secar las lágrimas, porque al menos había conseguido que dejara de llorar. El Hufflepuff se puso de pie. ― Y lávate la carita antes de bajar a celebrar el grandioso alquimista que eres. No quisiera yo ver el drama que puede generarse por parte de cierto sector de la casa si te ven llorando. Que hasta Elio tiene cara de pena. ―
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Furthermore Con Marcus |Ministerio de Magia, Comisión alquímica| 30 de octubre de 2002 |
Oía a Darren hablar con Marcus, así que, inconscientemente, llevó sus pasos más ligeros para acercarse a la habitación de Molly y Larry. Nunca había estado ahí, pero su curiosidad natural de husmear por todas partes estaba un poco mermada, en favor de buscar lo que estaba buscando. Y lo encontró. — ¿Hola? ¿Molly? ¿Eres tú? — Aquella voz ya le ponía un nudo en la garganta y ganas de llorar. No, no podía. Que el abuelo dijera lo que quisiera, no podía hacerlo. Se dio la vuelta, pero… — ¿Alice? ¿ALICE ERES TÚ? ¡MI NIÑA! — El corazón le latía tan fuerte que hasta le dolió la cabeza. No, ahora no podía dejarla así.
Se giró y se acercó a la pared, al lado de una ventana, donde estaba la Janet del retrato, de pie, con los ojos muy abiertos, y casi saliéndose del cuadro. — ¡Alice! ¡Alice, mi pajarito, estás aquí! — Hola… mamá. — Le costaba mucho, y a la vez estaba deseando decirlo, pero sentía que estaba mal hacerlo. Era una combinación muy mala, la verdad. — Hola, mi vida. Qué alegría me da verte. Estaba preocupada por vosotros, la verdad. Molly decía que estabais todos bien, pero como ninguno veníais… — ¿Y ahora qué le decía? Si es que no debería hablar con ella, no podía explicarle nada sin… Organizar un barullo en su cabeza aderezado con ese eco de su madre.
Se mordió los labios por dentro. Había pensado tanto en ella en América, la había visualizado en tantos sitios, y sin embargo ahora estaba allí, con ella delante… — Mi pajarito, ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras, mi niña? ¿No será por mí? — Ella negó, limpiándose las lágrimas. — No… Mamá, no. Es que… Tengo una buena noticia, lloro de alegría. — El retrato dio unas palmaditas. — ¡NO ME DIGAS! ¡CUÉNTAMELA, CARIÑO! ¡QUIERO SABERLO TODO DE TI! — Sacó el reloj y se lo enseñó. — Soy alquimista. Acabo de aprobar el examen de alquimista de piedra, es el rango más bajo pero… — ¡ALQUIMISTA DE PIEDRA, HIJA! ¿PERO CÓMO SE PUEDE SER TAN LISTA? Con lo joven que eres, aunque cada vez me recuerdas más a mí… — Dijo con una risita. — Solo que haciéndolo todo bien, triunfando, como debes hacer. — Se llevó las manos al pecho. — Tu padre tiene que estar loco de contento. Y Marcus también. — Ella asintió. — Sí, él también ha sacado la licencia. — Janet hizo un gesto con la mano al aire. — Eso lo daba por hecho. Menudo partidazo, hija, sois una pareja imparable, yo lo sabía. Qué bien que nada vaya a poder separaros ahora… — La miró con ternura. — El amor todo lo puede, mi vida, todo. Y tú vas a ser tan feliz… Con tu alquimia, con el amor de tu vida… Solo quise eso para ti, siempre. —
Las lágrimas desbordaron sus ojos y se acercó al cuadro, poniendo sus manos en la superficie, aunque no pudiera sentir nada. — Mami… No he venido a verte porque he estado en Nueva York. — Vio el miedo en los ojos verdes de Janet que ahora tenía más cerca. ¿Podía un cuadro de verdad tener tantas emociones? — Mamá, escúchame… No vamos a volver a tener miedo nunca, ¿vale? Tu familia… No nos puede hacer nada, mamá, nunca más, te lo juro. Lo he hecho todo para que no vuelvan a ser una amenaza. — Janet lloraba. — ¿Tú ayudaste a tu primo a salir? — Ella asintió. — Esa es mi niña buena y valiente. Me alegro mucho saber que él va a ser feliz lejos de ellos, y vosotros también. Qué bien sabes cuidar de todo, mi vida… — Y ya ahí no pudo evitar echarse a llorar abiertamente, para el pánico de la Janet del cuadro. — Gracias… Gracias, mamá… Te juro que hago todo lo que puedo, te lo juro. — Claro que sí, pero no llores mi niña, mamá está muy MUY orgullosa de su pajarito de ojos azules… — Asintió y se separó limpiándose las lágrimas. — Tengo que irme, mamá… Pero gracias, gracias de verdad. — Se dirigió al baño para lavarse la cara, pero antes se giró a mirarla. — Mami… He estado en el sitio más cercano al cielo en Nueva York… Pero ya no lo es. — Janet se rio y se encogió de hombros. — Bueno, para mí lo era… — No, mami. El sitio más cercano al cielo para ti era papá… Como subiste con él… Te sentías allí. Pero siempre estuviste muy cerca del cielo. — Su madre asintió. — Sí, pajarito. Yo también lo creo. — Y con ese pensamiento, encontró las fuerzas para lavarse la cara, serenarse y bajar a celebrar el triunfo de su vida, sabiendo, de alguna manera, que había hecho lo correcto en cada paso del camino. Ahora solo tenía que reparar el maquillaje para que nada empañara la felicidad de su familia y poder contar cada historia del examen que se le ocurriera.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
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Furthermore Con Alice |Ministerio de Magia, Comisión alquímica| 30 de octubre de 2002 |
Tal y como sugirió Darren, fue al baño a lavarse la cara y lo cierto era que se había serenado bastante. Su cuñado tenía un don para tranquilizar y quitar gravedad a las situaciones (cuando el drama no era suyo, porque vaya la que había montado hacía apenas una semana...) y él ya había volcado lo que necesitaba decir en la carta a Lex. Ahora tenía ganas de celebrar el gran triunfo de la pareja de alquimistas. Volvió a su cuarto y recogió a Elio, bajando las escaleras con él en las manos. Directamente fue a buscar a Alice. - ¿Ves a esta chica tan guapa? ¿Te suena? Es alquimista de piedra. Me la encontré a punto de hacer el examen y dije, mira, hoy me llevo doble premio. - Le hizo una muequecita burlona a Alice con la cara y... ¿Había llorado? Oh, reconocía el llanto en los ojos de Alice. Pero, para ser justos, él también, y no quería ser descubierto, así que... harían como que no se habían dado cuenta y seguirían así. Dejó que Elio y Alice se hicieran varias carantoñas mutuamente y le recogió de nuevo. - Perdona, quería escribirle a mi hermano. ¡Venga, colega, a volar, que tienes una misión que cumplir! - Y sí que voló, pero a los brazos de Erin, que le recibió encantada y se puso a juguetear con él. Chistó. - ¡Venga, hombre! No me creo que no la hayas visto ya. - Cuando logró zafarlo de Erin, se le escurrió y se fue para Darren. Duró un par de minutos el show de Marcus refunfuñando y Elio volando en busca de caricias y chucherías hasta que, por fin, salió con él al jardín, le despidió con cariño y le envió hacia Hogwarts para darle la buena nueva a su hermano.
- ¡Esta comida se enfría! - Mamá. - Suspiró Erin. - No les ha dado tiempo ni a llegar. A lo mejor no tienen ni hambre... - Habla por ti, pelirroja, y por mi sobrina en todo caso. - Comentó Violet, tan desenfadada como siempre, mientras se sentaba a la mesa y estaba ya colocándose la servilleta en el regazo. - Porque yo este banquete no me lo pierdo sea la hora que sea. - Le miró a él y sonrió con malicia, palmeando la silla a su lado. - Y este guapetón alquimista que se va a tener que quitar de encima a las fans ya mismo seguro que también está muerto de hambre. - Emma estaba mirando a Violet. La mujer, que por supuesto sabía que su comentario haría a la otra reaccionar, rodó dramáticamente los ojos. - Síííí yaaaa tu nuera es maravillooooosa y también es alquimiiiiista y se han prometido amor eteeeeeeerno. Deja que el chico tenga fans. A ver si te crees que aquella no los va a tener. - Marcus rio. - Lo cierto es que me gusta lo de los fans. Para ambos. Alice no merece fans, merece toda una corte entera para ella. - Molly soltó un ruidito de adorabilidad, por supuesto, porque esa sí que era su mayor fan. Mientras se sentaba junto a Violet, él, por su parte, soltó un suspiro y lo dijo, porque obviamente lo iba a decir, a riesgo de explotar si no lo hacía. - Yo no he empezado en el mundo de la alquimia ganándome fans, precisamente. - Bueno. - Quitó importancia Arnold, por supuesto, con una sonrisa, un movimiento de la mano y sentándose a la mesa, junto a Alice pero dejándola a ella frente a él. Marcus sonrió a su chica y le guiñó un ojo. Les iba a salir la coreografía estupenda frente por frente.
- He captado tus ganas de contar eso. - Violet, por supuesto, señalándole. Luego señaló a su padre. - Y las tuyas de desviar el tema. - Volvió a sacar la sonrisilla maliciosa. - ¿Qué clase de altercado habéis sufrido allí? ¿Marcus ha puesto en evidencia a alguna vieja gloria? - Lo dijo de broma, pero de repente se detuvo a sí misma, con los ojos muy abiertos y un gesto de las palmas de las manos. - Oh, por Merlín, decidme que Marcus ha puesto en evidencia a una vieja gloria. - Por supuesto que no. - Respondió Emma, con el tono despectivo desbordando por todos los poros. - Solo ha sido objeto de la envida a la que ya debería de estar acostumbrado y de la que le queda mucho por vivir. Él es un profesional, no deja en evidencia a nadie. Se evidencia solo quien quiere. - O sea que sí. - Nooooo. - La ilusión de Violet, que por un momento realmente pensaba que Emma había soltado una palabrería de desvío que confirmaba sus esperanzas, la suspiró Arnold. - Es solo que una chica... parece que ha suspendido justo detrás de él. Y no ha salido muy contenta. Ha insinuado que Marcus había dejado el listón demasiado alto para quienes venían detrás. - No es mi culpa que no fuera lo suficientemente preparada como para presentarse a alquimista de plata. - ¡Plata! - Exclamó Darren, con un silbido impresionado detrás. - Eso es... como varios rangos por encima vuestra ¿no? - Dos. - Contestó rápidamente Hillary, que estaba muy atenta a la historia, pero les miraba sin dar crédito. - ¿En serio una tipa ha suspendido SU examen y ha salido echándote la culpa a ti? - Soltó una risotada despectiva. - Yo flipo, vamos. Menuda fracasada. - Y no era una cualquiera. - Añadió Marcus, taciturno. Suspiró. - Es una Gaunt. - Sean, que justo estaba bebiendo, se atragantó y empezó a toser. Al menos eso cortó el silencio que se había generado en la sala. - Perdón. - Dijo con la voz quebrada. Tosió un poco más y añadió, como si el resto se lo demandara. - Es... Qué mal rollo. - A Hillary se le había caído el color de la cara y ahora ni miraba, debía haber oído hablar bastante de ellos. Y no, los Gaunt no se llevaban NADA BIEN con los hijos de muggles.
- Eemm... perdón. - Levantó el dedito Darren, tímidamente. - ¿Hablamos de otro apellidito del sectorcito de los magos así más...? - Clasistas es la palabra que estás buscando. - Respondió Violet, un poco más ácida, y se giró en su silla para mirar a Marcus y decir. - Vamos, que la nietísima de Slytherin se ha ofendido porque no le regalen el título y la ha pagado contigo por sacártela delante del tribunal. - ¡¡VIOLET!! - Se alarmó Erin, porque la reacción a semejante comentario no se había hecho esperar: Arnold no sabía dónde meterse, Sean se había vuelto a atragantar y Hillary miraba a Violet con verdadero impacto. Mejor no clasificar la mirada de Emma. Al menos los abuelos y Darren intentaban disimular las risitas. - ¡Por Dios! - ¡Oh, vamos, ni que fuera mentira! No hay ningún Gaunt en la sala y solo un Horner... - Marcus se frotó la frente. Si es que no hacía méritos... - ...No tengo por qué cuidar mi lenguaje. - Alzó la copa y le miró con una sonrisa ladina. - Yo brindo por ti, alquimista O'Donnell. - Eso hizo que él sacara también su mejor sonrisa Slytherin a relucir y, haciéndose con su propia copa, la alzara y respondiera. - Gracias, tía Violet. - Te como entero. -
- ¡Esta comida se enfría! - Mamá. - Suspiró Erin. - No les ha dado tiempo ni a llegar. A lo mejor no tienen ni hambre... - Habla por ti, pelirroja, y por mi sobrina en todo caso. - Comentó Violet, tan desenfadada como siempre, mientras se sentaba a la mesa y estaba ya colocándose la servilleta en el regazo. - Porque yo este banquete no me lo pierdo sea la hora que sea. - Le miró a él y sonrió con malicia, palmeando la silla a su lado. - Y este guapetón alquimista que se va a tener que quitar de encima a las fans ya mismo seguro que también está muerto de hambre. - Emma estaba mirando a Violet. La mujer, que por supuesto sabía que su comentario haría a la otra reaccionar, rodó dramáticamente los ojos. - Síííí yaaaa tu nuera es maravillooooosa y también es alquimiiiiista y se han prometido amor eteeeeeeerno. Deja que el chico tenga fans. A ver si te crees que aquella no los va a tener. - Marcus rio. - Lo cierto es que me gusta lo de los fans. Para ambos. Alice no merece fans, merece toda una corte entera para ella. - Molly soltó un ruidito de adorabilidad, por supuesto, porque esa sí que era su mayor fan. Mientras se sentaba junto a Violet, él, por su parte, soltó un suspiro y lo dijo, porque obviamente lo iba a decir, a riesgo de explotar si no lo hacía. - Yo no he empezado en el mundo de la alquimia ganándome fans, precisamente. - Bueno. - Quitó importancia Arnold, por supuesto, con una sonrisa, un movimiento de la mano y sentándose a la mesa, junto a Alice pero dejándola a ella frente a él. Marcus sonrió a su chica y le guiñó un ojo. Les iba a salir la coreografía estupenda frente por frente.
- He captado tus ganas de contar eso. - Violet, por supuesto, señalándole. Luego señaló a su padre. - Y las tuyas de desviar el tema. - Volvió a sacar la sonrisilla maliciosa. - ¿Qué clase de altercado habéis sufrido allí? ¿Marcus ha puesto en evidencia a alguna vieja gloria? - Lo dijo de broma, pero de repente se detuvo a sí misma, con los ojos muy abiertos y un gesto de las palmas de las manos. - Oh, por Merlín, decidme que Marcus ha puesto en evidencia a una vieja gloria. - Por supuesto que no. - Respondió Emma, con el tono despectivo desbordando por todos los poros. - Solo ha sido objeto de la envida a la que ya debería de estar acostumbrado y de la que le queda mucho por vivir. Él es un profesional, no deja en evidencia a nadie. Se evidencia solo quien quiere. - O sea que sí. - Nooooo. - La ilusión de Violet, que por un momento realmente pensaba que Emma había soltado una palabrería de desvío que confirmaba sus esperanzas, la suspiró Arnold. - Es solo que una chica... parece que ha suspendido justo detrás de él. Y no ha salido muy contenta. Ha insinuado que Marcus había dejado el listón demasiado alto para quienes venían detrás. - No es mi culpa que no fuera lo suficientemente preparada como para presentarse a alquimista de plata. - ¡Plata! - Exclamó Darren, con un silbido impresionado detrás. - Eso es... como varios rangos por encima vuestra ¿no? - Dos. - Contestó rápidamente Hillary, que estaba muy atenta a la historia, pero les miraba sin dar crédito. - ¿En serio una tipa ha suspendido SU examen y ha salido echándote la culpa a ti? - Soltó una risotada despectiva. - Yo flipo, vamos. Menuda fracasada. - Y no era una cualquiera. - Añadió Marcus, taciturno. Suspiró. - Es una Gaunt. - Sean, que justo estaba bebiendo, se atragantó y empezó a toser. Al menos eso cortó el silencio que se había generado en la sala. - Perdón. - Dijo con la voz quebrada. Tosió un poco más y añadió, como si el resto se lo demandara. - Es... Qué mal rollo. - A Hillary se le había caído el color de la cara y ahora ni miraba, debía haber oído hablar bastante de ellos. Y no, los Gaunt no se llevaban NADA BIEN con los hijos de muggles.
- Eemm... perdón. - Levantó el dedito Darren, tímidamente. - ¿Hablamos de otro apellidito del sectorcito de los magos así más...? - Clasistas es la palabra que estás buscando. - Respondió Violet, un poco más ácida, y se giró en su silla para mirar a Marcus y decir. - Vamos, que la nietísima de Slytherin se ha ofendido porque no le regalen el título y la ha pagado contigo por sacártela delante del tribunal. - ¡¡VIOLET!! - Se alarmó Erin, porque la reacción a semejante comentario no se había hecho esperar: Arnold no sabía dónde meterse, Sean se había vuelto a atragantar y Hillary miraba a Violet con verdadero impacto. Mejor no clasificar la mirada de Emma. Al menos los abuelos y Darren intentaban disimular las risitas. - ¡Por Dios! - ¡Oh, vamos, ni que fuera mentira! No hay ningún Gaunt en la sala y solo un Horner... - Marcus se frotó la frente. Si es que no hacía méritos... - ...No tengo por qué cuidar mi lenguaje. - Alzó la copa y le miró con una sonrisa ladina. - Yo brindo por ti, alquimista O'Donnell. - Eso hizo que él sacara también su mejor sonrisa Slytherin a relucir y, haciéndose con su propia copa, la alzara y respondiera. - Gracias, tía Violet. - Te como entero. -
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Ivanka
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Furthermore Con Marcus |Ministerio de Magia, Comisión alquímica| 30 de octubre de 2002 |
Recibió con una gran sonrisa a Marcus y Elio, y extendió las manos en cuenco para tomar al pájaro entre ellas. — ¡MI MONADA! ¡Qué contento está él de vernos a todos contentos! ¡Y lo bien que va a llevar él las buenas noticias! — Acercó la mejilla a su cabecita y dejó una caricia mimosa sobre él. Luego miró a su novio embobada… Cuando decía esas moñerías, esas cosas… — Yo me he llevado a ese todopoderoso alquimista varios rangos por encima del suyo… — Alzó la ceja y puso una sonrisita burlona, pero se dio cuenta. Sí, su novio se había percatado de su llantina, pero en cuanto se enterara del por qué, creía que iba a estar muy de acuerdo. De hecho, asintió cuando dijo lo de Lex y contestó. — Es lo que tenías que hacer. Lex va a ser MUY feliz cuando se entere. Sois muy buenos hermanos. Los mejores. — Y dejó un beso en su mejilla, a lo que aprovechó para decir. — Estoy bien. Solo necesitaba… Procesar. Y hablar. Luego te lo cuento. — Pero antes tendrían que celebrar a los que sí estaban, hablar con los que sí podían y disfrutar de aquella victoria.
Cualquiera le llevaba la contraria a Molly y a la necesidad de que se sentaran todos a comer, y ella lo iba a agradecer. Se había quedado fría, y después de todos los esfuerzos, se sentía agotada y necesitaba una buena dosis de comida irlandesa calentita y abundante. Eso sí, antes tendría que aguantar su dosis de tontería Gallia por parte de su tía, entornando los ojos y negando con la cabeza. — Uy sí, menudos fans tengo yo. Y Marcus eventualmente las tendrá, pero ahora mismo… — Desde luego si se tenían que fiar de la reacción de Alecta Gaunt, el club de fans empezaba regular. Arnold parecía pensar parecido y se sentó donde le mandaban, sonriendo a su novio porque se le había quedado enfrente, lista y preparada para comenzar el relato de sus hazañas.
Pero el episodio de Alecta no iba a pasar tan fácilmente, y su tía insistía. Eso sí, se tuvo que reír por lo bajo con lo de vieja gloria. — En verdad un poco sí, porque el Longbridge ese no sabría ni por dónde empezar a parecerse a la brillantez de Marcus. — Larry rio fuertemente y Arnold trató de controlarse. — Qué razón, hija, no sabía que habíais tenido a Longbridge también. — Es el que quería suspenderme. — ¿Que uno te quería suspender? — Saltó Hillary incrédula. — No se atrevería. — Dijo Molly en un tono ciertamente mafioso mientras servía los platos a punta de varita. Pero el tema volvió a derivar a Alecta, y se hizo el silencio cuando dijeron que era una Gaunt. Alice nunca había prestado atención a las familias sagradas de la magia ni nada que se le pareciera, pero claramente ese nombre imponía en la comunidad mágica, incluso a Hillary, por las razones obvias de haberse sentido perseguida por su origen desde que llegó a Hogwarts. Miró a Sean de reojo y pensó si algún día se enterarían de quién era el padre biológico de Hillary y si sería alguien como un Gaunt, y del peso que un apellido así podría tener en una vida. El peso que había tenido para una persona como Alecta, incluso. — Vamos, tata. A saber qué vive esa chica en su casa, y cómo le han enseñado a hacer. — La tata suspiró y se llenó una copa de vino. — Me voy a callar que hoy mis batallitas no son las protagonistas... — Miró a su novio y sonrió, extendiéndole la mano. — No me extraña que mi Marcus levante envidias. Un diez absolutos mucho. Es Gaunt solo se ha equivocado buscando el enemigo, pero tendrá sus propios demonios. — Pero su tía a lo suyo, y ahí estaba su Marcus Slyhterin para combinarse con ella, al final tenía que reírse. Levantó la copa y rio también. — Por el mejor alquimista de piedra. — E inclinó la copa a su novio, chocándola con él.
— Bueno, antes de contarnos qué habéis hecho y por qué pretendían suspenderte, habladme del tribunal. — Dijo el abuelo justo antes de empezar a comer. — Julius Beren, muy mayor. — ¡Eh, señorita! Que Julius y yo somos prácticamente compañeros de promoción. — Lo que lo convierte en alguien muy mayor, Larry. — Pinchó Molly. — Es un alquimista naturalista, algunos lo llamarían simple, pero creo que es de esos que sabe sentar las bases, y eso es muy importante porque luego se pierden. — Luego estaba Longbridge, un tío con pinta de oficinista aburrido. — Todos rieron y Sean le tiró una miguita de pan. — ¡Mira cómo entra la tía! Metiéndose con señores alquimistas y todo. — Ella levantó las manos. — Estaba muy mosqueado, y claramente no me quería allí. — Larry rio y negó. — No, Longbridge es bastante contrario a las mujeres en la alquimia. — Emma suspiró y entornó los ojos. — A las mujeres en general. Fue prefecto de Ravenclaw antes que Arnie y desde luego que le dejó el listón bien bajo. Qué persona tan sin sustancia. — Miró a Alice y dijo. — Tu padre le traía de cabeza. Que no te extrañe que al leer Gallia se mosqueara de inicio. — Ella ladeó la cabeza. — Hubiera estado bien saberlo. Efectivamente, quiso suspenderme por no ser la resina suficientemente líquida para su gusto. — Es experto en mercurio y todos sus usos y esencias. Tan aburrido como específico. Claro, que es el único que se dedica a ello, así que es una eminencia. — Dijo el abuelo, pero luego negó con la cabeza. — Por gente como él se va al garete la alquimia. — Alice se encogió de hombros, ahora entendía la inquina del hombre a su transmutación, y no podía alegrarse más de no haber intentado nada con mercurio como hizo en Navidad. — Los demás me han defendido, ya está. El presidente era Applegate. — Arnie sonrió. — Ese también lo conocimos en Hogwarts, aunque era mayor. Era muy recto y estudioso. — Muermo. — Dijo su tata, antes de darle un trago al vino blanco. Erin, Sean y Hillary rieron por lo bajo, y la abuela se tapó la boca para reír. — A ver… Es que el chiquillo tiene muy poca gracia. — Aclaró la mujer ante las malas miradas de los O’Donnell. — Admítelo, querido. — Pero para presidente de la comisión es estupendo. — Y luego Suger, que casi me da un infarto al verla ahí… — Insistió mirando al abuelo. — Y Flora Dellal, que no sé contigo, pero conmigo estaba encantada. Era todo sonrisas e ilusión me ha dado muchas fuerzas. — Larry sonrió ampliamente. — Que no se note quién es su favorita dentro de la alquimia. — Dijo Molly con retintín. — Había que oírle hablar de ella de joven, cuando era Flora Martens y empezaba en la alquimia. — Aportó Arnie. — Era un no parar. — El mejor examen de hielo que he presenciado. Sabía que llegaría lejos y es una buena amiga, pero bien que se había callado que iba a estar ahí. No obstante, creo que el cariño a vosotros le ha venido de otro lado. — Alice frunció el ceño extrañada y el abuelo rio. — Tengo una sorpresa para después de comer, y lo vais a entender todo. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- 16 de enero de 2002:
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Freyja
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Furthermore Con Alice |Ministerio de Magia, Comisión alquímica| 30 de octubre de 2002 |
Guiñó un ojo a Alice con una sonrisa ante su alago, y tras darle la mano, alzó también la copa hacia ella. - Por la mejor alquimista de piedra y futura enfermera. - Respondió él, brindando con Alice. Por supuesto, su abuelo quería saber más del tribunal. Marcus tenía tanta hambre que dejó que Alice hiciera los honores y se limitó a escuchar y aportar de tanto en cuando. - Excepto de Longbridge, yo me he llevado muy buena impresión de todos, la verdad. - Aseguró de inicio, porque era la pura verdad. Se aguantó la risa con la ofensa por la edad de su abuelo, con la boca llena de comida, y tomó buena nota mental de las descripciones que daba de cada uno de ellos.
Resopló. - Querer suspenderte... Anda que... - Masculló, y acto seguido miró a los demás. - A mí me dijo que discrepaba con el resto de tribunal con respecto a ponerme un diez en la segunda prueba porque "había sido imprudente por mi parte" hacer lo que hice, poco menos que me ha llamado negligente. - Sean, Hillary y Darren hicieron un idéntico gesto de arquear las cejas. - Disculpa... ¿Negligente, tú? - Preguntó muy pausadamente Sean. Marcus asintió. - Luego lo veréis y juzgaréis vosotros mismos, pero en fin. Dellal dijo que "me ponían un diez porque no podían ponerme un doce", claramente fue mi mejor prueba de las tres. Pero Longbridge tuvo que dar la puntilla con eso. - Se encogió de hombros. - Aunque también reconoció que sería un insulto al propio tribunal ponerme menos nota. - Lo dicho. - Dijo Violet por lo bajo y con una risilla, siendo amonestada por Erin de nuevo, aunque esta vez con menos vehemencia, ya que la otra también se estaba aguantando la risa.
Ahora fue él quien arqueó las cejas con eso de que "estaba en contra de las mujeres en la alquimia". - Él no tiene potestad para decidir eso. - Dijo con dureza, porque tuviera que ver que nadie le impidiera ni a su Alice ni a ninguna mujer que quisiera hacerlo dedicarse a la alquimia. Menuda estupidez. Aunque el dato de que fue el prefecto previo a su padre le hizo abrir mucho los ojos, quedándose en pausa mirando el plato durante varios segundos hasta que reaccionó, alzando las manos. - ¡¡Ya decía yo que su nombre me sonaba!! ¡Y no había ningún alumno apellidado así! - Por qué no me sorprende que no haya llegado a reproducirse. - Volvió a mascullar Violet por lo bajo, haciendo reír a Erin de nuevo. - ¡Le vi en el libro de prefectos! - ¡Oh! Ahora tú debes estar en ese libro también. - Dijo Darren ilusionado, como si acabara de caer. - Te confirmo que lo estoy, lo comprobé antes de irme. - Por supuesto. - Corroboró Hillary entre risas. Darren se había quedado pensando. - Hmm... Va a ser muy colorido el anuario ese en la página de Oly. - La risa que le atacó casi le hace escupir la bebida, menos mal que no le había llegado el vaso a la boca, y tanto él como el resto de alumnos presentes rieron con ganas.
Uf, y encima le tenía manía a William, y por ende a Alice por compartir apellido. Soltó aire por la nariz. Si no fuera porque estaban en su primer rango y ya había destacado lo suficiente con el ataque de Alecta, instaría a Alice a reclamar su nota. Pero bueno, un nueve y medio en su primer examen de licencia era una nota espectacular, así que no tentarían a la suerte. Rio entre dientes. - A Applegate le he impresionado bastante, se le ha notado. - Si no lo decía, reventaba. Miró a su padre. - No sabía que os conocíais. - El otro se encogió de hombros. Había pensado bastante sobre el hecho de... su apellido. A Alice le marcaba el suyo por su padre, y a Marcus también le marcaría, pero por su abuelo. Quería entrar en el mundo de la alquimia por méritos propios, no por ser el nieto de Lawrence O'Donnell (o el hijo de Arnold o de Emma para según qué generación). Pero se había currado un muy buen examen, y después de lo de Alecta, algo le decía que lo de los apellidos no jugaba una parte tan importante.
Marcus había detectado el brillo en los ojos de su abuelo la primera vez que mencionó a Dellal, y ahí estaba el porqué. Sonrió. - Conmigo también ha sido estupenda. Es la que me ha dicho lo del doce, de hecho. - Rio levemente. - Creo que ya había tenido suficiente de Longbridge en tu examen y en el mío no ha querido permitirle más tonterías. - Pero lo de que el cariño a ellos le había venido de otro lado le hizo fruncir el ceño, confuso. Oh, una sorpresa. - ¡Va, abuelo! Una pista aunque sea, no puedes dejarme con esta intriga, se me va a cortar el hambre. - Nadie se cree que eso vaya a pasar. - Dijo Sean, haciendo que todos rieran. Bueno, esperaría, en el fondo le gustaban mucho las sorpresas, y todavía podían hablar un poco más de alquimistas, y del examen (sin desvelar mucho) y de lo bien que estaban allí antes de hacer su demostración.
Su abuela había hecho dos postres, y además, Hillary había traído una tarta que había preparado ni más ni menos que junto a la abuela de Sean, y que por cierto estaba deliciosa (y su amigo exultante de contento, dicho fuera de paso). Comieron hasta reventar y agradeció no tenerse que poner a estudiar después, porque solo le apetecía llegar a casa y echarse una siesta enorme para recuperar todo el descanso que le faltaba de aquellos días atrás. Eso sí, antes quería hacer su presentación, y ver la de Alice, lo estaba deseando. - ¡Bueno! ¿Qué viene antes? ¿La sorpresa misteriosa o la exhibición alquímica? - Preguntó Violet, a lo que Lawrence miró su reloj. - Yo diría... que la sorpresa misteriosa debe estar al caer. - Y, como si de una invocación se tratara, alguien llamó a la puerta. - Ahora mismo vuelvo. - Dijo el hombre, ceremonioso y con una sonrisa de misterio, levantándose lentamente y dirigiéndose a la puerta. Marcus miraba a todos los presentes con los ojos como platos, expectante. Arnold alzó las palmas. - Yo no sé absolutamente nada. Lo digo en serio. - Pues yo sí. - Contrarió Molly, bien orgullosa. - Y no pienso decir nada. Para que luego digáis que arruino las sorpresas. - Rieron por lo bajo, pero Marcus estaba tan intrigado que no podía dejar de mirar a la puerta del comedor.
Su abuelo apareció. - Bueno... he pensado que a estos recién estrenados alquimistas, les gustaría ver... a una persona que seguro que puede inspirarles mucho, y traerles buenos recuerdos. - Y dicho esto, hizo un gesto y, con su preciosa sonrisa y su elegancia habitual, apareció Anne Harmond allí. Marcus se levantó de golpe de la silla, como si acabara de ver a una persona famosa, y Hillary había ahogado una exclamación y se tapaba la boca. - ¡¡Hala!! ¡La prefecta de Ravenclaw de mi primer año! - Exclamó Darren, toda inocencia, lo cual hizo a Anne reír. - Esa soy yo, supongo. - Abrió los brazos. - ¡Enhorabuena, chicos! - Y Marcus no se lo pensó y, sin palabras, fue a abrazarla. - No sé qué decir... Me alegra tantísimo verte aquí. - Ella rio. - Y yo me alegro de veros dentro de la alquimia, de verdad que sí. - Se separó de él y fue a abrazar a Alice. Marcus miró con los ojos llenos de ilusión al abuelo, quien le devolvía una cariñosa mirada. Sí que le tenía mimado... y le encantaba.
- ¡Pero si hay más chicos míos por aquí! - ¿¿Te acuerdas de nosotros?? - Chilló Hillary. Otra que acababa de volver a los once años. - Pues claro que sí. - Sus amigos saludaron a Anne, y luego esta se giró a Darren. - ¡Millestone! El chico que más sabía de criaturas de toda su promoción. - ¿Tienes mascotas? Tengo chuches para ellas si te vienen bien. - Al menos no era el único que estaba reaccionando con Anne como si fuera de la realeza. Los adultos se lo estaban pasando muy bien con la escena. - ¿Cómo tú por aquí? - Es que ahora soy casi O'Donnell. - Ella se extrañó. Claro, le faltaba muchísimo contexto. - Somos cuñados. - Especificó Marcus. - Darren está con Lex. Pero Lex no está porque aún le queda un año de Hogwarts. - ¡Oh! ¡Pero qué buena noticia! Me alegro, chicos. ¡Vaya! Os conocí tan pequeños y tan... en contextos distintos, que esto me pilla por sorpresa. Vais a tener que ponerme muy al día. - Ladeó la cabeza y miró con una sonrisilla a Sean y Hillary. - A vosotros también os veo bien. - Ellos se miraron ruborizados. Terminaron las consiguientes presentaciones y, tras recoger rápidamente la mesa, pasaron al salón. - ¡Bueno! Ya que está la señorita Harmond presente, podemos empezar con la demostración ¿no? - Sugirió el abuelo. Marcus miró a Alice y, con ceremonia, señaló el centro del estrado. - Las damas primero. -
Resopló. - Querer suspenderte... Anda que... - Masculló, y acto seguido miró a los demás. - A mí me dijo que discrepaba con el resto de tribunal con respecto a ponerme un diez en la segunda prueba porque "había sido imprudente por mi parte" hacer lo que hice, poco menos que me ha llamado negligente. - Sean, Hillary y Darren hicieron un idéntico gesto de arquear las cejas. - Disculpa... ¿Negligente, tú? - Preguntó muy pausadamente Sean. Marcus asintió. - Luego lo veréis y juzgaréis vosotros mismos, pero en fin. Dellal dijo que "me ponían un diez porque no podían ponerme un doce", claramente fue mi mejor prueba de las tres. Pero Longbridge tuvo que dar la puntilla con eso. - Se encogió de hombros. - Aunque también reconoció que sería un insulto al propio tribunal ponerme menos nota. - Lo dicho. - Dijo Violet por lo bajo y con una risilla, siendo amonestada por Erin de nuevo, aunque esta vez con menos vehemencia, ya que la otra también se estaba aguantando la risa.
Ahora fue él quien arqueó las cejas con eso de que "estaba en contra de las mujeres en la alquimia". - Él no tiene potestad para decidir eso. - Dijo con dureza, porque tuviera que ver que nadie le impidiera ni a su Alice ni a ninguna mujer que quisiera hacerlo dedicarse a la alquimia. Menuda estupidez. Aunque el dato de que fue el prefecto previo a su padre le hizo abrir mucho los ojos, quedándose en pausa mirando el plato durante varios segundos hasta que reaccionó, alzando las manos. - ¡¡Ya decía yo que su nombre me sonaba!! ¡Y no había ningún alumno apellidado así! - Por qué no me sorprende que no haya llegado a reproducirse. - Volvió a mascullar Violet por lo bajo, haciendo reír a Erin de nuevo. - ¡Le vi en el libro de prefectos! - ¡Oh! Ahora tú debes estar en ese libro también. - Dijo Darren ilusionado, como si acabara de caer. - Te confirmo que lo estoy, lo comprobé antes de irme. - Por supuesto. - Corroboró Hillary entre risas. Darren se había quedado pensando. - Hmm... Va a ser muy colorido el anuario ese en la página de Oly. - La risa que le atacó casi le hace escupir la bebida, menos mal que no le había llegado el vaso a la boca, y tanto él como el resto de alumnos presentes rieron con ganas.
Uf, y encima le tenía manía a William, y por ende a Alice por compartir apellido. Soltó aire por la nariz. Si no fuera porque estaban en su primer rango y ya había destacado lo suficiente con el ataque de Alecta, instaría a Alice a reclamar su nota. Pero bueno, un nueve y medio en su primer examen de licencia era una nota espectacular, así que no tentarían a la suerte. Rio entre dientes. - A Applegate le he impresionado bastante, se le ha notado. - Si no lo decía, reventaba. Miró a su padre. - No sabía que os conocíais. - El otro se encogió de hombros. Había pensado bastante sobre el hecho de... su apellido. A Alice le marcaba el suyo por su padre, y a Marcus también le marcaría, pero por su abuelo. Quería entrar en el mundo de la alquimia por méritos propios, no por ser el nieto de Lawrence O'Donnell (o el hijo de Arnold o de Emma para según qué generación). Pero se había currado un muy buen examen, y después de lo de Alecta, algo le decía que lo de los apellidos no jugaba una parte tan importante.
Marcus había detectado el brillo en los ojos de su abuelo la primera vez que mencionó a Dellal, y ahí estaba el porqué. Sonrió. - Conmigo también ha sido estupenda. Es la que me ha dicho lo del doce, de hecho. - Rio levemente. - Creo que ya había tenido suficiente de Longbridge en tu examen y en el mío no ha querido permitirle más tonterías. - Pero lo de que el cariño a ellos le había venido de otro lado le hizo fruncir el ceño, confuso. Oh, una sorpresa. - ¡Va, abuelo! Una pista aunque sea, no puedes dejarme con esta intriga, se me va a cortar el hambre. - Nadie se cree que eso vaya a pasar. - Dijo Sean, haciendo que todos rieran. Bueno, esperaría, en el fondo le gustaban mucho las sorpresas, y todavía podían hablar un poco más de alquimistas, y del examen (sin desvelar mucho) y de lo bien que estaban allí antes de hacer su demostración.
Su abuela había hecho dos postres, y además, Hillary había traído una tarta que había preparado ni más ni menos que junto a la abuela de Sean, y que por cierto estaba deliciosa (y su amigo exultante de contento, dicho fuera de paso). Comieron hasta reventar y agradeció no tenerse que poner a estudiar después, porque solo le apetecía llegar a casa y echarse una siesta enorme para recuperar todo el descanso que le faltaba de aquellos días atrás. Eso sí, antes quería hacer su presentación, y ver la de Alice, lo estaba deseando. - ¡Bueno! ¿Qué viene antes? ¿La sorpresa misteriosa o la exhibición alquímica? - Preguntó Violet, a lo que Lawrence miró su reloj. - Yo diría... que la sorpresa misteriosa debe estar al caer. - Y, como si de una invocación se tratara, alguien llamó a la puerta. - Ahora mismo vuelvo. - Dijo el hombre, ceremonioso y con una sonrisa de misterio, levantándose lentamente y dirigiéndose a la puerta. Marcus miraba a todos los presentes con los ojos como platos, expectante. Arnold alzó las palmas. - Yo no sé absolutamente nada. Lo digo en serio. - Pues yo sí. - Contrarió Molly, bien orgullosa. - Y no pienso decir nada. Para que luego digáis que arruino las sorpresas. - Rieron por lo bajo, pero Marcus estaba tan intrigado que no podía dejar de mirar a la puerta del comedor.
Su abuelo apareció. - Bueno... he pensado que a estos recién estrenados alquimistas, les gustaría ver... a una persona que seguro que puede inspirarles mucho, y traerles buenos recuerdos. - Y dicho esto, hizo un gesto y, con su preciosa sonrisa y su elegancia habitual, apareció Anne Harmond allí. Marcus se levantó de golpe de la silla, como si acabara de ver a una persona famosa, y Hillary había ahogado una exclamación y se tapaba la boca. - ¡¡Hala!! ¡La prefecta de Ravenclaw de mi primer año! - Exclamó Darren, toda inocencia, lo cual hizo a Anne reír. - Esa soy yo, supongo. - Abrió los brazos. - ¡Enhorabuena, chicos! - Y Marcus no se lo pensó y, sin palabras, fue a abrazarla. - No sé qué decir... Me alegra tantísimo verte aquí. - Ella rio. - Y yo me alegro de veros dentro de la alquimia, de verdad que sí. - Se separó de él y fue a abrazar a Alice. Marcus miró con los ojos llenos de ilusión al abuelo, quien le devolvía una cariñosa mirada. Sí que le tenía mimado... y le encantaba.
- ¡Pero si hay más chicos míos por aquí! - ¿¿Te acuerdas de nosotros?? - Chilló Hillary. Otra que acababa de volver a los once años. - Pues claro que sí. - Sus amigos saludaron a Anne, y luego esta se giró a Darren. - ¡Millestone! El chico que más sabía de criaturas de toda su promoción. - ¿Tienes mascotas? Tengo chuches para ellas si te vienen bien. - Al menos no era el único que estaba reaccionando con Anne como si fuera de la realeza. Los adultos se lo estaban pasando muy bien con la escena. - ¿Cómo tú por aquí? - Es que ahora soy casi O'Donnell. - Ella se extrañó. Claro, le faltaba muchísimo contexto. - Somos cuñados. - Especificó Marcus. - Darren está con Lex. Pero Lex no está porque aún le queda un año de Hogwarts. - ¡Oh! ¡Pero qué buena noticia! Me alegro, chicos. ¡Vaya! Os conocí tan pequeños y tan... en contextos distintos, que esto me pilla por sorpresa. Vais a tener que ponerme muy al día. - Ladeó la cabeza y miró con una sonrisilla a Sean y Hillary. - A vosotros también os veo bien. - Ellos se miraron ruborizados. Terminaron las consiguientes presentaciones y, tras recoger rápidamente la mesa, pasaron al salón. - ¡Bueno! Ya que está la señorita Harmond presente, podemos empezar con la demostración ¿no? - Sugirió el abuelo. Marcus miró a Alice y, con ceremonia, señaló el centro del estrado. - Las damas primero. -
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Alice se encogió de hombros y negó con la cabeza. — Pues ahí lo tienes, si consideró que tú eras un negligente es que tampoco tiene mucha idea de lo que habla. — Y ya le tuvo que dar las risas con los comentarios de su tía, pero, esencialmente, se alegraba de ver a Marcus tan seguro con su propio trabajo, después de tantas dudas y tensión previas al examen, se habían demostrado como unos grandes alquimistas y, sinceramente, ¿quién era Longbridge en ese momento en sus vidas? Y encima no le gustaban las mujeres ni los Gallia, claramente no estaba para ella, pero para eso evaluaba una comisión y ella había demostrado ante el resto lo que valía.
La comida al final se pasó volando, había muchas cosas a las que atender, comida de sobra, su tarta favorita hecha por la abuela de Sean, que degustó con placer, al menos hasta que Marcus recordó lo de la sorpresa, y aterrizó. — ¡Eso eso! — Y el abuelo se fue misteriosamente, pero cuando Molly dijo que lo sabía, Alice se giró a ella. Pues perfecto, esto se lo sacamos, pensó con malicia. — Vaaaaaa, abuela da una pistilla. — Y la mujer estaba haciéndose la dura justo cuando el abuelo volvió y se giró de inmediato. En cuanto oyó la introducción del abuelo, supo de qué se trataba, y sintió esa emoción en el estómago de cuando estás viendo una persona de tu pasado a la que echas de menos, pero que no pensabas que pudiera reencontrar con tanta facilidad. Era imposible con reconocerla, con su melena pelirroja y su mirada inteligente. — ¡Anne! — Exclamó, como si siguiera siendo una niña traviesa de primero, y salió corriendo a abrazarla, uniéndose a su novio en ello. — ¡No me puedo creer que estés aquí! ¡Somos alquimistas! — Dijo, como si no fuera obvio. Eso hizo reír a la mujer. — Algo me han comentado, sí. — Contestó ella acariciando sus espaldas y con una gran sonrisa. ¿Podía ir esto a mejor?
Anne siempre iba a a ser una prefecta magnífica, acordándose de todos, incluso de Darren, y haciendo la conexión de que era el novio de Lex y sorpendiéndose, exactamente como le pasó a ella, de que aquel niño tan calladito y huraño estuviera con esa fuente inagotable de energía y felicidad. Pero, como todos, al poco había entendido que eran justamente perfectos el uno para el otro. Pero claro, les tocó a ellos, y se miró con Marcus, pero luego se giró hacia la prefecta y dijo, con una sonrisa orgullosa. — Hicimos caso a los que lo vieron mucho antes que nosotros. Tanto en lo de estar juntos como en la alquimia. — Anne le amplió la sonrisa y acarició su mejilla. — Esa es la gente más sabia. — Y se sintió de nuevo como la niña buena que llevaba en su corazón y la Ravenclaw que adoraba que le reconocieran el trabajo duro.
Pero todos querían saber qué habían hecho, y habían hablado tanto de alquimia durante tantos años, que Alice estaba segura de que todos iban a entenderlo. Sonrió a Marcus. — Dama y con la ventaja de apellidarme Gallia. Cuando me he visto la primera, casi me echo a temblar, pero al final lo he agradecido. — Se puso delante de todos y abrió su maletín sacando sus cosas, empezando por el cristal. — En la transmutación de los tres estados me fui a algo bonito. Porque ahí el abuelo nos dijo que lo que querían era precisión en el proceso y el resultado, así que, ¿por qué no aprovechar y que fuera bonito? Yo creo que eso pone feliz a todo el mundo. La cosa es que no había que el descendiente del inventor de las vidrieras estaba ahí. — Miró significativamente al abuelo, y Molly se rio fuertemente. — No te lo va a perdonar, eh… — Suger sabe apreciar estas cosas, créeme. — Dijo Anne, sonriente pero muy atenta. — Pensé que un buen ejemplo de la diferencia entre conjunción y disolución era una tintura, la primera dibujando algo, y mi plan era hacer una lunita amarilla sobre fondo azul, pero acabé haciendo un sol y una luna y dejarlos frescos con el cristal solo como soporte. — Miró a Marcus con cariño y se encogió de un hombro. — Me salió del corazón. Para la disolución transmuté un cristal verde y para la separación lo dejé así. — Y lo enseñó. — ¡Jo, qué pena! Me hubiera gustado ver el dibujito. — Dijo Hills. — Pues yo creo que la belleza de un color sólido bien hecho es aún mejor. — Aportó Emma. Ella se encogió de hombros con una sonrisa. — Para eso lo hice todo, para que tuvieran donde elegir. — La pureza de este cristal tras la separación, le ha valido el diez, os lo aseguro. — Terminó Lawrence cogiendo el cristal y admirándolo a la luz como había hecho el tribunal.
— Luego vino la polémica. — Suspiró. — No quería hacer algo evidente, no tengo la pericia de Marcus, así que corría el riesgo de que, si hacía algo como lo suyo, no me saliera lo suficientemente perfecto como para que me lo valoraran positivamente. — Cogió el cuenco de resina. — Así que fermenté una corteza de enebro hasta que sacó toda la resina y luego la calenté. Se quedó con una textura como de miel, para que me entendáis. — Vio las caras de miedo de sus amigos y sus suegros. Sí que había sido arriesgado. Pero Anne sonreía brillantemente. — ¡Claro que sí, Alice! Eso es lo que hay que hacer, traspasar los límites, ir más allá de lo que hemos considerado hasta ahora sólido o líquido. Lo has resuelto de manera brillante. — Ella se enrojeció y sonrió. — Muy bien dicho, Anne. Y Longbridge es que no es capaz de ver más allá de sus narices y de los tratados más básicos de la alquimia, pero es la gente como tú la que cambiará eso. — Y su tata la miró con todo orgullo y dijo. — Mi pajarito es experta en grandes cambios. —
Sacó la palomita y dijo. — Y esta fue mi transmutación de forma. — Se la tendió a Marcus para que cambiara el receptor y poder demostrar cómo funcionaba y dijo. — La idea me la dio Aaron en el aeropuerto. Hablábamos de la dificultad de comunicarnos ahora que se ha ido, y le dije que ojalá pudiera usar una de las palomitas de papel de mi novio… — Le dedicó una sonrisa enamorada. — Pero claro, la lluvia o el viento podrían estropearla, y, en palabras de Aaron, los muggles fliparían, así que… Solo había que hacer una palomita lo suficientemente resistente, como los aviones, y que supiera camuflarse… Com un demiguise. — Dijo guiñando un ojo a Erin. — ¡ASÍ QUE POR ESO LO SABÍAS! — Saltó Molly. Alice abrió la mano y la palomita hizo lo suyo llegando hasta Marcus con un “te amo” dentro. — Tendrías que haber tenido un diez, hija. — Dijo Lawrence. — Además de verdad, tía, eres brillante. — Saltó su amiga. — Y útil, para que no pudiera decirte lo que. amí. Vas a ser una alquimista enorme, Alice. — Ella, hinchada de orgullo y felicidad, fue a sentarse al regazo de Marcus y se apoyó en él. — Mi diez sois vosotros. — Besó su frente y sonrió. — Te toca, alquimista O’Donnell. —
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Se sentó bien contento y orgulloso antes siquiera de que Alice empezara, pero es que ya sabía lo que iba a ver y que iba a encantar a los presentes. Solo de imaginarse a Alice presentando eso ante el tribunal... En fin, estaba enamoradísimo, no era secreto para nadie ya. La sonrisa no se le iba de la cara. Eso sí, se aguantó la risa y miró de reojo a su abuelo con lo de Suger. - A mí me ha parecido un movimiento maestro. - Pinchó. Hillary le miró con una sonrisilla y una ceja arqueada. - Habría que haberte visto a ti si fueras tú el de la vidriera. Parece que te estoy oyendo: "¡qué riesgo más innecesario!" - Qué poquito me conoces, Vaughan. Yo me crezco ante los retos. - Lo peor es que es verdad. - Corroboró Sean entre risas, y siguieron atendiendo a Alice.
El dato que le faltaba era el del sol y la luna. Le brillaron los ojos y ensanchó una sonrisa embobada. - ¿En serio? - Preguntó, totalmente derretido y con un punto emocionado. De hecho, ahí estaba la prueba. Miró a Alice a los ojos. - Preciosa. Y perfecta. - Y no, no hablaba solo de la vidriera. Por supuesto, tenía que dar su opinión respecto a la segunda prueba. - Yo no estoy de acuerdo ni con el riesgo ni con la polémica, lo dije mientras estudiábamos y lo mantengo. La resina, por espesa que sea, es una materia líquida: se escurre entre los dedos si intentas cogerla, en ningún universo eso se considera sólido. Es un material líquido sacado limpiamente de su propia esencia, el enebro. A mí me parece una transmutación fantástica. - Arnold se cruzó lentamente de hombros y se reclinó en el asiento con una sonrisilla. - Consejo para futuros alquimistas para cuando cierto Marcus O'Donnell esté en el tribunal: experimentos con plantitas. - Muy gracioso. Desde luego, si lo hacen así de bien, tendrán no solo mi aprobado, sino probablemente mi calificación máxima. Tss, suspender... - Comentó claramente despreciativo. Y, de hecho, los dos grandes alquimistas de la sala, Lawrence y Anne, le dieron la razón, por lo que asintió con convencimiento.
El momento de la palomita fue emotivo e hizo que su mirada de amor se identificara. De ahí que pegara un buen salto en su sitio con el grito de su abuela, porque le sacó del embobamiento amoroso súbitamente, pero también le hizo reír con intensidad. - Y aún no lo has visto todo, abuela. - Incidió, guiñando un descarado ojo a su tía, lo que solo ofendió más a la mujer y aumentó las risas de los presentes. Tomó la palomita que le envió en sus manos, sacó el papel y, después de leerlo, la miró a los ojos con cariño y dejó un beso en la nota, guardándosela en el bolsillo después. Las alabanzas, por supuesto, no tardaron en llegar. Marcus la recibió en sus brazos. - La mejor alquimista y enfermera de la historia. - Dejó un cariñoso beso en su mejilla.
- ¡Me toca! - Se levantó de un saltito, contento, después de dejar espacio a que todos alabaran a Alice. Abrió su maletín bajo la mirada de su público, todos con las típicas sonrisillas que ponían que mezclaban curiosidad real con cierta burlita por ver a Marcus hacer otra de sus ceremonias pomposas. Se aclaró la garganta y comenzó a explicar, tal y como había hecho ante el tribunal, la primera prueba, porque quería explicarlo con palabras textuales. - Sí que sabía meterse en el bolsillo a Suger. - Oyó murmurar a Hillary al oído de Sean, que rio por lo bajo, aunque también notaba cómo había captado la atención no solo de sus amigos, sino del resto de presentes. De hecho, su padre había abandonado la pose relajada y estaba inclinado hacia delante. - En el trópico van a agradecer un montón lo de las construcciones con musgo. - Dijo Erin, feliz y con una sonrisa cariñosa. Entonces, oyeron a alguien sorber y decir. - En Irlanda también. - Marcus, al verla, dejó los hombros caer. - ¡Abuela! ¿Por qué lloras? - Ay, hijo, es que lo que has dicho ha sido muy bonito. - Y, rompiendo toda su estudiada exhibición, le levantó y empezó a darle muchos besos en la cara. - ¡Si es que eres bonito es que te como vamos un catorce te hubiera puesto ay mi niño qué cosa más bonita si es que cómo se nota que...! - ¡Abuela, abuela, por favor, que no llevo ni la tercera parte! - Y ahora estaban todos muertos de risa. Qué bien, se limitaría a ser un excelente alquimista de puertas para fuera de su casa, porque desde luego que de puertas para dentro no ganaba respeto ninguno.
Ya lograron que Molly le soltara, dejara de llorar, volviera a su sitio y Marcus pudiera recomponerse. - A ver, a ver, que viene la segunda prueba. - Clamó Darren con expectación, prácticamente le faltaban las palomitas. Marcus agradeció el preludio porque, tras la risita inicial, hizo a todos reconectar... y las caras que dejó eran para verlas. Repitió la misma maniobra, sorbo de agua como demostración incluida. Y el puesto de Applegate, en ese caso, lo ocupó Violet, quien directamente se levantó y, sin decir nada, cogió la probeta y le dio un trago. Paladeó, soltó la probeta en la mesa, sin mirarle, y se quedó allí parada, generando muchísima expectación en el entorno. Tras unos segundos de silencio, simplemente dijo monocorde. - Guau. - Venga ya que es agua de verdad. - Hillary fue la siguiente, y esta tomó la probeta y la miró al trasluz. Luego miró a Marcus, con los ojos como platos, y este le hizo un gesto invitador con las manos. Ella probó el agua y, alucinada, exclamó. - ¡Es agua! - ¿Has sacado agua potable del musgo? - Preguntó su padre. Marcus encogió un hombro. - Eso parece. - La cara de su madre no tenía precio, ese brillo en los ojos y esa manera de hinchar el pecho. - Otra cosa que va a venir muy bien en el trópico. - Apuntó Erin. Su abuelo, recostado, también estaba hinchado de orgullo. - En Irlanda basta con abrir la boca hacia arriba cuando llueve. - Eso hizo a todos reír. Les había impresionado con su demostración, indudablemente. Podía morirse tranquilo después de semejante éxito.
Quedaba la tercera prueba, y solo con sacar las escamas de camaleón se generó un gran revuelo. - Y, señoras y señores, Erin O'Donnell, la oculta ayudante de los alquimistas Gallia y O'Donnell. - Todos rieron y aplaudieron, haciendo sonreír y ponerse colorada a su tía. La exhibición encantó e hizo que el cuaderno fuera rotando de mano en mano mientras cada uno lo ponía en un sitio diferente para comprobar que, efectivamente, se camuflaba a la perfección. - Ha sido impresionante, Marcus. - Dijo Anne de corazón. - No me extraña que te hayan dado la máxima nota. - Ni que la otra tonta haya suspendido detrás. - Pinchó Violet, haciendo a Hillary reír con estruendo. - Igual un poquito sí que estaba alto el nivel. - Dijo Sean con una risilla. - Pero ha sido espectacular, tío. Enhorabuena. Os lo merecéis. - Miró agradecido a todos los presentes, y luego con cariño a Alice. Lo habían conseguido. Eran alquimistas, y eran el orgullo de su familia y amigos. Lo demás, lo irían construyendo sobre eso.
El dato que le faltaba era el del sol y la luna. Le brillaron los ojos y ensanchó una sonrisa embobada. - ¿En serio? - Preguntó, totalmente derretido y con un punto emocionado. De hecho, ahí estaba la prueba. Miró a Alice a los ojos. - Preciosa. Y perfecta. - Y no, no hablaba solo de la vidriera. Por supuesto, tenía que dar su opinión respecto a la segunda prueba. - Yo no estoy de acuerdo ni con el riesgo ni con la polémica, lo dije mientras estudiábamos y lo mantengo. La resina, por espesa que sea, es una materia líquida: se escurre entre los dedos si intentas cogerla, en ningún universo eso se considera sólido. Es un material líquido sacado limpiamente de su propia esencia, el enebro. A mí me parece una transmutación fantástica. - Arnold se cruzó lentamente de hombros y se reclinó en el asiento con una sonrisilla. - Consejo para futuros alquimistas para cuando cierto Marcus O'Donnell esté en el tribunal: experimentos con plantitas. - Muy gracioso. Desde luego, si lo hacen así de bien, tendrán no solo mi aprobado, sino probablemente mi calificación máxima. Tss, suspender... - Comentó claramente despreciativo. Y, de hecho, los dos grandes alquimistas de la sala, Lawrence y Anne, le dieron la razón, por lo que asintió con convencimiento.
El momento de la palomita fue emotivo e hizo que su mirada de amor se identificara. De ahí que pegara un buen salto en su sitio con el grito de su abuela, porque le sacó del embobamiento amoroso súbitamente, pero también le hizo reír con intensidad. - Y aún no lo has visto todo, abuela. - Incidió, guiñando un descarado ojo a su tía, lo que solo ofendió más a la mujer y aumentó las risas de los presentes. Tomó la palomita que le envió en sus manos, sacó el papel y, después de leerlo, la miró a los ojos con cariño y dejó un beso en la nota, guardándosela en el bolsillo después. Las alabanzas, por supuesto, no tardaron en llegar. Marcus la recibió en sus brazos. - La mejor alquimista y enfermera de la historia. - Dejó un cariñoso beso en su mejilla.
- ¡Me toca! - Se levantó de un saltito, contento, después de dejar espacio a que todos alabaran a Alice. Abrió su maletín bajo la mirada de su público, todos con las típicas sonrisillas que ponían que mezclaban curiosidad real con cierta burlita por ver a Marcus hacer otra de sus ceremonias pomposas. Se aclaró la garganta y comenzó a explicar, tal y como había hecho ante el tribunal, la primera prueba, porque quería explicarlo con palabras textuales. - Sí que sabía meterse en el bolsillo a Suger. - Oyó murmurar a Hillary al oído de Sean, que rio por lo bajo, aunque también notaba cómo había captado la atención no solo de sus amigos, sino del resto de presentes. De hecho, su padre había abandonado la pose relajada y estaba inclinado hacia delante. - En el trópico van a agradecer un montón lo de las construcciones con musgo. - Dijo Erin, feliz y con una sonrisa cariñosa. Entonces, oyeron a alguien sorber y decir. - En Irlanda también. - Marcus, al verla, dejó los hombros caer. - ¡Abuela! ¿Por qué lloras? - Ay, hijo, es que lo que has dicho ha sido muy bonito. - Y, rompiendo toda su estudiada exhibición, le levantó y empezó a darle muchos besos en la cara. - ¡Si es que eres bonito es que te como vamos un catorce te hubiera puesto ay mi niño qué cosa más bonita si es que cómo se nota que...! - ¡Abuela, abuela, por favor, que no llevo ni la tercera parte! - Y ahora estaban todos muertos de risa. Qué bien, se limitaría a ser un excelente alquimista de puertas para fuera de su casa, porque desde luego que de puertas para dentro no ganaba respeto ninguno.
Ya lograron que Molly le soltara, dejara de llorar, volviera a su sitio y Marcus pudiera recomponerse. - A ver, a ver, que viene la segunda prueba. - Clamó Darren con expectación, prácticamente le faltaban las palomitas. Marcus agradeció el preludio porque, tras la risita inicial, hizo a todos reconectar... y las caras que dejó eran para verlas. Repitió la misma maniobra, sorbo de agua como demostración incluida. Y el puesto de Applegate, en ese caso, lo ocupó Violet, quien directamente se levantó y, sin decir nada, cogió la probeta y le dio un trago. Paladeó, soltó la probeta en la mesa, sin mirarle, y se quedó allí parada, generando muchísima expectación en el entorno. Tras unos segundos de silencio, simplemente dijo monocorde. - Guau. - Venga ya que es agua de verdad. - Hillary fue la siguiente, y esta tomó la probeta y la miró al trasluz. Luego miró a Marcus, con los ojos como platos, y este le hizo un gesto invitador con las manos. Ella probó el agua y, alucinada, exclamó. - ¡Es agua! - ¿Has sacado agua potable del musgo? - Preguntó su padre. Marcus encogió un hombro. - Eso parece. - La cara de su madre no tenía precio, ese brillo en los ojos y esa manera de hinchar el pecho. - Otra cosa que va a venir muy bien en el trópico. - Apuntó Erin. Su abuelo, recostado, también estaba hinchado de orgullo. - En Irlanda basta con abrir la boca hacia arriba cuando llueve. - Eso hizo a todos reír. Les había impresionado con su demostración, indudablemente. Podía morirse tranquilo después de semejante éxito.
Quedaba la tercera prueba, y solo con sacar las escamas de camaleón se generó un gran revuelo. - Y, señoras y señores, Erin O'Donnell, la oculta ayudante de los alquimistas Gallia y O'Donnell. - Todos rieron y aplaudieron, haciendo sonreír y ponerse colorada a su tía. La exhibición encantó e hizo que el cuaderno fuera rotando de mano en mano mientras cada uno lo ponía en un sitio diferente para comprobar que, efectivamente, se camuflaba a la perfección. - Ha sido impresionante, Marcus. - Dijo Anne de corazón. - No me extraña que te hayan dado la máxima nota. - Ni que la otra tonta haya suspendido detrás. - Pinchó Violet, haciendo a Hillary reír con estruendo. - Igual un poquito sí que estaba alto el nivel. - Dijo Sean con una risilla. - Pero ha sido espectacular, tío. Enhorabuena. Os lo merecéis. - Miró agradecido a todos los presentes, y luego con cariño a Alice. Lo habían conseguido. Eran alquimistas, y eran el orgullo de su familia y amigos. Lo demás, lo irían construyendo sobre eso.
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
Le estaba dando la risa muy fuerte dándose la vuelta sobre sí misma mirándose con aquel disfraz. — ¿De verdad los muggles creen que somos así? — Se puso uno de los sombreros y sonrió ampliamente. — A ver, sí, he visto a señoras mayores con trajes de gala así, que no son tan malos como estos. — Hombre, estaría bueno, te lo he comprado en el chino. — Dijo su tía riéndose desde la puerta. Erin estaba mirando a Hillary por todos los lados, desde la larga capa negra al maquillaje. — Hills, no quiero ser molesta, de verdad, pero yo no sé en qué se parece esto a un vampiro. Además en la época de Vlad el Empalador, que supongo que es a lo que se refieren con eso de Draculina en la bolsa, no se llevaba ese vestido que más bien parece medieval inglés. — Vivi se tiró sobre su espalda y la rodeó con un sonidito adorable, acariciándole el pelo. — Ohhhhhh mira mi pelirroja, tan linda, que le sale todo lo O’Donnell académico. — La mujer rio, pero siguió argumentando. — Hombre es que ya que se disfrazan. Además todo eso no da miedo. Una banshee sí da miedo. Y no sé por qué tienen que dar miedo en Samhain, es un ritual celta en el que se recuerda a los que no están, ni más ni menos… — Vivi le dio muchos besos en la mejilla. — Oyyyyyy y ahora le sale lo Lacey y se vuelve igualita igualita a su madre. — Alice y Hillary estaban muertas de risa terminando de ponerse los disfraces. — Es como lo celebramos nosotros, hay un montón de pelis de terror y las banshees no son muy conocidas… — Uy si me dejarais hacer un buen disfraz de banshee… — Insistió Erin, pero Vivi se separó y se puso a bailar. — Yo iría de sirena sexy. — Eso no da miedo. — Replicó Alice, por pincharla. — Uy que no. A más de uno y una se lo ha dado. —
Justo entonces sonó esa cosa chillona que le asustaba cada vez que sonaba y que servía para que su tata abriera la puerta del portal desde su casa. — ¡Ese es Darren! — Dijo Hillary emocionada, y las tías salieron a recibirle mientras ellas terminaban. La verdad es que se lo estaban pasando de vicio. Hillary y Alice habían quedado para comer con las tías porque, según Hillary, su barrio molaba un montón, y su piso de pareja soltera y guay sin hijos supermodernas era ideal, y querían pasar la tarde juntas y arreglarse, como hacían en Hogwarts, para salir a la noche. Su amiga había liado a Theo para que orientara a los chicos con los disfraces, y habían quedado Sean, Marcus y él en casa del único muggle para hacer lo propio. Pero Darren tenía plan familiar, así que venía a recogerlas a ellas y luego se iban los tres juntos (EN TRANSPORTE MUGGLE) al barrio donde sus amigos habían decidido que celebrarían Halloween.
Marcus y ella tenían mucho que celebrar, sin duda: ahora eran alquimistas y, en cuatro días, se iban a empezar una vida, quién sabe por cuánto tiempo, en Irlanda. Pero quien más quien menos, ya estaba preparando exámenes, candidaturas, exposiciones y demás, así que iban a estar sin poder verse mucho tiempo, y necesitaban una última fiesta. La de graduación había sido en el callejón mágico, así que los nacidos de muggles del grupo habían propuesto ir a celebrarlo a un barrio londinense que estaba de moda y que vieran cómo era la fiesta muggle, y a la Alice de espíritu curioso que por fin podía relajarse y disfrutar de tener dieciocho años, le había parecido ideal. Además le hacía mucha gracia prepararse cada uno por su lado y sorprenderse con los disfraces. Se acercó a su amiga con una gran sonrisa y la cogió de las manos, haciéndola bailar. — Tíaaaaaa, ha sido una idea genial. No sabes cuánto necesitaba esto. — Hillary rio. — Y yo estoy encantada de enseñaros cosas de muggles. Son parte de mí. — Ella rio y se sintió un pelín culpable. A veces anulaban un poco la parte muggle de sus amigos. Pero hoy podía reparar eso y disfrutar como una loca.
Salieron al pequeño salón-comedor-cocina de sus tías y miró a Darren, frunciendo el ceño. — ¿De qué vas? A Marcus no le va a gustar verte tan rojo siendo huffie. — Su cuñado se dio una vuelta sobre sí mismo, alzando su tridente de plástico. — ¡Soy satanás! — Vivi rio sarcásticamente, pero su cuñado no se desanimaba. — ¡Es gracioso porque soy muy bueno! ¡No soy el demonio! ¡Por eso mola! — Y todas se echaron a reír tanto, que al final eso hizo el también. — Vamos, que hay que coger el metro. —
Se despidieron en la puerta, y casi tuvieron que atar a su tata para que no se fuera con ellos, y fueron al metro. — En Nueva York es superagobiante, no me gustó mucho y el de París es bastante asqueroso, pero este mola bastante. — Comentó Alice. Darreny Hillary asintieron. — Es rápido y llega a casi todos lados, es de agradecer. Yo creo que es de los mejores y para ir de fiesta es ideal. — Contestó Hillary. Ella estaba tan entretenida mirando siguiendo el mapa de las paradas y las pintas de todo el mundo, que antes de darse cuenta, habían llegado. Y casi le cuesta un disgusto porque ahí no se permitían distracciones.
Eso sí, cuando llegaron a la superficie, flipó bastante. — ¡Cómo mola! ¡Hay montón de gente disfrazada! ¡Qué de cosas temáticas! — Dijo encantada. Lo malo es que había muchas “brujas” como ella, pero bueno, el vestido era bastante revelador y se había maquillado muy bien y sabía que a su Marcus le gustaría. — ¿De qué vendrán los chicos? ¡Quiero verles ya! A ver qué les ha elegido Theo. — Preguntó dando saltitos y vueltas sin moverse del lugar donde habían quedado. Darren rio y le agarró de los mofletes. — ¡Mira mi cuñadita qué feliz está! Qué me gusta verla así. — Ella se colocó entre sus amigos y les rodeó con los brazos. — Y a mí me gusta estar con vosotros. Mis muggles preciosos. Me lo voy a pasar MUY bien. — El chico se rio y se cruzó de brazos. — Espero que los magos también. Ethan incluido. —
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
- ¿De qué crees que irá disfrazada Hillary? - Preguntó Sean con ilusión, mientras iban de camino a casa de Theo andando desde el punto de aparición. Se mojó lentamente los labios. - Sé que es Halloween, pero... intenta ser un poquito menos perverso. - Muy gracioso. A ver qué cara pones tú cuando veas a tu novia. - En teoría, de miedo. Esa es la idea. - Te lo recordaré. - Se burló el otro. Llamaron a la puerta de Theo y el Hufflepuff abrió, con una amplia sonrisa, pero no estaba solo. - ¡Ey, Andrew! ¿Cómo tú por aquí? - Me ha avisado mi no-compañero de casa, capullos. - ¡Oye! Yo sí te avisé. - Se defendió Sean. - Pero no me dijiste nada de que ibais a disfrazaros juntos. Y Theo me ha dicho que tenía una idea, pero que necesitaba que fuéramos cuatro. - Rodó los ojos. - Claramente me llamó por necesidad, pero al menos me llamó. - Yo es que estaba liado con el examen. - Se excusó Marcus, convenientemente. Al menos agradecería que el cuarto en discordia fuera Andrew y no Ethan.
- ¿Vamos los cuatro disfrazados de lo mismo? - Preguntó Sean, curioso e ilusionado, subiendo las escaleras hacia el dormitorio de Theo. Parecía que no había nadie más en casa. El chico le miró sonriendo. - He tenido una pasada de idea. Tenemos que ir disfrazados de algo típico de Halloween, pero también que nos camufle en un barrio muggle, o sea que tiene que ser un disfraz muggle. Y los disfraces grupales lo petan. Y a mí ME ENCANTABA esto de pequeño, siempre quise hacerlo. Teníamos que ser cuatro, y mis hermanos y yo solo somos tres, y la diferencia de edad es alta, así que he visto la oportunidad y no pensaba dejarla pasar. - Los otros tres se miraron con complicidad. La verdad era que el chico estaba tan ilusionado que era contagioso. Marcus solo esperaba que no fuera demasiado ridículo.
- Seremos... ¡Tachán! - Theo alzó en sus manos una especie de monos de un tono marrón bastante soso y poco favorecedor, así como un aparataje parecido a una mochila de plástico con un dibujito que Marcus no alcanzaba a identificar, y un tubo muy largo enganchado a ella. - ¡Los Cazafantasmas! - Hubo un silencio generalizado en el grupo. Marcus, segundos después, frunció el ceño extrañado. - ¿Por qué íbamos a querer cazar fantasmas? - No, a ver, es... Se supone que son fantasmas malos. - ¿Gente mala convertida en fantasma? - Preguntó Sean. - Eemm... No exactamente. Más bien, como seres... maliciosos... - ¿Pero fantasmas o no? - Sí, pero no los de Hogwarts. Los fantasmas de los muggles. - ¿Hay fantasmas entre los muggles? - Bueno, el concepto que ellos tienen de fantasma, que es más bien un ente feo que hace diabluras. - Nosotros también tenemos de eso. Se llaman poltergeist. - Entonces seríamos los caza poltergeist. - Concordó Marcus a la especificación de Sean, y Andrew asintió, de acuerdo. Theo, ya llevándose las manos a la cabeza, negó. - No, no... A ver. Es una película ¿vale? De cuatro tipos que... se dedican a limpiar la ciudad de fantasmas. Entonces llevan estas cosas y... los aspiran. - ¿Los qué? - Vosotros... poneos esto. Y ya os explico mejor en el metro. - Un momento, un momento. - Marcus dio un paso atrás. - ¿Pretendes que vaya... así vestido... en el metro? No sé cómo será el de aquí, pero el de Nueva York tenía MUCHA gente. - Y este también, y más en Halloween. Pero no nos vamos a aparecer en la zona muggle, así que... - Pero es que. - Vamos a ser los Cazafantasmas os guste o no. - Zanjó Theo, más autoritario que nunca, y estampó el disfraz en el pecho de cada uno, sobresaltándoles. - Y rapidito, vaya que vuestras novias se cansen de esperaros. - Y, dicho eso, se giró y empezó a organizar parte del disfraz que no era el mono. Se miraron entre sí, con el primer susto de la noche, y vieron cómo Andrew movía los labios para decir "nunca enfades a un Hufflepuff". Desde luego, mejor se ponían obedientemente sus nuevos uniformes.
No estaba entendiendo nada de la cosa que llevaba a modo de mochila ni de todos los cacharritos que tenía en el cinturón, pero tenía que reconocer que era divertido verse a todos vestidos iguales. Y lo que los muggles entendían como "fantasma", en vistas del dibujito en el interior de la señal de prohibición que llevaban, era muy mono. - No sé por qué le tienen miedo a esta cosita. Parece bastante adorable. - Dijo entre risas, haciendo reír a los otros. Salieron de la habitación y se quedaron frente a las escaleras mientras Theo repasaba que no se les olvidara nada antes de bajar. No estamos muy lejos de donde hemos quedado. Lo que sí podemos hacer es... - Theeeeeeeeeeeeeeeeeoooooooooooooooo. - Dijo de repente una aguda y artificial voz que sobresaltó a todos. Más les sobresaltó girarse y ver en mitad del pasillo, cogidas de la mano, a dos... ¿niñas? Una de ellas daba más el pego, pero la otra, aunque parecida, era un poco corpulenta para ser una niña. Llevaban el pelo largo caído por el rostro y dos vestiditos azules iguales. - Ven a jugar con nosotros. - Marcus parpadeó, un tanto asustado por la estampa. Theo, en cambio, soltó un sonoro suspiro. - Muy graciosos, chicos. - Les miró. - Michelle y Scott, mis hermanos. Aunque con esas pintas no lo parezcan. Han dado el estirón adolescente muy oportunamente. - ¿Vosotros sois los magos? - La chica prácticamente se les había echado encima, sobresaltándoles otra vez. Eso pareció hacerles mucha gracia, porque rieron con estruendo. - Joder, no os creía tan asustones. Que los que tenéis poderes chungos sois vosotros, tío. - Hermanito, ni nos has presentado ni nada, qué mal. - El chico se apartó el pelo de la cara y estrechó, sin esperar respuesta, la mano de los tres, violentamente. - Scott, el más guay de los dos hermanos. - Y el más feo con peluca. - Porque no soy una chica. En teoría debería ser igual que tú ahora que tengo el pelo largo, así que cuidado con llamarme feo. - Yo soy mucho más guapa que tú. - Somos idénticos, idiota. - Entonces tú eres otra chica. - O tú tienes cara de tío - ¿A que me cambio y vas solo vestido de tía? - ¡Fue idea tuya! - En mitad de la contienda, Theo se los llevó de allí, prácticamente arriados como ovejas, dejando a los dos hermanos discutir detrás. - ¡Eh! - Vaya. Michelle les había pillado huyendo. - ¿Sois los cazafantasmas? Entonces podéis cazarnos. - ¡Ah! ¿Se supone que sois niñas fantasmas? - Preguntó, inocente, Sean, antes de que Theo lo pudiera impedir. Los otros se echaron a reír ante la confusión de los otros tres, y Scott dijo. - Sí, sí, algo así. Tú ve por la calle diciendo que estás persiguiendo a dos niñas para llevártelas, a ver qué pasa. - Bueno, ya vale. - Soltó Theo, y les echó con gestos de las manos. - Venga, que vais a llegar tarde donde quiera que sea que habéis quedado. - Y los chicos, entre risas, bajaron las escaleras y salieron de la casa.
Ya organizados y con los gemelos a una distancia prudencial de ellos, según palabras del propio Theo, se dirigieron al metro. Aquello estaba ATESTADO de gente, y Marcus no paraba de pedir perdón a todo el mundo por los posibles mochilazos que estuviera pegando con la cosa que llevaba a la espalda. En un momento determinado, a Sean se le enredó el tubo largo en el aparataje de disfraz de otra persona (Marcus había tirado la toalla con reconocer disfraces, los muggles vestían muy raro), y por poco tienen que dejarle dentro del metro atascado para siempre. Al salir, Andrew se quedó enganchado en la máquina que validaba los tickets. Algo le decía que Theo se estaba arrepintiendo de hacerles de niñera, porque las caras de los tres sintiéndose como peces fuera del agua era para verlas. - Bueno, ¿listos para hacer nuestra aparición estelar? - Theo, mucho más relajado y sonriente por verse ya en la calle, se giró hacia ellos. - Yo iré capitaneando, vosotros tres seguidme. Poneos así. - Hizo una pose con el tubo a modo de arma que los otros intentaron imitar. La verdad es que era bastante divertido el cuadro. - ¡Vamos! - Y le siguieron, y ya divisaban a los otros allí, cuando Theo llamó la atención de ellos tarareando una canción que acababa en el grito "CAZAFANTASMAS", que Marcus hubiera coreado de haber sabido que lo había. Hillary y Darren, nada más verles, dieron un grito y un salto en su sitio y se echaron a reír, corriendo hacia ellos. - ME ENCANTAAAAAAAAAA. - Clamó Darren, y Hillary se lanzó a los brazos de Sean. - ¡¡No te creo!! ¡¡Estáis ideales!! - ¿Ah sí? - Preguntó el otro, encantado, aunque ciertamente sorprendido. Alice no había reaccionado tan impactada, obvio, así que Marcus, entre risas, se dirigió hacia ella y dijo. - Se supone que, en un mundo en el que los fantasmas son malos y se cazan, este es su uniforme. - Abrió los brazos. - ¿Cómo estoy? Da igual, no me lo digas, este mono no favorece en nada. - La tomó de una mano y estiró su brazo para mirarla de arriba abajo. - ¿Vas vestida de señora importante y antigua? Eso no vale. Pero estás preciosa. -
- ¿Vamos los cuatro disfrazados de lo mismo? - Preguntó Sean, curioso e ilusionado, subiendo las escaleras hacia el dormitorio de Theo. Parecía que no había nadie más en casa. El chico le miró sonriendo. - He tenido una pasada de idea. Tenemos que ir disfrazados de algo típico de Halloween, pero también que nos camufle en un barrio muggle, o sea que tiene que ser un disfraz muggle. Y los disfraces grupales lo petan. Y a mí ME ENCANTABA esto de pequeño, siempre quise hacerlo. Teníamos que ser cuatro, y mis hermanos y yo solo somos tres, y la diferencia de edad es alta, así que he visto la oportunidad y no pensaba dejarla pasar. - Los otros tres se miraron con complicidad. La verdad era que el chico estaba tan ilusionado que era contagioso. Marcus solo esperaba que no fuera demasiado ridículo.
- Seremos... ¡Tachán! - Theo alzó en sus manos una especie de monos de un tono marrón bastante soso y poco favorecedor, así como un aparataje parecido a una mochila de plástico con un dibujito que Marcus no alcanzaba a identificar, y un tubo muy largo enganchado a ella. - ¡Los Cazafantasmas! - Hubo un silencio generalizado en el grupo. Marcus, segundos después, frunció el ceño extrañado. - ¿Por qué íbamos a querer cazar fantasmas? - No, a ver, es... Se supone que son fantasmas malos. - ¿Gente mala convertida en fantasma? - Preguntó Sean. - Eemm... No exactamente. Más bien, como seres... maliciosos... - ¿Pero fantasmas o no? - Sí, pero no los de Hogwarts. Los fantasmas de los muggles. - ¿Hay fantasmas entre los muggles? - Bueno, el concepto que ellos tienen de fantasma, que es más bien un ente feo que hace diabluras. - Nosotros también tenemos de eso. Se llaman poltergeist. - Entonces seríamos los caza poltergeist. - Concordó Marcus a la especificación de Sean, y Andrew asintió, de acuerdo. Theo, ya llevándose las manos a la cabeza, negó. - No, no... A ver. Es una película ¿vale? De cuatro tipos que... se dedican a limpiar la ciudad de fantasmas. Entonces llevan estas cosas y... los aspiran. - ¿Los qué? - Vosotros... poneos esto. Y ya os explico mejor en el metro. - Un momento, un momento. - Marcus dio un paso atrás. - ¿Pretendes que vaya... así vestido... en el metro? No sé cómo será el de aquí, pero el de Nueva York tenía MUCHA gente. - Y este también, y más en Halloween. Pero no nos vamos a aparecer en la zona muggle, así que... - Pero es que. - Vamos a ser los Cazafantasmas os guste o no. - Zanjó Theo, más autoritario que nunca, y estampó el disfraz en el pecho de cada uno, sobresaltándoles. - Y rapidito, vaya que vuestras novias se cansen de esperaros. - Y, dicho eso, se giró y empezó a organizar parte del disfraz que no era el mono. Se miraron entre sí, con el primer susto de la noche, y vieron cómo Andrew movía los labios para decir "nunca enfades a un Hufflepuff". Desde luego, mejor se ponían obedientemente sus nuevos uniformes.
No estaba entendiendo nada de la cosa que llevaba a modo de mochila ni de todos los cacharritos que tenía en el cinturón, pero tenía que reconocer que era divertido verse a todos vestidos iguales. Y lo que los muggles entendían como "fantasma", en vistas del dibujito en el interior de la señal de prohibición que llevaban, era muy mono. - No sé por qué le tienen miedo a esta cosita. Parece bastante adorable. - Dijo entre risas, haciendo reír a los otros. Salieron de la habitación y se quedaron frente a las escaleras mientras Theo repasaba que no se les olvidara nada antes de bajar. No estamos muy lejos de donde hemos quedado. Lo que sí podemos hacer es... - Theeeeeeeeeeeeeeeeeoooooooooooooooo. - Dijo de repente una aguda y artificial voz que sobresaltó a todos. Más les sobresaltó girarse y ver en mitad del pasillo, cogidas de la mano, a dos... ¿niñas? Una de ellas daba más el pego, pero la otra, aunque parecida, era un poco corpulenta para ser una niña. Llevaban el pelo largo caído por el rostro y dos vestiditos azules iguales. - Ven a jugar con nosotros. - Marcus parpadeó, un tanto asustado por la estampa. Theo, en cambio, soltó un sonoro suspiro. - Muy graciosos, chicos. - Les miró. - Michelle y Scott, mis hermanos. Aunque con esas pintas no lo parezcan. Han dado el estirón adolescente muy oportunamente. - ¿Vosotros sois los magos? - La chica prácticamente se les había echado encima, sobresaltándoles otra vez. Eso pareció hacerles mucha gracia, porque rieron con estruendo. - Joder, no os creía tan asustones. Que los que tenéis poderes chungos sois vosotros, tío. - Hermanito, ni nos has presentado ni nada, qué mal. - El chico se apartó el pelo de la cara y estrechó, sin esperar respuesta, la mano de los tres, violentamente. - Scott, el más guay de los dos hermanos. - Y el más feo con peluca. - Porque no soy una chica. En teoría debería ser igual que tú ahora que tengo el pelo largo, así que cuidado con llamarme feo. - Yo soy mucho más guapa que tú. - Somos idénticos, idiota. - Entonces tú eres otra chica. - O tú tienes cara de tío - ¿A que me cambio y vas solo vestido de tía? - ¡Fue idea tuya! - En mitad de la contienda, Theo se los llevó de allí, prácticamente arriados como ovejas, dejando a los dos hermanos discutir detrás. - ¡Eh! - Vaya. Michelle les había pillado huyendo. - ¿Sois los cazafantasmas? Entonces podéis cazarnos. - ¡Ah! ¿Se supone que sois niñas fantasmas? - Preguntó, inocente, Sean, antes de que Theo lo pudiera impedir. Los otros se echaron a reír ante la confusión de los otros tres, y Scott dijo. - Sí, sí, algo así. Tú ve por la calle diciendo que estás persiguiendo a dos niñas para llevártelas, a ver qué pasa. - Bueno, ya vale. - Soltó Theo, y les echó con gestos de las manos. - Venga, que vais a llegar tarde donde quiera que sea que habéis quedado. - Y los chicos, entre risas, bajaron las escaleras y salieron de la casa.
Ya organizados y con los gemelos a una distancia prudencial de ellos, según palabras del propio Theo, se dirigieron al metro. Aquello estaba ATESTADO de gente, y Marcus no paraba de pedir perdón a todo el mundo por los posibles mochilazos que estuviera pegando con la cosa que llevaba a la espalda. En un momento determinado, a Sean se le enredó el tubo largo en el aparataje de disfraz de otra persona (Marcus había tirado la toalla con reconocer disfraces, los muggles vestían muy raro), y por poco tienen que dejarle dentro del metro atascado para siempre. Al salir, Andrew se quedó enganchado en la máquina que validaba los tickets. Algo le decía que Theo se estaba arrepintiendo de hacerles de niñera, porque las caras de los tres sintiéndose como peces fuera del agua era para verlas. - Bueno, ¿listos para hacer nuestra aparición estelar? - Theo, mucho más relajado y sonriente por verse ya en la calle, se giró hacia ellos. - Yo iré capitaneando, vosotros tres seguidme. Poneos así. - Hizo una pose con el tubo a modo de arma que los otros intentaron imitar. La verdad es que era bastante divertido el cuadro. - ¡Vamos! - Y le siguieron, y ya divisaban a los otros allí, cuando Theo llamó la atención de ellos tarareando una canción que acababa en el grito "CAZAFANTASMAS", que Marcus hubiera coreado de haber sabido que lo había. Hillary y Darren, nada más verles, dieron un grito y un salto en su sitio y se echaron a reír, corriendo hacia ellos. - ME ENCANTAAAAAAAAAA. - Clamó Darren, y Hillary se lanzó a los brazos de Sean. - ¡¡No te creo!! ¡¡Estáis ideales!! - ¿Ah sí? - Preguntó el otro, encantado, aunque ciertamente sorprendido. Alice no había reaccionado tan impactada, obvio, así que Marcus, entre risas, se dirigió hacia ella y dijo. - Se supone que, en un mundo en el que los fantasmas son malos y se cazan, este es su uniforme. - Abrió los brazos. - ¿Cómo estoy? Da igual, no me lo digas, este mono no favorece en nada. - La tomó de una mano y estiró su brazo para mirarla de arriba abajo. - ¿Vas vestida de señora importante y antigua? Eso no vale. Pero estás preciosa. -
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Ivanka
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
En cuanto visualizó a su novio y los demás abrió los brazos. — ¡MI AMOR! — Pero… Muy disfrazados no iban, ¿no? Ah, Darren y Hillary sí que parecían encantados. Cosas muggles, claramente. Escuchó a su novio y rio, mientras le pasaba las manos por el pecho, mirándolo de arriba abajo. — A más de un fantasma te habrías querido quitar tú de encima. — Volvió a reír y le guiñó un ojo. — Oye, pues… El mono este… Tiene algo. — Se inclinó y le susurró al oído. — O será la percha, claro… — Dio una vuelta sobre sí misma, con una amplia sonrisa. — Pues es que por lo visto los muggles creen que las brujas nos vestimos así. — Alzó la ceja y se llevó las manos al sombrero y se contoneó. — Pero si te gusta, me lo pondré más… —
Y se disponía a tontear un poco más con su novio, pero llegaron, armando el tradicional jaleo, Peter, Poppy y, por algún motivo, Ethan. — AAAAAAAAAAY MARICÓN, ESA LOCA VA A ACABAR CONMIGO. — Poppy le seguía, confusa, y Alice no veía ni dónde habían dejado la escoba, probablemente Peter estuviera escondiéndola en alguna parte, porque tampoco le veía. — Pero si yo no piloto. — LA LOCA DE TU NOVIO, NENITA. QUE MENUDO ES. — Aparte del drama, Alice en lo primero que se fijó fue en… las pintas de Poppy. Llevaba unas ramas verdes que le salían de detrás de la cabeza y le rodeaba una especie de armazón de espuma amarronada, de tal forma que parecía que una patata se la había comido. — Pops… ¿De qué vas? — La chica le miró con los ojos brillantes y muy abiertos. — ¡Ay! Y yo pensando que tú justo lo reconocerías. ¡Voy de mandrágora! — Hillary trató de mantener una sonrisa amable y no reírse mucho. — Claro… Igual los muggles no lo entienden mucho, pero no pasa nada. Y para la cena igual… — Ah, pero si algo no puedo comer o coger me lo da Peter. — Dijo ella risueña. — Cariño, no voy a descontextualizarte esa frase porque, a pesar de lo que hiciste en mi casa, sé que te escandalizarías. — Saltó Ethan. Alice lo miró de arriba abajo. — ¿Pero de qué vas? — Llevaba una especie de toga negra y plateada, pero iba a pecho descubierto, tan solo le cubría un poco una parte de la tela hasta el hombro, y llevaba un arco con corazones rotos negros con purpurina en la punta. — De la Erinia griega del desamor. Un bicho que te perseguía gritándote al oído después de que te dejaran dramáticamente, superagradable, pero así me siento. Así que en vez de tirar flechitas para enamorar, las tiro para desenamorar, porque estoy harto de que todas seáis felices menos esta desgraciada. — Dijo señalándose a sí mismo. Alice negó con la cabeza y rio un poco. — Eres de lo que no hay… — Ethan se acercó y la abrazó diciendo. — Me alegro por ti, putón. Ahora eres un putón alquímico, lo cual te sube de categoría. — Luego estampó un beso en la mejilla a Marcus. — Y enhorabuena a ti también, señor alquimista, a más rangos, más sexy, aunque vayas de obrero muggle. — Ya iban a quejarse ambos, cuando Darren dijo. — ¡A ver! ¿Estamos todos equipo? Que vamos a contar el plan. — ¡UN MOMENTO QUE FALTO YO! — Bramó Jackie, apareciendo por detrás, con un vestido que parecía de novia y un maquillaje cerradísimo de un esqueleto en la cara. Al ver la admiración de todos, se puso las manos en las caderas y dijo. — Soy la novia cadáver. — Eso hizo reír tremendamente a Sean y Andrew, que señalaron a Theo. — Claaaaro por eso este quiere ir de cazafantasmas, para echarle el guante a esta. — ¿Eh? — Preguntó su prima confusa. — No si yo no sabía de qué iba a venir ella… — Completó su amigo, rojo como un tomate.
Darren volvió a carraspear. — Así que… Continúo. En cuanto llegue Peter vamos a subir ese edificio de ahí. — Dijo señalando a uno de ladrillo. — Es una antigua estación de metro abandonada del siglo XIX, pero ahora es una restaurante y ponen en las pantallas pelis de miedo clásicas mientras se cena. La cena es temática de Halloween. Después de cenar haremos la actividad de los antiguos pasadizos del metro, que es como de salir de un laberinto según nos van dando indicaciones y pistas, y por último, terminamos en una fiesta en la azotea que es mexicana, del día de Muertos, todo con muchos colores y así muy guay. — Miró a todos. — ¿Dudas? — ¡HOLA! ¡PERDÓN QUE ESTABA COMPLICADO DISTRAER MUGGLES PARA GUARDAR LA ESCOBA! — Y unos muggles se habían dado la vuelta para mirar al bueno y bocazas de Bradley, pero al parecer en Halloween se permitía todo. Especialmente de alguien que iba vestido de araña con un body y leotardos negros y tentáculos como de tércielo que le salían de las caderas, amén de dos antenitas en la cabeza. Sería un disfrace hasta mono en alguien que no estuviera tan petado como Bradley. — Peter, amor, no lo puedo repetir todo, que te lo cuente tu zorrita. — Dictaminó Darren. — ¡VAAAAMOS! ¡BIENVENIDOS A SHOREDITCH! —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
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- 16 de enero de 2002:
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Freyja
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
Arqueó una ceja. - No es que no lo supiera, pero acabas de demostrarme que me quieres muchísimo. Este mono es espantoso, Alice. - Dijo entre risas. Desde luego, si su novia le veía guapo con eso, es que le miraba con unos ojos profundamente sesgados por el enamoramiento. Más rio con el motivo de su disfraz. - ¿De verdad? Es... elegante. - Y un tanto revelador, no pensaba quejarse de eso. - Pero no lo veo muy práctico para ciertas cosas. - Dio un par de toques con el índice en la punta del gorro. - Esto no te hubiera durado puesto ni dos segundos en el Club de Duelo. - Bromeó. Ladeó la sonrisa. - Me encanta... estás... muy sexy. - Dejó caer. - Hasta el conserje del Ministerio vista más elegante que yo ahora mismo. - Miró a los lados, comprobando que no había nadie. - Y es ridículamente difícil de poner. - Y, por lo tanto, también de quitar, dejó implícito. Nada, nada, aquel atuendo era lo menos erótico del mundo, menos aún en comparación con el de Alice.
Desde luego que si pretendían ser discretos, no lo iban a lograr con los que acababan de aterrizar por allí, y todavía no había llegado Oly. No es como que pretendiera ser discreto a esas alturas, y se tuvo que reír a carcajadas con el disfraz de la Hufflepuff. - ¿Es que los muggles no comen patatas? Podemos decir que es una patata gigante y daría el pego igualmente. - Dijo entre risas, y entonces Poppy reparó en los disfraces a juego de los chicos. - ¿De qué vais vosotros? - Replicando la ficcioncita aprendida, se hizo con el tubo de plástico y clamó en un fingido tono entusiasmados. - ¡Somos los Cazafantasmas! - Poppy dibujó una expresión de exclamación, tras la cual preguntó confusa. - ¿Por qué ibais a querer cazar un fantasma? Pobrecitos. - Marcus bajó los hombros, frunciendo los labios, y señaló con un gesto de evidencia de las dos manos a su amiga, mirando a Theo. Pero el Hufflepuff pasó olímpicamente de él, estaba demasiado contento enseñándole a Darren todos los detalles "superbién conseguiditos", en palabras de su cuñado, que tenía su disfraz.
El drama de Ethan era para verlo. Intercambió una mirada cómplice con Alice. Era de esperarse que tendrían mucho de aquello cuando Aaron se fuera, pero siendo Ethan, tardaría en recuperarse lo que encontrara un entretenimiento nuevo. Se cruzó de brazos, mirándole cómico. - Preferiría no desvelar el secreto mágico esta noche en plena barriada muggle, así que aleja esas flechas de mí, o me veré obligado a usarlo. - Ya está el pecador este amenazando. - Le miró de arriba abajo. - Estás desaprovechado metido en ese saco tan feo. Pero me convierto en fantasma si lo que quieres es cazarme. - Marcus soltó un hondo suspiro. Cuándo aprendería a no darle alas a Ethan. Quejándose mentalmente estaba cuando le tambaleó por el fuerte beso en la mejilla, pero tuvo que reír. - Gracias. Os hacemos una demostración cuando qu... SÍ, YA SÉ CÓMO HA SONADO. No estéis así toda la noche, por Merlín os lo pido. - Recondujo en cuanto las risillas a su alrededor empezaron a asomar.
La aparición de Jackie fue para verla, y le hizo reír a carcajadas. - Es usted una novia muy guapa para estar muerta. - La otra hizo un gestito de la mano, haciéndose la ruborizada, pero si Marcus la conocía de algo le había encantado el piropo. Y ahora Theo le miraba con los ojos entrecerrados. Ah, esto sí que lo has escuchado, pensó con retintín. Escuchó atentamente a Darren... hasta que la entrada triunfal de Peter, cuyas pintas eran para verlas, eclipsó por completo a la de ninguno de los previos. Se inclinó hacia Alice. - Igual no estoy tan disconforme con mi disfrazas. - Porque entre Darren que no paraba de hacer bailecitos con el rabo largo que llevaba, las pintas de Peter señalando con la lycra todos los músculos de su cuerpo e... Ethan, casi que prefería ir con aquel mono y la mochila de plástico. Reconectó con lo que había contado Darren y asintió a todo, mirando a Alice con carilla traviesa. Si bien... no sabía hasta qué punto... lo de las películas esas de miedo... Marcus era asustón e impresionable, y las pelis le parecían... realistas. - Yo mientras no salga la de ese pobre hombre tirado en la playa... - Comentó, queriendo dárselas de entendido en cine muggle, alzando las palmas... Quedó fatal. - ¿Náufrago? - Preguntó Darren, confuso. - Esa no es de miedo. - Precisó Hillary, hirientemente monocorde. Marcus parpadeó. Luego miró a Alice. - ¿Insinúan que hay cosas que dan más miedo que eso? - Empezaba a plantearse si había sido buen plan.
Iban a echar a andar, cuando la aparición de alguien que se dirigió a ellos con MUY mala pinta, corriendo y gritando, y haciendo sonidos de vómito, les hizo gritar a todos en grupo. La chica se movía como a espasmos, y parecía querer atacarles, y daba vueltas como loca, y parecía haberse vomitado encima, y llevaba un camisón y... Vale, era Oly. - ¡Por Dios! ¡Qué susto, capulla! - Exclamó Hillary, con la mano en el pecho. Marcus se llevaría también la mano al suyo si no fuera porque el corazón se le había salido por la boca, así que no es como que sirviera de mucho. - Oly, por Dios, qué... ¿¿Por qué vas tan espantosa?? - ¡Porque es Halloweeeeeeeeeeeeeeen! - Abrió los brazos en cruz y dijo, bien contenta. - ¡Soy la hija del exorcizador! - La niña del exorcista, Oly. - Puntualizó quien apareció tras ella, también con un mono, pero escondida tras una careta. Se la levantó. Era Kyla y su enorme cara de hastío. - Prefiero no arriesgarme a que me reconozcan en medio de toda esta locura. - ¡Vamos, Ky! ¡Es superdiver! ¡Estamos en comunidad con los muggles hoy! - La otra suspiró. - Y por querer estar "en comunidad" como dice mi querida novia, me he documentado de los disfraces más aceptados entre los muggles, y me ha salido... esta cosa que, por algún motivo, inmediatamente llamó su atención. - Comentó, casi con tedio, señalando a Oly con una mano, quien cambió el peso de la cadera e hizo la señal de la victoria con los dedos, dando una imagen dantesca de niña contentísima pero con la cara prácticamente putrefacta. - Y... este tipo, que al parecer se dedicaba a matar gente con esta cosa que hace un ruido infernal en una película. - Y, al tirar de una cuerdecita del armatoste de plástico ensangrentado que llevaba, efectivamente, hizo un ruido que provocó que todos se echaran hacia atrás con desconfianza. Bueno, todos menos los nacidos de muggles, que se echaron a reír encantados. - Pues tanto La Matanza de Texas como El Exorcistas son dos buenos ejemplos de pelis que podemos encontrarnos en el restaurante. - ¿Que qué? - Preguntó Marcus, y la señaló. - ¿Que ESO sale en pantalla? - Movió el dedo de arriba abajo, barriendo a Kyla. - Dime que al menos no... mataba gente de verdad. - Marcus, las películas no son de verdad, cariño. Confía en mí. - Dijo Hillary, poniendo una mano en su hombro, pero sonaba más burlona que comprensiva. El maldito de Darren, que tenía ganas de fiesta esa noche, puso voz tenebrosa y dijo mirándole. - Algunas. - Y claro, solo tuvo que ver la cara de Marcus para estallar de la risa. - Desde luego, hijas... - Empezó Ethan, mirándolas a ambas con asco. - Que me vais a venir divinamente para recordar por qué soy gay. Vaya asquito de pintas. -
Desde luego que si pretendían ser discretos, no lo iban a lograr con los que acababan de aterrizar por allí, y todavía no había llegado Oly. No es como que pretendiera ser discreto a esas alturas, y se tuvo que reír a carcajadas con el disfraz de la Hufflepuff. - ¿Es que los muggles no comen patatas? Podemos decir que es una patata gigante y daría el pego igualmente. - Dijo entre risas, y entonces Poppy reparó en los disfraces a juego de los chicos. - ¿De qué vais vosotros? - Replicando la ficcioncita aprendida, se hizo con el tubo de plástico y clamó en un fingido tono entusiasmados. - ¡Somos los Cazafantasmas! - Poppy dibujó una expresión de exclamación, tras la cual preguntó confusa. - ¿Por qué ibais a querer cazar un fantasma? Pobrecitos. - Marcus bajó los hombros, frunciendo los labios, y señaló con un gesto de evidencia de las dos manos a su amiga, mirando a Theo. Pero el Hufflepuff pasó olímpicamente de él, estaba demasiado contento enseñándole a Darren todos los detalles "superbién conseguiditos", en palabras de su cuñado, que tenía su disfraz.
El drama de Ethan era para verlo. Intercambió una mirada cómplice con Alice. Era de esperarse que tendrían mucho de aquello cuando Aaron se fuera, pero siendo Ethan, tardaría en recuperarse lo que encontrara un entretenimiento nuevo. Se cruzó de brazos, mirándole cómico. - Preferiría no desvelar el secreto mágico esta noche en plena barriada muggle, así que aleja esas flechas de mí, o me veré obligado a usarlo. - Ya está el pecador este amenazando. - Le miró de arriba abajo. - Estás desaprovechado metido en ese saco tan feo. Pero me convierto en fantasma si lo que quieres es cazarme. - Marcus soltó un hondo suspiro. Cuándo aprendería a no darle alas a Ethan. Quejándose mentalmente estaba cuando le tambaleó por el fuerte beso en la mejilla, pero tuvo que reír. - Gracias. Os hacemos una demostración cuando qu... SÍ, YA SÉ CÓMO HA SONADO. No estéis así toda la noche, por Merlín os lo pido. - Recondujo en cuanto las risillas a su alrededor empezaron a asomar.
La aparición de Jackie fue para verla, y le hizo reír a carcajadas. - Es usted una novia muy guapa para estar muerta. - La otra hizo un gestito de la mano, haciéndose la ruborizada, pero si Marcus la conocía de algo le había encantado el piropo. Y ahora Theo le miraba con los ojos entrecerrados. Ah, esto sí que lo has escuchado, pensó con retintín. Escuchó atentamente a Darren... hasta que la entrada triunfal de Peter, cuyas pintas eran para verlas, eclipsó por completo a la de ninguno de los previos. Se inclinó hacia Alice. - Igual no estoy tan disconforme con mi disfrazas. - Porque entre Darren que no paraba de hacer bailecitos con el rabo largo que llevaba, las pintas de Peter señalando con la lycra todos los músculos de su cuerpo e... Ethan, casi que prefería ir con aquel mono y la mochila de plástico. Reconectó con lo que había contado Darren y asintió a todo, mirando a Alice con carilla traviesa. Si bien... no sabía hasta qué punto... lo de las películas esas de miedo... Marcus era asustón e impresionable, y las pelis le parecían... realistas. - Yo mientras no salga la de ese pobre hombre tirado en la playa... - Comentó, queriendo dárselas de entendido en cine muggle, alzando las palmas... Quedó fatal. - ¿Náufrago? - Preguntó Darren, confuso. - Esa no es de miedo. - Precisó Hillary, hirientemente monocorde. Marcus parpadeó. Luego miró a Alice. - ¿Insinúan que hay cosas que dan más miedo que eso? - Empezaba a plantearse si había sido buen plan.
Iban a echar a andar, cuando la aparición de alguien que se dirigió a ellos con MUY mala pinta, corriendo y gritando, y haciendo sonidos de vómito, les hizo gritar a todos en grupo. La chica se movía como a espasmos, y parecía querer atacarles, y daba vueltas como loca, y parecía haberse vomitado encima, y llevaba un camisón y... Vale, era Oly. - ¡Por Dios! ¡Qué susto, capulla! - Exclamó Hillary, con la mano en el pecho. Marcus se llevaría también la mano al suyo si no fuera porque el corazón se le había salido por la boca, así que no es como que sirviera de mucho. - Oly, por Dios, qué... ¿¿Por qué vas tan espantosa?? - ¡Porque es Halloweeeeeeeeeeeeeeen! - Abrió los brazos en cruz y dijo, bien contenta. - ¡Soy la hija del exorcizador! - La niña del exorcista, Oly. - Puntualizó quien apareció tras ella, también con un mono, pero escondida tras una careta. Se la levantó. Era Kyla y su enorme cara de hastío. - Prefiero no arriesgarme a que me reconozcan en medio de toda esta locura. - ¡Vamos, Ky! ¡Es superdiver! ¡Estamos en comunidad con los muggles hoy! - La otra suspiró. - Y por querer estar "en comunidad" como dice mi querida novia, me he documentado de los disfraces más aceptados entre los muggles, y me ha salido... esta cosa que, por algún motivo, inmediatamente llamó su atención. - Comentó, casi con tedio, señalando a Oly con una mano, quien cambió el peso de la cadera e hizo la señal de la victoria con los dedos, dando una imagen dantesca de niña contentísima pero con la cara prácticamente putrefacta. - Y... este tipo, que al parecer se dedicaba a matar gente con esta cosa que hace un ruido infernal en una película. - Y, al tirar de una cuerdecita del armatoste de plástico ensangrentado que llevaba, efectivamente, hizo un ruido que provocó que todos se echaran hacia atrás con desconfianza. Bueno, todos menos los nacidos de muggles, que se echaron a reír encantados. - Pues tanto La Matanza de Texas como El Exorcistas son dos buenos ejemplos de pelis que podemos encontrarnos en el restaurante. - ¿Que qué? - Preguntó Marcus, y la señaló. - ¿Que ESO sale en pantalla? - Movió el dedo de arriba abajo, barriendo a Kyla. - Dime que al menos no... mataba gente de verdad. - Marcus, las películas no son de verdad, cariño. Confía en mí. - Dijo Hillary, poniendo una mano en su hombro, pero sonaba más burlona que comprensiva. El maldito de Darren, que tenía ganas de fiesta esa noche, puso voz tenebrosa y dijo mirándole. - Algunas. - Y claro, solo tuvo que ver la cara de Marcus para estallar de la risa. - Desde luego, hijas... - Empezó Ethan, mirándolas a ambas con asco. - Que me vais a venir divinamente para recordar por qué soy gay. Vaya asquito de pintas. -
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
Le dio una carcajada con la afirmación de su novio y le tomó de las manos. — ¡Ay, que no! Que a mí me gusta, mi vida. — Alzó una ceja ante los comentarios de Marcus y ladeó la sonrisa ante lo del sombrero. Sí, en el Club de Duelo estábamos los dos pensando. — Se le puede hacer así… — Dijo echándoselo a la parte de atrás de la cabeza, más inclinado. — Para… Tener mejor visión, claro. — Y volvió a ladear la sonrisa cuando le dijo lo de difícil de poner. — Oh, no creo que para un alquimista de piedra que ha sido acusado de saltarse varios rangos, tuviera taaaaaaanto problema con la ropa… Algo inventaría… — Y dándole la mano, se acercaron a los demás, que luego se perdían y les acusaban de cosas.
Hubo muchas risas y piques con los disfraces de cada uno, y ya iba Alice un pelín tensa pensando en lo de las pelis de miedo, porque estaba viéndose venir el drama, cuando el terror les encontró a ellos. Al principio se agarró al brazo de Marcus cuando vio acercarse a Oly de esa guisa, porque no la reconoció, básicamente, pero más aún de ver a Kyla con la máscara esa… Ay, qué desagradables… desde luego que daban miedo. — Ky… ¿Por qué te dejas eso? — Preguntó ignorando el entusiasmo de Oly por no sé qué del exorcista. Su amiga señaló la máscara. — ¿Esto? Solo es una máscara, Gal. — Ya, pero es siniestra. No me gusta, me da la sensación de que no sé con quién voy. — Enganchada a tu cazafantasmas, sin duda, como un monito. — Se burló Sean. Pues no le gustaba, no señor, y no sabía porque a sus amigos sí que les gustaba tanto.
Y claro, como ella había predicho, las películas de miedo iban a darles problemas. No importaba cuánto le explicaran a Marcus que aquello no era real, él confiaba en sus sentidos al completo, y sus sentidos le estaban enseñando una imagen realista, así que él la iba a considerar verdad. Y como no le apetecía empezar la noche con sustos irreparables, se adelantó hasta Darren y dijo. — ¿Tú quieres hacer feliz a tu cuñadita y que tu cuñadito disfrute? — Él le hizo cosquillas con el rabo, que no lo dejaba quieto. — Pues claro. — Pues entonces busca un sitio para Marcus donde no se vean las películas y tratemos esto como una cena medianamente normal. — Darren pareció caer y asintió. — Eso está hecho, cuñadita. —
Justo entrando al edificio, y mientras Darren y Hillary gestionaban la reserva, Jackie se acercó hasta ella enganchándose al brazo y dijo. — Enhorabuena, pri. Estamos muy muy orgullosos de ti. — Ella la estrechó contra sí. — Gracias, hermosa novia cadáver. — Soltó el aire por la boca. — Es difícil creerme que ahora soy alquimista, pero ahora sí que puedo disfrutar de todo esto y… Sentirme bien por ello. — Pues claro que sí, os lo merecéis más que nadie. — ¿Tu hermano por qué no ha querido venir? — Jackie se encogió de hombros. — Está pelín sobrepasado con la mudanza, el piso nuevo y todo eso. — Alice entornó los ojos con incredulidad. — ¿André Gallia perdiéndose una fiesta nada más llegar a Londres? — Su prima volvió a encogerse de hombros. Demasiadas veces ya. — Si quieres vamos a verle antes de que os vayáis. — Ya veía ella como estaba sonando eso, pero no era noche para darle vueltas a cosas a las que no quería dárselas. — De momento, ayúdame a que Marcus no le eche un ojo a todo eso. — Dijo señalando a las pantallas de dentro. Definitivamente, mejor ahorrarse un infarto, y ella no pensaba mirarlas mucho.
Su mesa era circular y molaba un montón, porque tenía unos fantasmitas en medio que actuaban de lámparas. Lo malo era que la comida la tenían que traer personas, y eso enlentecía todo, pero no pasaba nada, porque estaban enfrascados en la conversación, aunque ésta a veces era caótica porque en los sitio muggles había MUCHA gente, casi como en el gran comedor o más. — ¡Bueno! Ya vale de recordarnos a nosotros que nos vamos a Irlanda, ¿qué vais a hacer los demás? — Dijo ella señalandoles con una salchicha que estaba envuelta y que imitaba a una momia y le hacía mucha gracia. Peter se estaba comiendo todo a dos carrillos, pero levantó la mano. — Yo tengo la primera convocatoria con los Montrose en dos semanas, nos vamos a Malta, y vienen todos: mis padres, mi hermano, Poppy, mis suegros, he invitado a los vecinos… — Alice se rio y se inclinó hacia su novio. — Bien, bien, cuando todos los O’Donnell-Lacey asedien los estadios no destacaremos tanto. — Yo tengo una prueba para una casa de modas en París en una semana. — Dijo Jackie de golpe. Ella se giró atónita. — ¡QUÉ ME DICES! — ¡JACKIE! ¡Nos vas a hacer los mejores trajes del mundo! Ya nos estoy viendo yéndonos de fiesta más divinas que nadie… — Saltó Hillary. Poppy levantó las manitas de la mandrágora. — ¡Ay, qué guay! ¿Y se va Theo contigo? — Ups, tema delicado, pensó Alice cogiendo un fantastmita de queso y partiéndolo para darle medio a su novio. — Nah, Pops, ya soy mejor en apariciones, de verdad. Iré mucho a verla a París, y diría que ella puede venir, pero mi casa es un pandemonio, yo creo que vamos a estar más a gusto en París. — Contestó el aludido, y Alice sonrió con cariño. Se alegraba tanto por los dos, porque lograran hacerlo funcionar… Le dio la mano discretamente a Marcus. Qué suerte tenía de poder estar junto a él. — AAAAAAAY POR MORGANA Y TODAS LAS GOLFAS MÁGICAS. — Soltó Ethan. — Yo necesito más vino para soportar tanto amor. ¡Garçon! ¡Hermoso! ¡Échate un poquito más por aquí! — Dijo tendiendo la copa a uno de los camareros. Luego pegó un trago a la copa y dijo. — Pues yo me largo también. — Hillary, que estaba a su lado, alzó una ceja. — ¿A dónde? — A Milán. — Ante las caras de sorpresa dijo. — Me han contratado en una firma de modelos mágicos… Y pienso probar suerte con los muggles. Así que ponte las pilas, putón francés. — Dijo señalando a Jackie. — Y no te atontes con Mattie que en nada me vas a tener que vestir. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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Ay, los retitos
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
Le venía bien que Alice se enganchara a él, porque era bastante más valiente... pero claro, si algo a Alice le daba miedo, entonces a Marcus le iba a dar mucha más mala espina, y se iba a retroalimentar, por lo que igual no era tan buena idea. Por suerte, en un momento determinado, Alice se fue con Darren, así que aprovechó para acercarse a Kyla... que sí que daba bastante repelús con aquella máscara. - ¿Huyendo de algo? - Hasta por debajo de la máscara estaba viendo la cara que le estaba poniendo. - Mira que me gustan las alabanzas... pero así, lo siento pero no puedo decirte que estés ni mucho menos favorecida. - Kyla no reaccionó. - Es espantosa. - O'Donnell, ya en muchos años juntos debías haberte dado cuenta que tus piropos no me condicionan lo más mínimo. - Eso era verdad, se tuvo que reír. Pero, a pesar de las quejas, Kyla suspiró y se quitó la máscara, llevándola en la mano hasta el restaurante. No te harán gracia pero oye, yo he conseguido mi propósito. Por supuesto que no era tan valiente como para decir eso en voz alta.
- ¿Qué tal por el Ministerio? - Esa cara de Kyla sí la vio. Ni siquiera le había mirado, continuaba caminando con expresión de profundo tedio y los ojos entornados. Marcus hizo una mueca. - Mejor dejamos el tema ¿no? - La otra suspiró. - Perdona, estoy... un poco irascible últimamente, sobre todo con eso. Más de lo normal, quiero decir, antes de que me lo digas tú. - No he dicho nada. - Dijo, alzando las palmas. - Mi función hoy se limita a cazar fantasmas malos. - Al menos había hecho reír a su antigua compañera. - Igual yo utilizo esta motosierra para matar a más de uno que me tiene un poquito cansada. - Mientras los conviertas en fantasmas que pueda cazar después, me parece bien. - Rieron ambos. Ella suspiró de nuevo y le dio una palmadita en el brazo. - Enhorabuena, alquimista. Ha llegado a las esferas del Ministerio que un tal O'Donnell se ha pasado el examen de Piedra y que había ciertos nombres en la comisión que le hubieran dado plata directamente. - ¿Eso dicen? - Preguntó, sin disimular el orgullo. - Gracias. - No dudé de ti ni un segundo, pero me ha gustado ver que los dejaste ciertamente impresionados. - Él sonrió con calidez y le dio un leve empujoncito hombro con hombro. - Llegará tu turno. Te lo aseguro. - Ella le devolvió una mirada agradecida, aunque triste. Las carreras en el Ministerio siempre eran cuesta arriba, pero él confiaba en su amiga como en poca gente. Lo iba a lograr.
Nada más entrar en el restaurante se quedó impactado en la puerta. Kyla frunció el ceño. - He de reconocer que mis estudios no incluyeron ver las películas. Lo vi innecesario... Hice bien. - Comentó un tanto asqueada. Luego le miró. - ¿Estás bien? - ¿Eh? - Respondió, aturdido. Estaba viendo más sangre de la que era capaz de procesar. Recuerda que es mentira, Marcus. - Claro, claro. - Dijo con una risilla visiblemente tensa. Kyla arqueó una ceja y fue a engancharse de su brazo, pero ya vino Alice. La chica sonrió. - Menos mal que te conocemos bien. - Pues sí, menos mal, porque fingir le iba a costar bastante en semejante ambiente. Caminó junto a Alice y entre todos, discretamente (si bien no era tonto y veía que estaba bastante hecho a posta) le colocaron de espaldas a las pantallas. No se pensaba quejar.
Y lo cierto era que la comida olía genial y tenía una pinta muy divertida que le hizo reír. Estaba dejando hablar más a su novia y él metía baza de vez en cuando, muy ocupado en probarlo todo. Sonrió a la anécdota de Peter. Estaba deseando ver a su hermano contar aquello mismo, y por supuesto ir con él, como la familia del chico iba a hacer. Ya lo resaltó su novia, de hecho, haciéndole reír. La noticia de Jackie fue más sorprendente. - ¿En serio? Enhorabuena, lo vas a petar. - Aseguró, convencido. La resolución de Theo la imaginaba por lo que había podido hablar con él. Sonrió. - Oye, pues tus hermanos son bastante simpáticos. - El otro le arqueó una ceja. - Les has conocido dos minutos y te han dado un sustazo y prácticamente no has podido ni abrir la boca porque no dejan ni pensar. - Bueno, pero es que ha sido un primer encuentro breve. Y el susto estaba medio justificado por ser Halloween. - No hablaría con tanta ligereza en otros casos, pero quería mantener a flote su teoría. - Además, sus apuntes muggles me vinieron muy bien para el examen, me inspiraron con lo del musgo. - No era cien por cien cierto, pero sí que le había echado un ojo y sacado ideas de ahí, siendo honestos.
Ethan no iba a tardar mucho en interrumpir, aunque esta vez fue para dar una noticia enorme. Abrió mucho los ojos. - Vaya. Enhorabuena, Ethan. - Modelo. Nunca había contado con ello como una salida profesional, Marcus siempre se iba a la erudición, pero lo cierto era que al chico le pegaba bastante ese mundo. Rieron todos, y Sean apuntó. - Eso, eso, nada de distraer a Theo, que me está ayudando mucho con el estudio. - Y a mí. - Añadió Andrew, y el resto les miraron. - Lo de las bibliotecas muggles es que es un filón para estudiar. - Corroboró Theo, mirándoles y riendo. Hillary estaba poniendo expresión orgullosa a pesar de estar fuera del trío de estudios. - Y como los tres vamos por ramas sanitarias... - ¿Vas a hacerte enfermero, Sean? - Preguntó Poppy, sorprendida y encantada, pero él negó. - Técnico de laboratorio, pero de la rama médica. Estoy aprovechando mis conocimientos en pociones, que había subestimado un poco viendo lo que hay. - Yo siempre te lo he dicho. No te das tu valor. - Comentó Hillary. Mira, en eso estaban de acuerdo, Sean se daba poco valor a sí mismo, y era muy listo. El chico se encogió de hombros y siguió. - Theo y Andrew, entre lo de sanador mental de uno y lo de fisioterapeuta del otro, van y vienen bastante de San Mungo y se codean mucho con el área sanitaria... y me gusta, la verdad. Me siento cómodo allí. He podido ver el laboratorio por dentro y mola un montón. Creo que sería un buen trabajo. Por ahora estoy simplemente formándome, y quedamos para estudiar de vez en cuando. Está bien. - Ya veo de dónde salió la ideíta del disfraz en grupo. - Dijo Marcus, señalándoles, riendo todos con ello. Andrew miró a Alice y le dijo. - Así que ya sabes, futura enfermera. Cuando quieras empezar, aquí tienes un buen grupito de estudio. - Marcus sonrió. Sí que sería un ambiente genial para Alice... Aunque entre lo de Irlanda y la estancia en el extranjero...
- ¡Yo tengo un huerto! - Clamó Oly, bien contenta. Todos aguantaron risillas. - Enhorabuena. - A ver, me explico, que dicho así ha sonado como rarillo. - Precisó. - Sigo investigando honguitos y plantitas y cositas. - Cuidado con lo que te fumas, niña exorcizada. Aunque desde luego que tenemos dónde elegir para curarte, tanto si te envenenas como si te vuelves tarumba. - Dijo Ethan, que volvió a alzar la copa hacia el camarero para que se la rellenara y... vaya miradita se habían echado el uno al otro, hasta Marcus se había dado cuenta. La otra siguió a lo suyo. - Es que me gustan un montón y me relajan, y bueno, ahora mismo no tengo muy muy claro a qué dedicarme, así que... estoy investigando de eso y... ya me vendrá la inspiración. - Oly y sus "venidas", Marcus sabía de eso desde que la conoció. De repente, les plantaron una jarra con un ojo flotando dentro que le hizo poner expresión asqueada. - ¡Oh, por favor, dime que es sangría! - Dijo Hillary, sirviéndose un poco y bebiendo, bajo la mirada de los demás. Paladeó. Luego dijo. - No, solo es granadina con... algo que lleve alcohol. - ¡Uh! ¡Pasa ese ojo! - Se abalanzó Ethan rápidamente. Andrew señaló a Hills. - Yo probé eso en España. Está buenísimo. - Me lo apunto. - Pero también lleva alcohol. - Vaya. - Le había durado poco a Marcus el entusiasmo, pero su declinación provocó bastantes risas. - Oye, que te vas a Irlanda. Mejor que te vayas acostumbrando al alcohol. - Voy a investigar como el buen alquimista que ya oficialmente soy. - YAAAAAAAAA YA YA. - Corearon varios, riéndose, mientras seguían degustando esa cena.
- ¿Qué tal por el Ministerio? - Esa cara de Kyla sí la vio. Ni siquiera le había mirado, continuaba caminando con expresión de profundo tedio y los ojos entornados. Marcus hizo una mueca. - Mejor dejamos el tema ¿no? - La otra suspiró. - Perdona, estoy... un poco irascible últimamente, sobre todo con eso. Más de lo normal, quiero decir, antes de que me lo digas tú. - No he dicho nada. - Dijo, alzando las palmas. - Mi función hoy se limita a cazar fantasmas malos. - Al menos había hecho reír a su antigua compañera. - Igual yo utilizo esta motosierra para matar a más de uno que me tiene un poquito cansada. - Mientras los conviertas en fantasmas que pueda cazar después, me parece bien. - Rieron ambos. Ella suspiró de nuevo y le dio una palmadita en el brazo. - Enhorabuena, alquimista. Ha llegado a las esferas del Ministerio que un tal O'Donnell se ha pasado el examen de Piedra y que había ciertos nombres en la comisión que le hubieran dado plata directamente. - ¿Eso dicen? - Preguntó, sin disimular el orgullo. - Gracias. - No dudé de ti ni un segundo, pero me ha gustado ver que los dejaste ciertamente impresionados. - Él sonrió con calidez y le dio un leve empujoncito hombro con hombro. - Llegará tu turno. Te lo aseguro. - Ella le devolvió una mirada agradecida, aunque triste. Las carreras en el Ministerio siempre eran cuesta arriba, pero él confiaba en su amiga como en poca gente. Lo iba a lograr.
Nada más entrar en el restaurante se quedó impactado en la puerta. Kyla frunció el ceño. - He de reconocer que mis estudios no incluyeron ver las películas. Lo vi innecesario... Hice bien. - Comentó un tanto asqueada. Luego le miró. - ¿Estás bien? - ¿Eh? - Respondió, aturdido. Estaba viendo más sangre de la que era capaz de procesar. Recuerda que es mentira, Marcus. - Claro, claro. - Dijo con una risilla visiblemente tensa. Kyla arqueó una ceja y fue a engancharse de su brazo, pero ya vino Alice. La chica sonrió. - Menos mal que te conocemos bien. - Pues sí, menos mal, porque fingir le iba a costar bastante en semejante ambiente. Caminó junto a Alice y entre todos, discretamente (si bien no era tonto y veía que estaba bastante hecho a posta) le colocaron de espaldas a las pantallas. No se pensaba quejar.
Y lo cierto era que la comida olía genial y tenía una pinta muy divertida que le hizo reír. Estaba dejando hablar más a su novia y él metía baza de vez en cuando, muy ocupado en probarlo todo. Sonrió a la anécdota de Peter. Estaba deseando ver a su hermano contar aquello mismo, y por supuesto ir con él, como la familia del chico iba a hacer. Ya lo resaltó su novia, de hecho, haciéndole reír. La noticia de Jackie fue más sorprendente. - ¿En serio? Enhorabuena, lo vas a petar. - Aseguró, convencido. La resolución de Theo la imaginaba por lo que había podido hablar con él. Sonrió. - Oye, pues tus hermanos son bastante simpáticos. - El otro le arqueó una ceja. - Les has conocido dos minutos y te han dado un sustazo y prácticamente no has podido ni abrir la boca porque no dejan ni pensar. - Bueno, pero es que ha sido un primer encuentro breve. Y el susto estaba medio justificado por ser Halloween. - No hablaría con tanta ligereza en otros casos, pero quería mantener a flote su teoría. - Además, sus apuntes muggles me vinieron muy bien para el examen, me inspiraron con lo del musgo. - No era cien por cien cierto, pero sí que le había echado un ojo y sacado ideas de ahí, siendo honestos.
Ethan no iba a tardar mucho en interrumpir, aunque esta vez fue para dar una noticia enorme. Abrió mucho los ojos. - Vaya. Enhorabuena, Ethan. - Modelo. Nunca había contado con ello como una salida profesional, Marcus siempre se iba a la erudición, pero lo cierto era que al chico le pegaba bastante ese mundo. Rieron todos, y Sean apuntó. - Eso, eso, nada de distraer a Theo, que me está ayudando mucho con el estudio. - Y a mí. - Añadió Andrew, y el resto les miraron. - Lo de las bibliotecas muggles es que es un filón para estudiar. - Corroboró Theo, mirándoles y riendo. Hillary estaba poniendo expresión orgullosa a pesar de estar fuera del trío de estudios. - Y como los tres vamos por ramas sanitarias... - ¿Vas a hacerte enfermero, Sean? - Preguntó Poppy, sorprendida y encantada, pero él negó. - Técnico de laboratorio, pero de la rama médica. Estoy aprovechando mis conocimientos en pociones, que había subestimado un poco viendo lo que hay. - Yo siempre te lo he dicho. No te das tu valor. - Comentó Hillary. Mira, en eso estaban de acuerdo, Sean se daba poco valor a sí mismo, y era muy listo. El chico se encogió de hombros y siguió. - Theo y Andrew, entre lo de sanador mental de uno y lo de fisioterapeuta del otro, van y vienen bastante de San Mungo y se codean mucho con el área sanitaria... y me gusta, la verdad. Me siento cómodo allí. He podido ver el laboratorio por dentro y mola un montón. Creo que sería un buen trabajo. Por ahora estoy simplemente formándome, y quedamos para estudiar de vez en cuando. Está bien. - Ya veo de dónde salió la ideíta del disfraz en grupo. - Dijo Marcus, señalándoles, riendo todos con ello. Andrew miró a Alice y le dijo. - Así que ya sabes, futura enfermera. Cuando quieras empezar, aquí tienes un buen grupito de estudio. - Marcus sonrió. Sí que sería un ambiente genial para Alice... Aunque entre lo de Irlanda y la estancia en el extranjero...
- ¡Yo tengo un huerto! - Clamó Oly, bien contenta. Todos aguantaron risillas. - Enhorabuena. - A ver, me explico, que dicho así ha sonado como rarillo. - Precisó. - Sigo investigando honguitos y plantitas y cositas. - Cuidado con lo que te fumas, niña exorcizada. Aunque desde luego que tenemos dónde elegir para curarte, tanto si te envenenas como si te vuelves tarumba. - Dijo Ethan, que volvió a alzar la copa hacia el camarero para que se la rellenara y... vaya miradita se habían echado el uno al otro, hasta Marcus se había dado cuenta. La otra siguió a lo suyo. - Es que me gustan un montón y me relajan, y bueno, ahora mismo no tengo muy muy claro a qué dedicarme, así que... estoy investigando de eso y... ya me vendrá la inspiración. - Oly y sus "venidas", Marcus sabía de eso desde que la conoció. De repente, les plantaron una jarra con un ojo flotando dentro que le hizo poner expresión asqueada. - ¡Oh, por favor, dime que es sangría! - Dijo Hillary, sirviéndose un poco y bebiendo, bajo la mirada de los demás. Paladeó. Luego dijo. - No, solo es granadina con... algo que lleve alcohol. - ¡Uh! ¡Pasa ese ojo! - Se abalanzó Ethan rápidamente. Andrew señaló a Hills. - Yo probé eso en España. Está buenísimo. - Me lo apunto. - Pero también lleva alcohol. - Vaya. - Le había durado poco a Marcus el entusiasmo, pero su declinación provocó bastantes risas. - Oye, que te vas a Irlanda. Mejor que te vayas acostumbrando al alcohol. - Voy a investigar como el buen alquimista que ya oficialmente soy. - YAAAAAAAAA YA YA. - Corearon varios, riéndose, mientras seguían degustando esa cena.
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
Bueno, estaban salvando la situación de las películas de terror, pero vaya panorama. Reconoció al tío de la máscara, amén de unas escenas bastante desagradables de una chica casi siendo ahogada en la bañera por uno que parecía que llevaba uniforme de Drumstrang, unas gemelas en una pasillo lleno de sangre y la niña de la que Oly iba disfrazada. Esa última sí le causó curiosidad, aparte del espectáculo grotesco, así que se inclinó hacia Hillary y susurró. — Algún fin de semana igual me puedo venir de Irlanda, voy a Gales y me pones la peli de la niña esa, que he visto varios sacerdotes y una tabla de ouija y parece interesante. — Su amiga rio. — Y me lo dices en voz baja porque sabes que tu amado novio se muere de miedo solo de pensar que veas la peli. — Ella chasqueó la lengua. — No, mujer… Pero ya sabes que es que no entiende bien la tele, no te metas con él. — Quitando eso, era todo bastante sangriento y oscuro, y no veía muchas brujas, a excepción de tres, que tenían un caldero humeante, una casa bastante mágica, escobas y un gato negro, y no parecía desagradable, esa sí que la podrían ver con Marcus.
Escuchó y sonrió a sus amigos. No había abandonado su sueño de ser enfermera para nada, solo tenía que llegar a alquimista de acero y en algún punto antes esperaba empezar con la enfermería, claro… Pero se le iba a alargar. Y se alegraba por ellos, obviamente, pero se veía tan fuera de aquella dinámica. En momentos como ese entendía al joven abuelo Lawrence cuando decía que la alquimia era solitaria y te aislaba de los demás. Ellos hablaban de bibliotecas, de los que estudiaban libremente, mientras que ellos solo podían hacer lo suyo en un laboratorio, potencialmente peligrosos, así que no podía pedirle a un amigo cualquiera que viniera a echarte una mano, por no hablar del componente secreto de todo lo que hacían… ahora as iban a Irlanda, y se iban porque, en el fondo, sabían que aquello primeros años estar en Irlanda iba a ser estar igual de lejos que encerrados en el taller. Pero esa noche lo que quería era divertirse y quitarse la sensación de adultez temprana a base de descubrir cosas nuevas, y eso pensaba hacer. — Vais a arrepentiros de proponerme el grupito de estudio. Yo no soy Theo, yo llego y os pongo firmes en un momento. — Dijo tirándoles un caramelito a Sean y Andrew.
Desde luego, si uno quería sentirse joven y despreocupado, nada como escuchar a Oly y reírse con los comentarios de sus amigos. Alice hizo un gesto con la mano a su novio para que le diera a probar. — Yo también soy alquimista, te identifico una buena transmutación a distancia. — Dijo dando un traguito. Uy sí que sabía a granadina, le gustaba. — Menuda excusita tiene ahora el matrimonio O’Donnell. Otras tenemos más cara. ¡Oye, encanto! Un poquito más por aquí. — Llamó de nuevo Ethan al camarero, ante la mirada atónita de Alice. — Yo al menos admito cuando lo estoy haciendo por meterme en la cama de alguien. — Y le guiñó un ojo a su novio, al menos le pondría nervioso. No pudo seguir porque ya estaba el maestro de ceremonias reuniéndoles de nuevo.— ¡A ver chiquis! ¡Concentración que llega la actividad de los túneles del metro! — Pero entonces ya no hay trenes circulando. — Dijo Sean, claramente para asegurarse. — Noooo, es solo una estación y unas vías que ya no se usan, pero que las han montado de tal forma que sea un laberinto y tenemos que usar nuestras habilidades para llegar al final. Sois todos muy listos, no vamos a tener problemita, y si no hago así — Darren levantó el tridente al cielo — e invoco la inteligencia del demonio. — Tío, si eres un demonio, ¿no será hacia el suelo? — Preguntó Andrew, lo que hizo reír a su cuñado. — ¡Ay, es verdad! Si es que no sé ser malito. — Ella le rodeó los hombros entre risas. — No, desde luego que no. — Y se dirigieron hacia una entrada que, efectivamente, parecía del metro, pero estaba dentro del propio edificio.
En cuanto empezaron a bajar, notó que la estación era muy diferente a lo que ella conocía, y una voz empezó a narrar, desde alguna parte. — ¿Creéis que habéis hecho un viaje en el tiempo? No, aún no nos es posible, pero sí hemos podido recuperar la estación de Wood Lane, cerrada en 1954, e imaginarnos cómo sería la vida en aquello convulsos años en Londres. — De repente, todo se oscureció y empezaron a sonar sirenas y explosiones. — Los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial cambió la percepción del metro como lo conocemos, y muchos tuvieron que recurrir a él para refugiarse. — Mira, ves tú, eso sí que le daba miedo a Alice. Bombas cayendo del cielo, vaya locura. Oía hablar a sus abuelos de la guerra y se le ponían los pelos absolutamente de punta, y solo de imaginarse ese pandemonio de ruidos y miedo, le daban ganas de esconderse y no salir jamás. Terminaron de bajar las escaleras hasta lo que sería una vía, donde había una pantalla. — ¿Ves? Si pasara un tren no podrían poner una pantalla aquí en medio. — Dijo Hillary, tranquilizadora, a Sean. Claramente su amigo creía que iba a morir arrollado. En la pantalla había un señor disfrazado con un uniforme y la cara pintada a la mitad como una calavera. — La gente se vio obligada a surcar los túneles del metro a oscuras cuando los bombardeos bloqueaban las salidas… ¿Seréis capaces vosotros? — Y señaló en dirección al túnel. A ver… A oscuras oscuras no estaba… Y todo tenía un aire como… — ¡Es temático de la Segunda Guerra Mundial! ¡Cómo mola! — Exclamó Hillary. Darren les hizo un gesto para ir entrando, mientras saltaba a las vías. — ¡Venga los Raven delante, resolviendo! — ¡HALA QUE GUAPO! ¿POR QUÉ LAS LUCES SON MORADAS? — Vociferó Peter, entrando con las patitas rebotando a sus lados, sin esperar a nadie. Kyla suspiró y salió detrás de él. — ¿De verdad creíais que habiendo un Gryffindor no iba a ir el primero? — Los demás les siguieron entre risas, y Alice le dio la mano a su novio. — Mira, un acertijo de los que nos gustan. A demostrar que por algo somos alquimistas. —
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
Hubiera protestado por lo de la excusa de los alquimistas para probar el alcohol si su novia no hubiera hecho semejante dejada de evidencia pública, que hizo que la mirara con la mandíbula descolgada y ojos inquisitivos. Al menos el tema se desvió solo, pero vaya ideítas daba su chica a semejante grupo, que no dudaba un segundo en usarlas... aunque el guiñito le hizo sonreír levemente. No, si es que se lo llevaba a su terreno como quería.
Atendió a Darren, y lo de los túneles con acertijos le gustó, y su "invocación de inteligencia" le hizo reír. Pero justo Peter dijo. - ¡Mira, Oly, esa eres tú! - Señalando a uno de los televisores, y Marcus, curioso e inocente, miró... Y hubiera preferido no mirar. Apartó la mirada y dio un exagerado escalofrío. A ver si pudiera no tener a Oly demasiado cerca a lo largo de la noche... Siendo Oly, iba a estar difícil, pero bueno. Se acercó a Darren con pasitos de cangrejo. - No es de miedo ¿no? Es decir... las pruebas no están... en teles con películas y eso. - El chico le acarició el hombro. - Tranqui, cuñadito, solo son acertijos. Te va a gustar. - Bueno, confiaría en él. Esperaba que no le estuviera engañando, no tenía ninguna gana de enfrentarse a la viudez prematura de Lex.
Ya solo la voz que sonó por ahí le hizo dar un respingo en su sitio. Alzó las palmas al lado de su novia, antes de que nadie le preguntara, y le confesó a ella. - Estoy bien. Estas cosas me ponen un poco tenso, pero estoy bien. - Se aclaró la garganta y volvió a la pose que le había enseñado Theo con el tubo de plástico. - Soy un cazafantasma. - Lo que quiera que fuera eso, pero por sentirse bajo la seguridad de un título. Al menos nadie estaba pendiente de su posible miedo, sino de la voz en off, que él también se puso a atender. Se aguantó una carcajada para sí mismo con lo de que no eran posibles los viajes en el tiempo. Díselo al Marcus de catorce años, le va a venir bien la información, pensó, y en su pensamiento estaba cuando volvió a sobresaltarse por oscuridad y ruidos. Prometía la noche. Si él pasaba miedo hasta en la fiesta de Halloween de Hogwarts, de verdad, ¿quién le mandaba irse de fiesta a la zona muggle, con lo inexplorado que era eso para él, precisamente en la noche de más miedo del año?
Pero como sus amigos y su novia parecían muy metidos en la historia y confiados de que todo era una inocente recreación, se dejó llevar (un poco). La pregunta del señor con la cara pintada que les hablaba desde la pantalla (y luego decían que todo lo que salía ahí era mentira, pues ese les estaba hablando a ellos) le hizo contestar mentalmente no, pero claramente fue el único. Parpadeó, mirando a Hillary. Mis abuelos tendrían una opinión muy diferente, pensó a lo de que molaba la recreación de la Segunda Guerra Mundial. Suspiró para sí y miró a Alice. Ella parecía contenta, así que... Eso sí, abrió los ojos como platos mirando a Darren. ¿Cómo que ellos delante? Al menos Kyla dijo lo que él estaba pensando. Añadió, irónico. - Y el de los podercitos de listito del diablito también podría ponerse delante. - Darren se limitó a reírse, pero nada de pasar delante. Rodó los ojos, pero atendió a Alice cuando le habló. - ¿Sabes qué es lo que más necesita un alquimista? Concentración. - Miró a su alrededor. - Y este entorno no la favorece mucho... - Entre la oscuridad, las televisiones, las voces de ninguna parte, sus amigos gritando y los sonidos de sirena y bombas, como para concentrarse.
Pero no les quedaría de otra. - ¿ESTO QUE...? - ¡¡NO TOQUES NADA!! - Parapetó Hillary a Peter justo cuando iba a tirar de una palanca. - No podemos tocar si no sabemos qué tenemos que hacer. Hay que ir resolviendo los puzles primero. - Allí pone "apertura". - Dijo Marcus, tranquilo, señalando una runa en la pared. Los demás ni la habían visto. - Es verdad... - ¿Los muggles saben de runas? - Preguntó con asombro Andrew. Theo se encogió de hombros. - Probablemente hayan usado algún traductor de internet. - Y allí está repetido. - Irrumpió Sean, señalando una palanca diferente a la que había querido usar Peter. Hillary, tras pensárselo unos segundos, fue directa y, sin preguntar a nadie, tiró. Se escuchó un sonido de cerrojo abriéndose un tanto mecánico. - Podéis continuar. - Dijo la voz. Marcus, Sean y Hillary sonrieron con satisfacción. Sí que estaba para Ravenclaws aquello.
Había un túnel un tanto largo y laberíntico detrás, pero que les llevó a una sala plagada de cosas. Las puertas se cerraron tras ellos. - Tenéis diez minutos para encontrar la clave que abra la siguiente puerta. - ¿O qué? - Preguntó Marcus inmediatamente. Porque cuando uno daba un límite de tiempo, iba seguido de una consecuencia. Kyla suspiró. - Tranquilo, dudo que nos maten. - Y empezó a investigar. - Esto son... pistas muy desordenadas. - Y lo que hay que meter es una secuencia numérica. - Señaló Poppy un teclado junto a la puerta. Ethan suspiró fuertemente. - ¿Por esto me habéis separado del camarero guapetón? - Miró a Darren. - Sabía que algún día te vengarías. - ¡PRUEBA CON 1234! - Clamó Peter, y allá que iba a poner el dedo, pero Poppy le dio un golpecito en la mano. - ¡Peter! Hay que buscar el correcto. - A ver, pero habrá que ir probando ¿no? Puede ser CUALQUIEEEERA, y tenemos poquísimo tiempo. - Por eso mismo. - Pero Ky dice que no va a pasar nada. - Probablemente empiecen a sonar sirenas como las de antes hasta que nos quedemos sordos. - Especificó la chica, que rebuscaba. - Así que vamos a mirar. - Yo digo. - Aportó Oly. Otra que no estaba haciendo nada, solo dando palos de ciego. - Que puede ser... mmm... Me llega, me llega... 3... 8... - Oly, vamos a buscar. - Recondujo Kyla otra vez. Marcus, concentrado, miraba a todas partes. Pero sobre todo tenía los ojos clavados en un objeto en la habitación. Mientras todos buscan números, se hizo con él.
- ¡¡Aquí hay algo!! - Clamó Darren, dándole la vuelta a un alfil de ajedrez que había sobre un tablero. - ¡Un 2! - Perfecto, tenemos un número. - Señaló Hillary. - Pero nos faltan otros tres, y no sabemos ese en qué posición va. - Todos rebuscaban, pero Marcus, en silencio, le daba vueltas al objeto en sus manos. Parecía... como una mirilla. Se lo llevó al ojo y arqueó las cejas. Todo tenía una especie de filtro verde cuando lo mirabas a través de él. Nunca había visto algo así, pero conocía hechizos parecidos. Tenía que haber algo en alguna pared. - Debería haber cuatro alfiles, no dos. - Señaló Sean. Luego se giró y señaló un marco colgado en la pared que parecía roto. - Y eso debería tener cuatro lados, y solo tiene tres, le falta uno. - Hillary se acercó y, dándole la vuelta, descubrió otro número pintado. - ¡3! ¡Tenemos otro! - Y, ante la clave, la gente empezó como loca a buscar los números faltantes. No tardaron en ser localizados. - ¡Las tijeras! Solo tienen un aspa. ¡El 1! - Solo nos queda un número. - ¡Aquí! ¡Debajo de la mesa! Tiene cinco patas en vez de cuatro. ¡5! - Y aquí está el orden. - Intervino Marcus, antes de que preguntara. Al apuntar con la mirilla hacia la puerta, vio los dibujos grabados en ella: Un cuadro, unas tijeras, una mesa y un alfil. - La combinación es 3152. - Poppy tecleó, obediente, y el sonido de apertura de la puerta les dio paso a la siguiente sale. - Podéis continuar. - Oly saltó en su sitio y señaló a Kyla. - ¿Ves? Yo sabía que empezaba por 3. -
Atendió a Darren, y lo de los túneles con acertijos le gustó, y su "invocación de inteligencia" le hizo reír. Pero justo Peter dijo. - ¡Mira, Oly, esa eres tú! - Señalando a uno de los televisores, y Marcus, curioso e inocente, miró... Y hubiera preferido no mirar. Apartó la mirada y dio un exagerado escalofrío. A ver si pudiera no tener a Oly demasiado cerca a lo largo de la noche... Siendo Oly, iba a estar difícil, pero bueno. Se acercó a Darren con pasitos de cangrejo. - No es de miedo ¿no? Es decir... las pruebas no están... en teles con películas y eso. - El chico le acarició el hombro. - Tranqui, cuñadito, solo son acertijos. Te va a gustar. - Bueno, confiaría en él. Esperaba que no le estuviera engañando, no tenía ninguna gana de enfrentarse a la viudez prematura de Lex.
Ya solo la voz que sonó por ahí le hizo dar un respingo en su sitio. Alzó las palmas al lado de su novia, antes de que nadie le preguntara, y le confesó a ella. - Estoy bien. Estas cosas me ponen un poco tenso, pero estoy bien. - Se aclaró la garganta y volvió a la pose que le había enseñado Theo con el tubo de plástico. - Soy un cazafantasma. - Lo que quiera que fuera eso, pero por sentirse bajo la seguridad de un título. Al menos nadie estaba pendiente de su posible miedo, sino de la voz en off, que él también se puso a atender. Se aguantó una carcajada para sí mismo con lo de que no eran posibles los viajes en el tiempo. Díselo al Marcus de catorce años, le va a venir bien la información, pensó, y en su pensamiento estaba cuando volvió a sobresaltarse por oscuridad y ruidos. Prometía la noche. Si él pasaba miedo hasta en la fiesta de Halloween de Hogwarts, de verdad, ¿quién le mandaba irse de fiesta a la zona muggle, con lo inexplorado que era eso para él, precisamente en la noche de más miedo del año?
Pero como sus amigos y su novia parecían muy metidos en la historia y confiados de que todo era una inocente recreación, se dejó llevar (un poco). La pregunta del señor con la cara pintada que les hablaba desde la pantalla (y luego decían que todo lo que salía ahí era mentira, pues ese les estaba hablando a ellos) le hizo contestar mentalmente no, pero claramente fue el único. Parpadeó, mirando a Hillary. Mis abuelos tendrían una opinión muy diferente, pensó a lo de que molaba la recreación de la Segunda Guerra Mundial. Suspiró para sí y miró a Alice. Ella parecía contenta, así que... Eso sí, abrió los ojos como platos mirando a Darren. ¿Cómo que ellos delante? Al menos Kyla dijo lo que él estaba pensando. Añadió, irónico. - Y el de los podercitos de listito del diablito también podría ponerse delante. - Darren se limitó a reírse, pero nada de pasar delante. Rodó los ojos, pero atendió a Alice cuando le habló. - ¿Sabes qué es lo que más necesita un alquimista? Concentración. - Miró a su alrededor. - Y este entorno no la favorece mucho... - Entre la oscuridad, las televisiones, las voces de ninguna parte, sus amigos gritando y los sonidos de sirena y bombas, como para concentrarse.
Pero no les quedaría de otra. - ¿ESTO QUE...? - ¡¡NO TOQUES NADA!! - Parapetó Hillary a Peter justo cuando iba a tirar de una palanca. - No podemos tocar si no sabemos qué tenemos que hacer. Hay que ir resolviendo los puzles primero. - Allí pone "apertura". - Dijo Marcus, tranquilo, señalando una runa en la pared. Los demás ni la habían visto. - Es verdad... - ¿Los muggles saben de runas? - Preguntó con asombro Andrew. Theo se encogió de hombros. - Probablemente hayan usado algún traductor de internet. - Y allí está repetido. - Irrumpió Sean, señalando una palanca diferente a la que había querido usar Peter. Hillary, tras pensárselo unos segundos, fue directa y, sin preguntar a nadie, tiró. Se escuchó un sonido de cerrojo abriéndose un tanto mecánico. - Podéis continuar. - Dijo la voz. Marcus, Sean y Hillary sonrieron con satisfacción. Sí que estaba para Ravenclaws aquello.
Había un túnel un tanto largo y laberíntico detrás, pero que les llevó a una sala plagada de cosas. Las puertas se cerraron tras ellos. - Tenéis diez minutos para encontrar la clave que abra la siguiente puerta. - ¿O qué? - Preguntó Marcus inmediatamente. Porque cuando uno daba un límite de tiempo, iba seguido de una consecuencia. Kyla suspiró. - Tranquilo, dudo que nos maten. - Y empezó a investigar. - Esto son... pistas muy desordenadas. - Y lo que hay que meter es una secuencia numérica. - Señaló Poppy un teclado junto a la puerta. Ethan suspiró fuertemente. - ¿Por esto me habéis separado del camarero guapetón? - Miró a Darren. - Sabía que algún día te vengarías. - ¡PRUEBA CON 1234! - Clamó Peter, y allá que iba a poner el dedo, pero Poppy le dio un golpecito en la mano. - ¡Peter! Hay que buscar el correcto. - A ver, pero habrá que ir probando ¿no? Puede ser CUALQUIEEEERA, y tenemos poquísimo tiempo. - Por eso mismo. - Pero Ky dice que no va a pasar nada. - Probablemente empiecen a sonar sirenas como las de antes hasta que nos quedemos sordos. - Especificó la chica, que rebuscaba. - Así que vamos a mirar. - Yo digo. - Aportó Oly. Otra que no estaba haciendo nada, solo dando palos de ciego. - Que puede ser... mmm... Me llega, me llega... 3... 8... - Oly, vamos a buscar. - Recondujo Kyla otra vez. Marcus, concentrado, miraba a todas partes. Pero sobre todo tenía los ojos clavados en un objeto en la habitación. Mientras todos buscan números, se hizo con él.
- ¡¡Aquí hay algo!! - Clamó Darren, dándole la vuelta a un alfil de ajedrez que había sobre un tablero. - ¡Un 2! - Perfecto, tenemos un número. - Señaló Hillary. - Pero nos faltan otros tres, y no sabemos ese en qué posición va. - Todos rebuscaban, pero Marcus, en silencio, le daba vueltas al objeto en sus manos. Parecía... como una mirilla. Se lo llevó al ojo y arqueó las cejas. Todo tenía una especie de filtro verde cuando lo mirabas a través de él. Nunca había visto algo así, pero conocía hechizos parecidos. Tenía que haber algo en alguna pared. - Debería haber cuatro alfiles, no dos. - Señaló Sean. Luego se giró y señaló un marco colgado en la pared que parecía roto. - Y eso debería tener cuatro lados, y solo tiene tres, le falta uno. - Hillary se acercó y, dándole la vuelta, descubrió otro número pintado. - ¡3! ¡Tenemos otro! - Y, ante la clave, la gente empezó como loca a buscar los números faltantes. No tardaron en ser localizados. - ¡Las tijeras! Solo tienen un aspa. ¡El 1! - Solo nos queda un número. - ¡Aquí! ¡Debajo de la mesa! Tiene cinco patas en vez de cuatro. ¡5! - Y aquí está el orden. - Intervino Marcus, antes de que preguntara. Al apuntar con la mirilla hacia la puerta, vio los dibujos grabados en ella: Un cuadro, unas tijeras, una mesa y un alfil. - La combinación es 3152. - Poppy tecleó, obediente, y el sonido de apertura de la puerta les dio paso a la siguiente sale. - Podéis continuar. - Oly saltó en su sitio y señaló a Kyla. - ¿Ves? Yo sabía que empezaba por 3. -
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
Alice había entrado en modo concentración y averiguación, ella enseguida se metía en esos modos. Su novio, eso sí, se metía todavía más deprisa, y en menos de lo que podía darse cuenta, había resuelto lo que ninguno haba sospechado, aunque Alice estaba segura de que los muggles no tenían ni idea de lo que habían estado poniendo realmente. — ¡Muy bien, mi amor! ¿Ves? Sabía yo que esto se te iba a dar bien, si no hay quien te supere con los acertijos. — De verdad, es que le encantaba que su novio le pareciera más listo cada día.
El tema con el código numérico era tenso y, si bien ya se imaginaba que no los iban a matar, ella también se preguntaba el qué de tanta premura, mientras Oly intentaba invocar los números a su manera. Lo bueno de ser tantas mentes es que lo resolvieron enseguida, pero lo más gracioso era que… — Oye, no solo has acertado el tres. Cinco, más dos, más uno es ocho. — La chica puso expresión de perrillo callejero con una sonrisa triste. — Ya… Si es que no me creen, Gal, pero a mí me vienen cosas, y no me suelo equivocar. — Nena, si lo que te has metido hoy te hacía aritmántica, habérmelo prestado. — Dijo Ethan pasando por su lado mientras todos entraban a la siguiente sala.
Ahora estaban en una especie de despacho, muy feo y con cosas militares, según le parecía a ella. Una de las voces que no sabían de dónde venían bramó. — NECESITAMOS LA LLAVE DEL TENIENTE CORONEL PARA DESACTIVAR EL LANZAMIENTO DE LOS MISILES. RÁPIDO. — No sabía que eran misiles, pero no había que lanzarlos y necesitaban una llave para ello. Las otras no habían ido tan mal, y ella también podía activar la capacidad de deducción y, aunque no entendiera bien para qué, encontrar la llave y dársela a los hijos de muggles a ver si ellos sabían parar los misiles esos. Pero no daba con ella ni a la de tres, y los huffies caóticos de su alrededor no paraban de levantar y mover cosas, y se lo desorganizaban todo, así que estaba segura de estaba mirando dos y tres veces en el mismo sitio, solo que revuelto por sus amigos. — ¡AQUÍ ESTÁ! — Chilló Jackie de repente. — ¿Dónde estaba? — Preguntó Hillary mientras corría a cogerla de manos de su prima. — En el bolsillo interior de la chaqueta. — Había un perchero en una esquina con varias chaquetas colgadas. Efectivamente, en aquel guirigay, varias cosas le habían pasado desapercibidas y aun así, ni se le había ocurrido que pudiera estar en un bolsillo. — Esa es mi modista. — Dijo Theo dándole un beso en la mejilla a Jackie y pasando corriendo hacia la mesa del despacho, donde abrieron una cajita con unos botones y una ranura para la llave. Fue meterla y girarla y todo pareció descansar por fin. Las sirenas pararon, la música tensa también, la luz cambió y la voz dijo. — Muy bien, habéis evitado una catástrofe mayor. — Otra puerta se abrió y aquello parecía el final, aunque no era exactamente la salida. El chico que habían visto antes en la pantalla estaba allí (ya no en la pantalla, allí de verdad).
— Mmmmm vaya vaya, sois el grupo de… La Tierras Altas, ¿sois escoceses? — Preguntó, mirando un papel. — Fuimos al mismo colegio de Escocia todos. — Aclaró Darren con una sonrisa adorable. A ver, mentira no era, habían hecho bien en inscribirles con ese nombre. — Mmmmm y… ¿os habéis enfrentado a muchos peligros por allí? ¿Venís bien curtidos a Wood Lane? — Ni te imaginarías. — Dijo Kyla subiéndose las gafas. — Ya veo… Pues ya que la señorita es tan valiente, se va a poner conmigo aquí. — ¿Por qué? — Contestó ella un poquito agresiva de más. — Porque hay que formar las parejas para que se enfrenten a la última prueba, y como sois impares y tú me has parecido la más valiente, te vienes aquí conmigo para que te añada a la pareja. — ¿Pero a la pareja de qué? — Insistió Alice, que al final se estaba desconcertando también. — No pretenderéis entrar en el túnel del terror solos, ¿no? — Ella abrió mucho los ojos y miró inmeditamente a Marcus. Ya iba a estar huyendo de allí. Vamos, hacía magia delante de muggles si hacía falta y llamaba a Andrómeda, pero Marcus ahí no iba a entrar y ella, a la sazón, tampoco, le parecía absolutamente innecesario. — Ay, perdón, eh, pero es que… No nos dijeron nada de un tunelcillo ni nada… — Se acercó Darren. El chico suspiró y negó. — Pues eso es de no estar enterado, amigo, porque aquí es lo que se hace siempre, el laberinto y el túnel. — Darren se volvió y les miró con cara de disculpa. — ¿Lo sientito? A ver, va a ser una experiencia nueva y seguro que lo pasamos bien. ¿No? — Sean ya estaba negando, Sean recogido en sí mismo, y los demás, si bien contentos tampoco estaban, no parecían especialmente afectados. — Yo creo que es mejor que no entremos, de verdad… — ¡A VER EMPIEZO CON LAS PAREJAS! — Miró el papel. — ¿Cuál es Sean? — Yo no. — Dijo inmediatamente el aludido. — Bien, eso te convierte en Sean. Pues tu vas a ir con… ¡Ah! Poppy, me encanta ese nombre. — La chica fue rebotando con su abultado disfraz hasta el chico. — Ay, Sean, cariño, ya está, lo vamos a pasar bien y todo, te lo prometo. — ¿Vas de patata? — Preguntó el de la atracción. — ¡Voy de…! — De patata, sí. A ver termina de leernos las parejas, antes de que alguno salga volando. — Intervino Hillary. Sí, como se pudieran tontos y tanto que iban a volar.
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
Pues mira, no había caído en lo del sumatorio de 8, pero es que fiarse de "las cosas que le llegan a Oly" no le había dado muy buenos resultados desde segundo que llevaba (no por voluntad propia, desde luego) inmerso en ellas. Entraron en una sala muy bélica y, antes de poder procesar, la voz le hizo sobresaltarse. - ¿Es necesario hablar gritando? - Preguntó, molesto, lo que hizo a Sean reír por lo bajo. - Qué Horner ha sonado eso... - Tú también te has asustado. - Si no es por el susto, es por la cara que llevas. - Rodó los ojos. Su amigo descubría un numerito en la base de una pieza de ajedrez y ya se estaba viniendo arriba.
Lo que le impresionó fue lo rápido que Jackie encontró la llave en un sitio en el que a él no se le hubiera ocurrido mirar (entre otras cosas porque no estaba buscando como loco, sino que intentaba hallar algún código lógico que le indicara el camino, y claramente la sala no iba con esa intención). Sonrió con orgullo. - La mejor de todo París. - Y le guiñó un ojo, recibiendo acto seguido un golpe con algo hueco y poco doloroso en la cabeza, pero que le hizo sobresaltarse por lo inesperado. - ¡Eh! No soy un fantasma, no me caces. - Pues deja de fantasmear. Hoy el líder del grupo soy yo. - Respondió Theo, bien orgulloso después de haberle dado en la cabeza con el tubo de plástico. Marcus respondió con un gruñido y salió tras él, haciendo que Andrew y Sean rieran entre dientes a sus espaldas.
Hubo un cruce de miradas entre todos con lo de "haber ido al mismo colegio de Escocia", lo cual al menos no era mentira. Muy fino por parte de Darren. Marcus ya estaba esperando que les felicitaran por su desempeño y les dejaron salir... pero no parecía que eso fuera a ser así. Había que ponerse por parejas para algo, y Marcus simplemente miraba extrañado a su alrededor... hasta que el "muy fino" de su cuñado pareció caer en un "detallito" que no les había dicho. Negó. - Yo paso. - Siguió negando con la cabeza, de brazos cruzados. - Me vuelvo y os espero fuera. - No se puede volver a pasar por las salas de puzzles. - Informó el de la televisión. Arqueó una ceja. - Pues sacadme por otro lado. - Solo hay una salida y es esta... - Puso sonrisilla y dijo con una absurda voz tenebrosa. - ¿Es que no os atrevéis? - No. - Respondió, monocorde y con una ceja arqueada. No soy Gryffindor, no vas a tentarme con eso. Pero el otro se encogió de hombros. - Pues es la única forma de salir así que... vosotros sabréis si queréis quedaros aquí. - Hillary soltó una pedorreta que mezclaba "a mí nadie me amenaza" con "menuda tontería". A Marcus ya le estaban empezando a entrar escalofríos por el cuerpo.
Y encima llamó a Sean el primero. Se burlaría si no fuera porque él estaba ya muerto de miedo antes de entrar, y sabía que su amigo no iba a estar mejor. Alzó las manos. - Pero a ver... - Intentando negociar, pero el tipo de la entrada estaba pasando de él. Encima le puso con Poppy, por lo que no iba a ir precisamente con alguien que le defendiera, más bien al revés. - ¿No se pueden elegir las parejas? - Ni le contestaron. Parejas aleatorias, encima. Con Oly, no. Con Oly no, por Dios. Es que se lo estaba viendo venir como ella los números, de hecho la chica ya le miraba con ojillos de ilusión. La quería mucho, de verdad que sí, pero es que no se la quitaba de encima ni con agua caliente, sobre todo en situaciones dantescas como aquella, tenían un tino para que les emparejaran... Y no quería pasar por aquello con ella, de verdad que no.
- Bueno, bueno, un poquito de misterio. - Respondió el otro a Hillary, burlón, arriesgándose a ser el verdadero muerto de aquella locura. - Que vayan pasando los primeros y ya... - Poppy dio un saltito, feliz y fingiendo un temblorcillo de emoción, tirando de la mano de Sean, pero su amigo le estaba mirando con ojos de pánico. Marcus se aclaró la garganta y se acercó al muggle, con afán mediador. - Si al menos... pudieran informarnos de lo que hay ahí dentro. - Un túnel del terror. - Eso es muy genérico. - ¿Es que nunca habéis entrado en un túnel del terror? - Marcus le miró con expresión obvia, y el muggle le devolvió una parecida. No, no se estaban entendiendo, definitivamente, y en una nueva maniobra para ignorarle, abrió un telón y les dijo. - Pasen por aquí... y prepárense para el terror. - Yo no... - ¡Venga, Sean! Va a ser diver, ya verás. - Animó Poppy, tirando de su amigo. Hillary se cruzó de brazos y miró al de la puerta. - Me vas a tener que dar una muy buena indemnización si mi novio no sale vivo de esta, que me ha costado mucho conseguirlo. - Al menos eso desató risillas en el entorno (si bien la mirada de Hillary no era precisamente para invitar a reírse). No las de Marcus, que estaba como Sean o peor. Y encima teniendo que esperar.
- Bueno... Me dicen por el pinganillo... - ¿El qué? - ...Que esta pareja ya ha completado su terrorífica travesía. - Kyla soltó otro sonoro suspiro. La pregunta de Andrew sobre a qué se refería con el dicho pinganillo había quedado en el aire. - Podemos sacar la siguiente pareja. - Y, con una sonrisilla malévola, dijo. - ¿Hillary? - Ah, menos mal, así termino rápido. - Respondió, ácida. El otro soltó una carcajada. - Vas a poder encontrarte con tu amor... Y... ¿Jackie? - ¡¡Yo!! - ¡Vaya! ¿Tú también buscas a tu amor, novia cadáver? Si quieres te espero a la salida... - TIRIRIRI TIRI. - Empezó a canturrear agresivamente Theo, la que Marcus reconoció como la melodía del disfraz de grupo que llevaban. - Ya hemos perdido a un cazafantasma, pero aún funcionamos los que quedamos. - Apuntó. Eso hizo que el de la puerta se cortara un poco, si bien había animado a Hillary y Jackie, ya cogidas del brazo, a reírse entre ellas. - Bueno, yo veo una buena pareja aquí... - La mejor. - Fardó Jackie. - Pueden pasar, señoritas. - Y descorrió el telón, tras lo cual se oyó una puerta abrirse y cerrarse una vez más, y no más ruidos. Marcus soltó aire. No sabía lo que le deparaba allí dentro, pero lo de fuera, desde luego, estaba siendo una tortura.
- Eh. - Les llamó Andrew a Theo y a él. Marcus atendía a duras penas, porque cada vez que escuchaba un grito venir desde el túnel se le ponían los vellos de punta. - En verdad, si nos toca juntos, va a estar guapo. Los cazafantasmas en acción, igual nos dan cosas para cazarlas... - ¡Siguiente pareja! - Interrumpió el de la puerta, y se le puso el corazón en la garganta. Sacó un papelito. - Olympia. - ¡YO! - Marcus tembló. Se lo estaba viendo venir, es que se lo estaba viendo... - Y... Marcus. - Soltó aire por la nariz, cerrando los ojos. Ni tiempo les dio a abrirlos, ya tenía a Oly enganchada a su cuello y casi tirándole al suelo. - ¡¡VAMOS JUNTOS, MARCUSITO!! - El resto de presentes se estaba aguantando la risa, su propia novia y la de Oly incluidas. Las miró con mala cara. Os reís porque no os toca a vosotras. - Bombón, si somos impares, yo puedo ir contigo. - Saltó Ethan en dirección al de la puerta. El otro le miró un tanto incómodo. - Qué va... yo no puedo... Ya se ha ofrecido tu amiga. - Para nada. - Dijo monocorde Kyla. Eso, eso, seguid desviando, con suerte no entro... - Venga, no entretengamos más a nuestros nuevos aventureros. - Mierda, casi cuela. - ¡ADIOSITO! ¡NOS VEMOS FUERA! - Se despidió Oly, contentísima. Marcus ni atinaba a hablar. Eso esperaba, que se vieran fuera.
Cruzaron la cortina y abrieron una tosca y pesada puerta que se cerró inmediatamente tras ellos, insonorizándoles del exterior. Eso le dio tan mala espina que le puso muy mal cuerpo. - Bienvenidos. - Dijo una fúnebre voz que venía de ninguna parte y le hizo saltar en el sitio. Ya no se oyó nada más, solo estaban en lo que parecía una antesala, entre una puerta y otra. Respiró hondo y soltó el aire por la boca, quedándose vacío. El posible y diminuto relax que hubiera ganado salió disparado en cuanto Oly empezó a zarandearle del brazo. – Ayayay, Marcusito, qué susto. – Por favor. – Rogó, mirándola. – Por favor te lo pido, Oly. – Que nooooooooo que verás que no es naaaada, si esto se pasa en un segundito. – He oído a los de antes gritando. – Ay, pero es que Hills es chilloncilla, tú por eso no te fíes. – Sí, Hills, Jackie, Sean y Poppy, de cuya supervivencia no tenía ninguna garantía. De verdad, ¿quién le mandaba a él meterse en eso?
- Entrad… si os atrevéis. – Dijo de nuevo la voz tenebrosa desde el interior de la siguiente puerta, haciéndole otra vez saltar en el sitio. Tragó saliva y Oly tiró de él. – Vamos, que nos toca. – Pues no me atrevo. – Afirmó, clavándose en el sitio con los pies. – Ha dicho “si os atrevéis” ¿no? Claramente esto es para Gryffindors y yo de eso tengo un cero por ciento. – Veeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeega. – Insistió la otra, tirando de su brazo con tanta fuerza, y él anclándose tanto a la tierra, que se lo iba a desencajar. – Que va a ser diver, hombre, verás que sí. Yo te protejo, venga, que yo no tengo tanto miedito. – Resopló. Mira, se tendría que fiar, no le quedaba de otra.
Entró reticente, y todavía no había cruzado el marco y Oly ya estaba pegando un chillido que le hizo dar un salto hacia fuera. - ¡Marcus! - ¡Que no entro! ¿¿Tú no me ibas a proteger?? - ¡Ha sido la impresión! ¡Vamos! – Le insistió, tirando otra vez de él. Quería llorar, de verdad que sí, no le gustaba NADA aquello. Lo dejó bien claro. – Esto no me gusta… esto no me gusta esto no me gusta esto no me gusta… - Iba murmurando. Acababan de entrar en una sala cuadrada muy oscura, apenas iluminadas por unas tenues luces azuladas, llenas de jirones de tela y sombras extrañas, y se escuchaba algo parecido a gruñidos guturales que venían de todas partes. Oly estaba estrujándole el brazo, y él a su vez la tenía agarrada de la mano, los dos muy juntos y mirando a todas partes. – Vamos, que allí hay una puerAAAAAY AY AY AY AY AY – QUÉ QUÉ QUÉ. – Empezó a gritar, presa del pánico los dos, saltando sin ton ni son como si el suelo fuera lava de repente. Algo se había movido. Joder, algo se había movido en la pared de al lado, pero ahora, del salto, se habían ido al lado contrario de la sala de donde estaba la puerta. - ¿Qué pas…? – RUAAARRRRGGG. – Gritó una cosa, saliendo de un bulto del suelo, haciéndoles saltar y gritar a los dos y dar vueltas como peonzas, hasta que Oly tiró de él (que casi trastabilla y cae de bruces) hacia la puerta. Y si lo llega a saber se queda en la sala anterior.
- No. – Ese pasillo era muy largo y ahí se oían risas muy escalofriantes y cualquier cosa poco halagüeña que pudieras imaginar, pero al girar sobre sí mismo, la puerta se había cerrado. – No no no no no. – Marcus, tenemos que pasar esto corriendo. – Que yo no paso por aquí, Ol… - AY QUÉ SUSTO. AY QUÉ ES ESO. - ¿¿¿EL QUÉ??? – AAAAH. – OLY POR DIOS. – No le había dado tiempo ni a ver nada, ni a nada, porque Oly se le acababa de subir a la espalda como un koala y le estaba gritando en el oído y volviéndole loco. La agarró por inercia, no supo ni cómo, porque de repente, de no sabía dónde, había salido un tipo con un cacharro parecido al que llevaba Kyla que hacía un ruido aún peor, y solo pudo correr y gritar pasillo adelante. - AY POR DIOS AY POR DIOS AY POR DIOS. – MARCUS QUE NOS MATAAAAA. – NO ME GRITES OLY POR DIOS SACADME DE AQUÍ. – Se sacó el solo, llegando a un quiebro en el pasillo, pero se topó con alguien de bruces que le hizo dar un grito a ambos, dar media vuelta para volver, toparse otra vez con el de la motosierra, seguir gritando y empezar a dar vueltas en círculo con Oly encima, que no dejaba de chillar y de tirarle de los rizos y ponerle las manos en la cara. En qué momento se había metido en semejante infierno.
Acabó tirado en el suelo, con Oly encima cubriéndole. – Tenéis que salir. – Dijo la voz tenebrosa otra vez. Oly se había puesto de pie y estaba dando golpes con el puño al tipo de la motosierra, quien, sorprendido, se intentaba tapar con los brazos y con el arma, demostrando que esta última no era tan letal como parecía. Marcus seguía hecho una roca en el suelo, al menos hasta que Oly le tiró de la mochila de plástico y le empezó a arrastrar. – OLY, OLY. – Clamó. – ¡Ya me pongo de pie! – Afirmó, pero nada, la otra no le soltaba, tuvo que gatear para zafarse. No sabía si le daba más miedo su compañera o los actores puestos ahí.
Terminado el pasillo, con el corazón en la garganta y jadeando, se incorporó casi a rastras del suelo a lo justo para aparecer por otra sala. - ¿¿PERO ESTO CUÁNDO SE TERMINA?? – Imploró con voz aguda. – Mira, Marcus, qué chuli. – Oly como si nada, se acercó a una mesa que tenía dos copas de… ¿sangre? – NO TOQUES ESO. – Le golpeó la mano, porque allá que iba la inconsciente de ella. – Tenéis que beber. – AY, JODER. – Gritó, porque la voz le había vuelto a poner el corazón en la garganta. Miró las copas. Negó. – Me niego. – Va, si seguro que es granadina o algo de eso. – Que no, que no. – Se negaba, tembloroso y de brazos cruzados, mirando a todas partes a la vez. La voz volvió. ¿¿Se podía callar?? – Si no bebéis, no podéis salir. – La otra, tan tranquila, se encogió de hombros y se lo bebió de un trago. – BAGH. Está asquerosito. – Fantástico. Me lo estás vendiendo superbién. – Respondió, ácido, cruzado de brazos. Negó muchas veces seguidas con la cabeza. – No pienso bebérmelo. Bébete tú los dos. – Y allá que iba Oly, dispuesta, cuando la voz interrumpió. – El chico. – Marcus abrió mucho los ojos. – Si no, no salís. – Y una risa siniestra envolvió la habitación, haciendo que le diera un escalofrío. Soltó un gemido lastimero. – De verdad, por qué me hacéis esto. – Tomó la copa. Puff… tenía una pinta horrible. Tragó saliva y, con cara de asco, se lo bebió de un trago. Por poco vomita, la arcada fue real. - ¡Mira! ¡Se ha abierto una puerta! – Sí, seguida de un montón de sonidos de murciélagos. Esperaba que fuera la última.
Oly se adelantó y fue poner un pie y salir corriendo y gritando para atrás. - ¿¿QUÉ?? – Ay, nada, es la costumbre. – OLY POR TODOS LOS DRAGONES. – Le iba a matar, de verdad que sí. – Va, yo te doy la manita. – Casi prefiero ir solo. – Pidió. Qué iba a preferir ir solo, solo prefería salir de allí, ninguna opción le parecía buena. El pasillo ante ellos ahora era rojizo. Pusieron cada uno un pie tentativo adelante. Nada pasaba. Mal augurio. Comenzaron a andar lentamente y, de repente, Oly soltó un alarido, Marcus dio un grito y un bote a su lado y, al volver a caer, una mano le agarró el tobillo. Ahí sí que gritó pero bien. – HOSTIA HOSTIA HOSTIA. – AY AYUDA SOCORRO SOCORRO. – Gritaron él y ella respectivamente mientras corrían con todas sus ganas, en dirección a la salida, pero un tipo corriendo hacia ellos hizo que Oly girara tan bruscamente que se estampó con Marcus, ambos cayeron al suelo, el tipo con aspecto putrefacto más se les acercaba, rodaron sobre sí mismos, huyeron en dirección contraria y llegaron a la sala otra vez. Y el tipo con ellos. Empezaron a correr en círculo, entre alaridos. – Hay que salir de esta sala. – ESO QUIERO, JODER. – Respondió a la voz, alterado, y en uno de los trastabilleos cayó junto a la puerta del pasillo, tiró de la mano de Oly, consiguió levantarse a duras penas y, tirando de ella y sin dejar de gritar como si les persiguiera el mismísimo diablo, recorrieron el pasillo entero hasta lanzarse a la salida como quien se lanza a una piscina. Cayeron prácticamente a los pies de los otros cuatro. Bien, se alegraba de saber que habían salido todos vivos, aunque su cara en esos momentos debía ser para verla.
- Ay, os habéis caído. - Observó muy agudamente Poppy. Marcus casi mata a todos los presentes con la mirada, pero al menos la pelirroja se les acercaba... entre risas, pero se arrodilló ante ellos. - ¿Estáis bien? Se os ve asustadillos. - ¡¡HA SIDO SUPERDIVER!! - Clamó Oly, levantándose de un salto. Marcus se levantó a duras penas, temblando entero. Hillary y Jackie estaban llorando de la risa entre ellas. Sean estaba con el color de la cara perdido. - Qué mal rato, tío... Qué mal rato... - Ni me hables. - Respondió con un hilo de voz, y luego señaló acusador a las dos que se reían, como si hubiera sido cosa de ellas. - ¿Qué os hace tanta gracia? Esto no es ni sano. - O'Donnell, vaya cara. - Dijo Hillary casi sin poder hablar de lo mucho que se reía, limpiándose las lágrimas. Marcus puso cara ácida. - Se te corre el maquillaje, bruja falsa. - No soy una bruja, soy una vampiresa. - Pues vete con tus amiguitos los murciélagos que están ahí dentro. - No me lo recuerdes. - Se estremeció Sean. Las otras dos seguían muertas de risa. Poppy se encogió de hombros. - A ver, daba sustito, pero yo lo he pasado peor por Sean, que estaba agobiadillo, en verdad era diver. - El concepto de "diver" de un Hufflepuff era sin duda revisable.
Ah, pero aún no había terminado su tortura. - Marcusito. – Dijo Oly, acercándose a él. La miró con profundo hastío, la cabeza ladeada y los ojos entornados, porque bien harto le tenía y, encima, ya se la estaba viendo venir, que se conocían ya desde hacía muchos años. – Tú porque no quieres, y por eso no te insisto. – Menos mal que no insistes, pensó. – Pero ¿tú has visto lo que nos hace el destino? Porque el miedo es un afrodisíaco potentísimo, y mira, nos ha tocado juntos. Es que estas cosas unen un montón. – Mira, Olympia. – Se apartó, haciendo un gesto con la mano. – Estoy de todo menos para tus fiestas, que contento me tienes. – Ay, jolín, yo creo que ha sido una experiencia preciosa. – Pues yo aún no las tengo todas conmigo de no haberme muerto del susto ahí dentro. – No veía la hora de salir de aquella pesadilla, de verdad que no.
Lo que le impresionó fue lo rápido que Jackie encontró la llave en un sitio en el que a él no se le hubiera ocurrido mirar (entre otras cosas porque no estaba buscando como loco, sino que intentaba hallar algún código lógico que le indicara el camino, y claramente la sala no iba con esa intención). Sonrió con orgullo. - La mejor de todo París. - Y le guiñó un ojo, recibiendo acto seguido un golpe con algo hueco y poco doloroso en la cabeza, pero que le hizo sobresaltarse por lo inesperado. - ¡Eh! No soy un fantasma, no me caces. - Pues deja de fantasmear. Hoy el líder del grupo soy yo. - Respondió Theo, bien orgulloso después de haberle dado en la cabeza con el tubo de plástico. Marcus respondió con un gruñido y salió tras él, haciendo que Andrew y Sean rieran entre dientes a sus espaldas.
Hubo un cruce de miradas entre todos con lo de "haber ido al mismo colegio de Escocia", lo cual al menos no era mentira. Muy fino por parte de Darren. Marcus ya estaba esperando que les felicitaran por su desempeño y les dejaron salir... pero no parecía que eso fuera a ser así. Había que ponerse por parejas para algo, y Marcus simplemente miraba extrañado a su alrededor... hasta que el "muy fino" de su cuñado pareció caer en un "detallito" que no les había dicho. Negó. - Yo paso. - Siguió negando con la cabeza, de brazos cruzados. - Me vuelvo y os espero fuera. - No se puede volver a pasar por las salas de puzzles. - Informó el de la televisión. Arqueó una ceja. - Pues sacadme por otro lado. - Solo hay una salida y es esta... - Puso sonrisilla y dijo con una absurda voz tenebrosa. - ¿Es que no os atrevéis? - No. - Respondió, monocorde y con una ceja arqueada. No soy Gryffindor, no vas a tentarme con eso. Pero el otro se encogió de hombros. - Pues es la única forma de salir así que... vosotros sabréis si queréis quedaros aquí. - Hillary soltó una pedorreta que mezclaba "a mí nadie me amenaza" con "menuda tontería". A Marcus ya le estaban empezando a entrar escalofríos por el cuerpo.
Y encima llamó a Sean el primero. Se burlaría si no fuera porque él estaba ya muerto de miedo antes de entrar, y sabía que su amigo no iba a estar mejor. Alzó las manos. - Pero a ver... - Intentando negociar, pero el tipo de la entrada estaba pasando de él. Encima le puso con Poppy, por lo que no iba a ir precisamente con alguien que le defendiera, más bien al revés. - ¿No se pueden elegir las parejas? - Ni le contestaron. Parejas aleatorias, encima. Con Oly, no. Con Oly no, por Dios. Es que se lo estaba viendo venir como ella los números, de hecho la chica ya le miraba con ojillos de ilusión. La quería mucho, de verdad que sí, pero es que no se la quitaba de encima ni con agua caliente, sobre todo en situaciones dantescas como aquella, tenían un tino para que les emparejaran... Y no quería pasar por aquello con ella, de verdad que no.
- Bueno, bueno, un poquito de misterio. - Respondió el otro a Hillary, burlón, arriesgándose a ser el verdadero muerto de aquella locura. - Que vayan pasando los primeros y ya... - Poppy dio un saltito, feliz y fingiendo un temblorcillo de emoción, tirando de la mano de Sean, pero su amigo le estaba mirando con ojos de pánico. Marcus se aclaró la garganta y se acercó al muggle, con afán mediador. - Si al menos... pudieran informarnos de lo que hay ahí dentro. - Un túnel del terror. - Eso es muy genérico. - ¿Es que nunca habéis entrado en un túnel del terror? - Marcus le miró con expresión obvia, y el muggle le devolvió una parecida. No, no se estaban entendiendo, definitivamente, y en una nueva maniobra para ignorarle, abrió un telón y les dijo. - Pasen por aquí... y prepárense para el terror. - Yo no... - ¡Venga, Sean! Va a ser diver, ya verás. - Animó Poppy, tirando de su amigo. Hillary se cruzó de brazos y miró al de la puerta. - Me vas a tener que dar una muy buena indemnización si mi novio no sale vivo de esta, que me ha costado mucho conseguirlo. - Al menos eso desató risillas en el entorno (si bien la mirada de Hillary no era precisamente para invitar a reírse). No las de Marcus, que estaba como Sean o peor. Y encima teniendo que esperar.
- Bueno... Me dicen por el pinganillo... - ¿El qué? - ...Que esta pareja ya ha completado su terrorífica travesía. - Kyla soltó otro sonoro suspiro. La pregunta de Andrew sobre a qué se refería con el dicho pinganillo había quedado en el aire. - Podemos sacar la siguiente pareja. - Y, con una sonrisilla malévola, dijo. - ¿Hillary? - Ah, menos mal, así termino rápido. - Respondió, ácida. El otro soltó una carcajada. - Vas a poder encontrarte con tu amor... Y... ¿Jackie? - ¡¡Yo!! - ¡Vaya! ¿Tú también buscas a tu amor, novia cadáver? Si quieres te espero a la salida... - TIRIRIRI TIRI. - Empezó a canturrear agresivamente Theo, la que Marcus reconoció como la melodía del disfraz de grupo que llevaban. - Ya hemos perdido a un cazafantasma, pero aún funcionamos los que quedamos. - Apuntó. Eso hizo que el de la puerta se cortara un poco, si bien había animado a Hillary y Jackie, ya cogidas del brazo, a reírse entre ellas. - Bueno, yo veo una buena pareja aquí... - La mejor. - Fardó Jackie. - Pueden pasar, señoritas. - Y descorrió el telón, tras lo cual se oyó una puerta abrirse y cerrarse una vez más, y no más ruidos. Marcus soltó aire. No sabía lo que le deparaba allí dentro, pero lo de fuera, desde luego, estaba siendo una tortura.
- Eh. - Les llamó Andrew a Theo y a él. Marcus atendía a duras penas, porque cada vez que escuchaba un grito venir desde el túnel se le ponían los vellos de punta. - En verdad, si nos toca juntos, va a estar guapo. Los cazafantasmas en acción, igual nos dan cosas para cazarlas... - ¡Siguiente pareja! - Interrumpió el de la puerta, y se le puso el corazón en la garganta. Sacó un papelito. - Olympia. - ¡YO! - Marcus tembló. Se lo estaba viendo venir, es que se lo estaba viendo... - Y... Marcus. - Soltó aire por la nariz, cerrando los ojos. Ni tiempo les dio a abrirlos, ya tenía a Oly enganchada a su cuello y casi tirándole al suelo. - ¡¡VAMOS JUNTOS, MARCUSITO!! - El resto de presentes se estaba aguantando la risa, su propia novia y la de Oly incluidas. Las miró con mala cara. Os reís porque no os toca a vosotras. - Bombón, si somos impares, yo puedo ir contigo. - Saltó Ethan en dirección al de la puerta. El otro le miró un tanto incómodo. - Qué va... yo no puedo... Ya se ha ofrecido tu amiga. - Para nada. - Dijo monocorde Kyla. Eso, eso, seguid desviando, con suerte no entro... - Venga, no entretengamos más a nuestros nuevos aventureros. - Mierda, casi cuela. - ¡ADIOSITO! ¡NOS VEMOS FUERA! - Se despidió Oly, contentísima. Marcus ni atinaba a hablar. Eso esperaba, que se vieran fuera.
Cruzaron la cortina y abrieron una tosca y pesada puerta que se cerró inmediatamente tras ellos, insonorizándoles del exterior. Eso le dio tan mala espina que le puso muy mal cuerpo. - Bienvenidos. - Dijo una fúnebre voz que venía de ninguna parte y le hizo saltar en el sitio. Ya no se oyó nada más, solo estaban en lo que parecía una antesala, entre una puerta y otra. Respiró hondo y soltó el aire por la boca, quedándose vacío. El posible y diminuto relax que hubiera ganado salió disparado en cuanto Oly empezó a zarandearle del brazo. – Ayayay, Marcusito, qué susto. – Por favor. – Rogó, mirándola. – Por favor te lo pido, Oly. – Que nooooooooo que verás que no es naaaada, si esto se pasa en un segundito. – He oído a los de antes gritando. – Ay, pero es que Hills es chilloncilla, tú por eso no te fíes. – Sí, Hills, Jackie, Sean y Poppy, de cuya supervivencia no tenía ninguna garantía. De verdad, ¿quién le mandaba a él meterse en eso?
- Entrad… si os atrevéis. – Dijo de nuevo la voz tenebrosa desde el interior de la siguiente puerta, haciéndole otra vez saltar en el sitio. Tragó saliva y Oly tiró de él. – Vamos, que nos toca. – Pues no me atrevo. – Afirmó, clavándose en el sitio con los pies. – Ha dicho “si os atrevéis” ¿no? Claramente esto es para Gryffindors y yo de eso tengo un cero por ciento. – Veeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeega. – Insistió la otra, tirando de su brazo con tanta fuerza, y él anclándose tanto a la tierra, que se lo iba a desencajar. – Que va a ser diver, hombre, verás que sí. Yo te protejo, venga, que yo no tengo tanto miedito. – Resopló. Mira, se tendría que fiar, no le quedaba de otra.
Entró reticente, y todavía no había cruzado el marco y Oly ya estaba pegando un chillido que le hizo dar un salto hacia fuera. - ¡Marcus! - ¡Que no entro! ¿¿Tú no me ibas a proteger?? - ¡Ha sido la impresión! ¡Vamos! – Le insistió, tirando otra vez de él. Quería llorar, de verdad que sí, no le gustaba NADA aquello. Lo dejó bien claro. – Esto no me gusta… esto no me gusta esto no me gusta esto no me gusta… - Iba murmurando. Acababan de entrar en una sala cuadrada muy oscura, apenas iluminadas por unas tenues luces azuladas, llenas de jirones de tela y sombras extrañas, y se escuchaba algo parecido a gruñidos guturales que venían de todas partes. Oly estaba estrujándole el brazo, y él a su vez la tenía agarrada de la mano, los dos muy juntos y mirando a todas partes. – Vamos, que allí hay una puerAAAAAY AY AY AY AY AY – QUÉ QUÉ QUÉ. – Empezó a gritar, presa del pánico los dos, saltando sin ton ni son como si el suelo fuera lava de repente. Algo se había movido. Joder, algo se había movido en la pared de al lado, pero ahora, del salto, se habían ido al lado contrario de la sala de donde estaba la puerta. - ¿Qué pas…? – RUAAARRRRGGG. – Gritó una cosa, saliendo de un bulto del suelo, haciéndoles saltar y gritar a los dos y dar vueltas como peonzas, hasta que Oly tiró de él (que casi trastabilla y cae de bruces) hacia la puerta. Y si lo llega a saber se queda en la sala anterior.
- No. – Ese pasillo era muy largo y ahí se oían risas muy escalofriantes y cualquier cosa poco halagüeña que pudieras imaginar, pero al girar sobre sí mismo, la puerta se había cerrado. – No no no no no. – Marcus, tenemos que pasar esto corriendo. – Que yo no paso por aquí, Ol… - AY QUÉ SUSTO. AY QUÉ ES ESO. - ¿¿¿EL QUÉ??? – AAAAH. – OLY POR DIOS. – No le había dado tiempo ni a ver nada, ni a nada, porque Oly se le acababa de subir a la espalda como un koala y le estaba gritando en el oído y volviéndole loco. La agarró por inercia, no supo ni cómo, porque de repente, de no sabía dónde, había salido un tipo con un cacharro parecido al que llevaba Kyla que hacía un ruido aún peor, y solo pudo correr y gritar pasillo adelante. - AY POR DIOS AY POR DIOS AY POR DIOS. – MARCUS QUE NOS MATAAAAA. – NO ME GRITES OLY POR DIOS SACADME DE AQUÍ. – Se sacó el solo, llegando a un quiebro en el pasillo, pero se topó con alguien de bruces que le hizo dar un grito a ambos, dar media vuelta para volver, toparse otra vez con el de la motosierra, seguir gritando y empezar a dar vueltas en círculo con Oly encima, que no dejaba de chillar y de tirarle de los rizos y ponerle las manos en la cara. En qué momento se había metido en semejante infierno.
Acabó tirado en el suelo, con Oly encima cubriéndole. – Tenéis que salir. – Dijo la voz tenebrosa otra vez. Oly se había puesto de pie y estaba dando golpes con el puño al tipo de la motosierra, quien, sorprendido, se intentaba tapar con los brazos y con el arma, demostrando que esta última no era tan letal como parecía. Marcus seguía hecho una roca en el suelo, al menos hasta que Oly le tiró de la mochila de plástico y le empezó a arrastrar. – OLY, OLY. – Clamó. – ¡Ya me pongo de pie! – Afirmó, pero nada, la otra no le soltaba, tuvo que gatear para zafarse. No sabía si le daba más miedo su compañera o los actores puestos ahí.
Terminado el pasillo, con el corazón en la garganta y jadeando, se incorporó casi a rastras del suelo a lo justo para aparecer por otra sala. - ¿¿PERO ESTO CUÁNDO SE TERMINA?? – Imploró con voz aguda. – Mira, Marcus, qué chuli. – Oly como si nada, se acercó a una mesa que tenía dos copas de… ¿sangre? – NO TOQUES ESO. – Le golpeó la mano, porque allá que iba la inconsciente de ella. – Tenéis que beber. – AY, JODER. – Gritó, porque la voz le había vuelto a poner el corazón en la garganta. Miró las copas. Negó. – Me niego. – Va, si seguro que es granadina o algo de eso. – Que no, que no. – Se negaba, tembloroso y de brazos cruzados, mirando a todas partes a la vez. La voz volvió. ¿¿Se podía callar?? – Si no bebéis, no podéis salir. – La otra, tan tranquila, se encogió de hombros y se lo bebió de un trago. – BAGH. Está asquerosito. – Fantástico. Me lo estás vendiendo superbién. – Respondió, ácido, cruzado de brazos. Negó muchas veces seguidas con la cabeza. – No pienso bebérmelo. Bébete tú los dos. – Y allá que iba Oly, dispuesta, cuando la voz interrumpió. – El chico. – Marcus abrió mucho los ojos. – Si no, no salís. – Y una risa siniestra envolvió la habitación, haciendo que le diera un escalofrío. Soltó un gemido lastimero. – De verdad, por qué me hacéis esto. – Tomó la copa. Puff… tenía una pinta horrible. Tragó saliva y, con cara de asco, se lo bebió de un trago. Por poco vomita, la arcada fue real. - ¡Mira! ¡Se ha abierto una puerta! – Sí, seguida de un montón de sonidos de murciélagos. Esperaba que fuera la última.
Oly se adelantó y fue poner un pie y salir corriendo y gritando para atrás. - ¿¿QUÉ?? – Ay, nada, es la costumbre. – OLY POR TODOS LOS DRAGONES. – Le iba a matar, de verdad que sí. – Va, yo te doy la manita. – Casi prefiero ir solo. – Pidió. Qué iba a preferir ir solo, solo prefería salir de allí, ninguna opción le parecía buena. El pasillo ante ellos ahora era rojizo. Pusieron cada uno un pie tentativo adelante. Nada pasaba. Mal augurio. Comenzaron a andar lentamente y, de repente, Oly soltó un alarido, Marcus dio un grito y un bote a su lado y, al volver a caer, una mano le agarró el tobillo. Ahí sí que gritó pero bien. – HOSTIA HOSTIA HOSTIA. – AY AYUDA SOCORRO SOCORRO. – Gritaron él y ella respectivamente mientras corrían con todas sus ganas, en dirección a la salida, pero un tipo corriendo hacia ellos hizo que Oly girara tan bruscamente que se estampó con Marcus, ambos cayeron al suelo, el tipo con aspecto putrefacto más se les acercaba, rodaron sobre sí mismos, huyeron en dirección contraria y llegaron a la sala otra vez. Y el tipo con ellos. Empezaron a correr en círculo, entre alaridos. – Hay que salir de esta sala. – ESO QUIERO, JODER. – Respondió a la voz, alterado, y en uno de los trastabilleos cayó junto a la puerta del pasillo, tiró de la mano de Oly, consiguió levantarse a duras penas y, tirando de ella y sin dejar de gritar como si les persiguiera el mismísimo diablo, recorrieron el pasillo entero hasta lanzarse a la salida como quien se lanza a una piscina. Cayeron prácticamente a los pies de los otros cuatro. Bien, se alegraba de saber que habían salido todos vivos, aunque su cara en esos momentos debía ser para verla.
- Ay, os habéis caído. - Observó muy agudamente Poppy. Marcus casi mata a todos los presentes con la mirada, pero al menos la pelirroja se les acercaba... entre risas, pero se arrodilló ante ellos. - ¿Estáis bien? Se os ve asustadillos. - ¡¡HA SIDO SUPERDIVER!! - Clamó Oly, levantándose de un salto. Marcus se levantó a duras penas, temblando entero. Hillary y Jackie estaban llorando de la risa entre ellas. Sean estaba con el color de la cara perdido. - Qué mal rato, tío... Qué mal rato... - Ni me hables. - Respondió con un hilo de voz, y luego señaló acusador a las dos que se reían, como si hubiera sido cosa de ellas. - ¿Qué os hace tanta gracia? Esto no es ni sano. - O'Donnell, vaya cara. - Dijo Hillary casi sin poder hablar de lo mucho que se reía, limpiándose las lágrimas. Marcus puso cara ácida. - Se te corre el maquillaje, bruja falsa. - No soy una bruja, soy una vampiresa. - Pues vete con tus amiguitos los murciélagos que están ahí dentro. - No me lo recuerdes. - Se estremeció Sean. Las otras dos seguían muertas de risa. Poppy se encogió de hombros. - A ver, daba sustito, pero yo lo he pasado peor por Sean, que estaba agobiadillo, en verdad era diver. - El concepto de "diver" de un Hufflepuff era sin duda revisable.
Ah, pero aún no había terminado su tortura. - Marcusito. – Dijo Oly, acercándose a él. La miró con profundo hastío, la cabeza ladeada y los ojos entornados, porque bien harto le tenía y, encima, ya se la estaba viendo venir, que se conocían ya desde hacía muchos años. – Tú porque no quieres, y por eso no te insisto. – Menos mal que no insistes, pensó. – Pero ¿tú has visto lo que nos hace el destino? Porque el miedo es un afrodisíaco potentísimo, y mira, nos ha tocado juntos. Es que estas cosas unen un montón. – Mira, Olympia. – Se apartó, haciendo un gesto con la mano. – Estoy de todo menos para tus fiestas, que contento me tienes. – Ay, jolín, yo creo que ha sido una experiencia preciosa. – Pues yo aún no las tengo todas conmigo de no haberme muerto del susto ahí dentro. – No veía la hora de salir de aquella pesadilla, de verdad que no.
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
Se estaba viendo venir que la noche acababa en tragedia con Marcus reventando mágicamente hablando delante de los muggles y mandándolos a todos al mismísimo infierno. Y el chico de la pantalla estudiándole la paciencia a Marcus. Esto va a acabar fatal. No quería volver con un Marcus enfadado a casa, ella traía ciertos planes para esa noche, que luego iban a empezar con el traslado y… Nada, el otro encima estaba vacilón.
Hillary y su prima desaparecieron por el túnel, al menos a esas les va a venir bien, pensó. Entre ellas se entendían, estarían bien, aunque se temió tener otro encontronazo a cuenta de los piropos a su prima, suerte que Theo era Theo y lo más que hizo fue… ¿Cantar? Hufflepuffs. Las chicas entraron muy seguras, y se alegraba por ellas, pero si a Marcus le tocara alguien como Darren o… Oly. Maldita fuera su estampa. Dejó un beso en la mano de su novio y trató de animarle, mientras Ethan hacía de las suyas. — No va a pasar nada grave, mi amor. — Miró al del uniforme y dijo. — Si le pasa algo, te mato. Acabamos de aprobar un examen… Muy importante. — El chico se encogió de hombros y dijo. — No te faltan opciones, según veo por aquí… — Alice le miró aún peor y se despidió de su novio. — ¡Tranquilo, mi amor! ¡No te desesperes! Enseguida nos vemos al otro lado. — Pero ya le perdió de vista, y volvió a fulminar a los demás con la mirada. — Esto me va a arruinar la noche. — ¡Ay, putón, por favor, deja de llorar! Vas a pillar igual. — Ella se cruzó de brazos. — Porque no te ha escuchado aquel, si no, más morros todavía. — Yo creo que preferiría estar aquí. — Opinó Andrew.
Ethan se estaba acercando peligrosamente al chico, así que, en una maniobra claramente evasiva se escaqueó un poco hacia el lado, y dijo. —¿Y tú te llamabas? — Como tú quieras, guapo, pero todos me llaman Ethan. — A ver, tú eres Alice, ¿no? Pues hala, detrás de tu novio con tu amigo Ethan, que seguro que te ayuda. — Ella resopló mirando a su amigo. Vamos, lo que le faltaba, no le iba a ayudar ni un poco. — EHHHHHH, ¿a qué viene esa cara, putón? ¿Qué preferías? — Prefería no entrar. — ¡Anda tira…! ¿Dónde vas a estar mejor que con una Erinia? Yo conquisto a todo el mundo, monstruos incluidos… — ¿Acababa de oír a su novio y a Oly gritar a la vez por ahí dentro? De hecho, parecía haber alertado a todo el mundo, no era cosa suya. — Esperad un momento. — Dijo el chico, poniendo el brazo frente a ellos. — ¿QUÉ PASA? — Preguntó ella, y detectó la preocupación en los demás. El chico estaba llevándose la mano a la oreja y Alice miró a Darren como queriendo decir QUÉ. El chico movió la cabeza a ambos lados y dijo. — Hemos tenido que hacer un cambio de personal rapidillo. Vaya tela… — Él te pidió salir… ¿Está bien? — Eso parece, gracias a la otra, con lo poco que le ha gustado... Anda, tirad para dentro, escoceses, vaya la que estáis dando. — No, encima era culpa suya… ¿Y cómo que gracias a la otra? ¿Les había pasado algo? ¿Había peligro real? Y ella sola con Ethan…
A ver, parecía que era un sitio expresamente diseñado para dar miedo, así que podría racionalizarlo. — Nos van a dar algún susto por los lados. — Le dijo a su amigo, que iba con su postura de siempre, como si estuviera paseándose por una pasarela y no por un túnel del terror. Trató de ignorar los movimientos y buscar la puerta. Les dieron el consabido susto en la pared del lado de Ethan, que simplemente resopló. — Ay, por favor… Sed menos obvios. — Alice había aguantado a duras penas, pero había aguantado la compostura. — La puerta, Ethan ¿la ves? — Y así de distraídos les pilló, que de repente salió un bulto del suelo y ambos gritaron y dieron un salto el uno hacia el otro, chocándose aparatosamente. — ¡AY MARICÓN! ¿PERO QUÉ HACES AHÍ? HIJO DE… — Pero la adrenalina le dio un momento de lucidez. — ¡La puerta! ¡Vamos, vamos! — Jaleó Alice. Habían pasado la primera habitación y ni tan mal.
Las risas le pusieron los pelos de punta y le dio un escalofrío que la sacudió entera. Agarró a Ethan del brazo y tiró de él, y justo, de fondo de las risas le pareció oír a Marcus gritar. — Tenemos que salir. — Dijo preocupada. No, es que Marcus se habría puesto de los nervios por allí, tenía que estar muerto de miedo. — Aquí lo único de da miedo de verdad es la pésima elección de la iluminación, que junto con ese desorden de telas ahí atrás, me indica que no han sabido usar a un buen maricón decorador… — Y el discurso de Ethan se vio interrumpido por un sonido estruendoso, que hizo a Alice saltar tan alto que se dio en la cabeza con una de las lámparas del techo, descolgándola entre ella e Ethan y cayendo de culo, desconcertada. — ¡PUTÓN! Que es mentira… — Pero el tío que la llevaba empezó a reírse macabramente en aquel pandemonio. — Entonces tú te ofreces como el primero. — Y, para su gran asombro, Ethan se cruzó de brazos ante el tío y se recolocó la toga. — ¿El primero para qué, hombretón? — Le lanzó un beso y dijo. — Te da más miedo una perra loca como yo que el que da ese cacharro tuyo. — Alice aprovechó para levantarse y salir corriendo hacia la puerta. — ¡ETHAN VAMOS! — ¡Este cuerpo no corre, nena! ¡Yo en todo caso me corro, y ni con este ni contigo! — Dijo, siguiéndola al mismo paso que el tío del cacharro, como si fueran colegas. ¿Cómo podía estar tan tranquilo y haciendo bromas? De verdad que no daba crédito, si le hubieran hecho jurar que Ethan iba a reaccionar así al miedo, les hubiera llamado locos. Y cuando creía que había huido, logrando encontrar la puerta, Ethan a su lado pegó un estridente chillido que hizo que su corazón amenazara por estallar. — ¡PERO Y ESE QUIÉN ES AHORA! ¡MARICÓN! El susto que me ha metido… — Lo peor es que ni había visto lo que había hecho reaccionar así a su amigo, pero parecía otra persona, a la que había visto de frente, y que ahora Alice simplemente veía alejarse siniestramente. Agarró a Ethan de la toga y tiró de él. — ¡VAMOS VAMOS! Antes de que salgan más. —
Y por fin llegaron a una habitación un poco más iluminada, en la que destacaba una mesa con dos copas. — ¿Qué es eso? — Preguntó tensa. — Tenéis que beber. — Resonó en toda la habitación. — ¿Qué? ¿Por qué? — Preguntó inquisitiva Alice, mirando hacia el techo. A ver, ¿qué clase de miedo era hacerte beber algo? Eso era asqueroso o tenso pero no miedoso. — Aaaaaay ya está. — Ethan avanzó hacia la mesa y bebió con mucho estilo de una de las copas, haciendo un ruido al final y poniendo una sonrisa ladina. — Asqueroso. Te toca. — Yo no bebo algo que no sé que es. — PUES JAMÁS ABANDONARÉIS ESTE LUGAR. — Respondió la voz. — ¿Por qué no? — Preguntó ofendida. — ¡AY, NO LA HAGAS CASO! — Dijo Ethan mirando hacia arriba, mientras se dirigía a ella con la copa. — Que es que ella es así, hijo. Venga, putón, no me seas, bebe y vamos a terminar. — Ella se acercó la copa a la nariz e inmediatamente puso un gesto de asco. — Yo no me bebo esto. — Veeeeeeenga, nena, por Merlín, que es un segundo. Piensa que tu amorcito te está esperando, no como a esta pobre desgraciada de delante. — SI NO BEBÉIS HABRÁ CONSECUENCIAS. — A saber qué consecuencias. Contuvo al respiración y bebió, pero al poco que tragó, la textura fue demasiado para ella y escupió lo que todavía tenía en la boca sobre Ethan, en todo su torso desnudo. Él se limitó a suspirar. — Diré que es la sangre de mis enemigos. — Esta vez la agarró él a ella mientras se limpiaba la boca y la llevó hacia la puerta que acababa de abrirse.
— ¡Ay, no puede ser! — Se quejó lastimeramente al ver otra sala. Definitivamente dudaba que su novio hubiera pasado por todo eso, los habría hechizado a todos antes, ella estaba deseándolo. Pero al menos la sala no parecía… ¿tan mala? Igual eso era lo malo… Y entonces notó cómo la agarraban del tobillo, y ella empezó a hacer aspavientos con el pie para zafarse mientras gritaba. — ¡ETHAN! ¡ETHAN! ¡ME HA AGARRADO PETRIFÍCALE! ¡ETHAAAAAAAAAAN! — Ese último grito de ayuda había salido desde lo más profundo de su garganta, pero su amigo la había agarrado por los hombros y dijo. — Calla, calla, desgraciada, que son muggles… — ¡ME DA IGUAL QUE QUIERO HUIR! ¡QUE ME SUELTE! — ¡QUE ME TIRAS, MARI, QUE ME TIRAS! — Y, efectivamente, cayeron los dos, y aquella mano seguía insistiendo en agarrarla, así que se puso a dar patadas como loca. — ¡PARA PARA! ¡ANDA VEN, LOCA, VEN! — Y el chico empezó a tirar de ella por las axilas, arrastrándola en alguna dirección que Alice ya ni percibía. Tanto que llegaron al final y ella seguía pataleando y gritando. — ¡SUÉLTAME! ¡SUÉLTAME! — Y como ella estaba mirando hacia la trasera de la puerta, pudo ver a una mujer vestida de blanco con una cara horrorosa diciendo adiós con la mano. Le dio tanto susto y se impulsó tan fuerte que casi se cae encima de otras personas. Según se giró, reconoció el disfraz blandito de Poppy y se halló. — ¡MARCUS! ¡MI AMOR! — Y corrió a sus brazos, aliviada hasta el extremo de que estuviera bien. — ¡Vaya por Dios! Ahora, Marcusito, a Ethan que le den… — El chico se miró las uñas. — Que por otro lado es lo que me va. — Soltó a su novio un momento y se fue para su amigo, abrazándole. — Gracias. En la vida hubiera pensado que me ibas a rescatar de algo así. Eres un crack de los túneles del terror. — El chico rio con sinceridad. — Ay, cariño… más túnel del terror que la casa McKinley... —
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
Aún se estaba recuperando del susto cuando identificó los gritos de dentro. - Es Alice. - Dijo, sin aire y con el dramatismo de quien teme que su amada esté en peligro real. Empezó a dar vueltas por delante de la puerta. - Entra y la rescatas, caballero. - Comentó Jackie, con su sonrisilla ladina, sus brazos cruzados y su peso apoyado en un lado de la cadera, en esa pose tan habitual en ella y tan parecida a la de Hillary, solo que su amiga estaba demasiado ocupada en reírse de él. Realmente se pensó entrar, a pesar del absoluto miedo que había pasado, pero no le dio tiempo, porque Alice salió despedida del túnel, arrastrada por Ethan. - ¡¡ALICE!! - Clamó él también, fundiéndose en un melodramático abrazo como si fueran dos amantes en mitad de una guerra. Ni caso a los suspiros de los demás.
- ¿Estás bien? Qué experiencia tan espantosa E INNECESARIA. - Se encargó de proclamar, aunque realmente si a alguien le echaba la culpa de aquello era a Darren (y de coletazo a Hillary y Theo por hijos de muggles), y no estaba allí. Después de que su novia abrazara a Ethan, él soltó aire por la boca y le puso una mano en el hombro. - Gracias. - Dijo de corazón, a lo que el otro le miró con una ceja arqueada. - Ay, encanto, si lo llego a saber pido que me pongan contigo. - ¿Pido? ¿Se podía elegir? - Preguntó Sean, indignado, si bien algo le decía que Hillary no hubiera cambiado a la pareja asignada por ir con su novio. ¿Qué hubiera sido de Marcus y Alice de caer juntos en ese túnel? Igual estaban todavía hechos un ovillo de miedo en la primera sala.
El siguiente sonido que les llegó de dentro fueron risas. Algún que otro grito, pero sobre todo risas, y apenas segundos después apareció un desternillado Darren dando el sprint final del túnel de la mano de Theo, que intentaba reír pero estaba bastante pálido. - Oye, era un poquito fuerte el túnel. - Comentó el segundo, a lo que Jackie soltó una fuerte carcajada y se fue hacia él, poniéndole las manos en las mejillas. - Ooooh, ¿mi cazafantasmas ha pasado miedo? Pobrecito. - Marcus la miró con obviedad. - A mí no me has recibido así. - Tú no eres "su" cazafantasma. - Dijo el otro con una sonrisita orgullosa, recibiendo un besito de Jackie en la mejilla a cambio. Marcus rodó los ojos. O sea que en unos el miedo era adorable y en otros era motivo de burla. Ni con el título oficial de alquimista se libraba del escarnio público. Eso sí, tenía alguien con quien ajustar cuentas, alguien que justo iba muerto de risa hacia él. - Cuñadito... - Ni cuñadito ni nada. - Cortó, con el ceño fruncido. El otro siguió riendo. - Uuuuhh veo a mi Lexito por ahí... - ¿Por qué no nos has dicho que había un túnel del terror? ¿Eres consciente de lo peligroso que es meter a... los del colegio escocés...? - Enfatizó, porque decir "magos" ahí no le parecía prudente. - ¿...En un sitio así? Podríamos... haber tenido un "percance". - ¡Ay, no seas así! - Le quitó importancia. - Si no era para tanto. - ¿Discúlpame? - Preguntó Sean. - ¡Un zombie me ha agarrado del tobillo! - Lástima que no fuera un fantasma para que lo hubieras podido cazar. - Ironizó Ethan, y Sean le devolvió una mirada ácida. - Justo lo que no había era fantasmas, de lo demás, de todo. - Bueeeeeno bueeeeno. - Volvió a quitar hierro Darren. - Pero eran actores. Y sin ofender... pero era un poquillo falsillo... - Será para ti, que acostumbras a este tipo de diversiones. - Se sorprendió Marcus, arqueando mucho las cejas. Falsillo, decía. Y él que aún tenía el corazón en la garganta.
- Una cosita. - Puntualizó Poppy, alzando un dedito tímidamente y con un amago de risilla nerviosa. - ¿A Kyla le ha tocado... con mi Peter? - Hubo un instante de silencio, y empezaron a salirse las risas incluso en quienes menos ganas tenían que reír. Theo dijo. - Igual sí que tenemos un fantasma en breves. - Bueno, ya va Corner con ellos, que le cace al vuelo, que para eso es guardián. - La respuesta de Ethan desató la carcajada generalizada, a lo justo para ver a Kyla aparecer a zancadas, totalmente despeinada y con la careta encima de la cabeza, arrastrando a un Peter que se moría de risa por el cuello del disfraz. - ¡¡Prefecta!! ¡Que me has arrancado una pata! - Te la has arrancado tú solo metiéndote por donde estaba el decorado. ¿¿Os lo podéis creer?? - Les soltó, toda indignación, mirándoles mientras todos se aguantaban las risas. - ¡¡QUE HA TIRADO UNA PARED!! - ¡Joer Ky es que estaba muy mal puesta! - ¡No está para que se le tire un mastodonte encima! - ¡Oye! Yo no estoy gordo, si me paso el día entrenando. ¡Díselo, Pops, que tengo unos abdominales que no veas! - Ay, Peter... - Suspiró la otra, ruborizándose y acercándose a él para desenredarle uno de los jirones de tela que debió llevarse en la caída. Kyla miró muy mal a Darren. - Anda que vaya ideítas, Millestone. - ¡Y dale, jolín! Que no lo sabía. - ¿Y Andrew? - Preguntó Hillary. Miraron a sus lados, Kyla la primera, como un perro espantado. Pero antes de poder reaccionar, el chico llegó trotando y jadeando. - ¡Tíos! Me habéis dejado atrás, capullos. - ¿¿Qué hacías ahí dentro?? - Preguntar de qué estaba hecho el cóctel, no te jode. ¡Que me ha pillado el de la motosierra y no me dejaba ir! - Se zafó de mala manera de la mochila mientras decía. - ¡Y la cosa esta se enreda por todas partes! - ¡Eh! Cuidado con mi artilugio, que me ha costado mucho hacerlo. - Rogó Theo. Por allí apareció un tipo que, bien contento, empezó a clamar. - ¡Habéis sobrevivido al túnel del ter...! - Pero en cuanto vio las expresiones que le devolvían, se detuvo y, con una sonrisa incómoda, les señaló la salida. - Gracias por venir. -
- ¿Estás bien? Qué experiencia tan espantosa E INNECESARIA. - Se encargó de proclamar, aunque realmente si a alguien le echaba la culpa de aquello era a Darren (y de coletazo a Hillary y Theo por hijos de muggles), y no estaba allí. Después de que su novia abrazara a Ethan, él soltó aire por la boca y le puso una mano en el hombro. - Gracias. - Dijo de corazón, a lo que el otro le miró con una ceja arqueada. - Ay, encanto, si lo llego a saber pido que me pongan contigo. - ¿Pido? ¿Se podía elegir? - Preguntó Sean, indignado, si bien algo le decía que Hillary no hubiera cambiado a la pareja asignada por ir con su novio. ¿Qué hubiera sido de Marcus y Alice de caer juntos en ese túnel? Igual estaban todavía hechos un ovillo de miedo en la primera sala.
El siguiente sonido que les llegó de dentro fueron risas. Algún que otro grito, pero sobre todo risas, y apenas segundos después apareció un desternillado Darren dando el sprint final del túnel de la mano de Theo, que intentaba reír pero estaba bastante pálido. - Oye, era un poquito fuerte el túnel. - Comentó el segundo, a lo que Jackie soltó una fuerte carcajada y se fue hacia él, poniéndole las manos en las mejillas. - Ooooh, ¿mi cazafantasmas ha pasado miedo? Pobrecito. - Marcus la miró con obviedad. - A mí no me has recibido así. - Tú no eres "su" cazafantasma. - Dijo el otro con una sonrisita orgullosa, recibiendo un besito de Jackie en la mejilla a cambio. Marcus rodó los ojos. O sea que en unos el miedo era adorable y en otros era motivo de burla. Ni con el título oficial de alquimista se libraba del escarnio público. Eso sí, tenía alguien con quien ajustar cuentas, alguien que justo iba muerto de risa hacia él. - Cuñadito... - Ni cuñadito ni nada. - Cortó, con el ceño fruncido. El otro siguió riendo. - Uuuuhh veo a mi Lexito por ahí... - ¿Por qué no nos has dicho que había un túnel del terror? ¿Eres consciente de lo peligroso que es meter a... los del colegio escocés...? - Enfatizó, porque decir "magos" ahí no le parecía prudente. - ¿...En un sitio así? Podríamos... haber tenido un "percance". - ¡Ay, no seas así! - Le quitó importancia. - Si no era para tanto. - ¿Discúlpame? - Preguntó Sean. - ¡Un zombie me ha agarrado del tobillo! - Lástima que no fuera un fantasma para que lo hubieras podido cazar. - Ironizó Ethan, y Sean le devolvió una mirada ácida. - Justo lo que no había era fantasmas, de lo demás, de todo. - Bueeeeeno bueeeeno. - Volvió a quitar hierro Darren. - Pero eran actores. Y sin ofender... pero era un poquillo falsillo... - Será para ti, que acostumbras a este tipo de diversiones. - Se sorprendió Marcus, arqueando mucho las cejas. Falsillo, decía. Y él que aún tenía el corazón en la garganta.
- Una cosita. - Puntualizó Poppy, alzando un dedito tímidamente y con un amago de risilla nerviosa. - ¿A Kyla le ha tocado... con mi Peter? - Hubo un instante de silencio, y empezaron a salirse las risas incluso en quienes menos ganas tenían que reír. Theo dijo. - Igual sí que tenemos un fantasma en breves. - Bueno, ya va Corner con ellos, que le cace al vuelo, que para eso es guardián. - La respuesta de Ethan desató la carcajada generalizada, a lo justo para ver a Kyla aparecer a zancadas, totalmente despeinada y con la careta encima de la cabeza, arrastrando a un Peter que se moría de risa por el cuello del disfraz. - ¡¡Prefecta!! ¡Que me has arrancado una pata! - Te la has arrancado tú solo metiéndote por donde estaba el decorado. ¿¿Os lo podéis creer?? - Les soltó, toda indignación, mirándoles mientras todos se aguantaban las risas. - ¡¡QUE HA TIRADO UNA PARED!! - ¡Joer Ky es que estaba muy mal puesta! - ¡No está para que se le tire un mastodonte encima! - ¡Oye! Yo no estoy gordo, si me paso el día entrenando. ¡Díselo, Pops, que tengo unos abdominales que no veas! - Ay, Peter... - Suspiró la otra, ruborizándose y acercándose a él para desenredarle uno de los jirones de tela que debió llevarse en la caída. Kyla miró muy mal a Darren. - Anda que vaya ideítas, Millestone. - ¡Y dale, jolín! Que no lo sabía. - ¿Y Andrew? - Preguntó Hillary. Miraron a sus lados, Kyla la primera, como un perro espantado. Pero antes de poder reaccionar, el chico llegó trotando y jadeando. - ¡Tíos! Me habéis dejado atrás, capullos. - ¿¿Qué hacías ahí dentro?? - Preguntar de qué estaba hecho el cóctel, no te jode. ¡Que me ha pillado el de la motosierra y no me dejaba ir! - Se zafó de mala manera de la mochila mientras decía. - ¡Y la cosa esta se enreda por todas partes! - ¡Eh! Cuidado con mi artilugio, que me ha costado mucho hacerlo. - Rogó Theo. Por allí apareció un tipo que, bien contento, empezó a clamar. - ¡Habéis sobrevivido al túnel del ter...! - Pero en cuanto vio las expresiones que le devolvían, se detuvo y, con una sonrisa incómoda, les señaló la salida. - Gracias por venir. -
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
— Estoy bien, mi amor, solo es que la sangre esa… Qué ascazo. — Dijo limpiándose otra vez los alrededores de la boca, y se abrazó como un koala a él. — Mi vida, mi pobre, lo ha sostenido que pasar fatal. — Qué va, yo he estado todo el rato con él, Gal, está estupendamente. — Ella respondió con una sonrisa a Oly, pero lo dudaba de veras. Al menos otros se lo estaban pasando de lujo, visto lo visto, porque por ahí salió Darren muerto de risa. Al menos Theo estaba como ellos, y también fue a los brazos de Jackie. Ya iba a decirle que ella le recibía con todo el cariño del mundo, pero su novio tenía cuentas que arreglar. Lo mejor es que a Darren le daba todo igual, si total, él se reía con esas cosas… No iban a hacérselo entender. Asintió a la alusión de que podían haber hecho magia sin querer. — ¡Y tanto! El putón me ha pedido que petrificara al que el agarró el pie, casi tengo que amordazarla, y seguro que cuando no lo hace O’Donnell, no le hace gracia. — Ella le dio en el brazo. — ¿Te quieres callar? No hacía falta exponerme. — Ay, nena, todos sabemos lo que te pone. — ¡Eso no! ¡Lo otro! — Con lo que eran los O’Donnell para el secreto mágico… Si supieran cuántas veces la había liado su padre… — A mí no me ha parecido nada falso cuando me han agarrado el tobillo. — Dijo ella ofendida, cruzada de brazos. Vamos, ahora le iban a decir que todo eran imaginaciones. — Pero que lo hacen sin maldad cuñi… — ¿Y lo de la sangre? Menudo ascazo… — Mira, es que se acordaba y le daban arcadas.
Pero entonces Poppy llamó la atención sobre Peter, y Alice se miró con Marcus. Ay, por Merlín, Kyla con Peter sueltos por ahí… Efectivamente, la llegada era tal cual como se la había imaginado, y tenía que insistir en lo poco prácticos que eran los disfraces tanto de Poppy como de Peter. Eso sí, tuvo que reprimir una risa con lo de la pared. Si es que ese era Peter, era un peligro si no tenía alguien rebajándole al lado. — Sííí, Peter, eres el más fuerte de la sala, pero hijo, hay que tener un poco más de cabeza. — Le dijo con cariño, a lo que el chico rodeó y levantó a Poppy, con todo el disfraz, lo que la hacía parecer más pequeñita aún dentro. — Mi cabeza es mi zorrita, ¿a que sí, mi amor? Y el golfo de Sean se la ha llevado… — Para ti entera. — Dijo su amigo, aún contrariado, mientras Hillary se le acercaba a hacerle mimitos, aunque partida de risa. — ¡AY MI KY! ¡QUE ESTÁ ENFADADILLA ELLA! Cómo me gusta cuando arruga la carita así... —
Menos mal que aquello se acababa y que el de la pantalla entendió que ya había estado bien. En cuanto dejaron la infame estación de metro, volvieron a la sala donde habían cenado, que ahora estaban recogiendo. — ¡Venga, chicos! No nos enfademos en Halloween. Estamos todos bien, ha sido una experiencia, y ahora queda la fiesta mexicana arriba. ¡Hay de todo! Lotería de muertos, bebidas mexicanas, un limbo… Y música genial. — Se acercó a ellos y les puso cara de perrillo apaleado. — Perdonadme, ¿vale? No me enteré bien y no pensé que fuera tan terrible y eso… No arruinemos vuestra celebración de alquimistas y vuestra última fiesta hasta que volváis. — ¡Eh! Cuando volváis, Lex y Donna ya podrán estar aquí, eso va a ser genial. — Dijo Andrew. Alice sonrió con cariño. Si es que por ahí la liaban. Suspiró y miró a su novio. A ver, ella también esperaba salvar un poco la noche. — Venga, vamos a la fiesta, seguro que lo pasamos bien, y nos acordaremos con cariño cuando estemos en Irlanda rodeados de libros, y, conociéndome, plantitas. — Rio un poco y acarició la mejilla. — Venga, vamos a animarnos, que yo tengo que celebrar aunque sea un poquito que sigues siguiéndome a cada locura que te arrastro. — Dejó un piquito en sus labios. — Y al menos ya hay otro que te arrastran a peores, eso me hace sentir mejor. — Y Darren aprovechó y se rio también.
La fiesta mexicana de la azotea era increíble. Todo era de colores y flores, y Alice abrió los ojos encantada, como una niña pequeña. — ¡Pero cómo mola! — ¡EH AMIGO! ¿PUEDE PONER ESTO? — Preguntó Peter, en lo que debía considerar español, a un chico que tenía sombreros mexicanos. — Claro, hombre, si están aquí para quien quiera, y me puedes hablar en inglés, que soy de Lancaster. — GRASIES. — Nada, él a lo suyo, ¿pero y lo feliz que iba con el sombrero? Alice estaba encantada, la música era genial, y había un montón de puestos que explicaban el por qué de los colores y las flores o que ofrecían actividades. Pero le llegó un delicioso olor dulzón, así que pensó que nada animaría más a su novio que un buen dulce, y le arrastró siguiendo el olor. Venía de un puesto de unos panes con una forma muy curiosa. — Disculpa… ¿Qué es esto? Huele delicioso. — Son panes de muerto. Los hacemos para comérnoslos con los que ya no están. A las doce nos los comemos como si fuera con ellos, les recordamos, hablamos de ellos… — Le contestó una chica, que claramente era mexicana, por el acento. — Creemos que un muerto vive para siempre en la tierra de los recordados, que tiene un poco esta pinta, mientras alguien le recuerde. Así les mantenemos en el lugar más alegre y bonito del universo. — Alice se miró con Marcus con una gran sonrisa. — A mi madre le hubiera ENCANTADO esto. — Cogió su mano y dejó un beso en ella. — Bailemos, bebamos… Y cuando llegue la hora comamos dulce… Y mi madre vivirá para siempre en ese sitio que suena como el paraíso. —
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
Se ahorró los comentarios a Oly, pero la mirada no. Que había estado con él todo el rato y, en términos textuales, estaba "estupendamente". Para matarla, pero bueno, nada que le sorprendiera de su ex compañera prefecta. Al que sí tuvo que chistarle con fastidio fue a Ethan. Si habitualmente no estaba para esas bromas, en ese momento, menos aún. Al menos no tardaron en indicarles la salida y pudieron abandonar aquel túnel del infierno.
Con sus reticencias, como siempre que iba a algo desconocido (y un barrio muggle en plena fiesta masiva, para él, era un entorno muy desconocido) pero había ido de muy buen grado y humor a celebrar Halloween, así que no quería que el mal rato se lo empañase. No estaba enfadado (igual sí que planeaba alguna manera de vengarse de Darren, pero bueno), aunque sí un poco más sensible a los sustos después de lo ocurrido. Suspiró al discurso de Darren. ¿Qué tenían los Hufflepuffs que le hacían imposible enfadarse con ellos? - Vayamos. - Se dice ¡ÁNDALE! - Le corrigió Peter. Mira, con eso se tuvo que reír a carcajadas, otro que era único. - Vaya pintas tienes con esas siete patas colgantes. - Soy una araña coja, pero me queda mejor el mono que a vosotros. - BUEEEENO BUENO BUENO. - Saltaron los cuatro cazafantasmas casi al unísono. Era cierto que no era el disfraz más favorecedor del mundo, pero Peter con ese atuendo de licra negra estaba para no mirar mucho.
Sonrió a Alice. - Como siempre, toda la razón. - Y dejó un besito en sus labios. - Estoy deseando ver qué vas a hacer con esas plantitas irlandesas... Como verás, lo he dicho susurrando por miedo a activar las alarmas internas de mi abuela y que se plante aquí. - Bromeó, mientras subía con ella de la mano a la azotea. Hillary le dio un par de codazos burlones a Andrew. - Aaaw, míralo qué mono, que se acuerda de su Donna. - El chico se puso la mano en el pecho y confesó. - Hills, he visto la vida pasar ante mis ojos mientras estaba enganchado al tipo de la motosierra en ese túnel del terror. - La carcajada fue generalizada, excepto por Darren, que chistó lastimero. - ¡Ay, jolín! Ya está, ya nunca me lo vais a perdonar. - Pero la verdad era que todos se estaban riendo.
- Nadie me arrastra a cosas peores que tú, Gallia. Pero me gusta así. - Susurró en su oído para no dejar en la nada aquella frase y volver a su tonteo habitual, pero justo acababan de entrar en la azotea, y aquel ambiente sí que le gustó mucho más. Eso sí, le dieron ganas de alejarse de Peter de la vergüenza ajena que le dio su intento de español. - Algún día. - Proclamó, con esa sonrisilla que ya hizo a Kyla y Hillary rodar los ojos, porque se lo estaban viendo venir. - Como el importante alquimista que soy, estaré versado en diversos idiomas, el español entre ellos. Y podré comunicarme a la... - OLE. - Le interrumpió Peter. Le miró con obviedad. - Sabes que España y México son dos países diferentes ¿no? - Pero los dos hablan español. - Resumió el Gryffindor. Afortunadamente, el camarero hablaba inglés, lo cual no disuadió a su amigo en absoluto.
Fue arrastrado por Alice hacia una zona en la que había algo que parecía un pan, pero que olía muy dulce. - Luego dirás que no me arrastras... - Bromeó, si bien nada más llegar dijo, hipnotizado por el olor. - Aunque esto no tiene nada de malo, desde luego. - Atendió a la historia y se conmovió. Sonrió, mirando a Alice. - Estoy de acuerdo... No creo que haya algo que pueda pegar más con tu madre que una cosa así. Le hubiera encantado... Le encantará. - Miró a la chica. - Es un ritual precioso. Gracias por contárnoslo. - Amplió una sonrisa orgullosa. - Nos encantan las historias típicas de los lugares... Soy... - Puso la pose enseñada por Theo. - ¡Un cazahistorias! - La chica rio con una carcajada musical. - ¡Muy bueno! - Miró a Alice con las cejas arqueadas. ¿Has visto eso? Acabo de hacer una broma adaptada a muggles que ha sido bien recibida. A ver... él no era clasista, solo... consciente de sus diferencias. Solo se quería integrar de manera adecuada.
Besó una de las manos de Alice. - ¿Te has fijado como vamos almacenando rituales y tradiciones? Ya tenemos algo nuevo que hacer en la medianoche del 31 de octubre a partir de ahora? Vamos a contárselo a los demás, que seguro que les encanta. - Ya te digo. - Al girarse vio a Sean secándose las lágrimas. - ¡Tío! - ¿Qué pasa? ¿Qué quieres que te diga? ¿Que lloro por lo malo que era tu chiste? - ¡Eh! Mi chiste era buenísimo, la chica se ha reído. - Pero su amigo se había dirigido ya a Alice. - Tu madre estaría orgullosísima... Joder, sois alquimistas. Y os vais a Irlanda, y... - Sean, ¿has bebido? - No, pero ahí están dando margaritas. Y una cosa sin alcohol para quien no quiera que suena así como a aguafría. - ¡Aguasfrescas! - Llegó pregonando Darren, con una bandeja, pero se le cayó la alegría al ver a Sean llorando. - ¡Ay, no! ¿Es que se te ha escapado un fantasmita? - Muy gracioso. - Lo había sido, Marcus estaba muerto de risa. - Es que yo llevo más cazados que él. - Me encanta lo metidos que están en mi juego. Ha sido idea mía. - Escuchó a Theo muy orgulloso diciéndoselo a Jackie. Estaba muy arriba esa noche, pero bueno, le gustaba verle así. - ¿Qué pasa? - Se preocupó Hillary al ver a su novio. Marcus suspiró y contó la historia de los panes... Y ahora estaba ella también con la mirada emocionada. - Jo, Alice... Es precioso. - ¡Bueno ya está! ¡Tanta llorera! - Cortó Ethan. - Que en esta tierra tan alegre se honra a los difuntos con risas y comida y alcohol y buenorros. - Eso último no... - Así que. - Siguió el otro, pasando por encima de la puntualización de Kyla. - ¡Nada de llorar! Que doña Gallia y todos nuestros difuntos están muy contentos y nosotros aquí llorando. ¡Me tenéis contenta esta noche, a ver si me mato ya y me rio un poco con los mexicanos! - Por lo pronto, vamos a brindar. - Propuso Jackie, alzando su copa. Todos tomaron una de las bandejas. Marcus se decantó por la sin alcohol. - Por nosotros, por todos nosotros. Todos los que estamos presentes... que esta noche, somos muchos. - Dijo emocionada, mirando a su prima. Al final le hacían llorar a él también. - Y por el futuro. Por nuestros proyectos. ¡Por los grandes profesionales que vamos a ser! - ¡SALUD! - ¡ÁNDALE! - Y casi tiran el brindis por obra de Peter, pero al menos se estaban riendo con ganas.
Con sus reticencias, como siempre que iba a algo desconocido (y un barrio muggle en plena fiesta masiva, para él, era un entorno muy desconocido) pero había ido de muy buen grado y humor a celebrar Halloween, así que no quería que el mal rato se lo empañase. No estaba enfadado (igual sí que planeaba alguna manera de vengarse de Darren, pero bueno), aunque sí un poco más sensible a los sustos después de lo ocurrido. Suspiró al discurso de Darren. ¿Qué tenían los Hufflepuffs que le hacían imposible enfadarse con ellos? - Vayamos. - Se dice ¡ÁNDALE! - Le corrigió Peter. Mira, con eso se tuvo que reír a carcajadas, otro que era único. - Vaya pintas tienes con esas siete patas colgantes. - Soy una araña coja, pero me queda mejor el mono que a vosotros. - BUEEEENO BUENO BUENO. - Saltaron los cuatro cazafantasmas casi al unísono. Era cierto que no era el disfraz más favorecedor del mundo, pero Peter con ese atuendo de licra negra estaba para no mirar mucho.
Sonrió a Alice. - Como siempre, toda la razón. - Y dejó un besito en sus labios. - Estoy deseando ver qué vas a hacer con esas plantitas irlandesas... Como verás, lo he dicho susurrando por miedo a activar las alarmas internas de mi abuela y que se plante aquí. - Bromeó, mientras subía con ella de la mano a la azotea. Hillary le dio un par de codazos burlones a Andrew. - Aaaw, míralo qué mono, que se acuerda de su Donna. - El chico se puso la mano en el pecho y confesó. - Hills, he visto la vida pasar ante mis ojos mientras estaba enganchado al tipo de la motosierra en ese túnel del terror. - La carcajada fue generalizada, excepto por Darren, que chistó lastimero. - ¡Ay, jolín! Ya está, ya nunca me lo vais a perdonar. - Pero la verdad era que todos se estaban riendo.
- Nadie me arrastra a cosas peores que tú, Gallia. Pero me gusta así. - Susurró en su oído para no dejar en la nada aquella frase y volver a su tonteo habitual, pero justo acababan de entrar en la azotea, y aquel ambiente sí que le gustó mucho más. Eso sí, le dieron ganas de alejarse de Peter de la vergüenza ajena que le dio su intento de español. - Algún día. - Proclamó, con esa sonrisilla que ya hizo a Kyla y Hillary rodar los ojos, porque se lo estaban viendo venir. - Como el importante alquimista que soy, estaré versado en diversos idiomas, el español entre ellos. Y podré comunicarme a la... - OLE. - Le interrumpió Peter. Le miró con obviedad. - Sabes que España y México son dos países diferentes ¿no? - Pero los dos hablan español. - Resumió el Gryffindor. Afortunadamente, el camarero hablaba inglés, lo cual no disuadió a su amigo en absoluto.
Fue arrastrado por Alice hacia una zona en la que había algo que parecía un pan, pero que olía muy dulce. - Luego dirás que no me arrastras... - Bromeó, si bien nada más llegar dijo, hipnotizado por el olor. - Aunque esto no tiene nada de malo, desde luego. - Atendió a la historia y se conmovió. Sonrió, mirando a Alice. - Estoy de acuerdo... No creo que haya algo que pueda pegar más con tu madre que una cosa así. Le hubiera encantado... Le encantará. - Miró a la chica. - Es un ritual precioso. Gracias por contárnoslo. - Amplió una sonrisa orgullosa. - Nos encantan las historias típicas de los lugares... Soy... - Puso la pose enseñada por Theo. - ¡Un cazahistorias! - La chica rio con una carcajada musical. - ¡Muy bueno! - Miró a Alice con las cejas arqueadas. ¿Has visto eso? Acabo de hacer una broma adaptada a muggles que ha sido bien recibida. A ver... él no era clasista, solo... consciente de sus diferencias. Solo se quería integrar de manera adecuada.
Besó una de las manos de Alice. - ¿Te has fijado como vamos almacenando rituales y tradiciones? Ya tenemos algo nuevo que hacer en la medianoche del 31 de octubre a partir de ahora? Vamos a contárselo a los demás, que seguro que les encanta. - Ya te digo. - Al girarse vio a Sean secándose las lágrimas. - ¡Tío! - ¿Qué pasa? ¿Qué quieres que te diga? ¿Que lloro por lo malo que era tu chiste? - ¡Eh! Mi chiste era buenísimo, la chica se ha reído. - Pero su amigo se había dirigido ya a Alice. - Tu madre estaría orgullosísima... Joder, sois alquimistas. Y os vais a Irlanda, y... - Sean, ¿has bebido? - No, pero ahí están dando margaritas. Y una cosa sin alcohol para quien no quiera que suena así como a aguafría. - ¡Aguasfrescas! - Llegó pregonando Darren, con una bandeja, pero se le cayó la alegría al ver a Sean llorando. - ¡Ay, no! ¿Es que se te ha escapado un fantasmita? - Muy gracioso. - Lo había sido, Marcus estaba muerto de risa. - Es que yo llevo más cazados que él. - Me encanta lo metidos que están en mi juego. Ha sido idea mía. - Escuchó a Theo muy orgulloso diciéndoselo a Jackie. Estaba muy arriba esa noche, pero bueno, le gustaba verle así. - ¿Qué pasa? - Se preocupó Hillary al ver a su novio. Marcus suspiró y contó la historia de los panes... Y ahora estaba ella también con la mirada emocionada. - Jo, Alice... Es precioso. - ¡Bueno ya está! ¡Tanta llorera! - Cortó Ethan. - Que en esta tierra tan alegre se honra a los difuntos con risas y comida y alcohol y buenorros. - Eso último no... - Así que. - Siguió el otro, pasando por encima de la puntualización de Kyla. - ¡Nada de llorar! Que doña Gallia y todos nuestros difuntos están muy contentos y nosotros aquí llorando. ¡Me tenéis contenta esta noche, a ver si me mato ya y me rio un poco con los mexicanos! - Por lo pronto, vamos a brindar. - Propuso Jackie, alzando su copa. Todos tomaron una de las bandejas. Marcus se decantó por la sin alcohol. - Por nosotros, por todos nosotros. Todos los que estamos presentes... que esta noche, somos muchos. - Dijo emocionada, mirando a su prima. Al final le hacían llorar a él también. - Y por el futuro. Por nuestros proyectos. ¡Por los grandes profesionales que vamos a ser! - ¡SALUD! - ¡ÁNDALE! - Y casi tiran el brindis por obra de Peter, pero al menos se estaban riendo con ganas.
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
Ya estaba de risas con su novio, era tan fácil como hacer chistes sobre las plantitas o la abuela, cosas de esas que solo ellos entendían, se miraban, y simplemente se reían de la tontería, sabiendo que el otro lo haría también. Sería una bobada, pero justo el perder esas bobadas por causas externas durante bastante tiempo, le hacía valorar especialmente esas.
Y encima, estar así les permitía recordar cosas y compartir momentos como aquel hablando de cuánto le gustaría a Janet aquella tradición y fiesta. Le sonrió con cariño y amor y se le acercó al oído. — ¿Siempre sabes qué decir y cómo decirlo? Es un superpoder. — Y sí, estaba de risas con la chica muggle después de otra broma malísima, pero ella ya solo podía pensar en lo perfecto que era, con su sonrisa, sus ojazos, aquellas palabras… Asintió a lo de las tradiciones, pero pegó un saltito cuando Sean habló a su lado. — Tonto, vaya susto. — Yaaaaa si es que estabas mirando a ese y yo, para variar, invisible, pero vamos, que ha sido precioso. — Y ella le dio un golpecito en el hombro, emocionándose también.
Menos mal que ya estaban todos los demás para evitar momentos excesivamente emotivos, y Darren irrumpió por allí con aguafrescas, y su prima propuso un brindis precioso. Al terminar Alice cogió otra aguafresca y levantó la copa hacia Theo. — ¡Y por Mattie! Que ha metido a tres chavales de… colegio escocés en este embolado. — Y todos rieron. Eso quería ella, que brindaran, que rieran y celebraran de verdad. Y para eso Ethan era único, así que se unió a su proclama. — ¡Eso es! Mi madre estaría encantada, así que a bailar. — Y agarró a Kyla y Hills, cada una de una mano, para empezar a saltar y bailar.
Al poco de estar así, apareció Oly corriendo, entusiasmada. — ¡Chicas chicas! Ahí hay un puesto que te pintan la cara, los chicos se van a pintar el matafantasmas ese, vamos a que os pinten algo. — Cazafantasmas, Oly. — Lo que he dicho. — Y, efectivamente, allí estaban ya los chicos. Se acercó a Marcus, que tenía a una chica (encantada de la vida, por cierto) terminándole el simbolito en la mejilla. — ¡Ay, mi amor! Estás genial. Qué monada. — La chica se había cortado un poco con su llegada (estaba un poquillo de más encima de Marcus) y dijo. — ¿Tú quieres algo? Te puedo hacer algo así de bruja, como un caldero, o te pongo en letras bonitas un hechizo, algo así como ¡abracadabra! — La cara de la maquilladora, cuando siete magos adolescentes la miraron desencajados, debió ser un poema. — O no, eh, que con el caldero o una escobita vamos bien… — ¡Sí! JAJA una escobita y un caldero, ¿verdad, Gal? — Intervino Darren. Alice asintió, aún un poco desconcertada. ¿Por qué tendría esa chica asociada una palabra TAN parecida a la maldición mortal asociada a una bruja? Hillary y Theo trataron de distendir el ambiente, pero el golpe de efecto fue Ethan, apareciendo con la flechita dichosa y dándole a Sean en el hombro. — Nada, no ha colado, ¿no? — Su amigo le miró confuso mientras terminaban de maquillarle. — ¿El qué? — ¿Sigues enamorado perdidamente de la letrada y no quieres probar las delicias que te ofrezco? — Sigo. — Confirmó Sean. — Pues nada, eso es que mis flechas de Erinia no funcionan, así que solo anunciaré que me voy con el camarero de abajo, que nadie me espere despierta. — ¿Pero cómo vuelves a casa? Si has venido en la escoba de Peter. — Las maquilladoras se rieron y siguieron a lo suyo, a pesar de que todos miraron a Poppy con pánico. — ¿Qué casa, nenita? Este cuerpo pertenece a la naturaleza. A la de ese camarero concretamente. — ¡Ay, a mí también me pasa! — Saltó Oly. — Claro, mi flipada favorita me entiende. ¡Os dejo, clérigas! Seguid jugando al maquillaje y las cositas mágicas, chau. —
Al final habían salvado la noche y el secreto mágico, y aún quedaba un poco para las doce así que, una vez maquillados y antes de cometer algún otro patazo, Alice cogió a Marcus y se lo llevó a bailar. — Así que te gusta el vestido de brujita, eh… — Se movió un poco en sus brazos, contoneándose. — ¿Me lo llevo a Irlanda? Solo si tú te llevas todo esto y haces el numerito de cazarme. — Le guiñó un ojo y se inclinó para besarle. — Nunca voy a cansarme de bailar contigo. Repetiría esto una y otra vez. —
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
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Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
Brindaron y rieron, y Alice se llevó a bailar a las chicas, así que, con sonrisillas, Sean, Andrew y él se acercaron a Theo. - Vaya, Mattie, qué triunfo. - Dijo con tonito, a los que los otros dos le corearon con risillas. Theo, con su copa en la mano y la mirada baja, se encogió de hombros con una sonrisilla. - No se pueden dejar pasar ciertas oportunidades. - ¿Seguimos hablando del disfraz? - Preguntó Andrew, haciendo a todos reír. Theo chasqueó la lengua. - Me hacía ilusión... En verdad tengo que agradeceros que hayáis querido hacer esto conmigo... - ¡Venga, Theo! ¿Puedes dejar de ser Hufflepuff un segundo? Ibas muy bien. - Se burló Marcus. Se acercó a él y miró de reojo a Jackie, que bailaba encantada. - El puntito Slytherin entre las Gallia gusta mucho. - Se retiró y se hizo con el tubo de plástico de nuevo. - Y yo estoy dispuesto esta noche a ser el más obediente de los cazafantasmas siguiendo a su líder. - ¡Eso! ¿Cómo era la cancioncilla? - Pidió Andrew, a lo que Theo empezó a tararear, y en segundos estaban los cuatro haciendo el bobo con el tarareo y gritando "¡Cazafantasmas!"
Debían estar llamando bastante la atención, porque unas chicas se acercaron a ellos. - ¡Vaya! Si son los cazafantasmas. - ¡Los mismos! - Respondió Theo bien contento, y todos hicieron la posturita apropiada, entre risas. La chica rio también. - Tenemos ahí un puesto de maquillaje. Vosotros no necesitáis mucho, pero puedo poneros el simbolito del grupo en la cara. - ¡Venga! - Theo ni se lo había pensado, así que los otros tres se animaron también. Sean se le acercó entre risas. - Podríamos pedir que nos pinten lo que entienden ellos por fantasma, y así tenemos una idea más nítida de lo que se supone que tenemos que cazar. - El comentario hizo que Marcus se sentara en la silla de la pintacaras muerta de risa. - A ver a ver, ¿dónde te lo pongo? - Aquí. - Y se señaló la mejilla. Una chica por allí rio. - Uy, Stacy, yo creo que te está pidiendo un beso... - ¿Ah sí? - ¿Eh? Mi novia es esa bruja de ahí. - Señaló. Sean le miró con pánico. Las chicas volvieron a reír entre ellas. - Uuuuy, qué mal ha sonado, no se te ve muy contento. - Me refería... Bruja porque va vestida de bruja, no porque haga magia ni nada. - Ni porque sea una bruja ni nada. - Volvió a decir la que reía de fondo. Varias rieron. Se estaba perdiendo. El humor muggle definitivamente no lo controlaba.
- ¿Y si me pintas un fantasma? - Trató de salvar Sean. La que estaba con él rio. - Qué desperdicio de pintura, para eso te pones una sábana. - Marcus miró a Andrew con extrañeza, y vio como el otro, sin hacer ruido, movía los labios en su dirección preguntándole "¿una sábana?" En la comida habían dicho que algo eran "fantasmitas" y era una masa blanca con ojos. ¿Sería una sábana? ¿Por qué iba un fantasma a cubrirse con una sábana? No se le identificaría, sería absurdo. ¿Se suponía que tenían que cazar cosas con sábanas? ¿Y para qué era la mochila, para guardarlas? Theo había dicho que con el tubo los aspiraban. ¿El qué? ¿La sábana o lo de dentro? Aquello no tenía ningún sentido, y le sacó del ensimismamiento la chica pintándole la cara. - Esto... para que los fantasmitas malintencionados sepan que no se pueden acercar a ti... chico con una novia que es una bruja pero solo porque va disfrazada. - Marcus rio incómodamente. ¿Idiomática para muggles no había?
El culmen del desconcierto llegó cuando, al acercarse Alice, la chica le ofreció... ¿¿Cómo?? ¿Le había dicho...? ¿¿Estaba amenazando a Alice?? Hubiera saltado pero Theo le puso una mano en la suya. - Es una forma de hablar. - Marcus le miró extrañado. Se lo iba a tener que explicar mejor, porque le había sonado a amenaza de muerte, y con esas cosas no se bromeaba. Entre Theo, Hillary y Darren se pusieron de bromas, y la chica que le había pintado la cara, ante su mirada y la presencia de Alice, se esfumó bien rápido. Mejor, prefería que no tocara a Alice, ya no se fiaba de ella. Solo esperaba que no les hubieran descubierto... Desde luego, si por Poppy fuera, la llevaban clara. Miró a la chica con los ojos muy abiertos, pero afortunadamente las pintacaras solo se rieron. Qué chicas más raras, mejor se iban a otra parte.
Fue junto a Alice y, bailando con ella, se le pasó un poco la confusión. - ¿Te gusta? - Dijo, señalándose el muñequito en la mejilla. - No he llegado a vérmelo... Ya estaba un poco incómodo allí, no me enteraba de nada de lo que hablaban. Jamás imaginé que mantener el secreto mágico fuera TAN complicado. ¡Si solo estamos de fiesta! - No se quería imaginar cómo sería en una situación de crisis. El trabajo de los obliviadores era admirable, desde luego. Se pegó a Alice y la miró con una risita, pero rio por su comentario. - Cazafantasmas, cariño, no cazabrujas. Será que Theo no lo ha repetido veces. - Pero fue decirlo y captó que... igual Alice estaba tirando una indirectita de las suyas. - Oooh... - Musitó, pensativo, y ya sí adoptó su gestito chulesco habitual. - ¿Quieres que te cace? ¿Eso quiere decir que piensas ir huyendo de mí? Eso está muy feo... - Rozó su nariz con la de ella levemente. - Pero sí que me gusta mucho este vestido de... bruja a lo muggle. No sé por qué gozáis de tan mala prensa en este mundo si creen que vestís tan guapas. Será envidia. - Correspondió su beso y sonrió. - Yo tampoco... ¿Recuerdas aquel Halloween de quinto, el primero que organicé? Sí sí, ese en el que yo creé un juego chulísimo y ALGUIEN se puso en el bando contrario y organizó todo un motín infantil sin tener nada en cuenta mis sentimientos. - Bromeó. - Ibas monísima de hada de los dulces... Un disfraz mucho más creíble que este, pero este... no sé... no me preguntes qué es... pero tiene algo... - Vamos, como que con ese escote y lo ceñido del vestido, no sabían todos qué era ese algo. - Es curioso, yo aquel año iba de fantasma, y este de cazafantasma. Las vueltas que da la vida. Podría cazarme a mí mismo. - Ladeó varias veces la cabeza. - Debería haberlo hecho. Definitivamente, el Marcus de dieciocho debería de ir a cazar a ese Marcus de quince para convencerle de que ni muerto deje escapar a esa chica tan dulce. -
Debían estar llamando bastante la atención, porque unas chicas se acercaron a ellos. - ¡Vaya! Si son los cazafantasmas. - ¡Los mismos! - Respondió Theo bien contento, y todos hicieron la posturita apropiada, entre risas. La chica rio también. - Tenemos ahí un puesto de maquillaje. Vosotros no necesitáis mucho, pero puedo poneros el simbolito del grupo en la cara. - ¡Venga! - Theo ni se lo había pensado, así que los otros tres se animaron también. Sean se le acercó entre risas. - Podríamos pedir que nos pinten lo que entienden ellos por fantasma, y así tenemos una idea más nítida de lo que se supone que tenemos que cazar. - El comentario hizo que Marcus se sentara en la silla de la pintacaras muerta de risa. - A ver a ver, ¿dónde te lo pongo? - Aquí. - Y se señaló la mejilla. Una chica por allí rio. - Uy, Stacy, yo creo que te está pidiendo un beso... - ¿Ah sí? - ¿Eh? Mi novia es esa bruja de ahí. - Señaló. Sean le miró con pánico. Las chicas volvieron a reír entre ellas. - Uuuuy, qué mal ha sonado, no se te ve muy contento. - Me refería... Bruja porque va vestida de bruja, no porque haga magia ni nada. - Ni porque sea una bruja ni nada. - Volvió a decir la que reía de fondo. Varias rieron. Se estaba perdiendo. El humor muggle definitivamente no lo controlaba.
- ¿Y si me pintas un fantasma? - Trató de salvar Sean. La que estaba con él rio. - Qué desperdicio de pintura, para eso te pones una sábana. - Marcus miró a Andrew con extrañeza, y vio como el otro, sin hacer ruido, movía los labios en su dirección preguntándole "¿una sábana?" En la comida habían dicho que algo eran "fantasmitas" y era una masa blanca con ojos. ¿Sería una sábana? ¿Por qué iba un fantasma a cubrirse con una sábana? No se le identificaría, sería absurdo. ¿Se suponía que tenían que cazar cosas con sábanas? ¿Y para qué era la mochila, para guardarlas? Theo había dicho que con el tubo los aspiraban. ¿El qué? ¿La sábana o lo de dentro? Aquello no tenía ningún sentido, y le sacó del ensimismamiento la chica pintándole la cara. - Esto... para que los fantasmitas malintencionados sepan que no se pueden acercar a ti... chico con una novia que es una bruja pero solo porque va disfrazada. - Marcus rio incómodamente. ¿Idiomática para muggles no había?
El culmen del desconcierto llegó cuando, al acercarse Alice, la chica le ofreció... ¿¿Cómo?? ¿Le había dicho...? ¿¿Estaba amenazando a Alice?? Hubiera saltado pero Theo le puso una mano en la suya. - Es una forma de hablar. - Marcus le miró extrañado. Se lo iba a tener que explicar mejor, porque le había sonado a amenaza de muerte, y con esas cosas no se bromeaba. Entre Theo, Hillary y Darren se pusieron de bromas, y la chica que le había pintado la cara, ante su mirada y la presencia de Alice, se esfumó bien rápido. Mejor, prefería que no tocara a Alice, ya no se fiaba de ella. Solo esperaba que no les hubieran descubierto... Desde luego, si por Poppy fuera, la llevaban clara. Miró a la chica con los ojos muy abiertos, pero afortunadamente las pintacaras solo se rieron. Qué chicas más raras, mejor se iban a otra parte.
Fue junto a Alice y, bailando con ella, se le pasó un poco la confusión. - ¿Te gusta? - Dijo, señalándose el muñequito en la mejilla. - No he llegado a vérmelo... Ya estaba un poco incómodo allí, no me enteraba de nada de lo que hablaban. Jamás imaginé que mantener el secreto mágico fuera TAN complicado. ¡Si solo estamos de fiesta! - No se quería imaginar cómo sería en una situación de crisis. El trabajo de los obliviadores era admirable, desde luego. Se pegó a Alice y la miró con una risita, pero rio por su comentario. - Cazafantasmas, cariño, no cazabrujas. Será que Theo no lo ha repetido veces. - Pero fue decirlo y captó que... igual Alice estaba tirando una indirectita de las suyas. - Oooh... - Musitó, pensativo, y ya sí adoptó su gestito chulesco habitual. - ¿Quieres que te cace? ¿Eso quiere decir que piensas ir huyendo de mí? Eso está muy feo... - Rozó su nariz con la de ella levemente. - Pero sí que me gusta mucho este vestido de... bruja a lo muggle. No sé por qué gozáis de tan mala prensa en este mundo si creen que vestís tan guapas. Será envidia. - Correspondió su beso y sonrió. - Yo tampoco... ¿Recuerdas aquel Halloween de quinto, el primero que organicé? Sí sí, ese en el que yo creé un juego chulísimo y ALGUIEN se puso en el bando contrario y organizó todo un motín infantil sin tener nada en cuenta mis sentimientos. - Bromeó. - Ibas monísima de hada de los dulces... Un disfraz mucho más creíble que este, pero este... no sé... no me preguntes qué es... pero tiene algo... - Vamos, como que con ese escote y lo ceñido del vestido, no sabían todos qué era ese algo. - Es curioso, yo aquel año iba de fantasma, y este de cazafantasma. Las vueltas que da la vida. Podría cazarme a mí mismo. - Ladeó varias veces la cabeza. - Debería haberlo hecho. Definitivamente, el Marcus de dieciocho debería de ir a cazar a ese Marcus de quince para convencerle de que ni muerto deje escapar a esa chica tan dulce. -
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Sin miedo a la diversión Con Marcus |Shoreditch| 31 de octubre de 2002 |
Asintió a lo del secreto mágico. — Sí que es complicado. ¿Has oído lo de aba…? — No terminó la expresión, porque, aunque no fuera exactamente las mismas palabras, a todos se les había puesto la piel de gallina. — ¿Por qué asociarán cosas tan chungas a las brujas? Nosotros aquí callados siempre, sin llamar la atención y ellos pensando que decimos la spalabras esas así, sin más, como para escribirnoslas en la cara… — Alzó la ceja y miró sugerente a Marcus. — O igual es que quería quitarse a la competencia de en medio porque le tiene echado el ojo a cierto cazafantasmas… — Le hizo cosquillas en los costados y se rio dejando un piquito sobre sus labios.
Y siguió riéndose viendo cómo a su novio le costaba un pelín pillar sus intenciones, y alzó una ceja asintiendo. — Pero huyo de bromita… Y me dejo cazar… Porque me encanta que me persigas, ¿por qué crees que te echaba esas carreras desde bien pequeños? Solo para que llegaras y me levantaras en brazos. — Asintió a lo de Halloween y se echó a reír al recordarlo. — Circunstancias de la vida, mi amor. — Deslizó los dedos por su pecho y se mordió el labio inferior. — Yo creo que tengo un par de pistas de por qué te gusta este, pero aún tengo el otro, con las zapatillas de pompones y todo, por si quieres… Recordar… — Se acercó a su oído. — O quizá hacer cosas que pensaste y no te atreviste a hacer con él puesto… Tu disfraz era más bien fácil, no nos costaría nada recrearlo… — Y ahí estaban, dándose besitos, cada vez más cerca, tonteando como a ellos les gustaba, cuando notó un tirón de su brazo. — ¡PERDÓN, PREFECTO! ¡LAS CHICAS REQUIEREN A TU BRUJITAAAA! — Dijo Hillary entre risas, tirando de ella. — ¡Vuelvo antes de las doce, mi amor! — Dijo mientras seguían tirando de ella. — ¡Dale, dale, Cenicienta, podrá vivir sin ti! — Aportó su prima, que tiró de la otra mano.
La llevaron a otra parte de la azotea donde Kyla, Oly y Poppy estaban en una mesa, con una jarra de margaritas y vasos de chupitos. — ¡Yo no estaba bebiendo! — Pues ahora sí. — Contestó Kyla sentándola. — Ya vale de cuidar de los niños, ahora estamos las niñas. — Pero no quería dejar a Marcus solo, pobrecito, está confusillo entre muggles. — Hillary rio despectivamente mientras le servía un chupito. — Y tú muy cachonda, pero las amigas van antes que los amantes. — No es mi amante, es mi novio. — Vale, señora O’Donnell, bébete esto. — Dijo poniéndole el vasito delante. — ¿Marcusito está solo? ¡Yo voy! Que antes le he defendido divinamente, hemos creado una sinergia muy buena. — Saltó Oly, levantándose de golpe y yendo hacia la pista. — ¡Oly, espera! No sé yo si Marcus piensa justo eso de lo del túnel...— Déjala… Si, en el fondo, Marcus se lo consiente todo, y ella es más feliz pensando que está ayudando a la gente, ya la conoces. — Dijo Kyla con tranquilidad, bebiéndose un chupito también. Ella negó y cogió el vasito también diciendo. — A ver, ¿por qué brindamos? — Poppy levantó el vaso y dijo con una gran sonrisa. — Por esta noche. Por estar juntas, que quién sabe cuándo volveremos a estarlo, por poder tener una noche como las de antes, y contarnos una cosa cada una, en confianza, sabiendo que todas las que nos rodean nos van a entender. Las chicas solas, sin juzgar, solo escuchando y apoyando. — Y todas sonrieron y brindaron antes de empezar aquella improvisada sesión de confesiones.
- El Pájaro en el espino, el comienzo:
- Golden Shields:
Alice Gallia
Cause' Alice does belong with Marcus
Ante todo, amigos
Ay, los retitos
Un jour viendra tu me dira je t'aime
[/center]
- Juntos, somos el Todo:
- 16 de enero de 2002:
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Freyja
Alchemist
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Sin miedo a divertirse Con Alice |SHOREDITCH|| 31 de octubre de 2002 |
- Calla, calla, ni lo menciones. - Fingió un escalofrío. Qué ideítas tenían los muggles, mira que usar una palabra tan parecida a la peor de las maldiciones imperdonables. Miró a Alice casi con terror ante la sugerencia. - ¡Tuviera que ver! - Bufó. - Anda anda... Tienes unas cosas... - Y se removió ante las cosquillas, riendo, aunque bufando de nuevo. Las cositas de su novia. Prefería centrarse en las bromas sobre temas que le gustaban más. - Debí imaginar que era por eso. - Bromeó, con una sonrisa, pegándose más a ella. Lo siguiente le hizo reír, pero también ruborizarse. - No sé por quién me tomas, Gallia. Siempre fui un chico tremendamente correcto y ortodoxo, no pensaba nada de eso que estás pensando tú con esa edad. Al fin y al cabo, por aquel entonces, solo nos habíamos dado un besito en el lago y tenido un precioso, puro y romántico encuentro en la playa en San Lorenzo que tampoco fue mucho más allá de los besos. En lo físico, en lo espiritual, llegó hasta la eternidad. - Palabrería marca Marcus, como siempre, para desviar. - Vas a perturbar un bonito e inocente recuerdo infantil. - Palabrería que, dicho fuera de paso, no se creía ni él.
En los besitos y el tonteo estaban perdidos cuando su amada fue arrancada de sus brazos. - ¡Os vais a enterar! Dad gracias por no ser fantasmas, si no, ya estaríais dentro de mi maravillosa mochila. - Sacudió el tubo de plástico. - De alguna manera que aún no he logrado dilucidar, pero estaríais dentro. - Escuchó la risilla entre dientes de Theo a su lado, quien le puso una mano en el hombro. - Casi, prefecto. Vas por buen camino. - Marcus le miró con los ojos entronados y dio un toquecito con el dedo en su copa. - ¿Cuántos margaritas llevas? - Hace tiempo que decidí que las cuentas no se llevaban en materia de felicidad. - Menuda cara tenéis los Hufflepuff. - Ambos rieron.
En lo que los chicos hablaban cerca de él, se separó un poco y simplemente, con una sonrisa, admiró el entorno. Era Londres, al fin y al cabo, un Londres muy diferente al que conocía. Aquello era bonito, y divertido, ciertamente. Confuso, pero porque no estaban acostumbrados. Pero teniendo en su vida a Hillary, Theo y Darren... quizás pudieran hacerlo más a menudo. Hacían cosas peores, al fin y al cabo, y en Nueva York comprobaron que muggles y magos podían convivir sin grandes desperfectos. Llenó el pecho de aire, soltándolo por la nariz, sonriente, meditando. En unos días estarán en Irlanda, la tierra de sus abuelos, su padre y su tía, la que podía haber sido la suya y la de Lex. ¿Estaría con Alice de haber nacido en Irlanda en vez de en Inglaterra? Oh, seguro que sí, no le cabía duda de que...
- ¡¡MARCUSITO!! - Casi lo tira al suelo, y desde luego le cortó la respiración, tanto del susto como del impacto. La chica se bajó de su espalda mientras él, con una mano en el pecho, trataba de recuperar la respiración. - La mochila esa ya me ha dado varias veces en la barriguita. Me duele... - Por qué será. - Dijo, ácido, pero cuando la miró se estaba rascando la tripa con cara de pena. La miró: ese pelo color ceniza verdosa, como si lo hubiera tenido metido en un lago mohoso dos meses, ese maquillaje tan horrendo, las zapatillas de andar por casa y el antiguo y andrajoso camisón, sucio y manchado de lo que parecía vómito... Frunció los labios, aguantándose la risa. La chica subió la mirada y puso expresión de desconcierto. - ¿De qué te ríes? - Se le escapó una carcajada, y abrió los brazos para dirigirse a ella y abrazarla, riendo. - Si me dices que acabas de darte cuenta de que yo tenía razón con lo del amor libre todo este tiempo, me vas a hacer muy feliz. - El se separó, aún riendo, mirándola con ternura. - Me temo que tengo malas noticias para ti. - La chica chasqueó la lengua. - Jo, nos iría tan bien... - ¿Por qué no dejas de insistir? Sabes que no tienes la menor posibilidad de eso, Oly. Te adoro, pero no en ese sentido. - Le dijo con la calidez con la que se habla a una niña. Ella le puso una sonrisa de lado y ahora, la que parecía hablar con un niño, era Oly. - ¿Y tú? ¿Cuánto tiempo vas a estar esperando a que me comporte como lo harías Kyla y tú? Ella ya ha tirado la toalla. Y tú sabes que, si fuera superracional y no te saltara encima ni hablara a chilliditos y te propusiera cosas sexys, no sería yo. - Amplió la sonrisa fruncida, mirándola con los ojos brillantes. - Tienes toda la razón. - Ella abrió la boca con una mueca sonriente y asombrada. - ¡Ni en las reuniones de prefectos he oído eso! - Punto uno: no es correcto. Punto dos: tú sabrás por qué. - La chica soltó una carcajada y se enganchó de su brazo. - Anda, vamos a la barra a por unas margaritas, que las dos jarras que había, una se la robó Ethan, y la otra la tienen las chicas. Como en los viejos tiempos, Marcusito: tú y yo percibiendo cosas. - Lo de percibir nunca fue lo mío. - Ella puso la cabeza en su hombro y dijo. - Pero sí lo de hacerme compañía. -
En los besitos y el tonteo estaban perdidos cuando su amada fue arrancada de sus brazos. - ¡Os vais a enterar! Dad gracias por no ser fantasmas, si no, ya estaríais dentro de mi maravillosa mochila. - Sacudió el tubo de plástico. - De alguna manera que aún no he logrado dilucidar, pero estaríais dentro. - Escuchó la risilla entre dientes de Theo a su lado, quien le puso una mano en el hombro. - Casi, prefecto. Vas por buen camino. - Marcus le miró con los ojos entronados y dio un toquecito con el dedo en su copa. - ¿Cuántos margaritas llevas? - Hace tiempo que decidí que las cuentas no se llevaban en materia de felicidad. - Menuda cara tenéis los Hufflepuff. - Ambos rieron.
En lo que los chicos hablaban cerca de él, se separó un poco y simplemente, con una sonrisa, admiró el entorno. Era Londres, al fin y al cabo, un Londres muy diferente al que conocía. Aquello era bonito, y divertido, ciertamente. Confuso, pero porque no estaban acostumbrados. Pero teniendo en su vida a Hillary, Theo y Darren... quizás pudieran hacerlo más a menudo. Hacían cosas peores, al fin y al cabo, y en Nueva York comprobaron que muggles y magos podían convivir sin grandes desperfectos. Llenó el pecho de aire, soltándolo por la nariz, sonriente, meditando. En unos días estarán en Irlanda, la tierra de sus abuelos, su padre y su tía, la que podía haber sido la suya y la de Lex. ¿Estaría con Alice de haber nacido en Irlanda en vez de en Inglaterra? Oh, seguro que sí, no le cabía duda de que...
- ¡¡MARCUSITO!! - Casi lo tira al suelo, y desde luego le cortó la respiración, tanto del susto como del impacto. La chica se bajó de su espalda mientras él, con una mano en el pecho, trataba de recuperar la respiración. - La mochila esa ya me ha dado varias veces en la barriguita. Me duele... - Por qué será. - Dijo, ácido, pero cuando la miró se estaba rascando la tripa con cara de pena. La miró: ese pelo color ceniza verdosa, como si lo hubiera tenido metido en un lago mohoso dos meses, ese maquillaje tan horrendo, las zapatillas de andar por casa y el antiguo y andrajoso camisón, sucio y manchado de lo que parecía vómito... Frunció los labios, aguantándose la risa. La chica subió la mirada y puso expresión de desconcierto. - ¿De qué te ríes? - Se le escapó una carcajada, y abrió los brazos para dirigirse a ella y abrazarla, riendo. - Si me dices que acabas de darte cuenta de que yo tenía razón con lo del amor libre todo este tiempo, me vas a hacer muy feliz. - El se separó, aún riendo, mirándola con ternura. - Me temo que tengo malas noticias para ti. - La chica chasqueó la lengua. - Jo, nos iría tan bien... - ¿Por qué no dejas de insistir? Sabes que no tienes la menor posibilidad de eso, Oly. Te adoro, pero no en ese sentido. - Le dijo con la calidez con la que se habla a una niña. Ella le puso una sonrisa de lado y ahora, la que parecía hablar con un niño, era Oly. - ¿Y tú? ¿Cuánto tiempo vas a estar esperando a que me comporte como lo harías Kyla y tú? Ella ya ha tirado la toalla. Y tú sabes que, si fuera superracional y no te saltara encima ni hablara a chilliditos y te propusiera cosas sexys, no sería yo. - Amplió la sonrisa fruncida, mirándola con los ojos brillantes. - Tienes toda la razón. - Ella abrió la boca con una mueca sonriente y asombrada. - ¡Ni en las reuniones de prefectos he oído eso! - Punto uno: no es correcto. Punto dos: tú sabrás por qué. - La chica soltó una carcajada y se enganchó de su brazo. - Anda, vamos a la barra a por unas margaritas, que las dos jarras que había, una se la robó Ethan, y la otra la tienen las chicas. Como en los viejos tiempos, Marcusito: tú y yo percibiendo cosas. - Lo de percibir nunca fue lo mío. - Ella puso la cabeza en su hombro y dijo. - Pero sí lo de hacerme compañía. -
We are
- La eternidad es nuestra:
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