Declan no esperaba que su planeado y cuidado interrogatorio se volteara contra él tan rápido. Maldita sea, Adam era bueno. Sin embargo, él no pensaba dejar esto pasar. Sabía que era importante que Adam supiera que, al parecer, Lucius Cobbert estaba a punto de poner precio a su cabeza, pero también tenía que saber qué demonios estaba pasando con Ben Carson.

Aunque, si tenía que ser flexible en su pensamiento, Declan sabía que, de todos los problemas de Tara, Ben Carson no era el más grave. Wang le había dicho alguna vez que, de no ser por Ben, no habría podido ayudar a sus pacientes clandestinos. Algo bueno debía tener aquel tipo si Wang lo defendía y, encima de todo, Adam estaba decidido a fiarse de él de vez en cuando.

—Wang está viviendo conmigo, es cierto —dijo Declan, mientras se acercaba a la cocina para buscar cerveza. Tenía el presentimiento de que la iban a necesitar para esta conversación—: Es una larga historia, pero no creas que te vas a librar de que te pregunte qué demonios has estado haciendo. Tú no tomas vacaciones, así que creo que merezco saber qué pasa.

Declan trataba de no sonar paternalista con Adam, pero él era el mayor, había conocido a su amigo cuando éste se había enrolado en la policía. Desde el principio se cayeron bien, Declan no había conocido al padre de Adam directamente, pero sabía de buena mano que era un excelente policía. De los pocos que quedaban en Tara en aquel entonces.

Su amigo estaba empeñado en seguir su legado.

—La verdad es que Wang y yo hicimos correr ese rumor de nuestra relación porque llevamos hace algún tiempo investigando un robo de medicamentos del hospital —dijo Declan, extendiéndole la cerveza fría a Adam—. Pero apreciaría que no me dejes en evidencia frente a Wang. Está muy tenso, creo que preferiría que piense que también te estoy mintiendo a ti.

No quería que Wang, además de todo lo que estaba viviendo, también se preocupara porque alguien más conocía su secreto. Podría decírselo después, que supiera que podía fiarse de Adam, porque era tan buen policía como él. Aunque, precisamente por eso tenía que saber qué demonios había estado haciendo su amigo con Ben Carson, si todos los rumores eran ciertos.

Suspiró cuando escuchó a Declan tan determinado a saber sobre sus vacaciones. Sabía que no se iba a librar de esa parte de la conversación pero tenía mucha curiosidad sobre la relación de Declan. Siempre había sido un viudo devoto a la memoria de su esposa, y su hija.

Arqueó la ceja ante la explicación de que estaban investigando el robo de medicamentos en el hospital. Wang era un médico. No un policía. ¿Cómo iba a estar investigando nada? Y de eso pasar a vivir juntos...

—Nunca me he mudado a vivir con un civil junto al que esté investigando algo —comentó, aunque después se mordió la lengua. No había vivido con Ben pero había pasado metido en su casa los últimos días. —. Así que también tendremos que hablar de esto, yo también quiero explicaciones. Pero no te preocupes, si me dejas conocer a tu famoso novio, no te dejaré en evidencia.

Tomó la cerveza que Declan le ofrecía y la empezó. Realmente iba a necesitar algo de licor para esa conversación.

—¿Tienes planeado un interrogatorio o me dejarás explicarme a mi forma? —preguntó—. Supongo que habrás escuchado todo tipo de rumores hasta ahora.

Adam no sabía bien qué se estaría diciendo, pero suponía que no sería nada bueno. Lo mínimo sería que estaba trabajando para Ben ahora, y no sabía cómo manejar eso. Su reputación siempre había sido intachable. Y no sabía a qué se enfrentaría si eso cambiaba.

Ben tenía enemigos también. Y había otras personas que podrían querer que Adam trabajara para ellos más bien.

Pero no podían exponer a Mark. Además, ¿qué clase de excusa sería esa? ¿Quién se creería que estaban pasando tiempo juntos porque estaban cuidando a un niño al que le habían matado la madre?

Lo peligroso de hablar con Adam era que lo conocía demasiado bien. Por supuesto que Wang no era sólo una cubierta, con el paso del tiempo, al conocerlo, Declan le había tomado aprecio. Podía hasta decir que le tenía genuino cariño. Desde la vez que lo conoció, que lo encontró haciendo prácticas en una clínica clandestina, supo que era el tipo de persona que escaseaba en esta ciudad. Una buena persona, alguien que se preocupaba por los demás en lugar de buscar cómo enriquecerse a sí mismo.

Además, no olvidaba su expresión aterrada luego de que el mocoso de Cobbert confirmara todos sus miedos: sí que los estaban espiando. Declan podía cuidarse solo, era policía, estaba acostumbrado a estas cosas, pero Wang no. Era su responsabilidad cuidarlo. Sabía que Adam lo comprendería.

—Bueno, voy a buscarlo cuando salga de su turno del hospital. Considerando cómo están las circunstancias con Cobbert, soy algo así como su chofer personal. Wang no está muy convencido, quería que yo durmiese en mi habitación, pero lo saqué de su apartamento a las prisas, no podía dejarle el sofá —confesó Declan, derrumbándose en la silla frente a Adam. Suspiró hondo y estiró los pies, sintiendo de pronto el paso de los últimos días en su cuerpo.

La expresión de Adam era clara: lo estaba viendo como si hubiera descubierto a Declan en medio de una travesura. También abrió su cerveza y le dio un largo trago.

Lo necesitaba.

—Cobbert lo mandó seguir, Adam —dijo, a media voz. Sabía que no necesitaba más explicaciones: así había comenzado todo, cuando Anne le dijo que tenía la impresión de que la estaban siguiendo. Adam conocía de sobra esa historia—: No podía dejarlo a su suerte luego de que lo metí en este problema. Sólo por eso voy a dejar pasar el interrogatorio y permitiré que te expliques. Sobre todo porque, a diferencia tuya, yo no ando creyendo los rumores que se dicen sobre ti y Carson.

“Porque son absurdos” quiso decirle, pero decidió callarse al último momento. Adam, después de todo, sí que tenía algo de debilidad por Carson. No por nada confiaba en él.

Adam no pudo evitar recordar cuando había encontrado a Ben en el hospital, siguiendo una pista con respecto al tráfico de medicinas. y le había advertido lo peligroso que era que se metiera con ese tema.

Así que era sobre Lucius Cobbert.

Cobbert no era jugando. Entre los grandes nombres de Tara, él era uno de peso. Despiadado y con muchos secuaces.

Claro, que si había empezado a seguir a Wang, todo tenía sentido. Se inclinó hacia Declan, mirándolo con gravedad.

—¿Están siguiendo a Wang? ¿Cómo estás seguro de eso? —preguntó con suspicacia. —. Sé que no te vas a arriesgar a que le hagan daño a alguien que trabaja para ti, pero esto es extremo. Normalmente buscaríamos cuidar a un testigo en una casa segura, no en tu propia casa. Sé lo celoso que eres de este espacio.

No iba a decir que tenía el apartamento como un museo en memoria de su familia perdida, porque ahora evidentemente Wang se estaba colando en todos los espacios.

—Tampoco puedes dormir indefinidamente en el sofá —le advirtió—. No hay espalda que lo aguante.

Lo sabía bien él que había dormido ya algunas veces en el sofá de Ben.

—¿Qué has oído sobre Ben? —preguntó con curiosidad sincera—. Es cierto que he estado pasando algún tiempo en su casa, pero no trabajo para él ni nada similar. Eso estoy seguro de que lo sabes.

Suspiró. Esto iba a ser difícil.

—Tengo que confesarte dos cosas —añadió—. Una sobre los últimos días y otra que descubrí sobre Ben y su pasado.

Esa segunda parte era la que lo estaba matando.

Pudo ver la expresión desolada de Adam cuando éste le dijo que estaban siguiendo a Wang. Lo peor de todo, lo que a Declan más les había sacado de quicio, era que el bastardo de Cobbert hubiese entrado con tanta facilidad a ese apartamento. Cuando estaba yéndose, Declan echó un último vistazo a la ventana rota y se preguntó cuántas veces el mocoso habría entrado por la ventana. Cuántas veces habría estado allí, con su mirada angustiosa, diciéndole alguna historia triste a Wang que conmoviera su buen corazón.

Declan esperaba no tener que volver a ver a ese mocoso en muchísimo tiempo. Con gusto lo habría echado en el calabozo un par de días, pero ya no quería tentar más a la suerte y hacer enfadar a Cobbert. Con lo de los medicamentos era suficiente.

—Su hijo vino a advertirnos. Ya sabes, su bastardo… —Adam también conocía al mocoso. En alguna ocasión tuvieron que arrestarlo por robo de autos, Declan lo recordaba bien. Pero en ese momento era menor de edad y los abogados de su padre no permitieron que pasara ni veinticuatro horas detenido—. Estaba muy seguro al advertirnos que tenían a Wang vigilado y que todo esto era sobre la investigación que estábamos haciendo de los medicamentos. Estoy seguro que Cobbert lo mandó a soltar esa información para tenernos sobre aviso. Wang estaba… muy asustado, no podía dejarlo allí. Ya sé que no es sostenible que me esté torciendo el cuello en el sofá, pero… la otra opción es despejar la habitación de Sophie.

Sabía que mencionar a su hija causaría ese efecto embriagador en Adam. A Sophie le gustaba mucho Adam, decía que, cuando fuera grande, estaría encantada de casarse con él. No eran más que fantasías de una niña, que jamás se vería materializadas con alguien de su edad, porque ahora estaba muerta.

Declan bajó la mirada, sabiendo que no quería volver sobre ese tema, así que era mejor hablar sobre Adam y el maldito Carson.

—Sólo he escuchado los rumores de rutina. Que ahora estás en su planilla y que además te estás acostando con él. Por lo que veo, no está tan desencaminado el rumor, ¿estuviste en su casa todo este tiempo? —Declan volvió a mirarlo, pues esa información sí que no la esperaba. Sin embargo, Adam lucía muy angustiado. Algo aquí no andaba bien—: Adam, soy tu amigo. Nos conocemos desde hace muchos años. Sea lo que sea que quieras contarme, te escucharé.

Sophie.

Había sido una niña tan brillante y feliz. No se merecía el destino que le había tocado. Pero que Declan mencionara siquiera tocar su cuarto era todo un cambio. Realmente le importaba mucho ese doctor y no iba a dejarlo a su suerte. Lo había metido en su vida, en lo más profundo e imperturbable de su vida.

Si iba a quedarse allí, lo de la habitación de Sophie tendría que suceder.

—Si necesitas ayuda con su habitación, solo tienes que decirme —comentó, pensando en lo realmente nostálgico que sería tocar las cosas de Sophie. Si a él le dolía pensarlo, no quería saber al propio Declan —. Aunque esperaría que tu médico esté más que dispuesto a ayudarte también.

Se preguntaba si Wang sabía todo lo que significaba que Declan lo tuviera allí en su casa. Lo dudaba, porque Declan no solía hablar de ellas.

Pero ahora, por lo visto, era hora de centrarse en su propia historia.

—¿Recuerdas el caso de Mark Lock? ¿El niño secuestrado? —preguntó, y volvió a tomar otro trago de cerveza—. Cuando dije que lo había puesto a salvo era cierto, pero no dije toda la verdad de cómo lo rescaté.

No le había dicho a nadie que Ben Carson le había ayudado a poner al niño a salvo.

Suspiró y desvió la mirada.

—Debí pedir tu ayuda, lo sé, pero no fue precisamente legal todo. Temía que alguien en al comisaría nos siguiera la pista y descubriera dónde envíavamos al niño —agregó—. Pero Ben tenía los medios y el contacto, él lo encontró y lo pusimos a salvo entre ambos. Sé que es extraño, pero hay cosas en las que me puedo fiar de Ben Carson. En ese momento no lo entendía, pero realmente creí que me ayudaría con Mark, y realmente le importaba el niño.

Ahora lo entendía. En el fondo tal vez siempre había sabido que Ben era capaz de ayudar y cuidar a un niño perdido. No quería pensar mucho en eso, no era realmente bueno para las cosas psicológicas.

—Pero igual mis precauciones sirvieron de poco: lo encontraron, y mataron a su madre —añadió—. Ben me ayudó a poner a salvo a Mark, pero como no fue una extracción legal, lo tiene escondido en su casa. Así que eso he estado haciendo: cuidando a Mark mientras Ben no estaba.

No podía imaginar qué pensaría Declan al escuchar aquello. Era increíble cómo Adam había caído él solito en una trampa como aquella.

Declan se conmovió mucho cuando escuchó decir a Adam que podría ayudarle con lo de la habitación de Sophie. La verdad era que no estaba seguro si estaba listo para hacer eso. Racionalmente, sabía que había pasado muchísimo tiempo, pero a Declan seguía doliéndole como el día uno.

Mover cosas de esa habitación significaba, en cierta forma, decirle adiós a Sophie para siempre.

—Gracias, Adam, sé que lo dices con sinceridad, prometo avisarte si necesito ayuda.

Sin embargo, Declan dejó atrás sus propios sentimientos mientras escuchaba lo que Adam estaba contándole. Sabía que estaba muy involucrado en el caso de Mark, pero él confió en que había conseguido sacar al niño y a la madre fuera de Tara. Hasta allí él tenía la historia, jamás se imaginó el papel que tenía Ben Carson en todo esto y mucho menos que se había involucrado a un nivel tan personal.

Adam, por su parte, se escuchaba conmovido y agradecido. Declan apenas estaba asimilando todo lo que oía.

—Estás tratando de decirme que… ¿Ben Carson te ayudó a rescatar a Mark? ¿Tienes idea de quiénes estuvieron tras la muerte de su madre? Pueden ir tras él. ¿Te fías tanto de Ben Carson? —Declan quiso decirle que todo sonaba demasiado sospechoso. Carson podía estar manipulando las cosas a su favor, pero tampoco entendía por qué iba a matar a la madre del niño luego de hacer tanta pantomima, hubiera podido matarlos a los dos. Tenía oportunidades y mucha gente trabajando para él. Pero él mismo revisó los archivos del caso, Ben Carson no tenía relación alguna con los hechos.

Así que, al parecer, estaba ayudando a Adam por el puro gusto de hacerlo. ¿Acaso se había vuelto loco?

—Adam… una cosa es que hayan buscado un sitio temporal para Mark, que la casa de Carson haya parecido el sitio más seguro. Pero, ¿qué piensan hacer con él? —Declan no quería imaginarse la respuesta que tenía Adam para él.

Era impensable.

Declan era un gran policía. Siempre habcía las preguntas correctas, y, evidentemente, de todo lo que le había dicho esa era la pregunta más importante.

—No creas que seguiré de vacaciones indefinidamente —respondió, como si esa pudiera ser la razón de la pregunta de Declan—. Ben le encontró una niñera ya, empieza mañana.

Él mismo no podía creer lo que estaba diciendo. Declan iba a pensar que había perdido la cabeza. Además, con lo paranoico que era seguro estaba pensando que Ben estaba detrás de todo lo que estaba pasando, pero era una idea que Adam había desechado de inmediato.

Ben realmente quería ayudar a Mark.

—Tal vez fiarme de Ben tanto en ese momento fue una locura —admitió—. Pero no vi otra salida y realmente me ayudó a rescatar al niño, tenía información y contactos que ninguno de nosotros habría tenido.

Pero eso no era todo. Ya no.

—Pero ahora sé más cosas —agregó—. Y es lo que te decía de tu pasado. ¿Alguna vez te conté que me perdí cuando era niño? Me alejé de mamá en el mercado y caminé sin rumbo, hasta que no la pude encontrar de nuevo....

No creía haberle contado al detalle el tema, no solía hablar de ello.

—Me perdí, y se hizo de noche, y de alguna forma terminé en el puerto —continuó—. Podría haber terminado muy mal, pero me encontró un chico. No era mucho mayor que yo, pero conocía sobre la calle, sabía moverse y sobrevivir. Y cuidó de mí esa noche, en un barco mientras había tormenta afuera.

Nunca había pasado tanto miedo como ese día, pero Carson lo había tenido a mano.

—Estoy casi seguro de qeu sí debo haberte dicho que para mí Carson era un nombre y no un apellido —añadió—. Y es por culpa de ese chico. Se llamaba Carson... Al día siguiente me devolvió con mi familia y no volví a saber de él. Hasta ahora que encontré en casa de Ben un reloj de mi padre que perdí esa noche.

Miró a Declan a los ojos. Si estaba siguiendo su historia con atención podría unir los puntos.

—Tal vez por eso confío en él —concluyó.

Tomó otro largo trago de cerveza. Era incríble ahora que lo decía todo en voz alta.

Adam estaba hablando de niñeras, como si de verdad él y Carson tuvieran una relación. O sea que Declan no estaba siendo paranoico, como solía ser el caso, de verdad que Carson estaba planeando quedarse con el niño. ¿Acaso planeaba adoptarlo? Si ese era el caso, de seguro que no sería por la vía legal.

—Adam, escucha con cuidado lo que estás diciendo. ¿Acaso insinúas que Carson va a cuidar de ese niño como si fuera…? —Declan no quería ni pronunciar la palabra en voz alta. Creía que para llamar padre a alguien, tenía que ganárselo. Ben Carson no era ese tipo de persona, sin importar lo que Adam pudiese pensar.

Sin embargo, lo que dijo a continuación su amigo lo dejó boquiabierto. Sí que recordaba que Adam le había contado esa historia alguna vez. Creía que fue en una ocasión en que estaba hablando del legado familiar sobre ser policía. Mencionó que le había dolido mucho haber perdido ese reloj, pues era una especie de reliquia familiar.

Pero esto que estaba diciendo no tenía sentido. O sea que él y Carson se habían conocido cuando niños. Declan estuvo a punto de decirle que estaba completamente loco, pero, de pronto, algo vino a su memoria.

—Eso que estás diciendo. Espera un momento… —balbuceó, mientras se levantaba un momento, dejando la cerveza a medias sobre la mesa de la sala. Declan buscó su computadora portátil, tenía acceso remoto a los archivos policiales.

Al principio, cuando estaba empezando, le habían asignado archivar los casos sin resolver. Era una novatada, porque Tara estaba llena de casos sin resolver. Pero Declan tenía buena memoria y sí recordaba que le había parecido curiosa la historia de cómo pasó el Mercado Negro de Tara de padre a hijo. Así que, cuando regresó, se sentó en el sofá donde estaba Adam y encendió la computadora, colocándosela en el regazo.

—La familia de Ben llegó a tener poder considerable hace mucho tiempo. Su padre tenía otros negocios, pero el Mercado Negro era el más lucrativo. No tenía buena reputación, recuerdo haber leído que meses antes fue hasta acusado de la desaparición de su hermana menor, Bella, pero creo que no se le pudo probar nada —Declan revisó los archivos, dejando espacio suficiente para que Adam revisara. Había una fotografía en primera plana de Bella Carson, al parecer había sido una socialité muy reconocida. Pero lo que Declan estaba buscando era otra cosa y chasqueó los labios cuando por fin la encontró. Era una fotografía de los Carson, ambos abrazados a su único hijo. Ladeó mejor la pantalla, para que Adam pudiera verla—: Creo que debía tener diez años, como mucho, pero dime, ¿es este el niño que tú dices que te salvó?

Declan no estaba seguro de qué respuesta esperaba. No creía haber visto a Adam tan afectado como ahora. Ni siquiera con la muerte de su padre. Esta angustia era diferente, era una mirada desoladora.

Había esperado que Declan no se tomara bien sus noticias, así que no le extrañó su reacción a la idea de la niñera. Realmente sonaba a que Ben estaba adoptando a Mark. Pero, ¿es que qué opciones tenían?

Pero no le dio tiempo de responder a eso, porque Declan tenía una memoria fabulosa y de repente estaba metido en antiguos archivos de Tara.

Adam había escuchado antes la historia del Mercado Negro. Parte de lo que hacía tan impresionante la figura de Ben en Tara era cómo había recuperado, tan joven, el control del Mercado Negro. Pero no sabía mucho sobre su padre, y mucho menos había escuchado que tuviera una hermana socialité.

Todo era muy nuevo...

Y nada lo preparó para que Declan le pusiera frente a él una foto.

No lo dudó ni un momento, aunque un día antes no habría podido describir con detalle a Carson. Había pasado muchísimo tiempo. Solo que cuando él lo había visto no estaba tan acicalado y bien vestido como en la foto.

—Es él —dijo, aunque se le fue el aliento—. Yo... Era muy niño, y era de noche, pero... sí, ese es Carson.

Sintió un nudo en la garganta. Suponía que eso eliminaba cualquier duda, pero no le resolvía cómo tratar el tema con Ben, excepto que con un poco más de certeza.

—No le he dicho a Ben —admitió—. Recién lo descubrí y no sé qué hacer con esa información.

Odiaba admitir que no sabía qué hacer.

—No sé cómo se lo vaya a tomar —agregó—. Por ahora nos hemos concentrado en Mark. Sé que suena a una locura, pero si Mark ingresa al sistema de nuevo van a encontrarlo... Es un cabo suelto después de la muerte de su madre.

Adam no entendía cómo había acabado metido en este lío ni cómo iba a sobrevivir como un policía íntegro después de todo eso.

Declan se quedó pasmado con la afirmación de Adam y volvió a mirar la vieja fotografía que descansaba en los archivos de la policía. Repasó con cuidado la nota que venía debajo de las fotografías, Bella Carson estaba, hasta el momento, en paradero desconocido. Presumiblemente estaba muerta, pero nunca habían encontrado un cadáver de manera oficial, pero la policía estaba tan corrupta que era difícil saber. Arthur y Samantha Carson sí estaban muertos, porque habían sido asesinados.

Pero, esa noche, su hijo había sido dado por muerto también. Declan recordaba haberlo leído, por eso resultó tan sorprendente que Ben, un par de años después, retomara el lugar de su padre. La competencia había desaparecido de manera misteriosa, pero Adam no podía ser estúpido, tenía que saber que Ben los había matado. O, como mínimo, mandado matar.

—En la nota de la policía pone que el hijo de Arthur Carson estaba desaparecido, pero que como la casa se incendió, era difícil saber si se podían recuperar cadáveres en buen estado. Si las edades son correctas, ese encuentro que dices debió suceder algo después de la muerte de sus padres.

Aunque sabía la respuesta, Declan volvió a buscar el nombre de Ben Carson, pero no aparecía en las casas de acogida ni en ningún orfanato, ni en Tara, ni en las dos ciudades aleñadas a las que tenía acceso como parte de un acuerdo de cooperación de la fuerza policial.

—Lo más probable, considerando todo lo que dices, es que Carson haya ocultado su identidad hasta que tuvo edad suficiente para ser tomado más en serio en el mundo criminal de Tara —Declan miró a Adam, quien parecía igual de angustiado que antes. No había más que atar cabos sueltos. Era obvio que Carson estuvo viviendo en la calle, al margen de la ley, no tenía más familia o alguien que le ayudase. Y Tara era una ciudad inclemente con los desprotegidos.

Era una suerte que a Adam no le hubiera pasado nada en esa ocasión. Carson de seguro que no era un mocoso equilibrado, considerando todo por lo que había pasado. Si de verdad había matado a esos hombres, como Declan sospechaba, a su parecer, era lo justo si eran los responsables de la muerte de su familia. Declan podía empatizar con ello.

—Entiendo que deber ser un tema, como mínimo, difícil de hablar. Pero creo que debes preguntarte si tú puedes cargar con el peso de ese secreto. Sobre todo, si dices que se están viendo muy seguido, dado que los dos están cuidando a Mark —Declan no podía ni creer lo que acababa de decir. Era como si fueran dos padres solteros, pero compartiendo custodia—. Dijiste que te diste cuenta por el reloj. O sea que es probable que Carson robara ese reloj, pero ¿dices que lo conservó todo este tiempo?

Eso sonaba curioso. Declan no había tomado a Ben Carson como una persona tan sentimental.

Declan era sensato. Paranoico, pero sensato. Por eso le gustaba tanto hablar con él de sus casos, siempre le ayudaba a pensar más claro. Pero esto era más que un caso. Esto era la vida de Adam. Su pasado. Y el de Ben.

Sobre todo el de Ben.

La idea de que hubieran matado a sus padres y el Carson que él hubiera conocido era un niño sobreviviendo como podía en las calles crueles de Tara...

Se le encogía el corazón de solo pensarlo.

¿Por eso todo lo relacionado con Mark parecía llegarle tanto? Ben se preocupaba por Mark de una forma muy personal. Tal vez no era solo bondad de su corazón que quisiera ayudar al niño. Tal vez se veía reflejado en él.

¿Acaso eran esas razones para dudar de que quisiera cuidar del niño? ¿De que quisiera cuidar del niño con él?

—Se lo tengo que decir —añadió—. Apenas puedo verlo a la cara sin decirle todo, pero a la vez no sé cómo decírselo de la mejor forma. No sé cómo se lo vaya a tomar.

Sabía que ya había dicho eso último. Meditó un momento la pregunta de Declan.

—Supongo que lo más probable es que me haya robado el reloj —admitió—. Es valioso... no sé por qué lo tendría todavía. No crees que él recuerde con nostalgia esa noche, ¿verdad?

En el fondo eso le preocupaba. Adam se sentía ridículo de tan solo pensarlo, pero él sí había atesorado el recuerdo de esa noche. Tal vez Ben no. Tal vez recién la había recordado para contarle aquella ridícula historia a Mark. O quizá, como el reloj parecía indicar, también era un recuerdo valioso para él.

La verdad eso era lo que realmente le preocupaba de decirle la verdad.

—Tal vez para él no sea gran cosa enterarse de que yo era ese niño —agregó, intentando quitarle importancia—. Igual fue un encuentro casual una noche, ¿cierto?

Declan le ayudaría a darle una justa dimensión a las cosas.

Aunque Ben Carson no fuera precisamente santo de su devoción, tenía que reconocer que le conmovía mucho escuchar a Adam y lo conmocionado que estaba. Era evidente que esa noche lo había marcado muchísimo, ahora más que se había dado cuenta de quién lo había ayudado en realidad. Declan tenía que tomarse con igual de seriedad este tema y darle un consejo que sirviese.

Pero no era una situación sencilla, sobre todo considerando que Adam y Carson ahora estaban a cargo de un niño juntos. Como si fuera una especie de custodia compartida. La situación era ridícula, pero Declan no pensaba decírselo así a Adam, estaba demasiado sensible. Necesitaba ser él quien llenara a su amigo de buen juicio.

—Adam, sé que ahora mismo estás muy alterado, por lo que te pido que pienses con mucha claridad qué le vas a decir a Carson —Declan cerró la computadora y la dejó sobre la mesa de centro, frente a ambos. Ahora no importaba la información que había recabado de Carson, sino cómo se sentía Adam en este momento.

Declan siempre supo que Adam tenía debilidad por Carson, tenía que haber algo especial en él para que su amigo se fiara tanto. Declan estaba convencido de que Carson no era más que otro de los tantos mafiosos que se aprovechaban de la situación para lucrar. Quizás la única diferencia entre él y alguien como Cobbert era que Carson no andaba por ahí matando a sangre fría para demostrar su poderío. Carson era más astuto, pero no por ello menos peligroso.

Sin embargo, era evidente que para Adam esto era algo más personal. Así que, incluso aunque no estaba a favor de hablar bien de Carson, decidió ser prudente. Colocó una mano sobre la rodilla de Adam, llamando su atención.

—Escucha, no conozco a Carson lo suficiente, no como tú, pero si conservó ese reloj por tanto tiempo, de seguro que significó algo para él. No me parece el tipo de persona que va por ahí guardando recuerdos de cualquier tontería. Así que, si todavía tiene ese reloj, y ha pasado tanto tiempo, de seguro recuerda algo de esa noche. Sólo que… pues han sido muchos años, dudo mucho que te relacione a ti con lo sucedido —trató de decirle Declan, pues era lo más lógico. Eran un par de niños, seguro iban a tener recuerdos borrosos y memorias inexactas—. De hecho, tú no lo hiciste hasta que encontraste el reloj. Es probable que sea lo mismo para él.

En eso estaba diciendo la verdad: si Carson hubiera tenido esa información para manipular a Adam, de seguro que ya lo habría hecho. Así que todo parecía indicar que no tenía la más mínima idea.

—Escucha, Adam, sabes que si vas a hablar con él… pase lo que pase, puedes contar conmigo.

En parte, Adam sabía que Declan no se fiaba un pelo de Ben y estaba siendo contenido en sus comentarios por deferencia a él, pero todo lo que decía tenía mucho sentido.

—Tampoco lo conozco tan bien —replicó, con la sensación de que tenía que defenderse de ese señalamiento—. No es como que nos tratemos tantísimo.

Pero no podía engañarse. Siempre había tenido cierta debilidad por Ben. De alguna forma había optado más de una vez por darle el beneficio de la duda, Por algo no se había dado a la tarea de meterlo en la cárcel. Si se lo hubiera puesto por objetivo no lo habría dejado en paz. En cambio...

—No estoy trabajando para él, Declan —añadió, mirándolo a los ojos. Su amigo lo sabía, pero igual necesitaba decirlo—. A pesar de Mark, y de los recuerdos... No estoy haciendo cosas ilegales.

Excepto porque Mark no entrara al sistema. Pero tampoco podía considerarlo un secuestro como tal. ¿A quién debían devolverlo?

Estaba en una zona gris.

—Voy a decirle todo —agregó, aunque todavía no supiera cómo—. Es probable que tengas razón, y no recuerde nada. Pero quiero saber por qué guardó el reloj.

Realmente necesitaba una respuesta a eso, más que nada.

Tal y como Ben lo había previsto, Lily y Mark se cayeron bien de manera instantánea. Se nota que Lily era muy buena con los niños, porque se ganó a Mark en menos de media hora, porque se había traído su consola de videojuegos y eso fue más que suficiente. Además, como si eso no fuera lo bastante bueno, Adam también parecía haberse quedado satisfecho. También le había presentado a Jess, el hermano de Lily. Era bastante joven, pero tanto él y como Al le tenían confianza absoluta, llevaba varios años trabajando en el mercado negro.

Quizás Adam no había estado tan convencido al conocer a Jess, pero no dijo nada. De hecho, le parecía que Adam había estado más serio de la cuenta. Adam no era el alma de la fiesta, pero había algo en su mirada que empezaba a ponerlo de los nervios. Ben se imaginaba que, en cualquier momento, Adam le diría que se arrepentía de esto y que se llevaría a Mark a otro lugar. A un lugar mejor, lejos de él y esta vida de ilegalidades y moralidades grises.

Sin embargo, nada de eso había pasado. Después de que se fuera Lily, se había quedado a cenar y hasta había llevado una conversación amigable con Mark, quien además se ofreció a mostrarle a Adam su nueva habitación. Ben había hecho lo mejor que pudo, creía que era una habitación decente, que a Mark le gustaba. Pero tener a Adam mirando con curiosidad todo, tan sólo le hizo sentir más aprehensión de la cuenta.

Cuando Adam por fin se despidió de Mark, Ben sintió alivio. Si de verdad estaba dejando al niño dormir allí con él esa noche, era una muy buena señal.

Como la despedida de Adam y Mark demoró un poco más de la cuenta, Ben se quedó rezagado en su habitación y aprovechó el momento para llamar a Al y decirle que, por favor, lo necesitaba mañana temprano. El intercambio con Al demoró un poco más de la cuenta y, cuando regresó a la sala, con la intención de apagar las luces y quedarse en su habitación, se sorprendió al ver que Adam todavía seguía allí.

—Perdón, estaba haciendo unas llamadas. Pensé que… bueno, pensé que te habías ido —dijo Ben, mientras volvía a buscar su mirada. De nuevo se le quedaba la sensación de que Adam estaba huyéndole. ¿Este era el momento en que le decía que no iba a permitirle quedarse con Mark? Ben no quería discutir de nuevo, pero si Adam no le dejaba otra opción, eso haría—: Adam, ¿estás bien? ¿Esta es la parte en que dices que Lily en realidad no te cayó nada bien? Es rubia, adorable, y buena con los niños. Si no la apruebas, me quedé sin opciones.

Aunque Ben hizo un esfuerzo porque sonara jocoso o alegre, en realidad sabía que la situación era seria.

Lily era tan perfecta como Ben había anunciado. Era una chica rubia, joven y dulce. Mark había congeniado rápidamente con ella y parecía encantado de pasar el rato hablando y jugando con ella. Pero además, por unos cuantos momentos entre ellos le había parecido apreciar que la chica sabría ser firme y mantener reglas.

Adam no podía ponerle ninguna objeción ni quería. Sin embargo, no aprovechó lo bien que parecía llevarse con Mark para llevarse a Ben aparte a hablar. Había decidido esperar el momento oportuno, y el momento oportuno había tardado en llegar.

Tanto que le dio la noche en el apartamento de Ben, y supuso que eso solo aumentaría los rumores sobre ellos.

Ben también parecía ansioso, pero tal vez era por Lily y todo el trabajo que le había llevado encontrarla. Adam esperó pacientemente a que hablara por teléfono, y luego le pareció que Ben se sorprendía de que siguiera ahí, tal y como confirmaron sus palabras.

—No creo ser tan maleducado para que pienses que me iría sin despedirme —comentó, pero no le puso especial reproche a sus palabras. Estaba más interesado en el tema que lo mantenía ahí—. Necesitamos hablar.

Tal vez estaba sonando más solemne de la cuenta, pero él realmente sentía que esto era algo importante que ameritaba algo así.

—Me pareció conveniente esperar a que Mark estuviera dormido —añadió—. No quisiera que se alterara en caso de escucharnos hablar.

No sabía si iban a discutir pero temía que sí. Temía no tener idea de qué iba a pasar cuando le dijera a Ben la verdad.

"Necesitamos hablar".

Adam no era una persona particularmente risueña y, por lo general, cuando hablaban siempre mantenía el mismo tono serio. Sin embargo, aquella frase sonó para Ben peor que un reclamo. No le gustaba para nada su tono en general, ni tampoco su postura corporal. Tenía el presentimiento de que esto era una discusión anticipada y no le gustaba esa sensación. Ben inspiró hondo, dándose cuenta de que éste había sido precisamente el momento en que la fantasía se rompió.

Por supuesto, él y Adam no iban a poder mantener la misma dinámica por mucho tiempo. Adam lo había buscado porque necesitaba ayuda, porque Mark lo necesitaba, pero quizás ya se había cansado de pretender que Ben era una buena persona.

Apretó los labios, preparándose para cualquier cosa que Adam dijese. Ya podía imaginarse la expresión de Al cuando se lo contara a la mañana siguiente. Iba a decirle el mayor "te lo dije" de su larga amistad.

—Por tu tono puedo adivinar que no me va a gustar lo que me vas a decir —dijo Ben, tratando de aparentar una calma que, en realidad, no tenía. Le hizo un gesto para que se sentara en el sofá, aunque no sabía si él tenía el valor de hacer lo mismo—. ¿Qué es lo que pasa? ¿Esto es sobre Mark, Adam?

Ben se sintió un poco miserable porque se dio cuenta de que aquella pregunta tan directa cambió la expresión de Adam por completo. Pero suponía que no podía culparlo por llegar a semejante suposición, ¿de qué otra cosa podría tratarse? De todo lo que habían hablado los últimos días, la única razón por la que había dejado entrar a Adam en su casa, en lo más profundo de su privacidad, era por Mark.

—Escucha, sé que piensas que es una locura dejar que se quede conmigo, y que va a sonar ridículo que te haga ninguna promesa. Pero cuidaré de él, incluso si crees que no voy a darle una vida honorable, estará bien conmigo —Ben sabía cómo debía de sonar aquel discurso para alguien como Adam, quien era un policía honesto. De hecho, nunca lo había pensado con detenimiento, pero se imaginaba que Adam debía tener tenido una buena infancia, ¿o de dónde demonios había aprendido una conducta tan intachable? Esas cosas se aprendían en tu círculo familiar. A Ben todo eso se lo habían arrebatado, así que suponía que estaba bien que Adam no lo entendiese—: Tampoco quiero que Mark acabe ni trabajando para mí ni lo estoy viendo como una inversión a futuro. No soy… no soy ese tipo de persona.

Acabó diciendo aquello porque le ganaron los nervios y también porque recordaba la obsesión de Al con Lucius Cobbert y que eso lo había llevado a encariñarse con su bastardo. Lucius no trataba a ese mocoso como familia, pero lo había criado de tal manera que éste le debía lealtad absoluta. Ben, por supuesto, jamás haría tal cosa.

¿De qué rayos estaba hablando Ben?

Tal vez no era justo de su parte cuestionarlo así, pero no entendía por qué se había ido por esos temas. Por supuesto que Adam querría discutir el futuro de Mark después, De hecho se había planteado más de una vez ya que debían llegar a algún acuerdo de que Mark se educara fuera de Tara llegado el momento. No quería que los tentáculos de Tara lo alcanzaran. No era ajeno al hecho de que vivir con Ben lo ponía en un lugar más vulnerable.

Pero no era de eso que quería hablar.

—Ben, si desconfiara tanto de ti no lo habría dejado quedarse aquí de ninguna forma —replicó, todavía sorprendido por el giro que había dado Ben a la conversación—. Sé que vas a cuidar de Mark y confío en que llegaremos a un acuerdo sobre su futuro eventualmente... pero no es de eso que pretendía hablarte. No es el futuro lo que me poreucpa ahora, es el pasado.

Inspiró profundo. Sabía que sus palabras podían sonar demasiado enigmáticas y no quería dar espacio a mayores confusiones, porque evidentemente Ben no sabía por dónde quería ir.

—Quiero hablarte del reloj que encontró Mark en tu cuarto ayer —añadió—. Puede que esto te tome de sorpresa, pero a mí me tomó por sorpresa primero cuando lo vi.

Había pensado mucho cómo sacar el tema, y al final estaba dejando que las palabras solamente fluyeran fuera de su boca, casi sin control.

—Ese reloj era de un niño que ayudaste —comentó, mientras lo miraba fijamente, intentando leer sus reacciones—. Un niño perdido que solo quería regresar con su madre pero no sabía cómo hacerlo en una noche de tormenta. ¿Estoy en lo correcto, verdad?

Ben era listo. Podía empezar a juntar las piezas para entender de qué le estaba hablando, porque él no terminaba de encontrar las palabras para decir lo que quería decir.

El pasado, Adam decía que quería hablar del pasado. Ben lo miró con una expresión confusa, porque no entendía sobre qué pasado tenían que hablar. Empezaba a darse cuenta de que, lo que sea que tuviera a Adam tan angustiado, no parecía tratarse de Mark. Al menos, ahora mismo no se trataba de nada que tuviera que ver con Mark.

Estuvo a punto de preguntarle a qué demonios se refería con eso, pero entonces Adam le dijo de buenas a primeras que tenían que hablar del reloj. Ben ladeó el rostro, mirando de pronto hacia su habitación, como si eso fuera a darle todas las respuestas que necesitaba. Recordaba bien el incidente del reloj, Mark había pedido hasta perdón porque creía que lo había dañado. También recordaba que el niño se mostró algo curioso y preguntó de quién era. En su momento, Adam también lo había interrogado por el reloj, pero pensó que se debía a curiosidad del momento.

Sin embargo, lo que dijo Adam a continuación lo dejó de piedra. Ya no estaba seguro si lo mejor había sido permanecer de pie, porque creía que le flaqueaban las rodillas luego de escucharlo hablar.

Ben había dado explicaciones esa noche, pero, que él supiera, no había dicho en detalle cómo llegó ese reloj a sus manos. Adam, sin embargo, estaba muy seguro de lo que acababa de decirle.

Él recordaba bien esa noche de tormenta. Recordaba haber amenazado a ese pequeño con un cuchillo y éste, lejos de parecer enojado o asqueado de él, incluso le convidó de las galletas que tenía. Ben recordaba bien el sabor de esas estúpidas galletas de vainilla, había sido un manjar en las circunstancias en las que estaba.

"Si me quedo aquí contigo y te hago caso, ¿me vas a llevar con mi mamá? ¿Lo prometes?"

Ben soltó un respingo, porque recordó la vocecita con que se lo había dicho. Lo había mirado con ojos enormes, llenos de miedo, a punto de llorar. Casi de la misma forma en que Adam lo estaba mirando ahora. Era la misma expresión. Exactamente los mismos ojos.

—Yo sólo dije que aquel reloj era un recuerdo de un amigo —dijo de pronto, retrocediendo un par de pasos, porque lo que estaba pensando no podía ser—: Estoy muy seguro de lo que dije. Adam, ¿cómo sabes de la noche de tormenta?

Ben se sintió estúpido porque sólo había una conclusión lógica, una única respuesta para lo que Adam acababa de decir. Ben recordaba algunos detalles de aquella noche, de la mañana siguiente, cuando lo vio reunirse feliz con sus padres. Podía recordar con claridad lo feliz que se había visto, también que su padre era policía, porque Ben recordaba haberse asustado por el uniforme. Pero no podía recordar su nombre, al menos hasta ahora, que el recuerdo de aquella noche arremetió contra Ben con la fuerza de un huracán.

“Adam es nombre de niño bueno, ¿te lo habían dicho?”

Ben no parecía haberlo entendido, a juzgar por sus palabras. Parecía impresionado de la información que tenía. Adam desvió la mirada, convencido ya de que Ben no tenía idea de quél era el niño.

—Hacía mucho frío, e incluso dentro del barco que nos escondíamos retumbaba la tormenta —continuó—. Yo tenía miedo, y Carson creo que pretendía que no lo tenía. Pero los dos teníamos hambre y yo tenía galletas...

No valía la pena atrasarlo más. Tragó grueso y miró a Ben de nuevo.

—No recuerdo demasiado —señaló—. Estaba muy pequeño. Nunca olvidé esa noche, pero no la relacioné contigo nunca. No tuve idea hasta que vi el reloj que encontró Mark.

El reloj de su padre. Sí que recordaba lo mucho que lo habían regañado por haberlo perdido, más que por haberse perdido él mismo. Pero es que no se suponía que lo llevara con él. Era solo que le gustaba, lo hacía sentir grande e importante como papá.

Luego su padre había muerto y no había tenido reloj para heredar de padre a hijo.

—Creí que debías saberlo —añadió—. Aunque no tenía idea de cómo vas a tomártelo.

Se calló al llegar a ese punto. Podría decirle que a él lo había sorprendido por completo y que no sabía qué hacer con ello, pero temía que empezaría a divagar y no quería exponerse más de la cuenta frente a Ben. Más cuando en ese momento se sentía totalmente expuesto frente a él, como el niño pequeño que había sido entonces.

Ben tenía la impresión de que la sala de su casa empezaba a empequeñecerse a cada palabra que Adam decía. Le estaba diciendo que no había olvidado esa noche de tormenta y fue como si para Ben se hubiera roto una especie de maldición.

Todos los recuerdos de esa noche llegaron a él, uno tras otro, dándole un nuevo significado ahora que sabía la verdad. Ben recordaba el cuerpecito del niño, de Adam, acurrucado contra él, que se había dormido profundamente a su lado, a pesar de que no lo conocía de nada ni tampoco tenía razones de peso para fiarse de él. Ben se había quedado despierto por más tiempo, porque no estaba acostumbrado al sueño profundo, solía tener el sueño ligero y alerta. También recordaba que se había sentido genuinamente culpable al haber robado el reloj, pero se dijo a sí mismo que él lo necesitaba más que aquel mocoso.

Que Adam.

Mientras más lo pensaba, menos se lo podía creer.

¿Qué se suponía que debía decir en este momento? Adam lo estaba mirando con aprehensión, de seguro que estaba esperando que dijera algo. Ben no podía procesar lo que estaba pasando, ahora esa noche tenía un significado completamente nuevo. Recordó el momento en que, a la mañana siguiente, estuvo a punto de pedirle ayuda a Adam y su familia. ¿Qué habría pasado con él si tomaba esa decisión? Él y Adam habrían entrelazado sus vidas desde antes.

—Me sentí culpable al robar tu reloj —confesó de pronto, sin saber por qué estaba dando explicaciones unas dos décadas después. Ben se encogió de hombros y desvió la mirada. De todas las personas que lo conocían, quizás el único que tenía alguna noción de las penurias que había pasado malviviendo en la calle, era Al. Pero ahora Adam lo supiese, que hubiera sido partícipe de esa situación, era más de lo que podía procesar—. Eras más pequeño que yo y hasta me habías dejado comer esas estúpidas galletas, como si fuéramos amigos. Pero el reloj parecía valioso y necesitaba… me convencí de que lo necesitaba más que tú. Lo llevé a una casa de empeños donde nunca hacían preguntas y pude sobrevivir sin meterme en más líos por un par de semanas más.

Ben recordaba la sensación de haber visto a Adam, pequeñito y bien vestido, bañado y adecentado seguramente con su mamá, cuando él llevaba en ese entonces días sin bañarse o poder dormir en un sitio decente. Fue como si toda esa vergüenza que se había evaporado en ese entonces, volviera a él como si estuviera sucediendo todo por primera vez.

—Pero me sentí horrible al dejar el reloj atrás, supuse que tenía mucho valor familiar o algo así, por lo que una noche me metí en la casa de empeños y lo recuperé —Ben se encogió de hombros, hablando con voz quebrada—. Supongo que puedes decir que soy un sentimental.

Adam sentía que todo era irreal en ese momento. Ben realmente estaba hablando de eas noche. Recordaba incluso las galletas. Era estúpido sentirse tan conmovido, pero no podía evitarlo. Nunca creyó ver a Carson de nuevo. Había creído que un niño solo como él no habría sobrevivido en aquella ciudad... pero en cambio había llegado a dominar el Mercado Negro.

Escuchó la historia del reloj con la boca abierta. No podía creer que había ocurrido todo eso con el reloj de su padre, pero en especial que Ben lo hubiera recuperado.

—Me regañaron más por haber perdido el reloj que por haberme perdido —dijo, sin saber bien por qué se lo contaba—. Me habían advertido de no andarlo agarrando, pero me hacía sentir grande, como papá. Realmente lamenté haberlo perdido cuando murió. Habría sido mi herencia, a menos que mamá lo hubiera empeñado también.

Dios.

Se pasó una mano por la cara, intentando despejarse. Pensar con claridad. No sabía qué se suponía que hiciera ahora que había encontrado a Carson... y que, de entre todas las personas, era Ben.

—Empecé a deducir todo cuando Mark encontró el reloj —añadió—. Luego te hizo algunas preguntas y con tus respuestas todo calzaba.

Se atrevió a mirar a Ben a los ojos.

—No sabía cómo decírtelo, ni cómo te lo ibas a tomar —dijo finalmente.

Y ahora solo le quedaba esperar. Esperar una reacción por parte de Ben. No parecía tan conmocionado como el propio Adam se sentía.

Escuchar a Adam que hubo consecuencias por la desaparición del reloj tan sólo consiguió hacerlo sentir más culpable. Sin embargo, gracias a ese reloj había conseguido sobrevivir, así que no podía decir que se arrepintiera de haberlo hecho. Le parecía increíble que ahora tuviera la oportunidad de devolvérselo, por supuesto. ¿La madre de Adam vivía? Sabía que su padre había muerto, el mismo Adam lo acababa de confirmar para él, pero sintió una oleada de curiosidad por saberlo.

Ben sentía un montón de sentimientos revoloteando en su corazón. Nunca pensó que su pasado lo encontraría de esa forma tan inesperada. Había perdido a sus padres en esa noche sangrienta, un par de años antes, también su amada tía Bella había desaparecido. Ben se había quedado sin absolutamente nadie, pero ahora era como si su pasado quisiera devolverle algo a cambio de tanta soledad.

Cuando miró a Adam, fue como si lo estuviera viendo por primera vez.

—Yo estaba… era otra persona en ese entonces, Adam. Mis padres habían muerto, no tenía idea si le habían puesto precio a mi cabeza. Si alguien me reconocía, no estaba seguro si iban a querer terminar el trabajo. Pero era… era sólo un niño, estaba sobreviviendo cómo podía. Antes de encontrarte esa noche, ya había hecho un montón de cosas que jamás creía que haría tan sólo por sobrevivir. Sin el dinero de ese reloj… —Ben no quería decir algo tan dramático como que hubiera muerto de hambre, pero llevaba algo de razón esa afirmación.

Suspiró hondo y se atrevió a acercarse a Adam. Hasta ahora, incluso cuando llevaban conviviendo durante muchos días por ayudar a Mark, Ben se había cuidado mucho de respetar los espacios personales de cada uno. Después de todo, era consciente de que no estaban en los mejores términos, ambos se habían reprochado muchas cosas la noche del rescate de Mark.

Pero ahora Adam acababa de decirle cosas que cambiaban para siempre la relación entre ambos.

—Esa mañana, cuando regresamos del puerto y te acerqué hasta tu casa. Me tomaste de la mano porque teníamos que pasar por el mercado y temías perderte de nuevo —dijo Ben, mientras le tomaba ambas manos a Adam con suavidad. Se quedó allí, mirando sus manos unidas, mientras continuaba hablando con voz quebrada—: Cuando llegamos cerca de casa de tus padres, reconociste a tu madre, te soltaste de mí y saliste corriendo a su encuentro. Cuando ella te abrazó, sentí tanta envidia, porque volverías con una familia que te cuidaría y yo no tenía la más mínima idea de dónde iba a pasar la noche. ¿Sabes? Me quedé observándolos un rato, estuve tan tentado a acercarme, estaba… Adam, estaba tan exhausto, hambriento, quería una casa. Pero cuando llegó tu padre y vi su uniforme, me asusté mucho, así que me volví corriendo, sin mirar atrás.

Ben no tenía la más mínima idea cómo había conseguido decir eso, pero ahora no sólo la voz, sino todo el cuerpo le temblaba. Cuando miró a Adam a los ojos, supo que no quería dejarlo ir. No iba a permitir que se fuera de su casa esta noche. Su pudiera, no lo dejaría ir nunca más.

La reacción de Ben lo tomó por sorpresa. En realidad sí que parecía estar afectado por la noticia, quizá tanto como el propio Adam lo había estado. Cuando lo escuchó explicar más sobre el reloj se le hizo un nudo en la garganta.

—Me alegra que el reloj de papá te ayudara —replicó—. Al menos sé que ha estado en buenas manos todo este tiempo, e hizo más de lo que habría hehco en la gaveta de mis medias.

Quisiera ser capaz de quitarle algo de intensidad a aquel momento, pero cuando Ben lo tomó de las manos se quedó sin aliento por unos segundos.

No había esperado eso. Ben y él solían mantener la distancia, como si ambos supieran que era mala idea acercarse demasiado. No se podía tener tanta tensión y jugar con ella irresponsablemente. Sus ojos se quedaron fijos en las manos de ambos juntas, lo que fue una suerte porque los ojos se le llenaron de lágrimas al escuchar el relato de Ben.

—Mis padres te habrían ayudado, pero no podías haberlo sabido —replicó con seguridad—. Papá era un buen policía. Todo lo que siempre he querido es ser como él.

Era un confesión muy perosnal, pero, ¿no era acaso todo esto muy personal? Giró las manos dentro del agarre de Ben despacio, para entrelazar sus dedos, sin pensar mucho lo que hacía.

—Tal vez si les hubieras hablado habríamos estado en contacto toda la vida —comentó, aunque era una tontería. De nada valía pensar en supuesos que no se habían dado—. Nunca sospeché siquiera que fueras ese chico... Pero he estado pensando que en el fondo puede ser la razón por la que, a pesar de todas nuestras circunstancias, siempre confío en ti.

Adam se sentía en terreno desconocido. No sabía qué iba a suceder con ellos ahora.

Tal vez había hehco bien al esperar que Mark estuviera dormido antes de causar ese clima de incertidumbre entre ellos.

Ben no podía encontrar palabras para expresar cómo se sentía. Le parecía como si estuviera despertando de un largo sueño. Ver a Adam en una postura tan vulnerable, como si estuviera a punto de llorar, era una imagen que llevaría grabada en la memoria.

Era evidente que ninguno de los dos esperaba algo como esto. Ahora más que nunca Ben estaba agradecido de haber seguido sus instintos y haber recuperado ese reloj. De lo contrario, Adam jamás lo habría encontrado en su casa y entonces jamás hubiera sabido Ben era el chico que lo ayudó aquella noche de tormenta. Le parecía mentira pensar que una sola decisión había cambiado para siempre el rumbo de su vida.

—Me enteré después que a papá lo habían mandado matar con asesinos a sueldo, pero a mamá… eran policías los que entraron a la casa, por eso mamá les abrió sin poner resistencia —Ben creía que era la primera vez que le había dicho eso a alguien. Recordaba a los hombres uniformados y luego escuchar los gritos de su madre—: Nunca estuve seguro si estaban tan sólo usando el uniforme o si de verdad eran policías, pero por eso me asusté tanto y no quise considerar la opción de pedirle ayuda a tu familia.

Ben se preguntó qué tanto habría cambiado su vida o la de Adam si hubiera tomado esa decisión. Supuso que ya no tenía caso preguntarse qué habría pasado, lo importante era el momento presente.

No había soltado a Adam en ningún momento y Ben, incapaz de contener, se inclinó un poco más, despacio, hasta rozarle los labios. No quería pensar ahora en nada más que eso. En que, sin saberlo, llevaba toda la vida buscándolo, pero ahora lo había encontrado. Cuando besó a Adam, tiró de él con firmeza, sosteniéndolo por la cintura con una mano y con la otra acariciándole el mentón, tocándolo como hacía mucho lo había deseado.

Ben, por primera vez en mucho tiempo, se sentía completamente libre.

Nunca dejaría de agradecerle a su yo del pasado por haber tomado la impulsiva decisión de recuperar aquel reloj. Se sentía completamente afortunado, en especial porque no le parecía que Adam lo estaba rechazando, sino todo lo contrario. Estaba besándolo también, entregándose a las caricias que Ben quería darle.